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Actividades extraescolares para aprender disfrutando

Redacción: El Periódico

Las actividades extraescolares forman parte de la rutina diaria de los más pequeños de la familia. Una vez terminado el horario escolar, es posible disfrutar y seguir aprendiendo mediante actividades que refuercen la educación de los niños desde el propio hogar.

El aprendizaje de idiomas, una inversión de futuro

Las actividades extraescolares son una excelente manera de que los niños inviertan su tiempo libre en seguir aprendiendo y completando su formación mientras disfrutan. Además, son una solución para la dificultad de horarios y de conciliación laboral a la que muchos padres se enfrentan.

Una de las actividades que prácticamente se ha convertido en imprescindible son las clases de inglés. Conocer y manejar este idioma es un valor fundamental para el presente y futuro de cualquier persona, ya que esto le abrirá muchas posibilidades en su futuro personal y profesional.

Las academias de inglés son la mejor vía para aprender inglés. En Zaragoza, por ejemplo, es posible encontrar centros que ofrecen clases que se adaptan al horario y nivel de cada niño. Todo ello en grupos reducidos, lo cual hace más fácil que todos los alumnos participen e interaccionen.

Esta alternativa es, sin duda, más enriquecedora y estimulante que optar por profesores particulares. Aunque este puede dedicarse al 100 por cien al niño y a que aprenda, no hay que olvidar que se trata de su tiempo libre y de que es mejor que aproveche para relacionarse con otros niños y de este modo disfrute más de su actividad extraescolar.

Juguetes educativos: la mejor manera de aprender mientras se divierten

Cada vez es más frecuente que los niños pasen las horas pegados a las pantallas de los teléfonos móviles o de los videojuegos. Los expertos recomiendan que se limite el tiempo que se pasa haciendo este tipo de actividades, ya que repercute de forma negativa en su capacidad de concentración y atención.

Para muchos padres, sin embargo, hacerlo es toda una odisea. Estos viven asimismo su propio ritmo frenético diario y cuando llegan a casa no tienen fuerzas para enfrentarse a discutir con sus hijos, por lo que terminan cediendo y “premiando” con este rato de desconexión.

No obstante, hay otros muchos medios por los que se puede conseguir que un niño esté entretenido sin necesidad de acudir a la Tablet o al smartphone. Un ejemplo son los juguetes educativos como los que se vende en la juguetería online Cerebrito Pérez.

La clave está en poner unas normas donde se especifique de forma explícita cuál es el horario de uso de los dispositivos tecnológicos. Una vez llegada la hora de descansar, el premio será jugar con este tipo de juguetes y juegos. Así asociarán esta actividad a algo positivo.

Estimula su creatividad mediante dibujos y la escritura

Otros recursos educativos que es posible explotar son los dibujos y la escritura. Si aún son muy pequeños, se puede optar por hacer una selección de fichas para imprimir, de modo que el niño se familiarice con la escritura y se entretenga mientras aprende.

Este tipo de actividades tales como el dibujo y la escritura fomentan su capacidad de concentración y, lo más importante, dejan rienda suelta a su creatividad. Es decir, les hace pensar por sí mismos y desarrollar sus propios recursos.

La lectura es otra de las actividades que ha de formar parte del día a día del niño, ya que además de estimular su creatividad y capacidad de concentración, hará que aprenda a ver el mundo a través de historias que le harán desarrollar su imaginación.

Lo importante es encontrar el libro que se adecúe a su nivel y a sus propios gustos, pues en muchas ocasiones el fallo está en intentar que lean un tipo de libros con los que no empatizan o que están por encima de su nivel de comprensión.

Es preferible comenzar con libros de fácil comprensión, donde se estimule su curiosidad, fáciles de entender, para así progresivamente ir avanzando hacia otro tipo de libros con un lenguaje más complicado y rico. Con paciencia y mimo, es posible conseguir que el niño ame la lectura.

La adolescencia, la etapa más difícil

En el caso de que el niño se encuentre ya en la etapa de la adolescencia y esté buscando algún tipo de clases extraescolares que pueda servirle a nivel laboral, es recomendable tener en cuenta las tendencias del mercado laboral.

En el contexto actual en el que impera la comunicación a través de internet, aprender a manejar los recursos relacionados con la red puede abrirle muchas puertas laborales en el futuro.

Podría hacer, por ejemplo, un curso de elementor de diseño web con WordPress, una formación cada vez más valorada. Así el niño puede convertirse en un page builder para WordPress, una profesión con muchas salidas laborales.

Más allá de las actividades que se realicen con vistas a un futuro profesional, no hay que obviar actividades que le hagan realizar ejercicio, ya que es una edad en la que, si conseguimos mantener su ritmo de actividad física, es probable que este mantenga estas rutinas a lo largo de su vida.

Los deportes en equipo son una excelente alternativa, ya que suponen una oportunidad también para establecer relaciones sociales a la par que se ejercita esta parte física. Es también una actividad que aumentará su disciplina.

El uso de los dispositivos tecnológicos también ha de ser muy controlado, especialmente llegadas ciertas edades en las que las redes sociales comienzan a ser una parte esencial de sus vidas.

En esta etapa es más necesario que nunca fijar unos límites de uso y de horarios. También se puede optar por algún tipo de taller o curso que les permita desarrollar su creatividad, como pueden ser las clases de pintura, o aprender a tocar algún instrumento.

