Por: Gloria Hurtado
¿A quien no le ha pasado, que muy seguro de su pensamiento y de su criterio, se pregunta por qué los otros “no entienden” lo que se está diciendo? ¿Por qué “si es tan obvio” captar el planteamiento propuesto el otro no lo acepta? ¿Qué se necesita para “convencer” al interlocutor de “la” verdad que se está exponiendo? No importan las palabras, los juegos pedagógicos, las metáforas que se utilicen, el nivel profesional o intelectual, el interlocutor no acepta los razonamientos que se exponen. De lado de quien habla es facilísimo, “cae de su peso” la argumentación. Pero quien escucha no cede ni un ápice porque no lo convencen las explicaciones del contradictor. ¿Terquedad? ¿Obstinación? ¿Miedo a perder? Podrían darse muchas respuestas pero tal vez, lo importante por destacar es que en “ambos bandos” puede existir sinceridad. El que habla está “convencido” de su verdad y el que escucha “de la suya”, sin que ninguno de los dos mienta o se haga el importante para no ceder. Le vuelvo a hablar entonces de niveles de conciencia. Cada quien escucha desde su nivel de evolución. Posiblemente nunca se le había dado importancia a esto y se creyó que la inteligencia “mandaba la parada”. Pero cuando hechos reales como que Trump no pierde puntos y Antonio Caballero en Semana, lo explica asi: “a sus millones de seguidores (…) les gusta porque es como todos ellos. Piensa como ellos, actúa como ellos, habla el mismo lenguaje que hablan ellos”. En definitiva quisieran tener la forma de vida del magnate porque no les parece “incorrecta”. Viejas, lenguaje soez, poder, dinero, he allí el sentido de la vida. ¿Cómo explicarlo?
Los niveles de conciencia muestran cómo cada quien capta, no de acuerdo a la inteligencia, sino al desarrollo de su conciencia, a su evolución. Un mismo término (la palabra pareja, por ejemplo) se entiende de manera diferente de acuerdo al nivel de conciencia. Para un nivel inferior puede significar fusión, media naranja, simbiosis, siempre juntos. En otro nivel mas desarrollado significa acompañamiento, somos dos no uno, diferencia. Otro nivel mas evolucionado: libertad, respeto, compañía, amistad. En fin, cada quién entiende no desde la inteligencia sino desde su conciencia, permeada por emociones, intelectualidad, información, evolución, espiritualidad. El problema es que creímos que era facilísimo que lo obvio se impusiera, que lo que se veía “tan claro” fuera claro para todos, lo que no es cierto. No todos vemos lo mismo y no sólo por preparación intelectual.
Cómo explicar que el “horroroso” de Trump tenga todavía seguidores. Que el Brexit perdiera. Que el SI no ganara tan “obvio” que eran sus objetivos. Que Maduro tenga seguidores. Que el Presidente de Filipinas con su lenguaje y actitudes, no sea repudiado por todos. Que no se perciba el caudillismo de Uribe. No somos iguales y no existe poder humano que nos iguale por decreto, por deseo, por intelectualidad o argumentación. No es con razonamiento intelectual como se genera conciencia. Vivir en medio de las diferencias de conciencia es el mayor reto de cuantos existen. Porque hay que aceptar la diferencia nos guste o no, querámoslo o no. La madurez (y la conciencia) se dan en aprender a vivir en el caos de la diferencia. No hay otro camino. Es el precio de ser humano.
Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos