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Del asedio del bullying a la brillantez escolar

Por: Ana Peguero.

 

La historia de una estudiante dominicana que logró sobresalir en Estados Unidos

Producto del bullying que sufrió y de la timidez que la caracterizaba, Jhelibanny Paloma Martínez Rodríguez pensó que “no iba a llegar a ninguna parte”, pero gracias a la orientación de sus padres y al seguimiento que le dieron sus profesores, pudo cambiar su destino.

Emigró hacia los Estados Unidos cuando tenía seis años, edad a la que empezó su calvario. Es la más pequeña de tres hermanos, los cuales ya se encontraban en New Jersey cuando su madre decidió “llevársela”, dejando atrás los viajes a la playa que tanto le encantaban y los helados en fundita, que hoy en día recuerda.

Cuando abandonó su natal Montecristi, Jhelibanny solo había hecho un año escolar, por lo que al ingresar a la escuela en los Estados Unidos contaba con una baja preparación académica. Esto sumado a que no dominaba el idioma inglés fueron elementos suficientes para que sus compañeritos de aula identificaran en ella un blanco de burlas.

Cuenta que también fue discriminada por su condición de inmigrante. “Algunas personas piensan que muchos inmigrantes no tienen una educación en total, no pueden ir a la escuela aquí (República Dominicana) o estudiar, no estudiaron y por eso nos discriminan mucho en el exterior”, dice.

Según expertos es muy frecuente que el problema de bullying se vea reflejado en el rendimiento académico de los niños y Jhelibanny formó parte de esa lista, hasta el punto que la bajaron de segundo a primer grado. Tenía “miedo” porque sus calificaciones bajaban.

Alrededor de un tercio de los adolescentes del mundo han sufrido acoso escolar, según datos publicados en 2018 por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU). El bullying afecta a jóvenes de todas partes, en todas las regiones y en países con diferentes niveles de ingreso.

Para la pequeña, su hermano cinco años mayor que ella fue de mucha ayuda para que comprendiera cada vez más y mejor el idioma, lo que empezó a facilitarle las cosas en el aula. Su madre también hacía todo lo posible por ayudarla con sus clases, pese a que solamente llegó al octavo grado, al igual que lo hizo su padre, quien terminó la escuela secundaria.

Pasaron los días, los meses y los años y Jhelibanny fue mejorando cada vez más, tanto que una de sus maestras la recomendó para que ingresara al programa Bachillerato Internacional (IB por sus siglas en inglés) y fue aceptada.

El International Baccalaureate (IB) consta de programas educativos exigentes y de calidad que ayudan a los estudiantes a desarrollarse en el plano intelectual, emocional y ético, además del académico, logrando desarrollar las habilidades de aprendizaje y escritura por medio de discusiones activas, trabajo independiente y presentaciones.

Tras un largo y tortuoso camino, la joven de 19 años salió airosa. Terminó el bachillerato con notas sobre los 90 puntos, que la hicieron merecedora de una beca otorgada por el gobierno dominicano, a través de su consulado en Nueva York, para que curse sus estudios superiores en una universidad de los Estados Unidos.

Jhelibanny estudiará psicología para orientar a niños y adolescentes que, al igual que ella, han sido víctimas del bullying.

“Jóvenes que hacen la hookah o caen en tentaciones, muchos de esos problemas están relacionados a la familia, al bullying, y por eso quiero que ellos tengan a alguien a quien hablarle, alguien donde ellos puedan ir y no sentirse discriminados”, expresa.

A esos jóvenes les alienta a entender que todavía tienen una oportunidad de destacarse y de terminar sus estudios.

“Todo no se acaba ahí, tú solamente tienes que luchar y tener siempre en la mente que tú puedes hacer eso. Mírame a mí, me estaban haciendo bullying y yo no pensaba que iba llegar a ninguna parte, porque me daba miedo hablar. Pero, gracias, me dieron está oportunidad y tú la puedes tener también”.
  • Presenta cambios del comportamiento y pasa a ser una persona introvertida e irritable, pensativa, callada y triste.
  • Baja el rendimiento académico
  • Se aíslan y nunca quieren hacer tareas extraescolares.
  • Se enferman sin explicación, siendo más frecuentes los dolores de cabeza, náuseas, mareos y tics.
  • Aparecen señales físicas. Sin embargo, no siempre una víctima de bullying es golpeada.
Fuente del artículo: https://www.diariolibre.com/actualidad/educacion/del-asedio-del-bullying-a-la-brillantez-escolar-EA14058590
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Estados Unidos: Los millennials beben más alcohol porque tienen hijos (¿cómo es eso?)

América del Norte/Estados Unidos/Merca 2.0

Una investigación de Constellation Brands dice que los centennials beben menos alcohol que los millennials, y que estos han mostrado un aumento.

  • A medida que crecen, los millennials beben más alcohol, de acuerdo con un estudio de Constellation Brands
  • Un ejecutivo de esa compañía, cree que se debe a que tienen hijos 
  • Tres cuartas partes de los millennials de los Estados Unidos consume alcohol 

Un estudio pagado por Carlsberg y materializado por la firma One Poll en el Reino Unido, detectó que el 52% de los adultos británicos, si bien beben más alcohol, encuentran cada vez más “atractiva” y más “socialmente aceptable” la categoría de cervezas “sin alcohol”.

La investigación halló, asimismo, que el 40% de los bebedores en ese país está tratando de reducir su consumo de alcohol y que el 59% ha probado con cervezas con poco o nulo contenido de alcohol. Otro 26% dijo que consideraría tomar una cerveza sin alcohol en lugar de un refresco.

En Estados Unidos, la realidad es algo diferente, al menos entre los millennials.

El productor de cerveza y vino Constellation Brands está viendo un aumento en el consumo de alcohol entre los millennials y, según un ejecutivo de la compañía, eso se debe, en parte, a una razón específica.

“Cuando dijiste que los millennials bebían más, pensé: eso es porque tienen hijos”, le dijo Lauren Lieberman, la analista de Barclays, a David Klein, Oficial Principal de Finanzas de Constellation Brands. Fue durante una entrevista en la Conferencia Barclays Global Consumer Staples de esta semana, según publica CNBC.

Klein entendió que Lieberman se lo dijo en tono de broma, pero respondió: “Bueno, creo que esa es exactamente la respuesta”.

El CFO de la compañía dueña de la marca Corona luego citó la investigación de su empresa sobre los millennials que dice que en 2013, esa generación consumía alrededor de 24 bebidas alcohólicas por mes. En 2019, ese número creció hasta aproximadamente 29 por mes.

