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El Maestro nuevo y la formación de ciudadanos

Ese día la escuela tenía maestro nuevo quien había sido trasladado de un liceo ubicado en la frontera entre Colombia y Venezuela a una pequeña escuela granja anclada en una montaña de los andes tachirenses. La escuela era una institución pública, con internado para los niños con carencias familiares severas y comedor escolar permanente.

El Director, al inicio de la jornada diaria reunió brevemente a los docentes y presentó al colega que se incorporaba a trabajar como docente y en los proyectos productivos de la escuela. Todos y todas le dieron la bienvenida y se incorporaron a sus labores cotidianas del aula.

Más tarde el Director pasaría por cada uno de los salones presentando ante los niños y niñas al maestro que llegaba. Al entrar a cada salón los estudiantes se levantaban al unísono y decían: –Buenos días señor Director. El Director y el maestro respondían el saludo e indicaban que se podían volver a sentar. Uno que otros cuaderno, lápiz o sacapuntas se caía cuando apresurados los pequeños volvían a sentarse en los pupitres.

Al mediodía, todos, internos y externos, maestros y estudiantes, se reunían en el comedor escolar.  Unas largas mesas eran flanqueadas por banquetas de madera que compartían para sentarse. Era costumbre que uno de los docentes les diera algún breve mensaje de 3 a 5 minutos antes de iniciar la comida. El Director le había pedido al maestro recién llegado que asumiera esa tarea. Los niños estaban comenzando a entrar y el novel maestro tomó una silla, comenzando a bajar los carteles del comedor que decían: “te damos gracias señor por esta comida”,  “señor bendice esta comida que nos das”, “padre nuestra gracias por el pan que nos das”. El Director le comentó a sus colegas: –el maestro nuevo va a cambiar los carteles que ya están viejos por unos nuevos. Al retornar a la mesa el Director le dijo: –Yo ya había pensado en mandar a hacerlos de nuevo, pero qué bueno que usted lo va a hacer. El maestro miró al Director y no contesto nada. La charla del maestro fue sobre los derechos ciudadanos y la alimentación como un derecho constitucional que tenían los niños de la escuela. Les invitó a aprender a conocer sus deberes y derechos como parte de su tarea ciudadana. Al retomar a la mesa que compartía con los demás docentes el silencio fue sepulcral. Luego, una de las maestras procedió a dirigir la oración del Padre Nuestro.

Pasaron tres días sin variaciones; al cuarto día los carteles nuevos con el mismo contenido volvieron a aparecer.  El maestro nuevo los volvió a bajar, esta vez antes de iniciarse las labores del comedor. Esa tarde, el Director pasó una circular convocando a un Consejo de Docentes para el próximo viernes. El punto sexto (6) de la agenda eran los carteles del comedor.

Todos llegaron puntuales al Consejo Docente. Se habló de la organización de los próximos juegos rurales, del fortalecimiento de los proyectos productivos, de las prácticas docentes que realizarían los estudiantes del Pedagógico, entre otros temas. Al llegar al sexto punto el Director comentó que los carteles del comedor habían sido quitados por el maestro nuevo pero que este aún no los había sustituido; más aún la maestra de tercer grado los había vuelto a colocar reelaborados y el maestro los había vuelto a bajar. El Director señaló que se imaginaba que pronto los repondría el maestro. El maestro intervino expresando que “la escuela era una institución pública y no privada, por ende laica. Además la Constitución Nacional y la Ley Orgánica de Educación señalaban que nuestra educación era laica. Entonces –continuó-  cualquier acto de inclinar por una determinada fe no es legal. Apuntó: he hecho una pequeña investigación y de mis estudiantes el 80% son de distintas religiones cristianas pero el restante 20% o son de otras creencias religiosas o no son creyentes. Cerró su intervención interrogando a los asistentes al Consejo Docente: ¿la mayoría tiene el derecho de imponer un ritual religioso a una minoría que no lo comparte? ¿Debemos decirle a nuestros estudiantes de la escuela que la comida cae del cielo y no enseñarles que es una conquista social con rango constitucional? ¿No es una de nuestras tareas la construcción de ciudadanía?  El debate se prolongó por casi una hora. Solo otra maestra se solidarizo con el maestro recién llegado y dos de los docentes no opinaron. El Director comisionó a una de las docentes para que repusiera los carteles.  De vez en cuando estos desaparecían y eran rápidamente vueltos a colocar. Los oficios religiosos, primeras comuniones y charlas de religión a los representantes siempre contaban con un ausente.  Dieciocho años después, cuando el maestro se marchaba de la escuela escuchó a lo lejos la letanía de la oración del Padre Nuestro rezada por los estudiantes bajo la conducción de un docente.

¿Qué piensas tú de este incidente? ¿Consideras que nuestra escuela es laica o confesional?  ¿Crees que es correcta nuestra definición constitucional de la escuela laica? ¿Es compatible la educación para la tolerancia y la hegemonía de una religión? ¿te atreverías a plantear que en una iglesia te permitieran dar clases semanales de evolución del mono en hombre? ¿Para ti la escuela es un espacio teológico o científico? Cada vez que ves un atentado por razones de intolerancia religiosa, ¿Que piensas al respecto sobre tu contribución desde el aula? ¿Tú colocarías los carteles, los bajarías o no tomarías partido?

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UNESCO evaluará en Bolivia calidad de la educación

Bolivia/30 junio 2016/ Fuente: El País

Bolivia se incorporó al Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de Calidad de Educación (LLECE), instancia de la UNESCO que emprenderá procesos de evaluación de la calidad educativa en el país, lo que permitirá visibilizar el estado de situación de la educación en Bolivia.

 En un acto desarrollado en el Ministerio de Educación, con la participación del titular de Educación de nuestro país, Roberto Aguilar Gómez, y el jefe de la sección de evaluación y monitoreo de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC), Atilio Pizarro, se presentó el acuerdo que formaliza la participación de Bolivia en el LLECE para el periodo 2016-2020.

“Este día es muy importante porque a partir de hoy con el equipo técnico de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe (OREALC) de la UNESCO participaremos en la construcción de instrumentos y mecanismos vinculados al desarrollo de la evaluación”, afirmó el Ministro de Educación, Roberto Aguilar Gómez.El LLECE es un referente regional de cooperación en evaluación en educación cuyos objetivos se centran en fomentar políticas educativas basadas en el análisis curricular, elaboración de pruebas de evaluación de aprendizaje, cuestionarios de contexto; diseños muestrales, pruebas piloto, aplicaciones finales y obtención de resultados.

