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Cuba – La Ciencia y la Empresa: Una dirección con doble sentido

La Ciencia y la Empresa: Una dirección con doble sentido

Luis A. Montero Cabrera

El artículo 32 de nuestra constitución expresa: “El Estado orienta, fomenta y promueve la educación, las ciencias y la cultura en todas sus manifestaciones.” Además, en su política educativa, científica y cultural se atiene a postulados entre los que se encuentra “f) la actividad creadora e investigativa en la ciencia es libre. Se estimula la investigación científica con un enfoque de desarrollo e innovación, priorizando la dirigida a solucionar los problemas que atañen al interés de la sociedad y al beneficio del pueblo;”.

Nuestra Ley Suprema establece así el derecho y deber de los cubanos a buscar el conocimiento verídico y comprobable sin otro límite que la verdad y a desarrollar nuestra creatividad innovadora en toda su potencialidad. Además, el estado asume la responsabilidad de promover aquéllas investigaciones e innovaciones que se dediquen al bien de todos.

Un artículo publicado en la revista TEMAS en 20121 se refería a que el discurso generalizado de entonces, desde las instancias de dirección política y económica, con frecuencia pedía a la ciencia que produjera resultados para resolver los problemas de la economía y, a menudo, hasta que los introdujera en la práctica social, en un esquema de ciclo cerrado. A simple vista, esta era una argumentación irrefutable para un país necesitado de desarrollo y un gobierno honestamente empeñado en ello. Sin embargo, contiene un presupuesto insalvable. Es más que evidente que los científicos por si solos no cuentan con herramienta alguna para determinar lo que es realmente necesario a la economía en cada caso de los muchos y muy diversos posibles. Tampoco suelen estar capacitados ni pueden movilizar medios para implantar los resultados en la mayor parte de los escenarios económicos y sociales, donde los que toman decisiones están guiados por otros cánones.

Afortunadamente, estos conceptos han evolucionado de forma radical y positiva hacia nuestros días. Hemos conocido el hecho bastante insólito en el escenario mundial de que el presidente de la República de Cuba defienda su doctorado en pleno ejercicio de sus funciones, en medio de una pandemia absorbente, y nada menos que tratando el problema de la innovación en la sociedad.

En un artículo clave2 que ha dado lugar a su tesis se expresa: “Es importante que todos comprendamos que el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación son decisivos para el avance exitoso de nuestro programa de desarrollo. La lucha por el desarrollo, la independencia y la soberanía, como siempre insistió nuestro Comandante Fidel Castro exige la creación y movilización de capacidades de CTI (ciencia, tecnología e innovación). Esta debería ser una convicción compartida por todos: pueblo, Gobierno, empresarios, científicos, profesores, maestros, campesinos.”

El corazón del trabajo apunta justamente a resolver algo que, aunque sea evidente, se había estado ocultando detrás de tradiciones inconvenientes, incapacidad de dirección, desidia, facilismo y burocratismo. La ciencia y la empresa que produce valor económico están unidas por un segmento horizontal, una sola dirección, pero con doble sentido. Es tan importante que la ciencia tenga en cuenta a la economía al abordar los objetos de investigación como que la empresa necesite y use a la ciencia para mantener la innovación y con ello la eficiencia, el progreso y la competitividad. Si el estado socialista necesita de ello, la promoción, estímulo y gestión debe ser igualmente dirigida a los creadores de saberes para que se enfoquen en lo importante y a los empresarios para que lo demanden y sean así cada vez más competitivos y eficientes. Una conexión íntima e intensa en esa dirección y en los dos sentidos es indispensable.

Los mecanismos que hacen exitosa a una empresa capitalista no son exclusivos de ese sistema social cuando se trata de la libertad y el bienestar de las personas. Lo exclusivo y rechazable del capitalismo es la explotación y robo del trabajo de los seres humanos, y todas las nefastas consecuencias de esta lamentable verdad. El capitalismo que se desarrolla con relativo éxito en los tiempos actuales usa la sabiduría para ser competitivo, pero con la finalidad última de enriquecer personas que se apropian del trabajo de los demás. Una política socialista consecuente debe usar los mecanismos sin etiquetas que sean necesarios, y sobre todo el tan humano conocimiento científico, para el progreso y usar entonces los recursos que se logren en bien de toda la sociedad. ¿No resulta obvio?

Notas:
1. Montero Cabrera, L. A., Visión de la ciencia y la tecnología: problemas actuales. TEMAS 2012, (69), 4-11.
2. Díaz-Canel Bermúdez, M., ¿Por qué necesitamos un sistema de gestión del Gobierno basado en ciencia e innovación? Anales de la Academia de Ciencias de Cuba 2021, 11 (1).

 

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/04/17/la-ciencia-y-la-empresa-una-direccion-con-doble-sentido/

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Los años dorados del siglo XX en la Universidad de La Habana

Por: Luis A. Montero Cabrera

La documentación corriente acerca de la vida universitaria en cualquier lugar del mundo suele abordar muchas facetas de esa componente indispensable de la vida humana de hoy. Los rendimientos y la reputación de los centros suelen dominar la información para los que conducen la actividad y también para los que se preparan para acceder a ella. Muchos de los más maduros sienten que reviviendo con recuerdos pueden de alguna forma replicar la felicidad, o las dulces desventuras, experimentadas en esos años de la vida. Los que gobiernan bien se preocupan por toda información que contribuya a la buena marcha de la educación superior como una pieza decisiva de la trama social moderna. Poco se conoce y está documentado, sin embargo, de intervenciones sistemáticas y efectivas de gobernantes en contacto directo con estudiantes y docentes en una universidad.

