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Entrevista a Adriana Guzmán Arroyo: “Descolonizar el tiempo es renunciar a la acumulación capitalista”

Hemos hablado con Adriana Guzmán Arroyo, educadora popular aymara y referente del feminismo comunitario antipatriarcal en Bolivia, sobre colonialismo, racismo, extractivismo, heterosexualidad obligatoria, familia, comunidad, Estado. privilegios, colores y lenguas minorizadas. Y sobre aprender a levantar la cabeza.

Adriana Guzmán Arroyo es educadora popular aymara, feminista y q’iwsa (no heterosexual, en aymara). Desde pequeña veía los cuerpos de su abuela y abuelo aymaras, su piel, su idioma, su lengua y se sentía muy cerca de ellos, pero no fue hasta después de la masacre del gas de 2003 cuando se reconoció como feminista y aymara, empezando así un camino de ruptura con las ideas coloniales y racistas que se habían ido instalando en su cuerpo.

En 2003, en la masacre del gas lucharon contra el colonialismo, el racismo, el extractivismo, después de que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada autorizara la represión contra manifestantes que mostraban su rechazo a la decisión del Gobierno de exportar gas: “Ahora se ha puesto de moda el extractivismo, pero hace 500 años que venimos luchando contra la explotación de la plata, la minería y después la explotación de los hidrocarburos que ha destrozado nuestros territorios, que ha generado una mentalidad capitalista que rompe la comunidad, toda otra forma de vida que tenemos en Abya Yala”, explicaba Adriana Guzmán en Bilbao una mañana lluviosa y gris, después de haber participado en el congreso Nuevas narrativas para una educación feminista y antirracista, organizado por InteRed.

¿En qué momento te diste cuenta que esa lucha contra el extractivismo, el racismo, el capitalismo y el colonialismo era también una lucha contra el sistema patriarcal?

Estábamos en las calles organizadas protestando y cuando volvemos a las casas los compañeros quieren que las casas estén limpias y que las wawas [les hijes] hagan sus tareas, que haya comida caliente. Entonces una gran pregunta fue: ¿quién cuida en la revolución? Entendimos que existía también esta forma de opresión a la que luego le vinimos a llamar patriarcado, como lo han hecho otras feministas también. Para nosotras la masacre del gas fue mirarnos al espejo y reconocernos como aymaras. Queremos ser aymaras, pero no bajo los términos patriarcales que nos va a imponer la heterosexualidad obligatoria, no como la mujer que se calla y agacha la cabeza y va detrás del marido, no como la mujer que solo sirve para sembrar la papa. Queremos vivir bien y no se puede vivir bien si las mujeres vivimos mal, si a las mujeres nos matan o nos violan. Queremos cuestionar la revolución dentro de la revolución. Y no queremos solo participar políticamente, queremos decidir, no queremos ser diputadas solo para decir que hay mujeres diputadas. Logramos que en Bolivia el impuesto directo a los hidrocarburos esté destinado a las universidades. Nosotras queríamos que nuestras wawas estudien en una universidad digna, en un espacio de conocimiento desde los pueblos.

“El patriarcado es un sistema de todas las opresiones, articula el colonialismo, el racismo, el capitalismo, el extractivismo, pero se construye sobre el cuerpo de las mujeres”

¿Cómo fue el proceso de elección en la asamblea constituyente de la palabra en aymara para nombrar el concepto “patriarcado”?

A esto lo llamamos la lucha en el territorio de las palabras, porque venimos de la lucha en el territorio. Lo primero que hicimos fue reconocernos feministas. Nuestros compañeros nos dijeron: “Feministas son las académicas, las europeas. Las indígenas no son feministas”. Fue toda una discusión epistemológica y política donde nosotras decimos que nos llamamos feministas porque recuperamos la palabra y nosotras inventamos un contenido. No es que el feminismo nació en Francia, el feminismo va a nacer en todos los territorios donde luchemos contra el patriarcado. Y ahí llegó la segunda palabra, que era “patriarcado”. Había que discutirlo en la asamblea constituyente. Planteamos que el patriarcado es un sistema de todas las opresiones: articula el colonialismo, el racismo, el capitalismo, el extractivismo, pero se construye sobre el cuerpo de las mujeres. ¿Cómo se ha aprendido que a la naturaleza se le pueden sacar los árboles, el agua, el aire, todo? En el cuerpo de las mujeres, porque nos sacan el agua, el aire, los afectos, todo. Pero estaba otra vez la justificación de los hombres aymaras: “En nuestro pueblo no existe la palabra patriarcado”. La palabra patriarcado no existe, pero la realidad patriarcal sí, ¿cómo se puede llamar? Usamos la palabra pacha usutawa: tiempo enfermo, un tiempo que hace daño. O pacha janiw walikiti: un tiempo que no está bien. Unquq pacha en quechua. Y así en guaraní y en distintos idiomas empezamos a construir estos conceptos de patriarcado, de capitalismo, de machismo, de racismo.

“La propuesta fundamental del feminismo comunitario es autoorganización, autonomía y autodeterminación”

Descolonizar la memoria, descolonizar los feminismos (2019) es el título de tu libro. ¿Qué se propone desde el feminismo comunitario antipatriarcal para llevar a cabo esta descolonización?

