Apenas 500 años después, El príncipe de Nicolás Maquiavelo es un clásico, pero como buen clásico puede tener diferentes lecturas. Maurice Joly lo lee como el teórico de los tiranos, por eso pone en sus labios la descripción cínica de la política bonapartista, maquiavélica y dictatorial de Luis Bonaparte, en el Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.
En la primera mitad del siglo XX, en un mundo en llamas por la segunda guerra mundial, Maquiavelo es leído, desde el poder, por el duce Benito Mussolini y, desde las mazmorras del fascismo, por el preso político Antonio Gramsci. Para el dictador, El Príncipe es un manual para tiranos, pero para el filósofo de la praxis, Maquiavelo escribió su clásico no para los hombres del poder, que ya lo conocen, incluso sin leerlo, porque lo practican de toda la vida y por generaciones, sino para el que no sabe, es decir: para el pueblo.
Las reflexiones de Antonio Gramsci sobre la política de Maquiavelo fueron escritas en sus Cuadernos de la Cárcel y publicadas también en volumen aparte, en títulos como La política y el Estado e incluso como Maquiavelo y Lenin. Las notas de Gramsci son una lectura creativa, propositiva, de Maquiavelo. Para el autor de los Cuadernos de la cárcel, El príncipe es un manifiesto, un libro que quiere motivar a la acción, como el Manifiesto comunista, el ¿Qué hacer? o, diremos nosotros, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Nicolás Maquiavelo usa no solamente la lógica, sino la capacidad literaria (recordemos que es el autor de La mandrágora), dramática, para generar un mito (en el sentido de George Sorel, que escribió sobre el mito de la huelga general), es decir, una utopía movilizadora. Maquiavelo quiere movilizar pasiones, patriotismo, energía para luchar por la unidad italiana.
En su tiempo, Maquiavelo no lo logró. Pero la lógica capitalista burguesa necesitaba Estados-naciones y finalmente Italia fue una nación en el siglo XIX. Curiosamente, Luis Bonaparte fue protagonista en favor de la unidad italiana, desde Francia, y con su derrota, de la unidad alemana bajo la hegemonía prusiana.
Sin embargo, en el inicio caótico y violento del siglo XX, Antonio Gramsci piensa que el príncipe ya no puede ser un individuo, una persona, el príncipe moderno tiene que ser colectivo: una organización. En los términos del marxismo y el leninismo de su tiempo: el partido.
Sumando los saberes heredados de Maquiavelo, Marx, Lenin e incluso de autores que no son de izquierda como el idealista Benedetto Croce (con quien establece una relación análoga a la de Marx con Hegel) y George Sorel (Reflexiones sobre la violencia), Antonio Gramsci propone un príncipe colectivo.
El partido o, para decirlo de un modo más amplio: la organización tiene que ser capaz de revolucionar la sociedad, hacer una reforma intelectual que incida en un cambio en la economía, hacer que sus ideas e ideales se conviertan en un nuevo sentido común, una narrativa triunfante, una nueva hegemonía ideológica-política-social-moral-cultural-económica.
Para ello, el partido estará formado por un núcleo central generador de las ideas-fuerza, un círculo de revolucionarios capaces de movilizar pasiones alrededor de ese ideario revolucionario y una muy amplia masa de seguidores apasionados y movilizados por ese mito movilizador: la revolución.
Como Maquiavelo, como Marx, como Lenin, Antonio Gramsci no escribía desde la soledad del cubículo académico, sino desde la militancia, pues estaba preso por participar en la creación y organización de los consejos de fábrica, con los que los obreros italianos lucharon por el control del proceso de producción. Los consejos eran los soviets de los italianos. El fascismo de Benito Mussolini, como el nazismo en Alemania, el franquismo en España o el pinochetismo y las dictaduras militares en el Cono Sur, era la respuesta, la reacción contra el ascenso de la organización y la lucha obrera.
Gramsci aportó valiosas reflexiones (con conceptos originales como filosofía de la praxis, hegemonía y bloque histórico) sobre la organización, la lucha, no sólo con las ideas, sino con la pasión (pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad) y el mito (la utopía, el mesianismo colectivo, ojo: colectivo).
De sus aportaciones, no es la menor apropiarse de Maquiavelo para la izquierda, para el pueblo, en defensa de un jacobinismo-leninismo que tenga la fuerza intelectual, pasional y fuerza a secas para cambiar a la sociedad. El príncipe no puede ser ya un hombre providencial, un individuo, una persona: tiene que ser un sujeto colectivo, un nosotros. Y el intelectual orgánico de ese príncipe colectivo tiene que ser también un intelectual colectivo: una organización que lee, piensa, debate, escribe, publica y vence, no sólo en el debate de ideas, sino en todos los órdenes.
La obra de Antonio Gramsci fue siendo publicada poco a poco después de su muerte, y más lentamente, introducida en castellano en Nuestra América. Ya Roque Dalton se burlaba de la falta de madurez del Partido Comunista salvadoreño para leer a Gramsci, con una canción de la italiana Gigliola Cinquetti: “No tengo edad, no tengo edad para amarte”… El optimismo de mi voluntad me dice que ya tenemos la edad suficiente, apenas 500 años después de Maquiavelo y menos de 100 años después de Gramsci.