En resumen, el aprendizaje y la diversión no tienen por qué estar separados. Este tipo de cursos puede ser el vehículo perfecto que conduzca al niño a un futuro mejor, en el que esté más formado y capacitado para enfrentarse al mundo.

Fuente: https://www.elperiodico.digital/cultura/actividades-extraescolares-aprender-disfrutando-9224.html

 

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175 millones de niños en el mundo no tienen acceso a educación preescolar

Redacción: Vatican News

«Falta inversión en la educación de 0 a 6 años en la mayoría de países del mundo», es uno de los datos que refleja el último informe de UNICEF titulado «Un mundo listo para aprender», el cual alerta sobre las consecuencias de este panorama global que afecta a millones de menores.

El problema de la falta de acceso a la educación básica durante los primeros años de vida repercute a nivel global.

El hecho de que 175 millones de niños no estén matriculados en educación preescolar implica graves consecuencias que repercutirán al desarrollo de las futuras generaciones.

Más educación, más desarrollo social 

Así lo afirma el último informe publicado por UNICEF titulado «Un mundo listo para aprender», que denuncia las irregularidades del sistema educativo en países abandonados por la comunidad internacional y busca lograr la anhelada meta de dar prioridad a la educación de calidad en la primera infancia.

Y es que los niños que reciben una educación preescolar adquieren con mayor facilidad habilidades fundamentales como la lectura, la escritura o el cálculo.

Educación preescolar: si eres pobre, no accedes

Por otra parte, según el informe, la riqueza de los hogares, el nivel de educación de las madres o su ubicación geográfica son algunos de los principales factores que determinan la asistencia o no a programas de enseñanza elemental. Sin embargo, el elemento determinante es la pobreza.

En 64 países los niños más pobres tienen siete veces menos posibilidades que los niños de familias más ricas de asistir a las iniciativas formativas de la primera infancia.

Conflictos armados = cierre de escuelas

Cabe destacar el efecto catastrófico que generan los conflictos armados: más de dos terceras partes de los niños en edad preescolar que viven en 33 países afectados por conflictos o guerras no están matriculados en programas de educación infantil.

Paradógicamente, estos son los niños que necesitarían recibir apoyo escolar para superar los traumas sufridos, disponiendo de un lugar seguro para aprender, crear y jugar, lo que supondría una opción de expresar sus emociones.

El problema de la poca inversión

Otra realidad preocupante percibida en el documento de UNICEF es la poca inversión realizada en el sector educativo dirigido a los menores.

Escasez de maestros capacitados

Esta falta de inversión mundial provoca a su vez una grave escasez de maestros capacitados en el ciclo educativo: en los países de ingresos bajos y medianos, donde viven más del 60% de los niños en edad preescolar del mundo, apenas hay un 32% de maestros preparados.

De hecho, sólo hay 422.000 profesores de preescolar enseñando actualmente en países de bajos ingresos. Con el aumento de la población y suponiendo que la proporción ideal de alumnos por maestro es de 20 a 1, el mundo necesitará 9,3 millones de nuevos maestros de preescolar para alcanzar la meta universal.

Algo nada sencillo teniendo en cuenta la situación actual.

Fuente: https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2019-04/175-millones-ninos-mundo-sin-educacion-preescolar-unicef.html

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El BM y UNICEF destinan mil millones de dólares a educación en países en desarrollo

Redacción: EFE

El Banco Mundial (BM) y UNICEF anunciaron hoy que destinarán 1.000 millones de dólares para promover la educación, las habilidades y la capacitación laboral de los jóvenes en países en desarrollo con el objetivo de mejorar sus perspectivas de empleo.

«Cuando millones de jóvenes ingresan a la fuerza laboral en los países en desarrollo, les importa a ellos y al mundo entero que puedan encontrar empleos decentes», apuntó la directora ejecutiva del BM, Kristalina Georgieva, en un comunicado.

La nueva asociación dedicará 1.000 millones de dólares en inversiones a través de Generation Unlimited (Generación sin límites), una iniciativa global organizada por UNICEF.

Lanzado hace poco más de seis meses, Generation Unlimited es un programa que tiene como objetivo ayudar a preparar a 1.800 millones de jóvenes en su transición al mundo laboral.

«Con las habilidades y oportunidades adecuadas, los jóvenes pueden impulsar el crecimiento y la prosperidad globales. Debemos trabajar juntos para invertir en educación, capacitación, empleo y espíritu empresarial para que puedan alcanzar su potencial», agregó Georgieva.

El BM y UNICEF pretenden acelerar los cambios en los programas escolares de la educación formal para que las habilidades y el conocimiento se alineen con las demandas del lugar de trabajo y mejorar el acceso a planes de capacidades fuera de la educación formal, incluso en situaciones de crisis y áreas propensas a emergencias humanitarias.

Investigaciones citadas por el BM muestran que aproximadamente un tercio de los jóvenes de hoy, es decir, unos 620 millones de personas, la mayoría mujeres, no tienen empleo ni reciben educación o la capacitación.

De hecho, la gente joven tiene casi tres veces más probabilidades que los adultos de estar desempleados.

«Sin empleos dignos y la dignidad del trabajo, millones de ellos quedarán excluidos del progreso mundial hacia el crecimiento, la prosperidad y la estabilidad», anotaron los expertos de la institución multilateral en un análisis.

En este sentido, la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, destacó la importancia de invertir para transformar los sistemas educativos en los países de desarrollo para que exista una mayor dedicación a la capacitación laboral.

