Cuatro de cada diez estudiantes son maltratados, agredidos, insultados, marginados o expuestos al ridículo a manos de sus propios compañeros de clase. Se trata del fenómeno el acoso escolar o «raleo», que no es nuevo en las unidades educativas pero al que se le está dando mayor importancia debido al aumento de casos y a las terribles consecuencias que provoca.
Se llama Gladis y debe tomar el minibús junto a otros compañeros para volver del colegio a su casa. Pero siempre pasa algo en el viaje. Le quitan la mochila, la ofenden con insultos y hoy le pegaron un chupete en el pelo. Gladis está pensando en salir más tarde para no toparse con ellos. Gladis la está pasando mal; es una víctima de la violencia en los colegios.
Se trata del acoso escolar o “raleo”, como se le ha dado en llamar entre los colegiales, que se manifiesta a través de la agresión y maltrato sistemático que los estudiantes ejercen sobre sus propios compañeros y cuya incidencia ha ido en aumento en los colegios.
Insultos y humillaciones
Según investigaciones realizadas, cuatro de cada diez estudiantes son aislados, puestos en ridículo e insultados; sin duda el acoso escolar, que es el maltrato constante que sufre un chico o una chica por parte de un grupo o de una sola persona, en la actualidad representa un gran problema para la comunidad educativa.
El maltrato consiste en insultar, poner apodos, patear las mochilas, empujar, humillar o excluir del grupo o “ralear”, como lo llaman los jóvenes, especifica Karen. “Estas actitudes se manifiestan en el recreo, en el patio, a la salida del colegio, cuando no está el profesor o en un aula sin control”, añade.
Sufrir hasta la muerte
Las consecuencias puede ser fatales para un adolescente y convertirse en una insoportable situación que lleva a la víctima a decir “es mejor morir”.
Los testimonios que recogen diversas instituciones dan cuenta de la miseria a la que están expuestas las víctimas por lo que les lleva a optar por una solución drástica. “Me encierran en el baño y me pintan la boca con su rouge (lápiz labial), me pintan los ojos, me ponen sombras en mi frente, en mi cara, se ríen, entre ellas, a veces me quitan mi calzón y me ponen en mi cabeza. Cuando toca el timbre, corren al curso y yo me quedo en el baño a lavarme la cara y cuando entro al curso todas se ríen, hasta la profe”, se lamenta Shirley, de 17 años.
El acoso puede manifestarse a través de expresiones verbales como insultos o apodos, marginando a la víctima y mediante agresiones físicas.
Medidas a tomar
La actitud que asuman los maestros en el aula puede ser determinante en una situación de acoso, ya que tienen la facilidad para identificar los conflictos. Su preparación es fundamental para evitar que los problemas crezcan en el aula.
Es importante que los docentes tomen conciencia de la dimensión de este fenómeno y desarrollen planes efectivos para su control y manejo en el colegio o escuela, de lo contrario puede producirse una minimización del problema por medio de mensajes como: ‘son niños, hay que dejarlos’ o ‘a esa edad siempre actúan así”..
Sin embargo, en los padres también recae gran parte de la responsabilidad a asumir, aunque éstos son los últimos en enterarse. Ocurre que el acoso acontece casi siempre en silencio y cuando no hay adultos presentes.
Es posible que para los niños el contar que está siendo molestado es muy complejo, porque se desvalorizan a sí mismos; es reconocer que se es víctima y que lo están molestando. Por eso es importante hacer un esfuerzo y tratar de conversar el tema con las víctimas.
Además, los padres deben hablar con los docentes para que éstos actúen de mediadores en el conflicto. Aún más importante, los padres deben estar atentos a las actitudes de los hijos frente a la escuela. “A veces se inventan dolores para no ir al colegio”, sostiene Flores. Entonces, los padres deben conversar con su hija o hijo y reforzarlo positivamente, para ayudarlo a que aumente su autoestima y destacando sus habilidades. No es conveniente, sin embargo, cambiarlo de establecimiento, pues se reforzará la sensación de aislamiento, así como tampoco se debe fomentar la agresividad como mecanismo de defensa.
Los acosadores
El perfil del acosador y la víctima es variable; sin embargo hay algunos rasgos que los ponen en evidencia. “Generalmente las víctimas son introvertidas, tímidas, retraídas, a veces tienen alguna deficiencia o particularidad física, o simplemente son personas diferentes”, precisó. En cambio, los acosadores, tanto hombres como mujeres, tienen más fuerza física, son agresivos, líderes, les gusta llamar la atención y quieren que “su grupo” sea tal cual lo desean.
Los padres de los acosadores también tienen tareas pendientes. Deben explicar al hijo que intimidar no es un juego y que no se va a permitir ese comportamiento. Además deben establecer normas explícitas sobre las relaciones interpersonales. El castigo no es aconsejable. Más bien se debe estar atento a sus necesidades o carencias. La regla de oro para los padres, tanto de las víctimas como de los acosadores, es pasar más tiempo con sus hijos y tratar de establecer una buena comunicación con ellos, lo cual redunda en una mayor autoestima.
Consejos y recomendaciones para los padres
Los acosadoresasumen actitudes agresivas porque ellos mismos son víctimas de maltrato y abandono. Por eso, pase más tiempo con sus hijos, comparta con ellos y conozca a sus amigos.
Si su hijo es una víctima, enséñele a enfrentar la provocación. Una estrategia es: no responder a las ofensas e irse, por ejemplo, del lugar donde está siendo provocado. Otra opción es no quedarse callado y responder a los insultos con argumentos que le resten validez a la provocación. Cuando a un niño, le gritan gordo, éste puede decir: «a mí no me importa lo que tú digas» o «¿recién te das cuenta?». En ningún caso hay que fomentar la violencia e incitar a los niños que devuelvan el golpe con otro golpe.
Escuche a sus hijos. Si usted, como padre de familia, es capaz de nombrar de corrido a tres de sus mejores amigos, es que tiene buena comunicación con sus hijos. No basta con que su hijo traiga buenas notas y no le pregunte solamente cómo le fue. Pregunte cómo se siente, con quien pasa el tiempo en los recreos.
Si su hijo es un acosador, pida ayuda profesional para identificar las necesidades y carencias que le impulsan a asumir actitudes hostiles y violentas. Además, ayude a su hijo a asumir su responsabilidad y reparar el daño que hacen a los otros.
A los docentes, se les aconseja recuperar la autoridad sobre sus estudiantes, ya sean éstos niños y jóvenes. Deben capacitarse para actuar de mediadores en este tipo de casos. Según la pedagoga argentina Nora Rodriguez el docente de educación física puede ser un buen mediador, ya que genera otro tipo de relaciones con los estudiantes que los docentes de ciencias o matemáticas, por ejemplo.
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