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Ecología Social: Nueva frustración climática

Nueva frustración climática

Sergio Ferrari

 

Una migaja para enfrentar una crisis climática que parece no tener solución ni retorno. La reciente cumbre de las Naciones Unidas en Bakú, Azerbaiyán, resolvió poco y olvidó lo esencial.

La reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) acordó destinar 300.000 millones de dólares anuales a los países en vías de desarrollo para que puedan superar su dependencia del carbón, el petróleo y el gas –causa esencial del sobrecalentamiento– y compensar los gastos causados por los cataclismos climáticos. Monto que representa solo una cuarta parte de los 1.3 billones de dólares que esas naciones exigían y apenas superior a los 100.000 millones actuales que otorgaba el acuerdo vigente, a punto de perimir. Como moción de deseo la Conferencia especula con alcanzar los 1.3 billones de dólares anuales para el Sur Global, pero recién en 2035.

El Acuerdo de París de 2015 estableció un mecanismo de aumento regular de los recursos destinados a hacer frente al cambio climático. Un intento de mantener el calentamiento por debajo de 1,5°Celsius, tomando como referencia el clima en la época preindustrial.

Poco de nuevo

Luego de dos semanas de reuniones, el último domingo de noviembre los representantes de casi doscientos países llegaron a un pequeño acuerdo. El documento final, consensuado justo en el momento del pitazo final y tras treinta horas de prolongaciones desde la hora originalmente prevista para la clausura de la cumbre, logró evitar la muerte cerebral de un proceso que, lejos de resolver la crisis climática, continúa postergando soluciones de fondo. Lo que llevó a importantes portavoces de la sociedad civil mundial a expresar su decepción, subrayar la mezquindad de las naciones ricas e incluso hablar de un nuevo fracaso. La Organización No Gubernamental (ONG) internacional Amigos de la Tierra, por ejemplo, sostiene que la cita de Bakú defraudó a la sociedad civil “y pone en jaque a las poblaciones que sufren y sufrirán los impactos de la crisis climática con desastres naturales cada vez más devastadores” (https://www.tierra.org/finaliza-la-cop29-calderilla-para-la-financiacion-climatica-billones-para-las-falsas-soluciones-y-para-alimentar-el-genocidio-de-palestina/).

La COP29 se movió en dos contextos paralelos. Uno, la propia capital de Azerbaiyán, sede física del evento que convocó no solo a los delegados oficiales sino también a más de 60 mil representantes de multinacionales, del ámbito financiero, de instituciones internacionales, así como de numerosas ONG. El otro, los Estados Unidos, donde el próximo 20 de enero asumirá un gobierno negacionista del cambio climático. El tímido acuerdo logrado en Bakú podría ser desconocido total o parcialmente a partir del mismo 21 de enero por la nueva administración de la segunda nación más contaminante del planeta, solo por detrás de China.

Para eventuales avances de este proceso pro clima en cámara lenta, habrá que esperar a la COP30 en noviembre de 2025, conferencia a realizarse en Belém de Pará, una de las puertas de entrada a la Amazonia brasilera. Un año esencial, casi perdido, si se tiene en cuenta el acelerado proceso de calentamiento global que cada día, semana y mes se manifiesta a través de fenómenos meteorológicos de una fuerza poco conocida, desde la Dana en Valencia y otras regiones de España a los reciente huracanes en el Caribe y el sur de los Estados Unidos.

Naciones Unidas, evaluación prudente

La Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, organismo que, con 450 funcionarios originarios de una centena de países se ocupa de asegurar estas conferencias, considera que el acuerdo de Bakú de asistencia financiera a los países en desarrollo es un logro “de gran trascendencia”.

Conocido formalmente como Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado sobre Financiación del Clima (NCQG), en palabras de Simon Stiell, secretario ejecutivo de esa secretaría, dicho acuerdo es «una póliza de seguro para la humanidad en medio del empeoramiento de los impactos climáticos que afectan a todos los países”. Sin embargo, y “como cualquier póliza de seguros”, el mismo “sólo funciona si las primas se pagan en su totalidad y a tiempo”. “Las promesas deben cumplirse para proteger miles de millones de vidas”.

Con respecto a las expectativas de las naciones que asistieron a Bakú, Stiell admite que el acuerdo no las satisfizo plenamente a todas: «Ningún país consiguió todo lo que quería, y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo por hacer». Pero cree que, aunque las muchas otras cuestiones sobre las que todavía hay que avanzar quizás no sean espectaculares, de todos modos “son salvavidas para miles de millones de personas”. Y reconoce que este no es “el momento de cantar victoria y que tenemos que fijar nuestras miras y redoblar nuestros esfuerzos en el camino hacia Belém». En otras palabras: según Stiell, se trata de un camino muy largo, aunque en Bakú se dio otro importante paso adelante.

Por su parte, António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, cree que el documento de Bakú es “esencial”, aunque reconoce que esperaba un resultado más ambicioso, tanto en términos de financiación como de mitigación, “para responder a la magnitud del gran desafío al que nos confrontamos”.

La COP29 también concretó un compromiso sobre los mercados de carbono, algo que varias conferencias anteriores no habían podido lograr. Según la Secretaría del Convenio, este compromiso “ayudará a los países a cumplir sus planes climáticos de forma más rápida y económica y a avanzar más rápidamente hacia la reducción de la mitad de las emisiones mundiales en esta década, tal y como exige la ciencia” (https://unfccc.int/es/news/cop29-acuerda-triplicar-la-financiacion-a-los-paises-en-desarrollo-protegiendo-vidas-y-medios-de). Los mercados de carbono, así como los denominados créditos carbono, son mecanismos de compensación fuertemente criticados por organizaciones ambientalistas. Establecen que una empresa (o un Estado, o cualquier otra entidad) le encarga a una firma certificadora que calcule el efecto contaminante de sus emisiones. Sobre la base de esta cifra, la empresa paga por su efecto nocivo con un contravalor denominado “crédito ambiental”, el cual se destina a proyectos que deberían proteger el medio ambiente, generalmente en países de América Latina, África y Asia.
Mistificadas por sus promotores, estas compensaciones dejan mucho que desear. Una investigación independiente promovida conjuntamente por el periódico británico The Guardian y el alemán Die Zeit el año pasado, las cuestionó seriamente. Tomando como ejemplo los cálculos y las certificaciones otorgadas por la empresa Verra, la mayor certificadora del mundo y con sede en la ciudad de Washington, la investigación periodística determinó que “más del 90% de dichas compensaciones de carbono convertidas en proyectos ambientales en la selva tropical carece de valor” debido a lo inadecuado del estándar de carbono utilizado. En consecuencia, que los créditos ambientales que Verra certificó para grandes corporaciones, como Disney, Shell, Salesforce, BHP, EasyJet y Gucci, entre otras, son, en gran medida, “inútiles”. No solo eso; además podrían empeorar el calentamiento global. (https://www.theguardian.com/environment/2023/jan/18/revealed-forest-carbon-offsets-biggest-provider-worthless-verra-aoe).

Crítica frontal desde la sociedad civil

La optimista evaluación de Naciones Unidas de lo acordado en Bakú con respecto a los mercados de carbono fue demolida por varias organizaciones. Entre otras, Amigos de la Tierra, ONG que sostiene que dicho acuerdo permite “que los gobiernos puedan cumplir sus objetivos en materia de mitigación a través de falsas soluciones en vez de reducir de forma real sus emisiones”. Y que a “las empresas contaminantes [les permite] sus objetivos corporativos de lavado verde mientras continúan con sus emisiones fósiles”.

Según Amigos de la Tierra, estas falsas soluciones incluyen proyectos de geoingeniería, como los sistemas de captura y almacenamiento de carbono tanto terrestre como oceánica, así como ciertos tipos de soluciones basados en dinámicas naturales. Por otra parte, argumenta Amigos de la Tierra, “la aprobación de los esquemas de compensación de carbono significa acaparamiento de tierras, expulsión de comunidades campesinas y pueblos indígenas, violación de derechos humanos, violencia de género, pérdida de biodiversidad y amenaza a la soberanía alimentaria”. Y recuerda que en el marco de esas compensaciones se han incluido unos 1.700 proyectos anteriores, “la mayoría de ellos cuestionados [incluso] por la propia Comisión Europea, a realizarse en los países del Sur”.

El último mes de julio, ochenta organizaciones ambientalistas, de desarrollo y de derechos humanos de primera importancia internacional –como Amigos de la Tierra, Oxfam, Greenpeace y Amnistía, entre otras– enviaron una carta conjunta a gobiernos y grandes empresas exigiéndoles que dejen de fomentar los créditos de carbono. Más radical que otros documentos, la carta demanda que se elimine este tipo de instrumentos financieros de cualquier mesa de negociación sobre el clima y, por supuesto, de las estrategias para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

“Permitir que empresas y países cumplan con los compromisos climáticos mediante créditos de carbono”, sostiene la carta, “probablemente ralentizará la reducción global de emisiones y no proporcionará ni de lejos la cantidad de fondos necesarios para el sur global”. Y agrega que “Esta artimaña contable les permite a las empresas seguir emitiendo la misma cantidad de gases de efecto invernadero, pero las restan en sus balances al invertir en proyectos de captura, conservación o reforestación”.