«A través de esta colaboración del Banco Mundial y Unicef, Generation Unlimited puede ayudar a apoyar esta transformación y crear un conjunto de jóvenes mejor preparados para formar economías prósperas y sociedades pacíficas», puntualizó Fore.

Fuente: https://www.efe.com/efe/america/economia/el-bm-y-unicef-destinan-mil-millones-de-dolares-a-educacion-en-paises-desarrollo/20000011-3947583#

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La importancia del acto de leer. Paulo Freire

Redacción: perio.unlp.edu.ar

Rara ha sido la vez, a lo largo de tantos años de práctica pedagógica, y por lo tanto política, en que me he permitido la tarea de abrir, de inaugurar o de clausurar encuentros o congresos.

Acepté hacerlo ahora, pero de la manera menos formal posible. Acepté venir aquí para hablar un poco de la importancia del acto de leer.

Me parece indispensable, al tratar de hablar de esa importancia, decir algo del momento mismo en que me preparaba para estar aquí hoy; decir algo del proceso en que me inserté mientras iba escribiendo este texto que ahora leo, proceso que implicaba una comprensión crítica del acto de leer, que no se agota en la descodificación pura de la palabra escrita o del lenguaje escrito, sino que
se anticipa y se prolonga en la inteligencia del mundo. La lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, de ahí que la posterior lectura de ésta no pueda prescindir de la continuidad de la lectura de aquél. Lenguaje y realidad se vinculan dinámicamente. La comprensión del texto a ser alcanzada por su lectura crítica implica la percepción de relaciones entre el texto y el contexto. Al intentar escribir sobre la importancia del acto de leer, me sentí llevado –y hasta con gusto– a “releer” momentos de mi práctica, guardados en la memoria, desde las experiencias más remotas de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, en que la importancia del acto de leer se vino constituyendo en mí.

Al ir escribiendo este texto, iba yo “tomando distancia” de los diferentes momentos en que el acto de leer se fue dando en mi experiencia existencial. Primero, la “lectura” del mundo, del pequeño mundo en que me movía; después la lectura de la palabra que no siempre, a lo largo de mi escolarización, fue la lectura de la “palabra-mundo”.

La vuelta a la infancia distante, buscando la comprensión de mi acto de “leer” el mundo particular en que me movía –y hasta donde no me está traicionando la memoria– me es absolutamente  significativa. En este esfuerzo al que me voy entregando, re-creo y re-vivo, en el texto que escribo, la experiencia en el momento en que aún no leía la palabra. Me veo entonces en la casa mediana en que nací en Recife, rodeada de árboles, algunos de ellos como si fueran gente, tal era la intimidad entre nosotros; a su sombra jugaba y en sus ramas más dóciles a mi altura me experimentaba en riesgos menores que me preparaban para riesgos y aventuras mayores. La vieja casa, sus cuartos, su corredor, su sótano, su terraza –el lugar de las flores de mi madre–, la amplia quinta donde se hallaba, todo eso fue mi primer mundo. En él gateé, balbuceé, me erguí, caminé, hablé. En verdad, aquel mundo especial se me daba como el mundo de mi actividad perceptiva, y por eso mismo como el mundo de mis primeras lecturas. Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto –en cuya percepción me probaba, y cuanto más lo hacía, más aumentaba la capacidad de percibir– encarnaban una serie de cosas, de objetos, de señales, cuya comprensión yo iba aprendiendo en mi trato con ellos, en mis relaciones mis hermanos mayores y con mis padres.

Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto se encarnaban en el canto de los pájaros: el del sanbaçu, el del olka-pro-caminho-quemvem, del bem-te-vi, el del sabiá; en la danza de las copas de los árboles sopladas por fuertes vientos que anunciaban tempestades, truenos, relámpagos; las aguas de la lluvia jugando a la geografía, inventando lagos, islas, ríos, arroyos. Los “textos”, las “palabras”, las “letras” de aquel contexto se encarnaban también en el silbo del viento, en las nubes del cielo, en sus colores, en sus movimientos; en el color del follaje, en la forma de las hojas, en el aroma de las hojas –de las rosas, de los jazmines–, en la densidad de los árboles, en la cáscara de las frutas. En la tonalidad diferente de colores de una misma fruta en distintos momentos: el verde del mango-espada hinchado, el amarillo verduzco del mismo mango madurando, las pintas negras del mango ya más que maduro. La relación entre esos colores, el desarrollo del fruto, su resistencia a nuestra manipulación y su sabor. Fue en esa época, posiblemente, que yo, haciendo y viendo hacer, aprendí la significación del acto de palpar.

De aquel contexto formaban parte además los animales: los gatos de la familia, su manera mañosa de enroscarse en nuestras piernas, su maullido de súplica o de rabia; Joli, el viejo perro negro de mi padre, su mal humor cada vez que uno de los gatos incautamente se aproximaba demasiado al lugar donde estaba comiendo y que era suyo; “estado de espíritu”, el de Joli en tales momentos, completamente diferente del de cuando casi deportivamente perseguía, acorralaba y mataba a uno de los zorros responsables de la desaparición de las gordas gallinas de mi abuela.

De aquel contexto –el del mi mundo inmediato– formaba parte, por otro lado, el universo del lenguaje de los mayores, expresando sus creencias, sus gustos, sus recelos, sus valores. Todo eso ligado a contextos más amplios que el del mi mundo inmediato y cuya existencia yo no podía ni siquiera sospechar.