“A partir de hoy iniciamos una gran tarea para poder hacer una evaluación objetiva en lo que ha sido, es y será el modelo educativo, y los resultados que tenga en el contexto de la formación de nuestros estudiantes”, manifestó Aguilar Gómez. “Lo que necesitamos nosotros es evaluar para poder generar imágenes sobre nuestros procesos educativos y con ello mejorar nuestra realidad haciendo que se transforme la educación en beneficio de los estudiantes, de los docentes, de madres y padres de familia, de la sociedad, y a partir de ello ver los aportes significativos para la educación, para la vida”, complementó la autoridad educativa.

Fuente: http://www.elpaisonline.com/index.php/2013-01-15-14-16-26/nacional/item/220614-unesco-evaluara-en-bolivia-calidad-de-la-educacion

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Bullying: sufriendo en familia

Uruguay/Autor: Leonel García

En Uruguay casi uno de cada dos alumnos padece acoso escolar.

«Mejor metelo en el grupo de la tarde. Son menos». Paola, decoradora de interiores, hizo caso y su hijo Ignacio (12) comenzó sexto año en 2015 en el turno vespertino de ese colegio de La Comercial. Pero Ignacio, sensible al punto de conmoverse mirando una película, reacio al fútbol por la violencia que genera, más afín a ver un dibujo animado que jugar al GTA, aniñado, cero agresivo, pese a sus esfuerzos no encajó entre sus pocos compañeros. Y se lo hicieron notar.

La rutina comenzaba cuando la maestra se daba vuelta para escribir al pizarrón. «Gorda boba». «Gorda puta». «Nos vamos a coger a tu mamá». «¿Así que tenés novia? También le vamos a dar». Cruel dinámica la del bullying: el agresor suele tener bajo sentido de la empatía, pero arrastra tras de sí a otros —testigos, cómplices, a veces coautores— en eso de convertir en un infierno el día a día de la víctima. En este caso, era un líder y tres lugartenientes. Ignacio, sacado, reaccionaba. Y solo eso era lo que veía la maestra. Según una investigación de 2013 de la Universidad de Montevideo (UM), en el 71% de los casos las agresiones ocurren en el salón de clases, lo que aumenta la sensación de indefensión de las víctimas. En casa, Paola sufría. ¿Hay algo peor para un padre que saber que un hijo vive un calvario y nadie parece darse cuenta? ¿Cómo evitar que se enferme toda una familia, con la angustia puesta en un chico que muchas veces pensará que el equivocado es él, que algo hizo, que lo merece? Por algo, de acuerdo a datos internacionales, solo dos de cada diez víctimas de acoso escolar cuentan lo que les pasa, dice la psicóloga Silvana Giachero, especializada en bullying y mobbing. Es una violencia que crece en el miedo y la invisibilidad, añade.

«Soy separada. El padre vive en el exterior. Quizá la no presencia de la imagen masculina no le dio eso más agresivo que tienen los niños para defenderse y que lo dejen en paz…», piensa hoy Paola. Su nombre real y el de su hijo, así como el de todas las madres y niños de esta nota, fueron alterados para no ser identificados y victimizados una vez más. «Yo lo veía triste, ojeroso, con dolor de cabeza. Venía llorando. Primero me decía que los otros niños no querían jugar con él. Y eso que yo había organizado algunas pijamadas, para integrarlo». Un día, Ignacio vino, entre culposo y afligido, con un planteo alarmante: «Mamá, creo que estoy en un problema. Partí un palo. Pasa que me lo querían meter…».

Demasiado. El intento de agresión y que el chico sintiera que, de alguna forma, él era responsable, por tranquilo, por aniñado, por distinto. Según ese mismo estudio de la UM, más allá de que un chico tímido, tranquilo, buen alumno, pequeño, nuevo en el liceo, con un algún trastorno del espectro autista (TEA) o alguna característica física peculiar (cualquiera) suele ser más pasible de estar en la mira, el 50% de los bullies no sabe por qué elige a su víctima. No hay derecho a hostigar a nadie. Paola se quejó en el colegio, cuya respuesta apuntó a Ignacio. Que era hiperactivo. Que precisaba ir al psiquiatra. Que había que darle ritalina. Que esas cosas no pasaban. Que eran cosas de niños. Que no molestara más. «Al final, la que quedaba por loca era yo».

Paola fue a plantear su situación al Consejo de Primaria. Una inspectora del área de Privados fue tajante: «Sacalo, en ese colegio hay problemas crónicos de bullying». «Pero… ¡pierde el año!» «¿Y qué importa? ¿Cuál es tu prioridad? ¿Que te lo hagan mierda?». Así hizo. Al poco tiempo, recibió una llamada de la mamá de un compañerito. «No sabés lo bien que hiciste. Los cuatro venían a casa y planificaban cómo torturarlo». Paola agradeció, entendió que esa madre tenía terror que a su hijo —que no era parte de esa barrita— le pasara lo mismo que a Ignacio… y pensó lo bien que le hubiera venido una aliada que en su momento no apareció.

Primaria le permitió dar un examen libre y no perder el año, por lo que Ignacio comenzó el liceo en otra institución. Con ayuda psicológica, ya es otro. «Recuperó la confianza. Es un niño alegre, feliz de vivir de vuelta. Me dijeron de hacerle un juicio, un agujero al colegio, pero solo quiero una entrevista para que le pidan disculpas… ¡y que me paguen el psicólogo! Y no lo quieren recibir. Yo, que pasé lo que pasé, le diría a los padres de chicos que sufren bullying que escuchen a su hijo, que no tomen como normal algo que no es normal. Si a mi hijo no lo rescataba, capaz que se suicidaba…».

Giachero, quien desde 2013 organiza congresos internacionales anuales sobre acoso escolar y laboral, realizados en el país, Argentina, Costa Rica y —este año— México, afirma que el bullying está detrás de uno de cada cinco suicidios adolescentes en Uruguay; en concreto, el 19%.

Golpe al alma.

Por bullying se entiende al acoso sistemático, repetitivo y prolongado durante un cierto período de tiempo (que algunos autores cifran en seis meses) que sufre un alumno a manos de un compañero o grupo de compañeros. Si bien no hay estadísticas sistematizadas, un estudio de la Unesco de 2011 señala que 30% de los alumnos uruguayos de sexto de Primaria sufre maltratos verbales constantes por sus pares. Esto pone al país en el cuarto lugar de América Latina, luego de Argentina, Perú y Costa Rica.

