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La educación televisada, ¿una solución o un problema?

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Para los más privilegiados, el mayor problema con la educación virtual es cómo hacer las clases más atractivas e interactivas. Mientras que, para los más vulnerables, es saber si la educación llegará a ellos.

Los países de todo el mundo han respondido al cierre de escuelas impulsado por el coronavirus, adoptando distintos enfoques de aprendizaje remoto como clases en línea por radio o televisión. La pandemia vino a evidenciar las brechas socioeconómicas, la falta de información y la realidad de que los docentes no tienen la preparación para ser facilitadores digitales en un esquema a distancia o en línea.

Sin duda, esta situación ha sido una de las mayores alteraciones en la educación que el mundo haya conocido y ha afectado a más del 90 % de la población estudiantil mundial. Según el Instituto de Estadística de la UNESCO y el Grupo de Trabajo Docente, cerca de 826 millones de estudiantes no tienen una computadora en casa, 706 millones carecen de internet y 56 millones viven en zonas donde no hay señal telefónica.

“Aprende en casa”, la respuesta de México a la pandemia

Ante el reto de educar a distancia a una población desigual, la Secretaría de Educación Pública (SEP) lanzó el programa “Aprende en casa”. Este consiste en transmisiones por televisión, radio, Internet y seguimiento mediante cuadernos de trabajo en comunidades marginadas que no tienen acceso a otras telecomunicaciones. Junto con la programación, los alumnos tienen libros gratuitos como el de reforzamiento en matemáticas, infografías y demás materiales.

El programa no es nuevo, inició el 20 de abril para salvar el ciclo escolar 2019-2020 y ahora se mejoró y se renombró: Aprende en casa II. Aunque presenta distintas alternativas, la televisión es una de las tecnologías más accesibles. Según Esteban Moctezuma, Secretario de Educación Pública , nueve de cada diez estudiantes acceden a sus clases por medio de la televisión.

El 92.5 % de los hogares en México cuenta con un televisor y el alto número se debe al programa Transición Digital Terrestre (TDT), del sexenio pasado. Este otorgó 10.2 millones de aparatos para migrar de la televisión análoga a la digital. Aún así, 2.7 millones de hogares no cuenta con uno.

Las televisoras donde se transmiten las clases son aquellas que pertenecen a Televisa, TV Azteca, Grupo Imagen y Grupo Multimedios, que llegan al 92.5 % de los hogares mexicanos, según datos oficiales de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019.

Enseñar por televisión es complicado porque no considera el ritmo ni las formas en que los maestros planean y desarrollan sus clases. Además, los canales educativos compiten con el contenido de los otros canales, tanto educativos como de entretenimiento. Como consecuencia, muchas veces las actividades que solicitaban los programas y lo que pedían los docentes no coinciden.

Aurora Saavedra Solá, directora general de Materiales Educativos, dice que la televisión debe ser la base a partir de la cual los maestros lleven a cabo sus planeaciones. Por eso, se les entregará el programa de lo que se transmitirá y la parrilla de aprendizajes esperados.

Únicamente los docentes, son capaces de encargar tarea o trabajos extraordinarios, ya que los programas sólo dejan ejercicios de reflexión. Además, estarán encargados de seleccionar recursos de aprendizajes adicionales para fortalecer el proceso educativo como lecturas, videos, aplicaciones, etcétera. Aunque cada maestro decide las actividades, estas no son obligatorias debido a que no se quiere saturar a los estudiantes ni sus familiares. Para asignarlas, así como atender dudas de los alumnos, los maestros del sistema educativo nacional tendrán acceso a la información de contacto de sus estudiantes. La SEP incluso aseguró que el 80 % de los docentes están en contacto con sus estudiantes cada semana, ya sea por WhastApp, por teléfono, o incluso presencial si es necesario.

La programación consiste en exponer temas curriculares por parte de docentes con una trayectoria destacada e invitados especialistas en ciertos temas. Inició con tres semanas de repaso antes de comenzar la programación normal y cada grado tiene diferentes horarios en distintos canales para que, en el caso de que haya más de un alumno en casa, ambos puedan buscar la mejor manera de acceder a sus clases.

Más allá del acceso a un televisor, uno de los grandes problemas que enfrenta este modelo es que evidencia la falta de formación y preparación de muchos maestros para enseñar vía remota y de los alumnos para adaptarse a ésta, demostrando que se debe invertir en conectividad y digitalización. La mayoría de los alumnos están acostumbrados a las clases presenciales por lo que no tienen habilidades de autoaprendizaje o autorregulación para aprender por su cuenta. Esto, aunado a que la educación remota está pensada y diseñada para adultos y no para la población juvenil, y mucho menos infantil, representa un gran reto para el esquema a distancia.

Aunque el gobierno de México asegura que el programa de “Aprende en Casa II” es único, y que sólo este país tiene pacto con televisoras para transmitir las clases, esto no es verdad. Desde el mes de marzo que inició la pandemia, muchos países han recurrido a la educación televisada utilizando distintas estrategias desde grabaciones de lecciones en los salones hasta caricaturas. Unos se concentran en dividir el contenido por edades mientras que otros, cómo Perú, por los grados.

¿Cómo se ve la educación por televisión en el mundo?

En Tanzania, Ubongo, una organización muy popular que hace caricaturas educativas, ofreció sus programas a las estaciones de televisión de toda África de manera gratuita. Debido a que muchos países de esa región no cuentan con acceso a internet, este medio es el más efectivo ya que está en su poder. En China, el gobierno ofrece un híbrido entre clases en línea y televisadas aunque hay provincias, como la de Sichuan, donde toda la educación se transmite por TV para evitar que los alumnos pasen mucho tiempo en sus computadoras.

En Mozambique, la UNICEF y el fondo humanitario internacional llamado «La Educación No Puede Esperar«, apoyan programas educativos en radio y televisión, incluida la traducción a los idiomas locales. Gracias a esto, muchos alumnos tienen acceso a Telescola, la educación televisada del país. Todos los días, a partir de las 15 horas, la televisión nacional comienza a transmitir las clases, las cuales duran 30 minutos. La televisora que pasa Telescola es TVM y esta transmite alrededor de 1.5 a 2.5 horas de contenido.

“Sin la Telescola, sería difícil entender las asignaturas y resolver los ejercicios, los profesores que participan en el Telescola aclaran muchas de mis dudas, y me las arreglo para hacer los deberes que dan en el colegio y entender mejor el tema ”, dijo Alzira Ngomane, un estudiante de 17 años a UNICEF. Muchos docentes en Mozambique tienen la oportunidad de participar. Tal fue el caso de Constância Guiama, profesora de segundo año. Ella señala que «esta experiencia ha sido un valor agregado tanto para los docentes que participan en el rodaje como para los que los acompañan desde casa”.

Todavía es demasiado pronto para saber si la educación televisiva ha sido efectiva ya que la pandemia continúa. Este modelo a distancia deja mucho que desear en comparación con el modelo en línea y las posibilidades superiores de interacción que ofrece. Aún así, es una alternativa mucho más accesible para atender a los 826 millones de estudiantes que no tienen acceso a una computadora para asistir a clases en línea.

Fuente  e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-educacion-televisada
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La capacitación docente, el gran reto de la educación en línea

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El Coronavirus vino a demostrar que muchos maestros no estaban preparados para el aprendizaje en línea.

Los maestros también necesitan tiempo para aprender, no sólo enseñar. Esto es más evidente hoy en día en aquellos maestros que no dominan el mundo digital o tienen que buscar alternativas para llegar a los alumnos que no tienen computadoras en casa. En internet podemos encontrar material de capacitación gratuito de buena calidad, sin embargo, el docente debe aprender a seleccionar lo que mejor se adecue a sus necesidades.

Si bien algunos docentes han sido receptivos y positivos ante los cambios que ha traído la COVID-19, para muchos otros impartir clases en línea no ha sido fácil, especialmente para aquellos que tienen una conectividad limitada o no cuentan con las herramientas tecnológicas básicas para poder desempeñarse. Tratar de apegarse al nuevo plan de estudios en línea, y hacerlo de manera divertida para captar la atención de sus alumnos, resulta abrumador.

