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España: Los trabajadores de residencias de mayores presentan alto estrés y miedo en la pandemia

La pandemia está provocando riesgos psicosociales laborales que podrían afectar gravemente el bienestar y salud de numerosos profesionales, como  los trabajadores de residencias de mayores. Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid llaman la atención sobre la necesidad de identificar y prevenir estos peligros.

Expertos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) advierten que en España los trabajadores de residencias de mayores están experimentando riesgos psicosociales laborales que podrían afectar gravemente su bienestar y salud.

En el estudio, llevado a cabo durante abril y mayo, participaron un total de 228 trabajadores de residencias de 42 provincias españolas –entre los que se encuentran médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, auxiliares de geriatría, trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, directores y coordinadores–.

Los resultados, publicados en el Journal of Applied Gerontology, reflejan que los profesionales sociosanitarios de las residencias presentan sobrecarga y presión social derivada de su trabajo, así como un sufrimiento importante a causa del contacto con la muerte y el dolor al que han estado expuestos.

“Estos trabajadores están preocupados por la falta de personal y de material de protección para no contagiarse ni contagiar a otros”, afirman los autores. El personal médico y de enfermería es el más perjudicado, probablemente debido a su implicación directa en el cuidado de las personas que han contraído el virus, así como debido a las decisiones extremadamente difíciles que han tenido que tomar”.

Estrés traumático secundario

Entre estos profesionales se han encontrado también niveles altos de estrés traumático secundario, siendo todavía más altos entre aquellos trabajadores de residencias en las que se detectaron casos positivos de covid-19.

El estrés traumático secundario se define como el conjunto de emociones y conductas que aparecen como resultado de ser testigos del trauma que ha vivido otra persona, o bien de ayudar o cuidar a una persona traumatizada. Los síntomas son parecidos a aquellos experimentados por las personas que viven el trauma en primera persona.

“También se apreció entre los participantes niveles moderadamente altos de miedo al contagio, que parece incrementarse entre aquellos profesionales de mayor edad. Esto es debido muy probablemente a la percepción entre estos trabajadores de una mayor vulnerabilidad a las consecuencias del virus”, añaden los investigadores.

Apoyo de supervisores y compañeros

El estudio también reflejó que, entre los trabajadores sometidos a una mayor carga de trabajo, aquellos que percibían mayor apoyo por parte de sus supervisores experimentaban menos estrés. “Ante la presión social derivada de su trabajo, aquellos que percibían poco apoyo por parte de sus compañeros experimentaban mayores niveles de estrés”, apuntan.

“Es más, el apoyo que los trabajadores perciben de sus compañeros permitió amortiguar el impacto que estresores como el sufrimiento ocasionado por el contacto con la muerte y el dolor tenían sobre el miedo al contagio”, subrayan.

Programas de prevención

Sobre la base de estos resultados, los investigadores llaman la atención sobre la urgente necesidad de implementar programas de prevención de riesgos psicosociales laborales en el sector de las residencias de mayores.

“La experiencia del estrés traumático secundario es riesgo psicosocial laboral derivado del contacto con la tarea traumática. La intervención temprana podría ayudar a prevenir el desarrollo de un problema psicológico mayor en fases posteriores”, aseguran. “Estos programas podrían prevenir el agotamiento y desgaste que presentan, e incluso disminuir las altas tasas de abandono que se encuentran en este sector profesional”.

Por último, el trabajo resalta la importancia de proporcionar a los profesionales recursos suficientes para protegerse del contagio y así reducir su ansiedad y preocupación por infectarse, contagiar a sus seres queridos o a los residentes de los centros. “Además, la disponibilidad de estos recursos probablemente aumente su sentido de control de la situación, lo que contribuye a reducir sus niveles de estrés y miedo”, concluyen los investigadores.

Referencia:

Blanco-Donoso, L.M., Garrosa, E., et al.: Stressors, Job Resources, Fear of Contagion, and Secondary Traumatic Stress Among Nursing Home Workers in Face of the COVID-19: The Case of Spain. Journal of Applied Gerontology. https://doi.org/10.1177/0733464820964153

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/ciencia/08/11/2020/los-trabajadores-de-residencias-de-mayores-presentan-alto-estres-y-miedo-en-la-pandemia/

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España: Cuando la ventilación de las aulas no parece factible

El invierno está a la vuelta de la esquina y cunde la preocupación sobre qué hacer cuando tener las ventanas y puertas abiertas no sea una posibilidad real para atajar posibles contagios en las aulas. Las soluciones pasarían, presumiblemente por llevar abrigos en clase, utilizar las calefacciones con las ventanas abiertas o el uso de ventilación mecánica.

Las temperaturas ya comienzan a bajar de manera ostensible en todo el Estado. Por delante, muchos meses de frío y mal tiempo que amenazan, de una forma u otra, el protocolo previsto por las administraciones sanitarias y educativas, principalmente, en relación a la ventilación de las aulas.

El gasto previsto en calefacción en los centros educativos, seguramente sea muy superior al de inviernos anteriores. De hecho, algunas direcciones ya tienen previsto invertir parte de lo que la Administración les ha facilitado del Fondo Covid solo para asumir el gasto en gasoil para sus calefacciones.

