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México: Urge que la CNTE convoque a luchar por un regreso seguro

Por: Rosa García 

Mientras la CNTE continúa buscando el dialogo con el gobierno de la 4T, miles de maestros padecen la imposición del regreso a clases presenciales.

Para muchos maestros en distintos estados, la CNTE es un referente de lucha y de organización, es por ello indispensable que no pierda la combatividad con la que se fundó en 1979.

Soy maestra de primaria de la CDMX, llevo laborando 6 años y desde que fui normalista de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, presencié y participé de la lucha que dieron los maestros de la CNTE contra la reforma educativa de Peña Nieto. La represión fue terrible. Hubo cientos de maestros despedidos, violaciones sexuales a las maestras de Guerrero, maestros detenidos, y nuestros 43 compañeros normalistas que aún siguen desaparecidos.

Aunque el gobierno de AMLO prometió que las cosas cambiarían para el magisterio mexicano, las cosas siguen igual o incluso se han agravado en las condiciones de pandemia pues la reforma educativa sigue vigente, las condiciones laborales de muchos maestros son cada vez más precarias, continúan con contratos temporales como los interinatos, por otro lado, la evaluación continua para el ingreso a la labor docente, sigue la represión al normalismo; así como la intromisión de los empresarios en la educación, pagados con recursos públicos como lo ha sido el programa Aprende en Casa que poco o nada ha servido realmente a los alumnos.

Las mesas de negociación se imponen en las calles

El magisterio mexicano ha tenido una gran labor a lo largo de la historia mexicana. Ha jugado un rol muy importante al criticar y oponerse a los planes del gobierno luchando junto a otros sectores de trabajadores así como con los estudiantes.

Sin embargo, desde que comenzó el sexenio de AMLO, la CNTE ha enfocado sus fuerzas en solicitar mesas de negociación con el gobierno, pero sin apostarse a generar la fuerza necesaria para imponerlas con la movilización en las calles. Así, se ha reunido 18 veces mediante estas mesas de negociación y poco o nada les ha resuelto. Y lo que es peor, con el regreso a clases, López Obrador no sólo se ha negado a negociar, sino que los descalificó llamándoles chantajistas y maestros sin vocación.

Frente al regreso a la presencialidad, la sección 9 de la CNTE llamó a asambleas para discutir la situación. Las primeras fueron masivas al ver los maestros esta terrible imposición del gobierno, la SEP y los organismos internacionales. Sin embargo, poco a poco fue disminuyendo la asistencia, pues muchas de las propuestas que la dirección de la CNTE nos planteaba, se enfocaban únicamente en “luchar” en nuestras escuelas ignorando las condiciones adversas de la mayoría de nosotros y haciendo llamados a perder el miedo, pero sin sentar las bases para evitar la represión en las escuelas y sin tejer redes de comunicación para ir convenciendo a los maestros. Si bien, convocaron a una movilización, ésta no se llamó desde la dirección nacional ni tuvo este carácter, tampoco se convocó seriamente a otras organizaciones a participar -como propusimos algunas maestras- por lo que la fuerza fue insuficiente para imponer nuestras demandas.

Yo he participado en todas sus asambleas, pero parece que hacen oídos sordos de las propuestas que los maestros hemos planteado ahí. La única acción que vienen impulsando es una petición en change.org para una nueva mesa de negociación con AMLO.

Ahora, luego de dejar pasar algunas semanas que permitieron que las y los maestros se adaptaran a la nueva realidad que les impusieron, la sección 9 convoca nuevamente a una asamblea, pero no con un carácter amplio y abierto que es lo que necesitamos, sino limitada a 20 representantes de los comités de lucha y con una temática extensa, que, si bien es importante, ignora la apremiante situación en la que nos encontramos con el regreso a clases inseguro.

¿Qué necesitamos los y las maestras para vencer?

Los y las maestras estamos siendo testigos que el regreso a clases presenciales está generando contagios y fallecimientos. Este plan ha violentado nuestros derechos laborales, así como a la vida y la salud. En cuanto a los estudiantes y madres de familia también viola su derecho a la educación y a la salud.

Asimismo, padecemos en carne propia la precariedad cada día más acentuada en nuestro sector. Esto en el marco de un ataque generalizado a la educación en todos sus niveles.

Debemos exigir que las condiciones en nuestras escuelas sean las óptimas con todos los insumos necesarios, con salones amplios y buena ventilación, con escuelas con todos los servicios, pruebas gratuitas de covid, así como que este vacunada toda la población -incluyendo a los menos de edad-, también debemos de contar con servicio médico y psicológico en todas las escuelas.

No podemos pensar que en una escuela o en una sección de manera aislada, vamos a revertir la imposición del regreso a clases y nos van a dotar de todo lo necesario, sino que debemos luchar unidos, pues mientras en estados como Oaxaca o Michoacán, donde la CNTE es más fuerte, no han regresado a clases presenciales y están luchando por sus derechos -como el derecho al salario que siguen adeudándole a los maestros michoacanos- en otras secciones se vienen imponiendo los planes sin que haya un llamado de conjunto para definir un plan de lucha unificado para frenar la situación.

Urge que la CNTE haga un llamado amplio a todos los sectores educativos y a las y los trabajadores y que se sumen esfuerzos, como los que hacen los docentes de varios estados organizados en el Movimiento Nacional por un Regreso Seguro, donde además participan distintas organizaciones del sector educativo.

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Criminal: Incluso en semáforo rojo se buscará abrir las escuelas

Por: Soledad Farfalla

Con siete semanas al alza, en México se vive la tercera ola de la pandemia. En menos de un mes los casos activos se cuatriplicaron. Pese a que esta semana los nuevos contagios se registraron por decenas y se llegó a 80 mil casos activos, los semáforos continúan en verde en la mayor parte de los estados.

Anticipándose al indeseado, y hasta ahora oculto, semáforo rojo, el subsecretario de salud Hugo López Gatell afirmó que incluso estando en éste, no habrá cierres como los hubo antes. En la vespertina del 20 de julio afirmó que particularmente las actividades educativas no pueden permanecer cerradas.

Es un peligro volver a clases presenciales sin vacunas y con cepas más contagiosas

No les bastó la experiencia en Campeche en donde apenas 1 mes después de la reapertura de escuelas, se tuvo que cerrar de nuevo por un importante repunte que impuso el cambio de semáforo epidemiológico. O la experiencia en la capital, en la que se forzó un regreso prematuro en algunas escuelas. Pese a que se presentaron una minoría de alumnos y docentes los contagios no se hicieron esperar y apenas 2 semanas después tuvieron que cerrar. Se cerró con nuevos contagios de los que se desconoce hasta la fecha el estado de salud de esos alumnos y sus familias.

López Gatell afirma que el riesgo de muertes es menor, pues la población con mayor vulnerabilidad está vacunada, sin embargo, de los más de 127 millones de mexicanos, apenas una quinta parte cuenta con el esquema de vacunación completo.

