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El triunfo del NO y el fracaso de la educación colombiana

Por: Julian de Zubiria 

La derrota del Si representa es una expresión del fracaso de un sistema educativo que no logra transformar las maneras de pensar, convivir y comunicarse de su población.

Un país en el que 3 de cada mil personas saben leer de manera crítica no se mueve por las ideas, sino por emociones primarias como el miedo, la ira o la venganza. Un país en el que la mitad de los jóvenes que viven en zonas de conflicto dicen que atropellarían a los demás si eso les produce beneficios muy difícilmente logrará reconstruir el tejido social y la confianza. La oposición comprendió a cabalidad estas ideas tan sencillas en la pasada contienda del 2 de octubre en torno a la paz y para sacar a flote esas emociones primarias construyó una argumentación elemental basada esencialmente en tres falacias.

La primera: Que al votar por el SÍ, se le estaba dando el poder a los guerrilleros de las FARC, que por esa vía el país caería en la órbita del “Castrochavismo” y que nos volveríamos tan inviables como lo es, actualmente, Venezuela. Una idea que un menor de edad con buena formación podría desmentir, ya que, con un análisis relativamente sencillo, es fácil concluir que no hay diferencias entre el programa económico del presidente Santos y del senador Uribe. También es sencillo concluir que ninguna de las medidas acordadas en La Habana marchaba hacia la estatización de los servicios, la expropiación de la propiedad privada o el control de los medios de producción y de los sistemas de comunicación por parte del Estado. Lo único que contempla el acuerdo es construir vías y apoyar con tierra, tecnología y crédito a los campesinos que han vivido totalmente huérfanos de Estado durante toda su historia.

Uribe –que es una persona muy inteligente– sabe que su afirmación es una falacia; es decir, una mentira con cara de verdad. Aun así, la repitió una y mil veces, porque también sabe que todas las guerras y dictaduras se alimentan de la manipulación del miedo y la ira, algo fácil de lograr en un pueblo que ha recibido una educación de tan mala calidad como la que se ha brindado hasta el momento en el país.

Segunda: La oposición repitió una y mil veces en toda su campaña que en Colombia no existe una guerra civil. A pesar de que hemos tenido 8 millones 100 mil víctimas, 225 mil homicidios, 87 mil desparecidos y más de 7 millones de desplazados, sus representantes repitieron, una y otra vez, que Colombia no había desplazados sino migrantes que querían viajar por las diversas regiones conociendo el país. La idea que se deriva es que lo que tenemos como guerrilla es un grupo de asesinos que se lucran del narcotráfico. Esta idea ha sido desmentida por todos los estudios académicos que se han hecho sobre el tema y, una vez más, fue completamente rechazada por la Comisión Histórica del conflicto, recientemente creada. Aun así, estamos ante una gran mayoría de la población que no logra extraer una sola idea central en un párrafo; mucho menos podrá leer, entender e inferir a partir del informe final de esta Comisión, de 565 páginas, o el Acuerdo con las FARC, de 297.

Uribe sabe que está inventando una segunda falacia; es decir, una mentira que de tanto repetir, llega a parecer como una verdad. Entonces, ¿para qué lo hace? Al hacerlo, saca a flote la ira. Si se reitera que el gobierno quiere premiar a los “narcoterroristas de las Far”, logra su objetivo: florecen la ira y la sed de venganza de un pueblo que toda la vida ha vivido en guerra, y que, debido a ello, ha envenenado y endurecido el corazón.

Tercera. La oposición lo dice una y otra vez: “El gobierno Santos es corrupto”. Lo dice sin pudor y sin temor. Lo dice sin reconocer que su propio gobierno es, hasta ahora, el caso en la historia colombiana en el que el mayor número de ministros y altos dirigentes han sido investigados y detenidos por la justicia. Para argumentar su afirmación recurre a un término coloquial: “mermelada”. La idea es que este gobierno logra sus propósitos corrompiendo a las personas, entregando dádivas a quienes inicialmente se oponían y dinero público a quien lo apoye. Y la pregona a los cuatro vientos, ya que sabe que la sociedad, los medios y el gobierno, le tienen tanto temor, como el que tienen los niños ante los padres más agresivos y autoritarios. Sabe que, por temor, su voz no será silenciada.

