Evaluar para crecer…

Por: José Manuel Palomares León.

 

(…) afirmo que todo lo que hacemos como seres humanos lo hacemos en conversaciones o, mejor todavía, que toda la vida humana toma la forma de un flujo en las conversaciones y que las diferentes clases de haceres humanos o actividades son diferentes redes de conversaciones.

Maturana.

Si hablamos de las políticas públicas podremos entender que en la actualidad no es necesario de un proceso de formación específica para su ejercicio cualquier persona puede ejercer el ejercicio de ser parte de la función pública, aún sin preparación académica, la muestra es el nivel académico de nuestros gobernantes, con un Presidente de la Republica que no lee y que se le cuestiona su título de licenciatura en que se dice que tiene mas del 20% de plagio y un Secretario de Educación que ni “ler” sabe. Ya no ahondaremos en el nivel educativo de los gobernadores, diputados, senadores y en general, del gobierno en todos los niveles.

En educación esto no es así pues no se trata de que esta tarea la realizan simples operadores, para esto es necesario formar al responsable de esta tarea, en nuestro país se han creado las Escuelas Normales, que tienen como objetivo la formación del profesional encargado de la tarea de educar a los alumnos -en nuestro caso- de educación básica, preescolar, primaria y secundaria.  En el caso de la educación no solo se trata de simples operadores, sino de trabajadores formados por años para esa tarea, son maestros. Sin lugar a dudas ellos, y todos, debemos perfeccionar el ejercicio de nuestro trabajo; sin embargo, la reforma educativa de este sexenio creyó que la única manera como eso sucedería es por medio de una serie intensiva de evaluaciones centralizadas y estandarizadas que tuvieron como consecuencia, la incertidumbre laboral, al grado que el ingreso a las normales se ha visto menguado socialmente, pues ya no es una opción laboral.

La reforma educativa, evidentemente, ha dado pasos que debían ser para mejorar, pero bajo un sistema claro de ingreso, promoción y permanencia en el sistema educativo, una nómina transparente, entre otras cosas. No obstante, su diseño, en lugar de fomentar la evaluación para la mejora y que las promociones salariales sean un camino ideal como centro del trabajo de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se consideró que el único modo como se puede administrar maestros es tenerlos sometidos a un régimen de inestabilidad laboral que no tiene ningún otro magisterio en el planeta: evaluaciones cada cuatro años y, en caso de ser calificado insuficiente (hasta ahora por un examen estandarizado y una carpeta de evidencias enviada en línea), pasar por evaluaciones anuales hasta salir del servicio.

Las críticas son claras: las evaluaciones sostenidas y con consecuencias importantes al estatus laboral crean estrés laboral y dirigen todo esfuerzo en el centro de trabajo a pasarlas (¡dejando el aprendizaje del niño en segundo plano!). Ese nivel de evaluación masiva es casi imposible de cumplir por la burocracia federal (tanto que el primer ciclo evaluativo nunca concluyó por las protestas magisteriales —que llegaron a presentarse en estados que no solían tener protestas de ese tipo—). La calidad en la educación no depende exclusivamente del desempeño del profesor, pues no es el único factor implicado en ello, es solo un componente de otros mas importantes como lo es, el mejoramiento de la infraestructura.

En esto el programa que ya no existe y que era llamado “Escuelas de Calidad”, tenía toda la intención de mejorar en lo material, organizativo, académico, pero tal perece que su única preocupación era lo material y los otros dos aspectos se descuidaron y ahora con la mal llamada reforma educativa, parece que la preocupación sigue siendo lo material y poner en la indefinición laborar a nosotros los docentes, entonces no es una reforma educativa, es una reforma laboral

Desde el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1994, se ha tenido la intención de mejorar el sistema educativo, bajo esta negociación se decide enfrentar una de las debilidades académicas que se diagnosticaron mas débiles, la lecto-escritura, para tal efecto de apoyo general de la potenciación docente, se crean los “Centros de Maestros” para apoyar a los maestros, el programa PRONALES, para resignificar la enseñanza de la lecto-escritura, las bibliotecas escolares, las de aula y en lo económico se crea “Carrera Magisterial” con sus niveles, A (básico), B, C y D, con una compensación económica significativa en cada nivel, pero que fue suspendido debido a que muchos docentes en nivel D, ganaban salarialmente mas que un supervisor, y eso generó que el gobierno detuviera este modelo y que acabara con los centros de maestros, pues se convirtieron en una instancia mas de corrupción.

Aquí en Zamora el centro de maestros o lo que queda de él, se ha rescatado como una instancia de apoyo al Proyecto de Educación y Cultura de Michoacán (PEDECEM), de nuestra sección democrática sindical, pero el gobierno no ha quitado el dedo del renglón de una evaluación que no es utilizada para la mejora, que la oferta de actualización docente era insuficiente, que no se podía evaluar solo con exámenes (e instrumentos como carpetas de evidencia en línea, mucho de esto ha surgido en los diagnósticos de implementación de la reforma que ha hecho el propio INEE. No sólo se trata de la implementación, se trata del diseño centrado en la inestabilidad laboral.