Sería importante superar la retórica de la intransigencia que asegura que si nos organizamos, seremos presas de un centralismo autoritario, que nos hegemonice, homogenice y pasteurice. El reto es cómo lograr la solidez y fuerza de una organización, sin el autoritarismo, ni la rigidez ni la muerte del pensamiento que generan dictaduras y totalitarismos. Sin embargo, no organizarnos nos hace presas de la derecha capitalista, pues ella sí se organiza y hace uso de toda su fuerza.
¿Es posible situar al ser humano en el centro de la revolución tecnológica para poder garantizar sus derechos en el futuro que está por venir? El Foro de Humanismo Tecnológico, organizado por ESADE, presenta sus propuestas para que la transformación digital no genere brechas en la democracia.
El siglo pasado y el anterior era habitual que escritores clásicos del género fantástico anticiparan en sus novelas hechos ficticios que se tornaban reales en el futuro. Es el caso de Julio Verne, que predijo que el ser humano sería capaz de llegar a la luna o de recorrer el fondo del mar en algo parecido a un submarino. Hoy asistimos a un hecho similar, si bien los acontecimientos se desarrollan con semejante precipitación que resulta trasnochado llamar al género ‘ciencia-ficción’, y ahora se estila más la etiqueta ‘distópico’: los guiones de la serie Black Mirror, por ejemplo, no son una predicción acertada de lo que sucederá en unas cuantas décadas con la tecnología, sino de lo va a ocurrir mañana. Un mañana en el que las máquinas convivirán con nosotros en nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Nos guste o no.
«La revolución digital no admite vuelta atrás a pesar de los riesgos distópicos y deshumanizadores que aloja en su seno. Para neutralizarlos y no perder su tracción de progreso económico y social debe incorporar un relato crítico que resignifique éticamente su contenido y una agenda legislativa que encauce democráticamente su desarrollo futuro». Esta conclusión resume lo que se trató en el Foro de Humanismo Tecnológico organizado por ESADE (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas) bajo la dirección de José María Lasalle, y en el que voces expertas de numerosos sectores (concernidos por el hecho digital) reflexionan y debaten sobre el impacto que tiene (y tendrá) la tecnología en la vida y los derechos de las personas.
El cambio debe resignificarse éticamente y alinearse con los valores de la democracia, una prioridad en la agenda legislativa
Todos los participantes coincidieron en la necesidad de un empeño colectivo que debe traducirse en dos misiones principales de acción pública: «Una, dedicada a preservar la centralidad ética y la primacía decisoria del ser humano en entornos automatizados; otra, volcada en garantizar la protección de la dignidad humana en todos los desarrollos tecnológicos que acompañen la era digital».
Fruto de este encuentro, en la entidad han recopilado 23 propuestas concretas para situar al ser humano el centro de la automatización global. De ellas se desprende que el cambio al que asistimos debe resignificarse éticamente y alinearse con los valores de la democracia, lo cual debe ser una prioridad en la agenda legislativa de políticas públicas, tanto a nivel nacional como europeo, con el objeto de corregir la descompensación entre el poder tecnológico y el democrático.
En este sentido, Jorge Moruno, diputado de la Asamblea de Madrid, alertaba en la jornada del poder extraordinario que acumulan las corporaciones tecnológicas globales. «No solo porque incrementan su cuenta de resultados y su capitalización de forma astronómica, sino porque hegemonizan un desarrollo cultural de la tecnología que fija condiciones materiales de dominación que someten a la sociedad a sus dictados». Otra de las conclusiones de ESADE alude a este respecto: «La ciberdemocracia será posible si la revolución digital neutraliza las tendencias de dominación económica y cultural que despliegan las corporaciones tecnológicas al actuar como monopolios que erosionan la libre competencia».
El trabajo en un futuro dominado por la inteligencia artificial y la robótica ocupó un lugar preponderante en el debate: el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, opina que debemos humanizar la tecnología y, con ella, los avances e innovaciones que introduzca su desarrollo. «Solo desde su humanización se preservará mejor la igualdad de oportunidades y se desarrollará un mundo más equilibrado donde se garantice a cada uno de nosotros seguir siendo dueños de nuestra libertad».
Gramendi (CEOE):«Solo desde la humanización se preservará mejor la igualdad de oportunidades y se desarrollará un mundo más equilibrado»
Una humanización que pasa por evitar esa automatización que promueva contrataciones deslocalizadas e inmediatas, que aumentan la flexibilidad y el dinamismo pero a costa de mayores dosis de precariedad en el sistema laboral, tal y como señala ESADE en otra de sus conclusiones. «Urge afrontar reformas que reactiven el papel del Estado, que debe impedir la desprotección e indefensión de los trabajadores». Para ello, desde la institución académica proponen la aprobación de una carta digital de derechos laborales individuales y colectivos que incluya la negociación colectiva y la sindicación, la no discriminación algorítmica y la facilitación de la transparencia de los códigos y sesgos de los procesos de automatización que organizan la empresa.
