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Un olvido imperdonable para la izquierda ¿cómo está la clase trabajadora en Venezuela?

Un olvido imperdonable para la izquierda ¿cómo está la clase trabajadora en Venezuela

Luis Bonilla-Molina

Cuando a un marxista revolucionario se le consulta sobre la situación de un país, tiene tres marcos referenciales y categoriales para responder. El primer marco, básico y elemental, previo y determinante respecto a las restantes, está referido a las condiciones de la clase trabajadora, especialmente a su situación material de vida y trabajo (salarios, inflación, poder adquisitivo, acceso a servicios básicos y seguridad social) y el régimen de libertades políticas en la cual se produce su proceso de toma de conciencia como clase (libertad de organización sindical, libertad de formular contratos colectivos, introducir pliegos conflictivos, derecho a huelga, derecho a movilización, posibilidades de organizarse en partidos políticos revolucionarios, libertad de opinión y de producción intelectual, entre otros).

El segundo marco, las condiciones en las cuales la burguesía y las clases (y castas) dominantes se apropian de la riqueza, el modelo de acumulación capitalista imperante, las características del modelo de representación política que expresa la dominación burguesa y el régimen de libertades políticas que tienen los ricos para hacerse cada vez más ricos.

El tercer marco, la relación de las burguesías nacionales con las naciones imperialistas y los centros del capitalismo mundial, lo cual implica un debate actualizado sobre los tipos de antiimperialismo, dentro de los cuales está los reacomodos de las burguesías nacionales y sus sistemas de relaciones que pueden causar fisuras temporales con los lazos históricos con el centro imperialista y, que son presentados como antiimperialismo. No toda contradicción temporal o circunstancial es antiimperialismo. Hoy, el antiimperialismo consistente y de larga duración es anticapitalista.

Es imposible avanzar en la comprensión integral del segundo y tercer marco de análisis categorial, sin una correcta definición del primero.

A partir de la madrugada del 29J-2024, cuando el presidente del Consejo Electoral Nacional (CNE) de Venezuela, Elvis Amoroso, anunciara los resultados electorales de los comicios realizados el día anterior, se ha desatado una polémica sobre la transparencia y confiabilidad de los datos que soportaban el anuncio. Esta situación ha generado un debate y fisura en la izquierda internacional en tres grandes polos: el primero, de la geopolítica, el segundo de la negociación para salir de la crisis de legitimidad y, el tercero de la perspectiva del mundo del trabajo.

El bloque mayoritario, de la geopolítica, plantea todo en términos de “izquierda en el gobierno” versus derecha y ultraderecha en la oposición. Las categorías de derecha e izquierda son significantes vacíos si no parten de la conformación y confrontaciones entre clases sociales, los procesos de acumulación de capital y las relaciones de opresión o liberación con las clases subalternas, especialmente la clase trabajadora.
Los partidarios de la geopolítica no mencionan los procesos de conformación de una nueva burguesía en el proceso bolivariano evidenciada en eventos como la crisis bancaria de 2009 (cierre de bancos creados con capitales generados a partir de las relaciones con el gobierno) o la develación de la mega corrupción del caso PDVSA-Cripto que involucró a un centenar de dirigentes del PSUV, entre ellos uno de los integrantes del buró político (se habló de 3.000 millones de dólares, luego de 15.000 y últimamente de 23.000 millones de dólares).

No basta con sostener una narrativa de izquierda para ser de izquierda, si esto encubre la incubación de un sector burgués y el sostenimiento del modelo rentista de acumulación burguesa. Los programas y ejecutorias de gobierno deben ser valorados más allá de las formalidades discursivas, para ello es importante confrontarlos o relacionarlos con la lógica de acumulación y distribución de la riqueza nacional.

El bloque de la geopolítica omite esto. No consultan a la izquierda histórica venezolana PCV-auténtico, PPT real, Tupamaros históricos, entre otros para conocer si hay coherencia y consistencia entre la definición gubernamental de izquierda y su práctica.

El peor de los “argumentos de la “izquierda geopolítica” es que si “cae” el gobierno venezolano eso tendrá un efecto desastroso en la conformación y avance de la izquierda en su país, desconociendo el creciente desprestigio social continental y mundial del madurismo en sus países, que es lo que realmente les afecta.

Pero, además, en el mejor de los casos esta definición “geopolítica” implica una solicitud de sacrificio de la clase trabajadora venezolana, de aceptación sumisa de sus condiciones de explotación y opresión en el propio país, para que esas otras izquierdas a nivel internacional puedan, como un corcho, mantenerse a flote.  Terrible pensar solo en pedir este sacrificio a la clase trabajadora venezolana.

El segundo bloque es el de la negociación, del acuerdo para salir de la crisis. En este esfuerzo ubicamos a los gobiernos de Brasil (Lula), Colombia (Petro), hasta hace poco México (AMLO) y de manera intermitente Chile (Boric). Este sector pareciera inspirado en evitar un deterioro social mayor y que se pueda generar un ambiente de conmoción y guerra civil en el país.  A pesar de sus loables y buenas intenciones, sus gestiones tienen el problema que omiten dos cosas fundamentales: 1) la situación material y de libertades de la clase trabajadora venezolana y 2) que la auténtica izquierda venezolana (PCV, PPT, Tupamaros, y otras agrupaciones a las que no se les ha permitido legalizar sus partidos) esta proscrita, no tiene posibilidad de conseguir personalidad jurídica ni participación autónoma en el marco electoral. Esta omisión no es un tema menor.

Recientemente este sector ha propuesto (Lula y Petro) la celebración de nuevas elecciones nacionales, como salida al impase generado por la negativa gubernamental a mostrar las actas que respaldan la declaración de triunfo de Maduro, mientras la oposición ha publicado en un sitio web propio más del 81% de copias de actas que el gobierno acusa de no ser auténticas. Esta propuesta de nuevas elecciones tenemos que entenderla como un camino de continuidad a las políticas de acuerdo inter burgués (vieja y nueva burguesía) impulsadas por el gobierno de Maduro entre 2018-2024, que no lograron cerrarse por la resistencia de un sector de la vieja burguesía de la cual forma parte y representa María Corina Machado (MCM).

Unas nuevas elecciones evidentemente no podrían ser el corto plazo porque resultarían en un nuevo impase, sino que tendrían que ser en el mediano plazo (dos años o más), precedidas por la conformación de un gobierno de cohabitación, consenso o integración que construya viabilidad a una eventual transición (leyes que protejan al madurismo evitando que vayan a la cárcel, garantías para la nueva burguesía de respeto a sus riquezas y posibilidades de seguir acumulando). MCM rápidamente salió a oponerse a esta propuesta porque ella representa a un sector liquidacionista de la nueva burguesía, que va por un formateo de todo lo ocurrido -y acumulado por la nueva burguesía- en los últimos veinticinco años.

Es decir, la cuestión central hoy -para salir del impase coyuntural desde la lógica del capital- es un acuerdo inter burgués, sin embargo, alcanzarlo no significa la resolución de la crisis del modelo de acumulación burgués y de representación política iniciado en 1983, pero abre caminos en este sentido. Las políticas de arrase a la burguesía madurista o el sector burgués que representa Machado, comienzan a inquietar a la burguesía latinoamericana, porque ello puede crear una situación que se salga de control; la mediación de los presidentes progresistas de la región procura contribuir a conjurar este riesgo, construyendo un camino de encuentro para los sectores burgueses en disputa.

El tercer bloque, está conformado por los distintos tonos de la izquierda que parten de los análisis de clase. Este sector, minoritario en sus relaciones partidarias a nivel internacional, encuentra dificultad para posesionar sus argumentos, ante la vorágine mediática que instala la idea de polarización en dos bloques antagónicos (derecha versus izquierda, obviando la pugna inter burguesa y la existencia de organizaciones a la izquierda del madurismo).
La izquierda venezolana no madurista, es la que mejor entiende lo que ocurre estructuralmente, pero suele tener dificultades para plantear los análisis en un lenguaje que resulte comprensible para la mayoría de la población, que logre superar la mirada panfletaria, el sectarismo o el ultraizquierdismo e incluso la “política del hígado”.  Este sector necesita refrescar sus narrativas para poder tener mayor impacto en el debate y contribuir a clarificar la situación en la las organizaciones sociales y políticas de la clase trabajadora internacional.

La supremacía de las narrativas que plantean lo que existe en Venezuela como una contradicción entre derechas o izquierdas, o que incluso ante los errores del madurismo hay que privilegiar su “independencia” respecto al imperialismo norteamericano, conforma un amplio espectro que se denomina como el campismo.
Lo que resulta un olvido imperdonable de la izquierda campista (que plantea todo en términos de blanco y negro) es que su lugar de enunciación, comunicación y toma de posición, no sea la situación material de la clase trabajadora venezolana y las múltiples causas de la misma, que incluya el efecto del bloqueo norteamericano, pero también las políticas neoliberales y anti obreras del gobierno de Maduro.


[1] Profesor universitario e investigador en pedagogía y ciencias sociales. Integrante del Consejo Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), integrante de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la educación (CLADE) y director de investigaciones de Otras Voces en educación

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.com/2024/09/15/un-olvido-imperdonable-para-la-izquierda-como-esta-la-clase-trabajadora-en-venezuela/

 

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Mundo de las Ideas: ¿Por qué hablar de brecha epistémica y sus componentes?

¿Por qué hablar de brecha epistémica y sus componentes?

 Luis Bonilla-Molina

 

Tendríamos que comenzar por precisar el concepto que unifica la problemática que nos ocupa. La Brecha epistémica es la distancia que existe entre nuestras ideas e interpretaciones sobre los factores determinantes y asociados a la situación actual, tanto de los sistemas escolares como de las universidades, y lo que realmente ocurre. Se trata de una pérdida de perspectiva, sentido y profundidad teórica, que impide valorar y ponderar adecuadamente los nudos problemáticos, sus lugares de enunciación, así como las rutas de abordaje propositivo de las expectativas sociales sobre la educación y la noción de crisis educativa.

Se suele hablar de brecha tecnológica, cultural, económica, material, entre otras, pero no es común mencionar la epistémica, lo cual limita al campo de actuación de las resistencias anti sistémicas en educación, pero sobre todo la construcción de alternativas adecuadamente situadas. Si algo ha trabajado el capitalismo en las últimas décadas es la destrucción sistemática de las condiciones materiales[1], conceptuales[2] y paradigmáticas[3] que podrían evitar que exista esa brecha epistémica en la academia, sindicatos y gremios magisteriales, organizaciones estudiantiles y de la sociedad civil.

La fragmentación de la realidad y carrera desenfrenada de la bibliometría (Jiménez y otros,2024) por adaptarse a la cultura evaluativa, ha promovido el estudio de partes inconexas de la realidad, cada vez más delimitadas, a tal punto que resulta complicado entender las conexiones de los resultados de muchas pesquisas que intentan adentrarse en la telaraña de los problemas educativos.

Este trabajo va en vía contraria, intentando identificar los temas más relevantes (no son los únicos) de la Brecha Epistémica: a) incomprensión del impacto de las revoluciones industriales en la educación, los sistemas escolares, la universidad y la industria educativa, (desfase creciente desde la tercera revolución industrial, surgimiento de la paradoja del cambio), b) desconocimiento de las diferencias, similitudes, puntos de encuentro y desencuentro de los proyectos del capital en educación,  c) agotamiento del régimen biopolítico y subordinación de las expresiones de éste, al nuevo régimen predictivo de reproducción capitalista (social, cultural, simbólico, material), d) atasco del paradigma disciplinar, problemas para la implantación de los paradigmas transdisciplinario y complejo, incapacidad sistémica para encarar la convergencia transdisciplinaria (en todo el sistema escolar y la universidad, la construcción de conocimiento y la formación profesional),  e) despedagogización (despolitización, curricularización, cancelación de la idea de la docencia como actividad intelectual orgánica, docencia como administración curricular, lógica del operario ilustrado, pérdida de sentido social del aprendizaje, paradigma del aprendizaje a lo largo de la vida, coaching educativo), f) fosilización de los arquetipos institucionales educativos (Comenio en el siglo XXI, el tamaño institucional sí importa, los diseños profesionales como producto, la investigación como eje real en tiempos de aceleración de la innovación), g) limitado estudio de la relación de los modelos de gestión empresarial con los modelos de gestión escolar y universitaria, h) incomprensión de la deriva neoliberal de la UNESCO (la UNESCO como proyecto del orden mundial derivado de las post guerras, las seis reformas de la constitución de UNESCO, del rol progresista de la UNESCO al vampirismo educativo capitalista),i) El know-how docente en el presente, j)El tránsito del Apagón Pedagógico Global (APG) al estallido de la burbuja educativa, k) problemas epistémicos para entender las implicaciones educativas de la transformación digital de los sistemas escolares; l) la cultura evaluativa en educación, ll)  Estos doce elementos forman parte de un proyecto ambicioso de estudio, análisis, comunicación y organización alternativa que hemos decidido emprender para contribuir a la resolución de la brecha epistémica; en este trabajo nos limitaremos a estudiar elementos constitutivos del segundo de los elementos de la brecha epistémica, esperando contar con las energías necesarias para concluirlo y lograr los apoyos institucionales necesarios para poder culminar esta tarea.

Un proyecto de investigación permanente

Lo descrito forma parte de un proyecto ambicioso de estudio, análisis, comunicación y organización alternativa que hemos decidido emprender para contribuir a la resolución de la brecha epistémica. En este trabajo nos guiamos por el paradigma INVEDECOR (Lanz,1994) que plantea que todo proyecto de transformación con perspectiva radical de teoría crítica debe contener por lo menos cuatro dinámicas simultáneas, convergentes y en permanente diálogo; estas son: investigación desde la práctica para ir al encuentro de la teoría, educación mediante la socialización de los resultados de investigación y reflexión participativa, comunicación desde abajo, en modelo de redes autónomas no jerárquicas que permita difundir las experiencias alternativas y, finalmente organización de quienes trabajan, investigan, socializan, enseñan y aprenden, para construir tejido social que posibilite no solo resistir sino construir alternativas raizales (Fals Borda,1982)

 


[1] La llamada sociedad de la información ha producido una intoxicación de información superflua e irrelevante que crea una tupida maleza que dificulta el acceso a información debidamente fundamentada. La sociedad de la información no ha significado una mayor democratización del conocimiento científico, crítico y transformador.

[2] Los discursos posmodernos, por ejemplo, son una narrativa que procura confundir los análisis de resistencia anticapitalista. Recomiendo leer a Jameson (1992) Posmodernismo: la lógica cultural del capitalismo avanzado.

[3] La superposición de paradigmas y el ocultamiento de la creación del mercado educativo como espacio de disputa inter capitalistas que va acompañado de caminos no siempre coincidentes para los sistemas escolares y universidades, eleva exponencialmente la falta de referentes perdurables y la confusión analítica de quienes actúan de manera desprevenida, en una sociedad de dominación cada vez más compleja.

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.com/2024/06/18/por-que-hablar-de-brecha-epistemica-y-sus-componentes/

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Las elecciones presidenciales en Venezuela el 28J-2024: Una situación inédita

Por: Luis Bonilla-Molina[1]

Venezuela: Maduro quedó al borde de controlar el Parlamento tras elección  sin oposición y con alta abstención
  1. Introducción

Venezuela vive una crisis de gobernabilidad que se inicia con el viernes negro de 1983 y aún permanece abierta[2]. Este cisma es propio de los límites del modelo de acumulación burguesa alrededor de la industria petrolera y de hegemonía del régimen político de dominación que se instaló en 1958. La irrupción de la crisis “interna” coincide con la llegada del neoliberalismo, la turbulencia de la deuda externa y la financiarización de la economía mundial, que presionan al unísono por una nueva dinámica económica local, abierta a los capitales trasnacionales.

La mayoría de análisis sobre la situación de Venezuela suelen hacerlo en marcos temporales más cortos y eso impide una comprensión integral de lo que ocurre en la actual coyuntura.

Los intentos de superación de esta crisis han resultado infructuosos, tanto desde la derecha (construcción de un nuevo modelo de acumulación, agenda Venezuela, involución en la agenda social, reducción del marco de libertades democráticas) como desde la izquierda institucional (chiripero y su plan de administración de la crisis / chavismo y su proyecto de recuperación de la agenda social, con destrucción de la vieja burguesía y sus representaciones, creación de nueva burguesía y destrucción del sistema liberal de libertades democráticas para imponer un  régimen bonapartista de consensos entre las clases dominantes).

La izquierda anticapitalista, contraria a la construcción de un proyecto de conciliación de clases, no ha logrado en todo este largo periodo, construir un polo de referencia alternativo para la superación estructural de la crisis de hegemonía y acumulación capitalista en Venezuela.

El surgimiento de Chávez y los militares bolivarianos (1992) como actores políticos, posibilitó construir en el periodo 1995-1998 un precario centro político -con partidarios de izquierdas, centro y derechas- que intentaba resolver desde un “nuevo consenso” esta crisis, abriéndole paso a iniciativas que procuraban una nueva hegemonía de gobernabilidad (proceso constituyente, nuevo marco jurídico e institucional, nuevo paradigma democrático) y un nuevo modelo de acumulación (la Agenda Alternativa Bolivariana -AAB- apuntaba en ese sentido).

Este “centro político”, en el cual participaban sectores empresariales que se sentían marginados por el sector mayoritario de la burguesía y temían los efectos de la irrupción de los capitales trasnacionales, vio en la propuesta de la AAB una oportunidad para construir una nueva arquitectura capitalista y democrático burguesa en el país; de hecho, en ese periodo Chávez hablaba de la tercera vía y del capitalismo humano.

La izquierda electoral valoró este agrupamiento como una tabla de salvación en medio de la debacle que en los noventa vivía el pensamiento socialista, mientras que sectores de la izquierda radical vieron en las tentativas de destrucción del viejo modelo, la oportunidad para abrir paso a nuevas correlaciones de fuerzas que posibilitaran apuntalar un cambio estructural en el país. El “Chiripero” de Caldera había abierto el camino para esta «táctica» de disputa hegemónica.

Al capital trasnacional y los EEUU les convenía cualquier tentativa de superar el modelo de acumulación, que diera paso al proceso de internacionalización y financiarización de capitales, por eso opusieron precaria resistencia a la idea de cambio que se ponía en marcha.

Desde la llegada al gobierno de Chávez (1999) surgieron tres rostros de las políticas del Chavismo, que expresaban las propias contradicciones internas de ese “centro político” inestable. El primero, consecuente con el programa consensuado, ponía en marcha el proceso constituyente y un nuevo marco jurídico -leyes habilitantes, leyes sectoriales- para el surgimiento de un nuevo Estado burgués, que exigía la construcción de hegemonía para el sector burgués que le acompañaba. El segundo, era el resultado de la inacabada identidad nacional popular de Chávez y el Chavismo, que buscaba(n) empalmar con las narrativas e imaginarios de la corriente histórico social por el cambio; en 2004 escribamos que entre 1999-2004 había dos Chávez, uno en Miraflores, humano y aprendiz de la transformación radical y otro Chávez en la calle, construido este último por el pueblo más pobre, con retazos de memoria de resistencias, dotándole día a día de los atributos deseados para un nuevo revolucionario justiciero y, el drama del Chávez de Miraflores era que tenía que correr detrás de esa imagen y calzar en ella, hasta lograr construir una imagen propia que fuera aún más radical para consolidar su liderazgo popular. El tercero, se expresaba en el camino a tientas hacia un discurso político ideológico radical, en el cual fue tanteando experiencias como la de Gadafi, el cooperativismo yugoslavo, el socialismo utópico comunal, los marxismos malditos hasta llegar al socialismo del siglo XXI (2004-2005), que en su fase final se asimiló más al viejo socialismo del siglo XX.  Estos tres rostros se fueron integrando progresivamente y constituyeron la razón social del liderazgo de Chávez en el periodo 2002-2013.

El golpe de Estado de 2002 quebró vínculos del chavismo con sectores burgueses “nacionalistas” o “progresistas” que se habían agrupado alrededor del chavismo en el periodo 1994-2001, de los cuales Miquelena era el personaje emblemático.  En un país con modelo de acumulación rentista, basado en buena medida en la importación, los sobreprecios, exoneraciones impositivas y arancelarias, acceso a divisas preferenciales  y los distintos mecanismos de corrupción que requiere una clase burguesa con vocación comercial (alrededor de la importación), financiera (legitimación de capitales y ampliación de la usura y plusvalía) y de ensamblaje (importación de partes e insumos), esta ruptura con sectores de la “burguesía tradicional” dejó un vacío que había que cubrir rápidamente.

Esto generó la “necesidad” de constituir una nueva burguesía que estuviera estructuralmente vinculada al proyecto político de la quinta república, asumiendo para sí el modelo de acumulación de la vieja burguesía; este fue el inicio del ocaso de la radicalidad del proyecto bolivariano. Este proceso, conocido como el proyecto económico de la revolución, generó entre 2002-2013 una nueva burguesía, enfrentada por razón de sus intereses de clase a la vieja burguesía.

En 2004 ya Chávez y el chavismo habían consolidado su identidad política, que era un nuevo policlasismo que renovaba elementos de una revolución popular nacional y la vinculaba con el discurso socialista. A la par de crear las condiciones materiales, políticas e institucionales para el surgimiento de una nueva burguesía, el proceso bolivariano construyó las condiciones de posibilidad para el emerger de formas de poder popular y comunal que construyeran una base social para la disputa hegemónica con la vieja burguesía.

Las iniciativas para construir una base social arraigada al nuevo proyecto hegemónico, se presentaron como socialismo del siglo XXI; esta aparente dualidad estratégica no era una esquizofrenia política, sino en realidad contenía un nuevo proyecto político policlasista emergente, que requería romper con el viejo tejido institucional y social, con narrativas, imaginarios y correlaciones de fuerza diferenciadas a lo que había sido la democracia burguesa clásica.   La democracia representativa pasó a ser democracia participativa, los poderes se ampliaron a cinco y la Constitución contenía un nuevo pacto social policlasista.

Como acotación debemos puntualizar que una parte importante de la izquierda se concentra en cuestionar que el programa de Chávez no era auténticamente revolucionario, cuando en sus orígenes era mucho más reformista y se fue decantando hacia una radicalidad administrada. Quienes sostienen esto soslayan la auto crítica sobre la incapacidad política que tuvimos las distintas izquierdas para capitalizar la situación que se abría con la radicalización de las masas y el discurso del socialismo del siglo XXI que postulaba Chávez. Esa era una tarea que tenía que cumplir la izquierda y no tuvimos la capacidad de incidir en la disputa contra hegemónica. No le pidamos a Chávez lo que fuimos incapaces de hacer y construir en una situación de ascenso del movimiento de masas.

Ciertamente Chávez navegó en la dualidad estratégica, entre un nuevo proyecto burgués y las contradicciones que generaba la posibilidad del socialismo del siglo XXI, porque era la forma de construir una nueva hegemonía que no trascendió -y quizá nunca pretendió- traspasar los límites del orden burgués. Aunque hay quienes sostienen que su apuesta final sería por el poder popular, su desaparición física impidió comprobar esta hipótesis; lo concreto es que la revolución bolivariana devino en un proyecto policlasista.

Chávez cumplía un papel bonapartista sui generéis al arbitrar los equilibrios de la transición a una nueva institucionalidad y mecanismos de relaciones de poder. La muerte de Chávez, cuyo liderazgo resultaba fundamental en la construcción y sostenimiento de estos equilibrios -que a su vez se convertía en la única posibilidad de construir viabilidad para políticas de reforma o revolución-, dio paso a un proceso de pérdida de fuerza transformadora y de restauración progresiva, es decir de capitulación y abandono de la parte popular radical del nuevo proyecto hegemónico. Esta capitulación se generó más por el espíritu conservador de la nueva burguesía ante la idea de poder popular, que por la ruptura con la idea policlasista del proyecto bolivariano que en realidad se consolidó.

Este abandono temprano de la radicalidad del poder popular debilitó el propio proyecto de una nueva hegemonía burguesa, por ello, no es descabellado pensar que Maduro y los herederos del chavismo no terminaron de comprender a cabalidad el proyecto de disputa hegemónica que lideraba el militar barinés.  Esto supuso, a partir de 2013, la destrucción sostenida del tejido social e institucional no alineado con la lógica del capital y que -ingenuamente- apostaba por un horizonte socialista.

La orientación política de los gobiernos de Maduro ha tenido dos momentos: 2013-2017 y 2017-2024. En el primero (2013-2017) su apuesta se centró en fortalecer a la nueva clase social burguesa, la subalternización definitiva de los precarios gérmenes de poder popular y comunal a los intereses de la nueva burguesía, y el enfrentamiento e intento de aniquilación de la vieja burguesía. La caracterización de Venezuela como peligro para los intereses estratégicos de Estados Unidos y el inicio de las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU) potenció el enfrentamiento entre la vieja burguesía (fuera del aparato de gobierno) y la nueva burguesía (que era parte constitutiva del gobierno); los enfrentamientos entre 2014 y 2017 pueden entenderse como la crispación de las contradicciones inter burguesas. El gobierno y la nueva burguesía “bolivariana” lograron el aplastamiento policial-militar de las revueltas de 2017, imponiéndole con ello una derrota sin precedentes en la lógica insurreccional de la vieja burguesía, evento del cual no ha podido reponerse aún ese sector. Esta derrota de la vieja burguesía y sus representaciones políticas, abre una nueva etapa en el gobierno de Maduro y el horizonte estratégico de gobernabilidad de la nueva burguesía.

En el segundo momento (2017-2024), el gobierno de Maduro potencia y amplía los procesos de diálogos con la derecha política y la vieja burguesía, pero también, como se conoce ahora, se abre una línea de negociación con los Estados Unidos, a la par de generar un conjunto de medidas que restringen las posibilidades de incidencia de la clase trabajadora y las clases subalternas en las correlaciones de fuerza. El decreto 2792 de 2018 que elimina las contrataciones colectivas y el derecho a huelga, el instructivo ONAPRE que desconoce los derechos adquiridos de una parte importante de los empleados públicos, trabajadores de la educación, salud y otros sectores, forma parte de una natural medida de contención y muestra de coincidencias entre la nueva y vieja burguesía, para avanzar en acuerdos con amplios sectores del capital nacional y sus representaciones políticas. María Corina Machado (MCM) y el sector burgués que representa parecieran ser el electrón libre, el sector del viejo orden que no logró encajar en la negociación 2018-2024.

2024 es el año de las elecciones presidenciales más reñidas en la historia reciente. Mucho se habla de transición, cambio de gobierno o sostenimiento del actual equipo gubernamental liderado por Maduro. Los más “ingenuos” hablan de garantizar las condiciones para una transición, eliminando las recompensas norteamericanas sobre Maduro, firmando un pacto nacional de no agresión ni persecución. Otros hablan de establecer un marco de garantías para que la nueva burguesía pueda usar sus riquezas acumuladas sin persecución alguna. Lo cierto es que las elecciones ocurren en el marco de una negociación interburguesa nacional y con los norteamericanos, cuyos avances, estancamientos o retrocesos serán cruciales para el desenlace práctico de los resultados electorales. La opacidad con la cual se maneja la negociación con los gringos impide mayores precisiones sobre las posibilidades reales de una transición o avances en la nueva hegemonía. El acuerdo interburgués emerge en el horizonte como una posibilidad, que tendrá que decantarse entre las opciones de gobierno de coalición nacional, gobierno de emergencia o vuelta a la alternabilidad, ahora rojo-azul. El aplastamiento de un sector de la burguesía y sus representaciones, por parte del otro bando implicaría unos costos políticos y sociales muy altos, aunque este escenario se dibuje en medio de la incertidumbre sobre los avances o estancamientos en los diálogos.; lo cierto es que a los Estados Unidos, desde una perspectiva neocolonial le favorece el enfrentamiento de baja intensidad entre los sectores burgueses nacionales y un acuerdo entre ellos lo entiende en el marco de la profundización de la dependencia y el tutelaje.

  • 2. Las candidaturas presidenciales

La pregunta sería ¿cuántas representaciones políticas inscritas en esta campaña electoral representan a un sector u otro de las burguesías en disputa? La respuesta no es tan simple, porque las actuales candidaturas presidenciales surgen en el contexto de una negociación en curso (2017-2024), que ha generado acercamientos entre diversos sectores -vinculados con ambos sectores burgueses-, incluso algunos se presentan en tarjetas de partidos judicializadas por decisión del Estado (gobierno).

Las candidaturas que se presentan con la etiqueta de oposición son Daniel Ceballos (arepa digital) involucrado en la insurrección de 2014 denominada “la salida” e indultado por Maduro en 2018, Claudio Fermín (Soluciones para Venezuela), un ex militante de Acción Democrática, quien ha actuado en los últimos tiempos con una línea política asociada a los intereses del gobierno, Benjamín Rausseo Rodríguez (Confederación Nacional Demócrata – CONDE), comediante, quien levanta un programa de libertad de mercado, Luis Eduardo Martínez Hidalgo (AD, Bandera Roja -ex maoístas-, Movimiento Republicano y Unión Nacional Electoral), Enrique Octavio Márquez Pérez (Centrados en la gente, REDES -ex alcalde chavista Juan Barreto-, PCV)  es un connotado opositor al chavismo, vinculado a la MUD, Javier Bertucci ( El Cambio) pastor evangélico quien expresa las nuevas relaciones de Maduro con el sector cristiano protestante, Antonio Ecarri (Alianza del Lápiz) quien plantea un programa de ajuste y reconciliación nacional y ha sostenido encuentros en Miraflores con Maduro, José Brito (Primero Venezuela, Primero Justicia -intervenida-, Unidad Visión Venezuela y Venezuela Unidad) quien aparece como un opositor funcional al gobierno, Edmundo González Urrutia (PUD -sin tarjeta electoral-, MUD y Nuevo Tiempo) es el candidato a quien apoya expresamente María Corina Machado.

El candidato oficial del gobierno es Nicolás Maduro Moros (PSUV, PPT -intervenido-, MEP -intervenido., PCV -intervenido-, Tupamaros, entre otros), quien aspira a un tercer mandato que extendería su permanencia en el palacio de Miraflores de 12 a 18 años.

Podríamos decir que ocho de las diez candidaturas expresan los adelantos en las negociaciones de Maduro con la oposición ocurridas entre 2017-2024; están por una transición pacífica, por buscar un nuevo modelo de alternancia democrática y mucha de ellas cuestionan el bloqueo norteamericano contra Venezuela. La novena candidatura es la de Edmundo González (apoyada por MCM) que expresa el sector que no ha logrado un entendimiento mínimo con el gobierno y están por cambio radical en una lógica de encuentro de la vieja burguesía con el capital trasnacional.

Desde el mundo del trabajo, en términos electorales, los indicadores más claros para definir la orientación político ideológica de una opción electoral, están determinados por lo que plantea cada candidato presidencial en materia de superación de las condiciones salariales y materiales de vida de la clase trabajadora, así como respecto a la garantía (en este caso recuperación) de las libertades democráticas. Actualmente, el salario mínimo en Venezuela está por debajo de los cinco dólares mensuales y el salario bonificado promedio escasamente supera los 100 dólares mensuales y, ningún candidato plantea un plan de ajustes salariales que por lo menos lo lleve a la media regional; los unos se refugian en la necesidad de garantizar productividad empresarial (que implica continuar el asalto burgués a la renta petrolera) para iniciar un proceso de recuperación salarial, mientras que los otros para no permitir el proceso de ajuste salarial se escudan en los efectos del bloqueo (sin poder explicar cómo se está distribuyendo la riqueza que genera el levantamiento parcial de las sanciones petroleras de Estados Unidos sobre la producción venezolana) y teorías monetaristas que vinculan aumento salarial con inflación. Por otra parte, en los últimos ocho años se ha vivido una reducción progresiva, sistemática y contundente hasta llegar a la eliminación de libertades democráticas mínimas que, aunque menguadas cada vez más en las últimas décadas, se consideraban una conquista de la sociedad venezolana (derecho a huelga, libertad para organizar sindicatos y partidos de izquierda, libertad de opinión y crítica). Ningún candidato plantea la recuperación de las libertades democráticas desde el lugar de enunciación de las clases subalternas y explotadas, sino desde las “libertades del mercado”.

Todas las candidaturas, del gobierno y la oposición, con distintos matices, representan un proyecto de salida de la crisis política que desconoce los intereses de la clase trabajadora y el conjunto de las clases subalternas.  Ninguno plantea un programa de recuperación del derecho a huelga, contrataciones colectivas, salario digno y suficiente, sino que convocan al sacrificio de la clase trabajadora para recuperar al país, mientras defienden la eliminación de impuestos a los grandes capitales y hablan de liberar las fuerzas del mercado, emprendimiento y productividad, que no son otra cosa que la desregulación más fuerte en ciernes.

