29 de marzo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com
Por: Miquel Ángel Prats
“¿Por qué da miedo cambiar? Porque eso supone pasar de una situación cómoda y predecible a otra desconocida. La mayoría de las personas sueñan con emprender cosas nuevas, pero no pasan a la acción, se quedan en el plano intelectual. ¿Cómo podemos realizar estos proyectos si seguimos apegados a lo familiar y convivimos con esta vieja personalidad? Para experimentar algo nuevo tenemos que arriesgar, dejar el territorio de lo predecible y entrar en el terreno de la incertidumbre.” Joe Dispenza.
Uno no puede esperar que pase algo diferente en su vida, si suele tener los mismos pensamientos, hace las mismas cosas y abraza las mismas emociones cada día. Aplicar esto en el ámbito educativo supone repensar y poner en juicio muchas de nuestras prácticas docentes en el aula. Este es el primer escalón hacia la innovación.
En la sociedad de los comienzos del siglo XXI, caracterizada como sociedad del conocimiento, la institución escolar no puede permanecer ajena a los ritmos del cambio actual, por lo que la innovación constituye una de sus principales y prioritarias tareas. Desde diferentes ángulos, se incrementan las necesidades y demandas que requieren la incorporación de innovaciones en su organización y funcionamiento educativo, a fin de responder a las aspiraciones de los ciudadanos. De los recientes cambios sociales, culturales y técnicos se derivan múltiples consecuencias. En este sentido, cabe destacar las mutaciones en la vida familiar, así como los riesgos de un desarrollo económico y técnico incontrolado, además de las aspiraciones a un estado del bienestar creciente, que vierten sobre la institución escolar responsabilidades y problemas nuevos.
Pensar de forma sistémica per innovar con éxito
Estudios recientes y expertos agentes del sector educativo terminan confirmando que las necesidades de cambio en las instituciones escolares y las innovaciones en los procedimientos de enseñanza en el aula provienen del propio entorno y del interior mismo de las escuelas. A partir de ahí, en las instituciones se ha de pensar y actuar de forma diferente, a como lo habíamos hecho hasta ahora, si queremos obtener resultados diferentes. Tratar pues la innovación desde perspectivas singulares o desde el aislamiento no tiene sentido, ni tampoco tiene sentido, por motivos obvios, iniciar procesos de innovación que no terminan produciendo ningún cambio relevante en el centro o la institución.
Todo ello lleva a la necesaria estrategia de pensar de forma sistémica, es decir, pensar y operar hacia un propósito común, en una causa común, produciendo así la unión que resulta más que la suma de sus partes. Significa esto, en nuestro contexto más inmediato, que debemos ser capaces de detectar posibles frentes abiertos (problemas o conflictos) que habría de resolver y repensar conjuntamente; detectar ya posiciones muy avanzadas en algunas cuestiones educativas para ser capaces de transferirlas a otros centros, así como detectar, más allá de nuestra realidad, otras prácticas innovadoras y de óptimos resultados que perfectamente se podrían adoptar. De todos modos, no olvidemos que innovar y crear requiere, por encima de todo, tiempo. Si no, vean este ejemplo.
En resumen, los signos de los tiempos nos exigen en el mundo educativo pensar en un modelo de innovación abierto, flexible, creativo, real y participativo:
- Un proyecto de innovación que sea transversal en las escuelas;
- Un proyecto que interpele a nivel personal y que fomente el trabajo en equipo y la complicidad con el otro;
- Un proyecto que genere sinergias con otros departamentos, áreas, claustros y centros;
- Un proyecto de naturaleza comunitaria y participativa donde todo el mundo tiene voz y voto para poder cambiar y modificar la realidad educativa;
- Un proyecto que, en el fondo, permite hacer realidad el hecho de encontrarnos en red y que de alguna forma sea capaz de hacer salir de la “zona de confort” a todos los agentes implicados.
Fuente artículo: http://blog.tiching.com/pensando-en-la-innovacion-educativa-por-que-da-miedo-cambiar/