Mantener ventanas y puertas abiertas el máximo tiempo posible se va a convertir, en pocos días, en un problema relativamente importante. Y las recomendaciones desde Sanidad y Educación (ya sea gobierno central o autonómicos) no han variado. Ni tienen visos de hacerlo en las próximas semanas.

Para intentar paliar parte de estos efectos, hace unos días, el CSIC publicaba una guía práctica con consejos sobre ventilación en colegios e instituos y que, a se vez, toma parte de sus consejos de otra publicada por la Universidad de Harvard. En ella, en realidad, pocos datos nuevos que cambien los protocolos asumidos hasta ahora.

Se aconseja tener la mayor parte del tiempo posible las ventanas y puertas de las aulas abiertas para que sea lo más constante posible la ventilación cruzada. En el protocolo de los ministerios de Sanidad y Educación se establecía que, al menos, las aulas se ventilen 10 o 15 minutos al empezar y terminar la jornada lectiva, también durante el tiempo de recreo. Y, en la medida de lo posible, durante todo el día.

La guía del CSIC, a esto, suma que alumnado y profesorado utilice ropa de abrigo durante las clases para que puedan estar abiertas las ventanas, siquiera parcialmente, en un equilibrio entre el riesgo de contagio y el confort térmico.

Si la ventilación natural no es suficiente, la guía del CSIC recomienda utilizar «equipos extractores o impulsores individuales con un caudal de aire adecuados».

Como última opción, pero no excluyente de las demás, se hace necesario purificar el aire con equipos provistos de filtros HEPA. Estos han de colocarse en el centro de cada aula para que su trabajo sea eficiente, aunque dicen los expertos que pueden ser perjudiciales al causar falsa sensación de seguridad.

En cualquier caso, la guía recomienda que se hagan mediciones de CO2 para conocer las necesidades de ventilación de las aulas. En el exterior, indican, estas mediciones rondarían las 420 ppm (pastes por millón) y, en los interiores no deberían sobrepasar las 800 ppm. Si lo hicieran, se hace necesaria la ventilación de las aulas. Niveles superiores a las 1.000 ppm tienen efectos negativos en la capacidad de concentración del alumnado y en el aumento del decaimiento; y si se superasen los 2.000 empezarían los dolores de cabeza. Además, estas cifras nos indican la falta de ventilación y señalan una posiblemente excesiva concentración de la Covid en el ambiente.

Sumado a todo lo anterior, el uso de mascarillas, la higiene de manos y el mantenimiento de la distancia de 1,5 metros siguen siendo necesarias para la contención de los contagios. Contagios que siguen detectándose de forma importante en las aulas. La semana pasada, según los datos del Ministerio del interior, se produjeron 200 nuevos brotes que sumaron 1.200 personas contagiadas.

Preguntados los ministerios de Sanidad y Educación, no está prevista una revisión de los protocolos ni unas recomendaciones de cara a la llegada del mal tiempo en todo el país. Remiten a las guías ya publicadas tanto por su parte como de las comunidades autónomas.

Suspenso a las aulas

El reciente estudio de la Plataforma Edificación Passivhaus junto a la Universidad de Burgos se muestra contundente. Los colegios e institutos, en cualquier parte del país y bajo cualquier condición climática y meteorológica, suspenden a la hora de ofrecer espacios de confort y seguridad tanto para el profesorado como para el alumnado.

Durante el curso 2017-2018 estudiaron las variables de temperatura interior, nivel de humedad y de CO2 en las aulas de 43 centros educativos de todas las provincias del país. La nota media total, en una escala de 0 a 10, para la calidad del confort en las aulas es de 1,6 puntos.

Bajo la premisa de que la temperatura de las aulas sea de 20ºC a lo largo del día, con una humedad de entre el 40 y el 60 % y con una concentración de CO2 en el ambiente inferior a los 1.000 ppm.

Cuando los datos de temperatura comienzan a ser buenos en un aula es ya cerca de las 12:00 del mediodía. Momento en el cual los niveles de CO2 ya están por encima de esas 1.000 partes por millón. Cuando un parámetro está bien, algún otro deja de estarlo.

El estudio desvela que, de seis horas de clase, solo el 16 % de ellas reúnen buenas condiciones de temperatura, humedad ambiente y niveles de CO2.

Aunque el estudio se realizó antes de la aparición de la pandemia, hoy por hoy, sus conclusiones apuntan directamente a la situación que se vive en los centros educativos. Desde la Plataforma, una asociación sin ánimo de lucro, defienden la necesaria rehabilitación de todos los centros educativos del país. Con ella se conseguirían mejorar los resultados obtenidos, al mismo tiempo que supondría una importante reducción de las emisiones de CO2 de los propios centros (por bajada del consumo de combustibles para el mantenimiento de las temperaturas) y, finalmente, un importante ahorro de costes económicos.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/11/03/cuando-la-ventilacion-de-las-aulas-no-parece-factible/

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El mundo necesita una desintoxicación digital

Texto de: Fabiola Méndez/Damián Mendoza

El cuerpo se está adecuando a posturas que dan atención a las pantallas y celulares.