Las recientes elecciones ante el plebiscito nos demostraron que en Colombia coexisten tres países: Uno indiferente ante la suerte que corran sus conciudadanos. A ellos pareciera darles lo mismo que continuemos enfrentados a bala o que terminemos la guerra en un mes o después de cien años de soledad y muerte. Es el país de los abstencionistas. Según los primeros estimativos, estamos hablando del 63% de la población.

Un segundo país está anclado en el pasado. No quiere justicia, sino venganza. No quiere reparación, sino cárcel. No quiere comprensión, sino que destila odio. Es claramente la población a la cual el Uribismo le dirigió su mensaje; y por ello, fue presa fácil de un discurso muy sencillo y repetitivo, lleno de falacias, mentiras y de verdades a medias, que tenía como propósito incitar el odio, la ira y la venganza, los combustibles principales en todas las confrontaciones.

Un tercer país es el que está emergiendo, aunque todavía está por inventarse, pero ya ha alcanzado la mitad de los votantes. Se alimenta de esperanza, perdón, reconciliación y paz. Es un grupo con mayor nivel educativo y lectura crítica. Es una población que estuvo silenciada durante los dos primeros gobiernos de Uribe a punta de chuzadas a sus teléfonos y amedrentamiento; comenzó a florecer, especialmente en las artes, la intelectualidad y las letras y se ha expresado en distintos momentos bajo formas tan diferentes como la séptima papeleta, la ola verde o la mancha amarilla, entre otros.

Educar es esencialmente formar mejores seres humanos, individuos con criterio y capacidad para comunicarse, pensar y convivir con los otros. En términos de Kant, educar es formar “mayores de edad”; es decir, individuos con criterio propio a nivel cognitivo y moral. De allí que hoy tenemos que reconocer que la educación no ha podido movilizar al 63% de los colombianos para que participen activamente en la construcción de una mejor sociedad. No hemos podido doblegar su indiferencia. Tampoco hemos podido enseñarles a argumentar, leer de manera crítica, escribir e inferir a los estudiantes que pasan por nuestras manos. Según las pruebas SABER, menos del 2% de la población tiene un nivel avanzado en argumentación, deducción e inferencias. Y este dato ha sido corroborado en cuanta prueba nacional e internacional hemos participado.

Lo que se infiere de la reflexión anterior es que hemos fracasado como sociedad al intentar convertir la ira en alegría y el odio en solidaridad. No hemos logrado formar individuos que actúen impulsados por un criterio propio para pensar, analizar o decidir. Lo que permite ratificar que nuestro sistema educativo ha fracasado en su intento por cambiar las estructuras cognitivas y valorativas de los estudiantes.

Por tanto, el principal obstáculo de la paz en Colombia, no son las FARC, sino un sistema educativo incapaz de modificar las maneras de pensar, de comunicarse y de convivir de los futuros ciudadanos. Lo anterior implica que no podremos sacar adelante un proceso que establezca una paz verdadera y duradera mientras no hagamos una profunda revolución educativa que transforme los fines y los contenidos de la educación en el país, mientras no actualicemos los sistemas de formación de los maestros y no dotemos de autonomía a las instituciones educativas, para que la comunidad educativa vuelva a lanzar en cada una de ellas sus proyectos educativos. Por ahora, la “revolución” que se hizo al sistema educativo durante las dos administraciones de Uribe ha pasado a la historia como una de las más fracasadas, ya que no enseñó ni a leer, ni a pensar ni a convivir.

Tenía toda la razón Alberto Merani cuando concluía que sin educación de calidad no podrían existir las democracias. Colombia no será una democracia mientras su sistema educativo no logre mejorar el nivel de argumentación e interpretación de su población. Mientras eso pasa, una gran parte de la población será indiferente ante el destino de sus conciudadanos; la otra, seguirá presa del odio y la ira, emociones que hábilmente han sabido manipular quienes quieren retornar al poder en el 2018 y quienes se han obsesionado con impedir que durante el gobierno Santos se firme la paz. En consecuencia, hay que pedirle a Mauricio Babilonia que mande a recoger las mariposas amarillas que soltó, porque la guerra todavía no termina.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/implicaciones-del-no/497863

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Colombia: La violencia acorrala a los maestros

Colombia/01 diciembre 2016/Fuente: Fecode

Con la firma del nuevo acuerdo se presenta la oportunidad para declarar la escuela territorio de paz y alejar toda forma de violencia que atenta contra los maestros.

