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La pieza de Esteban Moctezuma Barragán

Por: Carlos Ornelas.

 

Los dos intentos de relevancia para mover el “paquidermo artrítico” —como alguna vez llamó el entonces secretario de Educación Pública, Jesús Reyes Heroles, al sistema educativo mexicano— fueron de los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto. Hay una diferencia fundamental con la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador. En aquellas ocasiones, los presidentes mismos discursearon sobre la necesidad y deseos de reformar el sistema. Hicieron la crítica a lo existente, forjaron los propósitos centrales, apuntaron los instrumentos políticos e institucionales y fijaron una visión del futuro deseable. Salinas, el 16 de enero de 1989; Peña Nieto, el 10 de diciembre de 2012.

El Presidente, al menos por lo pronto, dejó esa tarea a su secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán. Él presentó los resultados de la Consulta Nacional por una Educación de Calidad con Equidad. Si bien reitera la retórica en contra de la reforma del gobierno anterior, acusando que fue una embestida contra los docentes, pretende fijar líneas programáticas. En el exordio manda un mensaje edificante a los maestros y después, sin mencionar la herencia, los horizontes de continuidad. Ofrece pistas acerca de la iniciativa que el presidente López Obrador enviará hoy al Congreso.

Tras dar la bienvenida y agradecer a todo el mundo su participación, el secretario lanzó elogios al magisterio y sentó la base de su disertar futuro: “Revalorar la función magisterial”. Vamos a escucharlo hablar del Acuerdo Educativo Nacional, que, al parecer, será la consigna que sustituirá la oratoria de la Reforma Educativa. Además, propuso la figura que —quizá— sirva de eje para forjar el currículo (que no la currícula) que diseñará y pondrá en marcha en lugar del Modelo Educativo para la Educación Obligatoria: la “nueva escuela mexicana”.

Siempre nos quejamos de que cada gobierno quiere empezar de cero y erigir todo de nuevo, aunque en el camino se destruyan programas. Aplaudo que, en su pieza del 6 de diciembre, el secretario Moctezuma haya planteado rutas de continuidad. Sin embargo, no reconoce —de manera explícita— las deudas con el pasado, en especial con el reciente.

En primer lugar: las señales. La revaloración de la función magisterial fue uno de los ejes del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992, del gobierno de Salinas de Gortari. Ese régimen es el epítome del neoliberalismo, según la retórica dominante. Pero el secretario era, en aquel entonces, subsecretario de Planeación y el negociador principal con los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. ¡Quizás evoque ese pretérito! La nueva escuela mexicana fue la estampa del subsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez-Morin, en el gobierno de Vicente Fox. El SNTE lo saboteó.

En segundo lugar, el repaso a la globalización. El secretario fundamentó una de sus propuestas en un estudio de la Fundación Melinda y Bill Gates (él cambió el orden de los nombres); ratificó el proyecto de la educación dual y propuso que la educación superior se vincule con las necesidades de las empresas. Recupera la consigna de la Unesco y de la OCDE de “educar para la vida” y corrobora que continuará la evaluación docente, si bien “no será punitiva” ni ligada al tema laboral.

En tercer lugar, programas. Bien por poner más atención al multigrado, reducir el tiempo de trabajo burocrático de docentes y directores de escuela, poner énfasis en deportes, arte y civismo, apuntar a la equidad y no a la igualdad, fortalecer a las normales y a la Universidad Pedagógica Nacional, centros comunitarios de aprendizaje, más escuelas de tiempo completo y afirmar que no regresará la venta y herencia de plazas. Con diferentes palabras, esas ideas ya estaban en el Modelo educativo. Lo mismo que la SEP les dé vuelta a los estados y al sindicato y alzar línea directa con las escuelas. Lo nuevo: instituir academias de directores.

En cuarto lugar, los ausentes. El secretario se dirigió siempre a los maestros, no a los líderes del SNTE; bien. Pero tampoco mencionó a los gobernadores ni dijo cuál será su papel en el Acuerdo Educativo Nacional.

Tal vez el presidente López Obrador se guarde para decir su gran discurso educativo para cuando mande la iniciativa de reformas o para cuando promulgue la nueva ordenanza. Por lo pronto, contamos con las palabras del secretario Moctezuma para vislumbrar lo que viene. ¡No será muy diferente al presente!