A partir de la Reforma Universitaria de 1962, documento abarcador y modernizador de un sistema de educación superior que mucho lo requería, se fueron cambiando estructuras y concepciones. La Universidad de La Habana resultante de ese proceso abarcaba la formación de todo joven que deseara y pudiera cursar estudios superiores en las provincias desde Matanzas hasta Pinar del Río, incluida la entonces Isla de Pinos. Comprendía todas las carreras, desde las médicas hasta las de enseñanza, pasando por las tecnologías, las ciencias básicas y las humanidades. Varios presidentes de la Federación Estudiantil Universitaria, secretarios generales de la Unión de Jóvenes Comunistas, rectores, vicerrectores y decanos conducían seria y paulatinamente los cambios que la reforma indicaba. Los estudiantes y profesores, todos muy nuevos y muchas veces indistintos, enfrentábamos el nuevo escenario con el entusiasmo del que confía en un futuro irremisiblemente maravilloso. Algunos éramos estudiantes de tercer año en la mañana y profesores conferencistas de otra carrera por la tarde. Un Ministro de Industrias como el Che, con alma de redentor y cultura multifacética le pedía a una decana, directamente por carta y también personalmente, que su Facultad se sumara a sus cometidos. Quería también aprender las matemáticas que su educación de médico no le había proporcionado.

Lo insólito comenzó a ocurrir en los años alrededor de 1965 y continuó prácticamente hasta iniciada la década de los 70. El primer ministro del país, que era Fidel, visitaba regularmente la Plaza Cadenas, corazón del campus central. Ocurría generalmente durante las horas de la activa noche de cursos para trabajadores, estudios en la Biblioteca Central, encuentros sentimentales y reuniones de las organizaciones que no se podían dar por el día porque las clases y su horario eran sagrados. Los que estábamos por esos entornos y súbitamente veíamos aparecer por la entrada de la calle J los tres Oldsmobile del año 1960 ya sabíamos que nos esperaban unas cuantas horas de diálogo activo, sobre temas publicables o no, y de la más variada índole. Desde la Revolución China, hasta los efectos de ciertas carnes para la salud, pasando por las formas de distribución de la tierra que habían seguido diversas revoluciones antes de la cubana.

En 1966 todos nos sorprendimos al conocer que había sido nombrado como rector un médico desconocido para muchos. Se trataba de José Millar Barruecos, con el apodo de “Chomi”. Un rector joven y con un apodo informal ya sonaba a “cosas de Fidel”. Se trataba de alguien que se había destacado en los primeros intentos de llevar la salud a los lugares donde vivían los olvidados de siempre en Cuba. Era un producto del llamado entonces “Servicio Médico Social Rural”. Nada más sabíamos de él.

Lo que si supimos después fue que esa medida significó la intervención decisiva de las ideas revolucionarias para realizar lo mejor de la Reforma de 1962 y bastante más. El estrecho y fresco contacto sistemático de Fidel con los estudiantes y profesores y ahora la frecuente, informal y efectiva comunicación entre el rector y el líder de la Revolución condujeron a años de cambios y fomento radicales.

Se crearon grupos multidisciplinarios con estudiantes y profesores de diversas áreas que se llamaron “polivalentes”, usando graciosamente un término químico para fomentar lo que hoy es una práctica modernísima de gestión en todas partes. De ellos salieron recomendaciones fundacionales de muchas iniciativas fidelistas de entonces. También se crearon “equipos económicos” con los de economía, contabilidad, y otras carreras que conviniera. Se fundaron centros de investigaciones, lo mismo de aplicaciones informáticas a las ciencias médicas que de ciencias marinas; se fundó un monumental jardín botánico; se cimentó la formación biológica, física, matemática, química. Se impartieron semestres completos de ciertas carreras en la Sierra Maestra, para conocer científicamente lo que ya se sabía empíricamente por los revolucionarios. También se diseñó y produjo en pequeñas series una computadora de las más modernas de entonces, acompañada de un inédito lenguaje de programación en español, que se llamó “LEAL”. Todos estos hechos y muchos más en tan poco tiempo y por parte de gente tan joven tienen pocos o ningún referente en este mundo, en cualquier época pasada o presente.

También, algunos de los problemas teóricos que más tarde conducirían a cataclismos de revoluciones anteriores fueron presentidos en un novedoso Departamento de Filosofía que tenía su propia revista, culta, joven, revolucionaria, esencialmente admiradora de las esencias de Marx y Lenin. Los que estudiamos entonces los cursos obligatorios de ideas filosóficas en cualquier carrera solo vimos en las librerías a los manuales que habían digerido otros de los fundadores, a imagen y semejanza de un proceso deformador de las raíces. Nuestros textos, por el contrario, eran los documentos originales de los autores de la teoría revolucionaria. Y eso era una indicación de Fidel.

Para los testigos y modestos protagonistas de aquellos tiempos en la Universidad de La Habana, la que entonces “solo” tenía 240 años, esos fueron sus “años dorados” del siglo XX. Entonces estaba entera, con todas las disciplinas que hacen a una universidad y éramos estudiantes o jóvenes graduados dedicados a las ciencias, o a las tecnologías, o a las humanidades. Un joven, culto, audaz, visionario y admirado líder revolucionario usaba parte de sus noches de trabajo conversando con los estudiantes y profesores que habitaban entonces la Acrópolis de La Habana, aceptando la invitación del Alma Mater para escalar por la colina hasta ella y poder participar en la conversación con Fidel.

