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Colombia, a mitad de camino en educación

Colombia / 30 de noviembre de 2016 / Fuente: http://www.eltiempo.com/

Independientemente de su sistema político, Cuba sigue siendo un ejemplo en la región en cuanto a su sistema educativo. Incluso, la isla obtiene resultados que superan a todos los países latinoamericanos y en algunos casos a los iberos (España y Portugal).

Colombia, por su parte, se encuentra en la mitad con relación a los 19 países evaluados por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en el estudio ‘Miradas sobre la educación en Iberoamérica 2016: avances de las once Metas Educativas 2021’. La investigación utiliza información de los años 2014 y 2015.

Algunas de las principales conclusiones del estudio es el avance general de los países en cuanto al aumento de la oferta de educación para niños de tres años, aspecto en el que Colombia tiene iniciativas como, por ejemplo, el programa De cero a Siempre, pero se ubica en la mitad de la tabla, con un 67 por ciento de esos niños en preescolar.

En este punto, Cuba sale a relucir porque el porcentaje de los niños de tres años que asisten a educación preescolar fue, en el 2015, del 99 por ciento; le sigue España, con 97 por ciento, y Portugal, con un 90 por ciento.

El informe también evalúa la inversión en el sistema, pero llama la atención que esto no necesariamente impacta en la calidad de la educación. Por ejemplo, Costa Rica tiene un gasto total en instituciones educativas y administración del 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2014.Sin embargo, en el resto de temas analizados no puntúa ni sobresale. Similar es el caso de Bolivia, donde el porcentaje es inclusive mayor con un 8,3 por ciento (del PIB).

En el caso de Colombia, la inversión frente al PIB es del 4,6 por ciento (un poco mayor que Chile), pero aun así ocupó el último lugar en las pruebas Pisa, unas de las más importantes del mundo en cuanto a las competencias de los estudiantes en los colegios.

Chile, en cambio, tiene una inversión del 4,4 por ciento del PIB (aparentemente baja), pero sus resultados son muy favorables. Este país ocupa el primer lugar en América Latina en las últimas pruebas Pisa (el 2012).

En el tema de la inversión vuelve a sobresalir Cuba, que con un 10,2 por ciento de su PIB, demuestra que su inversión es prioritaria y efectiva.

Otro factor evaluado en el informe es la continuidad en la educación. En ese punto, Cuba alcanza una alta tasa neta de matriculación en educación primaria del 97 por ciento.

Sin embargo, la isla es superada por cuatro países: Argentina (103 por ciento), Perú (100 por ciento), México (99 por ciento) y Portugal (99 por ciento). Colombia registró un 84 por ciento en este indicador, ubicándose en el puesto 16 entre los 19 países evaluados en este ítem. En un campo en el que Colombia saca el pecho es en número de alumnos por computador en las aulas públicas. Comparado con el sistema cubano, con un promedio de 29 estudiantes por computador, el país tiene 4 por cada equipo.

VIDA

Fuente noticia: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/evaluacion-de-la-organizacion-de-estados-iberoamericanos-oei/16761231

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Repensar la educación superior en Colombia

Colombia / www.entornointeligente.com / 30 de Noviembre de 2016

Repensar la educación superior en Colombia / ENTORNOINTELIGENTE.COM / Con servicios tecnológicos, Ellucian ayuda a las universidades a brindar un servicio enfocado en los millennials.

La educación basada en competencias es el modelo que puede mejorar la educación superior en el país.

De cada 2 estudiantes que ingresan a las universidad, 1 abandona los estudios.

Bogotá, noviembre de 2016. En Colombia, según el Sistema para la Prevención de la Deserción en Educación Superior (Spadies), la deserción universitaria está por encima del 45%, lo que significa que de 2 estudiantes que ingresan a las universidad, 1 abandona los estudios. Una de las principales causas de esto es la falta de tiempo y los altos costos de las matrículas.

Alrededor del tema se ha tejido una discusión sobre el modelo de educación más adecuado para formar a los jóvenes del país. Mientras que unos se inclinan por el valor de la experiencia adquirida en un trabajo, otros piensan que la educación tradicional es el centro para la formación humana.

Sin embargo, se está imponiendo un nuevo paradigma en la educación, una educación basada en competencias (EBC), que busca la formación integral de los profesionales y se enfoca en la competitividad para el sector laboral. Con esto se busca que los egresados se incorporen productivamente en la actividad laboral y minimicen el tiempo de aprendizaje.

