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Argentina: Mesa Federal Interministerial de Coordinación de Políticas Públicas

América del Sur/Argentina- Uruguay/Octubre 2016/https://www.argentina.gob.ar

El primer encuentro interministerial, desarrollado el 4 de octubre en la Ciudad de Buenos Aires, tuvo como eje central la prevención de las adicciones. Participaron funcionarios y equipos técnicos de los ministerios nacionales de Educación y Deporte, de Salud y de Desarrollo Social; de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), y funcionarios de las provincias que trabajan esta temática. Como expositora invitada estuvo presente la viceministra de Salud de Uruguay.

Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de Gabriela Agosto, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Coordinación de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social, quien explicó la finalidad del área que dirige e invitó a pensar acciones de gobierno de manera conjunta y federal. De esta forma, se inauguró la mesa de apertura, integrada por el secretario de Gestión Educativa del Ministerio de Educación y Deportes, Max Gulmanelli; el secretario de SEDRONAR, Roberto Moro; y el secretario de Coordinación y Monitoreo Institucional del Ministerio de Desarrollo Social, Gabriel Castelli; y la subsecretaria de Promoción, Programas Sanitarios y Salud Comunitaria del Ministerio de Salud, Dora Vilar de Saráchaga.

Max Gulmanelli destacó la relevancia de esta actividad federal interministerial y explicó que “en la escuela permanentemente necesitamos de la comunidad educativa, de los otros actores, para que la empoderen, para que le ayuden a dar respuestas. Por eso, creemos en la importancia de trabajar juntos la Nación, las provincias, los municipios y la sociedad civil.” Y agregó: “Hoy es un día auspicioso para soñar en grande con una Argentina que se construya entre todos y para todos. No podemos seguir haciéndonos los distraídos cuando la mitad de los jóvenes no terminan la secundaria y, en parte, las adicciones están entre una de las causas de esta realidad. Los chicos necesitan de los adultos y de un Estado inteligente y organizado con la mirada puesta en los más vulnerables”.
El titular de la SEDRONAR, Roberto Moro valorizó la tarea emprendida y sostuvo: “Tenemos que seguir con este ejercicio de articular y trabajar en conjunto en el día a día porque los esfuerzos y los recursos se optimizan y así los ciudadanos reciben mejor respuesta”.

La experiencia de Uruguay

Se destacó la disertación de la viceministra de Salud de la República Oriental del Uruguay, Cristina Lustemberg, quien destacó logros, dificultades y desafíos del sistema de salud en su país y desarrolló, como ejemplo de su trabajo, las acciones tomadas -de modo articulado entre distintas dependencias del Estado- en torno a la problemática del embarazo adolescente.

Distintos abordajes de problemáticas complejas

La directora de Educación Inclusiva del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, Cristina Lovari, y la coordinadora de Prevención de Ámbitos Educativos de SEDRONAR, Silvia Pisano, presentaron el trabajo conjunto que vienen realizando sobre estrategias de prevención de adicciones desde un abordaje socioeducativo.

La directora del Observatorio Argentino de Drogas, Verónica Brasesco, fue la encargada de dar a conocer un diagnóstico sobre consumo de sustancias en Argentina y los asistentes pudieron preguntar e intercambiar inquietudes y preocupaciones con la investigadora.

Por la tarde, se organizaron mesas de trabajo por cada región del país para propiciar la planificación de acciones territoriales conjuntas. La actividad cerró con una puesta en común de las conclusiones de cada grupo.

Este encuentro se realizó en el marco del Plan Nacional de Drogas que fue diseñado en un proceso de consenso con las provincias, otros organismos del Estado nacional y organizaciones de la sociedad civil, respetando los lineamientos de la ONU.

Fuente:

https://www.argentina.gob.ar/noticias/mesa-federal-interministerial-de-coordinacion-de-politicas-publicas

 

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/F7BikTdvYL9rl46sEhH9-SKOWF6E2m6WRxlOinpWQrbowzyQoj6xg_e3t-2JIS6x6MJE_jU=s85

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OMEP Venezuela realiza Foro Abordaje en la Primera Infancia: «Procesos Integrales y Humanizadores»

América del Sur/Venezuela, 22 de Octubre de 2016.  Fuente: OMEP Venezuela

El 21 de octubre de 2016, la Organización Mundial de Preescolar (OMEP), Capítulo Venezuela en articulación con la Red Global/Glocal de la Calidad Educativa realizó el Foro Abordaje en la Primera Infancia: «Procesos Integrales y Humanizadores» en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC 2016).

Con la presencia de docentes de Educación Inicial, de estudiantes, profesores de diversas universidades como UC, UNESR, UPEL, UCAB, UNIMET, colegios públicos y privados, Alcaldía de Valencia y autoridades educativas se llevó a cabo este encuentro de formación dentro del despliegue de  actividades incentivadas desde la 68° Asamblea Mundial de la OMEP que en julio de 2016 se aprobara  el ingreso de Venezuela a la Organización en su comité preparatorio.

Se contó con la participación de Mercedes Mayols Lasalle, Vicepresidenta Regional de OMEP en Latinoamérica, quién partió de una salutación especial a lxs docentes en Venezuela, una introducción sobre los orígenes y propósitos de la OMEP y una conferencia de cierre del evento sobre la relevancia de asumir la educación desde perspectivas integradoras y humanizadoras.