En estos tiempos que la madre cumple 290 años, los simples y hermosos vínculos que se establecían entonces entre los jóvenes creativos y los líderes pueden reeditarse mirando hacia los tres siglos. Eso sí, en esos nuevos vínculos no cabrían ataduras formales, ni lenguajes aburridos y ni estilos artificiales. Las mentes jóvenes y fisiológicamente revolucionarias siguen ahí, en la misma plaza, y con nuevos futuros que deberían estar en Cuba y también cargados de ilusiones tan o más cautivadoras que aquéllas de los años dorados.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/01/20/los-anos-dorados-del-siglo-xx-en-la-universidad-de-la-habana/#.WmYel7zia00

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Inteligencia natural y artificial

Por: Luis A. Montero Cabrera

El pensamiento humano está esencialmente relacionado con el procesamiento de información en la infraestructura de un dispositivo biológico de cómputo: nuestro cerebro. Al igual que cualquier otro ser vivo y con diferentes escalas de complejidad, nuestros sentidos gestionan constantemente información que se intercambia con el universo que nos rodea: imágenes a través de los ojos, aromas por el olfato, ruidos desde el oído, expresiones informativas a través del código de los lenguajes, y muchas más. De alguna manera las células cerebrales y sus interconexiones se las ingenian para lo mismo almacenar que recuperar esos datos, con mayor o menor nivel de copias de seguridad y de capacidades de búsqueda y recuperación. Así conformamos nuestro tan humano pensamiento, conjuntamente con lo que le adicionamos que nos causa placer y también rechazo, ya sea fisiológico o asociado con la elaboración de la propia información adquirida y almacenada. Estos suelen ser los llamados “sentimientos”. La información que proviene del exterior de nuestro ser se convierte en conocimiento al incorporarse a nuestra conciencia,según se suele considerar.

El goce de la poesía más hermosa, del paisaje más impresionante y del placer más intenso, lo que nos caracteriza como especie y enorgullece nuestras individualidades, siempre tiene una base material que podemos llamar biofísicoquímica. Conocer como funcionamos y usar las capacidades que vamos inventando nos permite ser cada vez más plenos al utilizar nuevas potencialidades y fuentes de enriquecimiento espiritual. Ya ha ocurrido muchas veces en la historia: cuando aprendimos a escribir, a imprimir y a hacer libros nos revolucionamos compartiendo saberes y placeres intelectuales que antes no estaban a nuestro alcance. Con la pintura, la fotografía, el cine, el radio, la televisión multiplicamos la capacidad cultural audiovisual. Cuando creamos la Internet podemos lograr que la sabiduría sea universal, ubicua.

Si andamos por un sendero y tropezamos con una piedra en medio del camino inmediatamente conocemos o aprendemos que existe este obstáculo. Al volver a andar ese sendero y en ausencia de otra información debemos recordar que la piedra existe, porque tenemos el dato almacenado y recuperable en nuestra memoria, y evitaríamos tropezar de nuevo con ella. Esto se ha denominado como una respuesta “lógica”. Es una acción que se subordina a un hecho conocido. Sin embargo, se dice con razón que somos los humanos los únicos que podemos tropezar con ella de nuevo. Es porque somos inteligentes. Resulta que casi siempre disponemos de más información que podemos relacionar con la existencia de la piedra. Por ejemplo, podemos confiar en que los encargados del mantenimiento del sendero la hayan removido antes de nosotros repetir la experiencia. Como nuestra lógica es más compleja, que es como poder correlacionar más informaciones, es posible que de nuevo tropecemos, si es que no ha ocurrido la esperada limpieza. De cualquier forma, siempre transitaríamos con más cuidado.

Se dice que la inteligencia consiste en la capacidad de percibir información y retenerla en forma de conocimientos para aplicarlos en comportamientos adaptativos a un contexto dado. Esto comprende todo lo que de ello se deriva, incluyendo a nuestros tan distintivos sentimientos.

Un sistema que puede responder de acuerdo con informaciones previas aprendidas o almacenadas de alguna forma se dice que es “inteligente”. Era exclusiva de sistemas nerviosos evolucionados desde que apareció la vida sobre la tierra hasta no hace tanto tiempo. Sin embargo, el desarrollo de nuestro propio saber la ha convertido en una pieza maestra para el funcionamiento de sistemas artificiales como las computadoras y los teléfonos móviles actuales. Se realiza a través de simples circuitos electrónicos que permiten la trasmisión o no de corriente en dependencia de alguna información previamente almacenada y disponible. Con solo uno de estos circuitos el sistema electrónico evitaría tropezar con la piedra del camino que aprendió que existía. Es una lógica elemental, idéntica a la de un humano inexperto. Pero la electrónica actual también puede poner a funcionar simultáneamente millones de ellos, tantos o más que como lo hace nuestro cerebro. Por lo tanto, si esos circuitos lógicos artificiales disponen de más información (como la de que alguien debió removerla para limpiar el camino) pueden operar tan “inteligentemente” como nosotros y tropezar de nuevo, deduciendo que alguien debió removerla antes.

