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El riesgo de regresar a clases: una clase de 20 niños podría afectar a 800 personas

Por: Paulette Delgado

Según un estudio de la Universidad de Granada, un salón de clases de 20 niños podría tener contacto con 800 personas en dos días.

Con la llegada del mes de agosto, muchos padres y educadores están al pendiente del regreso a clases. ¿Será un semestre presencial o laboral?

Hasta el momento, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que se descarta que los estudiantes regresen a sus aulas el 24 de agosto debido a que no existen las condiciones para hacerlo de manera presencial.

¿Qué implica regresar a clases?

Para poder tener de vuelta a los estudiantes en las instituciones, se necesita una planificación para reducir lo más posible los riesgos de contagio. Sin embargo, científicos de la Universidad de Granada (UGR), en España, se dieron a la tarea de investigar qué sucedería si los niños regresan sin las medidas necesarias.

El estudio analiza qué sucede cuando un número de personas que tienen contacto con un grupo de 20 alumnos que no han usado mascarillas ni han guardado distancia, demostrando el riesgo de volver a las aulas.

Para los expertos, el mayor problema es que su gobierno se centra en anunciar lo ideal que sería regresar a las aulas, pero no están considerando los recursos para garantizar que se mantendrán las medidas necesarias.

Se centraron en los grados infantiles hasta el cuarto año ya que Isabel Celaá, la ministra de Educación en España, dijo que estos alumnos pueden tratarse como convivientes o a modo de familia y que “en esa burbuja o set o módulo pueden moverse con tranquilidad, sin necesidad de guardar la distancia de 1,5 metros”.

UGR dice que es importante considerar que estos niños no viven en burbujas, tanto ellos como sus docentes conviven con sus propias familias, las cuales muchas tienen trabajo y están en contacto con más personas.

Tan sólo en un salón con 20 niños de estos grados pueden estar en contacto con cerca de 800 personas en un lapso de dos días, lo que podría resultar en un brote de contagio gravísimo si no se están cuidando. Esto si se asume, como lo hacen los expertos, que los estudiantes vienen de una familia conformada por dos adultos y 1,5 hijos (es decir, la mitad de la población tiene dos hijos y la otra uno, según la media española). Cada alumno podría exponer a 74 personas en su primer día, según UGR. Si la clase es de 25 alumnos, el número de personas con las que podrían convivir subiría hasta 91 por día, y hasta 1,228 en dos días.

Los expertos piden al gobierno que se consideren distintos escenarios y se asignen recursos necesarios para cada uno de ellos, las acciones concretas a realizar y el momento en que se llevarían a cabo cualquiera de estos planes. Ellos sienten que el insistir en un regreso presencial está mas encaminado a tranquilizar a los padres durante las vacaciones que a crear un plan que puedan mantener todo el año.

Eulogio Cordón, director del departamento de Organización de Empresas II de la UGR, dice que, “sin vacuna, la mayoría de las clases probablemente acaben volviendo a un escenario remoto a lo largo del próximo otoño cuando confluyan los efectos de la COVID-19 y la gripe estacional. Por ello, es muy importante que todos los agentes estén preparados para esa posibilidad”.

La UGR también dicen que debería considerarse a las familias sobre el regreso y su disponibilidad para cada escenario, algo que dicen que no se ha hecho. La falta de comunicación sólo resultará en una limitación en los protocolos y la planificación.

Los especialistas en educación recomiendan a las escuelas a apegarse a un horario de clases en línea que replique el modelo tradicional y que combine sesiones sincrónicas y asincrónicas. Sin embargo, si no hay comunicación con la familia, es imposible saber si está dentro de las posibilidades de los padres para mantener esta rutina y colaborar.

Los expertos resaltan que, si bien lo más deseado en España es arrancar el siguiente año escolar con clases presenciales, debido a la complejidad del COVID-19, las instituciones tienen que planear qué sucedería si tienen que cerrar.

Según Alberto Aragón, coordinador de este análisis, enfatiza la importancia de pensar escenarios donde se consideran riesgos muchísimo antes de que sucedan. Se necesita desde ya una dotación de recursos para los educadores, estudiantes y las familias y contar con protocolos de cómo pasar de clases presenciales a clases remotas.

¿Qué sucede en las universidades?

El caso de las universidades es mucho mas complejo debido a que los estudiantes cuentan con asignaturas y optativas, lo que complica formar grupos y contabilizar el número de personas que podrían exponer.

La Universidad de Granada, calculó el número de alumnos que podrían tener en un aula tomando distancia de 1.5 metros para entender los retos que podrían enfrentar en caso de regresar. En su caso, un aula de 92 plazas podría permitir sólo entre 16 y 24 alumnos. Bajo este escenario, las clases en línea son más efectivas ya que podrían ser más personalizadas, menos complicadas y llegar a un mayor número de alumnos.

Los estudiantes y docentes piden un sistema más estandarizado al transformar las clases del modelo presencial al online, que garantice evaluaciones justas. Aunque en este punto, debido a que las universidades suelen estar más digitalizadas que los colegios, se encuentran mucho más decididos a la hora de dar clases en línea, ambas instituciones tienen problemas de heterogeneidad y las evaluaciones ya que son muy limitadas o inexistentes.

Para poder tener un regreso a clases exitoso, ya sea presencial o en línea, las instituciones deben desde ya estar analizando y planeando para distintos escenarios y cómo mantenerlos durante el ciclo escolar. Como menciona Alberto Aragón: “Es importante reconocer que la organización de la vuelta al cole tiene características que la hacen especialmente complicada, pero eso precisamente debe llevar a planes más rigurosos”.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-riesgo-de-regresar-a-clases

 

 

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El impacto de la geografía en nuestra visión del mundo

Por: Paulette Delgado

La localización de  tu país en el mapa y el número de continentes que te enseñaron pueden no coincidir en otro país. ¿Qué implicaciones tiene esto en tu visión del mundo?

Existen muchos videos en internet donde se hace burla de los estadounidenses por su mala educación en temas de geografía, incluso hay una tendencia en la aplicación TikTok al respecto. Pero, ¿qué tanto es problema de su educación y qué tanto es la manera en que se les enseñó geografía? ¿Qué impacto puede tener esta materia sobre su visión mundial?

Gran parte del problema surge porque los estadounidenses no reconocen a América como continente, lo que molesta a los latinoamericanos (y con razón), pero esta confusión se debe a la manera en que se les enseña geografía. Ellos, al igual que otros países como Australia e Inglaterra, creen que existen siete continentes: Asia, África, Norteamérica, Sudamérica, Antártica, Europa y Australia, mientras que a países como México se les enseña que hay cinco: África, Europa, Asia, América y Oceanía/Australia. Incluso hay países como Japón donde aprenden que hay seis: África, Antártida, Australia / Oceanía, Eurasia, América del Norte y América del Sur.

La manera en que se observa la división del mundo es parte esencial de cómo organizar el conocimiento del mundo, por lo que el hecho de que existan tantas diferencias explica el descontento sobre el tema.

Incluso el logo de los Juegos Olímpicos incluye cinco anillos interconectados que representan  los cinco continentes habitados pero, ¿cuáles son estos y por qué estos  no se consideran igual universalmente?

¿Qué es un continente y cómo se divide?

Para entender por qué existen tantas discrepancias en cuanto al número de continentes, es importante conocer qué significa la palabra “continente”.

El Instituto Americano de Geociencias define un continente como «una de las principales masas de tierra del planeta, incluidas las tierras secas y las plataformas continentales”. Otras páginas anglosajonas lo definen como “una gran masa terrestre ininterrumpida completamente rodeada de agua”. Incluso la Real Academia Española (RAE) lo describe igual, “Cada una de las grandes extensiones de tierra separadas por los océanos”. Entonces, de acuerdo con  esta segunda definición, Norteamérica y Sudamérica debería ser un solo continente, al igual que Euroasia.

Un factor que influye en el número de continentes, según la fuente y el país es la geopolítica ya que, por ejemplo, todos los modelos consideran a África un continente pero en el caso de Europa y Asia, ambos siendo una gran masa continental, se toman como dos continentes, incluso si el 77 % de Rusia está en Asia y es un país transcontinental.

