Pedro Muller
Pues la verdad (en mi opinión), creo que todos somos más parecidos de lo que creemos, somos una serie de respuestas preprogramadas en nuestro cerebro que nos hacen responder de la misma manera a todos, como cualquier otro animal. La diferencia está en el desarrollo de nuestro cerebro, somos “seres pensantes con uso de razón”, pero hay momentos en los que literalmente nuestro mismo cerebro nos juega sucio, incluso desde pensar de manera tendenciosa hasta probablemente ser manipulados.
Daniel Kahneman, psicólogo, ganador de un Premio Nobel en Ciencias Económicas, escribió en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” (Thinking Fast and Slow) una teoría basada en la dicotomía de dos maneras de pensamiento; el sistema UNO es rápido, automático, frecuente, es emocional y corre en el subconsciente, llenando los vacíos de información con supuestos y prejuicios; el sistema DOS, el cual es más lento, requiere esfuerzo, es calculador, lógico y consciente.
También resalta que la gente pone demasiada confianza el juicio humano y que muchas veces no resulta ser tan bueno como parece y lo demuestra con una serie de pruebas empíricas que hizo a lo largo de su carrera profesional sobre cómo nuestro cerebro toma decisiones bajo diferentes circunstancias en las cuales hasta el mismo Einstein hubiera reaccionado de la misma manera que tú y yo.
¿Qué es lo primero que piensas cuando ves esta foto? Pues que es un tipo que te está mirando y está enojado por una situación, que posiblemente te quiera reclamar algo, sería mejor no confrontarlo y salir corriendo porque te puede hacer daño o prepararse para una pelea. Básicamente esas son conclusiones que hace nuestro sistema UNO por nosotros, llena los vacíos de información y saca una conclusión casi automáticamente.
¿Qué pasa cuando ves 1459 x 225? Si bien sabes que es una multiplicación, no te detuviste a hacerla, simplemente identificaste que es una operación matemática. Si lo intentas tus pupilas se van a dilatar, lo harás muy probablemente despacio; en este caso estarías usando tu sistema DOS. Puedes seguir viendo más ejemplos acá:
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En el libro de “El poder del hábito” (The Power of Habit), por Charles Duhigg, se habla de cómo los hábitos afectan también nuestra toma de decisiones en la vida cotidiana, Duhigg explica que mientras más repetimos una acción es más probable crear un hábito hasta volverse una acción automática. Cuando esto pasa, dicha acción se almacena en los ganglios basales del cerebro; actividades como seleccionar el zapato que te pones primero al vestirte, escoger el pie con el que te levantas, la ruta que eliges del trabajo a la casa, son actividades que de tanto repetirlas se convierten en acciones de piloto automático. De esta manera, muchas de las decisiones que tomamos a diario podrían ser un reflejo de nuestros hábitos.
Para crear o cambiar un hábito se necesitan tres pasos:
El disparador, la recompensa y la rutina. Por ejemplo, si te quieres hacer del hábito de hacer ejercicio, puedes ir al terminar tu trabajo (disparador), comerte un pollo a la parrilla después (recompensa) y hacerlo de lunes a viernes (rutina), esta es la base para crear o modificar cualquier hábito.
Malcolm Gladwell, en su libro “Fueras de serie (Outliers)” dice que para ser un experto tienes que practicar por lo menos 10,000 (la regla de las 10,000 horas). Esto quiere decir que si inviertes 20 horas por semana en una actividad muy probablemente en 10 años podrás ser un experto en ello, o si inviertes 40 horas a las semana pues son 5 años. Malcom cita a Mozart, el cual empezó a componer a los 7 años y no fue hasta después de los 21 cuando escribió algunas de sus grandes composiciones, lo mismo sucedió con los Beatles, Bill Gates, entre otros.