En los últimos años se ha detectado un uso exponencial de los dispositivos móviles. La empresa de telecomunicaciones TollFreeForwarding analizó los hábitos de los usuarios para determinar cuáles podrían ser los cambios físicos que se presentarán en el futuro, especialmente debido al uso excesivo de los teléfonos y otros gadgets que forman parte fundamental de la vida actual.

La compañía creó un prototipo llamado Mindy, el cual manifiesta los cambios físicos que se presentarán por estos hábitos tecnológicos. La mujer futurista tiene la espalda encorvada, que es el resultado de pasar horas sentados frente a una pantalla de computadora en la oficina y por la mala postura que se adopta, un cuello más alargado, que sería el resultado de la inclinación que se le da a la cabeza cuando se mira hacia abajo para ver el teléfono.

En entrevista con Alejandro García Romero, profesor de la Facultad de la Ingeniería de la UNAM, refirió que la compañía hizo una predicción un tanto idealizada, ya que los cambios reales de los seres vivos necesitan más tiempo. Las evoluciones requieren decenas de miles de años, “sin duda es idealizado pero no dista de la realidad, ya que el cuerpo se está adecuando a posturas que le están dando atención a las pantallas y celulares”.

Comentó que a la par de este prototipo también surge la iniciativa de los grandes fabricantes de dispositivos para hacerle saber a los usuarios que están pasando mucho tiempo usándolos. “Pareciera que a las grandes compañías le beneficiarían, sin embargo, es importante que los usuarios sepan de esta realidad”.

En ese contexto, las grandes compañías han desarrollado aplicaciones nativas en los teléfonos que les avisa a los usuarios cuánto tiempo llevan usándolo, y con ello, lograr la desintoxicación digital. “La situación es compleja, ya que con el paso de los años se pasa más tiempo frente a la pantalla”.

El académico y director de UNAM Mobile aseguró que lo más importante es que haya participación de las compañías y el usuario final. Las grandes compañías de tecnología están haciendo su trabajo alertando a los usuarios, a través de aplicaciones, sobre el tiempo que llevan en un sitio. “La desintoxicación digital logra que la app no permita el acceso durante cierto tiempo al usuario, si así se le configura, como Tik tok por ejemplo. Los fabricantes y desarrolladores están haciendo su trabajo, los usuarios debemos de tomar esa información para usar en positivo la tecnología, para medir cuánto tiempo se le dedica al día y calificar si es el correcto o está exagerando”.

Por otro lado, no hay que olvidar que los dispositivos están enganchando tanto a los usuarios que están dejando de tener contacto y relaciones sociales. “Hay que hacer un juicio personal para calificar qué tanto lo hace y este prototipo de Mindy es otra iniciativa más que busca crear conciencia en los hábitos de consumo de tecnología”, finalizó.

Fuente e imagen:  UNAM Global

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Colombia: Denuncia amenazas integrantes de FECODE

Denuncia amenazas integrantes de FECODE

La Presidencia de la República de Colombia, a través de su Consejería de Derechos Humanos, acusa recibo de la Comunicación en la que se denuncian las amenazas de la que han sido víctima los Integrantes de FECODE, al mismo tiempo que solicitan protección.

Ante esta solicitud se notifica que se ha solicitado a los entes respectivos la revisión e investigación del caso, según consta en este documento:

 

Puede revisar el Documento en el enlace:  OFI20-00235960 _ IDM.pdf

Fuente de la Información:  OFI20-00235960 _ IDM.pdf

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Informe de estadísticas educativas de Venezuela

INE / 10-11-2020

 

Después de varios años sin publicar estadísticas educativas el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Venezuela acaba de publicar un importante trabajo comparativo

Destaca de este esfuerzo, el crecimiento en todos los indicadores durante el proceso Bolivariano. También la sostenida caída en esos indicadores desde el año 2013

Invitamos a leer este importante trabajo.  Pueden acceder al estudio en el enlace a continuación:

 

EstadisticasEducativas19881989-20172018

 

 

 

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Marina Marroquí: “Los adolescentes están construyendo su deseo sexual en base a la pornografía”

El diario de la educación / Por Ana Lázaro verde / 10-11-2020

  • Marina Marroquí lleva años haciendo talleres en institutos para contar su historia e intentar ofrecer altarnativas a la violencia de género y sexual que ella sufrió y que intenta atajar entre las adolescentes. Hablamos con ellas de lo que encuentra en los centros de secundaria en los últimos años, de cómo la pornografía y la violencia han encontrado cómo colarse en la vida de miles de chicas y chicos.

Marina Marroquí fue maltratada por su pareja de los 15 a los 19 años. A cuatro años de palizas, humillaciones, amenazas y abusos, siguieron otros siete de silencio. Ahora, esta educadora social relata su historia en institutos y colegios, donde imparte talleres sobre violencia de género y sexual para evitar que otras adolescentes vivan el mismo calvario. “Cuando cuento mi historia, veo cómo las caras empiezan a palidecer porque hay muy pocas mujeres que explicamos cómo fue ese infierno”, asegura. Su mantra: educar en la igualdad. “Nunca alcanzaremos la igualdad real si educamos a chicos y chicas de manera diferente. Es absurdo. Necesitamos educarlos igual para que sean personas iguales”, sentencia.