Plantean que las cosas no se pueden forzar, claro, si éstas conflictúan los intereses de los patrones y empresarios. Forzosa fue la reapertura económica de junio de 2020, cuando los contagios subían, que envió al matadero a miles de trabajadoras y trabajadores de maquilas, fábricas y otros centros de trabajo.

Aseguran que el riesgo de muerte es menor que en la primera parte de la pandemia, y la afirmación puede ser cierta una vez que ha sido vacunada la población con mayor riesgo, sin embargo, el riesgo existe y se multiplica con las nuevas variantes que son más contagiosas, como la Delta.

Los de arriba deciden, los de abajo arriesgamos la salud y la vida

Ese riesgo no será asumido por las hijas e hijos jóvenes de políticos y empresarios que han podido viajar al extranjero para vacunarse, o que no se ven forzados ni a estudiar ni a trabajar hacinados y en condiciones inseguras en algún call center de la ciudad o una maquila del norte.

Para ellos siguen siendo números, riesgos y costos que pueden asumirse. Para nosotras y nosotros son huérfanos en las aulas, alumnas y alumnos que perdieron a su madre o padre y su principal fuente de ingresos en casa, son tragedias y quiebras familiares.

Porque nuestras vidas valen más que cualquier activación económica, las maestras y maestros seguiremos en pie de lucha para evitar cualquier regreso prematuro que exponga aún más las vidas de nuestros alumnos y sus familias, y claro, las nuestras.

La supuesta preocupación del Estado, que recién expresa, por el rezago académico y la deserción escolar, no se ha manifestado en los hechos. Esto a pesar de que docentes y familias hemos exigido durante meses medidas como la dotación de equipos e internet en los hogares de alumnos y docentes para que nadie quede fuera.

De la misma manera con la vacunación para toda la población, un plan de construcción de escuelas para evitar el hacinamiento en las aulas y la dotación de todos los insumos necesarios para un regreso seguro a clases presenciales, pues las escuelas no se abren con discursos, sino con todos los recursos necesarios para ello.

Te invitamos a sumar con tu firma en la petición por un regreso a clases seguro.

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La USICAMM, sus evaluaciones y una perspectiva democrática para el magisterio

Por:  Arturo Méndez/Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase

 

En continuidad neoliberal con la reforma educativa de Peña Nieto, la mejora salarial del magisterio sigue estando sujeta a la evaluación.

 

Del 2 al 4 de julio se realizó el proceso de evaluación para la promoción horizontal en el magisterio, por parte de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM). A través de estas evaluaciones, las y los docentes participantes buscan una mejora salarial.

La USICAMM fue creada como parte de la reforma educativa de la 4T. Aunque dicha reforma eliminó la llamada evaluación punitiva, preservó toda la lógica neoliberal de las evaluaciones contenida en la reforma peñista, que sigue colocando al magisterio en un régimen de excepción laboral, con la USICAMM utilizando la misma metodología de lo que fue la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente. Así, maestras y maestros que quieran mejorar sus ingresos, deben someterse a una evaluación y aprobarla.

Esta evaluación está lejos de dignificar al magisterio, pues no representa las necesidades de las y los trabajadores de la educación. Por el contrario, quienes aprueben las evaluaciones para la promoción horizontal, irán subiendo de nivel, generándose así una división perversa y artificial entre maestros “de primera” y maestros “de segunda”, en competencia por aumentar sus ingresos, tal como ocurría con la Carrera Magisterial, muy acorde a la ideología neoliberal que genera mecanismos por competencias, altamente individualistas.

Para quienes no participen o no aprueben las evaluaciones de la USICAMM, lo que se ofrece son salarios de miseria, como lo muestra el raquítico aumento de 3.4% pactado recientemente entre la SEP y el SNTE, luego de un ciclo escolar en el que nuestra jornada de trabajo superó muchas veces nuestro horario laboral.

Claro, también estuvo el bono de $720 otorgado recientemente, que no cubren ni el costo de dos meses de internet, que las y los maestros hemos pagado durante toda la pandemia para garantizar la educación a distancia, enfrentando al mismo tiempo la creciente carestía de la vida.

 

A igual trabajo igual salario

Si ya de por sí condicionar la mejora salarial a la aprobación de una evaluación viola el principio de “a igual trabajo igual salario”, imponerlo en las condiciones actuales resulta todavía más aberrante.

El salario docente -como tendría que ser para cualquier trabajador- debería cubrir mínimamente el costo de la canasta básica familiar y aumentar parejo según las horas trabajadas, así como de acuerdo a la inflación.

Por otra parte, si se tratara realmente de la mejora de la educación, cuestiones como la formación, capacitación y actualización contemplados en el Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros no tendrían que restringirse a quienes participen del mismo, sino que tendrían que generalizarse a todo el magisterio, contemplándose periodos dentro del horario laboral destinados a ello, para no atentar contra el tiempo de descanso y esparcimiento de las y los docentes.

 

Democratizar la escuela

Respecto a la promoción vertical, más allá del escándalo generado por la anulación de resultados para 5 mil 787 docentes que, según la USICAMM, copiaron en sus pruebas para promocionarse a cargos directivos y de supervisión (aunque ya varios maestros y maestras lo han desmentido en redes), opinamos que se trata de un mecanismo que reproduce la estructura antidemocrática de las escuelas.

Ante ello, consideramos que los cuerpos directivos deberían ser elegidos democráticamente mediante el voto de la comunidad escolar, quedando con cargos revocables en cualquier momento y que respondan al mandato de la escuela organizada en asamblea.

 

Una perspectiva de organización y lucha

Como es sabido, los dirigentes charros del SNTE fueron tan cómplices de la reforma peñista como lo son de su continuidad en la reforma actual. Exijamos a los delegados sindicales de nuestras escuelas la convocatoria a asambleas para discutir democráticamente, desde las bases, sobre los problemas de la educación (como los planteados aquí pero también otros como el nuevo calendario escolar y el regreso a clases presenciales anunciado para agosto) y qué salida podemos darles desde el magisterio unido y organizado.

Al mismo tiempo, exijamos a la CNTE, como referente histórico del magisterio democrático y combativo, que rompa la tregua que mantiene con el gobierno de la 4T, que le apueste a la recomposición del movimiento magisterial, llamando a construir un plan de lucha unificado y a la movilización unitaria, junto con madres, padres de familia y otros sectores de trabajadores, para enfrentar el ataque generalizado contra la educación e imponer en las calles nuestras demandas.

 

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Por una educación sexual transformadora, libre y para todes

Por: Ana Adom

 

La falta de educación sexual en la escuela se ha colado como noticia hasta los grandes medios, aunque desde prismas moralistas y heterocentrados. Los resultados de los últimos informes arrojan luz sobre la desastrosa situación de la educación sexual y sus consecuencias.

La falta de una Educación Sexual Integral (ESI) de calidad en las aulas sigue mostrando sus repercusiones negativas en las y los jóvenes residentes en el Estado Español. La transmisión de ETS en la juventud aumenta o el uso de protección disminuye. Aunque no sólo se trata de una cuestión de salud pública. La ausencia de una formación profunda deja la búsqueda del conocimiento en manos de instituciones tradicionalmente represivas, como la Iglesia (que controla casi un tercio de la educación) o de las industrias que se lucran en torno a la mercantilización de la sexualidad.

