La investigación, un nuevo paradigma de enseñanza: educar en la incertidumbre

España / 9 de septiembre de 2018 / Autor: Jesús Parra Montero / Fuente: Nueva Tribuna

Decía Cicerón con inteligencia pedagógica que “una cosa es saber y otra saber enseñar”. Si el profesorado quiere indicar a sus alumnos hacia dónde va la educación del futuro y formarles en ella, ante las dudas y su incertidumbre, gran parte del éxito estará en enseñarles a buscar y encontrar los datos necesarios para conseguirlo. El objetivo consiste en proporcionarles aquellas cuestiones y herramientas necesarias que les sitúen en la dirección correcta y descubrir con su ayuda la solución a los problemas planteados y la confianza de que serán capaces de alcanzarlo. En su educación, los jóvenes, tienen claras sus expectativas y aquellas habilidades que necesitan para obtener éxito en su futuro profesional y en su vida personal, pero hay que saber orientarlos.

Desde estas premisas es poco comprensible que en el gobierno de Pedro Sánchez se hayan separado dos ministerios cuyas finalidades son totalmente coincidentes: educación, ciencia, investigación y universidad, y que se hayan unido en un solo ministerio profesiones e intereses dispares como son cultura y deporte. Separar educación, ciencia, investigación y universidad es un despropósito, como es unir cultura y deporte. Con simpática ironía lo expresó Elvira Lindo en el programa “La Sexta noche” cuando confesó que Sánchez le había propuesto dirigir el Ministerio de Cultura y Deporte: “Con ‘cultura’ me atrevería, pero el ‘deporte’ ni me gusta ni veo que tenga nada que ver”. La pregunta es obvia: ¿cómo se ha podido separar la educación de la ciencia, la investigación y la universidad, que son realidades que se necesitan?; ¿a quién se le ha ocurrido tal disparate?

Se suele decir: innovar para educar y educar para innovar; es decir, diseñar una metodología didáctica e investigar para brindar a los alumnos formas creativas y atractivas de aprender. La clase magistral, que gira en torno al monólogo del profesor, está ya desfasada en todas las etapas educativas, desde la infantil hasta la universitaria. Está demostrado que el cerebro no aprende a base de discursos; la media de atención del ser humano no supera los 20 minutos; su atención se para, pero con las herramientas interactivas y la investigación creativa adecuada el reloj se puede reiniciar.

Los valores de la educación, alcanzables a través de o concretados en las enseñanzas, se encuentran relacionados con la promoción de actividades y procedimientos intrínsecamente significativos. Contenidos y procedimientos son, a su vez, fines y medios de la educación. Corresponde al educador establecer el mejor procedimiento para relacionarlos, de forma que juntos constituyan un modelo práctico de actuación dotado de coherencia propia.

El fin de la acción educativa se obtiene, como logro humano, en la misma acción que profesor y alumno realizan. Las finalidades de la educación no son simplemente el término o resultado de la actividad, sino principios de acción o logros que constituyen bienes internos para el sujeto, en tanto que persona, y que configuran hábitos de formación y aprendizaje, sin los cuales no sería posible establecer aprendizajes ulteriores. Las decisiones pedagógicas son en parte decisiones técnicas, pero sobre todo decisiones prácticas. Estas decisiones deben estar al servicio de los logros educativos, que lo son en la medida en que permiten al alumno a orientarse en la realidad en la que vive. El resultado pretende incrementar su aprendizaje; es decir, “aprende a aprender”.

La investigación apunta a un momento crucial en la educación, al cambiar el enfoque descendente del profesor sobre el alumno por una educación inicial centrada en la capacidad creativa e investigadora del alumno. Los centros educativos y el profesorado se enfrentan a nuevos e interesantes desafíos para ayudar al alumnado a desarrollar aquellas habilidades y competencias necesarias para navegar en una sociedad cada vez más compleja, impulsada por las nuevas tecnologías. Para logarlo, se requiere que los estudiantes sean participantes activos en su educación, con la ayuda y orientación del profesorado, con el fin de desarrollar en ellos habilidades tales como el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad en la resolución de los problemas ante diversas situaciones.