Por un lado, Gladwell afirma que con la repetición continua se alcanza un nivel experto en cualquier cosa, y por el otro, Duhigg dice que las acciones repetitivas se vuelven hábitos. ¿Será que hay una correlación entre las dos teorías? ¿Tendrá algo que ver de qué manera nuestro cerebro procesa las acciones?
El Reptil
Seth Godin y Clotaire Rapaille comentan también cómo el cerebro afecta la toma de decisiones, ambos hablan del cerebro reptiliano o cerebro de lagartija; esta es más bien una referencia a nuestra corteza límbica: en nuestro cerebro, el sistema límbico se encarga de ejecutar todas las funciones primitivas que tenemos como seres vivos, así que podemos decir que una lagartija es hambrienta, egoísta, miedosa, cómoda, temperamental y solo le interesa reproducirse y sobrevivir con el menor esfuerzo posible.
Yo diría que, lamentablemente para nosotros, esa parte del cerebro no ha evolucionado como debería para nuestros tiempos, todavía quedan rasgos de supervivencia que en este siglo ya nos necesitamos.
El reptil entra en juego cada vez que piensas:
- Esto no va a funcionar
- Se van a reír de mí si digo esto
- No creo que pueda
- Mejor lo hago mañana
- Me voy a meter en problemas
- Cuando te enojas cuando alguien se te mete en tu carril en el tráfico
- Cuando te sientes seguro (trabajo estable, hacer acciones repetitivas)
- Cuando haces lo que te dicen (sin pensar si quieres o no)
Para variar, ahora en día hay muchos que abusan de nuestro pobre cerebro de lagartija. Por ejemplo, el marketing (neuromarketing) apunta literalmente al reptil a la hora de venderte algo; básicamente, te venden comodidad, seguridad, facilidad y, para terminar, a todo le agregan un toque sexy porque, como sabes, el reptil solo piensa en reproducirse.
En conclusión:
Debemos estar conscientes de que nuestro comportamiento está influenciado grandemente por cómo está hecho y desarrollado nuestro cerebro. Esto va para todos por igual sin distinción, nuestro cerebro más de alguna vez nos puede jugar una mala pasada sin saberlo, o puede ser manipulado para tomar ciertas decisiones (sin que conscientemente nos demos cuenta); también existe la posibilidad de que muchas de nuestras decisiones probablemente las tomemos en piloto automático y que quizás ya sea un hábito, y tengamos más de 10,000 horas de práctica.
A mí me gusta observar en las redes sociales y ver cómo se comporta la gente. Te recomiendo hacer lo mismo: mira cómo mucha gente repite frases que Bill Gates, Steve Jobs o el Papa nunca dijeron, no validan lo que leen, lo que nos lleva a creer en la desinformación y a tomar decisiones subjetivas, instintivas y emocionales o, peor aún, que sean manipuladas.
Si te detienes a pensar cuándo fue la última vez que:
- Tomaste una crítica constructiva con calma
- Discutiste de algún tema con alguien con un punto de vista diferente sin pelear (religión, política, deporte)
- No sacaste conclusiones con la poca información que tenías
- Trataste de retar el status quo (dejar algo cómodo por hacer algo que te de miedo)
- Tomaste un riesgo en tu vida
- Identificaste y cambiaste un mal hábito (dejar de tomar, fumar, procrastinar)
- Creaste un buen hábito (leer, escuchar, reflexionar, ejercicio, etc.)
- Filtraste cualquier tipo de contenido que consumiste (ser escéptico con la información)
Estos son algunos ejemplos de cómo retar a nuestro cerebro, las distintas partes que lo componen y su naturaleza. Entender de alguna manera cómo nos comportamos y por qué, nos podría llevar a lograr una mejor toma de decisiones, crear mejores estrategias. También a retarnos a nosotros mismos ¿Y si cambiamos como individuos, que pasaría como colectivo? ¿cambiaríamos la cultura?
Fuente del articulo: http://pedromuller.com/2016/07/13/cuidado-con-el-reptil/