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Qué hacen bien las (minorías) feministas

Por: Elena Simón

¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia!.

Cuando hablamos de la educación escolar, casi siempre lo hacemos para destacar sus carencias o torceduras. En verdad que tiene muchas y que poco a poco se ha ido apartando de los principios democráticos de soberanía e igualdad. También es cierto que para dibujar un panorama alternativo y positivo hay que tener a mano el negativo crítico de la foto, pues sin él, no cabría ni siquiera la posibilidad de transformación.

¿Quién debe introducir estas transformaciones? ¿Las administraciones educativas? ¿El profesorado? ¿Las asociaciones profesionales? ¿Las personas expertas y experimentadas en cuestiones pedagógicas? ¿Alguna que otra persona iluminada? ¿El capitalismo salvaje disfrazado de neoliberalismo condescendiente?

No paramos de hablar de un pacto de estado para la educación y, si no me confundo, en este pacto entran sólo los contenidos curriculares, contenidos que van ganando puestos en el territorio de la competitividad, la excelencia, la búsqueda de la distinción y el apartamiento de áreas del conocimiento relacionadas con la habilidad de pensar, de aprender a aprender, de comunicarse, de analizar sociedades del presente y del pasado, de profundizar en las diversas culturas de los pueblos de este mundo. Por otra parte, los contenidos curriculares se dotan en exceso de materias instrumentales de prestigio (inglés e informática) y materias relacionadas con la cultura de la ganancia y del emprendedurismo, del esfuerzo individual y de la llamada innovación creativa.

Muy acorde con los tiempos y lo que se pretende que salga de la escuela: un pelotón de individuos aislados y anónimos, pugnando por conseguir el mejor lugar, sin bases éticas que lo acerquen a sus semejantes, con despreocupación por lo que ocurra en su planeta, en su país o en su pueblo. Un ser humano gregario y desactivado, que no sufra ni padezca con el mal o dolor ajeno, que no crea sino en la ganancia económica, en la popularidad, la fama o el éxito, que pague altos precios por mercancías dudosamente útiles o de buena calidad, que se disponga a aceptar “lo que hay”, como si no pudiera haber otra cosa.

Así, no tendrá ganas de estudiar. ¿Para qué? No cree que ello le vaya a mejorar como persona, dándole elementos críticos y analíticos con los que desenvolverse y poder aspirar a una vida más digna y más libre. Las matrículas universitarias no solo han descendido significativamente por efectos económicos y subida de tasas. También por el desprestigio del saber a favor del dinero. Por eso muchos chicos tienen como horizonte convertirse en youtubers influencers lo más pronto posible y las chicas también y, además, en bloggeras de moda. Para ello sólo hay que someterse a evaluación continua de su estupidez y a hacer las cuentas de sus seguidores y seguidoras. Es posible que Youtube exija dentro de unos muchos años alguna acreditación, examen de ingreso o titulación ad hoc. Es posible que piense en recoger todo el corpus de conocimientos banales y llamativos, generados en pocos años y pretenda transmitirlos curricularmente, es posible, todo es posible o lo será si en ello se empeñan capitales y voluntades de ganancia.

Pero y, mientras tanto, hay un Caballo de Troya preparando y mejorando siempre sus pertrechos, para irrumpir a la luz del día con un atractivo discurso de igualdad, empatía, respeto, solidaridad, cooperación, reconocimiento, bienestar, paz y salud. Este Caballo de Troya es la Coeducación para la Igualdad, el Feminismo pedagógico, la corresponsabilidad en la obra humana.

Derechos

Soy feminista ¿y tú?

¡Cuántas profesoras de todos los niveles! ¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia! ¡Cuánto tiempo dedicado a la formación! ¡Cuántos espacios tomados!