Estamos en medio de una transformación singular y necesaria en la educación. Este cambio es crítico e importante para nuestros centros educativos, el profesorado y los estudiantes, como también lo es para nuestras sociedades, incluso, para el planeta. ¿Se puede educar sin saber adónde va la sociedad en cuyo nombre y por la que se educa?; ¿cómo se pueden determinar las necesidades educativas de nuestros actuales alumnos cuyo mundo es tan abierto que ni siquiera acertamos a imaginarlo? Muchos profesores y alumnos, creativos e investigadores, se sienten cómodos imaginando futuros diversos. Ilusionar creativamente y empoderar a los estudiantes, para que tengan ese éxito al que aspiran, debería ser el mayor reto y una oportunidad imprescindible para los responsables de las administraciones educativas y para aquellos profesores que reconocen el talento de sus alumnos, aman responsablemente su trabajo e intentan hacer realidad sus sueños, desarrollando su potencial de investigación.

Educativamente la investigación facilita los cambios necesarios para pasar de un modelo educativo con aprendizajes pasivos y memorísticos a un enfoque creativo centrado en el alumno; ante la duda y la incertidumbre, la investigación enriquece las habilidades sociales y las competencias emocionales, refuerza las habilidades cognitivas, identificando las prioridades personalizadas entre el profesor y el alumno; da importancia a la imaginación y la creatividad y retroalimenta las habilidades sociales y emocionales, a la vez que potencia la resolución de problemas complejos y el pensamiento crítico. No en vano, la mayor parte de los profesionales en selección de personal advierten que en el futuro un alto porcentaje de los empleos requerirán de estas habilidades; de hecho, los estudiantes con visión de futuro no se contentan con ser receptores pasivos de la educación; intentan resolver problemas imaginativamente, ser creativos y tener opciones, opiniones e influencia sobre su propia educación: quieren aprender a ser resueltos y conducir su aprendizaje de forma activa viendo en las nuevas tecnologías una herramienta útil para dar sentido a su mundo y contribuir a conseguirlo.

La investigación educativa debe ser un trabajo en equipo, es decir, un grupo de compañeros relacionados a través de actividades educativas concretas propuestas por el profesor, cuya interacción influye en el rendimiento de los demás, enriquece su actividad y se ven a sí mismos como una sola unidad para la gestión integral de un proyecto concreto; para ello son indispensables los siguientes elementos: actividad interdependiente, visión de un objetivo común y que su interdependencia tenga un impacto en el resultado global del equipo, enriqueciendo la actividad propuesta, trabajando en resolver los problemas y ejercicios planteados, pidiendo ayuda y consejo al profesor para que intervenga cuando sea necesario; pero siempre, para proporcionarles las herramientas necesarias y, finalmente, como evaluador crítico del trabajo realizado por ellos.

En este proceso no se trata de eliminar al profesor, sino de fortalecer el proceso de aprendizaje del alumno, despejando sus incertidumbres y dudas a través de la investigación y la creatividad, mirando el mundo a través de una lente plural y global y ofreciendo al alumno propuestas y competencias interactivas y creativas que le permitan resolver problemas del mundo real. Decía Pablo Freire que “la investigación, la indagación, la búsqueda deben formar parte de la naturaleza de la práctica docente. Lo que se necesita es que el profesor, en su formación permanente, se perciba a sí mismo y asuma que, por ser profesor, es también investigador.”

Para los buenos educadores la investigación educativa deber ser constante. ¿Cómo?: involucrando a sus alumnos en experiencias ricas y significativas que los ayuden a ver y entender su mundo y ofreciéndoles la posibilidad y la capacidad de dirigir su propio aprendizaje. Que imaginen la respuesta en lugar de aprender de memoria la solución que les ha proporcionado el profesor; sin miedo al fracaso, porque sólo fracasa aquel que no lo intenta: ¡fracasar es no intentarlo! Cuando se es capaz de eliminar el miedo a los fracasos, el alumno se empodera de una herramienta increíble para su éxito futuro. Mediante la investigación, el aprendizaje por proyectos y resolución de retos se estimula la actividad de los alumnos y se arrinconan las clases magistrales.