De hecho, la educación es el pilar fundamental que debe sostener la humanización en medio del vendaval tecnológico. Por eso, los participantes en el debate reclaman que apueste por habilidades digitales críticas en las que el conocimiento de las humanidades resulte fundamental: «Solo una sociedad educada en la libertad de decidir y en la capacidad de responsabilizarse de las decisiones, podrá establecer relaciones equitativas dentro de un ecosistema digital sometido a la inteligencia artificial».
Las reflexiones y conclusiones que ha alumbrado el Foro de Humanismo Tecnológico (un espacio de debate que sigue vivo en una web que aloja publicaciones y pódcasts ofrecen análisis y contenidos sobre los déficits éticos y democráticos que acompañan la automatización de nuestra sociedad) abarcan innumerables aspectos de nuestra sociedad, pero tienen un mismo fin: alcanzar un futuro más justo, sin que la tecnología se interponga en este cometido. En esta línea, desde ESADE concluyen: «Para garantizar la libertad y salvaguardar la primacía decisoria de los seres humanos, es necesario que la transformación digital de nuestras sociedades democráticas no agrave las brechas que acompañan su desarrollo. Algo que debe plantearse a nivel nacional y europeo, pero que requiere, también, acciones globales».
Las múltiples formas de precariedad de las y los docentes en todos los niveles educativos, no solo se mantienen bajo el gobierno de la 4T, sino que se han profundizado en lo que va de su sexenio.
Para desempeñar nuestra labor adecuadamente, las y los maestros necesitamos salarios dignos, estabilidad en el empleo y plenos derechos laborales. Requerimos capacitación pagada dentro de nuestra jornada laboral y jubilaciones que no nos condenen vivir una vejez en la miseria.
Las y los maestros tenemos una responsabilidad enorme. Jugamos un papel preponderante en la formación de las nuevas generaciones y un rol social histórico -de lucha combativa- que nos coloca en una posición privilegiada para aportar a nuestra clase en la tarea de cambiarlo todo. Por eso debemos luchar por defender nuestros derechos y por conquistar nuestras demandas, y para ello debemos recuperar nuestro sindicato para utilizarlo como una herramienta de lucha y organización.
A las y los trabajadores nadie nos ha regalado nada, por lo que, debemos unirnos, en todos los niveles educativos y en todos los sectores. Es indispensable generar un plan de lucha unificado para defender nuestra labor y nuestros derechos laborales porque defenderlos es defender la educación pública.
Si bien, muchos maestros pusieron sus esperanzas e ilusiones en la revalorización del magisterio que López Obrador prometió en su campaña electoral; a más de tres años del inicio de su gobierno, ha demostrado que es un hecho la continuidad de los planes neoliberales contra la educación pública y están más vigente que nunca.
Bajos salarios y flexibilización laboral
Para nadie es un secreto que nuestra labor está cada día más precarizada. Bajos salarios, inestabilidad en el empleo, jornadas laborales extendidas y pérdida de derechos laborales son solamente algunas de las formas más visibles de la precariedad de la labor docente en nuestro país.
Los salarios cada día alcanzan menos. Según un informe del CONEVAL, el poder adquisitivo del ingreso laboral disminuyó 4.8 % desde que empezó la pandemia, pero para las y los maestros no es solo eso, sino que el aumento salarial depende ahora de la evaluación a manos del USICAM -organismo que sustituyó al repudiado INEE en algunas de sus funciones- y se rige por principios de competitividad, eficacia y eficiencia, que son totalmente ajenos a la educación y pertenecen más bien al mundo empresarial, los que generan una enorme desigualdad, pues mientras algunos pocos docentes logran acceder a programas de competitividad para mejorar sus salarios, otros quedan fuera de estos programas y no tienen forma de mejorar sus ingresos, sumado a la división que genera dentro de nuestro sector.
A esta situación se suma la flexibilización laboral docente que responde a nuevas formas de contratación, con menores -o nulas- prestaciones, inestabilidad y pérdida de derechos laborales. Muchos docentes de educación básica ya no son considerados trabajadores, sino beneficiarios de programas sociales, como es el caso de los maestros de inglés del programa PRONI. Lo mismo sucede con docentes de educación superior como los de las Universidades del Bienestar, por dar un ejemplo.
Aunque la reforma educativa de AMLO eliminó el examen de permanencia, no eliminó el examen de ingreso, por lo que miles de docentes recién egresados de las escuelas normales, deben realizar un examen para tener derecho al trabajo. Sin embargo, esto tampoco les garantiza estabilidad laboral, pues la mayoría son contratados temporalmente y, una vez finalizado el ciclo escolar, deben realizar nuevamente el examen de admisión para poder recontratarse.
A esto hay que añadirle que, con el mismo salario, en tiempos de pandemia y con la educación a distancia, debimos garantizar la continuidad de la educación comprando nuestras propias herramientas de trabajo como computadoras y teléfonos celulares y pagar mes con mes el servicio de internet que además incrementó su costo.