La comunidad es contraria al Estado, aunque haya sido un Estado plurinacional; nosotras decimos siempre: “Estado plurinacional solo para transitar a la comunidad”. La comunidad te exige la responsabilidad propia de construir lo que quieres con tus manos. Es imposible que un presidente se haga cargo de 11 millones de personas. La comunidad hoy existe, la comunidad que se autoorganiza, que logra tener agua, que en Bolivia durante la pandemia ha logrado tener medicina y no morirse, ha logrado circular la comida. La propuesta fundamental del feminismo comunitario es autoorganización, autonomía y autodeterminación y entendemos que eso se llama comunidad, un sistema político. Hacer comunidad es renunciar al individualismo, a la acumulación, y por eso nos parece una propuesta antipatriarcal, anticapitalista y anticolonial. La misma importancia tienen las personas como las montañas, las aguas, los animales, los pájaros y todo. En la comunidad en la que las wawas dialogan con las abuelas y los abuelos y se valoran sus conocimientos y sabiduría.

“Estos feminismos que ahora están de moda y hablan de la igualdad y el empoderamiento son funcionales al sistema”

“Leer en las arrugas de las abuelas”, te hemos escuchado decir.

Nuestras mamás y nuestras abuelas han peleado por una vida digna, porque nadie nos maltrate. Nos hemos encontrado con que habían luchado por lo mismo que estábamos peleando nosotras: porque no haya extractivismo, no destruyan la comunidad, no se lleven a las niñas en la trata y tráfico, no maten a las mujeres, no destruyan la naturaleza. Hemos empezado a recuperar la memoria de abuelas en todo Abya Yala. La Tránsito Amaguaña dice en los años 30 que “es importante la tierra, es importante el territorio, es importante no tener patrón, pero también es importante que no te cases niña”. Recuperar la memoria de Bartolina Sisala Domitilala comandanta Ramonala María Sabina nos hace tener certeza sobre lo que estamos planteando. Frente a semejantes problemas (contaminación, trata y tráfico, que se lleven a tu hija, a tu sobrina, a la hija de tu hermana, que destruyan tu comunidad, el río y la montaña donde has crecido) que te vengan a plantear un discurso de igualdad de género es insuficiente, es indignante. Estos feminismos que ahora están de moda y hablan de la igualdad y el empoderamiento son funcionales al sistema. Nosotras creemos que los feminismos tienen que ser antisistémicos, antipatriarcales.
Por eso creo que un principio fundamental es que podamos dialogar entre todas las feministas, por más diferencias que tengamos hay que seguir discutiendo y politizando la lucha contra el patriarcado y el extractivismo. No basta que las feministas de Europa se vayan a Bolivia a apoyar la lucha contra la hidroeléctrica o denuncien a la empresa de Bolivia, necesitamos que haya acciones más concretas hacia los bancos que financian esas empresas en Europa, a los dueños de estas empresas, así como nosotras perseguimos a los jueces, a los feminicidas y pintamos su casa. Así creo que tendría que funcionar en Europa, la presión social para que estás empresas vayan reduciendo sus intervenciones en Abya Yala o vaya poniéndose más en cuestión esto.

Hablas también de descolonizar la temporalidad y la linealidad en los feminismos y en la manera de entender los procesos históricos.

Hay un feminismo hegemónico, liberal, blanco que habla de empoderamiento, que dice “supérate”, que dice que el mundo ha cambiado porque hay una mujer taxista, porque ha habido una mujer presidenta o porque hay una mujer negra vicepresidenta en los Estados Unidos. Eso no evita que los Estados Unidos siga matando migrantes, siga invadiendo los territorios o financiando, acompañando a Israel en el genocidio en Palestina. No creemos en estos proyectos lineales de que hay que luchar, capacitarse, formarse, hacer la revolución, tomar el poder y la vida va a cambiar. Esa es una linealidad del tiempo que le ha servido a Europa, pero le ha servido porque ha logrado el desarrollo y las comodidades que tiene ahora gracias al saqueo de nuestros pueblos. Descolonizar el tiempo para nosotras es generar condiciones en la lucha que nos permitan vivir bien todos los días, acabar con las relaciones de violencia, criar a las wawas de otra forma, en comunidad. Para recuperar los saberes, hablar con nuestras abuelas, nuestros abuelos, se necesita tiempo. Si te metes en la lógica capitalista de explotación, tienes que correr en los tiempos de productividad que te marca el capitalismo. Descolonizar el tiempo es renunciar a la acumulación capitalista. En el mundo aymara el tiempo es circular y no es un círculo en sí mismo que se repite, nosotras venimos de la comunidad y por tanto es lógico que podamos volver a la comunidad, porque hay una memoria política, hay una memoria genética, hay una memoria territorial. Toda esa insistencia en que querer hacer comunidad es difícil es una justificación del sistema, hacer comunidad es mucho más fácil que vivir en todo este mundo racista individualista y de explotación.

“Nosotras tenemos que transformar el Estado, porque nuestras hijas van a la escuela pública”

¿Qué ha cambiado en Bolivia con la aprobación en 2009 de la Constitución y con la declaración de un Estado plurinacional y en qué aspectos sientes que se podía haber ido más allá?

