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Estados Unidos: Feminismo para el 99%: estrategias en debate

A comienzos de 2018, intelectuales de Nueva York llamaron a construir un “feminismo para el 99 %”. Bajo esa idea, inspirada en el movimiento Occupy Wall Street de 2011, tomó cuerpo el manifiesto firmado por Nancy Fraser, Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya que apareció el pasado 8 de marzo. A propósito de su publicación, algunas reflexiones sobre la nueva ola feminista y la perspectiva anticapitalista que proponen sus autoras [1].

El lugar de origen del Manifiesto de un Feminismo para el 99 % [en adelante, el Manifiesto] [2]no es casual: Estados Unidos, en 2017, fue uno de los epicentros del resurgimiento del feminismo, con la Women’s March [Marcha de las Mujeres] que convocó a millones de personas para repudiar al presidente Donald Trump en el primer día de su mandato [3]. Tampoco lo es que salga a la luz cuando se multiplican los debates sobre perspectivas y estrategias en el feminismo porque, como también señalan sus autoras, el movimiento se encuentra en una “encrucijada”.

Su aparición se enmarca en el incipiente cuestionamiento a la hegemonía del feminismo liberal que, durante décadas, monopolizó el discurso de la igualdad de género, sin cuestionar la explotación del trabajo asalariado ni las múltiples opresiones que atraviesan la existencia de la mayoría de las mujeres.

En las páginas del Manifiesto se encuentran las marcas de esta época signada por la revitalización del feminismo y del movimiento de mujeres cuyas protestas globales funcionan, a su vez, como canal de expresión del creciente descontento social que se vive en las sociedades capitalistas.

Desde nuestro punto de vista, la raíz de ese malestar –particularmente entre las mujeres– se hunde en la contradicción que existe entre los relativos grados de igualdad ante la ley alcanzados por ciertos sectores y las aspiraciones que a su vez eso genera en amplias masas y, por otro lado, la persistente desigualdad ante la vida que se profundiza y combina con una multitud condenada a nuevas “ilegalidades”. Algo que es especialmente irritante, en las grandes metrópolis, para la generación que creció con la ampliación de derechos y las políticas tendientes a conseguir, supuestamente, la igualdad de género y el respeto a la diversidad.

Se trata de una contradicción que se fue incubando durante las décadas neoliberales, pero que la nueva crisis económica que eclosionó en 2008 –que no llegó a ser tan aguda como el crack del ‘29, pero se mantiene desde hace más de una década– puso en evidencia al desarrollar elementos de crisis social, como también de creciente ilegitimidad de los propios regímenes políticos. Esta situación motorizó la nueva oleada feminista, expresando un malestar que va más allá de lo que revelan los reclamos coyunturales.

Antineoliberales somos (casi) todos, ¿pero quiénes son anticapitalistas?

Esta crisis orgánica puso en cuestión la hegemonía del relato neoliberal, dejando al desnudo que una minoría vive en la más obscena riqueza, a expensas de empujar a la miseria a cada vez más millones de seres humanos. En 2011, el 15M español con su consigna “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” y luego el movimiento Occupy Wall Street que planteó “Somos el 99 %, ustedes son el 1 %”, fueron las primeras manifestaciones políticas de una generación que se enfrentaba al hecho de que viviría peor que la de sus progenitores.

Desde 2015 irrumpieron las movilizaciones masivas de mujeres, en las que una minoría –cada vez más activa– empieza a reconocer que la desigualdad de género no puede interpretarse escindida de la desigualdad global generada por el capitalismo. Esta idea va cobrando cierta fuerza, aunque sin una definición unívoca. Las más de las veces, esos feminismos que se autodenominan “anticapitalistas”, apenas apuntan contra las peores consecuencias de las políticas neoliberales, pero no se proponen acabar con el sistema. Lo que sí queda cada vez más al desnudo es la impotencia de aquel feminismo liberal para dar respuesta a los problemas y los reclamos de las mayorías y, mucho más aún, su complicidad en la legitimación de que las mujeres ocupen espacios de poder en las democracias capitalistas y sean gerenciadoras de la explotación [4].

Por eso, apoyándose en esto, el Manifiesto expresa que “Hoy podemos pensar en un feminismo anticapitalista, en parte, porque la credibilidad de las élites políticas colapsa en todo el mundo” [5]. Y proponen desafiar por izquierda a aquel feminismo encarnado en Hillary Clinton: “En el vacío producido por el declive del liberalismo, tenemos la oportunidad de construir otro feminismo…” [6] [el destacado es nuestro, más adelante volveremos sobre esta palabra]. Se plantean “señalar el camino que hay que andar para llegar a una sociedad justa” y “por qué nuestro movimiento debe convertirse en un feminismo para el 99 %” [7].

Acuerdos, disidencias y aquello que no se nombra

El Manifiesto avanza, en sus diferentes capítulos ordenados como tesis, en definiciones que compartimos sobre la crisis capitalista; sobre las raíces de la violencia de género y contra las soluciones punitivistas; sobre la normalización y regulación de la sexualidad bajo el capitalismo y la necesidad de liberarla. También compartimos su denuncia de la violencia racista y colonial que se encuentran en el origen del capitalismo y la perspectiva de destrucción del planeta a la que éste conduce, contra lo cual el Manifiesto propone un feminismo antiimperialista, ecosocialista e internacionalista.

Su repercusión a nivel internacional es significativa para quienes venimos construyendo una corriente feminista anticapitalista, socialista y revolucionaria desde hace décadas, contra la posición hegemónica del feminismo tecnócrata liberal que resignificó las luchas emancipatorias como un camino progresivo hacia la igualdad jurídica, es decir, solamente como la búsqueda de ampliación de derechos en las democracias capitalistas que facilitan el desarrollo meritocrático (individual) de algunas. Y para quienes también, en una posición minoritaria, supimos confrontar con la respuesta impotente del posfeminismo que priorizó la deconstrucción, es decir, la revisión de los propios privilegios, como si la opresión estructural y sistémica de determinados colectivos pudiera combatirse, fundamentalmente, con un ejercicio (individual) de autoconciencia.
Es esperanzador que, poniendo en el centro del debate que la opresión de las mujeres es estructural en el sistema capitalista y que, por lo tanto, la salida solo puede ser una transformación radical y colectiva, el Manifiesto haya tenido gran recepción a escala global.