Delante y detrás de todo ello hay un objetivo certero: conseguir que las visiones del mundo vayan cambiando. Hay un motor evidente: las y los docentes feministas, con formación e implicación. Hay un discurso atractivo, innovador, ético, social y sumamente educativo: mirarnos como iguales y cooperar en la obra humana, sin condicionamientos de género, de sexo, de orientación sexual o de características corporales. Ese discurso es feminista y es el que se pone en práctica muchos días de muchos meses en muchas aulas y en muchos centros educativos. Ha hecho un camino invisible pero encomiable, como el Caballo de Troya, pero, claro, aún es casi exclusivo de minorías y vanguardias que no logran la categoría de influencers a quien mucha gente quiera seguir. Se rechazan porque no es un discurso narcisista, porque es crítico, porque no tiene muchos modelos que ofrecer, porque sus imágenes son escasas, porque no dispone de dineros, tiempos y espacios generosos.

Pero el discurso ¿minoritario? y las prácticas coeducativas de éxito para la paz de género, la salud, la convivencia pactada, la sexualidad satisfactoria y la corresponsabilidad social y familiar es algo que una inmensa cantidad de personas desean para ellas mismas y para sus hijas e hijos.

Esta es la propuesta de las minorías y las vanguardias feministas: insistentes, centinelas, obstinadas, resistentes. Con la acumulación de experiencias y la presión iremos logrando que las leyes se cumplan y que toda personita escolarizada aprenda y aprecie las ventajas de la igualdad.

En otros tiempos pareció imposible que las niñas y los niños fueran juntos a las mismas escuelas y que las chicas siguieran carreras de educación superior.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/06/08/que-hacen-bien-las-minorias-feministas/

Fuente imagen: http://greenxxoo.org/wp-content/uploads/2014/09/Feminism-and-girl-power-symbol.jpg

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Lo que el feminismo ha dado al mundo

Por: Elena Simón

El feminismo sigue siendo muy necesario, un feminismo emancipatorio porque ¿hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? ¿o solo hmos.

El feminismo ha humanizado al mundo o está en vías de hacerlo. El mundo sin feminismo se torna rudo y violento con las mujeres, misógino y machista oficialmente. Preconiza la superioridad de los varones y su potestad para gobernar y controlar a sus mujeres y a las que no son “suyas” también.

Y así lo vemos en sociedades patriarcales duras y también lo vemos en las sociedades patriarcales blandas, como la nuestra. En nuestro diccionario permanecen aún conceptos como: autoridad marital, patria potestad, débito conyugal, siempre referido al dominio masculino sobre las mujeres.

Sin feminismo las mujeres han de quedar sujetas a normas, principios, valores, prohibiciones y obligaciones indiscutibles, por su condición femenina, por su desigualdad institucional, por su inferioridad de hecho y de derecho. Para evitar que desvíen su interés hacia asuntos distintos al de la sexualidad complaciente, la domesticidad 24 horas y la maternidad como destino. Sin feminismo no hay condición de sujetos y agentes para las mujeres. Sólo sujeción paciente e interiorizada.

Sin feminismo las mujeres no son, no existen, no están. Todas son como la misma, no diversificadas, no electoras de sus pautas de vida y de sus intereses, no gestoras libres de sus talentos, eternas dependientes y menores de edad no emancipadas.

¿Quién quisiera para una hija semejante destino de sujeción?

¿Quién no le desearía una vida como libre e igual?

Sin feminismo sólo existe un pensamiento único: el de la inferioridad natural de las mujeres. Así es que agradezcamos y reconozcamos al feminismo toda su influencia en el cambio de mentalidad y de vida que se ha efectuado en los últimos cien años, al menos.

Pero, aún así, quedan secuelas de misoginia, sexismo y androcentrismo, secuelas de la visión del mundo que muchos muchos varones con influencia han puesto a disposición de la sociedad, acallando e invisibilizando a quienes no tenían un lugar dominante, como hombres, como propietarios del conocimiento, como jueces, como legisladores, como moralistas, como mandatarios. Por eso el feminismo sigue siendo muy necesario como voz crítica y de alerta ante los restos y secuelas de esa enorme y aceptada epidemia planetaria de patriarcado y de machismo.