Si bien las críticas al contenido y el resultado de la COP29 en Bakú son significativas, no menos lo son los señalamientos a sus silencios y olvidos. Para David Knecht, especialista en clima de Acción Cuaresmal Suiza y uno de los observadores presentes en esa cumbre, “la COP29 es un fracaso para la transición energética”. Knecht le critica a la comunidad internacional el que “no haya logrado avanzar con la salida [reducción consistente] de los combustibles fósiles acordada el año pasado [en la COP28 de Dubai]. El lobby de los combustibles fósiles se ha impuesto una vez más, en detrimento de las poblaciones más vulnerables”.

La manera como la cumbre gambeteó/eludió un tema tan esencial y crítico como el de la eliminación de los combustibles fósiles constituye, casi seguramente, una de las asignaturas pendientes más preocupantes de Bakú. Nada es casualidad: Azerbaiyán, el país huésped de la cumbre, es uno de los veinte principales exportadores de petróleo y número doce entre las potencias productoras de gas.

El cónclave del clima acaba de concluir sin pena ni gloria. Los tiempos se acortan; la tierra sigue transpirando por todos sus poros en un sauna cotidiano insalubre y autodestructivo. Y junto con la tierra, sufre cada uno de los seres vivientes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/nueva-frustracion-climatica/

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Desarrollo inhumano en la civilización del derroche

Por: Sergio Ferrari

Entre la continuidad de las guerras, la crisis climática y la profundización de las disparidades sociales planetarias, el sistema internacional sigue mostrándose desorientado, por no decir en bancarrota. A nivel global, la desigualdad sigue en aumento. No hay forma de retomar el esfuerzo por reducirla que prevaleció durante las dos décadas que precedieron a la pandemia del COVID-19. Y al mismo tiempo, millones de toneladas de alimentos van a la basura.

El Informe de las Naciones Unidas “Romper el bloqueo: reimaginar la cooperación en un mundo polarizado”, publicado a mediados de marzo, constata que a pesar de que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2023-2024 fue récord, las disparidades entre los países enriquecidos y los empobrecidos son cada vez mayores. Mientras los primeros experimentaron una mejoría sin precedentes, la mitad de las naciones más pobres del mundo sigue perdiendo y se encuentra por debajo de sus niveles anteriores a la crisis sanitaria (https://reliefweb.int/report/world/informe-desarrollo-humano-2023-2024-snapshot-espanol).

Según este índice, Suiza, Noruega e Islandia ocupan los primeros puestos, mientras que Estados Unidos se sitúa en la posición número 20 y España en la 27. Chile, en el lugar 44, encabeza la lista de naciones latinoamericanas mejor ubicadas, seguido por Argentina (48) y Uruguay (52). Honduras (138) se ubica a la cola del continente. República Centroafricana, Sudán del Sur y Somalia son las naciones más rezagadas del mundo. (https://hdr.undp.org/data-center/country-insights#/ranks).

Un país obtiene un IDH más alto en la tabla de clasificación cuando mejoran su esperanza de vida, nivel de educación e ingreso nacional bruto per cápita (INB) así como el índice de Paridades de Poder Adquisitivo (poder de compra de sus habitantes en relación a otras naciones). No faltan las críticas a este sistema de medición porque el mismo no toma en cuenta todos los criterios que realmente hacen a un desarrollo humano integral exitoso.

Según las Naciones Unidas, Estados Unidos, “el país más rico del mundo, ocupa, un sorprendente vigésimo lugar en la clasificación, dado que el Índice de Desarrollo Humano incluye indicadores que van más allá de la mera renta per cápita y tiene en cuenta factores como la esperanza de vida y la educación”.

Al presentar el Informe 2023-2024, el diplomático alemán Achim Steiner, nacido en Brasil, y actual administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), reconoció que la brecha entre países ricos y pobres sigue aumentando. “A pesar de que nuestras sociedades mundiales están profundamente interconectadas”, afirmó Steiner, “nos estamos quedando cortos”.  Por esa razón, según el funcionario, se debe aprovechar la interdependencia entre las naciones, así como las capacidades mutuas, para hacer frente a los retos compartidos y existenciales y garantizar que se cumplan las aspiraciones de la gente.

Detrás de las estadísticas hay un significativo costo humano, precisó Steiner, pues el fracaso de la acción colectiva para controlar el cambio climático, humanizar la digitalización y reducir la pobreza y la desigualdad no solo obstaculiza el desarrollo humano, sino que también aumenta la polarización y erosiona aún más la confianza en las personas y las instituciones en todo el mundo.

Causas políticas de la injusticia mundial

¿Por qué se ha invertido la tendencia favorable de dos décadas de reducción constante de las desigualdades entre países ricos y pobres?, se pregunta el PNUD. Las respuestas son varias y complementarias, según su informe difundido en marzo.

En primer lugar, el mundo confronta una nueva era con el nivel más alto de conflictos armados desde 1945, con un aumento significativo de víctimas y desplazados. En 2022, el máximo histórico, los desplazados superaron los 108 millones, más de dos veces y media el nivel de 2010.

En segundo lugar, las consecuencias de la pandemia, que provocó pérdidas permanentes, incluidos 15 millones de vidas, ha proyectado una larga sombra sobre el desarrollo humano. Como lo señala el informe, “Los países pobres, a menudo con sistemas sanitarios y redes de seguridad social menos resistentes, han sido especialmente vulnerables a estos impactos”. Significativamente, los países desarrollados se recuperaron mucho más rápido.

Las estadísticas confirman esta “recuperación desigual tras la pandemia”: en 2023, los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alcanzaron puntuaciones más altas del Índice de Desarrollo Humano que en 2019. En tanto, más de la mitad de los 35 países menos adelantados (PMA) experimentaron un deterioro.

Finalmente, el cambio climático: “La falta de avances sustanciales en la acción climática mundial agranda aún más la brecha entre las naciones ricas y las pobres”, afirma el PNUD. Particularmente en una región tan vulnerable a catastróficos fenómenos meteorológicos como lo es América Latina y el Caribe, con frecuentes inundaciones, tormentas, sequías y deslizamientos de tierra, entre otros. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el periodo 2016-2023 se registraron 90 desastres naturales; más de 52,8 millones de personas se vieron afectadas y 5.600 perecieron.

Por qué resulta tan problemático lidiar con estas desigualdades, se pregunta el PNUD, tras lo cual identifica varios factores críticos. Por un lado, una real falta de cooperación mundial debido a las tensiones geopolíticas y la falta de una gobernanza eficaz a escala internacional. A pesar de poseer importantes riquezas y capacidades tecnológicas como para abordar retos globales sin precedentes, puntualiza el Informe, “las respuestas del mundo han sido inadecuadas, lo que dificulta cada vez más la búsqueda del desarrollo sostenible y la paz”. Esta situación repercute negativamente, en especial, sobre los países y las personas más pobres.

Por otro, la polarización en distintas esferas de la sociedad mundial, desde la política hasta la salud pública.

Finalmente, un aumento del populismo y el nacionalismo en muchas regiones del mundo, dinámicas que determinan que se prioricen intereses nacionales por encima de la cooperación y la equidad mundiales. De esta manera se socavan los esfuerzos por reducir las desigualdades entre las naciones.

Latinoamérica naufraga

El Informe muestra que seis de cada diez países en América Latina no han podido remontar el nivel de desarrollo humano registrado antes de la pandemia, lo que plantea desafíos importantes para los próximos años en esa región.

Sólo el 37% de esos países (12) mejoró sus indicadores de desarrollo con respecto a la etapa previa a la crisis del COVID, mientras que el 63% restante (21 países) aún no logra alcanzar los niveles de desarrollo humano de 2019.

Estos datos develan los contrastes y la heterogeneidad característicos de la región, la cual experimentó la mayor caída del Índice de Desarrollo Humano a nivel global durante 2020-2021. A pesar de una significativa mejoría en 2022, América Latina aún no ha podido alcanzar sus niveles prepandemia.

La acción colectiva internacional en esta región también se ve obstaculizada por lo que el estudio del PNUD denomina la “paradoja de la democracia”. Aunque una mayoría en América Latina y el Caribe valora la democracia como sistema de gobierno, de todos modos, existe una creciente insatisfacción con ella, particularmente entre las mujeres y las poblaciones más vulnerables. Súmese a ello el impacto negativo de una rápida polarización política en la región, reflejo de una similar dinámica global. Resultado: la confianza en las instituciones políticas ha disminuido significativamente casi a un 20%. Es decir, sólo 1 de cada 5 personas expresa confianza en su gobierno (https://www.undp.org/es/latin-america/comunicados-de-prensa/desarrollo-humano-en-america-latina-y-el-caribe-mejora-mas-que-en-otras-regiones-pero-no-logra-recuperar-niveles).

Compleja realidad político-social que parece coincidir, en líneas generales, con el impacto directo de la pobreza. Según el Anuario 2023 de la CEPAL, publicado a fines de febrero, 29% de la población, es decir más de 180 millones de individuos, padece pobreza. (https://www.cepal.org/es/comunicados/edicion-2023-anuario-estadistico-la-cepal-ofrece-un-conjunto-estadisticas-regionales).

El desperdicio potencializa la miseria

A pesar de las estadísticas y tendencias preocupantes en lo que respecta al desarrollo humano, ciertos mecanismos denuncian la irracionalidad del actual sistema.

Mientras un tercio de la humanidad se confronta a la inseguridad alimentaria, una quinta parte de los alimentos (el equivalente a mil millones de platos de comidas), se echa a la basura. Así lo revela un nuevo informe de la Agencia de la las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), difundido el 27 de marzo. Cada persona desperdicia, como media, 79 kilogramos de alimentos al año, lo que permitiría ofrecer 1,3 comidas diarias a cada persona que padece hambre en el mundo (https://news.un.org/es/story/2024/03/1528666).