A ese respecto, desechar la reforma por completo, lo que significa, en efecto, reformar  nuevamente el artículo tercero de la Constitución, en el que este sistema intensivo de evaluación está plasmado. Yo, como diceLeo Zuckermann, “habría lamentado que los elementos que regularizaron el Servicio Profesional Docente desaparecieran, más por presión del SNTE-CNTE.” Pero me sorprende la reacción de Zuckermann. Sin cortapisas dice que, de ganar AMLO, hay que decirle adiós a la reforma educativa (¡incluido el inglés en las escuelas! —que ya existía desde antes de la reforma—) cuando el propio candidato dijo en público que se revisaría la Ley del Servicio Profesional Docente y no cancelar la reforma de plano (o sea, reformar la Constitución).

¿Cómo uno puede concluir un adiós a una reforma si López Obrador propone evaluarla y reformarla? ¿Cómo concluir eso cuando el candidato de Morena rectificó en los hechos, en público, que ya no era eliminarla por completo (incluso la organización Mexicanos Primero reconoció esta rectificación)? Cito a Leo Zuckermann en lo que creo es la esencia de lo que ve positivo en la reforma educativa:

«El pasado 10 de febrero, en un mitin en Zacatecas, aseguró que “no se puede llevar a cabo una Reforma Educativa sin los maestros” por lo que, de ganar, elaboraría “de manera conjunta un plan educativo para mejorar la calidad de la enseñanza sin afectar los derechos laborales del magisterio”. López Obrador, quien ya antes había prometido cancelar la reforma en cuestión, ahora fue más preciso. Habló de dar “marcha atrás” modificando la Ley del Servicio Profesional Docente para “eliminar la evaluación punitiva” y proceder a la “recontratación inmediata de los maestros y maestras cesados por no aceptar la evaluación”. Se trata del mismo lenguaje que han utilizado los críticos de la reforma».

Es decir, lo que Zuckermann cree que es la esencia de la reforma es la evaluación punitiva y el cese de profesores. Es válido decirlo porque el supuesto que defiende esa idea es que los maestros en México son todos pésimos y deben ser purgados del sistema. Sin embargo, valdría la pena que Zuckermann viera que, después de una ronda de evaluaciones, incompletas, la misma SEP dio como resultado que la abrumadora mayoría de los profesores eran “idóneos”. Bajo los propios términos evaluativos de la reforma, nuestros maestros sí pueden enseñar. ¿Entonces para qué evaluarlos en cuatro años para de nuevo cuestionar su nombramiento? ¿Por qué no podemos revisar la evaluación punitiva? ¿Amenazar el nombramiento vía exámenes es la única manera de tener buenos maestros y calidad?

Las preguntas que hago son esenciales. Ya van cuatro años de una reforma que es inoperable en sus términos y cuyos instrumentos probaron que el supuesto en el que descansa no es cierto. Si tanta fe tenemos en la evaluación, sería prudente eliminar el supuesto de que no funciona de plano y pensar en cosas más allá del magisterio. Es el plan educativo para mejorar la enseñanza que anuncia López Obrador, por ejemplo. ¿No nos merecemos como país hacer ese plan sin diagnósticos prefabricados? ¿No podemos pensar al servicio magisterial como un camino libre de castigos de vigilancia?

Esta reforma surgió de un pacto que no contó con la opinión del magisterio (pensándolo más allá de sus dirigencias sindicales), ni de los expertos en educación (quienes firmaron una carta pública a la SEP). Solo contó con la opinión de los operadores del Pacto por México, quienes se oponen a tocar cualquier contenido de la misma, por ejemplo, Aurelio Nuño, exsecretario de Educación y coordinador de campaña de Meade. Pero en ese mismo terreno, es curioso que Zuckermann diga que AMLO acabará con la reforma educativa; no obstante, tan las reformas del peñismo deben ser revisadas por queAnaya ofreció lo mismo en el caso de la educativa, sin que recibiera tanta atención mediática.

Seamos claros, si tanto López Obrador como Anaya proponen reformar la Ley del Servicio Profesional Docente, significa que los concursos públicos seguirán, los estímulos permanecerán y que la evaluación que demanda la Constitución va a prevalecer. Decir otra cosa es engañar a la sociedad. Por eso, evaluemos la reforma, ya que permanecerá lo esencial, y pensemos la calidad en su verdadera complejidad. Los niños se merecen esa oportunidad intermedia que se ha abierto ante el falso dilema de eliminar la reforma o aplicarla sin cortapisas: un nuevo plan para la calidad.

Todo esto no contempla el daño irreparable que le están causando a las escuelas formadoras de docentes

 

La evaluación cualitativa: una práctica compleja

“La educación es una práctica social, y la evaluación, uno de sus principales componentes y compromisos. No se concibe la educación sin la evaluación. En los últimos veinte años hemos asistido a la resignificación del concepto y al análisis de sus repercusiones en el ámbito escolar, aspectos que han sido abordados desde diferentes perspectivas. Reconocemos la fuerza que ha tomado la evaluación cualitativa; inclusive, en algunas instituciones se ha generalizado y reglamentado, pero consideramos que esto no ha bastado para comprender su verdadera dimensión e incidencia en el proceso enseñanza- aprendizaje. En este texto presentamos algunos criterios de análisis, en el marco de la evaluación cualitativa, sus implicaciones y la manera como se manifiestan y evidencian en el ámbito escolar”

Es indudable que las formas de aprender y enseñar se han modificado, y que la escuela de hoy exige nuevas maneras de relacionarse con el aprendizaje, ya que pensar y actuar en el mundo moderno implica reflexionar sobre cómo construye el ser humano conocimiento, sobre cómo genera formas de aprendizaje que permitan la apropiación del mismo y, por supuesto, sobre cuál es su papel en la cultura y en la historia.

