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Juventud y compromiso 1814-2017

Por: Luis B. Saavedra M.

I

Antes, años 70, 80 y 90 del pasado siglo XX, los días de asueto debido a efemérides patrias pasaban desapercibidos. Sólo si uno se aplicaba con mucha buena voluntad a «escarbar» en el pasado y vislumbrar ciertas claves de la historia actual, los disfrutaba enormemente. Principalmente por los especiales radiales y reportajes escritos que, con dramatizaciones y reconstrucciones periodísticas, incluían entrevistas a especialistas. Así, ofrecían alternativas didácticas cautivantes. Al menos para quienes ya en la primera juventud teníamos ciertas inquietudes intelectuales e interés por comprender la «dinámica de los hombres en el tiempo» que, al decir de Pierre Vilar en su obra «Iniciación al análisis del vocabularios histórico», es la historia-conocimiento con sus interpretaciones de los acontecimientos con diversas perspectivas.

Claro, en aquel entonces uno disfrutaba las fechas patrias si no tenía compromisos inmediatos varios y tan dispares como: hacer los deberes escolares, trabajar en alguna menudencia hogareña. Por ejemplo jopiar los chivos, cargar agua, cortar leña o jugar en cualquier parte del pueblo una «caimanera de beisbol». A parte, pues, de los tradicionales y soporíficos desfiles militares siempre tan «planos» generalmente transmitidos en cadena nacional de radio y televisión, donde hablaba el Jefe de Estado recurriendo a una pomposa e insufrible oratoria. Mal leyendo largas parrafadas que otros le escribían seguramente, cual niños de escuela poco adelantados. Sin embargo, teníamos la alternativa de los dramáticos radiales o los especiales impresos confiables. O así nos lo parecía entonces.

El programa «Los Venezolanos Primero» del conocido locutor costumbrista larense don Gerardo Brito (El Tocuyo, 1948-Barquisimeto, 2014), por Radio Lara 870; llamado «El Compadre» por la gran cantidad de ahijados que tenía por todo el país, en particular del Llano, promotor como era de sus aires musicales, tradiciones y leyendas, así como defensor acérrimo de la integridad territorial de la nación, de hecho popularizó un eslogan por demás simpático: «¡De Venezuela ni un centímetro para nadie!»; el Prof. Isaac del Moral, locutor, periodista, compositor, músico y costumbrista larense, por su parte puso al aire su programa: «Barquisimeto de ayer», donde los memorialistas tenían su espacio digno; el primero en la tarde los días de semana y el segundo los domingos en la mañana, ambos hacían la delicia de sus oyentes. En particular de los más jóvenes.

No sé de dónde sacaban esas dramatizaciones de la Batalla de Carabobo o de La Victoria pero eran muy vívidas y «actualizaban» de manera entretenida eventos del pasado, cosa que ahora no se oye ni lee. Todo ha cambiado. A menos que hagamos un ejercicio de comparación con el programa «Una tierra llamada Venezuela», presentada por el locutor, periodista y guionista César Miguel Rondón, por Unión Radio 870 am. Este desde una perspectiva historiográfica que el Dr. Germán Carrera Damas ha dado en llamar «La república civil», opuesta al militarismo, que según sostienen él y sus seguidores constituye el apoyo del actual régimen político, que el Dr. Manuel Caballero llamara también promotor de la religión de la patria (en «La abolición de la historia»).

II

A ciertos autoproclamados ínclitos historiadores a falta de obras orgánicas y de largo aliento aunque con varias escolaridades de doctorados encima pero dizque sin tesis (pero ya es bastante, ¿no?), gustan dar entrevistas llamativas en primera página con llamados a páginas internas. Eso no sería nada si no es porque suelen ver «fascismo» y dictaduras por todas partes o lo asemejan con el «Socialismo del siglo XX», doctrina esta última atisbada por el comandante Chávez como vía para superar las asimetrías del capitalismo salvaje.

Pero nuestros ínclitos historiadores futuristas llegan a afirmar como tesis sucinta de sus hallazgos después de profundos análisis de los procesos y tendencias que se mueven en el presente, que Venezuela es presa del fascismo. Propalan abiertamente y sin cortapisas esas sandeces por los medios de comunicación, hablan más que loros, guacamayas y pericos agarrados por la cola de lo maravilloso de su aserto científico; reivindican así la democracia adeco-copeyana burguesa.