Otra teoría es dividir las masas por las placas tectónicas. Existen 15 placas tectónicas, de las cuales, siete tienen cerca de diez millones de millas cuadradas de tamaño por lo que corresponden aproximadamente a las formas de los continentes sobre ellos según el modelo de siete continentes.

¿Continentes o regiones culturales? La geografía física vs. la cultural

Aunque estas clasificaciones son algo arbitrarias y discutibles, es importante tener una clasificación del mundo por zonas que sirva como punto de partida para más información, como pueden ser los países, culturas, arte, comida, origen étnico, negocios, etcétera. Estos aspectos hacen que las personas establezcan generalizaciones de los atributos de los continentes, por ejemplo, creer que toda Sudamérica habla español, incluyendo Brasil, aunque no sea así.

Otros ejemplos puede ser decir comida asiática, en lugar de japonesa o china, música africana o arte europeo. Incluso, estas generalizaciones se aplican en las personas, describiendo a alguien con facciones asiáticas por tener ojos rasgados sin considerar que India también está en Asia.

Una forma de ver el mundo es por regiones, algo que hacen los geógrafos para facilitar su estudio. En este modelo existen ocho regiones: Asia, Medio Oriente y África del Norte, Europa, América del Norte, América Central y el Caribe, América del Sur, África y Australia y Oceanía.

Sin embargo, Philip Bouchard, educador, escritor y diseñador de software, escribe que si se dividiera el mundo en regiones culturales, como África subsahariana, Asia oriental, el sur de Asia que consiste en India, Pakistán, Bangladesh, Medio Oriente, desde Marruecos hasta partes de Afganistán sería más fácil ordenar al mundo y categorizarlos por cultura.

El caso de América es más complicado. Según Bouchard, varias personas en los Estados Unidos trazan la línea entre América del Norte y América del Sur en México, mientras que otros no incluyen a los países de América Central en Norteamérica, aunque es parte de su definición de geografía estándar. Si América se fuera a dividir por regiones culturales, claramente estos países son parte de América Latina, por lo que esa sería una parte y otra sería Angloamérica, compuesta por Estados Unidos y Canadá.

Entonces quedarían las siguientes regiones:

  1. Europa

  2. Medio Oriente

  3. África subsahariana

  4. Asia del Sur

  5. Asia Oriental o Asia del Este

  6. Angloamérica

  7. América Latina

Para llegar a esa conclusión, Bouchard se enfocó en los siguientes tres conceptos:

  1. Cada región definida debe ocupar un área contigua de tierra

  2. Cada región debería ser el hogar de cientos de millones de personas

  3. Un modelo plano (no jerárquico) como este, funciona mejor cuando el todo se divide en aproximadamente siete partes, aunque puede haber una o dos más o menos

Esta última parte se debe a que en este tipo de criterios, no se incluye Australia o naciones insulares. Si se eliminara el requisito de área de tierra contigua, por ejemplo, se podría agrupar a Australia con Angloamérica e Inglaterra. El escritor concluye diciendo que los modelos tradicionales basados en geografía física no son ideales para aprender sobre geografía cultural. Entender este último concepto ayuda a entender mejor el mundo, junto con la capacidad de absorber más detalles más rápidamente y tener generalizaciones culturales más acertadas.

El otro lado de la geografía: los mapas 

Aprender geografía va más allá de regiones culturales o definir continentes, leer un mapa también tiene un gran impacto sobre la manera en que se observa al mundo. Son una herramienta de enseñanza que son representaciones visuales que dan forma a la manera en que se comprende al planeta.

Los mapas representan información pero su interpretación varía mucho según el contexto y el tipo de mapas. Al igual que en los continentes, existen diferentes versiones y tienen diferentes impactos en la visión del mundo.

Los autores Harley y Woodward los describen de la siguiente manera, “Los mapas son representaciones gráficas que facilitan una comprensión espacial de cosas, conceptos, condiciones, procesos o eventos en el mundo humano».

Hay mapas físicos que muestran detalles e identifican características físicas como ríos, montañas, geográficos que demuestran masas de tierra. Hay mapas políticos que se centran en dividir territorios en temas como autoridades locales, estados y países. Otros se dividen por el  idioma para determinar dialectos en un área física o en un país, también los meteorológicos que muestran cosas como el sol, nubes y lluvia y muchos más.

Históricamente, los mapas geográficos han servido para ilustrar distintos puntos en el tiempo y las prioridades de los creadores, como poner un país más grande o más pequeño. El historiador Dirk Raat describe cómo a los pueblos del Viejo Mundo “los europeos medievales y sus contrapartes del Nuevo Mundo organizaron el espacio de acuerdo con principios filosóficos y religiosos». Esto significa que los mapas representan más allá de las masas,  incluyendo cómo se ven a sí mismos y sus creencias en relación con la tierra que ocupaban, demostrando que los mapas tienen un peso social y político inherente.

Los mapas geográficos están distorsionados

En 1569 Gerhardus Mercator,  cartógrafo europeo, creó un mapa mundial que sigue siendo popular hasta hoy en día, la proyección de Mercator. Esta tiene líneas rectas que representan direcciones constantes en la superficie de la tierra, lo que ayuda a navegar pero no a visualizar el tamaño de las masas.

Mapa proyección de Mercator / BardoczPeter.

Mapa proyección de Mercator / BardoczPeter.

Sin embargo, no es una representación precisa ya que extiende las partes del mundo que están más cerca de los polos, haciendo parecer a Europa y América del Norte más grandes de lo que son. Además de estar en el centro, ya que representa erróneamente el ecuador.  Al utilizar este mapa en la educación, esta distorsión se vuelve problemática.

Sobre este tema, Jane Elliot, educadora Estadounidense, al final de una entrevista explica que casi todo el sistema educativo de su país utiliza el mapa Mercator al enseñar sobre el tamaño, forma y ubicación de las masas terrestres. El mapa que repite países como China, India y Rusia para poder poner a Estados Unidos en el centro, en lugar de ser una verdadera representación mundial.

Además, Elliot señala  que Sudamérica es nueve veces más grande que Groenlandia, pero en el mapa aparece mucho más chico. Esto no sólo distorsiona el tamaño en el que se ve Estados Unidos, sino que también cambia cosas, como la ubicación del ecuador que lo ubica, según Elliot, en Iowa y no Ecuador. Esto se debe a que el modelo de Mercator no representa los hemisferios y continentes como son realmente. Jane Elliot explica que “hemisferio” viene del latín hemi y del griego ἠμὶ (medio, mitad, semi); del latin sphera y del griego σφέρα (esfera, circulo), por lo que debería estar representado en Ecuador y no en Iowa, un estado en Estados Unidos.

Además, en el caso de México, aparece casi del mismo tamaño de Alaska, aunque es dos veces más grande. Europa aparece de un tamaño similar a Sudamérica aunque el segundo también duplica su tamaño. Estas discrepancias incluso inspiraron un episodio del programa de West Wing.

En el siglo XX, cuando muchas naciones cerca de las regiones ecuatoriales ganaron independencia, la Proyección Mercator empezó a ser criticada por estas distorsiones, especialmente las naciones en desarrollo.

En 1974,  James Gall y Arno Peters publicaron su proyección global, la cual representa en manera más realista los tamaños de los países. Aún así, esta no es perfecta ya que distorciona su forma ya que los estira horizontalmente cerca de los polos y verticalmente cerca del ecuador al presentarlo en un papel o póster. Este modelo ha ganado mucha popularidad en las clases de geografía mundial.

Mapa proyección de Gall-Peters / Wikipedia.

Mapa proyección de Gall-Peters / Wikipedia.

Elliot compara ambos mapas para demostrar qué tanto cambia el tamaño de Estados Unidos y los países predominantemente blancos debido a que Mercator diseñó su mapa basándose en la difusión del cristianismo. Esto explica por qué Europa se encuentra en el centro del mapa, a la misma altura de Estados Unidos y de un mayor tamaño.

El impacto social que tiene educar a los niños con la proyección de Mercator es que se les enseña que, en el caso de Estados Unidos, implica que los estadounidenses son más grandes e importantes al estar en el centro del mapa. Este mapa exagera el poder imperialista a expensas de países en desarrollo y los reduce a la inferioridad, como con África, que aparece de un tamaño similar a Groenlandia, aunque es catorce veces más grande. Esto conduce a comportamientos  como asociar al hemisferio norte con riqueza e importancia porque está en la cima.