Pero sus autoras, ¿cómo proponen poner en marcha esta transformación? Para cambiar esta situación de raíz, el Manifiesto dice que “el feminismo para el 99 % tiene como objetivo unir movimientos existentes y futuros en una insurrección global de amplia base” [8].

Eso es todo, no dice mucho más al respecto; lo que nos hace pensar que, en sus autoras, existe una confianza ilimitada en el poder de los movimientos sociales. Como si no fuera necesario preparar el enfrentamiento con el Estado (capitalista) –que es un gran ausente en el Manifiesto– que no solo tiene el monopolio de la fuerza, sino que además posee múltiples mecanismos de cooptación y asimilación de aquellos movimientos contestatarios.

No es algo menor: mientras algunos solo conciben los cambios sociales como resultado de la administración de los recursos del Estado o de la labor parlamentaria, es decir, como reformas; otros, idealizando lo social, desdeñan la lucha política. Pero lamentablemente, siempre que los movimientos sociales radicales y transformadores desdeñaron la lucha en la arena política, acabaron dejando que los sectores reaccionarios y reformistas fueran quienes monopolizaran su ejercicio.

¿Cuáles son las tareas preparatorias del feminismo para el 99 % para cumplir su objetivo? Las autoras anticipan una respuesta en la Tesis 11: “Debemos aliarnos, sobre todo, con las corrientes anticapitalistas de izquierda de todos los movimientos que también defienden el 99%. Este camino nos enfrenta directamente a las dos opciones políticas principales que el capital ofrece ahora. Rechazamos no solo el populismo reaccionario, sino también el neoliberalismo progresista [9] [el destacado es nuestro].

A diferencia de las autoras, no consideramos que en política existan vacíos, como señalan en las primeras páginas. La realidad indica que, a la crisis de hegemonía neoliberal no se le presenta únicamente la alternativa del populismo reaccionario, sino también otras opciones políticas que también son sostén de las democracias capitalistas y que, curiosamente, no son mencionadas en el Manifiesto. Nos referimos a los populismos de izquierda o neorreformismos como el de Syriza en Grecia que, una vez en el poder, aplicó los planes de ajuste de la troika de la Unión Europea contra el pueblo griego, o el de Podemos, en el Estado Español, que pasó de ser la esperanza de “los indignados” a convertirse en un sostén del régimen de la Transición, suplicando al socialismperialista PSOE conformar un gobierno de coalición.

No son ejemplos aislados: frente al populismo de derecha trumpista y el rearme del neoliberalismo “progresista”, se ensaya una tercera opción que, con sus diferencias, se presenta como malmenorismo o populismo de izquierda, en casi todas las latitudes.

Las autoras del Manifiesto se preguntan en la Tesis 4: “¿Conseguirán quienes se apropian del beneficio convertir las contradicciones sociales del capitalismo en nuevas oportunidades para acumular riqueza privada? ¿Asumirán líneas importantes de la rebelión feminista, incluso cuando reorganicen la jerarquía de género? ¿O será el alzamiento masivo contra el capital finalmente, el ‘acto por el cual la raza humana que viaja en el tren [fuera de control] tira del freno de emergencia’? (W. Benjamin)” [10].

Las respuestas no pueden anticiparse, porque nada de eso se dará por el simple desarrollo de los acontecimientos, sino por la lucha de fuerzas vivas. Se trata de la lucha de los movimientos, de la lucha de clases; pero también de la lucha política que daremos hoy desenmascarando a aquellos que se presentan como alternativa malmenorista y representan el rostro más afable de las democracias capitalistas ante la deslegitimación de sus variantes tradicionales. Por eso, alertar que se preparan “asumiendo líneas importantes de la rebelión feminista”, para evitar que sea verdaderamente una rebelión y, mucho menos, un “alzamiento masivo contra el capital”, es una tarea del momento.

Aunque el Manifiesto omita un posicionamiento explícito sobre este sector político, ya en declaraciones públicas, dos de sus autoras señalaron que –con mayor o menor desagrado– votarán a Bernie Sanders quien, con un discurso redistributivo y hablando de “socialismo”, participa de las elecciones norteamericanas como candidato del sanguinario Partido Demócrata. Como si se pudiera cambiar el carácter del imperialismo norteamericano “desde adentro”, cuando en realidad, lo que sucede es lo contrario: ya está comprobado que el sistema termina integrando a las y los líderes más carismáticos, asimilando a los movimientos que encuentran en ellos a sus representantes.

Además, como bien saben las autoras del Manifiesto, ese 99 % que los populismos de izquierda pretenden arrebatarle a la derecha en el terreno electoral, no es un “pueblo” homogéneo, sino una construcción abstracta que incluye a poseedores de capitales medianos y a los expropiados históricamente por los grandes, medianos y pequeños capitalistas; a empleados de élite cuyos ingresos son tan cuantiosos que les permiten acumular propiedades y tener altísimos niveles de consumo, mientras explotan el trabajo mal pago de niñeras, choferes y cocineras sin papeles.

Los intereses de las mujeres trabajadoras y los intereses de los burgueses pequeños o las burguesías nacionales –socias menores y a veces, afectadas, por las grandes concentraciones del capital financiero, pero que viven de la explotación del trabajo de otras y otros– no pueden consensuarse en una misma perspectiva política contra el “1 %”.

Porque, a diferencia de las matemáticas, en la política hay sumas que restan. Y esto se observa no solo en la campaña de Sanders sino también en Argentina donde, bajo el auspicio del Vaticano, se unió a gran parte de los opositores progresistas, de centro y derecha en un “Frente de Todos” contra el gobierno de Macri. En ambos casos, como en tantos otros países, se intenta subordinar el movimiento feminista a partidos políticos pequeñoburgueses o burgueses (¡incluso imperialistas o con gran injerencia eclesiástica!), que bregarán por sostener el sistema capitalista, en contra y a pesar de las mujeres [11].