La alta cantidad de alimentos se pierde en distintas fases de la cadena alimentaria, desde la cosecha hasta el punto de venta y consumo. El problema no se limita a las naciones ricas. La brecha más grande surge entre las poblaciones urbanas y rurales.

Infradesarrollo humano, hambre creciente, desperdicio monumental. Algo anda muy mal en el planeta traumatizado por este sistema hegemónico, tan arrogante como poco visionario.

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Cuando cae el interés en los medios tradicionales de prensa. Aumenta la indigencia mediática

Por: Sergio Ferrari

Los nuevos hábitos juveniles interpelan y desafían

Suiza se cuenta entre los países más “ricos” del mundo. Sin embargo, uno de cada dos de sus habitantes es un “indigente mediático”. Situación que se repite también, con pocas excepciones, en muchos otros países del planeta. La crisis de la prensa tradicional se expresa en el desinterés creciente por la información de contenido.

Esta es una de las principales conclusiones del último Anuario 2023 publicado por el Centro de Investigación sobre la Opinión Pública y la Sociedad de la Universidad de Zúrich (FÖG, en alemán)

La grieta entre las personas “informadas” y las demás aumenta aceleradamente. Los “indigentes” mediáticos en Suiza representan el 43% de la población. Sinónimo de pobreza, escasez o sub-información con respecto al acceso y consumo de medios tradicionales (prensa escrita, radio y TV). Por ejemplo, los adultos jóvenes de menos de 25 años sólo consumen siete minutos de noticias al día, y en sus teléfonos celulares. Según los autores de esta investigación que vio la luz el 30 de octubre, “el periodismo informativo está perdiendo su impacto social” (https://www.news.uzh.ch/en/articles/media/2023/Yearbook_foeg.html).

En su evaluación de estas conclusiones, Philippe Bach, Redactor en jefe del cotidiano helvético Le Courrier, coincide en que “los medios de comunicación llegan cada vez a menos personas” (https://lecourrier.ch/2023/10/30/medias-la-fausse-piste-de-lia/). “¿Por qué esta realidad constituye un problema?”, Bach se pregunta en un editorial reciente. “En términos democráticos”, se responde el analista, “las personas que pertenecen a esta categoría (la de los indigentes mediáticos), tienden a aislarse de los debates y a dejar de participar en las votaciones políticas, las cuales juegan un papel muy importante en la democracia directa de Suiza”.

En este país europeo se vota, casi sin excepción, cuatro veces por año, y la ciudadanía decide regularmente en las urnas los grandes temas de la política nacional, cantonal (provincial) y municipal. Según Bach, la participación electoral es del 70% entre las personas que utilizan significativamente los medios de comunicación tradicionales (periódicos, radio y televisión), pero cae al 30% entre los “indigentes” que recurren, como máximo, a noticias de diversión, de sociedad o los denominados hechos diversos.

Tendencia global dominante

La caída de la audiencia constituye uno de los tres problemas que amenazan al periodismo a nivel global. Los otros son el bajo nivel de confianza hacia los medios y el amenazado ambiente empresarial en los medios, fundamentalmente producto de la caída de ingresos por anuncios. Así lo analiza el Digital News Report 2023 del Instituto Reuters de Periodismo y la Universidad de Oxford (https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/es/digital-news-report/2023).

Este informe, publicado en junio del corriente año, reúne datos de “seis continentes y cuarenta y seis mercados”.  Para comprender el uso del concepto de mercado, que aquí reemplaza al de país, es importante recordar que Thomson Reuters, una de las transnacionales de la información más grandes del mundo, a fines de 2020 ya constituía uno de los tres monopolios editoriales más importantes. Su portafolio fundamental consiste en servicios de asesoramiento jurídico a gobiernos, bufetes de abogados y grandes empresas, y en el presente solo un pequeño porcentaje de su actividad empresarial se enfoca en una agencia de noticias clásica. Desde la perspectiva de Reuters, como de muchísimas otras corporaciones de la información, un país –cualquier país– cuenta solamente en términos de oportunidades comerciales, y esto tiene implicaciones muy serias para la dinámica periodística. En otras palabras: ya no se trata de “informar” como de “vender” noticias.

Las revelaciones más sorprendentes del Digital News Report 2023 tienen que ver con “la naturaleza cambiante de las redes sociales”, debido, en parte, por una menor participación en plataformas tradicionales, como Facebook, y el auge de TikTok y otras redes basadas en video. Por otra parte, estos cambios se hallan fuertemente influenciados por los hábitos de las generaciones jóvenes que han crecido con las mismas redes y que en la actualidad suelen prestar más atención a los influencers o a los “famosos” que, a los periodistas convencionales, aun cuando se trate estrictamente de noticias.

En el marco de la temática de la “indigencia mediática”, aunque el Digital News Report 2023 no lo conceptualiza de esta forma, reconoce que la cantidad de gente que evita regularmente (o a veces) leer noticias permanece cerca de máximos históricos: un 36% del total relevado. Y constata que este grupo se divide en dos: por una parte, quienes procuran evitar periódicamente todas las fuentes de noticias y, por el otro, quienes tratan de restringir específicamente el consumo de noticias sobre ciertos temas o en determinados momentos.

En cuanto a las fuentes noticiosas, este informe conjunto de Reuters y la Universidad de Oxford señala que solo una quinta parte (22%) de los encuestados prefiere comenzar sus recorridos informativos con un sitio web o una aplicación noticiosa, lo cual supone un descenso de 10 puntos porcentuales desde 2018. Y subraya que, en todas partes, la juventud prefiere acceder a las noticias a través de canales diferentes, como redes, motores de búsquedas o agregadores móviles.

El informe también muestra como tendencia que Facebook, a pesar de haber perdido usuarios, se sostiene como una de las redes más utilizadas, pero que su influencia sobre el periodismo disminuye a medida que aleja su foco de las noticias. Además, que se enfrenta con nuevos retos de plataformas establecidas, como YouTube, y otras dinámicas y enfocadas principalmente en la juventud, como TikTok. Esta última, una red de propiedad china, llega al 44% de las personas de 18 a 24 años en todos los mercados y representa el 20% de la fuente de información. Su crecimiento más rápido se registra en zonas de Asia-Pacífico, África y América Latina.

En cuanto a las noticias, específicamente, las audiencias de plataformas como TikTok, Instagram y Snapchat reconocen nutrirse más de influencers, “famosos” y personalidades de las redes sociales que de periodistas convencionales. Esto contrasta con el panorama en Facebook y X (Twitter), donde los medios y los reporteros mantienen todavía un lugar importante.

Críticas a la Inteligencia Artificial

Otro tema de actualidad es el de la influencia de la Inteligencia Artificial y sus diversos instrumentos sobre la actividad periodística actual. Es bien sabido que en muchas redacciones en todo el mundo las traducciones ya se generan mediante programas de IA y, cada vez más, también la elaboración de noticias cotidianas.

Según la investigación de FÖG de la Universidad de Zúrich, la población suiza se muestra reticente al empleo de inteligencia artificial (IA) en la producción de noticias, recurso cada vez más utilizado por las grandes empresas mediáticas, en gran medida debido al nuevo impulso que le dio la introducción de ChatGPT. Sólo un tercio de los encuestados está dispuesto a leer contribuciones íntegramente generadas por IA, en tanto que un 84% prefiere textos escritos por periodistas, sin intervención de IA.

Una clara mayoría de los encuestados por FÖG (61%) cree que la calidad general de las noticias se deteriorará si la IA asume una mayor parte de la redacción de contenidos. Además, teme una disminución del pluralismo de opinión y un aumento de la información falsa. Más del 80% quiere que los contenidos creados total o parcialmente con ayuda de IA sean declarados explícitamente como tales.

El Anuario de FÖG, que desde su primera edición en 2010 se ha fortalecido como referente nacional, también se interesa en la calidad de la información. Sus investigaciones periódicas analizan miles de artículos impresos, en línea, de radio y TV. Para su edición el año pasado, por ejemplo, trabajó con 20 mil artículos de 60 medios de gran presencia y respetando la diversidad lingüística de Suiza, que cuenta con 4 idiomas oficiales (alemán, francés, italiano y romanche). Al evaluar la calidad de la información, los investigadores tienen en cuenta cuatro criterios: la pertinencia de la información; la diversidad de contenidos, idiomas y regiones; el profesionalismo en cuanto a las fuentes utilizadas y la transparencia en declararlas y, por último, el contexto para situar la noticia.

Dilemas informativos

La temática sobre la información –su calidad y la confianza de la gente en la misma– es tan amplia como diversa. Develar realidades nacionales (como la de Suiza) o tendencias generales (como las que se desglosan del Digital News Report 2023), son algunos de los aspectos del universo mediático que es casi ilimitado en cuanto a temáticas y desafíos. El papel de los medios públicos en este panorama adquiere, por ejemplo, una importancia clave.

El Informe de Reuters sostiene que sobre la base de lo analizado en una veintena de países-mercados de Europa occidental y Asia-Pacífico, es mayoría la gente que cree que los medios públicos son importantes. Pero constata, también, las amenazas crecientes que dichos medios soportan en el presente. Por ejemplo, en naciones de Europa Occidental, como Gran Bretaña, Austria, Alemania o Suiza.