En el esfuerzo por retomar la infancia distante, a que ya he hecho referencia, buscando la comprensión de mi acto de leer el mundo particular en que me movía, permítanme repetirlo, re-creo, re-vivo, la experiencia vivida en el momento en que todavía no leía la palabra. Y algo que me parece importante, en el contexto general de que vengo hablando, emerge ahora insinuando su
presencia en el cuerpo general de estas reflexiones. Me refiero a mi miedo de las almas en pena cuya presencia entre nosotros era permanente objeto de las conversaciones de los mayores, en el tiempo de mi infancia. Las almas en pena necesitaban de la oscuridad o la semioscuridad para aparecer, con las formas más diversas: gimiendo el dolor de sus culpas, lanzando carcajadas burlonas, pidiendo oraciones o indicando el escondite de ollas. Con todo, posiblemente hasta mis siete años en el barrio de Recife en que nací iluminado por faroles que se perfilaban con cierta dignidad por las calles. Faroles elegantes que, al caer la noche, se “daban” a la vara mágica de quienes los encendían. Yo acostumbraba acompañar, desde el portón de mi casa, de lejos, la figura flaca del “farolero” de
mi calle, que venía viniendo, andar cadencioso, vara iluminadora al hombro, de farol en farol, dando luz a la calle. Una luz precaria, más precaria que la que teníamos dentro de la casa. Una luz mucho más tomada por las sombras que iluminadora de ellas.

No había mejor clima para travesuras de las almas que aquél. Me acuerdo de las noches en que, envuelto en mi propio miedo, esperaba que el tiempo pasara, que la noche se fuera, que la madrugada semiclareada fuera llegando, trayendo con ella el canto de los pajarillos “amanecedores”.

Mis temores nocturnos terminaron por aguzarme, en las mañanas abiertas, la percepción de un sinnúmero de ruidos que se perdía en la claridad y en la algaraza de los días y resultaban misteriosamente subrayados en el silencio profundo de las noches.

Pero en la medida en que fui penetrando en la intimidad de mi mundo, en que lo percibía mejor y lo “entendía” en la lectura que de él iba haciendo, mis temores iban disminuyendo.

Pero, es importante decirlo, la “lectura” de mi mundo, que siempre fundamental para mí, no hizo de mí sino un niño anticipado en hombre, un racionalista de pantalón corto. La curiosidad del niño no se iba a distorsionar por el simple hecho de ser ejercida, en lo cual fui más ayudado que estorbado
por mis padres. Y fue con ellos, precisamente, en cierto momento de esa rica experiencia de  comprensión de mi mundo inmediato, sin que esa comprensión significara animadversión por lo que tenía encantadoramente misterioso, que comencé a ser introducido en la lectura de la palabra. El desciframiento de la palabra fluía naturalmente de la “lectura” del mundo particular. No era algo que
se estuviera dando supuesto a él. Fui alfabetizado en el suelo de la quinta de mi casa, a la sombra de los mangos, con palabras de mi mundo y no del mundo mayor de mis padres. El suelo mi pizarrón y las ramitas fueron mis tizas.

Es por eso por lo que, al llegar a la escuelita particular de Eunice Vasconcelos, cuya desaparición reciente me hirió y me dolió, y a quien rindo ahora un homenaje sentido, ya estaba alfabetizado. Eunice continúo y  profundizó el trabajo de mis padres. Con ella, la lectura de la palabra, de la
frase, de la oración, jamás significó una ruptura con la “lectura” del mundo. Con ella, la lectura de la palabra fue la lectura de la “palabra-mundo”.

Hace poco tiempo, con profundo emoción, visité la casa donde nací. Pisé el mismo suelo en que me erguí, anduve, corrí, hablé y aprendí a leer. El mismo mundo, el primer mundo que se dio a mi comprensión por la “lectura” que de él fui haciendo. Allí reencontré algunos de los árboles de mi infancia. Los reconocí sin dificultad. Casi abracé los gruesos troncos –aquellos jóvenes troncos de mi
infancia. Entonces, una nostalgia que suelo llamar mansa o bien educada, saliendo del suelo, de los árboles, de la casa, me envolvió cuidadosamente. Dejé la casa contento, con la alegría de quien reencuentra personas queridas.

Continuando en ese esfuerzo de “releer” momentos fundamentales de experiencias de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud, en que la comprensión crítica de la importancia del acto de leer se fue constituyendo en mí a través de su práctica, retomo el tiempo en que, como alumno del llamado curso secundario, me ejercité en la percepción crítica de los textos que leía en clase, con la colaboración, que hasta hoy recuerdo, de mi entonces profesor de lengua portuguesa.