Por el contrario, consideramos que, en lo inmediato, la tarea de un feminismo anticapitalista debería ser diferenciar claramente quiénes son nuestros aliados y quiénes nuestros enemigos.

Huelga feminista: ¿un puente entre la política de la identidad y la política de clase?

La metáfora del 99 % se fundamenta en la atomización y fragmentación de las clases explotadas y los sectores oprimidos, durante las décadas de la ofensiva neoliberal. Sin embargo, aunque esto es un hecho, también es lícito mencionar que la restauración capitalista no solo cambió la fisonomía de la clase asalariada, sino que extendió inusitadamente el trabajo asalariado a nivel mundial.

Por primera vez en la historia del capitalismo, las mujeres constituyen, aproximadamente, el 47 % de esa numerosa clase, sin que hayan dejado de ser las principales responsables del trabajo gratuito de reproducción que se realiza en los hogares individuales. Sin embargo, lo verdaderamente novedoso y desafiante es que, actualmente, 1.300 millones de mujeres (el 54 % de las que se encuentran en edad económicamente activa) participan en el mercado laboral [12], cambiando drásticamente la apariencia de ese “proletariado masculino blanco” que solo pervive en la nostalgia de las traidoras burocracias sindicales.

Nos parece que estos cambios en la composición de la clase socialmente (pero no absolutamente) mayoritaria, se expresan en la adopción, por parte del movimiento feminista, del término “huelga”, un método de lucha tradicional del movimiento obrero. Porque, aun cuando la mayoría de las organizaciones feministas no se lo proponga [13], la consigna de la huelga es una herramienta para que el feminismo –como movimiento policaclasista aún mayoritariamente urbano, donde los sectores ilustrados de la pequeñoburguesía ejercen su hegemonía política e ideológica– entable un diálogo novedoso con sectores cada vez más amplios de trabajadoras asalariadas.

También es un arma para que estas puedan desafiar a las direcciones sindicales burocratizadas, exigiendo compromisos concretos con demandas de una parte cada vez más mayoritaria de sus bases, que deben movilizarse por fuera de los sindicatos para hacer oír estos reclamos y, muchas veces, ni siquiera tienen derecho a participar de estas organizaciones.

Consideramos que la “reinvención” de la huelga que señala el Manifiesto no pasa por bautizar con ese nombre a todas las acciones feministas, cualesquiera sean, ni tampoco por reivindicar el retraimiento de tareas en “esa visión amplia de lo que se entiende por cuestión laboral”, donde las autoras mezclan confusamente la huelga del trabajo doméstico, con la “del sexo y de las sonrisas” [14]. Como señala Lorna Finlayson sobre las limitaciones de este tipo de huelgas, “el abandono del trabajo remunerado golpea al capitalista con la pérdida permanente de ganancias. El abandono del trabajo reproductivo no remunerado es menos directo. Si el trabajo adquiere la forma de cuidado de otras personas vulnerables, como niños o ancianos, el abandono puede no ser una opción aceptable. En el caso en que el trabajo no es una cuestión de vida o muerte, como lavar la ropa o pasar la aspiradora, la mujer lo hará más tarde o lo hará otra persona. O nadie lo hará y la casa estará un poco más desordenada. En el mejor de los casos, un marido o un novio podrán sentir vergüenza por hacer algo que normalmente hace la mujer. El capitalista no sufre, ni siquiera se da cuenta” [15].

Por el contrario, esta nueva reivindicación del método de la huelga deberíamos ponerlo al servicio de fortalecer a las trabajadoras asalariadas en su enfrentamiento a la patronal, al Estado y a la burocracia sindical cuando, como describe el Manifiesto, “lejos de centrarse solo en los salarios y las horas, también apuntan al acoso y a la agresión sexual, a las barreras a la justicia reproductiva y a las restricciones al derecho a huelga” [16].

La tarea actual de un feminismo anticapitalista debiera ser combatir en los sindicatos, especialmente en aquellos sectores de la producción y los servicios altamente feminizados, para conseguir unir lo que la burocracia divide. Pero en el Manifiesto, que habla de clase trabajadora, de huelga, de anticapitalismo y lucha de clases, la burocracia sindical no está siquiera mencionada y, peligrosamente, se adjudica a los sindicatos en general la política corporativa, economicista y corrosiva de sus direcciones.

Recuperar las organizaciones de la clase asalariada de manos de esta burocracia, para que sean verdaderos organismos democráticos del conjunto de la clase que no fortalezcan sino que combatan las divisiones entre nativos y migrantes, hombres y mujeres, permanentes y contratados, con derecho a sindicalización o no, es también una tarea preparatoria. Esas instituciones de larga historia del movimiento obrero, desde esta perspectiva, permitirían hacer mucho más efectiva la huelga y recomponer un puente entre la clase asalariada y el movimiento feminista que, efectivamente, lleva roto casi un siglo. Pero por más que el Manifiesto se propone brindar algunas herramientas en este sentido, parte de una matriz de la cual, por el contrario, se va hilvanando la negación de una estrategia que lo haga posible.

Por una estrategia de clase, anticapitalista, revolucionaria y socialista

Aunque se despliegue más ampliamente en el epílogo, desde las primeras tesis puede advertirse que las autoras conciben este Manifiesto en el marco conceptual de la teoría de la reproducción social. Ellas señalan que la afirmación de que el capitalismo funciona por la extracción de plusvalía es incompleta; que existe “una verdad que el capitalismo se conjura para ocultar: el trabajo remunerado para la obtención de beneficios no podría existir sin el trabajo (usualmente) no remunerado de la creación de vida. Por ello, la institución capitalista del trabajo asalariado esconde algo más que la plusvalía. Esconde también sus marcas de nacimiento: el trabajo de la reproducción social que es la condición de su posibilidad” [17].