No hay distinción entre clases sociales: en el ya citado estudio de la UM, realizado en 536 alumnos de segundo de liceo de Carrasco, Unión, Prado y la zona Oeste, se indicaba que 45% de los estudiantes de contextos socioeconómico medio-alto y 42% del bajo habían sido objeto de acoso. Puede ocurrir en cualquier etapa educativa, aunque el pico se encuentra entre los 11 y los 14 años, fines de Primaria e inicios de la Secundaria. «Si bien se puede llegar a la violencia física, este acoso tiene su núcleo en la agresión psicológica. La herida es psicológica: les están pegando en su alma», dice Giachero. Y es imposible que en la familia no repercuta.

«Fue muy doloroso, hasta el día de hoy estoy afectada. Es horrible saber que tu hijo es humillado y que nadie le tira un salvavidas en el centro educativo en el que vos depositaste tu confianza», dice Susana, una trabajadora de la salud al recordar por lo que pasó Sebastián (16) en un colegio de La Blanqueada donde asistió por nueve años. En su caso ya hubo alertas tempranas de discriminación: «En la escuela no lo invitaban a determinados cumpleaños. Repartían tarjetas delante de él y a él no le daban. Pero eran casos aislados». En segundo de liceo aparecieron conductas inesperadas en casa: contestaciones violentas, puñetazos a las paredes, dificultades para dormir. En un inicio lo asociaron a los cambios hormonales de la adolescencia y a su diagnóstico de chico hiperactivo, pero pronto se supo la realidad: había un compañero de clase, al que conocía desde hacía años, lo que lo hacía más difícil de entender, que lo vivía hostigando y amenazando. Susana se guarda lo que le decían a su hijo más chico — «Me duele mucho»— pero no la respuesta del colegio: «Me dijeron que era algo difícil de controlar, que el otro era buen alumno, que lo mejor era que me llevara a Sebastián a otro lado». La víctima de bullying era la que debía irse.

Esta situación llevó a que Susana estuviera dos meses y medio ausente de su trabajo por certificación médica, que sufriera insomnio y sostuviera innumerables discusiones con su marido. Al igual que el caso anterior, tratamiento psicológico y cambio de institución mediante, Sebastián dejó esa pesadilla atrás y disfruta la seguidilla de cumpleaños de quince de su edad. «Hoy veo que el padre fue el que llevó mejor la situación, alguien tenía que mantenerse frío. Yo… todavía tengo tristeza en el alma. Hasta el día de hoy quiero ir a romper algo en el colegio». A diferencia de Paola, ella sí llevó su caso a la Justicia.

Sin respuesta.

Silvana Giachero ha tratado a numerosas víctimas de bullying a través de una técnica terapéutica conocida como EMDR, basada en el reprocesamiento de traumas psicológicos. «Lo que tienen estos niños son síndromes de estrés postraumático, una lastimadura en el aparato psíquico». Y si bien recomienda hacer la denuncia de lo que ocurre en la institución educativa —y llegar a la instancia penal de ser necesario—, admite que es raro que estas situaciones sean contempladas. «¿Es lo más adecuado sacarlos a ellos de su escuela? No, pero no podés tener a tu hijo en un lugar donde lo torturan. Muy pocos colegios reaccionan de manera correcta, se cuentan con los dedos de una mano. Por lo general, miran de costado, niegan lo que pasa y, llegado el caso, culpan más a las víctimas. En las instituciones públicas, ocurre que por más que quieran hacer algo, no tienen cómo. Por ahí encontramos que quieren hacer más y no pueden».

La familia de Mariana (16) sufrió dos veces la inacción de dos instituciones, ambas privadas y católicas. En la primera, en Sayago, su madre Leonor era maestra y conocía a las hostigadoras. Mariana era tímida, de lentes, menudita, bien hablada y respetuosa con los docentes (¡era hija de una!). Y ellas eran las «populares» que siempre encontraban una excusa para molestarla y tratarla de alcahueta. Todos los estereotipos hechos carne. En sexto, Leonor intervino: habló con la directora (su jefa), la madre de la chica más acosadora (conocida desde hacía años) y con la maestra (su compañera de trabajo). «No tuve eco. En el centro me dijeron que no tenía importancia, que ella iba a tener que saber lidiar con estas cosas a futuro, que siempre pasaron, que iba a tener que ser fuerte». Al llevarla a otro liceo, por la falta de respuesta, ella también debió buscarse otro trabajo.

En un liceo del Prado, en primero, la historia se repitió. Mariana era, además, la recién llegada. «La dejaba llorando y me iba yo llorando. Además de las burlas, sufrió el vacío. Se ve que la imagen de fragilidad despertaba algo… le hacían de todo, no la invitaban a ningún grupo, no le permitían integrarse, si se enfermaba nadie le quería pasar los apuntes. Como familia teníamos que estar muy bien parados porque… es muy difícil que tu hija te pregunte: ¿Qué tengo yo?», cuenta Leonor. La respuesta institucional no fue la esperada: «Si ella no se adapta, se va a tener que ir», le dijeron. Y se fue. Hoy está mejor, con amigos, en un lugar donde la escuchan. Pero el dolor prosigue: «Cuando uno va a un colegio a hablar de bullying, lo primero que hacen es negarlo. No existe un protocolo ni nada. En el liceo donde va mi hija, en quinto, hay un caso parecido y ofrecí ayuda. ¡Te imaginarás que me hice experta en el tema! Pero me dijeron que no, que ellos ya tienen la teoría suficiente», asegura la madre y docente.

Giachero subraya que no hay una política oficial en torno al bullying (ver nota aparte) y sostiene que las acciones de prevención deben apuntar a sensibilizar a los testigos, terceros actores además de la víctima y el victimario, para que dejen de ser funcionales a la dinámica, ya sea por miedo a sufrir lo mismo, indiferencia, por prenderse al «contagio social» de seguir al más fuerte o «por no ser buchón».

Magdalena Robaina, otra psicóloga especializada en el tema, califica al bullying como «un arte con público»: «El hostigador precisa un refuerzo social. La institución tiene que estar alineada contra esta problemática, de lo contrario se agrava el problema». Ella ha sido invitada a dar varias charlas a colegios. «Te llaman cuando hay casos puntuales y la reacción suele ser positiva. Si en un colegio te dicen acá no hay bullying, ponele la firma que hay».

Vínculos.

Cansada de que a su único hijo, Fabián (11), lo hostigaran los «bandidos» que siempre le encontraban para caerle encima —que es retraído, que es estudioso, que es chico, que le gustan los caballos, que no le gusta el fútbol— Isabel, empleada de un frigorífico, decidió cambiarlo de escuela, en Las Piedras. Eso fue el año pasado, en quinto, y fue para peor; tanto que ella y su marido fueron más de una vez a espiar al patio para evitar que lo agredieran en patota.