Así mismo, se contó con la participación de Iliana Lo Priore, Presidenta del Comité OMEP Venezuela, quién inició el debate asumiendo la pedagogía en la Primera Infancia como un proceso político, intelectual, integral y humanizador, problematizando las tensiones entre instrucción / Educación-formación, Calidad y Cobertura e interrogantes como ¿Qué asumimos cómo Primera Infancia?, ¿Qué implica la integralidad?, ¿Qué implica la humanización?, Cuáles son las concepciones del docente de Primera Infancia en Venezuela y cuáles concepciones de niño y niña están orientando nuestras acciones en Primera Infancia? Y generando reflexiones sobre los desafíos en Primera Infancia: Recontextualización de los espacios pedagógicos, legitimación de la infancia, familia y comunidad como actores sociales, entre otros retos que conllevan a reflexionar sobre las políticas educativas de estos primeros años de vida y cómo nos articulamos para garantizarlas.

En esa misma línea Elisabel Rubiano, del equipo de Vicepresidencia OMEP Venezuela y jefa del Departamento de Pedagogía Infantil y Diversidad de la UC, instó a concretar desde los espacios universitarios una optimización de las acciones integrales para la Primera Infancia y el compromiso desde la universidad de viabilizar espacios formativos para lxs educadorxs del nivel.

El llamado a la coherencia, articulación, intercambio, generación de redes fue un permanente en este evento para así concretar las acciones de la OMEP Venezuela, entre las que destacan estrategias articuladas para la promoción de encuentros formativos y lúdicos, producciones, investigaciones, publicaciones en este ámbito, la Red Nacional de Primera Infancia o Educación Inicial, proyectos para el fomento y garantía del niño y niña como sujetos de derecho, para la educación integral y pertinente, así como la participación y formación familiar y comunitaria.

Correo: ililopriore@gmail.com; ililopriore@yahoo.es

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La crisis de subjetividad en los estudiantes universitarios venezolanos

Por:  Jorge Díaz Piña

En diferentes ocasiones nos hemos pronunciado junto a otros compañeros trabajadores docentes-investigadores, administrativos y obreros a través de documentos públicos con respecto a la crisis institucional que atraviesa la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR). Siempre lo hemos hecho con el interés de promover que la universidad se piense y se trascienda reflexivamente a sí misma desde la exigencia del acumulado acervo cultural del pensamiento crítico del que dialécticamente debe ser depositaria y renovadora a la vez por definición de su esencia institucional. Sería un contrasentido, cuando no su negación, que la universidad se viera o interpretara a sí misma desde el sentido común o reproductor al que ella está llamada o misionada a trascender por medio del sentido crítico de la investigación, la formación, la extensión y la gestión. Por ello creemos que hay que discutir primeramente desde los diversos puntos de vista que pudieran existir democráticamente sobre la involución y entropía institucional provocada por las regresiones e incrustaciones del sentido común en muchos de sus ámbitos. Es un sinsentido que donde debe imperar el conocimiento y el saber más rigurosos prevalezca el desconocimiento a la hora de opinar y de actuar.

Hoy, frente a la aparente manifestación del descompromiso estudiantil con su formación profesional, habitus que parece evidenciar una parte significativa de los “participantes” de la UNESR, así como en otras universidades venezolanas,: “abulia, desgano, desinterés, apatía, desmotivación, abandono, escepticismo, etcétera”, situación ésta que se despacha desacertadamente en las conversaciones de pasillo con la expresión fácil de la existencia de una “crisis de valores” (¿o será de valoraciones? ¡que no es lo mismo!), queremos proponer una “hipótesis” para la reflexión y el debate, inicialmente fundamentada en los trabajos de investigación psicosocial relevantes internacionalmente como los de Félix Guattari y Gilles Deleuze. Desde esta perspectiva compartimos que la determinación fundamental de ese complejo comportamiento de los estudiantes radica en la crisis de subjetividad que se atraviesa como correlativa a la crisis mundial del capitalismo neoliberal que la genera a su vez. Aunque la señalemos como la determinación general principal, no se nos escapa a la consideración que inciden otros factores, entre los cuales deseamos resaltar, los dispositivos contraculturales (por negadores de la resignificación y resentidización trascendentes), y entropizantes que se han enquistado institucionalmente en la UNESR y que intervienen activamente de modo contrainstituyente en la subjetividad de sus estudiantes y en todos los demás sectores de su “comunidad” (entre comillas porque esos factores entrópicos actúan también para impedir la cohesión sociocultural e institucional de sus integrantes). Bastaría, por ejemplo, con observar críticamente en un primer diagnóstico cómo los estudiantes configuran sus trayectorias académicamente para darse cuenta del modo actuante de esos dispositivos contraculturales instituidos perversamente en su imaginario en detrimento o alienación de la propia formación cultural liberadora.

Como se sabe a través de las investigaciones sociales aludidas, el proyecto central de la política del capitalismo consiste en la articulación de los flujos económicos, tecnológicos y sociales con la producción de subjetividad, de tal modo que la economía política coincida con la “economía subjetiva”, pero es el caso que el neoliberalismo falló en esta articulación. Por ello hoy, la debilidad del capitalismo radica en su falta de correspondencia con la producción masiva de la subjetividad que le es correlativa debido a que su crisis económica estructural mundial lo ha impedido considerablemente. En consecuencia, su discurso ideológico no ha causado el efecto esperado. De aquí que su crisis sistémica expresada en los repetidos fracasos financieros, productivos, etcétera, es también una crisis de producción de subjetividad porque ambas están estrictamente vinculadas y no pueden ser separadas por sus recíprocas implicaciones.