Mientras el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc llegaron a un acuerdo que le pone fin al conflicto armado entre las partes, la violencia contra los educadores del país se recrudece ad portas de finalizar el año.

“Le hemos manifestado al gobierno la situación crítica que atraviesa el magisterio por varias razones. Una de ellas, la situación de inseguridad tan delicada que viven los docentes en los sitios de trabajo, y que a la fecha no ha tenido atención, ni protección por parte del Estado. Muchos de estos maestros amenazados, como en el caso de Antioquia, no encuentran voluntad por parte de las administraciones para su respectiva reubicación”, precisó Tarsicio Mora Godoy, coordinador de Derechos Humanos de Fecode.

Dos maestros asesinados en las últimas semanas, uno de ellos en Cúcuta y otra en Caquetá, más una docente secuestrada, son un amuestra de la violencia que golpea al magisterio colombiano. El gobierno y las autoridades parecen hacer caso omiso a las denuncias hechas por los maestros frente a las constantes amenazas que reciben.

Bandas delincuenciales se han dedicado la extorsión, el fleteo y el secuestro en contra de los educadores en gran parte del territorio nacional. Tarsicio Mora Godoy se refirió al caso del secuestro de la profesora Rosalba Villalba Tierradentro: “esperamos que la unidad de protección, de igual manera que el ministro de defensa, atiendan los reclamos que tanto líderes sindicales como los maestros que se encuentran en zonas de conflicto o violencia, han venido haciendo, en tanto que estas situaciones afectan la normalidad de los planteles educativos”.

Fecode exige de las autoridades competentes investigaciones que den con los responsables de estos terribles y dolorosos hechos criminales.  Así mismo, envía su solidaridad a los familiares y allegados de los compañeros; igualmente, exige la liberación inmediata de la profesora desaparecida en el Cauca.

Fuente: http://www.fecode.edu.co/index.php/notas-principales-1

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Colombia, a mitad de camino en educación

Colombia / 30 de noviembre de 2016 / Fuente: http://www.eltiempo.com/

Independientemente de su sistema político, Cuba sigue siendo un ejemplo en la región en cuanto a su sistema educativo. Incluso, la isla obtiene resultados que superan a todos los países latinoamericanos y en algunos casos a los iberos (España y Portugal).

Colombia, por su parte, se encuentra en la mitad con relación a los 19 países evaluados por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en el estudio ‘Miradas sobre la educación en Iberoamérica 2016: avances de las once Metas Educativas 2021’. La investigación utiliza información de los años 2014 y 2015.

Algunas de las principales conclusiones del estudio es el avance general de los países en cuanto al aumento de la oferta de educación para niños de tres años, aspecto en el que Colombia tiene iniciativas como, por ejemplo, el programa De cero a Siempre, pero se ubica en la mitad de la tabla, con un 67 por ciento de esos niños en preescolar.

En este punto, Cuba sale a relucir porque el porcentaje de los niños de tres años que asisten a educación preescolar fue, en el 2015, del 99 por ciento; le sigue España, con 97 por ciento, y Portugal, con un 90 por ciento.

El informe también evalúa la inversión en el sistema, pero llama la atención que esto no necesariamente impacta en la calidad de la educación. Por ejemplo, Costa Rica tiene un gasto total en instituciones educativas y administración del 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2014.Sin embargo, en el resto de temas analizados no puntúa ni sobresale. Similar es el caso de Bolivia, donde el porcentaje es inclusive mayor con un 8,3 por ciento (del PIB).

En el caso de Colombia, la inversión frente al PIB es del 4,6 por ciento (un poco mayor que Chile), pero aun así ocupó el último lugar en las pruebas Pisa, unas de las más importantes del mundo en cuanto a las competencias de los estudiantes en los colegios.

Chile, en cambio, tiene una inversión del 4,4 por ciento del PIB (aparentemente baja), pero sus resultados son muy favorables. Este país ocupa el primer lugar en América Latina en las últimas pruebas Pisa (el 2012).

En el tema de la inversión vuelve a sobresalir Cuba, que con un 10,2 por ciento de su PIB, demuestra que su inversión es prioritaria y efectiva.

Otro factor evaluado en el informe es la continuidad en la educación. En ese punto, Cuba alcanza una alta tasa neta de matriculación en educación primaria del 97 por ciento.

