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El vuelo inesperado del Maestro militante Luis Bigott

Hoy nos sorprendió con su vuelo, más aun cuando con su entusiasmo de maestro militante, nos había ofrecido acompañarnos ayer en un encuentro para conversar sobre los sueños y entre muchos de ellos, para conversar sobre Otras Voces en Educación. Pero no solo porque no pudo llegar a ese encuentro nos sorprende su partida, sino porque aun con la salud alertando el estado de su cuerpo físico, su alma y su corazón hacían que pies y manos llegaran a donde se había comprometido, como así lo hizo el año pasado cuando con gripe y fiebre encima, nos regaló su presencia en el Ier Congreso de Educación Comparada que realizamos en Maturín a mediados del mes de marzo.

Así era la militancia de Luis Bigott, a prueba de fuego, de su cuerpo y de sus malestares físicos, pero también a prueba de los males que en el ámbito académico colonial y político moderno, suelen adherirse viralmente a la razón y la emoción como forma de aplacar la conciencia crítica y los saberes y haceres por todo lo bueno y lo justo para todos y para todas

El tamaño de su firme compromiso con la pedagogía crítica, la educación popular, la emancipación del pensamiento y la transformación de la educación universitaria nuestramericana, lo demostró en su extensa trayectoria docente y como investigador, siendo Profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad del Zulia, Director de la Escuela de Educación de la Universidad de los Andes, profesor invitado de Universidades extranjeras como la Complutense de Madrid, San Marcos de Lima, la Universidad de Santo Domingo, la Autónoma de Bogotá y la Universidad de Buenos Aires,  trayectoria que culminó como Vicerrector Académico de la Universidad Bolivariana de Venezuela, espacios en los que siempre demostró congruente y abiertamente su compromiso con la formación de hombres y mujeres que contribuyesen en la transformación de la realidad nacional y latinoamericana.

Pero el andar en las escuelas, en las universidades y entre los pupitres no fue suficiente, por eso nos dejó diversas publicaciones entre las que destacan “Temas de Historia de la educación Venezolana”, “Redes Socio-Culturales (Investigación y Participación Comunitaria)», «¿Qué es un educador intercultural?», «Investigación alternativa y educación popular en América Latina»;  y “Pedagogía de la Descolonización”, entre otros textos que sin duda alguna han influenciado y seguirán influenciando el campo de la educación, al regalarnos insistentemente en ellos, ideas y planteamientos sobre una educación igualitaria, inclusiva y promotora de un pensamiento y una praxis transformadora de la realidad.

Pero tampoco su labor como escritor le fue suficiente, por ello en su trayectoria de vida fue un activo defensor y promotor de la cultura latinoamericana y caribeña y en especial la de los pueblos originarios del sur, teniendo como importantes logros haber sido el Fundador y Primer Director de la Dirección Nacional de Artesanías del Consejo Nacional de Cultura (CONAC),  Presidente de la Fundación de Etnomusicologia y Folklore, Asesor de la Comisión Ministerial de Cultura de Haití y de los Ministerios de Educación y Cultura de Nicaragua, así como Fundador del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño de la República de Cuba.

Pero tampoco eso le fue suficiente, el  maestro Luis vio necesario dar el salto de la academia a la política; y su interés por la integración latinoamericana le llevó a desempeñar importantes cargos en la gestión pública gubernamental como Diputado al Parlamento Andino, presidiendo desde ese espacio la Comisión de Política Exterior, la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y la Comisión de Movimientos Sociales del Parlamento Andino.

Pero tampoco su andar en la política le fue suficiente, porque hoy tras su partida inesperada, quizás sin saberlo, nos deja un inmenso compromiso por la siembra y el riego de sus ideas sobre la educación como espacio emancipador para transformar realidades y tejer redes con las cuales echar andar  sociedades más justas e igualitarias.

Por eso, desde este lado, nunca serán suficientes las palabras de agradecimiento y de honra para el maestro Bigott. Toca entonces, como herederos y herederas  de lo que en vida regó desde que lo parió un gran caño del  Río Orínoco, asumir la tarea dada, tarea amorosa que nos deja como inigualable maestro revolucionario, investigador militante y agitador de todo lo bueno para la patria grande.

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Maestros Bonsái: Es lo que quieren cultivar las políticas públicas en educación

 

Se quiere para Colombia maestros perezosos, conformistas. Maestros opacos, diestros en el manejo de las TICS, operarios de manuales, portadores de  literatura gris. Maestros que lean libros minúsculos de autoayuda (para la superación individual y la pacificación espiritual) y no mayúsculos que entreguen sendas reflexiones sobre la historia de Colombia, que los sumerjan en las narrativas testimoniales sobre el conflicto social y la violencia política, que exploren las cartografías geográficas de nuestros territorios rurales y urbanos, que resuelvan las tesis de física, química; que se enamoren de la pedagogía, el arte y las múltiples expresiones de la corporeidad; que aprendan a indagar desde la filosofía, y la sociología, etc.