Además, dijo que aproximadamente el 77% de los millennials estadounidenses consume alcohol.

Por otra parte, Klein dijo que la generación Z consume menos alcohol, o al menos más moderadamente que los millennials. Y que también puede ser que “beban mejor”. Eso impulsa el crecimiento de tendencias como, el consumo de Corona Premier y otras marcas premium.

Esos datos contrastan con los de un estudio de Bank of America Merrill Lynch, que halló que el 30% de los millennials encuestados en Estados Unidos reconoció que consume menos alcohol.

Según publicamos en Merca2.0, de ellos, el 35% dijo que ya no bebía de ningún tipo de bebida, mientras que el 27% bebía menos alcohol y el 12%, consumía menos vino.

consumo de cerveza

Volviendo al Reino Unido, otra investigación (Encuesta de Consumidores del Reino Unido Q3 2018), en este caso realizada por GlobalData, muestra que las personas de 25 a 34 años y de 16 a 24 años tienen las tasas de consumo per cápita más altas del país para cerveza baja en alcohol y sin alcohol.

Esto se debe probablemente al hecho de que un 37% de los jóvenes de 18 a 24 años está “a menudo influenciado” por cómo un producto afecta su salud y bienestar al comprar una bebida alcohólica. Además, hay un 34% de los de entre 25 a 34 años que “siempre están influenciados” por esa misma causa.

Fuente e imagen: https://www.merca20.com/los-millennials-beben-mas-alcohol-porque-tienen-hijos-como-es-eso/

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EEUU La deuda de los estudiantes estadounidenses se torna en una losa: deben más de 1,5 billones de dólares

América del NOrte/EEUU/

La morosidad asociada a la petición de préstamos para superar etapas académicas en EEUU, un sistema ampliamente asentado en la mayor economía del planeta, crece como la espuma: la deuda estudiantil rebasa el PIB español y condiciona el acceso a la vivienda de los ‘millennials’. Bernie Sanders propone un impuesto a Wall Street para corregir esta lápida financiera.

Estados Unidos es una economía altamente endeudada. No supera los niveles de deuda de naciones como Japón o Bélgica, con cotas históricas muy por encima del valor de sus economías, ni los de Italia o Grecia, que han aumentado notablemente sus compromisos de pago durante el largo decenio posterior a la crisis, pero ya supera holgadamente el 100% de su PIB. Y lo peor es que continúa in crescendo una vez rebasados los 22 billones de dólares.

Pero, en paralelo a este deterioro de las finanzas federales, hay otros casos de alarma financiera, la contraída por los estudiantes que realizan sus estudios en centros académicos de Estados Unidos y donde impera el sistema de solicitud de créditos para sufragar los procesos docentes, y que generalmente se focalizan durante el periplo universitario. Los licenciados, americanos o no, que cursan sus estudios en Estados Unidos han contraído una deuda astronómica, de 1,5 billones de dólares. Casi el montante del endeudamiento español que también oscila ligeramente por encima del tamaño de su economía.

Las deudas estudiantiles afectan a 43 millones de estadounidenses, uno de cada seis ciudadanos del país

Ben Miller, vicepresidente de Educación post-secundaria del Center for American Progress, think tank próximo al partido demócrata, expone en un extenso artículo, el enorme peso con el que los recién licenciados deben empezar a operar en el mercado laboral, además de los escollos de, por ejemplo, acceder a una vivienda en alquiler o en propiedad. Y que afectan a varias decenas de miles de personas, con una deuda acumulada, a nivel federal, de 1,5 billones de dólares. A los que hay que añadir -recalca- otros 119.000 millones más contraídos en el ámbito educativo privado. “Un sistema de financiación en el que están inmersos 43 millones de estadounidenses, uno de cada seis ciudadanos del país” y que afecta, además, a uno de cada tres jóvenes de entre 25 y 34 años, que tienen en la actualidad un préstamo de estudios. Miller pone otro dato encima de la mesa, para revelar la gravedad de la situación. El 45% de ellos están sometidos a una tasa de morosidad que supera en más de tres veces el promedio de los créditos otorgados. A pesar de que su deuda acumulada esté situada en el rango medio-bajo de las devoluciones -9,625,7 dólares-, incluidas las de uno de cada tres estudiantes que solicitan ayuda financiera por encima de los 40.000 dólares, cantidad a la que acceden uno de cada tres estudiantes.

Reformas legislativas agresivas

Desde el Center for American Progress se plantean varias soluciones para acometer este cuello de botella de endeudamiento, que reduce considerablemente el poder adquisitivo y elevan el riesgo de quiebra financiera en los primeros años de la vida laboral de los jóvenes americanos y que, al unísono, supone el 92% de la deuda pendiente de cobro del sistema federal de créditos estudiantiles. En concreto, seis: la revisión de las condiciones financieras de los préstamos, crear la opción de que no se nominen necesariamente en dólares, con el propósito de que se evite así el encarecimiento gradual de la deuda por la evolución del mercado cambiario, una reforma de las leyes de reparación financiera que combata el crecimiento excesivo de los intereses y provea cauces de saldo del principal de la deuda, cambios regulatorios más benévolos para el acceso a este tipo de contratación y normas permisivas con la reestructuración paulatina, en plazos y en cantidades, de estos préstamos. Esta batería de medidas debe, además, realizarse con criterios de equidad, simplicidad y de análisis de impacto reales por parte del legislativo. Porque EEUU no puede permitirse el lujo de seguir engordando la deuda de sus estudiantes y porque una gran parte de ella, nada menos que el 27%, se traslada al ámbito familiar; los padres de los alumnos han acaparado ya esa porción de la morosidad con el Estado federal.

En un reciente reportaje en Business InsiderPowell, una millennial de 33 años y residente en el área metropolitana de Pittsburgh, la primera chica de nueve nietas en su familia que ha acabado una licenciatura, en Derecho, se declara impaciente por independizarse y tener piso propio, pero solo ha conseguido un préstamo de 40.000 dólares menos que los 180.000 que necesita para lograr un apartamento próximo al que tiene alquilado. “¿El problema? Que todavía mantengo una deuda de 178.000 dólares de mi etapa universitaria”. Difícil engranaje financiero, a pesar de que está contratada a tiempo parcial, como letrada de una compañía energética, que le reporta casi 100.000 dólares anuales. Su deuda le impide cumplir su sueño. La Reserva Federal también atribuye, en más de un 20%, el descenso de adquisición de viviendas en propiedad entre jóvenes estadounidenses entre 2005 y 2014 a la devolución de préstamos estudiantiles. Una tendencia que ha continuado con posterioridad, porque entre 2016 y 2018 las tasas de compra de vivienda se han seguido deprimiendo. Y a lo que ha repercutido, sin duda, la escalada de precios en casi todas las grandes capitales del país, que lideran los rankings internacionales, que les han colgado el cartel urbes sometidas a burbujas inmobiliarias. San Francisco, Nueva York o Los Ángeles son varias de ellas.