Las preguntas de fondo, sin embargo, quedan abiertas. Una de ellas, clave y fundamental, nos lleva al tema inicial de la “indigencia mediática”: ¿realmente se puede considerar como indigentes mediáticos a aquellas personas que no se nutren de los medios de información tradicionales?

No menos relevante es el intento por entender ese alejamiento de los medios tradicionales por parte de amplios sectores juveniles, que buscan otros canales para “informarse” y nutrirse. ¿A qué se debe tal comportamiento? La respuesta se compone de un abanico muy amplio de visiones, que va desde aquellos que culpabilizan a la apatía y el creciente desinterés juvenil, a los que creen que la crisis de la información no es sino expresión de la crisis de un sistema global, de la cual las noticias de contenido no logran escaparse.

Aumenta la indigencia mediática

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Entrevista a Maurizio Coppola, de la Asamblea Internacional de los Pueblos «Reinventar la esperanza colectiva»

Por Sergio Ferrari 

Movimientos sociales de todos los continentes se dan cita en Sudáfrica

En un clima mundial particularmente enrarecido, movimientos populares de diversos continentes se autoconvocan para reflexionar opciones y definir pasos comunes. Entre el 14 y el 18 de octubre más de 500 representantes de importantes movimientos sociales de América Latina, Asia, África y Europa se dan cita en Johannesburg, Sudáfrica, para un encuentro internacional convocado por Dilemas de la Humanidad (https://dilemmasofhumanity.org/es).

Será la 3.ª Conferencia Internacional de esta iniciativa que se propone “debatir y crear consensos que lleven a una plataforma común de reflexión y acción” de los movimientos sociales a escala global. Consensos no solo sobre el diagnóstico de la situación planetaria, sino también sobre las opciones alternativas sistémicas.

Uno de los promotores del encuentro de Sudáfrica es el militante suizo-italiano Maurizio Coppola, sociólogo de formación, periodista independiente, traductor e intérprete. Desde fines de 2017, Coppola reside en Nápoles, Italia, donde participó en la fundación del movimiento Potere al Popolo (https://poterealpopolo.org/). Además, representa a su organización en la Asamblea Internacional de los Pueblos (AIP) y en su secretaría europea. La AIP es la red internacional de organizaciones políticas, sociales y sindicales progresistas que organiza Dilemas de la Humanidad (https://ipa-aip.org/es/). Entrevista exclusiva con Maurizio Coppola*.

P: ¿Puede explicarnos en pocas palabras en qué consiste Dilemas de la Humanidad?

MC: Es un proceso de encuentro de movimientos y organizaciones populares, partidos políticos e intelectuales para debatir sobre los retos que enfrentamos internacionalmente y elaborar propuestas concretas para superar el capitalismo. Las dos primeras conferencias, en Río de Janeiro en 2014 y en San Pablo en 2015, fueron organizadas por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil. En ese segundo encuentro de 2015 nació la Asamblea Internacional de los Pueblos. Dilemas de la Humanidad es un espacio de reflexión colectiva que busca avanzar en la elaboración analítica y teórica y en la coordinación de acciones comunes, con la visión compartida de caminar hacia alternativas socialistas.

Hijos “rebeldes” del Foro Social Mundial

P: En cierta forma parecería que este “espacio-proceso” tiene coincidencias con lo que en su momento fue el Foro Social Mundial (FSM), nacido en 2001 en Porto Alegre, Brasil. 

MC: El Foro Social Mundial tuvo una importancia fundamental en la politización de toda una generación de activistas en todo el mundo. Yo mismo soy hijo de esa oleada de protestas y movilizaciones contra la globalización neoliberal liderada por instituciones e iniciativas internacionales, como la Organización Mundial del Comercio y el Foro Económico de Davos. El FSM, como expresión del movimiento altermundialista, cumplió su papel en los primeros años de su existencia.

Sin embargo, su incapacidad para plantear la ruptura revolucionaria con el sistema hegemónico y el papel predominante que asumieron las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en el mismo Foro, le hicieron perder trascendencia. En los Foros se podía encontrar análisis interesantes sobre el estado de la globalización y las campañas contra las consecuencias nefastas del sistema dominante, pero carecían de una orientación efectiva sobre un proyecto alternativo y no se entró, realmente, en la temática de la disputa del poder. Resumiendo: no basta con ser un grupo de presión de los pueblos oprimidos para cambiar el mundo. Necesitamos organizarnos con objetivos que nos ubiquen en posición de decidir cómo debe girar el mundo, con otra visión alternativa. En este sentido, Dilemas de la Humanidad nació, precisamente, aprendiendo de estas contradicciones y *fracasos organizativos*.

Tras la segunda conferencia, en 2015 en San Pablo, se conformaron los tres pilares fundamentales de la Asamblea Internacional de los Pueblos: el Centro de Investigación Tricontinental, con sus sedes en Brasil, Argentina, India y el continente africano; una coordinación de proyectos mediáticos que interpretan el mundo desde el punto de vista de los movimientos y las luchas populares y la coordinación de las escuelas de formación política en diversos continentes a partir, precisamente, de la experiencia pionera de la Escuela Nacional Florestan Fernandes del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra en Brasil. Estas son las herramientas comunes de nuestra articulación internacional.

Hablar el lenguaje de la gente

P: ¿Cuál es el principal desafío de esta conferencia que se realiza en Sudáfrica en una coyuntura internacional tan compleja, enmarcada por la grave crisis climática, las guerras y el aumento del hambre en el mundo?* 

MC: Todos estos dilemas figuran en el centro y en la agenda misma de la conferencia de Sudáfrica. Intentamos que la reflexión no quede en el mero análisis de las contradicciones y las crisis en las que nos encontramos globalmente. Quedan pendientes dos cuestiones fundamentales. La primera, la organización de la clase obrera. La transformación constante de nuestra sociedad nos obliga a elaborar permanentemente nuevas formas de organización, convencidos como estamos de que sin una clase y un pueblo organizados no podemos avanzar.

Hoy, por ejemplo, la cuestión que vincula la explotación laboral con la imposibilidad de acceder a la vivienda se ha vuelto central. Cada vez más personas trabajan en el sector informal y son pobres (los llamados trabajadores pobres), lo que limita drásticamente el acceso a una vivienda digna. Por ello, la participación de los movimientos que se organizan en torno a la cuestión de la vivienda es crucial: pienso en Abahlali baseMjondolo, el movimiento sudafricano de personas que viven en asentamientos informales y que luchan por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los pobres; el movimiento brasileño de Trabajadores sin Techo, fundado en 1997, y que hoy organiza a más de 55.000 familias en luchas urbanas en 14 Estados del país; o la Unión de Vecinos, el movimiento de inquilinos de Los Ángeles, en Estados Unidos, donde resulta prácticamente imposible para un trabajador o una trabajadora que gana el salario mínimo encontrar una vivienda asequible.

Este encuentro internacional de experiencias de luchas por la vivienda no sólo tiene un significado simbólico; también representa la convicción de que las dinámicas que excluyen a las personas de los derechos sociales básicos son las mismas en todo el mundo y que, por lo tanto, el aprendizaje mutuo se convierte en un elemento central para el avance organizativo y político.

La misma convergencia de análisis y movimientos de lucha se dará en otros temas, como el derecho a la salud pública, la soberanía alimentaria, la libre circulación de los migrantes, los derechos de las mujeres, la planificación ecológica, etc.

La segunda cuestión es la construcción de la utopía socialista. Cada país debe construir su propio camino para acumular fuerzas para la transformación social, la superación del actual sistema hegemónico y la construcción del socialismo. La presencia en Sudáfrica de representantes de las experiencias cubana y venezolana es obviamente importante.

P: Según su percepción, ¿qué debería aportar en concreto el encuentro de Sudáfrica?   

MC: En Johannesburgo se reunirán 250 delegados y delegadas de todo el mundo y otros 250 representantes de movimientos, sindicatos y organizaciones de Sudáfrica. El hecho de que se celebre en el continente africano es un logro en sí mismo, porque valoriza a un continente que, en los debates políticos, incluso los de «izquierda», suele quedar al margen a pesar de su importante historia de luchas de liberación nacional durante el siglo XX. Y son precisamente los recientes golpes de Estado que han tenido lugar en varios países de África Occidental (Burkina Faso, Malí, Guinea, Níger, Gabón, sin olvidar Sudán) los que demuestran que la llama anticolonial no se ha apagado en absoluto y que la voluntad de liberación de los pueblos africanos continúa siendo grande. Aunque el camino que seguirán estos países sigue abierto porque la salida de las potencias colonizadoras (en primer lugar, Francia) no significa, automáticamente, un desarrollo en la dirección del socialismo.

Hasta ahora sólo he hablado de aquellas regiones del mundo donde los movimientos populares son históricamente fuertes y han crecido en los últimos años, pero no he hablado de “mi” continente, Europa. La articulación política de la Asamblea Internacional de los Pueblos en Europa tiene más dificultades para arraigarse entre los movimientos sociales europeos y las organizaciones políticas y es, en este sentido, también más joven.

Queremos lograr en Johannesburgo un acuerdo que incluya un mayor esfuerzo de coordinación de campañas políticas y sociales concretas a escala continental. La presencia de varias organizaciones políticas de Italia, Bélgica, Irlanda, Hungría y Alemania es un buen punto de partida. Los retos que enfrentarán los movimientos progresistas europeos en los próximos meses son inmensos: la reintroducción del Pacto de Estabilidad, que conllevará recortes masivos del gasto público; el ascenso y fortalecimiento de las fuerzas ultraconservadoras y la militarización de nuestro continente exigen una respuesta coordinada, también de cara a las elecciones europeas de mediados de 2024. Si volvemos de Sudáfrica con un plan mínimo consensuado entre las diferentes fuerzas políticas del continente, estaremos en buen camino.

