Por: Oswaldo Espinoza
Aparentemente fuimos sorprendidos, o al menos es lo que muchos comentan sobre la situación extraordinaria que vive la humanidad en el marco de la pandemia por la Covid-19, incluso algunos colegas aun no salen de la sorpresa de ver rota la presencialidad que dábamos por segura en el proceso educativo universitario; no obstante esto no es así, cómo podemos hablar de sorpresa y endilgar a la pandemia la culpa del rompimiento de la burbuja de espejismos que conocemos como normalidad, sustentada sobre los mitos de la modernidad. La pandemia no es causa sino manifestación y consecuencia de un sistema que está en crisis, un sistema que se sustenta en la racionalización de sus propios mitos, en la naturalización de las diferencias como jerarquías y en una relación parasitaria con el medio natural, las cuales justifican la explotación de una minoría global privilegiada sobre las inmensas mayorías excluidas del mundo, al igual que la destrucción suicida de la naturaleza y de las condiciones necesarias para la reproducción de la vida; una crisis que en esta etapa nos confina en nuestros hogares para salvarnos, y nos distancia de los lugares de trabajo y los espacios de aprendizaje para cuidarnos; en este marco, las TICs se presentan no solo como una alternativa que ha estado disponible desde hace mucho tiempo, sino como la única alternativa posible para la continuidad del proceso formativo.
La educación asistida por tecnologías de la información y comunicación (TIC), ya se ha establecido en el mundo como una forma de desarrollar el proceso educativo, bien como complemento del insustituible encuentro presencial en el espacio de aprendizaje, agregando medios, herramientas, recursos, procesos y productos que potencian los objetivos formativos; o bien como alternativa cuando las distancias, la salud, la seguridad o razones de fuerza mayor compliquen o impidan la interacción directa con el grupo educativo; el problema ahora es que para que disponer de los beneficios de esta alternativa se requieren una serie de condiciones sociales, políticas, económicas y por supuesto tecnológicas, como la disponibilidad de la infraestructura pública y los dispositivos de acceso, condiciones que se fueron creando en el marco del proceso político bolivariano, pero que luego han sido seriamente golpeadas por la guerra imperial contra nuestra nación, a la que se suman los errores, omisiones y connivencias propias, como gobierno y como sociedad. De igual forma, las instituciones educativas, incluyendo las universidades, deben contar con las plataformas, propias o de terceros, en las que la comunidad educativa pueda interactuar y cubrir al menos un porcentaje del contenido curricular; lamentablemente pocas universidades cuentan con esa plataforma, que en circunstancias extraordinarias, como la presente, podrían servir para garantizar la continuidad del proceso educativo; de hecho es aquí donde podemos afirmar que fuimos sorprendidos sin estar preparados.
La situación descrita requiere adaptarse rápidamente para preservar el sagrado derecho a la educación; aquí las TICs se convierten en la tabla de salvación pero es necesario hacer advertencias y evitar caer en tentaciones, como la de convertir esta “normalidad relativa educativa” en la “nueva normalidad educativa” del proyecto globalista neoliberal del que nos advierte nuestro colega Luis Bonilla en su más reciente artículo dedicado al tema de la universidad en casa; me refiero a la intención descarada de eliminar progresivamente al Estado de su responsabilidad educativa, trasladando esa labor a la familia en los hogares a través de prestadores privados del servicio; en el camino también se borra la interacción social directa y se sustituye con más individualismo. Resulta fundamental abrazar las TICs como alternativa y complemento extraordinario al proceso educativo, sin olvidar que el mismo tiene una dimensión sociopolítica que sólo es posible con el encuentro directo en los espacios de aprendizaje.
Con el fin de responder a la situación actual de la mano de las TICs, resulta necesario asumir importantes desafíos como Estado, como institución y como comunidad educativa, y aún más específicamente como docentes. Al Estado bolivariano de Venezuela la corresponde hacer los mayores esfuerzos para superar las adversidades y garantizar a la población venezolana el acceso a la red que permita la interacción efectiva y oportuna en el ambiente virtual de aprendizaje; esto va desde el servicio eléctrico hasta los dispositivos personales de acceso. Las universidades tienen el deber inaplazable de crear o afiliarse a las plataformas de educación virtual, las cuales permitan el cumplimiento de un porcentaje del contenido en circunstancias regulares o la totalidad del currículo en circunstancias extraordinarias. Por otro lado, para la comunidad estudiantil resulta vital asumir el desafío que implica esta modalidad de aprendizaje, pues como saben todos los que han tenido experiencia con la educación a distancia, se requiere una importante dosis de autodisciplina, voluntad y compromiso. Finalmente para los docentes los desafíos son múltiples, por ejemplo para aquellos que se asuman como migrantes digitales, un proceso de actualización y adaptación resulta imprescindible, y en este aspecto la institución tiene un papel que jugar; otros retos para los educadores universitarios los presenta la profesora Katerina Barrios (2015), que quien escribe podría agrupar básicamente en tres grandes desafíos: Lo desafíos onto-epistemológicos, los académicos y finalmente los de interacción humana con los participantes.
Uno de los desafíos representa tanto una invitación como un reto, aunque yo agregaría también una advertencia; se trata de estar dispuesto a aprender, desaprender y reaprender, más no sólo de aprender y reaprender nuevas estrategias o el uso de nuevas tecnologías, también de aprender de los saberes y experiencias de los participantes, sujetos cognoscentes, educandos-educadores en el espíritu de Freire; sobre el desaprender hay que tener en cuenta la aclaratoria que nos hace Santos Boaventura (2010), sobre las diferentes implicaciones del desaprender entre el norte y el sur global, pues mientras para el norte despensar y desaprender se propone sobre todo aprender a ignorar, dejar de lado, olvidar o producir como inexistente (como cuando nos hacen olvidar nuestra identidad y el amor a la patria), en el sur, se trata de despensar y desaprender la razón indolente como pensamiento hegemónico, y reinventar o rehabilitar como sabios y válidos los saberes y experiencias propios que la razón indolente declaró como ignorantes o ausentes.
Finalmente se plantean los desafíos académicos que implican una preocupación por la formación permanente del educador, consolidando el conocimiento de los temas a abordar, lo cual exige constituirse en un lector asiduo y un investigador constante, que produce y divulga, crea y recrea saberes, labor para la cual la institución debe brindar todos los medios posibles. Por último, están los desafíos de interacción personal del docente con los participantes, que van desde la capacidad de comunicarse hasta el acompañamiento personalizado de cada miembro del grupo educativo, un reto en las circunstancias vigentes, en la que muchos estudiantes, y algunos docentes, han declarado la imposibilidad de mayor interacción por no contar con los medios y dispositivos de acceso, o con los servicios mínimos (electricidad y/o internet) para establecer contacto con sus compañeros y docentes, además de agregar, justificadamente, las difíciles condiciones socioeconómicas que viven en sus núcleos familiares por la precarización del salario y la despiadada guerra económica.
Universidad en casa mediada por las TICs constituye una respuesta valiosa para garantizar el derecho a la educación universitaria a los venezolanos; una oportunidad que se debe aprovechar asumiendo los desafíos que plantea y evitando las tentaciones y trampas de una “nueva realidad educativa” distante, individualista, privada, excluyente y deshumanizada.
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Fotografía: poresto.net
Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/educacion-mediada-por-tic-sin-caer-en-la-tentacion-de-la-nueva-normalidad-educativa/