Suiza, Suecia y Holanda son las tres economías más innovadoras del mundo, en un ránking en el que España se sitúa entre los primeros treinta y Chile figura como único país latinoamericano entre las cincuenta naciones más exitosas en este campo, según el Índice Mundial de Innovación 2017 publicado hoy.
La clasificación anual, divulgada por décima vez por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en colaboración con la Universidad de Cornell de EEUU y la escuela de negocios francesa Insead, evalúa el grado de innovación en127 economías mediante docenas de parámetros, que van desde la presentación de solicitudes de patentes al gasto en educación.
Suiza es por séptimo año consecutivo el líder absoluto de la clasificación, en la que las economías de altos ingresos se han hecho con 24 de los 25 puestos principales, siendo China una excepción, al ocupar el puesto 22. En 2016, China pasó a ser la primera economía de ingresos medianos en ocupar un puesto entre los 25 principales.
Además de Suiza, Suecia y Holanda, en los diez primeros puestos figuran EEUU, el Reino Unido, Dinamarca, Singapur, Finlandia, Alemania e Irlanda, pero el informe destaca sobre todo que un grupo de naciones, incluidas India, Kenia y Vietnam, aventaja a otras economías que tienen el mismo grado de desarrollo.
El informe apunta a que la India está pasando a ser «un nuevo polo de innovación» en Asia, a los buenos resultados en materia de innovación para el desarrollo en África subsahariana y a oportunidades de mejora en América Latina y el Caribe.
En esa última región, Chile y Costa Rica son un año más las economías latinoamericanas más innovadoras en los puestos 46 y 53, aunque han perdido dos y ocho posiciones, respectivamente, con respecto al índice de 2016. México, sin embargo, el tercer país latinoamericano en el ránking, ha escalado tres posiciones, hasta el puesto 58.
En cuanto a España, se sitúa en el puesto 28 y tiene unos índices «bastante superiores» a su nivel de desarrollo, dado que entre los países de altos ingresos se sitúa en el 27 y entre los europeos en la posición 18. En general, el índice revela que sigue habiendo un desfase en la capacidad innovadora entre países en desarrollo y desarrollados, y califica de mediocre la progresión general en actividades de investigación y desarrollo, tanto a nivel estatal como de las empresas.
«La innovación es el motor del crecimiento mundial, cada vez más dependiente de los conocimientos, pero son necesarias más inversiones para promover la creatividad humana y el rendimiento económico», sostuvo el director general de la OMPI, Francis Gurry.
Un grupo de economías de ingresos medianos y bajos ha obtenido resultados considerablemente mejores en innovación que lo que habría podido pensarse: en total 17 economías pueden calificarse de «artífices de innovación» este año, lo que constituye un ligero incremento respecto de 2016. Nueve proceden de la región de África subsahariana, incluidos Kenia y Ruanda, y tres economías proceden de Europa del Este.
No lejos de gigantes de la innovación como China, Japón (14) y Corea del Sur (11) están varias economías asiáticas, entre otros, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia, Filipinas y Vietnam, que se están movilizando para mejorar sus ecosistemas de innovación. Se clasifican en puestos altos en lo que respecta a varios indicadores importantes como la educación, la I+D, elcrecimiento de la productividad, y las exportaciones de alta tecnología.
«Los esfuerzos para colmar la brecha que existe en materia de innovación deben centrarse ante todo en ayudar a las economías emergentes a comprender en dónde residen sus puntos fuertes y flacos en innovación y en crear políticas y parámetros adecuados», afirmó el decano de Cornell, Soumittra Dutta.
Más de mil niños al día huyen del conflicto en Sudán del Sur a países como Kenia, Etiopía, y en mayor medida a Uganda, buscando seguridad en sus vidas, lo que ha dado lugar a una crisis infantil en la región, informó hoy, en el Día Mundial del Refugiado, UNICEF.
«Más de un millón de niños han sido obligados a abandonar sus hogares en Sudán del Sur, a menudo en medio de una violencia espantosa», dijo la directora regional de UNICEF para África Oriental y Meridional, Leila Pakkala, en un comunicado desde Nairobi.