Sin feminismo, muchas mujeres seguirían secuestradas en la ignorancia, en el encierro, en la desposesión de sus bienes, de sus tiempos y espacios, de sus capacidades, de sus deseos y hasta de sus necesidades. Y, para que esto deje de ocurrir necesitamos mucho más feminismo emancipatorio y no complaciente con la voluntad del amo. Y, necesitamos espacios de voz y voto, de presencia e influencia, de cultura, de representación y comunicación. Para que siga la dificultosa senda que ha hecho mejorar la vida de muchos seres humanos en este mundo.

Sin feminismo hay barbarie de género. Por eso, en vez de hablar tanto de lacra social cuando hay algún feminicidio, en vez de fijarnos tanto en nuestras congéneres de países de patriarcado duro, fijemos nuestro interés y nuestros sentidos en valorar el feminismo y a las feministas como agentes del cambio de creencias y de mentalidad hacia cotas de mayor justicia social, mayor bienestar y más derechos de ciudadanía.

A no ser que la mayoría se adscriba al sistema de dominación masculina y firme todos sus manifiestos. No creo que sea así, pero hay que aprender a correlacionar los nefastos resultados de la violencia contra las mujeres, las jóvenes y las niñas con la actitud contraria al feminismo, como posible perturbador del orden social establecido y como temible por lo que propone de cambio en la vida de los hombres y en la vida de las mujeres.

¿Es que tanto miedo da la idea de Igualdad y de libertad radical en estos tiempos?

Pues hay que conocer también lo que en otros tiempos se llegó a pensar y a proponer desde un pensamiento feminista, como radical y transformador.

Por eso, me gustaría acabar con algún fragmento de la obra La sujeción de la Mujer, publicada en la Inglaterra de 1869, firmada por John Stuart Mill, pero hecha por el pensamiento de su compañera de vida Harriet Taylor y la hija de ésta: Helen Taylor

…“Así, todas las mujeres son educadas desde su niñez en la creencia de que el ideal de su carácter es absolutamente opuesto al del hombre: se les enseña a no tener iniciativa y a no conducirse según su voluntad consciente, sino a someterse y a consentir en la voluntad de los demás. Todos los principios del buen comportamiento les dicen que el deber de la mujer es vivir para los demás; y el sentimentalismo corriente, que su naturaleza así lo requiere: debe negarse completamente a sí misma y no vivir más que para sus afectos”…

Salvando muchas distancias, haré una pregunta inquietante:

¿Hemos cambiado tanto la forma de educar a las niñas? O ¿sólo hemos dejado de usar el discurso de la abnegación, abogando por el de la sumisión encubierta a través del amor, el cuidado y la belleza, como base fundamental de un proyecto de vida “femenino”?

Miremos modelos, productos culturales, mensajes e imágenes dirigidas a las niñas.

Sin feminismo estamos en un círculo vicioso: cambiar los discursos para que sean aceptables y mantener las formas inaceptables, justo lo contrario, que sería una conjunción de discursos, imágenes y prácticas que llevaran al ejercicio no condicionado de la libertad y al acceso sin obstáculos a la Igualdad.

Fuente noticia : http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/04/24/lo-que-el-feminismo-ha-dado-al-mundo/

Fuente imagen:  https://3.bp.blogspot.com/-fOUwo9yrwxo/VwKXTbKyOaI/AAAAAAAAY5s/m1uc_vub54IOpCwZrJS9ggsobWppziLMQ/s400/Feminismo%2B-%2BS%25C3%25ADmbolo.jpg

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El mes de las mujeres en el mundo

Por: Elena Simón

El 8 de marzo sigue siendo necesario para recordar lo que pasó, para señalar las desigualdades, con carácter informativo, divulgativo, reivindicativo y crítico.