Se trata de hacer que la educación se convierta en un factor de orientación, en una brújula, para navegar por un mar extraordinariamente abierto y sin caminos previamente trazados. Se trata de que la educación proporcione los puntos de referencia necesarios para poder asumir los riesgos que exige un nuevo modelo de progreso que ya no se apoya solamente en el crecimiento y en la abundancia. Se trata, en definitiva, de que la educación sea el acicate para desarrollar la capacidad de proponer y construir modelos alternativos de sociedad en un futuro y un mundo que se ofrecen abiertos, llenos de posibilidades, para imaginar e investigar cómo puedo hacer mejor las cosas de modo distinto al que a mí se me han presentado.

El reconocimiento de la existencia de la incertidumbre ha sido una de las grandes aportaciones a la hora de determinar los límites de las expectativas habituales de la ciencia; de ahí que referirse al principio de incertidumbre en la educación es sumamente pertinente para un adecuado tratamiento de la actividad educativa. Sostenía Hannah Arendt, en su obra “La condición humana”, que no podemos aspirar a ser tan diferentes que no podamos aceptar lo que otros hacen, ni tampoco tan semejantes que no podamos hacerlas de forma diferente. La bondad de nuestra opinión personal -decía- consiste en incorporar las visiones de otros que comparten nuestro mundo, que lo habitan y atraviesan de otros modos y que, de paso, ratifican la objetividad de aquello que observamos como algo que existe al margen de nuestras percepciones. Con otra expresión lo dijo Alexis Tocqueville, el jurista e historiador francés: “Las discrepancias no solo no son incompatibles con ‘los otros’, sino que son, además, su sustento y su aliciente. Quien me lleva la contraria despierta mi atención, no mi enojo”.

Nadie duda, es más, se exige, que la investigación es un requisito indispensable para el alumno y el docente universitarios; ¿por qué, entonces, la investigación está tan desligada del papel del profesor y alumno de la educación en las etapas no universitarias? Cada vez es más necesario aprender a vivir sin certezas. La investigación, en términos generales, supone dar respuesta a las preguntas que nos surgen ante la admiración que nos produce la realidad. Aristóteles, en su Metafísica, argumentaba que lo que descubre uno solo por su cuenta es parcial, pero lo que se reúne entre varios es ya de apreciable magnitud; de modo que “nadie yerra por completo” y ningún punto de vista es irrelevante. Cada planteamiento recoge una respuesta individual, pero aporta algo que sin llegar a serlo todo se suma al “todo”. Esta finitud explica la constante mutabilidad de las creencias y conocimientos humanos. La ciencia es temporal, sujeta a los medios y circunstancias del que “busca” y “va encontrando”. El error del profesor sería satisfacer al alumno solo con la parcela hallada; debe enseñarle que dicha parcela solo supone un logro parcial en la resolución y explicación de un hecho que resultaba problemático pero que nunca es definitiva: en eso consiste el avance de las ciencias y el conocimiento: investigar. Ni el profesor ni los alumnos se pueden conformar con “vender su propia mercancía (sus conocimientos)” sino estimularse en “adquirir una nueva”.

Uno de los rasgos centrales de una práctica inteligente lo constituye la capacidad de anticipación. O dicho con otros términos, la capacidad para salir airoso de situaciones imprevistas. En el caso de la práctica educativa, este punto es bien claro. Como sistema, la educación es un sistema muy complejo, y en cuanto tal, un sistema necesario. De ahí que los educadores, en su condición reflexiva, necesita ser iniciado y a su vez iniciar en un aprendizaje anticipatorio y en una preparación para lo impredecible. Educar es provocar el entusiasmo; es una actitud que sabe aunar el interés, la atención y el esfuerzo en el ejercicio del aprendizaje cuyo desarrollo implica la aplicación de determinadas estrategias cognitivas con el objeto de mejorar la habilidad de su ejecución.