La situación de la ESI como contenido transversal no hace sino diluir las responsabilidades y las competencias sobre un tema central para el buen desarrollo personal y social de los alumnos y alumnas. Hasta ahora, la mayoría de propuestas educativas se han visto limitadas a unas pocas sesiones aisladas, escasas de tiempo y con contenidos muy mínimos, normalmente centradas en aspectos biológicos o de prevención y con una visión enfocada a la sexualidad heterosexual.

La ESI debería ser, ante todo, un espacio seguro de información y acercamiento donde se muestren no sólo los riesgos, sino también los aspectos más liberadores de las prácticas sexuales, señalando las opciones que existen junto con la importancia del respeto por los deseos y la integridad del resto, poniendo el consentimiento en el centro.

Además, profundizar en la importancia de los métodos anticonceptivos sin por ello perder de vista el placer, saliendo del coitocentrismo imperante, podría hacer mejorar la tendencia de los últimos años en la que las ETS aumentan entre los jóvenes.

A pesar de lo limitadísima que sigue siendo la formación en cuestiones afectivo-sexuales, en los últimos años han aparecido iniciativas de sectores conservadores posicionándose en contra de todo lo que signifique conocer y explorar mejor la propia sexualidad y las distintas posibilidades de disfrute.

Contra el pin parental, más educación sexual en las aulas

El Pin Parental presentado en 2019 por VOX y en constante debate en varias Comunidades Autónomas en las que gobierna la derecha, pretende limitar el acceso a cualquier contenido extracurricular que no esté previamente aceptado por los padres. Una propuesta que considera a les hijes como propiedad de sus adres y que atenta contra su propio desarrollo y educación. Unas familias con mínimos conocimientos de educación sexual, con poco tiempo para tratarlos, con prejuicios aún persistentes, con grandes diferencias sociales y generacionales no son el lugar más apropiado para concienciar y hablar sobre sexo de forma adecuada y libre.

Por otro lado, la aún predominante influencia de la Iglesia en la educación concertada de todo el Estado provoca que el acercamiento a las cuestiones sexuales sea, si es que existe, en ocasiones aún más retrograda. La exigencia de que los asuntos religiosos, incluida su moral conservadora, se mantengan en el ámbito de lo privado es absolutamente necesaria para quienes defendemos la libertad de expresión y el fin de la represión sexual e ideológica. Para ello es indispensable la separación total de la Iglesia de la educación y del Estado, también en las aulas.

Sin una formación de calidad que permita discernir y eliminar los elementos más perjudiciales de la sexualidad, niñas, niños y jóvenes con las redes sociales tan a mano acaban recurriendo a fuentes de información que refuerzan estereotipos, animan a prácticas poco saludables y reproducen con mayor fuerza las actitudes machistas y LGTBIfóbicas que ya encontramos de normal en nuestra sociedad.

Una Educación Sexual de calidad, abierta y libre, para todas y todos, adaptada a los niveles educativos y dispuesta a la colaboración ente alumnos, profesores y especialistas, es la base para una sociedad dispuesta a tumbar el heteropatriarcado y toda opresión que limite el disfrute y el goce, además de abrir la puerta a la organización para apropiarse del tiempo necesario para ello.

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Clases presenciales en Edomex: otro gobierno que pone en riesgo la salud

Por:  Arturo Méndez

A pesar de los esfuerzos del gobierno de Alfredo del Mazo, hubo poca afluencia de estudiantes a las escuelas.

Este lunes abrieron las escuelas en el Estado de México, entidad que cuenta con la matrícula escolar más grande del país.

Según el gobernador priista, Alfredo del Mazo, más de 4.5 millones de alumnos estaban en condiciones de regresar de forma segura a clases presenciales, en más de 296 mil planteles, de manera escalonada.

Los criterios para definir la vuelta a las aulas son los mismos que para el resto del país, es decir, de manera “voluntaria”, con el personal escolar vacunado y con semáforo verde, color que de manera muy conveniente adquirió el estado días antes de las elecciones del 6 de junio.

Por otra parte, compañeras y compañeros docentes del Edomex denunciaron la presión de los directivos de sus centros escolares para acceder a presentarse a las escuelas, lo que muestra que la voluntariedad es una simulación.

Sin embargo, una gran parte de madres y padres de familia, consciente de los riesgos, decidió no enviar a sus hijas a e hijos a la escuela.

Sectores organizados

Además de los sectores de la población que optaron por cuenta propia por no volver a las escuelas por considerarlo prematuro, hubo también esfuerzos organizativos para decidir de manera colectiva.

El Movimiento Mexiquense Contra la Reforma Educativa convocó en días previos a una asamblea, en donde se acordó con madres, padres y alumnos no regresar a las aulas este lunes, sino hasta el siguiente ciclo escolar si hay condiciones. Entre los motivos de dicha decisión están que las escuelas no han recibido mantenimiento, no se han proporcionado los productos necesarios de sanitización, cinco de cada diez escuelas no cuentan con agua y las aulas no permiten la sana distancia entre alumnos.

Por su parte, el Movimiento de Escuelas y Centros Comunitarios (MECC) de Ecatepec consideró que no hay condiciones para regresar este lunes, pues la mayoría de los padres de familia no han sido vacunados, faltan insumos en los plantes, siempre ha habido problemas con el agua, no hay ni suficiente ventilación en las aulas ni conexión a internet en las escuelas, además de que, por falta de información clara, hay docentes que no han sido vacunados.

Son 22 los planteles de educación básica vinculados al MECC, en zonas marginadas de la Sierra de Guadalupe, en donde 127 docentes atienden a casi ocho mil alumnos, cuyos padres, muchos de los cuales enfrentan el desempleo, no cuentan con los recursos para comprar insumos como gel antibacterial y jabón.

Baja afluencia

La gran cantidad de madres y padres que decidieron que sus hijos no volverían a las escuelas este lunes determinó una baja afluencia de alumnos. El diario Milenio reporta escuelas de Coacalco, Ecatepec, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli a las no asistió ni un solo alumno. En otros casos, la comunidad educativa definió no abrir la escuela.

Uno de los factores que incidió en la decisión de madres y padres fue la noticia de alumnos con Covid-19 en escuelas de la Ciudad de México, en donde a la fecha se registraron ya seis casos, a solo una semana de haber reiniciado las clases presenciales.

Pero los riesgos que ve la gente no le preocupan al gobierno de Alfredo del Mazo, más interesado en satisfacer intereses políticos y económicos que en proteger la salud de la población, sumándose a los demás gobiernos estatales que han reabierto las escuelas y a la política irresponsable del gobierno federal para apresurar la “nueva normalidad”.