En este sentido, empresas como Ellucian, brindan herramientas y servicios tecnológicos que le permiten a las universidades optimizar los procesos de cada estudiante. «Actualmente contamos con un sistema en el que se valora el conocimiento que trae consigo un estudiante y por medio de exámenes previos la plataforma comprueba qué tanto sabe para que se enfoque solo en lo que necesita aprender» José Luis Moreno, Product Managment, LAC Ellucian.

El modelo que propone la EBC hace que una persona pueda estudiar en cualquier momento de su vida y que sus competencias y habilidades se alineen a las necesidades laborales del mercado. Es por eso que las universidades han puesto este tema en la agenda para brindar herramientas que suplan las necesidades del sector.

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Quitar la Filosofía del colegio.

Por: Monica Quintero Restrepo. 

En el tablero de la clase de filosofía aparecen un montón de nombres de unos señores con teorías de hace mucho tiempo: Platón, Kant, Nietzsche. El profesor explica al frente. Algunos estudiantes toman nota. Otros van al mundo de las ideas a dormir. Para muchos la filosofía es un karma. Aunque también lo sean las matemáticas y la física.

La idea de sacar del pénsum de los colegios la filosofía, y en general las humanidades, parece una idea que se repite cada tanto, por distintos autores. La más cercana es la del alcalde de Cartagena, Manuel Duque, que dijo que “tenemos que darles herramientas a los muchachos para que verdaderamente puedan salir adelante. ¿De qué les sirve la filosofía si estos son muchachos que se la tienen que salir a jugar a la calle? Nosotros tenemos que darles herramientas para el poder hacer”.

La idea vuelve a traer, cada tanto también, una pregunta que podría ser filosófica en sí misma: ¿Para qué sirve la filosofía? Es más, ¿de qué les sirve la filosofía a esos muchachos?

El profesor Freddy Santamaría Velasco, doctor en Filosofía, dice que definirla no es fácil. “Es el amor hacia el conocimiento, por el saber, como bien lo enseñaron los clásicos, y si vamos más allá de esta definición clásica, la filosofía es el compromiso con una actitud crítica del pensar, como bien lo enseñó Kant”. Está en la misma palabra: filosofía viene del latín philosophĭa, y este del griego antiguo amor por la sabiduría.

Fabio Garrido, profesor de filosofía en un colegio, señala que todo el que pregunta, cuestiona o duda sobre algo, en cierta manera es un filósofo. Luego, hay quienes lo llevan a otro nivel. La filosofía está en la vida, solo que no hay una consciencia de ella, ni tampoco una profundización, como la harían los filósofos profesionales. Así que no está tan lejana, como parece a veces.

Ahora bien, ¿cuál es la importancia de estudiar filosofía? Santiago Wills,periodista que estudió Filosofía en la Universidad Nacional, explica que permite ir más allá de los problemas del día a día. Así, más que la preocupación por hacer la tarea de la escuela, se preocupa por el conocimiento.

Y ahí el punto que muchos consideran más importante, y que Santiago subraya: si hay una disciplina que fomente el pensamiento crítico es la filosofía, poder cuestionar, no creer todo lo que dicen.

En ese sentido sigue Raúl Meléndez, profesor asociado al departamento de Filosofía de la Universidad Nacional: la importancia de que se estudie en los colegios es el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico, que tienen que ver con tomar una posición sobre un tema, examinando las razones a favor o en contra, analizando argumentos, revisando qué tan válidos son.

Tener ciudadanos críticos es importante para que tomen mejores decisiones y, sigue Meléndez, en una sociedad como la colombiana, tener habilidades de lectura crítica y de pensamiento crítico es muy importante para formar ciudadanos que sepan resolver sus problemas desde la argumentación y no desde la violencia.

En ese sentido, formar ciudadanos conscientes de su entorno, que se preguntan, que cuestionan y que son capaces, por ejemplo en el caso de la política, de tomar las mejores decisiones porque analizan las propuestas, y no porque se da por sentado la verdad que un alguien lanza en plaza pública.

Santiago expresa que a quienes menos les conviene tener ciudadanos críticos es a los políticos, porque la filosofía enseña a cuestionar las verdades, a dudar, a revisar si lo que alguien dice tiene sentido.