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/la-pieza-de-esteban-moctezuma-barragan/

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Evaluación punitiva, evaluación formativa

Por: Carlos Ornellas. 

No obstante que la contienda por la educación incluye a bastantes actores, diversas posiciones políticas y orientaciones ideológicas, a veces es conveniente agruparlas en reductos polares para entresacar las aristas cardinales de los debates. Pongamos por ejemplo la evaluación docente dentro de la Reforma Educativa que el próximo gobierno quiere enterrar y que el que fenecerá en menos de dos semanas todavía defiende. Lo hace con proclamas y los pocos instrumentos políticos que le quedan.

El que viene tiene activos por delante, pero no se vislumbra cuáles serán sus herramientas institucionales; las políticas están a la vista: una coalición de intereses de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de Morena, bajo el mando del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

Aun desde antes de que naciera el Servicio Profesional Docente y entrara en vigor la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, una narrativa contestataria comenzó a penetrar el ambiente. Rezaba que, por instrucciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y otros organismos intergubernamentales, se trataba de evaluar a los maestros para denostarlos, castigarlos, someterlos y tenerlos bajo un control autoritario al servicio del neoliberalismo. En suma, para desprestigiar a la profesión docente.

El discurso oficial de la reforma, por el contrario, puso el acento en una evaluación para mejorar la práctica pedagógica y regular los procedimientos de ingreso, promoción, recompensa y permanencia en el servicio educativo. Si bien sus abogados reconocían la influencia de tendencias globales, insistían en la necesidad de que México conociera cuál es el estado profesional de los docentes, sus fortalezas y debilidades con el fin de diseñar mecanismos para incrementar las primeras y empequeñecer las segundas.

La narrativa disidente nunca quitó el dedo del renglón, imputó —y lo hizo con eficacia— que la reforma era laboral, no educativa y que la evaluación es punitiva. Para reforzar sus argumentos recurrió al parlamento de la movilización, una propaganda conveniente a sus propósitos de ganar adeptos más allá de los estados donde la CNTE es dominante. Intelectuales y periodistas hicieron suyo el reclamo y abonaron con sus análisis a censurar al INEE y, en consecuencia, a debilitar la prosopopeya de la Secretaría de Educación Pública y del Instituto.

El INEE y la SEP pusieron en juego artefactos sólidos en su estructura metódica, pero con escasa penetración en la plaza pública. No construyeron un discurso vigoroso para transferir al magisterio las bondades del SPD, es decir, la oferta de profesionalización y crecimiento intelectual y moral. Los activos de la reforma quedaron incrustados en la ley con un lenguaje burocrático, aunque es el arreglo del proceso legislativo. Mas no pudieron traducirlo a palabras propias de los maestros, a pesar de que pusieron el acento en las cataduras de mejoría, como énfasis en el aprendizaje (situado, activo), la escuela al centro y porciones de autonomía para ejercer la práctica curricular. Las proclamas fueron infructuosas contra la oratoria incendiaria.

La contienda por la conducción del sistema educativo mexicano es de larga data, no se terminará con el arribo del nuevo gobierno. Cada reforma, aunque sea frágil, deja una impronta en el sistema. Lo que nos enseña la historia es que la escuela es una institución perdurable, que genera mecanismos de defensa contra embates de todo tipo. De que ha cambiado, ha cambiado, pero ha sido de manera gradual, no con grandes trancos. Incluso, las reformas trascendentes, como la de la educación socialista y la de la unidad nacional, o las no tan cimeras como las de los gobiernos de Echeverría y de Salinas de Gortari, o la más nociva que benéfica producto de la alianza entre el presidente Calderón y Elba Esther Gordillo, dejaron huella. La del gobierno de Peña Nieto dejará muchos puntos, aunque los legisladores —que se comportan como opositores y no como parte del grupo gobernante— no quieran dejarle ni una coma.

Lo mismo pasará con la evaluación. El debate seguirá. El INEE con su estructura actual desaparecerá, pero ciertas de sus funciones permanecerán, ya dentro de la SEP o en un Instituto sin autonomía. La narrativa, sin embargo, tal vez mude. La evaluación ya no será punitiva sino espléndida.