Mapas digitales: Google Maps está mal

En Febrero del 2005, Google lanzó Google Maps, un mapa digital con el propósito de crear “el mejor mapa de la historia”. Tiene GPS, permite al usuario acercarse o alejarse para mostrar las calles, muestra la información del tráfico y muchas otras ventajas que los mapas antiguos no ofrecen.

Sin embargo, hasta la fecha, esta herramienta está basada en la proyección de Mercator en su versión plana, por lo que utilizar esta herramienta para enseñar geografía a los alumnos creará distorsión del tamaño y demás problemas que explicó Jane Elliot. No fue hasta el 2018 que Google Maps lanzó su versión global, donde se puede ver el tamaño real de los países.

Aún así, los creadores de este tipo de plataformas no son geógrafos, son programadores que crean algoritmos que definen cómo se ven los mapas y no han hecho suficiente estudio sobre la forma en que esta herramienta influye el comportamiento de las personas.

Aunque se hace mucha crítica y burla sobre la falta de educación en geografía de Estados Unidos, es importante reconocer que, en un tema tan importante como lo es la geografía, muchas veces recae en la manera en que esta se enseña.

Al no haber un número definido de continentes existe el eterno debate de si los latinoamericanos también son americanos, al pertenecer a América. Además de poner a Rusia en una situación incómoda al pertenecer, en su mayoría, al continente Asiático pero también al Europeo.

Por otro lado, la manera en que se representan estos continentes en el mapa y en el sistema educativo tiene el mismo peso que su definición. Si se sigue enseñando mediante la proyección de Mercator, se seguirá representando erróneamente el mundo. Pero, también considerar que su alternativa, que es la proyección de Gall-Peters (o proyección de mayo) no necesariamente es más correcta ya que esta muestra las figuras distorsionadas y cambiar de modelo significa cambiar con la mentalidad de generaciones que aprendieron a ver un mapa distorsionado.

La geografía tiene un gran impacto sobre nuestra visión del mundo, sin embargo, su educación no es global. ¿Qué se necesitaría para mejorar su calidad? ¿Será mejor optar por definir al mundo por regiones culturales que por continentes? ¿Es necesario cambiar los mapas que se utilizan actualmente aunque implique reaprender dónde están los países y su tamaño?

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/impacto-de-la-geografia

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El impacto del COVID-19 en la generación Z y su visión del futuro de la educación

Por: Paulette Delgado

Un estudio revela el punto de vista de la Generación Z sobre cómo el COVID-19 afecta su educación y por qué buscarán seguir su propio camino educativo.

 

Con el fin de descubrir si los estudiantes de la generación Z estaban interesados en seguir una educación universitaria tradicional al terminar el bachillerato, la Corporación de Gestión de Crédito Educativo (ECMC por sus siglas en inglés) y VICE Media lanzaron “Question The Quo». Esta encuesta involucró a más de 2200 alumnos estadounidenses entre 14 a 18 años, es decir, jóvenes que están en el bachillerato o lo van terminando. Lo interesante es que la investigación comenzó a finales de febrero del 2020, justo cuando empezaba la pandemia y terminó a mediados de mayo, cuando los alumnos llevaban más de un mes en cuarentena.

Tradicionalmente, se estudian cuatro años de educación superior para obtener el título pero ahora, menos del 23 % lo ven como el único camino para obtener un buen trabajo o una exitosa carrera profesional. Por el contrario, el 70 % de los encuestados están dispuestos a seguir su propio camino de aprendizaje, aunque este no incluya ir a la universidad.

Cuestionando el statu quo

Los resultados de este estudio demuestran que las nuevas generaciones comprenden la necesidad del aprendizaje a lo largo de la vida y capacitación continua en habilidades, factores que Jeremy Wheaton, presidente y CEO del Grupo ECMC, considera esenciales para el éxito ahora y en el futuro. Más de la mitad de los encuestados (61 %) aseguraron que el mejor lugar para aprender es el trabajo, pero menos de la mitad (46 %) creen que las empresas brindan oportunidades de educación formal para ayudarlos a desarrollar sus habilidades.

Entre los factores que influyen la decisión de alejarse de una educación tradicional por rutas alternas, el 64 % de los jóvenes comentaron que les preocupa cómo pagar la educación superior. Un 59 % espera que el gobierno lance algún bono o programa adicional para ayudarlos a pagar sus deudas estudiantiles. Otro 46 % está esperando que las empresas empiecen a brindar educación formal con el fin de mejorar las habilidades que necesitarán en el futuro del trabajo.

Por otro lado, un 80 % de las mejores carreras que los encuestados quieren estudiar se ofrecen a través de programas de formación profesional y técnica, por lo que para esta generación, considerar una alternativa a la universidad es viable. Además, 65 % de los encuestados comentaron que consideran una educación alternativa porque confían en su futuro personal, inclusive el 84 % considera que sus perspectivas laborales son iguales o mejores que las de sus padres.

¿Qué preocupa a la Gen Z?

El cambio climático y la deuda estudiantil son dos de los temas que más preocupan y provoca ansiedad en los jóvenes de la generación Z. Según el estudio, el 51 % considera el cambio climático como el tema más preocupante, seguido por la deuda estudiantil (48 %) y las expectativas de los demás (41 %).

Por otro lado, la encuesta preguntó a los encuestados qué era lo que les daba más esperanza sobre el futuro, y el 60 % confirmaron que su familia. Le sigue con un 55 % las metas y esperanzas que planean cumplir, junto con su habilidad de poder ganarse la vida. Lo que más desconfianza y desaliento les da  es la deuda estudiantil, ya que no creen que se pueda evitar.

La generación Z se ha caracterizado por padecer altos niveles de estrés y burnout, esto se debe, en parte, a las altas expectativas que se tienen sobre las y los integrantes de esta generación. Las expectativas que tienen sobre ellos es el tercer tema que más preocupa a esta generación.

Pero, ¿cómo define la Gen Z el “éxito”? Se les preguntó cuánto estaban de acuerdo con las siguientes afirmaciones y 87 % está de acuerdo con que “éxito” es obtener un trabajo que los apasione en los primeros cinco años de su vida laboral. Otro 67 % creen que es centrarse en lo que aman, sin importar el dinero, y un 30 % creen que lo económico es lo que define el éxito.

La pandemia los ha hecho replantear sus planes a futuro

Debido a las fechas en las que se llevaron a cabo las encuestas, está claro que el tema del COVID-19 afecta a estos resultados. Al 37 % de los jóvenes encuestados les preocupa cómo la pandemia pueda afectar su futuro, especialmente por el impacto económico que la pandemia tendrá. Se estima que los estragos del COVID-19 se sentirán hasta una década después, afectando especialmente a las generaciones que ingresarán al mercado laboral en un mundo pospandemia.

Estos factores han influido en las decisiones de carrera de esta generación. El 25 % de los encuestados está considerando cambiar sus planes sobre qué hacer después de graduarse, el 24 % retrasará sus planes de estudiar una carrera universitaria y 21 % señala que es probable que asista a una escuela técnica, en lugar de asistir a la universidad. Además, el 35 % contestó que es probable que no busquen un título de posgrado.

Para quienes siguen con sus planes de continuar sus estudios, el 74 % de los encuestados cree que una educación basada en habilidades STEM o comerciales hacen sentido y son relevantes en el mundo actual. Mientras que el 59 % considera el aprendizaje a lo largo de la vida y la capacitación continua como un tema esencial.

Clases en línea vs. presenciales

La generación Z prefiere la enseñanza presencial. Más de la mitad (58 %) de los encuestados creen que la educación sufre durante los cierres de las instituciones educativas. Mientras que al elegir entre clases presenciales, híbridas o totalmente en línea, el 36 % considera que, como están las cosas actualmente, las clases son mucho mejor presenciales, seguido muy de cerca (34 %) por la creencia que la mejor opción son las clases híbridas y el 30 % se inclina más por las clases en línea.