 

Se pretende cultivar maestros inútiles, sin raíces, que no sean capaces de pensar en esta Colombia urgida de paz, democracia y justicia. Maestros excluidos material y simbólicamente, que en palabras de Zigmunt Bauman, diría “lo excluido –expulsado del centro de atención, arrojado a las sombras, relegado a la fuerza al trasfondo vago o invisible- ya no pertenece a ‘lo que es’. Ha sido privado de existencia y espacio propio en el mundo de la vida (…) Despojados de la confianza en sí mismos y de la autoestima necesaria para mantener su supervivencia social, no tienen motivo alguno para contemplar y saborear las sutiles distinciones entre sufrimiento intencionado y miseria por defecto.

 

El diseño de esta posible resolución en torno a las características, condiciones y factores que garanticen la calidad para obtener el registro calificado de los programas de licenciaturas que se está emprendiendo, se instituye en una política del empequeñecimiento que se interpreta en la supresión de la libertad académica para que las universidades, y en este caso las facultades de educación, viabilicen sus lineamientos, su visión, sus apuestas de formación, investigación y proyección social acordes con sus propios proyectos educativos institucionales. Esto se traduce en la crónica de una hipoteca anunciada: la autonomía universitaria.

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ETICA DESDE LOS MOVIMIENTOS EMERGENTES DE NUESTRAMERICA

etica

Por: Julio C Valdez

Intentamos caracterizar la ética en Nuestramérica (América Latina) desde la conformación histórica de los actuales movimientos sociales. Lo hacemos bajo el supuesto de que tales movimientos tienen como cualidad primordial la superación de milenarias situaciones de opresión, injusticia e inequidad a las que históricamente han sido sometidos nuestros pueblos y naciones. Y, en esa búsqueda emancipadora, pueden irse creando las bases para la construcción colectiva de nuevos e inéditos estadios sociales.

¿Desde dónde miramos?
Entendemos que la ética es expresión de momentos y condiciones históricas muy específicas. Siendo este el caso, hablar de ética es asumir sin reservas posibilidades de reinterpretar permanentemente la historia. El caso de Nuestramérica, por ejemplo, nos habla de un proceso que, desde el siglo XV hasta hoy, ha estado signado por perennes invasiones: de España-Portugal primero, y luego de Inglaterra y Estados Unidos. Tales invasiones han traído consigo procesos de coloniaje y vasallaje que implican formas de sometimiento de nuestras sociedades americanas en lo político-militar, lo socioeconómico, lo lingüístico-cultural y lo institucional.
Lo anterior se traduce en que estos procesos seculares de dominación, incorporados a los llamados aparatos ideológicos de los estados, nos han hecho asumir el discurso implicado en ellos. De esta forma, hablamos el lenguaje de los que intentan dominarnos, como si fuese el nuestro.

En consecuencia, nos han hecho suponer que la humanidad toda, tras sucesivos intentos, ha logrado el estadio final de un proceso de civilización creciente, que lleva implícito el progreso, lo bueno, lo noble. No sobra decir que –desde esta óptica- existen países que supuestamente se acercan más que otros a tal estadio: los Estados Unidos y otros países europeos, tales como Inglaterra, Alemania y Francia. Y, por ende el papel nuestro como pueblos latinoamericanos sería el de imitar a tales avatares.
Este discurso que nos inunda desde la organización social dominante y desde los mensajes que emiten las grandes transnacionales de la comunicación, nos han convencido de algunos supuestos desde los que, inconscientemente, orientamos nuestra vida, es decir, una ética del vasallaje. Por ejemplo:

1. La competencia feroz entre seres humanos ha de ser nuestro estado natural. Pues desde una supuesta evolución, la competencia está inscrita en nuestra naturaleza, y se liga con la búsqueda de supervivencia. En otras palabras, para sobrevivir hemos de competir entre nosotros y nosotras a ver quién se queda con los recursos. Sólo los más aptos quedarán (el darwinismo social).

2. Siendo la competencia la “forma natural” de la vida, el Estado ha de responder a ese supuesto. Así, mientras menos regulaciones y controles ejerza el estado, mejor podremos desplegar nuestros mecanismos competitivos para sobrevivir. Extrañamente, si en el mundo animal los menos aptos perecen, en nuestras sociedades se supone que el éxito de unos puede terminar ayudando a vivir a otros individuos no tan capaces, eso sí, si se pliegan a las normas de los triunfadores. Así, la libertad es fundamentalmente la libertad de competir y avasallar.

3. Si en el mundo animal la vida misma y el potencial genético de los vencedores son indicadores de éxito, en las sociedades humanas lo es la apropiación del capital, llave de la obtención de recursos (capital). Quien más acumula, manda.

4. En el mundo social competitivo, la naturaleza es sólo una mercancía más, otra fuente de riqueza, y de esa forma hay que tratarla. Cabe exprimirla y saquearla sistemáticamente para obtener sus tesoros. Eso han tratado de enseñarnos.

5. Esta visión materialista, competitiva, se ha erigido desde la desacralización creciente del mundo, la desaparición progresiva de la espiritualidad, del mundo metafórico vivo, el predominio de ciertas posiciones científicas y cientificistas que reducen toda la riqueza vital a meros procesos materiales observables y medibles.