RETAZOS

Llegué a la conclusión de que el tiempo mexicano dura seis años, ni un minuto más.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/evaluacion-punitiva-evaluacion-formativa/

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Acuerdo educativo: los primeros pasos

Por: Carlos Ornelas 

Los astros se están alineando: el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación —al menos como organismo con autonomía constitucional— desaparecerá y la Reforma Educativa será enterrada, apunta el discurso del grupo que asumirá el poder en unos días más.Pero, ¿de veras se sepultará? ¿O el Acuerdo Nacional sobre la Educación para los que el futuro gobierno convoco a foros de consulta mantendrá ciertas estructuras burocráticas?

La primera etapa de construcción del futuro Acuerdo fue de varios meses, desde que el presidente electo presentó su Proyecto Alternativo de Nación, en noviembre de 2017, hasta el 27 de octubre, cuando Esteban Moctezuma Barragán, secretario de Educación Pública designado, anunció que se suspendía el foro estatal en Oaxaca.

El propósito explícito de los foros fue introducir en la plaza pública y las redes sociales la idea de que la Reforma Educativa iría para atrás. Claro, la narrativa en contra de la reforma estaba sembrada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación desde antes de que se promulgaran los cambios a la Constitución; pero cobró vida como parte de la campaña mediante piezas oratorias y pactos que el entonces candidato, Andrés Manuel López Obrador, convino con facciones del SNTE. Primero, con la corriente gordillista, en Zacatecas, en diciembre de 2017 y, luego, en marzo de 2018, con la CNTE, en Guelatao, Oaxaca. En el primero estampó su firma, en el segundo se abstuvo; su palabra bastaba.

La narración contra la reforma fue visceral, contundente —“no quedará ni una coma” y con presagios de demolición. Aunque en los foros se presentaron miles de ponencias de maestros y directores y supervisores —y de uno que otro académico—, lo que dominaba era la diatriba contra la evaluación; un pregón de rencor contra el gobierno saliente donde —se decía— había instituido la reforma para desacreditar al magisterio nacional y acabar con las escuelas normales, privatizar la educación y ponerla al servicio del neoliberalismo.

Podría decirse que, como campaña de propaganda, la consulta fue exitosa al máximo. La narrativa se impuso; si hubo voces que apuntaran que debería revisarse, pero no acabar con ella, se perdieron en la inmensidad de expresiones que repudiaban lo hecho por la reforma o por lo que, imaginaban, había hecho.

Hoy, el equipo de transición de AMLO está ocupado en esbozar programas y en vislumbrar caminos de ejecución de su plan de gobierno. Es un ciclo de diseño, de conjuntar opiniones, de reflexionar —ya fuera de piezas dedicadas a la galería— sobre lo deseable y lo posible. Es una etapa de pensamiento que involucra a quienes serán los responsables de conducir la política educativa y —me imagino— consultas con expertos y funcionarios que van de salida.

Es patente que algo se está cocinando. El apremio con que AMLO pidió a los legisladores de su coalición que le permitieran a él enviar la iniciativa de reformas legales indica que la reingeniería que se acerca no será total. Frenó iniciativas que diputados de Morena, integrantes de la CNTE, propusieron para derogar párrafos del artículo 3º de la Constitución y otra que pretendía suprimir la Ley General del Servicio Profesional Docente. El trazo del Acuerdo que impulsará desde el gobierno —pienso— contendrá parte de la misma retórica antineoliberal y antirreforma, pero mantendrá instrumentos cruciales para la gobernación del sistema educativo mexicano. La estructura de gobierno tiene su lógica de desarrollo. Ejercer el poder desde el gobierno implica sustentar la acción política en prácticas —más o menos— estables; racionalidad burocrática, la llamó Weber.

Por ello, pienso que el nuevo gobierno mantendrá unas de las nuevas instituciones. Por ejemplo, la centralización del pago de la nómina, que AMLO anunció que se conservará. También, pienso, el Sistema Nacional de Información y Gestión Educativa, el Sistema de Administración de la Nómina Educativa Federalizada y, tal vez, el Programa de promoción en la función por incentivos en Educación Básica. Éste sustituyó a la Carrera Magisterial, que terminó convertida en un aparato de corrupción al servicio de los líderes del sindicato. Subrayo lo del tal vez porque Esteban Moctezuma mencionó en varias ocasiones que la Carrera Magisterial debería regresar como era.