No hay una receta única para encontrar alternativas

P: Un convocante clave para asegurar este encuentro en Sudáfrica es la Asamblea Internacional de los Pueblos, estructura que, sin embargo, no es muy conocida, incluso en los propios sectores progresistas…

MC: La construcción de una articulación política a escala internacional en el siglo XXI dista mucho de tener una receta única. La Asamblea Internacional de los Pueblos se ve a sí misma en continuidad con la tradición de las internacionales que surgieron con el auge del movimiento obrero socialista y comunista mundial, pero también es consciente de que los errores del pasado no pueden repetirse. Debemos entender hoy cómo se puede articular objetivos comunes teniendo en cuenta las condiciones y las tradiciones de los distintos países y regiones.

Por lo tanto, si hoy encontramos unidad y acuerdo en situar el antiimperialismo, el anticapitalismo y la solidaridad internacional en el centro de la acción de esta Asamblea, las formas y los medios concretos de las campañas que siguen no pueden ser idénticos en todas las regiones.
La guerra de Ucrania es un buen ejemplo: hasta el día de la invasión rusa de Ucrania, la existencia de la OTAN no tenía ninguna legitimidad. En 2019, incluso el presidente francés Emanuel Macron había calificado a la OTAN como «obsoleta». Pero el estallido de la guerra ha cambiado, desgraciadamente, el ‘sentido común’, y construir campañas contra la OTAN y contra la guerra requiere hoy una articulación más sofisticada, vinculada con las preocupaciones inmediatas de las clases populares (trabajo, costo de vida, inflación, etc.). La situación en el continente africano, donde las potencias de la OTAN son uno de los principales factores que impiden la soberanía nacional, y en América Latina, donde la Doctrina Monroe lleva 200 años intentando bloquear todo avance social, económico y político, son obviamente muy diferentes.

El mayor reto es, por lo tanto, construir la unidad internacional reconociendo la diversidad nacional y regional.

Reinventar la esperanza

P: Una reflexión final: en muchos lugares del planeta se consolidan opciones reaccionarias y negacionistas que llegan, incluso, al gobierno, como Giorgia Meloni en Italia; o bien, que tienen posibilidades de disputar cuotas importantes de poder, como Javier Milei en Argentina. ¿Cómo lo explica? ¿En qué están fallando las fuerzas populares para que estos procesos recesivos puedan tomar tanto protagonismo? 

MC: Es la cuestión crucial de nuestro tiempo, y cualquier respuesta, por supuesto, será parcial. Pienso que nos encontramos en medio de una crisis sistémica mundial, de civilización, que integra diferentes facetas: la económica y la financiera, pero también la social, la política y, sobre todo, la cultural. La respuesta neoliberal a esta realidad es ahora insuficiente, y nuestras propuestas, las del sector progresista, siguen siendo marginales.
En este vacío creado en los últimos 15 años se insertan fuerzas ultraconservadoras, reaccionarias y, en parte, neofascistas, con agendas políticas que “atentan contra la vida misma de los pueblos”, como suele decir el presidente colombiano Gustavo Petro. Esto sucede tanto a nivel de los Estados-Nación –siendo la carrera armamentista la expresión más evidente de esta concepción política– como a nivel de los propios pueblos, con el debilitamiento de los lazos de solidaridad y el repliegue individual a la vida privada.

Por eso nuestras iniciativas políticas y sociales deben ser, al mismo tiempo, culturales. En nuestras prácticas cotidianas tenemos que volver a los lugares de vida y de trabajo, construir estructuras autoorganizadas para intentar responder a las necesidades cotidianas de la gente. Nuestras Casas del Pueblo en Italia, por ejemplo, tienen exactamente este propósito: promotores sociales para asegurar la vivienda y el trabajo; clínicas populares; actividades deportivas, recreativa y culturales; distribución de alimentos para familias pobres, etc., son hoy algunas de nuestras herramientas para volver a conectar con la gente en el terreno. La lucha material por la mejora de las condiciones de vida debe ir acompañada de una batalla de ideas en la que nos centremos en la importancia de las nuevas relaciones y estructuras sociales, promoviendo también nuevas relaciones humanas y un mensaje propositivo de esperanza.

*Entrevista realizada justo antes que estallara la nueva crisis en Medio Oriente

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Pueblos indígenas defienden la selva amazónica y sus alimentos tradicionales

Por Sergio Ferrari

La Cumbre Amazónica, resultados mitigados

Alimentación abundante o hambre multiplicada. Preservar la Madre Tierra o destruir la biodiversidad. Disyuntivas cada vez más cotidianas con efectos directos para una gran parte de la población mundial. Los pueblos indígenas toman la palabra y exigen protagonismo.

El pasado 9 de agosto, para celebrar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas 2023, la Red de Pueblos Indígenas “Slow Food”, la cual reúne a 370 comunidades en 86 países, lanzó una Campaña Mundial con el eslogan “Descoloniza tu comida”. Dicha iniciativa anima a las comunidades indígenas a reforzar la lucha para preservar su patrimonio alimentario contra los avances de la “comida rápida”, o “fast food” (https://www.slowfood.com/es/).

Alimentos industrializados vs. biodiversidad

Según los promotores de la Campaña, desde tiempos ancestrales los pueblos autóctonos han defendido y promovido una exhaustiva variedad de especies vegetales y animales y bregado arduamente para asegurar la sobrevivencia de sus conocimientos tradicionales, sus lenguas y sus alimentos, todos ellos seriamente amenazados de extinción por procesos sociales y ambientales destructivos.

La Red de Pueblos Indígenas destaca también que sus territorios, donde vive el 6% de la población mundial, concentra el 80% de la biodiversidad del planeta. Y que sus comunidades son depositarias de conocimientos y alimentos tradicionales. Sin embargo, el acaparamiento de tierras, las prácticas agrícolas insostenibles, las violaciones de los derechos de los pueblos indígenas y el cambio climático amenazan dramáticamente esa herencia.

Otra amenaza trascendente, que a veces no se manifiesta de forma tan obvia, es la colonización creciente de los alimentos locales o nativos por parte de la industria alimenticia. Por una parte, esta industria y sus corporaciones procuran apropiarse de los conocimientos y productos indígenas sin el consentimiento de dichas comunidades. Además, sin reconocerlo ni redistribuir los beneficios con las mismas. Por otra parte, los comestibles industriales y globalizados desplazan gradualmente a los generados por las comunidades locales y tradicionales.

La Red de Pueblos Indígenas denuncia que los medios de comunicación y, en muchos casos, también las políticas públicas, fomentan la producción y el consumo de los productos alimenticios industriales. Como consecuencia, se agrava la inseguridad alimentaria de las comunidades indígenas debido a la homogeneización de su dieta básica y la desaparición de tradiciones y aun sabores culinarios, economías locales e identidades alimentarias.

Las Naciones Unidas advierten que ya en 2020 unos 130 millones de personas en América Latina y el Caribe no lograban contar con una dieta cotidiana saludable. Un informe de varias agencias de la ONU devela el escándalo nutricional que golpea el continente: “En la región, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, de sobrepeso en niños y niñas menores de cinco años, y de obesidad en adultos, es superior a los promedios mundiales. Además, la región tiene la dieta saludable más costosa en comparación con otras regiones del mundo” (https://www.fao.org/3/cc3859es/cc3859es.pdf).

La antítesis de las recetas autóctonas la constituye la comida “chatarra”, o “de rápido acceso” (de allí su nombre en inglés, fast food), con altos niveles de grasas, azúcar, condimentos y aditivos. De acuerdo con datos de la consultora Grand View Research, el mercado mundial de comida rápida generó 529.500 millones de dólares en 2020. Las estadísticas anticipan para ese sector una tasa compuesta de crecimiento anual (CAGR) de 4,6% entre 2021 y 2028 (https://thefoodtech.com/nutricion-y-salud/dia-de-la-comida-chatarra-un-tema-de-salud-que-atane-a-todos/).

El movimiento indígena recuerda el valor de lo propio, de su sabiduría popular: los alimentos autóctonos y tradicionales pueden desempeñar un papel importante en la lucha contra el hambre y la malnutrición. Las dietas a base de ingredientes naturales contribuyen a un estilo de vida saludable y preservan los ecosistemas locales y los recursos medioambientales. Y concluye que “dicho modelo se encuentra en fuerte competencia con los alimentos procesados de la industria agroalimentaria y el creciente uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM)”. La “inundación” del mercado con estos productos provoca un cambio considerable en los hábitos alimentarios, cuyos efectos nocivos para la salud se expresa cotidianamente. Sólo en 2022, la superficie mundial de cultivos transgénicos aumentó un 3,3%, alcanzando los 202 millones de hectáreas, la superficie más alta jamás sembrada hasta ahora. Este incremento se dio, especialmente, en Brasil, Australia, India, Paraguay y Sudáfrica.

De los 29 países que siembran cultivos transgénicos en el mundo, 10 se encuentran en Latinoamérica, región donde se concentra casi la mitad del área cultivada. De los 10 principales países de este sector, 4 son latinoamericanos, con Brasil y Argentina a la cabeza (https://www.argenbio.org/actualidad/67-temas-de-interes/12691-biotec-latam-un-gran-logro-de-2022).