El profesor Fabio señala que la filosofía es una obligación si se quiere tener una sociedad analítica, que sea capaz de criticar lo que ocurre a su alrededor y de proponer otras posibilidades. “Una ciudad o un país que no se piensa a sí mismo solo crea robots”.

Adiós, filosofía

 Hasta 2014, las pruebas de estado, las que se llamaron Icfes y ahora son Saber, tenían un componente solo de esta materia. Ahora está dentro del componente de lectura crítica, que, según un documento guía, la prueba evalúa “las capacidades de entender, interpretar y evaluar textos que pueden encontrarse tanto en la vida cotidiana, como en ámbitos académicos no especializados”.

No es que la prueba no tenga que ver con la Filosofía, porque evalúa habilidades que fomenta esta disciplina, sino que desapareció con su espacio propio, sus individualidades.

En ese entonces se publicó un Manifiesto contra el asesinato de la filosofía en Colombia. En el punto cuatro, Consecuencias de asesinar la filosofía, se lee: “Al no dejar que el pensamiento se abra paso público y se manifieste en el aula escolar, estamos minando las estructuras y condiciones que harían que las nuevas generaciones construyeran una nueva historia, un nuevo futuro, un propio país”.

La consecuencia de quitar la filosofía del colegio, por supuesto, es otra pregunta. El profesor Santamaría indica que no es una catástrofe en sí misma, porque “la filosofía hace mucho tiempo dejó de ser mesiánica, pero sin lugar a dudas es un peligro que consiste en que entendamos la educación como una fábrica de adiestramiento para fines prácticos y útiles. Hombres sin una pizca de valentía para pensar por sí mismos”.

Para el docente Fabio Garrido vuelve al robot: “Quitar la filosofía es educar personas capacitadas para hacer actividades como máquinas, y no pensar más allá”.

¿La filosofía, aburrida?

Tal vez la propuesta no debería ser decirle adiós la filosofía en los colegios, sino replantear el cómo se enseña, porque sobre la materia parece caer la idea de que es aburrida, difícil, pesada, y de ahí lo de ser karma para muchos estudiantes.

Porque la filosofía puede ser difícil, no es secreto que hay textos complejos de leer, por su lenguaje abstracto, pero ello no significa que no se pueda enseñar de manera entretenida e interactiva. Se trata de cómo el maestro la acerca a los alumnos.

John Fernando Escobar, rector del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, comenta que el profesor no se puede quedar pegado al libro, porque si es él reproduciendo lo que dice el texto frente a una clase, “eso no nos lo aguantamos ni los viejitos”.

El reto es cómo enseñar, y muchos coinciden en que es importante actualizar los problemas. Para Santiago Wills es entender el contexto histórico, leer a esos filósofos de hace tiempo y traerlos al presente, para decir por ejemplo que esa pregunta de qué es la felicidad, que todavía se pregunta en esta época, es un preocupación que viene de antes, y entender que hay cuestiones humanas y de la vida que ya otros estaban tanteando. Y son los mismos problemas y las mismas preguntas.

El profesor Freddy tiene más ejemplos: “Platón y Aristóteles nos enseñaron en sus textos de política, por ejemplo, el cómo enfrentar una polis enferma o en crisis, y el cómo vivir justamente y comprometerse con el saber. Por su parte Kant nos advierte de los peligros de alejarnos de pensar racionalmente, así como el compromiso y respeto serio por el otro, por su dignidad y su libertad”.

Porque los problemas de los jóvenes y su realidad, agrega Raúl Meléndez, sí se pueden conectar con las inquietudes individuales, con la experiencia, con la vida de los jóvenes. Es traer esas abstracciones a información concreta.

El profesor de colegio recuerda la historia de Tales de Mileto, quien además de filósofo era astrónomo, y mirando las estrellas se dio cuenta de que en verano se alineaban de una manera y en invierno de otra, y descubrió cuándo iba a llover. Durante una sequía compró las prensas de aceite, y aunque a los otros les pareció raro, cuando llegó la cosecha, se las alquiló a los demás y acumuló una gran fortuna. “Sacó provecho de ese conocimiento, y aunque de la filosofía sí se puede hacer una gran fortuna, ese no es el asunto, sino el de preguntarse si hay un problema, plantearlo y resolverlo”. Si bien las respuestas no son las importantes en sí mismas, tanto como el planteamiento.