Todos los meses de marzo tenemos la ocasión de hablar de “mujeres”. No, claro, no me refiero a hablar de lo buenas que están o de lo malas y retorcidas que son, ni tampoco a compartir las conquistas de sus voluntades habidas en los últimos días. Creo que se pueden imaginar a qué me refiero cuando digo “hablar de mujeres”.

Los meses de marzo, porque el día 8 se conmemora en todo el mundo “el día internacional de las mujeres”, instituido por la ONU en la década que dedicó a la mujer, de 1975 a 1985. Anteriormente, le debemos a Clara Zetkin, en 1910, la iniciativa de marcar una fecha internacional y socialista, para nombrarla como “día de la mujer trabajadora”.

Durante una buena parte del siglo XX se conmemoró esta fecha con liderazgo sindical de clase. Más tarde, una vez conseguido el sufragio universal en muchos lugares del mundo y otros derechos, como la educación, el trabajo remunerado, la libertad de movimientos y de asociación, se comenzó a pensar que todas las mujeres del mundo eran trabajadoras, con o sin remuneración, excepto las impedidas por su salud o las muy ricas. Por eso se decidió cambiar la denominación.

En los últimos años, el “día de la mujer”, como se nombra de forma popular, trae consigo algún regalito o sorpresa, incluso felicitaciones. Como si esa “mujer” fuera en todas partes la misma. Con este motivo, se van de cena o de comida las compas del trabajo y, también, algunas pasan, después de esas comidas, por calles comerciales donde se les ofrece rebaja o promoción de artículos de moda o servicios de belleza. Seguramente con la buena intención de elevar la autoestima consumista de unas cuantas y, de paso, hacer negocio.

Los hombres que no aman a las mujeres, pero a los que les gustan todas, suelen bromear con mal gusto en esta jornada, “¿Y para cuando un día del hombre?”. Estos hombres y sus comparsas no aceptan las cifras de la desigualdad ni las acciones compensatorias , ni la violencia de género como un fenómeno específico que causa muchas muertes y otros estragos y efectos adversos colaterales. Siempre analizan las situaciones de desventaja como aisladas e individuales, casuales o provocadas por algún fallo o mal de alguna.

Pero, precisamente el 8 de marzo nos sigue sirviendo para lanzar resultados de estudios que siguen arrojando una evidencia de las relaciones desiguales de poder que subsisten entre hombres y mujeres.

Sí, ya sabemos que no son todas ni todos y que en el mundo occidental las mujeres lo hemos conseguido todo y nos quejamos de vicio, pero también sabemos que, como mujer, puedes estar en riesgo de padecer violencia y desigualdad de oportunidades, de trato y de condiciones, tanto en los ámbitos relacionales como en los sociales. Siempre respecto a los hombres de tu clase y condición.

También tenemos la oportunidad en marzo de asistir al estreno de alguna película, al visionado de vídeos, a la presentación de algún libro, a algún programa radiofónico o televisivo especial y a multitud de menciones de honor a mujeres en muchos lugares. Seguimos sacando a la luz muchas de las que inventaron, arriesgaron su vidas o participaron en acciones heroicas y no acabamos nunca, porque hasta bien recientemente nunca se había realizado este parto continuo de sacar a la luz lo no nato y queda mucho trabajo obstétrico por hacer.

En algunos lugares del mundo, marzo es considerado como el mes de la historia de las mujeres. Visualizamos así lo que pasó y lo que pasa, lo que pasa aquí y lo que pasa allá.

Las niñas y niños, las y los adolescentes, tienen que conocer todo esto, para saber de dónde viene la desigualdad, el mal trato y la doble exigencia a las mujeres, así como la violencia ejercida contra nosotras, contra cualquiera de nosotras, contra muchas de nosotras. Y tienen que conocer estos datos de forma certera y crítica

En muchos centros educativos sí se trabaja sobre este tema con mayor o menor amplitud o intensidad. Y cada vez hay más estudios académicos y de investigación al respecto. Así, poco a poco, se crea conciencia de lo que ello supone. y se aprende a considerarlo como una injusticia tan básica como el racismo.