Propuestas desde el cónclave demócrata

El asunto es de tal dimensión que ha saltado a la arena política. Un año antes de las elecciones a la presidencia de 2020. Candidatos demócratas como Elizabeth Warren ha propuesto suprimir las deudas individuales superiores a los 50.000 dólares. Porque la Fed anticipa que este año se reducirá, entre un 1% y un 2%, la capacidad de compra de inmuebles entre los jóvenes por cada 1.000 dólares de su deuda estudiantil. David Bergeron, analista del Center for American Progress y antiguo cargo del Departamento de Educación de Barack Obama estima que, por el contrario, la adquisición de viviendas entre los jóvenes que saldan sus deudas de estudios crece en un 30%.

La Fed atribuye el descenso de compra de casas entre jóvenes a la devolución de  estos préstamos, tendencia que ha continuado entre 2016 y 2918

Pero, quizás, el planteamiento más arriesgado y rupturista es el del aspirante Bernie Sanders. El rival de Hillary Clinton en las últimas primarias demócratas ha propuesto sufragar la montaña de endeudamiento estudiantil con un impuesto a Wall Street. El senador de Vermont ha puesto incluso gravámenes: del 0,5% sobre las transacciones bursátiles; el 0,1% a la comercialización de bonos y el 0,005% sobre las operaciones con productos derivados. Según sus cálculos, dotará a los estados de 48.000 millones de dólares anuales. Dirigidos a eliminar los gastos de matrículas en cursos de grado y de tasas en colegios y universidades públicas. Nuevo intento de construir un estado de bienestar al estilo europeo. El propio Sanders calificó de “revolucionario” su plan; entre otras razones, porque contribuirá -dice- a sanear las deudas estudiantiles y a impulsar las tasas de consumo con economías libres de trabas para las generaciones más jóvenes que podrán destinar parte de sus retribuciones a la adquisición de bienes y servicios. “Esta iniciativa acabará con la deuda estudiantil en el país y lapidará la absurda sentencia contra una generación entera, la de los millennials, que tienen que dedicar una parte substancial de su vida laboral a pagar por un crimen que no han cometido, a una condena que no tienen derecho a cumplir”, aseguró hace unas fechas a la agencia Bloomberg. Si bien se topa con la reticencia de algunos economistas y banqueros que lo tachan de amenaza al crecimiento económico del país.

Aunque la incesante subida de las matriculaciones universitarias y los recortes presupuestarios en materia educativa hayan triplicado, con creces, la deuda adquirida por estudiantes a través de créditos para pagar sus estudios desde 2007. Hasta el punto de significar el segundo motivo de endeudamiento con el sistema financiero, solo por detrás de las hipotecas, y por delante de los préstamos de compra de vehículos o los pagos pendientes a través de tarjetas de crédito. Y pese a que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal o Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan hayan mostrado su preocupación por el excesivo endeudamiento de los jóvenes estadounidenses que, estando en posesión de títulos académicos, no pueden acceder a una vivienda en propiedad, tienen dificultades por mantener alquileres estables y perjudican el ritmo de actividad de este sector y del conjunto de la economía. Una crisis que empieza a tener tintes globales.

Fuente: https://www.publico.es/economia/eeuu-deuda-estudiantes-estadounidenses-torna-losa-deben-1-5-billones-dolares.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=web

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.Wallerstein sin anestesia

Wallerstein sin anestesia

 

La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista. Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo.

Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional.Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank, Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones.

Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz, Mario Vargas Llosa y Regis Debray- convertidos en portavoces del imperio y la reacción.

Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también en el de la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Impensar las ciencias sociales. En este texto convoca a realizar una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social. En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” Y agregaba que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadounidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.” El curso seguido por la Administración Trump y el derrumbe irreversible del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma cada una de estas palabras.

Para concluir, ¿dónde nutrirnos teóricamente para comprender y transformar al mundo actual, superando definitivamente al capitalismo y dejando atrás esa dolorosa y bárbara prehistoria de la humanidad? El mensaje que dirige a las jóvenes generaciones es cristalino: lean a Marx y no tanto a quienes escriben sobre Marx. “Uno debe leer a personas interesantes” –dice Wallerstein- “y Marx es el erudito más interesante de los siglos XIX y XX. No hay dudas al respecto. Nadie es comparable en términos de la cantidad de cosas que escribió, ni por la calidad de sus análisis. Por lo tanto, mi mensaje a la nueva generación es que vale mucho la pena descubrir a Marx, pero hay que leerle, leerle y leerle. ¡Leer a Karl Marx!” Ese fue uno de sus últimos consejos para entender la naturaleza y dinámica de un sistema, el capitalismo, al que ya en el 2009 le asignaba como máximo dos o tres décadas de sobrevida. ¡Gracias Immanuel por las luces que has aportado a lo largo de tantos años!
Fuente original: https://www.pagina12.com.ar/215854-wallerstein-sin-anestesia
Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260052
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Estados Unidos: El estudio más grande que se ha hecho jamás sobre la orientación sexual humana concluye que ésta no está genéticamente determinada

Redacción: Xataka

«Me complace anunciar que no existe un gen gay«. Era octubre de 2018 y Andrea Ganna hablaba en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Genética Humana. Habló mucha gente en esa convención, pero ni esa frase, ni esa ponencia era una más.

La homosexualidad es, no hace falta que lo diga, uno de los temas de nuestra época. Y lo que Ganna estaba exponiendo en aquel escenario pretendía ser una pieza clave en la comprensión del misterio biológico que hay detrás del comportamiento, la identidad y la orientación sexual humana. Pero, claro, afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y hoy, por fin, Science publica esas pruebas.

Sí, la orientación sexual es heredable…

Russn Fckr Krv5as4jdja Unsplash

Aunque la genética del comportamiento sexual no heterosexual está relativamente poco estudiada, los estudios que se han realizado han dejado claro que este tipo de comportamientos, orientaciones e identidades era heredable en parte. O lo que es lo mismo, que el comportamiento sexual con parejas del mismo sexo estaría parcialmente influenciado por variantes genéticas.