Alimentos e identidad

Comentando sobre la importancia de la Campaña Descoloniza tu comida, Dalí Nolasco Cruz, dirigente indígena mexicana, y miembro del directorio de Slow Food, sostiene que “Nuestra alimentación nos conecta con nuestras comunidades, con la Madre Tierra y con nuestros antepasados. Es nuestra cultura, nuestro conocimiento, nuestra vida, es decir, nuestra propia identidad».

Para esta joven activista social oriunda del Pueblo Nahua de Tlaola, en Puebla, dirigente de la organización local Timo’Patla Intercultural A.C. y miembro de la mesa coordinadora de la Red Mopampa de empresas de economía social y solidaria de mujeres indígenas, «es esencial garantizar que los alimentos de los pueblos indígenas sigan siendo respetados, protegidos y celebrados como parte integrante de la cultura culinaria mundial» (https://www.gob.mx/bienestar/es/articulos/mopampa-proyecto-de-mujeres-para-mujeres). En México, la Red de Pueblos Indígenas está desempeñando un papel muy activo en esta campaña al promover que las comunidades indígenas identifiquen y presenten los alimentos locales que desean descolonizar. Desde años participa en las diversas iniciativas y campañas que demandan un país sin transgénicos (https://www.comidalenta.org/ogm/).

Nolasco Cruz insiste fervientemente en la necesidad imperiosa de promover la «agricultura local para defender la biodiversidad, el territorio y la identidad de las comunidades nativas”, en particular en América Latina, “donde la situación sigue siendo crítica”. Ya en 2022, en declaraciones de prensa, afirmaba que en las comunidades indígenas esta labor es aún más importante pues la represión que han sufrido durante muchísimo tiempo ha causado que se olviden de sus tradiciones. «Muchas mujeres indígenas mexicanas están haciendo recetarios para descolonizar la dieta, reeducar los paladares y reconectar con los sabores de los pueblos indígenas y los ancestros».

Participación indígena para preservar la Amazonia

El 8 y el 9 de agosto, y en paralelo – aunque sin ninguna relación orgánica– con la Campaña Descoloniza tu Comida promovida por la Red de Pueblos Indígenas (muchos de los cuales viven en naciones de la cuenca amazónica), se realizó en la ciudad de Belém de Pará, en el norte brasileño, la Cumbre de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). En dicha Cumbre, convocada por Brasil, también participaron dirigentes de primer nivel de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Guyana, Surinam y Venezuela –las otras siete naciones que integran esa región geográfica, verdadero pulmón ecológico y principal reserva de la biodiversidad del planeta.

El documento final, con un centenar de puntos, incluye una agenda para confrontar la deforestación y establece medidas de cooperación entre naciones para la protección del Bioma Amazónico. Un aspecto clave del documento final consiste en recordarle a las naciones poderosas del mundo que deben cumplir sus compromisos financieros destinados al cuidado y la protección de la Amazonia, tal como lo establecen los acuerdos climáticos de la ONU. Se trata de una cifra cercana a los 100.000 millones de dólares anuales. A pesar de esos pasos positivos, portavoces de las comunidades indígenas expresaron su escepticismo sobre los resultados globales de la Cumbre. Temas esenciales como la meta de deforestación cero hasta 2030 o el control de la expansión petrolera y de gas en la Amazonia no encontraron respuestas efectivas.

Importantes organizaciones indígenas, fundamentalmente de Brasil, reunidas en Brasilia muy poco antes (28 a 30 de junio), fueron categóricas en cuanto a la exigencia de una participación activa de los pueblos indígenas en la Cumbre Amazónica. En esa ocasión se acordó convocar una suerte de pre-Cumbre (sociedad civil y representantes de los gobiernos) en la misma Pará de Belém. Sin embargo, la participación real de los pueblos indígenas en el cónclave de la OTCA así como en la dinámica de toma de decisiones, sigue siendo un punto de fricción debido a desavenencias entre la sociedad civil y los Estados.

A fines de junio, las organizaciones indígenas reunidas en Brasilia advirtieron que, si bien los pueblos indígenas de la cuenca amazónica “son verdaderos y profundos expertos y protectores de los bosques, aún no cuentan con las condiciones necesarias e indispensables aseguradas para participar efectivamente en los procesos de diálogo, proposición y construcción de la mencionada Cumbre”. Además, que abordar la agenda de la Amazonía sin la participación efectiva de sus propios Pueblos Indígenas demuestra la falta de reconocimiento de sus vidas y de los roles que juegan a favor del mantenimiento y defensa de los bosques. “Una vez más”, señalaron en dicha ocasión, “nos enfrentamos a debates y construcción de propuestas sobre nuestros territorios sin la garantía de nuestra participación, lo que revela la práctica colonialista recurrente que busca silenciar nuestros protagonismos, al tiempo que suplanta nuestras voces y autonomía en los espacios de toma de decisiones” (https://www.brasildefato.com.br/2023/07/05/pueblos-indigenas-piden-mas-espacio-para-participar-en-la-cumbre-de-la-amazonia).

Con la mira en la preservación de la biodiversidad amazónica y poniendo el acento en la necesidad de la valoración de los alimentos autóctonos, los primeros días de agosto el movimiento indígena pasó a la ofensiva. Y alzó su voz fuerte y decidida, aunque no siempre escuchada, reconocida y valorada por los Estados y el poder económico. Un paso más de denuncia de la colonización 531 años después de un tal Cristóbal Colón.

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La otra cara del hambre es el desperdicio de comida

Por Sergio Ferrari

Alternativas al derroche alimentario

En la ciudad suiza de Ginebra, una asociación solidaria instaló cuatro frigoríficos con alimentos que se renuevan diariamente, a disposición del consumo público y gratuito.  

Iniciativa de Eco-ciudadano (Eco-citoyen, en su nombre en francés), organización que se propone limitar los desperdicios de alimentos, entre otros, frutas, verduras, lácteos, carnes, pastas o conservas (https://eco-citoyen.ch/).

Entusiasmo desmedido ante ciertas ofertas o compras hogareñas no bien planificadas. Así mismo, artículos que caducan o productos sobrantes, pero en buen estado, a la venta en negocios mayoristas y minoristas, y que están condenados a terminar en la basura. Realidades repetidas tanto en Ginebra, como en tantos otros lugares del mundo donde casi un 20 % de los desperdicios alimentarios provienen de los hogares.

Evitar los basureros

Los frigoríficos denominados Free-go (gratis), cuentan normalmente con un armario externo para los artículos que no necesitan enfriamiento. En Ginebra fueron instalados en el barrio Les Charmilles y en la Casa de las Asociaciones, en el popular Plainpalais, así como, a partir de este año, en el Centro Roseraie de Carouge y en el Pâquis. Cada uno de ellos ofrece alimentos que no pudieron ser vendidos y que son recogidos diariamente por voluntarios de la asociación en muchos comercios o de casas de particulares que desean donar. Esta experiencia tiene precedentes en el Cantón de Neuchâtel, donde se promovieron ya a partir de 2019 con resultados muy positivos (https://lecourrier.ch/2019/12/05/943487/).

El objetivo principal es “reducir el desperdicio de productos mediante la sensibilización de los hogares”, explicaba Marine Delévaux, directora del proyecto ginebrino, en un reciente reportaje publicado por el cotidiano suizo Le Courrier.

Para la directora, darles una segunda oportunidad a los alimentos condenados a la basura es, ante todo, “un acto cívico”.  Y reconoce que si bien los free-go juegan un papel social importante al poner a disposición productos de forma gratuita, la propuesta no solo está dirigida a familias con ingresos precarios. Cualquier persona puede servirse, por ejemplo, una manzana o una pera, explica la responsable.

La fruta, así como las verduras, constituyen la mayor parte de los comestibles, a los que se añaden ocasionalmente quesos o yogures. Alguna-os voluntaria-os, incluidos beneficiarios del Hospicio General (institución de Ayuda Social de la ciudad), están a cargo de los recorridos en bicicletas por las tiendas asociadas para buscar los sobrantes.

La propuesta busca también involucrar en el aprovisionamiento a los vecinos del propio barrio donde se ubican las heladeras populares. Todo el mundo puede colocar allí productos de huerta, pero también artículos secos como arroz o pastas cuya fecha de validez no haya caducado. No se permite alcohol, productos abiertos, ni comidas ya preparadas.

El primero de estos frigoríficos populares cumplió un año y el resultado es excelente, explica Marine Delévaux. La mayoría de los free-go, que ya cuentan con clientes habituales, se vacían rápidamente, una hora después de ser aprovisionados.  Eco-ciudadano calcula que en un año se recuperaron tres toneladas de alimentos. La asociación también organiza colectas “al pie de los edificios”, para dar a conocer su práctica de recuperación entre los vecinos.

Otras formas novedosas

A nivel nacional, la Fundación Table Suisse (Mesa Suiza) evitó en 2022 que 17.5 millones de porciones de comida terminaran en la basura. Dicha organización con sede en el Cantón de Friburgo y seis antenas regionales se moviliza contra el derroche y la pobreza, recuperando alimentos y productos de buena calidad que ya no pueden venderse. Provienen de grandes distribuidores, productores y minoristas y los redistribuye gratuitamente a instituciones sociales que atienden a personas de muy escasos recursos (https://tablesuisse.ch/a-propos-de-table-suisse/).