¿Qué te encuentras cuando llegas a un instituto e impartes uno de tus talleres?

La realidad es abrumadora. El aumento de las violencias sexuales que me he encontrado en los últimos años en adolescentes es disparatada. Sobre todo, la falta de detección de las coacciones sexuales, de los abusos, incluso de violaciones explícitas. Hay una falta de conocimiento brutal y no son capaces de identificar esos abusos. Una de las preguntas que más me han hecho es: “¿Cómo te puede violar si es tu novio?”. Es cierto que hay mucha más visibilidad a partir de las olas del “Me too” y del “Hermana, yo sí te creo”. El caso de “la manada” fue un antes y un después. Pero al no ir enlazado con una educación afectivo-sexual real adaptada a las necesidades de la adolescencia, el mensaje que ha calado no es tanto “solo sí es sí”, que es lo que pretendíamos, sino que “solo es violación si cinco tíos te meten en un portal”. Imagínate, si esa es la etiqueta de violación o abuso, todo lo que no identifican como tal y que sufren diariamente desde edades muy tempranas. Hasta en los programas de Primaria me encuentro niñas que ya reciben contenido inapropiado a través de redes. Les envían fotos de una brutalidad total. A los 12 o 13 años, ellas ya están acostumbradas a recibirlas. Y no lo identifican como ningún tipo de abuso. No avisan a nadie.

Una de las grandes preocupaciones actuales es el consumo temprano de pornografía. Según un informe reciente de Save the Children, siete de cada diez adolescentes ven estos contenidos. ¿Qué riesgos conlleva esto en sus relaciones? ¿Puede disparar la violencia contra las mujeres?

Me encuentro un consumo de pornografía totalmente generalizado en los chicos a partir de los 12 años. A los 10 años tienen un consumo bastante habitual y a los 12 años es diario. ¿Cuál es el problema? Que ellos están haciendo lo que les toca en esa etapa, pero ni el sistema educativo ni las familias nos hemos puesto al día con las herramientas de educación afectivo-sexual adaptadas a este tiempo. Ellos construyen su deseo sexual a través de una violencia extrema. Ven violaciones sistematizadas, en grupo, agresiones sexuales… Y me encuentro varios peligros. El primero, un aumento de los problemas de disfunción eréctil en jóvenes, cuando no hay ningún problema físico. Muchos chavales me dicen: “Te prometo que no soy un violador ni un maltratador, yo soy buena persona, pero si no la cojo del cuello o no la pongo a cuatro patas y le tiro del pelo, no tengo una erección”. El problema es que la educación afectivo-sexual tiene un proceso que, hasta esta generación, se había hecho de forma lineal: a los nueve años te gustaba un chico, le sonreías, le dabas la mano; a los 12 le dabas un beso, a los 14, un morreo, y a los 16 te acostabas con él. Ahora, antes de dar por primera vez la mano a alguien, ya han visto mil violaciones. Otro de los peligros: que ellas también consumen esa pornografía para ver cuál es su papel y normalizan el sexo basado en la violencia. Eso supone la imposibilidad por parte de las víctimas de identificar esa violencia. Y hay otro problema del que tampoco se habla: el aumento alarmante del abuso sexual entre menores. Como a los diez años ven pornografía, empiezan a querer llevar a la realidad lo que ven en las películas. Y normalizan y construyen el juego abusando sexualmente de una menor, con las secuelas que eso conlleva. El abuso sexual en la infancia es un agujero negro que seguimos sin ver.

Por una parte, está la pornografía. Y en la otra cara de la moneda está el amor romántico. ¿Qué riesgos conlleva y cómo se puede “deconstruir”?

La pornografía genera agresores y el amor romántico genera víctimas. Es así de cruel. Yo tenía 15 años y mi maltratador tenía 20. Y me sigo encontrando que mola que te recojan en coche del instituto. Yo creía que era normal que un chico de 20 años se fijara en mí. Pero cuando echas la vista atrás, te preguntas ¿por qué un tío de 20 querría estar con una niña de 15? No puede entrar a discotecas, no puede viajar, no trabaja… Pues porque la única versión que tiene esa niña sobre el amor son las películas y las canciones que ha escuchado. Es muy fácil construir un amor romántico, que es un maltrato velado porque nos enseña a querer en base al sufrimiento. Y se deconstruye, primero, ridiculizándolo. Y, después, desmontando los falsos mitos. Por ejemplo, a las mujeres se nos enseña siempre a perdonar, pero no nos enseñan que hay un límite, que hay cosas que no se pueden perdonar nunca. Es muy difícil desterrar ese “aunque sufras, aunque duela, serás feliz”, que es como terminan todas las películas: la mujer sufre y sufre, y en el último minuto te dicen que va a ser feliz. Dar esa vuelta es muy importante y es también una responsabilidad cultural. Siempre hablamos de escuela y familia, pero tiene mucho más poder educativo e influencia directa el cantante, el actor, el youtuber o el influencer de turno. Cuando pongo música en mis talleres para ver todo esto, no hace falta que ponga reguetón: pongo Marc Anthony, Vanessa Martín, Malú… ¿Cuántas canciones ligan el amor al sufrimiento? ¿Cuántas canciones cantadas por mujeres tienen un tema diferente al amor? ¿Las mujeres no leemos, no viajamos, no hacemos nada más que enamorarnos? Y en muchas ocasiones son escritas y cantadas por mujeres. La sociedad cambiará cuando la cultura cambie.