¿Qué hay detrás del aparente "conflicto" que supone que la homosexualidad haya "sobrevivido" a la evolución?
No es raro. Los estudios con gemelos han mostrado una heredabilidad del 30 o el 40%. Un nivel de heredabilidad muy similar al de otros rasgos relacionados con el comportamiento de las personas o su personalidad. Para que nos hagamos una idea, la extroversión o el número de años que una persona pasará en la escuela tienen una heredabilidad similar.

…pero no tanto como se pensaba (o se quería pensar) hace unos años

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Sin embargo, y por eso mismo, que la homosexualidad sea heredable en esos términos no quiere decir casi nada. Más en un contexto como el de las últimas décadas en la que muchos políticos, activistas e intelectuales pensaban que la genética era la mejor baza para sacar lo LGBTI del armario social en el que se encontraba.

The Advocate, una revista norteamericana lgtb, publicó en 1996 una encuesta entre sus lectores que decía que el 61% creía que «sería de una gran ayuda para los derechos gays si la homosexualidad se demostrara como biológicamente determinada«. Por eso, cuando en 1993, un pequeño estudio genético sugirió que un tramo de ADN en el cromosoma X estaba relacionado con la homosexualidad hereditaria. Las técnicas aún eran muy imprecisas, pero no hacía falta más.

Las cosas han cambiado mucho en estas tres décadas y buena parte del movimiento LGTBI se ha emancipado de la ‘falacia naturalista‘ que envolvía esas posiciones. Ya pocos buscan ese «gen gay» que determine la orientación sexual de los niños desde el momento de la concepción.

No obstante, la afirmación de Andrea Ganna seguía siendo, para muchos todo un torpedo en la línea de flotación de parte de los consensos científicos y sociales en torno a la homosexualidad de las últimas tres décadas. Con los datos en la mano, la sexualidad es algo mucho más complejo de lo que podríamos esperar.

El estudio explicado en 5 minutos

Louis Reed Pwckf7l4 No UnsplashLouis Reed

Ganna reunió un equipo internacional de investigadores que incluía a científicos del MassGeneral de Harvard, la Universidad de Cambridge, el Instituto Karolinska o 23andMe que fuera capaz de hacer dos cosas distintas. La primera, reunir los datos suficientes para que el estudio tuviera entidad. No solo necesitaban información genética, también necesitaban información sobre el comportamiento, la orientación y la identidad sexual de esos «perfiles genéticos».

Es decir, no era fácil. Pero, al final, fueron capaces de reunir más de 470,000 muestras de ADN de varios bancos como el UK Biobanck, 23andMe y tres estudios longitudinales que se han desarrollado en Estados Unidos y Suecia.

La segunda tarea era diseñar un estudio que fuera capaz de encontrar marcadores genéticos asociados con el comportamiento no heterosexual, examinar las vías biológicas asociadas al mismo y estimar hasta qué punto las diferencias genéticas identificadas estaban relacionadas también con cosas como la personalidad, la salud reproductiva y la salud mental. En definitiva, debían ser capaces de diseñar un estudio que nos ayudara a comprender mejor la complejidad del comportamiento sexual humano.

Y no, no hay un gen gay

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En primer lugar, los investigadores han descubierto cinco marcadores genéticos asociados al comportamiento sexual entre personas del mismo sexo. Cada uno de ellos tiene un efecto muy pequeño individualmente. Y esto es algo muy habitual en rasgos conductuales complejos; es decir, en rasgos en los que la existencia de una determinada asociación con variantes genéticas concreta no significa (en absoluto) que ese rasgo esté determinado por esas variantes.

Normalmente, este tipo de rasgos están conformados por miles de variantes genéticas que combinadas (y en un ambiente social determinado) suman un efecto suficiente. La noticia es que el comportamiento no heterosexual es un rasgo de este tipo.

Y, por tanto, «podemos decir con confianza que no hay ni un solo determinante genético ni un solo gen para el comportamiento, la orientación o las identidades sexuales» que se analizaban en el estudio. Los investigadores se dieron cuenta de que todos esos marcadores juntos sumaban entre un 8 y un 25% de las diferencias individuales en el comportamiento sexual de las personas.

Pero la sexualidad se vuelve algo mucho más interesante

Paola Galimberti Cawp7im Qmy Unsplash

Además, el estudio ha encontrado evidencias de que el comportamiento sexual en general es un rasgo altamente complejo y no existe una sola dimensión de la sexualidad. Por un lado, encontraron que las variantes que afectan a hombres y mujeres son distintas y, por otro, se dieron cuenta que la atracción por uno u otro sexo son dimensiones distintas.

Es decir, «suponer que cuanto más atracción siente alguien por el mismo sexo, menos atracción siente por el sexo opuesto» es «una simplificación excesiva». Con lo que pilares de la investigación en el campo como la escala de Kinsey se ven comprometidos, mientras que se abre la puerta a la compresión genética de la asexualidad.

Por último, es estudio ha encontrado que efectivamente esas variantes genéticas se superponen con otros rasgos de personalidad como la extroversión y la apertura a la experiencia. Pero más allá de todo esto, lo que el estudio muestra es que la conducta, orientación e identidad sexuales son un tema apasionante del que aún no sabemos casi nada.

Fuente: https://www.xataka.com/medicina-y-salud/estudio-grande-que-se-ha-hecho-jamas-orientacion-sexual-humana-concluye-que-esta-no-esta-geneticamente-determinada

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Legisladores demócratas impulsan educación obligatoria sobre el Holocausto en Florida

América del Norte/ Estados Unidos/ 27.08.2019/ Fuente: miamidiario.com.

 

Un par de legisladores demócratas están impulsando una propuesta que requiere que las escuelas charter y las escuelas privadas que acepten vales de becas eduquen a los estudiantes sobre el Holocausto.

El senador estatal Kevin Rader y la representante estatal Tina Polsky han presentado proyectos de ley en el Senado (SB 184) y la Cámara (HB 91), respectivamente, reportó Florida Politcs.

Las medidas ampliarían los requisitos legales del plan de estudios del Holocausto de las escuelas públicas en esas escuelas chárter y privadas.

Actualmente, esa sección de la ley requiere que “la historia del Holocausto (1933-1945), la aniquilación sistemática y planificada de judíos europeos y otros grupos por parte de la Alemania nazi, un evento decisivo en la historia de la humanidad, se enseñe de una manera eso lleva a una investigación del comportamiento humano, una comprensión de las ramificaciones de los prejuicios, el racismo y los estereotipos, y un examen de lo que significa ser una persona responsable y respetuosa, con el propósito de fomentar la tolerancia de la diversidad en una sociedad pluralista y para fomentar y proteger los valores y las instituciones democráticas».