La capacitación docente

La pandemia ha revelado muchas deficiencias del sistema educativo y exacerbado las desigualdades. Según una encuesta realizada por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, sólo la mitad de los países encuestados dieron a sus docentes capacitación adicional sobre educación a distancia. Por otro lado, menos de una tercera parte ofrecieron apoyo psicológico para lidiar con la situación actual.

Aún así, es de admirar el esfuerzo de muchos países por formar a sus maestros. En Zambia, por ejemplo, los maestros son capacitados por medio de videos enviados por WhatsApp, conferencias telefónicas y apoyo en pares. En Camboya reciben entrenamiento por teléfono o por internet. En Ruanda, el desarrollo profesional continuo es por medio de videos pregrabados o en línea.

En otro estudio donde también participó la UNESCO, se muestra que el 81 % de los maestros de primaria y el 78 % de los docentes de secundaria a nivel mundial apenas cumplen con los requisitos para desempeñar sus funciones, demostrando que muchos no están preparados para abordar los problemas a los que se enfrentan. El caso de Latinoamérica es todavía más preocupante, ya que el 83 % de los maestros de primaria y 84 % de los maestros de secundaria no cuenta con las herramientas necesarias para enfrentar los retos que ha traído la pandemia.

Los errores cometidos en la transición de la educación presencial a en línea

Los estudios anteriores revelan que un gran porcentaje de maestros recibieron poca o nula capacitación durante los primeros meses de la pandemia, por ello, es común que muchos docentes simplemente hayan replicado en línea lo mismo que harían en una clase presencial, sin tomar en cuenta que la enseñanza en línea requiere un enfoque diferente. Entre más tradicional sea un docente mayor es la probabilidad de que ni siquiera haya tomado una clase en línea por lo que es normal tratar de aferrarse a lo que domina. No se trata de llevar la misma clase presencial al entorno virtual, se requiere incluir actividades asincrónicas y sincrónicas, repensar los tiempos de clase, las actividades a realizar y la evaluación. El maestro tiene que ser flexible y reconocer que la estructura controlada de una escuela no se puede replicar en línea.

Querer mantener la misma rutina presencial en los entornos online es ignorar una serie de preocupaciones de equidad en torno al acceso a la tecnología, además de que va en contra de las mejores prácticas basadas en la investigación para el aprendizaje en línea. Es imposible creer que los alumnos pueden estar frente a la computadora durante siete horas seguidas, especialmente asumiendo  que en casa hay un equipo para cada miembro de la familia y la banda ancha necesaria para soportar las diferentes actividades que se realizan hoy en día en línea.

La realidad es que la educación en línea es más que una pantalla con acceso a internet. Para que el docente tenga éxito enseñando en una modalidad en línea, debe saber cómo crear y ofrecer lecciones atractivas para este entorno y que los alumnos tengan las habilidades de alfabetización digital para acceder a ellas.  Es aquí donde se refleja la gran brecha de aprendizaje entre alumnos de nivel básico y los alumnos de educación superior.

Los más pequeños no tienen la habilidad de aprendizaje independiente, la capacidad de atención o la madurez socioemocional para aprender por largos periodos de tiempo en entornos de aprendizaje virtual, ni la habilidad de resolver problemas técnicos que se puedan presentar. Los estudiantes de secundaria, e incluso bachillerato, no están mejor ya que en muchos casos son ellos los que estén acompañando a los más pequeños ayudándolos en sus clases mientras sus padres trabajan.

La formación docente en Guatemala

La Universidad del Valle de Guatemala (UVG) realizó una investigación sobre la respuesta educativa en Guatemala y cómo se han adaptado los maestros a la pandemia. Este estudio encontró que sólo uno de cada cuatro docentes está preparado para la enseñanza en línea y que los más preparados eran aquellos que enseñan en el sector privado. Parte de esta brecha se debe a que en muchas escuelas privadas ya contaban con clases en plataformas virtuales o tienen libros digitales, lo que hizo menos complicada la transición.

Como solución a la falta de recursos en línea o conocimiento sobre las plataformas,uno de cada tres de los encuestados acudió a WhatsApp para hacer llegar el contenido a los estudiantes y hacer las guías escritas para después trasladarlas a sus alumnos. Diana Brow, presidenta de la Asociación de Colegios Privados en Guatemala, reconoció que la transición a la educación en línea no ha sido fácil ya que la mayoría de los educadores recibieron una formación tradicional que no contemplaba clases online.

La investigación también reveló que los maestros se están concentrando en enseñar matemáticas, lectura y comunicación, dejando de lado muchas otras áreas importantes. Esto se debe a que estas materias se ven como habilidades y competencias que servirán en un futuro para desarrollarse en otras áreas. Además, los estudiantes están aprendiendo menos contenido ya que no es lo mismo seguir un plan de estudios en clase que en la casa. Esto sin mencionar aquellos alumnos que no tienen los recursos ni habilidades tecnológicas necesarias para continuar aprendiendo desde casa.

El mayor reto es saber si la capacitación, el método de aprendizaje, la infraestructura tecnológica y la adaptación de los maestros y las instituciones fue suficiente en estos meses para garantizar que los graduados, de cualquier nivel, recibieron el conocimiento adecuado para pasar a la siguiente etapa estudiantil.

Con la llegada del COVID-19 queda claro que en el futuro se deben realizar cambios para la formación docente. Los maestros necesitan tener los conocimientos sobre las metodologías de enseñanza y el uso de las tecnologías para pasar de una enseñanza presencial a online. Por su parte, las nuevas generaciones son nativos digitales y están creciendo en la Cuarta Revolución Industrial por lo que su adaptación a la educación en línea se convierte en una habilidad necesaria. Es indispensable capacitar a los docentes constantemente para que dominen nuevas tecnologías y ayudar a sus alumnos a superar los retos que trae la era digital.

¿En tu institución llevaron a cabo programas de formación al entrar en cuarentena? ¿Consideras que la duración y materiales que recibiste fueron suficientes?

Para encontrar recursos educativos, buenas prácticas y lecturas útiles pensadas para apoyar y capacitar a los docentes, personal no académico y estudiantes, haz clic aquí.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/capacitacion-docente-covid

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Los casos de cyberbullying aumentan durante la pandemia

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El discurso de odio entre niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron las clases en línea, señala un estudio.

Desde trabajar y estudiar en línea, socializar o hasta realizar compras o hacer trámites bancarios por intertet, parece que la vida de muchas personas se ha digitalizado desde marzo, mes en que la pandemia por COVID-19 empezó a disiparse por todo el mundo. Y aunque la aceleración de la digitalización tiene sus ventajas, ésta no ha llegado sin traer problemas.

Un problema que no ha guardado sana distancia en esta época de crisis ha sido el bullying. Según un reporte de L1ght, una empresa que detecta y filtra contenido abusivo y tóxico en línea, el discurso de odio entre los niños y adolescentes aumentó un 70 % desde que los estudiantes comenzaron sus clases en línea.

Además del coronavirus, otra crisis que ha hecho que aumenten los casos de ciberacoso (cyberbullying) es la desinformación. En Corea del Sur esta problemática se ha hecho evidente a raíz de la pandemia.

El caso de Corea del Sur: ciberacoso a nivel nacional

En Corea del Sur, una joven se contagió de COVID-19 y, sin saberlo aún, se reunió con miembros de su iglesia para organizar un programa para jóvenes. Al dar positivo, los detalles de su vida privada salieron a la luz debido al ciberacoso, que es común en el país gracias al nivel de escrutinio sobre la vida de la gente para combatir esta enfermedad. Fue así que las autoridades descubrieron y revelaron datos como su edad, sexo, el nombre de su congregación, los lugares más recientes donde estuvo y con quién estuvo. El bullying que provocó esta invasión de privacidad llegó a tal grado de inventarle un amorío con un miembro de la iglesia, todo esto mientras la joven se recuperaba en el hospital.