Asimismo, con el regreso a la presencialidad, dado que a las escuelas no se les dotó de lo necesario para un regreso seguro, en la mayoría de los casos, somos las y los maestros quienes, junto a madres y padres de familia, hemos garantizado los insumos necesarios -como gel antibacterial, cubrebocas, jabón, sanitizante, etc.- para poder cumplir con la imposición, sin que se incrementara ni un peso a nuestro ya, de por si, raquítico salario.
Más trabajo por el mismo salario
Otra de las formas que muestran el avance en la precarización de nuestra labor, es el aumento de la carga laboral y el incremento de la jornada de trabajo. Cada día nos adjudican mas tareas, las que implican más tiempo fuera de nuestro horario laboral.
No solo son las planificaciones y elaboraciones de material didáctico, sino ahora se suman juntas de padres y madres de familia en contraturno, mayor carga administrativa; comités de participación escolar que, pervertidos de su función original, sirven únicamente para llenar formatos y establecer protocolos que no se llevan adelante por las autoridades; capacitación fuera de nuestra jornada laboral que, además, poco o nada tiene que ver con nuestra labor en las aulas y la realidad que enfrentamos día a día, y un largo etcétera que provoca un desgaste físico y emocional, además de un cansancio extremo en la mente y cuerpo de las y los maestros.
Aunado a esto, el regreso inseguro en las escuelas ha provocado un estrés aun mayor, pues además de lo mencionado, las y los maestros hemos tenido que asumir el costo emocional de contener a nuestros alumnos y alumnas que no tienen ningún otro soporte psicosocial. Niños y niñas huérfanos por la pandemia, chicos que no tienen nada que llevarse a la boca y que padecen cotidianamente el riesgo de contagio al encontrarse en condiciones inseguras dentro de la escuela.
Todas estas condiciones merman nuestra capacidad para llevar adelante nuestra labor de manera adecuada. Las y los docentes estamos cansados, estresados, con miedo y con angustia.
Y esto es muy conveniente para quienes quieren evitar que el magisterio juegue el rol que las y los maestros podemos jugar organizándonos para cambiar las cosas junto al resto de nuestra clase.
No podemos seguir permitiéndolo. Luchar contra la precariedad, es luchar por la educación pública.
Los niños primero es buen slogan porque este grupo ha estado rezagado en las políticas públicas, sobre todo en aquellas referidas a recibir una educación de calidad. Lamentablemente, no pasa de ser un slogan que se repite sin contenido por quienes dicen defender sus intereses. Niñas, niños y adolescentes han quedado atrapados entre dos fuegos con nefastas consecuenciaspara ellos.
La presencialidad en la educación ha concentrado la pugna de poder entre las autoridades del Ministerio de Educación y del Colegio de Profesores en Chile, siendo las y los estudiantes meros espectadores. Distinto hubiera sido si el diálogo se centrara en diseñar una política pública para la educación que tomara lo mejor de las clases remotas y lo mejor de la presencialidad.
Desde el comienzo de las clases remotas, en Fundación Semilla hemos destacado el trabajo de miles de docentes y profesionales de la educación que debieron reconvertirse sin contar con las herramientas pedagógicas ni los recursos tecnológicos para los desafíos que imponía el cierre de la educación presencial. Su compromiso es innegable.
La Agencia de Calidad de la Educación, reconociendo el problema que enfrenta la educación básica y media, diseñó un conjunto de instrumentos para que las comunidades educativas del país pudieran realizar un Diagnóstico Integral de Aprendizajes en sus respectivos establecimientos. Si bien ha existido confusión en cómo aplicarlo y sus objetivos, lo importante es que se está haciendo un esfuerzo para recabar información que permita diseñar mejores políticas públicas a nivel general y mejores programas a nivel de escuela o liceo.
En días pasados, la Agencia de Calidad de la Educación entregó algunos resultados de agregados del Diagnóstico Integral de Aprendizajes y sus conclusiones confirman el daño que ha provocado la pandemia en las y los estudiantes en las áreas socioemocional, lectura y matemáticas. Probablemente un daño irreversible que va en directa relación con la vulnerabilidad de los establecimientos educacionales. Es decir, la brecha se agranda en vez de achicarse entre los grupos socioeconómicos.
La misma Agencia ha constatado que una buena convivencia, que va de la mano con educación socioemocional, es la variable de control que mejor explica un buen logro en aprendizajes. Y la otra cara de la moneda: estudiar y aprender a leer y escribir, así como las matemáticas afectan positivamente el desarrollo cerebral y cognitivo.
Resulta de sumo interés la propuesta de la Agencia de la Calidad de la Educación en cuanto promueve utilizar estos instrumentos para que, a partir de ellos, las y los docentes promuevan el pensamiento crítico, planteando otros problemas desafiantes, que ojalá tengan más de una solución, que se resuelven con más de una estrategia y que permitan abrir diálogos ricos en contenido, imaginación y respeto mutuo.