Para las autoras, la crisis capitalista actual es, fundamentalmente, una crisis de la reproducción social, incluyendo en este concepto no solo el trabajo doméstico no remunerado ya mencionado, sino también las ramas de servicios que garantizan la reproducción social con la explotación del trabajo asalariado, mayoritariamente, de mujeres (salud, educación, etc.). Un tercer aspecto de esta crisis de la reproducción social es el que concierne a la relación que crea el imperialismo entre mujeres con mejores salarios o profesiones liberales que viven en las metrópolis y que se ven “liberadas” del trabajo doméstico, mediante la contratación (precarizada) de mujeres migrantes, racializadas, etc. Mujeres que, a su vez, delegarán en otras –cuyo lugar es aún más vulnerable en esta cadena– el trabajo de reproducción de sus propios hogares: niñas o ancianas que cuidarán de hermanos o nietos, limpiarán y cocinarán, sin remuneración alguna.

Contra toda versión reduccionista burdamente economicista (sindicalista) del marxismo, esta enunciación no nos resulta desdeñable. Junto con las autoras del Manifiesto, también consideramos que la clase obrera no está constituida solo por aquellos que trabajan “en fábricas o en minas”. Que también son parte de la clase trabajadora quienes se desempeñan “en el campo y en casas particulares; en oficinas, hoteles y restaurantes; en hospitales, guarderías y escuelas; en el sector público y en la sociedad civil; el precariado, los desempleados y aquellos y aquellas que no reciben remuneración a cambio de su trabajo” [18].

Pero si en la descripción sociológica de la clase trabajadora no hallamos grandes diferencias, en las definiciones políticas que de allí se derivan encontramos las controversias principales.

En primer lugar porque, su matriz teórica las lleva a sostener que, todos estos sectores que integran la clase trabajadora tienen “igual importancia” [19] a la hora de enfrentar –con posibilidad de afectar profundamente– el sistema capitalista. Y de allí derivan que “la lucha de clases incluye las luchas por la reproducción social” [20], poniendo como ejemplos las luchas por la educación gratuita, la vivienda o el transporte público, entre otras. Más aún, sostienen que esas luchas “constituyen ahora la vanguardia de proyectos capaces de cambiar la sociedad de arriba a abajo” [21].

Por el contrario, consideramos que la clase trabajadora participa en estos movimientos diluida en una “masa ciudadana”, por la negativa de sus direcciones sindicales para que esa fuerza conduzca los justos reclamos de amplios sectores en una lucha anticapitalista. Y para esto, las burocracias sindicales actúan también en consonancia con las direcciones políticas de otras clases y sectores que también participan de los movimientos sociales, intentando canalizar sus demandas a través de los partidos políticos del régimen, para evitar cualquier radicalización.

Las autoras del Manifiesto, por el contrario, sostienen en la Tesis 11, sobre el trabajo asalariado industrial que “insistir en su primacía no es fomentar, sino más bien debilitar, la solidaridad de clase” [22].

Sin embargo, herir de muerte al capitalismo requiere del poder de fuego que tienen aquellos sectores que manejan los principales resortes de la producción y también de los servicios que posibilitan la realización de las ganancias capitalistas. Y, por supuesto, requiere también que estos sectores (donde ahora la participación de las mujeres es muchísimo más alta que hace apenas unas décadas atrás) establezcan una alianza con todos los demás sectores de clases oprimidos en el capitalismo.

Por eso, consideramos que es una tarea del feminismo que se reivindica anticapitalista combatir contra las direcciones corporativas del movimiento obrero que mantienen una separación arbitraria y funcional al capitalismo, entre las demandas económicas de las y los asalariados y las demandas democráticas que afectan a más amplias masas. Pero, asimismo, es necesario batallar contra las direcciones (también corporativas) de los movimientos sociales que, negando ese poder de fuego de los sectores concentrados de la clase trabajadora contra el capital, intentan subordinar estas luchas democráticas a una perspectiva limitadamente reformista, cada vez más utópica en el marco de la crisis. 
Dicho en otras palabras, el feminismo anticapitalista es un feminismo de y desde la clase trabajadora, es decir, del sujeto social al que el capitalismo estructura en una posición estratégica para su funcionamiento (y desde allí establece sus alianzas) o se terminará disolviendo en un movimiento impotente para trascender el horizonte de las reformas. Claro está que, para hacerse efectivo ese potencial objetivamente revolucionario de los sectores más concentrados de la clase asalariada, debe transformarse en disposición efectiva y consciente a liderar incluso a sectores de otras clases oprimidas también por el capital.

Conseguirlo, también es una tarea preparatoria. Porque a diferencia de cuando emergió la ola feminista de los años ‘70, que fue parte de los procesos de radicalización social y política a lo largo y ancho del planeta, en este momento aún predomina una perspectiva reformista. Sin embargo, no somos pesimistas, porque nuevos fenómenos de la lucha de clases y fenómenos políticos de carácter internacional (como esta nueva ola feminista) pueden ser el preanuncio de una nueva etapa.

Si el feminismo anticapitalista aspira a no ser un mero espectador de los acontecimientos, sino a intervenir decisivamente en la realidad para transformarla, hoy tiene la tarea de librar esta batalla política e ideológica para que gran parte del movimiento adopte esta perspectiva revolucionaria, preparándose para los futuros acontecimientos.

Un marxismo estratégico –opuesto teórica y políticamente a las corrientes economicistas que lo han convertido en una brutal caricatura totalitaria– tiene el desafío no sólo de elaborar elocuentes análisis sobre el capitalismo patriarcal, como los publicados en el Manifiesto, sino también de aventurar hipótesis estratégicas y construir una organización, para que oprimidas y explotadas, junto a otros oprimidos y explotados, puedan pasar –cuando las circunstancias lo permitan–, de la esforzada y paciente resistencia a conquistar la victoria.

