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¿Qué es la Noviolencia Activa? ¿Luchas en México hoy?

Por: Pietro Ameglio

 

El 2 de octubre es el día mundial de la noviolencia, en memoria del aniversario del nacimiento de Gandhi, en Portbandar (Gujarat, 1869). Es también el aniversario de la muerte -en 1995- del padre Donald Hessler, pionero de la noviolecia y las comunidades eclesiales de base en México, quien acuñó dos ideas centrales para caracterizar esta forma de vida y lucha social (www.serpajmx.org): “La noviolencia es la más violenta de las violencias, pero no busca destruir al adversario sino su cambio hacia la justicia”. Y agregaría aquí una frase complementaria de Gandhi: “no podemos esperar a que el adversario tarde treinta años en cambiar, por eso recurrimos a la acción directa”. La otra concepción muy original que Donald difundía tenía relación con el Nican Mopohua (Aquí se narra), versión náhuatl del siglo XVI del relato de la aparición de María de Guadalupe a Juan Diego, donde cuestionaba: “¿Qué le pidió María a Juan Diego? Que sea humilde y audaz”. Para quienes hemos luchado desde esta práctica y cultura (“antigua como las montañas”, según Gandhi, quizás con demasiado optimismo), sabemos por experiencia directa la veracidad, complejidad y potencialidad de ambas ideas.

En México, el 2 de octubre es también la fecha en que se realizó -en 1968- el mayor hecho social de violencia masiva brutal de ejecuciones extrajudiciales, en nuestra historia posrevolucionaria. Así, violencia y noviolencia, guerra y paz, son caras de una misma moneda del orden social que nos atraviesa, y exigen tanto conocimiento de una como de otra.

Profundicemos un poco en la conceptualización de la noviolencia (http://www.ceprevide.gob.mx/wp-content/uploads/sites/15/2019/11/Cevepride-no-4-DIC-2019-ISSUU_page-0001.jpg), ya que es un término que siempre se ha prestado a confusiones y por eso desde hace algunas décadas se le ha agregado el complemento de “activa”, para distinguirla de un “pacifismo o resistencia pasiva”. Creemos que es mejor escribir la palabra toda junta porque expresa así una cultura y forma de acción con principios y lógicas históricas propias, que van mucho más allá de verse como una simple oposición a la violencia, como si al no haber una aparente violencia directa (no-violencia o no violencia), existiera ya la noviolencia (justicia, dignidad, co-operación, desobediencia a las órdenes inhumanas). Es un poco lo que sucede con la “paz armada” o “negativa”, que se cree es dada por la “ausencia de guerra”. Ni la noviolencia ni la paz positiva se definen como opuestas a la violencia o a la guerra.

Por ello, los diferentes movimientos sociales de muchos pueblos en todas partes del mundo, que realizaron luchas justicieras o de liberación noviolentas, han buscado siempre definiciones más precisas desde sus culturas autóctonas, para que la gente las entendiera mejor y no se cayera en discusiones maniqueas o bizantinas: Gandhi hablaba del “Satyagraha” (Fuerza de la verdad) y del “Ahimsa” (Fuerza del alma, no causar daño a ningún ser viviente); Martin Luther King de la “Fuerza del amor”; en Filipinas contra el dictador Ferdinand Marcos esta forma de lucha se llamó el “Poder del pueblo”; en Checoslovaquia en la lucha contra la dictadura soviética fue el “Poder de los sin poder”; en México actualmente es la “Resistencia civil”.

Para Gandhi, sistematizador e innovador moderno de esta filosofía y práctica:

“La noviolencia es la fuerza más grande que la humanidad tiene a su disposición, tan antigua como las montañas. No es una virtud monacal destinada a procurar la paz interior y a garantizar la salvación individual, sino una regla de conducta necesaria para vivir en sociedad, ya que asegura el respeto a la dignidad humana y permite que progrese la causa de la paz, según los anhelos más fervientes de la humanidad. La noviolencia no consiste en ‘abstenerse de todo combate real contra la maldad’. Por el contrario, veo en la noviolencia una forma de lucha más enérgica y más auténtica que la simple ley del talión, que acababa multiplicando por dos la maldad. Contra todo lo que es inmoral, pienso recurrir a armas morales y espirituales. A mi juicio, la noviolencia no tiene nada de pasivo. Por el contrario, es la fuerza más activa del mundo…Es la ley suprema. No se puede ser noviolento de verdad y permanecer pasivo ante las injusticias sociales”.

Si pudiéramos explicitar -con base en nuestra experiencia- un poco las diferentes áreas desde donde la noviolencia se puede abordar o incorporarse a ella, sin perder de vista que se trata de una “totalidad”, podríamos decir que se han desarrollado históricamente aspectos de acción social directa, de filosofía, de espiritualidad, de experiencias de vida comunitaria, de economía justa y solidaria.

Por otro lado, los principios de fondo tienen raíces en tradiciones religiosas, espirituales, humanistas, culturales, sociales, económicas y políticas de la humanidad en el sentido más amplio y plural. Por ejemplo, el cristianismo ve en la vida de Jesús un modelo noviolento sobre todo en el pasaje del “amor al enemigo”; el budismo en la “compasión” y el “desapego”; los pueblos indios y autóctonos de todo el mundo han crecido y sobrevivido con su gran integración a la Madre Tierra (”Pacha Mama”) y al Buen Vivir (“Lekil Kuxlejal” en tzeltal); el islam tiene en la frase de Mahoma “no hagas daño y no recibirás daño” uno de los principios universales más importantes de la noviolencia, que unen a todas las tradiciones: no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a tí.

Asimismo, si quisiéramos profundizar y agrupar conceptualmente en ciertos ejes algunos de estos principios esenciales más universales y característicos de la filosofía y práctica de la noviolencia, que se han ido acumulando y enriqueciendo desde la acción y reflexión de pueblos y personajes de todo el mundo y tiempo, podríamos decir que: 1) es una fuerza basada en el poder de verdad y del Amor, cuya primera exigencia consiste en respetar y promover la justicia legítima alrededor de nosotros y en todos los territorios posibles, distinguiendo entre el ser humano y sus actos. Para evitar “deshumanizar” al otro, es necesario conocer más acerca del proceso social que construyó en él esa inhumanidad, enfrentarla y detenerla, sin odiarlo ni eliminarlo a él también, aunque él quiera hacer eso con nosotros y nosotras; 2) es también necesario evitar caer en reproducir y aumentar la “espiral del odio, la violencia y la guerra”; 3) los medios deben ser tan justos y humanizantes como los fines, porque los medios ya son un fin en sí mismos (decía Gandhi que: “Los medios son como la semilla y el fin como el árbol. Entre el fin y los medios hay una relación ineludible como entre el árbol y la semilla”); 4) finalmente, en el plano de la cultura, la educación y la acción directa resulta esencial construir cuerpos, grupos y movimientos capaces de practicar la “desobediencia debida a toda orden inhumana” (Juan Carlos Marín), en oposición a la “obediencia a priori a la autoridad y a toda orden de castigo que emita”.

En México es muy extendida y usada actualmente la idea de resistencia civil, incluyendo en este concepto a toda forma de lucha por las propias territorialidades, identidades, culturas, recursos naturales y cuerpos, principalmente en un sentido de “defensa de”, ante un ataque de despojo, expropiación, represión o exterminio. Michael Randle afirma que “La resistencia civil es un método de lucha política colectiva basada en la idea de que los gobiernos dependen en último término de la colaboración, o por lo menos de la obediencia de la mayoría de la población, y de la lealtad de los militares, la policía y los servicios de seguridad civil…Funciona a base de movilizar a la población civil para que retire ese consenso, de procurar socavar las fuentes de poder del oponente, y de hacerse con el apoyo de terceras partes”.

En el “Programa Constructivo de la India”, Gandhi apuntaba al inicio su idea fundamental respecto del poder en las relaciones pueblo-autoridad, para la lucha social:

“Hace mucho tiempo que estamos acostumbrados a pensar que el poder emana únicamente de las asambleas legislativas. Considero esta creencia como un grave error, debido a la inercia o al efecto de una sugestión colectiva. Un estudio superficial de la historia británica nos ha llevado a creer que el poder es confiado al pueblo por las asambleas parlamentarias. La verdad es que el poder viene del pueblo y que para un tiempo determinado confiamos su ejercicio a los representantes del pueblo que hemos escogido. El parlamento no tiene ningún poder, ni existencia siquiera, independientemente del pueblo. Durante estos últimos veinte años me he esforzado en convencer al pueblo de esta verdad tan sencilla. La desobediencia civil es la llave del poder. Imaginemos a un pueblo entero negándose a conformarse con las leyes vigentes y dispuesto a soportar las consecuencias de esta insubordinación”. Y complementaba el mismo Gandhi: “Hasta a los gobiernos más despóticos les es imposible permanecer en el poder sin el acuerdo de sus gobernados. Es verdad que el déspota cuenta muchas veces, gracias a la fuerza, con el consentimiento del pueblo. Pero apenas el pueblo deja de temer a la fuerza del tirano, su poder se derrumba. La democracia no está hecha para los que soportan como borregos. En un régimen democrático, cada individuo guarda celosamente su libertad de opinión y acción”.

A su vez, aunada a esta toma de conciencia individual y colectiva del “propio poder”, otra de las principales armas noviolentas está en la acumulación de “fuerza moral” -derivada también del incremento de “fuerza material”-, en la “firmeza permanente” (a veces significa no moverse de un lugar hasta lograr la demanda) para lograr los objetivos de la lucha. Por ello resulta tan importante lograr que la verdad de una lucha sea muy visible y conocida en la sociedad -a través de los medios, alianzas y las acciones públicas-, para que la autoridad -por la presión social- sea forzada a aplicar la justicia. Resulta también clave tomar conciencia que las acciones de resistencia civil noviolenta que un grupo, movimiento o persona emprenda, tienen que buscar tener una relación de intensidad y proporcionalidad con las acciones de violencia que el adversario desarrolle, si no el efecto de presión sobre él será insuficiente. Y es claro también que las propias acciones deben medirse según las fuerzas y apoyos de que se disponga, para evitar riesgos, provocaciones, represión o derrotas innecesarias.

Dos luchas de resistencia civil en México hoy ¿cuál noviolencia?

Por supuesto, que la lucha noviolenta -o pacífica como la llaman algunos- no es la única forma de resistencia civil, ni necesariamente la más válida o legítima. De ninguna manera queremos absolutizar, hacer proselitismo ni catecismo de esta forma de lucha milenaria. Adherirse o no a ella no es invalidar o negar otras formas de lucha. Pero, nos parece que la mejor forma de respetar y meter el cuerpo en las distintas luchas es tomar conciencia de lo que realmente proponen como estrategia y táctica, y conceptualizarlas lo más claramente posible. También es cierto que, desde siempre, en muchas luchas se han mezclado diferentes enfoques lo que a veces hace compleja su caracterización. Pero, plantearse de llevar adelante una lucha noviolenta sin acumular “fuerza moral” -legitimidad- es impensable.

En este sentido, quisiéramos reflexionar acerca de dos movimientos de resistencia civil que atraviesan actualmente a nuestro país: la toma feminista de la CNDH y el campamento (¿?) del Frena en el zócalo. Ambos son muy opuestos en casi todo, pero tienen un enfrentamiento directo con el gobierno federal, que los une.

En el caso de los grupos feministas -unidas en un inicio también con las madres de desaparecidos- su causa es totalmente legítima y humanizante, tan ejemplar como urgente de resolver ¡ya!. Pero nos parece que existe una gran confusión entre el fin y los medios (tácticas y acciones), lo que deriva en un debilitamiento de su fuerza moral y material también: la legitimidad de las causas de ninguna manera legitima los medios usados!.Una gran mayoría de la población ni se acerca a esta lucha, por muy variados motivos que van desde el miedo, el separatismo hacia los hombres o la estrategia -en parte del llamado “anarquismo insurreccional”- de grupo o célula de acción directa (“Que arda todo lo que tenga que arder”), buscando sembrar el “caos” como objetivo inicial y casi único.

No voy a entrar en la reflexión táctica de las acciones, sino en la de la estrategia, estamos hablando sólo desde el punto de vista de una lucha social, no desde juicios moralistas sobre si está mal o no pintar cuadros, paredes, encapucharse, etc. Porque queremos que las demandas de esa lucha avancen verdadera y rápidamente, y no sólo quedarnos apantallados por “fuegos artificiales”. Por eso no aceptamos la frase que nos han dicho acerca de “¿Quién tiene el derecho a cuestionar nuestras formas?”, ya que todos y todas las que luchamos o somos solidarios con una lucha, tenemos derecho a “pensar en voz alta” la lucha -en sus medios y fines-, pues la reflexión colectiva es un arma central de apoyo a cualquier lucha.

Unas preguntas estratégicas, por ejemplo: ¿por qué convertir la CNDH -institución que claramente hay que reformar de fondo pero no destruir, pues sin duda ha sido un avance en comparación a lo que existía antes- en casa de refugio para mujeres buscando destruir todo, en vez de tomar o exigir al gobierno algún espacio igualmente grande en el mismo centro histórico para ese fin, con presupuesto incluido? ¿Por qué no crear un órgano autónomo ciudadano de familiares de desaparecidos al que la institución esté obligada por ley a darles semanalmente la información del seguimiento directo a los casos y avances en cuestión, y pueda denunciar y vigilar a funcionarios, retirando a los incompetentes o cómplices? Estoy casi seguro que eso y más, se lograría con apoyo masivo por la legitimidad de la causa. Pero ¿es realmente eso lo que se busca?