Su inicial predica neoliberal de promoción subjetivadora de los individuos como autónomos emprendedores, como “empresarios de sí mismos”, haciendo de cada individuo  un negocio competitivo o rivalizador con los otros, en un “todos contra todos”, resultó en la realidad una paradoja para la mayoría de la población y una gran frustración para millones de jóvenes en el mundo que incautamente creyeron en ese discurso. La autonomía, la iniciativa individual privada y el compromiso subjetivo de asumir riesgos exigidos devinieron en nuevas formas de empleo y precarización, por tanto en mayor heteronomía, en más sujeción como la lógica capitalista impone. Conllevando esto a una depresión social generalizada denominada “el mal del siglo” ya que implicó un empobrecimiento de la existencia y el rechazo a la homogeneización consecuente.

En Venezuela la retórica neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI) tomó concreción principalmente en las notoriamente fracasadas políticas públicas de los segundos gobiernos de los expresidentes Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera que incrementaron la pobreza, el desempleo, la carestía, la desnutrición, la morbilidad, la mortalidad, la corrupción, etcétera. Experiencias trágicas que condujeron a incrementar la conflictividad social que derivó durante el período del primero de los expresidentes en millares de hombres y mujeres asesinados durante las protestas populares como la del “caracazo”. Sin embargo, el descontento popular se tradujo en la búsqueda y respaldo de opciones opuestas al neoliberalismo que había gobernado, y esto condujo al gobierno de Hugo Chávez Frías quien insurgió militarme contra aquellas. Que si bien propició políticas favorecedoras del entusiasmo y el bienestar popular a nombre del socialismo, en realidad afianzó un tipo de capitalismo de estado centralizador y burocratizador de todas las decisiones en desmedro del protagonismo democrático y contralor del poder popular que retóricamente reivindicaba en sus discursos sobre el Estado Comunal.

Un Estado-gobierno envilecido, al igual que todos los anteriores,  por las apetencias de riqueza fácil de muchos de sus funcionarios que por vía de la corrupción acumularon capital para constituir con sus asociados y allegados una nueva burguesía, la denominada “boliburguesía” (nueva burguesía hoy enfrentada a la del pasado o tradicional asociada a los intereses estadounidenses que quiere regresar a cualquier costo al poder estatal del que también se enriqueció corruptamente y desea seguir haciéndolo, lo que explica la actual conflictividad socio-económica a través de sus representantes políticos)  y lo hizo dentro de la continuidad histórica del esquema rentista petrolero desdiciendo de su discurso social antidependiente y antimonoproductor de materias primas. Modelo que ha continuado con el actual gobierno del presidente Maduro con el agregado de la retoma o reactivación de políticas neoliberales (liberalización de los precios en el mercado, venta a las transnacionales de los derechos a la explotación de recursos minerales de reservas inexplotadas del denominado “arco minero”, etcétera) ante la crisis provocada por EE .UU.  con el alza de los precios internacionales del petróleo, y con medidas populistas (esporádicos  aumentos de salarios y pensiones que no compensan el alto costo de la vida, etcétera) que limiten el tránsito o fuga de sus bases  populares hacia el respaldo a la  oposición que dirige la burguesía  tradicional.

Esquema rentista que en vez de promover el esfuerzo productivo y reproductivo de toda la población con apoyo del Estado, reforzó y refuerza la creencia en el mito de la riqueza minero-petrolera y, en consecuencia, de la obligatoriedad gubernamental de redistribuir esa falsa riqueza entre el pueblo que esperaba su alícuota parte de esa presunta riqueza sin retribuir esfuerzo alguno para recibirla. Redistribución populista que alimenta imaginarios contraculturales de riqueza fácil y de logros inmediatos de fortuna o bienestar individualista que se contraponen a la dedicación, al esfuerzo, al estudio y a los logros realizadores con base en proyectos colectivos locales, regionales y nacionales soberanos para bien de todos por igual que implican confianza en la espera y la postergación,  pero que al no darse esa alícuota parte en la proporción esperada para contrarrestar los efectos de las políticas neoliberales ha generado mayor malestar y descontento en los sectores sociales supeditados a las retribuciones populistas del Estado-gobierno.

Modelo rentístico que ha entrado en su fase agónica producida por la desesperada voracidad imperial capitalista por el control de la producción y las reservas de petróleo en el mundo a través de guerras criminales y de mantener la baja de los precios en esta coyuntura creyendo el gobierno estadounidense que así podrá salir de la crisis que ha propiciado a costa de los demás. Lo que agudiza la incertidumbre ante el porvenir para los jóvenes venezolanos que se perciben en un tránsito por demás incierto debido a la crisis estructural mundial y local,  en medio de una confrontación nacional por la polarización política que inunda todos los escenarios, en la que la oposición ofrece continuar con el fracasado modelo neoliberal, lo que contribuye a incrementar más su inseguridad ante opciones profesionales universitarias que lucen endebles.