Estas relaciones con el aprendizaje establecen modos distintos de actuar, que dependen básicamente de lo que los docentes consideramos importante potenciar en los estudiantes: la conducta, los desempeños, las estructuras cognitivas, las formas de interacción social, la formación integral, etc.

Cuando pensamos en la escuela de hoy, nos asaltan muchas dudas: ¿cuál es el proyecto cultural al que se le apuesta?, ¿qué privilegia: contenidos, aprendizajes, procesos?, ¿qué posibilita: hombres autónomos o heterónomos?, ¿a qué le apunta: a la formación de sujetos especializados en un saber o a la formación de individuos integrales? En últimas, ¿qué evaluamos? Pero quizás antes de hacernos estos cuestionamientos habría que pensar en uno mucho más abarcador: ¿cómo construimos la realidad los sujetos, y a partir de esa construcción a qué proyecto cultural le apuntamos? Este es un cuestionamiento que los autores Schutz y Giddens plantean de manera interesante, pues muestran cómo nos podemos encontrar con múltiples realidades que implican ver el mundo desde posturas y comprensiones diferentes. La realidad no es por lo tanto única y estática, se construye desde perspectivas distintas y en interacción. Estos postulados tienen un valor enorme en educación, pues la labor pedagógica no puede enmarcarse en la concepción tradicional de estandarizar grupos para regular comportamientos, sino en la formación de individuos capaces de pensar el mundo, de resignificarlo y a la vez construirlo, comprendiendo
las múltiples construcciones que se dan y actuando en consecuencia.

Pues, como lo plantea Bruner, el lenguaje de la educación no es otro que el de la creación de la cultura. Ahora bien, esta reconstrucción solo puede darse en la medida que los sujetos actúen en esta realidad, claro está que dicha actuación está a su vez enmarcada por el legado de la rutina y estabilidad de muchas prácticas. La escuela continúa las socializaciones de la familia, y la educación se ve entonces como un conjunto de normas reguladoras que reproducen la estabilidad y continuidad de la sociedad, pero también como la posibilitadora de cambios sociales.

Desde esta perspectiva, surge una pregunta: ¿cuál será el papel de los docentes? Consideramos que es el de educar para construir desde la formación integral. La institución escolar es un espacio privilegiadoo, como lo llama Ávila (2001, citando a Pérez Gómez), un cruce de culturas que provoca tensiones, restricciones y contrastes en la construcción de significados.Es allí en donde el individuo va creando tejidos que le permiten comprender el mundo.

Compartimos con Bruner la idea de que la cultura da forma a la mente, nos aporta la caja de herramientas a través de la cual construimos no solo nuestros mundos sino nuestras propias concepciones de nosotros mismos y nuestros poderes (Bruner, 1995), porque ¿de qué otra manera podríamos comprender la creación de significados sino en el marco de encuentros culturales?

La cultura y la realidad, por lo tanto, no son estáticas, se están recreando constantemente al ser interpretadas y renegociadas por los estudiantes y maestros. Según esta perspectiva, la cultura y la escuela deben constituirse en un foro para negociar y renegociar significados y explicar la acción de los sujetos en la realidad de su contexto. Desde este punto de vista, el papel que desempeña la escuela es vital, pues está encargada de formar y preparar individuos capaces de participar en ese espíritu de foro, de negociación, de recreación del significado.

Esta nueva manera de concebir a la escuela y a los estudiantes dista mucho de la concepción que se tuvo de estos durante mucho tiempo, por cuanto no podemos olvidar que la organización y la función de nuestras instituciones escolares estuvieron influenciadas por el campo productivo, es decir por modelos económicos, que fueron desarrollados en el proceso de industrialización llevado a cabo, especialmente por los Estados Unidos, a comienzos del siglo pasado. De esta manera, los centros escolares se fueron adaptando al aparato productivo y se consideraron como “fábricas”, y los alumnos, como la “materia prima” que había que moldear, si se quería sacar un producto de calidad.

Sabemos que nos encontramos en una época de profundas transformaciones sociales y filosóficas que han tocado la educación, reflexiones sobre modernidad y posmodernidad han puesto a pensar sobre lo que se enseña, se aprende y se evalúa, sobre el tipo de sujeto que se quiere formar. La sociedad actual, con sus cambios vertiginosos, le ha impuesto al docente una pregunta fundamental: ¿qué es lo que enseña y evalúa un profesor del siglo XXI? Evaluar hoy no es una tarea sencilla, no se trata simplemente de completar un cuestionario o de observar si un sujeto cumple con los cánones establecidos por el momento histórico; tampoco solamente de promediar unos números y con esos promedios decidir cuánto sabe un estudiante.

La evaluación va más allá, es un proceso que requiere múltiples miradas, ya que es uno de los principales componentes de la educación como práctica social. No se concibe la educación sin la evaluación. En los últimos veinte años hemos asistido a la resignificación del concepto y al análisis de sus repercusiones en el ámbito escolar, aspectos que han sido abordados desde diferentes perspectivas: ideológicas, filosóficas, epistemológicas, sociales, pedagógicas, psicológicas y técnicas, entre otras.