Tengo cercanía de mucho tiempo con grupos y personas muy valiosas y valientes que están luchando junto a Black Lives Matter en Estados Unidos -en Oregon y California-, y un tema recurrente en sus reflexiones estratégicas es el daño que hacen a la lucha antirracista y antiTrump los grupos muy pequeños de choque que hacen acciones de fuego en las grandes movilizaciones, porque el más feliz y beneficiado está siendo Trump, que ha revivido su campaña con sus consignas de “ley y orden”. No es que esté bien o mal esa forma de lucha, pero en la coyuntura electoral actual norteamericana con Trump, está siendo muy perjudicial y él la está usando para sus falsas y patéticas acusaciones al Partido demócrata de terroristas y anarquistas. Y más allá del infantilismo social que eso nos parezca, es innegable que “opera” a nivel voto en grandes mayorías conservadoras.

Regreso a México. El dizque campamento del Frena en el zócalo es una de las más patéticas y miserables acciones de manipulación social de la peor derecha que uno podría ver, pero en algo “funciona”, en el sentido de ir construyendo -aunque sea sólo mediáticamente- una imagen social “virtual” de pequeñas masas opositoras con aparente legitimidad. Sabemos perfecto el nivel de intereses, impunidad y corrupción que hay detrás en los liderazgos, pero lo único que no se puede hacer es “bajar la guardia” y banalizarlos.

En lo personal, no conozco prácticamente a nadie de los firmantes de la carta de los 650 -que claro tienen derecho a hacerla-, más que a unos pocos personajes públicos de mínima fuerza moral -pero disfrazadas y disfrazados de ovejas puras defensoras de la democracia-, con intereses muy oscuros de décadas, pero cuesta creer que un número -aunque sea muy pequeño- de personas del quehacer científico o intelectual puedan haber firmado una carta tan pueril, infantil (no es un despectivo sino un estadio epistémico del conocimiento) y falsa, digna del más bajo populismo al que se critica. Que alguien mínimamente reflexivo e informado diga que hay “asedio a la libertad de expresión en México”, o aún peor que afirme de la manera más pueril y genérica posible -como niños pequeños pataleando sin saber qué decir- que este gobierno ha “despreciado la lucha de las mujeres y el feminismo, el dolor de las víctimas por la violencia, ha ignorado los reclamos ambientalistas..ha tratado de humillar al poder judicial, ha golpeado a las instituciones culturales, científicas y académicas…”. ¡Increíble la generalización abstracta y parcial, tomando un hecho y haciéndolo total! ¡Cero pruebas y cero objetividad sobre todas las acciones a favor precisamente de esas luchas y demandas, que son infinitamente más de las objeciones legítimas! ¡Qué “falta de proporción” diría Iván Illich!

Y lo más patético está en el nombre: Frente antiAmlo. Qué puede haber más bélico y constructor de violencia social que estar estigmatizando y creando chivos expiatorios individualizados satanizados, esa es la base de la “guerra sucia” y en su versión más inhumana del “exterminio”. Propagar odio “infantilmente” hacia una persona, por la pura emotividad sin nada de reflexión y objetividad fáctica, esa es su consigna; cosechar en el caos social de la guerra y la polarización. ¿Esos aparentes intelectuales, científicos o campamentistas -y por supuesto los grupos detrás- no pensaron en hacer algo antes por un Frente antiCalderón (metió al país en la peor ¡guerra de exterminio! posible con el narco gobernando) o antiPeña (¡saqueó! todo lo Nuestro)? Ni siquiera ha existido un Frente antiChapo…Lo que ha hecho Amlo, entonces, se ve que para esas personas ha sido más terrible, violento y deshumanizante para el país que una guerra de exterminio contra la población encabezada por el narco-gobierno o el saqueo de todos los recursos naturales. Si fuéramos ingenuos, y no conociéramos nada de los procesos e “infantilización social”, les creeríamos y nos preguntaríamos ¿Qué habrá hecho Amlo de tan monstruoso, que sea peor que ser genocida o depredador, y que ocasione que esas personas lo odien más a él que a sus antecesores?

Si uno le preguntara a la gente de a pie que anda por ahí curioseando o dando vida a una tienda vacía en el campamento: ¿por qué eres antiAmlo? ¿Qué ha hecho de tan terrible o qué te ha hecho de tan atroz como para crear y que participes en un frente anti él? Estoy seguro que nadie podría contestar algo racional, más allá del odio de generalidades pueriles y patéticas por lo sesgadas (sólo ven la aguja en el pajar), sin el mínimo análisis objetivo y serio con algo de rigor político, social y económico.

Y lo más paradójico, aunque sea difícil de creer, es que no soy un seguidor de “obediencia ciega” a AMLO, soy crítico del tren maya, del corredor transísmico, del trato a migrantes y de la militarización masiva, pero tampoco me considero tan ciego e “infantilizado, ni alguien sin memoria que olvidó el horror del que venimos por décadas y al que ni por asomo queremos siquiera pensar en volver.

Fuente: https://desinformemonos.org/que-es-la-noviolencia-activa-luchas-en-mexico-hoy/

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Moisés Gandhi: zapatismo y paz

Por: Pietro Ameglio

El 21 de septiembre es el Día Mundial de la Paz -como cultura, educación y construcción, tres caras distintas de un mismo trébol-, y pocos ejemplos vividos directamente podría dar más claros de lo que significa construir justicia y dignidad con paz, que la comunidad zapatista de Moisés Gandhi, muy cercana a Ocosingo y situada en el estratégico crucero de Cuxuljá, parte del municipio autónomo Che Guevara en su origen y hoy de Lucio Cabañas, y situado en medio de varios otros municipios autónomos.

La vida me dio como regalo, y a muchos jóvenes y no tanto de nuestro colectivo “Pensar en Voz Alta”, haber podido conocer, aprender y compartir varios años de nuestra vida con esa comunidad, sobre todo en su proceso de educación autónoma y construcción de paz. Bajamos en el crucero de Cuxuljá -hasta 2001 con un puesto militar en su entrada- y subimos la pendiente detrás decenas de veces, ese nombre comunitario se convirtió en una especie de talismán de la vida para todos nosotros. Todas esas familias que nos acogieron con una generosidad y compromiso ejemplares, han sido quienes marcaron a fuego una etapa fundamental de humanización en nuestras vidas. Nadie de nosotros sería el mismo o la misma sin ese afecto y solidaridad recibidos gratuitamente, desde los niños hasta los más ancianos.  Y algo de lo más importante: nos enseñaron cómo se lucha con “firmeza permanente”, arma central de la resistencia noviolenta y del zapatismo.

Una fotografía del estilo y grado de humanización de esta lucha y sus jóvenes, de “cómo lo más pequeño es lo más hermoso”, de cómo la sencillez y la audacia son la gran arma de la lucha noviolenta, me la dio un día un promotor de educación autónoma de catorce años. Este adolescente casi niño aún con una cachucha más grande que su cabeza, apodado con nombre de pescado, dedicaba gran parte de su vida y energía a su escuela autónoma en su comunidad. ¿Cuántos alumnos tenía? 2 ¿Quiénes eran? Sus hermanitos menores. Y ¿cómo les enseñaba a escribir? Tomaba la mano del más chiquito dentro de la suya y le enseñaba lentamente los trazos acompañándolo en los movimientos, según textualmente nos describía con una sencillez únicas. Quedé muy marcado por este testimonio toda mi vida: una de las mayores revoluciones sociales de toda la historia de nuestra especie, como es la zapatista, por tamaño territorial, cantidad de gente y confrontación al modelo capitalista, tenía como una de las bases de su lucha y compromiso total por la autonomía noviolenta -que Gandhi llamaría “Programa Constructivo” y “Swaraj” (autogobierno)-, la mayor sencillez y la ternura (los sandinistas hablaban que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”). Pero no ternura en un sentido romantizado o sentimental, sino de cuerpos en plena determinación de lucha contra un adversario muy violento y poderoso, como son el gobierno, ejército, paramilitares y finqueros mexicanos, entre otros.

Otra fotografía fue el nombre de la comunidad, a la que llegamos como campamentistas de paz del centro de DDHH Fray Bartolomé de las Casas: Moisés Gandhi. En lo personal, me pareció una coincidencia muy poderosa, pues unía las tres culturas, para mí, más humanizantes que yo conocía: la cristiana liberadora (Moisés encabeza el Éxodo de la esclavitud en Egipto a la tierra prometida libre), la resistencia noviolenta y la indígena; aunque con el tiempo constatamos cómo el nombre de Gandhi hacía referencia a un luchador zapatista victimado en enero del 94, pero todo el espíritu gandhiano estaba en esas comunidades. Incluso, con el azar histórico de construir colectivamente la pintura de estas dos figuras en la fachada de la iglesia.

En el fondo, todo esto sería -en una foto ampliada- el zapatismo: una gran revolución social, desde lo y los más pequeños y pequeñas, por la humanización de toda nuestra especie. Y todas sus fragilidades, que muchas veces son más nuestras que de ellos y ellas, no hacen más que confirmarlo cada día.

Tierras recuperadas y dignificadas por sus dueños ancestrales y verdaderos

Esa comunidad recuperó legítimamente las tierras a un ganadero con el levantamiento de enero del 94, mismas tierras que anteriormente fueron de una hacienda azucarera donde por décadas algunos de estos mismos zapatistas habían trabajado en semi-esclavitud: azotes si no acababan la tarea, no poseían nada de tierra, uno o dos pesos al día de paga o a veces sólo un trago…Ahora, en cambio, según ellos mismos nos contaron: “Resistir es una forma de luchar que tiene razón y justicia…es el rechazo a lo injusto”. Los mismos indígenas tseltales que habían vivido casi en esclavitud empezaron a ver crecer a sus hijos e hijas como hombres y mujeres libres, con autonomía de pensamiento, salud, organización, propiedad de tierras y producción autosuficiente y para comercializar. En dos generaciones de enorme sacrificio, valor, lucha, organización, ese cambio de identidad social individual y colectivo tan radical, profundo y libertario ya se había construido. El centro regional de salud (Nueva Esperanza) primero, los auditorios y la educación después -ejemplares en todo sentido desde los promotores- fueron unos de los primeros grandes símbolos de esa lucha para todas y todos en esa región.

Pero ellos y ellas saben mejor que nadie en el mundo que cada día hay que luchar para mantener esos logros, renovarlos y hacerlos crecer, no se puede bajar la guardia ni confiarse un solo momento. Y la prueba son los ataques recientes de la ORCAO, así como las permanentes agresiones y amenazas en estos más de 26 años.

La deshumanización de los violentos

Por todo lo anterior, la indignación y digna rabia fueron totales al enterarnos el 22 de agosto del ataque tan violento y artero de campesinos de la Organización de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO), que saquearon e incendiaron dos bodegas de maíz y café en el crucero de Cuxuljá, situadas en el Centro de Comercio Nuevo Amanecer del Arco Iris, y pertenecientes a las bases de apoyo zapatistas de ese municipio autónomo. ¡El trabajo, la comida y la vida de todas esas comunidades robado en sus granos, y las instalaciones de madera y lámina quemadas! ¡Cuánta miserabilidad humana!

Cuando nosotros compartíamos parte de la vida con esas comunidades zapatistas, desde mediados de los 90, la ORCAO estaba en alianza con ellas, pero a partir sobre todo del 2000 con el gobierno de Pablo Salazar -que buscaba dividir y cooptar más a las comunidades- esta organización comenzó a tejer alianzas con el gobierno estatal y a recibir fondos públicos , y consecuentemente a atacar violentamente (en forma paramilitar a veces) en numerosas ocasiones al zapatismo y sus tierras recuperadas.

El Congreso Nacional Indígena denunció enseguida que “la ORCAO ha mantenido desde hace años una presión y violencia constante sobre las comunidades zapatistas; como es el caso del municipio autónomo Moisés Gandhi, para detener la organización autónoma, privatizar las tierras que han costado la lucha y organización de los pueblos originarios, bases de apoyo zapatista…que soñamos la lucha por la vida, con sanar a nuestra madre tierra y no dejar que se privatice, que no regresen nunca más los patrones capitalistas y los malos gobiernos”.

La disputa tiene que ver con la posesión de esas tierras que la ORCAO reclama por haber entrado a los programas de regularización, parcelización y privatización de tierras del gobierno estatal, que concedía tierras recuperadas zapatistas a otros campesinos no zapatistas, mientras los zapatistas reclaman su derecho a la propiedad colectiva de esa tierra según la Ley Agraria zapatista del 2007-08. Pero, en el fondo, se trata de una estrategia más de contrainsurgencia contra las comunidades, para dividirlas y fracturarlas en su organización y redistribución de las tierras y riquezas naturales, usando para ello todo tipo de tácticas: desde reformas agrarias legalistas y espurias, hasta grupos paramilitares muy violentos e impunes, liderados por caciques empresariales y políticos regionales.