La legislación también amplía esa parte de la ley. También se requeriría a las escuelas que «[s] tomen la reflexión de los estudiantes sobre los roles y responsabilidades de los ciudadanos en las sociedades democráticas para combatir la desinformación, la indiferencia y la discriminación» y «[p] reserven los recuerdos de los sobrevivientes del Holocausto y brinden oportunidades para estudiantes para discutir y honrar los legados de los sobrevivientes «, entre otros requisitos.

Los proyectos de ley se producen después de una controversia sobre el ex director de Spanish River High School William Latson dice a un padre: «No todos creen que ocurrió el Holocausto».

Las medidas también asignan al Departamento de Educación el desarrollo de estándares para un plan de estudios del Holocausto. El Departamento también mantendría una lista de expertos y voluntarios para compartir sus conocimientos sobre el Holocausto dentro del aula.

«Cada escuela financiada por el gobierno debe enseñar a nuestros hijos sobre las atrocidades del Holocausto, y deben aprender la importancia de enfrentar el racismo para prevenir futuras tragedias» dijo Polsky.

Fuente de la noticia: https://miamidiario.com/legisladores-democratas-impulsan-educacion-obligatoria-sobre-el-holocausto-en-florida/

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Estados Unidos: la verdad detrás de las deudas estudiantiles

Redacción: News Week Español

Solicitar préstamos para continuar los estudios es absolutamente innecesario. Aquí te explicamos por qué.

La realidad es evidente: unos 45 millones de estadounidenses tienen una impresionante deuda estudiantil que asciende a 1.6 billones de dólares. Hablamos de uno de cada cuatro adultos, casi el doble de quienes recibieron préstamos universitarios hace 15 años. La cifra de millennials es de uno de cada tres, y muchos adultos jóvenes argumentan que la deuda les impide comprar casa, casarse, procrear una familia o mudarse del sótano de sus padres.

En esos 15 años, la cantidad promedio de un préstamo para pregrado [licenciatura] se ha disparado 60 por ciento, y lo mismo ha sucedido con el impago. Más de la cuarta parte de los estudiantes no puede seguir solventando la deuda 12 meses después de recibir el préstamo mientras que, hace unos pocos años, esa proporción era de apenas 18 por ciento. Es más, se espera que el porcentaje alcance 40 por ciento en 2023. El incumplimiento de deuda se acompaña de muchos problemas: arruina la calificación crediticia; aniquila toda posibilidad de obtener otros préstamos, y rentar o comprar apartamento; y algunos lugares incluso revocan las licencias profesionales.

 

Los préstamos nuevos, sobre todo para estudiantes de licenciatura, han registrado una caída anual en los últimos siete años. Foto: Eduardo Muñoz Álvarez/Getty

 

Por ello, no sorprende que mucha gente hable de “crisis” al describir la deuda estudiantil de estos tiempos. Y tampoco que los préstamos universitarios y el sufrimiento que causan se hayan convertido en temas candentes de la campaña presidencial estadounidense de 2020. Casi todos los candidatos recurren a hipérboles y hacen propuestas para aliviar la deuda, desde mesuradas (Kamala Harris, Beto O’Rourke) hasta drásticas (Bernie Sanders, Elizabeth Warren).

Muchos expertos señalan que, si bien es innegable que algunos deudores estudiantiles enfrentan graves dificultades, es un error afirmar que todo el sistema se ha averiado. Además, esa narrativa catastrófica ensombrece aspectos clave de los empréstitos. Por ejemplo, que son contadas las deudas que exceden 100,000 dólares, y que los estudiantes con las deudas más pequeñas tienden a ser los que más padecen.

“Hablar de crisis falsea la situación”, asegura Sandy Baum, del Centro para Datos y Políticas Educativas en Urban Institute. “No todos los deudores han arruinado sus vidas. La verdad es que el acceso a empréstitos escolares aumenta las oportunidades educativas de muchas personas. Para muchos, es una inversión bien redituada. Y también es cierto que algunos enfrentan problemas graves debido a los préstamos”.

“No es una situación monolítica”, agrega Baum.

Ceremonia de graduación de Stanford, en junio pasado. Foto: Liu Guanguan/China News Service/VCG/Getty

New America, grupo de expertos de Washington, D. C., está por publicar una encuesta que demuestra cuánto se ha generalizado este error de percepción. La abrumadora mayoría de los participantes opinó que los préstamos estudiantiles eran la principal fuente de deuda de los consumidores estadounidenses (de hecho, son las hipotecas, y por mucho) y exageró drásticamente las sumas que reciben los estudiantes, así como el porcentaje de individuos que han incumplido sus empréstitos.

“Temo que los estudiantes estén recibiendo el mensaje de que los préstamos son malos y de que jamás deben pedir un centavo de ayuda para la educación superior”, señala Rachel Fishman, subdirectora de investigaciones en el programa de políticas educativas de New America. “Y dados los costos de la universidad, semejante postura es absurda para buena parte de las familias”.

Hay seis aspectos clave de la deuda estudiantil estadounidense que suelen pasar inadvertidos y que, no obstante, son críticos para informar el debate nacional sobre la reforma del sistema.

AUNQUE NO LO CREA: LOS EMPRÉSTITOS SE HAN REDUCIDO DURANTE SIETE AÑOS CONSECUTIVOS.

La cifra que se cita más comúnmente es 1.6 billones de dólares, y contempla el total de la deuda pendiente para educación superior, la cual ha crecido de manera exponencial desde 2006, cuando sumaba escasos 480,000 millones de dólares. Esto indica que los empréstitos estudiantiles exceden con mucho la deuda crediticia de Estados Unidos y los préstamos para autos, mientras que ocupan el segundo sitio respecto de las hipotecas y las segundas hipotecas sobre la vivienda, que, en conjunto, representan 9.7 billones de dólares: la mayor fuente de deuda del consumidor estadounidense.

Cierto, 1.6 billones de dólares es una cantidad preocupante. Pero esconde una tendencia opuesta igual de importante y que muchas personas desconocen: en los últimos años, los universitarios han pedido menos y no más préstamos. De hecho, los empréstitos nuevos (y lo importante aquí es el adjetivo “nuevos”) han caído anualmente a lo largo de los últimos siete años.