Además del coronavirus, otra crisis que ha hecho que aumenten los casos de ciberacoso es la desinformación.

A esta práctica de revelar información personal sobre alguien de manera maliciosa se le conoce como doxing. En este país asiático, el doxing y el ciberacoso son tan comunes que han llevado a varias estrellas al suicidio.

Aunque el gobierno surcoreano aprendió su lección y dejó de publicar la edad, sexo y lugar de trabajo de los infectados, el miedo a ser expuestos ha hecho que muchos se queden en casa. Esto sólo demuestra cómo el ciberacoso es un problema serio que se puede presentar en todos los niveles, no sólo en los alumnos más jóvenes.

¿Por qué ha aumentado el ciberacoso durante la pandemia? 

Parte del problema surge debido a que ahora gran parte de los trabajos y la enseñanza se realizan en línea, pero durante la cuarentena también aumentó el tiempo libre, el cual al no poder realizar actividades fuera de casa, se realizan principalmente en línea. Antes se podía ir a gimnasios, fiestas, clases o cualquier otra actividad fuera de casa, pero debido a la cuarentena, gran parte del entretenimiento y actividades de ocio se realizan por medio del internet.

Tener más tiempo digital de ocio sumado al estrés que ha aumentado debido a la crisis sanitaria, puede hacer que las personas se vuelvan más hostiles. En su reporte, L1ght descubrió un 40 % de incremento en la toxicidad en plataformas de juegos populares, como Discord. Además, debido a que un mayor número de personas está en línea, existen muchos más posibles agresores y víctimas potenciales.

El estrés puede llevar a muchas personas a desarrollar comportamientos de autoconservación y autodefensa, más si son provocados por una crisis mundial como la pandemia. Y aunque todas las personas estamos expuestas al estrés, es más probable que los jóvenes se vuelvan más hostiles en sus interacciones en línea, incluso con sus amigos.

Otra razón por la que ha aumentado el acoso en línea es porque la gente está aburrida. Tristemente, muchos jóvenes se involucran en acoso cibernético simplemente porque no tienen nada más que hacer. Este tipo de actividades alimenta su necesidad de atención, incluso si ésta es negativa.

El ciberacoso en niños y jóvenes

Uno de cada cinco niños de 10 a 18 años ha sido víctima del acoso en línea en los Estados Unidos. Securty.org realizó una investigación para descubrir si la pandemia aumentaría ese número, por lo que entrevistaron a más de 500 padres y madres estadounidenses con hijos en ese rango de edad.

El 21 % de los encuestados respondieron que sus hijos habían sido acosados cibernéticamente antes de la pandemia. De este porcentaje, el 56 % reportó que el bullying había ocurrido en los últimos seis meses.

Muchos jóvenes se involucran en acoso cibernético simplemente porque no tienen nada más que hacer.

El estudio también descubrió que era más probable que las víctimas tuvieran redes sociales. Por ejemplo, el 69 % de los padres contestaron que sus hijos tienen Snapchat, en comparación con el 55 % de los no acosados que sí usan esa plataforma. Entre las redes sociales donde se reportaron el mayor número de casos de ciberacoso se encuentra YouTube con un 79 %, seguido de Snapchat con un 69 % y TikTok con un 64 %.

¿Cómo ayudar a un alumno que sufre de bullying en línea?

Aunque desconectarse parece ser la solución más obvia, el primer paso debe ser reconocer al estudiante por su valor de reportar el acoso, según Kathryn Seigfried-Spellar, profesora asociada del departamento de Computación y Tecnología de la Información de la Universidad de Purdue.

“Los niños tienen miedo de ser víctimas de acoso cibernético y cómo reaccionan los padres y maestros al saber este hecho. Tienen miedo de que les quiten [el acceso a] la tecnología», señala Seigfried-Spellar. Por este motivo, es importante que los tranquilicemos asegurándoles que no serán castigados por hacer este tipo de denuncias y que no se les retirarán sus dispositivos, más en esta época donde el internet y las redes son su única ventana de socialización con sus amigos y acceso a la educación.

Uno de cada cinco niños ha sido víctima de acoso en línea en los Estados Unidos.

El siguiente paso es apagar las cámaras. Esta situación es delicada, según Seifried-Speller. Muchos maestros sienten la necesidad de monitorear a sus alumnos en todo momento, con el objetivo de mantener la disciplina y el nivel de atención. Pero esto puede llevar a que un alumno olvide que está visible, cometa un error embarazoso y que otro compañero tome captura de pantalla para avergonzarle más adelante.

Fomentar la socialización en línea también es extremadamente útil para los alumnos, más en esta época donde es normal sentirse aislado. Linda Charmaraman, directora del Laboratorio de Investigación de Juventud, Medios y Bienestar de los Centros Wellesley para Mujeres, realizó investigaciones sobre cómo los jóvenes utilizan las redes sociales e Internet. La Dra. Charmaraman descubrió que más de la mitad de los jóvenes manda o recibe apoyo social y emocional en línea. También encontró que, en comparación con el año pasado, los jóvenes están más inclinados a publicar mensajes de ánimo o frases positivas para hacer que los demás se sientan mejor.

Otro punto importante a considerar si se quiere ayudar a combatir el bullying en línea es estar al corriente de los recursos e información sobre el ciberacoso en los medios digitales para conocer los términos que se utilizan y tener estrategias de prevención. Una de estas estrategias podría ser enseñar habilidades de ciudadanía digital para que aprendan sobre ciberseguridad y cómo ser respetuosos en línea.

Según Seigfried-Spellars, lo mejor es enseñar a los alumnos a tomar mejores decisiones. Si se hablan entre sí  y forman comunidad, aunque sea en línea, ayudará a que piensen en el o la compañera antes de enviar un mensaje tóxico. También los guiará a saber qué hacer en caso de ser testigos de ciberacoso.  Además, enseñarles habilidades de ciudadanía digital hará que se den cuenta que “pueden aprender que tienen la oportunidad de hacer algo de manera positiva o negativa en cada una de las cosas que hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/cyberbullying-en-aumento-durante-la-pandemia

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La representación en STEM está desapareciendo

Por: Paulette Delgado

La diversidad favorece el desarrollo de la ciencia y la innovación para atender problemáticas en comunidades  marginadas y no marginadas. Entonces, ¿por qué existe esta brecha?

Después de lo sucedido el pasado mes de mayo con George Floyd y las protestas de Black Lives Matter, donde cada día surgen nuevos casos de personas de etnias racializadas que son discriminadas por realizar actividades cotidianas como observar pájaros. Este tipo de situaciones afecta a los científicos que constantemente tienen que hacer trabajo de campo, como los ambientalistas, que en muchas ocasiones optan por usar chalecos o vestimenta que demuestre que son científicos para evitar ser reportados a la policía.

La discriminación y la muerte de George Floyd provocaron que miles de científicos apoyaran las huelgas #ShutDownAcademia (#CierrenLaAcademia) y #ShutDownSTEM (#CierrenSTEM)en Estados Unidos, el 10 de junio para denunciar las injusticias raciales que experimentan también en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). Este evento fue apoyado por instituciones académicas y sociedades científicas que detuvieron sus actividades.

La discriminación y miedo que los científicos enfrentan no es lo único que los aleja de la ciencia. Muchas veces las personas de etnias racializadas enfrentan problemas como el acceso a los recursos financieros o la educación enfocada en STEM, haciendo su camino a la universidad más difícil. Además, el propio sistema educativo es culpable del racismo sistémico que sitúa a esta minoría en desventaja.

Una encuesta de la Fundación Nacional de Ciencias (NSF por sus siglas en inglés) encontró que en el 2016 los académicos que se identificaron como negros —o afroamericanos— recibieron solo el 6 % de todos los doctorados en Ciencias de la Vida, y menos del 3 % de los doctorados en Ciencias Físicas y de la Tierra. El análisis también señaló que del 2006 al 2016, el porcentaje de graduados de doctorado en Estados Unidos de esta población minoritaria aumentó tan solo 1 %, de 6 % en 2006 a 7 % en 2016, un aumento insuficiente.