Desde que estalló la violencia en Sudán del Sur en diciembre de 2013, más de 1,8 millones de personas han cruzado a los países vecinos y solo en el último año la población de refugiados en Uganda pasó de 500.000 a más de 1,25 millones de personas.
Uganda recibió el pasado año 532.725 nuevos refugiados, siendo el país que recibió el mayor número de refugiados en todo el mundo, de un total de 65,6 millones de desplazados a nivel global, según ACNUR.
Este pequeño país se ha convertido también en el principal acogedor en África y a nivel global escaló desde el octavo puesto a mediados de 2016 hasta el tercer país con mayor número de refugiados hoy, solo por detrás de Turquía y Pakistán.
El Gobierno de Uganda, ACNUR, UNICEF, el PMA y otros socios humanitarios trabajan sobre el terreno para responder a los más de 740.000 refugiados que han llegado a Uganda desde julio de 2016, situación que ha afectado a los recursos estatales y en especial a los servicios sociales para el bienestar de los niños.
«El gobierno ugandés tiene una política de puertas abiertas progresiva y generosa para los refugiados. Este enfoque ofrece mejores perspectivas para los niños refugiados en Uganda que en muchos contextos a nivel mundial. La verdadera esperanza es que este modelo sea apoyado por otros países», pidió Pakkala.
Aunque los niños refugiados en Uganda disfrutan de un sistema legal, físico y de protección social completo y utilizan los mismos servicios sociales que la población local, UNICEF pidió «hacer más para poner en práctica esta agenda de acción en toda la región».
Uganda y las Naciones Unidas piden 8.000 millones de dólares para financiar intervenciones de respuesta de emergencia y resiliencia a la población de refugiados en Uganda durante los próximos cuatro años.
UNICEF requiere en Uganda casi 50 millones de dólares en 2017 y 30 millones cada año entre 2018 y 2020 para prestar servicios de salud, nutrición, agua y saneamiento, educación y desarrollo de la primera infancia tanto para los niños refugiados como para los de la comunidad de acogida.
Además el organismo estima que necesita 13,6 millones de dólares para responder a la nueva afluencia de refugiados sursudaneses en la región de Gambella, en Etiopía, y 7,3 millones para los refugiados en Kenia, como parte de la campaña de acción humanitaria para la infancia.
Según cifras de UNICEF solo entre Uganda, Etiopía y Kenia acogen a 2,6 millones de refugiados, 1,25 millones de los cuales se refugian en Uganda.
Desde diciembre de 2013, 1,8 millones de sursudaneses huyeron a países vecinos, la mayoría -un millón- de ellos son menores. En la actualidad 2000 personas llegan a Uganda cada día desde hace 11 meses.
Una charla TED para descubrir la importancia del diseño gráfico en la creación de una biblioteca que fomente la lectura en los niños.
La lectura es una fuente inagotable en el despertar de la imaginación infantil, porque utiliza el lenguaje como motor para inventar y las imágenes como respaldo, en lugar de funcionar a modo descriptor de una realidad alternativa como sucede en una película. Incentivar la lectura en los niños es una tarea ardua debido al concepto tradicional de biblioteca que vela por el silencio, la monotonía y la quietud, contrarios a su naturaleza. Te invitamos a mirar una charla TED sobrecómo crear una biblioteca que fomente la lectura en los niños, tanto en escuelas como en tu propio hogar.
Bibliotecas infantiles en escuelas
El expositor de la charla TED es Michael Bierut, un diseñador gráfico que fue contratado para diseñar el logotipo de bibliotecas de escuelas públicas en Estados Unidos. Bierut se zambulló en un mar trabajo sin saber que su logotipo lo llevaría a un proyecto que duró varios años, transformando los aburridos espacios de lectura de viejos edificios en mundos fantásticos que atraen a los más pequeños. El motor del proyecto fue la conjunción de energía, aprendizaje, arte y gráficos que inspiren a los lectores, invitándolos a construir su propio rincón.