De todos modos, la misoginia y el machismo siguen imperando y propagando la idea de que las mujeres no son de fiar ni pueden ser excelentes en muchos campos de actividad humana (como deportes, ciencia y tenología, dirección ejecutiva, etc…) y, también, que la violencia de género es casi merecida o inevitable. Estas mismas voces apresuran a echarse encima de las normas o leyes discriminatorias de otros países más crueles aún con sus mujeres, encubriendo con ello intereses espúreos.

Así es que sigue siendo necesaria la conmemoración del 8 de marzo, como día internacional de las mujeres, con carácter informativo, divulgativo, reivindicativo y crítico con este sistema de dominación universal que, a las claras o bajo manga, impide que las mujeres sean consideradas seres humanos completos y ciudadanas de plenos derechos, sin peros.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/02/28/el-mes-de-las-mujeres-en-el-mundo/

Fuente imagen:http://www.fesamericacentral.org/files/fes-america-central/actividades/costa_rica/Actividades_cr/140308 dia internacional mujer trabajadora cr/Rigoberta menchu.png

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La escuela mixta, los días y los trabajos

Por: Elena Simón

La escuela mixta no ha logrado coeducar para un mundo común, no enfrentado, equitativo y saludable para mujeres y hombres.

La presencia masiva de alumnas en la escuela mixta de todos los niveles, ha producido un cambio simbólico fundamental en la vida de las adultas y, por tanto, de los adultos, pero no así un cambio real en el reparto de tareas y funciones, riqueza, tiempos y espacios.

En los países donde las niñas van al colegio durante una etapa relativamente larga, están fuera del deber de los aprendizajes domésticos por repetición e imitación, desde la temprana infancia. Pueden dedicarse a ellas mismas, a aprendizajes extradomésticos, profesionales, intelectuales, físicos y otros, que no se enseñan ni aprenden en los hogares. Es decir, pueden tener acceso, al menos simbólico, a un proyecto de vida basado en la libertad de elección: de estudios, empleo, matrimonio y maternidad, tiempo libre, relaciones. Esto significa un cambio copernicano respecto a la vida de sus antepasadas no escolarizadas o escolarizadas nada más que para aprender las labores propias de su sexo.

En los últimos cincuenta o sesenta años, este fenómeno ha recorrido el mundo, como ya hemos apuntado en otro artículo anterior. A sí es que para las jóvenes, sus trabajos y sus días se muestran bien distintos y aparecen sin modelos previos a seguir.

Las mujeres de las sociedades autoritarias y tradicionales no tienen por qué ir a la escuela, pues a nadie le interesa que aprendan nada extradoméstico, ni a ellas mismas. Pero lo cierto y verdad es que la educación escolar está considerada un bien intangible de primer orden y base de la prosperidad de los pueblos del mundo. Y, en estos tiempos de discursos pro derechos humanos incluso de las mujeres, no se puede negar que para ellas también es un bien innegable.

Pero este bien adquirido cambia las cosas de arriba abajo. Quizás por ello, la humanidad ha tardado tanto en consentir que las niñas y las jóvenes acudieran a escuelas, institutos de secundaria y universidades. Aprender no es neutro. El aprendizaje te hace más libre, te dota de autoestima y te pone en disposición de emitir opiniones informadas y de desarrollar la creatividad, la innovación y el espíritu crítico. La educación escolar te pone en disposición de ascenso en la escala social y te facilita un nuevo autoconcepto basado en destrezas, conocimientos y habilidades adquiridas, que te dan la oportunidad de escapar a un destino preescrito.

En el caso de las mujeres mucho más. Como hemos dicho antes, les da la oportunidad de plantearse elecciones vitales, sociales y profesionales.

Y, ¿cuál es el resultado a simple vista de estas oportunidades para elegir? Vamos a centrarnos más en nuestro entorno inmediato y en el caso de las adultas:

1.- En cuanto a opciones académicas y profesionales: ellas se concentran en sectores relativos al cuidado y estética de personas y cosas, atención al público, ayuda.