A partir de esos supuestos, podemos construir algunas pautas implícitas en la ética dominante. Son esquemas que muchas veces rigen nuestros comportamientos desde las sombras, sin que lo sepamos plena y conscientemente. Y, usualmente, mientras tendemos a valorar con fuerza estos valores impuestos, atribuimos una gran debilidad a ciertas características ínsitas en nuestra conformación histórica: la empatía, la fraternidad, la cooperación y la solidaridad.

La ética desde la visión colonizada:
Desde la óptica de la visión que nos ha sido impuesta, se concibe que…
 Somos seres individuales, solitarios, amenazados por otros seres humanos, siempre a la defensiva. En vez de unirnos con ellos y ellas, se supone que debemos enfrentarlos y enfrentarlas para apropiarnos de las cosas. Hemos de ser personas “exitosas”, “triunfantes”, para obtener las cosas y los símbolos que nos asegurarán la vida que queramos tener, aunque para ello tengamos que atropellar y someter a otros seres humanos, o subyugar y hasta destruir la propia Naturaleza. Eso lo haremos con la fuerza de nuestros poderes y recursos, o con los modos en que hemos podido desarrollar la llamada viveza criolla.
 Somos seres hetero-referenciados, cuyas pautas para mirarnos y reconocernos están en los patrones culturales impuestos. Así, podremos asumir el supuesto progreso y la civilización en la medida que dejemos de parecernos a nosotros mismos (como latinoamericanos) y seamos cada vez más semejantes a como se supone son las personas y las naciones “exitosas” de los Estados Unidos, y acaso de Europa. Entonces, nos han hecho creer que no éramos nada hasta que fuimos “descubiertos” y “civilizados” por otros pueblos. Y éramos ociosos y perezosos hasta que emigrantes de otros continentes vinieron a constituirnos como verdadera sociedad.
 Lo anterior hace que podamos llegar a despreciarnos como pueblo (negar o tergiversar nuestra historia, nuestra cultura, nuestro lenguaje), para intentar encarnar los prototipos vomitados por los aparatos ideológicos de los colonizadores. De esta forma, lo indígena, lo campesino, lo ancestral, que traen consigo relaciones de mutualismo, confraternidad, constituyen “pesados fardos” de los que tenemos que liberarnos para entrar de verdad en la modernidad.
Ejemplo de lo anterior, en el caso de Venezuela, se manifiesta en que el espacio fundamental de identidad hasta ahora predominante responde –con vaivenes y bemoles- a la historia de occidente. Es decir, muchos venezolanos se sienten parte del mundo occidental, de su relato de progreso creciente (con sus modos de vida, sus valores, su tecnología), en contraposición con lo indígena, africano, árabe, incluso asiático, que para ellos representa lo primitivo, lo inferior, lo salvaje. Y por ello hay amplia resistencia ante propuestas y estrategias de estado que tiendan a alejarnos de esos patrones.

Y estas creencias son tan fuertes que, a pesar de las crisis mundiales (económica, política, social, cultural, ecológica) del sistema capitalista, que no sólo afectan ya en gran magnitud a las naciones pobres, sino también a las más emblemáticas (como los Estados Unidos, Inglaterra, Francia), muchos siguen sintiendo que de lo que se trata es de emprender los propios negocios, posicionar nuestros proyectos empresariales en el sistema económico mundial y ser exitosos y exitosas. Como si tales crisis constituyesen apenas un mal sueño del que pronto despertaremos, y no situaciones límite que han de llevarnos a cambiar radicalmente nuestras visiones de futuros posibles.

Nuevos escenarios sociales en América Latina
No obstante lo anterior, en América Latina las cosas han empezado a cambiar. Entre otros, hay dos factores que propician estas transformaciones: los ensayos políticos a gran escala –desde políticas de estado-, como por ejemplo en Venezuela, Ecuador y Bolivia, y los llamados movimientos sociales. Enfatizaremos en estos últimos.

Hablar de movimientos sociales es referirnos –a lo largo de nuestra historia- a una diversidad de iniciativas organizacionales integradas a las vidas cotidianas, que implica en sí acciones insurreccionales, con una escasa división del trabajo, donde los propios colectivos dan y ejecutan las órdenes de modo simultáneo. Estos movimientos sociales alimentados por las fuerzas sociales emergentes (movimientos de género, indígenas, negros, defensores del ambiente, entre otros), inician luchas reivindicativas que luego han pasado a constituir proyectos político-culturales que apuntan a nuevos procesos pluralistas de civilización, realmente planetarios, posracistas, poscoloniales y probablemente posmodernos.

Los movimientos latinoamericanos están constituidos por comunidades vinculadas a la naturaleza como medio y sentido de vida (por ejemplo indígenas, campesinos), experiencias locales urbanas (organizaciones comunitarias, propuestas artísticas), modos de acceder o reinventar lo laboral (movimientos de trabajadores), reivindicación de etnias y de identidades ancestrales (indígenas, afrodescendientes), reafirmación de género y de libertad sexual (movimientos feministas y diverso-sexuales)… Entre otros.