Desde 2009 hemos estado en la construcción de la ley de educación y en la construcción de la ley de violencia que habla de patriarcado. Hemos estado en la construcción del plan de salud de las mujeres para vivir bien, en las cumbres de justicia para refundar una justicia que no sea patriarcal, que tenga valores mínimos como los tiene la justicia comunitaria. Hemos visto que el Estado era útil para algunas cosas. En las que no vaya a ir más allá, le pedimos que no interrumpa nuestras luchas. Se ha ido extendiendo el cordón del pueblo aymara que va por todo Bolivia, llega hasta el norte de Chile, hasta el norte de Argentina y se han empezado a discutir, a intercambiar, a recuperar la cultura, la música. Más allá de las fronteras de los propios Estados. ¿Qué necesitamos? Qué el Estado no intervenga. Es mucho más fácil construir esa autonomía, esa reconstitución territorial cuando no hay un Estado que te persigue, cuando hay un Estado que es capaz de hablar de descolonización. Mientras exista, necesitamos que plantee un marco mínimo de lo que necesitamos los pueblos para vivir bien. Yo creo que en algunos lugares de Europa hay una mirada muy esencialista e higienizadora de no tener relación con el Estado. Tienen los privilegios y el dinero para hacer sus iniciativas a parte, una educación distinta, una salud distinta, trabajo de autocuidado autónomos. Nosotras tenemos que transformar ese Estado, porque nuestras hijas van a la escuela pública, porque son nuestros territorios los que se están discutiendo en ese Estado y en esa política pública. Incluso a los Estados fascistas hay que presionarlos, primero para sacar a los fascistas de ahí, lo segundo para que cumplan con las garantías mínimas: educación, salud. Tenemos la Constitución de 2009 y un código penal de 1970. No se ha transformado para llevar adelante esa Constitución. También ha habido un golpe de Estado fascista y racista [en 2019 y que implicó la salida de Evo Morales de la presidencia] para dejar claro cuál es nuestro lugar como indígenas: en las casas como sirvientas. El pueblo se ha organizado y ha logrado sacar ese golpe en un año, pero ese fascismo sigue, sigue organizado, está representado en el Parlamento y hay un discurso de odio racista que ha crecido más. Eso ha impedido que se profundice en la Constitución. Hay una ley en educación que que a mí me parece que es muy importante. Hay procesos de educación que se han estado haciendo con transformación curricular y metodológica, descolonizadora y comunitaria. En el sistema de salud también hay transformaciones para concretar la Constitución. Pero este fascismo, este permanente ataque para generar una inestabilidad al Gobierno ha hecho que el Gobierno también tome una posición conservadora: “No voy a profundizar nada más, hasta aquí llegamos, cuidemos lo poco que tenemos”. Y para nosotras esa no es la forma de cuidar, para nosotras hay que profundizar lo que tenemos, porque sino lo poco que tenemos fácilmente se recicla para el sistema y se pierde.

“El castellano nos impone una forma de entender el mundo y nosotras queremos vivir en otro mundo”

En el congreso Nuevas narrativas para una educación feminista y antirracista has hablado de la importancia de que las lenguas de los pueblos estén en el sistema educativo, no como asignatura, sino en todos lados, como acto de dignidad.

Sí, aprender nuestras lenguas no solo para hablar bien, sino para dejar de pensar, sentir y amar en castellano. El castellano nos impone una forma de entender el mundo y nosotras queremos vivir en otro mundo, queremos construir ese otro mundo. Y recuperar esa otra imagen del mundo es recuperar la lengua para poder pensar, sentir, querer y alimentar la rabia desde nuestras propias lenguas, eso es parte de la descolonización, de la autonomía, de la autodeterminación. Es un acto de dignidad no tener que esconder tu lengua, tu color de piel, tu forma de vestir ni tu forma de comer para poder ser reconocida en el mundo. También presentaste el material didáctico Nosotras somos Abya Yala, un libro para colorear creado por les niñes del feminismo comunitario, para dejar de pintar princesas y hombres araña y pintar a las abuelas de las que vosotras les habláis. En esa discusión sobre las abuelas dijimos “tiene que haber reglas para pintar” y una de las reglas es que no hay un color piel, porque toda la vida han estado con maestras y maestros que les han dicho que había que pintar los dibujos de color piel y ese color piel oficial nunca ha sido nuestro color de piel. Y otra regla era “no hay colores feos ni bonitos, ni vivos ni muertos”, porque como nosotras vivimos en un lugar que es 3.800 metros de altura sobre el nivel del mar no existe el naranja de los cítricos y el verde de las palmeras. Yo aprendo a amar y a reconocer los colores que hay en mi entorno, los colores como montaña, como agua. El negro es el color fundamental para nosotras, para nuestra ropa, para nuestra vida. Es más, la Wipala, que tiene muchos colores, antes tenía una franja negra en medio que era el color de la vida, de que todo viene de ahí, contrario a lo que las maestras y maestros dicen, que el negro parece un color muerto. En los colores y en las formas de vestir hay lógicas coloniales. Para mí es una decisión política llevar estas ropas, porque me acerca a mi abuela, mi ropa es una resistencia, es un atentado permanente al sistema. En una escuela había un profesor de gimnasia que decía “¿qué tengo que ver con la despatriarcalización?”. Y le decíamos: “Usted encárguese de que las wawas aprendan a no agachar la cabeza”. Porque eso no es casualidad, no es que vivamos en lugares muy altos y agachamos la cabeza para cubrirnos del frío, porque también nos han planteado eso. Este maestro de gimnasia después de un tiempo nos decía: “Qué difícil es enseñar a levantar la cabeza”. Es el cuerpo que está formado por un mundo colonial, siempre pidiendo perdón, siempre sin mirar a los ojos, porque eso te da poder, seguridad en vos misma. Era un proceso de descolonización para el propio profesor, para que cree sus metodologías y ejercicios que a la vez puedan descolonizar el cuerpo, y eso lo hemos hecho mediante la ley de educación, que obliga a las maestras y maestros a despatriarcalizar en cualquier asignatura.