En este contexto mundial y nacional, de crisis estructural generalizada del capitalismo neoliberal que ha producido la desesperanza en la mayoría de la juventud planetaria por sus falsas promesas ya que son imposibles estructuralmente de cumplir por aquel, así como el desánimo debido a la crisis nacional por el agotamiento de la contracultura del éxito y de la riqueza fáciles producto de la redistribución populista de los ingresos minero-petroleros, es que debemos entonces ubicar la crisis de subjetivación de los estudiantes de la UNESR y  la de otros estudiantes de instituciones universitarias venezolanas diferentes. ¿Qué hacer ante ello?

Indudablemente, revertir esas tendencias que afectan desfavorablemente a los jóvenes primordialmente es una tarea que implica fuerzas movilizadoras internacionales y nacionales transformadoras que sobrepasan las fuerzas y los recursos de un pequeño grupo reducido a una sola institución por más numeroso que sea. En razón de esto, hay que articularse con las fuerzas que luchan mundialmente bajo la consigna ¡Otro mundo es posible!, y nacionalmente por la transformación auténticamente revolucionaria de la sociedad contra el neoliberalismo y todas las formas de sujeción burocrático-estatales del capitalismo de estado, mal llamado retóricamente “socialismo”, a favor del futuro y esperanza para la juventud y para todos; aunque su emancipación deberá ser obra de ellos mismos para que no recaigan en una nueva sujeción, la de sus supuestos emancipadores.

Por lo pronto, y en lo que concierne al lugar de interacción académica con los estudiantes en los ambientes universitarios y fuera de estos, reivindicando nuevamente a Guattari y Deleuze, es estratégicamente fundamental que se agencien por medio de experiencias trans-subjetivas en los estudiantes los acontecimientos de ruptura en su pensamiento y actuación, provocando en ellos las interrogantes que pongan en entredicho el sentido común del discurso capitalista dominante y que se traduce en el discurso que legitima a la actual universidad reproductora, sea este neoliberal o de estado, que actúa junto con los imaginarios reproductores de su situación de anomia en la universidad debido a su incomprensión del contexto y sinsentido que los acosa y anula, y los emplacen a dotarse de un sentido crítico y responsable en torno a sí mismos, los otros, la universidad, la nación y el mundo dándoles así autoafirmación en sus acciones autónomas y emancipadoras de sí mismos.

El agenciamiento refiere a las múltiples relaciones que se generan en los individuos de modo autopoiético o autodeterminado para producir un sentido nuevo o crítico, y ese sentido, el de  una subjetividad-otra, constituye el acontecimiento al empoderarlos de sí mismos.

Por otra parte, y como complemento de lo anterior, hay que animarlos a luchar y actuar junto con ellos por la transformación universaria utópica y radical,    principalmente contra la entropía institucional que  ha vuelto a la universidad  inercial y rutinaria, por causa del vaciamiento cultural sentidizador de su cometido trascendente para la sociedad ya que su dinamización actuaría contra las fuerzas conservadoras  y reaccionarias que representan al neoliberalismo burgués típico y a la nueva burguesía de estado;  junto con  los dispositivos contraculturales instituidos que escamotean la formación cultural de los estudiantes como potencia y realización emancipadoras.

Vaciamiento cultural reductivo ya que el primero, el neoliberalismo burgués típico, considera la universidad como un populista derroche financiero si no instrumentaliza su formación de “recursos humanos” e investigación para las industrias capitalistas bajo el discurso retórico e ideológico de la “calidad y la excelencia” anticipadamente excluyente por cuanto implica un hábitus previamente establecido a través de estándares prefijados elitescamente para la selección y el arribismo competitivo disolvente de la socialidad de los individuos; y la segunda, la nueva burguesía de estado, que busca direccionarla  burocráticamente bajo la designación politiquera de sus autoridades y control de sus dirigencias sindicales y gremiales al considerarla como instrumento de sus políticas populistas clientelares dadivosas bajo el discurso ideológico de la inclusión social demagógica que propicia el facilismo, el descompromiso  y la corrupción al no incitar formas de apropiación-producción de saberes y haceres culturales dignificadoras de la condición sociocultural de los estudiantes, y modos autónomos y democráticos o autogestionarios de contraloría y conducción académico-administrativa de su gestión por parte de sus comunidades integrantes.

Correo: jodiaz12@yahoo.es

 

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Argentina: Las dos CTA y la CTEP convocan a una “jornada nacional de lucha”

América del Sur/Argentina/ 21 octubre 2016/ Fuente Notas periodismo popular

Tras una reunión en el Hotel Bauen de la Ciudad de Buenos Aires las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA) y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), junto a organizaciones sociales y políticas, acordaron realizar protestas en todo el país el 4 de noviembre.

La medida es en rechazo al acuerdo entre el gobierno la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) por el bono de fin de año de dos mil pesos. Asimismo reclaman la reapertura de paritarias para combatir la caída del salario real producto de la inflación. Además de las CTA y la CTEP participaron del encuentro la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie.

“El viernes 4 marcharemos en rechazo a la política de ajuste, a la decisión del gobierno de no reabrir las paritarias y en rechazo de la política de desempleo y despidos”, sostuvo Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores.

Además analizó que “tanto los maestros como los médicos y los enfermeros junto a los municipales no van a cobrar ningún bono porque hay que arreglarlo con las provincias y ya sabemos el estado en el que se encuentran”.

Por su parte Pablo Micheli de la CTA Autónoma afirmó que “seguramente se unirán otros sindicatos y movimientos sociales. Muchos gremios van a evaluar medidas de acción”. Asimismo añadió que “hay que plantarse con una actitud más digna” y señaló que “el bono no es la forma de recuperar el poder adquisitivo”.