La candidatura de Edmundo González representa el programa de ajuste estructural, privatizaciones y destrucción de la agenda social que encarnan hoy libertarios como Milei y compañía; mientras que la del resto de candidatos opositores expresan matices de programas de gobierno que colocan los intereses del capital por encima de los del trabajo. La candidatura de Maduro representa la continuidad de un programa de ajuste estructural aplicado entre 2017-2024, en un contexto de bloqueo de EEUU y las naciones imperialistas europeas sobre Venezuela, que ha colocado sobre la clase trabajadora el peso de la crisis económica, mientras la burguesía (vieja y nueva) se hace más rica.

Todas las candidaturas procuran mejorar la relación con los Estados Unidos, mientras que la de Maduro desarrolla paralelamente una estrategia de acercamiento con China, Rusia y Turquía (países donde las libertades democráticas están constreñidas y donde la orientación es el capitalismo competitivo) centrada en aspectos de ganancia económica; a pesar de quejarse Maduro del veto en las redes sociales capitales, ni siquiera han logrado que la red social tik tok de origen chino modifique el algoritmo para hacer más visible su candidatura sobre la de González y las actividades de MCM; esto muestra la perspectiva colonial de China, mientras procura una relación extractivista y capitalista con Venezuela, se desentiende de su aliado en apuros electorales porque lo que le interesa es mostrar la aparente neutralidad de sus capitales.

  • 3. El esquivo encanto de la esperanza

El dato novedoso de esta campaña es la captura por parte de la ultraderecha (MCM-Edmundo González) de la esperanza. Desde 1998, la esperanza de un mañana mejor para los sectores populares, incluso en el marco de dificultades salariales y de poder adquisitivo, había permanecido del lado del proyecto bolivariano (Chavismo y Madurismo); la esperanza de los sectores influenciados por la derecha era distinta, se correspondía más a la posibilidad de construir una sociedad con los valores del capitalismo clásico, es decir era una esperanza menos concreta en términos materiales de vida de la población y más ideológica.

En esta campaña, especialmente el sector que lidera MCM-Edmundo González han abandonado el discurso ideologizado y confrontacional, para sintonizar y apropiarse de los anhelos más elementales de la población venezolana hoy: a) retorno de los migrantes (la oposición los estiman en 7 millones) porque cada familia tiene por lo menos uno de sus integrantes en esa condición (padres, abuelos, hijos, nietos, sobrinos, hermanos), b) reunificación familiar a partir de la mejora de las condiciones económicas, especialmente aumentando la productividad (cuidando de no aclarar como mejorar el tema salarial).  El cálculo elemental que hace una buena parte de la población es, «si la cusa del deterioro económico son los pleitos con los EEUU y las sanciones económicas, lo que hay es que elegir un presidente que no pelee con los Estados Unidos y con ello mejorara toda la economía, incluido los salarios y el poder adquisitivo, permitiendo que la reunificación familiar sea duradera», c) la privatización de lo público como camino para la prosperidad, algo que la historia nacional y la experiencia regional desmiente.

El cambio de estrategia opositora le ha dado resultado a la candidatura MCM-González a tal punto que el gobierno ha intentado lanzar planes para el retorno de los migrantes y enfatiza en la disminución de la inflación como signo de la reactivación económica nacional del futuro, pero ello no ha tenido el impacto de la candidatura opositora.

En cambio, el gobierno ha centrado su discurso en la sobrevivencia en el poder como garantía de un bienestar social que ha desaparecido progresivamente en los últimos diez años. El discurso de las sanciones norteamericanas, reales y objetivas, ha perdido eficacia política ante la ostentación material de un sector del liderazgo y el caso de la mega corrupción conocida como cripto-PDVSA.

Sin embargo, la candidatura oficial conserva una importante base social, en buena medida como saldo heredado del periodo Chávez y por el establecimiento de una red de apoyos materiales (programa de bolsa de comida, bonos, ayudas) que le se verían amenazados por la llegada al poder de una candidatura de derecha o ultraderecha que plantea que todo debe ser privatizado. La lógica de sobrevivencia y el temor a los efectos del cambio han permitido aglutinar y cohesionar una importante base social de apoyo a su candidatura, pero desde la resignación, no de la esperanza.

La candidatura opositora central ha crecido exponencialmente en apoyos en el último año, mientras el resto de candidatos opositores lo hacen a paso de morrocoy. El gobierno, en su desespero ante este fenómeno de los últimos meses, ha intentado recuperar la conexión con las mayorías por distintas vías: a) destacar el efecto del bloqueo norteamericano y de las naciones imperialistas europeas en la economía y la materialidad del mundo del trabajo, b) apelar al legado de los logros en el periodo Chávez, c) mostrar a las candidaturas opositoras como parte de la ola neofascista y ultra conservadora que recorre el mundo, d) profundizar el autoritarismo, mediante persecución selectiva a dirigentes medios y de base de las candidaturas opositoras y del campo laboral, e) usar la descalificación personal para intentar llevar el debate electoral a otro terreno más favorable.

En ese camino ha intentado obstaculizar algunas actividades proselitistas del binomio opositor MCM-González, pero lo único que ha logrado con ello es construirle la épica que le faltaba a esta candidatura; obstáculos para realizar las actividades proselitistas, han victimizado a Machado-González, abriendo paso a un imaginario de heroína de la primera y de víctima al segundo, a quienes en realidad representan la otra cara de los programas electorales anti clase trabajadora.  El camino a Miraflores de este binomio se viene construyendo con los errores del gobierno actual.

Hoy no existe una confrontación de proyectos políticos -entre los candidatos presidenciales-, sino de liderazgos, en una misma dirección estratégica. Lo que dificulta la posibilidad de una transición y alternancia ordenada, es que no se lograron cerrar los acuerdos entre las dos fracciones burguesas (vieja y nueva burguesía) en el periodo 2017-2024, lo cual plantea el mantenimiento de la crisis de gobernabilidad, más allá del 28J, independientemente de quien obtenga la mayoría. Mucho menos se ha avanzado en la resolución de la crisis de acumulación y hegemonía que se abre en el año 1983, lo cual augura inestabilidad más allá de cualquier resultado electoral.

El arbitraje y solución negociada a este conflicto pareciera necesitar de un tercer actor reconocido por ambas fracciones burguesas, papel que en estos momentos encarna los Estados Unidos, por ello el interés del gobierno en renovar el diálogo con la poderosa nación del norte. Sin embargo, una solución negociada para la continuidad de Maduro o la transición tendrían que pasar por el levantamiento de las recompensas que EEUU otorga por la captura del mandatario venezolano, la suspensión del juicio en la Corte Penal Internacional, un acuerdo de uso de las riquezas acumuladas por la nueva burguesía y la preservación de cuotas de poder que le permitan a las burguesías la continuación del modelo rentista de acumulación.

  • 4. Las opciones por la izquierda

Las elecciones presidenciales de 2024 han sido precedidas por la desaparición de algunos partidos de izquierda que no lograron la votación mínima para su permanencia legal y la judicialización de los restantes. No existe actualmente en Venezuela un partido de izquierda, legalizado, que pueda levantar de manera autónoma una candidatura presidencial y los apoyos que aparecen en el tarjetón electoral para Maduro son el resultado de esa situación de intervención de los instrumentos políticos que pertenecían a la izquierda política.

El PSUV nunca ha sido un partido en términos clásicos, deliberativo y autónomo frente al gobierno, sino más bien un instrumento político para construir viabilidad social a los planes de gobierno. Los sectores que respondían exclusivamente al liderazgo de Chávez han sido apartados de la estructura partidaria después de la muerte del líder histórico del proceso bolivariano y muchos de ellos están en distintas formas de oposición al gobierno de Maduro. El PSUV es hoy un partido policlasista monolítico, sin fisuras significativas, sin embargo, la profundización de la crisis salarial y económica ha venido erosionando sus bases; por ello, la caracterización que hagamos del gobierno es muy parecida (nunca igual) a la que se haga de su instrumento político. El PSUV está amenazado por el mismo fenómeno que afectó a Acción Democrática (AD) en la década de los noventa, la posibilidad de un desmoronamiento por perdida de eficacia política y vaciamiento de la esperanza para el común.

Las izquierdas no han logrado llegar a un acuerdo sobre la táctica electoral en esta coyuntura. Por el contrario, existen por lo menos cinco opciones visibles en este campo. La primera y quizá mayoritaria, ha decidido votar por el candidato que más tenga opción frente a Maduro. Para este sector lo más relevante es salir de Maduro y luego plantear una recomposición de las relaciones de poder que permita recuperar libertades democráticas como el derecho a huelga, contratación colectiva, salarios justos y posibilidad de organización autónoma. Sectores de la plataforma ciudadana, entre otros se cuentan en esta opción. Salvo casos como el de Héctor Navarro (ex ministro de Chávez e integrante de la plataforma) quien expresó públicamente su apoyo al candidato mayoritario de la derecha, la mayoría no lo ha hecho público, lo cual limita la construcción de identidad de este sector.

La segunda opción, ha decidido apoyar a otro candidato de la derecha, Enrique Márquez, quien ha jugado un destacado papel en el liderazgo opositor en otros momentos.  En este sector están figuras como Juan Barreto, ex alcalde de Caracas y dirigente del partido REDES, y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) intervenido, que se autodenomina como auténtico.

La tercera, ha llamado a votar nulo o abstenerse, de la cual forman parte los dirigentes históricos del PPT, Marea Socialista, PSL y LTS, entre otros. El anuncio demasiado temprano de esta táctica impidió que tuviera mayor capacidad de incidencia y articulación en el proceso electoral. La cuarta, muy marginal, es crítica de algunas políticas del gobierno, pero considera que hay que seguir apoyando a Maduro.  Entre otros, las expresiones de Bruno Sanarde y la Revista Bolívar Vive representa esta opción.

La quinta, agrupada alrededor de la Otra Campaña, que define que su candidato son las luchas sociales, que ningún candidato representa los intereses de la clase trabajadora y que lo que hay que hacer es una campaña de denuncia a la pérdida de libertades democráticas que abra la posibilidad de un reagrupamiento clasista después de las elecciones; por ello, convocan a organizarse independientemente de por quien vote, se abstenga o vote nulo en las elecciones presidenciales. En esta última participan la corriente marxista internacional, Izquierda Revolucionaria, Comité de familiares y amigos por la libertad de los trabajadores presos, Bloque histórico popular, LUCHAS, entre otras.

Este panorama de dispersión forma parte de las dificultades que debe superar la izquierda para construir un polo contra hegemónico que logre enfrentar a cualquier de las opciones presidenciales en juego quienes, en distintas medidas y tonos, tienen un programa anti clase trabajadora. El esfuerzo unitario de la izquierda post elecciones del 28J, debe romper con la repartición de culpas y la arrogancia de auto percibirse como vanguardia, para avanzar en la construcción de alternativas reales y posibles en el futuro.

  • 5. EEUU maneja la baraja

Todos los candidatos presidenciales en las elecciones del 28J se esfuerzan por mostrar que son la mejor opción para los EEUU. Mientras el binomio Machado-González renueva sus votos de fidelidad construidos en el pasado, especialmente en la administración Bush, el gobierno de Maduro coloca el acelerador en las negociaciones con los Estados Unidos y hasta muestra sus simpatías por el presidente Biden -explícitamente al renunciar este a la candidatura demócrata-, mientras garantiza el flujo de petróleo al norte en condiciones de negociación neocoloniales.

De nada sirve un acuerdo inter burgués local si no se logra el beneplácito de Washington y el departamento de Estado de los EEUU. Todas las especulaciones sobre un acuerdo estratégico del gobierno de Maduro con China o Rusia son aspavientos, pues como vimos al retornar el comercio de petróleo EEUU con Venezuela, China decidió tomar distancia para permitir un acuerdo norteamericano-venezolano, sobre todo porque contrario a lo que nos muestra la prensa burguesa internacional, cada vez más se producen acuerdos comerciales estratégicos entre el gigante asiático y Norteamérica. Rusia por su parte esta más interesada en consolidar sus intereses en África que debilitarse en una disputa insegura en Latinoamérica alrededor de Venezuela.

EEUU es el árbitro de una situación neocolonial en Venezuela, jugando sus cartas con la calma de quien procura que el final le favorezca lo más posible. Esta situación abrirá un debate pendiente en la izquierda sobre las relaciones de Venezuela con los norteamericanos, en el marco de gobiernos progresistas o una transición poscolonial con los gringos, pero eso tema de otro artículo.

  • 6. Ausencias en el discurso de los candidatos: La recuperación de las libertades democráticas

La tarea central de la izquierda revolucionaria en Venezuela, en los próximos años, será la recuperación de las libertades democráticas mínimas para la construcción de un proyecto de sociedad de justicia social. Eso no significa ni un abandono del horizonte revolucionario ni una reedición del etapismo, sino una realidad objetiva. Sin posibilidad de organizar sindicatos, huelgas, libertad de opinión y circulación de publicaciones, va a ser muy difícil construir condiciones de posibilidad para un cambio estructural.

Por ello, ninguno de los candidatos presidenciales menciona el tema de la recuperación de las libertades democráticas, porque ello iría contra su proyecto de hegemonía burguesa. Lo más importante será lo que se haga en este sentido a partir del 29J, con una política de unidad y convergencia sin precedentes. Lo contrario será absolutamente funcional al sostenimiento del estatus quo actual.

  • 7. Crisis en la geopolítica del progresismo

Otro hecho relevante de la actual campaña presidencial en Venezuela son los cambios en los discursos y posiciones del progresismo. Mientras Pepe Mújica viene tomando distancia hace tiempo con el gobierno de Maduro, llegando en los últimos tiempos a dudar si es o no un gobierno dictatorial, voces calificadas como la de Lula, Petro y Fernández marcan sus diferencias respecto al deterioro progresivo de las libertades democráticas en Venezuela y muestran su preocupación por la deriva autoritaria en el discurso de Maduro. Brasil decidió el 24 de julio no enviar delegación oficial de observadores a las elecciones venezolanas, como lo ha hecho con marchas y contra marchas el gobierno colombiano y recientemente el ex presidente argentino Fernández anunció que se le retiró la invitación para acompañar las elecciones del 28J.

Incluso voceros de la solidaridad internacional con Venezuela, otrora muy activos en los medios han pasado sospechosamente «agachados» en la coyuntura y se dejan ver en Caracas cuando se le pagan los pasajes para estar allí pero en sus países tienen bajo perfil en el tema de las elecciones del 28J. El liderazgo de la defensa internacional del progresismo a recaído en esta oportunidad en Monedero, uno de los líderes históricos del debilitado PODEMOS de España. Por supuesto Cuba y sus organizaciones aliadas en los países han mantenido una línea de apoyo a Maduro, pero cada vez con menos ímpetu y contundencia..

Esta decantación del progresismo es también evidencia de una diferenciación de lugar de enunciación de muchos de sus componentes, que pasaban desapercibidas en el marco de la ola creciente, pero que ahora en el reflujo se develan en toda su magnitud. Esto está incrementando el aislamiento del gobierno de Venezuela, lo cual afecta su propia capacidad de negociación internacional. Por ello, el gobierno de Maduro ha optado por señalar que su salida del poder puede generar un baño de sangre en el país, como gesto desesperado para que los EEUU piense la estabilidad de sus intereses estratégicos (petróleo y otros).

  • 8. Subestimar a Maduro; el error común

Si en algo coincide la derecha y la izquierda política que se oponen a Maduro y su gobierno es la subestimación de su capacidad política. Ciertamente, Maduro no solo no es un hombre culto, sino que siente un profundo desprecio por quienes tienen títulos académicos y producción intelectual. No es el caso de Lula que siendo un obrero ha sabido cultivar permanentemente su cultura, conocimiento y tiene una enorme capacidad de diálogo con sectores intelectuales y académicos. Maduro heredó de Chávez el encanto por rodearse de algunos rockstar de la política crítica internacional mientras desprecia al pensamiento crítico nacional.

Pero Maduro compensa esta debilidad con una enorme habilidad política para sostenerse en el poder; es como si fuera el alumno predilecto de Maquiavelo y Fouché, haciendo del pragmatismo su auténtica ideología. Maduro piensa y actúa como un burócrata sindical que ve en todos los discursos de los factores políticos, sociales y económicos, deseos de poder y realización personal, que identifica como necesidades a cubrir, a partir de lo cual negocia con sus adversarios. Maduro es un maestro de eso que se llama la realpolitik. Conoce como pocos políticos de nueva generación las posibilidades del poder para construir consensos, encuentros y acuerdos en Venezuela.

Impulsor del grupo de Boston, creó muy tempranamente -en los primeros años del proceso bolivariano con el visto bueno de Chávez- un lobby norteamericano que le sirviera de interlocución. Hoy esos esfuerzos le tributan a su política de dialogo con la nación más poderosa del planeta.

Cuando surgieron contradicciones propias de los dos proyectos inmersos en el proceso bolivariano (nueva burguesía versus poder popular), vio en los esfuerzos por construir una central sindical autónoma (la UNETE), entre 2004 y 2008, un peligro estratégico para los nuevos equilibrios del poder que surgían. Fue al artífice de las derrotas que impidieron construir una central autónoma de trabajadores y el forjador de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST), la cual en ningún momento se planteó presidir, sino que colocó al frente de la misma a un dirigente de poco brillo, integrante de la antigua Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), dirigida por la socialdemocracia adeca; de esta manera garantizó la existencia de un aparato de coaptación, dispersión y coaptación de las luchas de la clase trabajadora.

Desde su cargo de canciller consolidó la relación con Cuba, China, Rusia, Turquía, Irán y los gobiernos enfrentados a los Estados Unidos y una parte importante de los partidos comunistas de tradición soviética y China, persiguiendo cualquier iniciativa de atraer para el proceso bolivariano a sectores más críticos de la izquierda mundial, que sabía que criticarían en algún momento la deriva autoritaria y el giro neo burgués que tomaría el proceso.

Paso de ser militante radical de izquierda maoísta, con cultura política anti religiosa, a ser admirador de Sai Baba y luego en el poder no solo se casaría según los rituales católicos, sino que cultivaría una relación estable y creciente con los grupos cristianos y sectas religiosas, especialmente con los sectores pentecostales, vinculados a Estados Unidos y la ultraderecha latinoamericana, como es el caso de Brasil. Los simpatizantes de izquierda que perdía por su política de conciliación de clases, los recuperaba en términos numéricos e incluso incrementaba, por intereses de fe.

Maduro avanzó en una línea de trabajo en la cual Chávez había sido tímido, los acuerdos y pactos con las derechas. Potenció la división exponencial de la derecha y creó puertas traseras de dialogo con cada uno de estos factores, mientras promovía la devolución a sus antiguos propietarios terratenientes de tierras confiscadas por Chávez, suspendió las políticas de promoción de fábricas recuperadas y creó garantías para el capital financiero, como preludio a una apuesta por lograr encuentros entre las distintas facciones burguesas en disputa.

Maduro privilegió el diálogo con la derecha, llevando progresivamente a la izquierda electoral a su mínima expresión, despojándola de sus instrumentos políticos, reduciendo con ello su capacidad de incidencia.

Maduró congeló y dejó sin efecto los preceptos progresivos de la Ley Orgánica del Trabajo aprobada por Chávez, como mecanismo dual de frenar el ciclo de protestas reivindicativas que se iniciaban a finales de 2017 y, como forma de mostrar a la burguesía clásica y los Estados Unidos que el podía lograr en materia del trabajo, lo que no le podía garantizar la derecha clásica.

Maduro fue limpiando el PSUV de los cuadros políticos independientes que apostaban por una radicalización del proceso, así como también de aquellos otros quienes querían disputar parte de la renta petrolera mediante la conformación de grupos de interés.

Es decir, Maduro es un estratega del poder que no puede ser menospreciado, ni valorado por los dislates que algunas veces dice en público. Maduro es el hombre del poder hoy en Venezuela.

Los sectores de la oposición más radicalizados y la prensa burguesa internacional sigue subestimando la capacidad política y de sobrevivencia de Maduro. Esta subestimación se expresa en la publicación de encuestas que le dan hasta 30 o más puntos de ventaja a Edmundo González, para las elecciones del 28J, algo que carece de la mínima seriedad política (como tampoco lo son las encuestas oficiales que dan más de 20 puntos de ventaja a Maduro).

Maduro cuenta con un andamiaje institucional clientelar muy importante, así como con la red de consejos comunales -devenidos en administradores de apoyos gubernamentales- y la propia maquinaría del partido de gobierno.  Maduro vive su peor tormenta electoral, pero quien cante de manera anticipada victoria lo está subestimando.

Finalmente, Maduro logró colocar al frente del Consejo Nacional Electoral a una figura histórica del campo Bolivariano, ex congresista y antiguo procurador general de la República, lo cual le da una especial tranquilidad en términos de manejo electoral.

  • 9. La dificultad para un pronóstico fundamentado en datos

Las encuestas que se han difundido las últimas semanas sufren el efecto de la polarización.  Hay encuestas para cada gusto. Unas le dan ventajas de varias decenas a uno u otro candidato, mientras que otras le asignan la victoria por márgenes estrechos. La polarización electoral está entre Maduro y Edmundo González, los demás candidatos se desinflan o mantienen una preferencia muy baja.

Hay varios elementos de incertidumbre por la opacidad de los datos. Algunos de estos son:

  1. El número de migrantes: la oposición insiste en que son más de siete millones, mientras el gobierno habla de 1.700.000. Investigadores como Víctor Álvarez la ubican en poco más de cuatro millones. Con 7.000.000 de migrantes y una abstención de 30-40% es muy difícil que gane la oposición; si la participación electoral es de 12.000.000 o más, eso mostraría que el número de migrantes que maneja la oposición está inflado, es equivocado. En un país con 21.323.253 electores potenciales esta variación en las cifras en la migración influye en algunos aspectos claves para el resultado electoral;
  2. Las previsiones de abstención varían según la perspectiva de los analistas. Investigadores serios como Javier Biardeau estiman la participación en un 60-65%, que implicaría una abstención de 40-35%. El espectro de cifras va del 20% al 40% de abstención. Si cruzamos estos porcentajes de abstención con los números de la migración vemos que es una cifra nada despreciable los que están en juego en estos estimados;
  3. Aunque hay diez candidaturas, se ha polarizado la disputa entre Edmundo González Urrutia (MCM) y Nicolás Maduro, pero el porcentaje de voto que lograrán obtener los restantes candidatos de conjunto varían de 3 a 10%. (Para ilustrar lo señalado anexamos un ejercicio de cálculo que tiene como máximo el 5% de simpatías electorales por los ocho candidatos opositores, aunque insistimos que puede ser mayor, afectando con ello a la candidatura mayoritaria opositora al dispersar el voto anti gobierno.
  • La oposición estima que en evento electoral del 28J sufragarán unos 12.000.000 electores, mientras que el gobierno no ha hecho público sus estimados.  La tendencia de las últimas elecciones señala que en la medida que se incrementa la participación, aumentan las posibilidades de la oposición. El escenario ideal para el gobierno serían uno 10.000.000 de electores;
  • Todos los especialistas coinciden en señalar que la abstención actúa a favor del gobierno, que pareciera tener un techo de unos 4.500.000 – 5.000.000 de electores. Esto se basa en los registros de militancia del PSUV (3.500.000) y los inscritos en la Plataforma Patria (5.500.000). En un escenario de 10.000.000 de electores el PSUV – Maduro podría ganar, incluso en uno de 11.000.000 con una dispersión del voto opositor de 1.200.000 electores;
  • Solo una situación inesperada podría motivar a una movilización electoral masiva a favor del gobierno, superior al techo antes indicado.  Hasta ahora no se observa ese elemento detonante del incremento en la votación. Tal vez el cierre de campaña del gobierno en Caracas, el 25 de julio, donde movilizaron simpatizantes de todo el país pueda ser un evento motivador para algunos, pero eso es aún inestimable;
  • Si por el contario participan 12.000.000 de electores, el gobierno alcanza los 5.000.000 de votantes a su favor y las pequeñas candidaturas de derecha alcanzan el 1.500.000, la candidatura de Edmundo González obtendría 5.500.000 obteniendo la victoria. Con un escenario tan amplio de participación el gobierno tendría dificultad para hacer creíble una votación superior, a los niveles de la de Chávez o el PSUV en sus mejores momentos y correría el riesgo que la oposición cante fraude. Por ello, decimos que a solo tres días de las elecciones el nivel real de imprecisión e incertidumbre es el más grande en las elecciones de las últimas décadas.
  • La elección esta disputada entre Maduro y Edmundo González Urrutia. Los datos disponibles no hacen presumir la victoria aplastante de ninguno de los bandos. En cualquier caso, un resultado que no supere la diferencia de 500.000 votos favorece la continuación de las negociaciones entre las fracciones del capital en disputa. Una victoria amplia de uno d ellos factores generaría la tentación de terminar de liquidar al adversario y prolongaría mucho más en el tiempo esta disputa. La posibilidad de una salida en favor de la clase trabajadora y los sectores explotados no reside en el resultado de esta elección sino en la capacidad de unidad de acción que se haya generado y se amplie en el futuro.

La gran encuesta, la de la calle, pareciera oscilar entre el cambio de orientación presidencial y un final cerrado. La opacidad de los datos y muestreos no contribuyen a hacer un pronóstico confiable a solo días y horas del evento electoral. La oposición ha recuperado una parte importante de su capacidad de convocatoria que había perdido en 2017 -y que Guaidó nunca obtuvo- pero no hay manera objetiva de saber si lo avanzado le alcanzará para obtener una victoria, mientras el gobierno no ha dado otra demostración contundente de movilización que no fuera la del cierre de campaña.

10. Conclusiones

Lo que es cierto, es que cualquiera que sea el resultado electoral, ya sea que gane Maduro o Edmundo González, ello implicará seis meses de negociación para alcanzar un consenso entre la vieja y nueva burguesía con la intención de permitir gobernabilidad y el pase de un paquete anti clase obrera con la menor protesta posible.

Desde una perspectiva de la clase trabajadora estamos ante el peor de los escenarios, desde la apertura de la etapa de crisis hasta el presente (1983-2024). La izquierda radical y anticapitalista tiene que prepararse para los próximos años para una estrategia multi nivel de lucha por la restauración de las libertades democráticas mínimas, que combine movilización y lucha, con la construcción de espacios de diálogo y concreción de conquistas, algo que no será tan fácil.

Si gana el candidato de la derecha, Edmundo González, hay que prepararse para una recomposición de fuerzas que no sea sectaria ni centrada en el pasado, sino que mire al futuro para permitir la reconstitución de las organizaciones sociales, sindicales y gremiales y los mecanismos institucionales de arbitraje. Si por el contario Maduro gana las elecciones, se debe acrecentar la movilización, superando la política “del hígado” -propia de algunos sectores en la actual campaña electoral- donde lo sustantivo sea recuperar el marco mínimo de libertades democráticas.


[1] Doctor en Ciencias Pedagógicas. Miembro del Consejo Directivo de CLACSO. Integrante de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación, la Fundación Kairos y el Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada. Actualmente es secretario operativo del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo educativo. Militante de la Otra Campaña, Otras Voces en educación y LUCHAS.

[2] Se suele confundir los picos de tensión dentro del periodo de crisis 1983-2024, como etapas separadas.  En realidad, la rebelión estudiantil-popular de 1987, el Caracazo de 1989, los alzamientos militares de 1992, la destitución y enjuiciamiento de Carlos Andrés Pérez, la candidatura y victoria electoral de Chávez, el proceso constituyente, el golpe de Estado de 2002, el llamado al socialismo del siglo XXI, las contradicciones entre la nueva burguesía y el poder popular denunciadas en 2009 en el evento del CIM, la enfermedad y muerte de Chávez, la candidatura y triunfo de Maduro, el inicio del bloqueo norteamericano y de las naciones imperialistas, las rebeliones callejeras de la derecha 2014-2017 y la muerte de un centenar de jóvenes, la segunda constituyente, el decreto 2792, el giro autoritario de Maduro, la perdida de libertades democráticas, la judicialización de los partidos políticos, la negociación con los EEUU y otros eventos, son solo picos de tensión en el marco de la larga crisis burguesa en Venezuela del periodo 1983-2024.

Las elecciones presidenciales en Venezuela el 28J-2024: una situación inédita

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La Calidad educativa dentro del paradigma de la cultura evaluativa neoliberal

La Calidad educativa dentro del paradigma de la cultura evaluativa neoliberal

Luis Bonilla – Molina

Fragmento de un texto mayor

El concepto

La calidad educativa es un término polisémico, es decir, tiene varios significados que se adecuan a distintas orientaciones del discurso educativo. Su bondad es que se asocia al “sentido común” ciudadano que la educación sea cada vez mejor para los niños, niñas, adolescentes y estudiantes en general. Su perversión es lo opuesto, porque esa “bondad” interpretativa le resulta útil al neoliberalismo educativo para los fines mercantiles que se plantea.

La idea de calidad educativa no ha sido aceptada por todos los actores educativos de manera uniforme. La mayoría ha simplificado el término como el esfuerzo para que cada vez la educación sea mejor, que es tan amplio que permite que se ponga en marcha cualquier rango de operaciones de cambio que se correspondan al sistema de valores de quien lo defiende. La idea de la adaptabilidad de la educación a los requerimientos “sociales” complementa esta simplificación y abre paso a operaciones diversas de estandarización y mejora continua desde la lógica del mercado, que tienen como lugar de enunciación el discurso de la calidad educativa.

La derecha educativa encuentra en la calidad total que termina promoviendo la estandarización, competencia y clasificación en las dinámicas institucionales de los sistemas escolares y universidades, el relato necesario para la defensa del sostenimiento del estatus quo burgués, sustentado en las diferencias entre clases sociales con argumentos como el esfuerzo personal y las competencias como motores del éxito. Por eso, el pensamiento de derechas y neo conservador es el mayor aliado y defensor de todos los sistemas jerárquicos que termina construyendo la cultura evaluativa neoliberal en educación.

El neoliberalismo educativo ha capturado para sus fines la denominación de calidad educativa, debido a la precaria disposición de los sectores críticos para plantearle una disputa del término. Eso crea un problema práctico para las resistencias anticapitalistas en educación, porque “hablar mal” de las políticas escolares y universitarias que presentan al público los gobiernos neoliberales, con la etiqueta de reforma por la calidad educativa, coloca a quienes lo hagan como sectores o individualidades que se oponen a que mejore la educación.

La única forma de romper esta hegemonía ideológica instalada en la sociedad consiste en entrar a la disputa conceptual y operacional de la calidad educativa, con un horizonte transformador alineado a los fines de proyectos alternativos. Sectores radicalizados se oponen a ello con el argumento que eso es conciliar con el sistema al “ceder” en una disputa que para ellos se restringe al medio empresarial, para lo cual consideran que resulta suficiente plantear que la calidad educativa es burguesa; en términos prácticos esta declaración “principista” no tiene ningún valor concreto para enfrentar las iniciativas de privatización, mercantilización y estandarización educativa neoliberal que se presentan con la etiqueta de calidad educativa. Salir “bien en la foto” no significa que se contribuya a la construcción de una política educativa anticapitalista con influencia de masas.

Tampoco se trata de aceptar acríticamente los determinantes conceptuales neoliberales del término calidad educativa, en razón de la pluralidad de significantes que contiene el mismo significado, en un abanico de opciones útiles para la adecuación de los sistemas escolares y las universidades a los requerimientos del modo de producción capitalista.

Así como la palabra amor no tiene el mismo significado para un burgués que para un proletario, nadie plantea crear otra palabra que lo exprese, sino que se construyen significados alternativos que expresen la identidad de clase; así lo hizo Marx en el tercero de los Manuscritos económicos y filosóficos (1844) para romper con la noción romántica patética del amor burgués cuando dijo Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia.

En este sentido, las definiciones coyunturales que se elaboren deben ser vistas como parte de propuestas de transición que intentan impulsar iniciativas contra hegemónicas para construir correlaciones de fuerza que hagan posible “popularizar” entre los oprimidos el sentido, direccionalidad y expresiones de una educación que contribuya al pensamiento crítico, creatividad, solidaridad y sentido de justicia social integral como componentes centrales de proyectos pedagógicos emancipadores y liberadores (en plural).

Para Deming (1982) la calidad solo puede definirse en relación a la acción del sujeto. A partir de este enunciado simple, surge todo un campo de disputa ideológica, teórica, conceptual y operacional respecto a quien es el centro de lo educativo, a partir de quien se define la calidad, debate que tensiona los distintos campos de la izquierda educativa en sus definiciones pedagógicas. Surgen cuatro grandes concepciones en esta materia: a) el centro de lo educativo, el sujeto de la educación es el estudiante, b) el sujeto central para producir un cambio es el trabajador de la educación (docente, director y personal que coadyuva al hecho educativo), c) el centro del que hacer educativo es la comunidad y es en los cambios culturales del entorno donde se evidencia la calidad, d) el eje de los escolar y universitario es la sociedad (democracia y ciudadanía, desarrollo nacional y fomento de la productividad, empleabilidad). Estos campos de disputa se reflejarían en los cuatro modelos de implantación de la calidad educativa neoliberal que abordaremos más adelante.