La llamada inteligencia artificial es todo un campo de las ciencias de la computación desde hace decenios. Se ha hecho buena ciencia y mucho ha avanzado la eficiencia de los sistemas de cómputo artificiales desde que se consolidó como campo de investigación.

Por otra parte, la eclosión de la ciencia, sobre todo después de la segunda guerra mundial, ha desarrollado instrumentos que permiten acumular infinidad de datos acerca de todo el universo que nos rodea, incluyendo nuestras sociedades humanas. A esas grandes acumulaciones de información se las conoce como “big data” (grandes informaciones). Están literalmente estallando por lo cuantioso en la biología, la astronomía, y también en las ciencias sociales, como la economía y la comunicación. La inteligencia artificial es hoy indispensable para hacer utilizable la big data, los torrentes de informaciones que se generan. Es preciso hacer una verdadera minería para identificar aquellas que nos interesan y se pueden correlacionar para sacar conclusiones de utilidad.

Esto está transformando nuestra vida, a veces sin darnos cuenta. Hoy existen ciudades que poseen un servicio de taxis sin conductor. Y que tienen menos accidentes que los carros conducidos por humanos. Muchos procesos de fabricación y hasta de operar una simple llamada telefónica se hacen con robots que no tienen que tener apariencia humana. Nuestra anatomía viva fue seleccionada naturalmente para existir y desarrollarnos como especie en un determinado ambiente, pero un robot no tiene que ser igual.Si su misión en una fábrica es, por ejemplo, la de controlar la precisión y disciplina de los operarios este “supervisor” se diseña, construye y se le programa su inteligencia solo para ello. Seguramente que no tendrá brazos, ni piernas, porque no le hacen falta. Basta con un sistema de cámaras que abarque todo lo que le interese en la fábrica.

Un país como el nuestro, donde la mano de obra es cada vez más escasa y envejecida, está obligado a desarrollar dispositivos, programas, equipos, con inteligencia artificial. La capacidad humana la tenemos con graduaciones masivas anuales de ingenieros y científicos de computación, y matemáticos y muchos otros especialistas. Esa es una inversión de miles de millones de pesos que ya se ha hecho a los largo de décadas de Revolución y que no podemos desperdiciar. La cultura de gestión y el uso de medios informáticos en la vida cotidiana sí que debemos adquirirla, y esta es una de las temáticas que debería estar presente en cualquier acción de educación de decisores, de líderes. Recordemos que deseamos una sociedad socialista, exclusivamente en bien del ser humano.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/08/31/inteligencia-natural-y-artificial/#.Wail3_Pyi00

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La Ciencia, la Política, el Talento…y Fidel

Por: Luis A. Montero Cabrera

La ciencia es la forma de crear saber para que homo sapiens sea y viva cada vez mejor. También representa la única posibilidad de supervivencia de nuestra especie.Como buenos integrantes del sistema vivo en nuestro planeta, desde que apareció nuestra especie como entidad genética identificable estamos depredando nuestro entorno, muchas veces sin haber sabido que lo hacíamos. Hemos buscado siempre lo que cualquier otra: supervivir como individuos y como especie. La capacidad extraordinaria que se nos seleccionó de poder asimilar e intercambiar información nos hizo también perseguir la forma de hacerlo lo mejor y más placenteramente posible. Y cada vez lo logramos más eficientemente. Gracias a la ciencia ya hemos aprendido también hasta donde podemos llegar en estos propósitos y hasta dónde podemos seguir usando los recursos naturales sin agotarlos ni convertir nuestro entorno en inhabitable. La ciencia nos permitió, por ejemplo, darnos cuenta de que los llamados gases de efecto invernadero, que hoy liberamos en la atmósfera a velocidades nunca antes vistas en la naturaleza, cambian su capacidad calórica y con ella el clima. Y también la ciencia nos dice cómo podemos resolver el problema con afectaciones solubles a nuestros propósitos de bienestar, supervivencia y reproducción.

La política, la forma en que se gobierna una comunidad humana, nos permite que la ciencia cumpla su cometido. Si todo el conocimiento y tecnología acumuladas no encuentran un ambiente político y económico que les permita realizarse, de nada vale crear y tener mucho conocimiento.Es como si se tuvieran todas las partituras de música posibles y no se dispusiera de instrumento alguno para ejecutarlas. Los creadores de conocimiento, los científicos, los tecnólogos, sus alumnos, están a merced de las facilidades que da la política y las reglas económicas para que pueda convertirse ese saber en bienestar. El éxito no depende ni de los científicos, ni de los tecnólogos, ni de los innovadores, ni de los empresarios, ni de los economistas, ni de los políticos; de ninguno por separado. Depende de la sistémica más o menos exitosa que todos construyan conjuntamente y de un entorno favorable para ello. Ese entorno tiene un componente cultural importantísimo para que logre esa compleja sinergia de tantas profesiones y actividades.