Se trata de pensar clases que conecten, que sean claras, que la frase de Nadie se baña dos veces en el mismo río emocione.

El rector del Politécnico añade que es importante que los estudiantes autogestionen sus conocimientos, que vayan fabricando sus discursos, y que los docentes reinvidiquen los pequeños triunfos, como si un estudiante logra, frente a un problema dado, otras posibilidades de resolverlo, aunque no sean las del libro. Eso hay que premiarlo, el aventurarse.

¿Técnico y no filósofo?

 Detrás de las declaraciones del alcalde de Cartagena está el tema de la educación media técnica. En la página web del Ministerio de Educación precisan que ella “prepara a los estudiantes para el desempeño laboral en uno de los sectores de la producción y de los servicios, y para continuar en la educación superior”.

Es una idea interesante, porque les abre a los jóvenes otras oportunidades. Ahora, ¿va en contravía del estudio de la filosofía y las humanidades?

John Fernando Escobar, quien estudió Ingeniería de Petróleos, dice que no, y que incluso hay que pensar en otras materias de las humanidades, como la sociología, la literatura, la historia, porque ellas les dan bases importantes a los estudiantes que pasan a la educación superior.

Para él no hay que pensar que si se les da a los jóvenes mucha información van a explotar. No. La propuesta siempre debe ser sumar. “Yo considero que no hay que quitar conocimiento”. De ahí que la media técnica no sea contradictoria con las humanidades.

El rector del Politécnico, desde el que operan unos 2.000 jóvenes de media técnica –1900 con la Secretaría de Educación de Medellín y 240 con Rionegro–, señala que se trata de un equilibrio. Él lo sabe: la media técnica desarrolla competencias para desempeñarse en lo laboral, lo que no significa que se vayan a quedar allí, sino, añade, que les permite ganar currículo en el desarrollo de una tecnología, y cuando lleguen a la universidad pueden adelantar entre dos y tres semestres.

Además, logran mayor desenvolvimiento, son proactivos y, sigue el rector, aleja a muchos del alcoholismo. “Una buena fracción de su tiempo libre se la pasan estudiando”.

Las humanidades también son importantes, y aportan en la formación de mejores estudiantes y ciudadanos. También lo sabe él por experiencia: quienes tienen buenas bases en estas materias tienen menos falencias, por ejemplo, en lectoescritura. Para él, que ha hecho maestría y doctorado, los conocimientos filosóficos fueron indispensables, aun siendo ingeniero: no se escribe una tesis si no se sabe cómo defender un texto, cuenta.

Es erróneo pensar que estudiar ingeniería aleja de la escritura: hay que saber escribir para mandar un correo electrónico o escribir una hoja de vida. Aunque esos solo son pequeños ejemplos.

Así que quizá no hay que pelear entre qué es más o menos necesario, o qué pasaría en quedarse en un mismo saber. El debate, por supuesto, es importante, así como pensar en la convivencia entre saberes. Cuestionarlo todo, además, es trabajo de la filosofía.

Fuente:http://www.elcolombiano.com/colombia/educacion/el-dilema-de-estudiar-filosofia-en-los-colegios-NB5355861

Imagen: http://www.elcolombiano.com/documents/10157/0/580×387/0c11/580d365/none/11101/JKLJ/image_content_27351999_20161112201118.jpg

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Colombia:Reforma tributaria afectará bolsillo de maestros.

América del Sur/Colombia/29.11.2016/Autor y Fuente:http://www.fecode.edu.co/

La reforma tributaria está dirigida expresamente a gravar los salarios de los trabajadores del país, por supuesto, los maestros entran en ese sector y se verán perjudicados..

De aprobarse la regresiva reforma tributaria, el 100% de los educadores del país se verán afectados directa e indirectamente con esta, un panorama poco alentador para el magisterio porque deberá pagar más impuestos.

La nueva reforma tributaria golpeará fuertemente a los maestros del país, nuevos impuestos indirectos van a reducir el poder adquisitivo de los educadores. John Granados, integrante del Ceid de Fecode, señaló: “en nuestros hombros va a quedar gran parte de la responsabilidad de la financiación del país, es decir, el IVA que se paga por un jabón lo tendrá que pagar tanto el más rico del país como un maestro, independientemente del escalafón en el que se encuentre”.