Sin embargo, la isla es superada por cuatro países: Argentina (103 por ciento), Perú (100 por ciento), México (99 por ciento) y Portugal (99 por ciento). Colombia registró un 84 por ciento en este indicador, ubicándose en el puesto 16 entre los 19 países evaluados en este ítem. En un campo en el que Colombia saca el pecho es en número de alumnos por computador en las aulas públicas. Comparado con el sistema cubano, con un promedio de 29 estudiantes por computador, el país tiene 4 por cada equipo.

VIDA

Fuente noticia: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/evaluacion-de-la-organizacion-de-estados-iberoamericanos-oei/16761231

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Repensar la educación superior en Colombia

Colombia / www.entornointeligente.com / 30 de Noviembre de 2016

Repensar la educación superior en Colombia / ENTORNOINTELIGENTE.COM / Con servicios tecnológicos, Ellucian ayuda a las universidades a brindar un servicio enfocado en los millennials.

La educación basada en competencias es el modelo que puede mejorar la educación superior en el país.

De cada 2 estudiantes que ingresan a las universidad, 1 abandona los estudios.

Bogotá, noviembre de 2016. En Colombia, según el Sistema para la Prevención de la Deserción en Educación Superior (Spadies), la deserción universitaria está por encima del 45%, lo que significa que de 2 estudiantes que ingresan a las universidad, 1 abandona los estudios. Una de las principales causas de esto es la falta de tiempo y los altos costos de las matrículas.

Alrededor del tema se ha tejido una discusión sobre el modelo de educación más adecuado para formar a los jóvenes del país. Mientras que unos se inclinan por el valor de la experiencia adquirida en un trabajo, otros piensan que la educación tradicional es el centro para la formación humana.

Sin embargo, se está imponiendo un nuevo paradigma en la educación, una educación basada en competencias (EBC), que busca la formación integral de los profesionales y se enfoca en la competitividad para el sector laboral. Con esto se busca que los egresados se incorporen productivamente en la actividad laboral y minimicen el tiempo de aprendizaje.

En este sentido, empresas como Ellucian, brindan herramientas y servicios tecnológicos que le permiten a las universidades optimizar los procesos de cada estudiante. «Actualmente contamos con un sistema en el que se valora el conocimiento que trae consigo un estudiante y por medio de exámenes previos la plataforma comprueba qué tanto sabe para que se enfoque solo en lo que necesita aprender» José Luis Moreno, Product Managment, LAC Ellucian.

El modelo que propone la EBC hace que una persona pueda estudiar en cualquier momento de su vida y que sus competencias y habilidades se alineen a las necesidades laborales del mercado. Es por eso que las universidades han puesto este tema en la agenda para brindar herramientas que suplan las necesidades del sector.

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Quitar la Filosofía del colegio.

Por: Monica Quintero Restrepo. 

En el tablero de la clase de filosofía aparecen un montón de nombres de unos señores con teorías de hace mucho tiempo: Platón, Kant, Nietzsche. El profesor explica al frente. Algunos estudiantes toman nota. Otros van al mundo de las ideas a dormir. Para muchos la filosofía es un karma. Aunque también lo sean las matemáticas y la física.

La idea de sacar del pénsum de los colegios la filosofía, y en general las humanidades, parece una idea que se repite cada tanto, por distintos autores. La más cercana es la del alcalde de Cartagena, Manuel Duque, que dijo que “tenemos que darles herramientas a los muchachos para que verdaderamente puedan salir adelante. ¿De qué les sirve la filosofía si estos son muchachos que se la tienen que salir a jugar a la calle? Nosotros tenemos que darles herramientas para el poder hacer”.

La idea vuelve a traer, cada tanto también, una pregunta que podría ser filosófica en sí misma: ¿Para qué sirve la filosofía? Es más, ¿de qué les sirve la filosofía a esos muchachos?

El profesor Freddy Santamaría Velasco, doctor en Filosofía, dice que definirla no es fácil. “Es el amor hacia el conocimiento, por el saber, como bien lo enseñaron los clásicos, y si vamos más allá de esta definición clásica, la filosofía es el compromiso con una actitud crítica del pensar, como bien lo enseñó Kant”. Está en la misma palabra: filosofía viene del latín philosophĭa, y este del griego antiguo amor por la sabiduría.