Históricamente, la evaluación en la educación ha estado influenciada por el paradigma cuantitativo. En la praxis este enfoque tiene sus limitaciones por dos razones: la primera, solo tiene en cuenta aspectos descriptivos de la evaluación, dejando de lado los explicativos, y la segunda, hay aspectos de la formación de los estudiantes que no se pueden reducir a números. Actualmente dentro de la llamada nueva evaluación, que dependiendo de sus matices recibe diferentes nombres (evaluación formativa, evaluación alternativa, evaluación continua, evaluación por procesos y evaluación por competencias), estos aspectos han sido considerados y analizados a la luz del paradigma cualitativo.

Reconocemos la fuerza que ha tomado en los últimos años la evaluación cualitativa, inclusive en algunas instituciones se ha generalizado y reglamentado, pero también hay que decir que esto no ha bastado para comprender su verdadera dimensión e incidencia en el proceso de enseñanza- aprendizaje. El proceso evaluativo cualitativo, como parte de su complejidad, es multifactorial, no basta con cambiar la manera de emitir unos resultados.

En ese orden de ideas, este escrito tiene dos objetivos: el primero, presentar de manera general algunos criterios de análisis en el marco de la evaluación cualitativa, sus implicaciones y la manera como se manifiestan y evidencian en el ámbito escolar; y el segundo, aportar a la reflexión y contrastación entre lo que sabemos de la evaluación y la manera como la abordamos en nuestra práctica, con el fin de direccionar nuestra mirada hacia la construcción de planteamientos teóricos que permitan una visión más integral y holística del proceso evaluativo, acorde con el tipo de hombre y sociedad que deseamos tener. Esto es un reto para nosotros los docentes.

 

La importancia de la evaluación en el trabajo en equipo 

La evaluación es un proceso intencional y constante por medio del cual se analizan y ponderan las competencias de una persona en el cumplimiento de una labor, con el fin de facilitar su desarrollo. Es un sistema que aprecia el desenvolvimiento del individuo en el cumplimiento de su tarea ministerial y su potencial de crecimiento.Con ella se responde a los siguientes interrogantes: ¿Estamos en camino a nuestras metas? ¿Cómo estamos haciendo las cosas? ¿Podemos aprender a hacerlas mejor?¿Evaluar? ¿Para qué? ¿Qué se evalúa?

Por medio de la evaluación, sea formal o informal, se verifican básicamente el grado de avance hacia las metas y objetivos establecidos, el rendimiento o performance de la persona, y los comportamientos de la misma. El uso de encuestas o cuestionarios estandarizados permiten sostener criterios comunes de medición.Este análisis es fundamental para poder dar la respuesta adecuada el proceso de evaluación conlleva los siguientes propósitos, entre otros:

  • Verificar el rumbo y la dirección
  • Hacer ajustes, correcciones y/o cambios
  • Comprobar y consolidar el avance hacia los objetivos
  • Confirmar el alcance de metas y logros para celebrarlo
  • Evaluar el desarrollo de líderes
  • Reconocer la necesidad de entrenamiento puntual
  • Optimizar esfuerzos y recursos
  • Llegar a finalizar bien las tareas o planes
  • Brindar motivación y aliento
  • Asegurar el establecimiento de los valores de la iglesia
  • Percibir y detectar nuevas necesidades
  • Dar fluidez a la tarea al eliminar obstáculos e impedimentos
  • Sostener la búsqueda de la excelencia
  • Adquirir experiencia, aprender para mejorar y ¡crecer!

 

Referente epistemológico

Es importante resaltar la influencia que en el ámbito educativo han tenido las corrientes sicológicas y científicas, sus leyes y concepciones definen una manera particular de entender la condición del ser humano. A nivel escolar, y de manera particular en la evaluación, dichos constructos teóricos han permeado la forma de entender y realizar el acto evaluativo. En ese sentido, podemos anotar que desde el punto de vista epistemológico se identifican dos enfoques:

  1. Enfoque positivista, que parte de la admisión de los siguientes presupuestos: a) Admite una metafísica realista, que reconoce la existencia de “algo” fuera del individuo. b) Se inscribe dentro de una gnoseología de base empirista, porque considera que la realidad es captada a través de los órganos de los sentidos. c) Está comprometidocon el concepto de verdad como representación, es decir, como adecuación del concepto con el objeto externo, y en ese sentido admite la existencia de un conocimiento objetivo. En cuanto a metodología, para la elaboración del conocimiento riguroso establece la observación intencional, la medición, la cuantificación con fines comparativos, todo esto con el apoyo de instrumentos estandarizados y determinados paratal fin. Sus postulados marcaron una significativa influencia en la aplicación de modelos exclusivamente cuantitativos para la evaluación del conocimiento, entendido como una incorporación de conceptos. La finalidad de los procesos evaluativos es recoger una cantidad de información que permita, entre otras cosas, ejercer cierto control sobre el conocimiento, debido a que la idea de medir éste generalmente está unida a una concepción del saber como algo depositable, acumulable y terminado.
  2. Enfoque interpretativo, que surge como reacción al positivismo predominante en el campo social; se erige sobre los siguientes presupuestos: a) Aunque también admite una metafísica realista, considera que la realidad social, antes que un hecho que se debe observar, es una construcción que gracias al lenguaje elaboran los sujetos que interactúan. b) Desde la perspectiva gnoseológica, considera que la comprensión de sentido antes que la observación es elcamino para acceder al conocimiento. c) Está comprometido con el concepto de verdad como construcción intersubjetiva que se elabora de acuerdo con el contexto. En cuanto a la metodología, reconoce que existen situaciones y problemas que no son posibles de evaluar únicamente bajo métodos de medición estadísticos. En ese sentido, se considera que los fenómenos socioculturales, como la educación, y por ende la evaluación, son mejor descritos, valorados y comprendidos por medio del análisis cualitativo. Este es propio de las ciencias sociales, para quienes la realidad es subjetiva y dinámica, que se interpreta de acuerdo con el sujeto y con el contexto donde este se encuentra inmerso. Los procesos evaluativos, además de describir el fenómeno, lo interpretan con el fin de mejorarlo, si es necesario. El conocimiento se concibe como “algo” que se transforma, que está en constante cambio y que se construye y se reinterpreta de acuerdo con las característicassocioculturales de los individuos.