Vemos así una vez más, la enorme firmeza, dignidad y capacidad organizativa de la lucha zapatista, y la inteligencia extrema de una de sus estrategias centrales desde el inicio de su lucha: no aceptar ningún trabajo, recurso material o humano, de ninguna instancia gubernamental o partidista de los tres niveles. Justamente este boicot a los fondos y relaciones laborales públicos es algo que ha sido muy duro para la resistencia en el nivel del mantenimiento cotidiano de familias en alto grado de pobreza y sin casi recursos de dinero muchas veces, pero ha evitado muchas divisiones y penetraciones del poder. La ORCAO es un claro ejemplo de degradación institucional y social a partir de su identidad cercana a los rebeldes en 1994, y ya después muy penetrada, corrompida e íntima al peor poder desde 1997.

Desde otra experiencia, pero mostrando la fuerza de un boicot con alto consenso social de una identidad común, vimos en estos días cómo los basquetbolistas -y futbolistas de la MLS- de la NBA de Estados Unidos, encabezados por sus principales figuras de fuerza moral social, suspendieron los juegos finales en solidaridad con la lucha contra el racismo y la violencia policial en su país, como parte del gran movimiento Black Lives Matter, en reacción al ataque armado contra Jacob Blake en Wisconsin, por parte de unos policías blancos locales.

Todo esto nos reafirma en la idea que hemos venido compartiendo desde hace años, acerca de lo central que sería para muchas luchas sociales de resistencia noviolenta y civil en nuestro país, de buscar articular e impulsar lo más masivamente posible acciones puntuales de no-cooperación contra el poder injusto, como, por ejemplo, hacen los familiares de desaparecidos y desaparecidas.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/moises-gandhi-zapatismo-y-paz/

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El Exterminio: Hiroshima y México, uno instantáneo y otro en una década

Por: Pietro Ameglio

 

Hiroshima y Nagasaki: Genocidio y Militarización

El exterminio de población, en su forma masiva o selectiva, ha constituido siempre una forma extrema de expansión del sistema capitalista -y de anteriores sistemas también- y de “pedagogía social”, en cuanto a reproducción del gran negocio de la espiral de la guerra, el despojo, la explotación, el delito, la impunidad, el estigma y el castigo ejemplar. Es inherente, casi simbiótico, en esta etapa del desarrollo material de nuestra especie y la violencia normalizada en su orden social. Por otro lado, la pandemia actual es también una forma de exterminio para la especie, más silenciosa pero más letal.

Hay fechas que no se pueden olvidar o normalizar, su re-memoración y reflexión colectivas son una defensa ante el avance de la ignorancia e inhumanidad. La historia se convierte así en un “arma moral” de trascendencia para detener procesos similares que puedan estarse construyendo gracias al “olvido”; una encuesta pública de hace años en Japón marcaba que la mayoría de la población pensaba que la bomba atómica había sido lanzada por la URSS.

El 6 y 9 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó sobre Japón un ataque con el primer uso de armas de destrucción masiva habido en nuestra especie. En marzo de 1945 ya habían bombardeado Tokio durante 6 horas con un saldo de 100 mil muertos y un millón de heridos. En este bombardeo (300 aviones y 2 mil toneladas de bombas), según datos de Miguel Marín Bosch, murió una persona de cada diez; en el de Hiroshima (una bomba de 4400 kilos, un avión) murió el 54% de la población. Según el informe del ejército de EU, lo de Hiroshima “fue 6500 veces más eficiente”. La ONU afirma que en Hiroshima murieron 78 mil personas en el acto y luego 238 mil; en Nagasaki 27 mil en el acto. Sabemos también que hasta hoy la cantidad posterior de muertos y afectados por las radiaciones (“hibakushas”) es brutal. ¿Con qué nombre fueron bautizadas las bombas? “Niño Pequeño” y “Hombre Gordo”. No es poco lo que epistémica y moralmente hay detrás de estos nombres. Buena foto del orden social.

Está ya demostrado ampliamente que la justificación del presidente Truman sobre que esa acción era necesaria para la rendición japonesa fue totalmente falsa, pues el imperio nipón y el Eje estaban ya derrotados. Entre muchas inhumanidades, se trató de un gran experimento científico, en el primer caso con una bomba de uranio, y en el segundo de plutonio, que inauguró la era nuclear y la posibilidad cierta de la destrucción masiva de nuestra especie. Además, no sobra saber que el 8 de agosto del 45, un día antes de Nagasaki, se firmó el Acuerdo de Londres por EU, GB, URSS y Francia, donde se convertía a los crímenes de guerra y contra la humanidad en actos punibles por un tribunal internacional. Esa mayúscula hipocresía en esa fecha, lentamente ha ido tomando forma a partir de la creación del Tribunal Penal Internacional en Roma y La Haya en los 90.

Estas dos acciones de destrucción masiva nos remiten a un tema de fondo de la humanidad que es el genocidio o exeterminio. El concepto fue acuñado por el académico Rafael Lemskin después de la segunda guerra mundial, para juzgar los delitos de los nazis, y deriva de “genos”: estirpe y de “cidio”: asesinato. Se trata de la más inhumana de las acciones colectivas de la especie, pues implica aniquilar a toda una identidad humana y social (religiosa, política, étnica…) en masa, sin que necesariamente nos haya atacado directamente. Como sostiene Juan Carlos Marín, si bien se da en condiciones de guerra es un proceso distinto, pues el combate no significa el aniquilamiento del otro pero el genocidio sí; se trata además de la “acción de muchos sobre pocos”, por los diferentes grados de involucramiento y complicidad necesarios en las sociedades para que se pueda llevar a cabo. (La serie de Netflix “Black Earth Rising” es excelente para entender mejor el genocidio en Ruanda). Por lo tanto, debemos tomar permanentemente conciencia de las etapas de los procesos bélicos en los territorios donde habita nuestro cuerpo y luchar para detener cualquier acción inhumana del proceso de violencia social, para que no escale hasta extremos genocidas.

Por otro lado, Hiroshima y Nagasaki simbolizan también los nuevos procesos de victimización de las guerras contemporáneas: el blanco es la población civil. En la primera guerra mundial murieron 15% de civiles, en la segunda aumentó al 50% y en las guerras posteriores del siglo murieron 90% de civiles frente a un 10% de soldados; la famosa frase de Truman en aquel momento fue: “tenemos el monopolio de la violencia de este tipo de armas de destrucción masiva, y no nos tiembla la mano para usarlas contra la población civil”. Como escuché a un soldado de la ONU en Bosnia en 1993: “el lugar más seguro en una guerra actual es ser militar”. Cerca de Hiroshima había una base militar grande japonesa, que ni fue tocada por la bomba. El piloto Paul Tibbets del “Enola Bay”, que lanzó la primera bomba, declaró: “Nunca hemos librado una condenada guerra…sin que matáramos inocentes…Esa es su mala suerte (de los civiles) por estar ahí”. La culpa recae entonces en la víctima, algo ya casi natural en el México actual en los procesos represivos o de exterminio donde están instalados y normalizados en el poder, los medios y la sociedad civil pre-juicios o frases como: “por algo será”, “algo habrá hecho”, “quién le mandó estar ahí”, “por qué se metió en eso”, “quién sabe en qué andaba”…

Exterminio Masivo en México

En México, a pesar de intentos positivos y valiosos del nuevo gobierno por detener las dos formas de exterminio, disparadas con la muy falsamente llamada “guerra al narco”, éstas no han cesado. En las últimas cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se señala que en la última década ha habido al menos 216 mil homicidios, 1 cada 23 minutos, 68% más que en la década anterior. La gran mayoría de las organizaciones de víctimas y ddhh no hablan de menos de 300 mil asesinatos.

Dos hechos recientes ejemplifican bien esta exterminio colectivo, con masacres: en San Mateo del Mar, Tehuantepec, Oaxaca, fueron acribilladas indiscriminadamente el 21 de junio, por un grupo criminal en una asamblea opositora, 17 personas de la comunidad indígena huave (ikoots). La principal sospecha y responsabilidad recae en la propia autoridad comunitaria caciquil, a raíz de conflictos sociales y políticos fraudulentos que la población busca revertir, y hasta hoy existe total impunidad. Bien titula un importante informe al respecto de la muy comprometida organización EDUCA: “En San Mateo del Mar, hay guerra contra la Asamblea del Pueblo”.

Otro hecho reciente del exterminio masivo en México, fue la masacre de 28 jóvenes en un centro de rehabilitación de adicciones en Irapuato el 1° de julio. También hasta hoy sigue impune este asesinato en masa, perpetrado dentro de la guerra entre grupos del crimen organizado por controlar la plaza.

La otra parte del exterminio masivo la constituyen los desaparecidos: ¡México es el país del mundo con más desaparecidos! Una absoluta catástrofe nacional de magnitud e inmoralidad inimaginables. El 13 de julio pasado la SEGOB presentó un importante Informe donde apunta 73.218 personas desaparecidas desde 1964 hasta la fecha, siendo el 97% de los casos después del 2006. En el periodo de este nuevo gobierno -1° de diciembre de 2018 hasta marzo 2020- se han hallado 1027 fosas clandestinas con 1309 cuerpos, de los cuales se han entregado 311 e identificado (¡muy importante!) 483. La gran mayoría son jóvenes entre 15 y 30 años, siendo mujeres la mayoría en los menores de edad. Según declaró la Comisionada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas: “La juventud se está desapareciendo” (14-7-20). El hecho social brutal de la masacre en el albergue de Irapuato es una muy clara fotografía sobre este exterminio que algunos llaman “juvenicidio”.

Las organizaciones de víctimas hablan claramente de cifras mucho mayores. Y aún en medio de esta pandemia con el enorme riesgo que entraña para las vidas, no han cesado en todos los estados de realizar búsquedas en campo, plantones y marchas ante las distintas autoridades responsables de agilizar las búsquedas e identificaciones forenses.

Exterminio Selectivo en México

El exterminio selectivo de activistas sociales, defensores de ddhh, periodistas, miembros de la actividad política partidista o autoridades, es un hecho social recurrente en muchas partes del mundo, especialmente en las menos “desarrolladas”. Se busca con ello inhibir, aterrorizar a la población en general y con identidades similares a la víctimas, en sus protestas contra los diferentes poderes. Y dentro de ese exterminio, predomina el de los activistas ambientales; en su reciente Informe la organización Global Witness señala el asesinato de al menos 212 “defensores ambientales” en 2019 en el mundo, ocupando México el cuarto lugar con 18 casos (La Jornada, 29-7-20) y siendo América Latina la región más letal (en Colombia, Indepaz señala que ya han sido asesinados 152 líderes comunitarios en este año)Organizaciones de ddhh mexicanas, en mayo, denunciaron que durante la pandemia habían sido asesinadas “4 personas defensoras como represalia por la defensa de ddhh que realizaban…y al menos 30 defensores de ddhh y ambientalistas han sido asesinados en lo que va del sexenio” (Desinformémonos, 16-5-20).

Asimismo, la organización Consorcio Oaxaca (Yésica Sánchez) denuncia que de enero a junio de este año se han dado 266 ataques contra mujeres defensoras de ddhh (La Jornada, 15-7-20). Por su parte, en la base de datos del Serpaj (Gabriela Amor) hay registros comparativos -entre enero y abril- de 72 asesinatos de activistas sociales, periodistas y personas del ámbito político en el 2018; 36 en 2019 y 45 en 2020.

Como modo de ejemplificación, y de rescatar algunas de esas tan valiosas personas victimadas por defender causas justicieras, en tiempos recientes de México se han dado los asesinatos de: Paulina Gómez -guardiana de Wirikuta- el 19 de marzo en Zacatecas; María Elena Ferral -periodista del Diario de Xalapa- el 30 de marzo en Veracruz; Adán Vez Lira -ambientalista antiminería- en Veracruz; los ambientalistas rarámuris contra la tala de bosques Juan Zamarrón el 1° de abril, Carlos Lozano con otras 4 personas el 18 de abril, Juan Zamarripa el 22 de abril en Chihuahua; Jesús Memije -Comisión Estatal de DDHH de Guerrero- el 24 de abril junto a su hijo Uriel; Jorge Armenta -periodista de El Tiempo- el 15 de mayo en Sonora; ataques fallidos y amenazas de muerte a los periodistas Carlos Sánchez -ayuntamiento Matías Romero, Oaxaca- el 17 de junio y Luis Rodríguez -noticiero de Durango- el 18 de junio; María Martínez -rectora de la universidad Valladolid- el 29 de junio; José Trinidad -profesor CNTE- el 16 de julio en Oaxaca; Pablo Morrugares -periodista PM Noticias/Diario de Iguala- el 2 de agosto en Guerrero; balearon el Diario de Iguala el 4 de agosto; Luis Ochoa -periodista La Voz de Michoacán- el 5 de agosto en Michoacán….