Falta poco para conocer el proyecto educativo del nuevo gobierno. Allí se verá si puede conciliar el relato vindicativo con la supervivencia de la racionalidad burocrática.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/acuerdo-educativo-los-primeros-pasos/

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Ángulos de la consulta en educación

Por: Carlos Ornelas

De acuerdo con declaraciones del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, la política educativa de su gobierno se regirá por el respeto absoluto a los maestros; considera que la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto se encaminó a denigrarlos y a poner el sistema educativo de cabeza. Por ello, convocó a la ciudadanía, en especial a docentes y padres de familia, a una consulta para alcanzar un Acuerdo nacional para una educación con equidad y calidad para el bienestar de todos los mexicanos.

Sin embargo, antes de que la consulta tenga resultados, AMLO ya decretó que cancelará la reforma y en su lugar habrá un nuevo plan. En ocasiones parece que su ángulo es agudo, como cuando dice que sí a la Coordinadora, pero les pide asistencia y puntualidad; mientras otras veces expande su visión y habla de una gran transformación. Esa ambigüedad abre la puerta a todo tipo de posturas. Resumo unas cuantas.

En las barracas de Morena, los diputados y senadores compiten para ver quién está más cerca de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y responde a sus requerimientos. “No quedará ni una coma”, dijo Mario Delgado. “Vamos a plantear una iniciativa para derogar las nuevas fracciones o párrafos del artículo 3º”, proclamó Martí Batres; eso incluía la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. El tono de la oratoria de los coordinadores de los grupos de Morena es drástico, pero una combinación de factores le puso freno. La crítica de la opinión pública contó, pero quizá más la del futuro secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

Según difundió Raymundo Riva Palacio, en cuanto el senador Batres anunció la iniciativa, Esteban Moctezuma le aplicó las balatas, acaso por instrucciones del mismo Presidente electo. El futuro secretario de Educación Pública también es incierto en su perspectiva, pero ofrece un ángulo conciliador: “Seguirá la evaluación, pero no será punitiva”, “queremos un país armónico, sin violencia, con cultura de paz… con un tejido social digno y justo”. Asegura que el nuevo gobierno pondrá orden donde hay caos porque comienza por la parte sana: La consulta.

Los foros para dicha consulta tal vez tengan ventajas con todo y la desorganización e improvisación. No obstante, se privilegia la voz de los maestros y sus dirigentes. El Comité Ejecutivo Nacional del SNTE ofrece paz, negociaciones y, pienso, sumisión: Dice en su comunicado del 9 de septiembre que ese Comité “coincide con lo expresado hoy por el próximo secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, en que ‘creemos en el poder de escuchar, creemos en el poder del diálogo, creemos que para construir el futuro, todos tenemos que estar incluidos’”.

Como era previsible, la CNTE tiene una meta fija, abrogar la Reforma Educativa y no concede un ápice; su ángulo es puntiagudo. Cumple con su designio de ponerle marcaje a la consulta y no permitir que pasen posturas moderadas.

Organizaciones de la sociedad civil, Mexicanos Primero, en particular, siguen con atención los foros y destacan la escasa o nula participación de los alumnos; su mirada está excluida, a pesar de que serán los primeros afectados por las decisiones que tome el futuro gobierno.

Los otros partidos políticos apenas si dicen pío, aunque una diputada del Partido del Trabajo ya introdujo una iniciativa para derogar los cambios a la Constitución de 2013, que fundamentaron la reforma de este sexenio.

Los organismos intergubernamentales también toman la palestra. La Unesco, la Unicef y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos abogan por mantener los cambios positivos de la Reforma Educativa y alertan de las posibles consecuencias de una acción que devaste lo que se logró.

El gobierno, en particular el secretario Otto Granados Roldán, defiende lo realizado y aconseja continuidad; hay asuntos trascendentes que, en lugar de echarlos para atrás, vale la pena mejorarlos.

Los recodos que se presentan en la consulta son facetas de la contienda por la educación nacional. El próximo gobierno propone un cambio total, pero la estructura del sistema educativo mexicano tiene cimientos —corporativos— sólidos. El gobierno de Peña Nieto removió parte del edificio, pero la cimentación es más profunda de lo que parece.