Para ello, trabajó junto a arquitectos e ilustradores que realizaron encuestas a los niños para conocer a sus personajes favoritos y plasmarlos en los sectores más altos de la biblioteca, a modo de murales. La idea subyacente es que los pequeños no llegan a tomar los libros que se encuentran a cierta altura, por lo cual el espacio vacío debe aprovecharse para envolverlos en una atmósfera llamativa. Las bibliotecas se tornaron proyectos personalizados con los personajes que mencionaban los chicos, construyendo estantes bajos donde alcanzaran sus manitas.
Biblioteca para niños en casa
Del mismo que las escuelas deberían colmar de dibujos los sectores más altos de los edificios, el espacio de lectura del niño en casa tiene que reflejar calidez a través de imágenes que compongan un collage de sus personajes predilectos o ilustraciones que él mismo realizó a partir de lecturas. Es fundamental que la estantería sea baja y entre los libros se coloque un bloc de dibujo junto a crayones de colores para extender la experiencia hacia otras áreas artísticas.
Puedes construirla con cajones para fruta decorados, el fondo de una guitarra vieja o mandar a construir una estructura de madera simple con forma de casita. Junto a la biblioteca el niño debe contar con un espacio cómodo que lo anime a leer, por ejemplo una alfombra de colores y algunos cojines divertidos, una sillita y una mesa de su tamaño con un lapicero o un confortable puf. Es recomendable que los padres, hermanos mayores o cuidadores pregunten a los chicos sobre aquello que leyeron, fomentando el diálogo para que la experiencia del chico adquiera significado y constituya un vehículo para compartir.
Son menos las niñas que prefieren ingenierías, pero esto no tiene que ver con capacidades innatas sino con los estereotipos que se reproducen
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México hay paridad educativa en el ámbito universitario, es decir, cinco de cada diez graduados son mujeres, sin embargo, el problema está en la elección de la carrera, pues las mujeres optan más por las que no tienen que ver con Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), lamentó Gabriela Ramos, directora de gabinete del organismo internacional.
“Las mujeres se van a carreras que usualmente nos determina la sociedad y la cultura que son propias para las niñas, carreras que tienen que ver con servicios, con el cuidados de los adultos y los niños, como las ciencias humanas; son menos las niñas que dicen, voy a la ingeniería pero esto no tiene que ver con capacidades innatas, tiene que ver con los estereotipos que todos reproducimos; estereotipos que empiezan con decirle a una niña que es muy bonita y a un niño que es muy fuerte e inteligente; cuando les digas que son bonitas digan gracias, pero además digan que son inteligentes”, señaló la maestra Ramos durante la ceremonia de inauguración de la Semana Nacional de Mentoras por la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas: Sé parte del universo STEM en el Museo de las Ciencias Universum.
La exdirectora del Centro de la OCDE en México para América Latina dijo que de acuerdo con mediciones del organismo internacional, las niñas tienen menos confianza aunque tengan buen desempeño en matemáticas, lo que indica que el entorno social, cultural y familiar transmite menos el nivel de ambición para las niñas: “Lo que queremos con este programa NIÑASTEM PUEDEN, por medio de las mentoras, es demostrarle a todo mundo que las niñas tienen las mismas capacidades, simplemente necesitan creérsela y si eligen una carrera que todos colocan como difícil, sí lo lograrán porque tienen autoconfianza y todas las capacidades, y eso nos va a ayudar a construir un país mucho más incluyente y mucho más justo”.
La directora de gabinete de la OCDE y Sherpa ante el G20 (foro de 19 países más la Unión Europea) agregó: “Tienen que ver con el hecho de que necesitamos conectarnos mejor en el mundo digital, la economía del conocimiento, el desarrollo tecnológico tan vertiginoso, el Internet de las cosas (…). Las nuevas tecnologías requieren que los niños y niñas de México piensen como opción vincularse a las ciencias y la tecnología porque así se van a vincular al futuro, van a abrirse espacios y oportunidades”.
