Por: Roberto Moreno Godoy.
Hace dos décadas atrás surgió la Gran Campaña Nacional por la Educación, en respuesta a un llamado que hicieron líderes de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, Asies, a representantes de distintas organizaciones y grupos de la sociedad. El planteamiento era claro y directo: ninguna nación logra un desarrollo sostenible sin destinar más recursos a la educación. Pronto muchos se sumaron para reclamar un mayor presupuesto para este sector, así como mejor calidad de gasto, que permitiera que más niños y jóvenes tuvieran acceso a una educación pertinente y de calidad. El análisis evidenciaba que nos encontrábamos entre los países que invertían menos en educación. En ese entonces el presupuesto de educación se aproximaba a dos mil millones de quetzales.
El proyecto del presupuesto de ingresos y egresos para el 2020 presentado por el Ministerio de Finanzas Públicas se situó en Q91 mil 900 millones, de los cuales dos terceras partes financiarán gastos de funcionamiento. Cerca de una quinta parte del monto propuesto ha sido solicitado para el Ministerio de Educación (Mineduc), por un monto de Q17 mil 771.5 millones. De hecho, aparte de las obligaciones del Estado y del pago de la deuda pública, es la dependencia que más incremento tendría en comparación al presupuesto vigente. Unos mil millones más para educación, de los cuales buena parte se destinarán a cubrir alimentación escolar y compromisos asociados con el pacto colectivo. Poco irá para financiar nuevas cosas. Esto indica que, de ser aprobada la asignación planteada por el Congreso de la República, el Mineduc recibirá el próximo año entre siete y ocho veces más recursos de los que tenía en 1999. Aunque expresado como porcentaje del PIB esto sigue siendo bajo en relación a otros países de Latinoamérica, es importante reconocer un relevante crecimiento de presupuesto para educación.
Ahora bien, aunque hay ajustes que hacer en función de los datos proporcionados por el censo, es claro que los indicadores no reflejan este aumento sustantivo en recursos. Las tasas de cobertura siguen siendo bajas y los resultados de calidad son débiles. Muchos de los fondos han ido a financiar aumentos salariales y otros gastos de funcionamiento, y relativamente poco ha ido para inversión y para fortalecer la calidad de las intervenciones. Esto amerita una reflexión profunda, pues disponiéndose de recursos muy limitados, que incluso nos fuerzan a asumir un mayor endeudamiento, debiésemos invertir el presupuesto en aquellos programas que traigan más beneficio y que sean más efectivos. No dejemos de insistir en ello. Debemos apostar a la educación como fuente de desarrollo y demandar que los recursos sean bien aprovechados. Se enfrenta el enorme reto de asumir decisiones difíciles, asegurando que los escasos recursos generen el mayor impacto posible. Corresponde a las autoridades electas ejercer un liderazgo efectivo para lograr un buen planteamiento, que conjugue una adecuada asignación para la educación con una buena calidad de gasto. Habría necesidad de colocar fondos en aquellas estrategias que brinden acceso a una educación de calidad, que haga la diferencia en los aprendizajes de los estudiantes.
Fuente del artículo: https://elperiodico.com.gt/nacion/2019/10/04/sala-confirma-sentencia-de-13-anos-a-lopez-bonilla/