Podríamos ver entonces los movimientos sociales como conjuntos de personas que, como colectivos organizados, inventan y asumen acciones que en sí mismas se integran en diversos ámbitos (económico-social-cultural-ancestral-político). En el despliegue de estas acciones, se favorecen las situaciones de encuentro, intercambio e integración social. Ello supone que, como seres humanos, todos somos iguales ante la ley y ante Dios, tenemos las mismas posibilidades y las mismas oportunidades. La naturaleza y la forma en que nos relacionamos entre sí, y no las propiedades adquiridas, definen lo que somos. La sociedad es, en consecuencia, una configuración de personas-colectivos, interconectados entre sí. Cada colectivo, en relación con los otros, desde sus ámbitos específicos, imprime dirección y sus propios rasgos a la vida social.

¿Y cómo miramos la ética desde estos movimientos sociales?
Queremos referirnos a los movimientos sociales como sujetos colectivos que, desde sus vivencias cotidianas, encarnan utopías concretas que –bien leídas e interpretadas- pueden darnos señales de las sociedades del futuro que aspiramos construir. Nos cuidamos de idealizar tales movimientos, pues sabemos que se originan y desarrollan en estas sociedades latinoamericanas que, como hemos visto, están signadas por situaciones de injusticia, inequidad, asimetrías. Y estas condiciones inevitablemente están presentes en todos nosotros, hasta que mediante profundas reflexiones y procesos de solidaridad crecientes, podamos minimizarlas.

En nuestro proceso revolucionario venezolano actual no hay dualidad entre la ética (normas y pautas para la acción personal) y la política (ideario y proceso de acciones colectivas). El coloniaje-vasallaje secular está presente en nuestra cotidianidad y nuestras relaciones cotidianas, por lo que cualquier acción en nuestra familia, nuestra vecindad, con nuestras amistades, en nuestro ámbito laboral, es tan política como la organización política propiamente dicha. En cualquier espacio social en que nos movamos podemos cuestionar y reconstruir el tejido social heredado de los colonizadores, en lo socioeconómico, lingüístico-cultural y lo institucional, en aras de nuevos ensayos sociales. Así, cualquier posición que asumamos desde la ética, es también una posición política.

¿Cuáles pautas éticas podemos aprender de los movimientos sociales?
Por ejemplo, desde los movimientos sociales latinoamericanos, la ética se asume como superación de un estado de cosas y encarnación de utopías concretas, vivenciales. Veamos las siguientes pautas:
1. La sociedad actual, cimentada sobre la desigualdad, la opresión, la injusticia y la exclusión nos condiciona para la competencia inclemente entre seres humanos, para la explotación y la subordinación. En cambio, las búsquedas de nuevos estadios sociales nos convidan a vivir y trabajar en armonía, solidaridad, confraternidad. Constituyendo el tejido de lo colectivo, mediante el diálogo constante y profundo, nos convertiremos en protagonistas de procesos históricos inéditos.

2. Nuestro núcleo fundamental de identidad no está en el mundo capitalista occidental colonial, sino en las luchas por la liberación de múltiples pueblos, desde nuestros ancestros indígenas, pero también los pueblos árabes, africanos, asiáticos… Nos identificamos, no con formas sociales que suponen la cima de la evolución humana (el fin de la historia), sino con aquellas otras que luchan para liberarse de yugos y sometimientos de potencias imperiales y sus vasallos.

3. Desde la óptica de las luchas por la emancipación y la creación de nuevos esquemas civilizacionales basados en la reciprocidad, la confraternidad y la construcción social colectiva en equidad, el estado no puede minimizarse, ni dejar suelta la competitividad salvaje, sino que debe ser un actor fundamental en la fundación de nuevos marcos jurídicos y nuevos horizontes de organización social, donde todos los seres humanos –sin excepción alguna- seamos protagonistas de nuestros procesos de vida solidaria.

4. Estas posiciones, lejos de considerar la naturaleza como un reservorio de materias primas que amerita ser explotada y saqueada, nos la presenta como una madre cósmica y material (la pachamama), como un organismo vivo que nos contiene y del que somos parte, y al que debemos respeto y amor.

5. Este camino que emerge desde los movimientos sociales necesariamente está acompañado de una forma de reencantamiento del mundo, de una revitalización creciente de la humana espiritualidad –que no tiene que ver con ninguna religión-, con la reconquista de los universos metafóricos, con una visión cotidiana anegada de poesía en movimiento.
¿Hacia una ética de la liberación?
Un camino posible para liberarnos en solidaridad y propiciar la transformación radical de nuestras formas relacionales hacia el buen vivir, pasa por el establecimiento de relaciones dialógicas con las personas que tienen que ver con nuestros ámbitos cotidianos, por el avance por convertirnos en colectivos de aprendizaje constante, por el ensayo permanente de procesos y proyectos socioproductivos, sociales y culturales, desde el amor y el respeto a la Naturaleza, teniendo como eje una mirada latinoamericana y mundial.
Tal camino implica un trabajo cotidiano para abrir y sostener espacios de diálogo con sentido entre personas, desde su originariedad y diversidad, es decir, entre artistas, intelectuales, sabios ancestrales, científicos, comunidades de sabedoras y sabedores, para reinterpretarnos, para recrearnos desde nuestra historicidad actual, para reconstruir nuestros tejidos culturales integrando lo ancestral y lo contemporáneo, en aras de generar las condiciones para vivir nuestras utopías concretas.
Lo anterior nos coloca ante la posibilidad de ensayar siempre formas de liberación progresiva con familiares, amigos, organizaciones, instituciones, países, regiones –entendiendo que todos son también espacios políticos- en la construcción de nuevas formas, esquemas, pautas de relaciones solidarias y cooperativas, de redes solidarias de producción y socialización de bienes para la vida de todos.
Para esto, parece necesario inventar sistemas de aprendizaje, saberes integrados e integrales, más allá de las instituciones educativas tradicionales, inmersas en todos los espacios sociales, siempre compartibles, siempre transformables.

