Por: Erick Juárez Pineda
Ante la pandemia, tanto docentes como estudiantes presentan riesgo conductual elevado asociado a diferentes aspectos como: mayor consumo de bebidas alcohólicas y café (solo en el caso de los adultos), menor calidad y horas de sueño, hábitos de alimentación modificados y un mayor tiempo frente a dispositivos electrónicos (pantallas de tv, celulares, tabletas, computadoras, etc.).
Según el estudio Educar en contingencia. La educación básica durante la COVID-19 en el que participaron investigadores de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Universidad Panamericana, de la Universidad Autónoma de Guerrero y de la Universidad Anáhuac, se observa la necesidad de atención para trabajar la capacidad de resiliencia, tanto en docentes como en niños, así como potenciar más la capacidad de regulación emocional, en particular para aprender a manejar el enojo, la ansiedad y estrés de forma proactiva, y desarrollar estilos de afrontamiento más productivos, y menos reactivos, que permitan no caer en la autoinculpación, el escape o la evitación, y el aislamiento.
El análisis determina que, en términos de demografía nacional, en algunos estados del país se puede apreciar un mayor riesgo psicosocial y conductual, además de existir una relación estadísticamente significativa entre la capacidad de regulación emocional reportada y los riesgos psicológicos y conductuales identificados.
Por otro lado, explica, en las y los menores de educación básica se encuentra una respuesta preferencial en los estilos de afrontamiento marcada por el enojo, probablemente relacionada con las restricciones en la movilidad y la socialización, la percepción de aburrimiento y estrés por la educación a distancia, y la convivencia al interior de la familia en donde se observa un aumento en los incidentes de violencia y comportamiento violento.
Desde el análisis cualitativo de los incidentes críticos que relatan las y los participantes, se percibe la presencia de aburrimiento y apatía entre las y los estudiantes en las clases virtuales, y se presenta como un reto recurrente el poder mantener su atención y motivación durante las clases a distancia.
Por su parte, las y los docentes en términos de su bienestar socioemocional reportan síntomas de depresión, ansiedad y estrés, además de situaciones que comprometen su bienestar y salud física, tales como sedentarismo asociado a las clases frente al ordenador, el cansancio ocular por el tiempo excesivo frente a la pantalla, la sobrecarga de trabajo y desgaste físico derivado de atender tanto las labores docentes, como las tareas domésticas y al apoyo escolar que brindan al interior de la familia, en particular las docentes mujeres con hijas o hijos en edad escolar.
El estudio Educar en contingencia. La educación básica durante la COVID-19, hace un análisis del aprendizaje durante la contingencia desde tres dimensiones con sus respectivos objetivos:
• La pedagógica, para analizar los procesos de educación a distancia, implementados a través del programa “Aprende en casa” y sus efectos en los resultados de aprendizaje.
• La psicológica, interesada en conocer los efectos que produjo la educación mediada por tecnologías en la salud socioemocional de estudiantes y docentes, durante la implementación de dicho programa.
• La tecnológica, orientada a describir los desafíos del aprendizaje a distancia, el acceso a las tecnologías, el conocimiento que se tiene de éstas, así como el manejo y uso que se les dio al implementar dicho programa.
Para ello se aplicaron más de 185 mil cuestionarios autoadministrados entre estudiantes y profesores que incluyeron 15 variables tales como evaluación, resiliencia, riesgo conductual, o recursos utilizados, entre otras. Una vez que los participantes completaban los cuestionarios se entregaba un reporte automatizado sobre las variables analizadas junto con recomendaciones personalizadas.
Fuente: https://www.educacionfutura.org