En su trabajo sobre Michel de Montaigne: una crítica de la modernidad, el escritor Víctor Palacios, nos muestra a Montaigne, el filósofo francés, en su obra Ensayos, preñado de incertidumbres y con escepticismo derivado de la quiebra del sistema de valores y de conocimientos en su época. En sus Ensayos, intenta descubrir la interrelación entre la subjetividad y la comprensión del mundo a partir de “los otros”, pues ambos mundos se complementan. Definió su trabajo como un “pensar sin certezas”. Sus Ensayos contienen el germen de un cierto escepticismo, consciente de que la incertidumbre nunca podrá ser despejada, pero sin dejar nunca de intentarlo (he señalado más arriba que sólo fracasa el que no lo intenta). Sostenía Montaigne que no se debe rendir pleitesía al propio juicio, pero tampoco desestimarlo tajantemente. Es decir, el profesor debe enseñar al alumno que, cuando investiga, no agota las posibilidades que tiene, pero nadie más vivirá y experimentará lo que él ha vivido y experimentado durante el tiempo dedicado a la búsqueda. Esa es su gran y personal recompensa: la satisfacción por lo parcialmente encontrado. Con inteligente, restringida y algo escéptica mirada, precavido ante sus incertidumbres, decía Montaigne: “Cuando juego con mi gata, quién sabe si es ella la que pasa el tiempo conmigo más que yo con ella”. Aunque más que escepticismo o relativismo, lo que quiso decir, anticipándose a Ortega, es “perspectivismo”, porque el mundo es poliédrico, ninguna posición lo abarca entero. O como intuía Todorov, toda opinión empieza necesariamente alentada por una expectativa de verdad. Su escepticismo no era una embestida contra la confianza en la verdad, sino que, como diría Machado, la verdad sólo se encuentra si se busca con los demás. Pensar que uno solo posee toda la sabiduría, resulta no solo un despropósito, sino una fatua pretensión. Es imposible, pues, que una sola visión pueda resolver todas las incógnitas que al hombre le suscita contemplar la plural realidad del “inabarcable cosmos”. No en vano para explicarlo, la historia de la filosofía ha explosionado en innumerables sistemas.

De siempre, y más en los actuales tiempos expansivos que vivimos, la realidad viene cargada de más preguntas que respuestas. Escribía Juan Cruz en El País que, en Quito, el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum se encontró con una maravillosa inscripción, mezcla de sarcasmo y melancolía, que Mario Benedetti convirtió en una especie de tuit que recorre el mundo como reflejo de la perplejidad e incertidumbre que experimenta el alma: “Cuando creíamos que sabíamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas”. Se diseñan programas para estudiantes que están iniciando su vida y van a permanecer dieciséis años en la educación formal, cuando es casi imposible saber lo que va a ocurrir cuando se incorporen al mundo del trabajo en un mundo incierto. La enorme contradicción es que les hacemos creer que, con lo que les estamos enseñando, van a tener resuelto su futuro, mientras que lo importante sería ayudarles a construirlo. También en la educación, las ciencias y el conocimiento se replantean sus paradigmas y las teorías se tambalean ante nuevas hipótesis. Es el tiempo de la imaginación. Es decir, es tiempo de abordar el conocimiento desde sus diferentes ópticas, desde las más formales hasta las más imaginativas.

En 1999 la UNESCO solicitó a Edgar Morin, sociólogo e investigador francés que expresara sus ideas en torno a la educación de cara al futuro. Era un proyecto de compromiso con las últimas propuestas de desarrollo sostenible y situado dentro del marco del Pensamiento complejo. Morin quiso contar con sus contemporáneos y convocó a decenas de pensadores de todo el mundo para que el proyecto fuese verdaderamente global y multidisciplinar. ¿Qué tendría que cambiar en nuestra forma de aprender y de educar para que nuestro sistema educativo deje de ser anacrónico y esté en armonía con los espacios y los tiempos en los que los alumnos van a vivir su futuro?, se preguntaba. El resultado de dicho trabajo lo recogió en un extraordinario texto conocido como “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, editado en España por Santillana. El capítulo V trata de saber “Enfrentar las incertidumbres”, pues la incertidumbre es parte de la vida y debemos aprender que el conocimiento no es más que nuestra idea de la realidad: navegamos en un océano de incertidumbre a través del archipiélago de las certezas. Morín lo inicia con una frase de Eurípides: “Los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta”.