Fidel y el Che eran ante todo políticos. La ciencia, como profesión y dedicación principal no era su centro de atención. Sin embargo, desarrollaron la política desde una forma de pensar principalmente científica y su cultura les permitió apreciar lo importante que es el saber para que podamos sobrevivir y hacerlo mejor cada día. La obra fundadora de la Revolución Cubana en este campo será antológica para el futuro.Sería interesante desentrañar sobre todo el origen de la clarividencia de Fidel en este campo. El Che venía de una educación rioplatense donde mucho de la mejor cultura científica creadora europea había tenido un nicho de desarrollo. No era el caso de Fidel, que había surgido de un entorno esperablemente conservador, desde una burguesía agraria solvente y cuya herencia cultural estaba más cercana a Torquemada y Millán Astray que a Diderot y Newton. Solo una persona tan extraordinaria pudo dar un salto tan dramático en su proyección política. Sería de estudiar la influencia positiva que tuvo para eso su educación en las escuelas De La Salle y de la Compañía de Jesús, en Santiago y en La Habana. Eran instituciones religiosas europeas con tradiciones científicas en estas tierras americanas. Alain y León, de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, De La Salle, elaboraron una de las versiones de la Flora de Cuba más importantes de la historia en el propio siglo XX. Los estudios de los ciclones tropicales tienen en el padre jesuita Benito Viñes un referente inevitable desde sus estudios pioneros en el siglo XIX. Eran escuelas de educación media y superior donde se apreciaba el conocimiento y se hacía ciencia.

La creación de las escuelas vocacionales por Fidel, tratando de fomentar ambientes especiales para potenciar talentos especiales, fue una política audaz. La sociedad cubana recoge sus frutos todos los días en el trabajo de los que se educaron en ellas y pudieron realizar de la forma más eficiente sus inclinaciones y talentos personales. Pudieran ser muchos más si hubiéramos podido retener muchos de esos talentos que no ya no trabajan directamente para la Patria que los formó. Un tributo efectivo a la memoria de Fidel sería que estas escuelas se fortalezcan al máximo para que nuestras futuras generaciones puedan hacer un uso privilegiado del talento nacional de forma todavía más efectiva y que nuestra organización económica favorezca que tales talentos se entreguen a Cuba. Igualmente, la creación de la universidad científica cubana, obra directa de la reforma de 1962 y de la acción diaria de Fidel, fue otra política audaz cuyos resultados son palpables en toda obra social actual donde interviene el carácter creador y sabiamente emprendedor de nuestros más de un millón de graduados. El cultivo de talentos y la universidad científica son monumentos vivos a la obra política de Fidel que es preciso preservar y engrandecer hacia el futuro, como un homenaje que él agradecería más que cualquier rendición de culto o acto de fe.

Lo cierto es que gracias a Fidel todavía podemos decir que existe uno de los componentes para que la sociedad cubana esté en cualquier momento entre las más avanzadas y ricas de este mundo. Tenemos un modesto pero aún importante sector de la sociedad que se dedica a la ciencia y a la tecnología desde las universidades, los hospitales y los centros de investigación que aún existen y producen saber. También persiste la cultura política que hace que estos principios puedan prevalecer.

Para que la ciencia avance y se haga efectiva en bien de la sociedad la política debe ser audaz y la economía capaz. La política científica guiada por políticos audaces que no tienen que ser científicos, pero si cultivadores irrestrictos del saber, acompañada de la ciencia, la tecnología y la innovación son claves de riqueza. Le corresponde a una organización económica adecuada la realización de esas condiciones. La nuestra actual, en espera de la implementación de los acuerdos del PCC y del gobierno, no favorece aún la potenciación debida de la política y de la ciencia. Tampoco favorece que podamos aprovechar al máximo la audacia y creatividad legadas por Fidel. En tiempos de recordación del líder es muy bueno hacerlo con acciones, cambiando lo que debe ser cambiado.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/12/03/la-ciencia-la-politica-el-talento-y-fidel/#.Wi6iadLia00

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Ciencias y creencias 2.0

Luis A. Montero Cabrera

La diferencia entre lo que se sigue y profesa voluntariamente, alentado por libres preferencias personales, que son las creencias, y la verdad comprobada y comprobable por todos, con evidencias inobjetables, que son las ciencias, ha sido comentada anteriormente.

No obstante, a pesar de que esta importante conceptualización nos ayuda tanto a enriquecer nuestro pensamiento estableciendo una nítida frontera lógica, el espacio entre el campo de las ciencias y el de las creencias es también muy rico.

Recientemente apareció en los medios una información acerca del hallazgo de indicios de un nuevo ancestro de nuestra especie ¡en la actual Bulgaria!, en plena Europa balcánica. Para muchos rompía el criterio más que probado de que procedemos del actual territorio africano. ¿Se trata este hallazgo de una verdad científica contrastada y reproducible por terceros independientes? En realidad, los autores no claman para sí otra cosa que la postulación de una hipótesis a partir del hallazgo de un molar fósil.

Esta pieza dentaria perteneció a un homínido similar al chimpancé actual hace más de siete millones de años. Corresponde primero a la prensa científica la divulgación como resultado interesante. Después interviene la prensa que busca la atención de las grandes masas, como debe ser cualquier prensa. Pero en ese proceso suele deformarse el contenido esencial y presentarse a una simple y atractiva hipótesis como si fuera una verdad científica. Por cierto, la Europa que fue escenario de la vida del monito que tenía ese molar era en esa época muy parecida a las actuales tierras africanas gracias a los vaivenes del clima planetario. Al final, nadie puede negar hoy que nuestra especie se originó en el continente africano y mucho más recientemente, hace “solo” alrededor de 250 000 años. Y esta es una verdad científica bastante establecida por muy diversas evidencias arqueológicas y moleculares. Podemos ver, sin embargo, que la frontera entre la verdad científica neutra y evidente para todos y el campo de las hipótesis y suposiciones, que son más parecidas a las creencias, es difuso y rico.