En Morelos, Samir Flores Soberanes fue un gran compañero de muchos años, ejemplar en su vida, en la coherencia de su testimonio de lucha ambientalista, de los derechos humanos, y compromiso con los pueblos indígenas-campesinos, con el zapatismo y el CNI en su lucha por construir la autonomía. En los últimos años, Samir fue emblemático en su liderazgo contra el gasoducto, acueducto y termoeléctrica del Proyecto Integral Morelos. Fue asesinado por pistoleros muy temprano en la puerta de su casa en Amilcingo, el 20 de febrero del 2019, poco antes de ir a la radio comunitaria Amiltzinko, fundada por él con otros el 6 de enero del 2013. El pasado 2 de agosto hubiera cumplido 38 años, junto a su joven esposa Liliana Velázquez, sus 3 hijas y un hijo de 17, 13, 7 y 3 años. Poco días antes, se graduó la primera generación de niñas y niños de la escuela primaria dedicada a su nombre, en esa comunidad, misma que es fruto de una larga lucha de madres y padres, junto a compañerxs solidarixs, frente a grupos de poder caciquiles de la zona. El enfoque de construcción de autonomía y lucha comunitaria hacia estos niños y niñas, lo dijo bien Samir: “Enseñarles a levantar los ojos, a alzar la voz, o de lo contrario con la omisión estaríamos enseñándoles a agachar la cabeza, a parar el lomo y que nos vengan a joder en el momento que quieran”.

Ahora, un desafío muy justo donde sumarnos, es el Proyecto “Samir: en defensa de la vida y un habitar digno” (https://donadora.org/campanas/proyecto-samir), donde se busca construir colectivamente una casa para su familia en Amilcingo. Se trata de una acción de lucha para combatir el exterminio selectivo de un gran activista social indígena nahuatl, construyendo verdad, justicia, reparación y memoria, haciendo real la consigna de “La lucha sigue, sigue…y sigue”.

Fuente:  https://desinformemonos.org/el-exterminio-hiroshima-y-mexico-uno-instantaneo-y-otro-en-una-decada/

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Tumbar estatuas de racistas en Estados Unidos: re-escribir la historia

Por:  Pietro Ameglio

 

En el artículo anterior reflexionábamos acerca de la originalidad y radicalidad en el terreno de las acciones de lucha social -y no sólo de solidaridad con víctimas- que se estaba dando en las masivas movilizaciones sociales noviolentas de Estados Unidos, a raíz del brutal y aún impune asesinato del Sr. George Floyd, por el trabajo conjunto de 4 policías de Minneapolis el 25 de mayo pasado. Apuntábamos que una de las acciones que más nos habían emocionado y mostrado de que la radicalidad iba ‘a fondo’ hacia los actores e instituciones -por la elección de atacar clara y directamente a sus símbolos principales- era la quema de patrullas y un cuartel de policía de esa misma ciudad. Advertíamos de no pre-juzgar esas acciones desde la mirada hacia los instrumentos usados -armas de fuego- sino hacia el objeto material y simbólico atacado, con el fin de señalar con toda precisión lo que debe ser destruido y cambiado de raíz, hasta reducirlo en cenizas. En el tiempo inmediato posterior se confirmó esta hipótesis de radicalidad, de que se trataba de acciones noviolentas en la línea del sabotaje, sin ningún afán de venganza hacia personas con uniforme, y que la lucha no iba a seguir con ese tipo de acciones que corrían el riesgo de atemorizar a la población y evitar la suma masiva indispensable para las movilizaciones. La prueba estuvo en el carácter totalmente noviolento de las incesantes manifestaciones diarias que siguieron en numerosos puntos del país, en cómo la gente entendió bien el mensaje y no ha parado de integrarse, y en que los cambios más profundos promovidos por las organizaciones agrupadas alrededor del Black Lives Matter han apuntado a modificaciones lo más concretas y de fondo posibles: en los sistemas, presupuestos, entrenamientos y lógicas policiales. Asimismo, otro aspecto muy interesante y ejemplificante de este movimiento es su capacidad para desarrollar formas de liderazgo colectivas, inclusivas, donde la organización está por encima de cualquier protagonismo o mesianismo público individual.

Desobediencia Civil contra el racismo y la esclavitud

Se han intensificado en este proceso una enorme cantidad de acciones de construcción de paz y noviolencia, y proponemos aquí reflexionar un par, una de desobediencia civil y la otra de no-cooperación. Si estamos a favor, desde la mirada noviolenta, de quemar patrullas y cuarteles en la ciudad del infame asesinato, imaginémonos cómo no estarlo en la destrucción de estatuas de figuras históricas inmorales en sus acciones racistas y explotadoras. Se han desatado en algunas ciudades europeas, australianas, neozelandesas y de EU una serie de investigaciones populares acerca de figuras históricas que tenían estatuas y que habían sido manifiestamente racistas, esclavistas o “colonialistas genocidas”. Así, cada día se han tumbado y siguen tumbándose o quemándose monumentos o estatuas de todo tipo de personajes con algunas características de este tipo en sus vidas o en periodos de sus vidas -por ejemplo racistas, colonialistas, esclavistas, imperialistas. conquistadores, genocidas…- como George Washington, Robert Lee, Albert Pike, Andrew Jackson, Junípero Serra, Cristóbal Colón, Juan de Oñate, el rey Leopoldo II de Bélgica, Thomas Picton, Henry Dundas, John Calhoun, Cecil Rhodes, Piet Hein, Witte de With, Hans Egede, Edward Colston, Winston Churchill …y hasta fue destruido un poste de flagelación en Delaware. Tan sólo en Inglaterra, por ejemplo, se han identificado unas 80 estatuas más y seguro irán por ellas…

No se trata, por otro lado, de un hecho novedoso en la historia, recordamos la estatua de Lenin tumbada en Berlín y en Moscú en 1989 con la caída del Muro y en Kiev (Ucrania) en diciembre del 2013; la de Sadam Hussein en Bagdad en abril del 2003; la de Colón el 12 de octubre de 1992 por indígenas chiapanecos en San Cristóbal de las Casas, en un preámbulo del levantamiento zapatistas del 94.

Profundicemos en la caracterización de esta acción, a partir de un diálogo imaginario. ¿Destruir estatuas o monumentos es un acto de desobediencia civil? Claro que sí, porque están colocadas allí según una ley y reglamentación del orden público, porque representan a los poderes y a la autoridad en el imaginario social. Entonces, ¿la desobediencia civil va contra el orden público y la democracia? No. ¿Por qué no, si destruye una estatua pública legal? A esta pregunta se podría responder con otra pregunta: ¿Y si la estatua es de un racista esclavista: es injusto, ilegal e ilegítimo destruirla, quisiera usted que sus hijos la reverenciaran como modelo de vida a seguir? Pero, ¿destruir la estatua de un racista no es un acto vandálico (con el perdón hacia el pueblo bárbaro vándalo)? No, es un acto de desobediencia civil que ayuda a humanizar la vida pública, que “ordena” el orden social. ¿Y de qué tipo de desobediencia civil se tarta? Es “defensiva” porque se hace por “objeción de conciencia” individual, en este caso contra un “héroe inmoral”; y “ofensiva” porque ataca legítimamente un símbolo inmoral del poder (M. Randle).

De aquí se desprende, que no toda ley u ordenamiento público son legítimos y éticamente correctos y, bien decía Gandhi: “es un deber de conciencia desobedecer a esas leyes injustas”. Tomar conciencia de esta sencilla verdad histórica, corroborada hasta la saciedad en todas las sociedades mundiales, ha sido la piedra angular de los mayores avances en la humanización de nuestra especie, y es también uno de los mayores “obstáculos intelectuales, epistémicos y morales” que tiene la inmensa mayoría de la población mundial para avanzar en el cambio social. Sin crear una “ruptura” ante este obstáculo no es posible pedirle a nadie que participe en acciones de la desobediencia civil, e incluso en las de no-cooperación. Se trata, además, de una de las principales consignas y prácticas de la noviolencia y la construcción de paz: la desobediencia debida a toda orden inhumana (J.C.Marín).

¿Hacia una nueva reinterpretación pública de la historia?

Creemos que la acción es más profunda que la quema de símbolos públicos inmorales, algo ya fundamental, porque en el fondo se está proponiendo una nueva re-lectura de la historia local, nacional y mundial, a partir de enfoques decolonizadores, no racistas ni eurocéntricos. Este fenómeno se está dando desde hace tiempo en muchos espacios mundiales, populares y de academias científicas, y tiene que ver también con la búsqueda de rigor histórico -tan imprescindible para la construcción de la paz y la democracia, para el pensamiento autónomo-, y con la apropiación social de los espacios públicos. Es así también una reivindicación del papel fundamental que tiene en una sociedad la recuperación y dignificación de su memoria y verdad histórica, desde la búsqueda lo más posible de objetividad en sus hechos y actores sociales, y no como la reafirmación de una ideología del poder dominante. Una historia reconstruida “desde abajo” y desde el pensamiento crítico, desde las reivindicaciones de las luchas más justicieras y libertarias, como paradigmas de la dignidad individual, social y nacional.

En futuro, ¿seguirá destruir monumentos a genocidas de indígenas en toda América? ¿renombrar calles, plazas y lugares emblemáticos? ¿construir monumentos a luchadores sociales con ideales y vida dignos? ¿Reescribir los libros de texto de las escuelas con estas nuevas interpretaciones históricas objetivadas en hechos reales y valores dignos para nuestra humanización? Esta sí sería una verdadera tarea de educación, cultura y construcción colectiva de paz.

Ha habido también, en esta nueva línea de resignificación colectiva e histórica material y simbólica del espacio público, muchos grafitis, murales, pintas con “héroes populares” que lucharon por la justicia y la paz, y de víctimas de la violencia. Un ejemplo destacado es la inmensa pintura a gran escala de Breonna Taylor, en medio de un parque en Annapolis (Maryland), quien fue asesinada en su departamento por disparos de policías locales en una redada antidrogas.

A su vez, en México, justamente la semana pasada, se dio un hecho del gobierno en esta misma línea de reinterpretación crítica de la historia, al declararse oficialmente la “caída” de la “verdad histórica” impulsada por el anterior gobierno, sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en Iguala la noche del 26 al 27 de septiembre del 2014. Y se ha presentado una evidencia del ADN del joven Alfonso Rodríguez Telumbre, encontrada en un lugar diferente a donde se sostenía que habían sido quemados los estudiantes. La lucha de los padres y madres de los 43, y todas las organizaciones y personas solidarias después de tantos años de “firmeza permanente”, ha rendido un fruto que parece ser importante, pues el gobierno reconoce que tiene pruebas mucho más concretas y certeras sobre el destino de los 43 jóvenes, que contradicen totalmente la versión oficial en el gobierno de Peña Nieto. Parecería abrirse camino una esperanza concreta de verdad, justicia, reparación y no repetición.

En el otro bando de esta disputa por el poder y la historia, Trump en su discurso del día de la Independencia (4 de julio) en el simbólico Monte Rushmore, territorio sagrado despojado a las comunidades indígenas nativas, delante de los “héroes” nacionales esculpidos en la montaña, incitó al nacionalismo y la división, acusando a quienes atacan a las estatuas como “difamadores de nuestros héroes…destructores de nuestra herencia”. Y agregando: “Nuestra nación es testigo de una despiadada campaña para aniquilar nuestra historia, difamar nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros niños”. Para finalizar añadió que: “Turbas coléricas están intentando derribar las estatuas de nuestros fundadores, desfigurar nuestros más sagrados memoriales y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades”. ¡Acusando de esta manera inmoral e increíblemente al movimiento Black Lives Matter de ser un enemigo público de la nación!

Se busca así llevar la lucha por la reelección, a una disputa por la interpretación histórica de la nación, nosotros los buenos contra los violentos y antipatriotas. En una postura completamente “antihistórica”, porque sólo dedicó segundos a la pandemia en el país con más muertos (130 mil) e infectados (2.7 millones) del mundo, rodeado de una multitud sin máscaras ni medidas mínimas de sana distancia. ¿Está más preocupado por los cuerpos de metal que por los cuerpos de carne y hueso? ¿las estatuas antes que los humanos?

¿Boicot entre trasnacionales?

La otra acción que nos parece interesante de reflexionar es sobre la No-Cooperación: el creciente boicot publicitario de más de 530 empresas la semana pasada -algunas verdaderos gigantes: Ford, Coca Cola, Levi´s, Adidas, Verizon, Starbucks- a Facebook (FB) e Instagram para la eliminación en su plataforma de los discursos de odio, discriminación y racismo. Esta campaña llamada “#Stop Hate for Profit” (Alto a las ganancias por el odio o Alto al odio por las ganancias), surgió a raíz del asesinato de George Floyd, ante los mensajes virulentos de odio que Trump subió a esa red contra las protestas, y contra los cuales no se hizo nada por parte de la empresa y su dueño Mark Zuckerberg.

Ante ello, un grupo creciente de empresas, con todo tipo de poder económico, decidió retirar sus anuncios de esa red durante todo julio, esperando que FB tome “medidas significativas” contra todos los grupos que promueven esas violencias. Como todo boicot, el plazo está marcado para que el adversario a quien se dirige la acción cumpla con las demandas requeridas, y si no lo hace entonces se abre la posibilidad de prolongar por tiempo indefinido la acción hasta lograr el objetivo.

Es claro que una compañía con más de 8 millones de anunciantes, no entrará en crisis económica por el retiro de 530 durante un mes, sin embargo la lectura debe hacerse más allá del análisis económico: toda lucha social tiene su primer terreno de confrontación en la “impugnación moral”, esa es la primera batalla decisiva a ganar para acumular fuerza moral, legitimidad. Y hacia allí apunta la acción de estas empresas: atacar la fuerza moral y legitimidad de FB, que es un activo fundamental.