No eran, sin embargo, aquellos momentos puros ejercicios de los que resultase un simple darnos cuenta de la existencia de una página escrita delante de nosotros que debía ser cadenciada, mecánica y fastidiosamente “deletrada” en lugar de realmente leída. No eran aquellos momentos “lecciones de lectura” en el sentido tradicional esa expresión. Eran momentos en que los textos se ofrecían a nuestra búsqueda inquieta, incluyendo la del entonces joven profesor José Pessoa. Algún tiempo después, como profesor también de portugués, en mis veinte años, viví intensamente la importancia del acto de leer y de escribir, en el fondo imposibles de dicotomizar, con alumnos de los primeros años del entonces llamado curso secundario. La conjugación, la sintaxis de concordancia,
el problema de la contradicción, la enciclisis pronominal, yo no reducía nada de eso a tabletas de conocimientos que los estudiantes debían engullir. Todo eso, por el contrario, se proponía a la curiosidad de los alumnos de manera dinámica y viva, en el cuerpo mismo de textos, ya de autores que estudiábamos, ya de ellos mismos, como objetos a desvelar y no como algo parado cuyo perfil yo describiese. Los alumnos no tenían que memorizar mecánicamente la descripción del objeto, sino aprender su significación profunda. Sólo aprendiéndola serían capaces de saber, por eso, de memorizarla, de fijarla. La memorización mecánica de la descripción del objeto no se constituye en conocimiento del objeto. Por eso es que la lectura de un texto, tomado como pura descripción de un objeto y hecha en el sentido de memorizarla, ni es real lectura ni resulta de ella, por lo tanto, el conocimiento de que habla el texto.

Creo que mucho de nuestra insistencia, en cuanto profesores y profesoras, en que los estudiantes “lean”, en un semestre, un sinnúmero de capítulos de libros, reside en la comprensión errónea que a veces tenemos del  acto de leer. En mis andanzas por el mundo, no fueron pocas las veces en que
los jóvenes estudiantes me hablaron de su lucha con extensas bibliografías que eran mucho más para ser “devoradas” que para ser leídas o estudiadas.  Verdaderas “lecciones de lectura” en el sentido más tradicional de esta expresión, a que se hallaban sometidos en nombre de su formación científica y de las que debían rendir cuenta a través del famoso control de lectura. En algunas ocasiones llegué incluso a ver, en relaciones bibliográficas, indicaciones sobre las páginas de este o aquel capítulo de tal o cual libro que debían leer: “De la página 15 a la 37”.

La insistencia en la cantidad de lecturas sin el adentramiento debido en los textos a ser comprendidos, y no mecánicamente memorizados, revela una visión mágica de la palabra escrita. Visión que es urgente superar. La misma, aunque encarnada desde otro ángulo, que se encuentra, por ejemplo, en quien escribe, cuando identifica la posible calidad o falta de calidad de su trabajo con
la cantidad páginas escritas. Sin embargo, uno de los documentos filosóficos más importantes que disponemos, las Tesis sobre Feuerbach de Marx, ocupan apenas dos páginas y media…

Parece importante, sin embargo, para evitar una comprensión errónea de lo que estoy afirmando, subrayar que mi crítica al hacer mágica la palabra no significa, de manera alguna, una posición poco responsable de mi parte con relación a la necesidad que tenemos educadores y educandos de leer, siempre y seriamente, de leer los clásicos en tal o cual campo del saber, de adentrarnos en los textos, de crear una disciplina intelectual, sin la cual es posible nuestra práctica en cuanto profesores o estudiantes.

Todavía dentro del momento bastante rico de mi experiencia como profesor de lengua portuguesa, recuerdo, tan vivamente como si fuese de ahora y no de un ayer ya remoto, las veces en que me demoraba en el análisis de un texto de Gilberto Freyre, de Lins do Rego, de Graciliano Ramos, de Jorge Amado. Textos que yo llevaba de mi casa y que iba leyendo con los estudiantes, subrayando aspectos de su sintaxis estrechamiento ligados, con el buen gusto de su lenguaje. A aquellos análisis añadía comentarios sobre las necesarias diferencias entre el portugués de Portugal y el portugués de Brasil.

Vengo tratando de dejar claro, en este trabajo en torno a la importancia del acto de leer –y no es demasiado repetirlo ahora–, que mi esfuerzo fundamental viene siendo el de explicar cómo, en mí, se ha venido destacando esa importancia. Es como si estuviera haciendo la “arqueología” de mi
comprensión del complejo acto de leer, a lo largo de mi experiencia existencial. De ahí que haya hablado de momentos de mi infancia, de mi adolescencia, de  los comienzos de mi juventud, y termine ahora reviendo, en rasgos generales, algunos de los aspectos centrales de la proposición que hice hace algunos años en el campo de la alfabetización de adultos.

Inicialmente me parece interesante reafirmar que siempre vi la alfabetización de adultos como un acto político y como un acto de conocimiento, y por eso mismo un acto creador. Para mí sería imposible de comprometerme en un trabajo de memorización mecánica de ba-be-bi-bo-bu, de la-le-li-lo-lu. De ahí que tampoco pudiera reducir la alfabetización a la pura enseñanza de la palabra, de las sílabas o de las letras. Enseñanza en cuyo proceso el alfabetizador iría “llenando” con sus palabras las cabezas supuestamente “vacías” de los alfabetizandos. Por el contrario, en cuanto acto de conocimiento y acto creador, el proceso de la alfabetización tiene, en el alfabetizando, su sujeto. El hecho de que éste necesite de la ayuda del educador, como ocurre en cualquier acción pedagógica, no significa que la ayuda del educador deba anular su creatividad y su responsabilidad en la creación de su lenguaje escrito y en la lectura de su lenguaje. En realidad, tanto el alfabetizador como el  alfabetizando, al tomar, por ejemplo, un objeto, como lo hago ahora con el que tengo entre los
dedos, sienten el objeto, perciben el objeto sentido y son capaces de expresar verbalmente el objeto sentido y percibido. Como yo, el analfabeto es capaz de sentir la pluma, de percibir la pluma, de decir la pluma. Yo, sin embargo, soy capaz de no sólo sentir la pluma, sino además de escribir pluma y, en
consecuencia, leer pluma. La alfabetización es la creación o el montaje de la expresión escrita de la expresión oral. Ese montaje no lo puede hacer el educador para los educandos, o sobre ellos. Ahí tiene él un momento de su tarea creadora.