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NOTAS AL PIE
[1Agradecemos las lecturas críticas de compañeras de nuestra corriente internacional, cuyos comentarios fueron fundamentales para la elaboración de este artículo.
[2C. Arruzza, T. Bhattacharya y N. Fraser, Manifiesto de un feminismo para el 99 %, Barcelona, Herder, 2019.
[3La creciente visibilización de la violencia machista –femicidios, abusos sexuales, impunidad para los acusados y culpabilización de las víctimas– fue el motor de la mayoría de las protestas multitudinarias protagonizadas por mujeres en otros países como Argentina (Ni Una Menos, 2015), Italia (Non una di meno, 2016) o el Estado español (Yo sí te creo, 2018); pero también de campañas en redes sociales en Estados Unidos (#MeToo, 2017) o en Francia (#BalanceTonPorc, 2017). Al mismo tiempo, otras movilizaciones surgieron del intento de evitar la restricción del derecho al aborto (Polonia, 2016), para denunciar la brecha salarial (Islandia, 2018) o exigiendo el aborto legal (Argentina, 2018), motivando multitudinarias acciones organizadas de mujeres.
[4Para una lectura sobre el feminismo en las décadas del neoliberalismo ver D’Atri, A. y Liff, L., “La emancipación de las mujeres en tiempos de crisis mundial”, Parte I y II, en revista Ideas de Izquierda N.º 1 y 2, agosto y setiembre de 2013.
[5Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 18.
[6Ibíd., p. 19.
[7Ídem.
[8Ibíd., p. 78.
[9Ibíd., p. 75.
[10Ibíd., pp.37-38.
[11Mencionamos el ejemplo de Argentina, porque es uno de los lugares donde más desarrollo tuvieron las movilizaciones de mujeres en los últimos años (Ni una menos, Marea verde) y por ello es citado por las autoras del Manifiesto como un ejemplo inspirador.
[12Tasa de participación en la fuerza laboral, mujeres (porcentaje de la población femenina entre 15-64 años), estimación modelado OIT. Tasa de la fuerza de trabajo total, modelado datos Banco Mundial, disponibles en https://data.worldbank.org/.
[13Salvo en el Estado Español, donde en la huelga feminista del pasado 8 de marzo, lograron el acatamiento de una gran parte de los sindicatos.
[14Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 25.
[15Finlayson, L., “Travelling in the Wrong Direction”, en London Review of Books, Vol. 41 N.º 13, 4 de julio de 2019.
[16Arruzza, Bhattacharya y Fraser, ob. cit., p. 25.
[17Ibíd., p. 92.
[18Ibíd., pp. 42-43.
[19Ibíd., p. 42.
[20Ibíd., p. 43.
[21Ibíd., p. 44.
[22Ibíd., p. 77.
Fuente de la Información: https://laizquierdadiario.com/Feminismo-para-el-99-estrategias-en-debate-134929
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Tres pasos para convertirte en autor de recursos educativos abiertos

Los docentes generan un sin número de materiales educativos que comparten con sus alumnos cada ciclo escolar. Desgraciadamente, la mayoría de estos recursos tan valiosos permanecen resguardados en un cajón. Pocos profesores tienen en mente que sus materiales didácticos pueden ser conocidos, compartidos y utilizados por otros docentes alrededor del mundo, dando crédito al autor original. ¿Cómo puede un profesor convertirse en autor de sus propios recursos educativos? ¿Qué habilidades digitales requiere para lograrlo? Las respuestas a estas interrogantes las comparto a continuación.

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      La proyección y diseminación de los materiales educativos en estas plataformas virtuales son el mejor medio para compartir a la comunidad académica y sobre todo al público en general recursos académicos o educativos de alto valor y utilidad

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        • Utilizar procesadores de texto alternos

        La mayoría de los contenidos educativos están en formato de texto, el uso de programas o licencias de pago para la creación de textos no debe ser un problema. Ya sea por los altos costos de los softwares disponibles en el mercado o por la imposibilidad de conseguirlos por otros medios, las opciones para usar procesadores de texto alternos a los ya conocidos es una opción viable para todo el público. Existen programas como WPS Office, que en su versión gratuita tiene todo lo necesario para editar, crear o reutilizar contenidos en formato de texto, además de editores de presentaciones y hojas de cálculo.

        Te invitamos a explorar la información de cada uno de los pasos descritos y a contactarme para poder llevar estas actividades a tu universidad, instituto o centro escolar de manera virtual o presencial. Que el conocimiento no se quede archivado en tu escritorio, compártelo con el mundo y deja que el mundo te reconozca.

        Acerca del autor

        Antonio Canchola (antonio.canchola@hotmail.com) se ha desempeñado como profesor universitario y director escolar.

      • Actualmente es doctorante en el programa de Doctorado en Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey. Sus líneas de investigación son: alfabetización digital, andragogía digital y lifelong learning.

        Referencia

        UNESCO (2019). Recursos educativos abiertos. [online] UNESCO. Available at: https://es.unesco.org/themes/tic-educacion/rea [Accessed 26 Jun. 2019].

        Cita recomendada para este artículo

        Canchola, A (2019). Tres pasos para convertirte en autor de tus propios recursos educativos. Edubits. Recuperado el 29 de julio 2019 de https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/tres-pasos-para-convertirte-en-autor-de-tus-propios-recursos-educativos

        Fuente de la Información: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/tres-pasos-para-convertirte-en-autor-de-tus-propios-recursos-educativos

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    Colombia: Suspenden a gobernador colombiano por corrupción en contrato de educación

    (Bogotá, 29 de julio (EFE).- La Procuraduría General de Colombia suspendió por tres meses al gobernador encargado del departamento de La Guajira, Wilbert Hernández Sierra, por presuntas irregularidades en un contrato de educación valuado en 11.415 millones de pesos (unos 3,4 millones de dólares), informó este lunes la entidad.

    El órgano de control detalló en un comunicado que pretende establecer la existencia de posibles faltas cometidas durante la suscripción del contrato con la empresa Nuevas Tecnologías de Innovación, Ingeniería y Telecomunicaciones NIU TELCO S.A.S.