 

A manera de conclusión

Somos conscientes que la tarea no es fácil. Apostarle a una evaluación cualitativa, con las características que se describieron en los anteriores párrafos, requiere tener presente que el concepto de evaluación y sus repercusiones en el ámbito educativo no dependen únicamente de las aportaciones teóricas, las cuales, en la mayoría de las ocasiones, dan cuenta del objeto de estudio y su transformación, sino del rol que se le determine en la práctica educativa.

Está claro que no basta con un discurso teórico que respalde un cambio de paradigma, si eso es lo que se desea, como tampoco la reglamentación en su implementación; son nuestras prácticas reflexivas y críticas las que nos ayudan a darle otro sentido al proceso evaluativo, entenderlo como un proceso de negociación y construcción de significados. Ese es el verdadero reto.

Para ello es fundamental reconocer en la evaluación su compleja pero vital dimensión social, que ha permitido considerarla como un proceso continuo, flexible, integral y holístico.

Como también se deben tener en cuenta las distintas variables que intervienen en su concepción y aplicación, ya que como lo señala Flórez: “Para cambiar la evaluación es necesario cambiar el modelo pedagógico, el currículo y la manera de enseñar, pues enseñar, aprender y evaluar son tres procesos inseparables, no puede cambiarse uno solo sin cambiar los demás”4.

Por último, para la construcción de una cultura evaluativa, basada en la conjugación dinámica entre la teoría y la práctica, es necesario convocar a todos los miembros de una comunidad escolar, cuyo propósito deberá estar dirigido a incidir de manera positiva en el desarrollo de las instituciones y de sus integrantes, en función de sus capacidades.

 

Bibliografía.

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Giddens, A. (1997). “La producción y reproducción de la vida social. En Las nuevas reglas del método sociológico.” Buenos Aires, Amorrortu Editores.

Iafrancesco, G. (2004). “La evaluación integral y del aprendizaje.” Cooperativa Editorial Magisterio.

Martínez, M. (2007). “Evaluación cualitativa de programas.” Editorial Trillas. México D.F..

OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, París (2009) “El programa PISA de la OCDE Qué es y para qué sirve” informe de evaluación.

OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, París (2009) “PISA Estudiantes de bajo rendimiento POR QUÉ SE QUEDAN ATRÁS Y CÓMO AYUDARLES A TENER ÉXITO” informe del programa de evaluación.

Schutz, A. (1962). “Las realidades múltiples y su construcción. En El problema de la realidad social.” Buenos Aires, Amorrortu Editores.

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¿Evaluar o no evaluar, dónde está el problema?

Por: José Manuel Palomares León.

 

La evaluación es una actividad tremendamente práctica,

los investigadores se contentan, por lo general, con descubrir el mundo,

pero los evaluadores quieren hacerlo mejor…

J. Pophan.

La preocupación por evaluar el dominio de contenidos se ha convertido en una obsesión de la política educativa a nivel internacional y esto se ha concretado con las pruebas PISA, estas pruebas o exámenes cerrados que no admiten la valoración de experiencias de aprendizaje, se ha venido aplicando desde 2012, tal parece que el dominio de contenidos es la preocupación de los que están diseñando los lineamientos educativos internacionales.

Desde el ANMEB (acuerdo nacional de mejoramiento de la educación básica) firmado por todos los Secretarios de Educación del país y las reformas emprendidas en el dosmil en que inicia una serie de modificaciones a los planes de estudios en nuestro país, se ha venido experimentando una serie de cambios a los planes y materiales de estudio de la educación básica en nuestro país, en la que comprende la educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, bajo los lineamientos internacionales creados desde la OCDE y BM basados en el modelo educativo por competencias.

Todo esto se suma en la política educativa del sexenio actual en el que se promueven las “reformas estructurales”, energética, fiscal y educativa, esta última es la que nos está afectando, pues de educativa no tiene nada, mas bien es una reforma laboral, pues el peso principal de tal reforma es cambiar las relaciones laborales de los trabajadores de la educación, en lo educativo es un refrito de los planes y programas que se han venido desarrollando desde el sexenio 2000 – 2006 en el que se ha venido trabajando el modelo exigido desde las políticas internacionales

Es sabido que en nuestro país, se acatan estas, solo para dar respuesta a la necesidad de apoyo exterior que muchas de las veces va a parar a los bolsillos de los empresarios y políticos, siendo el sector menos beneficiado en estas transacciones el educativo, pero que en el fondo esconden la privatización del sistema educativo sin tomar para nada en cuenta la participación de los docentes en este proceso.

