Page 145 of 397
1 143 144 145 146 147 397

Comisión sobre seguridad escolar en EE.UU. evita hablar de armas

América del norte/Estados Unidos/07 Junio 2018/Fuente: Prensa Latina

La secretaria estadounidense de Educación, Betsy DeVos, descartó que una comisión de seguridad escolar creada por la administración de Donald Trump estudie cambios potenciales exigidos hoy por diversos sectores para las leyes de armas.
En una comparecencia ante un panel del Senado el legislador demócrata Patrick Leahy le preguntó si el grupo conformado por el Gobierno tras el tiroteo masivo del 14 de febrero en una escuela secundaria de Parkland, Florida, examinaría las armas de fuego.

DeVos, quien preside la comisión, manifestó que eso no es parte del trabajo del grupo en sí.

‘¿Entonces, están estudiando la violencia armada pero no estás considerando el papel de las armas?’, cuestionó Leahy a la secretaria durante su aparición este martes ante el Subcomité de asignaciones del Senado, que supervisa la financiación de la educación.

‘De hecho, lo que estamos estudiando es la seguridad escolar y cómo podemos garantizar que nuestros estudiantes estén seguros en la escuela’, respondió DeVos.

Según la funcionaria, la comisión se centraría en las aproximadamente 20 áreas que la Casa Blanca había esbozado al constituirla.

Al mismo tiempo, la titular eludió una pregunta de Leahy sobre si consideraba que un joven de 18 años debía poder comprar un rifle de asalto estilo AR-15 como el empleado en la masacre en Parkland, donde murieron 17 personas.

‘Creo que eso es mucho más un tema de debate, sé que se ha discutido en este órgano y seguirá discutiéndose’, señaló la funcionaria.

La respuesta abierta de la secretaria no mencionó el hecho de que, según la hoja informativa en la cual la Casa Blanca anunció la comisión en marzo pasado, ese grupo estudiaría y haría recomendaciones en una variedad de temas, incluyendo ‘restricciones de edad para ciertas compras de armas de fuego’.

Estas declaraciones de DeVos provocaron objeciones de los defensores de un mayor control de armas, entre ellos el padre de una estudiante asesinada en el tiroteo en Florida.

Fred Guttenberg, cuya hija Jaime murió en la matanza, escribió en Twitter que las palabras de la secretaria motivarían a los votantes que se preocupan por la seguridad.

‘Besty Devos, su comentario de que la investigación que siguió a la muerte de mi hija y otras 16 personas no involucraría armas de fuego es sorprendentemente útil’, escribió en la red social.

‘Acabas de darle a todos los padres que realmente se preocupan por la seguridad escolar una razón para votar en noviembre’, agregó en referencia a los comicios de medio término que tendrán lugar ese mes, para los cuales se espera que el tema del control de armas tenga un peso importante.

Esta comisión se creó específicamente para abordar el tema de la seguridad escolar, por lo que si las armas no son ‘parte del encargo de la comisión’, ¿qué están haciendo?, expresó al portal digital Politico Kris Brown, copresidenta de la Campaña Brady, que aboga por frenar la violencia armada.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=184949&SEO=comision-sobre-seguridad-escolar-en-ee.uu.-evita-hablar-de-armas
Comparte este contenido:

Recuperemos el poder que ahora está en manos de unos pocos multimillonarios

Por: Bernie Sanders

Si nos unimos para luchar contra los intereses de los poderosos, podemos acabar con la pobreza, aumentar la esperanza de vida y afrontar el cambio climático.

Esta es la situación de nuestro planeta en 2018: tras todas las guerras, revoluciones y cumbres internacionales del último siglo, vivimos en un mundo donde unos pocos individuos, inmensamente ricos, ejercen un control desproporcionado sobre la vida económica y política de la humanidad.

Aunque resulte difícil entenderlo, lo cierto es que las seis personas más ricas de la Tierra poseen más riquezas que la mitad más pobre de la población mundial, 3.700 millones de personas. Además, el 1% más rico tiene más dinero que el 99% restante. Y mientras estos multimillonarios hacen alarde de sus riquezas, cerca de una de cada siete personas intenta sobrevivir con menos de 1,25 dólares diarios. Y un dato espeluznante: unos 29.000 niños mueren diariamente por enfermedades que son completamente prevenibles como la diarrea, la malaria y la neumonía.

Al mismo tiempo, las élites corruptas, los oligarcas y las monarquías anacrónicas de todo el mundo gastan miles de millones en las extravagancias más absurdas.