Los meteorólogos, científicos del clima y astrónomos también están siendo afectados. Sólo el 2.1 % de los 13,000 miembros de la Sociedad Meteorológica Estadounidense (AMS) son afroamericanos.

El Centro Nacional de Estadísticas de Educación reportó que aproximadamente el 18 % de los estudiantes negros de nuevo ingreso cursan una carrera STEM, lo cual no está mal, si se compara con un 20 % de alumnos blancos. El problema viene después, ya que el 40 % termina cambiando su especialidad, y un 26 % abandona por completo sus estudios. Las razones van desde temas económicos hasta una mala preparación de sus bachilleratos que los dejó sintiéndose intelectualmente inferiores o en desventaja.

Los trabajadores en STEM

Desde 1990, el empleo en STEM ha aumentado un 79 %, siendo informática el área de mayor crecimiento con un 338 %. Con ello se esperaría la generación de más empleos para los graduados afroamericanos de STEM, pero no es así. Este segmento de la población constituye el 11 % de la fuerza laboral estadounidense, y tan sólo el 9 % de los trabajadores se desempeñan en áreas STEM.

En los departamentos de ciencia, específicamente en el área de física, afroamericanos e hispanos representan el 22 % de los técnicos químicos. En otras áreas la representación de esta población sigue siendo baja, de los científicos atmosféricos y espaciales el 10 % son afroamericanos e hispanos, de los científicos ambientales apenas el 7 % y de los astrónomos y físicos el 6 %. En términos de salario, estas minorías ganan 25 % menos que sus compañeros blancos.

La representación en STEM está cayendo

De 1970 a 1985 se triplicó el número de negrosinscritos en ingenierías en Estados Unidos y continuó aumentando durante 1990. Junto con esto, el número de doctorados en STEM también incrementó en esos años. El aumento llegó a su pico al inicio de la década de 2000 y ha estado cayendo desde entonces.

Si bien el número total de graduados negros en STEM ha aumentado de 17,000 en el 2004 a 22,000 para el 2016, no ha sido en proporción al crecimiento de graduados de estas áreas en general, causando el incremento en la brecha de representación. Esto según datos de la NSF .

En proporción, en el 2016 los estudiantes negros fueron sólo el 6.2 % de los graduados de ciencias e ingeniería en Estados Unidos, comparado con un 16 % menos que el porcentaje del 2004. Si se hubiera conservado ese margen, cerca de 31 mil científicos e ingenieros negros se hubieran graduado de estas dos carreras. Si incluimos el resto de las áreas STEM, matemáticas y tecnología, podrían ser cerca de 80,000.

La razón ha generado debate entre los expertos ya que algunos señalan que el declive se debe a la desigualdad de ingresos y falta de acceso a una buena educación, otros culpan a la disminución en los programas destinados a interesar a los estudiantes negros en las ciencias. Por otro lado, los educadores y varios políticos culpan a la falta de programas y políticas conocidas como “acción afirmativa”, que consideran la raza como factor decisivo en admisiones, contrataciones y retención en la educación superior.

Según el informe de NSF, el fin de acción positiva provocó el fin de programas de becas enfocadas en estudiantes negros. Se espera que muchos estudiantes comenzarán a demandar a las universidades al rechazarlos para las becas por sentirse discriminados. Y no sólo becas, también programas de verano que buscaban reclutar minorías para ciencia e ingeniería.

En un caso contra la Universidad de Texas llevó al estado a eliminar la etnia como un factor en la admisión a la universidad, así como a la hora de considerar la ayuda financiera, la retención y el reclutamiento. Aunque después la decisión fue anulada, el estado quedó como ejemplo para que otros, como California, adoptaran la idea de prohibir programas de acción afirmativa.

En estos dos estados, después de prohibir la acción afirmativa, los expertos notaron una disminución en la inscripción a programas profesionales y a las escuelas, especialmente David Mickey-Pabello. En su tesis investigó el impacto que tuvo la acción afirmativa durante 25 años. Mickey-Pabello concluyó que la prohibición de esos programas causó una disminución del 12 % en títulos STEM otorgados a minorías que parece aumentar con el tiempo.

El problema es que esta baja representación provoca una reacción en cadena: hay menos maestros de STEM negros, así que los estudiantes no se sienten representados ni tienen modelos a seguir. Al no tener quien admirar, no sienten la misma ambición de entrar a una carrera en esa área. Igual que acción afirmativa provocó la creación de programas de becas y cursos de verano enfocados en reclutar a minorías e interesarlos en STEM, se necesita analizar qué se puede hacer en el 2020 para tripilicar el número de inscripciones de los estudiantes negros a la ciencia.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/racismo-en-la-ciencia

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¿La economía doméstica es relevante para el siglo XXI?

Por: Paulette Delgado


Muchos ven la economía doméstica como un área anticuada o exclusiva para mujeres, sin darse cuenta de su relevancia y potencial de cambiar el mundo.

Muchas veces, al escuchar sobre economía doméstica lo primero que la gente piensa es en clases de cocina o de costura y que son exclusivas para mujeres. Pero lo que muchos no conocen es todo lo que hay detrás de este campo de estudio y el impacto que pueden tener en la vida de los estudiantes. Este campo de estudio surgió a finales de los 1800 y su creación se atribuye a Ellen Swallow Richards, la primera mujer en ser admitida en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés). Ella fue profesora de química en esa institución y tenía como objetivo promover la educación científica en las mujeres.

Las primeras clases de economía doméstica incorporaban una variedad de disciplinas científicas ya que se buscaba profesionalizar el trabajo de las mujeres y hacerlo más eficaz para liberarlas de sus tareas domésticas. Buscaban darles tiempo de hacer más cosas fuera de  solo cocinar y limpiar, como enfocarse en su educación, por ejemplo. La economía doméstica inició como una vía para que más mujeres pudieran asistir a la universidad ya que les enseñaban a cuidar su hogar y su familia de manera más adecuada.

Aunque varios consideran el área como sexista, la economía doméstica no era ajena a los principios feministas, sino todo lo contrario. En 1899, Richards reunió a mujeres progresistas para elaborar el plan de estudios de los cursos, los cuales se convirtieron en un estudio organizado debido al esfuerzo de Swallow Richards y de Catherine Beecher, que fundaron la Asociación Estadounidense de Economía Doméstica (ahora conocida como la Asociación Estadounidense de Ciencias de la Familia y el Consumidor). La asociación llevaba a cabo reuniones anuales para presionar al gobierno para obtener más fondos. Richards fue presidenta de la asociación hasta su fallecimiento en 1911.

Las esposas de agricultores

Ellen Swallow Richards y Catherine Beecher no fueron las únicas mujeres que impulsaron la educación doméstica. En 1862 se aprobó la Ley Morrill, que permitió la creación de universidades para que miles de granjeros pudieran recibir educación superior y muchas de estas universidades tenían clases de ciencias domésticas para las mujeres. El propósito era que administran mejor el hogar para poder ayudar en el trabajo agrícola.

Entre las personas que enseñaban a las mujeres estaban Martha Van Rensselaer, maestra, y Flora Rose, nutrióloga, que daban cursos en el Colegio de Agricultura del Estado de Nueva York, que era parte de la Universidad de Cornell. Para 1912, ambas fueron nombradas co-directoras del departamento de economía doméstica dentro de esa institución.

A diferencia de la dirección científica de los cursos de Ellen Swallow Richards, en Cornell eran más experimentales. A las estudiantes se les asignaba un bebé real que provenía de un orfanato y se les enseñaban las últimas teorías sobre la crianza de los niños. Al finalizar el año escolar, los infantes serían dados en adopción. Para 1950, más de 50 instituciones de educación superior incorporaron «bebés de práctica» en el plan de estudios.

Las siete áreas de la economía del hogar

Para asegurar que las alumnas realmente aprendieran a administrar mejor su hogar y familia, Richards y Beecher determinaron que la economía del hogar se dividía en siete áreas: cocina, desarrollo infantil, educación y conciencia comunitaria, gestión y diseño del hogar, costura y textiles, presupuesto y economía, y por último, salud e higiene.