¿Hasta qué punto las redes sociales multiplican los efectos de la violencia machista?

Más del 80 % de las chavalas con las que trabajo reciben cinco o seis ‘fotopollas’ semanales a partir de los 12 años. Y mensajes de depredadores pederastas que con las redes han encontrado un amparo absoluto. Es un foco brutal. El adolescente sigue utilizando las redes, pero ni el sistema policial ni el sistema judicial se están adaptando. Hay alguien que sí ha dado un paso al frente: la Agencia de Protección de Datos, que ha abierto un canal para denunciar cuando se suben contenidos inapropiados sin permiso. Y esto es importante. Es algo pionero que puede ayudar a muchísimas mujeres. Hemos vivido suicidios por ese tipo de informaciones. El ciberbullying es un tormento para muchas adolescentes.

Se incide en la necesidad de que haya un control sobre las redes sociales y el uso de Internet de los menores, pero ¿qué más se puede hacer para evitar consumos inapropiados?

Querer llevar a la adolescencia al siglo XX es un error garrafal. No se puede parar, pero sí se puede preparar. Y ese es el gran fallo. No estamos preparando, no tenemos una asignatura que trabaje los valores necesarios para erradicar no solo la violencia de género, sino la violencia sexual, el bullying, la violencia intrafamiliar, el abuso infantil… Necesitamos una asignatura, desde la infancia a la universidad, que pueda abordar estos temas. En cuanto a las familias, somos una generación bisagra. En nuestra casa, estos temas eran tabú y nuestros padres hicieron un esfuerzo para darnos un preservativo. Pero, desde entonces, todo ha ido demasiado rápido. Esta es la primera generación en la que, mayoritariamente, son los hijos e hijas los que enseñan las tecnologías a sus padres. Y eso desorienta muchísimo. Necesitamos formación para las familias, que tengan pautas y herramientas para poder comunicarse en temas delicados y necesarios. Y, sobre todo, necesitamos esa complicidad y confianza que permita que no se produzcan las cifras que la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer dio hace un mes: que una de cada cuatro mujeres que sufre violencia sexual no se lo cuenta a nadie. Y casi la mitad de las que sufren acoso, tampoco. Vivir con violaciones en tu cerebro, que lo he vivido, y tener que salir y sonreír a todo el mundo porque nadie se puede enterar del infierno que estás sufriendo es algo que no nos podemos permitir como sociedad. Necesitamos la educación para eso.

¿Y formación para docentes?

Este país luchará contra estas violencias machistas cuando los docentes salgan de la universidad con una preparación mínima en violencia de género. ¿Cuánto tiempo llevan los equipos psicopedagógicos en los centros? Sin embargo, no se contempla que haya un gabinete de educadores sociales trabajando la problemática de la violencia. Y cuando miras las cifras, son cientos de chicas las que la sufren en cada instituto. No estamos hablando de un caso puntual. Y no hay instituto libre de esta problemática. Se creó la figura del ‘coordinador de igualdad’. Y, en el mejor de los casos, me encuentro a docentes feministas que aprovechan esos espacios para hacer actividades y campañas de sensibilización puntual. Y, en otros muchos casos, profesores que lo hacen porque liberan dos o tres horas de docencia. Ya no sin ninguna formación, sino sin ningún interés. No puede ser que esto recaiga en la voluntad individual y en una formación externa sufragada por las mismas docentes. Porque si caes en un instituto con tres o cuatro profesoras que se coordinan y hacen cosas increíbles, tienes una suerte fantástica. Pero ¿y si no? En la adolescencia, la violencia de género y sexual hay que trabajarla de manera coordinada. Por eso requiere de proyectos y protocolos muy diferentes a los que se han hecho hasta ahora, en los que la escuela, la familia y el grupo de amigas trabajen coordinados para poder sacar a la víctima.

Y esos protocolos tienen que venir desde las instituciones públicas, claro.

Sí. Los institutos no pueden contratar a tres personas en un gabinete de prevención de violencias en las aulas. Son las instituciones las que tienen que dar ese paso para que se obligue y se instaure dentro del centro. Lo que me encuentro también es que la familia y las amigas son las primeras en identificar los casos de violencia. ¿Y a dónde van? ¿Qué organismo hay que pueda escucharles y darles pautas? Eso lo podría hacer un equipo profesional dentro de las aulas. Todo puede partir de ahí para que sea un nexo entre instituciones, asociaciones, policía… Porque lo bueno del instituto es que es un oasis. Y la detección precoz pasa por los institutos. Eso es prioritario.

Ese “oasis” desapareció durante unos meses la pasada primavera, cuando las clases se suspendieron a raíz de la COVID-19. ¿Cómo ha afectado la pandemia a las víctimas de violencia machista?