Las cifras cuentan una historia: según la organización College Board, el año pasado los préstamos federales para pregrado cayeron a 4,510 dólares por estudiante, respecto de los 5,830 dólares del ciclo escolar 2010-2011. Y los empréstitos anuales para familias y alumnos de todas las instituciones de educación superior también se desplomaron: de un máximo de 127.7 mil millones de dólares en 2010-2011 a 105.5 mil millones el año pasado.

¿A qué se debe esta caída? Para empezar, menos personas están ingresando en universidades y escuelas de posgrado, por lo que no solicitan préstamos. La educación superior suele aumentar en épocas de recesión —cuando la gente no encuentra empleo— y disminuye cuando la economía se recupera. Baum afirma que este patrón se observó después de la crisis financiera de 2008. Asimismo, cuando mejora el clima económico, los progenitores tienen más capacidad para costear una universidad, y esto contribuye a que los estudiantes dependientes se abstengan de solicitar préstamos. En opinión de Baum, otro factor ha sido que, en los últimos años, se ha registrado una caída en la cantidad de escuelas privadas, las cuales requieren de más empréstitos.

Insignia que porta un estudiante durante una protesta en la Universidad del Sur de Maine. Foto: Shawn Patrick Ouellette/Portland Press Herald/Getty

Por su parte, la recuperación económica ha propiciado que estados y escuelas hagan más esfuerzos para refrenar costos y préstamos. A decir de The Institute for College Access & Success (TICAS), después de la última gran recesión, los gastos estatales en educación superior reflejaron un incremento promedio de 23 por ciento durante el periodo de cuatro años concluido en 2016. Además, TICAS halló que los estudiantes de pregrado de universidades públicas y privadas que cursan carreras de cuatro años tienen mayor probabilidad de obtener becas directamente en las escuelas, cuyos préstamos suelen ofrecer alrededor de 1,000 dólares adicionales.

Lo que no explican estos datos es si la caída de los empréstitos es parte de la respuesta a la creciente negatividad de la narrativa. Fishman ha observado un cambio de actitud en sus grupos de enfoque. “Hace unos años la gente decía: ‘El préstamo es un medio para alcanzar un fin, y lo necesito para ir a la universidad’”, explica. “Ahora la actitud es: ‘Haré todo lo posible para evitar un préstamo’”.

La caída de los préstamos estudiantiles parece contradecir todo lo que pueden haberle contado últimamente, pero no es así, porque se trata de dos medidas diferentes: deuda total vs. empréstitos nuevos. Lo que ha impulsado el crecimiento de la deuda estudiantil total es la acumulación de intereses en los préstamos más añejos, sobre todo porque más deudores están inscribiéndose en programas de repago basados en el ingreso. Esos esquemas, que se han expandido varias veces durante la última década, permiten que el deudor reduzca los montos mensuales prolongando el pago de su deuda a 20 o 25 años, en vez de los 10 años convencionales. No obstante, los intereses se acumulan e incrementan la cantidad adeudada. Casi la mitad de los empréstitos pagados en la actualidad están inscritos en algún programa basado en el ingreso, respecto del 27 por ciento registrado hace apenas cuatro años.

Otro elemento que ha contribuido al aumento de la deuda total es que familias y estudiantes de posgrado están pidiendo montos muy altos. Y aun cuando son muy pocas las personas que hacen esto, el impacto en el saldo de la deuda total es enorme.

MUY POCOS DEBEN 100,000 DÓLARES O MÁS

Si hablamos de cantidades absolutas, son raras las personas que tienen deudas de seis dígitos, a quienes Fishman describe como “unicornios en la tierra de los préstamos”. Si bien solo 6 por ciento de la deuda estudiantil consiste en saldos de 100,000 dólares o más, College Board enfatiza que, en términos de dólares, esas cuentas son enormes y equivalen a un tercio de la deuda total.

El club de los 100,000 dólares está integrado, sobre todo, por estudiantes de posgrado; y la membresía aumenta rápidamente. De los deudores que terminaron sus estudios universitarios y empezaron a pagar sus préstamos en 2014, 20 por ciento tenía deudas de más de 100,000 dólares, más del doble del 8 por ciento registrado en el año 2000, señala Adam Looney, economista del Instituto Brookings. Y según informa College Board, la mitad de los prestatarios con licenciatura (digamos, médicos, abogados, dentistas) deben 100,000 dólares o más, y 20 por ciento adeuda 200,000 dólares o más. Además, esas cantidades no incluyen los préstamos de pregrado.

La orgía de empréstitos inició hace una década, con el programa PLUS para préstamos de posgrado, el cual proporcionaba el costo total de los estudios —sin otra ayuda adicional— mediante una investigación crediticia muy superficial. Por su parte, el gobierno aumentó su préstamo de 18,500 dólares anuales a 20,500 dólares al año para los alumnos de pregrado de Stanford, y facilitó el proceso de préstamo para estudiantes de programas privados y en línea.

Muchos estudiantes que ya habían ingresado en el mercado laboral (el cual recompensa los títulos con salarios más altos) aprovecharon los nuevos programas de financiación para hacer un posgrado. Y esa inversión redituó en muchos casos. En 2014, los deudores con préstamos estudiantiles de 50,000 dólares o más (el empréstito de posgrado promedio) empezaron a ganar casi el doble que quienes habían recibido préstamos más bajos, y sus tasas de impago fueron más bajas.

Pero pronto comenzaron a aparecer las grietas. Cada vez más deudores de posgrado asistían a escuelas privadas, pese a que rara vez conducen a buenos empleos (en 2014, 17 por ciento estudió en instituciones privadas contra apenas 1 por ciento en 1990). Y con miras a reducir los pagos iniciales, una población estudiantil cada vez más numerosa empezó a optar por programas de repago basados en el ingreso (y los intereses siguieron acumulándose). El resultado: por primera vez en años, quienes recibieron grandes montos debían más que cuando se graduaron, a pesar de haber pagado sus préstamos durante varios años.

“Muchos de estos prestatarios están teniendo dificultades”, dice Looney. “No me inquietan tanto los médicos, los abogados ni los administradores de empresas, quienes podrán salir adelante. Lo que me preocupa son las personas que pidieron grandes préstamos para asistir a programas que no tenían valor para el mercado laboral”.

Otra tendencia preocupante: el reciente auge del empréstito familiar. Aun cuando hay menos de un millón de progenitores entre los 45 millones de deudores estudiantiles, las cantidades que solicitan tienden a ser muy elevadas. El año pasado, el empréstito familiar típico era de 16,452 dólares (incremento de 42 por ciento a lo largo de una década) y, encima, muchos padres piden préstamos durante cada año que un hijo o una hija pasa en la universidad; y a veces, para varios hijos. Así, según datos de Urban Institute, los préstamos familiares representan hoy 23 por ciento de los 1.6 billones de dólares en deuda estudiantil, incremento de 14 por ciento respecto de hace cinco años.