El sultán de Brunei tiene unos 500 Rolls-Royce y vive en uno de los palacios más grandes del mundo, un edificio con 1.788 habitaciones y que en una ocasión fue valorado en 350 millones de dólares. En Oriente Medio, que cuenta con cinco de los diez monarcas más ricos el mundo, los jóvenes miembros de la realeza viajan y se divierten por el mundo entero mientras la región sufre los efectos de la tasa de desempleo más alta de todo el planeta, y unos 29 millones de niños, como mínimo, viven en la pobreza y no tienen acceso a los servicios más básicos, agua potable o alimentos nutritivos.

Es más, mientras cientos de millones de personas viven en la pobreza más extrema, los traficantes de armas acumulan cada vez más riquezas ya que los gobiernos gastan billones de dólares en armamento.

En Estados Unidos, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, es la persona más rica del mundo con un patrimonio de más de 100.000 millones de dólares. Es dueño de, al menos, cuatro mansiones, que sumadas alcanzan un valor de decenas de millones de dólares. Como si esto no fuera suficiente, se gastará unos 42 millones de dólares en un proyecto para construir un reloj dentro de una montaña en Texas que, supuestamente, funcionará durante 10.000 años.

Sin embargo, en los almacenes de Amazon repartidos a lo largo y ancho de Estados Unidos, los trabajadores a menudo trabajan a destajo y ganan tan poco dinero que dependen de Medicaid, cupones para alimentos y viviendas sociales pagadas con los impuestos de los contribuyentes estadounidenses.

Y eso no es todo. Es este contexto de riqueza descomunal y desigualdad económica, las personas están dejando de creer en la democracia; el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Cada vez son más conscientes de que se ha amañado la economía mundial en beneficio de unos pocos poderosos y en detrimento de todos los demás, y están furiosas.

Millones de personas trabajan más horas y ganan salarios más bajos que hace cuarenta años tanto en Estados Unidos como en muchos otros países.

Sufren la situación en silencio, se sienten impotentes frente a unos pocos poderosos que compran las elecciones, y frente a una élite política y económica que se enriquece sin parar, incluso a costa del futuro de sus hijos.

En este contexto de desigualdad económica, el mundo está siendo testigo de un alarmante aumento del autoritarismo y del extremismo derechista; que alimenta, explota y amplifica el resentimiento de los que se sienten abandonados por el sistema, y aviva las llamas del odio étnico y racial.

Ahora, más que nunca, los que creemos en la democracia y en los gobiernos progresistas debemos unir a las personas trabajadoras y de bajos ingresos en torno a un programa político que refleje sus necesidades. En vez de ofrecer odio y fragmentación social, debemos proporcionar un mensaje de esperanza y de solidaridad. Debemos levantar un movimiento internacional que luche contra la avaricia y la ideología de los multimillonarios y nos ayude a construir un mundo medioambiental, social y económicamente justo. ¿Se trata de un proyecto fácil? En absoluto. Sin embargo, se trata de una lucha que debemos librar. Nuestro futuro depende de ello.

Como señaló, acertadamente, el papa Francisco, en un discurso pronunciado en el Vaticano en 2013: «Hemos creado nuevos ídolos. Los hombres del pasado adoraron a un becerro de oro y ahora esta figura ha sido sustituida por una imagen sin cabeza, para rendir culto al dinero y estamos ante una dictadura de la economía que no tiene rostro y cuyo propósito no es el bien de la humanidad». También indicó que «en la actualidad todo se rige por la ley de la rivalidad y la supervivencia del más fuerte, y los poderosos se alimentan de los indefensos. Como consecuencias, las masas son excluidas y marginadas, sin trabajo y sin una posibilidad de escapatoria».

Debemos levantar un nuevo movimiento progresista y mundial que nazca con el compromiso de luchar contra la desigualdad estructural; desigualdad entre países y también dentro del país. Este movimiento debe sobreponerse a la mentalidad del «culto al dinero» y de la «supervivencia de los más fuertes» de la que habló el papa Francisco.

Debe apoyar medidas impulsadas a nivel nacional e internacional para mejorar las condiciones de vida de las personas pobres y de clase trabajadora y cuyo objetivo sea alcanzar el pleno empleo, un salario digno y una educación universal de calidad, acceso universal a la salud pública y acuerdos comerciales internacionales justos. También debemos recuperar el poder que ahora tienen las empresas y evitar la destrucción de nuestro planeta como resultado del cambio climático.

Les pondré un ejemplo de lo que podríamos hacer. Unos pocos años atrás, la Red para la Justicia Fiscal señaló que las personas más ricas y las principales empresas del mundo habían escondido entre 21 y 32 billones de dólares en paraísos fiscalespara no tener que pagar los impuestos correspondientes.