En lo que a violencia de género se refiere, la COVID-19 tiene su cara y su cruz. Por ejemplo, en la adolescencia puede haber aportado algo positivo porque la víctima no suele convivir con el maltratador, no tiene acceso a él salvo por redes y es más difícil caer. Además, aumenta mucho el contacto de la víctima con la familia, por lo que es una etapa muy importante para que ella sea consciente de la situación y rompa esa relación. En la adolescencia, bien dirigida, puede ser muy positiva esta situación. La cruz está en la cantidad de mujeres que han cerrado la puerta de su casa y se han quedado encerradas con su maltratador dentro. Y eso es el infierno.

¿Cuán necesaria es la educación afectivo-sexual para prevenir y parar la violencia de género?

Es urgente. El feminismo ha luchado por la libertad y el deseo sexual de las mujeres, y lo que está consiguiendo la pornografía es todo lo contrario: que desde las primeras relaciones sexuales esté ahí esa coacción, esa urgencia del “hay que hacerlo” o esa falsa libertad de “con cuantos más chicos me acueste, más empoderada estoy”. Me sigo encontrando chicas que no saben masturbarse, pero sí hacer felaciones como en la mejor película porno. La adolescencia está en una situación muy preocupante y de mucha desventaja. Primero, por las herramientas y el acceso que tienen, junto a la falta de formación para gestionar eso. Y luego, cómo la sociedad está culpabilizándola de todos los males. Ellos no tienen la culpa de lo que hacen, porque en otras generaciones estaba el mismo deseo sexual, pero veían la portada de Interviú cuando se despistaba el quiosquero y ya está, no tenían más acceso. Ahora lo tienen, pero se ha adelantado la información a cómo usarla. Tu hijo ve Fast & Furious y tú le explicas doscientas veces que así no se conduce en la carretera, pero ve pornografía y nadie le dice que eso es ficción. Les estamos culpando directamente y eso es injusto.

La violencia física es lo que hace saltar la alarma en muchos casos de violencia de género, pero ¿qué ocurre con la psicológica? ¿Son conscientes las adolescentes de esa violencia?

Yo lo pongo sobre la mesa y, además, dándole el valor que merece. A mí me han dado muchas palizas y, al día siguiente, ya no me duelen. Lo que hace que una víctima desarrolle secuelas graves y arrastre tanto sufrimiento es, sobre todo, la violencia psicológica y sexual. Y eso es a lo que menos peso damos. La víctima ni siquiera suele ser consciente de la violencia sexual hasta muchos años después. Una chica lo contó muy bien después de un taller. Me dijo: “Es que no me viola, es que me autoviolo”. Porque, al final, en estas relaciones, el sexo se convierte en la única estrategia que tienes para tener a tu pareja tranquila, para tener la fiesta en paz. Porque si le dices “no” pueden pasar dos cosas: que lo haga igual haciéndote daño o que se vaya diciendo que eres una frígida, que se va de putas y que no vales para nada. Entonces, al final creas estrategias para sobrevivir dentro de esa relación y te das cuenta de que lo mejor que puedes hacer es quedarte quieta y que pase pronto. Muchas chicas a partir de 13 años me dicen: “Marina, no seas exagerada. Si él está todo motivado y tiene ganas, ¿a mí qué me cuesta? Pues me quedo quieta y ya está”.

¿Cuál es la reacción de los chicos al escuchar tu historia?

La respuesta de los chicos es de lo que más orgullosa me siento. Porque es un taller de tres horas sobre violencia de género. Con lo cual, el punto de partida es: “Otra vez vienen aquí a hablarnos y a tratarnos como violadores”. Además, ese mensaje de Vox ha calado de manera muy peligrosa; en el último año he notado muchísimo la agresividad inicial en ese posicionamiento con las frases y los falsos mitos baratos que utiliza Vox. Y cuando el taller va avanzando, intento hacerles ver cómo el machismo nos educa a chicos y a chicas. Primero, ellos empiezan a ser conscientes del precio que pagan por el machismo: que tienen que ser fuertes, valientes, proteger, no pueden emocionarse… Pero el cambio más importante se produce cuando son conscientes del precio que nosotras pagamos: cuando una amiga suya cuenta que llega a casa con la llave puesta al revés por si la atacan, cuando otra dice que siempre va al borde de la acera para que no la metan en un portal, y cuando otra recuerda cómo quedó con un chico que parecía supermajo y abusó de ella. Cuando en cada taller salen diez o quince casos así, el cambio en ellos es brutal. Yo les digo que, estando en silencio, también son cómplices: viendo cómo un colega llama “puta” a su novia, no saliendo de un grupo de WhatsApp en el que se cuelgan barbaridades… Y, de repente, son ellos los que dan un paso hacia adelante y dicen: “No me voy a convertir en el lobo para el que me están educando”.

¿Qué secuelas tiene la violencia de género en una adolescente, en una niña que está en pleno proceso de maduración y crecimiento?