En el campo de la composición de los objetos materiales existe también espacio para la suposición que conduce a creencias, y a veces no se las sabe diferenciar de la verdad científica, neutral y contrastable. Los átomos y las moléculas existían mucho antes que el hombre y que se postulara a la llamada mecánica cuántica para entender el nanomundo, que es nuestro propio universo cuando podemos diferenciar objetos de dimensiones iguales a las millonésimas de metro. Como nuestros sentidos se seleccionaron naturalmente para aprender del mundo métrico, no tuvimos otra alternativa que intentar describir el nanométrico con los mismos esquemas conceptuales. Ahí tuvo un tropezón la llamada lógica newtoniana, la que es buena para describir manzanas desprendiéndose de un árbol. Los objetos detectables y que construyen directamente el nanomundo, los que habitan el pico y el femtomundo, como es el caso de los electrones, no se comportan como las manzanas, y mucho menos que como los planetas.

Lo cierto es que las manifestaciones de los electrones en el mundo que nos rodea es contradictoria para muchos, pues se trata de una partícula a la que se le puede atribuir una masa y una carga electrostática y también una frecuencia de oscilación de su campo electromagnético, como es el caso de la luz visible, aunque con valores mucho mayores. Además, así se comporta toda la materia en esas escalas nano, pico y hasta femtométricas. Lo que ocurre es que la masa, la carga y la frecuencia de oscilación electromagnética son magnitudes que inventamos para conocer el mundo métrico y su adaptación a las dimensiones de protagonismo directo para las llamadas partículas elementales, como son los electrones, requiere de pensamiento revolucionario.

Un destacado científico alemán, Werner Heisenberg postuló en 1927 [1] la llamada “relación de incertidumbre” donde la ciencia se expuso a un riesgo de credibilidad muy alto. Expresado en el lenguaje más actual, reconoció que las magnitudes (posición en el espacio, velocidad) con las que se pretendía conocer el nanomundo eran las mismas que se han usado para las escalas de un metro y que eso podía representar incongruencias, porque no se trata de manzanas. De esa forma muchos pensaron que las limitaciones de correspondencia (conmutación) entre las expresiones matemáticas (operadores con sus funciones propias para ciertas relaciones) que se usaron en la mecánica cuántica para describir los sistemas nanométricos se podían traducir en limitaciones intrínsecas de la capacidad del conocimiento humano en esas escalas. La más famosa “incertidumbre” era la de la “imposibilidad de medir al mismo tiempo la posición y el momento (proporcional a la velocidad) de una partícula cuántica”. Hoy en día han aparecido artículos ampliamente reconocidos que cuestionan esto, negando su significado de que no se puede conocer algo porque haya una expresión matemática que lo impida. Se han efectuado las mediciones experimentales y han dado resultados [2-4].

Mucho se ha escrito acerca de estas incertidumbres, y la verdad científica ha salido incólume mientras que las elaboraciones especulativas se han ido derrumbando. Es cuestionable usar, como reconoció Heisenberg, magnitudes del mundo métrico para describir el nano y picométrico, que es ajeno a nuestros sentidos de humanos. Es como cazar mosquitos con misiles balísticos intercontinentales. La naturaleza toda existió mucho antes de que los seres humanos elaboraran las teorías para describirla y entenderla científicamente. Las teorías deben servir para interpretar la realidad objetiva, pero esta no se subordina a ella. Esto debería ser válido para toda ciencia, natural o social.

La Habana, 31 de mayo de 2017.

  1. Heisenberg, W., Über den anschaulichen Inhalt der quantentheoretischen Kinematik und Mechanik. Zeitschrift für Physik, 1927. 43(3): p. 172-198.
  2. Colangelo, G., et al., Simultaneous tracking of spin angle and amplitude beyond classical limits. Nature, 2017. 543(7646): p. 525-528.
  3. Rozema, L.A., et al., Violation of Heisenberg’s Measurement-Disturbance Relationship by Weak Measurements. Physical Review Letters, 2012. 109(10): p. 100404.
  4. Napolitano, M., et al., Interaction-based quantum metrology showing scaling beyond the Heisenberg limit. Nature, 2011. 471(7339): p. 486-489.

Fuente del articulo:http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/07/04/ciencias-y-creencias-2-0-2/#.WephfWjWzIU

Fuente de la imagen:ia.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/05/fosiles-de-hominidos-encontrados-en-bulgaria.jp

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Ciencias y Creencias de las Mecánicas y del Socialismo

Por: Luis A.Montero Cabrera

Es amplio el espacio que existe entre la verdad científica comprobada y comprobable, por una parte, y las apreciaciones en las que se puede llegar a creer ciegamente, por la otra. Se ha comentado como la ciencia suele construir hipótesis, que son creencias pendientes de comprobación, a partir del comportamiento observado y de sus regularidades dadas a nuestros sentidos. Pero solo las propone como leyes objetivas cuando se pueden comprobar prácticamente.