Qué diferente hubiera sido si desde el comienzo niñas, niños y adolescentes hubieran estado primero en la preocupación de autoridades políticas y gremiales y no quedaran atrapados entre el fuego cruzado de una sola variable: clases remotas o presenciales.
Fuente de la información e imagen: https://www.pressenza.com/es/2021/06/ninas-ninos-y-adolescentes-atrapados-entre-dos-fuegos/
Amplios sectores de la sociedad guatemalteca se han sumado a las protestas junto a diferentes espacios políticos progresistas y revolucionarios.
Guatemala vive por estos días jornadas de protestas que se han ido agudizando ante la ausencia de respuestas oficiales a las demandas de amplios sectores de la sociedad. El reclamo es por la precaria situación socio-económica que sin dudas se ha visto agravada por los efectos de la pandemia global.
Los movimientos campesino aglutinados en CODECA (Comité de Desarrollo Campesino) han motorizado las movilizaciones con cortes de carreteras y un desarrollo en amplias regiones del país. Este movimiento exige la renuncia del presidente Alejandro Giammettei, la implantación de un gobierno transitorio y la convocatoria a una Convención Constituyente Popular y Plurinacional.
Amplios sectores de la sociedad guatemalteca se han sumado a las protestas junto a diferentes espacios políticos progresistas y revolucionarios. La intención es conformar un bloque desde el cual se puedan elaborar propuestas conducentes a superar el momento actual y avanzar en un sentido transformador y en favor de las mayorías postergadas.
“Lo que está sucediendo ahorita en Guatemala es que la coyuntura sigue siendo la misma que comenzó hace unos años, que la provocó la CISIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala)” explica a PIA Global Pablo Soto Orantes, dirigente del Movimiento Progresista Tejiendo Pueblo, con amplia participación en las protestas actuales en toda Guatemala. “Esta fue una comisión creada como parte de los acuerdos de paz que lo que pretendía era desarmar y desarticular todas las organizaciones mafiosas y clandestinas del aparato del estado que habían sido creadas como parte de la lucha contrainsurgente. Sin embargo, fue realizada con el objetivo de una supuesta lucha contra la corrupción y para desbaratar todas las instituciones corruptas y mafiosas que estaban enquistadas en el estado guatemalteco. A partir de ahí se ha venido desarrollando la lucha contra la corrupción que apoyan amplios sectores políticos y sociales. Y el Estado, en esa alianza oligárquica y militar, ha cerrado filas, al ser ellos los que han tenido el control histórico del aparato estatal y al mismo tiempo los que han sido acusados y señalados como parte de una estructura corrupta en la administración de lo público”.
Soto Orantes analiza el contexto actual y hace una retrospectiva que permite comprender en profundidad la situación y las dificultades de los sectores populares para plantear una opción de transformaciones estructurales:
“En Guatemala, la caracterización que tiene el movimiento popular, progresista y revolucionario, después de los acuerdo de paz y producto de errores que se cometieron en el momento de la firma de dichos acuerdos y posteriormente, es que hubo una separación de todo ese movimiento popular y social que estaba de algún modo articulado a la vanguardia revolucionaria de las organizaciones que componían la URNG, que eran las organizaciones armadas que dirigían la guerra en el país y lo que hubo en realidad, fue una dispersión, una fragmentación acompañada de una ONGización del movimiento popular y social”.
En relación a la actual situación del país, Soto Orantes afirma sin titubear que “el gobierno es parte de una alianza militar con un sector de la oligarquía mafiosa, un capital emergente producto de la mafia y la corrupción, y las medidas que ha tomado el Estado en continuidad con lo que ha realizado el anterior gobierno es expulsar a la CISIG y desarmar toda esa institucionalidad que luchaba contra la corrupción y que se formó producto de la presencia de dicha comisión en el país. Ello ha generado un malestar muy grande y un rechazo muy fuerte en amplios sectores de la sociedad por los enormes niveles de corrupción que se han evidenciado fundamentalmente en relación a la situación sanitaria y la aceleración de la crisis general causada por la pandemia del Covid-19”.
El dirigente progresista afirma que la dispersión existente en los sectores populares y la carencia de un programa unitario de lucha con objetivos definidos, dificulta la acción de masas y facilita la acción reaccionaria del gobierno.
Soto Orante afirma que “hay una falta de liderazgo, ausencia de un planteamiento que aglutine. En estos momentos la lucha contra la corrupción es lo que unifica a todo el mundo, pero no deja de ser un planteamiento acéfalo que no trae una propuesta política por parte del conjunto de las organizaciones progresistas o revolucionarias. Lo más avanzado es el planteo de la creación de un nuevo Estado, cuando se habla de un Estado Plurinacional, sin embargo, tampoco existe un planteo profundo que explique la forma y el objetivo de ese estado y el modo en que se constituiría”.