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Profesores se unen al paro nacional

Fecode convocó al magisterio a movilizarse el próximo 17 de marzo para exigir dignificación del servicio de salud. Semana Educación habló con el Ministerio de Educación y con el sindicato.

Profesores se unen al paro nacional Foto: Archivo particular

En principio, el sindicato publicó un documento en su página web titulado “Contra la arremetida tributaria y el derecho a la salud: movilización nacional 17 de marzo” en el que se le reclama al presidente Juan Manuel Santos que aún no se ha hecho efectivo el compromiso del Gobierno Nacional de vigilar y ser garante para que el magisterio colombiano y sus familias tengan un servicio de salud digno.

“Hoy los docentes seguimos sufriendo en carne propia las dificultades que genera la prestación de un servicio de salud precario, que más allá de un derecho fundamental, se ha convertido en una oportunidad de negocio y comercializado sin ninguna vergüenza”, afirma el documento.

Sin embargo, Semana Educación conoció que el día de hoy, el Ministerio de Educación y otras carteras: Hacienda y Trabajo, se reunieron con el magisterio para discutir sobre los cambios que tendrá precisamente el régimen de contratación de la salud de los docentes del sector oficial, la razón de reclamo de Fecode.

Terminada la reunión el viceministro de educación preescolar, básica y media, Víctor Saavedra, habló con este medio para aclarar la situación. Primero, explicó que la movilización del 17 de marzo es convocada por las centrales obreras y que Fecode responde ante la convocatoria.

“No se movilizan por incumplimientos de los acuerdos del 15 de mayo de 2015. Lo hacen por la convocatorio de las centrales obreras”, afirmó el viceministro y dijo “el Gobierno ha cumplido con los acuerdos. El más controversial fue el punto de la salud, sin embargo, hoy lo solucionamos”.

Mientras tanto, el director de Fecode, Luis Grubert confirmó la versión del funcionario y aclaró que “durante las movilizaciones exigiremos que no vuelvan a haber las dificultades que hubo con la contratación de salud” pero explicó que no se movilizan por incumplimientos del Ministerio de Educación.

Según ambas fuentes en la reunión de hoy concertaron y llegaron a un acuerdo sobre las licitaciones para la prestación del servicio de salud. Que para los docentes funciona por medio de un régimen especial que los exceptúa del Sistema de Seguridad Social.

El régimen establece que los docentes no pueden escoger la EPS que ellos deseen, sino tendrán que someterse al contratista que resulte elegido tras el proceso de licitación. Según ambas fuentes, el acuerdo establece los parámetros para que eso no ocurra.

Sin embargo, el mensaje de unirse al paro nacional continúa. “El 17 de marzo estaremos en la calle”, dice Grubert. “En esas movilizaciones Fecode insistirá sobre las reivindicaciones en salud”, afirmó Saavedra y explicó que “el Ministerio de Educación ha cumplido con todos los acuerdos del 15 de mayo de 2015. No hay motivo para que los docentes salgan a protestar por ese motivo”.

http://www.semana.com/

22/02/2016

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Es el profesorado el que no reconoce al profesorado

Mariano Fernández Enguita

   Nunca falta en las conversaciones en torno a la educación la queja propia o ajena de que la sociedad no reconoce al profesorado, hasta el punto de resultar ya aburrida. En repetidas ocasiones he mostrado que, con independencia de tal o cual anécdota (las hay en ambos sentidos), la profesión docente muestra ser objeto de un elevado reconocimiento profesional, como se muestra en los dos indicadores que pueden decirnos algo al respecto: sus salarios comparativos y su posición en las escalas de prestigio. Lo demás son, o bien especulaciones sin fundamento, o bien una retórica oportunista cuyo fin no puede ser otro que pedir más, dar menos o ambas cosas.

 

Sin embargo, el malestar entre la profesión es real. Esto podría ocurrir porque los profesores tienen unas expectativas o una imagen de sí muy elevadas, quizá demasiado (algo de eso sugieren los datos del estudio de la Fundación Europea Sociedad y Educación, El prestigio de la profesión docente en España) o, sencillamente, porque no aciertan a expresar bien sus propios padecimientos. En la práctica médica se distinguen claramente los síntomas (subjetivos) que siente y narra el paciente (se fatiga, le falta aire, etc.) de los signos (objetivos) que pueden ser constatados y medidos por el profesional (fiebre, hinchazón, anemia, etc). En el caso de la profesión docente los signos, sencillamente, contradicen a los síntomas y viceversa.