Para el neoliberalismo educativo el sujeto es la mercancía que crea mercancías, como superación del modelo manual de hacer máquinas (primera revolución industrial) y de máquinas haciendo máquinas (segunda revolución industrial).

El sector de la izquierda que desecha las disputas educativas antes que se alcance la revolución total, tratándolas peyorativamente de reformas, opta por señalar que el centro de lo educativo es la transformación comunitaria, colocando al contexto en el centro del que hacer educativo; ahí también existen matices desde el campo de las educaciones populares (en plural), por ejemplo quienes defienden la teoría Freireana de que el papel de la escuela no es hacer la revolución sino construir las mentalidades que la harán posible. Otros sectores de izquierda, vinculados a las pedagogías críticas, prefieren concentrarse en la construcción de ciudadanía crítica y democracia desde abajo, como parte de una disputa ideológica estratégica. Algunos sectores sindicales y gremiales postulan que los cambios sustantivos en la educación dependerán de las condiciones materiales de vida y salariales de los docentes, así como la posibilidad compensatoria de la escuela respecto a las diferencias existentes entre los estudiantes producto de su origen social. Finalmente, están quienes postulando las pedagogías activas y participativas colocan al estudiante en el centro del cambio educativo.

Un caso, casi singular, es el del movimiento pedagógico colombiano que se mueve en varios de estos campos, comunitario, sindical, pedagógico y social. Esta experiencia puede tener aspectos con los cuales se puede diferir, pero es innegable que constituye una de las mejores síntesis de articulación en marcha, de los distintos enfoques de resistencia pedagógica. Es decir, nuestro punto de vista es que una propuesta integral debe tomar en cuenta cada una de las cuatro opciones de énfasis educativo y no caer en la trampa de colocar una por encima de las restantes; la dinámica educativa es mucho más rica que una simple escogencia de un enfoque.

Por su parte, la opción más consensuada en los sectores ideológicos vinculados a la perspectiva del capital es colocar al estudiante como centro del que hacer educativo, sin que esto signifique abandonar las otras perspectivas. Esta decisión se expresa en concreto, en la priorización de las pruebas estandarizadas de aprendizaje para los primeros niveles de enseñanza, así como la productividad y jerarquización académica, adaptación a los requerimientos de empleabilidad y extensión[1]-investigación[2] centrada en las expectativas del estudiante en el sector universitario, todo ello en el marco de la calidad educativa. La dinámica de la calidad educativa neoliberal ha venido moviendo su énfasis cada vez más hacia las llamadas habilidades blandas, la inteligencia emocional y la empatía.

La calidad educativa promovida por el capital, lo que procura al final es que la “mercancía educativa” que resulta ser el estudiante moldeado por el perfil de egreso que se construye con la estandarización de los procesos pedagógicos, tenga posibilidades de una empleabilidad adaptativa y situada que haga posible la mejora continua del modo de producción capitalista.

Dimensiones y niveles de la calidad educativa  

La calidad educativa neoliberal procura expresarse en las distintas dimensiones (Bonilla,2024;2014) de lo pedagógico (didácticas, currículo, evaluación, planeación, gestión), con la tendencia a la fragmentación propia del capitalismo en el sector. Es decir, no logra construir una propuesta pedagógica integral de calidad educativa, sino líneas de acción en materia de currículo o didácticas, evaluación o gestión del aula.

Sus promotores suelen referirse a la calidad educativa como “calidad didáctica”, “Calidad curricular”, “calidad de los planes de estudio”, “calidad evaluativa”, “Calidad en la planeación escolar y gestión del aula” -o institucional- pero no muestran un camino que intente armonizar sus “propósitos” de manera dinámica en la pedagogía como ciencia(s) de la educación.  No obstante, se ha generalizado su uso relacional con las distintas facetas pedagógicas.

La contradicción capitalista de trabajar la dominación como totalidad de la vida y las instituciones, escondiendo su accionar mediante la presentación fragmentada de sus iniciativas, se muestra claramente en el tema de la calidad educativa neoliberal y su precaria capacidad de relación con las pedagogías. Resulta complicado intentar armonizar las acciones, estrategias y criterios de valoración, que formula el neoliberalismo como formulaciones de calidad educativa para cada uno de los componentes de la pedagogía. Esta carencia de complementariedad sistémica intenta ser resuelta con la convergencia de estándares, indicadores y metas, pero estos esfuerzos se muestran caóticos al momento de su concreción educativa en las aulas.

Por otro lado, si partimos de los seis niveles (Bonilla,2014) que deben comprender las políticas educativas en materia de calidad educativa (aula, aula-plantel, aula-comunidad, aula-región, aula-proyecto nacional, aula-geopolítica educativa)[3] con sus cincuenta y cuatro campos de operacionalización básica[4], la calidad educativa neoliberal se convierte en un significante vacío, en una consigna bonita que tiene muy poco de pedagógica. Sin embargo, desde una perspectiva crítica se debería aprovechar esta grieta en la discontinuidad de las políticas educativas capitalistas para posicionar un enfoque integral e integrador de la calidad educativa asociado a proyectos emancipadores de conjunto.

Principios de la mejora continua en educación

Para lograr sus propósitos, el paradigma corporativo de la calidad plantea el principio de la mejora continua que en realidad es un enunciado que contiene a su interior cuatro principios: planificarhacerverificar y actuar. En la propuesta neoliberal de la calidad educativa estos principios se adaptan para convertirse en procesos centrados en estandarizar para la planificación educativa (didácticas, currículo, evaluación), estableciendo criterios, protocolos y dinámicas que permitan ejecutar la acción escolar y universitaria mediante modelos de gestión de aula e institucional posibles de evaluar mediante pruebas y mecanismos estandarizados, así como clasificaciones sujetas a los estándares (objetivos, metas, indicadores) que permitan actuar en tiempo real con criterios de ajustes y cambios permanentes (pertinencia, relevancia, eficiencia, eficacia, impacto e innovación).

Los principios de la mejora continua, aplicados a la propuesta neoliberal de calidad educativa, develan las reales intenciones de esta operación de cambio: intentar resolver el desfase entre la aceleración de la innovación científico tecnológica y lo que se enseña en las instituciones educativas, mediante políticas públicas y orientaciones institucionales que sincronicen lo escolar y universitario al modo de producción capitalista. Para el capitalismo los sistemas escolares y las universidades no son sistemas auto referenciados, sino que sus protocolos, rutinas, actividades, procesos y productos deben corresponderse a los requerimientos de la producción, mercado y consumo en cada momento histórico.

Como el neoliberalismo educativo no logra construir una propuesta integral e integradora de calidad educativa, a pesar del diseño del modelo de mejora continua para los sistemas escolares y la universidad, intenta entonces abrirse paso mediante la operacionalización a escala mundial de prácticas de calidad educacional centradas en los aprendizajes, la enseñanza y el cambio institucional.

Calidad educativa como logro de aprendizaje y factores asociados

La UNESCO, instancia que creó en 1994 -en medio del paradigma empresarial de la Gestión de la Calidad Total (GCT)- un instituto como un nombre tan pomposo como el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa (LLECE), tampoco logró construir un “modelo de calidad educativa multisituado”. No podía hacerlo, porque UNESCO es una institución del orden burgués dominante[5] y por lo tanto tiene los límites propios de una institución que instrumenta, no que define el horizonte último de la educación en el marco del capitalismo.

El LLECE comenzó a recorrer el camino de las pruebas estandarizadas como instrumento para desarrollar la calidad educativa fundamentada en los aprendizajes.  Cuando trabajemos más adelante, las pruebas estandarizadas del LLECE ahondaremos en el tema, por ahora nos interesa destacar que la calidad centrada en los aprendizajes no ha sido un desarrollo de la calidad educativa neoliberal, sino una muestra de su incapacidad para instrumentar de manera amplia, integrada e integradora su propio paradigma. En este caso, se habla entonces de educación centrada en el estudiante y de calidad basada en evidencias de logro de aprendizaje.

La calidad educativa neoliberal basada en los logros de aprendizaje, usa como herramientas los objetivos y metas curriculares para el diseño de baterías de preguntas que muestren evidencias de logro o insuficiencia del mismo.  Sin embargo, en este campo tampoco procura tener una visión panorámica y de conjunto de los logros alcanzados por los sistemas escolares, por el contrario se “prioriza” los aprendizajes “relevantes” para el modo de producción en la coyuntura entre tercera y cuarta revolución industrial, sintetizados en el paradigma STEM (Matemáticas, Ciencia, Tecnología, Diseño y lectura instrumental). Las llamadas pruebas de calidad educativa son en realidad mediciones estandarizadas de logros en determinados aprendizajes de ciencias, matemáticas, lectura, escritura, manejo de tecnología computacional.

Como resultado de las críticas que se formularon a los primeros estudios de logros de aprendizajes, por no tomar en cuenta factores asociados al aprendizaje, muchas de estas pruebas, incluidas las del LLECE UNESCO, los incorporaron. Para el Segundo Estudio Comparado en Educación (SERCE), el LLECE creó dos grupos de factores asociados, el primero vinculado a los estudiantes (nivel socio económico y cultural, prácticas educativas en el hogar, participación de la familia en la escuela, clima escolar positivo y clima escolar negativo, organización del aula, disponibilidad de libros y materiales en el aula) y, el segundo, denominado nivel escuela (infraestructura escolar, satisfacción docente, programas compensatorios).

Más adelante analizaremos otras pruebas estandarizadas que encajan en el paradigma de la calidad educativa centrada en el logro de aprendizajes y sus factores asociados.

Los logros de aprendizajes evaluados mediante pruebas estandarizadas y el estudio de los factores asociados, son solo fragmentos muy pequeños del trabajo educativo, pero permiten avanzar en la cultura evaluativa neoliberal y posesionar el paradigma de mercancías educativas, bajo los cánones de instancias como el Banco Mundial (BM) la OCDE, entre otras.

En el caso de la universidad, la calidad en los logros de aprendizajes se vincula a los productos que generen los estudiantes en materia de publicaciones, investigaciones, trabajo de extensión comunitaria, obtención de fuentes externas de financiamiento y construcción de un polo de atracción para la movilidad docente y estudiantil; también en los sistemas de seguimiento de los egresados y su inserción laboral.

Calidad educativa centrada en el desempeño docente

Los sistemas de calidad educativa fundamentada en el desempeño docente podemos ubicarlos en cuatro grandes categorías: a) centrados en el perfeccionamiento docente para que pueda contribuir de manera más eficiente a la superación de la brecha entre conocimiento impartido y aceleración de la innovación científico, tecnológica y cultural; b) centrados en la transición de lo presencial a lo virtual, los cuales enfatizan en “aprender a aprender”, “aprendizaje autónomo” y otras iniciativas que van colocando al docente como un acompañante del proceso de aprendizaje estudiantil; c) centrados en la contención de la beligerancia social y gremial docente, vinculando sus resultados a sistemas de remuneración, primas, escalafones, ascensos, que procuran romper con la unidad magisterial y, d) los que combinan algunos o todos los anteriores.

La calidad educativa neoliberal centrada en los docentes, coloca los resultados en los logros de aprendizaje de los estudiantes como un punto de partida para el diseño de sus modelos, protocolos y sistemas.

Calidad educativa fundamentada en los logros institucionales

Un sector del neoliberalismo educativo, que asocia plenamente las dinámicas escolares y universitarias al universo de la fábrica y la empresa, considera que el eje de la calidad tiene que ser el comportamiento organizacional de las instituciones educativas. En este sentido diseña una batería de indicadores de logro y metas de trabajo que sirven de soporte para sus sistemas de clasificación y jerarquización. Consideran los sistemas basados en logros de aprendizaje y el docente como subsidiarios de la calidad educativa institucional.

La calidad educativa centrada en logros institucionales elabora sistemas de clasificación diferenciados para los primeros niveles de enseñanza respecto a la educación universitaria. En el primero de los casos se constituyen jerarquizaciones institucionales con base a prosecución, abandono escolar, rendimiento en las pruebas estandarizadas aplicadas en los planteles educativos, actividades extra escolares, asistencia diaria (estudiantil y docente), días efectivos de clase trabajados, actualización del personal docente, entre otros. Estos sistemas tienden a guiar los programas de inversión extraordinaria que hacen los ministerios de educación.

En el caso de las universidades se establecen sistemas de acreditación, rankings, incentivos a la bibliometría y sistemas de remuneraciones y cargos vinculados a la productividad como sinónimos de calidad educativa neoliberal.

Un elemento central de la Gestión de la Calidad Total (GCT) en el plano institucional lo constituye el planteamiento del cero desperdicio.  En consecuencia, la estandarización homologa el cero desperdicio a cumplir el total de días de clase, desarrollar todo el currículo, priorizar el aprendizaje de lo que tributa a las pruebas estandarizadas, reprobar al que no lleva el ritmo de aprendizaje, establecer ritmos de administración de conocimientos, alcanzar las competencias que requiere el sistema; lo que no tributa a estos fines es considerado como desperdicio, que hay que ir reduciendo hasta llegar a cero.

Instituciones de Evaluación de la Calidad Educativa

En las últimas cuatro décadas se ha construido una red de Agencias Nacionales de la Calidad Educativa (u otras denominaciones homologables) que institucionalizan los procesos de gestión de la calidad educativa neoliberal.  Estas agencias suelen estar vinculadas al LLECE-UNESCO, el departamento de las Pruebas PISA de la OCDE, los sistemas norteamericanos de evaluación, y, las divisiones educativas del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de Estados Americanos (OEA) y más recientemente de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la CEPAL.  Incluso instancias alternativas multilaterales como MERCOSUR y la Comunidad Económica para América Latina y el Caribe (CELAC) están desarrollando líneas de trabajo sobre calidad educativa, cada vez más ubicadas en la perspectiva neoliberal.

La comprensión de la inserción territorial del paradigma de la calidad educativa neoliberal en los países, sistemas escolares y universidades de la región, pasa por el estudio de estas agencias de calidad, que también tiene el nombre de agencias de acreditación para el sector universitario.

Seguiremos ….


[1] Defendemos el estilo de extensión universitaria críticos, mostrados e impulsado por Tommasino (2019) en “Modelos de Extensión universitaria en las universidades latinoamericanas del siglo XXI.

[2] Son múltiples los enfoques alternativos de investigación, nos parece de especial importancia reivindicar el método de investigación acción participativa de Fals Borda y el de INVEDECOR de Carlos Lanz.

[3] En el año 2024, en el marco de la consulta nacional por la calidad educativa en Venezuela, Bonilla-Molina, Luis plantea el modelo de análisis comparado del cubo, que tiene seis niveles de análisis.  Una síntesis de este modelo está disponible en el video siguiente https://www.youtube.com/watch?v=DfAwYUPvp94

[4] Ver modelo teórico de la calidad educativa de Luis Bonilla-Molina (2014)

[5] La incomprensión de esta realidad llevó a procesos progresivos como lo fue la revolución Bolivariana (1999-2013)a

 

Fuente de la Información: https://luisbonillamolina.com/2024/06/16/la-calidad-educativa-dentro-del-paradigma-de-la-cultura-evaluativa-neoliberal/

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La brecha epistémica: Obstáculo para entender la “crisis educativa actual”

Por: Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

Es muy importante que el debate sobre la Brecha Epistémica (Bonilla-Molina,2021) se inaugure en Brasil en el marco del IV Congreso Internacional y VI Congreso Nacional de Movimientos Sociales y Educación: resistencias y emancipación en el contexto latinoamericano, organizado con motivo de los 10 años de la Maestría Profesional de Educación en el Campo de la Universidad Federal Reconcavo de Bahía; porque esto ocurre en un territorio que resiste a la hegemonía cultural del capital sobre los territorios, cuerpos, cultivos y prácticas que construyen tejido social solidario. La cita de Amargosa expresa el vigor de la academia comprometida con el cambio social.

Por ello, no parece extraño que en el marco del evento se integren y fusionen narrativas sobre rescate de prácticas ancestrales de relación con la tierra, el agua, el aire, las semillas y la vida, con experiencias de autogestión, modelos colectivos de trabajo, organización comunitaria y, hasta de Brecha Epistémica (Bonilla,2019).  Es solo desde ahí, desde un lugar donde las resistencias se han convertido en un acto cotidiano, donde se puede analizar con el suficiente vigor intelectual, académico, humano, creativo y crítico lo que traza el sistema capitalista para borrar las huellas de lo solidario, lo común.

En este trabajo, procuraremos identificar y explicar las razones por las cuales se nos habla de un sistema escolar y universitario en crisis, una trampa de la cual solo es posible salir aproximándonos al todo, desde lo concreto, con los pies sobre la tierra. No hay todo sin las partes que lo constituyen desde los territorios.

Así como la física celebró en 2013 la confirmación de la existencia de la llamada partícula de Dios o Bosón de Higgs (Higgs,1964) que demanda el reconocimiento y estudio de los fermionesbosones, gluones, fotón y el spin para comprender lo que tiene en común la materia que conforma el universo, en educación necesitamos encontrar los elementos constitutivos de la llamada crisis educativa para poder salir del no-lugar de crisis en el cual el capitalismo caníbal (Fraser,2023) pretende colocar a los sistemas escolares y la universidad.

  • 2. ¿Por qué hablar de brecha epistémica y sus componentes?

Tendríamos que comenzar por precisar el concepto que unifica la problemática que nos ocupa. La Brecha epistémica es la distancia que existe entre nuestras ideas e interpretaciones sobre los factores determinantes y asociados a la situación actual, tanto de los sistemas escolares como de las universidades, y lo que realmente ocurre. Se trata de una pérdida de perspectiva, sentido y profundidad teórica, que impide valorar y ponderar adecuadamente los nudos problemáticos, sus lugares de enunciación, así como las rutas de abordaje propositivo de las expectativas sociales sobre la educación y la noción de crisis educativa.

Se suele hablar de brecha tecnológica, cultural, económica, material, entre otras, pero no es común mencionar la epistémica, lo cual limita al campo de actuación de las resistencias anti sistémicas en educación, pero sobre todo la construcción de alternativas adecuadamente situadas. Si algo ha trabajado el capitalismo en las últimas décadas es la destrucción sistemática de las condiciones materiales[1], conceptuales[2] y paradigmáticas[3] que podrían evitar que exista esa brecha epistémica en la academia, sindicatos y gremios magisteriales, organizaciones estudiantiles y de la sociedad civil.

La fragmentación de la realidad y carrera desenfrenada de la bibliometría (Jiménez y otros,2024) por adaptarse a la cultura evaluativa, ha promovido el estudio de partes inconexas de la realidad, cada vez más delimitadas, a tal punto que resulta complicado entender las conexiones de los resultados de muchas pesquisas que intentan adentrarse en la telaraña de los problemas educativos.

Este trabajo va en vía contraria, intentando identificar los temas más relevantes (no son los únicos) de la Brecha Epistémica: a) incomprensión del impacto de las revoluciones industriales en la educación, los sistemas escolares, la universidad y la industria educativa, (desfase creciente desde la tercera revolución industrial, surgimiento de la paradoja del cambio), b) desconocimiento de las diferencias, similitudes, puntos de encuentro y desencuentro de los proyectos del capital en educación,  c) agotamiento del régimen biopolítico y subordinación de las expresiones de éste, al nuevo régimen predictivo de reproducción capitalista (social, cultural, simbólico, material), d) atasco del paradigma disciplinar, problemas para la implantación de los paradigmas transdisciplinario y complejo, incapacidad sistémica para encarar la convergencia transdisciplinaria (en todo el sistema escolar y la universidad, la construcción de conocimiento y la formación profesional),  e) despedagogización (despolitización, curricularización, cancelación de la idea de la docencia como actividad intelectual orgánica, docencia como administración curricular, lógica del operario ilustrado, pérdida de sentido social del aprendizaje, paradigma del aprendizaje a lo largo de la vida, coaching educativo), f) fosilización de los arquetipos institucionales educativos (Comenio en el siglo XXI, el tamaño institucional sí importa, los diseños profesionales como producto, la investigación como eje real en tiempos de aceleración de la innovación), g) limitado estudio de la relación de los modelos de gestión empresarial con los modelos de gestión escolar y universitaria, h) incomprensión de la deriva neoliberal de la UNESCO (la UNESCO como proyecto del orden mundial derivado de las post guerras, las seis reformas de la constitución de UNESCO, del rol progresista de la UNESCO al vampirismo educativo capitalista),i) El know-how docente en el presente, j)El tránsito del Apagón Pedagógico Global (APG) al estallido de la burbuja educativa, k) problemas epistémicos para entender las implicaciones educativas de la transformación digital de los sistemas escolares; l) la cultura evaluativa en educación, ll)  Estos doce elementos forman parte de un proyecto ambicioso de estudio, análisis, comunicación y organización alternativa que hemos decidido emprender para contribuir a la resolución de la brecha epistémica; en este trabajo nos limitaremos a estudiar elementos constitutivos del segundo de los elementos de la brecha epistémica, esperando contar con las energías necesarias para concluirlo y lograr los apoyos institucionales necesarios para poder culminar esta tarea.

  • 3. Revoluciones industriales y educación

La idea que prevalece en la academia es que la relación sustantiva que existe entre revoluciones industriales, sistemas escolares y universidad está referida a la actualización de equipos, manuales de funcionamiento y empleabilidad. La lógica del operario ilustrado[4] (Bonilla,2024) se impone, limitando el análisis de relaciones más estructurales.

Nuestro punto de vista es que los sistemas escolares y su relación con las universidades parten de una estructura de sistema escolar definida por Comenio (Didáctica Magna,1657) que ensambla con la lógica funcional del capitalismo industrial de las dos primeras revoluciones industriales[5] (disciplinar, curricularizacion, especialización, fragmentación de las ciencias pedagógicas, perfil de egreso, biopolítica del aprendizaje).

El carácter reproductor de los sistemas escolares y universidades genera una alienación institucional creciente en el oficio de enseñar y gestionar lo educativo que convierte al performance pedagógico desarrollado en las dos primeras revoluciones industriales en lo que es “lógico” sostener per se en lo educativo,  por lo cual no solo cuesta imaginar otras formas de organizar las pedagogías, otras miradas didácticas, evaluativas o de gestión, sino incluso la posibilidad de construir tipologías de sistemas escolares y otros diseños institucionales para las universidades.

El problema surge cuando cambian las necesidades de reproducción del capital, en la tercera revolución industrial, y en consecuencia se transforman las demandas pedagógicas del modo de producción sobre los sistemas escolares y universidades (transdisciplinariedad, currículo flexible, campos de aprendizaje, sustitución de la experticia pedagógica por el caporal escolar mediante la figura del coaching, obsolescencia temprana de la formación profesional, productivismo, competitividad, debilitamiento del régimen biopolítico para el surgimiento de otro régimen de control).

El peso de la alienación institucional crea una contradicción entre las definiciones teóricas y las posibilidades de cambio. Por ejemplo, todos aceptan -partidarios de la reproducción o de las resistencias- que la transdisciplinariedad es el paradigma emergente, pero las escuelas y universidades transdisciplinarias no se gestan ni nacen, porque si esto ocurriera significaría cambiar radicalmente las rutinas de quienes gobiernan, pero también de quienes enseñan y aprenden.

La sucesión incesante de reformas educativas (Popkewitz, 1989) que observamos desde la década de los sesenta del siglo XX, no logran construir la nueva institucionalidad que demanda el paradigma emergente. Y no estamos planteando que todos deben adaptarse a la lógica del capital, porque hasta el momento que surge la contradicción descrita, las teorías críticas, pedagogías críticas y educaciones populares planteaban que lo alternativo era la transdisciplinariedad, pero cuando llegó el momento tampoco supieron como cumplir la tarea, porque la alienación también hacia mella en este campo alternativo.

Esta inmovilidad de la institucionalidad escolar y universitaria hizo que el capital trazara dos escenarios de futurica (Medina,2000), mientras ampliaba las acciones para obtener ganancias (asalto al presupuesto mediante formas clásicas de mercado), rentismo y financiarización educativa. El primero, mediante la cultura evaluativa[6] para intentar que los resultados de las mismas promovieran los cambios y adaptaciones necesarias. El segundo, un progresivo desfinanciamiento de lo escolar y universitario que creara las condiciones de posibilidad para el surgimiento de nuevas formas -en plural- de sistemas escolares y universidades. En este proceso de intento de generar mudanza, el sistema generó innumerables grietas que fueron desaprovechadas por el campo de las resistencias por el desconocimiento de la relación entre aceleración de la innovación y educación.

En ese contexto se anuncia en Hanover, Alemania (2011), el desembarco de la cuarta revolución industrial[7] que comporta un escalamiento de las demandas del sistema capitalista sobre la educación (convergencia disciplinar, currículo abierto, micro acreditación de aprendizajes, perfil de egreso basado en las competencias móviles y la adaptabilidad a lo desconocido, ciclos cortos de validez de las titulaciones profesionales, incorporación de la Inteligencia Artificial (IA) y la ciencia de los datos a la educación, educación híbrida y metaverso que implicaran una reducción sustantiva del personal docente requerido,  extractivismo cognitivo, régimen predictivo de control y reproducción).

No se habían comprendido ni desarrollado las demandas del capital en educación para la tercera revolución industrial, cuando surgen los requerimientos para la cuarta revolución industrial, mientras el campo de lo alternativo luce paralizado no solo en el plano epistemológico sino en la construcción de narrativas e imaginarios alternativos. El problema es que, sin comprender la relación de los ciclos de innovación con las demandas del capital en materia educativa, así como los otros componentes de la brecha epistémica, resulta muy difícil salir del atasco.

Como colofón de esta problemática se proyecta el advenimiento de la era de la singularidad (Kurzweil,2005) o quinta revolución industrial, alrededor del año 2042, que será precedida de nuevas dinámicas de innovación e incorporación de tecnologías que hoy aparecen como propias del campo de la ciencia ficción, lo que cual agrava el diagnóstico al plantear un horizonte de cambio mucho más radical para la educación en los próximos dieciocho años.

Esta era de la singularidad centra su paradigma post humanista en las posibilidades de sobrevivencia de la especie humana y por ende de la educación, los sistemas escolares y las universidades, en la capacidad de estar generando conocimientos y prácticas novedosas, donde la repetición sea cuestión del pasado a ser asumida por máquinas de baja densidad y el hombre debe competir en materia de creatividad con la evolución de las inteligencias artificiales. Este futuro distópico se está construyendo en una autopista paralela de la innovación a la que se está masificando en la actualidad, planteándole al capitalismo desafíos a resolver en materia de plusvalor, ganancia, consumo y reproducción, tanto material como simbólica.

En el campo de lo alternativo, esta quimera capitalista solo se puede enfrentar desde el rescate de lo común territorializado, no de espaldas a lo tecnológico, sino construyendo otra epistemología de la ciencia que logre armonizar la vida con el conocimiento de punta, teniendo como referente al primero y nunca a la inversa.

Necesitamos pensar el diálogo de esta relación revoluciones industriales, sistemas escolares y universidad, pero desde el lugar de enunciación de lo popular comunitario, desde las resistencias anticapitalistas. Pero este otro lugar de enunciación no puede ser el de la pulsión de fuga o el desconocimiento discursivo a una realidad que no desaparecerá por simples deseos o la construcción de discursos que no tengan capacidad de entrar realmente a la disputa contrahegemónica.

  • 4. Las contradicciones inter capitalistas en la disputa del mercado educativo

Los sistemas escolares y las universidades, el sector educativo en su conjunto, no son una red institucional y humana construida dentro de una burbuja descontaminada del sistema capitalista en su conjunto. Por el contrario, forman parte un segmento del mercado, el mercado educativo, cuyo control se lo disputan diferentes grupos económicos.

Trataremos de manera sucinta de identificar las representaciones de los más importantes grupos de capital interesados en la educación, sin pretender negar con ello que existan otros sectores, pero que desde nuestro punto de vista no alcanzan en el presente la relevancia e impacto generalizado de quienes mencionaremos.

En ese sentido hemos identificado ocho grandes bloques económicos internacionales que se disputan la educación, estos son: a) los capitales nacionales en disputa con el internacional (CL-CI[8]), b) La Tendencia Reformadora Internacional (TRI[9]), c) el sector por la Estandarización Mundial (EM[10]), d) la Transformación Digital de la Educación (TDE[11]), e) Ola Neo Conservadora (ONC[12]), f) La Financiarización de la Educación (FN[13]), g) El Rentismo Educativo (RE[14]), y h) La Subalternización de las Alternativas (SA[15]).

En el capitalismo no existen grupos económicos puros, por lo que es común ver capitales de un sector invirtiendo en el otro para intentar coparlo, lo cual tiene consecuencias en una especie de recombinación de sus políticas.

Los capitales nacionales, alrededor del mercado educativo, son los que se constituyeron en los países en torno a la educación, de manera muy temprana, a partir de los procesos de independencia y los proyectos republicanos que llevaron a la conformación de leyes de educación, ministerios del sector y el impulso de claustros universitarios que superaran la etapa clerical dogmática de la colonia, abriendo paso al paradigma científico que demandaba el centro del naciente capitalismo industrial.

Estos capitales se concentraron en infraestructura (construcción y reparación de instalaciones), dotación (pupitres y pizarrones, equipos de laboratorios e insumos), la producción editorial (libros de texto, manuales docentes, literatura especializada, cuadernos y papelería) y el desarrollo de colegios e Instituciones de Educación Superior (IES) de gestión privada; más tardíamente lo harían en el sector de la formación docente (inicial y permanente), así como en la extensión de lo escolar al hogar.

Para colocar un ejemplo tenemos el caso de México, partiendo de lo que Elizer Ixba Alejos (2013) muestra al señar las formas como desde 1920 hasta la década de los cincuenta del siglo pasado, el capital nacional (producción e importación) tenía una disputa abierta con las editoriales norteamericanas, francesas, alemanas y españolas (Vasquez,2000), debido a lo cual el Estado tuvo que intervenir creando el libro de texto oficial gratuito para intentar ordenar el mercado. Precisa Alejos que en muchos casos editoriales de capitales nacionales como la Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana (UTEHA) en realidad terminaban imprimiendo en los países citados y en algunos casos en Japón, lo cual facilitaba la conformación de consorcios internacionales.

Si bien la intervención estatal no podía eliminar la disputa inter burguesa nacional y sus alianzas con capitales foráneos, si creo las condiciones para fortalecer la industria nacional y el capital que se configuraba alrededor de esta industria. Los indicadores de la cámara editorial mexicana señalan que para 2022 la ganancia del sector editorial en su conjunto en ese país alcanzó 11,266 millones de pesos, de los cuales 29% correspondía a los textos de educación básica para el mercado en librería, mientras que un 13% a textos de secundaria encargados por el gobierno, los libros infantiles y juveniles didácticos representaron un 11% de las ganancias, los de ciencias sociales 2,8%,  matemáticas y ciencias 2,1%, libros religiosos 3%, entre otros.

La Tendencia Reformadora Internacional (TRI) que tiene como lugar de enunciación los Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas, cuya narrativa se centra en identificar un país que desarrolle buenas prácticas o iniciativas, las cuáles se consideren adecuadas para la consolidación del modo de producción capitalista en la actual coyuntura. Su idea síntesis es copiar lo que hace un país exitoso para la lógica del capital[16], replicándolo en la mayor cantidad de lugares posibles como sinónimo de calidad, pertinencia, innovación, eficiencia/eficacia, impacto educativo y productividad.

En Latinoamérica esta tendencia tiene un antecedente que construye hegemonía en la colonización educativa de la conquista, el traspaso de los modelos de enseñanza europea y hasta la imposición republicana del método lancasteriano en muchos países de la región.

A partir de la década de los ochenta del siglo veinte la TRI tiene ejemplos clásicos como el modelo chileno de calidad educativa que se intentó instalar en toda la región, el modelo STEM[17] norteamericano y más recientemente el modelo finlandés de rendimiento en las pruebas de aprendizaje.

La Comisión Nacional de Evaluación y Productividad de Chile estima que el modelo STEM de enseñanza aumenta en un 2% la productividad empresarial y entre 3 y 4 veces la ganancia anual de la empresa, razón por la cual proponen su adopción generalizada. El énfasis no son solo los aprendizajes -como categoría liberal- sino el paradigma iliberal de la productividad y la empleabilidad.

