La formación continua de docentes desde sus prácticas pedagógicas

Nicaragua / 24 de septiembre de 2017 / Autor: David Otero Mendieta / Fuente: El Nuevo Diario

Diversos estudios nacionales e internacionales nos informan sobre los desafíos que tiene nuestro sistema educativo respecto a la calidad de lo que aprenden y cómo están aprendiendo los estudiantes. Múltiples encuestas, exámenes de conocimiento, investigaciones, diagnósticos, sistematizaciones y diversas formas de indagación nos proveen de evidencias sobre los bajos resultados referidos a conocimientos y habilidades cognitivas y no cognitivas que deben dominar las personas para superar su estado de empobrecimiento y alcanzar prosperidad.

Los niveles de logros de aprendizajes en lectura, escritura, cálculo matemático  y uso de métodos de investigación científica son aún insuficientes en correspondencia con las competencias deseadas en el currículo para que nuestros estudiantes sean aptos en desempeñarse como ciudadanos emprendedores e innovadores.

Uno de los factores relacionados con la calidad educativa es la formación docente. El Informe de resultados del TERCE sobre factores asociados considera que: “La formación inicial y continua, junto con la experiencia del profesor, constituyen la base sobre la cual se sostiene cualquier innovación curricular o pedagógica… La preparación del docente se concibe como un proceso permanente dentro de una concepción de aprendizaje constante” (Unesco, 2015, p.92).

Es importante entender las contradicciones ocurridas entre la tradicional y novedosa formación docente que necesitamos los educadores para que los estudiantes logren aprendizajes significativos. Sin embargo, el mayor desafío es cómo hacemos para solucionar los problemas identificados. ¿Qué aportes ofrecer desde las instituciones educativas (escuelas, institutos, centros educativos, colegios, universidades, entre otros) para que suceda una formación continua docente exitosa desde su práctica pedagógica? ¿Cómo hacer puentes que conecten entre las políticas educativas diseñadas por el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, que tienen la intención de mejorar la calidad educativa, y las practicas pedagógicas que realizan los docentes en las instituciones educativas desde sus propias realidades etnográficas?

Hace cinco meses, un equipo de investigadores en educación, nicaragüenses y de otros países, iniciamos un proyecto de investigación en un centro educativo de Managua, y desde esta experiencia, estamos validando un modelo de formación continua docente en didáctica sobre el método de aprendizaje basado en proyectos; en tecnologías de la información y las comunicaciones como herramienta de apoyo a las actividades didácticas; en evaluación de los aprendizajes basado en evidencias para el mejoramiento continuo; en gestión de las emociones orientadas hacia el aprender a convivir.

Desde los enfoques de investigación – acción y de experimentación, hemos constatado que en la medida que los docentes entienden cómo funciona en ellos este tipo de aprendizaje, cómo se organiza, planifica y evalúa, cómo utilizan las herramientas tecnológicas para lograr los objetivos de aprendizajes deseados y cómo los investigadores, les acompañamos, aumentan su  inquietud y pasión en implementar las nuevas formas de aprender con sus estudiantes y compartirlo entre sus compañeros docentes. La pasión del docente se evidencia en su fuerte interés a seguir aprendiendo y en el nuevo clima de aprendizaje que ocurre con sus estudiantes, colectivo docente y familias.

Entre lo nuevo que han incorporado los docentes en sus prácticas pedagógicas, están las siguientes: i) Un espacio y tiempo organizado en la escuela para su formación continua, ii) la planificación de unidades didácticas con el método de aprendizaje por proyectos, iii) la realización y participación en clases abiertas hacia otros docentes y retroalimentación de esas clases, iv) uso de la rúbrica como método de evaluación de aprendizajes cualitativos y formativos, v) dosificación de la evaluación en proceso y la evaluación sumativa, vi) práctica de la coevaluación estudiante–estudiante y estudiante–docente, vii) realización de clases utilizando teléfonos celulares, Tablet, computadoras de escritorio y datashow con aplicaciones tecnológicas.

El método Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) que aplicamos en el proceso educativo es definido en “www.aulaplaneta.com”, como: “… una metodología que permite a los alumnos adquirir los conocimientos y competencias clave en el siglo XXI mediante la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real”.

Esta metodología es diferente a la metodología tradicional, en la que el docente se ocupa de un rol transmisor de información y asume una autoridad formal. Sin embargo, desde ABP, el docente se  preocupa y se ocupa en tener un rol de facilitador, tutor, guía, mentor o asesor, quien acompaña a los estudiantes en abrir la llave de sus talentos para entrar en sus conocimientos previos y descubrir  nuevos conocimientos; en probar y no en aprobar. Además, mientras que en el Aprendizaje tradicional, los docentes organizan solo el contenido en exposiciones de acuerdo a su disciplina, desde el ABP, estos diseñan sus planes en equipo con otros docentes y áreas de conocimiento en base a dosificar problemas abiertos, que los vinculan a productos, competencias, contenidos y actividades de lengua, literatura, matemática, ciencias sociales, inglés, entre otras, generando sentido e interés por los estudiantes para resolver problemas reales de sus vidas y su entorno de vida. La participación protagónica de los estudiantes en el ABP supera a la participación pasiva de los estudiantes en clases tradicionales.

Fuente del Artículo:

http://www.elnuevodiario.com.ni/deportes/440623-formacion-continua-docentes-sus-practicas-pedagogi/

Fuente de la Imagen:

http://www.uniremington.edu.co/facultades-uniremington/facultad-de-educacion-y-ciencias-sociales/noticias/463-ruta-de-formacion-docente.html

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La formación de los docentes en el contexto de este siglo XXI.