Se acatan modelos que no tienen nada que ver con los contextos de nuestras escuelas y nuestras comunidades, no se toma en cuenta a los actores principales de este proceso, maestros, alumnos y padres de familia, la política educativa se aplica sin revisar las verdaderas necesidades educativas y en este va incluido uno de los aspectos que vienen a desarrollar lar reflexiones para este artículo, la evaluación.

Lo primero que viene a mi memoria es el miedo a los exámenes de los alumnos, la angustia por el dominio de aprendizajes “esperados”, la nueva conceptualización y nomenclatura para lograr la medición, listas de cotejo, rubricas, portafolio de evidencias y con esto la angustia del docente por realizar este modo de evaluar sin error, y pregunto ¿por estar llevando estos controles de evaluación, a que hora va a desarrollar contenidos y aprendizajes verdaderamente necesarios en la realidad de los alumnos?

Aunado a todo esto la reforma educativa desarrollada por el gobierno actual, esta dando al docente el estatus laboral incierto, pues solo contempla el proceso evaluativo como una instancia que servirá para valorar el desempeño docente con lineamientos poco claros en cuanto a la seguridad laboral esto ha generado un descontento a tal grado que nos encontramos movilizados políticamente, sufriendo una serie de represiones tanto externas como internas.Con estas condiciones generales del proceso evaluativo nos proponemos hacer un análisis de la cuestión que guarda la evaluación en nuestro contexto.

La evaluación en la actualidad

Actualmente la evaluación es usada según el ámbito en que se realiza, de manera coercitiva y de control, la necesidad de promoción, la obsesión por el dominio de contenidos, pero ¿cuál es el verdadero sentido de la evaluación en la actualidad? ¿el docente como realiza este proceso en el salón de clases? ¿qué piensan los alumnos de esta? Si partimos de la idea de que la evaluación es necesaria para poder proyectar la necesidad de mejorar, esta puede convertirse en un elemento de transformación, pero si solo se utiliza para promover, el sentido es que no nos será útil cuando no hay claridad en el objeto de esta.

La evaluación debe ser una actividad programada de reflexión y acción, debe tener como finalidad la emisión de juicios que puedan ser valorados y sustentados promoviendo y fundamentando la toma de decisiones todo esto bajo una rigurosidad metodológica, que tome en cuenta las variables e indicadores iniciales, con un trabajo de campo que pueda aportar elementos para el análisis y sobre todo pueda der un elemento de transformación, como dice el lema de la Universidad pedagógica.

Es a partir de 1993 que aparece en los planes y programas la evaluación como acción que permite a los docentes obtener información que permita identificar los avances y las dificultades de los estudiantes para de esta manera poder favorecer los aprendizajes y se le da a la evaluación un enfoque formativo dando a este una explicación amplia sobre la manera de evaluar del docente.

En el modelo presentado recientemente se mantiene el enfoque formativo que considera simultáneamente los resultados cualitativos y cuantitativos del aprendizaje para de esta manera buscar la manera de incidir y mejorar, reconociendo los avances y dificultades de los estudiantes para asignar una calificación numérica del desempeño tanto del alumno como del docente, planteando que esta debe realizarse en cada fase del proceso de aprendizaje, esto por medio de la observación permanente y con la libertad en el uso de procedimientos, estrategias e instrumentos y recursos.

El Modelo Educativo (SEP, 2017, p. 85) señala que la evaluación desde el enfoque formativo requiere:

  1. a) Que el docente planifique actividades para que los alumnos estudien y aprendan.
  2. b) Que los alumnos se den cuenta de lo que han aprendido y de lo que están por aprender.
  3. c) Que se tomen en cuenta los procesos de aprendizaje, no sólo los resultados.
  4. d) Que se consideren las necesidades específicas de los alumnos y de los contextos en los que se desarrollan.
  5. e) Que la información sobre el desempeño de los alumnos se obtenga a lo largo de todo el proceso de enseñanza y de una variedad de fuentes, no sólo de pruebas.
  6. f) Que se fortalezca la colaboración entre docentes, alumnos, padres de familia o tutores.
  7. g) Que se actúe oportunamente para evitar el rezago o la deserción escolar.

También la SEP señala que ,(2017, p. 89)

“En un ambiente de aprendizaje, la evaluación es un proceso que tiene como objetivo mejorar el desempeño de los estudiantes e identificar sus áreas de oportunidad. Además, es un factor que impulsa la transformación de la práctica pedagógica y el seguimiento de los aprendizajes. Se comprende que los errores son parte de cualquier proceso de construcción de conocimiento, y que éstos deben concebirse y usarse como fuente de mejora constante. La evaluación se sustenta en diversas metodologías y debe consolidarse como un proceso que contribuya al aprendizaje mediante la retroalimentación. Además, el docente puede orientar mejor a los estudiantes al hacer explícitas las actividades y los criterios del desempeño que espera, y al dar una retroalimentación objetiva, positiva y constructiva para que todos puedan entender sus éxitos y fracasos.”

Algunas de las cuestiones a rescatar de esta propuesta es que no se busca medir el rendimiento memorístico y que en este intervienen tres variables, las situaciones didácticas, las actividades de los estudiantes y los contenidos. además esta se proyecta a partir de la planeación tomando en cuenta el contexto revisando lo que se debe aprender y si esto se logra, esto el docente lo reconocerá con su propuesta evaluativa en esta planeación.