Estos resultados cambian cuando se les pregunta lo mismo pero considerando un escenario donde ya se haya desarrollado una vacuna; en este escenario, el 56 % considera que prefiere tener clases presenciales, seguido por un 37 % híbridas y sólo un 7 % prefiere las clases exclusivamente en línea. Pero aunque la mayoría de los encuestados se incline por las clases presenciales, ¿cómo se imaginan un regreso a las aulas pospandemia? El 39 % está de acuerdo que, de regresar a las aulas, los escritorios deberán estar apartados uno del otro y un 36 % considera que se deberían reducir los espacios sociales.

Al preguntarles qué tan de acuerdo estaban con la dificultad y desventajas de la educación en línea, el 39 % está de acuerdo que el material en línea es menos desafiante, mientras que un 34 %  acordaron lo opuesto, señalan que las clases online son más difíciles y sólo el 20 % afirmó consideran que es lo mismo.

Por último, el 43 % creen que debido a la pandemia, aumentará la insistencia en la educación en el hogar posibilidad que esta generación no ve con buenos ojos ya que el 50 % cree que la cuarentena sólo ha aumentado a la desigualdad ya que no todos los alumnos tienen el mismo acceso a las tecnologías necesarias para aprender a distancia.

Está claro que la pandemia ha afectado a la generación Z y los ha llevado a replantear sus planes sobre qué hacer al graduarse de preparatoria. Además, temas como el costo de la universidad y la incertidumbre, siguen empujando a los alumnos a considerar entrar a trabajar o estudiar una carrera técnica o entrar a algún programa de formación profesional. Aún así, la encuesta se realizó durante la cuarentena por lo que sería interesante ver si cambian de opinión una vez que vuelvan a abrir las universidades.

 

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/impacto-covid19-gen-z

 

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Aprendizaje sincrónico y asincrónico: definición, ventajas y desventajas

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¿Conoces las diferencias entre el aprendizaje sincrónico y asincrónico? ¿Sus ventajas y desventajas? Aquí las explicamos. 

Debido a la pandemia por COVID-19, muchas instituciones se vieron obligadas a pasar sus clases de un aula presencial a una en línea. Esto los ha hecho experimentar con el aprendizaje asincrónico y sincrónico para ver cuál funciona mejor o se adapta más a sus necesidades y sus alumnos pero, ¿qué significan estos conceptos? ¿en qué se diferencían?

El aprendizaje en línea se divide en dos categorías: aprendizaje sincrónico y asincrónico. El primero se refiere a aquella educación donde los alumnos tienen la oportunidad de aprender e interactuar en el momento (o “en vivo”) con su profesor y sus compañeros. Más a detalle, el sincrónico es un tipo de aprendizaje grupal ya que todos están aprendiendo al mismo tiempo. El aprendizaje asincrónico es aquél  que puede suceder en vivo o estando desconectados a través de videos, material o recursos educativos previamente proporcionados por la profesora o profesor, es decir, la clase aprende lo mismo pero cada alumno a su ritmo.

Técnicamente, el aprendizaje sincrónico también incluye conferencias, debates, clases en aulas físicas o actividades grupales. A diferencia del asincrónico, que es más autodirigido ya que el alumno decide a qué hora aprender.

TeachThought explica que, históricamente, la mayor parte del aprendizaje en línea era asincrónico pero debido a la evolución de la tecnología y que se han desarrollado herramientas como el ancho de banda, la transmisión de video, redes sociales y más, se ha popularizado el uso del aprendizaje sincrónico.

¿Cuál elegir?

Cada institución tiene necesidades distintas, por lo que deben de saber elegir entre diferentes variables:

  • Si los estudiantes y maestros cuentan con las herramientas (computadoras, dispositivos móviles, etc.) para tener clases en línea

  • El acceso a internet tanto por parte de los educadores como de los alumnos

  • Si tienen un buen espacio para estudiar y la disponibilidad de horario para conectarse a las clases

  • El diseño de las clases y las evaluaciones para medir lo que aprendieron

  • La manera y el tiempo en el que aprenden los estudiantes


Aprendizaje asincrónico: ventajas y desventajas

Una de las mayores ventajas de este tipo de aprendizaje es que le permite al alumno ser independiente ya que le da la oportunidad de organizar su tiempo. Además, están disponibles en todo momento, incluso el alumno puede descargar el contenido y acceder a este aunque no tenga internet. Esto también ayuda a que el alumno pueda regresar a una lección o actividad y repasar si tiene dudas.

La única y mayor desventaja de este modelo es que no hay interacción real entre los educadores y sus alumnos, e incluso entre los mismos compañeros, por lo que si tienen una duda, no será resuelta en ese momento.

Aprendizaje sincrónico: ventajas y desventajas

La mayor ventaja del modelo sincrónico es la desventaja del asincrónico, ya que en el aprendizaje sincrónico hay una interacción en tiempo real entre maestros y estudiantes, haciendo que cualquier problema o duda que tengan se resuelva ahí mismo, además de que en esta modalidad el alumnado puede ver e interactuar con sus compañeros de clase.

Por el otro lado, la desventaja de este tipo de aprendizaje es que depende de la tecnología para que suceda: si una alumna tiene o no un equipo para conectarse, o tiene acceso a una conexión a internet estable, por ejemplo.

Estas ventajas y desventajas solo evidencian el hecho que ambos no serán efectivos si no cuentan con una metodología pedagógica que tome en cuenta la tecnología y cómo optimizarla. La calidad de las clases o del aprendizaje dependen de una buena planeación y diseño que permita al alumnado entender mejor el contenido, además de una continua revisión y evaluación de la efectividad de cada modalidad o tipo de aprendizaje.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/aprendizaje-sincronico-y-asincronico-definicion

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Maestros temen regresar a clases presenciales, revela encuesta

Por: Paulette Delgado

Ante la incertidumbre sobre cómo será el regreso a clases en otoño, Education Week se acercó a educadores, directores y líderes de distrito para descubrir si están preparados para volver.

Aunque el ciclo escolar está terminando, ahora a medida que las restricciones impuestas para evitar contagios por coronavirus se están levantando, muchos educadores y familias se enfrentan a la pregunta: ¿Y ahora? ¿Qué sigue? ¿Qué pasará cuando regresemos a clases?

Para descubrir qué opina la comunidad académica, Education Week encuestó a cerca de 2 mil maestros, 477 directores y 446 líderes de distrito. El estudio reveló puntos clave incluyendo qué sucederá con aquellos alumnos que tengan problemas de salud, ¿regresarán a clases presenciales o deberán continuar las clases remotas?

El panorama es incierto. En México, los casos de contagiados por COVID-19 siguen aumentando, y en Estados Unidos se pronostica llegar a 200 mil muertos para septiembre. Ante esta situación toca a las instituciones debatir si es mejor continuar las clases en línea o reabrir sus puertas.

Nerviosismo ante la reapertura de los centros educativos

Ante la posibilidad de volver a las clases presenciales tras la cuarentena, el 65 % de los maestros creen que las escuelas deben permanecer cerradas para evitar más contagios. Por el contrario, el otro 35 % restante creen que deberían abrir ya que ayudaría a regresar más rápidamente a la normalidad. Los que más apoyan la reapertura son los maestros y directores de bachillerato que aquellos con alumnos de niveles primaria y preescolar. Además, aquellos que no tienen personas cercanas con problemas de salud son más propensos a buscar la reapertura, según reveló la encuesta.

Aunque en el caso de Estados Unidos, la posibilidad de reabrir las escuelas varía de estado a estado. En Hawái, por ejemplo, casi la mitad de los directores tienen cerca de 55 años o más, mientras que en Illinois sólo el 9 % está en ese rango de edad. En general, el 9 % de los encuestados tienen 65 años o más, población que se considera como de  más riesgo. Este escenario también hace que los distritos escolares tengan que pensar en planes personales para proteger a los educadores de la tercera edad y atender escasez de personal en caso de que muchos no puedan regresar.

Aunado a la edad, 1 de cada 3 educadores contestaron que tienen problemas médicos que los pone en riesgo ante el virus. Más específicamente, el 36 % de los maestros, directores y líderes del distrito confesaron contar con una condición física asociada con los efectos del coronavirus. Además, el 69 % informaron que un familiar cercano son población de riesgo.

Cossondra George, maestra de Michigan que tiene asma y 59 años de edad, expresó su nerviosismo ante la posibilidad de regresar a clases, «Estoy realmente preocupada por mi salud, estoy preocupada por la salud de mis alumnos. Siento que abrir escuelas de nuevo tiene que ser un proceso realmente bien pensado». Además, expresó que tiene más dudas que respuestas al respecto, en especial cuando se trata de mantener la distancia social.

