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¿Estás procrastinando más? Culpa a la pandemia

Por: Paulette Delgado

Procrastinar tiene menos que ver con la gestión del tiempo y más con la gestión de las emociones y una batalla en tu cerebro.

Muchas personass tenían grandes planes para la cuarentena: leer más, aprender un idioma, aprovechar todo ese tiempo libre en algo productivo, entre otros propósitos. Pero a medida que avanzó la pandemia muchas personas enfrentan ansiedad, agotamiento y dificultad para concentrarse.

La pandemia por COVID-19 ha generado una crisis de salud mental alrededor del mundo, alimentando malos hábitos como la procrastinación. Y aunque algunas personas catalogan la procrastinación como mal manejo del tiempo, se trata más bien de un problema de manejo de las emociones, según Tim Pychyl, profesor de psicología que investiga la procrastinación y su relación con el bienestar personal en la Universidad de Carleton en Ottawa, Ontario. Fuschia Sirois, quien estudia la procrastinación en la Universidad de Sheffield, está de acuerdo con el profesor Pychyl. «La gente habla de la procrastinación como un problema de gestión del tiempo porque así es como se ve en la superficie, ¿verdad? Pero en realidad no tiene mucho que ver con la gestión del tiempo. Tiene que ver con el manejo del estado de ánimo», dijo a VICE. Pero, ¿por qué prolongamos nuestras tareas?

No pasa nada si lo pospones

A veces hay consecuencias por no hacer inmediatamente las tareas o pendientes que tenemos que hacer, pero en otras ocasiones no hay consecuencia alguna. Según Joseph Ferrari, profesor de psicología en la Universidad DePaul en Chicago, la misma sociedad alienta a las personas a no hacer las cosas temprano. Él explica que «nos castigan por llegar tarde a nuestra cultura, no nos recompensan por llegar temprano». Y cuando internalizamos el mensaje de que no tiene sentido llegar temprano, podemos aplicarlo a cualquier tarea que deba realizarse.

El profesor Pychyl explica que por eso es importante centrarse en lo bien que se siente cuando se completa una tarea en lugar de pensar en el estrés que nos produce hacerla. Hacer una lista de pendientes es de gran ayuda, ya que ir marcando pendientes como completados te ayudarán a hacer más ,ya que crean el sentimiento de eficacia.

La manera en que te sientes respecto a hacer algo que te hace procrastinar

Fuschia Sirois, quien estudia la procrastinación en la Universidad de Sheffield, dijo a VICE que es común que las personas procrastinen cuando se sienten inseguras, más si la tarea es nueva. “Es una ecuación bastante simple: menos confianza equivale a más evitación”, dice.

Otro caso es sentirse incompetente o ansioso ante una tarea porque nos preocupa que otros juzguen cómo la realizamos. Un ejemplo muy simple es escribir un correo electrónico, mucha gente lo pospone porque otra persona lo verá y no saben si lo que escribieron es lo correcto. Las personas también evitan las tareas tediosas o aquellas que no son divertidas así que optan por procrastinar aunque sea algo que tome menos tiempo que un episodio de alguna serie.

Utilizar la lógica para intentar engañarse y corregir un comportamiento que es inherentemente emocional

Comúnmente la gente evita hacer algo porque está asociado a emociones negativas como sentirse juzgado, es algo aburrido, nuevo, nos da miedo, etcétera. Y aunque acciones como dividir el proyecto en partes pequeñas, organizar un horario, limpiar el espacio de trabajo u otros consejos que uno se encuentra en línea, ayudan a hacer el entorno menos procrastinador, no significa que ayude si se trata de un problema emocional.

Por ejemplo, para una persona que siente que no tiene las habilidades para realizar una actividad, juntar toda la información y recursos necesarios para llevarla a cabo es una opción más viable que tener un espacio de trabajo ordenado. A veces las personas piensan de más las cosas, convirtiéndolas en más grandes o complicadas de lo que realmente son. Contar con lo necesario para completarlas puede ayudar.

Estár atrapado en una espiral de vergüenza

Sirois también explica que muchas veces los procrastinadores tienen baja autoestima, suelen pensar que sólo ellos prolongan las tareas por lo que genera emociones negativas. Evitan hacer algo que encuentran desagradable, sufren la presión de ser juzgados por esto y así lo evitan aún más, formando un círculo vicioso. “Todo lo que hace la autocrítica, entonces, es generar más sentimientos negativos sobre la tarea, lo que hace que uno quiera evitarla aún más”, dijo Sirois. «Es por eso que estas cosas se prolongan».

No pedir ayuda

Reconocer que procrastinar es algo que todos hacen y normalizarlo ayudará a aliviar la culpa y ese sentimiento de vergüenza que muchas personas tienen. Es por eso que hablar con otros al respecto es de gran ayuda para superarlo. Además, contar con apoyo reduce el estrés ya que aporta un apoyo emocional y espacio seguro para la escucha. Ser amable en lugar de crítico contigo mismo hará que sea más fácil pedir ayuda.

Por otro lado, la procrastinación no se trata solo de evitar hacer ciertas tareas o es causada por temas emocionales, la procrastinación tiene sus raíces en el desarrollo evolutivo, con dos partes clave del cerebro compitiendo por el control. La revista National Geographic explica más al respecto y hace un desglose de la ciencia detrás de la procrastinación, el efecto que ha tenido la pandemia y estrategias para sobrellevarla.

La ciencia detrás de la procrastinación: batallas cerebrales

En un artículo para el Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI por sus siglas en inglés) varios neurocientíficos descubrieron que la procrastinación es una pelea constante entre el sistema límbico y la corteza prefrontal que evolucionó después, hace unos 15 o 16 millones de años. El primero controla comportamientos básicos de supervivencia como la respuesta de luchar o huir ante una situación, así como emociones y búsqueda del placer. Está relacionado con el impulso y buscar gratificación instantánea. Por su parte, la corteza prefrontal es responsable de comportamientos más complejos, como planificar. En situaciones de ansiedad, miedo o estrés, el sistema límbico reacciona, orillando a las personas al alivio temporal de la procrastinación en lugar de enfrentarse a tareas abrumadoras.

Venganza a la hora de dormir

Al inicio de la cuarentena, uno de los síntomas más comunes que presentaron muchas personas fue la fatiga ocasionada por las restricciones impuestas como medidas preventivas. Al distanciarse socialmente y estar encerrados, mantener un horario regular y contar con espacios para objetivos específicos como trabajar, comer, dormir o relajarse, se fue complicando lo que facilita el no poder concentrarse en una tarea. Según la experta Julianna Miner, profesora adjunta de salud global y comunitaria en la Universidad George Mason en Virginia, la falta de estructura perjudica a las personas que son propensas a procrastinar. No tienen esa división de un lugar de trabajo y un lugar para relajarse, ya que todo lo hacen desde sus hogares.