  1. Cocina: Este apartado es parte fundamental de las tareas domésticas, por lo que era importante enseñarle a las mujeres a preparar comidas equilibradas, basadas en principios de nutrición. Además, aprendieron sobre la seguridad y conservación de los platillos para evitar enfermedades. Para complementar la clase, veían además cómo poner la mesa y organizar comidas para sus familiares o amigos.

  2. Desarrollo infantil: Es aquí donde se les asignaban bebés de práctica a las alumnas. El propósito era aprender sobre el desarrollo infantil y cómo responder correctamente a los niños en cada etapa.

  3. Educación y conciencia comunitaria: Debido a que la educación de los hijos recaía sobre la mamás, las alumnas aprendían sobre la mejor manera de enseñarles a los hijos a leer o matemáticas básicas antes de que ingresaran a la escuela. También aprendían lecciones morales y éticas para crear una conciencia comunitaria.

  4. Gestión y diseño del hogar: En este apartado se veían los elementos básicos de diseño para decorar sus hogares así como la mejor manera de mantenerlo ordenado. Se veían temas como  limpieza y organización, ya que también eran tareas domésticas asignadas exclusivamente a  las mujeres.

  5. Costura y textiles: Saber coser era necesario para muchas mujeres ya que les permitía hacer ropa no sólo para ellas sino también para sus hijos y poder repararla en caso de ser necesario para que durara más. Las alumnas veían desde cómo seguir un patrón hasta comprender los textiles para comprar el mejor material.

  6. Presupuesto y economía: Parte crucial para mantener un hogar eficiente era que las mujeres aprendieran a crear un presupuesto. Era normal que las mujeres en esa época, y muchas veces hoy en día, hicieran todas las compras familiares, por lo que era valioso que aprendieran a usar el dinero sabiamente.

  7. Salud e higiene: Al igual que era fundamental saber cómo preparar y conservar alimentos para prevenir enfermedades, era importante que las jóvenes supieran cómo atender debidamente a los enfermos. Desde saneamiento hasta cómo alimentar a un enfermo, ellas debían saber cómo atenderlos en caso de enfermedades comunes.

A favor de traer de vuelta la economía del hogar

Muchos estudiantes se ven lanzados al “mundo real” desde los 17 o 18 años al abandonar sus hogares y mudarse a otra ciudad para estudiar la universidad. Muchos de ellos, glorificados por ser independientes, se encuentran con que no saben cocinar comidas nutritivas ni crear un presupuesto mensual, sin mencionar coser un botón o cuidar a su compañero enfermo.

Más allá de enseñarle a los estudiantes a resolver problemas de trigonometría, es importante instruirlos, tanto a mujeres como a hombres, en conocimientos que podrían llegar a utilizar todos los días. Según una publicación de varios profesores de esta área, ni siquiera es necesario reducir horas de clases para incluir economía doméstica en el currículo.  Se puede incorporar la lectura, las matemáticas y la escritura a las lecciones sobre nutrición o presupuestos, por ejemplo.

En su artículo de opinión para el New York Times, Helen Zoe Veit, profesora asociada de historia en la Universidad Estatal de Michigan, señala que “con el tiempo, los principios básicos de la disciplina sobre la salud y la higiene se popularizaron tanto que llegaron a parecer de sentido común. Como resultado, las primeras alumnas llegaron a parecer simples solteronas en lugar de innovadoras y científicas, como muchas de ellas realmente eran”. La Dra. Veit señala además que de esta área sólo se recuerdan los estereotipos; la economía doméstica se ve como clases para mujeres y se olvida la importancia que tiene para todas las personas, hombres y mujeres, saber sobre alimentación, salud, e incluso, cómo mantener limpio el hogar.

De 1975 al 2019, la obesidad se triplicó en América Latina y la malnutrición aumentó un 11 % desde el 2014. Parte del problema proviene de los alimentos procesados y la comida chatarra, pero también de la falta de tiempo de las familias para cocinar para sus hijos. O que los mismos jóvenes, no sepan preparar una comida equilibrada. Es aquí donde las clases de economía doméstica pueden ser útiles.

Inglaterra por ejemplo, comenzó con la educación alimentaria para todos los niños en las escuelas primarias y secundarias a partir de 2014. Ese mismo año, las escuelas danesas se vieron obligadas por el gobierno a enseñar conocimientos alimentarios, con el objetivo de mejorar la alimentación de sus estudiantes. Por otro lado, en el 2010, en un artículo publicado en el Journal of the American Medical Association, los autores Alice H. Lichtenstein y David S. Ludwig argumentan que las clases de esta área podrían ayudar a combatir la obesidad infantil al enseñarle a los jóvenes los elementos básicos no sólo de cocina, sino de nutrición.

Kateika: el ejemplo japonés

Las escuelas japonesas enseñan economía doméstica, o kateika (家庭科) en japonés, en quinto grado y continúan los cursos durante la secundaria y el bachillerato. En esta clase los estudiantes aprenden desde cocinar, planificar las comidas y hacer las compras, hasta coser y construir muebles de madera.

Estas actividades se hicieron obligatorias en 1947 con la esperanza de llevar la igualdad de género a los hogares. Incluso, líderes del país atribuyen a la economía del hogar la nivelación de los roles de género. Takuya Mitani, planificador de educación para la salud del Ministerio de Educación de Japón dijo al respecto que «La gente no estaría tan sana como ahora y la igualdad de género no sería tan común. Los niños también aprenden a coser y cuidar niños y debido a eso, ahora tenemos esta generación más joven de hombres que están contribuyendo a criar a sus hijos».

Sin embargo, para llegar a este punto, la kateika tuvo que cambiar sus objetivos y adaptarse a las condiciones sociales actuales. Al inicio se enfocaba en enseñar habilidades para la vida diaria y hacer a los jóvenes independientes, pero ahora no sólo se trata de eso, sino también de la resolución de problemas. La integración de resolución de problemas surgió porque los japoneses creen que se está instruyendo al alumno a enfrentar cualquier problema que se les presente en un futuro, por lo que es fundamental enseñarles a evaluar distintas soluciones y elegir la mejor.

Desde clases para hacer más eficaces las tareas domésticas para que las mujeres pudieran estudiar, hasta una manera de combatir la obesidad, la economía doméstica es un área que impacta de gran manera a la sociedad. En una época donde se habla mucho de habilidades blandas o power skills, es importante no olvidar las habilidades de la vida, aquellas que quizá no sean las que buscan los empleadores pero si llevarán al estudiante a adaptarse mejor a la adultez y podrá aplicar todos los días.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/economia-domestica

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¿Cómo evitar el trastorno de ansiedad por separación en los niños este regreso a clases?

Por: Paulette Delgado

 

Después de meses de cuarentena y escuela en casa, es tiempo de que las familias vayan preparando a sus hijos para el regreso a las aulas y evitar así la ansiedad por separación.

Oficialmente, el regreso a clases en México fue el pasado 24 de agosto, y aunque muchos esperaban regresar presencialmente a las aulas, debido a la pandemia, las lecciones seguirán siendo en línea. Para muchas madres y  padres que regresaron a trabajar a sus oficinas o lo hacen desde casa, el hecho de que sus hijos sigan en casa puede ser todo un reto ya que implica que retomen, de nuevo, los roles de educadores que asumieron en marzo al inicio de la pandemia. Aún así, este periodo es una excelente oportunidad para prepararlos para enfrentar la ansiedad por separación que pueden sufrir cuando sea momento de regresar a las aulas.

Debido a la pandemia y las restricciones que se han implementado para reducir los contagios por COVID-19 desde hace más de seis meses, niños y niñas han pasado más tiempo en casa con sus familiares, demandando su atención y tiempo, incluso más que antes de que iniciara la cuarentena.