Poner a declarar a todos los colombianos parece ser una meta del gobierno nacional. La retención en la fuente será fijada para quienes reciban ingresos por arriba de un 1.450.000, lo que golpeará al 85% del magisterio nacional. “Los maestros nos veremos afectados con los impuestos al salario en los descuentos que se hacen en diciembre, por ejemplo, cuando un docente recibe prima y salario se le aplica un descuento porque está superando unos valores que están específicos en los impuestos”, dice el profesor Jorge Cortés.

Hoy, la educación en el país tienen un déficit económico cercano a los 16 billones de pesos, los cuales se requieren para infraestructura, alimentación escolar, mejores salarios para los maestros, nuevas tecnologías y transporte escolar entre otras grandes dificultades. Para el gobierno es más fácil golpear a las clases menos favorecidas, incluyendo a los maestros y maestras.

“Los docentes que no devengamos más tres millones de pesos, que somos la gran mayoría, estamos no solo cayendo en la declaración de renta, sino en el impuesto a los azucarados, en el impuesto al valor agregado, entre otros”, aclara el profesor Cortés.

Fuente:http://www.fecode.edu.co/index.php/noticias-principales-4

Imagen:http://www.fecode.edu.co/images/boletin_encuentro/imagenes2016/NOV23_Nota2.JPG

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Calidad educativa en Colombia: Gran deuda con la competitividad.

Las debilidades estructurales del sector productivo colombiano siguen siendo enormes y los avances logrados no difieren mucho de los alcanzados por nuestros competidores.

Por :Germán Verdugo 

A propósito de la vulnerabilidad manifiesta de muchas economías latinoamericanas a las potenciales medidas proteccionistas del presidente Trump en EE.UU., la competitividad es un amortiguador económico relevante a la hora de entender la capacidad de los países para adaptarse exitosamente a las nuevas condiciones de la economía global.

Al respecto, vale la pena repasar uno de los aspectos destacados del Informe Nacional de Competitividad 2016-2017 publicado hace un par de semanas en Colombia para entender por qué más allá de la corrupción, la informalidad, la obsoleta infraestructura (incluyendo logística) y la debilidad de instituciones como la justicia y los partidos políticos, hay una deuda de largo plazo crucial por saldar, para poner a la economía colombiana rumbo a laVisión 2032: La calidad de la educación.

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Las debilidades estructurales del sector productivo colombiano siguen siendo enormes y los avances logrados no difieren mucho de los alcanzados por nuestros competidores, con lo cual es evidente que falta enfrentar los problemas sobre diagnosticados de formas más creativas para avanzar significativamente en la situación de la competitividad. Según el más reciente Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, Colombia se ubica de 61 entre 138 países, siendo quinto en el ranking de América Latina, similar a hace diez años cuando estaba en la posición 69 entre 122 países y quinto de la región.

Ahora que el péndulo del comercio global está dirigiéndose hacia el proteccionismo de manera que parece haber pasado el cuarto de hora de insertarse exitosamente al comercio con las economías desarrolladas, mantener la estrategia de internacionalización requiere buscar una mayor integración comercial con otras economías emergentes que todavía gozan de un consistente crecimiento poblacional y de la clase media. Y esto implica avanzar en competitividad.

De acuerdo con el Informe de Competitividad mencionado es preocupante la fragilidad que muestra Colombia en aspectos como instituciones, educación o infraestructura puesto que son debilidades que afectan considerablemente la productividad nacional y la capacidad de las empresas para competir exitosamente en un mundo globalizado.

Entre 2006 y 2016 Colombia cayó siete escalones en el pilar de innovación (79 entre 138 países), como consecuencia del pobre desempeño en ciencia, tecnología e innovación. Esto significa que la falta de mejoras en la competitividad no es cuestión de ausencia de recursos sino de eficiencia del uso de los mismos, pues durante los últimos diez años el monto invertido en las Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación (ACTI) tuvo un crecimiento del 40%.

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Según el informe de competitividad “la incapacidad del sistema educativo para atraer, formar y reentrenar a la fuerza laboral en programas y competencias pertinentes es uno de los principales impedimentos para la diversificación y sofisticación del aparato productivo de un país”. Al respecto, algunas investigaciones han encontrado que en Colombia, cerca del 50% de los empresarios colombianos tiene dificultades para ocupar sus vacantes debido a la existencia de brechas de capital humano. Este resultado evidencia el preocupante divorcio entre el aparato productivo y el sistema escolar.