Education Week también reveló que el 76 % de los encuestados están “algo o muy preocupados” por las consecuencias que podría traer para su salud tener clases presenciales en otoño. Este porcentaje cambia según la zona, en zonas urbanas el 34 % de los educadores están preocupados ante esta posibilidad, pero sólo el 22 % de los maestros en zonas rurales. Este porcentaje se ve afectado por el número de maestros en riesgo (35 % versus 21 %).

Deserción docente pospandemia

Otro problema que enfrenta el sector educativo es que muchos docentes están considerando abandonar la profesión por la pandemia. Pero este porcentaje es engañoso, ya que aunque 1 de cada 5 maestros piensan abandonar las aulas, el 38 % de ellos ya consideraban retirarse antes de que sucediera la cuarentena.

El impacto que tuvo el coronavirus se ve reflejado en el hecho de que un 12 % de los encuestados no pensaban abandonar la profesión antes de la pandemia pero ahora lo están reconsiderando, provocando una rotación de maestros muy grande. De estos, el 79 % confiesa que parte de su decisión se basa en que tienen a algún ser querido con una condición que los pone en riesgo, por lo que no los quieren arriesgar.

Esta rotación de educadores presenta un riesgo para los distritos escolares ya que muchos pueden tener recortes presupuestarios que podrían conducir a no reemplazar a esos maestros y a despedir a otros.

¿Cómo será el regreso a clases, presencial, en línea o híbrido?

Aunque el cambio al aprendizaje virtual ha frustrado a muchos maestros, comentan que el cambio los obligó a aprender nuevas habilidades tecnológicas y métodos de enseñanza para llegar a los estudiantes de manera más efectiva. Ante los retos de la enseñanza en línea, los docentes que participaron en la encuesta confesaron que se sienten menos efectivos en esta modalidad pero esta no es una razón para pensar en renunciar, incluso si el regreso a clases en otoño es virtual.

Está claro que las interacciones en persona son clave en la educación y ayudan a los maestros a sentirse más motivados y efectivos, pero el nivel de productividad depende del rol. El 82 % de los docentes contestaron que trabajan mejor en las escuelas, comparado con un 64 % de los líderes del distrito.

Además, la perspectiva de muchos docentes ha cambiado tras la pandemia. Liz Russillo, profesora en Rhode Island señala que el cambio hacia el aprendizaje remoto la ha «obligado a utilizar la innovación y la creatividad para las evaluaciones más críticas al tiempo que destaca la importancia de la relación profesor-alumno. Nunca más daré por sentado que el estudiante que se presenta temprano para la clase para contarme sobre su fin de semana o el estudiante sentado en la parte de atrás del salón, tratando de permanecer fuera del radar, porque está teniendo un mal día».

A pesar de la incertidumbre, la posibilidad de regresar a clases los educadores se mantienen positivos. El 80 % confían que el mismo porcentaje de sus colegas regresarán a sus aulas el siguiente ciclo escolar, incluso si las clases no son presenciales o son híbridas.

La encuesta reveló fue que el 24 % de los educadores no piensan regresar si no hay un buen plan para implementar medidas de distanciamiento social efectivas. Sin embargo, el 35 % creen que estas medidas sólo harán más difícil que los estudiantes regresen, lo que provocaría implementar soluciones como sesiones dobles o más trabajo para los docentes.

Tras la implementación a nivel mundial de la enseñanza remota de emergencia,  es normal pensar que la educación en tiempos de coronavirus es un maestro interactuando por medio de herramientas como Zoom con sus alumnos pero este no es siempre el caso. Según la encuesta, 48 % de los participantes contestaron que sus clases se llevan a cabo a través de videoconferencias en vivo donde pueden hablar con los alumnos y estos tienen la oportunidad de interactuar con sus compañeros. Este tipo de participación se ve afectado por los niveles educativos. El 56 % de los docentes de primaria tienen clases en vivo, mientras que sólo el 40 % de maestros de secundaria y un 38 % de bachillerato lo hacen.

El estudio también reveló que entre los docentes que sí tienen clases en vivo, el 59 % dedica una hora o menos en hacerlo, ya que tratan de ajustarse a la disponibilidad de los padres y no abrumarlos. Algunos directores de distrito incluso pidieron a las escuelas que no se enseñen ningún material nuevo ya que muchas familias no cuentan con las capacidades docentes para administrar la enseñanza en el hogar.

Brecha digital y problemas de comunicación

En cuanto a la comunicación entre directores con maestros, familias y estudiantes, según Education Week menos de la mitad lo hace diariamente. Para ser específicos, 47 % de los directores interactúa todos los días con los alumnos y sólo el 17 % lo hace con las familias, cosa que hacían de manera frecuente cuando las escuelas estaban abiertas.

Uno de los puntos clave de la encuesta fue la participación de los estudiantes. Para el  76 % de los maestros encuestados, la participación de los alumnos ha ido disminuyendo. Esto puede provocar erosión académica, especialmente para aquellos alumnos de escasos recursos ya que pueden no tener acceso a las herramientas necesarias para continuar sus clases y comunicarse con los maestros. Además, dedican menos tiempo a sus clases, sólo una o dos horas, una hora menos de lo que los educadores reportan que invierten en ellos. Por su parte, los docentes también reportan que la poca participación provoca que ellos enseñen menos contenido nuevo.

Sobre este tema, Michael Casserly, líder del Consejo de las Escuelas de la Gran Ciudad dijo que la brecha es preocupante. “La imagen es muy desigual. No todos nuestros niños tienen acceso a las mismas cosas. Si estos patrones persisten, podrían crear una ‘subclase permanente’ de jóvenes que carecen de las habilidades para el trabajo y la responsabilidad cívica, una inequidad que daña la economía nacional y ofende el sentido de equidad moral».

Uso de herramientas para el aprendizaje en línea

El último punto que aborda la encuesta es si la videoconferencia es la principal herramienta que usan los educadores, especialmente aquellos de ciencias, matemáticas, lenguaje y arte. El 72 % de los encuestados creen que es una manera efectiva de enseñar ciencias, otro 63 % que es una buena forma de enseñar lenguaje y arte un 57 % confirman que les sirve para enseñar matemáticas.

Aunque las videoconferencias no son las únicas herramientas que utilizan. En el caso de ciencias, hacen experimentos con materiales caseros. Con lenguaje y arte, utilizan plataformas como Google Docs o Word Online y el uso de videos pregrabados es otro método que utilizan los maestros de matemáticas.

Debido a que aún no se tiene una vacuna y parece que el COVID-19 seguirá presente en otoño, las escuelas tienen que tomar en cuenta todos estos factores a la hora de pensar abrir sus puertas y, sobre todo, cómo lo harán. Es fundamental cuidar la salud y bienestar no solo de los estudiantes sino también del profesorado y personal. Plantear soluciones y alternativas para aquellos maestros que temen enfermarse o contagiar a sus familiares y cuidar especialmente a aquellos que son vulnerables al momento de planear el siguiente ciclo escolar y el enfoque que tendrá.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/maestros-temen-regreso-poscovid

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Lecciones del COVID-19 en el sector educativo

Por: Paulette Delgado

El coronavirus tomó al mundo educativo por sorpresa y lo obligó a ajustarse a una enseñanza en línea en poco tiempo. ¿Qué lecciones podemos aprender al respecto?

Debido a la pandemia, tanto alumnos como educadores se vieron en la necesidad de adaptarse a las clases en línea rápidamente. Ahora, meses después, es momento de reflexionar qué impactos ha tenido el COVID-19 en la educación y qué lecciones se pueden aprender.

En primer lugar, es importante observar la curva de aprendizaje de China al ser los primeros en entrar en cuarentena.

¿Qué podemos aprender de China? 

El caso de China ha demostrado que es claro que ha aumentado el número de horas que los maestros y alumnos pasan frente a la pantalla, lo que no es lo ideal. Según investigadores de la Universidad de Pekín, 15 a 30 minutos son más que suficientes para tener una sesión efectiva, ya que las sesiones en línea necesitan mucha concentración durante las clases y esto puede agotar tanto al educador como al alumno. Sin embargo, el número de horas promedio que pasan en línea tanto alumnos como docentes en China es de tres horas.