Fabio Garrido, profesor de filosofía en un colegio, señala que todo el que pregunta, cuestiona o duda sobre algo, en cierta manera es un filósofo. Luego, hay quienes lo llevan a otro nivel. La filosofía está en la vida, solo que no hay una consciencia de ella, ni tampoco una profundización, como la harían los filósofos profesionales. Así que no está tan lejana, como parece a veces.

Ahora bien, ¿cuál es la importancia de estudiar filosofía? Santiago Wills,periodista que estudió Filosofía en la Universidad Nacional, explica que permite ir más allá de los problemas del día a día. Así, más que la preocupación por hacer la tarea de la escuela, se preocupa por el conocimiento.

Y ahí el punto que muchos consideran más importante, y que Santiago subraya: si hay una disciplina que fomente el pensamiento crítico es la filosofía, poder cuestionar, no creer todo lo que dicen.

En ese sentido sigue Raúl Meléndez, profesor asociado al departamento de Filosofía de la Universidad Nacional: la importancia de que se estudie en los colegios es el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico, que tienen que ver con tomar una posición sobre un tema, examinando las razones a favor o en contra, analizando argumentos, revisando qué tan válidos son.

Tener ciudadanos críticos es importante para que tomen mejores decisiones y, sigue Meléndez, en una sociedad como la colombiana, tener habilidades de lectura crítica y de pensamiento crítico es muy importante para formar ciudadanos que sepan resolver sus problemas desde la argumentación y no desde la violencia.

En ese sentido, formar ciudadanos conscientes de su entorno, que se preguntan, que cuestionan y que son capaces, por ejemplo en el caso de la política, de tomar las mejores decisiones porque analizan las propuestas, y no porque se da por sentado la verdad que un alguien lanza en plaza pública.

Santiago expresa que a quienes menos les conviene tener ciudadanos críticos es a los políticos, porque la filosofía enseña a cuestionar las verdades, a dudar, a revisar si lo que alguien dice tiene sentido.

El profesor Fabio señala que la filosofía es una obligación si se quiere tener una sociedad analítica, que sea capaz de criticar lo que ocurre a su alrededor y de proponer otras posibilidades. “Una ciudad o un país que no se piensa a sí mismo solo crea robots”.

Adiós, filosofía

 Hasta 2014, las pruebas de estado, las que se llamaron Icfes y ahora son Saber, tenían un componente solo de esta materia. Ahora está dentro del componente de lectura crítica, que, según un documento guía, la prueba evalúa “las capacidades de entender, interpretar y evaluar textos que pueden encontrarse tanto en la vida cotidiana, como en ámbitos académicos no especializados”.

No es que la prueba no tenga que ver con la Filosofía, porque evalúa habilidades que fomenta esta disciplina, sino que desapareció con su espacio propio, sus individualidades.

En ese entonces se publicó un Manifiesto contra el asesinato de la filosofía en Colombia. En el punto cuatro, Consecuencias de asesinar la filosofía, se lee: “Al no dejar que el pensamiento se abra paso público y se manifieste en el aula escolar, estamos minando las estructuras y condiciones que harían que las nuevas generaciones construyeran una nueva historia, un nuevo futuro, un propio país”.

La consecuencia de quitar la filosofía del colegio, por supuesto, es otra pregunta. El profesor Santamaría indica que no es una catástrofe en sí misma, porque “la filosofía hace mucho tiempo dejó de ser mesiánica, pero sin lugar a dudas es un peligro que consiste en que entendamos la educación como una fábrica de adiestramiento para fines prácticos y útiles. Hombres sin una pizca de valentía para pensar por sí mismos”.

Para el docente Fabio Garrido vuelve al robot: “Quitar la filosofía es educar personas capacitadas para hacer actividades como máquinas, y no pensar más allá”.

¿La filosofía, aburrida?

Tal vez la propuesta no debería ser decirle adiós la filosofía en los colegios, sino replantear el cómo se enseña, porque sobre la materia parece caer la idea de que es aburrida, difícil, pesada, y de ahí lo de ser karma para muchos estudiantes.

Porque la filosofía puede ser difícil, no es secreto que hay textos complejos de leer, por su lenguaje abstracto, pero ello no significa que no se pueda enseñar de manera entretenida e interactiva. Se trata de cómo el maestro la acerca a los alumnos.

