Por: Julian Stratenshulte.
La última entrega del Informe PISA ha vuelto a sacar los colores a España. En este caso, por la poca capacidad de nuestros docentes para trabajar en equipo, en comparación con los resultados obtenidos por otros países miembros de la OCDE.Y aunque pueda parecer una cuestión menor que no tiene por qué influir directamente en la formación de los alumnos, no hay que olvidar que los profesores son el eje en torno al cual giran los debates del pacto de Estado por la Educación que negocian los principales partidos políticos en el Congreso.
Es cierto que muchos profesores han de enfrentarse a incómodas situaciones en sus centros, debido, en primer lugar, a la pérdida de autoridad en las aulas, en las que resulta casi imposible imponer una mínima disciplina. El continuo cambio legislativo, además, aumenta su insatisfacción, ya que los criterios implementados, que interfieren en sus funciones, son más de naturaleza política que pedagógica. Finalmente, la actitud de muchos padres, cuestionando los métodos didácticos y culpando exclusivamente a los docentes de los malos resultados de sus hijos, contribuye a crear una imagen de desprestigio profesional que desincentiva una labor que tiene mucho de vocacional. Sin embargo, cada vez hay más consenso en la comunidad educativa en que la calidad del profesorado es un factor crítico que se encuentra en el origen de parte de las deficiencias y disfunciones del sistema y que determina necesariamente sus resultados. Urge, por tanto, que las negociaciones parlamentarias aborden sin prejuicios esta cuestión.
Tal y como algunos especialistas han apuntado, es necesario revisar la selección y la forma de acceso del profesorado. En este caso, la implantación de un MIR educativo permitiría, como ocurre en otras profesiones, formar durante años a los candidatos, previamente seleccionados mediante oposición.También están en cuestión los planes de estudios de los que aspiran a ser maestros y profesores, cuyos contenidos tendrían que actualizarse y ampliarse, para reforzar la formación del profesorado. Una formación, que no debería abandonarse a lo largo de la carrera profesional de los docentes.
Coincide también la comunidad educativa en que ha de incentivarse a los profesores y a los centros que mejores resultados obtengan. A pesar de las reticencias de los sindicatos, que no aceptan que una parte del sueldo del profesorado dependa de los objetivos, como ocurre en el sector privado, los docentes que mejor lo hacen deben cobrar más que los que no están interesados en progresar. Para ello, habría que recuperar las inspecciones por parte de la Administración como herramientas de control y vigilancia de la labor de los docentes en el aula. Por último, en la línea de lo que denuncia el Informe Pisa, es fundamental romper el aislamiento de los profesores y promover la colaboración entre ellos, dentro y fuera de los centros
Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2017/11/22/5a148673268e3e776c8b4592.html
Imagen: http://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/11/21/15112946816336.jpg