Todo esto se debe a que los pequeños buscan aferrarse a aquello que los haga sentirse seguros ante esta época de cambios e incertidumbre. Las familias brindan seguridad y confort, por lo que es natural que en época de incertidumbre como la que estamos viviendo, los niños busquen apegarse a cualquier cosa estable para protegerse.

¿Qué es el trastorno de ansiedad por separación?

Steven Meyers, maestro de psicología de la Universidad Roosevelt, en Illinois, Estados Unidos, dice que “el apego es una respuesta instintiva a la amenaza y la ansiedad percibidas. En términos evolutivos, las crías de todas las especies tienen más probabilidades de sobrevivir si permanecen cerca de sus padres para protegerse cuando el peligro es inminente”, dijo al HuffPost. “Los niños tienen esto codificado en su biología y puede ser provocado por el estrés y la incertidumbre de una pandemia global”.

Niños y niñas alrededor del mundo están experimentando un cambio que rompe con la socialización a la que se habían acostumbrado. La ausencia en las aulas, clases deportivas o de música; la convivencia en reuniones, parques, deportivos o plazas comerciales, se han sustituido con plataformas de videoconferencia como Zoom, pero estas no ofrecen la misma experiencia de la convivencia y socialización en persona. Respecto al apoyo y la atención que reciben, sus padres son todo lo que tienen ahora.

“Muchos niños se han vuelto más apegados a sus padres [porque] tienen menos posibilidades de socializar con los demás”, señala Meyers. «Las personas nos proporcionan a todos conexión y estimulación, y hay pocas opciones [para lograr esta conexión] cuando estamos atrapados en casa».

La Universidad de Standford define el Trastorno de Ansiedad por Separación (o SAD por sus siglas en inglés) como “la preocupación y temor excesivos de estar separado de los miembros de la familia o individuos con los que el niño está más ligado”.  Es una etapa de desarrollo normal en niños menores de tres años.

“Muchos niños se han vuelto más apegados a sus padres [porque] tienen menos posibilidades de socializar con los demás”.

En casos muy severos, el SAD puede provocar ataques de pánico e incluso, en casos extremos, puede resultar en que los niños necesiten acudir a un psiquiatra para ser medicados.  Los síntomas del Trastorno de Ansiedad por Separación son:

Síntomas

  • Angustia excesiva al estar lejos de sus seres queridos o de su casa.

  • Pensamientos recurrentes sobre qué pasaría si perdieran a un familiar.

  • Estrés causado por estar constantemente pensando que algo malo les va a pasar, como por ejemplo, perderse.

  • No querer salir de casa por miedo a estar lejos de sus papás.

  • Miedo a estar solo en casa.

  • Rechazar pasar la noche en cualquier otra casa si la familia no lo acompaña.

  • Tener pesadillas sobre separarse de su familia.

  • En caso de que la niña vaya a separarse de sus padres, porque alguno de ellos, por ejemplo, tiene que salir a trabajar, decir o fingir que se siente mal para hacer que se queden a cuidarla.

Aunque este trastorno de ansiedad es común en menores de tres años, puede también presentarse a cualquier edad. Los jóvenes también sienten ansiedad por separación resultado de la “nueva normalidad” y las repercusiones que tendrán al volver a las aulas. El estrés se manifestará en alumnos que vuelven a los niveles de educación básica por el tiempo que han pasado sin socializar fuera de sus casas, posiblemente volviéndose más retraídos al interactuar con quienes no han sabido de su cuidado durante la pandemia.

Esta inseguridad puede resultar no solo en cambios en sus expectativas, sino que también las instalaciones a las que volverán no serán las mismas. Si el espacio físico al que retornarán los estudiantes, o las personas que les rodean, les provoca nuevas emociones, es necesario estar atentos a las señales que estos presenten, pues aunque habrá quienes puedan expresarlo y compartirlo a los demás sin problemas, así también habrá quienes se les dificulte compartirlo.

La doctora Abigail Gewirtz, psicóloga infantil y autora de When the World Feels Like a Scary Place: Essential Conversations for Anxious Parents and Worried Kids, recomienda a maestros, madres y padres a estar atentos a las reacciones que los niños y jóvenes puedan tener al regreso a clases.  “Debemos estar atentos a los síntomas, como que los niños no duerman bien, se cansen por la mañana o entren en su habitación en medio de la noche, que tengan pesadillas. Algunos niños pueden expresar su ansiedad, otros no. Y algunos se ponen de mal humor, esa puede ser una señal».

Comunicación: clave para aminorar la ansiedad

Independientemente de si haya un próximo año escolar presencial, híbrido o totalmente online, las familias deberán estar preparadas para el regreso a clases. Hablar con tus hijos durante la cena o un paseo por el parque, en espacios donde sientan que mejor puedan expresarse y darse a entender sobre el futuro de su educación. También es importante reconocer que es un futuro al que tal vez les cueste más acostumbrarse y si notas que se muestran ansiosos al respecto, prepara  estrategias para afrontarlo de la manera más comprensible posible.

Con el otoño acercándose y un nuevo ciclo escolar comenzando, muchos padres y madres empiezan a preocuparse de qué pasará cuando sus pequeños regresen a clases presenciales. De por sí, el primer día de clases ya era difícil para muchos niños, especialmente para los más pequeños, ya que no conocen a los adultos o compañeros de clase con los que convivirán durante el nuevo ciclo académico. El regreso a clases  puede provocarles miedo, pero este puede ser ahora más aterrador al ver a todos con mascarillas, al tener que seguir nuevas medidas de higiene y seguridad y al ver pasillos llenos de gente después de sólo convivir con su familia por meses.

Para ayudarlos a navegar la ansiedad por separación debido al apego que crearon con sus padres durante estos meses, es importante crear una buena comunicación, que los papás sean abiertos sobre lo que puede pasar. Debido a que la pandemia es una situación fuera del control de todos, es imposible saber si una vez que los niños regresen a clases no surgirá un rebote y estos tengan que regresar de nuevo a las clases virtuales. Hablar sobre las posibilidades de este panorama ayudará a que sepan qué esperar y les ayude con su ansiedad.

La Dra. Abigail Gewirtz, psicóloga infantil y autora, advierte que evitar o ignorar los signos de ansiedad puede ser perjudicial a largo plazo. “La clave para entender la ansiedad es que cuando tienes algo que te pone ansioso, evitarlo es muy reforzador”, dice Gewirtz. Sin embargo, “cuanto más lo evites, mejor te sentirás [en el momento]. Pero esto significa que cuando tengas que afrontarlo, será mucho más difícil».

Es importante ofrecer a los niños un lugar seguro para hablar y donde se sientan validados. Si en estas conversaciones, el padre o madre nota que el hijo es propenso a sufrir de ansiedad, será esencial hablar sobre cómo manejarlo y qué medidas se pueden tomar al respecto, como por ejemplo, realizar ejercicios de respiración o con una pelota antiestrés.

Estar en constante comunicación con los maestros también es muy importante. No sólo puede ayudar a las familias a entender más sobre el proceso de regreso a clases pero también ayudará a informar a los maestros si un alumno sufre de ansiedad, de esta manera su maestro podrá prestar más atención.

Un regreso gradual a la “nueva normalidad”

Otro punto importante que ayudará a los más pequeños en el regreso a clases es empezar a exponerlos poco a poco a la escuela. Una vez que el virus se vaya disipando o los científicos encuentren una vacuna contra el COVID-19 y las escuelas empiecen a abrir sus puertas, es importante buscar formas en las que los niños puedan familiarizarse de nuevo con la experiencia de la enseñanza presencial.

Ya sea a través de recorridos virtuales por las instalaciones, donde los alumnos puedan visualizar los espacios y cómo estos se han modificado para cumplir con las medidas de sana distancia, hasta  sesiones online con sus maestros donde puedan verlos en las aulas. “Cuantas más oportunidades tenga tu hijo de estar expuesto a la escuela, menos extraño y aterrador será», dice la Dra. Gewirtz.