Por todas partes proclaman la superioridad o preponderancia de lo civil por sobre «el estamento militar» pero jamás ponderan la importancia de unión cívico-militar, de donde se tiene que sus entrevistas a modo de «juicios de expertos» deja mucho que desear. Porque si la historia-ciencia no es un tribunal ¿cómo es que sus palabras están teñidas de juicios de valor y anacronismos burdos, juzgando actitudes y eventos del pasado con criterios del presente? ¿Cómo es que con la escolaridad de dos o tres doctorados no adviertan semejante pifia epistemológica y no sepan distinguir lo que es ciencia de aquello que no lo sea?

Ah, que ahora la juventud tiene más peligros de extraviarse entre los meandros de la violencia, que además tiene otras vías tecnológicas para acceder a la información, la educación y el entretenimiento, principalmente las redes sociales. Bien. Pero volvamos a nuestro punto inicial, aunque los tradicionales periódicos tienen ahora versiones impresas y digitales, al parecer pocos jóvenes se acercan a tales discursos con visión crítica; incluso algunos intentan repetir ese viejo expediente de los reportajes o las entrevistas a «expertos» en historia y ciencias sociales; pero uno, que ya es de «edad crecida» el regusto al leer tales infundios ya no es el mismo. Tal vez porque ya nosotros tampoco lo somos. Por otra parte y como primera refutación a una de las tesis ofrecidas en cierta entrevista que luego citaremos, creemos que hoy la educación escolar en el mundo de hoy exija ser más solidario y no más preparado para lanzarse a la competencia descarnada en el marco del darwinismo social neoliberal.

¿La capacidad crítica no nos deja tener paz con la miseria? ¿Hay otras habilidades y destrezas que capacitan para identificar por ejemplo, que tras cierta retórica historiográfica supuestamente neutra se esconden posiciones ideológicas que despotrican contra la gesta militar de José Félix Ribas y sus huestes? Ya no hay realistas y patriotas -según esas lenguas de trapo- como antes enseñaban los libros de texto. Sino venezolanos de entonces en cruenta guerra civil. Validando así las tesis de Laureano Vallenilla Lanz en su obra «Integración y disgregación» y «El gendarme necesario», acerca de que la Guerra de Independencia en Venezuela no fue sino una guerra civil. «Un ejército de mestizos» que actuaban bajo las premisas de la cultura europea o española. Tales son sus «hallazgos».

III

Por otra parte, se tiene que para esos «laureados historiadores» su disciplina no es ya el estudio del pasado fundamentado o apoyado en la «observación documental» y una hermenéutica ajustada a los hechos históricamente dados, sino el futuro. Cual imitadores a la distancia de los juegos de escenarios desarrollados por especialistas como Alvin Toffler, Antonio Francés o John Magdaleno. Como si de eso que llaman algunos Estudios de Prospectiva, se tratara la cosa. ¿Qué tal semejante confusión del espíritu? Confundir la leche con la magnesia, decían en mi pueblo es peligroso.

De lo anterior dice Platón en «La República o El Estado» que: «son dos principios distintos». Pero acontece que los aludidos «académicos» en sus frecuentes comparecencias a los medios de comunicación expresan simplemente, siguiendo nuevamente a Platón «la cólera infantil de la razón y tal parece que ya de tan adultos no llegarán nunca al uso de la razón autónoma». Siempre parecen andar subordinados a intereses crematísticos de grupos de presión de los que son voceros con sus «discursividades apofánticas». Esto es, que discurren sobre «sus» verdades u opiniones a tenor de intereses concretos, que no suelen ser los de nación libre e independiente sino como exigiendo ser «Estados libres asociados» mostacilla verde mediante.

IV

En breve y como segunda refutación, la educación escolar en cualquiera de sus niveles y modalidades no debe ya enseñar nuestra historia épica ni menos usar la palabra Patria, Historia patria, como se leía en un libro de J.M. Siso Martínez, y exaltar «Qué linda es Venezuela» Luís Eduardo Eggi en una época cuando «éramos felices y no lo sabíamos», sino introyectar en la mente y el corazón infantil la cultura global. Cual dizque es el mundo en el que le ha tocado en suerte actuar a los retoños y nuevas juventudes.