Me temo que en el próximo gobierno el corporativismo regrese por sus fueros. Espero equivocarme y que AMLO, ya como presidente, no permita que se le pare la cresta.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/angulos-de-la-consulta-en-educacion/

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Otto Granados Roldán

Por Carlos Ornelas

El viernes 14 de septiembre, mi compañero, David Vicenteño y yo entrevistamos al secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán. Fue una conversación abierta, no hubo preguntas a modo, tampoco se trataba de agredir. Interrogamos al secretario al alimón, cada uno inquirió lo que parecía más importante: el reportero la coyuntura y su opinión sobre los hechos presentes; el académico sobre la perspectiva del sexenio y el futuro inmediato.

Sobre la segunda cuestión no hubo mucho. Granados Roldán mostró distancia y respeto a las futuras decisiones del Congreso y el próximo gobierno: “Nuestra responsabilidad concluye el 30 de noviembre” y afirmó que la cumplirá por mandato constitucional.

EL TRAMO CONSTRUCTIVO. Con todo y que expresó cierta autocrÍtica —las diferencias entre la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Gobernación para lidiar con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, por ejemplo— fue enfático al subrayar los logros de la Reforma Educativa. Por supuesto, sería lamentable que todo se viniera abajo, dijo, cuando si bien hay asuntos que requieren mejoría, la nueva arquitectura institucional ofrece bases sólidas para seguir avanzando.

Si bien titubeó cuando David le insistió si pensaba que la reforma sobreviviría los embates en el Congreso, asentó que hay asuntos trascendentes que no se han tocado en los debates, como el Sistema Nacional de Información y Gestión Educativa, el programa de infraestructura educativa, la nueva relación con las autoridades estatales y —agrego yo— la recentralización del pago de la nómina. Piensa que el nuevo Modelo Educativo es la parte más noble y que ofrece perspectivas para lograr que, junto con el Servicio Profesional Docente, los estudiantes alcancen mejores niveles de aprendizaje.

Incluso, mostró orgullo al apuntar que en ese renglón —avances en el aprendizaje— México lo hace más rápido de como lo hicieron otros países que emprendieron reformas desde el siglo pasado. De 2015 a este año, niños de 18 estados mostraron progreso significativo en matemáticas y 11 en comprensión lectora, de acuerdo con los exámenes de Planea.

También indicó estar satisfecho por el desempeño de la SEP —reconoció la labor de sus predecesores y de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación— por fincar un sistema de asignación de plazas transparente, robusto, justo y basado en el mérito. Lo contrario a las relaciones clientelares que existían hasta hace poco tiempo. Ya fuera de la entrevista, nos presentó láminas extraídas de Google y Yahoo! de 2010 y 2011 donde anunciaban subastas para la venta de plazas y cotizaciones de algunas de ellas, dependiendo del territorio.

LA CUESTIÓN POLÍTICA. El laurel más preciado fue haber descolonizado la mayor parte del gobierno —usó el término gobernanza— del sistema educativo, aunque reconoció que no es un éxito completo, pues subsisten segmentos en los estados donde la resistencia de los líderes sindicales ha sido mayor —al igual la negligencia o displicencia de los gobernadores, digo yo— y recuperar plazas que ocupaban aviadores. También haber disminuido el número de comisionados sindicales.

MI PERSPECTIVA. En este último punto es donde se concentra la contienda por la Reforma Educativa. Si uno lee las declaraciones de los dirigentes de Morena en el Senado y la Cámara de Diputados o las proclamas estridentes de los voceros de la CNTE —que votan con el puño izquierdo en alto— no les interesa mucho la cuestión educativa, desean un retorno al pasado, anhelan controlar de nuevo el gobierno de la educación básica y, claro, hoy que se sienten al amparo de Morena, crecer y desplazar a los líderes de las otras facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

No obstante, que al comienzo del gobierno de Enrique Peña Nieto era escéptico, no oculto mi simpatía por los cambios alcanzados en la educación, aunque sé que son insuficientes. Hoy mi optimismo está mermado; los nubarrones sobre la Reforma Educativa son reales y percibo que, aunque el futuro gobierno no conceda todo a la CNTE, habrá retroceso. ¡Una desventura!