El elaborar secuencias didácticas, serán los elementos que darán como proceso integral un carácter exclusivamente conclusivo y sumativo y por medio de la organización interna del grupo y de cómo planteará este proceso, será que el profesor organice y estructura el interés de los aprendizajes a lograr y como orientar la resolución de problemas con distintos niveles de complejidad y con la observación de los objetivos a lograr la evaluación adquirirá un significado al brindar elementos de autorregulación y mejora de los aprendizajes adquiridos.

El hincapié en considerar a la evaluación como parte fundamental del proceso de aprendizaje se hace porque, a pesar de que es un enfoque propuesto desde hace más de dos décadas, los docentes dedican poco tiempo a la evaluación del aprendizaje en la planificación de la enseñanza; es decir, no la consideran parte medular del proceso en sus tres momentos (diagnóstica, formativa y final), ni en sus modalidades (autoevaluación, coevaluación y heterevaluación), con propósitos bien definidos. Es frecuente que en la práctica docente la evaluación se limite al proceso de medición para asignar calificaciones y acreditar.

Para que debe servir la evaluación

Al ser un insumo que favorecerá el aprendizaje de los estudiantes, tendremos que hacer hincapié en resolver las dificultades y el reconocimiento de los logros obtenidos, esto nos dará los elementos de análisis que se realizarán en colectivo docente, tomando en cuenta que esta debe tener un carácter pedagógico y otro social, cuando apareció el libro “Diez en la vida, cero en la escuela” de Carraher y Schliemann (1991).

Yo estaba cursando la maestría, y se habría un gran interrogante sobre el hacer docente, cuestión que preocupaba a todo el grupo y se generaron una serie de reflexiones de donde surgieron artículos como “Yo explico pero ¿ellos entienden?”, se reflexionaba también sobre la importancia de los contenidos dictados desde atrás de un escritorio, “quien determinaba lo que deben aprender los alumnos” la elaboración de los planes de estudio desde atrás de un escritorio y en los que se tiene vetada la participación de los agentes involucrados.

Ya desde entonces y mucho antes se tenía la obsesión por lo que actualmente se les llama “aprendizajes esperados” ¿esperados, por quién? ¿determinados, por quienes? pero con las nuevas condiciones educativas en las que la tecnología o la llamada cuarta revolución industrial Pizarro, et al. (2015) están permeando en la sociedad y la escuela se está quedando a la saga, tenemos maestros del siglo xix, escuelas del siglo xx y alumnos del siglo xxi, o sea un proceso totalmente desarticulado en el que no se ha construido el esquema necesario para promover las pequeñas mejoras que aterrizarán en una verdadera transformación.

Ante este panorama se generan una serie de inquietudes compartidas en distintos espacios y tal parece que la evaluación se ha convertido en una obsesión por los resultados, pero si esta no va acompañada por una propuesta, parece que pierde el sentido, si no se tiene claridad sobre lo que se evaluará y no hay voluntad de que esta sirva para hacer una radiografía de la realidad y con ella, todos los integrantes se comprometan a participar de manera desinteresada en los acuerdos y procesos discutidos y construidos de manera colaborativa, habrá muy pocas posibilidades de que la evaluación cumpla con su propósito principal, la tan manoseada transformación y que todo ha quedado en el simple “cambiar para que todo siga igual”

La evaluación constructivista

El constructivismo, término acuñado a partir de dos teoría totalmente opuestas la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget y la sociocultural de Vigotsky, pero ambos ofrecen una buena propuesta teórica para maximizar el proceso de aprendizaje de los niños y los adolecentes, aunque Vigotsky es quien tiene el crédito mayor de este paradigma, pues es quien habla y le da mas importancia al papel que juega el medio y la cultura, además de colocar al niño como un sujeto activo en la construcción de su propio conocimiento, poniendo énfasis en lo social como mediador en la transformación de la realidad y la educación.

Piaget, hace una propuesta que coloca al niño como un ente individual que entra en conflicto entre lo que el niño sabe y lo nuevo, buscando un equilibrio entre ambos, tratando al desarrollo cognitivo como etapas universales y señalando la potencialidad del desarrollo cognitivo  en dependencia con la etapa en que se encuentra, en cambio Vygotsky premia la calidad de la interacción y la zona de Desarrollo próximo del niño.

Este enfoque orienta la evaluación, privilegiando el papel del alumno como creador de significados y de como evoluciona de manera progresiva el conocimiento, dando a esta un carácter formativo, por lo tanto esta debe orientarse a que los procesos de aprendizaje sea de construir el conocimiento personal, se entiende como un esfuerzo que genere cambios en lo personal y que esto impacte, de ser posible en lo social, favoreciendo cadenas complejas de significados e interacciones entre los actores y que el sistema de significados se integre en lo cognitivo con vistas a dar respuesta a instrumentos estructurados para poder temar en cuenta los parámetros generales e individuales de los que aprenden.

A la evaluación tradicional solo le interesa la cantidad de conocimiento y los objetivos logrados, valorando los conocimientos recientes, dando mas importancia a la capacidad de respuestas lineales y cerradas, la memorización, en cambio el constructivismo se centra en el nivel de análisis, la capacidad de clasificar, comparar y sistematizar los conocimientos desarrollados durante toda la vida, pues le da importancia a los procesos construidos y no solo a lo inmediato.