Yasky coincidió en que la jornada tendrá más adhesiones. “Sé que hay seccionales regionales [de la CGT] que quieren participar”, dijo y remarcó el paro provincial de este miércoles en Córdoba. “Hay una movilización y un cuestionamiento muy profundo de los trabajadores”, sentenció.

El próximo martes las centrales sindicales y organizaciones convocantes se volverán a reunir para definir en concreto como se desarrollará la jornada. No obstante Daniel Menéndez de Barrios de Pie ya anticipó que su organización planea realizar “ollas populares en todas las provincias”.

El dirigente social dijo que “las instancias de diálogo continuarán”, pero siempre “en la línea de conseguir que se incrementen los ingresos para los más humildes”.

La fecha elegida para la protesta no es casual ya que coincidirá con una “Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo” impulsada por la Confederación Sindical de las Américas (CSA) junto a otras centrales sindicales, movimientos sociales, campesinos y feministas.

Ese día se conmemora el rechazo al proyecto de un área de libre comercio continental (ALCA) durante la Cumbre de las Américas de Mar del Plata realizada el 4 y 5 de noviembre de 2005.

Fuente: https://notas.org.ar/2016/10/20/cta-ctep-convocan-jornada-nacional-lucha/

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Las neurociencias no revolucionan la educación

Por: Daniel  Brailovsky

El fenómeno mediático y comercial que explota los valiosos aportes de la neurociencia contemporánea como un hito revolucionario del campo educativo, reedita conservadurismos y asordina una mirada política y propiamente pedagógica sobre los desafíos que enfrenta el sistema educativo.

El impulso de un proyecto de ley sobre Dificultades Específicas del Aprendizaje (1) ha suscitado una oleada de reacciones por parte de educadores, profesionales de la salud y científicos sociales que reconocen en esta iniciativa otra expresión de las miradas cientificistas y reduccionistas sobre el aprendizaje escolar. Si bien la iniciativa se funda en la intención de garantizar derechos, evitar estigmatizaciones y ampliar el compromiso del Estado asumiendo mayores compromisos en materia de salud y educación, tras la apariencia científica de los argumentos, el aprendizaje escolar (y sus dificultades) aparece definido como un problema puramente biológico o neuronal. Esto supone valoraciones sobre la sociedad, la cultura y la educación que van desde el reduccionismo y la falacia, hasta la más pura eugenesia o el darwinismo social. Los portavoces de esta perspectiva asumen que hasta el 10% de los problemas escolares se debe a la falta de diagnóstico temprano de un proceso de índole neurobiológico con base genética. La puesta en segundo plano de las principales dimensiones del fracaso escolar (pedagógica, didáctica, social, cultural, económica y política), convive en el debate amplio con argumentos tan escandalosos como la formulación de una explicación neuronal de la pobreza, descripta en términos de “capital mental” (figura teórica que podría leerse como una caricatura fisiológica del capital cultural de Pierre Bourdieu) y que es presentada en forma mediática y bajo el auspicio de grandes empresas por los principales promotores de esta corriente de pensamiento.

Pero ni el proyecto ni sus promotores constituyen el centro del problema, pues éste es la expresión más reciente de un fenómeno más amplio. En perspectiva, se inscribe en el contexto de iniciativas análogas que han visto la luz en los últimos años. Probablemente una de las más pintorescas sea el proyecto de una ley de “educación emocional” que busca “desarrollar mediante la enseñanza formal las habilidades emocionales” (p.e. autorregulación emocional, motivación o aprovechamiento productivo de las emociones), convirtiendo algo tan complejo, inasible y sanamente ingobernable como la emoción en una especie de currículum afectivo normalizador. (2) Esta mirada neopositivista de las dificultades de aprendizaje se reconoce también en el llamado “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad” (ADD o ADDH), que con demasiada frecuencia es lisa y llanamente un eufemismo médico para aludir al hecho de que no todos los alumnos se quedan quietos escuchando cuando las clases son aburridas, están mal pensadas o desconocen la necesidad de construir la enseñanza desde la alteridad y el diálogo. La experiencia con el ADD/ADDH, además, ha mostrado contundentemente lo que sucede cuando los problemas de aprendizaje son sacados de contexto y adjudicados a una patología del alumno: severas situaciones de abuso de los medicamentos, adicciones y situaciones recurrentes de estigmatización.

Hasta aquí, nada nuevo. Neurólogos (o psicólogos, o gurúes del credo que fuere) desbordan de entusiasmo y creen que sus postulados están llamados a revolucionar la educación. Ya ha sucedido muchas veces. Y no es curioso que, como en todas las versiones anteriores, muchos de los textos que hablan de neurociencias y educación se digan portadores de visiones críticas acerca de la escuela tradicional, y hasta se autoproclamen revolucionarios. “La revolución del cerebro”, “la nueva educación basada en el cerebro” o “la revolución de la neuropedagogía”, son algunos de los estandartes que sostienen. Para cualquier pedagogo, sin embargo, es evidente que los hallazgos en materia de neurobiología no aportan a la pedagogía lo bastante como para considerarse revolucionarios. La asombrosa posibilidad de observar mediante complejas tecnologías el funcionamiento de un cerebro vivo, es fascinante. Sólo la buena ciencia ficción ha anticipado este increíble avance. Pero creer que este logro se traduce en revoluciones educativas es un exabrupto que desconoce por completo el sentido del hecho educativo.