John Fernando Escobar, rector del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, comenta que el profesor no se puede quedar pegado al libro, porque si es él reproduciendo lo que dice el texto frente a una clase, “eso no nos lo aguantamos ni los viejitos”.

El reto es cómo enseñar, y muchos coinciden en que es importante actualizar los problemas. Para Santiago Wills es entender el contexto histórico, leer a esos filósofos de hace tiempo y traerlos al presente, para decir por ejemplo que esa pregunta de qué es la felicidad, que todavía se pregunta en esta época, es un preocupación que viene de antes, y entender que hay cuestiones humanas y de la vida que ya otros estaban tanteando. Y son los mismos problemas y las mismas preguntas.

El profesor Freddy tiene más ejemplos: “Platón y Aristóteles nos enseñaron en sus textos de política, por ejemplo, el cómo enfrentar una polis enferma o en crisis, y el cómo vivir justamente y comprometerse con el saber. Por su parte Kant nos advierte de los peligros de alejarnos de pensar racionalmente, así como el compromiso y respeto serio por el otro, por su dignidad y su libertad”.

Porque los problemas de los jóvenes y su realidad, agrega Raúl Meléndez, sí se pueden conectar con las inquietudes individuales, con la experiencia, con la vida de los jóvenes. Es traer esas abstracciones a información concreta.

El profesor de colegio recuerda la historia de Tales de Mileto, quien además de filósofo era astrónomo, y mirando las estrellas se dio cuenta de que en verano se alineaban de una manera y en invierno de otra, y descubrió cuándo iba a llover. Durante una sequía compró las prensas de aceite, y aunque a los otros les pareció raro, cuando llegó la cosecha, se las alquiló a los demás y acumuló una gran fortuna. “Sacó provecho de ese conocimiento, y aunque de la filosofía sí se puede hacer una gran fortuna, ese no es el asunto, sino el de preguntarse si hay un problema, plantearlo y resolverlo”. Si bien las respuestas no son las importantes en sí mismas, tanto como el planteamiento.

Se trata de pensar clases que conecten, que sean claras, que la frase de Nadie se baña dos veces en el mismo río emocione.

El rector del Politécnico añade que es importante que los estudiantes autogestionen sus conocimientos, que vayan fabricando sus discursos, y que los docentes reinvidiquen los pequeños triunfos, como si un estudiante logra, frente a un problema dado, otras posibilidades de resolverlo, aunque no sean las del libro. Eso hay que premiarlo, el aventurarse.

¿Técnico y no filósofo?

 Detrás de las declaraciones del alcalde de Cartagena está el tema de la educación media técnica. En la página web del Ministerio de Educación precisan que ella “prepara a los estudiantes para el desempeño laboral en uno de los sectores de la producción y de los servicios, y para continuar en la educación superior”.

Es una idea interesante, porque les abre a los jóvenes otras oportunidades. Ahora, ¿va en contravía del estudio de la filosofía y las humanidades?

John Fernando Escobar, quien estudió Ingeniería de Petróleos, dice que no, y que incluso hay que pensar en otras materias de las humanidades, como la sociología, la literatura, la historia, porque ellas les dan bases importantes a los estudiantes que pasan a la educación superior.

Para él no hay que pensar que si se les da a los jóvenes mucha información van a explotar. No. La propuesta siempre debe ser sumar. “Yo considero que no hay que quitar conocimiento”. De ahí que la media técnica no sea contradictoria con las humanidades.

El rector del Politécnico, desde el que operan unos 2.000 jóvenes de media técnica –1900 con la Secretaría de Educación de Medellín y 240 con Rionegro–, señala que se trata de un equilibrio. Él lo sabe: la media técnica desarrolla competencias para desempeñarse en lo laboral, lo que no significa que se vayan a quedar allí, sino, añade, que les permite ganar currículo en el desarrollo de una tecnología, y cuando lleguen a la universidad pueden adelantar entre dos y tres semestres.

Además, logran mayor desenvolvimiento, son proactivos y, sigue el rector, aleja a muchos del alcoholismo. “Una buena fracción de su tiempo libre se la pasan estudiando”.

Las humanidades también son importantes, y aportan en la formación de mejores estudiantes y ciudadanos. También lo sabe él por experiencia: quienes tienen buenas bases en estas materias tienen menos falencias, por ejemplo, en lectoescritura. Para él, que ha hecho maestría y doctorado, los conocimientos filosóficos fueron indispensables, aun siendo ingeniero: no se escribe una tesis si no se sabe cómo defender un texto, cuenta.