El programa mundial financiado por la trasnacional Siemens Stiftung que en la región se denomina “Territorios STEM Latinoamérica”, con 46 iniciativas en ocho países, procura construir hegemonía de su paradigma para entrar con mayor fuerza con sus productos al mercado educativo.  La estrategia de esta iniciativa parte de la adopción polisémica del vocablo pertinencia[18] -hasta hace poco considerado como exclusivo de la izquierda pedagógica y las pedagogías críticas- a partir de lo cual delinean un recorrido consistente en a) Identificación y definición de desafíos del territorio, b) Mapeo de actores e iniciativas, c) Definir una estructura de gobernanza, d) Construir una agenda compartida, e) Definir mecanismos de monitoreo y evaluación, y f) puesta en marcha de una Estrategia comunicativa. Como el esfuerzo de Siemens hay numerosas iniciativas que procuran construir modelos nacionales o locales que se puedan replicar a nivel global con la TRI como un mercado orientado a sus intereses.

Detrás de la TRI existen un conjunto de capitales vinculados a las editoriales, la elaboración de materiales educativos, los burós de asesoría para la gestión de los ministerios de educación, las corporaciones nacionales empresariales que privilegian la relación comercial con los Estados Unidos, entre otros. Son estos capitales los que promueven las narrativas e imaginarios educativos que les acerquen más ganancia a sus molinos de apropiación de la renta.

En la Estandarización Mundial (EM) el “mantra” que conduce las iniciativas de este sector del capital es que todos implementen de manera simultánea las mismas reformas en todos los lugares para llegar a resultados similares de calidad educativa. La estandarización mundial no es nueva, podríamos rastrear sus orígenes a siglos atrás, pero a los efectos de este trabajo queremos ubicar como punto de inicio los esfuerzos de Piaget y la Oficina Internacional de Educación[19] (OIE) por recopilar las estadísticas y planes de estudio nacionales para fortalecer los estudios comparados a una escala mucho más amplia y confiable.

Esta iniciativa de Piaget, retomada por la UNESCO desde su fundación, adquirió especial relevancia con el surgimiento del multilateralismo educativo (UNESCO, UNICEF, entre otros) y luego con las políticas educativas de las Bancas de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID, CAF, entre otros). Hoy prácticamente todas las reformas educativas nacionales que se emprender en Latinoamérica cuentan con el asesoramiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).

Algunos de los capitales que están detrás de esta tendencia son el del negocio de las pruebas estandarizadas (incluido UNESCO que a través del LLECE sustrae una parte importante de fondos nacionales que terminan en manos de empresas o instituciones privadas que asumen la terciarización en la elaboración, aplicación y buena parte de los análisis de las mismas. Igualmente, el mercado de las conferencias, cumbres y convenciones globales que se realizan de manera incesante a un ritmo de por lo menos una diaria.

También están los capitales de los yankis, los del negocio de la bibliometría, la acreditación institucional, las editoriales de la innovación, coaching y la auto ayuda educativa, los diseños curriculares y materiales didácticos, entre otros.

La estandarización, propia del régimen biopolítico de reproducción, control, poder y ganancia, se convierte en un factor que trata de lentificar la transición al régimen de datos por su impacto en los mercados y capitales en los cuales centra sus negocios.

El capital que trabaja la estandarización ve con buenos ojos que necesidades comunes y operaciones de cambio homologadas abran mercados similares en distintos países que permitan incrementar sus ganancias.

La Transformación Digital de la Educación (TDE) es quizá el factor más dinámico del mercado educativo en el presente. Como paradigma transicional trata de moverse entre el viejo régimen biopolítico y, el régimen predictivo en el último de los cuales juega un papel central.  Por ello, a la para que promueve los repositorios digitales, el negocio de las bases de datos sobre publicaciones y contenidos, plataformas comunicacionales y educativas, avanza en formas digitales, virtuales y algorítmicas de seguimiento y control educativo.

El capital relacionado con la Transformación Digital de la Educación (TDE) tiene su lugar de enunciación en las corporaciones tecnológicas y su rostro más visible es el Foro Económico Mundial (FEM), contando con un papel destacado en él, los capitales de China y la región del sudeste asiático, vinculados al área de la innovación y producción masiva de componentes, partes y producción de mercancías vinculadas a la vorágine de los virtual-digital-algoritmos.

Estos sectores del capital han tenido tres fases diferenciadas en su ofensiva sobre los sistemas escolares y las universidades. El primero, durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, mediante la masificación de los lenguajes de programación y el uso de lo computacional y la robótica como expresiones de la “tecnología del futuro”. La segunda, con la masificación de los computadores portátiles y de escritorio, la aparición del internet, la creación de la world web site (www), los buscadores e indexadores digitales de información, las redes sociales y el consumo de mercancías inmateriales (desde los video juegos hasta simples contenidos construidos por los propios usuarios que generan navegación y consumo), el surgimiento de los algoritmos y la captura de datos. Tercera, el uso de la inteligencia artificial (IA), los bloques de datos y las ciencias de datos, que abren un mercado enorme de colocación de mercancías y consumos, pero que fundamentalmente comienzan a estructurar el régimen de datos, mediante el cual se controlan y modelan los deseos, gustos y la propia cotidianidad de los seres humanos.

Estas tres fases que se mantienen de manera simultánea, no como operaciones estanco, porque aún no se logra universalizar la tenencia de la tecnología que pueda garantizar el control único, convirtiéndose en el campo más dinámico del capital en el sector educativo.

En la fase actual, se están concentrando en el uso masivo de información y datos por parte de la IA para procesos como la selección de estudiantes universitarios, el seguimiento de calificaciones para predecir comportamiento de aprendizajes, entre otros. Con el reconocimiento biométrico facial y los bloques de datos se están produciendo, desde China para el resto del mundo, unas dinámicas orwellianas de control de la atención estudiantil en las aulas y de eficacia de la enseñanza docente, que van del control biopolítico al régimen predictivo.

Tan solo el negocio de la venta de computadoras en 2021 alcanzó los 341 millones de unidades en el mundo, lo cual ha permitido que en países como Argentina en 2022 el 62,6% de las familias del sector urbano contaran con uno de estos equipos (INDEC,2023), haciendo que se produzcan ganancias millonarias mientras se construyen las condiciones de posibilidad para la implantación en todos los rincones del régimen predictivo.

Un par de preguntas surgen a estas alturas es ¿por qué el ritmo de dotación de equipos de conexión remota en las casas de familia tiene un ritmo más acelerado del que vemos en las escuelas y universidades? ¿Por qué en unos países tarda en llegar más que en otros estas olas de tecnologización?

En respuesta a la primera de las interrogantes tendríamos que decir, que el énfasis publicitario y de mercadeo de la infraestructura digital-virtual y algorítmica en la red familiar urbana[20], antes que en la escolar y universitaria, se debió a las posibilidades reales de crecimiento inicial del consumo tecnológico, pero también a la construcción de condiciones de posibilidades para el proyecto estratégico de este sector: la virtualización educativa en casa. La creación de estas condiciones de posibilidad se hizo sobre la base de transferencia de enormes volúmenes de dinero de los ciudadanos hacia las grandes corporaciones tecnológicas y en menor medida de la inversión estatal.

Como hemos venido denunciando, desde el Manifiesto del APG, la permanencia durante sesenta años de la crisis educativa desde la lógica del mercado, por no cumplir las instituciones educativas a cabalidad las cada vez más cambiantes demandas del modo de producción, ha hecho que sectores importantes del capital vengan explorando escenarios para modelos híbridos de enseñanza o el pase definitivo a la educación virtual mediante el capitalismo de las plataformas o las dinámicas del metaverso. En ese sentido, es falsa la premisa que lo digital-virtual-algorítmico va a generar más fuentes de empleo, sin afectar el volumen de trabajo actual de instituciones incluyendo las educativas, porque el capitalismo en su fase depredadora actual pareciera estar traspasando los propios límites de la sostenibilidad a largo plazo de su modelo.

En la segunda de las interrogantes tendríamos que ratificar lo que plantea Marx (1887) y confirma Mandel (2023) respecto a que las leyes del movimiento del capital: división del trabajo, dinero y valor, en sociedades de desarrollo desigual y combinado. El capitalismo no procura una expansión uniforme de sus capacidades, porque eso iría contra unos de sus rasgos definitorios la competitividad, sino que construyen diferencias basadas en la producción, el acceso a materias primas, la captura de otras fuentes de riqueza mediante la consolidación de mercados de consumos, el reparto de las áreas de servicio, entre otras, que forman parte del desarrollo desigual y combinado del capitalismo. Así, la extensión de la infraestructura tecnológica digital-virtual y algorítmica en el conjunto de la sociedad tendría menos prioridad que en el área de transporte marítimo internacional en países como Panamá, que respecto a otros como Chile. Por eso, la fuerza de la influencia de este sector en la economía en general y en la educación en particular, no se puede entender adecuadamente con una mirada solo nacional, sino que requiere una lectura de flujos de capital, comercio y cadenas de valor a nivel global.

Los sectores del capital vinculado a la TDE tuvieron su clímax paradigmático, cuando Klaus Schaw y Millaret (2020) hablaron del reseteo de la sociedad y de las institucionalidades (incluida la educativa), pues vieron en ello posibilidades renovadas de apoderarse de porcentajes de los presupuestos nacionales dedicados a la educación, mediante el fomento del mercado digital, que posibilitaría la transferencia de fondos públicos extraordinarios a la industria de la tecnología informática. El sector del capital centrado en la TDE pareciera no conformarse con los montos capturados por vía de la dotación y actualización, tanto escolar como universitaria, sino que consideran que es posible lograr que la mayoría del presupuesto educativo pase a sus cuentas por la vía de la virtualización (híbrida, virtual y/o asincrónica) mediante la popularización “pedagógica” de plataformas, metaversos o cualquier otra modalidad.

Como se ha expresado en otros trabajos (Bonilla. 2021), el metaverso educativo está siendo preparado para que el dinero de infraestructura se oriente a la compra de NFTs y arquitectura digital, que mediante inteligencia artificial se apropie de los discursos profesorales más relevantes, que, traducidos a múltiples idiomas, pueda ser reproducido de manera autónoma por inteligencia artificial, reduciendo los costos operativos de personal de enseñanza a su mínima expresión, cuyo presupuesto sería transferido a las corporaciones tecnológicas.

Por supuesto que a estas iniciativas se oponen otros sectores del capital, especialmente aquellos que no están vinculados a la tecnología digital, pero que están presentes en la disputa por el mercado educativo. Estas tensiones se muestran en políticas públicas nacionales en educación que aparecen contradictorias en su formulación y aplicación con otras que tributan a intereses económicos contrapuestos.

Una lectura despolitizada del tema, prisionera de la permanente actualización de los sistemas escolares y universidades, ve complementariedad donde hay contradicción, tendencia a la adecuación donde hay disputa de capitales, y le cuesta entender que como fin último al capital no le interesa la precariedad en la que las mayorías estudien, sino como pueden sacar la mayor ganancia de ello.

La Ola Neo Conservadora (ONC) está referida a los sectores del capital trasnacional que asumen como eje central la premisa neoliberal de producir sociedades cada vez más iliberales (Friedman,1973). Como lo plantea Dardot (2021) estos sectores del capital procuran la constitucionalización y normalización de los modelos autoritarios de gobierno, que pueden tener o no formas democráticas (elección, parlamento, poderes formales), pero que en realidad procuran crear las condiciones para que el consenso neoliberal logre imponerse.

Para Valerio Arcay (2024) hay que diferenciar dentro del pensamiento neoconservador a la ultraderecha del neofascismo. La ultraderecha responde de manera conservadora a las cuatro grandes transformaciones que impulsó el capitalismo después de la segunda guerra mundial: a) la urbanización con su rasgo de acelerada industrialización, que les llevaba a la defensa de las comunidades tradicionales propias de la realidad pre-urbana, b) reacción a la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, hecho que ponía en tela de juicio la superioridad masculina, no solo en lo público, sino fundamentalmente en espacios considerados privados como la familia c) las turbulencias en el mundo del trabajo, generadas por los movimientos migratorios propios de las claras diferencias entre el centro y la periferia capitalista, especialmente en materia de trabajo manual, d) renuencia al impacto cultural que significaron las revueltas estudiantiles y sociales que se dieron desde el ´68 del siglo pasado, que tenían como rasgo sociológico una escolaridad más elevada de los estudiantes contestarios que la de sus padres, lo cual les llevaban a aspirar nuevas libertades civiles, entre ellas el derecho a la educación pública y gratuita, el reconocimiento de las diversidades sexuales (LGTB) no heteronormativas, la libertad de uso de sustancias que ampliaban la conciencia, entre otras.

En esencia la ultraderecha es conservadora en la medida que reivindica el patriarcado, las instituciones tradicionales y la conservación del estatus quo patriarcal, sexista, autoritario y anti transformación social. La ultraderecha es reaccionaria, pero mantiene la ficción democrática, es decir, aspira a ganar la mayoría del electorado para modelar legislaciones y cultura, es decir defiende situaciones de privilegio de las clases dominantes y sus representaciones políticas, en un marco político burgués que le permita retardar la transformación social.

Mientras que el neofascismo, como fenómeno nuevo, hay que distinguirlo de la ultraderecha y del fascismo clásico. A partir de los trabajos del propio Arcay (2024), Urbán (2024), Genro (2024) y Biardeau (2024), podríamos decir que esta nueva ola neo conservadora se origina por cinco factores: a) un fenómeno de masas de carácter autoritario que lleva más de 10 años, que tiene su propia identidad diferencial con el fascismo clásico. Lo que lo vincula al viejo fascismo con el neofascismo es su carácter contrarrevolucionario, es decir, su lugar paradigmático de enunciación: la destrucción de las posibilidades sociales de ruptura con las desigualdades sociales, atreviéndose con esta oposición incluso a subvertir el orden democrático burgués, b) una fuerza de social compacta ideológicamente para confrontación en la lucha por el poder, c) un movimiento internacional que intenta construir un centro de dirección que impulse su proyecto histórico, que esencialmente procura que todas las transformaciones progresistas que se han dado en el marco del capitalismo, vía reformas, como resultado de la lucha de clases, sean borradas. Se intenta homogenizar el patrón de las relaciones de trabajo que se estableció en Asia, de sobreexplotación y ausencia de derechos fundamentales (sindicatos, contratación, jubilaciones, pensiones suficientes, sistemas de salud, vacaciones pagadas, aguinaldos, etc.), y en ese sentido intentan conseguir una brutal derrota histórica de la clase trabajadora en general y de los trabajadores de la educación en particular, mediante mecanismo de fuerza, que soslayan las disputas de argumentos, d) el choque de civilizaciones, es decir se pretende imponer que los valores y estilo de vida de la sociedad occidental está amenazado. Esta amenaza tiene un capítulo especial en las formas como valoran las contradicciones inter capitalistas entre EEUU, Rusia y China, viendo como un exabrupto la evolución de las mismas hacia un super imperio extra territorial (supremacía del nacional imperialismo), por lo cual procuran la superación de estas diferencias por la vía de restricciones económicas y la militar, e) Tiene además un capítulo especial en la supremacía blanca, con elementos racistas y xenófobos, patriarcales y destructores de la naturaleza, que parte de considerar la inevitabilidad de una confrontación militar para su superación, construyendo una idea catastrófica del futuro, que paradójicamente es reproducida por sectores de izquierda de tradición estalinista; para ellos trabajan la exaltación de las Fuerzas Armadas como elemento central en el futuro de la nación y la sociedad. En el neofascismo hay una fuerte dosis de mesianismo, caudillismo mesiánico y religioso (especialmente el asociado al neo pentecostalismo).

Enrique Diez (2022) y Bonilla (2024) plantean los rasgos del neofascismo en la educación: a) adoctrinar más que enseñar a pensar de manera crítica, b) pin de censura escolar, que procura que la escuela se concentre en trasmitir conocimientos y que la educación en valores sea un trabajo de las familias, las iglesias y los clubes de interés privado, c) despolitización educativa, con campañas como fuera los partidos de la educación, que procura que las escuelas no sean espacios para construir cultura de ampliación democrática de derechos, d) ataque a la educación pública, planteando que la calidad educativa es un rasgo intrínseco de la educación de gestión privada,  e) cuestionamiento del profesorado, tanto en su formación profesional, desempeño en las aulas como respecto a sus condiciones de trabajo, f) ataque a la escuela como espacio para resolver los problemas de incomprensión cultural de las familias, colocando con ello en tela de juicio el interés del Estado en la formación social de los niños, niñas y adolescentes, g) educación patriótica militar que lleva a las aulas la formación para la guerra como prioridad por encima de la educación para la paz, h) programación neurobélica mediante la ocupación del tiempo libre y de ocio en actividades que promuevan la sumisión bajo lemas de amor a la patria y cultura de paz, j) maltrato animal como “patrimonio cultural” y cultura del matador, i) educar en cultura cristiana, k) cuestionar la convivencia con las diversidades, l) educación en la desmemoria de los abusos del Estado, justificando la represión con argumentos de confrontación entre “partes beligerantes”, ll) educación neomachista, contra la igualdad de género, m) educación en el triunfo individual, la competencia y el éxito como capacidad de consumo, n) educación meritocrática centrada en los talentos diferenciados, o) educación autoritaria mediante la normatividad y la judicialización escolar, p) educar en el racismo y la xenofobia, el migrante como problema, q) educación ecofascista, según la cual el cambio climático es una mentira, r) la familia como centro de la orientación estratégica de la educación, s) los gremios y sindicatos docentes como un mal al que hay que erradicar para lograr la paz y la continuidad escolar, t) control de la literatura y los medios culturales para frenar los contenidos que promueven los derechos, u) fake news en las redes sociales que construyan un nuevo sentido común ciudadano alejado de la razón y la ciencia, proclive a la fe y el dogmatismo, v) desprecio por la comunidad, privilegiando el sentido gregario para la defensa de los valores conservadores.

Para lograr sus propósitos organizan y hacen circular enormes cantidades de dinero filantrópico empresarial para el logro de sus propósitos, pero también buscan el apoyo de gobiernos cuyas políticas públicas convergen en este sentido contrarrevolucionario y están dispuestos a colocar fondos de las arcas públicas en este proyecto. Invierten capitales en las llamadas organizaciones pro familia, los medios de comunicación de masas para la construcción de narrativas e imaginarios afines a sus ideas y la creación de corrientes sociales que construyan tejido social conservador.

La Financiarización de la Educación (FN), forma parte de la evolución del concepto de ganancia en el capitalismo actual. La globalización neoliberal significó la supremacía del capital trasnacional sobre el local, la elevación exponencial especulativa de las ganancias y la subordinación de los intereses nacionales (incluido el educativo) a la lógica avasallante del mercado mundial.

La financiarización es una concentración de la dinámica de apropiación y acumulación de la riqueza por parte de las burguesías internacionalizadas, que se sustenta en el uso de instrumentos financieros que suelen tener un valor especulativo mayor que el que poseen en términos reales las mercancías, fábricas, activos y posibilidades de ventas y crecimiento.

Estos instrumentos financieros se cotizan en las bolsas de valores, fundamentalmente centradas en los pronósticos de comportamientos de los mercados, consumo, productividad y capacidad de incorporar las innovaciones tecnológicas de última generación. En consecuencia, tiene parámetros objetivos, pero también subjetivos, convirtiendo a la economía capitalista en un gran casino.  La especulación financiera establece unos grados de libertad que permiten atraer y devorar capitales, sin que ello necesariamente sea parte del proceso de producción y consumo de mercancías. Así encontramos empresas de coaching educativo, cuyos activos no exceden el millón de dólares que se cotizan en centenares de millones de dólares mediante acciones cuyo valor es calculado bajo mecanismos heterodoxos en términos del capitalismo clásico.

Este proceso no es nuevo, si bien su simbología de bolsas de intercambio tiene orígenes en Bélgica, es en 1460 cuando se crea formalmente en Amberes la primera Bolsa de Valores a la que seguirían la de Ámsterdam hasta expandirse por todo el mundo, como signo de las transacciones capitalistas. La Bolsa de Nueva York, conocida como New York Stock Exchange (NYSE), signo del capitalismo industrial moderno, fue fundada en 1792 y ha sido el epicentro de la financiarización neoliberal de las últimas décadas. Aunque el volumen de acciones de National Association of Securities Dealers Automated Quotations (NASDAQ), creada en 1971, es superior a la de NYSE desde la década de los noventa, el volumen de capital que converge en esta última es superior a la otra. En NASDAQ cotizan la mayoría de compañías del sector tecnológico digital-virtual y de los algoritmos, así como las empresas educativas: Tal Educatión Group[21] (con acciones que alcanzan los 6667,26 Millones de dólares), Grand Canyon Education, Inc[22]. (4249,55 M $), Stride, Inc[23]. (2955,14 M$) y Strategic Education, Inc[24]. (2819,1 M$), mientras que CIBT Education Group, Inc.[25], Skillsoft[26]New Oriental Education & Technology Group Inc.[27], entre otras, lo hacen en NYSE.

Las cinco corporaciones más importantes de la tecnología que conforman lo que se denominan las GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Netflix), se mueven con intereses no solo mediáticos, sino también educativos y entran a la disputa global con los rasgos de la financiarización educativa.

El eje de la financiarización educativa procura atraer la atención estatal y de otros sectores privados, con el propósito de incrementar sus ganancias. En esa orientación vienen incursionando en la cotización en la bolsa de valores de las carteras de los créditos estudiantiles, para sacar ganancias de este sector crediticio otorgado al alumnado, abriendo además, las puertas a renovadas formas de rentismo educativo.

El Rentismo Educativo (RE), combina y se recombina con otros sectores del capital internacional y nacional para hacer de toda la actividad escolar una fuente de extracción de fondos públicos. Las industrias de los uniformes escolares (incluso cuando los otorga el Estado), los útiles escolares (igual), los textos escolares, los materiales instruccionales, la infraestructura y dotación escolar, las políticas de innovación y actualización educativa, los programas sociales (especialmente la alimentación), los váuchers para el transporte educativo, la recreación escolar, las promociones de grado y las graduaciones constituyen las formas más evidentes de rentismo educativo. En algunos casos el sector rentista ha logrado desplazar al capital privado centrado en el mercado educativo, que ha tenido que atrincherarse en la administración privada de colegios y universidades, mientras que en otros ha ocurrido a la inversa, es decir, el sector rentista se ha concentrado en los negocios que se generan alrededor de las dinámicas de enseñanza-aprendizaje.

A ello debemos añadir las clasificaciones escolares que permiten identificar el talento humano que debe ser privilegiado para incorporarlo en las distintas fases del modo de producción, como una forma más subjetiva e ideológica de entrar a la disputa de mercados educativos.

En el caso de las universidades, la bibliometría, rankings y procesos de acreditación, además de constituir una fuente de extractivismo de fondos públicos, se convierte en mecanismo privilegiado para identificar y captar los estudiantes y docentes que cuentan con un desempeño que les resulte útil para las distintas fases del modo de producción. En el camino queda una legión, cada vez más creciente, de académicos con altísimas puntuaciones derivadas de la bibliometría que solo repiten y reciclan conocimiento, pero que resultan inútiles para los fines escolares y universitarios que el propio modo de producción le ha asignado a la educación; estos académicos quienes defienden con tanto ahínco de publicaciones en revistas indexadas privadas, terminan siendo desecho para el propio sistema.

La Subalternización de las Alternativas (SA) como confluencia de capitales que se organizan alrededor del mercado educativo. Ciertamente en las décadas que precedieron al auge neoliberal se construyeron resistencias muy importantes en América Latina, ya fuera por la vía sindical, de organización estudiantil como en distintas formas de organización de la sociedad civil, las pedagogías críticas y las educaciones populares. Las primeras expresiones de oposición al neoliberalismo educativo provinieron de estos sectores, logrando en muchos lugares enfrentar las políticas de mercantilización, privatización y de destrucción de lo público.

Los sectores burgueses que impulsaron las políticas neoliberales en educación tomaron nota de estas resistencias y pusieron en marcha un plan de contención, coaptación y/o neutralización de los sectores críticos. Para ello, se apoyaron en los capitales de la llamada filantropía empresarial también denominada filantropía corporativa, así como la llamada cooperación internacional de los países altamente desarrollados, que conformaron mecanismos de convergencia de capitales que fluyen mediante la red de fundaciones y organizaciones internacionales que tienen su mirada puesta en el mercado educativo. En muchos casos, este esfuerzo del capital no es otra cosa que una tapadera, para evitar el pago de impuestos, mediante subterfugios que les permiten colocar importantes cantidades de dinero en estas instancias, que de manera bidireccional se alinean a los objetivos comerciales de las corporaciones. Allí donde no puede actuar directamente la filantropía empresarial, corporativa y la cooperación internacional, este sector lo hace en alianza con actores e instituciones locales o con el multilateralismo.

Por esta vía, lanzaron las plataformas de diálogo social (PDS), el modelo europeo de gobernanza, que procura bajar la conflictividad sindical de los trabajadores de la educación, estudiantil y social, incentivando el consenso entre empresarios, trabajadores, familias, alumnos y gobiernos. Esta forma de despolitizar y diluir las resistencias anticapitalistas procuró (y lo sigue haciendo) alinear experiencias de disminución de la conflictividad social mediante la internacionalización de iniciativas que suelen ser presentadas como hegemónicas, aunque en la mayoría de casos no son tan abarcadoras como se les suele presentar. Allí donde no lograban promover la incorporación del sector sindical de los y las trabajadoras de la educación, impulsaron acciones gubernamentales para incidir en la fragmentación gremial y sindical y la pérdida de la cultura internacionalista. En este último caso, se generó un quiebre en la subjetividad de los que luchan pues se rompe el vínculo con otras experiencias de resistencia y ello no permite ver que lo ocurre en un país es parte de un proceso más general y coincidente.

Esta despolitización y desarticulación del campo de las resistencias, permitió que los propios sectores del capital que promovían la filantropía empresarial, entraran al mercado educativo con sus empresas matrices, que por lo general tienen nombres diferentes al de su cara “amigable”.

Algo similar ocurrió con el movimiento de familias y estudiantil, condicionando el otorgamiento de apoyos económicos por parte de las fundaciones filantropías, a que el financiamiento para agendas progresistas o conservadoras -no importaba la orientación si era funcional al fin último- se concentraran en los esfuerzos de diálogo social y, se establecieran vínculos permanentes con los gobiernos neoliberales, mediante el formato de incidencia en las políticas públicas. No pretendemos negar la importancia de poder influir en la definición, implementación y evaluación de las políticas públicas en educación, sino alertar sobre la construcción de un sentido común de “buenas formas” que al llegar a acuerdos -el máximo posible- terminan abandonando las formas de resistencias callejeras de protesta y movilización.

Esa lógica de incidencia en las políticas públicas se viene convirtiendo en central en la orientación del esfuerzo de la filantropía empresarial hacia las organizaciones de la sociedad civil. Para lograr los mayores resultados con el menor esfuerzo e inversión, se produce una alianza cada vez más creciente con el multilateralismo y las bancas de desarrollo, mediante el formato de la gobernanza en educación. Así, convierten acuerdos progresivos como los de las Declaraciones de Jomtein (1990), Dakar (2000), el Foro de Icheon (2015), los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM,2000), los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2015-2030 (ODS), en la actividad central a ser financiada por la filantropía empresarial. Esta noción de diálogo social para la incidencia en las políticas públicas obliga a “respetar” a las instancias multilaterales que construyen un discurso bonito y “aceptable” respecto a las políticas neoliberales, disminuyendo la capacidad de movilización en las calles a “tendencia cero”. Transforman las actividades de las formas de organización social en una secuencia interminable de participación en reuniones, conferencias, encuentros, cumbres y acuerdos que las alejan a estas organizaciones del verdadero terreno de la disputa anti neoliberal y, para esconder esta operación de coaptación acostumbran a ceder en alguna frase o palabra en las declaraciones finales de esas citas, lo cual es presentado como gran victoria.

Por otra parte, promueven la creación de una burocracia funcional al movimiento social que consume en personal, boletos aéreos, viáticos, estudios técnicos y participación en eventos el grueso del propio financiamiento que otorgan. Este fenómeno ha producido prácticas tan nefastas en las organizaciones sociales, que entre el 55% y 90% del financiamiento que otorga la filantropía empresarial y sus similares se usa en aspectos burocráticos – administrativos. Resemantizan conceptos como la movilización social, que deja de ser en las calles, para saltar a los medios de comunicación y las instancias gubernamentales. Al final, la nueva burocracia del movimiento social se convierte en el propio “corta fuegos” que evita mayores niveles de resistencia, porque deben defender la continuidad de la relación con las fuentes de financiamiento.

Lo que termina ocurriendo es una incidencia de la filantropía empresarial en el movimiento social educativo y una subordinación funcional de sus actividades a los procesos de reforma que permiten a las corporaciones matrices obtener ganancias con la adopción de determinadas características del cambio educativo.

Al análisis de las operaciones del capital sobre la educación, tendríamos que agregar las contradicciones entre los Estados nacionales y los agrupamientos regionales, dirigidos por las burguesías, que procuran avanzar en sus intereses económicos de coyuntura y para ello construyen modas de reformas. Estas modas suelen concentrarse en la fragmentación de la pedagogía y se expresan en propuestas de cambio didáctico (didactismo) centrado en la instrumentalización funcional de las técnicas de enseñar para lograr resultados de corto plazo, la curricularización (reformas curriculares bajo paradigmas como STEM, digital o de desarrollo nacional), evaluativas (inspiradas en el cero desperdicio de la GCT), de gestión (basadas en el paradigma del control de resultados) y de planeación (flexibilización, contingencia, mandatos presidenciales). Estos intereses que modelan las contradicciones interestatales pueden coincidir o no con las tendencias descritas anteriormente y evidencian la anarquía de la competencia capitalista, mostrando que la noción de crisis educativa es un constructo que en última instancia es responsabilidad del propio sistema capitalista por el caos que lleva implícita la disputa de mercados.

  • 5. Cruzando las fronteras del régimen biopolítico: el régimen predictivo

En 1974 Michel Foucault comenzó a popularizar el régimen de biopolítica, como un neologismo que expresaba el control del poder capitalista sobre la sociedad, los cuerpos y las mentes, mediante dispositivos de coerción, fuerza, separación y sumisión. Como postestructuralista, se diferencia de Althusser y Bourdieu en su mirada de los aparatos ideológicos del Estado, al ver en ellos algo más que redes institucionales de reproducción ideológica, simbólica y material, entendiéndolas además en su relación creativa con una variedad de dispositivos especializados de poder y control.

En la lógica del capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales y la primera fase de la tercera revolución industrial, el modo de producción capitalista expresa su pulsión de control y poder, en lograr que los cuerpos y las mentes adquieran la estructura repetitiva incesante del modelo industrial capitalista, etiquetando a quienes se salgan de esta repetición maquinal como “anormales”, mercancía defectuosa que debe ser separada, segmentada, aislada: se cosifican los cuerpos, mentes y espíritus. Instituciones como la escuela juegan el papel de mecanismos para reproducir los ritmos y procesos del capitalismo industrial en las mentes y los cuerpos, mientras que otras instituciones se comportan como aparatos de represión (simbólica y material) y segregación como los manicomios, cárceles e incluso hospitales.

El propio cuerpo y mente, al ser objeto del control, represión y repetición incesante, es cosificado para adaptarse al molde de normalidad que impone la mentalidad capitalista. Esto incluye el deseo, la identidad, el goce, la alegría, la tristeza, los sentimientos y pensamientos, las ideas y las formas de relacionarse.  El individualismo, la competencia, el éxito y la ganancia dejan de ser ideología externa a los individuos para pasar a ser formas opresivas de política que están presentes en el cuerpo y la mente. La política de control capitalista se convierte en biopolítica, es decir política de control de la vida misma, de sus órganos, ideas, pulsiones, deseos.

La biopolítica convierte a los individuos en unidades y colectivos de reproducción ampliada del propio sistema, de control y ejercicio del poder, así como en parte de los dispositivos culturales, normativos e institucionales de represión, control y segregación.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué el sistema capitalista necesita este tipo de reproducción, control, poder y segregación?  Porque para el sistema capitalista la vida en general y la propia vida humana solo son elementos de la producción misma, como trabajadores, consumidores o seres sociales, que deben reproducir el esquema societal general de competitividad, ganancia y acumulación.

En ese sentido, cuanta más energía se destine al trabajo alienado, el consumo de mercancías, al desarrollo de formas jerárquicas y excluyentes de organización social, la legitimación del uso de la fuerza y la violencia mediante la creación de la figura del peligroso anormal, más tiene posibilidades el sistema capitalista de capturar y concentrar la renta, el circulante de dinero, de acumular ganancias.

En consecuencia, el triunfo de la biopolítica consiste en lograr que el individuo naturalice y haga suya la sumisión y explotación laboral, el desenfreno en el consumo como sinónimo de éxito y progreso. Esa naturalización debe expresarse en la auto reproducción mental y corporal que garantizan el circuito de transferencia del capital material (dinero, propiedades, consumo) y simbólico (narrativas e imaginarios de felicidad, goce, deseo, éxito, triunfo) de las clases subalternas a las clases dominantes[28].

Pero llega un momento en el cual, para Foucault el control tiene que tener una dimensión social, que es complementaria. Y hay surge una variación en la forma como se concebía la soberanía, porque la idea de gubernamentalidad (de la cual sería heredera la gobernanza multilateral) implica una concentración mayor en la disciplina y la gestión gubernamental. La noción de población, categoría que para Barros (2011) es continuidad de la biopolítica y para Byung-Chul Han (2022) es una “evolución truncada” que daría origen a lo que denomina como el surgimiento de la psicopolítica (Byung-Chul,2022), que desde mi punto de vista interpreta mejor la integración de biopolítica + población. La propia idea de política se transforma en ciencia del Estado (Castro Gómez,2010), algo en lo cual el Príncipe (Maquiavelo,1532) y Gramsci (2018) en materia de teoría marxista crítica pueden ser considerados precursores, y que para Foucault se expresa en el gobierno de las conductas.

Este alineamiento de la noción de población (territorios, seguridad) a los fines del capital, implicó la construcción de un conjunto de dispositivos particulares para la normalización de las conductas y la constitución del alma verdadera expresada en el control de la psique, subjetividad, personalidad, conciencia (Foucault,1975). Asuntos como el control de la fertilidad, registros y cartones de vacunas, pasaportes, entre otros pasan a ser expresiones de la cosificación capitalista de los individuos y la sociedad. Aspectos como la reproducción de la población combinan dimensiones y dispositivos de biopolítica individual con los de población, mediante la coerción del deseo y la fertilidad.

Como lo trabajaron Deleuze y Guattari en Capitalismo y Esquizofrenia (1980), la disputa por el control de las mentes, los cuerpos y la población, llevaría a lo que Foucault denomina como la biopolítica, a un alineamiento que no se limita al plano económico y de las relaciones de producción, sino que procura la “maquinación” propia del sujeto al estereotipo de normalidad o su antítesis la anormalidad, convirtiendo en ese camino la vida en objeto que debe moldearse, que debe forjarse para evitar la exclusión.

En este esfuerzo lo singular es rechazado, convirtiendo al propio individuo en su opresor para encajar en el modelo de sociedad. En el plano social, el capitalismo pone en marcha un conjunto de dispositivos e instituciones para garantizar la coerción más allá de los límites del cuerpo y la mente individual, castigando las pulsiones de fuga y los deseos de singularidad. La individualización es solo para seleccionar opciones elaboradas por el sistema, que garanticen su reproducción y ampliación.

Para Deleuze y Guattari (1980), el individuo (bajo el régimen foucultiano de biopolítica) se convierte en una extensión de la fábrica, que la (y se) complementa de manera bidireccional como pulsión de consumo de mercancías y servicios, demanda y compra, como deseos a ser satisfechos por la propia producción, como conducta permitida en los territorios, como formas de aceptación en el universo de la población de un lugar.

Lejos de lo que planteaban sectores de la izquierda respecto a la inminente caída del capitalismo por su crisis estructural, lo que nos dice la biopolítica es que el capitalismo se consolida por otras vías y mecanismos que exceden a la simple dimensión económica, aunque no niegue la importancia de la economía política.  La biopolítica es la expresión del capitalismo en la vida, cuerpos y mentes, los territorios y los agrupamientos sociales, el poder y el gobierno.

La biopolítica y el control poblacional se fundamentan en la necesidad que tiene el capitalismo de controlar, repetir y ampliar la energía repetitiva del cuerpo social en el periodo histórico de las dos primeras revoluciones industriales y una parte importante de la tercera, como complemento y motor volitivo del modo de producción para reproducirse, acumular y para la ampliación de la ganancia. Esto se expresa en educación en elementos que analizamos en este texto como la curricularización, la conversión del pedagogo en administrador curricular, los modelos punitivos de evaluación que premian y segregan, la supremacía del perfil de egreso como molde que orienta la energía escolar y universitaria sincronizada.

En dinámicas como las migratorias la biopolítica y la idea de población como categoría de control y poder, le permite al sistema capitalista la vigilancia de los flujos migratorios para evitar cualquier desborde y no solo para la utilización del ejercito industrial de reserva como mano de obra calificada, en el trabajo fabril y de los servicios. En esa nueva etapa de la dominación capitalista el control de los cuerpos, mentes y la población procura la reproducción social y cultural, por el capital simbólico que representan los migrantes triunfadores y los derrotados, especializando otras formas de poder, control e instituciones tanto de admisión como de segregación.  Y así podríamos identificar esta dinámica en los distintos campos y lugares de la sociedad capitalista.

Foucault, tanto en Biopolítica (1974) como en Los Anormales (1975) y otros trabajos vinculados, reflexiona sobre la expansión al territorio de la vida misma del capitalismo.  La dificultad teórica que identificamos en Foucault es la precaria relación que hace de los regímenes de poder y control con el impacto de la aceleración de la innovación tecnológica en el modo de producción capitalista -siendo el capitalismo industrial una construcción soportada sobre esa dinámica- y por ende no logra terminar de asociar el impacto de la tercera revolución industrial (especialmente entre 1972 y 2010, en los dispositivos de dominación. Podemos ver esta preocupación emergiendo en sus reflexiones finales sobre el neoliberalismo, pero quizá su muerte no le permitió seguir avanzando en esa dirección. Estos cambios generan lo que Byung-Chul (2022) denomina como régimen de psicopolítica y que he denominado en otros trabajos como meta política (2023). Desde mi punto de vista, la psicopolítica o la metapolítica serían desarrollos transicionales que mutarían en la fase final de la tercera revolución industrial (2010-2024) y la fase superpuesta de inicio de la cuarta revolución industrial (2011-2024), que darían origen al régimen predictivo, sustentado en los desarrollos de los datos, bloques de datos, ciencia de los datos y la inteligencia artificial. La cuarta revolución industrial (2011-2024) han generado una incorporación exponencial no solo de la robótica y la programación digital-virtual en el modo de producción, sino que han desarrollado un régimen de captura de Datos (Byung-Chul Han, 2019) que demanda un cambio del régimen de reproducción y control capitalista.

La captura, control y uso masivo de los datos personales construyen un nuevo modelo de control y poder, el régimen predictivo (Bonilla,2024), que convierte en subsidiarios a los regímenes biopolítico y de psicopolítica (en este último caso prefiero denominarlo de meta política).

El régimen predictivo, a diferencia de los regímenes biopolítico y psicopolítico, necesita romper con la repetición para el modelo de consumo de las mismas mercancías y servicios, para la gubernamentalidad que evoluciono hacia la gobernanza digital,  para pasar al proceso de individualización (por ahora dentro de unos marcos de normalidad aceptada) que permita llegar hasta el último resquicio de deseo, goce, mentalidades e ideas, es decir universalizar el consumo universal, una noción de libertad que reelabora el de esclavitud, un ejercicio desconocido hasta ahora del libre albedrio que paradójicamente carece de territorio concreto fuera del capitalismo, haciendo que el modo de producción de la vida que es le es inmanente al capitalismo cope todos los espacios de la vida humana.

El régimen predictivo no es solo una forma de reproducción económica por la vía del consumo, ni de control, segregación y aceptación, sino que es una forma de dominación que disuelve las temporalidades conocidos logrando que pasado y futuro converjan en un presente adornado con la noción de libertad (que a su vez disuelve la diferencia con esclavitud) creando una temporalidad de dominación sin precedentes, que ahoga la mayoría de proyectos alternativos de futurabilidad (Berardi,2019) , que se construyeron fuera de las fronteras del capitalismo. En la transición de los regímenes de biopolítica y psicopolítica al régimen predictivo, el capitalismo convierte a los primeros en subsidiario de tercero, procurando que nada quede fuera de la mutación y que todo se acondicione a la universalización del control.

En esta lógica, el régimen predictivo con su temporalidad pasado-presente-futuro en un ahora, procura disolver toda conflictividad anti sistema, mediante la conducción de las energías rebeldes hacia escenarios de desahogo y derrota incesante, no necesariamente de aniquilación y aislamiento. Lo que le interesa es hacer funcional a su reproducción incluso la rebeldía, algo que las formas de reproducción precedente habían aspirado, pero no habían logrado.

Esta pretensión de transición controlada a un no hay afuera del capitalismo, del régimen predictivo obligaría al desarrollo de formas rizomáticas (Deleuze y Guattari,1980) y discontinuas de resistencias (Negri,2015) con gran conocimiento de la llamada ciencia de los datos, algo de lo cual aún están muy distantes los movimientos de resistencia anticapitalista.

El régimen predictivo comporta unas exigencias diferenciadas en el plano escolar y universitario respecto a los anteriores regímenes de aparatos ideológicos, biopolítica y psicopolítica. Básicamente, el poder capitalista no necesita ahora que todos repitamos lo mismo al mismo tiempo, usando esa energía para el control y la reproducción, sino que requiere que la vida y la enseñanza sean lo más individualizada posible, singular dentro de unos límites que se expanden en la medida que entran en las posibilidades del control; las fronteras de la dominación no se achican, sino que se expanden de manera continua, generando esa falsa sensación de libertad.

En las aulas, esa dinámica se expresa en la relación docente-estudiante, en la cual se procura que existan mayores grados de libertad cada vez, para posibilitarle al sistema, el acceso a datos cada vez más individualizados y detallados, que logran hacer distinciones antes imposibles entre las formas, mecanismos y dispositivos de control y poder que se deben ejercer en cada caso particular. Pero el fin último del nuevo régimen predictivo de control y dominación es traer el pasado y el futuro al presente, y ello se logra con la captura de los datos que posibilitan establecer predicciones de comportamiento, control y poder cada vez más singulares y detallados. Esa “individualización” tiene límites y fronteras infranqueables mientras otras son expandibles y novedosas en la medida que se alinean con el control predictivo.

Por eso ahora, el sistema pareciera apropiarse de muchas de las demandas de las resistencias educativas de siempre y habla de centrar el aprendizaje en el estudiante (en singular), el currículo abierto y flexible, la evaluación dinámica, la planeación basada en los intereses y expectativas de los estudiantes, el trabajo colaborativo que le de voz a quienes no la han tenido, la formación profesional individualizada, la revalidación de las titulaciones cada cierto tiempo, la disminución del papel central del educador, entre otras muchas narrativas.  Estos planteamientos no son neutros, sin embargo, la mayoría de análisis críticos al respecto no logran escapar, en el mejor de los casos, a las lógicas de los regímenes de aparatos ideológicos, biopolítica y meta política, sin entender que estamos ante un nuevo régimen de reproducción, control y poder, que demanda liberar para dominar de manera más eficaz.

Si no entendemos el nuevo régimen de reproducción y control predictivo, emanado de la captura y manejo de los datos, difícilmente podemos entender el agujero negro epistemológico que surge al respecto cuando intentamos comprender la crisis educativa que viene anunciando el capitalismo desde finales de la década de los sesenta del siglo XX.

Detrás de las políticas de digitalización educativa, modelos híbridos de enseñanza y aprendizaje, lo que está en marcha es la transición a un nuevo régimen de control y dominación. Como en todos los momentos y aspectos hay sectores del capital que se resisten a esta dinámica, no por perspectivas emancipadoras sino porque sienten que esta nueva situación coloca el centro de mando más lejos de sus manos; las contradicciones entre el uso de aparatos de conexión remota e internet en las aulas o su oposición no tiene que ver con el hecho que la tecnología de los algoritmos hagan más inteligentes o no a los estudiantes, sino forma parte de la disputa por los controles por parte de fracciones burguesas diversas. Esto lo vamos claramente con la Europa que pierde relevancia cada vez más en las relaciones de poder mundial, muchos de cuyos países (Francia, Finlandia, Suecia, Grecia, Italia) han ido optando por limitar el uso de celulares (captura de datos) en las escuelas e instituciones de educación superior, como parte de su disputa estratégica con China y Rusia, en el marco de tensiones con EEU en temas claves como la guerra en Ucrania o el futuro del Tratado de desnuclearización iraní.

Si se mira lo educativo como ajeno a la política es muy difícil comprender estos vaivenes, estas contradicciones pedagógicas en países de larga trayectoria y relevancia en el capitalismo mundial.

Solo en la medida que nos adentremos a la comprensión y estudio del régimen predictivo podremos superar uno de los elementos más significativos de la llamada crisis educativa en la tercera década del siglo XXI.

  • 6. Paradigmas disciplinar, transdisciplinario y de convergencia interdisciplinaria

El modelo de construcción de conocimiento de las dos primeras revoluciones industriales fue el disciplinar, centrado en la especialización. Esto significó compartimentar el saber por áreas científicas: matemáticas se enseña separada de física, química, biología, literatura, historia. La idea que subyace en este modelo es la enseñanza general y específica de un área del conocimiento. El propósito es fortalecer las capacidades y habilidades para que la evolución de cada conocimiento permita ir a lo concreto, al desarrollo particular que genere mejoras en el modo de producción y reproducción (simbólica, material, control y dominación) del capital.

La tercera revolución industrial significo un giro copernicano en esta perspectiva. El capitalismo entendió que para acompañar la aceleración de la innovación de ciclos cada vez más cortos y el desarrollo tecnológico cibernético del momento, se requería la confluencia de variadas disciplinas en la producción de las mercancías materiales y más aún en el caso de las inmateriales. La interdisciplinariedad emergió como paradigma central en la producción de conocimiento en la tercera revolución industrial. La interdisciplinariedad no es eliminación de las especificidades disciplinares, sino el desarrollo de estilos de aprendizaje que permita, por ejemplo, ensamblar las formas de pensamiento de la física, matemáticas, historia y ciencias de la comunicación en una sola episteme para la producción de mercancías: la producción de un video juego obliga a trabajar de manera compartida el conocimiento propio de la programación, neurociencia, teoría del color y la música, matemáticas, diseño gráfico y cálculo, entre otras muchas áreas del saber. Pero para ser transdiciplinario se requiere tener una adecuada base disciplinar de fundamento, para comprender las similitudes y diferencias en las formas de construir conocimiento de la química y la historia, la biología y el diseño gráfico.

Estas formas de trabajo transdiciplinario fue más fácil desarrollarlas en los planos creativos de las grandes corporaciones y empresas que en las instituciones educativas, porque en el último de los casos eso implicaba modificaciones de la estructura de empleo docente, la organización curricular y los enfoques didácticos, para citar solo algunos elementos. En el mejor de los casos se produjeron iniciativas de configurar equipos interdisciplinarios, pero la transdisciplinariedad quedó bloqueada como posibilidad de performance escolar y universitario.

Teorías críticas, pedagogías críticas y educaciones populares que desde las dos primeras revoluciones industriales criticaron el modelo disciplinar de enseñanza y trabajo, se encontraron con el hecho que el propio modo de producción y reproducción demandaba la superación del modelo disciplinar, pero esta confluencia no creó sinergias para producir un cambio que para estos dos sectores contenía horizontes teleológicos distintos; no tienen un mismo horizonte conceptual y paradigmático la transdisciplinariedad crítica que la transdisciplinariedad instrumental del modo del sistema capitalista. Pero lo cierto es que ocurrió la paradoja propia de la contradicción cuando los extremos se juntan, pero no ocurrió un cambio, no se aprovecharon las grietas, sino que se solidificó la tradición.

Las escuelas y universidades transdisciplinarias no emergieron y todos se limitó a postular la transdisciplinariedad como eje educativo transversal o incorporarlo en las narrativas de la visión y misión universitaria. Esto es lo que creo una paradoja en la cual los elementos que se consideraban revolucionarios, por su crítica a la institucionalidad educativa de las dos primeras revoluciones industriales, se convirtieron en conservadores para limitar el cambio a lo cosmético, mientras que los elementos conservadores que procuraban que nada cambiara en las dos primeras revoluciones industriales se tornaron en reformistas, aunque no supieron como hacerlo. Esta paradoja construyó un consenso de hecho que garantizó la continuidad del estatus quo educativo en un momento en el cual las necesidades de cambio educativo del sistema capitalista abrían grietas que pudieron ser usadas para el surgimiento de una nueva universidad emancipadora y sistemas escolares liberadores.  El que no ocurran cambios no significa que la sobrevivencia de lo viejo este garantizada, por el contrario, puede significar indicios de un colapso generalizado de lo conocido como institucionalidad educativa.

En esta misma orientación mutante, la cuarta revolución industrial demanda reducción sustantiva de los campos de conocimiento que se expresa en menor número de titulaciones, procurando integrar diversos campos de conocimientos en nuevas estructuras de organización del saber. La convergencia interdisciplinar no es solo suma de campos, es fundamentalmente integración de perspectivas para la construcción de un conocimiento que ahora tienden a la integración.

Esto ocurre en medio de una incorporación masiva al modo de producción capitalista de la robótica, informática y la ciencia de datos cuyos efectos se expresan en una profundización de la tendencia a reducir el empleo fabril clásico y orientar el esfuerzo humano de empleabilidad hacia componentes que les permitan trabajar en entornos mucho más dinámicos y cambiantes en constante incorporación de la innovación. Por eso, la relevancia que están tomando las habilidades blandas, el trabajo colaborativo, el pensamiento crítico y creativo, como componentes centrales de las reformas educativas de nueva generación que apuntan a consolidar la estructura epistémica funcional a la reproducción en la actual coyuntura.

La convergencia interdisciplinar es un paradigma escolar y universitario que se está forjando conceptualmente, pero que tendrá serias dificultades para su implantación en el marco del actual performance e ingeniería educativa. Institucionalizar el paradigma de convergencia interdisciplinar en los sistemas escolares y universidades implicará un rediseño operativo, secuencial y cotidiano de los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero también de la gestión educativa, que pareciera altamente improbable en el presente.

El problema para quienes quieren ir lento para no producir traumas institucionales, es que el sistema capitalista pareciera haber llegado a un punto de convencimiento que si las instituciones educativas clásica no se transforman y adaptan se debe ir progresivamente (o abruptamente) a una nueva arquitectura escolar y universitaria que se construya fuera de los márgenes de las instituciones clásicas y que tenga como epicentro las dinámicas corporativas que están construyendo nuevas formas de construir aprendizajes desde la práctica y en diálogo permanente con la innovación.

La convergencia interdisciplinar es quizá el mayor desafío educativo desde la masificación de los sistemas escolares y las universidades, al cual no se puede responder con el formalismo con el que se abordó la transdisciplinariedad.

Todo esto ocurre, cuando en el horizonte se anuncia un nuevo ciclo de reestructuración del modo de producción del sistema capitalista, con la hegemonía del transhumanismo en la quinta década del siglo XXI, con la llamada era de la singularidad que comporta extensión planetaria de las dinámicas de extractivismo, a la modificación del ADN de la vida para prolongarla, fusión de la naturaleza humana con la robótica, conexión de la neocorteza cerebral con la nube digital, entre otros elementos que no deben ser el centro de nuestra atención en el presente, pero no por ello debemos dejar de estudiar en su relación con lo educativo, por las nuevas dinámicas del régimen de dominación que intenta integrar pasado con presente y el futuro en el corto plazo.

  • 7. Despedagogización educativa

La pedagogía, vista como una propuesta sistémica para los procesos de enseñanza y aprendizaje, mediada por el factor humano, tiene por lo menos cinco componentes que interactúan entre sí de manera dialéctica, estos son: currículo, didácticas, evaluación, planeación y gestión, que se estructuran conforme los planes de estudio (proyecto educativo de un Estado, gobierno o sector), perfil de egreso (mercancía de salida) y fin último de la enseñanza (empleabilidad, construcción de ciudadanía crítica, resistencia anti sistema).

La pedagogía puede tener epistemologías diferenciadas, por lo cual es correcto hablar de pedagogías en plural. Las pedagogías, como desarrollo integrado comportan la necesidad de reflexión interna sobre sus procesos, relacionando el hecho educativo del aula con los seis niveles de la calidad educativa (Bonilla,2014): aula-aula, aula plantel, aula-comunidad de entorno, aula-región, aula-proyecto de país, aula-geopolítica del conocimiento. En ese sentido y dinámica contextualiza dora las pedagogías se convierten en una herramienta para disentir, oponer y resistir, para subvertir y romper con el papel reproductor que le asigna el sistema, por ello desde el poder se van generando rupturas con la unidad sistémica de las pedagogías para instrumentalizarla y someterla a sus fines subalternos.

Las modas pedagógicas han sido una herramienta para avanzar en la despedagogización del hecho educativo. En la década del cincuenta del siglo pasado se avanzó en la moda del didactismo, centrando la solución de los problemas educativos en las técnicas de enseñanza y sus potenciales efectos en los aprendizajes; se llegó a decir que las didácticas eran la síntesis de las pedagogías. Esta moda ha tenido altibajos en distintos momentos históricos y más recientemente se ha manifestado en los llamados al constructivismo, el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), las pedagogías activas, e incluso alguna apropiación indebida de metódicas de las educaciones populares vaciadas de su sentido integral y presentadas como simples técnicas de recuperación de saberes en las aulas.

En la década de los sesenta, en el marco del desembarco de la tercera revolución industrial[29] y los requerimientos del capital de cambiar de manera sustantiva el performance y teleología de lo escolar y universitario, se impuso la moda de la planeación escolar y la formación de directores de centro, en este último caso considerados como factores claves en el logro de las metas educativas.

La creación del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE-UNESCO), los programas de formación de directores y planificadores por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), entre otros forma parte de este esfuerzo. En muchos ministerios se crearon o fortalecieron, según fuera el caso, las unidades administrativas encargadas de la planificación y se establecieron protocolos de seguimiento a la planeación institucional cuyas dinámicas no se quedaron en lo supra estructural, sino que alcanzaron a los propios centros educativos. La planeación separada de su matriz educativa estructurante la pedagogía, se convirtió en el portaaviones para imponer la cultura evaluativa, la obsesión por la métrica y la estandarización, las pruebas estandarizadas, la bibliometría y los rankings.

Esto fue complementado con la moda “pedagógica que desembarcó en los setenta del siglo pasado, la moda de la evaluación educativa como epicentro de la orientación pedagógica; esta moda coincidió con la masificación mundial de la cultura evaluativa que ocurrió en la década de los setenta y que analizamos en este trabajo.

En el caso de la moda de la evaluación educativa, se impuso un debate que terminó dividiendo las aguas del movimiento pedagógico, entre evaluación cuantitativa versus evaluación cualitativa, como si este tema fuera el leitmotiv de la pedagogía. Mientras distraían a los educadores con discursos de justicia evaluativa diferenciada, paralelamente iban imponiendo el paradigma de la cultura evaluativa y construyendo las condiciones de posibilidad para su desarrollo (institutos nacionales de evaluación de los aprendizajes, pruebas nacionales estandarizadas, la necesidad de colocar y reforzar los indicadores de desempeño institucional en los sistemas escolares y las universidades.

No pretendemos negar que existe una disputa pedagógica entre evaluación cualitativa y cuantitativa, como tampoco desconocemos los esfuerzos que se venían haciendo, antes de imponer esta moda, en mecanismos de complementariedad situada entre ambos enfoques centrados en las diversidades, la multiculturalidad y sobre todo las diferencias de origen social y clase de los grupos de estudiantes, profesores, comunidades y contextos, sino subrayar que la moda evaluativa iba en otra dirección, la de despedagogizar el hecho educativo y crear las condiciones paradigmáticas para modelos evaluativos ubicados en la lógica empresarial posfordista.

En la moda evaluativa se dieron disparates descomunales, como presentar tablas de equivalencias entre números y letras (A=20-19-18, B=17-16-15-14, C=13-12-11-10[30]), que escondían la lógica del quantum detrás de clasificaciones alfabéticas, que no eran otra cosa que disfrazar el paradigma cuantitativo. Pero es que lo central no era resolver esta “disputa epistémica de la pedagogía” sino fragmentar de manera incesante la pedagogía, colocando epicentros de la enseñanza móviles en distintos momentos históricos.

Esta “desviación ideológica” del sistema capitalista no oculta la necesidad de un debate re-pedagogizado sobre los paradigmas evaluativos, pero esto debe fundarse en los vínculos indisolubles con los modelos curriculares, didácticos, de planeación y gestión escolar y universitaria.

En los ochenta, en el marco de la nueva ola de reformas educativas que trajo en su cola la globalización neoliberal, que procuraban disminuir el tamaño del Estado abriendo nuevos espacios para el capital privado, la transnacionalización y financiarización educativa, crear nuevos modelos de formación profesional que estuvieran vinculados a los modelos posfordistas de producción y empleabilidad y que convirtieran definitivamente a la educación en una mercancía que se ajustara a la dinámica de los mercados, llegó la moda del currículo escolar como corazón de la pedagogía.

Esta moda tuvo sub modas a su interior: currículo por objetivos, currículo ajustado a los contenidos, currículo interdisciplinario, currículo globalizado, currículo por competencias, entre otras.

Se profundizaba la despedagogización a la par que se procura introducir elementos de los paradigmas de Gestión de la Calidad Total (GCT), cero desperdicios, flexibilidad en la formación y la operación instrumental, acotamiento del trabajo formativo al STEM y disminución hasta la desaparición de los componentes humanistas, interpretativos de la sociedad y de pensamiento crítico vinculado a la toma de posición frente a las desigualdades e injusticias sociales.

La creatividad se resemantizó como capacidad para innovar en los entornos laborales, el pensamiento crítico como pensar en otras soluciones para problemas de la producción y la empleabilidad y se fue dejando de lado la idea de formar ciudadanos críticos que trabajaran por la ampliación democrática.

Esto no podemos verlo separado de lo que Urban (2024) señala como la necesidad intrínseca del neoliberalismo de estrangular las democracias para facilitar la progresiva supresión de derechos y la formación de mentalidades sumisas.  Esto se expresaba en educación en los elementos anteriores, pero también en una naturalización de la exclusión mediante la construcción de una nueva subjetividad que quebrara la idea de justicia del Estado de Bienestar Keynesiano para imponer una nueva subjetividad de no hay suficiente para todos, razón por la cual la educación paso de ser en la práctica del derecho a la educación a lo largo de la vida, presente en muchas declaraciones internacionales, a el derecho a la educación para la empleabilidad que contenía la competitividad para poder acceder al empleo cuando se obtuviera la titulación.

La moda del currículo profundizó la tendencia a la curricularización (Bonilla. 2018) del hecho educativo y el trabajo docente. La jornada del aula se convirtió en una rutina incesante de ejecución de objetivos conductuales, contenidos y componentes de formación, dividiendo los días de clase en un sin numero de metas diarias que no permitían el desarrollo de un ambiente de libertad para el aprendizaje sustantivo y situado. Al docente se le comienza a valorar por el porcentaje de desarrollo del currículo que haya podido ejecutar durante un año escolar y la emergente categoría de la calidad educativa se construye sobre la base de evaluaciones estandarizadas de aprendizajes alcanzados en la carrera de la ejecución curricular. Sostenemos que en esta moda, además de fragmentar aún más la pedagogía profundizando la despedagogización, el docente fue asumiendo la auto percepción de administrador curricular, en sustitución de su rol de pedagogo.

La moda del currículo como elemento de despedagogización es la de más larga extensión en el tiempo, imponiéndose como centralidad durante casi tres décadas, traspasando las fronteras del siglo XX al XXI, de un milenio a otro, incluso compartiendo escena con la moda que se impondría en los noventa.

En los noventa se fue imponiendo la moda del gerencialismo que se abría paso desde la propia década de los ochenta. Esta moda asume que el docente, director de plantel y funcionarios de alto nivel de los ministerios de educación, son gerentes que gestionan el logro de los perfiles de egreso escolar y universitario centrados en la empleabilidad de un modo de producción dinámico y cambiante por el impacto de la aceleración de la innovación tecnológica y científica. La moda del gerencialismo centra sus esfuerzos en los resultados, más que en los procesos, despojando la labor de enseñanza de su dimensión humana.

El discurso que viabiliza esta narrativa es el de la derrota de la exclusión escolar, cuando en realidad sus efectos son la racionalización. Una evidencia de ello es que en 1990 cuando UNESCO y los sistemas escolares nacionales a escala planetaria lanzan la iniciativa de Educación Para Todos (EPT) el número de niños y niñas fuera de las aulas era más de 100 millones niños y niñas de los cuales 60 millones eran mujeres y, más de 960 millones de adultos de los cuales dos tercios eran mujeres (CLADE,2024, UNICEF,1990), pero treinta y cinco años después, el número de estudiantes fuera de las aulas alcanza los 250 millones de niños y niñas en edad escolar, es decir el discurso de la inclusión sirvió para todo lo cosmético y la transferencia de fondos públicos a campañas, el multilateralismo corporaciones asociadas, pero en menor medida para lo que decía iba a hacer.

La moda del gerencialismo adquiere su clima máximo cuando la formación docente (inicial y en servicio) pierde relevancia ante la avalancha de los coaching educativos y la literatura de auto ayuda escolar. Ahora no era necesario pasar por una escuela normal o programa universitario de formación para educador, para pedagogo, sino que bastaba conseguir a un experto en motivación personal, buen comunicador y persona capaz de convertir los contenidos curriculares en narrativas amenas; así, no solo el capital “ahorra” dineros públicos para la actualización docente sino que consigue los mecanismos para transferir estos fondos estatales al sector privado de la economía, garantizando un progresivo alineamiento de los sistemas escolares y universidades con los propósitos de las empresas y el modelo industrial transicional de tercera a cuarta revolución industrial del modo de producción capitalista.

Ahora, ya no es necesaria la reivindicación del saber pedagógico ni el conocimiento científico, sino que surge un boom de publicaciones de auto ayuda educativa.  Aeropuertos, locales comerciales y librerías son invadidas por textos, escritos por aprendices de novelistas, quienes sin haber dado una hora de clase con niños y niñas de primaria dicen como se debe educar, como aprenden los chicos y hasta cómo funciona la mente.

Esta vorágine de la auto ayuda -incluso en algunos casos de manera ingenua o por ignorancia supina de sectores del pensamiento crítico- intenta asaltar el propio nombre de la pedagogía. En consecuencia, encontramos títulos de publicaciones con nombres tan pomposos como “pedagogía del abrazo”, ¨pedagogía del cuerpo”, “pedagogía de la ternura”, “pedagogía del color” y pare de contar, que solo basta someterlas a la evaluación de donde están sus dimensiones de didáctica, evaluación, currículo, planeación y gestión del aula (la pedagogía) para evidenciar que no son más que charlatanería o, en el mejor de los casos un dejavú con la moda del didactismo o un texto motivacional para el ejercicio de la profesión docente.

A esto se añade la literatura de la neurociencia, vinculada epistemológicamente al transhumanismo, que considera al cerebro humano como un CPU, al que hay que aprender como instarle software de aprendizaje. Esta fusión “invisible” entre intereses del capitalismo de cuarta revolución industrial y el de la era de la singularidad (transhumanismo) evidencia el acortamiento de los periodos de ajuste del modo de producción y reproducción capitalista y como estos comienzan a superponerse y se muestran en sistemas como el escolar y las universidades.

Pero el momento más intenso de despedagogización ocurre a finales de la segunda década del siglo XXI, cuando el centro de la acción educativa deja de ser alguno de los componentes fragmentados de la pedagogía (didactismo, planeación, evaluación, currículo, gestión) y pasa a ser un elemento polisémico y ajustable a los requerimientos del modo de producción capitalista: la calidad educativa.

Si bien, como lo expresamos en este y otros trabajos, la calidad educativa se impone como categoría de la cultura evaluativa y elemento orientador de los indicadores y metas de la educación desde la década de los ochenta del siglo XX, es hasta finales de la segunda década del siglo XXI cuando logra desplazar definitivamente a la cuestión pedagógica como elemento central de la enseñanza.

La moda de la calidad educativa se convierte en la denominación síntesis de las operaciones de cambio educativo del multilateralismo y los gobiernos, hecho es ratificado en el Foro Mundial de Educación (FEM, 2015) realizado en Corea del Sur, en el cual se establece el consenso inter gubernamental para que sea el eje de las políticas educativas de los siguientes quince años. La cita de Corea del Sur se vincula de manera inmediata con el debate de Naciones Unidas para reelaborar las Metas del Milenio (2000-2015) mediante el consenso del orden burgués en materia educativa alrededor de la llamada calidad educativa. En septiembre de ese año se aprueban los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cuyo cuarto componente es el educativo bajo la denominación de ODS4: calidad educativa.

Ahora los debates son respecto a que enfoque didáctico, evaluativo, curricular, de planeación o gestión escolar se debe asumir para lograr la calidad educativa, diluyendo las pedagogías e instrumentalizando sus componentes. Sostenemos que el discurso multilateral de la calidad educativa es la narrativa que viabiliza el asalto bucanero más importante contra la educación a escala planetaria.

Cada una de estas modas tuvieron su propia dinámica de expansión por distintos territorios y naciones, en algunos sitios llegaron de inmediato, en otros de manera tardía, pero en casi todos los lugares se hicieron presentes. El “sentido común educativo” que estas modas construyeron fue la fragmentación como paso previo a la despedagogización educativa.

En ese marco, es imposible hablar de crisis educativa sin plantearnos una aproximación re-pedagogizante, es decir que se aproxime al asunto con una epistemología de integración de los componentes pedagógicos, para posibilitar una comprensión integral, no solo de las dinámicas de enseñanza y aprendizaje, sino también de las políticas públicas en el sector. Eso pasa por romper con la lógica del operario ilustrado y relanzar la certeza del docente como intelectual (Giroux,1988).

  • 8. Fosilización de los arquetipos institucionales educativos

Tenemos una epistemología de la estructura y funcionamiento de los sistemas escolares y las universidades que pareciera que lo único que procede es hacer cambios parciales para mejorar su funcionamiento.  No terminamos de captar que las instituciones, como todo en la vida, están obligadas a cambiar, incluso desde una perspectiva de resistencia anticapitalista, si quieren cumplir con los nobles objetivos sociales que se le atribuyen.

Ciclos escolares de 5-6 años, planes de estudio asociados a los modelos curriculares para ciclos largos[31] de innovación-tecnología y ciencia, cambio de la dinámica de oposición ciudad-campo, desconcentración de los lugares generadores de conocimiento y producción, papel mucho más dinámico del interior respecto a las capitales nacional al que sostenían hace solo décadas, tejido de instituciones de difusión cultural y científica que permean muchos más territorios que antes, acortamiento de los tiempos de validez del conocimiento profesional obtenido por titulación, nuevas dinámicas de actualización académica y extra académica, perfiles de egreso en permanente movilidad, obsolescencia de la perspectiva meramente técnica, son solo algunas de la ondas que impactan los sistemas escolares y universidades.

Hoy el capitalismo no necesita una universidad y sistemas escolares basados en la enseñanza (primera revolución industrial), la docencia y la extensión universitaria (segunda revolución industrial), el relanzamiento de la triada docencia-investigación y extensión (tercera revolución industrial), sino que demanda instituciones educativas cuyo eje sea la investigación, convirtiendo a la enseñanza y extensión en complementarias. Esta nueva lógica del capital se debe a que ha encontrado formas más eficientes de externalizar la formación y la extensión, pero aún tiene dificultades con la investigación, no solo en las llamadas ciencias duras, sino muy especialmente en las ciencias sociales y humanas.

En esa línea de pensamiento del orden dominante, el tamaño de las universidades nacionales les parece disfuncional y paquidérmico, por lo cual parecieran pasearse por escenarios como las universidades móviles, universidades de los territorios o super concentradas en agendas de convergencia interdisciplinaria. Lo que parecieran tener claro los diferentes sectores del capital, es que el actual modelo de universidad les parece ineficiente.

Nuevamente surge una paradoja epocal y es que la universidad actualmente existente tampoco apuntala un cambio estructural anticapitalista, sino que se anida en el paradigma de la democratización del conocimiento de punta que necesita el capital para su reproducción ampliada, algo que cada vez cumple con menos eficiencia.

La respuesta lejos de ser transformadora comienza a ser conservadora, preservar la institucionalidad para hacer lo que sabe hacer, externalizar lo que no sabe hacer, micro enseñanza y micro acreditación de formación extra institucional,

  • 9. Modelos de gestión empresarial y educación

En “los modelos de administración educativa y su relación con las formas de gestión capitalista” (2024) desarrollamos ampliamente los hilos que comunican, a veces de manera imperceptible, el mundo empresarial con los escolar y universitario. Trabajamos el periodo empírico (1809-1909) de gestión educativa de los sistemas escolares republicanos y sus universidades, el auge del Taylorismo (1910-1930) y el Fayolismo (1900-1945), el giro fordista (1930-1970) y todos los enfoques posfordistas (1971-2024) que van desde la Gestión de la Calidad Total (GCT), Justo a Tiempo (JT), Benchmarking, la quinta disciplina, hasta llegar al modelo Google de trabajo. La pregunta problematizadora sería cuales han sido las propuestas alternativas en cada una de estas fases, más allá de la larga espera de una revolución total para iniciar el cambio esperado.

Como la lógica que se ha impuesto en los sistemas escolares y las universidades es el perfil de egreso basado en la empleabilidad, existe una presión creciente desde el mundo de la producción, pero sobre todo de la innovación y más recientemente del llamado trabajo inmaterial para que los escolar-universitario construya el performance laboral que requiere el capital en el periodo de transición mezclado entre el fin de la tercera revolución industrial, inicios de la cuarta revolución industrial y las novedades que construyen el camino a la era de la singularidad.

El problema es que los paradigmas de gestión escolar y universitaria viven un atasco severo y perdieron la capacidad de sincronización con la lógica del capital, por lo menos desde la década de los sesenta del siglo veinte. Esto forma parte de la paradoja de instituciones fomentadas para la reproducción ampliada del capital que no logra cumplir sus funciones, pero las grietas que se generan en esta tensión irresoluta no logran ser aprovechadas por el campo alternativo, al no entenderse la situación de conjunto, quedándose cortos en sus propuestas o no logrando conseguir viabilidad para las mismas, mucho menos generar perspectiva contrahegemónica.

Hoy el capitalismo, de la transición entre tercera y cuarta revolución industrial, intenta que los modelos abiertos y flexibles de producción de conocimiento de las grandes corporaciones tecnológicas se traslade a los sistemas escolares y las universidades. Sin embargo, los efectos no esperados de la cultura evaluativa impulsada a escala planetaria desde la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967), que han derivado en camisas de fuerza con nombre de bibliometría, rankings y perfiles de egreso disciplinares, pruebas estandarizadas y paradigma de la calidad educativa,  han producido el efecto contrario al esperado, construyendo un performance institucional en las Instituciones de Educación Superior (IES) que les resta movilidad para el cambio o por lo menos le coloca unos límites a este cambio que no permiten alcanzar los cambios estructurales que demanda por un lado el sistema capitalista dominante, pero tampoco el que se plantea desde las teorías críticas y las resistencias.

Por eso, ante el modelo de gestión del conocimiento de Google que se procura propagar, proponemos el modelo de gestión de pirámide invertida (Bonilla-Molina,2000) como un camino para construir una ruta de transformación y gestión de lo escolar y universitario que se corresponda a los intereses de las mayorías ciudadanas y no de las grandes élites vinculadas al capital.

  1. 10. Deriva neoliberal de la UNESCO

La UNESCO fue creada en el marco de los acuerdos post guerras mundiales, el Tratado de Bretton Woods y el modelo del multilateralismo de Naciones Unidas, siendo en la actualidad una de las instituciones internacionales con mayor prestigio en materia educativa. Esa “virtud” está siendo usada por el sistema capitalista para convertirla en caballo de troya de su ofensiva contra la educación pública.

El orden mundial que surgió de la Segunda Guerra Mundial generó un capítulo educativo para imponer la estandarización de políticas públicas: la UNESCO. A pesar de ser este organismo parte íntegra del multilateralismo de Naciones Unidas, existe una percepción extendida en la población y parte del magisterio respecto a la supuesta autonomía, neutralidad y capacidad de consenso del mismo, pero nada más errado.

Lo cierto es que la UNESCO es un organismo dependiente del sistema de Naciones Unidas cuyas decisiones estratégicas (planes, programas, autoridades, políticas, presupuesto) son tomadas hoy en día por la Conferencia General, compuesta por los representantes oficiales de los gobiernos de los 193 Estados miembros de la organización, en su inmensa mayoría con una perspectiva capitalista neoliberal. La Conferencia General que elige al Consejo Ejecutivo (CE), en la última Conferencia (2022) designó a los 58 integrantes de esta instancia.

La percepción errónea extendida sobre la UNESCO es atribuible a dos factores objetivos y uno subjetivo. Por una parte, la UNESCO, desde su creación y en el periodo de la llamada guerra fría (1917-1991), cumplió para el sistema-mundo capitalista, el rol de espacio de encuentro entre las culturas de los dos polos antagónicos (soviético-capitalista), lo cual implicaba construir una narrativa y performance funcional lo suficientemente amplio para garantizar diálogo, sobre todo en uno de los aspectos centrales de la reproducción de la ideología capitalista: los sistemas escolares y las universidades. La experiencia soviética no fue capaz de romper con la matriz institucional de la máquina escolar que impulsó el capitalismo en las dos primeras revoluciones industriales.  Este trabajo de puente entre dos mundos, en medio de una terrible guerra ideológica, facilitó la construcción del imaginario de una UNESCO progresista e incluso hasta de izquierdas, mientras que lo que estaba era intentando que el polo comunista se fuera alineando a la lógica sistémica del mercado. China hoy es la mejor expresión de los resultados a largo plazo de esta operación, un sistema escolar basado en la lógica del mercado, la neurociencia y el uso instrumental de la tecnología, que ha desterrado el pensamiento crítico y se presenta como modelo para vincular la formación escolar con la empleabilidad y el desarrollo del modo de producción capitalista.

Por otra parte, el sistema mundo le construyó a la UNESCO la identidad de punto de referencia y orientación para lo educativo. Para ello, elaboraba narrativas confusas, presentadas como resultados de consensos entre derecha e izquierda política, que defendían la inversión pública en educación a la par de propiciar un nicho para la gestión privada que fuera modelando diversas formas de privatización, mercantilización y estandarización conforme a las pautas del mercado.

Cada quien, según su perspectiva política de la educación, interpretaba y subrayaba lo que le parecía más próximo a su pensar; este nadar entre dos aguas de la UNESCO se vendía como pluralidad, cuando en realidad era la punta de lanza de sofisticadas formas de entender lo educativo como mercancía. A ello contribuyó el hecho que en buena parte de la historia de la UNESCO (1945-1993) los integrantes del órgano de dirección del Consejo Ejecutivo (CE) de la UNESCO fueran presentados como integrantes a título personal, lo cual abiertamente dejó de ser a partir de 1993, cuando pasaron a ser representantes oficiales de los Estados miembros.

En términos subjetivos, como explica Said (1978), la creciente hegemonía de la idea del conocimiento científico como un saber despolitizado fue convirtiendo el debate educativo bajo la tutela de la UNESCO en un asunto meramente técnico-pedagógico y cualquier intento de situar sus argumentos en el plano de la contradicción capital-trabajo era atacado como una desviación ideológica. En consecuencia, si la UNESCO era progresista, hasta de izquierdas, con enorme capacidad de formulación técnico pedagógica y se situaba en el olimpo del apoliticismo, esta supuesta neutralidad era presentada como objetividad y referencia respecto a lo que había que hacer más allá de los asuntos políticos e ideológicos. El apoliticismo es en realidad una forma ideológica del capitalismo que se esconde en argumentos técnicos neutrales para darle viabilidad a cambios estructurales que tendrían múltiples resistencias si se develara su real raíz ideológica.

En las últimas décadas esta objetividad educativa o sentido común educativo es presentada como un consenso «entre los que piensan», los Bancos de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID, CAF), las instancias supranacionales del mercado (Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio), organismos de diálogo (tipo Foro Económico Mundial) y las instancias educativas del multilateralismo (UNESCO, UNICEF, entre otros), cuando en realidad todas estas instancias interpretan distintos instrumentos de la melodía que emana de las grandes financieras globales que incluso modelan las narrativas de las naciones imperialistas.

La mejor evidencia de lo que afirmamos es el proceso de modificación, a través del tiempo, de la estructura, los mecanismos de selección y el funcionamiento del CE de la Unesco. Como demuestra el documento “El Consejo Ejecutivo de la UNESCO”, desde la década de los cincuenta del siglo XX, se fueron generando reformas en sus Estatutos hasta llegar en 1991, en pleno proceso de desmantelamiento de la URSS, a definir que a partir de 1993 (27ª reunión de la Conferencia General) el Consejo Ejecutivo estaría “compuesto de Estados miembros y no de miembros elegidos a título personal” (UNESCO, 2022: 11).

Las cinco reformas del CE muestran las tensiones entre la necesidad de mostrar al público a la UNESCO como un organismo no gubernamental y ocultar su real funcionamiento como órgano dependiente de la ONU, y por ende encuadrado en la lógica del multilateralismo del sistema mundo capitalista.

Desde la creación de la UNESCO hasta la primera reforma, los integrantes del CE ostentaban la condición de integrantes electos a título personal con el aval de ser electos por los representantes gubernamentales en la Asamblea General.  Eso permitía que el organismo tuviera un aire de independencia, fundamental para la tarea asignada de espacio de encuentro, que a la vez legitimaba liderazgos que luego jugaban un rol de gobernabilidad educativa nacional y posibilitaban el proceso creciente de estandarización educativa global.

La queja creciente de los gobiernos era que no tenían un control férreo del organismo, porque a pesar de que los electores al CE, debían contar con sus avales, estos disponían con demasiados “grados de libertad”, algo que iba contra las lógicas del poder político de los Estados miembros.

Las sucesivas reformas fueron garantizando que el capital político acumulado por décadas se pusiera al servicio de los objetivos del neoliberalismo. A continuación, se sintetizan las principales reformas de las normas de conformación y facultades del CE de la UNESCO:

La reforma de 1954 dotó a los integrantes del Consejo Ejecutivo de la doble cualidad de directivo a título personal y, “representante del Estado del que era nacional”, sin que ello modificara la cualidad de composición del Consejo, “cuyos miembros no eran Estados sino personas expresamente designadas” (UNESCO, 2022, p.10). A pesar de que era presentado como una forma de funcionamiento despolitizado, esto tenía una razón político-ideológica concreta: filtrar a los representantes del Este-comunista para evitar que fueran figuras con tradición intelectual de izquierdas quienes llegaran a la conducción del organismo multilateral.

La reforma de 1968 trabajó la proporcionalidad de los territorios y regiones que conformaban el Consejo Ejecutivo, estableciendo mecanismos de rotación para garantizar que integrantes de todos los países pasaran a formar parte en algún momento el Consejo Ejecutivo. Conscientes las instituciones multilaterales del sistema mundo, respecto al desarrollo desigual y combinado del sistema capitalista (Mandel, 1975), esta orientación procuraba crear las condiciones para definir políticas diferenciadas en un marco general para territorios con desarrollos disímiles. En consecuencia, de lo que se trataba era que ningún sistema escolar, independientemente del desarrollo de las fuerzas productivas en cada país, quedara desalineado de la lógica del capital en educación.

La reforma de 1972 se concentró en establecer el periodo de permanencia de los integrantes del Consejo, a cuatro años, con el propósito declarado de dar la mayor oportunidad a los distintos países. Era evidente que el pase de nacionales por el Consejo Ejecutivo permitía contar con interlocutores locales para la implementación de las políticas de normalización y estandarización educativa, por lo cual había que garantizar que todos los países pasaran por esta instancia de dirección de la UNESCO.

La reforma de 1976 se orientó a establecer los mecanismos y procedimientos para poder sustituir a los representantes del Consejo Ejecutivo, ya fuera por ausencias temporales o permanentes. Esta iniciativa blindaba al organismo multilateral de crisis políticas internas resultantes de la necesidad de sustituir a un miembro (por muerte, renuncia u otra circunstancia) lo cual generaba tensiones y presiones de los campos ideológicos en disputa en ese momento histórico.

La reforma de 1991: modificó el “el artículo V de la Constitución de la UNESCO, relativo a la condición de los miembros del Consejo Ejecutivo, que a partir de la 27ª reunión de la Conferencia General (1993), está compuesto de Estados Miembros y no de miembros elegidos a título personal” (2022:11). Evidentemente, el proceso de desmantelamiento de la URSS, el giro lento y progresivo de China hacia la lógica del capital que venía dándose desde la reunión Nixon-Mao (1972), el curso regresivo de revoluciones como la vietnamita o la sandinista, el emerger de la inusitada aceleración de la innovación tecnológica, la crisis de estancamiento de los sistemas escolares por la incomprensión de los requerimientos del capital sobre la educación a partir de la tercera revolución industrial, la llegada de internet y el horizonte de la inteligencia artificial y su impacto en lo educativo demandaban un absoluto realineamiento de las operaciones de cambio educativo a escala global.  El paradigma del fin de la historia (Fukuyama, 1992) hacía obsoleta cualquier necesidad de consenso y encuentro entre ideologías otrora antagónicas (capitalismo/comunismo).

Desde su fundación y hasta la llegada de la tercera revolución industrial, la UNESCO tenía claro su rol de instancia para la masificación educativa, impulsando la estructuración y consolidación de los sistemas escolares con el propósito de garantizar la reproducción biopolítica del sistema capitalista mediante la educación para la democracia, la ciudadanía para el sistema político de representaciones, la educación para el consumismo y los enfoques disciplinares de aprendizaje. A la par que servía de plataforma para la distensión del conflicto geopolítico EE UU-URSS, procurando que el mundo soviético mantuviera intacta la estructura y funcionamiento de la machine educativa que apostaba por un cambio estructural fundamentado en contenidos alternativos y una elevación del estatus del trabajo en las escuelas y universidades, sin atreverse a superar la estructura escolar de Comenio (1657).

Pero el capitalismo de la tercera revolución industrial ahora requería una redefinición de la máquina escolar (Bonilla-Molina, 2023), que le permitiera evolucionar de los enfoques disciplinares a la transdisciplinariedad, que superara el ritmo de reproducción cultural abriéndose a la incorporación de lo nuevo mediante el acompañamiento de la aceleración de la innovación tecnológica, que pudiera prever el futuro inmediato y reorganizar el conocimiento que ese mañana demandaba.

Esto implicaba un giro de 180 grados para el organismo multilateral, cuya transición generó un conjunto de iniciativas de cambio paradigmático, siendo el Informe Fauré (1973) la más reconocida. El Informe “Aprender a Ser: la educación del Futuro” (1973) operó como un catalizador para las iniciativas del cambio. Primero, al postular que existía una percepción negativa de la ciudadanía en el mundo respecto a la educación y el papel de los sistemas escolares, fue abriendo paso con ello a la ola de reformas educativas que se iniciaron a finales de esa década y continúan en el presente. Segundo, subraya que lo que se enseña en las escuela y universidades está desactualizado y las instituciones escolares tienen dificultad para incorporar lo nuevo en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Tercero, enfatiza en la precariedad de los sistemas escolares para formar el talento humano que requiere el mundo del trabajo en un modo de producción que tiende a la automatización, la informática, robótica y que demanda niveles inusitados de creatividad.

El Informe Delors (1996), “¿Hacia un bien común mundial?” (Unesco, 2015) y “Futuros de la Educación” (Unesco, 2021) lo que hacen es renovar el discurso sobre la necesidad de un cambio estructural de los sistemas escolares. Paralelamente, entre 1970 y 2015, la UNESCO crea un cuerpo de intelectuales que tienen la tarea de propagar la necesidad del capitalismo en la transición de la tercera revolución a la cuarta revolución industrial como una “buena nueva”, bajo figuras narrativas como “la complejidad”, “reimaginar nuestro futuro juntos” y, más recientemente, “que hablen de educación los que saben de ello” (Unesco, 2021) que pretende limitar a un número pequeño y finito las voces a consultar sobre el destino de la educación.

En la tercera revolución industrial (1961-2011-2015) la UNESCO se mostró ineficaz en el cumplimiento de las tarea delineadas por la propia Comisión Fauré que ellos impulsaron, porque a pesar que en todo el mundo se hablaba de transdisciplinariedad, las escuelas y universidades transdisciplinarias no terminaron de nacer, se impulsaron procesos para institucionalizar el pensamiento complejo que resultaron en un desastre colosal, y la convergencia disciplinar (Bonilla-Molina, 2023) que comenzaba a dibujarse en el horizonte de los requerimientos del capital no tenía forma escolar de concretarse. Todo ello mostraba un serio estancamiento conceptual, epistemológico y paradigmático del organismo multilateral.

Sin embargo, todo el redireccionamiento de la política educativa supranacional, con tejido nacional, sirvió para imponer la cultura evaluativa (Bonilla-Molina, 2020) sobre docentes, instituciones, aprendizajes, así como la política de competencias por mercados educativos (rankings, bibliometría), mostrando eficacia política en la mercantilización, desterritorialización y estratificación escolar (Bonilla-Molina,2023).

A partir de 1993, aprovechando el desconcierto por la caída del muro de Berlín y la popularidad del discurso sobre el fin de la historia, comienza a concretarse el alineamiento y sincronización de la UNESCO con el carro del neoliberalismo educativo. Podemos decir que Federico Mayor Zaragoza fue el último director general de la UNESCO (1987-1999) que contó con el perfil de ser un académico de consensos, humanista, plural y con una mirada interesante sobre el derecho a la educación. Sin embargo, le correspondió comenzar a conducir un CE, integrado exclusivamente por representantes oficiales de los gobiernos.

En 1994, prácticamente sin resistencia alguna del pensamiento crítico en educación, la UNESCO crea el LLECE (Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación), que implica una asimilación de los paradigmas de gestión de la calidad total, estandarización regional de parámetros de medición y unificación de indicadores de seguimiento en materia de aprendizajes. Se trataba de acelerar la unificación de nuevos fines, metas, procesos y resultados impulsados en forma de políticas educativas nacionales por los Estados miembros. Esto complementaba, iniciativas de estandarización mundial, como lo fueron los acuerdos de Jomtein (1990), Dakar (2000), Foro Mundial de Educación de Corea del Sur (2015) y los Objetivos del Milenio (2000) que abrieron paso al paradigma del ODS4 de Calidad de la Educación (2015-2030) y las políticas de transformación digital de la educación (2020-2030).

La percepción que crece es que la UNESCO no ha podido construir una narrativa práctica que ilumine el horizonte del cambio educativo que demanda el capitalismo de la cuarta revolución industrial (Schwab, 2016), en un contexto de inusitada aceleración de la innovación con impacto en el mundo del trabajo y la empleabilidad, superación de la transdisciplinariedad por la convergencia disciplinar, así como de impacto de la Inteligencia Artificial (IA), reconocimiento biométrico facial, análisis de metadatos, internet de las cosas y bloques de datos en la educación.

La traducción simplista que hacen muchos decisores sobre las medidas a tomar se limita a crear nuevas materias, aulas invertidas de tecnología y otras prótesis tecnológicas (Sadin, 2020) para los sistemas escolares, cuando lo que pareciera demandar el centro tecnológico-económico capitalista es una reestructuración total de lo escolar, incluidas las nociones trabajadas hasta ahora de currículo, didácticas, evaluación, planeación y gestión escolar. UNESCO, al ser dirigida por representantes de gobiernos, tiene la lógica y los tiempos políticos de las burocracias gubernamentales y comienza a mostrar signos de incapacidad para resolver los desafíos del capitalismo actual. Tal vez por ello, otros organismos (BM, BID, CAF, OCDE, WEF, G-20 educativo) comienzan a disputarle su liderazgo en la conducción de la agenda educativa global. Esto se ha podido ver en la configuración de las políticas educativas globales a través del “filantrocapitalismo digital” (Saura, 2020).

Todo ello ocurre en medio de una parálisis cognitiva en una parte importante del pensamiento crítico en educación, como se evidenció en los preparativos y realización de la Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES 2022) y el llamado Plan de acción en Educación Superior que sin consenso alguno pretende imponer UNESCO como ruta de cambios en el sector de la educación universitaria. Lo ocurrido en Barcelona (CMES 2022) es realmente vergonzoso y muestra la subordinación del organismo multilateral al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), (BM), FEM  (WEF), la Organización Mundial de Comercio y la “infocracia digital” (Han, 2022)  en temas como micro acreditación, formación profesional en manos del sector empresarial, formación universitaria de corta duración (dos años), revalidación periódica de las titulaciones profesionales, desmantelamiento de la formación en ciencias sociales y humanas teniendo como eje el nuevo paradigma de educación a lo largo de la vida para la empleabilidad.

La UNESCO es hoy, un organismo subordinado hoy a la lógica neoliberal pero, paradójicamente, con serias limitaciones para interpretar el horizonte de cambios que demanda el capitalismo bajo el formato de transformación digital. Navega a tientas en esta materia y esto le puede significar una derrota estratégica pues pareciera no estar en capacidad de llevar el barco de la educación ni al puerto del capitalismo digital, mucho menos al de la emancipación pedagógica.

La UNESCO está viviendo una crisis estructural de identidad, eficacia y legitimidad. Esta crisis se debe a la legitimación del modelo neoliberal y a los avances del capitalismo en la era digital en educación sin que ello haya significado que realmente pueda operar como institución de vanguardia para el neoliberalismo, en un marco de impacto profundo de la aceleración de la innovación en el modo de producción capitalista, que le demanda otro tipo de educación y funcionamiento escolar, mientras cada día está más de espalda a una educación al servicio de los pueblos. La única consigna de trabajo que mantiene que le dota de algún cable a tierra es la de la inclusión, pero cada vez más esta idea aparece mediada por el protagonismo del sector privado.

A pesar de ello, la UNESCO es aún un campo de disputa que no se puede abandonar. Pero trabajar para otra UNESCO posible pasa por romper el cristal de la inocencia pedagógica y política.

  1. 11. El know-how docente en el presente

Know-how es una definición de origen inglés, usada para distinguir los elementos que conforman el saber “como se hace” algo. Sostenemos que el ejercicio de la docencia está sometido a una tormenta con vientos huracanados y cruzados, generados por los componentes de la brecha epistémica analizados, tempestad que se presenta como crisis educativa pretendiendo hacerse visible en el aula, en el ejercicio de la profesión docente, cuando en realidad su origen excede a las posibilidades de los trabajadores de la educación. Este impacto profundo en el aula plantea retos y desafíos difusos respecto al Know-how docente, que producen paradojas que lejos de superar la noción de crisis la incrementa.

Estas paradojas son generadas por la colisión incesante entre la tradición pedagógica y innovación (no solo pedagógica, sino también tecnológica y cultural), en cuyo proceso se pretende dotar a lo nuevo -bajo el formato de innovación- con un falso determinismo de “bueno” y la tradición como “anticuado y obsoleto”, cuando ambas categorías deben ser valoradas en sus dimensiones ideológicas, teleológicas y contextuales. Peor aún, cuando la categoría innovación se vincula a un segmento de la totalidad educativa, de manera desconectada y, en el resto se exige seguir trabajando de manera tradicional, la paradoja se convierte en caos; esto que ocurre muy frecuentemente, es una especie de pulsión a hablar de lo nuevo, pero seguir haciéndolo las cosas en el aula como las rutinas enseñan.

Por ejemplo, mientras el sistema escolar y universitario se estructura sobre un currículo prescrito, que contiene objetivos y metas en el tiempo del aula, al docente se le exige flexibilidad curricular, trabajo con pedagogías activas, perspectiva transdisciplinaria, didácticas centradas en el niño, evaluación cualitativa, así como el desarrollo de habilidades blandas que se amplían y modifican permanentemente. Mientras esto ocurre, los modelos de seguimiento, supervisión y evaluación son cuantitativos y asociados a las metas del currículo cerrado y prescrito. Esta especie de esquizofrenia escolar solo puede conducir a precarios resultados de aprendizaje o la práctica del cumpli-miento[32].

Es innegable que el trabajo docente debe evolucionar conforme los elementos culturales, sociales, políticos, tecnológicos, económicos y paradigmáticos de cada tiempo histórico, pero esa transformación debe fundamentarse en las ciencias pedagógicas y tener como lugar de enunciación los saberes docentes y la praxis del aula, nunca los intereses del gran capital trasnacional

  1. 12. Vacíos epistémicos

A los efectos de este trabajo mencionaremos muy brevemente, que los estilos de enseñanza y aprendizaje cada vez dan menos cuenta de la diversidad de enfoques epistémicos que subyacen en la construcción de conocimiento. Es absolutamente falso que se llegue por la misma vía al conocimiento nuevo en la química o la física, la biología y la historia, la literatura y la música, la geografía y la sociabilidad.

El desconocimiento de esta diversidad epistémica condice a monismo metodológico, conceptual, pedagógico y de logros que conspira contra cualquier transformación radical d ellos sistemas escolares y las universidades. Necesitamos develar esta realidad para demostrar la falsedad de las razones de la noción de crisis educativa que quiere imponer el sistema capitalista y que forma parte de la brecha epistémica.

  1. 13. La cultura evaluativa en educación: intento desesperado del capital por cambiar el rumbo de los escolar y universitario

La cultura evaluativa en educación, es el esfuerzo del sistema capitalista, convertido en políticas públicas para el sector, que procura resolver mediante pruebas, jerarquizaciones, estándares y competitividad, el desfase que detectan entre la aceleración de la innovación científica-tecnológica y los requerimientos del modo de producción en la nueva etapa histórica, respecto al quehacer cotidiano de los sistemas escolares y las universidades. La cultura evaluativa en educación es un esfuerzo sistémico para intentar resolver eso que el sistema denomina crisis educativa.

Es decir, a la cultura evaluativa en educación tenemos que valorarla por sus resultados en ese sentido, no por lo que ha devenido, una maquinaria incesante de alineamiento de todas actividades de las instituciones de educación superior (IES), las escuelas y centros de enseñanza. Hoy pareciera naturalizado que la función de las universidades es la propia de la bibliometría, la adaptación a los estándares que permiten la acreditación, la productividad centrada en el número de artículos, papeles de trabajo, documentos y citas referenciadas de los mismos, los sistemas de remuneraciones y escalafones de cargo basados en ese paradigma.

Si bien los componentes de la cultura evaluativa en educación son la jerarquización, competitividad y productividad en el logro de los indicadores y metas de calidad, pertinencia, eficiencia, impacto e innovación, es necesario precisar que la calidad educativa ha venido trasladando su epicentro respecto a la enseñanza con pensamiento crítico, creatividad, mentalidad científica y compromiso social, a la idea de cero desperdicio, propio del modelo gerencial al que se adscribe: la Gestión de Calidad Total (GCT); este esfuerzo se concreta en aprender para la empleabilidad, es decir, para el vínculo con el modo de producción con mentalidad adaptativa, sumisa, alejada de la conflictividad laboral, al asumir como propio el paradigma de la jerarquización, competitividad y productividad. Si cumples estas premisas seguramente serás exitoso es el mantra final de la cultura evaluativa en educación.

Pero, este mantra y performance alcanzado por las universidades ha ido difuminando el propósito central de la cultura evaluativa en educación, la sincronización de la actividad educativa propia a los ritmos de la aceleración de la innovación y los cambios del modo de producción capitalista. Es decir, su propia eficacia y eficiencia esta siendo cuestionada, porque las dinámicas que la expresan han creado rutinas, protocolos, sistemas (con output precisos) que tienden a consolidar las formas de gestión del conocimiento de la tradición y no del modelo de expansión de la innovación capitalista.

La cultura evaluativa en educación destruye el pensamiento crítico, compromiso social transformador, el ejercicio pleno de la ciudadanía, la creatividad asociada a la justicia social e incluso los propios ideales de democracia, pero con todo ello tampoco le resulta útil para lo que fue creada por el sistema, la sincronización con la innovación y las necesidades del modelo productivo.  Por ello, muchas de las dinámicas de actualización tienden a externalizarse e instancias como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)[33] comienzan a plantear que la formación profesional se traslade directamente a las fábricas y que el papel de la universidad sea acreditar esos aprendizajes y titular profesionalmente esa formación relocalizada.

En los sistemas escolares, educación preescolar, primaria, secundaria y educación técnica profesional media, las pruebas estandarizadas se han constituido en el referente más visible de es a cultura evaluativa en educación. A partir de sus resultados se justifican políticas públicas que alinean con paradigmas como el STEM, el STEM+A, los llamados campos unificados de aprendizaje (biología + matemáticas + física + química / historia + geografía + estudios sociales / entre otros) que con el discurso de romper con la fragmentación[34] disminuyen a su mínima expresión el conocimiento que se considera “desperdicio” en los nuevos enfoques educativos de sectores importantes del capital vinculados a la producción de mercancías.

Los problemas de brecha epistémica en este campo, intentan ser resueltos por una especie de ensayo y error mediante “novedades” que se promocionan como propias de la innovación de los nuevos tiempos. Estos sin sentido suelen ser justificados con los resultados de las pruebas estandarizadas.

Antecedentes

La pulsión de jerarquización –para la promoción de la competencia y productividad agregaría- propia del capital y el sistema capitalista, como lo explica Brasky (2018), se expresó tempranamente en América con el caso de las universidades de los Estados Unidos desde 1870[35]; sin embargo, la clasificación universitaria en Europa y otras regiones ya había iniciado, pero sería en la década de los ochenta del siglo veinte cuando se construyó hegemonía sobre su necesidad.

Si bien los sistemas de clasificación jerárquica de universidades o departamentos existen en los Estados Unidos desde hace más de un siglo, los rankings comenzaron a adquirir mayor visibilidad e importancia a partir de su aplicación sobre la enseñanza de grado, como cuando en 1982 se publica la Fiske Guide to Colleges, por ejemplo. Pero alcanzaron repercusión masiva por la publicación, a cargo de Roberto (Bob) Morse,[1] del U.S. News & World Report (America´s Best Colleges) en 1981.

Desde su primera aparición en 1983, las revistas USNewsy el World Report de los colegios y escuelas de postgrado han recibido mucha atención del público norteamericano. El USNWR publica anualmente las mejores escuelas de postgrado de Estados Unidos en base a seis indicadores principales y diez sub-variables que incluyen la reputación académica, la selección de los estudiantes, los recursos docentes y financieros, la tasa de retención y la satisfacción de los alumnos.[2] (Brasky,2018,epub)

Pero vamos por partes. El hecho que la URSS[36] hubiera tomado la delantera en la carrera espacial al colocar el primer satélite en órbita, la llegada de la tercera revolución industrial (1961[37])  y la crisis capitalista en ciernes[38] generaron una preocupación inusitada en la élite imperialista norteamericana, buscando en la educación causas y posibilidades de salir de esa situación. La preocupación central consistía en la precariedad con la cual los sistemas escolares y universidades incorporaban los elementos emergentes de la aceleración de la innovación (Schumpeter,1942)[39] y los componentes[40] que le caracterizan a partir de la tercera revolución industrial, limitando la implementación de sus fases[41] en el modo de producción capitalista.

El Informe Colleman (1966) fue el inicio de un conjunto de operaciones del capital para construir hegemonía sobre la necesidad de un cambio estructural de los sistemas escolares y las universidades que aún no se ha cerrado: el problema es que la izquierda pedagógica no se ha sabido situar de manera alternativa ante un asunto que a todas luces procura un cambio radical y no una simple reforma coyuntural. El informe Colleman genera la necesidad de evaluar de manera sistemática a la educación para poder monitorear si se está produciendo la adaptación escolar y universitaria que demanda el modo de producción.

Pero los Estados Unidos, la nación imperialista dominante entendió que no estaban solo ante una cuestión educativa nacional, sino ante un problema generalizado del sistema capitalista mundial. Por ello, un año después del Informe Coleman, el presidente Lyndon B. Johnson convoca a la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación (1967) en la cual participan 150 delegados de 52 países. Esta Conferencia logra instalar la idea de un cambio inminente en la agenda educativa la cual era necesario monitorear y evaluar de manera sistémica.

Al año siguiente, Philip H. Coombs, quien había estado al frente del departamento de educación en la administración de Kennedy y luego sería un factor determinante en la creación del Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (IIPE) de la UNESCO, el cual dirigió, publicó su libro “La crisis mundial de la educación: perspectivas actuales”. Coombs a quien le había correspondido elaborar el documento de trabajo para la Conferencia convocada por el presidente Johnson, usó la versión final de su trabajo como base para su libro.

Coombs (1968, p.244) define dos tácticas (establecer la relación sistémica de la crisis y dedicar una parte importante del esfuerzo del cambio a las innovaciones) que demandas cinco objetivos prioritarios (págs. 246-254) de modernización de: la administración docente, personal docente, proceso educativo, finanzas de la educación y mayor énfasis en la educación informal. En el segundo de los objetivos plantea la necesidad de evaluar los sistemas escolares y las universidades.

Estos tres grandes acontecimientos -Informe Coleman, Conferencia Internacional sobre la crisis mundial de la educación, texto de Coombs- hacen que UNESCO convoque en 1972 a la conformación de una comisión internacional que estudie el estado actual de la educación mundial. Esta comisión, presidida por un ex ministro francés genera el Informe “Aprender a ser: la educación del futuro” (1973, Fauré, Herrera, Kaddoura, Lopes. Petrovski, Rahnema, Champion) donde se plantea adoptar el espíritu científico para facilitar la innovación educativa, mediante una estrategia de políticas educativas construidas a partir de información derivada de la evaluación.  Esto hace que durante toda la década de los setenta se popularizara la noción de cultura evaluativa para contar con información necesaria para el impulso de las reformas y los cambios estructurales. La idea de cultura evaluativa construye hegemonía a nivel mundial.

Las categorías de la cultura evaluativa

Con la llegada de la globalización neoliberal en los ochenta del siglo XX, el capitalismo promueve reformas de Estado para reducir el tamaño de lo público y permitir la supremacía del capital internacional, generándose contradicciones con el capital nacional que escapan a los límites de este trabajo.

La globalización neoliberal insiste en la necesidad de racionalizar el gasto público y las políticas públicas, para lo cual la investigación y la evaluación institucional resultan fundamentales. Instancias como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y su Instituto Internacional de Planeamiento Económico y Social (ILPES), Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Organización para la Cooperación y del Desarrollo (OCDE) y el multilateralismo educativo (especialmente UNESCO) generan y adoptan las categorías fuerza que guiarían la cultura evaluativa en las siguientes décadas.

Para los primeros niveles de la enseñanza se priorización los indicadores de calidad (a partir de los modelos Deming y de Gestión de Calidad Total [GCT]) y pertinencia (empresarial y empleabilidad), mientras que para la educación superior y la investigación educativa se agregan los de impacto (relevancia), eficiencia (que contiene eficacia) e innovación (actualización) valoradas desde la competencia, jerarquización y productividad, con el propósito de propiciar los cambios necesarios para actualizar los sistemas escolares y las universidades a los requerimientos del capital. Esto fortaleció la idea de crear organismos nacionales de evaluación educativa[42] y procesos de medición del desempeño universitario.

La cultura evaluativa en educación consigue en la era neoliberal las categorías fuerza que le permitirían pasar a la fase de indicadores y metas, que abrieran paso a la institucionalización de la misma.

David S. Webster (1986) propone que las clasificaciones universitarias deben estar organizadas y jerarquizadas según indicadores de calidad académica de cada departamento o escuela en específico y, no solo por IES en general, llevando la cultura evaluativa hasta el último estamento institucional.

La calidad educativa pasa a ser la entidad enunciativa que viabiliza el conjunto de indicadores de la cultura evaluativa. Esto tiene un problema central y varios asuntos que vale destacar. El problema reside en el carácter polisémico del concepto de calidad educativa, que es como una “plastilina” que se moldea según los paradigmas universitarios, las necesidades de quienes orientan la planificación nacional y las disputas de los grupos económicos trasnacionales; al no existir un concepto homologado y universalmente aceptado se opta por establecer indicadores, objetivos y metas que terminan siendo instituidos por las universidades consideradas de tradición y prestigio, pero que de manera alguna constituyen una muestra relevante del universo de la educación superior.

Por otra parte, este esfuerzo por llevar la cultura evaluativa hasta la médula espinal de las universidades, sus profesores y estudiantes, no solo fomenta la competencia en función de alcanzar estándares de productividad empresarial, sino que destruye su propia esencia. Es imposible construir conocimiento relevante con una camisa de fuerza que obligue a generar producción intelectual, material y social según unas matrices y empaques que tienden a generar cada vez menos grados de libertad académica.

Paradójicamente esta situación va generando todo lo contrario a lo que se propuso originalmente la cultura evaluativa del propio capitalismo en los sesenta y setenta del siglo XX, porque la innovación es sustituida por moda, la profundidad analítica por popularidad en la bibliometría, la relevancia por jerarquización y la densidad intelectual por volumen de producción, generando espíritu conservador en la medida que se asciende en las clasificaciones.

Como señalan Pérez-Esparrells y Gómez-Sancho (2010) en los ochenta y noventa del siglo XX, fueron publicaciones económicas como Business Week, U.S. News & World Report, Financial Times, The Economist o el Wall Street Journal quienes comenzaron a establecer clasificaciones universitarias con criterios economicistas y de innovación basados en la adquisición y manejo de tecnología de punta, entre otras la digital-virtual, pero no limitada a ello. Son los analistas generadores de opinión económica quienes intentan que las clasificaciones permitan retomar el rumbo propuesto por el sistema para la cultura evaluativa.

En los noventa del siglo XX las clasificaciones universitarias se mostraron como un campo de disputa entre los distintos sectores del capital interesados en aproximarse al asunto como un mercado educativo.

Rankings y cultura evaluativa en educación

Las ideas de actualización y relevancia anunciaban la exigencia de empalmar con la aceleración científica-tecnológica, usando la cultura evaluativa como el “abrelatas” del cambio exigido. Sin embargo, los rankings implementados a finales del siglo XX e inicio del XXI, han tenido poca capacidad de incidir en este sentido. Por el contrario, estos rankings se han convertido en odiosas clasificaciones que fomentan el paradigma competitivo, pero no resuelven el desfase entre lo que se enseña y las innovaciones necesarias para actuar en el modo de producción y, el mundo impactado por la tercera y cuarta revolución industrial.  Estos rankings se han convertido en carreras desenfrenadas por publicar en revistas indexadas y trabajar con investigadores de amplio reconocimiento, que obligan a citar textos recientes, que no necesariamente son actuales.

El ranking de Quacquarelli Symonds, mejor conocido como QS[43] es generado por una compañía inglesa fundada en 1990, la cual, en pleno auge de la cultura neoliberal, trabajó para generar clasificaciones mundiales que sirvieran para valorar el impacto de estudiar en el extranjero, es un ranking que modela la internacionalización en educación y que en los últimos tiempos realiza estudios sobre distintas carreras en el pregrado, estudios de postgrado, especialmente de Maestría, Doctorado, PhD y los postgrados de negocios o MBA.

El tema de los Rankings universitarios muestra de manera nítida, no solo el surgimiento de una nueva potencia económica mundial, sino su plena adscripción al paradigma educativo neoliberal. China irrumpe como uno de los referentes de estas clasificaciones que procuran orientar la actividad de la academia mundial. El Academic Ranking of World Universities (ARWU), mejor conocido como el Shanghai Ranking, fue compilado en el 2003 por la Universidad Jiao Tong de Shanghai. Los criterios de ese ranking parten de la calidad educativa, que como hemos visto constituye una de las categorías fuerza del discurso educativo neoliberal y de la cultura evaluativa que el promueve.  ARWU[44] trabaja calidad de procesos y de resultados investigativos, añadiendo su relación con la pertinencia y el impacto per cápita de la actividad institucional, teniendo un gran peso en esa clasificación el que las universidades cuenten con investigadores que hayan obtenido premios internacionales, especialmente Nobel y Medallistas Fields.

El ranking THE, las siglas de Times Higher Education creado en el 2001, adquiere nuevos énfasis desde 2010 cuando se separará en el año 2010 de QS World University Rankings. THE es un ranking bibliométrico que trabaja la información que le suministra Thomson Reuters, una empresa de información que se cotiza en la bolsa de valores y forma parte del complejo industrial cultural del siglo XXI.

El Center for World-Class Universities desarrolló el World University Rankings[45] (CWUR), desarrolla desde 2012 las nociones de calidad educativa vinculadas a capacitación de les estudiantes y el prestigio de sus académicos dado por el impacto de sus investigaciones, fundamentalmente determinado por su incidencia en publicaciones arbitradas e indexadas.

Otros Rankings, como el Eduniversal[46], el Factor G centrado en el uso del motor de búsqueda de Google, el descontinuado HEEACT elaborado por el Consejo de Evaluación y Acreditación de Educación Superior de Taiwán que pasó a llamarse desde el 2012 Ranking de la Universidad Nacional de Taiwán, el HRLR (2007) que en español significa Revisión Laboral y de Recursos Humanos el cual trabaja la calidad educativa en aspectos asociados a los egresados, ejecutivos y la competitividad del capital humano formado por las universidades, el RPI (2010) o índice australiano de rendimiento de la investigación en las universidades de alto impacto, el Nature Index o Índice de la Naturaleza centrado en la investigación de las llamadas ciencias naturales y ciencias de la vida, el Mines Paris Tech, el RUR generado en Moscú, entre otros, pasaron a ser referentes de las actividades más recientes de publicación e investigación, pero no resolvieron el empalme de la actividad académica con la aceleración de la innovación.

Un elemento importante a ser tomado en cuenta, es que la mayoría de estas clasificaciones, se concentraban en mostrar trabajos ampliamente referenciados entre autores e instituciones renombradas, convirtiéndose en una especie de juego de “dar vueltas sobre sí mismo y morderse la cola”.  Estos rankings se mostraron ineficientes para romper con todas las dimensiones de la brecha epistémica, ya que muchos de las actividades “rankeadas” necesariamente no daban cuenta de las tendencias de la aceleración de la innovación tecnológica en cuanto a su impacto en el mundo del trabajo, la educación y la gobernabilidad.  Muchos de ellos terminaron reafirmando lo que denunciaba el Informe Fauré (1972), incapacidad para prever situaciones educativas y sociales como la que ocurrió en el COVID-19 y limitaciones para proveer prácticas emergentes de educación virtual y para generar contenidos digitales.

Los Ranking de Leiden[47] (2008), SCImago Institutions Rankings SIR (2009), SCImago Journal & Country Rank SJR (2009), Ranking Web de Universidades, Webometrics (2004), Performance Ranking of Scientific Papers for World Universities NTU (2007), International Colleges & Universities UNIRAK (2005), tampoco escaparon a la tendencia descrita anteriormente.

Los rankings estimularon la competencia universitaria y facilitaron el desembarque de la mercantilización educativa, pero no resolvieron la brecha epistémica existente entre la actividad académica y lo que se requería para empalmar con el ritmo de la aceleración de la innovación

Del LLECE a las pruebas PISA

Una vez que el neoliberalismo educativo aporta las categorías de la cultura evaluativa, el gobierno -neoliberal- de Salinas de Gortari en México auspicia el encuentro de Monterrey, Nuevo León México, donde se crea el Laboratorio de Evaluación de la Calidad Educativa (LLECE), adscrito a la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC), del cual forman parte autoridades educativas de los países de la región de ALC.

El LLECE institucionaliza en el multilateralismo la cultura evaluativa en educación y promueve su escalamiento en los sistemas escolares nacionales. Las primeras pruebas estandarizadas regionales que se diseñan son las del Primer Estudio Comparativo en Educación (PERCE), a las que seguirían años después el Segundo Estudio Comparativo Regional en Educación (SERCE), el Tercer Estudio Regional Comparativo en Educación (TERCE), el Estudio Regional Comparativo en Educación (ERCE) y actualmente se avanza en una nueva batería de pruebas estandarizadas.

Las pruebas estandarizadas del LLECE muestran las inconsistencias del término y se refieren, en primer término, a valoraciones de los niveles alcanzados de aprendizaje y, en segundo, a aprendizajes más factores asociados al aprendizaje.

El camino que abre UNESCO en Latinoamérica (sin mayores oposiciones de la izquierda pedagógica, los gremios y sindicatos docentes, las organizaciones sociales que luchan por la educación, entre otras) le sirve a la OCDE[48] como marco de referencia para impulsar a nivel mundial, prácticamente de manera impune, las pruebas estandarizadas conocidas por sus siglas PISA (Programme for International Student Assessment).

Los resultados de las pruebas estandarizadas, propias de la cultura evaluativa en educación, se convierten en elementos que justifican la operacionalización de los cambios que la agenda neoliberal de coyuntura se plantea, pero al igual que en el tema universitario, se produce una pérdida de perspectiva y largo aliento a los fines que el propio sistema se había propuesto: lograr que la educación anticipara la enseñanza que requería el sistema (Faure,1973).

Insistimos, nuestra perspectiva es que la cultura evaluativa implementada por el sistema capitalista en el sector educación, tanto en escuelas como universidades, no solo ha resultado ineficiente para propiciar la transformación del sector, sino que ha construido una camisa de fuerza que evita el cambio al moverse en círculos como si fuera un uróboro mordiéndose la cola. La cultura evaluativa ha sido abrazada con frenesí por las autoridades y académicos que quieren dar la sensación de actualización permanente en narrativas sin que esto signifique movilidad institucional alguna, por el contrario, la refuerza para la comodidad de sus defensores.

  1. 14. Del Apagón Pedagógico Global (APG) al estallido de la burbuja educativa

En el año 2015 un conjunto de 207 pedagogos, desde distintos lugares del planeta, lanzamos una alerta sobre la posibilidad de un giro abrupto a la virtualidad y las peligrosas consecuencias que ello generaría en materia de exclusión. Durante casi cinco años se hicieron los mayores esfuerzos por auspiciar políticas educativas que mitigaran el impacto de la digitalización, lamentablemente la mayoría de decisores consideraban que una situación así era altamente improbable en Latinoamérica y el caribe. Esta valoración la compartían numerosos dirigentes gremiales y sindicales del magisterio, así como buena parte de la izquierda pedagógica.

La alerta sobre el inminente Apagón Pedagógico Global (APG), como le denominamos, se fundamentaba en el análisis de las inversiones de las grandes corporaciones digitales y los anuncios que venían haciendo desde 2011 en la feria de tecnología de Alemania, ampliamente confirmado en el Foro Mundial de Educación (Incheon, UNESCO, 2015); lo que no podíamos prever era el mecanismo para esta masificación virtual y simultánea que se utilizaría.

La llegada de la pandemia del COVID-19 resolvió las interrogantes que se tenían y complementó el circulo del análisis. A partir de marzo del 2020 y en solo semanas, se instaló un nuevo modelo de privatización educativa, estratificación escolar y alfabetización tecnológica. La mayoría de Estados nacionales abandonaron la obligación de garantizar las condiciones mínimas de aprendizaje y fueron las familias, docentes y estudiantes quienes tuvieron que asumir los costos operacionales de la transición de lo presencial a lo virtual, generándose un modelo de neo privatización educativa que se extiende en la post pandemia con los modelos híbridos de enseñanza.

Ocurrió una estratificación escolar sin precedentes en el último siglo, conforme a las posibilidades de acceso y uso de dispositivos de conexión remota. Esta estratificación se expresó en a) estudiantes que no solo tuvieron acceso a la tecnología virtual-digital, sino que contaran con apoyo familiar para la transición de lo presencial a lo virtual, b) aquellos que sin apoyo alguno accedieron a equipos de conexión e internet, pero avanzaron hasta que la mecánica de ensayo y error se lo permitía, c)quienes no lograron acceder a la tecnología digital-virtual y tuvieron que conformarse con radio y televisión educativa analógica, o solo con guías impresas; este sector tiene el agravante de auto percepción de la tecnología por origen social de clase, d) quienes no tuvieron ningún vínculo pedagógico. Esta estratificación quebró los avances que se habían hecho en el último siglo por intentar lograr que la escuela cumpliera labores de mitigar las diferencias de los estudiantes resultantes de su situación socio económica.

Finalmente, más allá de los excluidos por esta situación de mercantilización disfrazada, se produjo una masiva alfabetización instrumental en el manejo de plataformas virtuales a escala planetaria que construyó la cultura del “operario ilustrado”, quien sabe encender y operar la tecnología, pero es incapaz de conocer la epistemología que subyace detrás de ella, esta inhabilitado para comprender su diseño estructural.

El APG se cumplió con su carga terrible para el futuro de la educación y renovó la voracidad de los sectores económicos sobre la educación. Solo en la pandemia las 11 corporaciones tecnológicas más importantes obtuvieron 3.2 billones de dólares de ganancias (OVE,2021), en su mayoría como resultado de la masificación mundial de las conexiones virtuales.

Estos modelos de neo privatización y estratificación escolar se prolongan en el tiempo con los llamados modelos híbridos de enseñanza y aprendizaje. Por ello vemos con preocupación que en muchas universidades se este dando un proceso de institucionalización de los porcentajes educativos a ser dados por medios remotos, lo cual es un ataque certero al derecho humano a la educación (ahora tendríamos que agregar: presencial).  No estamos diciendo que hay que excluir lo digital-virtual de las aulas, sino que debemos limitarlo a lo que es en realidad, un complemento a las labores de enseñanza que en ningún caso puede sustituir la presencialidad.

Solo al salir de la pandemia, instancias como el Foro Económico Mundial (FEM), Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), OCDE y hasta la propia UNESCO, comenzaron a hablar de nuevos escenarios educativos a partir del 2030, en lo que hemos denominado como intentos por construir un giro sin precedentes mediante el estallido de la Burbuja Educativa (EBE). Esta burbuja educativa se expresa en la demanda del capital que difícilmente podrían cumplir los sistemas escolares y las universidades, fundamentalmente porque no comprender de manera integral al capitalismo de la tercera década del siglo XXI, es decir son presa de la brecha epistémica.

Algunos elementos que configuran el EBE son las demandas de un máximo de 30 profesiones, la micro acreditación universitaria que intenta que cada vez más el aprendizaje profesional se realice en las empresas, con dineros extraídos de la educación pública, quedando la universidad para acreditar lo que los dueños del capital entienden como formación universitaria. Además, la lentitud con la cual los sistemas escolares y la universidad incorpora los elementos de la aceleración de la innovación está creando un desfase de estas instituciones sin precedentes, en buena medida por causa de la desinversión educativa que adelantan los gobiernos, pero también por resistencia a darle paso a un nuevo performance del conocimiento y la institucionalidad.

¿Qué eso es lo que quiere el capital y que no podemos hacerles el juego? Ese es el argumento más difundido para no propiciar el cambio, como si la escuela y universidades que tenemos se correspondieran a un diseño en favor del pueblo, cuando en realidad como hemos venido explicando su esencia en los últimos trescientos años ha sido el acomodarse a las exigencias del mercado y los capitales.

Descubrir el tejido de elementos del capital que asaltan la idea de lo público en educación y conforman la brecha epistémica no debe ser motivo de parálisis, por el contario nos dota de elementos para pensar alternativas situadas en el contexto de la ofensiva del capital en el presente.

  1. 15. ¿Es posible construir alternativas?

Absolutamente sí. Pero las alternativas tienen que superar la brecha epistémica para adentrarse en la complejidad de la actual situación de cambio educativo, en la cual el capital ha logrado avanzar por múltiples caminos en el asalto comercial de lo educativo. Esta superación de la brecha epistémica puede contribuir a tener una mirada mas integral, dinámica y situada de lo que hoy el capitalismo denomina como crisis educativa, para poder trazar estrategias de contención, reversión y apertura de lo nuevo desde una lógica del común, no del mercado.

En esta estrategia identifico cuatro sectores que es importante potenciar y articular. El primero, el movimiento sindical clasista docente, que aunque también sufra el impacto de la brecha epistémica ha conservado el reflejo básico para enfrentar al capitalismo en el terreno educativo. Segundo, los movimientos de las juventudes que tienen la capacidad de conectar con las resistencias emergentes como lo hemos visto en los últimos años con el movimiento feminista, ambientalista, anti racial y en apoyo a Palestina. Tercero, la academia crítica que sobrevive a la mercantilización, estandarización, bibliometría y rankización de las universidades y centros de investigación. Cuarto, el movimiento de familias trabajadoras cuyos hijos van a la escuela y que apuestan por una educación que dote a los estudiantes de herramientas para la vida concreta. Quinto, el movimiento social organizado, que por lo general tiene conexiones con los procesos educativos y que constituyen bolsones de resistencia anti sistémica.

Eso sí, se necesita mayor producción de teoría crítica respecto a los elementos de la brecha epistémica para entrar a la disputa contra hegemónica y, como esa teoría producto de la práctica permite construir otros modos y rostros para la necesaria transformación.

No se puede caer en la trampa del inmovilismo, que señala que como esta vez el cambio lo plantea el neoliberalismo y el capitalismo en general, tenemos que preservar todo como está, como si hasta hace poco no hubiésemos levantado las banderas de la transformación educativa.

Eventos como los Congresos Mundiales contra el Neoliberalismo Educativo son escenarios para pensar lo nuevo en clave de radicalidad.

  1. 16. Un proyecto de investigación permanente

El análisis de este artículo forma parte de un proyecto ambicioso de estudio, análisis, comunicación y organización alternativa que hemos decidido emprender para contribuir a la resolución de la brecha epistémica; en este trabajo nos limitaremos a estudiar elementos constitutivos del segundo de los elementos de la brecha epistémica, esperando contar con las energías necesarias para concluirlo y lograr los apoyos institucionales necesarios para poder culminar esta tarea.

En este trabajo nos guiamos por el paradigma INVEDECOR (Lanz,1994) que plantea que todo proyecto de transformación con perspectiva radical de teoría crítica debe contener por lo menos cuatro dinámicas simultáneas, convergentes y en permanente diálogo; estas son: investigación desde la práctica para ir al encuentro de la teoría, educación mediante la socialización de los resultados de investigación y reflexión participativa, comunicación desde abajo, en modelo de redes autónomas no jerárquicas que permita difundir las experiencias alternativas y, finalmente organización de quienes trabajan, investigan, socializan, enseñan y aprenden, para construir tejido social que posibilite no solo resistir sino construir alternativas raizales (Fals Borda,    )

  1. 17. Conclusión

El discurso de la crisis educativa no es neutro, por el contrario, es una construcción político ideológica para intentar movilizar los sistemas escolares y las universidades hacia el carril que demanda el sistema capitalista en la tercera y cuarta revolución industrial. Los elementos y componentes de esta operación aparecen difusos y fragmentados constituyendo una carencia teórica, conceptual y perspectiva de muchos análisis educativos.  A esta realidad es la que denominamos Brecha Epistémica.

En este trabajo procuramos inventariar sus rasgos constitutivos y plantear que es posible construir alternativas, las cuales tiene que ser el esfuerzo colectivo, no de individualidades. Por supuesto que tenemos un planteamiento al respecto, para el debate y la construcción compartida, pero eso es tema de otra publicación.

Cuando mencionamos la falacia de la denominación de crisis educativa que se ha difundido ampliamente en los sistemas escolares, no estamos negando que el sistema escolar y las universidades tienen problemas a resolver desde la lógica emancipadora y transformadora de la sociedad.  Por el contrario, abordarlos y resolverlos pasa por separar el grano de la paja respecto a la intencionalidad del sistema capitalista cuando habla de tal crisis para no cometer el error de terminar proponiendo salidas que le sean funcionales a la reproducción del sistema.

En este momento, consideramos que lo central es fortalecer y potenciar la articulación de redes de resistencia educativa anticapitalista como camino para la construcción de alternativas

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[1] La llamada sociedad de la información ha producido una intoxicación de información superflua e irrelevante que crea una tupida maleza que dificulta el acceso a información debidamente fundamentada. La sociedad de la información no ha significado una mayor democratización del conocimiento científico, crítico y transformador.

[2] Los discursos posmodernos, por ejemplo, son una narrativa que procura confundir los análisis de resistencia anticapitalista. Recomiendo leer a Jameson (1992) Posmodernismo: la lógica cultural del capitalismo avanzado.

[3] La superposición de paradigmas y el ocultamiento de la creación del mercado educativo como espacio de disputa inter capitalistas que va acompañado de caminos no siempre coincidentes para los sistemas escolares y universidades, eleva exponencialmente la falta de referentes perdurables y la confusión analítica de quienes actúan de manera desprevenida, en una sociedad de dominación cada vez más compleja.

[4] En la perspectiva de adaptación de la vida escolar y universitaria a las dinámicas de la producción fabril, el perfil de egreso se instaló como un concepto homologable al de producto final, al de mercancía de salida para el mercado. En ese sentido, en los últimos tiempos, con el discurso de las habilidades blandas, aprender a aprender (UNESCO, 1974), los cuatro pilares de la educación (Delors,2001) y otras narrativas complementarias, se ha instaurado que lo sustantivo no es conocer la epistemología del mundo maquinal, sino aprender a usarlo. En la vida universitaria se aprende a manejar software, no a saber que forma de pensar subyace detrás de estas tecnologías. Este estilo de aprendizaje está construyendo “mercancías escolares y universitarias” de operarios ilustrados.

[5] Mas adelante analizaremos la relación que ha existido entre los modelos de gestión empresarial con la conducción de los sistemas escolares y las universidades, pero fundamentalmente con los arquetipos de organización de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

[6] En este mismo artículo, más adelante desarrollamos este tema

[7] Por los límites de extensión de este artículo no puedo desarrollar mi perspectiva sobre una supuesta era post industrial, lo cual abordo en otros escritos.

[8] Capital Local versus capital transnacional

[9] Tendencia Reformadora Internacional

[10] Estandarización Mundial

[11] Transformación Digital de la Educación

[12] Ola Neo Conservadora

[13] Financiarización de la Educación

[14] Rentismo Educativo

[15] Subalternización de lo Alternativo

[16] Llaman a copiar el modelo educativo chileno, finlandés o japonés, pero nunca el cubano, a pesar que este último pueda obtener mejores resultados en sus estándares.

[17] Acrónimo en inglés de Ciencia (S), Tecnología (T), Ingenieras (E) y Matemáticas (M) como núcleo del aprendizaje.  Modelo que desvaloriza e incluso llega a descartar los aprendizajes históricos, geográficos, sociales y culturales.

[18] Previo a la iniciación de un Territorio STEM se espera que los actores que lo impulsan identifiquen necesidades y/o problemáticas territoriales, para las cuales esta estructura podría ofrecer soluciones basadas en innovación educativa, construcción de comunidades y territorios sostenibles. Definición disponible en el sitio web del proyecto https://educacion.stem.siemens-stiftung.org/territorio-stem-latinoamerica-version-2023/

[19] Originalmente en ingles como Buro Internacional of Education (BIE)

[20] En el caso del medio rural el proceso está limitado por la precariedad de las redes de electrificación, internet, viales y de servicios en general.

[21] Tomorrow Advancing Life (TAL) Education Group, es un consorcio chino especializado en el asesoramiento para pruebas estandarizadas y recuperación de aprendizajes en estudiantes con dificultades para aprobar.

[22] Empresa norteamericana especializada en el sector universitario, programas de educación en línea y soporte operativo para IES.

[23] Empresa norteamericana especializada en el aprendizaje en línea e híbrido, que se concentra en la educación de los 12 primeros grados.

[24] Empresa norteamericana centrada en la formación no conducente a título profesional.

[25] Empresa canadiense que trabaja en China, especialmente en inversión, adquisición, gestión y consultoría en educación.

[26] Empresa norteamericana especializada en la gestión de los procesos de enseñanza y aprendizaje en entornos presenciales, híbridos o exclusivamente virtuales, software, tecnología educativa y educación en línea.

[27] Empresa ubicada en China, especializada en facilitar asesoramiento educativo privado.

[28] La idea de lucha de clases se va diluyendo en la obra de Foucault, aunque se sostiene y desarrolla una particular visión de la opresión capitalista

[29] Hay autores que ubican la tercera revolución industrial en los cuarenta o cincuenta del siglo pasado, en mi caso prefiero ubicarla en 1961 cuando la robótica, a través del robot Unimate, se incorpora en el modo de producción capitalista

[30] En las escalas de evaluación del 1 al 20, en las cuales 10 es el mínimo aprobatorio. Esto tuvo un correlato en otras escalas numéricas de evaluación que pretendieron “evolucionar” a enfoques cualitativos

[31] Los ciclos de innovación científica, tecnológica y del conocimiento se han venido acortando entre revoluciones industriales, pasando de 35-40 años a 3-7 años. Las instituciones escolares y universitarias fueron diseñadas para ciclos largos y, ahora en ciclos cortos, muchos de los procesos de innovación deben ser externalizados, porque las dinámicas institucionales tienen una lógica y ritmo de funcionamiento de otro tiempo histórico.

[32] El sistema escolar está siendo conducido a una lógica de cumplo y miento. Cumplo con los aspectos formales y aparentes, pero hago otra cosa en el aula, lo que he aprendido en mi saber pedagógico producto de mi praxis. Esto que es real, porque el docente cuando cierra las puertas del aula y comienza su actividad cuenta con una enorme autonomía, está creando una falsa disputa entre tradición e innovación pedagógica, como resultado del impacto de las contradicciones inter capitalistas y los demás elementos de la brecha epistémica en el espacio concreto de las dinámicas de enseñanza y aprendizaje.

[33] Ver Bonilla-Molina, Luis (2022) la razón neocolonial de la Unesco en la ruta a la Conferencia Mundial de Educación Superior

[34] La incapacidad para construir sistemas escolares, universidades y modelos de enseñanza transdisciplinario, ha hecho que algunos “teóricos de la educación” quieran impulsar modelos interdisciplinarios que omiten que una perspectiva transdisciplinaria, interdisciplinaria o multidisciplinaria tiene como requisito previo una formación adecuada disciplinar y un manejo de los múltiples enfoques epistémicos para construir conocimiento de cada uno de estos campos.

[35] Entre ese año … 1870… y 1890 la Oficina de Educación publicó un reporte anual con datos estadísticos, clasificando a las instituciones. En 1910 la Asociación Americana de Universidades instó a la Oficina a reinstalar las clasificaciones. En1911 la Oficina de Educación publicó una clasificación de 344 instituciones. Entre 1910 y 1933 el psicólogo James Mc Keen Cattell, profesor de la Universidad de Pennsylvania, publicó “American Men of Science”, rankeando anualmente a las instituciones en base al número de científicos eminentes asociados a ellas como miembros o como estudiantes y el porcentaje sobre el total de profesores. En 1925, Raymond Hughes, presidente de la Universidad de Miami y luego director del American Council on Education publicó “A Study of the Graduate Schools of America”, que rankeaba a 26 disciplinas de 36 instituciones de acuerdo a su reputación. En 1957, Chesley Manly, del periódico Chicago Tribune, publicó seis diferentes rankings: las mejores universidades, los mejores colegios mixtos, los mejores colegios de hombres, los mejores colegios de mujeres, las mejores escuelas de leyes y las mejores de ingeniería. En 1959, Hayward Keniston, de la Universidad de Pennsylvania, publicó un ranking en base a las reputaciones de 15 universidades en una amplia gama de disciplinas. En 1966, Allan Carter, del American Council of Education, publicó “An Assesment of Quality in Graduate Education”, rankeando 106 instituciones. Peter M. Blau y Rebecca Z. Margulies rankearon entre 1973 y 1975 a las escuelas profesionales en base a las opiniones de los decanos de estas, para luego publicar en 1974 “The Reputations of American Professional Schools”. (Brasky, 2018) en la  parte  El origen de la clasificación de las universidades (epub sin página precisa).

[36] Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas resultado de la revolución bolchevique de 1917 y el inicio de una ola de revoluciones socialistas en Euroasia.

[37] Otros autores la ubican en fechas distintas. En mi caso prefiero ubicarla en el año en el cual el robot Unimate comienza a ser utilizada en la industria automotriz con un impacto imborrable en el conjunto del modo de producción capitalista.

[38] La crisis económica capitalista que estalló en los setenta del siglo XX significó un quiebre en la lógica de Breton Woods, mejor conocida como crisis de sobreproducción o caída del consumo, que impactó en los precios del petróleo y el conjunto del sistema mundo (Wallerstein,1984).

[39] Joseph Schumpeter (1942) acuña la idea de destrucción creativa para identificar los procesos en los cuales la irrupción de una tecnología hace obsoleta a la presente en términos de productividad y eficiencia en la ingeniería social del capitalismo. En ese sentido, a partir de los trabajos de Schumpeter identifico por lo menos siete olas en la historia del capitalismo (a] energía hidráulica, b] vapor y acero, uso masivo del cobre, c]electricidad, comunicación telefónica y aviación, d] robótica e informática, e] internet, web, correo electrónico y redes sociales, f] datos, bloques de datos, inteligencia artificial, genoma, programación cuántica, ciencia de datos] y g] ingeniería de la vida). Desde mi punto de vista los movimientos internos, al interior de estos ciclos podían ser de cuarenta años en las dos primeras revoluciones industriales, mientras que a partir de la tercera se comienzan a acortar hasta llegar hoy a ritmos de tres a siete años.

[40] Empatizar, definir, idear, prototipar y testear.

[41] La idea, el concepto, la solución y el mercado

[42] Si bien para el momento ya existen en algunos países entidades nacionales de evaluación y aplicación de pruebas estandarizadas, a partir de este momento la convergencia de esfuerzos en este sentido es mucho mayor

[43] https://www.qs.com/rankings/

[44] http://www.arwu.org

[45] https://cwur.org/

[46] https://www.eduniversal-ranking.com/

[47] https://www.leidenranking.com/

[48] Se podría pensar que fueron coordinados estos esfuerzos, pero solo hay indicios de ello, como el paso de condición de empleado de alto nivel en UNESCO de Andreas Schleicher a director mundial de las Pruebas PISA que organiza la OCDE.

La brecha epistémica: obstáculo para entender la “crisis educativa actual”

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Audio y texto de la intervención del Profesor Luis Bonilla-Molina en el foro sobre desigualdades digitales.

Por: Luis Bonilla-Molina/CII-OVE 

  1. Hernán Salina: Vamos a compartir una de las intervenciones que se realizó en un Foro Internacional Sobre Desigualdades en América Latina: tensiones, debates y propuestas, organizado por Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) y la Universidad de la República (UdelaR), se hizo a mediados de abril con instancias de formación, mesas de diálogo y presentaciones de libros.

Y en una de esas mesas participó el investigador, docente venezolano Luis Bonilla Molina hablando precisamente en una de las actividades que tienen que ver con los desafíos del conocimiento o del desarrollo digital, el manejo de los datos no sólo a nivel de educación sino por parte de las plataformas que dominan internet, en fin.

Esto se hizo en la Facultad de Ciencias Sociales de nuestra Universidad.

  1. Luis Bonilla Molina, Doctor en Ciencias de la Educación, magíster en Gerencia Educacional, especialista en formulación de políticas públicas en educación, forma parte del Centro Internacional de Investigación «Otras voces en educación» y es co-coordinador del grupo de trabajo Clacso, capitalismo digital, política educativa y pedagogía crítica.
  2. Luis Bonilla Molina:

Ante todo, agradecer a Clacso y a UdelaR por este espacio, muy especialmente a Karina Batthyány por la invitación que me formuló.

En mi caso les voy a hablar desde otro lugar de enunciación, desde las pedagogías críticas, desde la teoría crítica sobre el mundo digital.

El primer tema en ese sentido tiene que ver con el hecho de que es imposible abordar el tema digital, desde nuestro punto de vista, sin resolver la brecha epistémica. Se suele hablar de brecha tecnológica pero nadie o casi nadie quiere hablar de brecha epistémica.

Cuando hablamos de brecha epistémica, nos estamos refiriendo a tres dimensiones fundamentales, en el caso del sistema educativo.

  1. La primera, la relación de las revoluciones industriales con los sistemas escolares y la Universidad. La Universidad y los sistemas escolares que tenemos, al menos en América Latina, han sido moldeadas por las dos primeras revoluciones industriales.

Lo que llamamos crisis educativa se inicia con la tercera revolución industrial y se hace pública con la Cumbre sobre la Crisis mundial de la Educación, convocada por el presidente Johnson de Estados Unidos en el año 1967; es una crisis que tiene 60 años y que no se ha resuelto por ese problema de no entender la estrecha relación de las revoluciones industriales con los sistemas escolares y la universidad.

Estamos en el marco de la cuarta revolución industrial y esto trae unos cambios que cuesta mucho entender si no partimos de esta premisa, porque si bien las dos primeras revoluciones industriales impusieron un modelo de educación disciplinar, la tercera intentó que fuera la transdisciplinariedad el eje conductor de lo escolar, sin embargo, lo único que se hizo fue enunciarla en educación básica como un eje transversal, y en el caso de la Universidad, colocarla en la misión y visión de las Instituciones de Educación Superior. No logramos que surgieran en lugar alguno ni las escuelas ni las universidades transdisciplinarias y ahora se habla del paradigma de convergencia disciplinar, más allá de la transdisciplinariedad y, ese debate está muy lejos de tocar la cotidianidad académica y no se expresa todavía en el sector universitario y, mucho menos en el sistema escolar.

  1. El segundo componente de la brecha epistémica tiene que ver con el valorar, que lo que ocurre en educación tiene profunda relación con el sistema capitalista. Y, en consecuencia, tendríamos que identificar cuáles son las políticas del sistema capitalista para la educación, pero se suele hablar del proyecto capitalista para la educación como si fuera uno solo y consensuado.

Desde mi punto de vista son cuatro grandes proyectos del capital. El primero, la Tendencia Reformadora Internacional (TRI), liderada por los Estados Unidos y que, simplificando un poco, parte de copiar una buena experiencia escolar y universitaria de un país para replicarla en el resto de naciones e instituciones. Es un poco lo que se impuso con el modelo chileno, con el modelo de calidad de la educación, el cual se promovió para copiarlo en todos lados. Ahora, eso se expresa con el modelo finlandés, que entre otros modelos nacionales se intenta copiarlo en todos lados.

Detrás de esa tendencia hay toda una serie de capitales que apuntan para eso, para consolidar ese modelo.

El segundo proyecto, expresado en un conjunto de políticas educativas trasnacionales, es lo que denominamos la Tendencia de Estandarización Global, en la cual los grandes organismos multilaterales, Banco Mundial, OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), UNICEF (Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia) entre otros organismos, tienen un papel relevante, consistente en homogenizar o estandarizar las políticas educativas que desarrollan los estados nacionales. A diferencia del anterior, que procura que todos copiemos un modelo nacional “exitoso”, en este proyecto se intenta sincronizar todas las políticas nacionales haciendo que todos hagamos lo mismo al mismo tiempo.

Este proyecto de sectores del capital, tiene un capítulo especial en todo el tema de los Objetivos del Milenio y, ahora con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente con el ODS4 calidad de la educación, así como las puntuales políticas de transición digital progresiva que se impulsan desde los organismos multilaterales. En este proyecto, hay toda una serie de sectores del capital trasnacional que se articulan con los capitales nacionales y la financiarización que gira y gravita a su alrededor.

Un tercer proyecto del capital que se expresa en otras políticas educativas es la llamada «Transformación Digital de la Educación” (TDE), que desde mi punto de vista tiene su lugar de enunciación en el Foro Económico Mundial (FEM) o Foro de Davos y que tiene al señor Klaus Schwab como uno de sus grandes teóricos y para quien, hablando de desigualdades, según su libro «Cuarta revolución industrial» del año 2016, es inevitable que al surgir con toda su fuerza la cuarta revolución industrial quede fuera de las coberturas institucionales s conocidas el 50% de la población. Estaríamos hablando de una teleología que apunta a una masiva desigualdad de la población como una tercera política del capital para la educación y que tiene a las grandes corporaciones tecnológicas (Google, Microsoft, etc.) y el capital informático detrás de ellos como soporte.

Y hay un cuarto proyecto, que ahora surge con mucha fuerza en la dinámica social, que son las políticas de la ultraderecha que buscan generar un retorno neoconservador usando al aparato escolar y universitario para sus fines, sabiendo de su importancia en la construcción de hegemonía. Por otra parte, pretenden resolver la crisis acumulada de seis décadas construyendo una gobernabilidad conservadora que posibilite la inserción de los drásticos cambios que demanda el modo de producción capitalista en la actualidad. Este proyecto se expresa en el territorio de lo escolar, en la pretensión que el Estado tenga cada vez menor presencia, mientras la familia se convierte en el objetivo central para el dejavú de moral victoriana, pero también en la construcción de gobernabilidad para dar entrada a partes de los tres proyectos anteriores, en los cuales tienen intereses económicos concretos.  Los sindicatos, gremios docentes, sectores estudiantiles organizados, son considerados un problema a resolver e intentan una ofensiva que tiende a su disolución o debilitamiento; lo vemos en el discurso de Milei, de la ultraderecha Bolsonarista y de todos los gobiernos neo autoritarios.

Estos cuatro grandes proyectos conviven en un equilibrio inestable, propio de las contradicciones intercapitalistas en los sistemas escolares y las universidades. Por eso, resulta patético lo que ocurre en los Ministerios de Educación, que al no lograr identificar claramente las particularidades y puntos de encuentro de cada uno de estos proyectos, intentar coquetear con todos, generando una especie de Frankenstein de las políticas educativas que se implementan intentando complacer de manera simultánea a los centros capitalistas de estos cuatro proyectos, otorgándole concesiones a cada uno de ellos, lo cual se expresa en parches de políticas educativas que contienen  un poquito para complacer la tendencia reformadora, otro para la estandarización, otro tanto para el tema de la digitalización y finalmente otro poquito para las ideas neoconservadoras que promueve la derecha, especialmente en cuanto a la supremacía de la familia por encima del Estado.

Develar esta brecha epistémica es vital para poder entender el tema de las desigualdades digitales y sus cuellos de botella en políticas educativas.

Y finalmente, el tercer componente de la brecha epistémica, que nos toca mucho a la izquierda pedagógica y las teorías críticas, es la superación del régimen de biopolítica, porque todavía seguimos hablando de que la biopolítica es la que conduce la sociedad y el sistema obviando el cambio de régimen a finales de la tercera revolución industrial y en la actual etapa de la cuarta revolución industrial. Se omite el surgimiento de lo que Byung-Chul Han llama el régimen de datos y yo prefiero llamar el régimen predictivo de control y reproducción escolar.

Mi perspectiva es qué si no entendemos esos tres componentes, difícilmente podemos entrar al debate de lo tecnológico, porque terminamos instrumentalizando el debate y siendo funcionales enormemente a lo que quiere el sistema para reproducirse en todas sus complejidades.

Y por eso es que un grupo 210 pedagogos lanzamos en el 2015 la alerta mundial que llamamos el manifiesto contra el Apagón Pedagógico Global (APG), que no era otra cosa, hablando de desigualdades, que alertando que íbamos a un escenario de profunda virtualización que iba a dejar a una parte muy importante de los estudiantes en el mundo, y especialmente en América Latina, fuera de la cobertura o del vínculo pedagógico, que fue lo que ocurrió durante la pandemia del Covid-19. Todavía los Ministerios de Educación no terminan de publicar las cifras de exclusión brutal, de falta de vínculo pedagógico, ocurrido durante la pandemia del Covid-19.

Lo que sí queda claro son tres fenómenos que ocurrieron de manera simultánea y que sus secuelas persisten en el presente. Primero, un modelo de neo privatización educativa, porque la mayoría de Estados nacionales (el caso de Uruguay es un caso muy particular) se desentendieron de su obligación de garantizar las condiciones mínimas de aprendizaje. Fueron las familias, docentes y estudiantes quienes tuvieron que comprar computadoras o repotenciarlas, pagar el acceso a internet, planes de datos, plataformas. Ocurrió una enorme transferencia de recursos, del bolsillo de la clase trabajadora a las grandes corporaciones tecnológicas, fenómeno que ahora se quiere mantener con el llamado «régimen híbrido» o el 50% de materias o de carreras en el plano virtual que al abandonar el Estado su obligación de garantizar los componentes para ello, contienen un modelo de neo privatización educativa que ha sido precariamente denunciado por sindicatos, gremios y la Academia internacional.

Segundo, se propició un proceso de estratificación escolar sin precedentes, producto de la digitalización. Esta estratificación se expresó en cuatro grandes capas o segmentos al interior de las aulas. Una primera capa, mínima, constituida por aquellos estudiantes que contaban – y cuentan- con una familia que les pudo garantizar en sus casas acceso a internet y acompañamiento para la transición de lo presencial a lo digital; este sector es una minoría. Una segunda capa de estratificación, aquellos a quienes sus familias -no el Estado- les pudo garantizar internet y computadoras, pero que no pudieron acompañarlos en la transición, teniendo que ir resolviendo los muchachos el nuevo estilo de aprendizaje a “trancas y mochas”, cómo podían, el tema del aprendizaje en un modelo virtual-digital para el cual no habían sido preparados. Una tercera capa, muy sensible, aquellos que no tuvieron acceso a internet ni equipos de conexión remota y se tuvieron que adaptar a los modelos analógicos de televisión o radio no digital, que en consecuencia se comenzaron a autopercibir como excluidos de una educación digital. porque sus familias no les pudieron garantizar el acceso a una educación tecnológica. Y una cuarta capa, aquellos que no tuvieron ningún vínculo pedagógico, los abandonados de los sistemas escolares.

Estas cuatro capas, son el efecto perverso de estratificación generado por la digitalización forzada en el 2020 y que tiende a mantenerse con el modelo híbrido de enseñanza.

Lo peor es que ahora somos nosotros, incluso muchos profesores quienes pedimos 50% digital, desconociendo o dándole espaldas a esta pérdida de capacidad igualadora de la educación. Ya no son sólo los Estados quienes quieren forzar la transición digital, sino que el capital logró construir hegemonía, a tal punto, que en algunos casos somos los docentes los que pedimos 50, 60, 70 por ciento de virtualidad desconociendo este proceso.

Se quebró cualquier capacidad igualadora que habían construido la escuela y la Universidad durante más de un siglo y que ahora se rompe, porque el muchacho que llega al aula, por ejemplo, un muchacho de cuarto grado, al que se le pide tráigame una tarea sobre los movimientos del corazón, depende de cual segmento de estratificación pertenezca lo puede traer multimedia, del «rincón del vago», en papel bond o las diferencias de acceso tecnológico propician forman veladas de exclusión. La ruptura de la capacidad igualadora de la escuela y de las universidades producto de lo digital, es un signo de que nos debe preocupar terriblemente.

Por otra parte, el uso forzado de pantallas consolidó el modelo de enseñanza frontal en las aulas. Veníamos hasta el 2019 haciendo un esfuerzo enorme por romper con el modelo frontal de enseñanza a partir de propuestas como las de Paulo Freire y otros pedagogos, para que la educación no fuera, un docente al frente y los estudiantes en fila recibiendo información. ¿Qué pasó? Las plataformas que se usaron eran comunicacionales, no eran de carácter educativo, y su uso masivo profundizó el modelo frontal de enseñanza, a tal punto que hoy se da clase con todas las pantallitas apagadas. Ahora es peor, como un psiquiátrico de cumplimento (léase cumplo y miento), pues mientras un docente da clase la mayoría de ventanitas aparecen apagadas, como si estuviese hablando consigo mismo, reduciendo la posibilidad dialógica al no ver siquiera los rostros en tiempo real, es el colmo digital del modelo de enseñanza frontal.

Las nuevas plataformas de carácter educativo, Santillana, McGraw Hill, las he estudiado profundamente, están construidas bajo la idea de la taxonomía de Bloom. La taxonomía de Bloom, que se hegemonizó al menos en América Latina y hoy hasta un posgrado de pedagogías críticas tiene que estructurarse conforme a la taxonomía de Bloom. Estas taxonomías sicologistas, ideadas para la métrica, para la medición, para los rankings, para todo eso, es la que ha orientado la construcción de las plataformas educativas que tenemos ahora. Pero no estamos haciendo la discusión al respecto, en prácticamente ninguna Universidad, al menos que yo lo sepa y corríjanme.

Nos estamos preguntando en alguna Universidad del planeta sobre ¿qué tipo de taxonomía se requiere para hacer unas plataformas educativas que generen pensamiento crítico?

Es decir, nos están convirtiendo en consumidores de lo digital, no pensar la epistemología de lo digital y ahí estamos simplemente en la lógica de reproducción del sistema.

La Inteligencia Artificial, como se está mostrando ahora y, lo plantea muy bien Éric Sadin, el filósofo francés, quien dice que hay un salto, un cambio cualitativo entre las tecnologías antes de la Inteligencia Artificial y ahora. Porque las tecnologías antes de la aparición de la Inteligencia Artificial eran prótesis humanas, algo para hacer más efectivo el trabajo, a través de la computadora, la calculadora, pero ahora la Inteligencia Artificial se nos plantea como régimen de verdad, la que dice lo que es correcto y lo que es incorrecto. La UNESCO acaba de publicar la semana pasada, como una gran noticia, lo que se avanza en España y en Francia para que la selección de los futuros estudiantes de la Universidad, trabajo que ya será hecho por los docentes sino por modelos de Inteligencia Artificial generativa. La UNESCO, lo plantea como un gran logro, que sea la IA quien va a decir quién debe ir a la Universidad, y no ninguno de nosotros, desconociendo que esta tecnología ha sido programada según los intereses económicos, políticos y sociales de determinado sector. Y eso preocupa, porque es un cambio cualitativo en el modelo tecnológico global.

Existe otro problema en la Universidad con el tema de la aceleración de la innovación La Universidad se está convirtiendo en un consumidor de tecnología y en desarrollar la lógica del operario ilustrado, centrada en manejar la tecnología, en encender, accionar y apagar, pero no en los procesos que subyacen a la ¿creación de cada tecnología, en este caso la digital-virtual. De hecho, ni siquiera en lógica reproductora, durante la pandemia la Universidad no creó plataformas, lo que hicimos fue usar las plataformas de Google, de Microsoft y otras, vendiendo esta adaptación como un gran éxito, que además era una transferencia de recursos presupuestarios enorme, de las instituciones a estas transnacionales. Otro hecho que ilustra la lógica del operario ilustrado es que hoy el 70% de los correos electrónicos de las Universidades están en manos de la GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft). O sea, no somos capaces ni siquiera de desarrollar propuestas alternativas en materia del desarrollo de los correos electrónicos.

Lo que ocurrió en la Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES,2022) de Barcelona, España, fue terrible, porque ahí se planteó la necesidad de la micro acreditación, usar los bloques de datos para la micro acreditación. ¿Qué es la micro acreditación impulsada por el Banco Interamericano de Desarrollo en América Latina? Se trata de intentar imponer que ahora la formación esté, no en un convenio Universidad – empresa privada, sino directamente en la empresa y lo que hay que buscar es cómo ese aprendizaje que se hizo allá en la empresa, lo acredite la Universidad de manera confiable. Ese debate que se inició con fuerza en la Conferencia Mundial de Educación Superior, yo no he visto, corríjanme por favor, tengo la esperanza de que me corrijan, reacción de la Academia Latinoamericana ni internacional ante eso tan terrible que está en ciernes. Es decir, el que se le arrebate a la Universidad la capacidad de formar y que se reduzca simplemente a la acreditación de aprendizajes externalizados.

El mismo problema del metaverso, todo el mundo empieza a discutir si el metaverso es o no es. Mark Zuckerberg lo plantea en sus foros semanales y dice, el metaverso donde más a va a ser usado va a ser en educación. Pero en educación van a participar aquellos docentes que innoven permanentemente, el que no, no va a tener empleo. O sea, Luis Bonilla va a tener trabajo si habla de Inteligencia Artificial, reformas educativas, mientras no diga nada repetido. El día que no aporte nada nuevo Luis Bonilla se va, no tiene empleo, pero todo lo que dijo Luis Bonilla queda grabado en el metaverso con su avatar, puede ser traducido en 100 idiomas y la lógica digital de la educación en el mercado capitalista continuará. Eso es lo que plantea, es el futuro que nos están planteando. ¿Y dónde lo estamos discutiendo con seriedad?, es más, lo que estamos viendo es un estímulo a la adaptación acrítica de la Universidad Para que, entre el metaverso, en la lógica educativa encubierto de innovación, le ponemos la alfombra roja y no discutimos eso que está en ciernes hoy en materia educativa.

La formación docente está también montada sobre un modelo de operario ilustrado, es decir, cómo aprendemos a manejar las plataformas, las redes, cómo logramos la empleabilidad manejando todo eso, pero no pensando el diseño de las máquinas y la tecnología.

Yo considero que hay que entrarle a lo digital de manera seria y politizada. No estoy contra lo digital, sino contra la forma como se está imponiendo lo digital, con una Universidad que ha perdido su capacidad crítica en el tema de la innovación tecnológica.

Y, para ir finalizando el tema de la geología de los medios. Jussi Parikka, un finlandés y Katy Crawford una norteamericana, escribieron dos libros preciosos a comienzos de la década del 2020, donde plantean que se nos quiere vender la Inteligencia Artificial como algo dorado, plateado, exento de impacto en el medio ambiente. Pero la explotación de los minerales, los 23 minerales más el litio que se requiere para toda la transformación digital, implican un impacto en el medio ambiente igual o superior a lo que hoy está planteado en términos de la quema de combustibles fósiles, el uso del petróleo y esta tecnología. ¿Dónde estamos discutiendo eso? ¿En qué lugar lo estamos discutiendo cuando hablamos de transformación digital? Hablamos simplemente de la instrumentalización y no de ese impacto y lo que eso significa en el garantizar la vida en el planeta en un momento de crisis climática terrible.

Y esto lo vimos finalmente, tanto en la CRES (Conferencia Regional de Educación Superior) del 2018 donde no hay una línea dedicada a esto. Y en la CRES+5 fue todavía un debate por los márgenes, por las orillas y no está reflejado incluso en las conclusiones finales, porque cuesta que la Universidad todavía lo entienda con la fuerza de lo que esto significa como una crisis que está en ciernes.

Para finalizar, en la perspectiva de lo que venimos trabajando desde «Otras voces en educación», nos parece muy importante hacer un gran esfuerzo de alianza estratégica con los sindicatos docentes en esta materia. Con todos los defectos y los problemas que tengan los sindicatos, de básica, de superior y los sindicatos o federaciones estudiantiles, son los que pueden construir una correlación de fuerzas distinta para abrirle paso a un debate de este tipo, para hacer resistencia realmente y para construir otra forma de desarrollo tecnológico digital que sea humano, pensado para emancipar, para el pensamiento crítico, para la creatividad y no para la dominación y la lógica del mercado.

Muchas gracias.

-A Luis: ¿Cómo ves que, por ejemplo, la pedagogía histórico crítica (…) puede ser una forma de traer nuevamente el debate, no solamente sobre la soberanía sino como las entidades de clase, los movimientos sociales pueden apropiarse, no sé si es el término más adecuado pero rescatar un debate sobre la trayectoria de la digitalización en el capitalismo, lo que es la datificación en términos históricos y desde ahí plantear una transformación y un cambio educacional?

LBM: Bueno, rápidamente, yo le tengo pánico al debate de la soberanía de datos. Le tengo pánico porque si no hacemos una discusión previa, ¿quién al final controla los datos? Entonces, el problema es quién al final, puede tener todas las llaves, todos los candados, toda la seguridad, ¿pero ¿quién controla eso?

Si hacemos un debate despolitizado, como nos quieren llevar muchas veces, sobre soberanía de datos, vamos a terminar garantizando que alguien de poder tenga esos datos.

Y por eso que, no dio tiempo para desarrollarlo, pero la esencia del cambio del régimen biopolítico al régimen predictivo, es el manejo de datos por el sistema. Si no le entramos a eso y simplemente nos ponemos normativos en algunas cosas, vamos a permitir que una fracción del poder, un grupo determinado económico, sea el que nos domine. Entonces tienes que ser un debate muy, muy politizado, con mayúsculas y sin temor de decirlo.

Igual con el tema del software libre. Software libre sí, pero software libre no es neutro a la política, o sea, el que usa software libre cómo programa, cuál es la estructura, qué epistemología tiene. Hay gente de derecha, de ultraderecha, neonazis que usan el software libre. Entonces hay que hacer una discusión lo suficientemente politizada, no romanticemos los espacios ni los despoliticemos porque podemos entrar por la puerta más delicada al respecto.

Igual con el tema del control de las redes sociales. Yo sé que esto la mayoría quizás del panel no lo va a compartir, pero yo me opongo al control. Yo creo en una educación que sea crítica, que sea capaz de formar a un niño desde el primer grado, desde el preescolar, y mucho más en la Universidad para tomar posición ante cosas como esa. Que sepa detectar dónde hay un fake news, no que un elemento del poder me diga que esto es fake news, porque de pronto ese factor de poder puede terminar censurando algo que yo tenga que saber.

Yo quiero una educación crítica, creativa, capaz de decidir eso y no que ningún régimen del Estado me lo decida.

Yo donde sea voy a votar en contra de la regulación de las redes sociales, lo estoy haciendo en mi país, en Venezuela, pero lo haré en cualquier lugar donde diga que hay que controlar redes sociales. Porque yo creo que ahí se ha romantizado también ese tema.

Igual que con Milei o con Bolsonaro, está bien, usaron las redes sociales, pero ellos llegaron al poder porque hubo errores de la izquierda, porque hubo errores del progresismo. Entonces ahora se le quiere meter toda la culpa a las redes sociales, a lo tecnológico, a los algoritmos que pudieron ayudar; pero si no se hubiesen creado las condiciones materiales de vida que creamos y los errores, eso no hubiera ocurrido.

Entonces, es necesario hacer un balance de los errores que llevaron, y no sólo echarles la culpa a las redes sociales y al tema digital para poder salir adelante.

Y finalmente el tema de Peter McLaren que me preguntabas tú. Peter, igual que Henry Giroux, somos grandes amigos, pero yo debo decirlo con la honestidad que lo digo en mis textos, pueden entrar a mi blog, creo que la crisis de la educación en la Universidad también nos toca al campo de las pedagogías críticas. En las pedagogías críticas hay compañeros y compañeras que nos conformamos con una especie de vocabulario de unas 200 palabras que es suficiente, emancipación, teoría crítica, antisistema, imperialismo. Y si en el artículo escribimos las 200 palabras, ya somos de teoría crítica. Entonces eso lo puede hacer la Inteligencia Artificial, muchos en el campo de la pedagogía crítica tenemos estos problemas de brecha epistémica con la cual comencé mi conferencia. Tenemos problemas para identificar la relación de revoluciones industriales con sistema educativo. Tenemos dificultad para identificar los grandes campos hoy, en la tercera década del siglo XXI del capital sobre la educación. Tenemos dificultad para valorar la superación del régimen de biopolítica y el comienzo del régimen predictivo. O sea, la crisis también nos afecta a nosotros y estamos haciendo un esfuerzo enorme por abrir un debate dentro de nuestro campo para poder prestar una contribución más sensible a la transformación radical de la educación. Pero si no sería mentir decir que ahí hay un faro que ilumina, no, estamos con nuestra propia crisis, también de pensamiento y esperamos poderla superar para poder contribuir de manera mucho más sensible.

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La universidad pública está amenazada por la ofensiva del capital tecnológico y por el inmovilismo institucional

Si todo sigue como está, la universidad que conocemos tiene sus días contados. La capacidad de reacción de los actores académicos a la ofensiva sistémica del capitalismo actual contra las instituciones de educación superior es limitada, porque se pretende responder a lo nuevo con las claves de resistencia anti sistémica propias del pasado, es decir, de un mundo que ya no existe.

Los más importantes eventos realizados en la región en los últimos seis años así lo demuestran. La Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) realizada en Córdoba en 2018 y su seguimiento en Brasilia este año 2024 (CRES+5) reafirmaron los principios históricos del derecho humano a la educación superior, pero no pudieron allanar el camino para adentrarse en la crítica propositiva al paradigma instrumental centrado en aprendizajes para los nuevos empleos que requiere el modo de producción capitalista en la era digital-virtual, pero tampoco respecto a la micro acreditación que pretende externalizar la labor académica en las empresas descartando cualquier capacidad autónoma de pensamiento crítico, cercenando con ello el papel de la formación integral en el claustro. Se obviaron los análisis de las propuestas de las bancas de desarrollo respecto a la duración limitada de las titulaciones y certificaciones universitarias, que consideran deben ser validadas periódicamente con estándares ISO, mucho menos se abordó el debate sobre la reducción exponencial de las profesiones existentes. Fueron muy débiles las menciones que se hicieron en lo concerniente al avasallamiento de la virtualidad sobre la presencialidad, pretendiendo instalarse con ello una falsa dicotomía entre tradición versus innovación, que en realidad se convierte en una amenaza a la estabilidad laboral en el futuro cercano por el nuevo “know-how” pedagógico que comportarán los escenarios híbridos y los metaversos educativos. Poco se habló en esos escenarios de la neoprivatización educativa que viene ocurriendo desde la pandemia, al ser las familias, docentes y estudiantes quienes tienen que asumir los costos operacionales de la virtualidad, desentendiéndose los Estados de su obligación de garantizar las condiciones mínimas de aprendizaje, generándose una ruptura en la capacidad igualadora de las instituciones educativas debido al acceso desigual a las tecnologías digitales por el origen social de estudiantes y profesores. La limitada capacidad de las Instituciones de Educación Superior para ir más allá del paradigma analógico se debe en buena medida a la desinversión que han sufrido las universidades en los últimos años, pero no es cierto que lo digital haga innecesaria la educación presencial como pretenden hacerlo ver sectores vinculados a las empresas tecnológicas, la financiarización educativa y las políticas neoliberales.

De lo que no puede haber duda es que defender la universidad pública hoy, desde una perspectiva inclusiva, democrática, popular, científica en el marco de la cuarta revolución industrial, requiere un proceso de transformación sin precedentes no solo en las formas de enseñar y aprender, sino también de gestionar la institucionalidad. En materia tecnológica se debe romper la lógica funcional del operario ilustrado, centrada en socializar el manejo de hardware, software e innovaciones, concentrando el esfuerzo en pensar la relación de los diseños tecnológicos con la creación de mentalidades sumisas o críticas. La programación de las plataformas educativas de nueva generación no es neutra, tienden al aprendizaje repetitivo, pero de nada sirve criticar sino no construimos secuencias alternativas para que los programadores construyan plataformas que incentiven el pensamiento crítico, creatividad y mentalidades para el cambio con justicia social. Necesitamos pensar la universidad y la vida académica más allá de los paradigmas disciplinares y transdiciplinarios, construyendo conocimiento desde la convergencia disciplinar transformadora.

 

*Doctor En Ciencias de la Educación, Fundador y director general del portal Otras Voces en Educación y del Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en educación (CII-OVE). Miembro del Comité Directivo de CLACSO. Profesor visitante en la UFS, Sergipe Brasil.

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