“Nuestra memoria ancestral están estos cuerpos plurales, estos cuerpos que no eran ni hombre ni mujer. La comunidad también ha sido atravesada por el colonialismo, por el patriarcado y por la heteronormatividad”

En el libro Jiwasa / Nosotras: Resistencias chiquitanas, guarayas, moxeñas, aymaras, quechuas, indias, cholas / Disidencias tevis, mujerengues, q’iwsas, qharimachos, ullupakus, machorras, maricas (2019) explicas tu decisión política de ser lesbiana, como parte del proceso de descolonización, un camino de descolonización del cuerpo, el placer y el deseo.

Nosotras cuestionamos la familia, no queremos familia, porque la familia rompe la comunidad, la familia es una imposición colonial. La heterosexualidad es una imposición colonial. Hay información de que nuestros pueblos no eran heterosexuales. Tenemos una memoria no heterosexual en el cuerpo, pero ese deseo es eliminado, coartado por la heterosexualidad desde el colegio y por las iglesias. Yo decido políticamente siendo feminista y comunitaria ser lesbiana, no lo decido antes porque no sabía que se podía. Me he casado a los 16 años y he tenido una hija a los 16 años y después otra, porque pensé que era la única opción para las mujeres. Esta decisión para mí ha significado reconstruir una relación de deseo, de erotismo con otra mujer, una relación que ha sido cargada de prejuicios, de sentir asco por nuestro cuerpo y por el cuerpo de otra mujer, porque el único cuerpo que podemos desear o que puede ser satisfactorio es el cuerpo de un hombre, el falocentrismo. En un mundo patriarcal, el deseo es patriarcal, el erotismo es patriarcal. También ha habido una discusión sobre si soy lesbiana, si esa es la palabra, porque no deja de ser una palabra que viene del griego, de Lesbos. Yo miraba el movimiento feminista, el movimiento lésbico y no la comunidad, donde había también lesbianas. Empezamos a recuperar la palabra q’iwsa en aymara, que son las personas no heterosexuales. Y ahí profundizamos más esa discusión de que la heterosexualidad es una imposición colonial, porque en nuestra memoria ancestral están estos cuerpos plurales, estos cuerpos que no eran ni hombre ni mujer. La comunidad también ha sido atravesada por el colonialismo, por el patriarcado y por la heteronormatividad, y por eso se habla de que somos hijas del padre sol y de la madre luna, de la Pachamama, del tata inti, toda esa heterosexualización y humanización de la naturaleza que es parte de un sistema patriarcal, las cosmovisiones no son antropocéntricas, pero lo parecen, porque sexualizan a la naturaleza por la colonización. Todo eso hemos cuestionado para poder nombrarnos. Sí, como lesbiana, pero fundamentalmente como q’iwsa, como esta resistencia a una heterosexualidad que es colonial, que es dominación, que es explotación y saqueo.

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Fuente de la información:  https://www.pikaramagazine.com

Fotografía: Pikaramagazine. Adriana Guzmán Arroyo, en Bilbao. / Foto: Garazi Basterretxea Barea

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Alertan sobre efectos de incendios forestales en salud de niños bolivianos

Bolivia actualmente es el país con más incendios activos de Suramérica.

Los daños a la salud, la interrupción de la educación y los desplazamientos forzados de menores edad son algunas de las principales consecuencias de los intensos incendios forestales que padecen varias comunidades del este y norte de Bolivia, dijo este jueves a EFE Marco Rojas, representante en el país de la organización Plan International.

 

Rojas también informó que “hay afectaciones a la salud” por la exposición al humo en las zonas damnificadas y que pese a que se dictó la realización de clases virtuales muchos niños y adolescentes “no tienen las herramientas y el acceso” para continuar su formación.

 

El país con más incendios activos de Suramérica

Bolivia actualmente es el país con más incendios activos de Suramérica, según el Instituto Brasileño de Investigación Espacial, seguido de Brasil y Paraguay.

 

El humo de los incendios de los tres países llegó ya a varias ciudades, incluido territorio de Argentina, y ha creado una crisis regional.

 

Tan solo en el país andino el fuego ha consumido más de 3,8 millones de hectáreas de bosques y pastizales, especialmente en la Amazonia y Chiquitania.

 

Otro aspecto sensible que destacó el representante de Plan International es el “desplazamiento” forzado que muchas familias han tenido que hacer luego de que el fuego devastara sus viviendas o terminara con sus medios de subsistencia como animales o sembradíos.

 

“El hecho de que estos niños, niñas y adolescentes tengan que desplazarse significa que haya una mayor vulnerabilidad a la explotación y el abuso”, mencionó Rojas.

 

Por otro lado, advirtió que la emergencia hace que el acceso a los servicios básicos sea limitado, como el agua potable, alimentación y acceso a la salud, por lo que los niños son los más vulnerables de sufrir “varias enfermedades”.

 

Rojas también alertó sobre la necesidad de pensar “qué va a pasar en la postemergencia” ya que después de que se controlen los incendios “van a surgir otras necesidades” en las regiones afectadas por el fuego y la contaminación.

 

Una de las consecuencias es el “impacto importante” en la seguridad alimentaria del país, ya que los incendios se centran en el departamento de Santa Cruz, motor económico y principal departamento productivo del país, consideró.

 

Plan International, que trabaja en la protección de los derechos de niños y adolescentes, centró su acción en la Chiquitania boliviana, en donde entregó dotaciones de alimentos para las familias afectadas y herramientas para los grupos de bomberos voluntarios.