Pero ya se ha dicho tanto, y tan bien dicho, sobre estas iniciativas como emergentes de un nuevo conservadurismo educativo, que optaré aquí por entrarle al asunto desde otro ángulo. Me gustaría analizar la cuestión a partir de la pregunta por el autoproclamado carácter “revolucionario” de los enfoques neurocientíficos aplicados a la vida escolar, y esbozar algunos argumentos que podrían ayudar a pensar la cuestión desde una perspectiva más que legítima: la propiamente pedagógica.

La enseñanza se enfrenta a enormes dilemas. Los profesores se aferran a modelos “tradicionales” aun cuando desde hace siglos existen voces críticas que intentan desterrarlos de las aulas. Los manifiestos escolanovistas de principios del siglo XX ya expresaban (mucho antes de las resonancias y las tomografías, y de un modo mucho más ordenado y elocuente) todos los principios que hoy proclama la neuropedagogía. Una excelente recopilación de estas ideas clásicas puede hallarse en el libro más reciente de Philippe Meirieu, el punto de partida es su cólera hacia los panfletos que difunden las tesis clásicas de la educación nueva presentándolas como paquetes fáciles de vender. (3) Y traigo a Meirieu simplemente para mostrar que son muchos en todo el mundo los que observan con preocupación cómo los gurúes mediáticos del momento presentan, simplificadas y vulgarizadas, ideas que ameritan pensarse mejor.

La mayor parte de las prácticas “tradicionales” criticadas tienen que ver con el excesivo centramiento de la enseñanza en la figura del docente, que explica y despliega sus saberes, y con el olvido de los intereses auténticos y las necesidades de los alumnos, que quedan relegados a una posición de espectadores pasivos. Algunos partidarios de los enfoques neuropedagógicos suponen que conocer mejor el cerebro equivale a conocer mejor al alumno y sus potencialidades, y creen que este conocimiento devendrá en una revitalización del olvidado lugar del estudiante en el aula. Sin embargo, en este razonamiento hay una falacia evidente: las razones del olvido del lugar del alumno no pueden buscarse sólo ni principalmente en los misterios del cerebro. No sólo porque el organismo no es el cuerpo, sino porque este dilema educativo tiene explicaciones mucho menos lineales, que es preciso mirar pedagógicamente.

Ensayemos entonces una explicación desde la pedagogía, presentando tres argumentos.

Primer argumento: mirar el cerebro, no es mirar al alumno. La enseñanza es dos cosas a la vez. Por un lado, es una relación que involucra el encuentro (emotivo, intenso, comprometido) de personas que ahondan en algo tan íntimo y profundo como el saber, las creencias, las convicciones y la ideología. Y al mismo tiempo, la enseñanza es un sistema político y social, de proporciones industriales, que distribuye credenciales, habilitaciones y títulos profesionales. A la enseñanza le cuesta mucho ser ambas cosas a la vez, pero necesita imperiosamente ser las dos cosas. Necesita ser una relación, porque sin alteridad, no podría haber aprendizaje profundo y significativo. Y necesita ser un sistema público, porque de otro modo no podría estar al servicio de un proyecto social, y sería un abanico atomizado de experiencias individuales. Cuando discutimos sobre las tareas que la maestra manda para hacer en el hogar, por ejemplo, pensamos la enseñanza como una relación. Cuando opinamos sobre la inclusión en el currículum oficial de la educación sexual, en cambio, la pensamos como un sistema. Ambas cosas son necesarias. Pero –y aquí viene el problema– algunas demandas del sistema influyen fuertemente en las relaciones de enseñanza. El ejemplo más obvio: la existencia de contenidos obligatorios, como la mitocondria, los ángulos consecutivos, el Peloponeso, las dicotiledonias, los anticiclones, los afluentes del Paraná, etc. El programa oficial es necesario, pero hace más difícil para los profesores partir del puro interés de los alumnos, y vuelve a la enseñanza más proclive a centrarse en la explicación del docente. Este antiquísimo dilema, como es evidente, no se resuelve conociendo mejor las bases fisiológicas o neuronales del aprendizaje, sino pensando mejor las relaciones entre las dimensiones didácticas y políticas de la educación.

Segundo argumento: conocer científicamente el aprendizaje no es el único modo (ni el mejor, tal vez) de mejorar la enseñanza. Las neurociencias que miran la educación con la esperanza de revolucionarla, emplean la expresión “enseñanza basada en el cerebro”. El punto de partida, dicen, debe ser un conocimiento más detallado de los mecanismos del aprendizaje. Los argumentos que se utilizan en general son parecidos a los de la psicología evolutiva clásica: “si entendemos cómo funciona la mente, educaremos mejor”. En ambos casos el riesgo es similar: se intentan reemplazar los esfuerzos que demandan las relaciones educativas (complejas, cambiantes, políticas, insertas en instituciones) por fórmulas esenciales sobre “el alumno” o “el aprendizaje”.

