Por: Miguel Ángel Pérez
Diversos teóricos y especialistas en el asunto de la implementación y curso de acción de las reformas educativas coinciden en que toda iniciativa de reforma educativa (RE), está pensada en generar cambios o transformaciones cuya dirección está puesta en la mejora del aspecto del sistema o el sistema entero que se pretende reformar. La actual iniciativa de reforma educativa en México parece que se ha desarrollado a la inversa de dicho principio, de tal manera que el sistema se encuentra actualmente paralizado, colapsado por momentos.
El nivel y el clima de tensión es tal que los actores centrales de operar el sistema (docentes frente a grupo, directores de escuela, asesores técnico pedagógicos, etc.), han generado una especial animadversión a la actual iniciativa de reforma, el repudiar una iniciativa en concreto como sucede actualmente, genera una cultura de oponerse a todo iniciativa de reforma y esto en el fondo genera una cultura de la no aceptación por el cambio.
Estoy seguro que en la mayoría de los y las mexicanos prevalece un deseo de reforma muy distinto a la oferta que ha impuesto el actual gobierno, a nivel de representación social me parece que prevalecen imágenes ligadas con una mejor educación, con mayor certidumbre en su proceso, que expanda las áreas de oportunidad para la mayoría de mexicanos y mexicanas.
Por lo tanto es necesario desmantelar lo hasta ahora avanzado supuestamente, para corregir el rumbo ¿por qué? Debido a que considero que hemos equivocado el camino y se ha perdido con ello la claridad de hacia dónde se quiere llegar. Si bien el desarrollo educativo no es lineal, ni acumulativo, con la actual reforma se está viviendo una especie de parálisis del sistema. Reformar la reforma implicaría acciones como las siguientes:
- Se requiere generar una potente propuesta a modo de contra-propuesta proveniente de grupos de intelectuales, organismos civiles, académicos e investigadores con la intención estratégica de reformar la reforma. Reformar la iniciativa gubernamental de reforma significa desmantelar lo construido hasta ahora para edificar una nueva propuesta que ponga en el centro de las acciones y los ejes de desarrollo las verdaderas necesidades del sistema educativo mexicano, lo novedosos de esta propuesta deberá tener como atributos ser muy pertinente para el país en la coyuntura actual y muy incluyente en sus métodos de elaboración. Todas las voces, todas las propuesta deberán ser bienvenidas.
- El proceso de reformar la reforma, inicia con actualizar el diagnóstico de la realidad educativa nacional, por regiones, grupos sociales, niveles educativos, etc., se trata de colocar en el centro de las propuestas las verdaderas necesidades sociales, educativas, culturales y de otro tipo al considerar las exigencias de una sociedad demandante en constante transformación.
- Reformar la reforma implica construir un nuevo horizonte institucional que defina con claridad el punto de llegada y que facilite todos los medios y recursos para conseguirlo. Una educación de calidad social se concretiza en la medida en que se hacen operacionales los medios para lograrlo, la utilización de recursos humanos, de recursos financieros, pero sobre todo la legitimidad y el convencimiento en las estrategias y líneas de acción que se vayan trazando, es el elemento que le puede garantizar el éxito a la nueva propuesta..
- Reformar la reforma implica junto a todo lo anterior, atender las áreas desatendidas, los grupos vulnerables, los espacios que se han mantenido en los márgenes del sistema, los grupos o agencias que se les ha golpeado o excluido como es el caso de las disidencias magisteriales, las disidencias universitarias, etc. Mirar lo no mirado implica una estrategia de inclusión verdeara, con el firme propósito de superar rezagos salir de zonas de bajo desarrollo y hacer transformaciones que nos garanticen cambios cualitativos que se hagan evidentes en el corto plazo.
- El perfil de reforma educativa al que se aspira para nuestro país deberá garantizar una línea base en la que los y las mexicanos en proceso de formación escolar puedan ser menos dependientes y más críticos que sepan interactuar con las nuevas tecnologías sin abusar de su uso, que al tener acceso a los diversos aportes de la cultura universal logren establecer delimitaciones en cuanto a especializarse desde muy temprano en un área o tópico de interés, el poder desarrollar otras competencias que no se reduzcan a las definidas desde los organismos mundiales como son las de solidaridad, cooperación, respeto a las diferencias, desplegar una verdadera cultura de paz, etc., que el espíritu o el sentimiento de mexicanidad se fomente de manera renovada reconociendo por igual a todos los méxicos que confluyen en el mismo territorio.
Bajo este complejo proceso de reformar la reforma se deberá contemplar al magisterio como pieza clave o como columna vertebral de las propuestas por venir. Para ello requerimos un magisterio sin charrísimos y sin corporativismos, sin presiones políticas ni obsesión por las evaluaciones que libremente se evalué el que quiera hacerlo y producto de ello puede tener estímulos o apoyo dependiendo del nivel de efectividad de la práctica demostrada. Requerimos una profunda congruencia y renovar la confianza entre quienes planean y quienes ejecutan.
La propuesta de reforma a la reforma nos obliga a reconocer el lugar en el que nos encontramos ahora y a definir con mucha claridad el punto a donde aspiramos llegar como país, como sistema, como educadores. En todo ello, reformar la reforma deberá ser la tarea de los verdaderos educadores mexicanos.