Una de las actividades donde la gente procrastina es a la hora de dormir, algo que en China se le conoce como “procrastinación de la hora de acostarse por venganza», que se popularizó en Twitter. Se refiere a que las personas se “vengan” al mantenerse más tiempo despiertas para dedicarse a divertirse. Según un estudio de 2019 en la revista Frontiers in Neuroscience, son las mujeres quienes más practican este tipo de procrastinación. A raíz de la pandemia, esto ha ido en aumento debido a las demandas adicionales sobre su tiempo durante la cuarentena, al encargarse de actividades como cuidar a sus hijos y el hogar.

Otro término de moda es la “procrastinación productiva” que se refiere a dejar de hacer algo por hacer otra tarea. Por ejemplo, las actividades de barrer y trapear. Aunque estas actividades no son improductivas, posponerlas por otras actividades que también se necesitan llevar a cabo aumenta el nivel de estrés a la larga, porque siguen sin completarse.

Próximos pasos

La procrastinación es una tendencia difícil de vencer, sin embargo, los expertos aseguran que actividades como el mindfulness o atención plena y la autocompasión ayudan para evitar la procrastinación ya que tratan sobre superar emociones negativas. Esto se comprobó en un estudio del 2020 en la Revista Internacional de Psicología Positiva Aplicada ya que se encontró que las personas que hacían ejercicios cortos de mindfulness se concentraban más en sus tareas.

Tim Pychyl recomienda no sobrecargarse con la idea de un proyecto completo, sino mejor concentrarse en tareas pequeñas ya que así engañas a tu cerebro a mirar una acción a la vez y no la emoción de estrés que se asocia con el trabajo. Otros expertos recomiendan pensar en qué los ayudó a ser productivos en el pasado o buscar a un compañero que los presione a ser responsables o, como se mencionó anteriormente, crear una lista de tareas.

Aún así, en caso de que alguien esté teniendo problemas con la procrastinación, más debido a la pandemia, los expertos recomiendan buscar una evaluación médica o ir con un psicólogo para descartar que se deba a problemas de salud mental como depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) entre otros.

Fuente e imagen: observatorio.tec

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La realidad de los atletas estudiantiles durante la pandemia

Por:

A más de un año desde que inició la pandemia, el futuro de miles de atletas estudiantiles sigue siendo incierto.

A más de un año que empezó la pandemia, miles de atletas universitarios y de bachillerato temen por su futuro. Les preocupa cómo el COVID-19 podría dañar sus posibilidades de avanzar de la universidad a los deportes profesionales o de la preparatoria al atletismo universitario.

Se han cancelado partidos, torneos, campamentos de entrenamiento y la asistencia médica a los atletas por más de un año debido al Coronavirus, esto ha puesto en riesgo el futuro de miles de deportistas estudiantiles.

La empresa de corredores TD Ameritrade realizó un estudio sobre el impacto del COVID en los deportes juveniles y descubrieron que el 47 % de los atletas creen que la cancelación de sus actividades pone en riesgo su beca universitaria. Son más de 180 mil alumnos cuyo futuro depende de las becas deportivas para ayudar a financiar su educación.

La Asociación Nacional de Atletismo Colegial (NCAA por sus siglas en inglés) detuvo el período de reclutamiento hasta Abril. Esto significa que los entrenadores universitarios no pueden tener contacto cara a cara con los deportistas que cursan la preparatoria o sus padres. Tampoco pueden verlos competir o visitar sus escuelas para evaluar su desempeño y decidir si les otorgan las becas para la universidad.

La pandemia también ha provocado recortes presupuestarios para el deporte en todo Estados Unidos. Según una encuesta realizada por Next College Student Athlete, el 30% de los deportistas estudiantiles les preocupa que las universidades recorten su disciplina deportiva. Es una preocupación genuina pues  decenas de instituciones han tenido que eliminar distintos programas deportivos.

Los departamentos atléticos individuales tendrán que responder cuestionamientos como ¿por qué lidiar con tantos deportes? ¿Por qué un deporte debería ser un deporte universitario en lugar de un deporte de club? Dijo a CNBC Richard Southall, director del College Sport Research Institute y profesor de gestión del deporte y entretenimiento en la Universidad de Carolina del Sur. «Las universidades tendrán que tomar decisiones sobre los presupuestos de viaje, los salarios y el equipo de entrenadores y todas estas inversiones de capital en nuevos edificios, etc.»

Dan Doyle, gerente de reclutamiento de entrenadores para los próximos atletas universitarios explicó que los programas deportivos que se vieron obligados a hacer estos recortes probablemente eliminen los deportes con menos jugadores en el equipo, como el remo, el tenis y el golf. Al final, los deportes con más personal, como el fútbol, el baloncesto y el béisbol son los que ofrecen más beneficios por el número de matrículas que producen.

El futuro sigue siendo incierto para los deportistas pero constantemente están buscando nuevas formas de hacerse notar. Algunos han optado por videoconferencias con los reclutadores universitarios, campamentos transmitidos en vivo o subir videos demostrando sus habilidades.

Aún así, muchos entrenadores motivan a los alumnos a enfocarse en lo académico o considerar programas universitarios que les permitan jugar para luego transferirse en uno o dos años que recuperen el nivel que tienen.

El bienestar físico y mental de los atletas

Por otro lado, la NCAA publicó los resultados de su estudio el “Bienestar de Estudiantes-Atletas” sobre el bienestar físico y mental de los deportistas. Cerca de 25.000 deportistas participaron en la encuesta.

En general, los estudiantes reportaron que, conforme avanzó la pandemia, tuvieron menos dificultad para dormir, así como niveles más bajos de soledad, pérdida, ira y tristeza a comparación del inicio de la cuarentena. Aún así, hubo un incremento en su ansiedad, desesperanza, agotamiento mental y sentimientos de depresión.

Entre las mayores preocupaciones de los atletas están: sus calificaciones (43%), no poder practicar su deporte (33%), la COVID (31%) y preocupaciones financieras (24%). Sobre el coronavirus, el 64 % de los encuestados confirmaron que siguen casi siempre las reglas de distanciamiento social (máscaras, distancia física, no asistir a grandes reuniones).

En el semestre de otoño, el 37 % de los participantes reportaron haberse aislado por síntomas del virus, por haberse expuesto a alguien contagiado o porque hubo un brote de casos en su universidad. El 51 % dijeron que algún familiar o amigo dieron positivo en ese tiempo y el 9 % tiene o tuvo a alguien cercano hospitalizado o que falleció.

Con toda esta situación, es difícil para ellos concentrarse en sus deportes y llegar a su rendimiento máximo. La ansiedad puede extenderse a problemas con el sueño, las relaciones o el rendimiento escolar.

Aloiya Earl, doctora que forma parte del equipo de medicina deportiva de Premier Orthopaedics de la Universidad de Dayton recomienda que los deportistas estén en contacto con algún médico o psicólogo deportivo que les de consejos y estrategias personalizadas para tratar su estrés y ansiedad.

Para aquellos cuyas temporadas siguen retrasadas o suspendidas indefinidamente algo que les ayudará a mejorar su salud mental es mantenerse conectado con sus compañeros de equipo ya que ayuda a normalizar la experiencia y a sentirse escuchados y apoyados ya que están pasando por lo mismo.