Pese a que las familias pudientes y de clase media son las más propensas a solicitar préstamos, una cantidad importante de hogares de bajos ingresos obtienen préstamos PLUS, incluidas 16 por ciento de las familias con ingresos inferiores a 20,000 dólares anuales. Las tasas de impago suelen ser bajas, pero este riesgo es mucho mayor para algunos grupos; en particular, las familias con hijos en escuelas privadas, como la Universidad Strayer, la Escuela Intercontinental Estadounidense o la Universidad Walden.

Y aunque no incumplan, estos préstamos son problemáticos para los progenitores que están por jubilarse, época en que el ingreso mengua y no pueden tener deudas. Urban Institute precisa que la cuarta parte de los padres con préstamos PLUS tienen 60 años o más, y casi la mitad percibe menos de 50,000 dólares anuales.

“Temo por los padres que quieren dar una oportunidad a sus hijos y no encuentran otra manera de hacerlo”, lamenta Baum, coautora del informe.

LA MAYORÍA DE LOS UNIVERSITARIOS DEBE MENOS DE LO QUE SE DICE

Hay una estadística que tiende a citarse casi tanto como la cifra de deuda total: después de cuatro años de universidad, los graduados salen de la escuela con una deuda de 30,000 dólares (exactamente 29,650 dólares, según TICAS). Y aun cuando esa cantidad ha permanecido casi sin cambios durante cinco años, equivale a más del doble del préstamo para licenciatura otorgado en 1996.

Pero hay un detalle: ese “promedio” está muy sesgado debido a los fuertes préstamos de una minoría estudiantil (casi siempre, individuos independientes y de más edad, quienes pueden solicitar préstamos más jugosos), y no refleja las circunstancias del universitario típico. De hecho, tres cuartas partes de los estudiantes de licenciaturas de cuatro años en universidades públicas, y dos tercios de sus homólogos en escuelas privadas, terminan con deudas de menos de 30,000 dólares. Por otra parte, la mitad de los prestatarios han pedido menos de 20,000 dólares y cuatro de cada diez recibieron menos de 10,000 dólares. Por último, tres de cada diez licenciados no tienen deuda alguna.

Es evidente que una deuda universitaria de cualquier tamaño es un lastre para un joven que apenas comienza. Sin embargo, hay otros factores que influyen tanto o más en la decisión de los millennials de abstenerse de cosas como comprar casa o iniciar una familia. Por ejemplo, la vivienda se ha vuelto muy costosa: el salario anual promedio no alcanza para que los residentes de 70 por ciento de los condados estadounidenses compren una vivienda de nivel medio. También consideremos el costo de la atención infantil: una encuesta reciente de Care.com halló que 70 por ciento de las familias paga más de 10 por ciento del ingreso en este rubro, y casi la mitad paga 15 por ciento o más de su ingreso.

Ahora bien, dado que un título universitario mejora las oportunidades de empleo y los salarios más altos, los préstamos para licenciatura son una inversión redituable para muchos, y les permite costear tanto la vivienda como la atención infantil. La licenciatura típica de cuatro años redunda en salarios 70 por ciento más elevados que un simple diploma de bachiller, mientras que los títulos avanzados se traducen en sueldos hasta 120 por ciento o más altos.

LOS DEUDORES PEQUEÑOS TIENEN MÁS PROBLEMAS

¿Qué sucede con los estudiantes que no terminan la universidad, los que piden préstamos y abandonan sus estudios antes de titularse? Esas personas terminan con empréstitos relativamente pequeños, pero sin los beneficios de una licenciatura. Y resulta que, más que el préstamo, esos beneficios son un factor crítico para los resultados.

Veamos esto: casi la mitad de los deudores que incumplen no obtuvieron un título universitario y, de ellos, dos terceras partes adeudan menos de 10,000 dólares, revela un análisis reciente de Ben Miller, vicepresidente de educación postsecundaria en el Centro para el Progreso Estadounidense, y agrega que casi 35 por ciento debe menos de 5,000 dólares. Asimismo, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York afirma que quienes han incurrido en una deuda estudiantil superior a 100,000 dólares tienen 50 por ciento más probabilidades de incumplir que quienes obtuvieron un empréstito menor a 5,000 dólares.

“Desconocemos la causa precisa de las dificultades que enfrentan estos prestatarios [de pequeños montos] —escribió Miller—, pero una explicación podría ser que sus ingresos no son suficientes para permitir el pago de la deuda, lo que significa que cargamos con todos los gastos y ninguna de las recompensas de la educación universitaria”.

Evento de contratación para ciberseguridad en Long Beach, California. Foto: Brittany Murray/Medianews Group/Long Beach Press-Telegram/Getty

Hace tiempo que este problema ha pasado inadvertido, previene Judith Scott-Clayton, profesora asociada de economía y educación en Teachers College, Universidad de Columbia. “Se habla mucho de los estudiantes con deudas de más de 100,000 dólares y de la presión que [esos empréstitos] ejercen en su calidad de vida, y en su capacidad para adquirir una casa, tener hijos o hacer todo lo supone la adultez”, agrega. “No pretendo minimizar la dimensión del problema, pero si analizas la situación fríamente, verás que los prestatarios con menos deuda son los que sufren más, los que encaran las consecuencias y las implicaciones financieras más graves, y los que más ayuda necesitan”.

Reconocer esto supone repercusiones políticas muy serias, prosigue Scott-Clayton, quien ha comparecido ante el Senado en tres ocasiones como experta en investigaciones y políticas de ayuda financiera. La profesora añade: “Nuestra respuesta sería distinta si, en vez de pensar que el problema más urgente es la cantidad de estudiantes endeudados, abordamos este asunto desde la perspectiva de que más deudores puedan sobrellevar los pagos”.

Por otro lado, la tasa de impago de los estudiantes que asisten a escuelas privadas es mucho mayor que el promedio: TICA informa que 30 por ciento de los licenciados en instituciones con fines de lucro incumplieron sus préstamos 12 años después de iniciar sus estudios, contra 5 por ciento de los egresados de escuelas públicas o privadas no lucrativas. Otros grupos con un riesgo de incumplimiento superior al promedio incluyen a los estudiantes de hogares de bajos ingresos, los alumnos que son los primeros de su familia en asistir a la universidad, y los afroestadounidenses.