No estamos acostumbrados a que estas empresas tan capitalistas y parte del sistema opresor, realicen boicots entre sí, y vemos entonces a qué grado han llegado las actuales movilizaciones, presión política y fuerza moral de Black Lives Matter y muchísimos más. Pero además resulta muy interesante el tipo de acción de lucha que han emprendido, a partir de su lenguaje común con el hoy adversario, y ayer y mañana socio: el dinero.

Tampoco estamos habituados a que este tipo de empresas trasnacionales tengan grandes disputas éticas entre sí y con la sociedad. En este caso, han decidido decir un “¡ya basta!” ellas también, colocando una barrera en su “frontera moral” más allá de la cual no están dispuestas a dejar avanzar el racismo, el odio y la discriminación. Es un tipo de acción (la no-cooperación) que deberíamos ejercer social e individualmente con mucha más frecuencia e intensidad todas y todos, como forma de concientizarnos y evidenciar dónde radica el verdadero poder social.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/tumbar-estatuas-de-racistas-en-estados-unidos-re-escribir-la-historia/

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Levantamiento social en Estados Unidos: antirracismo y resistencia civil no violenta

Por: Pietro Ameglio

 

1-Un “Hecho Social Original” de Lucha

Cuando un pueblo en forma masiva y con “firmeza permanente” grita “¡Ya basta!”, delimitando así pública y abiertamente, su “frontera moral y material”, no podemos menos que ¡emocionarnos al extremo!. No se trata sólo de un tema de dignidad sino de toma de conciencia ante los límites de la inhumanidad dispuestos a tolerarse. En octubre del año pasado sucedió en Ecuador, y poco después en Chile también. En México podríamos tener una referencia similar, en la radicalidad moral y material de la respuesta social en enero del 94 para parar la guerra en Chiapas, y en octubre del 2014 ante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Este tipo de levantamientos sociales se enfocan a la construcción de una “paz desobediente”, porque surgen de la indispensable “desobediencia debida a una orden inhumana” (Juan C. Marín); y nos dejan siempre una gran pregunta fundamental para la construcción de nuestra propia identidad moral: ¿cuál es nuestra frontera moral? ¿qué orden inhumana nos puede indignar para tener este nivel tan alto de respuesta individual y colectiva?

Algo central para construir un pensamiento autónomo es la capacidad de captar los hechos sociales originales, en sus especificidades, conceptos nuevos a aprender, no normalizarlos, no generalizarlos, no interpretarlos mecánicamente según categorías pasadas. Problemas de racismo y protestas hay en muchos lugares del mundo, pero lo que está sucediendo específicamente a todo lo largo y ancho de EU ahora no son sólo protestas -ni “reiteraciones mecánicas” de otras movilizaciones-, sino que tiene, por distintas características, la posibilidad latente que sea más que un estallido social, que sea un “levantamiento social” en el sentido de un “despertar” y “cambio más profundo” real en algún aspecto central de la vida social, no en un sentido de “revolución” como a veces lo entendemos en América Latina. Como bien señalaba Spike Lee: “No había visto marchas tan diversas desde que era niño (citando los movimientos sociales de los 60 con Martin Luther King)” (La Jornada, 2-6-20).

Un levantamiento se sitúa en el plano de la “lucha social”, que es precisamente donde están las actuales movilizaciones en EU, mientras las muy valiosas movilizaciones de otras partes del mundo están en el plano de la “solidaridad”, muy importante y necesario, pero no es lo mismo, en la lucha existen adversarios concretos a quienes enfrentar y dirigir las acciones. Intentemos analizar este aspecto clave para poder entender lo que sucede y hacia dónde pudiera ir su direccionalidad: el tipo de objetivos seleccionados junto al tipo de las acciones noviolentas instrumentadas, nos parece, hablan de la claridad acerca de los adversarios y la necesaria proporcionalidad en las acciones con la violencia que se combate.

Creemos humildemente, a mucha distancia y sin conocer bien al país, que podría tratarse de una posible “vuelta de tuerca” en la política social de ese país, en cuanto al racismo, a la violencia policial y al sentido de la seguridad pública. Los efectos de este levantamiento (continuo y creciente, extendido por gran parte del territorio, multirracial y de todas las edades e identidades sociales, apoyado por muchos sectores de la reserva moral nacional, cada día más masivo y firme en la radicalidad noviolenta) están creciendo cada día en cuanto a proyectos de cambios legislativos, políticos, presupuestales, institucionales y de lógicas policiales, del uso de la fuerza pública, etc. , que claramente habrá que ver si se concretizan. Lógicamente todo son aún preguntas, hipótesis, esperanzas, aprendizajes.

2- La violencia como proceso de concatenación de acciones y complicidades

¿Por 20 dólares (¿falsos?) asfixiar a alguien con físico muy fuerte, que no opuso resistencia y sólo decía “¡Mamá! ¡¡¡No respiro!!!” en plena avenida, en pleno día, 4 policías humillándolo tirado en el piso, por casi 9 minutos? ¿Por qué tanta crueldad, abuso de violencia, humillación, si en ningún momento se ve que le interroguen por el aparente delito? ¿Cuál es la relación entre el fin y los medios?

Evidentemente hay mucho más detrás de esta acción de “violencia directa”, en cuanto a “violencia cultural y estructural” mucho más profundo: el racismo, la desigualdad social, la brutalidad de la autoridad (empezando por la policía y el ejército) para reprimir o disparar sobre afrodescendientes e inmigrantes de todas las nacionalidades, el militarismo y autoritarismo gubernamental, la impunidad de los asesinos en los tribunales, la manipulación mediática contra los más indefensos…como muy bien lo denuncia el movimiento de Black Lives Matter (Las vidas negras importan).

Para profundizar en la búsqueda de estos “inobservados sociales”, claves para entender lo que realmente pasó, será importante escuchar también a Dereck Chauvin y a los otros tres policías (Thomas Lane, Alexander Kueng y Tou Thou) que lo acompañaban y participaron directamente en ese asesinato, en formas diferentes, acerca de qué “órdenes obedecían ciegamente”. Estos tres policías fueron también cómplices, al no ser capaces de “desobedecer la orden inhumana” de su colega, ejecutada ante sus ojos. Un castigo ejemplar brutal, sin siquiera la mínima humanidad e inteligencia práctica de oír las súplicas de la víctima agonizando: ¿qué proporción y relación falta-castigo hay entre asfixiar a alguien y pagar con un billete falso de U$ 20 (en caso que fuera cierto)? ¿Me pregunto si el jefe de la unidad policial de Dereck, y los jefes de la policía de Minneapolis y Minessota no han renunciado? ¿Creen que no son responsables directos, no tienen ninguna dignidad personal o están de acuerdo con esa acción?

La construcción y narrativa mediática y política oficial inicial fue para garantizar la mayor impunidad, a partir de señalar permanentemente un solo victimario -Dereck Chauvin- pero quedó rápidamente destruida al mostrarse un video donde dos de estos policías estaban con sus rodillas en la espalda de George, lo que explica que él no haya podido siquiera moverse un poco para resistir. Y el cuarto agente estaba parado a centímetros de Dereck “contemplando” la acción, y no sabemos si le decía algo. Ese cuarto agente se parece a muchos de nosotros, en ocasiones en que vemos una situación de injusticia y no decimos nada, y con nuestra presencia silenciosa la avalamos.

En el fondo, lo que está detrás de esta cuestión es cómo comprender y enfocar la reflexión sobre hechos de violencia social: viéndolos sólo en su “punto periférico” del último elemento que hace la acción final, o como un proceso de muchos cuerpos que van construyendo las condiciones para esa “acción final”. En este último caso, dentro de la cultura de paz, son muchas las responsabilidades y las consecuencias a imponer para promover la verdad, la justicia , la no repetición y la reparación. Los hechos de violencia son así la resultante de la construcción de un proceso social donde se enlazan o concatenan -en muy diferentes y complejas formas y sobre todo lógicas de pensamiento y acción- distintas acciones y niveles morales: Dereck antes -en otras situaciones- puso sus rodillas en las espaldas de los detenidos, antes estuvo parado al lado del principal victimario sin decir nada, antes filmó una escena de violencia en la vía pública y no la subió a redes o denunció, antes tenía celular pero no filmó la escena de violencia…Por ello, la construcción de una “paz desobediente” consiste en la toma de conciencia -sin culpabilidad- de dónde está mi cuerpo en cualquier proceso social de violencia que atraviese mi identidad, y comenzar cuanto antes a desprocesarlo con la “desobediencia a esas órdenes inhumanas”.

A su vez, detengámonos por un momento a revisar los tiempos de este hecho social, que inició con el brutal asesinato el 25 de mayo del Sr. George Floyd (Carmen Fracchia: https://www.fronterad.com/cuantos-crimenes-mas-como-el-de-george-floyd-tienen-que-ocurrir-en-estados-unidos-para-enterrar-el-racismo/) a plena luz del día en una calle de Minneapolis, afroamericano acusado de pagar con un billete falso, algo que hasta hoy no está demostrado, y que además él mismo pudo recibirlo de otro lado. Al otro día, los 4 policías fueron despedidos; ¡4 días después (29 mayo)! recién es arrestado el victimario más directo Dereck Chauvin, acusado de homicidio de 3er. grado; ¡9 días después (3 junio)! apenas se arrestó y acusó a los otros 3 policías (¡increíble pensar que sólo Dereck fuera el responsable!) y se agravan los cargos contra Dereck acusándolo de homicidio de 2º. grado.

3- Lucha noviolenta como Levantamiento Social

¿Por qué esta escalada de sanciones -aunque muy lenta para la gravedad del asesinato, igualmente importante para la historia de la justicia contra los policías en EU por crímenes de violencia hacia las poblaciones afroamericanas-? Sin duda, en gran parte, por las enormes y ejemplares movilizaciones sociales masivas en todo el país.

La primera gran acción noviolenta y clave para romper la impunidad, y desatar el levantamiento social, fue una transeúnte que, con gran valor, filmó los hechos y los subió a las redes. Esa persona, primero tenía un arma como es un celular, pero, segundo y principalmente, se animó a usarla en la escena del crimen frente a los policías, y luego, con mayor valor aún se animó a difundir la filmación en redes. Son tres acciones diferentes, que exigen un creciente valor y determinación moral. Ella no quiso ser cómplice con su silencio, “mirando para otro lado como si no pasara nada”, normalizando ese asesinato en plena vía pública. Esta acción es totalmente opuesta -en su lógica y forma- a la del cuarto policía que ”contempla” -cómplice- sin hacer nada a los otros tres victimarios directos. ¿La construcción de nuestra propia identidad social a quién se parecerá más de estos dos personajes?

Asimismo, en lo personal, sentí una emoción grande al ver las fotos de las gigantescas oleadas masivas multi-identitarias en muchísimas ciudades de EU, con una enorme determinación moral, fraternidad, solidaridad con la familia Floyd y los afroamericanos, y realizando acciones noviolentas en su inmensa mayoría para lograr ¡cambios de fondo ya!. También me emocioné con dos fotos en que se mostraban un cuartel de policía en Minneapolis y una patrulla quemándose. En estas fotos se ve toda la fuerza de la lucha noviolenta en este levantamiento social, al quemarse uno de los principales símbolos de la identidad de los cuatro victimarios: un coche de policía y el cuartel donde reciben las órdenes inhumanas. No se están quemando policías sino un símbolo, en una acción que podría ser vista como un “ataque directo” violento a un objeto material del poder público, pero que en su lógica de “construcción de justicia y paz verdaderas” constituye la destrucción de un medio que acaba de ser usado para cometer un crimen de atroz inhumanidad, por tanto la interpretación de la acción no debe centrarse en el “fetichismo” de la mirada hacia las armas usadas (bombas molotov), y con ello ocultar el verdadero significado de la acción: destruir lo que mató a George. Es una acción que entraría en un rango cercano al “sabotaje”, que son tipos de acciones en la frontera entre la noviolencia y la violencia, porque no atacan a personas sino a objetos que esas personas adversarias usan para oprimir o acumular más poder. Por acciones de ese tipo Nelson Mandela fue preso 27 años (1962-90).

A su vez, algo que también afloró rápidamente en estas protestas masivas, es la historia y cultura que existe en el pueblo norteamericano, y especialmente en el afrodescendiente por Martin Luther King y muchos otros líderes noviolentos, acerca de las movilizaciones noviolentas y particularmente de la desobediencia civil, verdadero motor en el avance de la humanización de nuestra especie, y para nada factor de caos social como pregonan quienes quieren conservar el statu quo. Es una experiencia histórica que está instalada en muchas identidades sociales y culturales, y puede aflorar cuando se necesita. Lo que estamos viendo, con emoción y total solidaridad, en la parte de la población norteamericana levantada contra esta brutal injusticia, es una gran ira, rabia e indignación moral y material. ¡Qué bueno! La vida, dentro de la cultura y construcción de paz con justicia, exige estar permanentemente atento ante situaciones inhumanas que nos rodean -cerca o lejos- y reaccionar ante ellas “desobedeciendo” para no ser cómplices -directos o indirectos-. Ése es el “camino para humanizarnos”; a veces es individual, a veces grupal, a veces masivo como ahora. O sea, en palabras del zapatismo, Hannah Arendt y Stephane Hessel, construir, promover y accionar la “digna rabia” y la “indignación”. La población de muchas ciudades de Estados Unidos, y luego de otros lugares del mundo, colocó la indignación moral, la justicia, el no al racismo, por encima del terror a morir por el contagio, y salió a las calles -para recuperarlas y no soltarlas en este encierro pandémico- poniendo sus cuerpos en forma masiva y en total contacto a protestar con enorme determinación, en los lugares exactos asociados a los victimarios y las autoridades que los sostienen -empezando por el presidente-, para exigir plena verdad, justicia y cambios de fondo.