Javier Treviño Cantú, subsecretario de Educación Básica de la Secretaría de Educación Pública (SEP), dijo que el programa NIÑASTEM PUEDEN ya cuenta con una red de mentoras (mujeres destacadas en las disciplinas STEM para que brinden apoyo a las estudiantes a través de talleres, pláticas y programas de mentoría) en ciudades del país, pero la idea es alcanzar la cobertura nacional para lograr una transformación. Comentó que el programa de la SEP, OCDE y Academia Mexicana de Ciencias, presentado en enero pasado, forma parte del nuevo modelo educativo con el que se busca avanzar en una mayor equidad e inclusión. “Una de las intervenciones de la SEP es precisamente este programa de niñas STEM, de tal manera que podamos, como política pública del gobierno, estar estimulando y poder llevar este mensaje a todas la niñas de primarias y secundarias para poderlas entusiasmar con la idea de poder incursionar en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas”.
En México, la educación básica (preescolar, primaria y secundaria) está conformada por 26 millones de niños y jóvenes atendidos por un millón 200 mil maestros en 226 mil escuelas.
Con información del Foro Consultivo Científico y Tecnológico
Último informe de Fundación País Digital da cuenta de las brechas que existen en este ámbito y lo necesario que se hace que aumente el peso de la «economía de la información» en el crecimiento económico general del país.
A la fecha, más de 12 millones de personas han usado Internet en el último tiempo, lo que equivale a un 71% de la población, según los datos de la encuesta Casen 2015
Así lo revela el último Índice País Digital, Centro de Estudios de la Fundación País Digital, que da cuenta de un aumento promedio anual en el uso de la red de 4,3 puntos porcentuales desde 2013.
“El indicador correspondiente al pilar Usuarios posee la mejor proyección de logro, debido a la tendencia al alza de la tasa de penetración de conectividad a internet que existe en Chile y además, por la competitividad de empresas oferentes en la industria de las telecomunicaciones, tanto en conexiones fijas como móvil”, explica Juan Luis Núñez, gerente general de Fundación País Digital.
No obstante, el informe propone una meta del 95% de los chilenos usando internet para el año 2020. “A la fecha deberíamos contar con un 76% de la población que use Internet y, sobre esa base, aún presentamos 16 meses de atraso, lo cual se debe principalmente a brechas que como país deben ser abordadas”, dijo Núñez.
Por otro lado, el informe muestra las cuatro principales brechas que explican las diferencias en el uso de internet en Chile: el ingreso económico, los años de estudios formales, edad y zona geográfica (principalmente diferencias entre zonas urbanas y rurales).
De esta forma, las comunas de Lumaco, Río Hurtado y Paredones son las que presentan un menor uso de internet, alcanzando sólo entre un 18% y un 23%, mientras que en comunas como Vitacura, Providencia y Las Condes, los usuarios de internet superan el 90%. Asimismo, el informe muestra que entre los 30 y los 50 años se presenta el mayor nivel de crecimiento, mientras que los adultos mayores presentan los niveles más bajos.
Dentro de los sectores más afectados por esta brecha también se encuentran los deciles socioeconómicos 1 y 2, las personas que viven en sectores más rurales y las que tienen una menor cantidad de años de estudios formales, siendo este último el factor más importante en explicar la brecha de uso de internet en Chile, según modelos matemáticos realizados por la Fundación País Digital
También se da cuenta el peso que tiene la “economía de la información”, que representa el rubro de las telecomunicaciones, el de la Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones (TIC), el sector de medios y contenidos y la industria de manufactura de productos TIC.
Dentro del crecimiento del país, ha tenido una expansión más rápida que el resto de la economía en Chile, aunque no ha mejorado las expectativas respecto a su meta.
Actualmente, muestra un avance de 0,1 puntos porcentuales respecto a la última medición, logrando un 3,5% de participación sobre el total de la economía chilena. Este resultado, positivo en su crecimiento, se traduce en 32 meses de atraso en relación ala meta propuesta por la fundación que es de 5,6% para el 2020 y que es el actual promedio en la Ocde.
Según la Tercera Versión del Índice País Digital, si se avanza en todos estos aspectos, permitiría que la economía chilena crezca un 1 punto porcentual anual explicado por las Tecnologías de Información y Comunicación, lo cual es explicado en parte por el impacto que tienen en la productividad este tipo de tecnologías.
“Existe evidencia empírica de otros efectos producidos por el desarrollo de una sociedad del conocimiento, tales como el impacto en el empleo, la mayor capacidad de innovación en empresas y personas, mejoras en variables educativas y la creación de mercados más eficientes, en aspectos que son posibles de lograr si se alcanzan las principales metas que propone este Índice”, finaliza Núñez.