Así, el Estado de México se pone en riesgo de reproducir lo que comienza a verse en la Ciudad de México, que a su vez ha dado los primeros pasos en el camino recorrido por Campeche, la primera entidad en volver a clases presenciales y que ahora retrocedió a semáforo amarillo, con lo que ello implica en términos de salud y vidas humanas; algo que, hay que decirlo, era perfectamente evitable.

Si bien el rechazo a una vuelta a clases presenciales en condiciones inseguras, que por diversas vías han expresado amplios sectores de la comunidad educativa, llevó a la SEP a darle un carácter “voluntario” incluso para el personal escolar, no podemos esperar lo mismo para agosto, fecha que se perfila como límite para el regreso generalizado, mientras que la situación para entonces, debido al manejo irresponsable de la pandemia por parte del gobierno, es incierta.

Para garantizar un regreso realmente seguro a clases presenciales, con medidas como la vacunación de toda la población, insumos de limpieza y de protección proporcionados por el Estado, agua potable y todos los servicios, escuelas dignas, personal médico y psicológico en cada plantel, es fundamental la organización de la comunidad desde cada escuela, así como la unidad entre trabajadores de la educación, madres, padres y estudiantes de todos los niveles.

Firma la petición: Regreso a clases presenciales sí, pero con toda la población vacunada

Fuente e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx/Clases-presenciales-en-Edomex-otro-gobierno-que-pone-en-riesgo-la-salud

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Mactumactzá: violencia de Estado, acceso a Internet y Educación

Por: Mariana Azul

La falta de acceso a Internet en México es una realidad para la cuarta parte del país según el reporte anual 2020 de Alliance for Affordable Internet, [1] aproximadamente, el 75% de la población mexicana realiza sus actividades cotidianas sin este servicio que para muchas personas resulta fundamental en sus quehaceres diarios. Las personas interesadas en las telecomunicaciones, esperábamos con ansias los avances de la Red Compartida, proyecto de la empresa mexicana Altán que se comprometió a dar conectividad en zonas rurales, y cuya meta es tener alrededor del 92% de cobertura en territorio nacional, según el periódico el Financiero. [2] Sin embargo, las dificultades operativas y financieras que está enfrentando Altán, son las principales razones por las que este proyecto que busca reducir la brecha digital, se haya atrasado por años, perjudicando principalmente a las comunidades que no tienen acceso a Internet como es el caso de varias localidades en Chiapas, Puebla y Oaxaca.

La Escuela Normal Rural Mactumactzá, se encuentra cerca de Tuxtla Gutierrez, en Chiapas, uno de los Estados más marginados y con desventaja económica de México. Dicha escuela alberga a jóvenes con consciencia social, provenientes de zonas rurales, campesinas y obreras, donde, en muchos casos, ni siquiera hay acceso a electricidad. A partir del mes de Febrero de 2021, estudiantes de esta Normal pidieron dialogar con las autoridades educativas para expresar sus inconformidades respecto a la convocatoria de nuevo ingreso, que, debido a la experiencia del año pasado veían inconsistencias en el proceso de admisión.

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Luis Alberto Díaz Jiménez, estudiante de esta Normal, comenta [3] que parte de estas fallas en el proceso de 2020, fue que hubo aspirantes que desconocían cómo se usa una computadora, herramienta en la que presentaron el examen debido, según las autoridades, al obligado confinamiento causado por la actual pandemia. Además, que la plataforma digital no era funcional ni óptima ya que dificultaba a las y los aspirantes responder dicho examen de manera adecuada, porque constantemente la conexión a la página de Internet era lenta o sencillamente se perdía. Esta discriminación tan obvia afectó los resultados de sus aspirantes, pues claramente las condiciones en que presentó cada quien su examen, no fue neutral.

Lo vivido en aquel examen conllevó a la organización estudiantil para demandar que se evitara repetir la discriminación causada por las fallas operativas. De manera pacífica pidieron a la Secretaría de Educación y al Gobierno de Chiapas dialogar, hicieron pequeños mitines y expidieron cartas exponiendo los motivos de su inconformidad. En cada evento se expresaron los argumentos de por qué solicitaban que el examen de nuevo ingreso fuese de manera presencial y a papel, pues consideran que este método es el más inclusivo para sus aspirantes.

La respuesta del Gobierno fue negativa, rechazó la petición de lxs estudiantes normalistas. La organización estudiantil continuó, esta vez con más rebeldía decidieron protestar en una caseta de cobro que es un espacio público con bastante tránsito. El gobierno no optó por el diálogo, optó por la represión y la violencia, resultando en agresiones de policías a estudiantes: rociándoles gas lacrimógeno, 95 detenciones arbitrarias (74 mujeres y 21 hombres) [4], robo de pertenencias personales, y abusos de la fuerza donde hubo tortura física, sexual —principalmente para las mujeres— y psicológica al recibir amenazas de desaparición forzada.

Los absurdos del Gobierno de México resaltan cuando anuncian que el proceso de Elecciones Federales sí será de manera presencial y con el uso de papel para emitir el voto. Resaltan cuando anuncia que algunos niveles educativos están próximos a regresar a clases presenciales en diferentes Estados del país. También resaltan cuando el Presidente de México, cada que tiene la oportunidad, hace propaganda a que su Gobierno beneficia “primero a los pobres” y que no habrá represión a estudiantes como en los Gobiernos anteriores.

A la tecnología no se le debe adorar ni usar de manera indiscriminada con la premisa de que da solución a cualquier problemática social y educativa, se debe entender que Internet es una herramienta para facilitar la comunicación entre humanos, y no se puede imponer su uso si no cumple este principio básico. La brecha digital es una de las tantas problemáticas sociales de este país que ha sido perpetuada por el organismo regulador de las Telecomunicaciones, Gobierno Federal y Proveedores de Servicios de Internet y telefonía Móvil. Si no hay garantía de acceso a Internet [5] y a Educación [6] para todo individuo mexicano, entonces el acceso a Internet y a Educación siguen siendo parte de los privilegios de clase.

No basta con que los Derechos en materia se presuman en los grandes parlamentos, pero no se garanticen a cada persona mexicana. No basta con que el Gobierno exprese verbalmente benevolencia y diga servir a los sectores más vulnerables, cuando la realidad es que viola los Derechos Humanos y Constitucionales de las comunidades rurales y de las mujeres. No basta con tener los Derechos escritos en papel, se salen a defender, y las Normales Rurales con su voz, piedras y palos, nos están enseñando que seguirán organizándose, luchando y resistiendo a pesar del sistema capitalista -patriarcal que quiere robarles su dignidad.

¡APOYO TOTAL A MACTUMACTZÁ!