Es erróneo pensar que estudiar ingeniería aleja de la escritura: hay que saber escribir para mandar un correo electrónico o escribir una hoja de vida. Aunque esos solo son pequeños ejemplos.

Así que quizá no hay que pelear entre qué es más o menos necesario, o qué pasaría en quedarse en un mismo saber. El debate, por supuesto, es importante, así como pensar en la convivencia entre saberes. Cuestionarlo todo, además, es trabajo de la filosofía.

Fuente:http://www.elcolombiano.com/colombia/educacion/el-dilema-de-estudiar-filosofia-en-los-colegios-NB5355861

Imagen: http://www.elcolombiano.com/documents/10157/0/580×387/0c11/580d365/none/11101/JKLJ/image_content_27351999_20161112201118.jpg

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Colombia:Reforma tributaria afectará bolsillo de maestros.

América del Sur/Colombia/29.11.2016/Autor y Fuente:http://www.fecode.edu.co/

La reforma tributaria está dirigida expresamente a gravar los salarios de los trabajadores del país, por supuesto, los maestros entran en ese sector y se verán perjudicados..

De aprobarse la regresiva reforma tributaria, el 100% de los educadores del país se verán afectados directa e indirectamente con esta, un panorama poco alentador para el magisterio porque deberá pagar más impuestos.

La nueva reforma tributaria golpeará fuertemente a los maestros del país, nuevos impuestos indirectos van a reducir el poder adquisitivo de los educadores. John Granados, integrante del Ceid de Fecode, señaló: “en nuestros hombros va a quedar gran parte de la responsabilidad de la financiación del país, es decir, el IVA que se paga por un jabón lo tendrá que pagar tanto el más rico del país como un maestro, independientemente del escalafón en el que se encuentre”.

Poner a declarar a todos los colombianos parece ser una meta del gobierno nacional. La retención en la fuente será fijada para quienes reciban ingresos por arriba de un 1.450.000, lo que golpeará al 85% del magisterio nacional. “Los maestros nos veremos afectados con los impuestos al salario en los descuentos que se hacen en diciembre, por ejemplo, cuando un docente recibe prima y salario se le aplica un descuento porque está superando unos valores que están específicos en los impuestos”, dice el profesor Jorge Cortés.

Hoy, la educación en el país tienen un déficit económico cercano a los 16 billones de pesos, los cuales se requieren para infraestructura, alimentación escolar, mejores salarios para los maestros, nuevas tecnologías y transporte escolar entre otras grandes dificultades. Para el gobierno es más fácil golpear a las clases menos favorecidas, incluyendo a los maestros y maestras.

“Los docentes que no devengamos más tres millones de pesos, que somos la gran mayoría, estamos no solo cayendo en la declaración de renta, sino en el impuesto a los azucarados, en el impuesto al valor agregado, entre otros”, aclara el profesor Cortés.

Fuente:http://www.fecode.edu.co/index.php/noticias-principales-4

Imagen:http://www.fecode.edu.co/images/boletin_encuentro/imagenes2016/NOV23_Nota2.JPG

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Calidad educativa en Colombia: Gran deuda con la competitividad.

Las debilidades estructurales del sector productivo colombiano siguen siendo enormes y los avances logrados no difieren mucho de los alcanzados por nuestros competidores.

Por :Germán Verdugo 

A propósito de la vulnerabilidad manifiesta de muchas economías latinoamericanas a las potenciales medidas proteccionistas del presidente Trump en EE.UU., la competitividad es un amortiguador económico relevante a la hora de entender la capacidad de los países para adaptarse exitosamente a las nuevas condiciones de la economía global.

Al respecto, vale la pena repasar uno de los aspectos destacados del Informe Nacional de Competitividad 2016-2017 publicado hace un par de semanas en Colombia para entender por qué más allá de la corrupción, la informalidad, la obsoleta infraestructura (incluyendo logística) y la debilidad de instituciones como la justicia y los partidos políticos, hay una deuda de largo plazo crucial por saldar, para poner a la economía colombiana rumbo a laVisión 2032: La calidad de la educación.