 

Bolivia sufre una de las peores crisis ambientales en los últimos años, después de que en 2019 se registraron 5,3 millones de hectáreas de bosques y pastizales devastados por los incendios.

 

Alertan sobre efectos de incendios forestales en salud de niños bolivianos

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Intoxicaciones, caídas y ataques: crece la inseguridad en colegios de Bolivia

En lo que va de este 2023, se registraron al menos 10 casos en los que estudiantes menores de edad sufrieron accidentes y ataques dentro de sus unidades educativas en diferentes ciudades del país. En la mayoría de las situaciones, los niños se recuperaron, pero también hubo los que perdieron la vida.

Desde intoxicación con el desayuno escolar u otros elementos hasta caídas y peleas, pasando por ataques y ser aplastados por árboles o postes, la inseguridad se evidencia en estos espacios.

El caso más reciente es el de una adolescente de 13 años que cayó desde el segundo piso de su colegio en Santa Cruz de la Sierra, este lunes, y se encuentra en estado crítico en cuidados intensivos (UTI). La menor estaba parada en una silla cerca de la ventana del aula. Al perder el equilibrio, cayó de cabeza al piso.

El 13 de septiembre, se registró una explosión durante un fallido experimento en el laboratorio de química en una escuela la ciudad de La Paz, generando lesiones y quemaduras en una estudiante de 15 años. La menor estuvo internada por un mes y medio, además fue sometida a una cirugía reconstructiva de injertos de piel en la mano derecha y en los muslos. Deberá continuar con tratamiento y fisioterapia.Estudiante resultó con quemaduras tras experimento de química.

Otro caso que consternó a Santa Cruz fue el de José Apaza, el niño de 12 años que murió aplastado por un árbol en su unidad educativa. Sus compañeros contaron que fue a recoger su pelota al área donde trabajadores realizaban la poda de un árbol. Sin embargo, una rama cayó sobre el pequeño, que murió con múltiples fracturas y con perforaciones en los pulmones y el corazón.

El 8 de septiembre, padres de familia de una unidad educativa del municipio de Sacaba en Cochabamba, denunciaron que sus hijos habrían sido intoxicados, ya que fueron trasladados de emergencia hasta el hospital. 12 niños del nivel de primaria presentaron dolores en el estómago y convulsiones. Contaron que uno de ellos recibió unas pastillas identificadas como relajante muscular fuera del colegio y le habrían indicado que las reparta, fue entonces que les entregó una a cada uno.

El 28 de agosto, tres estudiantes de un colegio en la ciudad de Trinidad resultaron lesionados después de que una parte del techo se viniera abajo. Los estudiantes de nivel inicial se encontraban en el patio cuando, de repente, escucharon un fuerte ruido y el techo falso se desprendió, cayendo sobre ellos.

Las fotografías que circularon en redes sociales muestran a los estudiantes empolvados y con tierra en la cabeza como resultado del desprendimiento del techo falso.

El 22 de agosto, padres de familia denunciaron un nuevo caso de intoxicación masiva al interior de un colegio en la ciudad de Sucre, donde al menos 15 estudiantes resultaron intoxicados. Se presume que la causa sería alfajores con mantequilla de maní y mermelada del desayuno escolar en aparente mal estado.

Dichos productos tenían un mal olor, era hasta nauseabundo aseguró. Por eso, muchos niños lo botaron a la basura. Entonces, les pidieron devolver los alfajores con mantequilla de maní y mermelada antes de que los coman y los alumnos se quedaron sin desayuno escolar.

«Era el desayuno escolar»: Denuncian nuevo caso de intoxicación masiva en un colegio
El 27 de junio, un niño de ocho años resultó herido luego de que un poste de luz se le cayera encima en una unidad educativa en la zona de Los Yungas. El pequeño no resultó con heridas de gravedad, pero su madre reclamó por el descuido de las autoridades.

En junio, se conoció el caso de un niño de tan solo 8 años de un colegio privado de Santa Cruz que fue obligado por estudiantes de secundaria a tomar una mezcla de lavandina y agua. El menor fue rápidamente internado en una clínica, donde los médicos lograron salvarle la vida.

El 13 de junio, un niño de 6 años fue empujado por las gradas de su Unidad Educativa, en Cochabamba, durante el recreo. Antes de caer fue golpeado por otros estudiantes.

Según la denuncia, los agresores serían alumnos de quinto de primaria, la pequeña víctima tiene moretones en las piernas, heridas en los brazos, un hematoma en la lengua, además de golpes en la cabeza y un constante sangrado en la nariz.

El 5 de junio se registró uno de los hechos más impactantes del año. Una niña de solo seis años fue apuñalada por otro menor de 10 años, al interior de su unidad educativa en Santa Cruz.

La pequeña fue atacada cuando se dirigía al baño y el otro estudiante le asestó la puñalada en el pecho derecho cortando una vena arterial. La víctima fue operada de emergencia y se estaba recuperando lentamente. Sin embargo, 10 días después, la niña sufrió una descompensación, fue trasladada de emergencia hasta el centro de salud, pero perdió la vida.

El 17 de mayo, un niño de 7 años que sufrió una caída en su colegio en la ciudad de La Paz fue internado en el hospital. Ahí, descubrieron que tenía una lesión en el cráneo y fue operado de emergencia.