El precio que pagas por sufrir violencia de género en la adolescencia lo arrastras toda tu vida porque en la adolescencia construyes tu autoestima, tu personalidad, tu manera de relacionarte con otras personas, de relacionarte en pareja… Y todo eso lo construyes sobre el maltrato. Yo recuerdo salir con 19 años y ser un papel en blanco. No era absolutamente nadie, no tenía amigos, no sabía quién era, no sabía cómo podía haber aguantado tanto. Todo lo que se supone que era amor era mentira. Durante muchos años, lo que deseaba era morirme. Mis amigas volvieron a aparecer, pero yo era una chica de 19 años a la que perseguían para matar y a ellas les preocupaba que la camiseta no les conjuntara con la falda. En esos momentos, te sientes muy desubicada en el mundo. Y si no se construye bien la autoestima a partir de ahí y no se trabaja con la víctima a nivel psicosocial, puede conllevar muchos trastornos: de personalidad, con las drogas, de abocación a la prostitución… Estamos hablando de problemas muy graves. Hay una parte positiva, que es que los agresores suelen ser también jóvenes, ejercen más violencia y eso puede hacer que la víctima salga, pero si no se trabaja bien y se recupera a las víctimas de manera real y eficaz, les estamos abocando a muchos problemas.

Educar contra la violencia de género es educar desde una perspectiva feminista. En los centros educativos vemos que todavía son los niños los que mayoritariamente ocupan el espacio en el patio. ¿Qué puede hacer la escuela para erradicar estas desigualdades?

El patio del colegio es la representación más clara del lugar que ocupamos las mujeres en la sociedad. El 80 % está ocupado por las pistas de baloncesto y fútbol, que en la inmensa mayoría utilizan los chicos. Y las chicas, mientras, vamos buscando los huecos sin molestar. Algunos centros lo están cambiando ya, muy pocos. Son programas pilotos en los que no hay campos de futbol ni de baloncesto, sino que ese espacio se utiliza para juegos colaborativos. Es necesario reestructurar la escuela sobre esa perspectiva feminista y de igualdad, y no hablamos solo de que haya una asignatura, sino de muchas otras cosas, como modificar esos espacios y esos juegos, o romper los estereotipos sobre los deportes. Porque lo peor del estereotipo es que te impide ser tú misma. Lo peligroso de educar con estereotipos es que estás negando habilidades a tus hijos, les estás quitando oportunidades, les limitas su personalidad. Y eso me parece muy cruel.

¿Qué papel tiene la escuela en esa ruptura de estereotipos? ¿Qué ocurre con el ‘pin parental’ que defiende Vox?

La escuela es un sistema educativo, pero, sobre todo, es un sistema protector. Está concebida también para proteger a nuestros menores. Yo he sido muy perseguida y he recibido amenazas de muerte por el ‘pin parental’. Hay quien cree que tiene la libertad de hacer a sus hijos machistas y homófobos, pero no es así, no la tiene. Y al sistema educativo le toca dar un paso al frente. Porque igual que tenemos totalmente normalizado que una escuela puede avisar a servicios sociales y a las familias cuando un niño viene sin almuerzo repetidamente, tiene que haber identificadores si un niño discrimina. Es muy importante que las escuelas tengan legalmente el poder de proteger al alumnado en esas circunstancias. El odio es muy fácil de contagiar a través de frases baratas. Vivimos en una sociedad que no nos enseña a pensar y eso es carne de cañón para partidos como Vox. El peligro está en cómo está calando su mensaje, de manera muy peligrosa, en la adolescencia. Aunque también es verdad que cuando propicias con los chavales una reflexión crítica, se desmonta por sí solo.

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¿Qué impacto tiene en los niños no ir físicamente a la escuela durante un año?