Los niños saben desbloquear un iPad o subir una foto a Facebook, pero aún no tienen una educación en valores que les enseñe las implicaciones de esos usos
Paula se levanta y camina descalza hasta el salón, trepa hasta el sofá, presiona el botón de inicio de un iPad, pulsa los cuatro números de la contraseña y se conecta a YouTube. Todavía no ha aprendido a leer y solo atina a garabatear su nombre y algunas letras, pero sabe que el icono con la carpeta la lleva hasta los vídeos que ha visto recientemente; allí encuentra decenas de extractos de capítulos deLa patrulla canina y hace scroll hasta encontrar su favorito. Puede desbloquear todos los móviles que hay a su alrededor, enviar mensajes de voz por WhatsApp, entrar en las cuentas de Facebook de sus padres para ver fotografías y acceder a las cuentas de Instagram de sus hermanas.
Lo que Paula no sabe es que si sube una foto de sus pies o de sus juguetes a la cuenta de su padre, habrá 259 personas que podrán verla, compartirla y comentarla. No sabe que puede quedar flotando en la red, porque el contenido que subimos a la red social es público, y pasa a estar disponible para su uso y distribución. Tampoco sabe que, si su padre tiene activa la geolocalización, cualquiera podrá saber dónde está. A Paula, por el momento, no le hace falta tener conciencia de todo eso porque sus padres están vigilando el traqueteo que da a sus móviles y tabletas. Ella está a punto de cumplir cinco años. A su alrededor, mientras, crecen varias generaciones que, habiendo cumplido los nueve, los 13, los 18 o los 25, tampoco tienen conciencia ni conocimiento sobre la tela de araña que supone la red.
El talento, enfocado más que nunca al avance de la tecnología, carece todavía de una base educativa en valores que cada vez más los expertos instan a establecer.Borja Adsuara es profesor, abogado, consultor, experto en derecho y estrategia digital, autor de uno de los capítulos (Derechos y deberes de los adolescentes en la era digital) deLos nativos digitales no existen (Planeta, 2017) y, sobre todo, padre de tres hijos que se supone que son eso, nativos digitales, —aquellos que han nacido a partir de mediados de los noventa y que saben usar la tecnología, simplemente, porque han nacido con ella—. El término no le parece correcto. «En mi época, los hijos poníamos el VHS a los padres. Cuando eres pequeño tocas todo sin miedo a romperlo. Eso es parte de ese aprendizaje intuitivo, los niños tienen más facilidad para hacer prueba-error y aprender a manejar cualquier aparato».
Saber manipular un dispositivo, conocer de memoria qué pestaña activa cada función o qué entresijos esconde no es lo mismo que saber cómo usarlo, qué implicaciones tiene lo que se hace con él o qué consecuencias. «Es como la diferencia entre saber cómo funciona un coche, dónde tiene las marchas, los intermitentes… y conducir, conocer las señales, las recomendaciones, circular. No es lo mismo». Para el experto, que bromea con la alusión a aquel eslógan publicitario que habla de lo poco que sirve la potencia sin control, el esfuerzo constante enfocado al desarrollo de la tecnología debería ir acompañado de un conocimiento temprano de lo que implica su utilización.
Acompañamiento educativo en el proyecto Mi Colegio Promete, de la Fundación Promete.
Pasaporte hacia el otro lado (de la pantalla)
«¿No tienen que hacer los niños la catequesis para hacer la comunión? Para eso sí, pero para tener un móvil con nueve años no hace falta nada». Apunta Adsuara que el mayor problema de Internet no son los contenidos inadecuados, sino la falta de educación para enfrentarse a ellos. Como en cualquier jungla, también en la urbana y también en la virtual, siempre habrá imágenes, vídeos o discursos más o menos peligrosos. «El WhatsApp, las redes sociales… A según qué edades los niños no están preparados para socializar a través de esos canales. Doy muchas charlas a padres y madres preocupados porque sus hijos sean víctimas en casos de ciberacoso, pero nunca se preguntan si sus hijos pueden ser capaces de ser el acosador».