2.- En cuanto al uso del tiempo libre: relaciones personales, belleza y salud, viajes, entretenimientos contemplativos.

3.- En cuanto a relaciones interpersonales: búsqueda de parejas afectivo-eróticas duraderas, concepto del amor como fuente específica de satisfacción y de felicidad, postergación del placer propio en beneficio del ajeno, consideración de la amistad como incondicional, rivalidad respecto a compañeras y amigas, búsqueda y valoración de la intimidad y del alter ego en otras.

4.- Deseos propios basados en la dependencia emocional, erótica y sentimental y en la ambición económica rebajada y subsidiaria, maternidad de alta exigencia, prevención o, incluso, miedo ante la soledad, explorar y ver mundos y compartir experiencias, ayudar como objetivo ético y estético.

Por supuesto que de los estereotipos de género se puede escapar y muchas ya lo hacen, pero las estadísticas de usos del tiempo, sectores de actividad, desempleo, tipos de empleos, nivel de ingresos etc…, no cambian hace muchos años. Las mujeres tienen muchas más probabilidades que los hombres de dedicar una buena parte de sus tiempos al trabajo, tanto pagado como no pagado, a renunciar a sus empleos para cuidar, a elegir puestos y funciones poco exigentes con el tiempo, la presión y la responsabilidad, a ser más pobres y a no disponer apenas de tiempo para sí mismas.

Así es que “los trabajos” de las mujeres en su conjunto son peor remunerados, discontinuos, parciales, interrumpidos y desprofesionalizados. Los trabajos remunerados, porque si hablamos de los no remunerados, domésticos y familiares, son continuos, exigentes, de jornada interminable, de responsabilidad e implicación afectivas e interiorizadas. Y si se trata de trabajo voluntario de carácter social, también tiene estas características.

Y “los días” de las mujeres carecen de tiempo y de libertad, de descanso, de espacios propios y de ocio productivo.

Y, aunque creamos que estas formas ya han desaparecido, no tenemos más que fijarnos bien en nuestra realidad propia e inmediata y bajarnos del prejuicio y del espejismo de la Igualdad. Un amplio número de mujeres y hombres parecen vivir aún en el planeta rosa y en el azul.

La escuela mixta no ha logrado coeducar para un mundo común, no enfrentado, equitativo y saludable para mujeres y hombres y, por tanto, los trabajos y los días de mujeres y hombres, aún no se pueden equiparar ni de lejos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/24/la-escuela-mixta-los-dias-y-los-trabajos/

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Las mujeres, por delante en la escuela, por detrás en el trabajo

Por: Elena Simón

El acceso de niñas y jóvenes a la educación es indudable, ahora hay un nuevo reto, que haya un correlato con el nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos.

El desequilibrado reparto de bienes, riquezas, poder, voz, tiempos y espacios entre hombres y mujeres de todo el mundo, la falta de reconocimiento hacia las mujeres y el déficit de representación cultural, social y simbólica, hace que no progresemos adecuadamente hacia la igualdad, aunque existen algunas condiciones materiales e ideológicas que han hecho cambiar la vida de millones de mujeres en este mundo de hoy tan multicomplejo y difícil de escudriñar.

La filosofía de los derechos humanos referida a las mujeres ha dado la vuelta a un discurso de misoginia y de machismo institucionalizado, reglamentado y legalizado. Solo le ha dado la vuelta al discurso, porque las prácticas y las conductas, los pensamientos y los actos, las relaciones y las costumbres, en todas las culturas del mundo, siguen siendo androcéntricas, sexistas, misóginas y machistas.