«Yo el año pasado falté mucho al trabajo porque lo veía muy mal. Pedí licencia». En su caso, cuenta con dolor, veía una repetición de su propia historia. «Yo llegué a repetir un año porque la gente no me aceptaba. Yo era diferente… tengo labio leporino. Pero él no tiene nada a la vista. Solo porque no le guste jugar al fútbol o prefiera estudiar… no hay derecho a que pase mal».

Este año, Fabián volvió a hacer sexto en su anterior escuela, donde lo habían corrido sus hostigadores. Algo había cambiado y para mejor. «Llamaron a un psicólogo y tocaron el tema del bullying. Lo recibieron bien, de un modo que él no esperaba», dice Isabel contenta. En la del año pasado el caso de Fabián marcó un precedente. «Eso me lo contó una maestra, fue un psicólogo a hablar y los alumnos reconocieron que estuvieron mal, que mi hijo se fue por culpa de ellos. Le mandaron una carta pidiéndole disculpas». Para él, fue tarde.

El «acá no pasa» no corre en el bullying ni sabe de contextos socioeconómicos. En centros de población más vulnerable, afirma Giachero, sí se da que el paso de la violencia psicológica a la física suele ser más rápido. Por duro que suene, un moretón puede ser «preferible» a un golpe al alma. «Si hay violencia directa, ahí es más fácil ver y frenar la situación. Cuando más invisible y sutil sea, es más complicado», dice la psicóloga. La mejor prevención, siempre, es tener el mejor vínculo padre-hijo. Estar presentes en la vida de ellos es fundamental para una detección lo más temprana posible.

Bien lo sabe Leonor, maestra y madre de una chica víctima de bullying que salió adelante, experta a la fuerza en estos temas: «Lo primero es tener mucha comunicación y un vínculo fluido. Porque muchas veces los hijos no hablan, y cuando lo hacen no se sienten apoyados. Lo otro es buscar que no se aíslen. Y tú tenés que apelar al diálogo (con la institución) siempre, aunque estés llena de rabia, aunque estén tocando a tu hijo. Es difícil, pero tenés que mostrar que con prepotencia no llegás a ningún lado».

NO HAY PERFIL; SÍ REVICTIMIZACIÓN

«Hay un falso mito del perfil de la víctima. Muchas veces de su propio entorno le dicen algo habrás hecho, sos un debilucho o defendete, hacete respetar. Eso revictimiza al chico, lo hace sentir culpable y que cuente menos», afirma la psicóloga Silvana Giachero. «La víctima piensa que es un estorbo, porque los padres se pelean y los otros hermanos son desatendidos. El bullying es una bacteria que crece y contamina, a la psiquis y a la familia. Esto puede terminar en divorcios o suicidios».

De hecho, el estudio del bullying —que existió toda la vida— comenzó a difundirse desde la década de 1970 por el suicidio de tres adolescentes en Noruega.

SIN DATOS NI PROTOCOLO A NIVEL OFICIAL

Según Martín Prats, director de Derechos Humanos del Consejo Directivo Central (Codicen), no existen en el sistema educativo algo así como un protocolo específico para actuar en casos de bullying, datos estadísticos sistematizados ni registro de casos denunciados. Lo que sí hay son programas —como Convivencia o Mediadores— que incluyen el tema de la violencia. Lo que se busca es una sensibilización del problema. «El acoso es una preocupación pero en un abordaje integral, no en establecer las cargas sobre un adolescente», afirma. Las actuaciones, agrega, dependerán de la realidad —socioeconómica o institucional— de cada centro educativo. Los colegios privados tienen una autonomía bastante amplia: «Cada uno tiene su propia política al respecto».

A QUÉ SEÑALES DE ALERTA Y CAMBIOS HAY QUE ESTAR ATENTOS

Hay varias señales de alerta que pueden indicar que un niño o niña es víctima de bullying.

— En niños chicos, cuando lloran constantemente para no ir a la escuela; en adolescentes, en un ausentismo injustificado a clases.

Somatizaciones diversas: problemas para comer y dormir. Pesadillas recurrentes. Malestares que comienzan a presentarse los domingos de noche o que obligan a los padres a ir a buscarlos al instituto. También puede presentarse un aumento en cantidad de horas de sueño, a causa de la depresión.

— Conducta irascible, hipersensible e hipervigilante en casa, como si estuvieran siempre a la defensiva, esperando un ataque. La autoestima se ve afectada.

Descenso en el rendimiento escolar. Su concentración y atención se ven afectados.

— Aislamiento notorio en la escuela o liceo: busca la cercanía de los adultos o permanece en el aula.

Presentar frecuentemente señales de agresión física (moretones, túnica o uniforme roto) o le faltan materiales, plata u otros útiles.

Aislarse socialmente, no ir a bailes, reuniones ni invitar compañeros de clase a casa.

La psicóloga Magdalena Robaina puntualiza que los «cambios en la conducta» son señales de alerta. «Si el niño dejó de socializar hay que estar atento. Pero si nunca fue a bailar o nunca iba cumpleaños, no tiene por qué ser bullying«. El ciberbullying, o acoso realizado a través de redes sociales, complicó —como si fuera necesario— la detección. «Las señales de alarma son las mismas, solo que… menos visibles», añade esta profesional. Menos visibles que una túnica rota, sin duda.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/domingo/bullying-sufriendo-familia.html

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Una tomografía de la Educación Argentina

Argentina/30 junio 2016/ Fuente: Diario Norte

Una década se cumple de la Ley de Educación Nacional, que se sancionó el 14 de diciembre de 2006 y que en su artículo 16 estableció la obligatoriedad de la secundaria.

Si bien en estos últimos 10 años se avanzó en su cumplimiento, la tasa neta de asistencia al nivel medio es 86,6%, es decir que aún no acceden a la escuela más de uno de cada 10 adolescentes de entre 12 y 17 años, según datos de IIPE-Unesco.

Las mujeres son las que tienen una tasa de escolarización secundaria más alta (88%) que los varones (85%), diferencias que se profundizan a partir de los 15 años.

En cuanto al acceso al nivel medio viene creciendo de manera sostenida: aumentó 12 puntos en la década de 1990 (de 59,4% en 1991 pasó a 71,5% en 2001), y otros 13 puntos durante los años 2000, hasta llegar al 86,6% en 2014, última cifra disponible.