La historia de los movimientos revolucionarios que desarrollaron la lucha durante décadas en Guatemala se mantiene viva en la palabra de Soto Orantes que afirma la importancia y el deber de mantener los ideales revolucionarios y poseer la capacidad de construir un programa político y de lucha que aglutine todo el malestar existente unificando las fuerzas para poder ofrecer una concreta opción de cambio. “Si se concluye en la idea de crear un Estado Plurinacional, eso debe ser desarrollado en profundidad, explicarlo y darle viabilidad mostrando a la gente que por ahí va la cosa, que sí es posible y que lo que se está planteando es una verdadera transformación en favor de los sectores postergados”, dice Soto Orantes .
Desde una perspectiva de autocrítica hacia los núcleos que conformaron las fuerzas insurgentes y de izquierda Soto Orantes establece una diferenciación: “Nuestra postura siempre fue acorde a mantener una posición opuesta al Imperio. En Guatemala, la izquierda en su conjunto, en general se ha plegado no solo a la CISIG sino a lo que ésta representa, que son principalmente los intereses geopolíticos del Imperialismo en la región. Entonces ven que a través de la injerencia norteamericana y el apoyo a la lucha contra la corrupción entre comillas, es que se puede resolver los problemas porque a quienes están atacando son a los que gobiernan y que son los enemigos históricos nuestros”.
Y agrega, para que no queden dudas de su mirada y de la postura del espacio del que forma parte: “Nosotros no nos oponemos a que se juzgue, ni que se ataque a ese enemigo, al contrario, pero si hemos señalado que no estamos de acuerdo en que se instrumentalice esa instancia de lucha contra la corrupción para la injerencia y los propósitos del Imperialismo en la región. Y ese es un elemento que esta también dentro de las fuerzas progresistas y democráticas, porque eso ha llevado a que muchas de estas organizaciones, ONG´s, incluso partidos, tomen una posición como ellos dicen “de centro”, alejándose de la Revolución Bolivariana, de Cuba, de Nicaragua a los que incluso los condenan como corruptos. En definitiva han sumado al discurso de la lucha contra la corrupción, porque ven que la ayuda que Estados Unidos ha prestado a la CISIG desde la Embajada pues, como tiene un efecto se montan sobre esa ola para tratar de lograr los propósitos de lo que ellos dicen la izquierda no ha sido capaz de lograr aquí. Es una situación compleja y difícil, pero creemos que ahorita hay elementos y una situación favorable de la cual puede surgir un movimiento social y popular fuerte, en la lucha contra la corrupción pero fundamentalmente por instrumentar transformaciones estructurales y convertir toda esa fuerza en lucha contra el neoliberalismo pero habría que inyectarle también el elemento de la soberanía”.
La existencia de movimientos campesinos que se fueron estructurando a partir de la defensa de los territorios, oponiéndose al modelo extractivista y monocultivador, conforman una fuerza que ha ido creciendo en los últimos años y que se ha venido expresando de diferentes formas aunque todas ellas de modo disperso y sin una articulación estratégica. Soto Orantes asegura que “ese movimiento tiene una característica de movimiento comunal, sobre todo en los pueblos originarios. Es un movimiento que nosotros valoramos, que ha crecido con fuerza y que es una nueva expresión de lucha en el país, la cual también es un elemento aglutinador. Sin embargo, sigue estando disperso y fraccionado, no hay todavía una vanguardia y un planteamiento que unifique a toda esa fuerza social en el territorio y en una fuerza política para la disputa del poder”.
Soto Orantes analiza los desafíos del movimiento popular guatemalteco y observa la necesidad imperiosa de vencer la fragmentación y construir pacientemente un programa político y de lucha que permita aglutinar a amplios sectores. Algo nuevo que deje atrás todas las diferencias y la división que se ha dado principalmente por intereses personales y un sectarismo muy fuerte.
“En Guatemala lastimosamente ahorita la mayoría de la izquierda tiene una posición que la lleva incluso a atacar muy fuerte a los procesos revolucionarios profundos como el Bolivariano, la Revolución Cubana y ni hablar de la Revolución Sandinista y Daniel Ortega en particular. Las organizaciones de mujeres o de defensa del medio ambiente se han vuelto enemigas de las posiciones revolucionarias y acaban haciendo el juego a la injerencia imperialista en el país y en la región, a partir de planteos de la lucha contra la corrupción y los derechos humanos, pero alejándose de las posiciones transformadoras. En ese escenario estamos nosotros tratando de desarrollar un planteamiento distinto, nuevo, pero que sí mantenga los elementos revolucionarios de la soberanía y la no injerencia, contra el neoliberalismo y contra el imperialismo”.
En referencia a las protestas que se vienen sucediendo en las últimas semanas, Soto Orantes asegura que “hay un agotamiento de la paciencia de los pueblos, principalmente de la población más vulnerable, que se origina por toda la gestión del gobierno y la corrupción en torno a la situación económica que se ha visto agravada por la pandemia y las respuestas oficiales que han sido totalmente insuficientes y que en realidad han servido al poder para aprovechar la circunstancia y robar”.