A propósito de cumplirse días atrás 203 años de la Batalla de la Victoria y que desde al menos 1947 Venezuela celebra el Día de la Juventud en Venezuela fue que nuevamente hizo su respectiva comparecencia en la prensa escrita algún historiador en su batida contra «la épica de la independencia» que los «gobiernos de izquierda quieren revivir», acotando como siguiendo a pie juntillas el consejo de Barak Obama, que lo importante no es el pasado sino el futuro. Cosa rara para un historiador pero citemos una retahíla de una fuente hemerográfica con fines sustentar lo antes dicho, ya que:

«La fechas patrias no son para hacerles ritos, sino para mirarse en el futuro y hoy el reto nos invita a innovar, a convertirnos en un individuo localizado con conciencia global. El otro desafío que tiene la juventud venezolana es que no puede seguir dejando en manos de mesías, militares o civiles el destino de la nación. El liderazgo de hoy reclama una juventud capacitada y competente para que derrote al liderazgo carismático y populista. Hoy los nuevos héroes tienen que ser civiles y de vocación democrática. Los «líderes» no pueden seguir siendo de los cuarteles, sino de la sociedad civil organizada porque a mayor organización, mayor desarrollo. A mayor formación mayor organización y ambas garantizan el desarrollo humano económico y social del país» (La juventud está llamada a hacer su propia historia, www.elimpuso.com 12 de febrero de 2017).

Volvamos a citar al experto: «… es preciso entender que esos héroes de nuestra historia, de nuestras batallas, jugaron su papel en su momento y tienen su puesto en la historia, pero ahora le corresponde a la juventud construir el futuro, con base en los problemas del presente» (ídem). Pero al contextualizar la cosa, señala que el 12 de febrero de 1814 cuando la juventud universitaria enfrentó durante todo el día a las huestes de José Tomás Boves, Realista que superaba en número de soldados a los patriotas y vencieron por su arrollo asombroso:

«Se trata de una de las efemérides del calendario de la historia de la patria que nació a propósito de una coyuntura importante. Ese día se conmemora desde el 10 de febrero de 1947 por decisión de la entonces Asamblea Constituyente» (La juventud está llamada a hacer historia, www.elimpulso.com>Inicio>Noticias> 12 de febrero de 2017)).

Aquí viene el «trabajo» de descrédito flagrante de la revolución bolivariana con sus tesis de la superioridad de lo civil por sobre lo militar, porque así se observa como esa labor de «denuncia» acerca de que el comandante Chávez -sin citarlo con nombre propio como un mesías militar y populista que impuso su liderazgo- se hace evidente, véase:

«(…) Fue un hecho sangriento (la Batalla de la Victoria de 1814), miles de venezolanos murieron, mal llamados realistas y patriotas porque todos eran venezolanos, con la fuerte impronta de la cultura y política española, que mezclados con indígenas y africanos, constituían un ejército mestizo» (ídem).

«¿Qué significa en la actualidad?» (la Batalla de la Victoria) atina a preguntar la periodista y comenta de acuerdo al juicio del experto que respondió:

«… no se trata de seguir mirando en el pasado, de traer una gesta heroica al presente por tanto que los gobiernos de izquierda se han encargado de hacer cualquier cosa con el ayer. Hay que ver esa proeza en su contexto. Más del 60% de la población del país tiene entre 15 y 30 años de edad. Hoy, no se trata de armar a los jóvenes para sacarlos a pelear contra un mismo pueblo, hoy se trata de entender los retos y los desafíos que tiene esta generación», (ob cit).

A saber, «… comprender el sentido que tiene el futuro, comprender el significado del momento actual para avanzar pese a los obstáculos y las limitaciones que ahora existen en Venezuela, un país que se ha alejado de los valores democráticos, de los valores de la cultura cívica, un país que se reduce a la saga en medio de la dinámica de un mundo global», (ob cit).

Al experto de El Impulso olvidó citar aunque fuera de pasada la conocida definición que en Pierre Menard autor del Quijote hace Jorge Luís Borges, a saber, que «… la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso de los presente, advertencia de los porvenir», también olvidó a Manuel Caballero quien burla burlando acotara que si la historia enseña algo es que no enseña nada, como no sea la recreación intelectual y el retorno de las emociones más genuinas por la terruca frente a lo cual cada cual tomará lo que más agrade y si posible prevalido de una hermenéutica razonablemente digna, sino estaríamos en un ejercicio similar a aquella ya vieja película de Steven Spielberg «Recuerdos del futuro».

Menos mal que pudimos observar que existe una amplia juventud comprometida con los mejores interese de la patria y que este 12 de febrero salió a expresar sus emociones abiertamente, sin parar mientes en la épica del desencanto que promueven algunos desde ciertos espacios académicos, universitarios o corporaciones tradicionales, espacios estos últimos a los suponemos aspiran entrar personas como el experto de El Impulso y a cuyos lectores es a quien dirigiera principalmente su puntillosa disertación, luego nos preguntamos: ¿los historiadores estudian el pasado o el presente? Es por una duda que tengo.

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a243990.html

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