El 13,4% de los adolescentes que aún falta escolarizar pertenece a un “núcleo duro” difícil de alcanzar: los más pobres de las zonas urbanas y los que viven en parajes rurales aislados.

El investigador de la Unsam y ex ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, afirma que los que no acceden a la secundaria pertenecen a sectores sociales con muchas carencias. Tampoco sus familias tienen acceso a empleos decentes, viviendas dignas y servicios de salud adecuados. Una parte de ellos habita en poblaciones rurales aisladas y otros lo hacen en zonas urbano-marginales, mientras algunos pertenecen a pueblos originarios o son migrantes pobres.

Guillermina Tiramonti, investigadora de Flacso y la UNLP, asegura, asimismo, que los adolescentes que no van a la escuela pertenecen a grupos sociales que viven en la búsqueda diaria de alternativas de sobrevivencia, de modo que su estrategia de vida no incluye un plan de largo plazo como el que propone la escolarización.

Además, aunque estuvieran dispuestos a concurrir a la escuela, la oferta del Estado no es suficiente ni satisfactoria en lo edilicio, lo organizacional y lo pedagógico, sostiene.

Tiramonti aclara que se les ofrece las peores escuelas a los chicos más pobres y que la organización académica carece de la flexibilidad que se requiere para atender a estos sectores con un régimen de vida más fluctuante e inestable que el de los chicos de clase media.

Finalmente, la especialista insiste en que “el modelo pedagógico de la escuela secundaria fue pensado para seleccionar a unos pocos‘, y por lo tanto discrimina a estos grupos.

Para lograr incluir a los adolescentes que aún no han pasado por la secundaria, sería necesario tener un mapa lo más preciso posible de la distribución de esa población y adoptar un enfoque integral donde la respuesta educativa se asocie con políticas de empleo, vivienda y salud.

Por otra parte, retener a los adolescentes que sí logran acceder a la educación exige trabajar en la formación continua con revisión de las pedagogías de los docentes, armar equipos con dedicación plena en cada escuela, promover la continuidad de directivos y profesores, asegurar horas para planificar proyectos interdisciplinarios y revisar el formato rígido de horarios y materias.

La Ley de Educación Nacional introdujo el concepto de “emergencia educativa” para aplicarlo a aquellas zonas donde no se logra garantizar el derecho a la educación para todos.

Tedesco asegura que “la emergencia permitiría aplicar recursos extraordinarios, con planes de urgencia e intervención activa del Estado nacional, a fin de resolver el problema. Lamentablemente, pese a los diez años de vigencia que tiene la ley, este recurso nunca fue utilizado”.

En los parajes rurales aislados, la tecnología es un aliado clave para garantizar el acceso a la secundaria.

El modelo de secundarias rurales mediadas por tecnología, ejecutado por Unicef con los gobiernos de Salta, Jujuy, de Misiones y del Chaco, permite que los adolescentes de zonas rurales dispersas (esos que forman parte del núcleo duro más difícil de escolarizar) estudien con las netbooks y el celular.

Cabe esperar, a diez años de la promulgación de la ley, que este proceso de debate inédito en la historia de la educación argentina, que permitió un alto grado de consenso en la aprobación social y parlamentaria, pueda seguir profundizándose.

Sólo así será posible mantener una evaluación crítica de los importantes avances logrados y de las asignaturas pendientes que aún tenemos en materia de educación.

Fuente noticia: http://www.diarionorte.com/article/139248/una-tomografia-de-la-educacion-argentina.

Fuente imagen: http://www.e-historia.cl/wp-content/uploads/2015/11/Un-Nuevo-Enfoque-Educativo-De-las-TIC-a-las-TAC-3copia.jpg

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Subdirectora de UNESCO destaca avances en educación y libertad de expresión en Uruguay

Uruguay/30 junio 2016/ Autor: / Fuente: Radiomontecarlo

La jerarca del organismo internacional firmó un memorándum de entendimiento sobre diversos temas con el Ministerio de Educación y Cultura y luego mantuvo una reunión con el presidente Tabaré Vázquez.

La directora general de la Unesco, Irina Bokova destacó el trabajo de Uruguay en materia de ciencias naturales, tecnología, educación, libertad de expresión y derechos humanos.

Según informa Presidencia de la República, la subdirectora del organismo internacional firmó un memorándum de entendimiento sobre diversos temas con el Ministerio de Educación y Cultura y luego mantuvo una reunión con el presidente Tabaré Vázquez.

Bokova aseguró que Uruguay lidera en América del Sur el trabajo en áreas como educación, comunicación, cultura, libertad de expresión y derechos humanos.

Destacó además el trabajo de los comités nacionales en apoyo al Programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST), así como también en los programas de Geociencias y El hombre y la Biósfera, valorando como “muy importantes” los objetivos alcanzados.

“Uruguay fue uno de los primeros países en introducir las nuevas tecnologías en el sistema educativo”, subrayó la funcionaria de origen búlgaro.

Fuente: http://www.radiomontecarlo.com.uy/2016/06/27/nacionales/gobierno/subdirectora-de-unesco-destaca-avances-en-educacion-y-libertad-de-expresion-en-uruguay/

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Venezuela: Docentes realizan Reencuentro Metodológico para reforzar su formación profesional

Venezuela/30 junio 2016/Autor: Emelean/Fuente: MPPEUCT

La actividad busca aportar herramientas, compartir experiencias, adquirir y actualizar conocimientos, además de estimular el sentido de pertenencia y la cultura universitaria.

A propósito del período de vacaciones inter semestrales, los docentes de la Universidad Deportiva del Sur (UDS) aprovechan para llevar a cabo un reencuentro metodológico, destinado a fortalecer y actualizar conocimientos en beneficio del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Este encuentro que consta de varios días, es promovido por el equipo de Dirección Académica encabezado por la profesora Juana Blanco, quien explicó que todo el trabajo está enmarcado en el Plan Maestro del Sistema de Formación al Docente, emanado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología (Mppeuct), apuntando al mejoramiento y calidad de los docentes universitarios.

Asimismo, indicó que se busca aportar herramientas, compartir experiencias, adquirir y actualizar conocimientos, además de estimular el sentido de pertenencia y la cultura universitaria ajustada y contextualizada con el resto de las universidades del país y con el Plan de la Patria. “Queremos que nuestros docentes tengan una mejor preparación para que puedan formar integralmente a los jóvenes que vienen a convertirse en profesionales del deporte”.

Un total de 82 docentes de dedicación exclusiva, tiempo completo y medio tiempo asistieron junto a 20 otros, pertenecientes al convenio Cuba-Venezuela, a los diversos talleres relacionados con el docente universitario como sujeto de eticidad, redimensión de la filosofía institucional, modelo del profesional en el marco de la transformación universitaria, importancia de la investigación en la docencia y el currículum en la realidad socioproductiva del país, entre otros.