Me parece innecesario extenderme más, aquí y ahora, sobre lo que he desarrollado, en diferentes momentos, a propósito de la complejidad de este proceso. A un punto, sin embargo, aludido varias veces en este texto, me gustaría volver, por la significación que tiene para la comprensión crítica del
acto de leer y, por consiguiente, para la propuesta de alfabetización a que me he consagrado. Me refiero a que la lectura del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de ésta implica la continuidad de la lectura de aquél.  En la propuesta a que hacía referencia hace poco, este movimiento del mundo a la palabra y de la palabra al mundo está siempre presente. Movimiento en que la palabra dicha fluye del mundo mismo a través de la lectura que de él hacemos.  De alguna manera, sin embargo, podemos ir más lejos y decir que la lectura de la palabra no es sólo precedida por la lectura del mundo sino por cierta forma de “escribirlo” o de “rescribirlo”, es decir de transformarlo a través de nuestra práctica consciente.

Este movimiento dinámico es uno de los aspectos centrales, para mí, del proceso de alfabetización. De ahí que siempre haya insistido en que las palabras con que organizar el programa de alfabetización debían provenir del universo  vocabular de los grupos populares, expresando su verdadero lenguaje, sus anhelos, sus inquietudes, sus reivindicaciones, sus sueños. Debían venir cargadas de la significación de su experiencia existencial y no de la experiencia del educador. La investigación de lo que llamaba el universo vocabular nos daba así las palabras del Pueblo, grávidas de mundo. Nos llegaban a través de la lectura del mundo que hacían los grupos populares. Después volvían a ellos,
insertas en lo que llamaba y llamo codificaciones, que son representaciones de la realidad.

La palabra ladrillo, por ejemplo, se insertaría en una representación pictórica, la de un grupo de albañiles, por ejemplo, construyendo una casa. Pero, antes de la devolución, en forma escrita, de la palabra oral de los grupos populares, a ellos, para el proceso de su aprehensión y no de su memorización mecánica, solíamos desafiar a los alfabetizandos con un conjunto de situaciones
codificadas de cuya descodificación o “lectura” resultaba la percepción crítica de lo que es la cultura, por la comprensión de la práctica o del trabajo humano, transformador del mundo, En el fondo, ese conjunto de representaciones de situaciones concretas posibilitaba a los grupos populares una “lectura” de la “lectura” anterior del mundo, antes de la lectura de la palabra.

Esta “lectura” más crítica de la “lectura” anterior menos crítica del mundo permitía a los grupos populares, a veces en posición fatalista frente a las injusticias, una comprensión diferente de su indigencia.

Es en este sentido que la lectura crítica de la realidad, dándose en un proceso de alfabetización o no, y asociada sobre todo a ciertas prácticas claramente políticas de movilización y de organización, puede constituirse en un instrumento para lo que Gramsci llamaría acción contrahegemónica.

Concluyendo estas reflexiones en torno a la importancia del acto de leer, que implica siempre percepción crítica, interpretación y “reescritura” de lo leído, quisiera decir que, después de vacilar un poco, resolví adoptar el procedimiento que he utilizado en el tratamiento del tema, en consonancia con mi forma de ser y con lo que puedo hacer.

Finalmente, quiero felicitar a quienes idearon y organizaron este congreso. Nunca, posiblemente, hemos necesitado tanto de encuentros como éste, como ahora.

12 de noviembre de 1981
En Freire, Paulo (1991), La imp

Fuente: https://perio.unlp.edu.ar/catedras/system/files/la_importancia_del_acto_de_leer.pdf

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Narrativas transmedia. Cuando todos los medios cuentan

A principios de la década pasada, Henry Jenkins utilizó por primera vez el concepto de «narrativas transmedia», desde entonces se recurre a él con la misma frecuencia con la que antes se hablaba de «interactivo» o «multimedia». En su nuevo libro (editado por Deusto en España, en nuestro país se puede adquirir en versión digital), Carlos Scolari (investigador y docente argentino residente en Barcelona), se mete de lleno en el tema y lo desarrolla con un lenguaje accesible y una simpática presentación visual. Las narraciones transmedia son aquellas que nacen de un libro (Harry Potter), de un largometraje (Star Wars o The Matrix), de una serie televisiva (Lost24), o de un cómic (Batman o The Walking Dead), pero luego continúan en múltiples medios por la participación activa de los usuarios, aunque la expansión siempre está regulada y sigue determinadas estrategias. Con el apoyo de casos y ejemplos y el aporte de infografías e ilustraciones, además de jugosas entrevistas a profesionales, académicos y productores de los nuevos medios, el autor traza un panorama exhaustivo de esta tendencia multiplataforma.

Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital

Kenneth Goldsmith es poeta, ensayista y creador del sitio de arte de vanguardia UbuWeb. Una nota curiosa que sirve para dar cuenta de su pensamiento, proviene del seminario que dicta en la Universidad de Pennsylvania (y con el mismo nombre del libro publicado por Caja Negra, Escritura no-creativa). Sus clases están orientadas por un principio que nadie puede decir que no sea innovador: a los estudiantes los premia por plagiar, robar identidades, reciclar ensayos, samplear y saquear, pero los sanciona si se muestran originales y creativos en un sentido clásico. En la línea de lo que sucede en las artes visuales desde hace un siglo, en gran parte impulsadas por los ready-mades de Marcel Duchamp, los dibujos mecánicos de Francis Picabia, y por el Walter Benjamin de «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», su propuesta es que la literatura también debe dejar a un lado la noción de originalidad. Según Goldsmith son tantos los textos que la tecnología digital e internet ponen a nuestra disposición, que ya no se trata de continuar escribiendo sino de aprender a manipular ―analizar, organizar, combinar y distribuir― lo que ya existe. Para él, y para los autores que reivindica, escribir es mover lenguaje de un lado a otro bajo la proclama de que el contexto es el nuevo contenido.

La década posteada. Blogs de escritores argentinos (2002-2012)

Diego Vigna, narrador y ensayista cordobés, se animó con una escena compleja y que durante muchos años motorizó gran parte de los debates literarios, principalmente entre los más jóvenes. La década posteada (Alción) pone el foco en los blogs que llevaron adelante veinticinco escritores argentinos entre 2002 y 2012, como por ejemplo Sonia Budassi, Oliverio Coelho, Fernanda García Lao, Daniel Link, Guillermo Piro, Hernán Casciari y Pedro Mairal. Vigna analiza de qué manera estos autores se apropiaron de la herramienta en una época en que la publicación de libros estaba concentrada en unos pocos grupos empresarios, y aún era incipiente el auge de las editoriales independientes. Unos utilizaban la plataforma para llevar un diario personal, otros para ensayar su propia escritura de ficción o para instalar y participar de polémicas, o también como archivo de los textos editados en otros medios. Finalmente, se refiere a las causas que llevaron a que, ya entrada esta última década, muchos blogueros disminuyeran su actividad, aunque sugiere que esa fue una buena ocasión para que los que continuaran lo hicieran a un ritmo más tranquilo, menos acelerado.

Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato

Jaron Lanier es un informático y artista gráfico estadounidense, además de ser uno de los precursores de los estudios en realidad virtual. En este libro (publicado por Debate) advierte sobre lo que está sucediendo principalmente con el uso de «teléfonos inteligentes». «Nos siguen el rastro y miden lo que hacemos constantemente, y nos devuelven reacciones prediseñadas todo el tiempo. Poco a poco, unos ingenieros a los que no vemos nos van hipnotizando con intenciones que desconocemos. Somos animales de laboratorio», escribe. A través de los algoritmos las empresas levantan permanentemente datos sobre cada uno de nosotros: ¿dónde linkeamos?, ¿qué clase de videos vemos?, ¿cuánto tiempo permanecemos en un sitio?, ¿qué cosas motivan nuestras búsquedas?, ¿dónde compramos?, ¿a quiénes contactamos en las redes sociales? A su vez, estos datos son ofrecidos a clientes dispuestos a pagar para modificar el comportamiento de las personas, y si bien no es posible predecir el efecto en cada una, sí lo sería a gran escala. Por todo esto, Lanier recomienda abandonar las redes sociales, o al menos manejarse con precaución hasta tanto sea posible crear otras en donde la privacidad pueda estar más y mejor preservada.

Fuente: https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/cinco-libros-recomendados-sobre-internet-y-cultura-digital
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Ausentismo crónico: Lo que necesita saber (video)

Proyección: Understood

Nota: Este video de Youtube tiene subtítulos en español. Comience a reproducir el video. En la parte inferior de la pantalla vaya a “Settings”, seleccione “Subtitles“ y haga clic en la opción “Español” . 

Fuente: https://www.understood.org/es-mx/school-learning/partnering-with-childs-school/working-with-childs-teacher/chronic-absenteeism-what-you-need-to-know

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10 principios clave para películas sobre economía y emprendimiento: análisis crítico y pedagógico

Redacción: El Captor

Comienzo esta serie sobre películas de economía y emprendimiento con una producción bastante reciente: Nightcrawler. La continuaré con aquellas propuestas que enviéis a través de los comentarios o de la dirección electrónica: elcaptor.estudios@gmail.com.

La elección de este título para comenzar la serie de mejores películas sobre emprendimiento reside en la cantidad de principios de economía que se observa en ella. Personalmente, opino que esta película funciona como una especie de revisión del sueño americano, un ejemplo actualizado de la clásica promesa de ascensión al éxito desde las capas bajas y excluidas de la sociedad, que el capitalismo occidental promueve y “comercializa”, para incentivar su desarrollo y sostenimiento como sistema hegemónico.

La cantidad de mentiras y verdades sobre el emprendimiento que aporta esta película es algo que debe decidir cada uno, así como la medida en que este concepto queda distorsionado o simplemente descrito. Y como no podía ser de otra manera, esta cuestión, aunque con cierta lentitud, comienza a poder analizarse a partir de algunos de los primeros diálogos del film:

“No soy un ingenuo, me he formado en la corriente de la autoestima, tan popular en el sistema educativo, pero sé que la cultura del trabajo actual ya no tiende a la lealtad al trabajo que podía prometerse a las generaciones anteriores. Lo que yo creo, señor, es que uno prospera si se parte el lomo trabajando, y que la gente como usted, no está ahí por casualidad, ¿verdad que sí?”

Los diez principios clave sobre emprendimiento que expone Nightcrawler son los siguientes.