Esto a veces conduce también a catástrofes conceptuales. Ya señalábamos en un anterior comentario que a finales del siglo XIX Lord Kelvin proclamaba que en aquel momento se había logrado entender el comportamiento de todo el mundo natural con la mecánica newtoniana y el electromagnetismo de Maxwell. Para él solo quedaban un par de pequeños detalles que pronto se resolverían para completar la comprensión total del universo. Uno de los “detalles” era la llamada “catástrofe del ultravioleta” que ocurría durante los experimentos con un cuerpo calentado a muy altas temperaturas. Resultó que este no podía devolver una radiación luminosa de más energía que la de la luz visible por mucho calor que se le proporcionara. Paradójicamente, esto de que se pudiera emitir luz a unas frecuencias si y a otras no, en “cuantos” o porciones de energía, se constituyó como un fundamento de la llamada mecánica cuántica, para la que la newtoniana de Lord Kelvin es un caso particular macroscópico. El propio postulador, el alemán Max Planck, no se lo creyó demasiado. Su hipótesis era verdaderamente revolucionaria. Sin embargo, al comprobarse en el tiempo dio lugar a una comprensión mucho más amplia del universo, hoy universalmente aceptada y probada.

Las ciencias sociales también nos muestran verdades científicas comprobadas e hipótesis pendientes de verificar, creencias. Karl Marx hizo investigaciones valiéndose de la copiosa información disponible en la Biblioteca de Londres en el siglo XIX. A partir de la historia allí compilada, de un razonamiento matemático y de sus propias observaciones del mundo que lo rodeaba pudo encontrar un ladrillo clave para la comprensión del desarrollo social: el concepto de plusvalía. Se hacía evidente que si todo valor solo podía tener origen en el trabajo realizado para obtenerlo cualquiera que no trabajara y se apropiara del mismo lo estaba robando. La plusvalía como concepto es un cimiento, una verdad científica.

Siguiendo el ejemplo de Marx, la interpretación y solución de los problemas que se presentan en la generación de valor y su distribución en pleno siglo XXI seguramente requieren del uso de toda la inmensa cantidad de información disponible. Por suerte, hoy ya no es necesario estar en la Biblioteca de Londres. Con un simple teléfono inteligente de los que ya van siendo más comunes, y una conectividad adecuada a los tiempos, se puede realizar una buena y confiable investigación.

Ni Marx, ni Lenin escribieron acerca de la planificación. Se ha documentado que fue Bujarin el que propuso la planificación centralizada soviética . Así se constituyó el llamado Gosplan, algo así como un poderoso órgano de gobierno central de toda la economía a partir de una forma de planificación. Las tecnologías que desarrolló esa organización para conducir la URSS bajo el influjo de un líder autoritario como fue Stalin se pusieron a prueba. Fidel nos hizo un brillante análisis crítico de ese personaje histórico en su famoso discurso del 17 de noviembre de 2005. Parece que tuvieron éxito con el plan centralizado en los momentos de profundas crisis, como en las dos postguerras. Sin embargo, no pudieron hacer competir a la economía soviética en los períodos “normales”, sin condicionamientos extremos. Ningún sistema político-económico concebido en país alguno sobrevivió a partir de la creencia de que la tecnología de la planificación central abarcadora y detallada es consustancial con una idea socialista de convivencia entre los hombres. La planificación bien concebida puede ser un método, pero no una creencia dogmática. Muchos consideran también que un mercado debe ser bien gobernado y así tener un espacio relevante. La competencia, como motor dialéctico de innovación y desarrollo, podría ser muy importante también para un socialismo progresista.

Nuestra principal contradicción actual consiste en que lo que se retribuye a un trabajador estatal en valor de cambio real no es proporcional con y es mucho menor que la importancia y valor social de su trabajo. De facto, la retribución del trabajo en el sector privado suele ser varias veces superior como promedio que la del sector estatal para una misma función, aun para trabajos que no requieren calificación alguna. Un parqueador puede tener mayor nivel de vida que un ministro. De esa forma no siempre se puede reclutar a los mejores para dirigir y operar con eficiencia, disciplina e iniciativa una producción de riquezas a la altura de los tiempos ni exigir calidad en el trabajo a los no tan buenos. Eso es válido también para joyas de nuestra Revolución como son la educación, la ciencia y la salud pública. ¿Cuánto le queda de vida útil a la economía estatal del país en estas condiciones de retribución personal tan dispar? Puede que cualquier demora en la implantación de las medidas que recomiendan para ello los lineamientos sea mucho más cara que los riesgos de una urgente reforma de nuestra política monetaria y de precios. Las evidencias científicas de estos problemas ya pueden ser profusamente observadas en muchas disfuncionalidades socioeconómicas que hoy vivimos.

Los cubanos hemos desarrollado un hermoso proceso de libre y rica discusión de los documentos conceptuales y directivos que se han aprobado recientemente por el Partido Comunista de Cuba. En su letra debe estar una creencia de sociedad basada en la independencia, la democracia, el socialismo, la soberanía, la prosperidad y la sostenibilidad, que son metas humanas incontestables. Buscaremos la verdad científica de las formas de gobierno y de gestión económica en estos tiempos para lograr convertir esa creencia en realidades sin necesidad de alienar el trabajo que crea valor, nuestra plusvalía, a favor de grupos privilegiados de poder.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/07/12/ciencias-y-creencias-de-las-mecanicas-y-del-socialismo/#.WWuaqBU1-00

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Álgebra, Plusvalía y Socialismo

Por: Luís A. Montero Cabrera

El Álgebra, esa hermosa rama de la Matemática, tiene muchas más aplicaciones que las que conocemos desde la educación media. Y el hecho de que solo se enseñen en ciertas carreras de la educación superior no implica que sean complejas o inalcanzables para cualquiera.