[2Gómez, A. «¿Y el internet para todos? Red Compartida en México enfrenta un ‘problema’«, El Financiero, 18 de mayo de 2021

[3Entrevista con Luis Miguel Alvarado Dorry, Radio Cultural Bahía, 2 de junio de 2021. https://www.facebook.com/116886963473182/videos/933172554140232

[4Normalistas de Mactumactzá denuncian agresiones sexuales por policías durante detenciones, Rompeviento, 19 de mayo de 2021. https://www.youtube.com/watch?v=ZbTnLtNvADs

[5Secretaría de Gobernación, «En México, el acceso a internet es un derecho constitucional». https://www.gob.mx/gobmx/articulos/en-mexico-el-acceso-a-internet-es-un-derecho-constitucional

[6Comparativa del derecho a la educación en México http://www.diputados.gob.mx/bibliot/publica/inveyana/polint/cua2/dercom.htm

Fuente: https://www.laizquierdadiario.mx/Mactumactza-violencia-de-Estado-acceso-a-Internet-y-Educacion

Foto: Koman Ilel – Mirada Colectiva

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El imperialismo en tiempos de desorden mundial

Por: Esteban Mercatante

 

El libro El imperialismo en tiempos de desorden mundial, publicado por Ediciones IPS, compila una serie de artículos que fueron publicados en Ideas de Izquierda desde el año 2013 hasta la actualidad.

En ellos fuimos analizando, desde distintos ángulos, la configuración de las relaciones de poder en el sistema mundial capitalista y las principales transformaciones que estas atravesaron durante las últimas décadas. Lo hemos hecho en muchas ocasiones a través del comentario crítico de algunos de los trabajos más relevantes que se han publicado durante estos años sobre la cuestión. A los artículos elaborados por quien esto escribe, se suman en la compilación distintas entrevistas que hemos realizado a quienes publicaron algunos de los trabajos más relevantes para entender las relaciones que imperan en el sistema mundial capitalista actual, así como intercambios polémicos que suscitaron algunos de los artículos. El hilo conductor en el recorrido por los distintos temas abordados está dado por una serie de coordenadas teóricas que vamos a discutir en esta presentación.

Imperialismo: la trayectoria de un concepto

Dos años después de estallada la I Guerra Mundial, en 1916, Vladimir I. Lenin publicó el célebre El imperialismo: fase superior del capitalismo, que como su título indica considera que ingresamos en una nueva época histórica. El texto de Lenin, que se convirtió desde entonces en el más clásico entre los trabajos “clásicos” sobre el tema, partía de una elaboración crítica de lo planteado por un autor marxista, (Rudolf Hilferding), y otro liberal, (John A. Hobson). Estos eran, a su vez, algunos de los aportes más relevantes en un debate que el movimiento marxista internacional (para ese entonces casi exclusivamente europeo) había empezado a tener tímidamente a finales del siglo XIX, de la mano del fortalecimiento de las presiones chovinistas y el desarrollo de una carrera armamentística entre las potencias de la época [1].

La emergencia del imperialismo, cuya contracara era una presión redoblada para cooptar a los sectores más elevados de la aristocracia obrera en los países capitalistas desarrollados, ya en la primera década del siglo XX había empezado a dividir aguas en la socialdemocracia europea. El punto de quiebre definitivo fue en agosto de 1914, cuando todos los diputados del Partido Socialdemócrata alemán, que hasta 1914 había sido la principal referencia para los marxistas de todo el mundo, votaron a favor de los créditos que permitirán al gobierno del Káiser iniciar la I Guerra Mundial.

Los marxistas de comienzos del siglo XX (entre los que además de los autores mencionados debemos destacar a Rosa Luxemburg con La acumulación de capital y a Nikolai Bujarin con La economía mundial y el imperialismo) definían al imperialismo como una nueva fase o etapa en el desarrollo del capitalismo, es decir, que capitalismo e imperialismo resultaban conceptos íntimamente entrelazados. Hilferding, y Lenin partiendo de su elaboración, destacaban la transformación ocurrida en la empresa capitalista como resultado de la concentración y centralización del capital (las dos tendencias fundamentales señaladas por Marx): estábamos ante el surgimiento del capital financiero como resultado del salto cualitativo que registraba la gran industria, y del dominio que los grandes bancos adquirían sobre los directorios de las firmas [2]. El dominio de los bancos estimulaba, en opinión de Hilferding, la aceleración de dos fenómenos que identificaba como característicos del capitalismo en esta época. La primera era la “cartelización”, término que refiere a la asociación de empresas para proteger sus intereses comunes y limitar el enfrentamiento entre ellas, que se había convertido en moneda corriente en los principales sectores de la gran industria. El segundo fenómeno, registrado sobre todo en Alemania y EE. UU. desde finales del siglo XIX, era una aceleración de fusiones y adquisiciones que había dado lugar en numerosas industrias al surgimiento de grandes trusts, es decir, nuevas empresas de escala gigantesca que surgían de la integración de las preexistentes.

Junto con esto, lo característico de este nuevo período histórico estaba para Lenin en la agudización de la competencia por el dominio del territorio mundial entre los grandes conglomerados capitalistas de los pocos países que registraban un elevado desarrollo capitalista, con intervención creciente de los Estados y tendencias guerreristas, que se manifestaba en una carrera armamentística cada vez más acelerada y un crescendo de conflictos bélicos que desembocó en la I Guerra Mundial. El mundo, que entre finales del siglo XIX y comienzos del XX había presenciado una nueva ola de febril avance de las potencias europeas (y de EE. UU.) para asegurarse la primacía en todos los continentes, ya estaba “repartido”. La carnicería imperialista apuntaba a definir un nuevo reparto del planeta.

La I Guerra Mundial, como había adelantado –y apostado– Lenin que ocurriría, desembocó en levantamientos revolucionarios en toda Europa, empezando por el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, pero llegando a conmover también a Alemania. La conflagración concluyó dejando irresueltos los motivos que la impulsaron, aunque selló el avance de EE. UU. en detrimento de Europa. Será León Trotsky quien desde comienzos de la década de 1920 discutirá esta relocalización del centro de gravedad del sistema capitalista mundial, y sus consecuencias para Europa. Si bien Trotsky no elaboró un trabajo dedicado especialmente a la cuestión del imperialismo, la abordó sistemáticamente durante dos décadas, lo que quedó plasmado en numerosos libros y artículos. Sus informes en los primeros congresos de la Internacional Comunista desarrollaron un método de abordaje integral de las relaciones entre las tendencias de la economía, la lucha de clases en cada país y las relaciones interestatales. Este método siguió informando la mirada de Trotsky hasta su asesinato, y le permitió entrever tempranamente las tendencias hacia una nueva matanza imperialista –y hacia nuevos alzamientos revolucionarios como resultado de la misma–.

La categoría de imperialismo tuvo sus idas y vueltas en las corrientes marxistas después de la II Guerra Mundial. Tras el triunfo de los aliados contra el eje, EE. UU. lideró la reconstrucción en el espacio mundial dominado por el capital –frente al cual se alzaba un espacio fuera del dominio capitalista gracias a que la URSS emergió también como victoriosa de la guerra y avanzó sobre Europa del Este, a lo cual se sumó en 1949 la revolución en China–. La integración militar de las potencias capitalistas en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), encolumnadas detrás del imperialismo estadounidense contra la URSS, y la creciente interpenetración de capitales de esos países que tuvo lugar durante los años del boom de posguerra (un período de elevado crecimiento económico que se prolongó hasta fines de los años 1960) hicieron surgir los primeros debates sobre en qué medida las coordenadas de las teorías del imperialismo –en las que la disputa interimperialista juega un lugar central– se ajustaban a la nueva realidad en la que el espacio capitalista aparecía dominado por una sola gran potencia.

