Por Sebastián Quiroga*. Como se vio desde los primeros días del mes de enero, este será un año de movilizaciones, marchas, protestas en la calle. El 17 de marzo, más de un 1 millón de personas en 100 municipios del país, nos movilizamos en defensa de la paz con justicia social, en contra de las nefastas políticas del gobierno Santos y en contra del cinismo de los uribistas, que aun siendo responsables de las problemáticas que hoy vivimos los colombianos, se muestran como oposición y alternativa.
En medio de un proceso de paz con las insurgencias, se presenta una profunda crisis económica, ambiental, energética y social para el país, como consecuencia del abandono histórico del Estado a las gentes de todos los rincones. Por eso, las organizaciones sociales de todo tipo y las principales centrales obreras, iniciamos hace meses jornadas de movilización y denuncia.
Harta de indignación, la población colombiana en sus diferentes sectores y territorios ha dicho “a parar para avanzar, viva el paro nacional”. Vendedores ambulantes, trabajadores del reciclaje, sindicatos de todas las industrias, campesinos, pequeños y medianos productores del campo, estudiantes de colegios y universidades, mujeres, jóvenes, trabajadores judiciales, taxistas, camioneros, indígenas, negros.
En La Guajira, el Caquetá, Nariño, Córdoba, Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Barrancabermeja, Popayán, Neiva, Tunja, Villavicencio, Cúcuta, en fin; de norte a sur, de oriente a occidente, desde aquel extraño 24 de enero, el país está en las calles, en pie de lucha, presto a defender el sueño de una paz con transformaciones y cambios, terco ante las imposiciones del gobierno nacional.
En medio de intimidaciones, de asesinatos, y a pesar de las desapariciones, los feminicidios, los empalamientos y de la intolerancia de la extrema derecha colombiana, la gente se mantuvo en las calles y no dejó de salir.
Así, la pregunta que queda en el ambiente y que ya se hacían muchas personas antes de la marcha del 17 de marzo es ¿y ahora qué sigue?¿con un paro de un día esperamos detener la política del Gobierno?
Recordemos que en la jornada, como mencioné en otra columna de opinión, estuvimos calentando>como en el fútbol, midiendo a ver cómo estamos de piernas, de aire, de fuerza. Lo que sigue, queridas y queridos, es continuar entrenando. Vimos que tenemos piernas, que tenemos aire, que tenemos ganas de estar en las calles para expresar la indignación. Pero también vimos que algunas personas se quedaron viendo el partido desde las casas: no quisieron salir a la cancha.
Por eso, la principal tarea es volver a los pueblos, a los barrios, a las universidades y colegios, a las fábricas y lugares de trabajo, a conversar, a proponerles a nuestros amigos y amigas que sumen su voz a este grito cada vez más grande de indignación y de nuevo país. A que confiemos en que la unidad y la lucha, nos llevaran hacia una Colombia libre.
En este camino tenemos diferentes fechas para jugar de locales y de visitantes, para seguir metiéndole goles a la negligencia del Gobierno que mientras habla de paz en el mundo, persigue, amenaza, despoja, roba y engaña dentro del país. No podemos permitir que la necesidad de la paz se use como excusa para empobrecernos. Para esto la tarea de la construcción de la paz debe reposar sobre nuestros hombros.
Por eso nos veremos el 9 de abril, para recordar a Gaitán y a las víctimas del conflicto, para en su memoria seguir exigiendo paz con justicia social y participación. También nos vemos el 1ro de mayo, fecha en la que el pueblo trabajador reivindica más de 100 años de sus victorias.
No olvidemos que las movilizaciones son el camino que hemos trazado hacia el gran paro cívico nacional, momento cero en que nos sentaremos a discutir el pliego como país, en el que le diremos al gobierno nacional: ¡mire la agenda de paz del pueblo colombiano!
Hagamos confluir la indignación, juntemos las luchas y abramos un espacio para discutir los conflictos del país. Que se firme una paz completa e integral con todos los actores del conflicto, lo que sin duda exige participación de la sociedad.