Si juntos intentamos luchar contra esta práctica abusiva, los ingresos que podríamos obtener nos permitirían terminar con el hambre mundial, crear cientos de millones de puestos de trabajo y reducir de forma significativa la desigualdad de ingresos y de patrimonio. Podríamos hacer un cambio radical hacia la agricultura sostenible y acelerar la transformación de nuestro sistema energético para no depender de los combustibles fósiles y avanzar hacia las fuentes de energía renovable.

Luchar contra la avaricia de Wall Street, el poder de las gigantescas multinacionales y la influencia de los multimillonarios no solo es un deber moral; es un imperativo geopolítico estratégico. Las investigaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ponen en evidencia que la percepción que tienen los ciudadanos de la desigualdad, la corrupción y la exclusión son los indicadores más fiables para saber si esas comunidades apoyarán al extremismo de derechas o a grupos violentos.

Cuando las personas tienen la sensación de que el sistema no juega a su favor y no ven la forma de cambiar la situación desde la legitimidad, tienen más posibilidades de apostar por soluciones perjudiciales que lo único que hacen es empeorar la situación.

Estamos ante un momento clave de la historia mundial. Con la revolución de las nuevas tecnologías y los avances que trae consigo, podemos aumentar sustancialmente la riqueza mundial de una forma justa. Tenemos todos los medios a nuestro alcance para erradicar la pobreza, aumentar la esperanza de vida y crear un sistema energético mundial no contaminante y asequible.

Lo podemos conseguir si tenemos la valentía de unirnos y enfrentarnos a los intereses de unos pocos poderosos que lo único que quieren es seguir acumulando riqueza. Esto es lo que debemos hacer para defender el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos y de nuestro planeta.

Bernie Sanders es senador por Vermont y fue candidato en las primarias demócratas de la última campaña presidencial en Estados Unidos.

Traducido por Emma Reverter.

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/Recuperemos-poder-ahora-manos-multimillonarios_0_730027416.html

Comparte este contenido:

‘Shithole countries’: Trump uses the rhetoric of dictators

By: Henry Giroux

George Orwell warns us in his dystopian novel 1984 that authoritarianism begins with language. In the novel, “newspeak” is language twisted to deceive, seduce and undermine the ability of people to think critically and freely.

Donald Trump’s unapologetic bigoted language made headlines again Thursday when it was reported he told lawmakers working on a new immigration policy that the United States shouldn’t accept people from “shithole countries” like Haiti. Given his support for white nationalism and his coded call to “Make America Great (White) Again,” Trump’s overt racist remarks reinforce echoes of white supremacy reminiscent of fascist dictators in the 1930s.

His remarks about accepting people from Norway smack of an appeal to the sordid discourse of racial purity. There is much more at work here than a politics of incivility. Behind Trump’s use of vulgarity and his disparagement of countries that are poor and non-white lies the terrifying discourse of white supremacy, ethnic cleansing and the politics of disposability. This is a vocabulary that considers some individuals and groups not only faceless and voiceless, but excess, redundant and subject to expulsion. The endpoint of the language of disposability is a form of social death, or even worse.

As authoritarianism gains strength, the formative cultures that give rise to dissent become more embattled, along with the public spaces and institutions that make conscious critical thought possible.

Words that speak to the truth to reveal injustices and provide informed critical analysis begin to disappear, making it all the more difficult, if not dangerous, to judge, think critically and hold dominant power accountable. Notions of virtue, honour, respect and compassion are policed, and those who advocate them are punished.

I think it’s fair to argue that Orwell’s nightmare vision of the future is no longer fiction in the United States. Under Trump, language is undergoing a shift: It now treats dissent, critical media coverage and scientific evidence as a species of “fake news.”

The Trump administration, in fact, views the critical media as the “enemy of the American people.” Trump has repeated this view of the media so often that almost a third of Americans now believe it and support government-imposed restrictions on the media, according to a Poynter survey.

Thought crimes and fake news

Trump’s cries of “fake news” work incessantly to set limits on what is thinkable. Reason, standards of evidence, consistency and logic no longer serve the truth, according to Trump, because the latter are crooked ideological devices used by enemies of the state. Orwell’s “thought crimes” are Trump’s “fake news.” Orwell’s “Ministry of Truth” is Trump’s “Ministry of Fake News.”

The notion of truth is viewed by this president as a corrupt tool used by the critical media to question his dismissal of legal checks on his power, particularly his attacks on judges, courts and any other governing institutions that will not promise him complete and unchecked loyalty.

For Trump, intimidation takes the place of unquestioned loyalty when he does not get his way, revealing a view of the presidency that is more about winning than about governing.