Paralelamente, durante esos años de posguerra, y en América Latina especialmente después de la Revolución cubana, el debate del imperialismo desde la mirada de los países oprimidos tuvo un vigoroso desarrollo, plasmado sobre todo en la corriente marxista de la dependencia, un conjunto heterogéneo de autores y enfoques, pero que coincidía en el diagnóstico de que los países coloniales y semicoloniales tenían bloqueado cualquier desarrollo significativo, y la condición para superar este bloqueo pasaba por romper con las relaciones de producción capitalista [3].

Para buena parte de la producción teórica realizada desde enfoques marxistas, la teoría del imperialismo fue cayendo en el olvido en tiempos adversos para las clases subalternas, después de la derrota/desvío de los procesos revolucionarios de los años 1960/1970, con la “restauración burguesa” [4] y el auge de la globalización. Fred Halliday se quejaba de que el debate de la globalización, tópico trajinado hasta la obsesión por las ciencias sociales en las últimas décadas, se caracterizó por “la ausencia, o supresión, en los marcos de la discusión ortodoxa, de dos términos analíticos centrales para el análisis de este proceso”, capitalismo e imperialismo [5]. El economista marxista indio Pratap Patnaik retrataba este cambio de clima en un artículo del año 1990:

Yo abandoné Cambridge, Inglaterra, donde enseñaba economía, en 1974, y retorné a Occidente, en esta oportunidad a los Estados Unidos, luego de un período de 15 años. Cuando me fui, el imperialismo ocupaba tal vez el lugar más prominente en cualquier discusión marxista, y en ningún lugar se escribía y discutía más sobre la cuestión que en Estados Unidos, hasta tal punto que muchos marxistas europeos acusaban al marxismo norteamericano de estar empañado de tercermundismo […] Obviamente, ese no es el caso hoy. Los marxistas más jóvenes parecen perplejos cuando el término es mencionado [6].

Curiosamente, el clímax de ese momento se alcanzó con un libro cuyo título sugería lo contrario: Imperio, publicado en 2000 por Michael Hardt y Tony Negri, llevaba al extremo la idea de desterritorialización de los esquemas de poder global. Hardt y Negri construyen la teoría de un imperio sin centro. “EUA no constituye –y, en realidad, ningún Estado-nación puede hoy hacerlo– el centro de un proyecto imperialista”, decían [7]. Las tesis de este libro extrapolaban unilateralmente algunos rasgos que habían caracterizado el accionar imperialista durante la primera década desde el colapso de la URSS. Eran tiempos de globalización en auge e impulso por parte de EE. UU. de las intervenciones multilaterales. Pero con la llegada de George W. Bush al gobierno, de la mano de un gabinete poblado de figuras neoconservadoras, EE. UU. haría ver claramente sus intenciones de continuar siendo el “centro de un proyecto imperialista”. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 realizados por Al Qaeda fueron aprovechados para desplegar una agenda de intervenciones unilaterales que ya estaba previamente diseñada, iniciada en Afganistán y continuada en Irak.

Después de esta nueva avanzada militarista unilateral de EE. UU. (que marcó un giro respecto de lo que fueron los años ‘90, durante los cuales casi todas sus incursiones militares se dieron bajo el paraguas del respaldo de la “comunidad internacional”, haciendo votar resoluciones de las Naciones Unidas que las avalaran), volvió al primer plano el debate sobre el imperialismo. De estos años son los trabajos de David Harvey El nuevo imperialismo y de Ellen Meiksins Wood El imperio del capital, entre otros. Pero este retorno no significa que hubiera mucho consenso sobre la pertinencia de la categoría para caracterizar las relaciones interestatales. Los altos grados de coordinación logrados por EE. UU. para responder desde 2007, y sobre todo desde 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers, a la crisis iniciada entonces, que dio lugar a la peor recesión desde 1930 (hasta que apareció el covid y produjo un hundimiento aún mayor), dieron nuevos bríos a quienes afirmaban que la coordinación entre las potencias, y no su rivalidad, es lo que da la tónica a las relaciones interestatales en el momento actual del capitalismo.

Pero no es este el único aspecto que favoreció que la relevancia de la categoría para caracterizar el orden capitalista mundial fuera puesta en tela de juicio. En igual o mayor medida contribuyó el desplazamiento que venimos observando del centro de gravedad de la acumulación de capital hacia Asia, y hacia China en particular. Si este fue un producto de las políticas de apertura y globalización empujadas por EE. UU., junto al resto de las potencias europeas y Japón, a través de organizaciones multilaterales donde tienen un peso dominante, y el resultado fue una degradación, al menos relativa, del peso de estas potencias en términos de poderío económico, ¿en qué medida podemos caracterizar estos lineamientos como imperialistas? Para muchos autores, incluyendo a David Harvey, el ascenso de este “bloque de poder en la economía global” que conforman China, Corea del Sur, Taiwán, Singapur y otros países, no puede explicarse bien desde las categorías de la teoría del imperialismo.

Estos son algunos de los fundamentos por los cuales buena parte de lo que podríamos definir como el pensamiento social crítico pone en duda la relevancia de la categoría de imperialismo en la actualidad.

¿Globalización, imperio, o (nuevo) imperialismo?

Dentro de lo que podríamos llamar, siguiendo a Razmig Keucheyan, el hemisferio izquierda del arco ideológico [8], encontramos hoy tres posicionamientos ante esta cuestión. En primer lugar, quienes sostienen que la globalización constituye un punto de quiebre cualitativo y que, en concordancia con este salto en la integración de los procesos económicos, el poder también se trasnacionalizó. En esta corriente podemos ubicar el vaporoso imperio de Hardt y Negri, y también a toda una serie de teóricos que hacen eje en el avance de los procesos hacia la conformación de una clase capitalista y un Estado trasnacionales, como William I. Robinson, William K. Carroll o Ernesto Screpanti. Con salvedades, Rolando Astarita también se ubica en este espectro de quienes enfatizan el cambio epocal de la globalización en un sentido emparentado con estos autores, aunque sin necesariamente suscribir a todas sus conclusiones.

En segundo lugar, podemos ubicar a quienes reconocen la presencia de centros de poder geográficamente distinguibles, que actúan para imponer un determinado orden, en el sentido de que no es todo reducible al mandato del capital, pero que, al mismo tiempo, enfatizan que los Estados juegan este rol en beneficio del capital social global, sin que ninguna competencia entre ellos (ni que hablar rivalidades estratégicas) juegue un rol significativo. Con variaciones, estos hacen suyo el término imperio, pero con él refieren a una política de poder territorial bien definida, en las antípodas de lo que apuntan Hardt y Negri. En esta línea podemos ubicar en primer lugar a Leo Panitch y Sam Gindin, quienes afirman en La construcción del capitalismo global. La economía política del imperio estadounidense que, desde la posguerra, EE. UU. domina el planeta integrando de forma subordinada a las demás potencias (y al resto de los países) bajo su imperio informal. También Ellen Meiksins Wood y Perry Anderson (como podemos leer en sus textos “Imperium” y “Concilium”) sostienen con matices posturas afines a esta noción de que EE. UU. está constituido como un “imperio” que, al menos hasta tiempos recientes, no afrontó desafíos considerables a su poderío.