En este sentido el dirigente guatemalteco especifica su mirada acerca de la corrupción enquistada en el poder y en relación a la actual pandemia: “Se han pedido sumas inmensas del presupuesto para ser usados en la lucha contra el Covid-19 y el país está cada vez en una situación más vulnerable. El alza de los precios de la canasta básica, se ha elevado el costo de la vida y la situación de salud es cada vez más precaria, más grave. El país hoy mismo está en rojo, un gran nivel de contagios y una mortalidad muy grande. La vacunación todavía sigue siendo una situación muy limitada por falta de una política del gobierno, primero de concientización, después de toda la corrupción que ha habido en torno a la vacunación. Se gastaron sumas inmensas de dinero supuestamente para la compra vacunas pero la mayoría de las vacunas que han venido al país son de donación ”.
Como es de conocimiento, el gobierno guatemalteco en su intento de protegerse de las investigaciones de casos de corrupción en el Estado, en los últimos meses destituyo a los fiscales Juan Francisco Sandoval y Clara Valenzuela. Ambos son miembros de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), contrariando con ello incluso los objetivos del gobierno norteamericano que tras el discurso de la lucha anticorrupción busca encubrir sus verdaderos objetivos geopolíticos en la región centroamericana. Es necesario mencionar como constatación de los intereses en pugna, que Sandoval en febrero fue galardonado como uno de los “Héroes anticorrupción” por el Departamento de Estado estadounidense.
Para Soto Orantes, Estados Unidos acciona toda su presión “porque eso genera en el país una situación social conflictiva que estimula la migración ilegal a EEUU en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. Ese es uno de los problemas que más afecta a EEUU, ya que dichos movimientos humanos se desarrollan bajo formas de grandes caravanas de familias creando un serio problema para la propia seguridad fronteriza que incluso ha llevado a crear cárceles de menores en la frontera, la deportación y la separación de familias enteras. Por eso, como prioridad ellos apuntan a la lucha contra la “corrupción” para presionar al gobierno nacional y que realmente haya mejoras y de ese modo detener la oleada migratoria”.
Para englobar los conceptos en relación al contexto actual y los objetivos de los espacios políticos revolucionarios guatemaltecos, Soto Orantes asevera que “el movimiento que se está desarrollando en estos días generando importantes convocatorias y convocado por CODECA junto a otras organizaciones entre las cuales nosotros estamos apoyando y participando activamente porque creemos que en este momento ellos incorporan un elemento que sí es unificador y que trasciende, más allá de la renuncia del presidente porque sí plantea la transformación del Estado y la creación de un nuevo Estado Plurinacional en Guatemala. Esto tiene una connotación más profunda porque habla de un nuevo estado, de un planteamiento que nace de la resistencia de las comunidades y de los pueblos originarios y que si bien aún carece de un claro planteamiento político se está trabajando en ello”.
“Nosotros creemos que ahorita el tema del Estado Plurinacional es un elemento movilizador de lucha y estamos planteando que esa unidad de acción debe ser programática para transformar verdaderamente el Estado, pero para ello hay que trabajar el concepto y los elementos de este estado plurinacional para que realmente sean incluyentes de todos los sectores, rescatar los planteamientos de los Acuerdos de Paz cuando definieron el nuevo estado que debía construirse y que fue derrotado por la manipulación. Nosotros creemos que en este momento, la creación de un Estado Plurinacional es un elemento que puede movilizar en torno a la ruptura y dar un paso por la lucha social de masas hacia un proceso de transformaciones más profundas. Las movilizaciones de los últimos días han sido bastante fuertes en torno a estos planteamientos y de la convocatoria a una Asamblea Constituyente, popular y plurinacional. Nosotros, como Movimiento Progresista Tejiendo Pueblo estamos concentrados en esas líneas de acción, en la formación de nuestros cuadros y en la organización en vista a lo que consideramos esencial, que es la reconstrucción del movimiento revolucionario y queremos trabajar ese proceso acumulando fuerzas y reestructurando las bases, el músculo político, ideológico y social que rescate los planteamientos de soberanía, antiimperialismo y que permita desarrollar una acción política clara y con profunda inserción en las masas”.
*Alberto Miguel Sánchez es historiador y colaborador de PIA Noticias.
Una razón por la que algunos jóvenes sienten fascinación por los narcotraficantes es que la parafernalia mediática los ha mostrado como estereotipos conductuales del éxito. Esta problemática, sin duda detectada por los gobiernos pasados y el actual, ha sido diagnosticada como grave por ambos pero abordada de manera radicalmente opuesta. El problema tiene consecuencias devastadoras para las víctimas, familiares y tejido social. Indudablemente, la responsabilidad principal de resolverla recae en la instituciones, aquellas heredadas del pasado neoliberal controladas todavía por la misma mafia político-económico cuya separación sigue pendiente. No basta que la ciudadanía demande derogar leyes y desmantelar las instituciones neoliberales (retóricamente mandadas al diablo por AMLO), garantes del robo y la impunidad, se requiere organización, unidad y movilización. De no hacerlo, el sistema de mercado, seguirá sembrando en la mente de los jóvenes los peores estereotipos yanquis del éxito que tanto daño, dolor y sufrimiento han causado en la sociedad.