En 2022, recuperó 6.100 toneladas de productos alimentarios y no alimentarios de calidad irreprochable que, de otro modo, habrían acabado en los basureros y que representan casi una cuarta parte más que el año precedente.

Según la fundación, todos los actores de la cadena alimentaria generan a nivel nacional 2.8 millones de toneladas de residuos anuales. Dos tercios de los cuales están en buen estado para el consumo humano cuando llega la fecha de caducidad. Cifra que representa, en Suiza, un desperdicio anual de 330 kilos por persona.

Otra alternativa interesante contra el derroche la constituye Fruits en Cavale (Frutas a Domicilio), que promueve desde 2016 en el Cantón de Neuchâtel el aprovechamiento de frutas que por no ser cosechadas terminan desechándose. (https://fruits-en-cavale.ch/). Compuesta íntegramente por voluntarios, la asociación organiza la recolección urbana de fruta en la región de Neuchâtel (costera al lago, Val-de-Ruz y Val-de-Travers). Los propietarios de árboles recurren a la asociación cuando no pueden asegurar la recogida o en los casos en que se confrontan a una producción demasiado abundante. Esta actividad no autoriza ningún tipo de intercambio monetario ni venta. El producto se reparte equitativamente entre los propietarios, los voluntarios recolectores y diversas organizaciones de asistencia social (como el Centro Social Protestante o Emaús) que lo destinan para el consumo de sus beneficiarios.

Una organización de este tipo, SOS Fruits (SOS Frutas) nació en 2020 en el Cantón de Vaud, con Lausana como capital. Este modelo se inspira en una experiencia semejante denominada Les fruits défendus (Frutas Prohibidas) que existe en Quebec, Canadá, desde hace ya dos décadas.

A nivel macro europeo – y también presente en otros continentes– la iniciativa Too Good To Go (Demasiado buena para desperdiciarla) es una aplicación que permite a los usuarios comprar comida restante de calidad en muy diversos restaurantes por un precio muy bajo que puede llegar al tercio del valor real.

La aplicación facilita acceder, por ejemplo, a comidas elaboradas no vendidas al final del día, así como a paquetes “sorpresa”, con menús variados y de bajo costo. La misma facilita navegar en los sitios Web de los locales cercanos al domicilio del usuario para encontrar el lugar más apropiado al gusto del mismo. La aplicación informará además sobre la franja horaria en que se puede recoger la bolsa de comida, para lo que exige extrema puntualidad.

Como lo señala el sitio suizo de Too Good To Go, esta iniciativa “le da a la comida una segunda oportunidad” (https://www.toogoodtogo.com/de-ch). El hecho de que grandes cadenas de supermercados con beneficios millonarios (y no siempre principales defensores del medio ambiente) así como Nestlé, la cuestionada transnacional de la alimentación, participen entre los asociados, aunque no le resta utilidad a la aplicación disminuye la credibilidad sobre el sentido político de la misma.

Pan de ayer

Todo comenzó una década atrás con una idea muy sencilla. Cotidianamente, miles de barras de pan, medialunas, sándwiches, tortas y biscochos de muy diversos tipos van a parar a la basura, aunque estén en perfecto estado para el consumo humano.

Fue entonces cuando se lanzó el proyecto Äss-Bar (que en dialecto suizo alemán significa “Se puede comer”) que reintroduce el pan y la repostería del día anterior en el circuito de consumo. Los productos se recogen por la mañana en las distintas panaderías asociadas situadas en las proximidades de los siete puntos de venta – todas coquetas, estilo boutique– con que cuenta Äss-Bar en las principales ciudades ( https://www.aess-bar.ch/shop/stores.php).

En esos elegantes negocios especiales, ubicados en Lausana, Bienne, Berna, Lucerna, Zúrich, Basilea y Winterthur, esos productos del día anterior cuya manipulación debe respetar estrictamente la cadena de frío se pagan a mitad de precio o incluso más barato. Según el sitio Web de esta iniciativa “ya se han ahorrado varios cientos de toneladas de productos”, con un impacto positivo no sólo para el medio ambiente sino también para el bolsillo de los consumidores. En la actualidad, Äss-Bar cuenta con unos 90 empleados en toda Suiza y el hecho de consumir alimentos del sector de la panificación del día precedente es ya algo normal en la concepción del suizo medio. Si hace algunos años en los puntos de venta se veían en particular jóvenes, estudiantes y personas con menos recursos, hoy, los compradores, son indiferenciados y pertenecen a todo el espectro social.

Desperdicios al por mayor

Según cifras oficiales de la Confederación Helvética, cada año, el consumo alimentario suizo genera unos 2.8 millones de toneladas de residuos alimentarios, lo que corresponde a casi 330 kg de residuos anuales por habitante (https://www.bafu.admin.ch/bafu/fr/home/themes/dechets/guide-des-dechets-a-z/biodechets/types-de-dechets/dechets-alimentaires.html). Según un estudio de Foodwaste.ch de 2021, el 28% del desperdicio alimentario en este país europeo se genera en los hogares; el 7%, proviene de los restaurantes; 10% del comercio mayorista y minorista; 35% de la transformación y 20% de la agricultura.

En cuanto al impacto en el medio ambiente, el sistema alimentario representa alrededor del 28% de la huella ecológica total de Suiza (impacto en el efecto invernadero), una cuarta parte de la cual procede de residuos alimentarios que podrían ser evitados.

Desechos planetarios

En septiembre de 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó que el número de personas afectadas por el hambre había aumentado en 2021 hasta llegar a 828 millones, lo que significa un incremento de unos 46 millones en relación a 2020 y de 150 millones desde 2019 (https://www.fao.org/newsroom/detail/FAO-UNEP-agriculture-environment-food-loss-waste-day-2022/es). En total, en 2022 se estimaba que 3.100 millones de personas no contaban con una dieta saludable.

La misma organización onusiana, en su informe “El estado mundial de la agricultura y la alimentación” de 2019 estimaba que el 14 % de la producción alimentaria mundial se pierde después de recolectarse y antes de llegar a los puntos de venta. Las Naciones Unidas estima que el 17 % de los alimentos es desperdiciado tanto en la venta al por menor como por los consumidores directos, especialmente en el marco hogareño. Según la FAO, con los alimentos que se pierden y derrochan se podrían alimentar anualmente a 1.260 millones de personas víctimas del flagelo del hambre y la desnutrición crónica (https://www.unep.org/es/resources/informe/indice-de-desperdicio-de-alimentos-2021).

Desde la perspectiva ambiental, la pérdida y el desperdicio de comida representan entre el 8 % y el 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que contribuye a un clima inestable y a fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones. Estos cambios, a su vez, repercuten negativamente en el rendimiento de las cosechas, reducen potencialmente la calidad nutricional de los cultivos y provocan perturbaciones en la cadena de suministros.

Por tanto, según el organismo de la ONU, es fundamental priorizar la reducción de los alimentos que terminan en la basura para asegurar la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles. Sistemas que hagan más eficiente el uso de los recursos naturales, disminuyan su repercusión negativa en el planeta y garanticen la seguridad alimentaria y la correcta nutrición para todos los seres humanos.

Vientres llenos en lugar de basureros repletos y alimentos desperdiciados. Un desafío tan esencial, simple y humano, que pareciera imposible que todavía hoy no se pueda concretizar.

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Inteligencia Artificial: El robot sospechoso e impositivo

El robot sospechoso e impositivo

Sergio Ferrari

Omnipresente en la vida cotidiana… y mucho más

El ser humano integra a diario más y más productos que son el resultado de una Inteligencia Artificial (IA) capaz de imitar y potenciar el saber intelectual humano. Y que también amenaza desbancar millones de puestos de trabajo.

La primera semana de marzo el grupo de prensa Axel Springer, el más grande de Alemania, y editor de los periódicos Bild y Die Welt, anticipó una reducción significativa de sus empleados. Según el gigante alemán, dicha reestructuración que se hará hasta finales del año en curso está motivada por los últimos avances en la tecnología de la información-comunicación (https://www.rfi.fr/fr/europe/20230304-le-groupe-allemand-axel-springer-va-supprimer-des-postes-au-profit-de-l-intelligence-artificielle). Mathias Döpfner, director del grupo, envió una carta a su personal en la cual afirma que «La inteligencia artificial revolucionará el periodismo y la industria de los medios de comunicación” en la medida que substituya diversas actividades propias de la profesión.

Presencia cotidiana

Un buscador temático en Internet; la cortadora de césped automática sin cable; el calculador de distancias o el de tipos de cambio; múltiples traductores en línea; asistentes audio; vehículos sin conductor o robots cirujanos… Todos ellos avances tecnológicos que se van imponiendo aceleradamente gracias a la Inteligencia Artificial. Resultado de la combinación de algoritmos –secuencias de pasos lógicos estructurados en programas– que permite crear máquinas o instrumentos que presentan las mismas capacidades, o mejores, que las del ser humano.

Inteligencia Artificial, o términos intercambiables como “algoritmo” o “datos”, aparecen ya en los medios de prensa, estudios científicos, ensayos sociológico-filosóficos, documentos sindicales e incluso en las charlas de café, cuando compartimos aplicaciones e imágenes con nuestras amistades. Y también están presentes en las reflexiones y los debates sindicales, cuando se analiza el mundo del trabajo y el impacto directo que tienen las nuevas tecnologías en ciertos sectores. Por ejemplo, por citar solo algunos, el de las comunicaciones, la industria gráfica, el personal de ventas –reemplazado en los países industrializados por máquinas de autopago–, el bancario, el financiero, la logística en general y los centros de atención a clientes.