Finalmente, en una tercera mirada, distintos autores sostienen la necesidad de caracterizar las relaciones que dominan el sistema mundial capitalista como imperialistas, algunos de ellos proponiendo alguna forma de “nuevo imperialismo”. Una de las intervenciones más clásicas con este término corresponde a David Harvey que, en 2003, cuando tuvo lugar la guerra de Irak, escribió un libro titulado nada menos que El nuevo imperialismo. Desde entonces, sin embargo, Harvey destacó en varias oportunidades su insatisfacción con la “rigidez” de las categorías de la teoría del imperialismo, afirmando que “no funcionan demasiado bien en estos tiempos” [9]. Por eso nos parece que sería engañoso incluir a Harvey en este tercer enfoque o, al menos, hacerlo de forma no problemática. Otros autores que sí podemos incluir dentro de esta corriente heterogénea son Peter Gowan, Claude Serfati y Alex Callinicos. Claudio Katz viene tomando posicionamientos afines a los postulados de algunos autores de este espectro. También podríamos contar a John Smith, autor de Imperialismo en el siglo XXI, dentro de este conjunto. Pero hay que decir que en la mayoría de los casos la elaboración de estos autores adopta la categoría y su vigencia en solo una de las dos dimensiones de las que esta busca dar cuenta en las elaboraciones “clásicas”. Por ejemplo, Callinicos se enfoca exclusivamente en la cuestión de las rivalidades interimperialistas, sin otorgar mayor relevancia a la expoliación de los países imperialistas sobre el resto del mundo, que no es negada de plano pero sí relativizada en extremo. El autor engloba dentro de una corriente “tercermundista” –que en su opinión es errónea– a todo el conjunto de teóricos marxistas de la dependencia que, desde los años 1970 hasta la actualidad, desarrollaron una concepción en la que “el imperialismo es la dominación económica y política sistemática del Sur Global por los países ricos del Norte, una condición que incubó lo que [André Gunder] Frank llamó el ‘desarrollo del subdesarrollo’”, lo que “impedía cualquier progreso económico en los países de la ‘periferia’” [10]. Para Callinicos, “basta pronunciar la palabra ‘China’ para indicar lo que está mal con este entendimiento ‘tercermundista’ del imperialismo –aunque 20 años atrás, ‘Corea del Sur’ también habría bastado–” [11]. En ningún momento se adentra Callinicos en una mayor distinción entre corrientes y autores para delimitar aquellos enfoques de la “relación Norte-Sur” que puedan resultar más esquemáticos y parciales, de la importancia de considerar las problemáticas teóricas de las que buscaban dar cuenta, más allá de sus aciertos y errores. Por eso, el análisis de cómo varios de los mecanismos identificados por algunas teorías marxistas de la dependencia actuaron y continúan haciéndolo hoy, queda relegado a un segundo plano, en el mejor de los casos.

La posición de Callinicos es la respuesta a la tendencia opuesta, que efectivamente caracterizó a algunos exponentes de la teoría de la dependencia, a identificar imperialismo simplemente con opresión del Sur Global, sin introducir en el análisis las rivalidades interimperialistas y desligando la cuestión de la liberación de los pueblos oprimidos y la lucha del proletariado en los países imperialistas, cuestiones que verdaderamente el imperialismo separa pero que la lucha revolucionaria contra el capitalismo y el imperialismo debe unir, si aspira a triunfar. Esta separación la podemos encontrar en numerosos autores, desde Arghiri Emmanuel y su clásico El intercambio desigual, hasta la actualidad [12]. John Smith, uno de marxistas pioneros en analizar desde una perspectiva marxista las consecuencias de la formación durante las últimas décadas de las Cadenas Globales de Valor a través de las cuales el capital trasnacional reorganizó la producción, internacionalizándola, si bien no llega a los extremos de Emmanuel, pone en su análisis un énfasis casi excluyente en la superexplotación que realizan las multinacionales de los países más ricos de la fuerza de trabajo del Sur Global, y presta poca atención a la reconfiguración que tuvo en paralelo la explotación de la fuerza de trabajo en los propios países imperialistas.

Nuestro enfoque

La competencia y el conflicto –potencial o efectivo– entre los países imperialistas, y la expoliación del conjunto del planeta llevada a cabo por las empresas trasnacionales y las finanzas globales son dos dimensiones que, lejos de oponerse o separarse, deben ser abordadas de manera integral como parte de una comprensión del imperialismo contemporáneo. Creemos que ambas dimensiones deben ser pensadas de forma conjunta para elaborar una teoría del imperialismo que dé cuenta de cómo la economía mundial hoy está moldeada como una totalidad jerarquizada, como resultado de la acción articulada del capital global y los Estados más poderosos. Este es el abordaje desde el cual desarrollamos las elaboraciones que se encuentran en esta publicación.

A lo largo de los artículos de esta serie, entramos en polémica con los planteos de los autores que defienden las tres posiciones que hemos mencionado, delineando a partir del debate una mirada enfocada en algunos núcleos de problemas. Lo hacemos, volviendo muchas veces a los mismos textos y autores para discutir, a partir de ellos, aspectos en cada caso relacionados pero diferentes.

El libro está organizado en tres partes. La primera aborda la cuestión del alcance y los efectos que ha tenido la llamada internacionalización productiva, que es a nuestro entender el aspecto verdaderamente novedoso que encerró durante las últimas décadas la llamada globalización. Esta internacionalización dio nuevos contornos al desarrollo desigual, haciendo que por primera vez en más de un siglo los centros más dinámicos de la acumulación de capital se encontraran no en los países más ricos, sino en lo que, desde el punto de vista del “centro” imperialista, aparecen como la periferia. Es fundamental calibrar adecuadamente en qué medida esto puede representar o no un cambio en la trayectoria del capitalismo imperialista, en la cual los procesos de acumulación en todo el planeta quedaron subordinados a la concentración de la apropiación de los beneficios de la misma por una ínfima minoría, permitiendo al mismo tiempo que los Estados imperialistas reafirmaran su posición de liderazgo.