One consequence is the myriad practices by which Trump gleefully humiliates and punishes his critics, wilfully engages in shameful acts of self-promotion and unapologetically enriches his financial coffers.

Under Trump, the language of civic literacy and democracy has become unmoored from critical reason, informed debate and the weight of scientific evidence, and is now being reconfigured and tied to pageantry, political theatre and a deep-seated anti-intellectualism.

One consequence, as language begins to function as a tool of state repression, is that matters of moral and political responsibility disappear and injustices proliferate.

Fascism starts with words

What is crucial to remember here, as authoritarianism expert Ruth Ben-Ghiat notes, is that fascism starts with words. Trump’s use of language and his manipulative use of the media as political spectacle are disturbingly similar to earlier periods of propaganda, censorship and repression.

Under fascist regimes, the language of brutality and culture of cruelty was normalized through the proliferation of strident metaphors of war, battle, expulsion, racial purity and demonization.

As German historians such as Richard J. Evans and Victor Klemperer have made clear, dictators like Adolf Hitler did more than simply corrupt the language of a civilized society, they also banned words.

Soon afterwards, the Nazis banned books and the critical intellectuals who wrote them. They then imprisoned those individuals who challenged Nazi ideology and the state’s systemic violations of civil rights.

The end point was an all-embracing discourse of disposability — the emergence of concentration camps and genocide fuelled by a politics of racial purity and social cleansing.

Echoes of the formative stages of such actions are upon us now. An American-style neo-fascism appears to be engulfing the United States after simmering in the dark for years.

President Donald Trump stands on the field for the U.S. national anthem before the start of the NCAA National Championship game at Mercedes-Benz Stadium between Georgia and Alabama on Jan. 8 in Atlanta. (AP Photo/Andrew Harnik)

More than any other president, Trump has normalized the notion that the meaning of words no longer matters, nor do traditional sources of facts and evidence. In doing so, he has undermined the relationship between engaged citizenship and the truth, and has relegated matters of debate and critical assessment to a spectacle of bombast, threats, intimidation and sheer fakery.

This language of fascism does more than normalize falsehoods and ignorance. It also promotes a larger culture of short-term attention spans, immediacy and sensationalism. At the same time, it makes fear and anxiety the normalized currency of exchange and communication.

In a throwback to the language of fascism, Trump has repeatedly positioned himself as the only one who can save the masses — reproducing the tired script of the model of the saviour endemic to authoritarianism.

There is more at work here than an oversized ego. Trump’s authoritarianism is also fuelled by braggadocio and misdirected rage as he undermines the bonds of solidarity, abolishes institutions meant to protect the vulnerable and launches a full-fledged assault on the environment.

Trump is also the master of manufactured illiteracy, and his obsessive tweeting and public relations machine aggressively engages in the theatre of self-promotion and distractions. Both of these are designed to whitewash any version of a history that might expose the close alignment between his own language and policies and the dark elements of a fascist past.

Trump also revels in an unchecked mode of self-congratulation bolstered by a limited vocabulary filled with words like “historic,” “best,” “the greatest,” “tremendous” and “beautiful.”

Those exaggerations suggest more than hyperbole or the self-indulgent use of language. When he claims he “knows more about ISIS than the generals,” “knows more about renewables than any human being on Earth” or that nobody knows the U.S. system of government better than he does, he’s using the rhetoric of fascism.

As the aforementioned historian Richard J. Evans writes in The Third Reich in Power:

“The German language became a language of superlatives, so that everything the regime did became the best and the greatest, its achievements unprecedented, unique, historic and incomparable …. The language used about Hitler … was shot through and through with religious metaphors; people ‘believed in him,’ he was the redeemer, the savior, the instrument of Providence, his spirit lived in and through the German nation…. Nazi institutions domesticated themselves [through the use of a language] that became an unthinking part of everyday life.”

Sound familiar?

Under the Trump regime, memories inconvenient to his authoritarianism are now demolished in the domesticated language of superlatives so the future can be shaped to become indifferent to the crimes of the past.

Trump’s endless daily tweets, his recklessness, his adolescent disdain for a measured response, his unfaltering anti-intellectualism and his utter ignorance of history work in the United States. Why? Because they not only cater to what historian Brian Klaas refers to as “the tens of millions of Americans who have authoritarian or fascist leanings,” they also enable what he calls Trump’s attempt at “mainstreaming fascism.”

The language of fascism revels in forms of theatre that mobilize fear, hatred and violence. Author Sasha Abramsky is on target in claiming that Trump’s words amount to more than empty slogans.

Instead, his language comes “with consequences, and they legitimize bigotries and hatreds long harbored by many but, for the most part, kept under wraps by the broader society.”