Un ejemplo sencillo está en los sistemas de coordenadas de nuestro espacio tridimensional. La localización de una edificación, su dirección, en una ciudad es un ejemplo típico. En la ciudad de Managua, Nicaragua, la dirección de una casa puede ser “De dónde fue el molino La Sabana, dos andenes (pequeñas calles) al lago, una cuadra y media arriba, en la casa de la verja negra”. Si usted conoce donde estuvo el molino “La Sabana” llegará al sitio con la misma rapidez que si le hubieran dicho que estaba en la “calle 45, n. 5, entre 24 y 26”. Para el Álgebra se trata de dos sistemas de coordenadas diferentes para expresar el mismo punto, que en este caso es la ubicación de una casa. Simplemente se somete una forma de expresar las coordenadas base de la dirección de ese sitio a una suerte de “transformación lineal unitaria”, que mantiene intacta la información esencial (el sitio donde se encuentra la edificación) y solo cambia la forma de expresarla.

Ocurre similarmente si se rota un objeto en el espacio en torno a su centro de gravedad, o lo observamos desde diferentes ángulos de visión. La llamada energía potencial gravitatoria del objeto no variará. Solo cambia la forma en que lo vemos. Un avión volando no varía su energía potencial si lo vemos de frente, o de costado, o por la cola, pero las diferentes visiones nos permiten tener una idea más completa de ese objeto. El Álgebra llamaría el caso como una invariancia con respecto a una transformación lineal unitaria espacial. Esperemos la benevolencia de los matemáticos si este lenguaje peca de alguna inexactitud.

Se dice que Karl Marx tuvo que profundizar en matemática para entender los procesos económicos que le permitieron escribir su obra cumbre “El Capital”. Una lectura somera de este texto evidencia que el autor usaba esquemas lógicos de razonamiento que se suelen entrenar con esa ciencia.

Si sus antecesores, como Adam Smith y David Ricardo, establecieron claramente que la única fuente de valor de un objeto que se convierte en mercancía era el trabajo realizado sobre el mismo, Marx se dio cuenta de los diversos tipos de valor que se puede crear. La lógica matemática facilita que se llegue por ahí a una conclusión evidente y muy simple en principio: si un grupo de trabajadores crea una cantidad dada de mercancía que se vende a un cierto precio (reflejo de su valor de cambio en condiciones de mercado), todo el que se beneficie de ese ingreso por cualquier motivo que no sea el trabajo se está apropiando del de los demás. Su valor en dinero es la “plusvalía” que Marx nos mostró. Las relaciones sociales que busquen justicia deben evitar que alguien se apropie de plusvalía sin haber trabajado para ello.

Cualquier persona que consuma habitualmente noticias de los medios puede llegar a la conclusión de que la palabra “socialista” tiene un amplio rango de acepciones. Algunos movimientos llamados socialistas en este mundo han luchado abiertamente por el capitalismo más imperialista imaginable. Por otra parte, los socialismos chino y vietnamita actuales tienen seguramente diferencias de implementación y concepción entre si y económicamente guardan poca relación con el socialismo estalinista de estricta planificación centralizada soviético.

En Cuba se realiza ahora mismo una extensa consulta popular para conceptualizar el socialismo que pueda guiar nuestro futuro en los años venideros. Se ha tomado como base el apotegma “de cada cuál según su capacidad, a cada cual según su trabajo” según se deduce de lo escrito por Marx en la “Crítica del Programa de Gotha” y que fue comentado por Lenin en “El Estado y la Revolución”. No parece haberse enunciado literalmente por ellos en ningún momento. El Lenin que escribió ese libro en vísperas de la revolución rusa evolucionó bastante en sus concepciones una vez en el poder, durante el corto tiempo que pudo estarlo. No era lo mismo imaginarse un poder revolucionario que enfrentar las múltiples aristas de la propiedad estatal omnímoda de aquella gigantesca “opera prima”. También se plantea que nuestro socialismo debe preservar la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción. El desarrollo de las ideas seguramente que irá perfeccionando estos enunciados para una economía como la nuestra que se basa hoy y probablemente en el futuro en un 75 % de servicios. De lo que si no parece haber dudas entre nuestras mayorías es que lo único que puede garantizar nuestra libertad personal, la independencia nacional y una sociedad esencialmente justa y democrática es la desconcentración de las riquezas de las manos de unos pocos.

¿Y si hiciéramos una transformación lineal que dejara invariante lo esencial, el centro de gravedad, del socialismo que deseamos y lo intentáramos expresar de otra forma? Manteniendo las esencias, otras miradas pueden ayudar a concebir mejor a cualquier objeto, igual que en el caso del avión referido más arriba. Seguramente que ya alguien ha querido con éxito definir al socialismo ayudándose del sencillo concepto de plusvalía. Algo así como que sea una sociedad donde la plusvalía se distribuya social y justamente para poder garantizar el progreso y los derechos humanos básicos de iguales oportunidades para todos y cada uno, educación y salud universales, equivalentes y gratuitas, libertad personal absoluta en el entorno de la comunidad y democracia participativa, garante de gobernantes electos con iguales oportunidades sobre la base de sus méritos y cualidades.

Puede que estas u otras visiones diferentes y más ricas del mismo socialismo que deseamos nos ayuden a liberarnos de esquemas de gestión estatal burocráticos, como los llamara Lenin en algún momento, demostradamente ineficaces, y que condujeron al desastre experiencias anteriores donde los humildes, las mayorías, habían asaltado y casi alcanzado el cielo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/04/20/algebra-plusvalia-y-socialismo/#.WWKxyBU1-00

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