Por otro lado, la doctora Earl dice que, en su experiencia, los atletas han hecho un gran trabajo ejercitándose por su cuenta. Aún así, para aquellos que están fuera de forma se recomienda : para los corredores o atletas de resistencia, que comiencen despacio y aumentar el kilometraje o intensidad en un 10 % por semana para evitar lesiones. Para los que practican baloncesto o deportes que requieren ráfagas de energía deben concentrarse en aumentar gradualmente y prestar atención si presentan dolor muscular o es incomodidad ya que el segundo termina en lesión y no es normal. Consumir comidas nutritivas y mantenerse hidratado para apoyar su cuerpo y sistema inmunológico también es súper importante para recuperar su nivel.

Los deportistas y el COVID-19

Aunque la mayoría de los atletas son muy saludables y han presentado síntomas muy leves o han sido asintomáticos, según la doctora Earl, existen casos donde los alumnos han sufrido de miocarditis. Esto es la inflamación del músculo cardíaco como reacción a un virus, que puede ser gripe, no sólo coronavirus.

“Por lo general, se diagnostica porque alguien ha tenido un síntoma fuera de lo común, como falta de aire o dolor en el pecho después de estar enfermo. Si tienen estos síntomas cuando regresan a los deportes y están aumentando su frecuencia cardíaca y su presión arterial, nos indicaría que tal vez deberíamos hacer algunas pruebas cardíacas » explica la doctora Earl.

Por eso recomienda mínimo tomar diez días sin hacer ejercicio, aún si no presentaron síntomas para prevenir que suceda. “Es importante tomarse ese tiempo adicional para prevenir cualquier inflamación cardíaca”, aconseja. «Te recuperarás rápidamente siempre y cuando vuelvas a tu actividad de forma segura». Aún así, la Academia Americana de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés) recomienda regresar por etapas con la autorización del médico del atleta.

Un estudio reciente publicado en Journals of the American College of Cardiology estudió a 54 atletas estudiantiles masculinos con una edad promedio de 19 años que habían dado positivo por COVID-19 en una universidad en West Virginia. Aunque la muestra fue pequeña, descubrieron que uno de cada tres presentó anomalías cardíacas como miocarditis, algunos sin siquiera presentar síntomas.

Es necesario realizar una investigación más profunda para conocer los verdaderos riesgos y conocer las implicaciones a largo plazo pero aún así es una preocupación seria y debería tomarse en cuenta a la hora de que los deportistas regresen a entrenar.

“Niños que practican deportes que realizan entrenamientos de alta intensidad son los niños con mayor riesgo ”, dijo el Dr. Gianmichel Corrado del departamento de medicina deportiva del Boston Children’s Hospital a Boston 25 News. “Un niño que tiene el corazón inflamado y lo enviaron de nuevo a jugar, eso aumenta el riesgo de muerte súbita. Y esos son los niños por los que estamos realmente preocupados. Da miedo. Y no sabemos mucho sobre este virus ”.

Otra enfermedad seria que se ha presentado en varios niños deportistas es el Síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C). Según AAP esto significa que los enfermos tendrán fiebre durante 24 horas o más, tienen inflamación en el cuerpo y problemas con muchos órganos, como los intestinos, el corazón, el cerebro, los pulmones, la piel y los riñones.

La Academia Americana de Pediatría recomienda que cualquier niño que presentó síntomas graves de COVID-19 o fueron diagnosticados con MIS-C, sean tratados como si tuvieran miocarditis y no competir durante tres a seis meses o hasta que un cardiólogo pediatra los dé de alta.

Tristemente, puede que la vida que miles de atletas estudiantiles estaban acostumbrados nunca vuelva a ser la misma después del COVID-19. Desde perder años de condición física por no poder entrenar o competir, hasta la manera en que universidades, bachilleratos y los deportes profesionales reclutan a los deportistas puede que sea diferente.

Más allá de juegos sin admiradores, desinfectar los lugares de entrenamiento y jugadores obligados a usar mascarillas en los entrenamientos, la realidad de regresar a la cancha después de la pandemia sigue siendo un tema incierto. Los deportistas que no han optado por otra carrera no les queda de otra que seguir esforzándose y esperar a ver qué les depara el futuro.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-realidad-de-los-atletas-durante-la-pandemia

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Gongbang: la tendencia surcoreana de ver a otras personas estudiar durante horas

Por: Paulette Delgado

 

Con videos de gongbang o «transmisión de estudios», estudiantes surcoreanos ofrecen sesiones virtuales en YouTube para motivar a otros a aprender y que se sientan acompañados.

Una nueva tendencia ha ido a la alza en internet: gongbang (공방) o “estudia conmigo” que trata de ver a otras personas estudiar y es originaria de Corea del Sur. La palabra es una combinación de gongbu (공부) que significa “estudio” y bangsong (방송) que se refiere a la “transmisión en vivo”. Al juntarlas se obtiene gongbang, es decir, “transmisión de estudio».

El concepto es simple, un alumno transmite videos de sí mismo repasando en casi completo silencio durante horas a cientos de espectadores. Algunos graban desde un café, otros, desde la biblioteca, algunos incluyen sonidos relajantes y aptos para el estudio como los de la lluvia o música clásica. Los estudiantes suelen mostrar su rostro en la transmisión, pero otros prefieren mantener el anonimato y muestran en pantalla solo sus escritos y material de clase. Esta tendencia no es tan innovadora como se podría pensar ya que pertenece al mismo nicho que los “mukbang”, o transmisiones de gente comiendo, tendencia que según reporta The Guardian, existe desde el 2018. Sin embargo, para miles de estudiantes encerrados por la pandemia, la sensación de compañerismo y acompañamiento que brindan ha hecho que la popularidad del gongbang se haya incrementado recientemente.

Entre quienes transmiten estas sesiones, también conocidos como vloggers, destaca Kim Dong-min, cuyo video más popular tiene más de 400,000 mil vistas y una hora de duración. Su canal cuenta con videos con duración de más de tres horas, grabados en distintos lugares aprovechando los sonidos ambientales de cada espacio al que va.

Técnicas para administrar el tiempo de estudio y acompañamiento

Muchos de estos estudiantes se especializan en la técnica “Pomodoro” que es un método de gestión del tiempo dedicado a una actividad. Se basa en usar un temporizador que divide las sesiones de trabajo o estudio en intervalos fijos de 25 minutos llamados pomodoros. Por ejemplo, una alumna se concentra 25 minutos sin parar, descansa 5 minutos, lo repite tres veces y, por último, descansa 15 minutos antes de volver a empezar, en caso de ser necesario. Cada uno de estos videos utilizan diferentes tiempos dentro de la técnica Pomodoro. Entre los más populares está el 25/5, pero también puede encontrarse el 50/10 que divide una hora en cincuenta minutos de estudio con un descanso de diez minutos. Otro elemento característico de estos videos es la duración de las sesiones, que pueden llegar a superar las ocho horas usando esta técnica, mientras que otros no sobrepasan una hora.