Otra manera de exponerlos gradualmente a la socialización y convivencia en persona, es empezar a hacer el recorrido a la escuela todos los días. Ya sea caminando, en carro o autobús, que se familiaricen de nuevo con  la ruta puede ayudar a tranquilizarlos. Establecer una rutina ayudará a que el regreso a la vida fuera de cuarentena ya que no sea tan dramática, ya que una rutina los ayuda  a sentir que tienen una estructura y un horario.

“Cuantas más oportunidades tenga tu hijo de estar expuesto a la escuela, menos extraño y aterrador será”.

En casa, actividades tan simples como ponerse el uniforme de la escuela aunque vayan a tener clases online, puede ser de gran ayuda, incluso prepararles un almuerzo y ponerlo en sus loncheras. Lo importante es mostrarles lo más que se pueda, cómo será un día escolar bajo la “nueva normalidad” para hacer que disminuya su ansiedad por separación y miedo de regresar a las aulas.

Parte del problema de ansiedad que están sufriendo muchos pequeños es que son muy perceptivos, por lo que si ven a sus padres estresados por las noticias es posible que lo capten ellos también y se inquieten, aunque los padres les limiten el acceso a las noticias, ellos perciben el estrés a través de los adultos con los que conviven todos los días. Esto puede resultar en que se sientan aún más ansiosos y busquen apegarse más a sus padres y familiares, buscando en ellos más tranquilidad.

Es importante que las parejas discutan cómo comunicarse con los hijos y sobre el tipo de mensaje que desean transmitirles. Para ello, será esencial estar en el mismo canal sobre las medidas de seguridad que van a seguir como familia, sobre la importancia de cuidarse y cómo lidiar con el miedo y ansiedad que pueden sentir, de manera que no lo transmitan a los hijos sin darse cuenta. Por ejemplo, si notan que la presencia de otras personas fuera del círculo familiar en el que han estado inmersos durante la cuarentena los pone nerviosos o inquietos, es una señal de que será necesario prepararlos para ver y convivir con otras personas de nuevo.

Considerar estos factores ayudará a prepararlos para el regreso a clases, no podemos esperar que de un día para el otro estén listos para regresar a clases presenciales. Para lograrlo, los adultos de la familia deberán estar listos también para enfrentar los retos de regresar a la “nueva normalidad” y poner el ejemplo de cómo actuar si la presencia de otras personas nos causa miedo o ansiedad.

Mark Reinecke, psicólogo clínico y director clínico del San Francisco Bay Area Child Mind Institute (Instituto de la Mente Infantil del Área de la Bahía de San Francisco), señala que “en situaciones ambiguas, los niños pequeños recurren a sus padres para obtener pautas sobre cómo responder. Si el padre tiene confianza y seguridad en sí mismo, el niño lo percibirá. ¿Se modela o se mantiene en casa la ansiedad del niño sin darse cuenta?».

La manera en que los niños aprenden a manejar la pandemia desde su hogar es clave para ayudarlos a navegar su regreso a la “nueva normalidad”. Si desde casa, sus familiares no les ayudan a establecer una rutina y a manejar su apego y ansiedad por separación, esos niños sólo se volverán más propensos a sufrir estrés y ansiedad al regresar a clases. La clave está en prepararse con tiempo.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/trastorno-de-ansiedad-por-separacion-cuarentena

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Burnout, el efecto de la cuarentena

Por: Paulette Delgado

 

Un efecto secundario de la cuarentena es el burnout, un sentimiento de estar agotado que está afectando a docentes, directivos, alumnos y familias.

La escritora, periodista y autora del libro Can’t Even: How Millennials Became the Burnout Generation (el cual saldrá a la venta en septiembre), Anne Helen Petersen, describe el “burnout” como algo más allá de agotamiento físico o psicológico, es el sentimiento de estar exhausto de la vida misma pero a pesar de ese agotamiento, seguir adelante, sin descansar.

Una de las características del burnout (también conocido como “síndrome del trabajador quemado” o “síndrome de desgaste profesional”) es no tener sensación de logro al terminar algo estresante como un examen final o proyecto importante en el trabajo. Es estar constantemente buscando obtener esa sensación de logro sin poder alcanzarla, ya sea por ansiedad, carga de trabajo o distracciones. Josh Cohen, psicoanalista especializado en burnout, lo describe de la siguiente manera: “Te sientes burnout cuando has agotado todos tus recursos internos, pero no puedes liberarte de la compulsión nerviosa de seguir adelante».

Los efectos que suelen acompañar este síndrome son ansiedad, insomnio, conflictos interpersonales, bajo desempeño laboral, menor creatividad, renuncias y enfermedades.

Según Petersen, “parte de la razón por la que las personas trabajan todo el tiempo es que les aterroriza lo que sucedería si no lo hicieran. Y lo que les aterroriza es la precariedad, no tener ningún tipo de respaldo ni ningún tipo de red de seguridad», comentó para la publicación EdSurge.

Aunque se considera el burnout como una condición que afecta principalmente a los Millennials, el síndrome no es nuevo. El burnout fue diagnosticado por primera vez en 1974 por el psicólogo Herbert Freudenberger, quien asignó este síndrome a casos de colapso físico o mental causado por exceso de trabajo o estrés. Aunque su traducción literal es “agotamiento” el burnout va más allá, ya que es sentirse exhausto pero no detenerse, seguir así por más tiempo, años incluso.

Burnout en los docentes: el problema de estar siempre presentes

Ser docente durante una pandemia, con las escuelas cerradas indefinidamente, no es tarea sencilla. No solamente tuvieron que  adaptarse al aprendizaje remoto de emergencia al inicio de la pandemia, sino que con el alargamiento de la cuarentena ahora deben ser flexibles y estar disponibles en línea siempre.

Un ejemplo es el caso de Chrissy Romano Arrabito, maestra de segundo grado en Nueva Jersey, Estados Unidos. Su día comienza por  la mañana, enviando videos de buenos días a todos sus alumnos y acaba la jornada laboral a las diez de la noche, horas que utiliza para contestar llamadas de madres y padres de familia que trabajan durante el día (muchos de ellos son trabajadores esenciales), y hasta esa hora pueden buscarla para resolver sus dudas. Aunque estar disponible durante todo el día es admirable, es necesario que las maestras y maestros puedan tomarse el tiempo para cuidarse a sí mismos.

Lo que sucede es que, al estar en sus casas todo el día por la cuarentena, muchos padres o administrativos tienen la expectativa de que al estar en casa, los docentes no tienen razón para no estar disponibles para ayudar a sus alumnos, madres o directivos.

“La parte más agotadora del trabajo es que siento que estoy poniendo todo este esfuerzo sin saber realmente si vale la pena»

Otro punto importante es que se espera que los docentes se transformen en expertos en educación a distancia de la noche a la mañana debido a la cuarentena. Esta presión también afecta su salud mental. Además, a diferencia de otras profesiones, los docentes muchas veces también actúan como cuidadores, especialmente aquellos que trabajan en niveles preescolar, primaria y secundaria, lo que resulta en agotamiento físico, mental y emocional ya que puede haber alumnos que los preocupen por su situación socioeconómica o familiar y los quieran cuidar.

Debido a la pandemia, ahora los docentes están lejos de sus estudiantes, lo que puede desatar ansiedad al no saber cómo están e  impotencia al no poder ayudarlos. Provocando que los docentes busquen estar siempre disponibles para sus alumnos, contestando correos o llamadas hasta altas horas de la noche, como lo hace Chrissy Romano.

Aunque esa cercanía y esas emociones son importantes para el desempeño académico, estas actitudes, sentimientos y actividades, provocan burnout o estrés crónico, resultando en docentes menos motivados, menos comprometidos y, en el peor de los casos, los puede llevar a abandonar la profesión.

¿Cómo evitar el burnout en la docencia?

El Yale Center for Emotional Intelligence junto con sus colegas del Collaborative for Social Emotional and Academic Learning, conocido como CASEL, detectaron dos posibles factores que ayudan a proteger el bienestar emocional del maestro y evitar que sufran de burnout o ansiedad.