Surely, the increase in hate crimes during Trump’s first year of his presidency testifies to the truth of Abramsky’s argument.

Fighting Trump’s fascist language

The history of fascism teaches us that language operates in the service of violence, desperation and troubling landscapes of hatred, and carries the potential for inhabiting the darkest moments of history.

It erodes our humanity, and makes too many people numb and silent in the face of ideologies and practices that are hideous acts of ethical atrocity.

Trump’s language, like that of older fascist regimes, mutilates contemporary politics, empathy and serious moral and political criticism, and makes it more difficult to criticize dominant relations of power.

His fascistic language also fuels the rhetoric of war, toxic masculinity, white supremacy, anti-intellectualism and racism. But it’s not his alone.

It is the language of a nascent fascism that has been brewing in the United States for some time. It is a language that is comfortable viewing the world as a combat zone, a world that exists to be plundered and a view of those deemed different as a threat to be feared, if not eliminated.

A new language aimed at fighting Trump’s romance with fascism must make power visible, uncover the truth, contest falsehoods and create a formative and critical culture that can nurture and sustain collective resistance to the oppression that has overtaken the United States, and increasingly many other countries.

No form of oppression can be overlooked. And with that critical gaze must emerge a critical language, a new narrative and a different story about what a socialist democracy will look like in the United States.

Reclaiming language as a force for good

There is also a need to strengthen and expand the reach and power of established public spheres, such as higher education and the critical media, as sites of critical learning.

We must encourage artists, intellectuals, academics and other cultural workers to talk, educate, make oppression visible and challenge the common-sense vocabulary of casino capitalism, white supremacy and fascism.

Language is not simply an instrument of fear, violence and intimidation; it is also a vehicle for critique, civic courage and resistance.

A critical language can guide us in our thinking about the relationship between older elements of fascism and how such practices are emerging in new forms.

Without a faith in intelligence, critical education and the power to resist, humanity will be powerless to challenge the threat that fascism and right-wing populism pose to the world.

Those of us willing to fight for a just political and economic society need to formulate a new language and fresh narratives about freedom, the power of collective struggle, empathy, solidarity and the promise of a real socialist democracy.

We would do well to heed the words of the great Nobel Prize-winning novelist, J.M. Coetzee, who states in a work of fiction that “there will come a day when you and I will need to be told the truth, the real truth ….no matter how hard it may be.”

Democracy, indeed, can only survive with a critically informed and engaged public attentive to a language in which truth, rather than lies, become the currency of citizenship.

Source:

https://theconversation.com/shithole-countries-trump-uses-the-rhetoric-of-dictators-89850

Comparte este contenido:

Estados Unidos: Colorado facilita acceso a estudios universitarios a inmigrantes y refugiados

Estados Unidos / 3 de junio de 2018 / Autor: EFE / Fuente: Azteca América

El gobernador de Colorado, John Hickenlooper, firmó este miércoles unaley que permitirá que refugiados e inmigrantes con permisos especiales puedan enrolarse en las universidades de este estado sin necesidad de esperar cierto tiempo más antes de acceder a esa oportunidad.

La ley SB18-087 «coloca la educación superior al alcance de los inmigrantes especiales y de los refugiados para que puedan obtener con mayor rapidez las credenciales que necesitan para reingresar en sus carreras o para seguir oportunidades que los ayuden a progresar», afirmó el gobernador Hickenlooper al firmar la ley en una ceremonia en el Colegio Comunitario de Aurora (este de Denver).

Según la División de Servicios para Refugiados del Departamento de Servicios Humanos de Colorado, cada año llegan a este estado poco más de2,000 refugiados, ahora mayormente de África (Somalia, Etiopía, Sudán) y Asia (Myanmar, Bután e Irak).

Sin embargo, en años recientes (2016 y 2017) han llegado refugiados unos 60 refugiados de América Latina, mayormente de México (25) y de Nicaragua (14).

Por su parte, los inmigrantes con visas especiales (SIV, en inglés) son aquellos que califican para residencia permanente por haber ayudado a Estados Unidos en Irak o en Afganistán, ser trabajadores religiosos o de organizaciones internacionales o ser menores de edad al cuidado de la corte, entre otras razones, según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS).

Anteriormente, esas personas debían vivir en Colorado por lo menos durante un año antes de enrolarse en la universidad con aranceles reducidos, un beneficio que Colorado les ofrece a ciertos inmigrantes indocumentados (aquellos con tres años en este estado y sin antecedentes criminales, entre otros requisitos) desde 2012.

La nueva ley se basa en que los refugiados y los inmigrantes especiales llegan a Colorado para quedarse, esas personas cumplen con las leyes federales de inmigración y enfrentan «circunstancias especiales» que ameritan otorgarles el beneficio de acceso inmediato y con costo reducido a la universidad.