Por: https://www.vistazo.com
El 97 % de los niños, niñas y adolescentes latinoamericanos está a punto de cumplir casi un año sin pisar la escuela, y con las clases virtuales inaccesibles para los más vulnerables, la región corre el riesgo de perder su futuro por décadas, alerta un informe de Unicef conocido este lunes.
Con casi ocho meses de pausa prolongada para 137 millones de niños y niñas de Latinoamérica (un tiempo cuatro veces más alto que la media global), la agencia de las Naciones Unidas advierte de una posible «catástrofe generacional», provocada por la ausencia de clases presenciales por la covid-19.
«Cada día que pasa con las escuelas cerradas se va dando forma a una catástrofe generacional, que tendrá profundas consecuencias para la sociedad en su conjunto» reitera el reporte.
Uno de los efectos «profundos» de la crisis es que casi 3 millones de niños, niñas y adolescentes están en riesgo de no regresar nunca a la escuela.
Ante estas cifras, América Latina se enfrenta al reto de evitar que el potencial de las nuevas generaciones se pierda y se profundice la desigualdad de la región, devastada por los efectos de la covid-19, con 11 millones de casos hasta la fecha.
APRENDER EN DESIGUALDAD DE CONDICIONES
El jamaicano Wayne Young está preocupado por sus siete hijos: «Creo que mis hijos van a retroceder mucho», admite. «No tienen internet. No tenemos un teléfono celular. No tenemos una computadora porque no podemos pagarla».
Su testimonio, recogido en el informe, pone de relieve la brecha digital en Jamaica, donde internet solo tiene una penetración del 55 %, una injusticia que se extiende por América Latina.
En la región, solo la mitad de los alumnos de las escuelas públicas tiene acceso a clases a distancia de calidad, mientras que en las escuelas privadas esa cifra sube al 75 %, estima Unicef.
Tener internet era «un privilegio en América Latina» ya que «las escuelas de mayores ingresos» eran «las que tenían conexión», advierte a Efe Ruth Custode, especialista de educación de la Oficina Regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
Custode apostilla de que no se trata solo de internet, sino también de tener un ordenador con el que acceder a las clases.
Por eso, lamenta que solo «el 18 % de los niños de los quintiles con los ingresos más bajos» tienen acceso a algún dispositivo, mientras que en los quintiles más altos «esa cifra es del 80 %».
«Con unos padres con mejores ingresos, con un nivel de educación más alto, los niños van a rendir mejor porque van a tener más apoyo. Pero en los grupos más vulnerables donde los padres no tienen un nivel educativo tan alto, ni conectividad, ni recursos, eso se complica aún más», esgrime la especialista.
La desigualdad es más acuciante en grupos vulnerables con niños con discapacidad, migrantes, indígenas o en zonas rurales donde la educación a distancia no llega, según Unicef. En las poblaciones rurales de Bolivia, por ejemplo, solo el 18 % tiene ordenador y el 3 % conexión permanente a internet.
«CATÁSTROFE GENERACIONAL»
Unicef advierte de que el porcentaje de niños, niñas y adolescentes que no recibe educación alguna, ni presencial ni remota, se ha disparado del 4 % al 18 % en los últimos meses.
¿Qué impacto puede tener para un niño o niña faltar a la escuela durante un año? Para Custode, tanto tiempo causa efectos a largo plazo «gravísimos».
«Si no hay realmente procesos de nivelación adecuados, esos niños van a tener un vacío durante toda su vida», enfatiza. Y esa pérdida terminará reflejándose en unos «peores salarios», como ya advirtió el Banco Mundial.
Según el organismo multilateral, cada niño en educación primaria y secundaria en América Latina y el Caribe podría perder de su sueldo entre 242 y 835 dólares cada año y hasta 15.000 a lo largo de su vida laboral.
Eso se traduce en una pérdida de hasta 1,2 billones de dólares en ingresos para los Gobiernos de la región durante el ciclo de vida de esta generación de estudiantes.
Otras consecuencias irán emergiendo a lo largo de su educación, con un aprendizaje inferior y una mayor probabilidad de abandonar las aulas por completo.
Por ejemplo, Unicef y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estiman un aumento de estudiantes de secundaria que caerán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura.
Al menor nivel en las competencias básicas, se le suman las trabas para hacer amigos y aprender aptitudes sociales.
«Nos preocupa mucho la falta de apoyo psicosocial que brindaban las escuelas, porque si los adultos lo estamos sufriendo, imagina qué significa para un niño o un adolescente estar ocho meses encerrado en casa y pegado a una pantalla», expone Custode.
Sobre todo, porque para los «más pequeñitos de nivel preescolar» su aprendizaje principal ahora es sobre todo «su parte social» ya que justamente a los «5 u 8 años se asientan las bases de su desarrollo social».
MÁS QUE UNA ESCUELA
El cierre de las escuelas no solo aplaza la educación para algunas familias, sino que supone la pérdida «de una cantidad enorme de servicios, como el de la salud, de apoyo psicosocial y de protección» para la infancia, añade la especialista.
Al menos 80 millones de niños, niñas y adolescentes de América Latina han perdido las comidas escolares y corren el riesgo de desarrollar deficiencias nutricionales.
«Al no tener acceso a esa comida, también se pierde una motivación para que los padres envíen a sus hijos a la escuela», donde a veces recibían su única comida nutritiva del día.
Los niños, niñas y adolescentes también están más desprotegidos ante la violencia en el hogar. La especialista explica que «muchos niños estarán dedicados a labores domésticas y eso nos preocupa mucho, también en el tema de las niñas puede ser aún más grave, con niñas dedicadas a tareas domésticas, a cuidar de sus hermanitos…».
REABRIR LAS ESCUELAS DEBERÍA SER LA PRIORIDAD
Mientras muchas escuelas en África, Asia y Europa están reabriendo gradualmente, en 18 de los 36 países y territorios de la región las puertas de las aulas permanecen cerradas.
Ante la suspensión masiva de los servicios educativos, Unicef ha brindado apoyo contribuyendo a que 42 millones de estudiantes en la región reciban aprendizaje a distancia y en el hogar a través de la radio, la televisión, Internet y otras plataformas.
Para Custode, la prioridad debe ser «reabrir las aulas, siempre con la máxima seguridad» porque «el mejor sitio para garantizar la educación es la escuela». Para eso, se necesita inversión, ya que 4 de cada 10 escuelas de la región carecen actualmente de instalaciones básicas para lavarse las manos.
La experta insiste en que «no se puede dar una receta universal». Y pone de ejemplo como en sitios rurales, «donde hay una escuela que tiene 20 niños, donde no hay casos de transmisión, no hay necesidad de que esa escuela esté cerrada».
*https://www.vistazo.com/seccion/actualidad-mundial/que-impacto-tiene-en-los-ninos-no-ir-fisicamente-la-escuela-durante-un
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