Por su parte, Dayse Machado vicerrectora académica de la universidad, expresó que es necesario que los docentes estén articulados en su discurso, acciones,  planificación, evaluación y valoración humana del estudiante que ingresa a la Universidad. “Se trata de hacer el trabajo desde el punto de vista académico, social, comunitario, pedagógico y metodológico con el fin organizar la casa, para que los estudiantes no tengan las fragilidades que en años anteriores estuvieron presentes”.

Igualmente, dijo que este encuentro será institucionalizado en la Universidad para permitir la evaluación constante de los procesos académicos, de esta forma podrán analizar y evaluar lo que se ha hecho, lo que falta, lo que se necesita fortalecer y así corregir y avanzar en función del desarrollo de la academia.

Es importante mencionar, que el reencuentro contó con la valiosa participación y aporte de saberes de Pilar Guerra y Gustavo Jaime, ambos provenientes de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez).

Fuente: http://www.mppeuct.gob.ve/actualidad/noticias/docentes-realizan-reencuentro-metodologico-para-reforzar-su-formacion

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Movimiento estudiantil, neoizquierdas y reforma de la educación superior

Chile/ Autor: José Joaquín Brunner

Los estudiantes movilizados y en continua radicalización han ido aislándose cada vez más en un espléndido discurso maximalista, como suele ocurrir en momentos de infantilismo revolucionario.

 I

De pronto cambió el tono de la dirigencia de las agrupaciones estudiantiles controladas por grupos y fracciones de neoizquierda (mejor que llamarlas de “ultraizquierda”), tanto a nivel universitario como secundario. La ciudadanía observa con cierto escepticismo, relativo acostumbramiento y a veces molesta cómo aumenta el ruido en las calles e, inevitablemente, la violencia de los grupos encapuchados que acompañan a las manifestaciones para perturbar el orden, atacar a Carabineros y destruir bienes públicos y privados.

Tal acentuación de la radicalidad, ¿es un signo de fuerza o un manifestación de debilidad; una manera de ganar adeptos o de estrechar filas; un intento por forzar una “reforma con ruptura” de la educación superior o por asentar la idea de que los cambios impulsados por el Mineduc son un mero adorno de la vitrina?

Sin duda, el movimiento estudiantil pasa por un momento difícil.

La estrategia de conversar y presionar simultáneamente en las calles no ha dado resultado. Al contrario, ha desgastado a los dirigentes en sus comunidades (escasa participación, baja legitimidad de las federaciones, tendencia al fraccionamiento interno) y, hacia fuera, les ha hecho perder prestigio ante la opinión pública. Paradojalmente, mientras más recurre a la fuerza, menor es su fuerza ante la opinión pública.

Efectivamente, el núcleo político de la Confech se halla confundido y dividido respecto de cómo seguir adelante. Hay quienes llaman al “paro indefinido” (¡qué fascinación produce aquí el término “indefinido”!), mientras otros convocan a asambleas reflexivas.

Uno de los grupos principales que integra ese núcleo directivo, la Izquierda Autónoma (IA) al que pertenece el diputado Boric, acaba de romperse por cuestiones de diseño estratégico y, en particular, por posiciones encontradas frente a qué hacer con la reforma educacional.

Al mismo tiempo, otro de los grupos de la neoizquierda nacida del movimiento estudiantil, Revolución Democrática (RD) del diputado Jackson, ahora convertido en partido político, retiró a algunos de sus principales cuadros del Mineduc, donde habían creado una red tecnoburocrática influyente en torno al diseño y manejo de la reforma educacional, desplazando a los partidos tradicionales de la NM, particularmente al PS y la DC.

De modo que nos encontramos ante un cuadro de tormentas que -en torno a la reforma de la educación superior- se ha ido formando en el horizonte, amenazando a la polis con un invierno revuelto. ¿Cuán intensas serán las turbulencias y con qué efectos e impacto? No es fácil saberlo. Pero sí resulta relativamente menos difícil identificar los elementos que están conjugándose para provocar la tormenta.

Primero, la ya larga postergación del anunciado proyecto de reforma de la educación superior, vacío que ha ido llenándose con cambiantes y frecuentemente contradictorios enunciados del gobierno y personeros de la Nueva Mayoría (NM). Han sido dos años exasperantes: sin agenda, sin carta de navegación, sin rumbo, sin personeros que lideren la posición oficial, sin propuestas fundadas que pudieran discutirse seriamente, sin siquiera dar señas de hacia dónde ir o qué esperar.

Segundo, como consecuencia de lo anterior, los actores de primera línea del sector enervados y confundidos. El CRUCH dividido y sus rectores desafectados o convertidos en meros portavoces de los intereses más directamente corporativo-financieros de sus organizaciones. Las instituciones privadas no-pertenecientes a dicho Consejo, inseguras de su suerte y sin posibilidades de planificar su futuro. Los institutos profesionales y centros de formación técnica relegados a un papel secundario. Las comunidades científicas y los académicos prácticamente fuera del escenario. Los estudiantes dedicados, en su gran mayoría, a tomar distancia de los asuntos públicos, pero con un movimiento radicalizado en torno a la Confech y las organizaciones de secundarios que se presentan como portavoces del conjunto de los estudiantes del país. Pero que progresivamente van perdiendo conexión con la masa estudiantil y con los patrones normales de conducta democrática.

Tercero, frente al panorama descrito, la opinión pública ha ido restando apoyo a la reforma educacional y, lo más probable, tiende a percibirla a través de las imágenes de la violencia y el desorden en las calles, los liceos “tomados”, y unas élites -de izquierda a derecha, en el gobierno, el parlamento, la NM y la oposición- que no logran arribar a mínimos acuerdos y mantienen una confrontación verbal que incluso a los iniciados en estos asuntos les resulta difícil entender.

Al comienzo de la semana, casi dos terceras partes de la opinión pública encuestada se pronunciaba negativamente respecto a la reforma educacional, lo cual es un fenómeno extraordinario si se piensa que por lo general las reformas educativas suscitan más esperanza que desconfianza, más aplauso que rechazo.

Cuarto, sin embargo, se sabe poco de la reforma de la educación superior -sus metas, contenidos, fundamentos y plazos- a pesar de que han transcurrido dos años desde el comienzo de la administración Bachelet y de tratarse, supuestamente, del eje central de la política gubernamental y su iniciativa estelar.