Para redactar la ley, los legisladores trabajaron con la oficina local de la organización no lucrativa Comité de Rescate Internacional (IRC) y con el Proyecto de Denver de Revitalización y Capacitación de Inmigrantes (DRIVE).

Con esta ley, «tenemos la oportunidad de participar como cualquier otro», afirmó Maytham Alshadood, de Irak, quien llegó a Colorado en 2008.

«Creemos que esta ventaja nos capacita para ser nuestros propios promotores si ejercemos nuestros derechos. Es nuestra responsabilidad tomar la iniciativa de protegernos a nosotros mimos y promover políticas públicas que favorezcan a nuestra comunidad», dijo.

 

Fuente de la Noticia:

http://www.aztecaamerica.com/notas/noticias/285081/colorado-facilita-acceso-a-estudios-universitarios-a-inmigrantes-y-refugiados

Comparte este contenido:

Universidades estadounidenses, las más prestigiosas del mundo

Estados Unidos / 3 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: El Tiempo

En total, 44 instituciones de Estados Unidos aparecen en el top 100 del ranking THE.

Estados Unidos vuelve a dominar, con la Universidad de Harvard en el primer lugar por octavo año consecutivo, la lista anual de las universidades más prestigiosas del mundo que elabora la revista británica especializada en educación Times Higher Education. Solo entre las 20 mejores, hay 13 instituciones estadounidenses, y en el Top 100, son 43. El segundo puesto lo ocupa el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Stanford. 

Las universidades británicas le siguen en prestigio: cuatro del Reino Unido entran en la lista de las 20 mejores (dos entre las 10: Universidad de Cambridge y la de Oxford), dos de China (Universidad de Tsinghua y la de Pekín) y una de Japón (Universidad de Tokio), en este ranking que se establece a partir de una encuesta globalmente representativa en la que participan más de 10.000 académicos de alto nivel y que fue realizada entre enero y marzo de 2018.

Sobre el desempeño de este año de Estados Unidos, el director editorial de THE Global Rankings, Phil Baty, dijo que «lo que es particularmente sorprendente es que Estados Unidos ha fortalecido su posición en el mundo, con más 100 instituciones y otras ascendiendo en el ranking este año, a pesar de los temores de que el país esté sufriendo una ‘depresión Trump’ en términos de su reputación global. Aunque hemos visto evidencia de que algunos estudiantes internacionales ven a los EE. UU. como una opción menos atractiva, con solicitudes en declive, esta información de la comunidad académica mundial sugiere que las principales universidades del país siguen siendo las más estimadas en el mundo».

Canadá es un país que también toma cada vez más relevancia en este escalafón: tiene tres universidades en el Top 100, con la de Toronto en el puesto 22; la de Columbia Británica en el 38, y la McGill en el puesto 41.

Por su parte, Europa tiene 33 universidades entre las 100 mejores, siendo Reino Unido, Alemania y Holanda los países que ponen la mayor cuota. El primero, por ejemplo, tiene nueve instituciones en el Top 100 frente a las 10 del año pasado. Alemania tiene seis, igual que en 2017, y a Holanda lo representan cinco puestos, uno más que el año pasado.

Sobre el desempeño del Reino Unido, Baty dijo: «tiene algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, admiradas en todos los continentes. Pero su estado no está garantizado de ninguna manera: todas las universidades del Reino Unido han caído en el orden jerárquico mundial este año o se han mantenido estáticas. Esto debería generar que se repiense seriamente el impacto del Bréxit”.

Aseguró también estar preocupado por el declive de las universidades de Londres en el listado. “Es una de las ciudades capitales más dinámicas e internacionales del mundo, y ha sido tradicionalmente la ciudad líder en el mundo en educación superior e investigación destacada, atrayendo talento de todo el mundo. Si estos datos resultan ser el comienzo de una tendencia de declive, el daño podría ser significativo”.

Resalta también que no hay ni una sola universidad de América Latina incluida en el listado.

Esta encuesta, disponible en 15 idiomas, utiliza los datos de las Naciones Unidas como una guía para garantizar que la cobertura de respuesta sea lo más representativa del espectro mundial. También se distribuye de manera uniforme entre las disciplinas académicas.

El cuestionario, administrado en nombre de THE por Elsevier, está dirigido solo a académicos experimentados y publicados, que ofrecen sus puntos de vista sobre la excelencia en la investigación y la enseñanza dentro de sus disciplinas y en las instituciones con las que están familiarizados.