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Las debilidades estructurales del sector productivo colombiano siguen siendo enormes y los avances logrados no difieren mucho de los alcanzados por nuestros competidores, con lo cual es evidente que falta enfrentar los problemas sobre diagnosticados de formas más creativas para avanzar significativamente en la situación de la competitividad. Según el más reciente Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, Colombia se ubica de 61 entre 138 países, siendo quinto en el ranking de América Latina, similar a hace diez años cuando estaba en la posición 69 entre 122 países y quinto de la región.

Ahora que el péndulo del comercio global está dirigiéndose hacia el proteccionismo de manera que parece haber pasado el cuarto de hora de insertarse exitosamente al comercio con las economías desarrolladas, mantener la estrategia de internacionalización requiere buscar una mayor integración comercial con otras economías emergentes que todavía gozan de un consistente crecimiento poblacional y de la clase media. Y esto implica avanzar en competitividad.

De acuerdo con el Informe de Competitividad mencionado es preocupante la fragilidad que muestra Colombia en aspectos como instituciones, educación o infraestructura puesto que son debilidades que afectan considerablemente la productividad nacional y la capacidad de las empresas para competir exitosamente en un mundo globalizado.

Entre 2006 y 2016 Colombia cayó siete escalones en el pilar de innovación (79 entre 138 países), como consecuencia del pobre desempeño en ciencia, tecnología e innovación. Esto significa que la falta de mejoras en la competitividad no es cuestión de ausencia de recursos sino de eficiencia del uso de los mismos, pues durante los últimos diez años el monto invertido en las Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación (ACTI) tuvo un crecimiento del 40%.

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Según el informe de competitividad “la incapacidad del sistema educativo para atraer, formar y reentrenar a la fuerza laboral en programas y competencias pertinentes es uno de los principales impedimentos para la diversificación y sofisticación del aparato productivo de un país”. Al respecto, algunas investigaciones han encontrado que en Colombia, cerca del 50% de los empresarios colombianos tiene dificultades para ocupar sus vacantes debido a la existencia de brechas de capital humano. Este resultado evidencia el preocupante divorcio entre el aparato productivo y el sistema escolar.

De hecho, la productividad laboral de Colombia, relativa a otros países se ha mantenido rezagada durante las últimas dos décadas. En particular, el Informe menciona que se necesitan 2,6 trabajadores colombianos para producir lo mismo que un trabajador surcoreano y cerca de 4,3 para alcanzar a uno estadounidense; incluso en el sector agropecuario se requieren 10 trabajadores para producir lo mismo que un trabajador estadounidense.

Un indicador sobre la calidad de la educación terciaria reseñado por el Informe concluye que entre 2006 y 2012 hubo una reducción del 6,8% en el número de investigadores por millón de habitantes, ubicando al país en los últimos lugares de América Latina. Adicionalmente, el 86,4% de las publicaciones científicas del país fueron en revistas nacionales, con solo el 13,8% reseñado en índices internacionales y el 45% en las categorías de menor calidad.

En un país con exceso de abogados y ausencia de ingenieros es fácil comprender porque no hay innovación ni desarrollo de nuevos sectores acordes con la demanda mundial de bienes y servicios. Esto tiene mucho que ver con el hecho de que la educación tiende a ser un próspero un negocio, cada vez menos pertinente con el desarrollo económico y social de largo plazo del país (objetivos expresados, por ejemplo, en la Visión 2032).

Mantener un sector público creciente con altas contrataciones a lo largo y ancho de la geografía nacional y con fuertes compromisos económicos vía subsidios, requiere un sólido sector productivo formalizado que sea capaz de generar los ingresos requeridos para mantener dicho paternalismo. Por lo tanto, es imperante que los gobernantes le den protagonismo en la discusión pública a la necesidad de una educación de calidad, capaz de crear valor y eficiencia para un sector productivo generador de riqueza.

Al respecto vale destacar propuestas planteadas en el Informe de Competitividad relativos a la educación como, por ejemplo, que “los distintos programas de becas financiados con recursos públicos deberían condicionar o incentivar la elección de carreras relacionadas con las apuestas productivas regionales y nacionales”. Pero también es indispensable que el sector empresarial establezca relaciones de largo plazo con las instituciones educativas para potenciar el interés de los jóvenes por estudiar áreas afines a su actividad productiva.

Fuente:http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/calidad-educativa-en-colombia-deuda-con-la-competitividad-german-verdugo/239201

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