LA PERSONA. Conozco a Otto Granados Roldán desde 1983. Tengo aprecio a su persona, a su labor como funcionario y a su carácter como político profesional. Siempre ha entregado buenas cuentas. Hoy no será la excepción, con todo y los ataques que recibe por quienes la reforma les arrebató privilegios. Le daré la bienvenida cuando retorne a la academia.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/otto-granados-roldan/1266045

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Ir y venir de las reformas

Por: Carlos Ornelas

De acuerdo con porciones de la literatura internacional sobre reformas educativas, todos los intentos de cambio expresan propósitos preclaros —elevar la calidad de la educación es el dominante en estos años— aunque a veces sus acciones se encaminan a lo contrario. Hay reformas “placebo”, como las califican Mark Ginsburg y Susan Cooper: ofrecen remedios a males detectados, pero son inocuos. Otras son “idílicas” porque hacen propuestas inalcanzables que, sin embargo, generan expectativas en amplios grupos que, al ver frustrados sus anhelos, caen en la desesperanza o en la protesta política. Éstas, según Hans Weiler, provocan legitimidad “compensatoria”, pero de corta duración.

No obstante, en los intentos serios de reforma, los propósitos de cambio se alinean a la identificación clara de fallas, rutinas o prácticas que los reformadores consideran perniciosas para el aprendizaje de los alumnos y diseñan instrumentos —políticos y legales— para afrontar las deficiencias.

Casi siempre, estos tres tipos de reforma siguen un derrotero descendente: de la cúspide del poder político o económico hacia las estructuras del sistema. En aquellas en que los reformadores se aplican tratan de que sus apuestas lleguen a la base del sistema —el salón de clases— y de convencer a los maestros de que modifiquen —al menos en parte— ciertas prácticas.

Ninguna reforma educativa, por muy elevados que sean sus fines y que haya detallado las deficiencias que quiere subsanar, tiene un éxito absoluto —ni aún en plazo largo—, pero tampoco fracasa por completo, siempre deja un sedimento que otros reformistas tomarán en el futuro.

La mayor parte de las reformas educativas que han emprendido los gobiernos de México han sido de superficie. Explico, no llegan a la base del sistema, no alcanzan profundidad. Desde mi perspectiva, sólo tres tocaron a escuelas y maestros y dejaron solera que aún gobierna parte del sistema educativo mexicano. La que lideró José Vasconcelos, el joven, la de los años de la educación socialista, de plazo breve, y la de la unidad nacional cuyo ideólogo e impulsor fue Jaime Torres Bodet.

Dado el diseño y las consecuencias, no implica una reflexión sesuda postular que la Alianza por la calidad de la educación, que firmó el gobierno de Felipe Calderón con Elba Esther Gordillo, fue una reforma placebo. La única derivación fue el crecimiento del poder de ella, su grupo y los líderes de todas las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero con efectos graves en la institución de la Secretaría de Educación Pública y sin resultados positivos ni en la organización escolar, ni en la preparación de los docentes ni en el aprendizaje de los alumnos.

Desde su campaña y ahora con la consulta, el futuro presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el próximo secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, han generado expectativas inmensas: no habrá rechazados en la educación superior, becas para todo mundo, 100 nuevas universidades y crecimiento exponencial de la matrícula. Pero hay dudas de que puedan cumplirse; no es asunto de voluntad política, sino de recursos, diseño y seguimiento correctos. Seis años es un plazo breve.

Lo que sí podrá cumplir, dada la legitimidad del voto y la mayoría de Morena en las cámaras, es repeler ciertas tramas de la reforma del gobierno de Peña Nieto. Sin embargo, corre el riesgo de quedar prisionero de los viejos intereses corporativos y en lugar de una nueva transformación educativa tengamos un retorno al pasado.