Una acción muy bella y ejemplar fue que la gente en muchas ciudades se quedó en la calle protestando aún con toque de queda (existente en más de ¡40 ciudades!), enfrentando los arrestos masivos con total calma y poder. Bien dijo Luther King: “Hasta que no seamos dignos de llenar las cárceles, no seremos dignos de la victoria”. Se sabe que en un nivel de legitimidad y masas como ahora, el encarcelamiento rápidamente se le revierte a la autoridad, se vuelve simbólico e inmoral, por lo que se ve obligada a cancelarlo. Asimismo, la permanencia del plantón frente a la Casa Blanca, pese a las grandes amenazas y represión de Trump, ha sido significativa. Emblemática también fue la negativa de Choferes sindicalizados de Minneapolis a transportar manifestantes arrestados por la policía, en un claro ejemplo de no-cooperación. A su vez, cada vez más será clave la participación pública decidida y clara de grandes sectores de la “reserva moral” estadounidense (arte, cine, ciencia, cultura, política, religión, sindicatos, deportes…) manifestándose abiertamente en forma noviolenta radical, proporcional al hecho de alta violencia que se combate.

Por otro lado, es una experiencia histórica que un adversario como Trump tiene su mayor potencial incitando a la violencia (en un twit que Trump sacó enseguida que comenzaron las protestas dice: “Si comienzan los saqueos, comenzarán los tiroteos”), construyendo la espiral del odio (acusando de terroristas a los grupos antifascistas) y mostrándose mesiánicamente como salvador (foto con la Biblia en la iglesia de san Juan). Necesita justificar su represión de todo nivel mostrando y provocando la violencia de los adversarios, de ahí que el movimiento social noviolento conoce por experiencia que la fuerza moral y material de las protestas pierde muchísima eficacia si hay ataques violentos a personas o instalaciones sin relación directa con los victimarios. Eso también, inmediatamente aleja una de las principales armas de este tipo de lucha: la suma masiva de cuerpos, ya que el temor hace que la gente no se sume a la causa en las calles. Nos pareció muy estratégica la acción en que grupos de activistas bloquearon entradas de tiendas para impedir que hubiera saqueos de grupos de protesta que usan tácticas violentas diferentes.

Así, cada vez más se ha afirmado y creido el carácter noviolento del levantamiento, logrando que, incluso, algunos sectores de la autoridad se dividieran y manifestarna su negativa a reprimir manifestaciones y a a que se cumplieran las demandas legítimas urgentes.

4- Preguntas estratégicas para seguir reflexionando y actuando

Por supuesto que un hecho social con este nivel de originalidad y radicalidad de lucha directa, cultural y estructural, nos coloca delante de muchas preguntas y “observables sociales” centrales para tomar conciencia en nuestras vidas y en el orden social en que vivimos acerca de cómo luchar mejor y más para su humanización. Quisiera compartir, con sencillez y sin tener respuestas plenas, unas pocas preguntas-ejes de reflexión, desde la mirada de cultura de paz y noviolencia estratégicas:

  • ¿Qué elementos se conjugaron en este hecho social que crearon una ruptura “intelectual, epistémica y/o moral” en millones de personas -la gran mayoría multirraciales, no activistas sociales ni defensoras de los ddhh- tan grandes como para salir inmediatamente a la calle en medio de una pandemia, en el país con más muertos y contagios del mundo, anteponiendo su fuerza moral a su propia vida?
  • ¿Por qué tardó la justicia 4 días en arrestar a Dereck Chauvin, y 9 días en arrestar a los otros 3 policías que estaban con él, con tamañas movilizaciones?
  • ¿Hasta dónde llega la construcción mental, moral, cultural y física del orden social que nos atraviesa, educa en disciplinamiento a todos desde el inicio de nuestras vidas, hacia la “obediencia anticipada a toda orden de castigo que la autoridad emita” (Juan Carlos Marín)? ¿Es tan profunda, ignorante e infantilizante que la ejercemos aún oyendo a un moribundo desconocido que nos grita al lado “¡Mamá! ¡No respiro!”, con una cámara filmando, por 20 dólares -dizque falsos- que no son ni míos?
  • ¿Qué se hubiera logrado en cuanto a verdad, justicia, no repetición y reparación, sin estas movilizaciones de levantamiento social? ¿Hasta dónde pueden sobreponerse protestas sociales en la estrategia de la noviolencia activa y la del anarquismo insurreccional, tomando estrictamente en cuenta sus respectivas claves de acumulación en la lucha (fuerza moral y violencia material respectivamente) y dejando de lado prejuicios morales? ¿Qué efectos y resultados tienen, en concreto, ambas estrategias de lucha en relación a la estrategia de la “espiral de violencia y odio” de Trump y la ultraderecha?

Finalmente, una sencilla pregunta acerca del “principio de realidad” del orden social en que vivimos, para evitar caer en ilusiones, aunque sí con cierta esperanza ahora:

si Dereck Chauvin hubiera sido afrodescendiente, ¿nos podemos imaginar la campaña mediática y político-social de odio acusándolo de sádico, inhumano y no estaría ya sentado en la silla eléctrica?

 

Fuente:  https://desinformemonos.org/levantamiento-social-en-estados-unidos-antirracismo-y-resistencia-civil-noviolenta/

Imagen: https://pixabay.com/

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Coronavirus y derecha en México: en vez de solidaridad, intentar construir un golpe

Por: Pietro Ameglio

Coronavirus y derecha en México: en vez de solidaridad, intentar construir un golpe.

Sin duda esta crisis mundial del coronavirus ha evidenciado realidades conocidas y desconocidas de muchas personas y hechos sociales, para bien y para mal, desde niveles personales, familiares, sociales, económicos, políticos, ambientales…La mitad de la humanidad está en cuarentena, muchos aislados sin ver siquiera a sus familiares cercanos. Se ha dicho mucho -por suerte- acerca de cómo el capitalismo neoliberal ha quedado masivamente expuesto en el alto nivel de inhumanidad, destrucción y desigualdad social que genera, de cómo el libre mercado y las privatizaciones han sido erróneamente puestas por delante del bienestar de las poblaciones y la acción estatal, de cómo la “normalidad social” no volverá a ser la misma después de esta pandemia, de cómo la depredación ambiental está a la raíz de posibles catástrofes planetarias si no cambiamos a tiempo. Todo cierto, pero nos parece muy importante no caer en la ilusión que se puede generar por aplicar el deseo de una “consecuencia mecánica” a estas evidencias y creer ingenuamente que el capitalismo se va a acabar, que está en crisis (de conciencia y producción) y que la humanidad futura será mejor en el cuidado de los más empobrecidos, del medio ambiente, de su alimentación e industrialización. Ni por asomo, si no se intensifican las formas de lucha y organización social ciudadana y mucho más masiva. Al contrario, me parece que habrá, por parte de los poderes económicos y políticos, toda una reestructuración que llevará a reforzar más aún una vuelta de tuerca en el modelo de producción, consumo y competencia internacional.

Lo que tampoco significa, por supuesto, que no se esté ante una crisis de fondo, pero que pudiera ser no para extinguirse sino para perfeccionarse. Y algo seguro: toda esta veneración política y mediática hacia los científicos, casi sacralizando sus opiniones, volverá al olvido social de siempre frente a temas de cambio climático, biofauna, cadenas de alimentación animal, armamentismo, energías renovables…Quedará transparente que el orden social mundial se rige por criterios de acumulación capitalista -casi monopólica- y no por criterios humanistas y científicos del bien de las mayorías y la naturaleza. Esa es la “normalidad” que no será trastocada, sino perfeccionada, si es que se puede aún seguir haciéndolo. Aunque, claro, que si hay otra mutación acabando el año, y otra a mitad del próximo, con pandemias incluidas y cataclismas climáticos, si la descomunal crisis económica que ya está y seguirá aumentando se hace incontrolable (¡difícil encontrar un 1° de mayo más triste y dramático!)…etc. etc., ahí sí el “reciclaje capitalista” y la “obediencia ciega a la autoridad” de las mayorías no van a ser tan fáciles de reproducir, sin violencias mayores y más peligrosas para ese orden social.

Lo que sí acabó es la “ilusión de la seguridad”, como una totalidad controlable por la autoridad y el mercado, la paz ya no podrá asociarse mecánica e infantilmente a la seguridad, sino que deberá asociarse con el “bien de las mayorías”, en su esencia vital y forma más simple de la vida, desde una concepción integradora con uno mismo, con la otredad y con la naturaleza: todos como un todo interconectado, interdependiente e integral.

A su vez, el aterrorizamiento, el encierro y la atomización social son los mejores ingredientes de un hecho social que predispone a la entrega hacia los poderes externos de la propia “capacidad autónoma de pensar”. Pensar desde estas condiciones sociales, obedeciendo las órdenes correspondientes -algo, por otro lado, que es indispensable de hacer en la salud-, nos puede fácilmente llevar a la desmemoria histórico-social y al retroceso de derechos y libertades que hemos proclamado y defendido en la vida. De ese tamaño de paradoja y contradicción, pueden ser las consecuencias de un proceso social de este tipo: la “delega incondicional” de nuestra identidad y cuerpo en las autoridades superiores (políticas, científicas, económicas y policiaco-militares), en aras de tener “seguridad” ante un enemigo tan mortal como microscópico e incontrolable. Si no fuera porque la causa externa lo amerita, sería el logro ideal del mayor objetivo de sus vidas para una gran masa de personas y líderes autoritarios -que sobreabundan en nuestras realidades, familias y culturas -descubiertos y encubiertos-. Pero, precisamente, por conocer que una porción mucho más amplia de lo que deseamos de la especie humana, está instalada en esa cultura, no podemos bajar la guardia ni confiar ciegamente en este proceso social como coyuntural y sin nexos con lo “que sigue”. De ahí el postulado por una “obediencia conciente y organizada”.

MÉXICO: ¿GOLPETEO DE FALSEDADES Y MEDIAS VERDADES PARA EL GOLPE?

En México, a partir de la fuerza (moral nula, pero material no poca) del sector empresarial más retrógrado, de varios medios con sus comunicadores y opinólogos/as deleznables por sus moralismos y análisis tendenciosos, y de muy minoritarios grupos políticos, han intentado aflorar campañas que inyectan permanentes noticias falsas o medias verdades descontextualizadas con el objetivo de ir creando un clima social de inestabilidad política, duda, cuestionamiento o directamente dura condena a toda política gubernamental, en el terreno que sea. Ayudados también, claramente, por la enorme crisis económica mundial reflejada en lo nacional. Se busca cualquier situación -por mínima y anecdótica que sea- para magnificarla, sacarla de contexto y lanzar con odio la idea de un “castigo ejemplar”, ese es el modelo de construcción epistémica del “infantilismo social”, en el que ingenuamente tantos caen. Así, si el propio director de la OMS felicita al gobierno se ningunea esto diciendo que esta organización siempre lo hace; si no se responde directamente con el mismo odio al comentarista criminal de TV Azteca -aunque sí se le contesta firmemente por Segob como institucionalmente debe ser- está mal porque no se aumenta la “espiral de la violencia”, y si se le contestara violentamente igual estaría mal también porque polariza; por no querer endeudar al país -causa de las mayores corrupciones y catástrofes históricas recientes y pasadas- se acusa a AMLO de que no le importan los pobres y pequeños empresarios, en algo que sería lo último de lo que pudiera acusársele (es el único político mexicano que podría demostrar con su vida esa solidaridad con los más pobres), cuando hay además un programas de un millón de microcréditos.

Aclaro que ni por asomo estoy en obediencia ciega hacia el actual gobierno y presidente, y esto es muy fácil de demostrar: he criticado claramente el proyecto expansivo capitalista en el sureste del Tren Maya y el corredor Transístmico, en la forma de no tomar en cuenta seriamente a las comunidades directamente afectadas; también los resultados y formas hacia los familiares de desaparecidos, los activistas sociales asesinados, la política hacia los migrantes y la lucha contra el delito organizado. Tampoco me gusta la forma de polarizar que a veces genera López Obrador, con sus sarcasmos, acusaciones o frases irónicas señalando genéricamente o directamente a personas e identidades sociales, creo que esta estrategia no ayuda en las condiciones para una buena construcción de paz y convivencialidad social, lo que aprovechan permanentemente -en un “judo político”- sus opositores más perversos. Pero tengo memoria y sé perfectamente el horror, ilegalidad y basura -de todo tipo- que había antes de este gobierno, y ni por asomo quiero que algo de eso regrese, que es lo que pasaría si no sumamos a que esta nueva cultura y forma de gobernar avancen y corrijan lo necesario, para instalarse mejor en nuestra sociedad. Ni por asomo estamos ante lo mismo que había, empezando por muchas personas que conocemos que encabezan o trabajan en proyectos locales, regionales o nacionales, quienes vienen de largas trayectorias y conocimientos probados.