El siglo XXI comprende entre el 1 de enero de 2001 al 31 de diciembre de 2100. Hemos recorrido 17 años de este siglo, lo que también podemos deducir que faltan 83 años de porvenir en este siglo.

Por:  David Otero.

El siglo XXI comprende entre el 1 de enero de 2001 al 31 de diciembre de 2100. Hemos recorrido 17 años de este siglo, lo que también podemos deducir que faltan 83 años de porvenir en este siglo. ¿Qué educación está por venir para que las y los nicaragüenses podamos progresar hacia la prosperidad y el bien común?; ¿En qué capacidades deben estar aptos las y los nicaragüenses para enfrentar los desafíos, aún no superados, del anterior y actual siglo?; ¿Qué capacidades deben desarrollar las y los docentes para educar a los ciudadanos nacidos en este siglo?. Estas preguntas nos invitan a detenernos por un momento a reflexionar sobre lo estratégico de buscar y encontrar nuevos derroteros hacia un mejor desempeño de la formación docente en Nicaragua que eduque  a las y los nicaragüenses a enfrentar y construir un buen porvenir con confianza.

Los ciudadanos del siglo XXI vivimos en contextos económicos, políticos, sociales y culturales cada vez más cambiantes en su desarrollo que demandan políticas educativas pertinentes a sus exigencias, principalmente las orientadas hacia la formación docente. Distintos autores de artículos científicos e informes sobre la educación han compartido sus ideas a partir de su experiencia investigativa en el ámbito de la profesionalización de los docentes en el contexto de este siglo XXI.

Ya a finales del siglo XX, en la década de los noventa una Comisión Internacional de la Unesco, presidida por Jacques Delors se refería en su informe “La Educación encierra un tesoro” a la nueva realidad global del siglo XXI que desafiaría a la Educación: “La interdependencia planetaria y la mundialización son fenómenos capitales de nuestra época, que ya están actuando y que marcarán con su impronta el siglo XXI. Hoy hacen ya necesario una reflexión global – que trascienda ampliamente los ámbitos de la educación y la cultura – sobre las funciones y las estructuras de las organizaciones internacionales”. Una de las organizaciones inmersas en las sociedades es la escuela. Es en ella donde el personal docente se desempeña. La expectativa que se espera de su labor es que sean “… agentes de cambio, favoreciendo el entendimiento mutuo y la tolerancia” como lo indica el Informe de la Unesco.

En el artículo “La formación del profesorado desde una perspectiva interdisciplinar”  (García, A., Correa A. / Escarbajal F., Izquierdo, T. 2011) los autores escriben: “La sociedad actual se encuentra inmersa en un proceso de constantes cambios sociales, económicos y culturales que están suponiendo nuevas y continuas demandas en el sistema educativo. Estos cambios afectan no solo a la organización y concepción de los sistemas educativos sino también a su configuración. Esto debe plasmarse en la formación inicial y permanente del profesorado de todas las etapas educativas para atender a las demandas que nos marca la sociedad”.

Eduard Punset dice: “Debemos, no tenemos más remedio, que transformar la educación de nuestros maestros… No nos sirven maestros que solo destilen contenidos académicos en las mentes de los treinta niños… Hoy sabemos que es importantísimo que estos maestros aprendan a gestionar las emociones”. Porque precisamente el docente que vive en la era digital, la sociedad del conocimiento y las migraciones dinámicas de poblaciones tiene que aprender a educar integralmente en aprendizajes significativos para las y los ciudadanos nacidos en la era digital y en un mundo cada vez más intercultural.  Los nuevos roles que necesitan ejercer  las y los docentes, tienen que aprenderlos en un sistema de formación, dominarlos en el proceso de enseñanza – aprendizaje, autoevaluarse, que implica una capacidad de conocerse a sí mismo y saber gestionar  habilidades sociales y emocionales. Como dice Robert Roeser:  “… ser competentes en la interacción con personas de distintas culturas; en regular las emociones; en responsabilizarse d
el bienestar de los demás; y en su capacidad de atención”.

La profesión docente requiere replantearse desde la selección de quiénes se formarán para ser docentes, su propia formación inicial, el acompañamiento a los recién egresados que se inician como maestros, la formación continua y el reconocimiento en su carrera docente. Cada etapa de esta nueva estrategia exige un esfuerzo articulado que inspire confianza y esperanza. Como lo expresa Denise, Vaillant (2006) en el artículo “Atraer y retener buenos profesionales en la profesión docente: políticas en Latinoamérica”: “Plantear este cambio de perspectiva exige un apoyo decidido de los propios maestros, de la Administración educativa y del conjunto de la sociedad“

En estos próximos 83 años por venir del siglo XXI se hace imperativo replantear la profesionalización de los docentes desde nuevas perspectivas pedagógicas, que gestione emociones con genuino rechazo a la resignación y al resentimiento en el ámbito de las escuelas y provocar el nuevo estado de resolución por el cambio hacia la construcción de nuevos conocimientos, el trabajo en equipo, la motivación por el estudio permanente, el desarrollo de habilidades didácticas, el uso y dominio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones como herramientas de apoyo para aprender y la formación del carácter. En Nicaragua estamos en el mejor momento histórico de una unidad nacional para hacer una formación continua de docentes pertinente a los desafíos de este siglo XXI.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/431850-formacion-docentes-contexto-este-siglo-xxi/

Imagen: https://image.slidesharecdn.com/presentacininformticaparablog-130321201158-phpapp02/95/los-docentes-del-siglo-xxi-1-638.jpg?cb=1363896761

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