El buen uso no es un denso manual de instrucciones, sino la capacidad de ponerse en el lugar del otro: «La empatía, la mediación entre afines. Esa es una de las mejores dinámicas que ya se están promoviendo en Europa, y en algunos lugares de España. Puede parecer muy poco tecnológico, pero es imprescindible para todo lo demás». Arguye Adsuara que, mientras que antes se aprendía a base de (metafóricas o a veces literales) tortas en el patio del colegio, y ahí se quedaban, ahora una imprudencia o un error te pueden marcar de por vida, y esa exposición dura 24 horas, la red no cierra. «Niñas de diez u once años que, por quererse integrar en el grupo, comienzan a hacer mana«. Fotos inapropiadas, comentarios inapropiados, vídeos inapropiados. «Ese es el hecho diferencial», asegura Adsuara, «educar en valores como la veracidad o el respeto a los demás, enseñar que lo que para ellos es grabar un audio o grabar un vídeo puede ser un delito contra el honor o la libertad sexual».
Niños en clase de tecnología manejando herramientas y piezas mecánicas en el colegio privado Brains María Lombillo, en Arturo Soria, Madrid.JAIME VILLANUEVA
Dándole vueltas a ese elemento ausente en la explosión tecnológica que vivimos, Anna Flotats y Mònica Roca decidieron crear, en 2015, Pasaporte Digital, una iniciativa para educar en competencias digitales y alfabetización multimedia a alumnos de ESO; para poner esa primera piedra que, en la mayoría de ocasiones, nunca llega a colocarse, y que deja cojo el desarrollo digital de los más pequeños. «Ambas teníamos trabajo, llevábamos ya más de ocho años de experiencia en periodismo, ambas en el ámbito educativo y nos fuimos dando cuenta de que había cambiado la forma de aprender y la de enseñar», explica Flotats. Se pusieron a investigar sobre nuevas tecnologías y soporte digital en la educación. «Había un vacío, sobre todo en Educación Secundaria. Los niños saben usar móviles y tabletas y ordenadores, tienen en casa y en la calle, pero llegan al colegio y hay una vuelta a hace décadas».
Cuenta Flotats que, cuando llegan a una clase con información sobre los alumnos, se asombran mucho: «Que sepamos de qué equipo de fútbol son, dónde estuvieron el fin de semana o si han ido al cine… No son conscientes de que todo lo que cuelgan acaba en la red, accesible para cualquiera». Su experiencia desde que empezaron con estas charlas es que los alumnos de secundaria, en general, hacen un uso de la tecnología instintivo y casi automático: «Hacen cultura del exhibicionismo, no saben acotar búsquedas ni lo que es el big data, no distinguen una fuente fiable de un blog sin actualizar desde hace años, no se imaginan que cada día llenan Internet con datos personales, ni conocen cómo gestionar su privacidad». Dividido en 10 temas, Flotats y Rocaarmaron un temario para llevar hasta las aulas de secundaria las herramientas para hacer un uso crítico, responsable y activo de Internet y todo lo que engloba. «La escuela, que es ese lugar en el que recoges la llave para moverte por el mundo, también debería ser ese donde recoger el pasaporte para vivir en ese otro mundo, el digital», sentencia Flotats.
Dentro y fuera del sistema
Entrar con la suya para salir con la nuestra. Es una máxima jesuita a la que Borja Adsuara recurre para recordar que para llevar esta extensión educativa a ese otro mundo digital también hace falta captar la atención de los alumnos, tengan la edad que tengan. «Yo uso bastante el humor como recurso pedagógico. Si les cuentas algo anecdótico ellos se quedan con el concepto principal a través de ese ejemplo. Memes, vídeos de YouTube… La cuestión es saber escoger el material y tener en cuenta que, según qué contenido sea, puede ser mejor o peor darlo con las nuevas tecnologías o con las tradicionales».