Para empezar, los docentes deben ser más abiertos con sus emociones. Muchas veces reportan mayor satisfacción laboral y menor ansiedad o agotamiento del que realmente tienen, por lo que sus líderes no detectan algún problema ni les brindan el apoyo que necesitan. Aprender a nombrar y expresar sus emociones con precisión, según CASEL, ayuda a comprender sus causas y consecuencias, lo que ayuda a regularlas de manera efectiva.

En segundo lugar, contar con un líder o administrador con habilidades emocionales desarrolladas ayuda a mejorar la relación docente-alumno, facilitando un mayor compromiso con el aprendizaje. Por eso es importante tener un enfoque en la salud mental de los educadores y sus administradores para que estén preparados psicológicamente para el regreso a clases.

Burnout en educación superior: lecciones para los líderes 

La academia y la educación superior son extremadamente propensas a detonar el burnout ya que es una cultura donde se trata la enseñanza e investigación como pasiones que se deben de seguir a cualquier costo.

Debido a la pandemia, profesoras y profesores  perdieron su estructura y tuvieron que adaptarse a las clases en línea, incluso muchos profesores que no habían tenido la experiencia de dar una clase en línea, se vieron frustrados y agotados a la hora de adaptarse a las plataformas online, lo que puede hacerlos más propensos al burnout. Incluso el verano, una época donde los docentes y administrativos aprovechan para desconectarse y descansar, ha sido muy diferente debido a la pandemia. Muchos docentes y administrativos han interrumpido sus vacaciones para atender  juntas y comités para hablar del panorama del siguiente curso escolar, ¿será presencial, híbrido o en línea?, y qué conlleva cada uno de estos panoramas.

Tal fue el caso de una administradora que no quiso compartir su nombre al ser entrevistada en EdSurge, por temor a perjudicar su institución, quien confesó lo agotadora que ha sido esta experiencia. “La parte más agotadora del trabajo es que siento que estoy poniendo todo este esfuerzo sin saber realmente si vale la pena». Ella también mencionó que es importante tomar en cuenta el burnout a la hora de planear el siguiente ciclo escolar ya que esto podría perjudicar a los docentes física y emocionalmente. Además, no abordar el tema puede producir una alta rotación de personal que abandonen la institución por otra que se preocupe más por la salud mental de sus empleados.

Aunque todavía hay mucho trabajo por hacer en este tema. Ya se está empezando a reconocer la importancia de la salud mental en las instituciones educativas. Según una encuesta del Consejo Americano de Educación, los líderes de las universidades que entrevistaron ponen la salud mental, tanto del personal como los alumnos, como una de las cinco preocupaciones más urgentes durante la pandemia, sólo falta traducirlas a acciones.

Soluciones que los directivos pueden tomar para evitar el burnout

Hacer que el ambiente laboral se sienta más humano

Muchos de los detonantes del síndrome del empleado quemado son sistémicos y complicados de solucionar para cualquier directivo, sin embargo, hablar del tema de manera abierta y poner en claro las expectativas que hay sobre el siguiente año escolar. Esto ayudará a que conozcan qué se espera de ellos y evitar estrés de más. Igualmente, es importante que los líderes compartan sus propias luchas. Compartir sus experiencias ayudará a crear conexiones significativas con el personal y generar confianza.

Simplificar y reducir la carga de trabajo

Los administradores deben priorizar las tareas esenciales y poner en pausa aquellas que no son tan importantes. Es una época de cambios e incertidumbre, es momento de tomar la experiencia de los meses anteriores y evaluar qué merece quedarse y qué no.

Adoptar flexibilidad

Es importante descubrir las necesidades de los docentes para cumplir con su trabajo pero no presionarlos con romper récords; hacerles saber que lo importante es la salud y es salir adelante. Para esto, es crucial reconocer las fortalezas de cada docente y ayudarlos a crear planes de enseñanza personalizados.

Las madres y padres también sufren de burnout

La cuarentena ha hecho que muchas familias se enfrenten a muchos desafíos. Para empezar, no sólo tuvieron que aprender a trabajar desde casa sino que al mismo tiempo convertirse en educadores de sus hijos y acompañarlos en sus clases. Conforme se fue exteniendo la pandemia y se acercaba el final de clases, muchos padres les aterraba pero al mismo tiempo emocionaba la idea de salir de vacaciones ya que significaba alejarse de las clases en línea para poder enfocarse más en su trabajo u otras actividades pero también pensar en cómo mantener a sus hijos ocupados mientras ellos trabajan.

Ahora les toca enfrentar un nuevo desafío: muchas empresas están empezando a pedir a los empleados que regresen a las oficinas. Poco a poco, son más los padres y madres de familia que tienen que volver a la oficina, pero las escuelas siguen cerradas hasta nuevo aviso en muchos países, como es el caso de México.

El segundo volumen de la encuesta Stress in the Time of COVID-19 (“Estrés en tiempos de COVID-19”), realizada por la Asociación Americana de Psicología, reveló que el 69 % de los padres esperaban con ansias el fin del año escolar pero al preguntarles sobre sus planes el 60 % dijeron que “no tienen idea de cómo mantendrán a su hijo ocupado todo el verano». Este tipo de situaciones, sumado a la preocupación de contraer la enfermedad o de perder el trabajo, termina por llevar a madres y padres  al punto de burnout. El primer volumen de la encuesta reveló que un 46 % de los padres con hijos menores de 18 años contestaron que su nivel de estrés es alto, en comparación a sólo un 28 % de los adultos sin hijos que respondieron lo mismo.

Otro factor que los lleva al burnout es la preocupación por la salud mental de sus hijos. Robin G. Nelson, profesora en la Universidad de Santa Clara dijo que al inicio no estaba preocupada por el impacto emocional que la pandemia iba a dejar en su hijo de ocho años, pero ahora, a meses desde que esta inició, confiesa que “es difícil mantenerlo feliz, motivado y bien desde que terminó la escuela porque ya no puede ver a sus amigos y maestros (ni siquiera virtualmente por las vacaciones) de manera regular”.

Un estudio publicado en el journal Clinical Psychological Science, divide el burnout de madres y padres en tres categorías generales: agotamiento, desapego, e ineficacia.

Tres categorías del burnout en las familias

  1. Agotamiento. Se refiere a las familias agotadas por la demanda natural e incesante de la maternidad y paternidad, especialmente durante la pandemia que pone a muchas personas en modo de supervivencia, causando cansancio y estrés, perturbando su sueño y dejándolos más exhaustos. Además, varias veces postergan irse a dormir como un intento desesperado de cansarse y usar el agotamiento como anestesia para dormir. El agotamiento puede provocar sentimientos de culpa o estrés en los padres, lo cual perjudica aún más el sueño.

  2. Desapego. Cuando las madres y padres sufren de burnout, pueden sentir que operan en “piloto automático” por lo que no son capaces de disfrutar de las interacciones cotidianas con sus hijos. Esto resulta en que se sientan alejados de ellos y que piensen que no son buenos padres. Lo peligroso es que puede convertirse en un círculo vicioso.

  3. Ineficacia. Por último, tanto madres como padres pueden sentirse ineficaces. Esto se refiere a escenarios como involucrarse más en la educación de sus hijos al asegurarse que tomen las clases en línea o cualquier situación que se sienta que no hay solución. Sienten que intervenir sólo terminará en fracaso, lo que los deja frustrados y sintiéndose ineficaces e inadecuados.

De estos tres factores, el que puede resultar más peligroso para la salud mental de los hijos es el desapego. Sin embargo, el burnout y estas tres categorías pueden ser tratadas con apoyo profesional, el de sus familias y sus empleadores.

Las escuelas deben prestar atención a no sólo al burnout de los estudiantes, sino también en el del personal académico y administrativo, además de tomar en cuenta que este síndrome también puede afectar a las familias, quienes  también forman parte de la comunidad educativa. Crear grupos de apoyo, no sólo para los alumnos quienes también se han visto afectados por este síndrome sino también para  las familias y los docentes será fundamental en estos tiempos de incertidumbre que estamos viviendo.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/burnout-docencia-familias

 

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