La Inteligencia Artificial traduce conceptos casi mágicos. A veces, incluso, se emplean sin entenderse el significado profundo de los mismos. Como lo señala Adrien Tallent, graduado en Filosofía Política y Ética en la Universidad de la Sorbona, Francia, en ciertos casos se los equipara con “instrumentos infalibles y  perfectamente racionales cuya ayuda puede ser inestimable para delegar ciertas tareas o incluso responsabilidades”.

Potencialidad y amenazas

Sin embargo, subraya Tallent en un reciente artículo publicado en The Conversation (https://theconversation.com/exploitation-des-donnees-un-changement-de-contrat-social-a-bas-bruit-199038), “la recopilación masiva de datos y el uso generalizado de algoritmos también supone una amenaza para la sociedad y la democracia”. Y explica que, a “cambio de un servicio (casi siempre gratuito), los usuarios delegan consciente o inconsciente-mente parte de su poder de decisión y la posibilidad de influir en sus elecciones y opiniones”.

El filósofo francés recuerda que los sistemas de Inteligencia Artificial se construyen para manejar enormes cantidades de datos y que su propósito es tomar las decisiones más informadas y objetivas posibles. Sin embargo, señala, este despliegue lógico a gran escala responde a opciones políticas y a la promoción de lo que ciertos intelectuales denominan «racionalidad algorítmica».

Tallent también explica que las sociedades occidentales son herederas de la revolución científica y filosófica del siglo XVII y que se construyeron en torno de las nociones de libertad y progreso, respetando cierta armonía entre emancipación humana y desarrollo técnico. Y se interroga: ¿Qué podría ser más racional que la gestión de diversos sectores y actividades quede en manos de la inteligencia artificial?

El problema que surge con esta concepción es que ve al ser humano como falible frente a una Inteligencia Artificial considerada infalible porque se basa en datos u objetos matemáticos. Según esa visión, cualquier decisión sería irrefutable porque se basaría en argumentos estadísticos sin tener en cuenta que la recuperación de datos y su explotación implica matices y contradicciones.

Tallent advierte que los gigantes digitales (las grandes empresas multinacionales del sector) conocen nuestras preferencias, nuestras opiniones y nuestros deseos. Además, que los contenidos afines a nuestras ideas ocupan un lugar preponderante y faltan opiniones alternativas, lo que facilita y aumenta la difusión de noticias falsas (fake news), las cuales disponen de un mayor potencial de difusión. Como resultado, cada vez compartimos menos verdades y experiencias comunes, necesarias para que funcione la democracia.

Inteligentes e invasivos

Al analizar nuestros datos personales con el propósito de predecir nuestro comportamiento, el sistema dominante se está convirtiendo en un “capitalismo de vigilancia», en palabras de la conocida socióloga norteamericana Shoshana Zuboff, a quien Tallent cita en su artículo. Según Zuboff, para estas empresas, los individuos ya no son clientes, sino productos para los anunciantes o proveedores de datos, y esos datos permiten desposeer a los potenciales consumidores de su propia voluntad.

Tallent subraya que “el hecho de que estemos expuestos a esa publicidad dirigida demuestra las dudas que tenemos sobre nuestros propios deseos. Ya no sabemos, realmente, si hemos deseado el objeto adquirido o lo compramos porque nos lo mostraron antes. Nuestro deseo está automatizado”.

“Acostumbrados al progreso técnico”, continúa, “los individuos se han habituado a un entorno en el que la búsqueda de comodidad, rapidez y entretenimiento permite la generalización y perpetuación de sistemas técnicos invasivos en detrimento de ciertas libertades fundamentales (derecho a la intimidad, al anonimato, a la independencia de pensamiento, etc.), que son las garantías de nuestras sociedades democráticas”.

Al facilitar nuestros datos e informaciones, concluye Tallent, transferimos parte de nuestro libre albedrío y la capacidad de opinar por nuestra propia cuenta. De esta manera limitamos seriamente nuestra capacidad de influir en los procesos electorales, es decir, en el ejercicio mismo de la democracia.

El caso de Cambridge Analytica es tal vez el que mejor ejemplifica esta realidad. La firma inglesa recopiló y usó, sin consentimiento, los datos de más de 80 millones de usuarios de Facebook. Su accionar demuestra la capacidad de manipulación política que tuvieron las redes sociales en elecciones tan decisivas como las presidenciales estadounidenses de 2016 o el referéndum británico sobre el Brexit para definir la continuidad o la salida británica de la Unión Europea.

Cambridge Analytica también promovió la figura de Mauricio Macri en su campaña electoral en 2015 en Argentina (https://www.analytica.com.do/publicaciones/blog/la-buena-nota-de-macri-en-los-mercados/). Diversos medios de prensa de muy variados horizontes ideológicos, incluyendo algunos conservadores como La Nación, informaron en su momento sobre este servicio de la empresa británica al ex presidente argentino (https://www.lanacion.com.ar/politica/cambridge-analytica-hizo-trabajos-pro-antes-campana-nid2289827/).

Control democrático de la Inteligencia Artificial

SYNDICOM, el sindicato suizo de la comunicación, comenzó hace años el estudio de la temática relacionada con la Inteligencia Artificial y este tema sigue siendo una prioridad cotidiana de su trabajo gremial. En 2020 avanzó una serie de principios rectores para conceptualizar y promover el uso responsable de la inteligencia artificial.

Su tesis fundamental consiste en que “en un mundo digital en el que la inteligencia artificial gana terreno, cada individuo debe poder decidir libre y autónomamente dónde y en qué medida se apoya en la tecnología, y en qué casos actúa por cuenta propia, sin ayuda de la misma”. El sindicato está convencido “de que el gran potencial de la inteligencia artificial sólo podrá hacerse realidad si se adapta a nuestras necesidades y si es aceptado por la sociedad”.

Sin embargo, advierte, esto debe hacerse dentro de un marco libremente elegido y que sea ética y legalmente correcto. Y enfatiza: “los seres humanos deben seguir conservando su soberanía”. Es decir, los individuos deben ubicarse y prevalecer sobre las máquinas y sus productos.

SYNDICOM considera esencial incluir las cuestiones éticas en el desarrollo y el uso de la IA y subraya que, en el contexto de los derechos humanos, la participación democrática, el Estado de Derecho y la redistribución social, la inteligencia artificial debe tener como único objetivo estar al servicio de las personas y de su libertad, y no al servicio de acumulación, propio de las empresas.

Palanca para redistribuir el ingreso

En 2020 SYNDICOM aprobó nueve Principios Rectores, es decir, marcos conceptuales de la Inteligencia Artificial para el Futuro Humano. Entre ellos: el ejercicio de autonomía y control; el respeto de los derechos humanos y los derechos fundamentales; la responsabilidad ética y social; asegurar transparencia; ejercitar la responsabilidad; aceptar las relaciones de coparticipación social y la codecisión de los trabajadores, y reconocer una transformación digital justa y duradera (https://syndicom.ch/fr/themes/dossier/intelligenceartificielleia/resolution/).

La transformación digital justa constituye un punto esencial de los postulados del sindicato y va directo al tema de la redistribución del ingreso. Para SYNDICOM, dicha transformación debe mejorar la situación del mayor número posible de personas mediante la redistribución y los esfuerzos por lograr la igualdad de género. “Las ganancias de productividad que pueda aportar el uso de la IA deben reinvertirse de forma sostenible en beneficio de la gente”. Y advierte que “en la era de la cuarta revolución industrial, el sistema económico ha cambiado de rostro. Pretende funcionar con el menor número posible de trabajadora-es y alejarse de las relaciones contractuales garantizadas por las convenciones colectivas”. Esta visión no constituye “una innovación tecnológica, sino una ruptura histórica y social. Las razones no hay que buscarlas en la automatización digital, sino en el sistema económico dominante”, concluye esta organización gremial helvética.

En cuanto al eventual uso indebido de las bases de datos, elemento esencial de la IA, la propuesta de SYNDICOM consiste en impulsar paraguas protectores debido a que la big data y la IA también pueden diseñarse para perjudicar a las personas. Estas inmensas cantidades de información, los datos, la IA y los sistemas inteligentes constituyen ingeniosas herramientas en manos de una multitud de actores, muchos de los cuales son políticamente poderosos, así como delincuentes. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de diseñar y regular la IA. Sin embargo, el daño potencial “no es una característica del desarrollo tecnológico, sino un resultado de su uso. Por eso es tan importante que los diferentes actores del Estado regulen el espacio digital para evitar que otros se apoderen de él y lo manipulen, incluso fuera de las fronteras nacionales.

Temática alucinante y reflexiones en pañales, que muchas veces parecen ir detrás del propio ritmo robótico de las nuevas tecnologías de la información, tan invasoras como beligerantes e imponentes. ¿Quién controla a quién en esta compleja relación entre robots y seres humanos? Tal vez, como lo afirma el filósofo suizo Hans Widmer (https://www.youtube.com/watch?v=EhYpE1PtULo), el desafío esencial sea desarrollar, trabajar, conceptualizar y pensar a fondo la relación entre la Inteligencia Artificial y la ética, para evitar caer en el riesgo posible de “un individuo que quede bajo la tutela de la IA”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-robot-sospechoso-e-impositivo/

 

 

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