 

¿Que sucede, entonces? Una posible explicación alternativa es que, por un lado, el reconocimiento pretendido e incluso el reconocimiento obtenido por el colectivo profesional se ven ensombrecidos por los resultados de su práctica, mientras que el obtenido por cada profesional individual puede carecer de relevancia para él o ser, sencillamente, insuficiente.

Piénsese, por ejemplo, que para los abogados se por sentado que todo pleito será ganado por uno y perdido por otro, como efectivamente ocurre; ante los médicos, se acepta que todo el mundo terminará muriendo y que las enfermedades y dolencias se curan o se palían o ninguna de las dos cosas, de modo que hay pocas sorpresas colectivas; de la educación, en cambio, se busca que todo el alumnado, o casi todo, alcance el éxito, por lo que resulta difícil aceptar cifras de abandono, fracaso, repetición y clasificación ordinal de dos dígitos sin que caiga siquiera una sombra de sospecha sobre la profesión. El resultado es que el reconocimiento colectivo tiembla –y quizá, sobre todo, entre la propia profesión.

Queda, entonces, el reconocimiento individual: perdimos la batalla, pero con honor; el paciente murió, pero la operación fue un éxito; el avión se estrelló, pero el piloto hizo todo lo que estaba en su mano. Llegados aquí, el problema es que para el profesor individual, como para cualquier profesional, el reconocimiento de su público o su clientela tiene valor, pero ha de ser muy visible y difícilmente puede sustituir al de los pares, es decir, al de los colegas de profesión. Los profesores universitarios, por poner un ejemplo aparentemente próximo (profesores también al fin y al cabo), se exponen y evalúan los unos a los otros, una y otra vez, a través de un sinfín de tribunales de acceso y promoción, comités editoriales, encuentros científicos, agencias de financiación de la investigación, comisiones de adjudicación de ayudas varias, índices de impacto bibliográfico, etc.; además, cuentan con el feedback y las recompensas de un medio-mercado interno (invitaciones a conferencias, seminarios, tribunales doctorales, etc., que son la ocasión de expresarse su mutua admiración, real o ficticia) y un medio-mercado externo (la difusión o extensión universitarias, la aparición en medios, la venta o la simple publicación y distribución gratuita de libros, los contratos de investigación o asesoría con terceros…, que se mide en dinero o en audiencia); todo, dicho sea de paso, menos la docencia, que apenas comienza a ser evaluada de manera tentativa.

Para el profesorado no universitario no existe nada parecido. La carrera docente es prácticamente plana, muy parecida de principio a fin (lo cual la hace muy atractiva al inicio pero vacía de incentivos y recompensas el largo recorrido), y básicamente burocratizada y reducida a la antigüedad. Los resultados son cada vez más objeto de escrutinio externo (pruebas objetivas, estadísticas de logro, evaluaciones de diagnóstico), pero fieramente rechazadas por las organizaciones del sector. En el claustro de cada centro, cualquier iniciativa de mejora o innovación de un profesor tiene tantas o más probabilidades de ser mal recibida («nadie te lo va a agradecer», «te arriesgas a…», «querrán que todos…», «para lo que nos pagan…», etc.) como de serlo bien. Las profesiones funcionarizadas o semifuncionarizadas (entre las cuales el profesorado de la escuela pública y de la privada) lograron hace mucho, a igual trabajo, igual salario (dentro de cada sector, por ejemplo, entre ambos sexos, entre titulaciones y, aquí, con poco impacto de la antigüedad y ninguno de la calidad); ahora se enfrentan al de conseguir, a igual salario, igual trabajo.

 

La consecuencia de todo esto puede ser una experiencia muy frustrante para el profesional que realmente intenta hacer algo: nulos o escasos efectos profesionales, un público agradecido pero mejor que no se vea demasiado y unos colegas que miran hacia otro lado o que incluso miran mal. Lo que a menudo le falta al profesor es el reconocimiento individual de sus colegas y el reconocimiento colectivo de su profesión. Cuando menos, resulta muy frustrante, para quien pone más y mejor empeño, ver que quienes no ponen ninguno evitan todo riesgo y reciben el mismo trato.    Por eso es tan importante fomentar los procesos de iniciación, la transparencia de las prácticas, la publicidad de los resultados, las recompensas simbólicas. Soy de la opinión, en particular, de que no son los incentivos económicos (aunque a nadie le disgusten –a mí tampoco), sino los incentivos morales, los que pueden elevar la moral del profesorado. No sólo de pan vive el profesor.

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Propuesta para Mejorar la Escuela Secundaria

Grupo Hagamos algo por la Educación

Fuente: Blog La Escuela Colaborativa

  1. Radiografiar la escuela: egresados

El primer paso consiste en confeccionar las estadísticas de la escuela para conocer dos datos principales: a) alumnos que ingresaron en primer año Vs. alumnos que egresaron del último y  b) alumnos que llegaron al último año Vs. alumnos que egresaron con título.