Efectivamente, la gratuidad acotada del 2016 -único anticipo efectivamente explicitado hasta ahora de la reforma y puesto parcialmente en marcha- ha tendido a profundizar la confusión y a expandirla, acelerando la ola del descontento, por diversas razones, en todos los frentes.

Quinto, ante tal falta de conducción intelectual, técnica y política del proceso de reforma, la cacofonía de voces, enunciados, declaraciones y ecos redobla la sensación de desorden. Basta observar lo ocurrido durante los últimos días.

La ministra de Educación y los dirigentes de la NM insisten en que se hará un esfuerzo por llevar la gratuidad al menos a los estudiantes del 60% de hogares de menores recursos relativos para desde ahí dar el salto, en el futuro cercano, al 100% de gratuidad. A su turno, el ministro Valdés, encargado de la Hacienda pública, aclara: “lo que es claro es que llegar a la gratuidad universal con los recursos que hoy tenemos es muy difícil, porque le pone una presión muy grande al resto del aparato público. O sea, si no se hace nada más, se puede. Pero hay otras necesidades también. Entonces, el proyecto va a establecer las formas y modos de cómo se va a seguir avanzando”.

Una diputada oficialista, del PC, Camila Vallejo, se queja, argumentando: “yo hubiese esperado un 70% para el 2018, eso ya no se anunció, es solo el 60%. Lo que a nosotros nos interesa es que se explicite cómo vamos a garantizar la gratuidad universal y en qué plazos, porque no estamos de acuerdo con que esto dependa de cómo se alinearán los astros y de la situación macroeconómica, pues es muy poco probable que eso así sea y se favorezca la extensión de la gratuidad”. Y ayer, en el diario La Tercera, la diputada oficialista llamaba a mantener la presión desde la calle: “Creo que necesitamos una fuerte movilización social en esta materia, que logre incidir y establecer los marcos de lo que debiese ser la discusión de la reforma educacional, para que no termine en una cocina en el Senado. El rol del movimiento social es muy importante”.

En La Tercera interviene también el senador Walker y, con realismo creo yo, señala: “el programa de gobierno habla de gratuidad para el 70% de menores ingresos, bajo este gobierno, y se compromete con llegar a un 100%, en 2020. Quiero ser claro sobre esta materia: esto último es imposible de lograr, ni en 2020, ni en 2030, ni en 2040”.

Finalmente, para agudizar aún más este cuadro cacofónico, aparece el diputado Giorgio Jackson de RD declarando que, para financiar la gratuidad, se debería crear “un sistema de contribución que involucre múltiples formas”, mencionando como posibles contribuciones un impuesto a los graduados, recursos de la ley del cobre y la devolución con trabajo voluntario, todo lo cual reduce la gratuidad a un intercambio por dinero o en prestaciones. En un frente algo distinto, el senador Montes, del PS, sorpresivamente declara (¡ahora, en la undécima hora!) su disposición para estudiar la legalización del lucro en el caso de instituciones privadas de enseñanza superior que renuncien a obtener cualquier apoyo del Estado.

Así pues, se va llenando el cajón de sastre vacío que el gobierno ha mantenido abierto durante dos años.

II

En el orden de los razonamientos explicativos, cabe anotar que la misma falta de conducción y contenidos gubernamentales, de relato y propuestas, y el desorden observado en la NM, han favorecido la radicalización del movimiento estudiantil. Sus demandas van escalando y su tono se torna cada vez más desafiante, hasta alcanzar su punto cúlmine con el dicho reciente de un dirigente secundario: “El ministro del Interior nos tiene miedo. No los dejaremos gobernar”.

Se llega a este punto límite, en buena medida, porque la administración Bachelet, desde el primer día, ha buscado congraciarse con los estudiantes y no ha ofrecido a sus sectores dirigentes aquello que se supone es propio del soft power: la capacidad intelectual, política y ética de argumentar, persuadir y orientar a aquellos que pretenden desafiar al poder. Al contrario, la administración Bachelet ha cedido y concedido continuamente, moviendo los límites de un lado para el otro, sin oponer la resistencia que nace de las ideas sólidas, de las convicciones, sobre todo de la fuerza democrática e institucional de las convicciones. En vez de eso ha buscado mimetizarse con el lenguaje y el aura de los jóvenes estudiantes y sus reivindicaciones. Su gobierno ha terminado, parafraseando a Maquiavelo, sin ser amada ni temida.

No debiera sorprender que en este terreno movedizo y de cercos sobrepasados, la disputa tienda a alejarse también del sentido común, los cambios posibles, los tiempos políticos-administrativos, para irse a los extremos de la mera lucha ideológica -espacio del “infantilismo revolucionario”- o de la desnuda defensa de los intereses corporativo-financiero de las organizaciones involucradas.

La disputa ideológica ocupa así el espacio dejado por el gobierno con discursos inflamados y categorías gruesas del estilo modelo, paradigma, hegemonía pública, desmercantilización, nueva centralidad, etc.; es decir, “much ado about nothing”. En el otro extremo campea el más craso sentido mercantil; cada organización trata de posicionarse de la mejor manera posible para arrancar la mayor proporción de recursos al Estado.

Del lado de la disputa ideológica, la veta más interesante de los últimos días proviene, sin duda, de la fracción de la Izquierda Autónoma agrupada en torno a la fundación Nodo XXI, cuyo documento “El futuro de la educación superior chilena en la reconstrucción de la educación superior pública”, entregado a la ministra de Educación, apuró la escisión del grupo liderado por el diputado Gabriel Boric, quien se declaró sorprendido por los contenidos del texto y por el acto de su entrega a la autoridad, justo en el momento que el movimiento estudiantil llamaba a un paro indefinido y a tomarse los palacios de invierno de la educación.

De hecho, el documento de esta fracción de neoizquierda es todo menos anti-sistema y no introduce una ruptura con el status actual de la educación superior.

Por primera vez, una parte de aquel mundo autoproclamado como neorrevolucionario hace un esfuerzo serio por pensar la educación superior desde dentro de los marcos de un sistema mixto, de cooperación estatal-privado. Reconoce (¡finalmente!) una educación pública estatal y no-estatal, asunto que algunos venimos postulando desde hace una década frente a la incomprensión de la izquierda tradicional de la NM y, hasta ahora, también frente a la ceguera de la neoizquierda.