La comunidad que rodea a estas cuentas de YouTube es muy solidaria y motivadora. A diferencia de muchos otros vlogs, los gongbang se caracterizan por la poca edición, que no pasa de agregar un cronómetro a la imagen. Esta naturalidad da un sentimiento de acompañamiento a las sesiones de estudio o repaso a los espectadores de los videos. Gran parte de su popularidad se debe a que recrea el sentimiento de estar acompañado a la hora de repasar, algo que muchas personas buscan después de meses de estar atrapadas en casa. Además, debido a que muchos videos siguen la técnica Pomodoro y muestran un cronómetro, los alumnos fácilmente pueden estudiar a la par del video. Esto ayuda a mantenerlos motivados y prestar más atención a lo que hacen. También hay casos donde los observadores sienten rivalidad con el que se graba y se esfuerza por concentrarse y leer más que él o ella, o contestar las preguntas o pruebas más rápido.

Aunque estas sesiones suenen aburridas, de fondo sirven como un estímulo constante para seguir trabajando y evitar distracciones. Incluso pueden compartir consejos e información de las pruebas a través de los comentarios. En este sentido, otros videos populares con temas similares incluyen consejos para aprender mejor y tomar notas, técnicas de enfoque, consejos de memorización, así como consejos para organizarse y de productividad.

Dentro del mundo del gongbang, una de las áreas más populares es la de la medicina, por la dedicación que conlleva la carrera. De hecho, uno de los videos con más vistas de esta tendencia es de una estudiante de medicina. El video tiene más de 7.2 millones de vistas y fue publicado en el 2017 por “The Strive Studies”.

La alumna es vista usando la técnica Pomodoro y muestra el cronómetro, lo que facilita que otros le sigan el ritmo y realmente estudien con ella. Entre los comentarios del video predominan usuarios hablando de lo bien que les fue en sus clases y exámenes después de ver el video y agradeciendo porque realmente les ayudó a concentrarse.

Aunque en gran parte esta tendencia es surcoreana, los videos “study with me” o “estudia conmigo” se han extendido alrededor del mundo. Muchos de los vloggeros confiesan que comenzaron a grabarse ya que buscaban la presión de sentirse observados para concentrarse o porque era una manera de demostrarle a sus padres que realmente estaban dedicando su tiempo a sus estudios. Es importante mencionar que, en la cultura de Corea del Sur, los alumnos llegan a pasar más de 12 horas pegados a sus libros en preparación a sus exámenes de admisión a la universidad.

Aunque esta tendencia inició mucho antes de la llegada de la pandemia, ha ganado más popularidad en el último año conforme los estudiantes en todo el mundo buscan distintas maneras de sentirse acompañados y motivados durante la pandemia. Una pandemia que no es solo de COVID-19 sino también de soledad, agobio y procrastinación.

Fuente e imágenes: https://observatorio.tec.mx/edu-news/gongbang-videos-estudia-conmigo

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Los excluidos digitales deberían ser una prioridad global

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La pandemia ha sacado a la luz la gravedad de la brecha digital que ha puesto a quienes no tienen las habilidades de conectividad y acceso en una grave desventaja.

En un mundo de distanciamiento social y órdenes de quedarse en casa, ha existido una mayor presión por hacer todo en el entorno digital, desde las clases hasta la banca electrónica o compras en línea. Esto ha sacado a relucir el grave problema de inclusión digital que se vive en el mundo.

Esta crisis ha puesto al descubierto los desafíos que viven los que están fuera del mundo digital. El no tener conectividad no sólo deja a las personas aún más aisladas, sino también en una gran desventaja ya que tienen que luchar por tener acceso a cosas vitales como una educación, trabajo u oportunidades laborales. Antes de la pandemia, muchos tenían la oportunidad de ir a alguna cafetería, librería o lugar con acceso a internet público pero, ¿y ahora que muchos de estos lugares cerraron? ¿Cómo le hacen para informarse, acceder a anuncios gubernamentales oficiales e incluso tener videollamadas con seres queridos que viven lejos?

En el caso de Estados Unidos, según un estudio del Pew Research Center, hay 33 millones de estadounidenses que no tienen acceso a internet. Esto representa al 10 % de la población. Esta brecha digital está vinculada a una serie de variables demográficas, incluida la edad, el nivel educativo, los ingresos familiares y el tipo de comunidad. La falta de acceso a las tecnologías pueden tener un impacto negativo en todos los aspectos del día a día. Desde provocar exclusión social por no tener manera de hablar con otras personas por la pandemia hasta no tener acceso a servicios públicos, como registrarse para la vacuna del COVID-19.

Una investigación realizada por Capgemini sobre por qué debería ser prioridad eliminar la brecha digital, descubrió que el 44 % de los encuestados que no contaban con internet creían que podían encontrar trabajos mejor pagados y mejorar su educación si lo tuvieran. Según Capgemini, la mayoría de los encuestados que no cuentan conconectividad tienen entre 22 a 36 años de edad. La encuesta fue realizada a personas que van desde los de 18 a más de 70 años. También notaron que la mitad de ellos, no son novatos al mundo digital, de hecho, el 59 % ha utilizado estas herramientas anteriormente, es decir, que cuenta con las habilidades digitales necesarias para usar Internet en el futuro.

¿Por qué el 44 % de los encuestados no tiene acceso a internet? La investigación encontró tres razones: el costo, complejidad o falta de interés. Sin embargo, mencionan que no hay una causa universal, por ejemplo, el costo del internet puede ser un punto clave para la gente joven que vive en zonas rurales y la complejidad para el caso de los adultos mayores, las personas en situación de discapacidad o con problemas de salud.

En Estados Unidos la principal barrera es el costo ya que, según Capgemini, el 84 % de la población desconectada menor de 36 años admite que no están en línea por lo que cuesta contratar el servicio de internet. En comparación al resto del mundo, el promedio de personas sin conectividad por temas económicos es el 50 %. Pero la brecha digital va más allá de tener acceso a internet. El 76 % de los encuestados sin conexión dijeron que esta situación se debe a que no pueden comprar computadoras o dispositivos móviles para conectarse.

El nivel educativo también es uno de los factores que afectan la probabilidad de que una persona no esté conectada. Según el estudio de Pew Center, tres de cada diez adultos (29 %) que no usan el internet cuentan, como máximo, con estudios de bachillerato. Esta cifra ha disminuido en gran medida desde el 2000 ya que en ese entonces era el 81 % de las personas.

¿Cómo apoyar una mayor inclusión digital y cerrar la brecha digital?

La responsabilidad de la inclusión digital y el acceso universal a Internet no puede recaer en el individuo o en un solo grupo; requiere la contribución de una variedad de partes interesadas. Esta responsabilidad debe ser, principalmente, de los gobiernos, organizaciones privadas, organizaciones no gubernamentales (ONG), organizaciones sin fines de lucro y el mundo académico en conjunto con expertos.

Las organizaciones públicas y privadas deben tomar medidas críticas y urgentes para garantizar que las personas afectadas por la brecha digital no queden más excluidos. Google, por ejemplo, se asoció con el Departamento de Educación del Estado de California para proporcionar Chromebooks y 100,000 puntos de acceso móvil a estudiantes en áreas rurales.