El Departamento de Educación de Guangdong liberó una guía sobre cómo hacer que los cursos duren 20 minutos. Ellos recomiendan no sólo enfocarse en la pantalla, sino también encargar actividades prácticas para reducir la fatiga.

Otro problema que se ha acentuado en este país durante la pandemia es la brecha de acceso digital. No todos los alumnos tienen acceso a la tecnología necesaria para conectarse a las clases en línea, por lo que en el mes de febrero, el Ministerio de Educación de China prohibió introducir un currículo nuevo hasta el final del semestre. Al mismo tiempo, animó a los maestros a enfocarse en la salud mental, física y entretenimiento. Se dictaminó que para el 13 de abril, las escuelas podían empezar con un nuevo plan de estudios en línea.

La tercera lección que se puede aprender de China es el apoyo a sus maestros. La Escuela Internacional de Educación Yew Wah de Guangzhou, por ejemplo, se centró en apoyar la colaboración entre docentes y permitirles experimentar. Sus educadores trabajaron en equipo para abrir una plataforma de aprendizaje en línea en sólo una semana y están en constante comunicación compartiendo ideas y resolviendo dudas, lo cual los estudiantes tomaron como ejemplo de colaboración.

La siguiente lección de China es la importancia de comunicarse con las familias. El aprendizaje en línea es una ventana al aula, por lo cual es importante dejar que ellos opinen al respecto y se sientan escuchados. Siguiendo con el ejemplo de la escuela de Yew Wah, la institución encuestó a las familias después de 10 días de clases online, para conocer la opinión y el sentimiento general de madres y padres. La encuesta resultó en ideas útiles y sugerencias que se tomaron en cuenta, como por ejemplo, la duración de las sesiones en línea las cuales, tras la encuesta, fueron ajustadas a 10 minutos frente a la pantalla y 20 minutos con actividades asincrónicas.

Pero, ¿qué hay del resto del mundo? ¿Qué otras lecciones se pueden aprender de esta pandemia?

Lecciones durante la pandemia

Involucrar a las familias

Katy Farber, educadora con más de  20 años de experiencia y autora de tres libros sobre educación opina que las familias deben ser incluidas en el proceso educativo. Debido a que ahora están más involucradas en la educación de sus hijos, tienen mucho que aportar y los educadores y personal educativo deberían valorar su opinión y aportaciones.

Farber comenta que otra lección importante de esta pandemia es que la enseñanza debe ser más flexible y adaptarse a lo que el estudiante necesita. Cada día, tanto adultos como niños y adolescentes en todo el mundo se sienten afectados física y emocionalmente por la pandemia, por lo que el proceso de aprendizaje puede verse afectado por estos factores.

Es importante tomar en cuenta que estamos viviendo una crisis sanitaria global, que nos impacta en todos los aspectos de nuestras vidas. Por lo tanto, establecer horarios inflexibles para la enseñanza no es el enfoque más práctico, los estudiantes deben tener la oportunidad de acceder al material en diferentes momentos y maneras que mejor se adapten a su situación particular.

La importancia de la salud mental

Otra enseñanza que nos ha dejado la cuarentena es la importancia de enfocarse en la salud mental. Debido a que el mundo está pasando por un momento caótico y traumático de manera colectiva, es más sencillo hablar sobre aislamiento, las emociones que esto ha provocado y cómo cada persona sobrelleva la situación de diferente manera. Esta apertura debería permanecer más allá de la pandemia, independientemente de cómo se vea la eduación en el futuro. En cada nuevo modelo o política educativa, debería tomarse en cuenta la salud mental no sólo de los estudiantes, sino también la del profesorado, personal no académico y de apoyo, así como también desarrollar estrategias que beneficien su bienestar mental.

Según Farber, es importante comprender que somos una comunidad, lo que significa que cada persona es responsable del otro. La cuarentena ha hecho que muchas personas sacrifiquen eventos importantes, su vida social, trabajo y demás, para evitar contagios. Este tipo de actitudes demuestran que todos estamos conectados y que las acciones colectivas son importantes y tienen una gran influencia sobre la salud y el bienestar de toda la comunidad. La educación del futuro debe aprender de esto y enfocarse en fomentar en los alumnos la responsabilidad, de manera que sean  miembros comprometidos con su comunidad que saben, además, trabajar de manera colectiva..

Por otro lado, el Foro Económico Mundial también dio a conocer las lecciones por aprender de la pandemia. El organismo reconoce que el sistema educativo global se remonta a más de 200 años y muchas veces no se enfoca en el bienestar emocional de los alumnos.

A consecuencia de la pandemia, la ansiedad, incertidumbre, miedo y sentimientos de aislamiento han aumentado, por lo que es importante enfocarse en brindar apoyo a los estudiantes y permitir que se conecten entre sí de manera informal, ya sea por chat o por videoconferencia durante las clases en línea, señala el Foro Económico Mundial.

Además, reconocen que existe una gran brecha tecnológica ya que no todos los estudiantes tienen acceso a la tecnología necesaria para tomar sus clases en línea. Esta desigualdad se ha exacerbado por la pandemia, por lo que gobiernos y escuelas deberían de unir fuerzas para garantizar una infraestructura que ayude a minimizar esta brecha.

Lecciones para la educación superior

Según Quacquarelli Symonds (QS), compañía británica que se especializa en educación y estudios en el extranjero, hay cinco lecciones clave que el coronavirus ha dejado a la educación superior:

  1. Las plataformas en línea son clave: Debido a la pandemia, muchas instituciones se vieron forzadas a trasladar sus lecciones al entorno en línea, utilizando plataformas o administradores  de aprendizaje como BlackBoard o Canvas. Esta tecnología permite al maestro subir recursos, impartir clases virtuales y darle seguimiento a sus alumnos. El CEO de Perlego, una biblioteca digital, señala que hubo un aumento del 300 % en los acercamientos de la educación superior y las instituciones de educación superior que buscan pasar al aprendizaje en línea.

    Este aumento repentino de demanda refleja la importancia de las instituciones por mantenerse al día sobre las plataformas en línea y estar constantemente capacitando a sus maestros para saber aprovecharlas. Según QS, varios países árabes habían rechazado la educación en línea en el pasado por preferir los métodos tradicionales, lo cual resultó en muchos problemas al inicio de la pandemia por su falta de preparación.

  2. El valor de la  movilidad internacional y las asociaciones: Ahora, las instituciones educativas se han percatando de la importancia de estar interconectados internacionalmente. En el caso de los estudiantes de intercambio, muchos se enfrentaron a la lucha de regresar a sus países en medio de fronteras cerradas para detener la propagación del virus.

    Esto resultó en que diversas universidades, como la Universidad de Melbourne, tuvieron que ir al rescate de sus alumnos internacionales para apoyarlos a regresar a sus países de origen. Y no sólo los programas internacionales se han visto afectados, los proyectos de investigación también. Muchos investigadores se han visto obligados a detener sus investigaciones, como es el caso de Richard Lenski, que llevaba 32 años investigando el crecimiento de poblaciones de bacterias Escherichia coli (E. coli).

    Por su parte, QS señala  que aquellas universidades con buenas conexiones internacionales se les hará más fácil el regreso a la nueva normalidad, incluyendo el ámbito de la investigación.

  3. La importancia de tomar en cuenta  la naturaleza: Debido a la cuarentena, el acceso a la naturaleza y al aire libre es limitado, lo cual ha resultado en que muchas personas aprendan a valorarla. Es importante que las universidades fomenten en la comunidad universitaria el vínculo entre productividad, consumo y naturaleza.

    La luz del sol, por ejemplo, tiene un impacto significativo en la capacidad de trabajar eficazmente, según estudios. Además de mejorar el estado mental, de sueño, fortalecer su sistema inmunológico y estar más alerta, lo cual hace a las personas más felices y productivas.

  4. Valorar la comunidad: Es normal sentirse aislados al estar lejos de familiares, amigos, compañeros y maestros. Aún así, es importante recordar que pasar tiempo con otras personas está relacionado con la felicidad.