Citando a Taba (1994), podremos decir que…

Es necesario evaluar no solo conocimientos, sino también habilidades y actitudes. Es necesario conocer las características de los procesos y no solo de los resultados. Por otra parte, la evaluación ha de abarcar además la tarea del profesor, el desarrollo de los programas, la efectividad de los recursos y la influencia de los contextos organizativos y ambientales. La actividad evaluadora ha de sobrepasar el estudio de lo manifiesto, para prolongarse hasta la identificación de las causas, solo de esta manera será posible tomar medidas que puedan contribuir al perfeccionamiento de la enseñanza

De esta manera la evaluación bajo este paradigma tiene la intención de dar a los estudiantes la oportunidad de aprender a aprender, aprender a desaprender para volver a aprender valorando de manera individual la capacidad, destrezas, habilidades y actitudes, de este modo la evaluación tiene carácter de verificación y reforzamiento de saberes. Se evalua la capacidad de aplicar lo aprendido, la capacidad de establecer una relación de lo aprendido con lo enseñado por el docente y por eso el dicente es capaz de construir algo nuevo sobre lo que ya sabía.

La evaluación para transformar

La evaluación debe tener un carácter formativo y de promoción de un aprendizaje efectivo y la serie de pruebas PISA no es garantía de caminar en este sentido, la experiencia nos ha demostrado que las pruebas no son garantía de ello y mas cuando estas son estandarizadas y lo mismo se evalúa a un niño con todas las condiciones de aprendizaje y otro que no las tiene.

Si la función de la evaluación es apoyar el aprendizaje de los niños esto debe ir a la par con el proceso de compromiso de los docentes y si además analizamos las políticas educativas y las practicas que se derivan de ella y si además se usa como elemento para mejorar las condiciones de aprendizaje efectivo en el aula y que esta no sea el único elemento a evaluar, se debe evaluar la función docente, los planes de trabajo, las prácticas educativas, los ambientes de aprendizaje

¿La evaluación puede ser un elemento que apoye el aumentar los estándares que se toman en cuenta al momento de elaborar los instrumentos? esta evaluación no contempla un proceso cualitativo, pues con el proceso de evaluar no aparece la propuesta que se desarrollara para aumentar estos estándares, cuando la crítica no va acompañada por una propuesta y esta contemple la participación colaborativa en esta construcción que solo contemplara líneas generales, pero que los involucrados tendrán que hacer un ejercicio de construcción de un proyecto de intervención que se construirá desde las problemáticas mas sentidas,

Para desarrollar esto, también es necesaria la presencia de alguien externo que tenga un compromiso real con la transformación de las prácticas educativas, y si logramos esto, entonces se podrá promover un cambio también en la manera de aprender, esto quiere decir que la triada que lograra esto será, el docente el dicente y el proyecto que se elaborará con la organización del equipo docente y con la orientación del asesor externo.

Vistas así las cosas el trabajar para desarrollar el aprendizaje y hacerlo mas significativo, es necesario también incidir en la necesidad de cambiar la práctica docente argumentando la necesidad de fomentar el proceso evaluativo para desarrollar un aprendizaje mas evidente y demostrativo de como el niño es el directamente beneficiado con esta propuesta.

Para que los maestros hagan cambios es sus prácticas, con un buen ambiente que propicie y le haga ver que si se trabaja en equipo académico se pueden enriquecer las iniciativas individuales. pero debemos tomar en cuenta que el interés esta puesto en como hacer juicios y como se construyen a partir de las evidencias obtenidas en la evaluación realizada desde el aula.

Consideraciones finales

Si tenemos que hacer un esfuerzo extra con respecto a la cuantificación y la cualificación de la evaluación, todo en vista de mejorar el rendimiento escolar de los actores que en ella participan, se tiene que construir un marco que nos pueda aportar elementos reales de los alcances y logros cognitivos de nuestros dicentes.

El rendimiento y el aprendizaje no debes ser elementos únicos en esta evaluación, esta debe desarrollarse de manera holística que pueda comprobar el crecimiento racional y emocional de los implicados en el acto educativo, es por eso que este esfuerzo debe estar acompañado de las nuevas propuestas teóricas, metodológicas e instrumentales este es el reto y nosotros los docentes somos parte activa en este.

Tradicionalmente al alumno se le ha restringido en la participación en su evaluación, es tiempo de que tenga su espacio activo en esta y que pueda enterarse de los instrumentos tanto cuantitativos como cualitativos para determinar su aprovechamiento escolar, lo importante de este proceso es que se debe de tomar en cuenta la posibilidad de demostrar lo aprendido y la capacidad de este de hacer valer sus aprendizajes en la comprensión de la realidad.

Bibliografía:

Carrer, Terezinha, et. al. (2007). “En la vida diez, en la escuela cero” Siglo xxi editores, México, Buenos Aires, Madrid.

Flotts, Ma. Paulina, et. al. (2015). “Logros de aprendizaje, informe de resultados TERCE” OREALC/UNESCO, Santiago.

OCDE (2012) “PISA Estudiantes de bajo rendimiento, por que se quedan atrás y cpmp ayudarles a tener éxito” resultados principales

OCDE, (2012). “Los resultados de PISA 2012 en foco, programa para la evaluación internacional de alumnos”

SEP (2017) “Nuevo modelo educativo en México” Editorial MD.

Taba, H. (1994), “la evaluación de los resultados del currículo”. Troquel, Buenos Aires.

Triglia Adrian. et. al.  (2016). “Psicológicamente hablando: un recorrido por las maravillas de la mente”. Ed. Paidós. Barcelona.

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