En el caso de las organizaciones privadas, éstas deben invertir en cerrar la brecha digital como parte de su agenda de responsabilidad social. Lloyds Banking Group ha incorporado la inclusión digital y la igualdad digital en su estrategia y propósito. En el Reino Unido, Lloyds estableció un Programa de Campeones Digitales donde tienen cerca de 25,000 “campeones” desde que empezó este programa en el 2015 comprometidos a aumentar las habilidades digitales de al menos dos personas, empresas u organizaciones cada año. Utilizan distintas campañas a través de asociaciones e iniciativas locales.

Aunque, claro, los que tienen el papel más importante son los legisladores y los gobiernos, que deben trabajar para hacer que los dispositivos e internet sean más accesibles para las comunidades marginadas o cualquier persona que no cuente con estos servicios. Deben enfocarse en el acceso público y acceso privado al internet. La Unión Europea, por ejemplo, lanzó la iniciativa WiFi4EU para proporcionar Wi-Fi público gratuito en espacios públicos, incluidos parques, plazas, bibliotecas, centros de salud y museos.

Además, los gobiernos pueden contribuir a que los dispositivos sean más asequibles. La organización “Alliance for Affordable Internet” dice que gran parte del costo de los dispositivos proviene de los impuestos de importación y venta. En julio de 2015, el gobierno de Costa de Marfil, por ejemplo, redujo los impuestos sobre los teléfonos inteligentes del 27 % al 6,5 %.

Además, a través de regulaciones y políticas públicas, los gobiernos pueden ejercer presión a los proveedores de servicios de Internet y las empresas de tecnología, para que éstas reduzcan el costo de los datos móviles o banda ancha para ciertas comunidades o áreas rurales, establecer iniciativas como las de Lloyds Banking Group, brindar acceso a internet de alta velocidad en áreas remotas. Por ejemplo, Spectrum, una compañía de telecomunicaciones, ofreció acceso gratuito de banda ancha e internet por 60 días a hogares con estudiantes de primaria, secundaria o universitarios que aún no tienen una suscripción

Las organizaciones privadas también deben buscar educar a las personas sobre cómo mantenerse seguros en línea. Muchas personas mayores no usan el internet por miedo a caer en estafas o fraudes, tampoco se sienten cómodos compartiendo información personal en línea. En estos tiempos donde incluso se pueden hacer transferencias bancarias en línea, es clave ayudarlos a perder el miedo y a utilizar estas aplicaciones.

Durante una época de crisis como la pandemia del coronavirus, es aún más importante que se priorice la inclusión digital, no sólo para las personas que trabajan de forma remota o porque las escuelas han mudado al aprendizaje en línea, sino porque se ha vuelto vital para obtener información básica y servicios de salud. Es fácil olvidar que tan sólo en Estados Unidos hay 33 millones de personas que están desconectadas. Es momento de explorar formas de cerrar la brecha digital y brindar oportunidades a quienes enfrentan estos desafíos digitales.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/brecha-digital-covid19

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El proceso de admisión a la universidad en tiempos de COVID-19

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Algunos países cancelaron sus exámenes de admisión, otros, los han dejado como opcionales, dejando a millones de estudiantes con la incertidumbre sobre su proceso de admisión.

A más de un año desde que comenzaron a registrarse los primeros casos del coronavirus fuera de China y sin una fecha prevista para el fin de las cuarentenas, restricciones y un regreso a la “nueva normalidad”, las universidades alrededor del mundo se enfrentan no solo con las dificultades que implica la continuidad académica durante estas circunstancias extraordinarias sino también al problema de cómo realizar el proceso de admisión a la universidad en tiempos de pandemia.

Desde el 2007, todos los colegios comunitarios y las universidades de Estados Unidos requieren el resultado de la Prueba de Aptitud Académica (SAT por sus siglas en inglés) o la Prueba Universitaria Americana (ACT por sus siglas en inglés) como parte de una solicitud de admisión. Debido a la pandemia, los encargados de estas pruebas han tenido que cancelar sesiones de preparación para las pruebas y cambiar exámenes a fechas posteriores. Como resultado, en muchas universidades se ha eliminado el SAT como requisito para ingresar a estas instituciones.

Incluso antes de la pandemia, cerca de mil instituciones ya habían eliminado el SAT como requisito de ingreso a la universidad, dejándolo en algunos casos como opcional, no como requisito, con el propósito de atraer un alumnado más diverso. Según Robert Schaeffer, director ejecutivo interino de la organización FairTest, el número de universidades que se ha unido a esta tendencia ya supera las 1,686 instituciones. Dentro de estas universidades se encuentran la Universidad de Cornell  y Harvard que suspendieron el requisito de presentar los resultados del SAT o ACT como parte de la solicitud de admisión.

¿Qué significa que la prueba sea opcional para los postulantes?

El SAT mide las habilidades de lectura, escritura, aritmética y escritura necesarias para el éxito académico en la universidad, por lo que, al no tener los resultados, obliga a las universidades a cambiar el énfasis y el criterio que más peso tendrá una solicitud universitaria, en muchos casos, este peso se transfiere a las calificaciones obtenidas a lo largo de la preparatoria.

Aunado a eso, las instituciones se ven obligadas a considerar factores tanto cualitativos como cuantitativos. Entre los factores que se analizan en el proceso de admisión se encuentran: el promedio de calificaciones en su último año de bachillerato, también se toma en consideración el plan de estudios del bachillerato, cartas de recomendación, actividades extracurriculares, entrevistas de admisión, entre otros. Si bien las universidades ya consideraban estos elementos, nunca habían importando tanto como ahora, especialmente si el estudiante no presenta el SAT o ACT.

Por otro lado, la decisión de considerar las pruebas estandarizadas de admisión a la universidad como opcionales ha generado críticas y escepticismo. El argumento es que al hacer este requisito como “opcional”, los estudiantes de minorías y bajos recursos que normalmente no pueden cubrir los gastos que implica tomar este tipo de pruebas o de contratar clases particulares de preparación, quedan en desventaja sobre aquellos quienes sí los presentan e incluyen en su proceso de admisión. Es por eso que más de 500 universidades firmaron una declaración ante la Asociación Nacional de Consejería de Admisión Universitaria (NACAC por sus siglas en inglés) asegurando que harían un proceso justo de admisión sin beneficiar a los que presenten resultados del SAT.

El ‘Suneung’, el examen de ingreso a la universidad en Corea del Sur

Corea del Sur es otro país cuyas universidades deciden a quién admitir según una prueba estandarizada nacional. Esta prueba se llama Suneung, o la prueba de aptitud escolar universitaria que mide seis áreas: coreano, matemáticas, inglés, historia, estudios sociales y un segundo idioma extranjero. Aunque parece similar al SAT de Estados Unidos, este examen suele tener una duración de nueve horas y se ha vuelto aún más pesado debido a la pandemia. Los alumnos se preparan desde preescolar para esta prueba y se dice que es el primer y último paso hacia una vida exitosa.