    La pandemia ha ayudado a la gente a recordar que son parte de una comunidad y la importancia de mantenerse en contacto. Las universidades deben de enfocarse en mantener una comunicación constante con sus educadores, colaboradores y alumnos, actualizándonos constantemente sobre lo que sucede y alentándolos a aprovechar las herramientas tecnológicas para conectarse con otras personas.

  5. Contar con tecnología actualizada: Contar con plataformas digitales y equipo técnico necesario no sólo ayudará a trasladarlos al entorno en línea, sino también pueden apoyar en el aspecto administrativo. Es importante que las instituciones educativas revisen constantemente si sus plataformas o tecnologías no se han vuelto obsoletas o los detiene de responder eficazmente en caso de crisis, como lo ha sido el coronavirus.

¿Cómo será el regreso a clases en la “nueva normalidad”? 

Aunque el ciclo escolar está terminando en muchas partes del mundo, es importante comenzar a cuestionarse qué pasará en agosto o septiembre, meses en los que diversos países alrededor del mundo plantean reabrir los centros educativos.

Ante la posibilidad de un regreso a clases presenciales, los líderes educativos deben formular diversas preguntas antes de abrir sus planteles. El Foro Económico Mundial indica que es necesario cuestionarse si están dispuestos a modificar el plan de estudios, el modelo educativo, e incluso, el tiempo de las lecciones para asegurar que los alumnos se puedan adaptar a la “nueva normalidad” en el aula, de manera que se puedan concentrar y participar en clase sin temor de contagiarse.

Por otro lado, la  pandemia ha desatado una crisis de ansiedad, miedo y sentimientos de aislamiento en los alumnos, por lo que se necesita que educadores y personal académico colaboren en la construcción de un sentido de comunidad a través del aprendizaje remoto. Este esfuerzo debería de permanecer una vez que se regrese a clases presenciales. El Foro Económico Mundial incluso invita a los educadores a cuestionarse si están dispuestos a darles las oportunidades para conocerse y conectarse mejor el uno con el otro y compartir sus sentimientos en un ambiente seguro. Esto puede ser creando espacios o tiempos específicos para hablar de su salud mental y capacitando a los docentes en este tema.

De acuerdo con datos de la OCDE, la mayoría de los gobiernos invierten solamente entre el 2 % y el 4.5 % de su PIB en educación. Será importante que se aumente la inversión en educación ya que los salarios de los docentes en muchos países son ínfimos y la inversión en programas de desarrollo profesional para personal docente. En este último aspecto, la capacitación de los maestros será esencial para que cuenten con los conocimientos y herramientas necesarias que les permitan adaptarse a los cambios que están por venir.

También será de suma importancia garantizar que todos los alumnos tengan acceso a la tecnología que se ha vuelto vital para el aprendizaje en línea durante la pandemia, esto no será fácil.  “Será difícil nivelar el campo de juego absolutamente, pero ¿cuánto esfuerzo se hará para nivelarlo más?”, señala el reporte del Foro Económico Mundial.

Sin duda, el COVID-19 ha venido a sacudir al mundo, ahora será cuestión de analizar las lecciones que se han aprendido durante este tiempo, y que deberá cambiar a partir de ahora. Es tiempo de invertir más en educación. Es  momento de hablar de manera más abierta sobre la importancia de la salud mental y el bienestar de alumnos, docentes y personal no académico. Es momento de replantearnos si los sistemas de evaluación que usábamos hasta ahora siguen vigentes para garantizar el aprendizaje efectivo.

Por último, aunque la pandemia y cuarentena llegaron sin previo aviso y las instituciones educativas tuvieron que  adaptarse rápidamente para asegurar la continuidad académica, debemos aprovechar esta crisis para hacer una pausa que nos permita analizar, reflexionar y replantearse la educación como la conocíamos hasta ahora.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/lecciones-covid-19-educacion

Imagen: Alexandra_Koch en Pixabay

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Lecciones del COVID-19 en el sector educativo

Por: Paulette Delgado.

 

Debido a la pandemia, tanto alumnos como educadores se vieron en la necesidad de adaptarse a las clases en línea rápidamente. Ahora, meses después, es momento de reflexionar qué impactos ha tenido el COVID-19 en la educación y qué lecciones se pueden aprender.

En primer lugar, es importante observar la curva de aprendizaje de China al ser los primeros en entrar en cuarentena.

¿Qué podemos aprender de China? 

El caso de China ha demostrado que es claro que ha aumentado el número de horas que los maestros y alumnos pasan frente a la pantalla, lo que no es lo ideal. Según investigadores de la Universidad de Pekín, 15 a 30 minutos son más que suficientes para tener una sesión efectiva, ya que las sesiones en línea necesitan mucha concentración durante las clases y esto puede agotar tanto al educador como al alumno. Sin embargo, el número de horas promedio que pasan en línea tanto alumnos como docentes en China es de tres horas.

El Departamento de Educación de Guangdong liberó una guía sobre cómo hacer que los cursos duren 20 minutos. Ellos recomiendan no sólo enfocarse en la pantalla, sino también encargar actividades prácticas para reducir la fatiga.

Otro problema que se ha acentuado en este país durante la pandemia es la brecha de acceso digital. No todos los alumnos tienen acceso a la tecnología necesaria para conectarse a las clases en línea, por lo que en el mes de febrero, el Ministerio de Educación de China prohibió introducir un currículo nuevo hasta el final del semestre. Al mismo tiempo, animó a los maestros a enfocarse en la salud mental, física y entretenimiento. Se dictaminó que para el 13 de abril, las escuelas podían empezar con un nuevo plan de estudios en línea.

La tercera lección que se puede aprender de China es el apoyo a sus maestros. La Escuela Internacional de Educación Yew Wah de Guangzhou, por ejemplo, se centró en apoyar la colaboración entre docentes y permitirles experimentar. Sus educadores trabajaron en equipo para abrir una plataforma de aprendizaje en línea en sólo una semana y están en constante comunicación compartiendo ideas y resolviendo dudas, lo cual los estudiantes tomaron como ejemplo de colaboración.

La siguiente lección de China es la importancia de comunicarse con las familias. El aprendizaje en línea es una ventana al aula, por lo cual es importante dejar que ellos opinen al respecto y se sientan escuchados. Siguiendo con el ejemplo de la escuela de Yew Wah, la institución encuestó a las familias después de 10 días de clases online, para conocer la opinión y el sentimiento general de madres y padres. La encuesta resultó en ideas útiles y sugerencias que se tomaron en cuenta, como por ejemplo, la duración de las sesiones en línea las cuales, tras la encuesta, fueron ajustadas a 10 minutos frente a la pantalla y 20 minutos con actividades asincrónicas.

Pero, ¿qué hay del resto del mundo? ¿Qué otras lecciones se pueden aprender de esta pandemia?

Lecciones durante la pandemia

Involucrar a las familias

Katy Farber, educadora con más de  20 años de experiencia y autora de tres libros sobre educación opina que las familias deben ser incluidas en el proceso educativo. Debido a que ahora están más involucradas en la educación de sus hijos, tienen mucho que aportar y los educadores y personal educativo deberían valorar su opinión y aportaciones.

Farber comenta que otra lección importante de esta pandemia es que la enseñanza debe ser más flexible y adaptarse a lo que el estudiante necesita. Cada día, tanto adultos como niños y adolescentes en todo el mundo se sienten afectados física y emocionalmente por la pandemia, por lo que el proceso de aprendizaje puede verse afectado por estos factores.

Es importante tomar en cuenta que estamos viviendo una crisis sanitaria global, que nos impacta en todos los aspectos de nuestras vidas. Por lo tanto, establecer horarios inflexibles para la enseñanza no es el enfoque más práctico, los estudiantes deben tener la oportunidad de acceder al material en diferentes momentos y maneras que mejor se adapten a su situación particular.

La importancia de la salud mental

Otra enseñanza que nos ha dejado la cuarentena es la importancia de enfocarse en la salud mental. Debido a que el mundo está pasando por un momento caótico y traumático de manera colectiva, es más sencillo hablar sobre aislamiento, las emociones que esto ha provocado y cómo cada persona sobrelleva la situación de diferente manera. Esta apertura debería permanecer más allá de la pandemia, independientemente de cómo se vea la eduación en el futuro. En cada nuevo modelo o política educativa, debería tomarse en cuenta la salud mental no sólo de los estudiantes, sino también la del profesorado, personal no académico y de apoyo, así como también desarrollar estrategias que beneficien su bienestar mental.