Finalizo con el mensaje de Eurípides, “el dios” que debe abrir puertas y ventanas a los alumnos para marcarles el incierto futuro que van a vivir son: un renovado sistema educativo y un profesorado que les sepa educar en la investigación y en la incertidumbre.

Fuente del Artículo:

https://www.nuevatribuna.es/opinion/jesus-parra-montero/investigacion-nuevo-paradigma-ensenanza-educar-incertidumbre/20180904173143155371.html

ove/mahv

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En situación de pobreza, la educación pública ni es equitativa ni puede ser de calidad

España / 11 de febrero de 2018 / Autor: Jesús Parra Montero / Fuente: Nueva Tribuna

“Pese a ser la española una de las economías de la UE con mayor crecimiento, los incrementos de renta se están distribuyendo injustamente;

se concentran en manos de una minoría”

“¿Realidad o ficción?” Informe de Oxfam Intermón

«No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana».

UNICEF: Convención sobre los derechos del niño

“La pobreza es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos”.

Monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en 1980.

Al hablar de educación, cuántas veces hemos escuchado a todos los políticos: “Queremos una educación universal, equitativa y de calidad” Confunden los deseos con la realidad. Como dice el título de este artículo, cuando se vive en pobreza, la educación ni es equitativa ni puede ser de calidad. En su último informe Oxfam Intermón afirma que, si se continúan aplicando las mismas políticas en 2022 que se están aplicando hasta ahora, el 40% de la población española estará en riesgo de exclusión social. Hoy, casi 13 millones de personas en España se encuentran en riesgo de pobreza o de exclusión social. La cifra exacta en nuestro territorio nacional es de 12.989.405 personas: el 27,9% de la población (¡¡¡cuatro puntos y medio por encima de la media europea!!!).

Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español, califica de “invisibles” a los que se encuentran en esta situación. ¿Por qué les llama invisibles?: porque dentro de nuestros hipócritas estereotipos vinculamos la pobreza con el perfil de un mendicante que “pide en la puerta de la iglesia” y no con el perfil de la realidad; en esta invisibilidad es necesario marcar una línea entre pobreza y miseria; caemos en el engaño de ver con claridad sólo la miseria, pero no percibimos la pobreza. Estamos tan ciegos, o permitimos que nos engañen, o nosotros mismos nos engañamos, que son pocos los ciudadanos que ponen caras (a hombres, mujeres, niños o niñas…) detrás de estos números. Los que abundan en la riqueza, ni siquiera piensan que existen: ni pisan ni pasan por los mismos sitios; viven en otro mundo; es ese frívolo mundo que llamamos “de los ricos”. La calle oculta a las víctimas de la pobreza y de la exclusión social que se ceba en la población más joven e infantil: “uno de cada tres niños está en esta situación”. De hecho, los alumnos más desfavorecidos de familias pobres tienen un riesgo hasta 11 veces mayor de repetir curso y o de abandono escolar.

A la difícil posibilidad de que un alumno pobre pueda alcanzar resultados positivos por encima de las expectativas predecibles por su estatus económico, la OCDE en 2015 le puso nombre: resiliencia; en psicología es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas o nada favorables. Pau Marí-Klose, profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza, en un estudio sobre la resiliencia, sostiene que “desde muy temprano, en entornos desfavorecidos, se advierten diferencias académicas en la escuela. Tienen más posibilidades de terminar haciendo itinerarios académicos con menos proyección social que el resto”. La resiliencia no se debe tanto al talento y capacidad de los alumnos sino a entornos sociales desfavorecidos y de pobreza. Los estudiantes sin recursos se enfrentan a 2,9 más opciones de sacar peores resultados académicos que los más privilegiados socioeconómicamente.