El menor cayó de cabeza durante la clase de educación física, cuando intentó patear un balón. Después de la caída, el menor no fue auxiliado por nadie del colegio y continuó pasando clases, minutos después se puso mal y fue en busca de su hermana para pedir ayuda, la menor de 10 años, junto a su amiga llevaron al niño hasta su casa.

EL 16 de febrero, la hora del recreo en un colegio de la ciudad de Sucre terminó en una tragedia cuando un niño de 4 años cayó desde el segundo piso porque estaba cerca de la baranda.

https://www.reduno.com.bo/noticias/intoxicaciones-caidas-y-ataques-crece-la-inseguridad-en-colegios-de-bolivia-2023117191413

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Informe de Milenio: Los problemas de empleo, educación y salud en Bolivia se han mantenido aún después de la pandemia

La situación social de Bolivia es el nombre de la investigación presentada esta semana.

La caída de los ingresos de las familias, la mayor informalización del empleo, “la debacle” de la calidad educativa y el colapso del sistema de salud se han mantenido, e incluso se extendieron después de controlada la pandemia por covid-19, son algunas revelaciones del estudio denominado La situación social de Bolivia, de la Fundación Milenio.

Las secuelas de la pandemia, según el informe, permanecen y causan un deterioro evidente en las condiciones de vida de la ciudadanía; se identifican como causas: la fragilidad de la economía y una menor capacidad de creación de empleo.

“Bolivia ha dado muestras de debilidades y falencias crónicas en materia de protección social, y tanto más por cuanto el aumento incesante de la informalidad determina que un elevado porcentaje de la población esté indefensa frente a la inseguridad económica, la precariedad de los empleos y los riesgos de salud, de vejez y otros”, afirma el documento.

Por su parte, el director ejecutivo de Milenio, Henry Oporto, sostuvo: “El estudio muestra un panorama social preocupante, que contradice el relato político oficial de muchos logros socioeconómicos. Los datos y evidencias que aporta dejan en claro que la mejora de algunos indicadores, en los años anteriores a la pandemia, no han sido genuinos ni sostenibles porque no se asentaron en el fortalecimiento de las capacidades humanas de las personas; es decir en una mejor educación y formación laboral, mayor protección sanitaria y puestos de trabajo más seguros, formales y mejor remunerados”.

De acuerdo con el informe la caída de los ingresos laborales, durante el primer trimestre de este año, fue de 12%, en promedio, respecto del nivel de ingresos previos a la pandemia. Además, apunta a un incremento de la brecha salarial de género.

El estudio identifica como el impacto de más largo plazo la pérdida de capital humano, derivada de las consecuencias sanitarias, pero también de la precarización del mercado laboral y del rezago y la pérdida de aprendizajes de los estudiantes, que no se han podido recuperar en los últimos dos años.

El estudio, que oficialmente se presentó el jueves en La Paz, fue realizado por los especialistas: José Gabriel Espinoza, Ernesto Yáñez, Guillermo Aponte y Patricia Philco-Lima, bajo la coordinación de Henry Oporto. Su producción contó con el apoyo y la participación de la Red Procosi.

https://eldeber.com.bo/pais/informe-de-milenio-los-problemas-de-empleo-educacion-y-salud-en-bolivia-se-han-mantenido-aun-despues_337566

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La educación alternativa en Bolivia

Por: Noel Aguirre Ledezma

Con seguridad alguien preguntará, ¿a qué nos referimos por Educación Alternativa? En principio, téngase en cuenta que sus orígenes se encuentran en la educación previa a la colonia, en la “educación natural”; también es parte de las luchas sociales por el derecho a la educación, por ejemplo: escuelas indigenales, Escuela Ayllu de Warisata y propuestas planteadas para transformar el mundo escolarizado desde las organizaciones sociales, comunitarias e indígenas.

La Educación Alternativa (EA), además de un enfoque, según la Constitución Política del Estado (CPE) y la Ley de la Educación 070 es un subsistema del Sistema Educativo del Estado Plurinacional que determina: “El Estado y la sociedad tienen tuición plena sobre el sistema educativo, que comprende la educación regular, la alternativa y especial, y la educación superior…” La EA es una estrategia fundamental para hacer efectivos mandatos como: “Toda persona tiene derecho a recibir educación…” (CPE, art. 17), la educación boliviana “es única, diversa y plural…” (Ley 070, art. 3) o “el Estado, a través del sistema educativo, promoverá la creación y organización de programas educativos a distancia y populares no escolarizados, con el objetivo de elevar el nivel cultural y desarrollar la conciencia plurinacional del pueblo.” (CPE, art. 90) En resumen, la EA es parte de la construcción de un Estado que garantiza el derecho a la educación, es la expresión de la pluralidad de la educación y está llamada a hacer efectiva la educación no escolarizada, además de dar respuestas a las expectativas del pueblo.

La estructura organizativa de la EA comprende las áreas de Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) y Educación Permanente (EP). A su vez, la EPJA desarrolla procesos de formación humanística, técnica y humanística-técnica, mientras que la EP trabaja en la formación de líderes comunitarios, educación técnica comunitaria y fortalecimiento de organizaciones populares y sociales. Los niveles de formación de la EPJA abarcan la primaria y junto a ella la alfabetización y posalfabetización, y la educación secundaria; mientras que la educación técnica puede ser a nivel de técnico básico, auxiliar y medio. Cuenta con dos programas, el Centro Plurinacional de Educación Alternativa a Distancia (Cepead) que ofrece formación a bolivianos que viven más allá de nuestras fronteras y el Sistema Plurinacional de Certificación de Competencias (SPCC) que reconoce capacidades aprendidas en la vida diaria, trabajo y acciones comunitarias. La EA está en permanente adecuación de sus propuestas en función de las expectativas de la población.