    Con el acuerdo se buscaba el «fortalecimiento de competencias comunicativas del idioma inglés en los docentes y estudiantes de las IEO (Instituciones Educativas Oficiales) del departamento de La Guajira«.

    Según la entidad, el contrato se habría firmado pocas horas antes de que entrara en vigencia la Ley de Garantías, que se aplica tres meses antes de cada elección y que prohíbe a los mandatarios locales firmar contratos e inaugurar obras públicas, entre otras acciones.

    Debido a lo anterior, la Procuraduría Regional de La Guajira abrió una indagación preliminar y ordenó que se realizaran pruebas, entre ellas una visita a la sede de la empresa en Cúcuta, fronteriza con Venezuela, aunque no se encontró la dirección registrada.

    «Ante estas evidencias, el ente de control ordenó el traslado del proceso a Bogotá, la apertura de investigación y la suspensión, como medida cautelar, de Hernández Sierra para evitar la reiteración de la presunta falta disciplinaria o su participación en un nuevo proceso que pueda vulnerar los principios que rigen la contratación estatal», agregó la información.

    Como parte de la pesquisa, la Procuraduría busca recolectar pruebas que determinen si Hernández Sierra cometió faltas disciplinarias y solicitó información a la compañía sobre su constitución y los elementos con los que contaba para cumplir con el contrato.
    De igual forma, pidió que se investigue al gobernador del departamento de Norte de Santander, William Villamizar Laguado, pues al parecer «habría suscrito un negocio jurídico» similar de enseñanza en esa región.

    Fuente de la información: https://www.noticias24.com/internacionales/noticia/147344/suspenden-a-gobernador-colombiano-por-corrupcion-en-contrato-de-educacion/
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    Fin de Año sin Reforma

    FIN DE AÑO SIN REFORMA 

    Gustavo Villamizar Durán

    Culmina el lapso escolar 2018-2019, momento especial para revisar lo que aconteció en él y lo que significó para el adelanto de la muy urgente transformación del cada día más deteriorado modelo educativo. Ha sido un año atípico, para utilizar una expresión muy común entre los directores de equipos de fútbol a la hora de justificar resultados ingratos, porque en este lapso la labor cotidiana de la escuela se vio interrumpida en muchos centros de todo el país, aun cuando en esta ocasión la causa de tales alteraciones no fue la violencia política. Para más, desde los primeros días de enero se soltó el golpe de estado permanente que desde entonces pesa sobre el país y sus gentes, con todos sus singulares elementos humorísticos, lamentables y trágicos. Eso por un lado y por el otro, es decir al relativo a los planteles, resulta fácil observar que el trabajo no fue exactamente algo destacable y menos aún, los esfuerzos por cambiar algo aunque pequeño en la rutina diaria de nuestro sistema escolar.

    Este sopor que va consumiendo días y horas de docentes, educandos y todo el que participa en su cotidianidad, parece alcanzar  situaciones extremas. Nuestro sistema escolar ha entrado en una suerte de marasmo en el que el propósito fundamental de enseñar y aprender no constituye  el centro de atención. Ese desgano que cunde diariamente en los planteles, matizado por algunos eventos más de celebración de efemérides que pedagógicos, es la cruda expresión de un profundo deterioro del modelo educativo vigente, aun cuando se declare la puesta en marcha de una transformación que no aparece.

    Tiempo es de reiterar que las crisis educativas no son meramente administrativas o de funcionamiento, sino sobre todo paradigmáticas y/o nocionales. Es decir, lo que entra en crisis no es tan solo la organización de sistema escolar, las condiciones laborales o la dotación de recursos para el trabajo, sino las nociones que sirven de base a los modelos educativos: aprendizaje y enseñanza y las demás que de ellas se desprenden.  Es el cuerpo nocional,  cimiento de la labor esencial de enseñar y aprender propia de la escuela, lo que hace rato está en quiebra y requiere una revisión a fondo. Son los principios que sostienen el modelo conductista implantado mediante las reformas de los 70 y 80 del siglo XX, los  que en su agonía están haciendo estragos en nuestra educación. Es ese modelo que llenó nuestras escuelas de planificaciones en “términos de conducta observable” reducida a los 28 verbos de una insostenible  taxonomía, nos colmó de habilidades y destrezas como objetivos básicos del aprendizaje,  colocó en los planes de trabajo a alumnos y maestros en la  columna  de los recursos compartiendo espacio con el pizarrón, la tiza, los textos o el video beam, puso a los docentes a “administrar programas como forma de adelantar la instrucción”,  instituyó el texto didáctico con sus pildoritas elementales respecto a todos los saberes, saturó el lapso escolar de evaluaciones objetivas,  y nos hizo creer que marcar con una X o completar una oración eran formas de expresión  del saber.

    No hay transformación del modelo educativo en tanto que no se involucre como factores protagónicos a los docentes y ello es imposible sin una  sólida preparación teórico-práctica que  propenda a cuestionar los principios pedagógicos básicos y se supere la creencia de que propósitos tan ambiciosos se alcanzan mediante  simples instrucciones para “adiestrar” a actores insustituibles. La circunstancia se agrava porque  los materiales relativos a las reformas que se han hecho públicos,  tienen un carácter de informe burocrático, resultan muy pesados, carentes de encanto o motivación para abordarlos.

    En tales circunstancias, se me ocurre, para ofrecer a los educadores un material básico asequible, que logre interesarlos en el debate educativo y la práctica transformadora, sin que se conviertan en complicados procesos, una idea que está a la mano aunque requiere una importante inversión. Sin haber consultado a la autora y sin que medie para nada el afecto de una larga amistad, me atrevo a lanzar la propuesta  al Ministerio del Poder Popular para la Educación, si fuere posible,  hacer una edición especial del libro “La Investigación en la Escuela – Casa de la  Cultura. Proyectos, actividades y recursos”, publicado por la Profesora Aurora Lacueva, el cual considero con absoluta sinceridad, como el trabajo más importante en  materia educativa aparecido en los últimos tiempos en el país. Esa edición debe  llegar a todos los planteles y docentes desde educación inicial hasta la secundaria general y técnica,  con la intención de convertirlo en el elemento primario  para la discusión del proceso transformador y el impulso que este requiere desde la práctica pedagógica cotidiana, lo cual no descarta el acceso y uso de otros autores y propuestas alternativas. Por supuesto, debe tomarse  como un contenido abierto, flexible, confrontable y modificable.