Fuente de la Noticia:

http://www.eltiempo.com/vida/educacion/universidades-mas-famosas-del-mundo-segun-times-higher-education-224312

Las universidades norteamericanas a la cabeza de la educación

Comparte este contenido:

100.000 docentes no cualificados en EEUU: por qué ya nadie quiere ser profesor

Por: Fareed Zakiara

Este mes tuvo lugar la Semana de Apreciación del Profesorado, y yo tenía la intención de escribir sobre este asunto, pero un tema más inmediato se cruzó en el camino. Esa es una metáfora apta para las tribulaciones de los profesores en EEUU a día de hoy. Vivimos en un entorno mediático en el que lo urgente a menudo desplaza a lo importante. Pero esta semana voy a mantener mi plan.

En “Al este del Edén”, la magistral novela sobre el Oeste americano, John Steinbeck escribe: “En el campo, el repositorio de las artes y las ciencias era la escuela, y el profesor transportaba y custodiaba la antorcha del aprendizaje y la belleza… El profesor no era solo un modelo intelectual y un líder social, sino la gran pieza matrimonial de la región campestre. Una familia podía, de hecho, sentirse orgullosa si uno de sus hijos se casaba con un profesor”.

El salario medio de un profesor en muchos estados está por debajo de los 50.000 dólares anuales. Los profesores en Virginia Occidental se pusieron en huelga hace unos meses para exigir sueldos más altos, y el Gobierno aceptó un incremento de un 5%, lo que significa que el salario medio crecerá a solo 48.000 dólares al año. Como muchos estados, Virginia Occidental no ha restablecido los gastos en educación tras recortarlos masivamente tras la crisis financiera hace una década. El año pasado, la financiación por estudiante aún estaba entre un 8 y un 28 por ciento por debajo en cinco de los seis estados donde los profesores se han puesto en huelga, según un estudio del Centro sobre Presupuesto y Prioridades Políticas.

John-David Bowman, un profesor de instituto de Mesa, Arizona, posa para la cámara. (Reuters)
John-David Bowman, un profesor de instituto de Mesa, Arizona, posa para la cámara. (Reuters)

Con bajos salarios y magros recursos, los educadores estadounidenses se queman y dejan la profesión en una ratio que duplica la de algunos de los países con mejores resultados, como señala Linda Darling-Hammond, del Instituto de Políticas de Aprendizaje. Dado que un 35% menos estadounidenses han estudiado para convertirse en profesores en los últimos años, indica, hay una escasez masiva de profesores, lo que fuerza a las escuelas de todo el país a contratar a más de 100.000 personas que carecen de la cualificación adecuada. De hecho, según el New York Times, es tan difícil encontrar estadounidenses cualificados para las escuelas públicas que muchos distritos están empezando a contratar instructores de países de bajos ingresos, como Filipinas.

Pero no todo tiene que ver con los salarios. Un veterano educador con el que hablé, que empezó trabajando en California en los años 60, recordaba esa “edad dorada” en la que tenía amplios recursos para usar en el aula, iba a seminarios para desarrollar sus capacidades y se sentía realizada. Hoy, los profesores tienen muy poco tiempo o dinero para nada de eso. Una encuesta reciente entre profesores de centros públicos descubrió que el 94% paga los repuestos del aula de su propio bolsillo, sin reembolso, con un gasto medio de 479 dólares al año.

Sí, la educación es un asunto muy complicado. El mero hecho de gastar más dinero no garantiza resultados, aunque hay estudios que indican que hay una correlación significativa entre el pago a los profesores y los logros de los estudiantes. Sí, la burocracia educativa es rígida y a menudo corrupta. Pero todo eso enmascara el problema central: durante los últimos 30 años, como parte del asalto al Gobierno, los burócratas y el sector público en general, ser profesor en EEUU se ha convertido en un trabajo desagradecido. Y sin embargo, enseñar es la única profesión que hace posibles todas las demás.

Comparte este contenido:

Estados Unidos: «This Is America»: El video que expone la violencia y el racismo que se vive en América

Estados Unidos/02 de Junio de 2018/Cultura Colectiva

Texto escrito por Jatsiel Santana

Hace una semana Childish Gambino presentó su nuevo sencillo, en el que llevó a su audiencia a un viaje macabro a través de una nación donde el entretenimiento es más importante que la justicia. La gente está muriendo en «This Is America», pero lo único que quieren que hagamos es cantar y bailar. Es una ilustración vívida del trato faustiano que Estados Unidos negro hace de forma regular, intercambiando nuestros cuerpos por nuestra expresión y libertad.