En estos tiempos, al igual que el conjunto del sistema educativo, la EA está retada a reafirmar su naturaleza y enfoques, así como a repensar sus horizontes sabiendo leer las lecciones y experiencias de su historia. La EA definitivamente tiene que dejar de ser sustitutiva y remedial a los resultados de los otros subsistemas, tiene que afirmarse en el mandato que le señala la Ley 070, artículo 17, al referirse a sus objetivos: “Democratizar el acceso y permanencia a una educación adecuada en lo cultural y relevante en lo social…” Tiene que ser de veras: Alternativa, una opción de calidad, con pertinencia y relevancia propia a su naturaleza. La EA tiene que consolidarse como Educación Popular y Comunitaria, porque es una educación transformadora y liberadora comprometida con los movimientos sociales, populares e indígenas y por sus metodologías participativas y dialógicas. Tiene que ser inclusiva, porque reconoce la diversidad y se adecúa a las expectativas de la población. Tiene que ser una educación a lo largo y ancho de la vida, lo que supone adecuar su propuesta pedagógica, curricular y de gestión a la diversidad de edad y los distintos grupos poblacionales. Con prioridad tiene que ser una educación productiva vinculada al territorio, centros de producción, cultura y formas de organización sociales. Tiene que generalizar el reconocimiento y homologación de saberes y conocimientos desarrollados en la vida diaria. Decididamente tiene apartarse de la educación escolarizada y aproximarse más a la educación no escolarizada, popular, permanente y comunitaria. La EA tiene que construir la educación en, de y para la vida.

https://www.la-razon.com/voces/2023/09/01/la-educacion-alternativa-en-bolivia/

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La hegemonía anglófona en la ciencia

Por: NOEL AGUIRRE LEDEZMA

Tenemos que trabajar intensamente en la producción y socialización de los saberes y conocimientos

Según la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI, 2023), “en el espacio iberoamericano convergen dos lenguas de origen común, el español y el portugués, con amplia proyección y diferenciación internacional: que juntas representan una comunidad de 850 millones de hablantes repartidos por cuatro continentes, con especial presencia en América, África y Europa. Según las estimaciones demográficas de las Naciones Unidas, el español y el portugués alcanzarán cerca de 1.200 millones de hablantes a mediados del siglo XXI.” Es más, la presencia de estos idiomas en el espacio digital es bastante espectable, “siendo actualmente el español la 3ª lengua en Internet tras el inglés y el chino, y el portugués la 5ª.” No solo eso, sino que, desde una perspectiva geopolítica, la proximidad lingüística y cultural del español y portugués, además de afirmarlas como lenguas globales las posiciona en el mundo con grandes potencialidades. Sin embargo, existe una problemática que debe preocuparnos, “solo un 1% de la producción científica indexada globalmente se publica en estos dos idiomas. Es más, el 96% de los científicos portugueses, el 91% de los mexicanos, brasileros o españoles y más del 80% de los colombianos, argentinos o peruanos publican en inglés…” (Ruiz Juan José, 2021)

De acuerdo con un estudio encargado por la OEI y el Instituto Elcano a Ángel Badillo (2021) sobre el portugués y español en la ciencia, “la hegemonía del inglés como lengua vehículo de la ciencia es apabullante”. A manera de ejemplo, recurriendo a información proporcionada por el mencionado estudio, el 90% de los trabajos científicos publicados en la Web de la Ciencia (WoS, por el inglés), en los últimos 20 años, están escritos en inglés. Nótese que la plataforma WoS, previo pago, por internet brinda acceso a múltiples bases de datos que contienen información de revistas académicas, actas de congresos y otros documentos académicos. Esta tendencia desplaza las lenguas propias a favor del inglés “con las preocupantes consecuencias que ello genera para la vitalidad de las lenguas, la diversidad lingüística del campo científico y académico y el acceso al conocimiento.” Así surge el supuesto, que termina en convencimiento, que el conocimiento basado en el método científico debe ser, en el mejor de los casos, en idioma inglés.

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Este panorama nos plantea muchos interrogantes: La hegemonía del inglés en el manejo de la ciencia, ¿es otra forma de la división de roles en la producción de conocimientos científicos?, ¿mientras unos producen conocimiento científico otros deben restringirse a consumirlos? Los países cuyo idioma oficial no es el inglés, ¿no producen conocimientos científicos?, ¿deben adecuarse a las condiciones definidas por quienes asumen estos roles hegemónicos? El predominio del inglés, ¿qué efectos tiene en la valoración de los otros idiomas, la diversidad lingüística del campo científico-académico y el acceso, producción y socialización del conocimiento? Ante esa situación, ¿qué acciones debemos desarrollar para facilitar el acceso, producción y socialización del conocimiento?, ¿erigimos barreras que protejan nuestros idiomas o generamos la inclusión y pluralidad en el mundo de la ciencia?, ¿qué rol deberían tener los sistemas educativos? Más allá de los lamentos proteccionistas, ¿qué políticas lingüistas y científicas debemos generar en la región? Con relación a los pueblos indígenas, ¿qué efectos y perspectivas tienen sus idiomas respecto a la ciencia?