Sabemos que para que cambie algo ha de extenderse un nuevo pensamiento y el de las mujeres y hombres feministas es aquel al que me refiero, en toda su pluralidad y en toda su amplitud. La extensión de las nuevas cosmovisiones de lo humano han estado presentes en todos los estadíos de evolución de la humanidad y han hecho posible con su insistencia que se pusiera en solfa el esclavismo, la servidumbre, el colonialismo o la explotación. Con estas nuevas ideas en cada tiempo y lugar, acumuladas aquí y ahora, en el planeta multicultural y globalizado, vivimos vidas muy distintas a las que nos precedieron.

¿No siempre para bien? Ciertamente. Depende del lado del mundo en el que te halles: en cuanto al territorio, a las religiones, a la riqueza, a la raza y etnia, al sexo y al género, al conocimiento. Pero lo que sí es cierto es que hemos avanzado enormemente en la descalificación de la idea de “inferioridad natural” de algunos seres humanos respecto a otros: los negros, las mujeres, los pobres, las personas discapacitadas, etc…

Pero hemos avanzado y podemos señalar y exigir su corrección -incluso ante la ley- de los discursos y las prácticas de sometimiento, de la misoginia y del machismo, del desprecio y persecución de algunas poblaciones.

En este avance tiene un papel fundamental el acceso a la alfabetización, al conocimiento, a la capacitación para diversas tareas que nos permitan ganar nuestra vida sin ser burros de carga u objetos útiles para quienes tienen poder y dinero. En este atisbo de avance tiene un papel fundamental la escolarización, considerada esta como un bien que ha de alcanzar a todas las gentes de mundo. Este es uno de los objetivos del milenio, incumplido en su totalidad, por supuesto, pero colocado en el punto de mira del bienestar y de la justicia, como uno de sus pilares fundamentales.

El acceso masivo de las niñas y las jóvenes a la escolarización cambiará el mundo a medio y largo plazo. Ellas ya no podrán ser consideradas como simples objetos de transacción ni como simples máquinas sexuales y reproductivas. La educación prolongada abre las perspectivas de proyectarse hacia el exterior y alimenta la libertad de pensamiento y de elección.

Este proceso está siendo demasiado largo y lleno de obstáculos y dificultades, de palos en las ruedas, de piedras en el camino, de asesinatos y castigos para las que vayan un poco más rápido o un poco más lejos de lo que estaba previsto. Pero, al mismo tiempo, está abriendo puertas y ventanas para las niñas y las jóvenes. Puertas y ventanas de diversa índole según en qué posición se halle cada una de ellas respecto a la igualdad: oportunidades, condiciones, trato, ejercicio efectivo de los derechos humanos, acceso a bienes y servicios, posibilidades de trasgresión de los preceptos patriarcales.

Pero, cabe considerar aquí que en unos cincuenta años, la proporción de niñas escolarizadas y de jóvenes universitarias no ha hecho más que crecer respecto a sus iguales los varones y en todo el mundo. Y, sobre todo, ha hecho que se considere bueno para ellas y para sus familias, sociedades y países. Para lograr esto hubo que esperar, presionar, trabajar y hasta luchar e inmolarse durante siglos. Pero una vez que se abrieron las compuertas, las niñas y las jóvenes están respondiendo con competencia y motivación a las oportunidades educativas y de titulación. Hoy día ya son más de la mitad de la población universitaria en gran parte del mundo, del mundo que les permite entrar en la Universidad. Eso indica que han sido buenas estudiantes también en los estadíos de Primaria y Secundaria.

Y, ahora tenemos una nueva meta y un nuevo reto: conseguir que este óptimo nivel de escolarización, de cualificación y de especialización tenga su correlato en un óptimo nivel de empleo, de remuneración y de reparto de tiempos de trabajo, de cuidados y lúdicos. Las mujeres de este mundo, como seres humanas y completas debemos ser acreedoras de respeto, solidaridad y reconocimiento y que los trabajos que realizamos sean considerados de igual categoría que los masculinos. Asignatura pendiente para el siglo XXI.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/09/las-mujeres-por-delante-en-la-escuela-por-detras-en-el-trabajo/

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