Desde un lugar muy diferente, las pedagogías críticas (en plumas como las de Paulo Freire, por nombrar un destacado referente) sostienen que el punto de partida de la enseñanza es el marco cultural, ideológico, político y social de los alumnos. Esta idea se reafirma desde muchos ángulos, incluidas las nuevas visiones psicológicas sobre el aprendizaje, representadas en las lecturas actuales de la teoría sociohistórica de Lev Vigotsky, donde el aprendizaje no es escindido de las relaciones sociales en las que tiene lugar. Desde esa visión, está claro que no hay recetas ni verdades absolutas. Hay que saber mirar, y desarrollar en forma más artesanal que metódica una mirada sensible sobre las relaciones que van tejiendo la trama de lo educativo. Y aunque esta idea es más o menos incompatible con la que sostiene que el punto de partida de la educación es el conocimiento del cerebro, paradójicamente muchos autores de la corriente neurocientífica se dicen afines a las pedagogías críticas, y a la corriente de la escuela nueva. Sin embargo, si uno toma algunos de los principios generales de las pedagogías críticas o del movimiento de la escuela nueva, observará que las coincidencias son pocas, y las diferencias muchísimas.

En lo que sí coinciden es en algunas de las recomendaciones prácticas propuestas. Repasando el artículo 6 del proyecto de ley sobre Dificultades Específicas del Aprendizaje, por volver al ejemplo, pueden leerse ideas tan interesantes como “brindar mayor cantidad de tiempo para la realización de tareas”, “asegurar que se han entendido las consignas”, “facilitar el uso de ordenadores, calculadoras y tablas”, “ajustar los procesos de evaluación a las singularidades de cada sujeto” o “asumirse como promotores de los derechos de niños (…)”. Se agregan otros del orden de: “evitar copiados extensos y/o dictados” y evitarle a los niños “exposiciones innecesarias frente a sus compañeros”. Todas estas recomendaciones, eclécticas herederas de tradiciones tan diversas como la didáctica clásica, la psicopedagogía diferenciada, el escolanovismo, la educación especial y el sentido común, existen todas ellas desde hace muchísimo tiempo en la teoría y en el currículum oficial, que es donde suelen hallarse referencias a recomendaciones tan específicas. En lo que claramente no se basan, es en un crucial conocimiento acerca del cerebro. Todo parece apoyar la idea de Steven Rosede que la dirección de la utilidad es la contraria: “Esto es menos sobre lo que los educadores puedan aprender de nosotros, y más acerca de cómo su experiencia de la enseñanza puede ayudar a enmarcar las preguntas que los neurocientíficos hacen sobre el cerebro”.

Los conocimientos científicos acerca del aprendizaje siempre han sido un insumo del trabajo escolar. Sirven para acompañar hipótesis de trabajo de los docentes y para brindarles una formación amplia y general. Pero no son el único modo de fortalecer el lugar de los alumnos en las relaciones educativas. Y no lo son, porque en lugar de acercar a maestros y alumnos en una relación más libre, más sincera y más comprometida, estos saberes (psicológicos antaño, neurocientíficos más recientemente) ponen al aprendizaje y a la enseñanza en lugares rígidos y supuestamente asépticos. Puede ser útil saber qué límites impone la biología a los tiempos de un bebé, por ejemplo, o cada cuántos minutos la mente debe descansar, o cuán necesaria es la hidratación para prestar atención. Pero lo cierto es que las acciones de los maestros se significan en sus relaciones con los alumnos, y no hay un modo de estandarizar ni medir en forma absoluta sus efectos.

En el caso puntual de la dislexia, puede ser interesante saber que las dificultades para aprender a leer y escribir (que cualquier maestro detecta y reconoce sin un certificado médico) incluyen en su origen componentes biológicos. Pero ello no cambia el hecho de que el trabajo pedagógico para acompañar el aprendizaje de esos niños y niñas no se nutre de (ni se basa exclusivamente en) el diagnóstico. Resulta difícil imaginar en este caso efectos diferentes a los de la misma estigmatización que se pretende prevenir. La experiencia con el ADD/ADDH ha mostrado claramente a qué puede conducir la medicalización de los problemas de aprendizaje. El terreno para construir esta reflexión no es el de la ciencia dura, sino el de la ética. El lugar de la ciencia no es clasificar a los alumnos según su condición sino, en todo caso, formar parte del amplio conjunto de instancias con las que cuentan los docentes y el Estado, para dar forma a los proyectos educativos.

Por último, el tercer argumento reposa en el hecho de que el fenómeno de las neurociencias en educación es uno de orden discursivo, con todo lo que ello implica: tribus que crean y habitan sus jergas, y lenguajes que, al decir de Foucault, tallan los objetos que nombran. En ese punto, el cruce entre ambas disciplinas (neurobiología y pedagogía) se funda en una serie de malentendidos, el primero de los cuales es la visión deformada que cada una de ellas tiene de la otra. Muchos educadores aceptan con demasiada ingenuidad todo lo que proviene de las investigaciones neurológicas, tal vez por la misma razón que aportaron cinco millones de “me gusta” al sitio en Facebook que promueve la ley de educación emocional. ¿Quién va a estar en contra de hablar de las emociones en la escuela, ante tanta tradición racionalista en los sistemas de enseñanza? ¿Quién se va a oponer a tomar aquello que los científicos descubren como plataforma de la enseñanza, con lo serios y asépticos que se ven en sus delantales, igual que en las propagandas de jabón para la ropa? Los expertos en neurociencias, por su parte, tienen en general una visión algo simplificada de lo que significa educar. Los relatos de sus experiencias en la escuela y algunas estadísticas generales suelen ser toda la evidencia que aportan para reconocer en la escuela un recipiente ideal de los avances en las investigaciones. Los reduccionismos a ambos lados de la relación, entonces, no ayudan.