De hecho, la productividad laboral de Colombia, relativa a otros países se ha mantenido rezagada durante las últimas dos décadas. En particular, el Informe menciona que se necesitan 2,6 trabajadores colombianos para producir lo mismo que un trabajador surcoreano y cerca de 4,3 para alcanzar a uno estadounidense; incluso en el sector agropecuario se requieren 10 trabajadores para producir lo mismo que un trabajador estadounidense.

Un indicador sobre la calidad de la educación terciaria reseñado por el Informe concluye que entre 2006 y 2012 hubo una reducción del 6,8% en el número de investigadores por millón de habitantes, ubicando al país en los últimos lugares de América Latina. Adicionalmente, el 86,4% de las publicaciones científicas del país fueron en revistas nacionales, con solo el 13,8% reseñado en índices internacionales y el 45% en las categorías de menor calidad.

En un país con exceso de abogados y ausencia de ingenieros es fácil comprender porque no hay innovación ni desarrollo de nuevos sectores acordes con la demanda mundial de bienes y servicios. Esto tiene mucho que ver con el hecho de que la educación tiende a ser un próspero un negocio, cada vez menos pertinente con el desarrollo económico y social de largo plazo del país (objetivos expresados, por ejemplo, en la Visión 2032).

Mantener un sector público creciente con altas contrataciones a lo largo y ancho de la geografía nacional y con fuertes compromisos económicos vía subsidios, requiere un sólido sector productivo formalizado que sea capaz de generar los ingresos requeridos para mantener dicho paternalismo. Por lo tanto, es imperante que los gobernantes le den protagonismo en la discusión pública a la necesidad de una educación de calidad, capaz de crear valor y eficiencia para un sector productivo generador de riqueza.

Al respecto vale destacar propuestas planteadas en el Informe de Competitividad relativos a la educación como, por ejemplo, que “los distintos programas de becas financiados con recursos públicos deberían condicionar o incentivar la elección de carreras relacionadas con las apuestas productivas regionales y nacionales”. Pero también es indispensable que el sector empresarial establezca relaciones de largo plazo con las instituciones educativas para potenciar el interés de los jóvenes por estudiar áreas afines a su actividad productiva.

Fuente:http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/calidad-educativa-en-colombia-deuda-con-la-competitividad-german-verdugo/239201

Imagen: https://pbs.twimg.com/profile_images/550308119767564288/gM5z6Vii_400x400.jpeg

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Libro: Familia, escuela y desarrollo humano Rutas de investigación educativa

Reseña:

José Luis Meza Rueda. Ruth Milena Páez Martínez. [Coordinadores]

Hay una ruptura entre familia y escuela. La familia tiende a mirar la escuela como “guardería”, o el sitio seguro donde sus hijos pueden estar mientras los padres trabajan; y la tiende a considerar como lo mínimo que puede ofrecer para que su descendencia sea “alguien en la vida”. La escuela, por su parte, tiende a observar a la familia como un contexto lejano a ella que no debe entrometerse en los asuntos curriculares ni en la planeación institucional. Las relaciones de la escuela con la familia suelen ser más burocráticas y sancionatorias que de colaboración. Frente a esto, no es banal indagar acerca de las relaciones entre familia y escuela, entre familia y profesionales de la educación, pues se plantea la necesidad de un entendimiento mutuo entre ambos contextos de desarrollo y aprovechar el potencial educativo de la relación entre las dos instituciones.

Link de Descarga: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20161116033448/FamiliaEscuelaYDesarrolloHumano.pdf

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En la Universidad Nacional: quien es «pilo» no paga

Por: Ignacio Mantilla

No pretendo ahondar en las fortalezas y debilidades del programa, más bien quiero esforzarme por dar a conocer a los lectores, los programas que desde hace ya décadas desarrolla la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, de manera silenciosa, efectiva y persistente, con su experiencia y capacidad, para ofrecer soluciones bien pensadas y eficientemente direccionadas a distintas poblaciones y comunidades. Estos programas han logrado resultados envidiables para disminuir la desigualdad, estimular la excelencia e incrementar las oportunidades entre la población más vulnerable de nuestro país, ofreciéndoles educación de calidad.