Aunque el país enfrentaba su tercera ola de contagios, casi medio millón de estudiantes surcoreanos acudieron a presentar la extenuante prueba el pasado mes de diciembre pero, ¿cómo puede asegurar el gobierno que esto no se convertirá en un evento de propagación del coronavirus? Previo al día del examen se desinfectaron más de 31 mil aulas. El día de la prueba se le tomó la temperatura a cada aspirante antes de ingresar, se colocaron divisores de plástico a cada escritorio y el uso de cubrebocas se hizo obligatorio durante las nueve horas del examen.

Además, el gobierno administró clínicas de salud que evaluaron a los alumnos una noche antes para detectar cualquier persona infectada a última hora y mandarlos a salas separadas para que, aún con síntomas como fiebre o dolor de garganta, presentaran la prueba. El Suneung es tan importante que incluso se habilitaron cuartos de hospitales para que aquellos alumnos enfermos pudieran tomar el examen.

El día de la prueba es un día de suma importancia, tanto que la población pone su vida en pausa para apoyar a los postulantes. Todas las empresas, incluyendo bancos y oficinas gubernamentales, abren más tarde para reducir el tráfico para que los aspirantes lleguen a tiempo. Incluso los aviones no vuelan y las armas militares son silenciadas durante media hora para evitar que se distraigan en sus pruebas auditivas, como las de inglés.

Proceso de admisión en universidades europeas

Adaptarse a la nueva normalidad no ha sido fácil para ningún país, el caso de los países europeos no es la excepción. En Inglaterra, ante el gran número de contagios que se registraban en este país, en marzo del año pasado las autoridades educativas decidieron utilizar un algoritmo para evaluar a los aspirantes. La Oficina de Regulación de Calificaciones y Exámenes en Inglaterra (Ofqual por sus siglas en inglés), trató de utilizar Inteligencia Artificial para evaluar las pruebas para evitar que se inflaran, esto generó una controversia nacional ya que los alumnos recibieron un promedio 39 % más bajo, evitando que muchos entraran a la universidad.

Sin embargo, la historia ha sido muy diferente para muchos otros países de Europa. En Austria y Hungría, debido a la baja tasa de infección, los exámenes de admisión a la universidad continuaron de manera habitual, con la única diferencia de hacer la prueba oral opcional en Austria y cancelarla en Hungría, además que este último no permitió que más de diez estudiantes estuvieran en la misma aula y se les exigió estar a 1.5 metros de distancia. En ambos países, el resultado de este examen de admisión es considerado junto con las calificaciones obtenidas durante el último año escolar para decidir si el aspirante es aceptado o no.

En Alemania también siguieron adelante con los exámenes de manera habitual en mayo del año pasado. Presentaron las pruebas en lugares más amplios como gimnasios en lugar de utilizar aulas comunes, con el objetivo de asegurar la distancia de seguridad adecuada.

En Francia, los exámenes de fin de preparatoria fueron cancelados por primera vez en la historia de este país. En su lugar, esta prueba fue reemplazada por la calificación promedio de cada materia. Aunado a esto, los jurados locales evaluaron el rendimiento, los registros de exámenes anteriores, la asistencia y el promedio nacional. Estos cambios extraordinarios resultaron en una tasa de aprobación más alta que años anteriores, lo que obligó a universidades a crear 10 mil lugares adicionales en las carreras más populares.

En España, los estudiantes presentan la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), también conocida como la selectividad. Este examen prueba el conocimiento de preparatoria así como el pensamiento crítico, reflexión y madurez por medio de preguntas abiertas, semiabiertas y de opción múltiple. Al igual que muchos otros lugares de Europa, los jóvenes realizaron la prueba de manera presencial en junio del año pasado. A pesar de la pandemia, hubo 6 mil estudiantes más que el año pasado en Madrid y el 92 % aprobó este examen.

El caso de las universidades mexicanas

A diferencia de otros países, en México el proceso de admisión no depende de un examen estandarizado nacional, sino que cada universidad establece sus requisitos de admisión y la prueba que deberán tomar los estudiantes.

En el caso del Tecnológico de Monterrey, por ejemplo, desde mediados del año pasado su examen de admisión pasó a ser en línea. Lo mismo ocurrió para la admisión a las licenciaturas en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Sin embargo, otras instituciones insisten en llevar a cabo las pruebas de manera presencial a pesar de las complicaciones que pueden surgir al realizar estas pruebas presencialmente en plena pandemia.

La Universidad de Guadalajara (UDG), por ejemplo, tuvo que cancelar la prueba de admisión que tenía programada para el 6 de febrero ante el aumento de contagios y hospitalizaciones en las últimas semanas. Esta decisión también la tomó la Universidad Autónoma de Aguascalientes desde julio del año pasado. En el caso de la Universidad Autónoma de México (UNAM), los aspirantes deben de presentar la prueba de manera presencial pero debido al aumento de contagios en el país, se ha aplazado la fecha.

A casi un año de la interrupción de clases presenciales debido a la pandemia de COVID-19 , los países y sus instituciones de educación superior siguen luchando por adaptarse lo mejor que pueden ante los retos que presenta el coronavirus. Millones de estudiantes se han preparado durante toda su vida para presentar ese examen de ingreso a la universidad y si la preparación para este ya era exhaustiva, con la llegada de la pandemia el miedo y la incertidumbre se han disparado. ¿Será momento de repensar las pruebas estandarizadas y el proceso de admisión a la universidad alrededor del mundo? Y de ser así, ¿cuáles deberían ser los requisitos o lo que se debería de tomar en cuenta? Déjanos tu opinión en los comentario

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/admision-universidad-covid

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Programación neurolingüística en el aprendizaje y la educación

Por: Paulette Delgado

La programación neurolingüística brinda a los educadores la ventaja de comprender qué motiva a los estudiantes y adaptar la forma en que enseñan a sus necesidades.

¿Qué es lo que hace que el cerebro humano procese y entienda el lenguaje? ¿En qué parte del cerebro se almacenan las palabras que aprendemos? ¿Por qué vienen a la mente palabras cuando a veces las olvidamos? Las personas que hablan más de un idioma, ¿qué es lo que evita que interfieran entre sí? Todo esto es gracias a la neurolingüística, es decir, al estudio de cómo se representa el lenguaje en el cerebro. Esta área investiga cómo y dónde el cerebro almacena el conocimiento del idioma en sus distintas presentaciones: oral, por señas o escrita. Aunque está entrelazada con la psicolingüística, que es el estudio de la comprensión y producción del lenguaje en sus formas hablada, escrita y por señas, la neurolingüística se enfoca en los mecanismos del cerebro.

El cerebro almacena información en redes neuronales que se conectan con las partes que controlan el movimiento, como el del habla, y las sensaciones internas y externas, como el sonido. El aprendizaje de información o una habilidad ocurre cuando se establecen nuevas conexiones y se fortalecen las que ya existen. En la década de los setentas,  Richard Bandler y John Grinder, investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz, teorizaron que dentro de estas conexiones cerebrales existen patrones de pensamientos que explicaban los logros de personas exitosas. Por años, Bandler y Grinder analizaron la educación, los negocios, y cualquier terapia que las personas exitosas tuvieran en común, incluyendo hábitos de comunicación. Fue en este último punto que se dieron cuenta que la gente exitosa involucra el lenguaje corporal, fue así como los investigadores comenzaron a crear modelos de pensamiento para mejorar sus estados físicos y emocionales. A esto se le conoce como programación neurolingüística (PNL).