No solo es en las instituciones educativas donde se nota esa carencia. También en la calle. Antonio Vargas, mánager de políticas públicas de Google, apunta al momento de cambio disruptivo que vivimos: «Parece que nos pilla siempre con el pie cambiado por aquello de la velocidad con la que todo evoluciona». El responsable de la multinacional comenta que los colegios, los institutos y las universidades cada vez usan más dispositivos electrónicos, Internet y sus propias redes internas y las nuevas tecnologías y se apoyan en la interconectividad que proporcionan todos esos elementos. «En Google, por ejemplo, tenemos Classroom, una plataforma para que un profesor cree un entorno virtual en el que se pueda conectar toda la clase. Para hacer trabajos en equipo, o incluso para hacer una excursión virtual a un museo».
Dos alumnas del colegio Santa Maria de Valencia, en 2016.MÓNICA TORRES
Vargas también apunta a la ingente cantidad de oportunidades que pone la tecnología sobre la mesa y que la educación reglada tiene que ir desarrollando y aprovechando, y enumera a algunos de los proyectos que son espejo de este nuevo camino: «Creamos Genios, una iniciativa junto a Ayuda en Acción para formar a 5.000 estudiantes españoles en informática y programación; con OCUtenemos Vive un Internet más seguro, para un uso más responsable y seguro de las nuevas tecnologías, con una parte específica para niños, padres y centros educativos; también en este sentido, con la Policía Nacional pusimos en marchaEmbajadores de Internet responsable, en el que se formó a 360 escolares que hiciesen ese conocimiento extensivo al resto de sus compañeros; y constantemente trabajamos en campañas de concienciación para el uso de las tecnologías, sobre todo en las generaciones más jóvenes».
También necesitan educación digital aquellos que ya tienen colgado de su pared un título de grado, de posgrado, o que llevan años trabajando. Los cambios constantes, según el responsable de Google, provocan que el mercado descubra una serie de competencias que no encuentra en su población, «así que la población empieza a aprender de manera paralela a lo reglado». En Google pusieron en marcha Actívate, que ya tiene más de 800.000 registros en España, un programa para aprender aquellas competencias sobre big data, computación en la nube, comercio electrónico o márketing digital. «Son habilidades que necesitan las empresas para desarrollar labores que no están incluidas en la formación más habitual».
«No teníamos ni idea de cómo usaban Internet los jóvenes»
Otras grandes compañías tambien vislumbraron hace tiempo aquella ausencia. Algunas pusieron en marcha sus recursos para poner al servicio de la educación el software necesario en el aula, como Microsoft y su hincapié constante en los servicios en la nube como Skype o OneDrive como herramientas para otra forma de impartir clase.
Otras, como Telefónica, empezaron a investigar el uso específico de la red por parte de los jóvenes en 2008. Paula Valle cambió en 2013 la dirección de responsabilidad social corporativa de esa misma empresa para ocuparse de la estrategia del protección al menor en Internet. «Tuve proyectos como Familia Digital, y ahora, desde la Dirección de Sostenibilidad y Negocio Responsable, pongo en marcha iniciativas relacionadas con el uso responsable de la tecnología».
Y lidera Dialogando. La evolución de aquella plataforma, Familia Digital, que fomentaba ese uso consciente entre niños y jóvenes, hacia un contenido más global, también como adultos, en cómo aprendemos y gestionamos todo lo que tiene que ver con la tecnología. «Para ayudar a cualquiera, también padres y educadores, cuando surgen preguntas o dudas sobre el manejo de la red o los dispositivos».
Valle recuerda que el primero de aquellos proyectos en este sentido fue en 2008, a través de una organización con la que comenzaron a investigar en España y América Latina sobre cómo usaban los jóvenes Internet: «Por aquel entonces no teníamos ni idea, no había estudios, no había nada». Desde aquello ha pasado casi una década, y siguen viendo necesario promover ideas y programas relacionados no solo con protección al menor, también bloqueo de contenidos, colaboraciones con sus proveedores directos para que ciertos productos ya incorporen, desde la fábrica, esa preocupación por el menor (como controles parentales de serie en determinados terminales), campañas de sensibilización, paneles de expertos… «Todo para trabajar en esa mentira de lo que se ha llamado nativos digitales. Han nacido con ello, sí, pero no significa que sepan usarlo». Criterio tecnológico y sentido común para vivir online como viven offline.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!