EMB anunció la semana pasada en Durango que regresarán a las aulas “los maestros que fueron dados de baja por no asistir a las evaluaciones magisteriales”. Parece que hay voluntad de cumplirle a la CNTE, pero —tal vez— a costa de perjudicar a la niñez.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/ir-y-venir-de-las-reformas/

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Reforma Educativa: mirada de un supervisor

Por Carlos Ornellas

Aparte de comentarios en el blog de Excélsior, recibo mensajes frecuentes en mi buzón del correo electrónico. Además, sostengo diálogos con colegas que comentan tramas que retomo en mis artículos en el periódico o en trabajos académicos. También, cada vez menos, recibo insultos de alguien que se molesta por la crítica que hago a los líderes, que no a los maestros, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación

El 23 de agosto recibí una carta extensa del doctor Javier C. Ruiz Mijangos, inspector general de secundarias en Jalisco. Me comenta que es un asiduo lector de textos sobre su materia, que ha leído más de 90 piezas sobre la “llamada” Reforma Educativa y me invita a que haga trabajo de campo, realice entrevistas y levante encuestas; él me ofrece apoyo logístico para esas tareas. Excepto encuestas, que no levanto desde el año 2000 —por su costo y la complicación de seleccionar una muestra representativa—, siempre ando tomando notas y charlo con frecuencia con maestros, directores de escuela, funcionarios de varios niveles y colegas. Todos aportan información y opinión que me apoyan a normar mi criterio y a modular mi juicio.

Aprecio la carta del doctor Ruiz, aporta ideas para entender el sentir de muchos docentes. Expresa: “Soy un docente consciente que es necesaria e indispensable desde hace 20–25 años la implementación de la Reforma Educativa”. Pretende ofrecer una visión equilibrada de sus fortalezas —que sí se las reconoce— y sus debilidades, que refieren a las deficiencias burocráticas. No hay una objeción de fondo al propósito general de la reforma ni a la doctrina que está detrás de ella: el mérito como principio.

El supervisor destaca que la Reforma Educativa tiene haberes: la realización de los Consejos Técnicos Escolares; los exámenes de admisión para ingreso, promoción y permanencia; el apoyo de las ATP (asesores técnico-pedagógicos) en las supervisiones escolares, la disminución de contenidos en educación secundaria y la creación de autonomía curricular.

Luego marca los débitos que, desde su perspectiva, padece la reforma. Aquí agrega interpretaciones a su descripción: las tutorías para los nuevos docentes no funciona; los exámenes de admisión se manejan sin transparencia; los ascensos de ATP, subdirectores y directores, dejan a los grupos sin atención durante dos o más años; los puestos de directivos no se cubren oportunamente; los contratos de los docentes son de trato injusto y vergonzoso, de 15-30-60 días; los pagos se efectúan fuera de tiempo y desubicados; el pago de un docente supernumerario por hora, disminuye en 40%; la contratación de los nuevos docentes se efectúa sin planeación ni organización, en lugares inadecuados; no funcionan las plataformas para la actualización de directores y docentes; los puestos de funcionarios educativos son un reparto del botín del gobierno en turno; los docentes universitarios que ingresan con el examen de oposición no reciben ninguna capacitación pedagógica. Apunta deficiencias en la formación continua, no hay diagnósticos efectivos y veraces, la reforma no se ha evaluado en las aulas y escuelas de Jalisco ni los docentes fueron invitados a la elaboración del diagnóstico estatal. Lo más grave, apunta, es que en nueve secundarias de su zona hay mil 317 horas vacantes sin cubrir.

Como puede observarse, es un catálogo de pifias que el profesor Ruiz achaca a la Reforma Educativa y a la SEP, pero no toca al gobierno local ni habla de las trabas que imponen los dirigentes sindicales. Concluye censurando al secretario Otto Granados Roldán porque exclamó que sería una catástrofe cancelar la reforma.

No dudo del diagnóstico —a pie de tierra— del doctor Ruiz ni de su preocupación por la falta de mejoría. Pero me pregunto cómo era ese mundo hace cinco años. Quizá esos problemas existían, agravados por la herencia y venta de plazas y el control que líderes sindicales tenían (y que mantienen en cierta medida) de las trayectorias profesionales de los maestros.

Si estuviera en la situación del maestro Ruiz, exigiría que se cumpla con la reforma, no apostaría a su fracaso. ¡Qué bueno que no la juzga por sus propósitos, sino por la falta de resultados! No obstante, también me gustaría que analizara el papel de los líderes sindicales y de la baja burocracia, que incluye a supervisores que alcanzaron el puesto por méritos sindicales, no profesionales.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/reforma-educativa-mirada-de-un-supervisor/1262976
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