¿Qué es la programación neurolingüística? 

La programación neurolingüística es una forma de cambiar los pensamientos y hábitos de una persona para que sean exitosos por medio de técnicas de percepción, comportamiento y comunicación. Es un enfoque pseudocientífico basado en conexiones neuronales, específicamente, en cómo procesan el lenguaje. Se ha vuelto popular entre los enfoques alternativos para el desarrollo personal o la autoayuda. Según la página NPL Empowerment PartnershipPNL es “aprender el lenguaje de su propio cerebro» o “un manual de usuario”. Se basa en tres partes: “neuro” que es el sistema neurológico, “lingüística” que es el mensaje, tanto verbal como no verbal que se envía al cerebro y “programación” que es la manera en que la mente procesa estos mensajes.

Las personas aprenden a través de experiencias sensoriales por lo que las neuronas envían un mensaje al cerebro que interpretará la información basada en estas vivencias. La programación neurolingüística después intenta detectarlas y modificar las limitaciones inconscientes que tiene cada persona dentro de sus conexiones mentales. Por ejemplo, si una persona tiene asociado el brócoli como algo desagradable porque en su infancia sus papás lo obligaban a comerlo antes de ir a jugar, de adulto evitará comer cualquier cosa que contenga esta verdura. Aunque esta percepción no refleja su realidad actual o se basa en el sabor, mientras no altere la conexión mental que tiene sobre el brócoli, su disgusto persistirá. La programación neurolingüística lo que ayudará a modificar estas limitaciones.

Actualmente, existe un debate sobre si la programación neurolingüística es una pseudociencia o no debido a la falta de evidencia empírica, su éxito ha sido medido solo a través de testimonios de quienes lo experimentaron. Parte del debate surge de los primeros intentos de evaluar la PNL ya que los investigadores no encontraron un vínculo entre el procesamiento mental, el lenguaje y movimiento ocular. Este resultado dejó un estigma sobre la programación neurolingüística, dejando al campo con la necesidad de resolver este problema al participar más plenamente en la investigación.

La programación neurolingüística en el aprendizaje

Para los educadores, conocer sobre programación neurolingüística les da la ventaja de poder comprender qué motiva al alumno y adaptar la forma en que imparten el aprendizaje para que se adapte a ellos. Esta área ofrece estrategias de aprendizaje que ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades para tener un aprendizaje más óptimo y brinda a los docentes herramientas para lidiar con conductas difíciles.

Dos técnicas de programación neurolingüística, el posicionamiento perceptivo y la presuposición, se consideran útiles a la hora de resolver varios problemas encontrados en la educación. La primera se refiere a la habilidad de ver las cosas desde el punto de vista de otras personas. En el aula el docente puede realizar ejercicios donde estudiantes con distintas opiniones sean obligados a adoptar el punto de vista del otro cambiando de asiento. Este ejercicio genera participación activa y movimiento físico, lo que desencadena un cambio de pensamiento mucho más profundo que sólo pidiéndoles que vean el punto de vista de la otra persona.

La presuposición, la segunda técnica, se relaciona con significados tácitos en la conversación. Esto se ve en el aula cuando la maestra les da la oportunidad a sus alumnos de elegir entre terminar las preguntas ahora o después de hacer otra actividad, como una lluvia de ideas. Se sobreentiende que debe completarse ambas actividades pero darles la oportunidad de elegir resulta en que se concentren más en el trabajo y no desafíen las instrucciones.

Aunque parecen estrategias simples que el docente puede ya estar utilizando, una comprensión más profunda de la PNL les ayudará a obtener más habilidades para ayudar a sus estudiantes a aprender mejor. Aunque falta mucha investigación sobre la programación neurolingüística y la educación, en el 2003, dos investigadores presentaron un artículo titulado “Neuro-linguistic programming: its potential for learning and teaching in formal education”, en el que discuten cómo es útil para el aprendizaje.

Para Paul Tosey y Jane Mathison, los autores del estudio, la programación neurolingüística supone que todos los docentes influyen en la manera de aprender de los estudiantes debido a su uso del espacio y lenguaje, aunque no estén conscientes de ello.

Algunos de los puntos principales de la investigación son:

  • Para tener una buena relación entre profesor-alumno, se necesita retroalimentación mutua. Esta debe ser dinámica, no una transmisión de información de un individuo a otro sujeto separado.

  • Las personas, incluyendo los educadores, actúan según la forma en que perciben el mundo.

  • La representación y procesamiento de la información de un alumno se refleja de manera distinta en su lenguaje y comportamiento.

  • Las habilidades, creencias y comportamientos se aprenden. La enseñanza es un proceso mediante el cual se adquieren y modifican tales hábitos..

  • Toda comunicación influye potencialmente en el aprendizaje. El lenguaje y el comportamiento del docente afecta al alumno en dos maneras, su comprensión del tema en sí y sus creencias sobre el mundo.

Debido a que los padres de la programación neurolingüística, Bandler y Grinder, buscaban identificar lo que distingue a una persona exitosa, el área se convirtió en un medio para estudiar cómo las personas procesan la información, construyen conexiones neuronales y desarrollan habilidades para obtener resultados. Según los investigadores, aprender sobre el proceso de aprendizaje da como resultado cambios profundos en la habilidad de enseñar y ser instruido, resultando en estudiantes exitosos.

Para Paul Tosey y Jane Mathison estas variaciones “implican cambios en factores como las abstracciones que las personas han construido que forman sus creencias sobre el aprendizaje, su visión de su propio futuro, sus construcciones sobre sí mismos como aprendices, todo vinculado a las imágenes, sonidos, sensaciones corporales, sabores y olores que parecen ser una parte tan esencial del procesamiento de información humana”.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/programacion-neurolinguistica-aprendizaje

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Investigadores están abandonando la academia

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Mucho antes del Coronavirus, científicos y académicos alrededor del mundo ya consideraban dejar sus áreas, pero la pandemia ha hecho la situación mucho peor.

La deserción en la academia no es nueva ni resultado de la pandemia. Desde hace unos años, los científicos están abandonando el trabajo en la academia a un ritmo sin precedentes. La incertidumbre laboral debido al creciente número de graduados y los pocos puestos de planta en universidades, la cultura del “publicar o morir”, el burnout y una crisis de salud mental en la academia, son solo algunos de los factores que han llevado a que cada vez más científicos dejen la ciencia.

En el 2018 se publicó una investigación sobre el cambio demográfico de las carreras científicas, específicamente en los campos de astronomía, ecología y robótica. Según sus descubrimientos, en la década de los sesenta, la vida laboral de un científico duraba 35 años, en comparación, para el 2010 la carrera científica promedio era de cinco años.