No hay duda de que la educación presenta grandes diferencias entre las regiones y subregiones, así como entre las capitales de departamento y los municipios apartados, lo que acentúa la brecha en el ingreso a la educación superior. A manera de ejemplo, los jóvenes del programa “Ser pilo paga” en Bogotá son 1801, mientras que en el departamento del Cauca son 217, la mayoría concentrados en Popayán.

Para contribuir a eliminar estas inequidades, la Universidad Nacional, como lo he explicado en otras ocasiones, ha implementado varios programas de admisión especial (PAES), para mejores bachilleres de población negra, afrocolombiana, palenquera y raizal; para los mejores bachilleres de municipios pobres, para bachilleres víctimas del conflicto armado interno y para bachilleres integrantes de comunidades indígenas. En estos casos se destinan cupos en las 94 carreras de nuestra Institución para que los aspirantes de estos grupos compitan entre ellos solamente. Es así como, un bachiller indígena puede aspirar a estudiar la carrera de su preferencia, sin competir por el cupo con los bachilleres de las grandes ciudades que han tenido mejores oportunidades de formación.

Para ampliar el espectro de inclusión social, la Universidad estableció en el año 2008 el Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (PEAMA), mediante el cual bachilleres de las zonas de influencia de nuestras sedes de frontera (San Andrés, Arauca, Leticia y Tumaco) admitidos a la Universidad inician su carrera en estos municipios. Para ellos la Universidad ofrece cupos en 74 de sus 94 carreras.

En este semestre, al proceso regular de admisión se presentaron 70 000 aspirantes que compitieron por 5000 cupos. Con esta demanda tan alta, los bachilleres de grupos y poblaciones vulnerables, en ausencia de programas especiales de admisión, como los ofrecidos por la Universidad Nacional, no tendrían oportunidad de ingresar a la universidad.

Actualmente, en la Universidad Nacional el 8,4 % de los estudiantes de pregrado han sido admitidos por programas especiales: 2321 en los programas PAES y 1319 en el programa PEAMA. Estos estudiantes provienen de 331 municipios del país, entre los que se encuentran algunos tan apartados de las grandes urbes como La Hormiga en Putumayo, Barranco de Loba en Bolívar o Puerto Nariño en Amazonas. En mi opinión estos estudiantes son auténticos “pilos”, que han demostrado estar dentro de los mejores de su región o de su comunidad. Y no sobra precisar que actualmente, en la Universidad Nacional están matriculados estudiantes provenientes de 914 municipios del país, cifra que muestra con contundencia el carácter nacional de la Universidad.

Pero más allá de los programas de inclusión, la Universidad Nacional cuenta con un sistema de matrículas, de pago diferenciado según la situación socioeconómica del estudiante, que garantiza que todos, por ser admitidos a la Universidad, estén subsidiados para estudiar en ella. El costo semestral promedio de un estudiante en la Universidad es de alrededor de 17 smmlv, y la matrícula máxima, la que pagan los estudiantes cuyas familias pertenecen al estrato más alto, es de tan solo 10 smmlv. El valor promedio de la matrícula semestral que deben cubrir los estudiantes no alcanza 1 smmlv y, además, los estudiantes que ingresan a través de los programas especiales de admisión pagan a lo sumo $100 000 por semestre.

Con todo, independientemente de su situación socioeconómica, los estudiantes que tienen un rendimiento académico sobresaliente en su carrera, reciben exención total del pago de su matrícula. Estos son más de de 2000 estudiantes «repilos».

Sin embargo, la falta de recursos para mantenerse en las sedes andinas de la Universidad Nacional (Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira), ciudades diferentes y lejanas a su ciudad de origen, hacen que con frecuencia estos «pilos», especialmente los de los programas especiales, tengan que suspender sus estudios, perdiéndose así los esfuerzos económicos que hace la Universidad y, por lo tanto, la sociedad para que no paguen una matrícula.

Hago un llamado al gobierno nacional para que, de los nuevos recursos públicos destinados al programa “Ser pilo paga”, también se destine algún porcentaje, a estos otros «pilos», a la atención de estos jóvenes vulnerables, pero “pilos», que más que el pago de su matrícula necesitan mejores condiciones de manutención mientras estudian. Muchos de estos jóvenes, profesionales del futuro, retornarán a sus comunidades y aportarán con seguridad al desarrollo de su población.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/universidad-nacional-quien-pilo-no-paga

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