Finalmente, lo que parece haber detrás de esta euforia por los avances neurocientíficos como panaceas capaces de revolucionar la educación es la vieja idea iluminista del progreso, siempre solidaria con los afanes de control. La misma idea que Pablo Minini expresó muy bien en su artículo del 24 de septiembre en este diario: una conducta o una emoción generan cierta actividad neuronal medible, y la expectativa de estos enfoques es lograr que la conducta se adapte a la norma. “Lo que en verdad les importa”, dice Minini, “es lo que las neuronas les hacen hacer a las personas. Y cómo un técnico puede controlarlo”. Por eso, desde una visión crítica parece improbable que los aportes de las neurociencias a la educación constituyan algún tipo de revolución copernicana para la educación, la enseñanza y las prácticas escolares. Los modos de la educación de cambiar de paradigma, de atravesar sus “revoluciones”, en general tienen que ver con cosas pequeñas, pero muy trascendentes: cómo establecemos una conversación entre maestros y alumnos, cuánto y cómo sabemos escucharnos, cómo imaginamos el futuro común, qué permisos habilitamos para ser uno mismo dentro del aula y, por supuesto, cómo conciliamos las demandas que la enseñanza presenta a nivel de las relaciones individuales y a nivel de las utopías sociales.

(1) Se trata del proyecto de ley S-1680/15, presentado por la senadora María Laura Leguizamón.

(2) Puede hallarse más información al respecto en el sitio en Facebook del proyecto:https://www.facebook.com/fundacioneducacionemocional/about/

(3) Philippe Meirieu, Recuperar la Pedagogía: de lugares comunes a conceptos claves, Buenos Aires: Paidos, 2016.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/las-neurociencias-no-revolucionan-la-educacion/

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Argentina: Renovar la educación

Por: Nathalia González Seligra

El Operativo Aprender, generó un amplio debate entre la comunidad educativa. El gobierno, con el apoyo de los grandes medios de comunicación pretendió minimizar el repudio.

Miles de docentes, estudiantes y familias rechazan las evaluaciones estandarizadas que impulsa el gobierno de Macri. El martes hubo paro activo en varias provincias y en las seccionales combativas del Suteba y boicot en el resto del país.

El Gobierno nacional intentó implementar una evaluación estandarizada a estudiantes de sexto grado de la escuela primaria y quinto o sexto año de la escuela secundaria (y en algunos casos de tercer grado y segundo/tercer año), siguiendo las recomendaciones para educación del Banco Mundial (BM).

Esta evaluación busca responsabilizar a los docentes de la crisis educativa y generar una competencia o ranking de escuelas favoreciendo a aquellas que tengan mejor resultado o rendimiento con estímulos económicos, como ya se ha hecho en otros países donde se utilizan las pruebas estandarizadas, como en Estados Unidos o México, y este modelo del BM.

La respuesta de docentes con paro activo en seis provincias, tomas de colegios secundarios, ausentismo y tachaduras en los cuestionarios, el rechazo de docentes, estudiantes y familias fue la respuesta más escuchada.

A pesar de la pasividad cómplice de la conducción de Ctera, que se limitó a emitir pronunciamientos por la suspensión del operativo, el rechazo se extendió por todo el país. En Tierra del Fuego, Santa Cruz, Neuquén y Río Negro hubo paro activo, al que también convocaron Amsafe Rosario y los Suteba opositores en sus provincias. En el resto de las provincias los docentes impusieron por abajo el boicot con renuncias a ser aplicadores y desarrollando una profunda campaña para que las familias y los estudiantes se sumen al rechazo. En el caso de las familias el rechazo también fue masivo. No enviaron a sus hijos o escribieron notas para no autorizarlos a responder los cuestionarios.

Por su parte, los estudiantes también han dado la nota. Por medio de charlas, asambleas y tomas de colegio se han pronunciado contra estos exámenes y se negaron a ser cómplices de esta farsa de evaluación educativa. La modalidad más extendida ha sido la de romper o tachar los cuestionarios, dado que los límites de asistencia dificultaban las otras modalidades de boicot.

La magnitud del rechazo y boicot de docentes, estudiantes y familias, sumado a las filtraciones de los cuestionarios, impiden que el Gobierno pueda utilizar seriamente estas evaluaciones para justificar ataques a la educación pública. Sin embargo, sólo redoblando las campañas y superando la pasividad cómplice de la conducción de Ctera se podrá terminar de derrotar estas reformas vía evaluación estandarizada.

Disponible en: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Zona-Norte-El-Operativo-DesAprender-en-jaque

 

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Notas para un estudio comparado de la educación superior a nivel mundial

Autor: Francisco Lopez Segrera 

Año: 2006

Editorial: CLACSO

País/Ciudad: Argentina

ISBN: 978-987-1183-61-6

Sinopsis: Los objetivos de este estudio de educación superior internacional comparada son: referirnos al impacto cualitativo y cuantitativo de la globalización en las instituciones de educación superior (IES) y en los sistemas de educación superior (SES) de distintas regiones y países en los últimos veinte años; destacar cómo son necesarios ciertos niveles de equidad social para lograr una educación permanente para todos y para toda la vida mediante políticas educativas adecuadas; y formular conclusiones y propuestas con relación al compromiso social de las universidades y la construcción de la equidad.

Descargar texto en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/formacion-virtual/20100719073843/03LSegrera.pdf

 

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