No obstante, y esto es esperanzador, hay un porcentaje variable de alumnos que puede sobreponerse y superar estas pesimistas estadísticas”: ¿Cómo?:

  • cuando padres y profesores son capaces de inyectar confianza e ilusión en las posibilidades de sus hijos o alumnos;
  • cuando los padres se implican en su educación, fomentan la comunicación y exigencia y crean un entorno afectivo favorable;
  • cuando los centros educativos cuentan con un profesorado entusiasta, estimulado y estimulante, inculcando en sus alumnos una forma de ver el mundo en positivo y son capaces de corregir en sus alumnos trayectorias de desafección por el esfuerzo y el trabajo, posibilidades éstas que aparecen muy temprano.

La desigualdad, la pobreza y la exclusión social están íntimamente ligadas en España al empleo y a la educación. El aumento del paro y del abandono escolar han hecho crecer la brecha entre ricos y pobres. Es importante destacar que, a tal fin, y con cierto éxito, el gobierno socialista en 2004 puso en marcha el Plan PROA (Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo); era un proyecto de cooperación entre el Ministerio de Educación y las Comunidades Autónomas; pretendía abordar las necesidades asociadas al entorno sociocultural del alumnado mediante un conjunto de programas de apoyo a centros educativos con el fin de respaldar y ayudar a los alumnos más excluidos; a pesar del éxito el inepto y soberbio ministro popular José Ignacio Wert dejó de financiarlo en 2013.

En este sentido, no es banal recordar que no damos importancia y nos pasa desapercibida la abundancia de medios, calidad de materiales y cuidado diseño cuando se construyen edificios, dependencias o despachos oficiales para los altos cargos de los gobiernos, nacional, autonómico o municipal; como ejemplos claros de dispendio y ostentación política que no percibe ni la miseria ni la pobreza de la sociedad, tenemos como modelos censurables las remodelaciones faraónicas que Gallardón hizo en Cibeles como sede para su despacho de alcalde o en la Real Casa de Correos de Puerta del Sol como Presidencia de la Comunidad de Madrid para su despacho cuando fue presidente, o un tal “Fabra” que construyó un aeropuerto para su nieto, sin aviones ni pasajeros; y mientras se constata la cantidad de centros públicos de educación envejecidos o en barracones destartalados, sin las condiciones mínimas de calidad en su construcción, materiales, medios didácticos o condiciones higiénicas saludables.

La recuperación económica en España y esa enfermiza y precaria creación de puestos de trabajo, que tanto “cacarean y se pavonean Rajoy y esa cohorte de palmeros populares con fanfarria y castañuelas”, ha favorecido cuatro veces más a los más ricos, según Oxfam Intermón: el 1% más rico de la población concentra 1 de cada 4 euros de la riqueza española. El 1% más rico obtuvo el 40% de la riqueza generada entre 2016 y 2017, mientras que el 50% más pobre apenas consiguió repartirse un 7% de este incremento. Las retribuciones más altas subieron un 15% durante ese período mientras que los salarios más bajos redujeron ese mismo porcentaje entre 2008 y 2016. Y lo que es más gráfico y sangrante a la vez: un empleado medio tiene que trabajar 29 años para cobrar lo mismo que un directivo en un año. Sólo en el último año, cuatro nuevos multimillonarios españoles entraron a formar parte de la lista de la revista Forbes, que ya incluye 25 multimillonarios españoles entre las mayores fortunas mundiales.

Y mientras Rajoy y el PP se enorgullecen de esa “disfrazada, engañosa y desigual recuperación económica”, según un informe de CC.OO. -que recoge Nueva Tribuna-, el gobierno popular “ha privatizado” 180.000 empleos públicos. Este trasvase de empleo público y el aumento de su precariedad han sido consecuencia directa de la prohibición por parte del ministro Montoro de contratar personal en las Administraciones Públicas. Según este informe,“la reforma laboral de 2012 y las políticas neoliberales del Gobierno del PP han provocado un trasvase de empleo del sector público al privado, que se ha visto acompañado de un trasvase de recursos públicos y de un deterioro de la calidad del empleo en este sector, con un aumento de la precariedad en 2,1 puntos”.