El presidente y su equipo ejecutivo, seguramente estarán teniendo aciertos –lo testifican la OMS, ONU…- y también algunos errores en el manejo de esta crisis, como la gran mayoría de sus pares en el mundo, pero nada amerita campañas de tan fuerte cuestionamiento, deslegitimación y hasta enfrentamiento con amenazas de desobediencia civil en el pago de impuestos, creando estructuras de salud paralelas, desobedeciendo a las máximas autoridades nacionales de salud, y hasta pidiendo la intervención norteamericana. Una vergüenza y desproporción total con la realidad. Bien decía Gandhi que la desobediencia civil sin un programa constructivo de “swaraj” (autonomía) al lado era una simple “bravuconada”; en este caso muy peligrosa, porque busca la desestabilización social y el regreso a formas ignominosas de impunidad, corrupción y violencia estatal.

El gobierno ha tenido el mérito -desde la cultura de paz, ddhh y noviolencia- de no fomentar el aterrorizamiento social (están “serenos”, se sabe dónde estamos aunque sea en un hoyo peligroso, como el mundo), de no poner a la policía y al ejército en las calles para reprimir, de no caer en ninguna forma de estado de excepción; de delegar el manejo de la crisis a los mejores expertos en salud pública del país que además tienen alto reconocimiento internacional (por supuesto que se podrán equivocar, como lo han hecho los de todo el mundo a cada rato…). ¿Están mal estas acciones? ¿Por qué? En lo personal, valoro mucho este estilo de acción social oficial, que apuesta a la solidaridad ciudadana sin castigos ejemplares, pero claro que en un clima de aterrorizamiento ciudadano que tiende fácilmente al autoritarismo, es fácil ver esto como debilidad, ignorancia y hasta desinterés por la población.

Por qué todos estos comentaristas malintencionados, no han criticado con mayor vehemencia todas las privatizaciones y corrupciones de los sexenios anteriores, a los que no han pagado impuestos y peor aún no lo están haciendo en este momento de crisis brutal, a los que están lucrando con la crisis, a los empresarios que obligan a sus trabajadores a ir a sus lugares de trabajo como las maquilas, Elektra…, al modelo de la producción alimenticia ganadera de macrogranjas que está a la verdadera raíz de esta pandemia… Todo lo “dan por hecho”, lo dicen una vez rápído al pasar como si así quedara ya instalado en la opinión pública; y arguyen además falsamente que siempre han sido críticos, cuando demasiados sabemos bien la tibieza de sus voces en sexenios anteriores, que sólo se alzaban cuando había mayorías y opinión pública que ya estaba en contra, nunca con el valor de hacerlo antes, cuando se arriesgaba mucho.

A lo que apuntan estas campañas de desestabilización social y cambios de gobierno, a través del aterrorizamiento social y las falsas o medias verdades descontextualizadas, es a la emotividad no al “principio de realidad” empírico y más objetivado, trabajando más en el terreno del “odio” que en el de la “ira”. La diferencia es sustancial: “(el odio)… es una emoción secundaria, extrema y continua que se dirige a un individuo o grupo…la valoración o evaluación se centra en el objeto odiado”. La ira, enfado o enojo, en cambio, tiene el “deseo de cambiar las conductas del exogrupo y cambiar las actitudes de sus miembros, es decir, con restaurar normas…”. Asimismo, “el odio se asocia con el deseo de hacer daño e incluso aniquilar o destruir al exogrupo…más que cambiar sus conductas y actitudes, se relaciona con la tendencia a eliminar simbólica y físicamente al exogrupo” (Carlos Martín-Beristain et al. “Agresión, odio conflictos intergrupales….”). La campaña que existe en México está basada en la siembra del odio hacia AMLO, por eso no se debe normalizar ni pasar por alto, ya que es otro virus que destruye y envenena a todo el tejido social, ya lo vimos con la guerra sucia electoral del 2006 y a la falsa “guerra contra el narco” a que nos llevó: más de 250 mil muertos y 65 mil desaparecidos en 10 años. Así, vemos claramente cómo el odio es políticamente “rentable” en el corto plazo, pero en el largo plazo es suicida.

Uno no tomaría tan en cuenta las opiniones de comentaristas y opinólogos/as tan tendenciosos, o de una pequeña parte de la opinión pública que repite en redes ciegamente tamañas falsedades, si no fuera que la experiencia histórica continental reciente nos pone sobre aviso de no banalizar ni tomar a la ligera estas campañas sucias, por ejemplos cómo han sido en los casos de Brasil y Bolivia (en Venezuela no han podido), donde tumbaron en forma ilegal e ilegítima gobiernos de elección legal popular masiva, con la complicidad vergonzosa también de organismos, gobiernos y medios nacionales e internacionales.

Fuente: https://desinformemonos.org/coronavirus-y-derecha-en-mexico-en-vez-de-solidaridad-intentar-construir-un-golpe/

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Coronavirus: avances de reflexiones desde la cultura de paz y la noviolencia

Por: Pietro Ameglio

I- Ya no hay dudas: la raíz neoliberal pone en riesgo real a la especie humana

Estamos ante la mayor crisis global humanitaria -en cuanto a la totalidad de afectados directamente- de la historia universal: no hay una persona de los 7500 millones de habitantes del planeta que esté libre de ella. Sus consecuencias irán mucho más allá de la coyuntura, no será algo que “va a pasar pronto si nos aplicamos”, sino que -en gradaciones distintas según las realidades- quedarán potencialmente instaladas acciones, valores o tendencias hacia nuevas formas en los estadios del Orden Social. Se ha instalado casi uniforme y globalmente una “supra-normalidad” ante la emergencia, que se pregona como pasajera aunque no se tiene idea de su temporalidad, pero la “normalidad” que volverá después ya no podrá ser idéntica a la que le antecedió, en aspectos de fondo de cultura-economía-política-sociedad, aunque los conflictos sociales previos seguirán estando allí y deberán enfrentarse. En el caso mexicano, por ejemplo, donde las cifras normalizadas de muertes y desapariciones por la violencia son elevadísimas desde hace más de una década, la guerra de exterminio masivo y selectivo no se ha detenido: el sábado 4 de abril hubo 52 asesinatos (La Jornada, 5-4-20); fueron victimados selectiva y representativamente en estos días el alcalde Obed Durón de Mahahual (Q.Roo), la periodista maría Helena Ferral de Papantla (Ver), y los activistas sociales Isaac Medardo en Jiutepec (Morelos), Benito Peralta en Texcoco (Edomex) y en este preciso momento a Adán Vez Lira, ambientalista de Actopan (Ver).

De fondo en esta crisis, lo primero que ha quedado desnudado es nuestra fragilidad como especie, como sociedades y como individuos, en lo biológico, económico, geográfico, ambiental, en el modelo del mal llamado desarrollo…con la particularidad que toda esta toma de conciencia se ha dado al mismo tiempo. ¡Un absoluto estado de shock! Creíamos vivir en un mundo casi de “seguridad total” para muchas clases sociales relativamente acomodadas, y descubrimos, en cambio, que la única totalidad existente es la inseguridad.

Intentaremos sólo “pensar en voz alta”, desde algunos conceptos básicos de cultura de paz y noviolencia, aunque estas dos ideas estén totalmente relegadas hoy ante las 4 “S” que marcan el orden social: Sobrevivencia-Seguridad-Salud-Solidaridad. Claro que todavía no sabemos nada muy real, son sólo especulaciones, hipótesis, dudas y preguntas recogidas y compartidas por otros muchos más, pero puede ayudarnos el plantearse algunos “inobservados sociales” presentes y futuros.

Como premisa, ha emergido mundialmente, sin discusión, la importancia -ahora sí vital- de guiar acciones y políticas claves del orden social a partir del conocimiento científico de rigor, y la necesidad de ser solidarios con los demás miembros de la especie, pues ahora sabemos que la sobrevivencia no es sólo un acto individual. Es indiscutible la necesidad, urgencia y obligación moral y física de seguir las indicaciones científicas ante el virus en su cura, prevención y propagación: quedarse en casa, higiene total, sana distancia, atención especializada hospitalaria…También es cierto, e importante, tomar conciencia de que puede haber matices o divergencias en las opiniones científicas, y hay que ser capaces de construir conocimientos comparados e integrados. Uso adrede la palabra “conocimiento” -exige procesar y contextualizar la información- para distinguirlo de la simple “información”, pues ésta sola en sí misma -aunque sea en grandes volúmenes- no es suficiente, y por el contrario muchas veces está construida desde el poder y los medios, para que precisamente la gente se sature, desanime, aterrorice, obedezca ciegamente y no entienda la verdadera realidad.

A su vez, el neoliberalismo ha “quedado desnudado” frente a la totalidad de las poblaciones, en sus mentiras o medias verdades en cuanto a la perversidad de colocar al libre mercado y las ganancias -de minorías- frente a las grandes necesidades de las masas y el medio ambiente, generando y ahondando permanentemente las desigualdades sociales. Se está evidenciando que se trata de un modelo económico que pone en riesgo la continuidad de nuestra especie. Y agregaría con poca esperanza, que cada vez es más evidente que con este modelo de desarrollo y devastación ambiental y humana, estas crisis biológicas, humanitarias, sociales y económicas ya no podrán detenerse y serán cada vez más cíclicas. El Covid-19 en su origen tocó y desnudó una de las bases más profundas del sistema capitalista actual, como bien sostiene una activista mexicana en EU: la alimentación animal. Fue transmitido por una mutación animal a humana, en un mercado de animales. En el modelo de nuestra alimentación, ligada íntimamente a la devastación ambiental del planeta, está unas de las raíces más centrales, degradadas y peligrosas para la sobrevivencia de la especie. Ahora eso ha quedado mucho más evidente, y no se toca ese problema para nada en todas las discusiones políticas y mediáticas, porque no se está dispuestos a poner en tela de juicio ese aspecto. He ahí una lucha fundamental para la etapa que seguirá, porque ahora ya sabemos que no es sólo una postura elitista de pocos conscientes, sino de sobrevivencia.

¿Creemos verdaderamente que con la vacuna acabarán estas mutaciones de virus? Así llegamos a una pregunta más profunda, ineludible, con la que tendremos que acostumbrarnos a convivir: ¿qué nos garantiza que en los próximos meses no habrá otra mutación de virus, igual o peor? Creo que, en este sistema y desarrollo es más probable que sí a que no. Estamos entrando tal vez en otra etapa de la humanidad en la relación dialéctica y biunívoca entre ser humano-naturaleza, y si no se realizan cambios de fondo en nuestro modelo actual, la que aumentará no será sólo la curva de muertos por región o país, sino la de la destrucción de la especie en su conjunto.

Una de las mayores banderas neoliberales sacralizada -las privatizaciones- constituye una de las principales causas de esta catástrofe humanitaria que vivimos: se han desmantelado mundialmente los sistemas de salud pública por décadas, y ahora no hay capacidad de ningún tipo para atender tantos casos a la vez. Otra gran debacle de este sistema-mundo, está en la fragilidad y precariedad de su aparato industrial y laboral flexible, donde la crisis de desempleo, comercio, servicios y producción será pronto inimaginable, con las debidas consecuencias inmediatas en hambre y violencia masiva. En un país como México, sumido en una guerra de más de diez años por el monopolio del delito organizado en cada poblado, imaginemos lo que eso puede significar para una sociedad donde, como dicen investigadores de la Unam: “el narcotráfico es el que genera más empleos: 600 mil” (La Jornada, 17-7-11).

Asimismo, uno de los dos principales motores industriales del capitalismo, y ejes de la cultura de seguridad que instala, es el armamentismo, donde se busca vayan las mayores inversiones de los países. Ahora nos preguntamos, ¿de qué sirven esas inversiones descomunales frente a nuestra sobrevivencia y cotidianidad? Como bien dice una valiosa activista norteamericana: ¿Cómo es posible que gastemos tanto en Defensa y estemos tan In-Defensos?

Para concluir con la evidencia demoledora de la in-humanidad e irracionalidad del desarrollo capitalista neoliberal, estamos asistiendo a la construcción de la mayor “mercancía” de su historia en cuanto a cantidad de gente y consumo: la Vacuna contra el Covid-19. ¿Habrá una persona en el mundo que no la compre? Más aún bajo sugerencia -u obligación- de gobiernos y científicos. ¿Podemos imaginar 7500 millones de humanos comprándola aterrorizados el mismo día? Parece una escena de novela de ciencia-ficción, pero es totalmente real. La vacuna -en un realismo extremo-, es el único medio que realmente podría garantizar que se detenga esta pandemia, porque las otras medidas, tan necesarias, son para mitigarla pero no para detenerla, algo que aparece casi imposible con los niveles de pobreza, hacinamiento, insalubridad de las grandes mayorías de la población mundial.

Por otro lado, en la posmodernidad que vivimos pocos piensan en la sobrevivencia o extinción humana como especie, pues la mirada profundamente individualista está sobre todo dirigida a lo que afecta mi extinción y la de mi entorno. Esta crisis nos ha obligado también -por su carácter global e interdependiente- a pensar más como especie interrelacionada y coligada: lo que pasa en el otro extremo del planeta me afecta, en una Coligación de Destinos para la vida o la muerte. Se está produciendo así un cambio en la idea colectiva de Otredad, y podría entonces estarse tomando conciencia de una nueva dimensión más incluyente de la otredad e individualidad globalizadas. Ya sabemos que el hecho que yo me cuide y cure no es suficiente para mi sobrevivencia ni de la gente cercana, porque si los otros no lo hacen o no pueden hacerlo por sus condiciones sociales, mis cuidados no detendrán en absoluto la pandemia. Mi destino vital depende y está íntimamente ligado al de los otros.