Esta información servirá para tener datos de la actualidad de la escuela con el fin de proponer objetivos de mejoras. Aunque los datos que arrojen esas estadísticas sean malos, serán muy útiles para que el equipo directivo y docentes puedan trabajar en metas concretas para  mejorarlos. Por ejemplo, si la situación es mala, que el objetivo sea llegar a regular al finalizar el año. Cuando se alcance ese estadío, que el nuevo objetivo sea alcanzar el bueno. Y al llegar allí que la meta sea entonces llegar al muy bueno.

  1. Determinar el 20% de las materias que producen el 80% de los aplazos, para cada uno de los años o niveles de estudio.

El Principio de Pareto – también conocido como la “regla del 20-80” – señala básicamente que el 80% de “A” es consecuencia del 20% de “B”. Es un concepto muy práctico que ayuda a direccionar los esfuerzos para resolver un determinado problema.

En la escuela se puede aplicar ese concepto para conocer cuáles son las materias que más aplazos generan:  es decir, identificar el 20% de las materias que provocan el 80% de los aplazos, discriminada por año. Conocer esta información nos ayudará a buscar, orientar, re-dirigir los esfuerzos de enseñanza que se concentren en ese 20% de materias. Trabajar en eso es también mejorar los indicadores obtenidos en 1.

  1. Describir los sistemas de gestión de la escuela respecto de notas y clasificaciones, administración y mantenimiento y sistemas de comunicación con la comunidad educativa (profesores, padres, alumnos)

La forma y el momento en que se informan las notas de los estudiantes, como así también los sistemas que utiliza la escuela para registrarlos,  son muy importante para poder accionar a tiempo procesos de apoyo. Como vimos en el punto anterior, conocidas las materias más difíciles, contar a tiempo con las notas de las evaluaciones ayudará a la escuela a desplegar apoyos y acompañamiento para ir reduciendo durante el año el porcentaje de aplazos.

También resulta importante saber si la escuela cuenta (o no) con esquemas o sistemas de comunicación  con padres y comunidad educativa. Un sistema de comunicación eficiente, moderno y fluido con las familias generará a largo plazo una mayor empatía en la comunidad reduciendo los conflictos internos e impulsando el compromiso de esa comunidad para mejorar la escuela.

  1. Identificar las “redes de apoyo” de la escuela (ex alumnos, ex docentes, ONGs, empresas, otras)

Toda institución necesita apoyos, no sólo de las autoridades educativas sino fundamentalmente de su comunidad. La idea de conocer cuáles son esas redes servirá para ayudar a la escuela en la concreción de sus objetivos. Por ejemplo, en relación con el punto 2, podemos buscar en familias, ONGs y empresas de la zona recursos que ayuden a asistir y acompañar a los alumnos para que puedan aprobar las materias más difíciles.

En la comunidad hay muchas ganas de participar para ayudar a la escuela a mejorar, en colaborar  para crear un verdadero clima de participación. También existen ONGs y empresas que están dispuestas a ofrecer apoyos y recursos: es cuestión de presentarles el proyecto de la escuela y describir los objetivos que se persiguen para obtenerlos.

  1. Radiografiar la cooperadora escolar

La cooperadora escolar necesita ser revitalizada ya que puede llevar adelante un rol mucho más importante del que hoy realiza. Pero antes se necesita hacer un diagnóstico de cómo funciona, cuántos son sus miembros y que roles y funciones podemos asignarle para que se sume a los objetivos de la escuela. Fundamentalmente se trata de aprovechar la inteligencia colectiva de la comunidad para ponerla a trabajar a favor de la escuela. Por otro lado, si no hay cooperadora, pensar entonces en ponerla en marcha.

  1. Radiografiar el aprendizaje en el aula (herramientas que se emplean, estrategias que se utilizan, administración de los recursos, etc.)

Este punto se relaciona con lo que vimos en el 2. Siempre pensando en cómo podemos sumar apoyos para que más y más alumnos aprueben las materias que producen el 80% de los aplazos, necesitamos primero entender cómo es el proceso de aprendizaje de esas materias en el aula. Seguramente surgirían múltiples ideas para mejorarlo e inmediatamente se notará el faltante de recursos para ponerlas en marcha. Aquí entonces tenemos que volver al punto 4 y 5 para pensar cómo las redes de la escuela y la cooperadora pueden intervenir para proveer esos recursos faltantes. Ejemplos:

  1. a) Si padres o madres de la escuela se especializan en matemática o contabilidad, materias que resultan de las más difíciles para los estudiantes, podemos pensar cómo nos pueden ayudar con clases de apoyo (la idea es reducir el 80% de aplazos que se mencionó en el punto 2).
  2. b) Si podemos identificar empresas que estén cerca de la escuela, podemos pensar cómo le pedimos trabajo de voluntariado de sus empleados para que vengan a la escuela a asistir a alumnos con dificultades en determinadas materias.
  3. c) Si podemos identificar una asociación vecinal del barrio de la escuela, también podemos ver con ellos de qué forma pueden apoyar a esos alumnos durante el aprendizaje de las materias más difíciles
  4. d) Podemos convocar a ex alumnos de la escuela y ex docentes para que se sumen a acompañar a los estudiantes, para que logren aprobar las materias “filtro”
  5. Definir los objetivos que se buscan alcanzar en el año