Según Farber, es importante comprender que somos una comunidad, lo que significa que cada persona es responsable del otro. La cuarentena ha hecho que muchas personas sacrifiquen eventos importantes, su vida social, trabajo y demás, para evitar contagios. Este tipo de actitudes demuestran que todos estamos conectados y que las acciones colectivas son importantes y tienen una gran influencia sobre la salud y el bienestar de toda la comunidad. La educación del futuro debe aprender de esto y enfocarse en fomentar en los alumnos la responsabilidad, de manera que sean  miembros comprometidos con su comunidad que saben, además, trabajar de manera colectiva..

Por otro lado, el Foro Económico Mundial también dio a conocer las lecciones por aprender de la pandemia. El organismo reconoce que el sistema educativo global se remonta a más de 200 años y muchas veces no se enfoca en el bienestar emocional de los alumnos.

A consecuencia de la pandemia, la ansiedad, incertidumbre, miedo y sentimientos de aislamiento han aumentado, por lo que es importante enfocarse en brindar apoyo a los estudiantes y permitir que se conecten entre sí de manera informal, ya sea por chat o por videoconferencia durante las clases en línea, señala el Foro Económico Mundial.

Además, reconocen que existe una gran brecha tecnológica ya que no todos los estudiantes tienen acceso a la tecnología necesaria para tomar sus clases en línea. Esta desigualdad se ha exacerbado por la pandemia, por lo que gobiernos y escuelas deberían de unir fuerzas para garantizar una infraestructura que ayude a minimizar esta brecha.

Lecciones para la educación superior

Según Quacquarelli Symonds (QS), compañía británica que se especializa en educación y estudios en el extranjero, hay cinco lecciones clave que el coronavirus ha dejado a la educación superior:

  1. Las plataformas en línea son clave: Debido a la pandemia, muchas instituciones se vieron forzadas a trasladar sus lecciones al entorno en línea, utilizando plataformas o administradores  de aprendizaje como BlackBoard o Canvas. Esta tecnología permite al maestro subir recursos, impartir clases virtuales y darle seguimiento a sus alumnos. El CEO de Perlego, una biblioteca digital, señala que hubo un aumento del 300 % en los acercamientos de la educación superior y las instituciones de educación superior que buscan pasar al aprendizaje en línea.

    Este aumento repentino de demanda refleja la importancia de las instituciones por mantenerse al día sobre las plataformas en línea y estar constantemente capacitando a sus maestros para saber aprovecharlas. Según QS, varios países árabes habían rechazado la educación en línea en el pasado por preferir los métodos tradicionales, lo cual resultó en muchos problemas al inicio de la pandemia por su falta de preparación.

  2. El valor de la  movilidad internacional y las asociaciones: Ahora, las instituciones educativas se han percatando de la importancia de estar interconectados internacionalmente. En el caso de los estudiantes de intercambio, muchos se enfrentaron a la lucha de regresar a sus países en medio de fronteras cerradas para detener la propagación del virus.

    Esto resultó en que diversas universidades, como la Universidad de Melbourne, tuvieron que ir al rescate de sus alumnos internacionales para apoyarlos a regresar a sus países de origen. Y no sólo los programas internacionales se han visto afectados, los proyectos de investigación también. Muchos investigadores se han visto obligados a detener sus investigaciones, como es el caso de Richard Lenski, que llevaba 32 años investigando el crecimiento de poblaciones de bacterias Escherichia coli (E. coli).

    Por su parte, QS señala  que aquellas universidades con buenas conexiones internacionales se les hará más fácil el regreso a la nueva normalidad, incluyendo el ámbito de la investigación.

  3. La importancia de tomar en cuenta  la naturaleza: Debido a la cuarentena, el acceso a la naturaleza y al aire libre es limitado, lo cual ha resultado en que muchas personas aprendan a valorarla. Es importante que las universidades fomenten en la comunidad universitaria el vínculo entre productividad, consumo y naturaleza.

    La luz del sol, por ejemplo, tiene un impacto significativo en la capacidad de trabajar eficazmente, según estudios. Además de mejorar el estado mental, de sueño, fortalecer su sistema inmunológico y estar más alerta, lo cual hace a las personas más felices y productivas.

  4. Valorar la comunidad: Es normal sentirse aislados al estar lejos de familiares, amigos, compañeros y maestros. Aún así, es importante recordar que pasar tiempo con otras personas está relacionado con la felicidad.

    La pandemia ha ayudado a la gente a recordar que son parte de una comunidad y la importancia de mantenerse en contacto. Las universidades deben de enfocarse en mantener una comunicación constante con sus educadores, colaboradores y alumnos, actualizándonos constantemente sobre lo que sucede y alentándolos a aprovechar las herramientas tecnológicas para conectarse con otras personas.

  5. Contar con tecnología actualizada: Contar con plataformas digitales y equipo técnico necesario no sólo ayudará a trasladarlos al entorno en línea, sino también pueden apoyar en el aspecto administrativo. Es importante que las instituciones educativas revisen constantemente si sus plataformas o tecnologías no se han vuelto obsoletas o los detiene de responder eficazmente en caso de crisis, como lo ha sido el coronavirus.


¿Cómo será el regreso a clases en la “nueva normalidad”? 

Aunque el ciclo escolar está terminando en muchas partes del mundo, es importante comenzar a cuestionarse qué pasará en agosto o septiembre, meses en los que diversos países alrededor del mundo plantean reabrir los centros educativos.

Ante la posibilidad de un regreso a clases presenciales, los líderes educativos deben formular diversas preguntas antes de abrir sus planteles. El Foro Económico Mundial indica que es necesario cuestionarse si están dispuestos a modificar el plan de estudios, el modelo educativo, e incluso, el tiempo de las lecciones para asegurar que los alumnos se puedan adaptar a la “nueva normalidad” en el aula, de manera que se puedan concentrar y participar en clase sin temor de contagiarse.

Por otro lado, la  pandemia ha desatado una crisis de ansiedad, miedo y sentimientos de aislamiento en los alumnos, por lo que se necesita que educadores y personal académico colaboren en la construcción de un sentido de comunidad a través del aprendizaje remoto. Este esfuerzo debería de permanecer una vez que se regrese a clases presenciales. El Foro Económico Mundial incluso invita a los educadores a cuestionarse si están dispuestos a darles las oportunidades para conocerse y conectarse mejor el uno con el otro y compartir sus sentimientos en un ambiente seguro. Esto puede ser creando espacios o tiempos específicos para hablar de su salud mental y capacitando a los docentes en este tema.

De acuerdo con datos de la OCDE, la mayoría de los gobiernos invierten solamente entre el 2 % y el 4.5 % de su PIB en educación. Será importante que se aumente la inversión en educación ya que los salarios de los docentes en muchos países son ínfimos y la inversión en programas de desarrollo profesional para personal docente. En este último aspecto, la capacitación de los maestros será esencial para que cuenten con los conocimientos y herramientas necesarias que les permitan adaptarse a los cambios que están por venir.

También será de suma importancia garantizar que todos los alumnos tengan acceso a la tecnología que se ha vuelto vital para el aprendizaje en línea durante la pandemia, esto no será fácil.  “Será difícil nivelar el campo de juego absolutamente, pero ¿cuánto esfuerzo se hará para nivelarlo más?”, señala el reporte del Foro Económico Mundial.

Sin duda, el COVID-19 ha venido a sacudir al mundo, ahora será cuestión de analizar las lecciones que se han aprendido durante este tiempo, y que deberá cambiar a partir de ahora. Es tiempo de invertir más en educación. Es  momento de hablar de manera más abierta sobre la importancia de la salud mental y el bienestar de alumnos, docentes y personal no académico. Es momento de replantearnos si los sistemas de evaluación que usábamos hasta ahora siguen vigentes para garantizar el aprendizaje efectivo.

Por último, aunque la pandemia y cuarentena llegaron sin previo aviso y las instituciones educativas tuvieron que  adaptarse rápidamente para asegurar la continuidad académica, debemos aprovechar esta crisis para hacer una pausa que nos permita analizar, reflexionar y replantearse la educación como la conocíamos hasta ahora.

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