Una de las claves de este proceso de otredad, central en temas de cultura de paz, ha sido la “Proximidad” del hecho social con lo más primario de nuestra identidad: su sobrevivencia; no existe nadie en el planeta que no se sienta en peligro, lo sepa o no. Aunque paradójicamente la mejor proximidad sea la Lejanía. Además, no hay duda que la proximidad de un sufrimiento es lo que más cambios genera en cada uno: la comunidad científica, organizaciones de todo tipo, millones de personas (entre ellas recientemente Greta Thurnberg y su movimiento) han estado por décadas alertando sobre las consecuencias irreversibles para nuestra especie del Cambio Climático, o de una catástrofe nuclear, dos hechos mucho más riesgosos para la especie que el coronavirus, pero pocos les han hecho caso, y menos los gobiernos.

II-¿Encerrarse en casa o pasar hambre? Un problema no sólo de salud sino de principio de realidad y clase social

Profundicemos ahora, con humildad y sin certezas, acerca de algunos aspectos y valores de la cultura de paz y noviolencia que se están observando en este proceso humano global de sobrevivencia-seguridad-salud-solidaridad que nos atraviesa, en el sentido de qué está pasando en el orden social y hacia dónde pueden derivar esas tendencias.

1- Debe notarse que se ha instalado con una enorme fuerza y unanimidad la “Obediencia a priori a la autoridad” -gobiernos y especialistas científicos-, ante el valor supremo de la sobrevivencia y la seguridad. Cierto es que seguir las indicaciones consensadas de los científicos es la única garantía de una lucha efectiva contra este enemigo mortal, y, a su vez, los estados y sus gobiernos son los únicos capaces de lograr la cohesión necesaria para esta acción de “totalidad masiva”. Nadie discute esto, ni propone lo contrario en absoluto. La mayoría de las acciones son necesarias y positivas para el 3er estadio (Piaget) de la co-operación social (igualación y respeto mutuo), pero son instrumentadas desde una cultura del 2° estadio (egocentrismo y respeto unilateral), por varias razones históricas comprensibles de cohesión social en cada realidad, además profundamente presionadas por la emergencia vital, el terror, la prisa de acción del contagio y la letalidad del virus. Eso está claro y aceptado en la coyuntura presente; pero siempre hay algo más adelante para reflexionar…

A su vez, también es cierto que, como concepto y valor de fondo, éste de la “obediencia a priori” representa todo lo opuesto a la tradición y conocimiento de la cultura de paz, noviolencia y autonomía, por lo que exige una reflexión más compleja que decir simplemente que sólo se trata de una excepción temporal por ser una emergencia, que al ser un enemigo tan ignoto, violento e invisible, no queda más que la sumisión a esa “Orden masiva de fuga” (E. Canetti). Sobran experiencias en el orden social donde ha quedado instalado ese valor de obediencia, en aras de la excepcionalidad, y luego es transferido en el futuro inmediato a formas de “sumisión” y “disciplinamiento” de gran inhumanidad. O sea, este proceso inevitable y científicamente consensado de vuelta de tuerca en la cultura de “obediencia a priori a la autoridad”, militarización de los espacios públicos ahora en nombre de la sobrevivencia…podría quedar socialmente instalado mucho más allá del coronavirus. Por ello, nos parece importante no reproducir mecánicamente, por la emergencia y terror, sólo estas formas de obediencia sino sobre todo una “Obediencia Consciente y con Conocimiento” científico plural y comunitario, organizada colectivamente. No debemos dejar sólo en manos del fortalecimiento estatal -ahora parecería necesario sólo temporalmente, pero es una temporalidad que podría ser muy larga pues no tiene fin visible-, ya que se trata sobre todo de un problema colectivo, no sólo de expertos y autoridades en quienes delegar un “respeto ciego unilateral”.

2- El fenómeno cultural y social de fondo que está creciendo es el Aterrorizamiento Social: cada vez más el miedo se va convirtiendo en terror, ante un enemigo invisible, desconocido, inversamente poderoso respecto a su tamaño, imbatible hasta ahora, letal. En el imaginario colectivo, en los medios y los discursos, las curvas empiezan a sobreponerse -se borra su frontera-, la de los contagios se convierte también en la de las muertes, aunque existan diferencias muy grandes entre ambas, desaparece la curva de los recuperados en las comparaciones y análisis. Se construyen permanentes ”ruidos mediáticos” de confusión, por comparaciones sin el mínimo principio de realidad entre países tan diversos como distantes en todo sentido, promoviéndose mecánica, mesiánica e infantilmente medidas de una realidad para otra. ¿Por qué se habla tan poco de los avances de la vacuna?

¿Cómo se combate el terror? Con un “principio de realidad” medible y empírico -distinguiendo las curvas, cifras, tendencias y realidades nacionales, por ejemplo-, y con el verdadero conocimiento científico, que ahora coincide con la necesidad imperiosa del Encierro. De esto no hay dudas. Pero no es lo mismo un encierro de aterrorizamiento y egocéntrico, que uno solidario y constructivo. Además, el encierro es una medida que corresponde sólo para una cierta clase y realidad social; en México -por ejemplo- con la mitad de la población económicamente activa que vive del comercio informal y al día, cómo se le va a pedir a la gente que se encierre, sería como decirles “no coman”. Asimismo, en todos los países del mundo hay miles de millones de personas que viven en espacios físicos, sin agua o de violencia intrafamiliar completamente imposibles de estar encerradas -ni siquiera por horas- o directamente viven en la calle. ¿Qué tipo de encierro y políticas de apoyo se proponen para esta gigantesca porción de nuestra especie?

El encierro, la tecnología a distancia, son medidas indispensables pero que, ni por asomo, pueden hacerse extensivas en forma real y uniforme a la mayor parte de la población mundial, y menos en nuestros países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Sin darnos cuenta, hemos normalizado y generalizado el relato mediático oficial-científico, que por supuesto que es altamente indispensable de hacer, pero es también en parte una gran “ilusión social”. Este modelo difundido como la gran panacea de lucha contra el coronavirus es también una burbuja y encierro de clase social, inalcanzable para las grandes mayorías, y que colaborará justamente a aumentar la distancia entre clases sociales, y a ir aumentando la curva de mortandad cada vez más hacia los sectores más pobres e indefensos, para quienes no existen alternativas reales de cuidado preventivo, más que ir a un hospital saturado cuando ya esté contagiado. Y paradójicamente, los más pobres sostendrán –a riesgo incluso de sus vidas-nuestros servicios de encierro: empleados de la basura, supermercados, tiendas, policía, ejército…Para ello, sería muy importante empezar a considerar en las curvas de contagiados y fallecidos, también su identidad social y situación económica.

3- En cuanto a la cotidianidad, lo normal es lo excepcional: quedarse en casa. En un mundo de la mayor Movilidad social que nuca se detiene, se ordena la In-Movilidad. La rutina da la cotidianidad se impone en un mundo que busca permanentemente la Novedad. Todos los días parecerán cada vez más iguales entre sí, al no haber un trabajo en lo externo, espectáculos colectivos, vida social, diversiones, deportes…

En este aspecto está habiendo también un gran desarrollo de las Relaciones Virtuales, de la tecnología a distancia: clases, conferencias, reuniones de empresarios, políticos, científicos, juegos, compras, etc. etc. Un medio que puede aislar y encerrar, como pasa socialmente hoy a gran escala, ahora está sirviendo también para comunicar realmente, para pensar colectivamente, para solidarizarse, para romper el encierro físico, mental y espiritual. Se está así adelantando en los tiempos y en lo masivo, una etapa de la humanidad hacia la que vamos inevitablemente. Pero se trata también de una realidad de exclusión social pues una gran mayoría de la humanidad no tiene ni mínimamente los medios digitales para poderse comunicar así, y quedarán más aislados aún.

El Estrés de todo tipo, por su parte, nos está arrojando a todos en un nivel de incertidumbre brutal, por la impotencia en la propia salud y la de los seres queridos, por la Indefinición Temporal de la crisis, por la inestabilidad laboral…

4- A su vez, todo está sucediendo a una Velocidad demasiado alta, en el cambio de fases, nuevas medidas, etapas…estamos en un permanente estado de Shock (N. Klein), donde no hay tiempo de pensar, organizarse, ante la “lluvia de órdenes como flechas” (E, Canetti). Preguntar o reflexionar puede ser visto enseguida como “egoísmo total”, “atentar” contra los Otros y la especie, traicionarlos, ideologización, estupidez, pero nada más alejado. El conocimiento conciente y la reflexión son la primer arma contra el coronavirus. La velocidad se impone, aunque la medicina obligada sean la In-Movilidad y la Des-Movilización.

5- Se está experimentando también un gran desarrollo mundial en la tecnología digital de la Vigilancia, donde habrá un “salto de calidad” notable, igual que sucede en las guerras con la industria armamentista. Esta es una guerra viral. Puede quedar totalmente normalizada -en aras de la seguridad y la sobrevivencia- la “vigilancia sobre y bajo la piel” (Yural Noah, Finantial Times, 19-3-20). Asimismo, como bien describe el filósofo coreano Byung-Chul Han (El País, 23-3-20), en China y Corea para disminuir la pandemia ha existido un control difícil de imaginar en occidente y casi total de cada persona en sus datos, celular, movimientos, edificios que visita, etc.

6- Por otro lado, los estados y sus gobiernos representan la única forma social e institucional capaz de aglutinar y disciplinar a la gran mayoría de la sociedad, para el cumplimiento estricto y simultáneo de medidas sanitarias y de seguridad, avaladas por la comunidad científica local e internacional. El medio usado, en menos o mayor grado según la cultura e historia nacional, ha sido a través de órdenes estrictas. Sobre la urgencia de esto no hay mayor discusión. Pero, asimismo, estamos ante la paradoja histórica y social que autoridades con muy poca legitimidad y muchos cuestionamientos morales públicos -empezando por Trump pero hay una larga fila, por ejemplo, de América Latina, Filipinas…- aparecen casi como héroes que nos salvan, que se preocupan por nosotros, abnegados, decididos, con gran poder público y militar, que hasta arriesgan su vida para salvarnos (una excepción sería el presidente Lenin Moreno de Ecuador, fugado a las Galápagos). Estos estados y autoridades –que estaban tan decadentes hace décadas- son los que hasta ahora verdaderamente se han empoderado con esta crisis.

Así, muchos gobiernos ilegítimos, junto a las mayores trasnacionales farmacéuticas totalmente cuestionadas, son los líderes de nuestra “salvación” como especie: los responsables de impulsar el descubrimiento del “arma exterminadora” y la gran “mercancía capitalista”: la vacuna contra el Covid-19. Algunos de los peores sujetos políticos en cuanto a legitimidad y violencia, están colaborando a construir un arma exterminadora, con toda la población encerrada en su espacio privado, aterrorizada y atomizada en obediencia ciega…suena a película de pesadilla social…Y lo peor es que “no hay de otra”. Su escudo, y el nuestro, es que están ellos también “obedeciendo ciegamente” a los científicos rigurosos, al menos en esta etapa.

Por otro lado, ver las calles con Ejército y Policías como nuestros guardianes, en algunos países incluso como ejecutores de las órdenes de castigos ejemplares por desobedecer mandatos de encierro, es también -en parte- inevitable y hasta se agradece su trabajo valiente y generoso, pero no deja de ser algo riesgoso en el contexto anterior de muchas realidades humanas de pueblos en resistencias sociales y civiles, luchas por la justicia y los ddhh, luchas contra el neoliberalismo y por el medioambiente.

7- Finalmente, observamos entonces, que no es sólo un tema de salud pública, sino también de construcción de cambios en el orden social existente en cuanto a nuevas Identidades Sociales, nuevas formas de Ciudadanía y Ciudadanización. De este proceso, podría salir la Sociedad Civil empoderada, pero quizás también suceda lo contrario, saldrá reforzado el poder estatal con una vigilancia omnipresente sobre la población, a través de sus ejércitos y policías, dejando luego de lado las opiniones de la comunidad científica, como casi siempre han hecho, cuando ya no les sea funcional. La sociedad civil no se va a fortalecer si la gente no se une y organiza, y en ese sentido resultan alentadoras y algunas heroicas las muchas experiencias de solidaridad humana y profesional, así como acciones para romper el encierro, que están habiendo cada día en todo el mundo.

Para que ello suceda, creemos que podría tal vez ayudar el impulsar procesos sociales -además de la solidaridad total con las medidas solicitadas por gobiernos y científicos- que permitan regredir situaciones de aterrorizamiento a tener sólo temor y prudencia controlados (que ayudan a protegerse y proteger, a defenderse); a obedecer en forma consciente con conocimiento y toma de conciencia de lo que realmente sucede en nuestra realidad y en el contexto mundial; a organizarse lo más colectiva y horizontalmente posible en conjunto con las autoridades.

Fuente: https://desinformemonos.org/coronavirus-avances-de-reflexiones-desde-la-cultura-de-paz-y-la-noviolencia/

Imagen: https://pixabay.com/photos/environmental-protection-326923/

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