Por Miguel Angel Pérez.
El actual grupo de funcionarios y autoridades educativas han demostrado, en estos últimos años en que han estado al frente de la SEP, su profundo desconocimiento sobre lo que realmente se vive en educación. Una cosa es lo que se recupera en documentos y se discute en las oficinas de la Secretaria de Educación y otra muy distinta es lo que se vive en cada escuela, en cada comunidad, en cada pueblo, en cada rincón de la república.
Cuando un maestro o maestra llega a una escuela por primera vez, no se separa o se encierra al interior del recinto escolar, afuera existen comunidades, personas, padres de familia y en mucha ocasiones las costumbres de la comunidad, los festivales sociales e incluso las rivalidades de las personas de la comunidad afectan la vida de cada escuela.
En Chiapas y en Oaxaca los maestros han tenido un especial cuidado en establecer una buena relación con la comunidad en que se ubica la escuela. Luis Hernández, el pasado martes en el periódico La Jornada, lo decía de esta manera: (cito de sentido) “A muchas comunidades les gusta que sus maestros les hablen en su lengua, que les enseñe a sus hijos a jugar basquetbol, que asistan a las fiestas de la comunidad, que les ayuden a redactar largos oficios, manifiestos y comunicados de la protesta social de las comunidades”. Esta fusión insustituible entre la escuela y la comunidad es la que le da el sentido social a las prácticas educativas y es otro de los fines perversos que la reforma quiere erradicar.
Todo maestro y maestra en el recuerdo de sus primeros años de experiencia, reconoce la bondad en el pueblo, es decir en la comunidad específica en donde se ubicada la escuela a la que fue comisionado, aún los maestros formados en Normales urbanas tuvimos que ranchear esto es, el primer nombramiento habría que aceptarlo en donde fuese y aquí reside el alto valor formativo el estar en la comunidad hace que cada docente aprenda a dirigir juntas de padres de familia, a convencer a los padres sobre la propuesta particular de cada docente y sobre todo a establecer un proyecto común de gestión y de desarrollo educativo que en el fondo es de desarrollo social y comunitario. Este es el elemento novedoso que está apareciendo en la nueva fase del movimiento magisterial, la lucha ya no es solo de maestros es de pueblos enteros movilizados e indignados por un tratamiento irracional y carente de sensibilidad gubernamental.
El presidente de la república ya no sabe qué hacer si continuar defendiendo a sus amigos o mirar al país dentro del cual nunca ha hecho un buen clic como gobernante, no es ni populista, ni buen orador, ni líder carismático bueno incluso es un muy mal neoliberal, ya que hasta los grandes empresarios están molestos con su gestión.
Pedir la renuncia de Aurelio Nuño es un acto elemental de justicia mirando la historia y las tradiciones educativas en donde los maestros en sus comunidades escriben un texto diferente al de los discursos de los actuales funcionarios de gobierno.
La gran ventaja de la escuela pública mexicana es esta fusión entre los maestros que educan y los pobladores que con sencillez y modestia, empeñan su palabra y sus acciones para defender a sus maestros es, en el fondo, actos pensados para defender la educación de los niños y niñas de las comunidades mexicanas. Es decir está en peligro todo México con su historia y sus instituciones.
Doctor en Educación y profesor–investigador de la UPN Campus Guadalajara
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