En la segunda parte del libro abordamos la perspectiva del imperialismo norteamericano. Aunque en clara declinación, se mantiene como la potencia imperialista dominante, sacando una ventaja abrumadora a cualquier otro Estado imperialista en la mayor parte de los terrenos (militar, financiero, expansión internacional de capitales, peso mundial de su moneda, innovación, etc.). Definir cuál es el alcance de su retroceso y las perspectivas, y cómo responderá la clase dominante, es clave para determinar si vamos hacia una etapa de mayores choques. Discutir hacia dónde va el poderío norteamericano requiere, al mismo tiempo, entrar en el debate sobre en qué medida se ha transformado la naturaleza de las relaciones entre las potencias. Están, como ya señalamos, quienes afirman que se encuentra en curso la conformación de una clase capitalista trasnacional y, con ella, la de un Estado trasnacional. También, quienes caracterizan que no hay tal trasnacionalización, pero sí una creciente interdependencia entre las clases capitalistas de EE. UU., Europa y Japón, que se traduce en una presión –favorecida activamente por las Secretarías de Estado y del Tesoro estadounidenses, al menos en los tiempos pre Trump– hacia una cooperación permanente de los Estados, subordinados a la principal potencia imperialista, para asegurar en todo el planeta la reproducción del capital, lo cual desterraría cualquier horizonte de conflicto de envergadura entre potencias. Con ambas tesis polemizamos en numerosos artículos. La serie de artículos sobre EE. UU. también da cuenta de cómo se crearon las condiciones que hicieron posible la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE. UU., y el saldo que deja su administración. Como señalamos, a pesar del optimismo de la mayor parte de la élite estadounidense –ubicada en el bando “globalista” opuesto a Trump– y de los grandes medios afines con estas miradas, hay mucho de voluntarismo en la idea que con Biden podrá haber un fácil regreso a la “normalidad” pre Trump.

Un lugar destacado en la arquitectura imperialista, especialmente en las finanzas internacionales, lo ocupa Gran Bretaña, aunque su esplendor imperial esté enterrado bien lejos en el pasado. Las finanzas de Londres, ayudadas en numerosas dimensiones por la geografía, supieron reconvertirse para mantener el liderazgo en la canalización de capitales y el comercio de instrumentos financieros cada vez más complejos. Gran Bretaña nos habla también de la Unión Europea, de cuya crisis viene siendo el capítulo más destacado desde el voto mayoritario en favor del Brexit en el referéndum de 2016, pero decidimos incluirlo en esta segunda parte por las íntimas conexiones que mantienen la vieja potencia imperial y su sucesor al otro lado del Atlántico.

Finalmente, en la tercera parte del libro abordamos otra cuestión crucial en la discusión sobre el imperialismo contemporáneo: hasta dónde llega el desafío planteado por China para EE. UU. y el resto de las potencias y cuál es su naturaleza. Esto exige discutir, en primer lugar, en qué se ha convertido China después de décadas de aceleradas transformaciones iniciadas con las reformas de Deng Xiaoping a partir de 1978. ¿Se trata de un “socialismo con características chinas”, como afirman los líderes del PCCh? ¿Una formación ni capitalista ni socialista, como sostienen algunos autores? ¿Un “capitalismo de Estado”? ¿Cuáles son los criterios que podrían permitir una mirada equilibrada de una formación económico social de China, caracterizada por una trayectoria tan peculiar, en la cual la dialéctica revolución/restauración siguió un camino bastante diferente del de la URSS? Una vez zanjada –al menos provisionalmente– esta cuestión, podemos discutir en qué medida China es, o puede llegar a ser, una potencia imperialista; o si, en realidad, plantea un desafío al poder imperialista pero sin aspiración a constituirse en otra potencia, una idea que hace 15 años planteó Giovanni Arrighi en su célebre Adam Smith en Pekín, y que hoy repiten varios autores.

La compilación, de acuerdo a estos ejes temáticos, no sigue un orden cronológico, aunque este es mayormente respetado dentro de cada una de las partes que integran el libro, con excepciones. En cada artículo se consigna la fecha de publicación. Tampoco están separadas las elaboraciones propias de las entrevistas que realizamos y los debates que pudimos entablar con algunos de los autores aludidos en nuestros artículos; creemos que la presentación conjunta de estos materiales contribuye a hacer inteligibles los hilos de la argumentación que pretendemos realizar, que se construye a través de estos diálogos.

Con los temas discutidos en este libro no pretendemos agotar todas las problemáticas de las que es necesario dar cuenta para tener una mirada completa del imperialismo contemporáneo. Sí buscamos, con esta compilación, aportar elementos para abordar una coyuntura sumamente fluida en la cual, todo lo indica, la trayectoria hacia rivalidades más exacerbadas seguirá marcando la tónica –entre EE. UU. y China, en primer lugar, pero junto con ellas al resto de las potencias, que ya son arrastradas a posicionarse, y lo serán aún más a medida que se agudice el conflicto–. Para quienes aspiramos a terminar con este sistema capitalista, basado en la explotación y en la opresión de todo el planeta, definir el estado de situación del imperialismo –que como señalaba Lenin es “reacción en toda la línea”– resulta una cuestión de primer orden para la actividad revolucionaria.

El libro podrá adquirirse a partir de esta semana a través de la página de Ediciones IPS.

Notas:

[1] Daniel Gaido y Richard Day rastrean las discusiones que al respecto se desarrollaron en el seno de los partidos que integraban la II Internacional desde finales del siglo XIX en Discovering imperialism, Leiden, Brill, 2010.

[2] Para una propuesta de cómo entender al capital financiero hoy puede leerse François Chesnais, Finance Capital Today, Leiden, Brill, 2016.

[3] Esta corriente marxista de la dependencia no debe ser confundida con otros autores que discutían la cuestión de la dependencia desde miradas no marxistas (aunque en algunos casos se permitieran abrevar en conceptos de Marx), como eran Celso Furtado o Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto. Los autores dependentistas marxistas, entre quienes podemos mencionar a Ruy Mauro Marini y Theotonio Dos Santos, desarrollaron sus conceptos en polémica con las corrientes liberales, pero también con estos autores dependentistas que bregaban por políticas de desarrollo capitalista más autónomo.

[4] Albamonte y Maiello, “En los límites de la restauración burguesa”, Estrategia Internacional N.º 27, noviembre 2011.

[5] Fred Halliday, “The Pertinence of Imperialism”, en Mark Rupert and Hazel Smith (eds.), Historical Materialism and Globalization, Londres, Routledge, 2002, p. 76.

[6] Pratap Patnaik, “Whatever happened to imperialism?”, Social Scientist N.º 6-7 vol. 18, New Delhi, 1990.

[7] Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 15.

[8] Razmig Keucheyan, Hemisferio Izquierda. Un mapa de los nuevos pensamientos críticos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2014.

[9] Ver una discusión sobre algunos de sus posicionamientos recientes en Esteban Mercatante, “Capitalismo y desarrollo desigual, ¿una desmentida al imperialismo?”, semanario Ideas de Izquierda, 05/08/2018.

[10] Alex Callinicos, Imperialism and Global Political Economy, Cambridge, Polity Press, 2009, p. 5.

[11] Ídem.

[12] Ver, por ejemplo, Zak Cope, The Wealth of (some) Nations. Imperialism and the Mechanics of Value Transfer, Londres, Pluto Press, 2019.

Fuente: laizquierdadiario

 

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