    Autor: Gustavo Villamizar Durán

     

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    El Salvador: Don Pedro Jaime de Matheu: el primer olímpico salvadoreño

    Diplomático, hombre de letras, gentilhombre y amante del deporte, el compatriota Pedro Jaime de Matheu fue fundamental para que el Olimpismo no muriera en América Latina durante la I Guerra Mundial.

    La historia del deporte salvadoreño es la historia de El Salvador. Existe, vive. No se ha perdido, pero necesita de un arduo trabajo de confección. La historia del país es una infinita colección de retazos dispersos necesitados de unión para luego ser contados.

    En octubre de 1916 y por iniciativa del Barón Pierre de Coubertin, fundador del movimiento olímpico moderno, se conformó en París el Comité de Propaganda Olímpica para América Latina. Europa padecía los dramas de la Gran Guerra y el movimiento aún incipiente temía venirse abajo, que la exposición de su filosofía se perdiese en el conflicto armado.

    El trabajo del comité, presidido por Enrique Dorn y de Alsúa, embajador de Ecuador en Francia, fue el de propagar el ideal olímpico en la América hispanoparlante. Con esta intención  el fundador del movimiento olímpico moderno, el Barón de Coubertin, confió la traducción de su texto “¿Qué es el Olimpismo?” a otro de los miembros del nuevo comité: Pedro Jaime de Matheu Salazar, embajador salvadoreño en París.

    Pedro Jaime de Matheu Salazar nació en San Miguel, el 8 de marzo de 1876. Fue con 27 años que se marchó del país al ser nombrado cónsul general de El Salvador en Francia, con residencia en París. Reemplazaba al fallecido Rafael Zaldívar como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de El Salvador. Desde entonces participó activamente en la defensa diplomática de los intereses del país ante esa nación, apenas una de seis con legación salvadoreña en aquel entonces.

    Desde esa posición es que conoce a De Coubertin. “Pude establecer en 1916 un comité interino, cuya piedra angular fue el Sr. de Matheu, cónsul (sic) general de El Salvador, y gracias a él se llevó a cabo la más activa propaganda”, escribió De Coubertin en sus memorias.

    ¿Por qué era tan importante tener traducido a todos los idiomas posibles ese documento? 

    Recordemos que el Comité Olímpico Internacional fue fundado en 1894 tras reunión de asociaciones deportivas mundiales en La Sorbona, en París, y desde entonces comunicó sus actividades y resoluciones en documentos distribuidos, primero con un boletín y a partir de 1901 con la publicación de “Revue Olympique”.

    Pero la Primera Guerra Mundial terminó con la publicación olímpica y con la posibilidad para dar a conocer los avances del COI y divulgar los ideales olímpicos. De Coubertin, reconociéndose como servidor de su patria, depositó la presidencia  del Comité Olímpico Internacional en su colega y amigo, el suizo Baron Godefroy de Blonay.

    Baron Pierre de Coubertin.

    Y por ende, en Pedro Jaime de Matheu Salazar depositó la tarea de conducir la propagación del mensaje olímpico en América Latina. Como secretario general del comité interino formado por De Coubertin, logró con sus publicaciones ser “efectivos en la divulgación de la idea Olímpica en países de habla hispana”. El folleto traducido por de Matheu Salazar fue distribuido “ampliamente en los países de Sudamérica”, escribió De Coubertin en sus Memorias.

    LAUSANA, EL HITO
    En abril de 1919, en el Hotel Beau-Sejour en Lausana, comenzó la 17ª. Sesión del Comité Olímpico Internacional, primera reunión del COI tras los años oscuros del primer conflicto mundial que provocaron una drástica caída en la cantidad de miembros activos del COI. Solo ocho de los 46 miembros habían asistido a la última sesión del COI antes de la Guerra, en junio de 1914. Después de la sesión de 1919, el Comité llevaría el número de sus miembros a 25. Entre ellos, por supuesto, con todos los merecimientos, al salvadoreño Don Pedro Jaime de Matheu Salazar.

    Lausana 1919 se convirtió en una de las sesiones más importante del olimpismo. El movimiento demostraba vida después del conflicto, aumentaba la cantidad de sus miembros y variaba la procedencia de los mismos. De Matheu Salazar arrancaría su participación activa en el movimiento olímpico asistiendo a los Juegos de Amberes como representante del Comité Olímpico Salvadoreño, nombrado así por la Comisión Nacional de Educación Física que presidía don Alfonso Quiñónez Molina, quien un par de años más tarde sería presidente constitucional de El Salvador.

    El diplomático salvadoreño fue miembro del COI desde aquel 1919 y durante 23 años hasta su fallecimiento en Madrid, en 1941.

    Su participación más activa fue en la primera mitad de su membresía, en la década de los 20 y de esta se puede inferir que su dedicación por los ideales olímpicos trascendió la mera amistad con de Coubertin o la traducción de sus folletos. De Matheu fue fundamental en la reunión de México y naciones centroamericanas y del Caribe para la creación de los Juegos de esa región. En febrero de 1926, en una carta, Pierre de Coubertin felicita a de Matheu Salazar por su ardua tarea en la propagación del ideal olímpico. El manuscrito arranca diciendo “Querido colega y amigo…”.

    La relación con el fundador del olimpismo moderno fue siempre muy cercana. Coubertin le dedicaba cartas con comentarios muy personales sobre la tarea que ambos desempeñaban. Quizás por la relación abierta cuando lo encomienda para el comité de propaganda del ideal olímpico, De Matheu Salazar se refería a él como “mi gran amigo”. Así comenzó una carta en la que felicita a Coubertin por la propuesta hecha por el comité del premio Nobel para que se le entregase al fundador del COI el premio de la paz vacante en 1928, en el siguiente año 1929. “Te has empleado más que nadie para unir a las personas y confraternizarlas con sentimientos nobles y elevados”, le escribía Don Pedro Jaime.