ESTUDIANTES Y FAMILIAS AFROESTADOUNIDENSES TIENEN MÁS DIFICULTADES

Si hay un grupo para el que la palabra “crisis” describe la experiencia de la deuda estudiantil, ese es el segmento de alumnos y familias afroestadounidenses. Los estudiantes negros tienen muchas más probabilidades de pedir préstamos (17 puntos más), obtienen préstamos más grandes (hasta el doble, en promedio), y su tasa de incumplimiento es más alta (38 por ciento incumple a los 12 años de haber iniciado los estudios, vs. 12 por ciento de los universitarios blancos).

Scott-Clayton —cuyas investigaciones recientes se han centrado en los alarmantes patrones de incumplimiento de deuda estudiantil—, comenta: “Lo más perturbador no es que existan estas disparidades, sino su magnitud”.

A diferencia de otros grupos, una licenciatura no evita que los deudores afroestadounidenses tengan dificultades. De hecho, un egresado negro tiene más probabilidades de incumplir su deuda que un blanco que abandonó los estudios.

Y el título tampoco les ayuda a saldar sus préstamos universitarios: a 12 años de iniciar sus estudios, el promedio de los graduados negros debe 114 por ciento de lo que había recibido originalmente —es decir, más que el préstamo original—, comparado con 47 por ciento en el caso de los estudiantes blancos y 79 por ciento para los latinos.

Al buscar una explicación para estas disparidades enormes —no solo entre blancos y negros, sino entre deudores negros y estudiantes de otro color—, Scott-Clayton identificó algunos factores bastante previsibles. No obstante, aun considerando aspectos como ingreso familiar, educación parental, cantidades recibidas, calificaciones, títulos, empleo y salario posuniversitario, encontró que persistía una disparidad de 11 puntos entre las tasas de impago de los deudores negros y blancos.

En una carta dirigida a las senadoras Elizabeth Warren y Kamala Harris (entre otros que pidieron información sobre la mejor manera de atacar las disparidades raciales en la deuda estudiantil), Scott-Clayton compartió sus hallazgos, resaltando la diferencia inexplicable de 11 puntos y señalando que los resultados tal vez no “captaban plenamente las diferencias en las circunstancias económicas posuniversitarias de los estudiantes, el respaldo familiar, ni la información o desigualdad de los servicios que reciben de sus instituciones y otros prestadores para hacer frente al repago”.

Agregó que otro factor es “un legado de sesgo y discriminación persistente y pernicioso, el cual podría explicar por qué los patrones observados en los negros no hispanos son distintivos de las personas de color o los estudiantes de bajos ingresos”.

Fishman concuerda: “Los estadounidenses creemos que la educación resuelve todos los problemas, y la triste verdad es que no es así”, asegura. “Las investigaciones demuestran que la educación superior tiene un impacto muy pequeño en la brecha racial de la riqueza porque intervienen otros factores, como la discriminación del mercado laboral y el racismo institucionalizado en nuestra economía”.

Aun cuando es difícil corregir siglos de racismo sistémico en unos pocos años, Scott-Clayton sugiere medidas prácticas que resultarían útiles mientras tanto. Entre ellas: simplificar y automatizar el programa de repago basado en el ingreso, a fin de que los deudores con más limitaciones financieras puedan aprovecharlo junto con el programa de condonación de deuda, actualmente en estudio y dirigido a quienes deben hasta 6,125 dólares en préstamos para licenciatura. Casi 40 por ciento de los deudores de este grupo, y hasta 70 por ciento de los prestatarios negros, incurren en incumplimientos a los 12 meses. Y Scott-Clayton agrega que esta alternativa es muy buena para esos deudores, ya que los costos serían relativamente reducidos.

LÁSTIMA, PORQUE NO ES FÁCIL CONDONAR PRÉSTAMOS

Casi todos los candidatos presidenciales demócratas han hecho alguna propuesta para reducir la deuda estudiantil, y hasta Donald Trump está a favor de modificar los esquemas de repago para que resulten menos complicados.

No obstante, nada ha despertado más interés público que las drásticas propuestas de los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, quienes pretenden borrar todos los montos de todos los deudores universitarios (Sanders) o bien, una porción muy grande de la deuda de todos, excepto los contribuyentes más acaudalados (Warren). Fishman comenta que la condonación de deuda es “una idea nueva y extremadamente atractiva”.

Pero si necesita pruebas de que eliminar la deuda estudiantil estadounidense es mucho más difícil de lo que reconocen los candidatos, basta recordar lo que ocurrió cuando Estados Unidos hizo un esfuerzo más limitado en ese sentido: el programa federal llamado Condonación de Préstamos por Servicio Público. Suscrito por el presidente George W. Bush en 2007, el programa prometía perdonar la deuda estudiantil de quienes prestaran una década de servicio en el gobierno o alguna organización no lucrativa.

El problema es que los primeros deudores fueron elegibles hace apenas 18 meses, y el programa ha rechazado a casi 99 por ciento de los 74,000 aspirantes registrados: una tasa de fracaso espectacular que desató burlas, manifestaciones de ira y una avalancha de demandas legales, incluida la de Federación Estadounidense de Maestros contra la secretaria de Educación, Betsy DeVos, acusándola de una mala gestión pasmosa.

Muchos expertos en educación superior celebran que los candidatos traten de ayudar a los deudores en dificultades, pero también plantean interrogantes sobre los costos, la eficacia y la equidad de sus propuestas.

“Para alguien como yo, que ha trabajado en este campo desde hace mucho, es emocionante y alentador saber que el problema está recibiendo atención”, dice Scott-Clayton. “Pero ahora que hemos sorteado el primer obstáculo importante, me pregunto si estarán dirigiendo toda esa atención de la manera más productiva”.

En vez de acciones amplias y costosas para aliviar a los deudores que pueden costar sus pagos cómodamente, y hacer poco o nada para evitar problemas futuros de deuda estudiantil, muchos observadores abogan por iniciativas más dirigidas. Hacen falta soluciones para los desafíos más graves, como las altas tasas de incumplimiento en las escuelas privadas y los programas de titulación; el hipercomplicado sistema para repago de préstamos; las insignificantes revisiones crediticias; y los altísimos empréstitos otorgados a los estudiantes de posgrado, sus progenitores y cuantos ofrecen cantidades muy superiores a sus medios.

Fuente: https://newsweekespanol.com/2019/08/estados-unidos-la-verdad-detras-deudas-estudiantiles/

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