Habla que una “nueva universidad pública (estatal o no estatal)” debe ocupar el centro del sistema y expandirse, asimilándose bajo ese concepto las universidades creadas o reconocidas por ley como las propiamente estatales, las privadas laicas del CRUCH, las católicas del CRUCH (en la práctica no se entiende bien a título de qué viene esta última distinción cuando todas ellas son universidades públicas de acuerdo al documento), agregándose además una nueva categoría de universidades privadas que “colaboran con la función pública”, también reconocidas por ley y que podrán recibir financiamiento fiscal.

Adicionalmente, podrían existir instituciones privadas de derecho civil que, sin pretender ser colaboradoras de la función pública, tampoco recibirán recursos de la renta nacional, subentendiéndose que podrían organizarse como personas jurídicas con o sin fines de lucro.

Para justificar este cambio de actitud -al menos en el discurso-, la fracción Nodo XXI de la IA apela a la sabiduría conservadora: “Hay que aprender de nuestra historia” dice el documento entregado a la ministra, cosa que es un supuesto de la razón pública, la cual no se agota ni consuma en el plano puro de las normas, los ideales y los valores.

¡Bravo! A esto se llama asumir una cuota necesaria de realismo para incidir en las decisiones y hacerse parte de la historia y no sólo de la esfera de la declamación ideológica.

III

Puestas así las cosas, puede entenderse el temblor que causó el texto de Nodo XXI dentro de las estrechas paredes de la IA.

En efecto, a partir de un texto así formulado sería perfectamente posible establecer un diálogo bastante más rico sobre temas de coordinación y planificación dentro de un sistema mixto, la centralidad de la educación pública (entendida como dice el documento), la expansión de esta última, el financiamiento mixto de las instituciones, etc.

Esta visión abandona, explícita y no sólo oblicuamente, el privilegio que otras corrientes más tradicionales aspiran a otorgar a las universidades estatales, al reducir lo público al Estado y al derecho a acceder con preferencia a recursos fiscales. Termina, asimismo, con el pertinaz y arbitrario argumento de que lo privado es bueno y aceptable cuando está dentro de los límites del CRUCH y es perverso e intolerable si está fuera de ese reino.

Por cierto, hay decenas de otros aspectos en el texto que comentamos -propuestas institucionales, de organización y funcionamiento, de relación con el Estado y la sociedad, de uso de fondos públicos y definición de las instituciones, etc.- que en él no hallan, en mi opinión, un adecuado tratamiento político, ni académico, ni técnico. Con todo, el documento da un paso que en lo esencial -la existencia de un esquema mixto de provisión con un trato relativamente igualitario entre los proveedores públicos de diverso tipo- constituye una verdadera ruptura con el discurso tradicional de la izquierda y la NM, centrado en la preeminencia del subsistema de instituciones estatales. Esa concepción administrativo-burocrática de lo público queda atrás aquí. Lo cual no significa que vaya a desaparecer o que, en el horizonte corto, vaya a ser superada.

Pues, como ya dijimos, en el lado opuesto al de las disputas ideológicas se libra una lucha político-corporativa en defensa de los intereses, la identidad y las pretensiones de los actores organizacionales, básicamente las universidades estatales mejor establecidas y más consolidadas, que buscan un trato preferente y una suerte de prerrogativa napoleónica para administrar al sistema en su conjunto, como alguna vez ocurrió en Francia con la universidad imperial.

No hay en verdad argumentos robustos para defender esa visión, llena de nostalgias imperiales y de una débil legitimidad tradicional, de donde provienen las frecuentes invocaciones a Bello, Domeyko y Letelier.

Habría que volver al siglo XIX, claro está, para revivir esa tradición y dotar de una nueva legitimidad al control estatal sobre el sistema universitario y sobre los recursos del Estado destinados a subsidiar la producción y transmisión de conocimientos.

Sorprende, en cualquier caso, que ni el gobierno Bachelet, ni la NM, ni tampoco las corrientes de neoizquierda hayan reivindicado como salida más viable del actual punto ciego en que se halla entercada la reforma, una solución al estilo de los EEUU, donde las universidades estatales reciben un trato especial del Estado (y los estados) a cambio de sujetarse a ciertas reglas y competir con las instituciones privadas de diverso tipo que reciben también apoyo público a través de un amplio esquema de apoyos estudiantiles administrado por el gobierno.

Alcanzar tal solución ha estado al alcance de la mano desde el primer día de la administración Bachelet, pues el propio sistema ha venido desarrollándose en tal dirección durante los últimos 25 años. Si no se adoptó este camino es únicamente por una mezcla de malas razones: porque entones el gobierno aparecía como continuista y no como rupturista, porque no significaba un cambio de paradigma ideológico y porque obligaba a reconocer que un sistema mixto de provisión tiene indudables fortalezas a la hora de expandir las oportunidades educacionales y de financiarlas. Los puntos débiles, insuficiencias y fallas que ostensiblemente posee este otro régimen son relativamente fáciles de identificar y solucionar y habrían podido superarse con un gasto significativamente menor de energías, recursos y en gestión e implementación que aquel en que el gobierno deberá incurrir para imponer su propio diseño de reforma.

La lucha por intereses materiales -una mayor proporción de la torta, más subsidio, recursos adicionales y fondos basales directos y no condicionados- es una parte habitual de la competencia por recursos en una democracia de base capitalista. No se halla separada tampoco de la lucha ideológica, como aparece aquí en el análisis. Ni es el interés corporativo algo propio únicamente de las instituciones estatales. Más bien, el conjunto de las actores, de todo tipo, pugnan por captar una cuota mayor de recursos, mejorar su posición relativa frente al Estado y sus competidores y justifican conductas estratégicas y él cálculo posicional en función de ideales y valores (es decir, de racionalizaciones ideológicas). Y esto vale para los actores tradicionales y nuevos, laicos y confesionales, emprendedores y comunitarios, metropolitanos y regionales.

Entre tanto, los estudiantes movilizados y en continua radicalización han ido perdiendo contacto con esas realidades y aislándose cada vez más en un espléndido discurso maximalista, como suele ocurrir en momentos de infantilismo revolucionario. Ya no reparan en los fines ni en los medios, sino que se propulsan a sí mismos a la esfera de la Idea Absoluta, que puede ser a veces el turpe lucrum, otras veces la gratuidad o mañana la triestamentalidad o los fondos basales. Palabras fetiches, cargadas de una intensa emocionalidad, pero alejadas de cualquier referente compartido con el resto de la sociedad. Desconectadas de la historia -incluso de las ideologías y los intereses corporativos- ascienden a esa  esfera donde reinan triunfantes las consignas en su aparente pureza. Y donde los propios movimientos sociales suelen quedar atrapados en sus discursos.

Fuente noticia: http://www.brunner.cl/?p=14348

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