Para Staša Milojević, profesora asociada de la Escuela de Informática, Computación e Ingeniería de la Universidad de Indiana y autora del estudio, el cambio se debe en parte a la creación de puestos postdoctorales o “permadocs” ya que son trabajos supuestamente temporales de los que depende cada vez más la investigación académica. Muchos de estos puestos de apoyo eran pensados para estudiantes graduados y duraban de tres a cinco años; ahora se ha vuelto una especie de prerrequisito para puestos permanentes que muchas veces ni siquiera se les da. «La existencia del puesto de posdoctorado definitivamente ha cambiado la dinámica del laboratorio […] Ha permitido que las personas permanezcan más tiempo en el campo con la esperanza de conseguir un puesto más permanente. Creo que la existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo», dijo Milojević.

Además, Milojević y sus compañeros señalan en el estudio que la producción científica actual se ha caracterizado por un crecimiento exponencial de profesionales y publicaciones, el trabajo en equipo, lo cual ha sido impulsado por distintos factores como la necesidad de más técnicos y científicos de planta.

“La existencia de tantos puestos de posdoctorado está conduciendo al cuadro de deserción que estamos viendo”.

Ellos consideran que este trabajo en conjunto ha provocado que cada vez sean menos el número de científicos que son primeros autores en publicaciones. También han aumentado los títulos de doctorado pero el número de puestos no ha crecido a la par, generando falta de oportunidades. Por si fuera poco, aquellos académicos con experiencia tienen mayor posibilidad de encontrar trabajos más lucrativos en el sector privado. Por ejemplo, debido a la gran cantidad de aplicaciones de consumo, el área de científicos expertos en robótica tuvo una de las tasas de deserción más altas. Lo opuesto sucedió con los astrónomos, que son más propensos a quedarse en el mundo académico, según el estudio.

La academia y la pandemia

Aunque es muy temprano para conocer el impacto del COVID-19 en la academia, muchos investigadores están buscando un plan de salida. Este éxodo se debe a que la pandemia los ha hecho reevaluar sus oportunidades de obtener un empleo permanente en una institución. A medida que las universidades alrededor del mundo buscan adaptarse a los retos que ha traído el coronavirus, muchas instituciones han optado por congelar contrataciones o dan poca esperanza de ofrecer una carrera estable en la academia. Esto ha orillado a muchas científicas y académicos a buscar trabajo en el gobierno o el sector privado, enfrentándose a una dura competencia.

Además, muchos de los estudiantes de posgrado tienen un futuro incierto. Según el estudio, The Quiet Crisis of PhDs and COVID-19: Reaching the financial tipping point, se espera que cerca de un 45 % de estudiantes de posgrado desistan de sus investigaciones. Parte del problema es que han sido excluidos de laboratorios y bibliotecas por seguridad durante la pandemia, esto causó que ya no recibieron su pago ya que no tienen donde trabajar, a diferencia de aquellos que cuentan con un contrato permanente en las instituciones.

Debido al coronavirus, estos estudiantes se enfrentan a la necesidad de parar sus estudios ya que no tienen acceso a sus lugares de trabajo o, si su universidad lo permite, arriesgarse a contagiarse al ir al campus. Ante esta disyuntiva, muchas científicas y académicos han intentado seguir adelante con sus estudios y experimentos desde casa. Este último punto es viable para muy pocos ya que no cuentan con los medios ni para llevar a cabo las investigaciones ni para sobrevivir, ya que el sueldo de muchos se ve limitado por recortes de la universidad o porque no son empleados permanentes de las instituciones así que no cuentan con apoyos de emergencia para enfrentar esta situación.

Por otro lado, ante las cancelaciones de conferencias, eventos presenciales y los cierres de fronteras, se han perdido pasantías, colaboraciones internacionales, posibilidades de hacer networking y presentaciones, lo que ha complicado los medios de financiación.

Factores como la falta de apoyo económico, opciones laborales, motivación y problemas personales por la pandemia resultan en la deserción de la academia, correr el riesgo de presentar una tesis de menor calidad o no publicar nada durante estos meses de pandemia. Con cada vez más graduados y menos oportunidades laborales, esto perjudica sus posibilidades de tener un buen futuro en el área. Cada vez es menor el número de científicos que encuentran un empleo permanente y bien remunerado.

Preocupaciones globales: el caso de Australia

Un informe titulado “Impacto de la pandemia en la fuerza laboral investigadora de Australia”, reportó que cerca de 21 mil empleados universitarios están en riesgo de perder su trabajo debido a la pandemia. Esto ha dejado preocupados a aquellos investigadores con contratos a corto plazo o que están iniciando su carrera. Por otro lado, en una encuesta realizada por el “Foro Investigador de Carrera Temprana y Media de Australia” (EMCR por sus siglas en inglés), se preguntó a 333 investigadores australianos en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la medicina (STEM por sus siglas en inglés). En el reporte se descubrió que el impacto de la pandemia ha sido terrible, especialmente en su productividad y salud mental. Esto ha resultado en que consideren renunciar a la academia.

Los encuestados compartieron que su ansiedad ha aumentado y no sólo debido a la pandemia, sino también debido a la incertidumbre en su situación laboral. También temen por la pérdida de ingresos universitarios, además de recortes de empleos y salarios. Al igual que con los estudiantes de posgrado, muchos científicos han tenido que poner sus investigaciones en pausa o pasarlo a un segundo plano, ya que enfrentan mayor carga en sus trabajos de docencia y labores administrativas, además de cumplir con tareas personales como apoyar en la educación de sus hijos.

En el caso de la investigación científica, muchas veces el éxito profesional va acompañado de la acumulación constante de indicadores de desempeño como publicaciones, premios, ponencias o citas. Esto se ha convertido en un reto para los nuevos investigadores o los menos establecidos en el área, limitando sus medios de obtener financiación en el futuro o estabilidad laboral.

Cada investigador es el producto de más de diez años de educación y capacitación continua. Es una lástima que cada vez más investigadores no puedan asegurar un futuro estable en la academia, sea a corto o largo plazo. El apoyo a científicas y académicos y la creación de oportunidades es fundamental ya que podría llevar generaciones recuperar la fuga de talento que ha habido en los últimos años.

El estatus de «postdoc» debería de durar solo unos 3-5 años pero ahora se extienden cada vez más. Esto, en parte, es porque las universidades buscan producir un mayor número de artículos científicos y es más barato hacerlo a través de contrataciones temporales. Además, como se ve desde el 2018 con el estudio de Staša Milojević, cada vez se promueve más la producción científica en equipo, reduciendo la posibilidad de que académicos jóvenes puedan ser primeros autores, destacar, y avanzar en su carrera.

Para combatir esta problemática mundial se requiere una cooperación entre el gobierno, las universidades, los organismos de financiación y los propios investigadores para crear más empleos permanentes, dar más apoyo a los estudiantes de posgrado. Se necesita apoyar no sólo de manera económica pero dando el material para seguir con las investigaciones incluso en cuarentena, dar claridad sobre el futuro de aquellos que interrumpieron sus investigaciones, ya sea en fecha de presentaciones, financiamiento, solicitudes o evaluaciones. Después de todo, fue gracias al esfuerzo de un sinfín de científicos e investigadores alrededor del mundo que se logró desarrollar la vacuna contra el COVID-19 en tiempo récord.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/exodo-investigadores-academia

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