Transitar el camino que nos llevó ir del punto 1 al 6 nos dará un panorama más cierto y concreto de cómo está la escuela. A partir de allí podremos definir los objetivos que directores y docentes se propongan para el año. Es importante recordar que aunque la “foto” que tengamos sea mala, el objetivo es lograr una foto regular al finalizar el año, y así hasta alcanzar el nivel de muy bueno repitiendo la misma metodología año tras año.

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Escuelas en Finlandia

Rosa María Torres

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Foto: Rosa María Torres

 

Siempre que visito escuelas, hay tres cosas que insisto en ver: los baños, los patios y las salas de profesores. Todos ellos dicen mucho acerca de la escuela y de la calidad de educación que ofrece.

Mi pedido suele causar estupor. Directores, profesores y estudiantes esperan que el visitante quiera ver las aulas, no los baños; quiera ver clases, no recreos; interactúe con los profesores en los espacios habilitados para las visitas, no en aquellos considerados parte del «puertas adentro» de la escuela.

Incursionar en estos ámbitos me trae muchas sorpresas. Baños, patios y salas de profesores precarios, descuidados y hasta inexistentes. En un baño en escuela ecológica en México casi me infarto. En los patios veo a menudo violencias, maltratos, soledades, tristezas. En muchas salas de profesores he confirmado el poco valor que se da a los docentes, a su tarea, a su descanso, al trabajo en equipo.

En Finlandia, obviamente, no iba a hacer excepciones. Desda la primera escuela que visité, me preparé para pedir ver la sala de profesores. Si tanto se valora a los profesores en la cultura finlandesa, seguro encontraría espacios docentes a la altura.

No tuve que pedirlo. La profesora encargada de atenderme me dijo que había que esperar un rato para entrar a una clase y que, si quería, podía esperar en la sala de profesores. Estaban reunidos en ese momento, pero podría sentarme y tomar un café.

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Foto: Rosa María Torres

■ Así pues, lo primero que ví en mi visita de estudio en Finlandia, y sin tener que pedirlo, fue una sala de profesores en una escuela primaria en Helsinki. Una veintena de profesores estaban enfrascados en una reunión de trabajo, sentados alrededor de una mesa, en una habitación cómoda, bien iluminada. Yo, sin entender una palabra, observando, escuchando y tomando notas desde una pequeña habitación contigua, conectada a la sala principal.

 

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Foto: Rosa María Torres

■ En una escuela de práctica docente, también en Helsinki, el recorrido que me hizo la directora incluyó varias estaciones incrustadas en los distintos departamentos. Son pequeños centros de recursos que sirven al mismo tiempo de espacios de trabajo y descanso de los profesores de cada uno de esos departamentos. Pasamos por las estaciones de Matemáticas y de Informática, ambas equipadas con sofá, mesas y sillas, laptops y otros implementos de trabajo.

■ En una escuela semi-urbana en la zona de Espoo, fuera de Helsinki, construida hace más de veinte años, la directora me invitó a conversar en su oficina después de la visita. La oficina quedaba junto a la sala de profesores, ambas situadas en el segundo piso, con amplios ventanales y vista al bosque y a los niños que juegan afuera durante los recreos.

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Foto: Rosa María Torres

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Foto: Rosa María Torres

Encontré aquí la sala de profesores más acogedora y bien equipada que he visto jamás en un plantel público. Una mesa de reuniones con una pizarra blanca grande. Como complemento, una suerte de living, con sofá, sillones, mesas, plantas, libros y una pantalla grande de televisión. Y un cuarto de cocina en el que hay entre otros una máquina dispensadora de café y una heladera.

Los profesores vienen aquí a conversar, a leer, a trabajar, a descansar, a tomar un café, a reunirse con otros profesores.

Cuando estaba por irme, empezaron a llegar varios a la sala. Era el cumpleaños de alguien y se aprestaban a celebrar con pastel y con velas. La directora me invitó a quedarme pero me excusé. Debía tomar el ómnibus de regreso a Helsinki antes de que oscureciera, alrededor de las 5 de la tarde en esta época del año.

Una cosa más en que Finlandia no me defraudó. Seguramente hay planteles con salas de profesores mucho menos atractivas que las que ví en esta visita de estudio. Pero me quedó claro que cada plantel tiene al menos una y que se utilizan. El contacto, la colaboración y el inter-aprendizaje entre profesores es un aspecto esencial de la educación finlandesa y del profesionalismo docente en este país. La arquitectura y el tiempo escolar honran y facilitan ese contacto y esa colaboración.

Hay que contarles a los políticos latinoamericanos, que tan a menudo hablan de valorización y de profesionalismo docente pero se olvidan de los profesores y de sus necesidades cuando planifican, construyen y equipan escuelas.

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