Dirigido por el veterano colaborador de Donal Glover —Childish—, Hiro Murai, el video de «This Is America» ​​se estrenó con un acto de horror: Glover ejecuta a un guitarrista negro esposado y encapuchado; un par de escolares se apresuran a arrastrar su cuerpo fuera de la pantalla; más niños se unen a Glover para bailar alrededor del enorme almacén en el que se desarrolla el video a medida que se crea más y más caos. El escenario evoca el video «BAD» de Michael Jackson, el cual cumple 30 años, que usó un espacio de la ciudad igualmente abandonado para lidiar con conflictos internos sobre la ubicación de un artista negro en la sociedad.

En «This Is America» los automóviles son incendiados, un hombre cae a su aparente muerte desde un balcón, y Glover derriba sin piedad a un alegre coro góspel. Los niños bailan sin inmutarse todo el tiempo, cada vez teniendo un tipo diferente de testimonio de lo que sucede. Un niño es quien maneja el arma de Glover después de cada tiroteo, y son también quienes se sientan en las vigas superiores y registran el alboroto con sus teléfonos. Nuestra normalización de la violencia racista ha tenido como resultado no sólo vidas afroamericanas, también la pérdida de la inocencia.

Al igual que otras obras notables del arte negro estadounidense en los últimos años, «This Is America» ​​trata sobre la absorción. En la pantalla y en la vida real, los afroamericanos aún se exponen a tanto terror e injusticia. ¿Cómo perdura el cuerpo negro y de qué formas o espacios se le permite vivir sus emociones? «Lemonade» de Beyoncé utilizó el cuerpo como un diario de dolores pasados ​​y experiencias potencialmente redentoras. La película Get Out nos mostró el precio de un cuerpo que está literalmente habitado por la constante mirada blanca. La serie The Chi, de Lena Waithe, nos ha recordado con qué frecuencia se les pide a las personas de raza negra, en especial a los niños, que absorban los peligros de Estados Unidos y aún así tienen que ser felices. Black Panther trata de un héroe que tiene la capacidad de absorber la energía violenta que se le arroja y reflejarla de nuevo.

Pero esto es Estados Unidos, y aunque no hay superhéroes, el video de Glover hace referencia a la larga historia de personas negras que inventan maneras de intercambiar su existencia física por una porción del pastel. Significa traficar con su dolor para que se les pague aunque sea un poco, una dinámica inmersa en la historia conjunta con Estados Unidos. A lo largo del video, él representa una andadura familiar en la cuerda floja para muchos artistas de hip-hop que han tenido éxito revisando experiencias dolorosas. «Obtenga su dinero, hombre negro», es un sabio consejo que se ha transmitido de generación en generación. Glover sigue bailando mientras habla sobre la relación entre el materialismo, la negritud, el consumo y la explotación.

video this is america 1

«This Is America» ​​refleja el deseo de utilizar cada una de nuestras plataformas disponibles para golpear la conciencia de Estados Unidos. Así que aún reciclamos nuestro trauma en el arte, que la corriente principal de Estados Unidos consume y juzga en la misma escala que los artistas blancos menos agobiados por los artistas negros. Esa tensión ha estado en el corazón de innumerables puntos álgidos de la cultura pop: Kendrick Lamar en 2014 perdiendo el Grammy de Mejor Álbum de Rap contra Macklemore; Lemonade perdiendo el álbum del año en los Grammys de 2017 contra 25 de Adele; los dramáticos Oscar que terminan entre Moonlight y La La Land en 2017. Vale la pena repetir que los afroamericanos rara vez tiene la libertad de las circunstancias, mientras que el resto de los Estados Unidos se sienta y se entretiene con ellos. Glover obliga a mirar exactamente quiénes son la sociedad americana.

Con el lugar hundido de Get Out , Jordan Peele le dio un nombre a las profundidades infernales y desesperadas que rodean a la América Negra, un lugar del que muchos intentan escapar mientras que otros parecen sumergirse y revolcarse en él. Hay un eco de esta imagen en «This Is America», que se cierra con Glover mientras corre de manera frenética en la oscuridad con personas indistintas en estrecha búsqueda. Después de unos impresionantes cuatro minutos de violencia, de alguna manera este momento es el más aterrador de todos.

video this is america 2

¿Por qué tratan de capturarlo, por causar tanta destrucción o por revelar la verdad sobre Estados Unidos? Cuando la mafia se acerca a él, se da la idea de que sus captores planean devolver a Glover a su papel guionado en una cultura en la que el animador negro no es un espejo, sino un juguete. Esto es América. Cállate y baila.

Fuente: https://culturacolectiva.com/musica/critica-al-video-this-is-america-de-childish-gambino/

 

Comparte este contenido:
Page 145 of 397
1 143 144 145 146 147 397