    UN LEGADO ABRUMADOR
    De Matheu Salazar logró dejar huella no sólo en el espíritu de Coubertin sino dentro del organismo. Las minutas de la Sesión del COI, realizada en el Salón permanente del ayuntamiento de Barcelona el 25 de abril de 1931, destacan que la votación fue cerrada y que las deliberaciones de Don Pedro Jaime fueron fundamentales para abrir paso al aumento de la participación femenina. También promovió el fortalecimiento de los eventos culturales dentro del programa de los Juegos Olímpicos, y en gran medida fue suyo el mérito de la conocida como Olimpiada Cultural de la cuál su hijo, el pintor Pedro de Matheu Montalvo, fue parte dentro de la exhibición oficial de Los Ángeles en 1932.

    Cerca del arranque de la Segunda Guerra Mundial y ante el inminente peligro que significaba otro conflicto para la posteridad del movimiento olímpico, el secretario adjunto y consejero técnico del COI en aquella época, el alemán Werner Klingeberg, contactó a De Matheu Salazar para conocer la realidad deportiva de los países de América Latina y evaluar la posibilidad de llevar los Juegos a este continente.

    “Le agradecería muchísimo que me enviara algunas de sus excelentes experiencias en esos países que me dé algunos consejos”, le escribió Klingeberg en septiembre de 1939. Un mes más tarde, De Matheu le respondió: “Acabo de recibir una carta del comité olímpico argentino de que Argentina tomaría la iniciativa de celebrar los Juegos Panamericanos en caso  que los Juegos de la XII Olimpiada en Helsinki (a celebrarse en 1940) no pudieran ser”.

    Desplazado del servicio diplomático salvadoreño por el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez, quien además dejó de pagar sus obligaciones con la legación salvadoreña que representaba, De Matheu Salazar pasó a ser cónsul honorario en Madrid para la República de Honduras.

    Desde este puesto continuaría su tarea en los años del conflicto civil español. Fue en su sede diplomática del No.51 del Paseo de la Castellana, que ofrecería albergo a los perseguidos por los revolucionarios españoles al tiempo que las tropas avanzaban a Madrid. Era marzo de 1937. Ahí  apareció pidiendo refugio José María Escrivá de Balaguer.

    Estos son retazos de la relevancia de un salvadoreño que estuvo en el corazón de la historia política y deportiva del siglo XX. Son retazos que han quedado sueltos, a falta de ser unidos para reconstruir nuestra historia deportiva, esa historia que vive y es la nuestra, salvadoreña línea por línea.

    Fuente de la Información: https://www.laprensagrafica.com/deportes/Don-Pedro-Jaime-de-Matheu-el-primer-olimpico-salvadoreno-20190729-0359.html

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    Niñas en medio de las crisis, una alerta desde ONU

    Naciones Unidas, 29 jul (Prensa Latina) Para alertar sobre la situación desesperada de las niñas atrapadas en medio de una crisis, abre hoy en el lobby del cuartel general de ONU la exposición fotográfica Algún día lo haré.

     

    Según anunciaron sus organizadores, la secretaria general adjunta de Naciones Unidas, Amina Mohammed, presidirá la inauguración de la muestra, que es organizada por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU y apoyada por las misiones permanentes de Francia y Marruecos.

    Además de exhibirse en el vestíbulo de visitantes de la ONU -del 29 de julio al 9 de septiembre-, los retratos también se mostrarán en la cerca exterior del edificio en Nueva York.

    La apertura de la exposición dará inicio a la campaña por el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria 2019, que honrará a las mujeres.

    Según cifras de la ONU, las niñas son una de las poblaciones más vulnerables en medio de conflictos armados y situaciones de crisis, y por ello demandan más protección.

    Además, ellas sufren de manera desproporcionada cuando se trata de la salud sexual y reproductiva, y de acceder a otros servicios básicos como la medicina y la educación.

    Fuente de la Información: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=294081&SEO=ninas-en-medio-de-las-crisis-una-alerta-desde-onu
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    Colombia:Educación una de las aristas más importantes de la paz

    Dentro de un estado de justicia transicional es necesario reconfigurar las instituciones sociales, entre ellas, las educativas, porque en principio fueron las que no garantizaron los derechos humanos básicos durante un conflicto, afirmó la investigadora colombiana, Adriana Milena Cruz Ramírez en la Universidad Autónoma del Estado de Méjico.

    Como parte de las actividades de la Maestría en Estudios para la Paz y el Desarrollo que ofrece la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM, Cruz Ramírez dictó la Conferencia «Justicia transicional en Colombia, la reconfiguración de la escuela como territorio de paz.

    En este marco compartió su experiencia de investigación en el ámbito de la justicia transicional que se enmarca en el Conflicto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y su impacto en el ámbito educativo como un área de oportunidad para impulsar el estado de paz en una sociedad.

    La académica consideró que la Reconfiguración de las instituciones, implica además, la de las personas, pues de lo contrario no cambia el conflicto y se mantiene la violencia.

    En Colombia, explicó, se trabaja bajo esquemas que fomentan la paz en las instituciones educativas de todos los niveles académicos, que también fueron vulneradas durante el conflicto armado, sobre todo las rurales, que por sus características geográficas se convirtieron en víctimas directas de la violencia, al quedar en medio de enfrentamientos, e incluso, robo de materiales de estudio.

    Para este sector, dijo Adriana Milena Cruz Ramírez, la configuración de la escuela como un lugar de paz implica que éste sea un espacio proctector y dejar de mirarlo sólo como un espacio de instrucción.

    Fuente de la información: http://transeuntemx.com/2019/07/29/educacion-una-las-aristas-mas-importantes-la-paz/

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