1- Internet como herramienta formativa

“Aprendo muy, muy rápido”, se dice en otro pasaje de la historia, no sin advertir que para hacerlo a través de internet, hay que saber bien dónde buscar. ¿Distorsión o realidad? Anecdóticamente, el protagonista de esta historia también reconoce no haber tenido una educación formal, aunque dice haber realizado cursos de formación en emprendimiento, con el objetivo de aprender a trazar un plan, establecer objetivos, etc…

2- Métodos heterodoxos de financiación

Ya he comentado que cada uno puede realizar una lectura distinta sobre la película. ¿Distorsiona los pilares del emprendimiento o los describe? ¿Entra dentro de lo real que de entre las distintas posibilidades existentes para financiar un proyecto se encuentre robar una bicicleta o, por poner otro ejemplo, ganar la lotería? ¿Cuántas empresas reales se han puesto en pie a través de mecanismos menos clásicos u ortodoxos? ¿Cuántas han caído o no han nacido por estrellarse contra los muros de los principios clásicos del emprendimiento, léase, quedar a expensas de obtener la financiación a través de una entidad bancaria?

3- Técnicas cotidianas de negociación

¿En qué institución educativa generalista se enseñan las mínimas y elementales técnicas de negociación para vender los productos o servicios de un proyecto personal, ya sea incluso fuera del ámbito del emprendimiento, para, por ejemplo, vender tu propia candidatura en una entrevista de trabajo? ¿Dónde te enseñan a saber cuándo puedes o debes bloquear tu posición negociadora, cuándo debes asumir el riesgo de hacerlo, cuándo o cómo debes comenzar la negociación para lograr el objetivo prefijado?

4- Explotación de recursos humanos

¿Cuántos proyectos empresariales han salido adelante remunerando espléndidamente a los subalternos desde la misma puesta en marcha del negocio, destinando recursos económicos al personal, en lugar de integrar a estos sin salario inicial, atrayéndolos simplemente con la promesa de dotarlos de un contrato laboral futuro?

5- Espionaje de la competencia

En el desarrollo inicial del emprendedor este escucha en una conversación de otro competidor cómo se fijan las condiciones de los servicios comercializados, con quién, a qué precio, etc… resultando esta información imprescindible para posibilitar el progreso de su plan. Insisto, en ocasiones, la caricaturización y deformación de la realidad sirve para producir herramientas útiles de aprendizaje, sin las cuales la realidad resultaría difícilmente comprensible. Nightcrawler no es una obra de arte ni el paradigma de la verosimilitud, pero entre sus vicios y virtudes existen elementos y referentes económicos de gran simpleza y, por lo tanto, valor, para ayudar a comprender la pesadilla o el sueño del capitalismo americano y mundial.

6- Reacciones del y ante el mercado

En la jungla de la competición, destacar puede ser un riesgo, una virtud o una oportunidad, múltiples cualidades e interpretaciones de dicha circunstancia en función del perfil  y la mentalidad que el emprendedor posea. Esta película ofrece a través de una sola escena cómo responde el mercado ante los competidores que ponen en riesgo el status quo, y, también, cómo responde el emprendedor ante propuestas de absorción, fusión o cooperación.

7- Las consideraciones legales y morales

¿Cabe realizar consideraciones morales en la carrera hacia el éxito? ¿Cuántas limitaciones debe estar dispuesto a aceptar el emprendedor para conseguir sus metas? ¿Las puramente legales? ¿Ni las morales ni las legales? ¿Hasta qué punto puede llegar un emprendedor a alcanzar su sueño, su meta, su éxito, si atiende a consideraciones que bloquean su camino hacia el objetivo? ¿Y hasta qué punto otro emprendedor o competidor que atiende a su meta sin interferencias de ninguna clase superará a todos los demás?

8- Conciencia del momento crítico

¿Debe todo emprendedor aprender sobre la marcha que en el transcurso del crecimiento de su proyecto se encontrará ante un momento crítico en el que se decidirá su consolidación o desaparición? ¿Son conscientes de que ese momento es necesario, y no solo necesario, sino crítico, para que llegue la fase definitiva de la aceleración y explotación de su proyecto?

9- Autopublicidad y ego

Sin un desarrollo del ego superior a la media, ¿dispondría el emprendedor de un impulso psicológico potente para la consecución de sus hazañas? ¿Por qué razones se adentraría en el proyecto de crear/consolidar/explotar sus ideas si no hubiera un ansia de ostentar la propiedad económica e intelectual de las empresas puestas en marcha? ¿Con qué potencial y respaldo mental se sumergiría en la competición del buceo a pulmón?

10- America – My Enterprise- First

Y por último, y en ligazón con el punto de las consideraciones legales y morales. ¿Puede un emprendedor poner cualquier otra cosa que no sea su empresa en el número uno de su lista de prioridades personales y sociales? Y suponiendo que así fuera, ¿perdería el emprendedor competitividad, perdería la facultad de mantener activo el proyecto por el que sueña día y noche sin cesar?

Esta es mi propuesta resumida de los principales principios de economía y emprendimiento que observo en la película. Estoy seguro de hay muchos más. ¿Verdad? Y de que otras muchas películas también ofrecen un contexto para estudiar la propaganda o la crítica hacia una de la facetas del comportamiento humano que también representa el emprendimiento.

Fuente: http://www.elcaptor.com/economia/peliculas-emprendimiento-analisis-critico

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