Y puesto que estas reflexiones hacen referencia fundamentalmente al sector educativo, en la educación pública, a la que suelen acudir los sectores económicos menos favorecidos y más tocados por la crisis y la reforma laboral del PP, hay 59.144 profesionales menos ocupados, mientras que en la educación privada el aumento ha sido de 71.009 profesionales más. Actualmente, frente a ese “mantra falaz y engañoso que repite el gobierno popular de que quieren una educación pública, universal, equitativa y de calidad”, en el sector de la educación pública las personas ocupadas representan el 61,4% y en el sector privado, el 38,6%.

Hasta RTVE, “vocero servil y oficial del gobierno popular”, en un alarde de inusual y contradictoria sinceridad, publicaba el lunes 22, como información previa a la apertura del Foro Económico Mundial en Davos que “la recuperación económica en España está en manos de una minoría», e insistía en que “el aumento de la desigualdad registrado en España nos convertía en el tercer país más desigual de toda la UE, sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria”.

No es, pues de extrañar que, desde su sólida y documentada experiencia en la lucha contra la pobreza, Oxfam Intermón alerte y recomiende a Rajoy y su gobierno, tan torpe, ciego, fatuo, engreído, ignorante, repetitivo, disléxico y displicente, como demostró ser en la entrevista que Carlos Alsina le hizo el día 24 en la emisora de Onda Cero, que frene esta situación y, saliendo de su torpe parálisis política, tome algunas medidas como, por ejemplo: invirtiendo en las personas, dando prioridad al estímulo económico, la creación de empleo y la ayuda oficial al desarrollo; invirtiendo en los servicios públicos: educación y atención sanitaria públicas, universales y de calidad para todas las personas; fortaleciendo la democracia institucional con mayor participación, mayor transparencia y mayor democracia en el ámbito laboral.

La población española es muy consciente de esas desigualdades, tal y como muestra una encuesta de Oxfam incluida en el informe sobre España: un 73% está de acuerdo en qué la distancia entre ricos y pobres es demasiado grande, y un 68% considera que es imposible que los ingresos se incrementen cuando se trabaja con sueldos de miseria, por lo que el 67% de españoles aboga y exige al “parado y plasmático Rajoy” que, en lugar de “echarse alabanzas inmerecidas”, actúe contra la desigualdad y la pobreza de manera eficaz y urgente. Para más inri y desparpajo, “la bien pagá”, la diputada del PP, Celia Villalobos, ha tenido la desvergüenza de asegurar en Los Desayunos de TVE que “tenemos la obligación de decirles a los que hoy tienen 45 años: ¡cuidado, preocupaos del ahorro!… porque hay ya un número importante de pensionistas que está más tiempo en pasivo, es decir, cobrando la pensión que en activo, trabajando”. Y lo dice ella, la del “Candy Crush” que no ha dejado de vivir del erario público; por no hablar de la ministra Báñez, ministra de Empleo y Seguridad Social, que pasará a la historia como la artífice de la reforma laboral más agresiva y más lesiva para los trabajadores, que jamás ha cotizado en empresa alguna ni ha aprobado ninguna oposición para obtener un empleo público, según figura en los datos de la web del Ministerio. Una ministra que a los jubilados les escribe en carta oficial y orgullosa les repite un año más que “ellos, los del PP, han revalorizado las pensiones”. Ignora esta señora qué significa en castellano ese verbo transitivo “revalorizar”. Pues según la RAE significa: “hacer que aumente el valor de una moneda u otra cosa o devolver a cierta cosa o persona el valor o la estima que había perdido”. ¿Se puede, entonces llamar, a un 0,25% revalorización cuando en 2016 el IPC, oficialmente, creció 1,6% y en 2017 un 1,2%? ¡Hay tantas “bien pagás”, dentro del PP, amantes de la peineta, el lujo, las mansiones y los recortes…! Han saqueado la hucha de las pensiones y ahora recomiendan planes privados a trabajadores asalariados que no llegan a fin de mes.