No tiene sentido “desgarrarse las vestiduras” ni solo protestar. Tenemos que trabajar intensamente en la producción y socialización de los saberes y conocimientos, intensificar la formación en capacidades vinculadas a la ciencia, crear y potenciar centros de investigación, fomentar con mayor énfasis la investigación aplicada, promover el diálogo interciencias entre lo social y económico, entre el saber y el conocimiento universal con el local, comunitario y popular, incrementar las inversiones para la innovación, investigación y desarrollo científico, resignificar desde nuestra cosmovisión lo que se comprende por ciencia. Y, fundamentalmente, valorar nuestros idiomas, como el español, portugués y de los pueblos indígenas en la perspectiva de garantizar la valoración de la diversidad y promover el acceso universal al conocimiento. Al final de cuentas, el conocimiento —en todas sus expresiones— es de toda la humanidad y es un derecho de todos.

(*) Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia

Fuente de la información:  https://www.la-razon.com

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Bolivia a punto de perder: La educación sexual en las escuelas. Claudia Espinoza

Para las feministas, población LGBTI y asociaciones de madres y padres, fueron varios años de luchas y propuestas para lograr este hito histórico en la educación y en la vigencia de derechos.

Mientras Bolivia libra varias batallas simultáneas, una de ellas está a punto de perderse. Resulta que la inclusión de la Educación Sexual Integral (ESI) en la currícula escolar, fue cuestionada por sectores conservadores de docentes, quienes despliegan una campaña de desinformación para confundir a la sociedad.

El gran desafío que se plantea de incorporar contenidos de educación sexual para prevenir las múltiples violencias, desde las infancias y las adolescencias, corre esa mala suerte de retroceder, en lugar de avanzar, en la conquista y ejercicio de los derechos.

Una vil campaña de desinformación recorre las redes sociales distorsionando los enunciados de la ESI con burdas menciones de pornografía, sexualización de las niñeces, tergiversación del enfoque de género y manipulación de mensajes que buscan conmover hasta las lágrimas.

En el otro frente, “todos los días vemos historias desgarradoras de feminicidios y violaciones que nos llenan de impotencia”, reclama Tania Sánchez, integrante de la Coordinadora de la Mujer y el Pacto Nacional por los Derechos Sexuales y Reproductivos. Como Tania, miles de voces se escuchan en varios territorios pidiendo “Ni Un Paso Atrás” en la inclusión de la ESI.

Datos oficiales del Ministerio Público, indican que nuestro país reporta uno de los niveles más altos de violencia patriarcal. Son diarios estos titulares: “AUTOR DE VIOLACIÓN A UNA MENOR CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL…”; “SUJETO QUE VIOLÓ A SUS HIJASTRAS…”; “SANTA CRUZ: TAXISTA QUE VIOLÓ A UNA ADOLESCENTE…”; “PROFESOR QUE ABUSÓ SEXUALMENTE DE SUS ALUMNAS…”; “FISCALÍA DE COCHABAMBA INVESTIGA EL FEMINICIDIO DE UNA JOVEN DE 22 AÑOS EN EL MUNICIPIO DE VINTO”.

De enero a abril de esta gestión, la fiscalía general del Estado recibió más de 13 mil casos de vulneración de derechos (en una población de 12 millones aprox.), en el marco de la Ley 348 Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia. La mayoría de los delitos responde a violencia intrafamiliar y violencia sexual. Este contexto, suele ser aún más doloroso conociendo la temprana edad de las víctimas.

Bien se sabe que la educación constituye una de las áreas de prevención de las violencias y, en ese sentido, se trabajaron varias propuestas curriculares, desde el 2014, llegando a construir un consolidado de enunciados que cada docente puede desarrollar con su propia metodología. Así está escrito en la malla curricular para adolescentes: Qué es la despatriarcalización, qué es el enfoque de género, entre otros. Así explicó el especialista en temas educativos, Jiovani Samanamud, “esta malla curricular tiene un largo recorrido”.

Para las feministas, población LGBTI y asociaciones de madres y padres, fueron varios años de luchas y propuestas para lograr este hito histórico en la educación y en la vigencia de derechos. La Constitución Política del Estado de 2009 reconoce los derechos sexuales y reproductivos, como antesala de políticas públicas que el Estado debe garantizar. Por ello, preocupa que algunos sectores conservadores dentro del magisterio se opongan, así como grupos antiderechos de madres y padres de familia, religiosos y fanáticos que optan por el sufrimiento de las violaciones y asesinatos.

A estas alturas del siglo, toda la gran masa de juventudes que constituye nuestras sociedades “aprende” de sexualidad en sus redes sociales, donde no pocas veces la desinformación y las fakenews son malas o pésimas orientaciones para el conocimiento del cuerpo, la sexualidad y las decisiones sobre embarazos deseados y no deseados, anticoncepción, enfermedades por transmisión sexual, entre otras situaciones.

Ciertamente, en el proceso, habrá que fortalecer las capacidades de docentes para el desarrollo de la ESI en aula, pero la falta de herramientas no puede ser óbice para su aplicación en contextos de alta intensidad y frecuencia patriarcal y machista.

Aún estamos a tiempo de no retroceder en el ejercicio de los derechos y mucho menos cuando la argumentación se basa en la desinformación. Las demandas sectoriales del magisterio movilizado en las calles responden a su condición gremial, cuya naturaleza y fin no puede confundirse con la educación de millones de estudiantes ávidos de conocer su sexualidad.

Claudia Espinoza es periodista de Bolivia

Fuente: https://rebelion.org/bolivia-a-punto-de-perder-la-educacion-sexual-en-las-escuelas/

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