A las generaciones nacidas en el periodo comprendido entre 1982 a 2014 les fue fracturado su sentido comunitario, siendo transformado en dóciles presas de la explotación. Sobre todo aquellos jóvenes abandonados frente a la tv y demás medios digitales, desde los cuales se les condicionó psicológicamente para aceptar como paradigma de TRIUNFO la acumulación de dinero mal habido. De ningún modo puede culparse a los jóvenes por admirar a los narcotraficantes. ¿Cómo no admirarlos si desde la infancia le son enaltecidos por su audacia para enriquecerse y enfrentar la ley, sin que “nada les pase”?, ¿Cómo sentir orgullo por lo que se hace cuando el crimen tiene más reconocimiento social que el trabajo honrado? ¿Quién no se indigna por tener que trabajar 12 horas continuas, sin descanso, maltratado y sin prestaciones recibiendo un salario miserable?, ¿Qué joven rechazaría ingresar a la delincuencia ante la expectativa de, por ejemplo, adquirir una casa propia en uno o dos años en lugar de esperar 20 o 40 trabajando diariamente?
El sistema de mercado funciona así, estimulando la necesidad de reconocimiento y aceptación social que toda persona tiene, al mismo tiempo que excita el individualismo, la codicia y anula cualquier consideración moral. Por esa razón no es gratuita la profusa divulgación de historias sobre narcotraficantes a través de telenovelas, libros, videojuegos, películas, series, noticias y corridos. Muchos jóvenes quedan fascinados por esa vida ante la esperanza de rodearse de lujos, mujeres y poder, aunque queden atrapados dentro de ese mundo de violencia y drogadicción. ¿Quién puede juzgarlos? Seguramente nadie.
Para los negocios del espectáculo que hacen apología de esa forma de vida, estos jóvenes son bastante convenientes porque quedan con la conciencia adormecida lo que permite controlarlos y explotarlos, ya convertidos en sicarios o consumistas empedernidamente irracionales. Para la elite económica, los narcotraficantes y las drogas son sus mejores aliados. En su mundo “perfecto” la indignación y frustración de los trabajadores la “desaparecen” ofreciéndoles la dosis de droga que buscan con desesperación diariamente. Lejos quedan de su mente los deseos por terminar con las condiciones de explotación padecidas. Siempre será preferible la drogadicción a la revolución pues la primera representa ganancias y estabilidad controlable; y la segunda, descontrol y pérdidas. ¡Vivan los sicarios, mueran los revolucionarios! podría ser el lema de quienes asociados política y económicamente lucran con el sufrimiento de la gente.
No hay duda; en el capitalismo, TODO lo valioso se convierte en PRODUCTO chatarra que quita la salud del cuerpo y del alma. La comida, la cultura, los valores y la vida se banalizan al mismo tiempo que se glorifica la violencia y el abuso del poderoso.
Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com/sicarios-si-revolucionarios-no/
Como verán a continuación, el contenido del artículo consiste en profundizar diversos aspectos de la concreción curricular en aula. Involucrarme en esta práctica me dio pautas para apropiarme de la concreción del modelo educativo. Esta responsabilidad es fundamental y determinante de la Dirección Distrital. Este trabajo dio buenos resultados en el distrito de Punata (Valle Alto). Los y las maestros(as) no podían hablar del modelo sin llevar a la práctica lo pregonado. Lo que ocurre es que los maestros están comprendiendo lo teórico, pero en lo práctico aún faltan algunos ajustes. Destacando que en manos de un buen y comprometido maestro no hay un mal modelo educativo, esta frase se comprobó mediante el acompañamiento permanente que se realizó, apuntando a la producción de la lectura y escritura.
Se concluye que el maestro cuenta con una metodología de enseñanza y lo que hace es adecuar y adaptar al modelo vigente, porque en el fondo no cambiará su estrategia metodológica. A los maestros les costó bastante tiempo consolidar esa metodología, a lo largo de su vida profesional. Y, si ha tenido buenos resultados, hay que aceptarla como práctica diaria en aula. Es cierto que el modelo educativo nos lleva a desechar lo repetitivo y memorístico, pero en algún momento de la práctica diaria en aula se requiere de estos aspectos, como ser en los exámenes memorísticos que lanzan las universidades públicas.
Algunos (as) maestros(as) jóvenes no aceptan el acompañamiento permanente de las autoridades como apoyo a su trabajo. El gran esfuerzo en el nivel primario, en los primeros cursos, es seguir cargando cuadernos de los estudiantes. Si no es para darles muestras, es para revisar en detalle los conocimientos que producen los estudiantes. Es así como el maestro y el director aportan a la implementación del modelo educativo sociocomunitario productivo, con voluntad, esfuerzo, compromiso y detalles sencillos, pero significativos. El maestro boliviano tiene que habituarse a la observación, al acompañamiento permanente a su evaluación y autoevaluación, según los resultados obtenidos con los estudiantes. El maestro debe seguir buscando alternativas de solución para un mañana mejor para el Vivir Bien.
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