Y puesto que hablamos de educación, pobreza y exclusión social, no quiero dejar de hacer alguna reflexión sobre los llamados “niños de la llave”; esos niños obligados a convertirse en adultos con apenas 10 u 11 años; niños que se quedan demasiado tiempo solos en casa mientras sus padres y madres (algunos o algunas monoparentales) trabajan porque ni siquiera con dos salarios les da para vivir dignamente. Menores “de la llave” que muchos llevan incluso colgada al cuello para evitar que se pierda; niños que cuando viene del colegio deben de cuidar de sus hermanos menores asumiendo tareas de responsabilidad.

La ONG “Educo” ha querido alertar del riesgo de desamparo y soledad que viven más de medio millón de niños de entre seis y 13 años, que tendrán que quedarse solos en casa muchas horas debido a las interminables jornadas de trabajo de sus padres. En esta precaria situación viven en España ocho de cada diez familias pobres, que no tienen quien pueda ocuparse de sus hijos mientras trabajan. Muchos, pero no todos, tienen en cambio la suerte de contar con la inestimable y no recompensada ayuda de los abuelos. Son niños de entre seis y 13 años que pasan las tardes solos en casa o el día entero cuando llega el verano; niños, que como sostiene “Educo”, desayunan, comen e incluso cenan solos. Que no tienen quienes les espere a la salida del colegio, ni quien se ocupe de ellos al llegar a casa. Y no porque sus padres no quieran sino porque la situación económica de la familia es tan precaria, que se ven obligados a trabajar en jornadas interminables para poder salir adelante, sin ningún tipo de ayuda económica, familiar o social.

En estas condiciones ¿pueden estos niños tener una educación equitativa y de calidad? Rotundamente NO; de ahí que “Educo” advierta de los peligros a los que se enfrentan estos niños al quedarse solos en casa sin ningún tipo de atención ni cuidado:

  • Pasan buena parte del tiempo frente a la televisión, expuestos a todo tipo de programación y publicidad sin filtros;
  • No pueden contar a nadie sus problemas o preocupaciones. Al no haber un adulto a su cargo, pierden la necesidad de comunicar algo importante para ellos en un momento dado; y esta situación se complica especialmente entre los 11 y los 12 años, coincidiendo con el paso a esa complica etapa de la ESO;
  • A lo problemas emocionales derivados del aislamiento y la soledad, se unen otros potenciales peligros como el alcohol y las drogas;
  • Uno de cada cinco adolescentes de 15 años, afirma la ONG, se convierte en “usuario extremo” de Internet, sin ningún tipo de filtro ni vigilancia adulta
  • Con el paso al instituto, dejan de comer en el comedor escolar y pasan a ser responsables de su propia alimentación, con el riesgo para su salud de no tener una alimentación adecuada.
  • A los “niños de la llave” de familias con bajos recursos, la soledad se acrecienta en verano, pues se da la particularidad de que la mayoría de los ingresos familiares proceden de trabajos de alta temporalidad de la época estival. Con los riesgos añadidos de que: a) las vacaciones escolares obligan a los menores a estar en casa todo el día mientras sus padres trabajan; b) Al no haber recursos económicos, las familias no pueden pagar campamentos de verano, excursiones o actividades lúdicas y la mayoría de ellos carece de vacaciones familiares; la pobreza no se lo permite.

Mientras no se fomenten políticas de conciliación, mientras no se ofrezcan más ayudas económicas y sociales a familias con bajos recursos, mientras aumente la desigualdad y la pobreza, la educación ni será equitativa ni de calidad, incluso, hasta es posible que no haya educación. Estaremos creando un mundo discriminatorio y excluyente donde no todos los niños y niñas puedan disfrutar de sus derechos y de una vida digna; y la cifra de “los niños de la llave” seguirá, tristemente, aumentando en nuestro país. Porque como decía al inicio en palabras de monseñor Oscar Romero, “la pobreza es como las serpientes: sólo muerde a los descalzos”. 

Fuente del Artículo:

http://www.nuevatribuna.es/opinion/jesus-parra-montero/situacion-pobreza-educacion-publica-ni-es-equitativa-ni-puede-ser-calidad/20180128112744147846.html

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