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Venezuela: Árboles Talados en Tucacas

Autor: Werther Sandoval

América del Sur/Venezuela/0/ Julio de 2016// Correo del Orinoco

A la progresiva invasión de cayos por lancheros sedientos de dinero rápido y la construcción de marinas de hasta mas de 10 pisos de altura en las aguas del Parque Nacional Morrocoy, bien acompañada por el vertido de una lápida de concreto sobre los cangrejos azules que habitaban en el patio frontal del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, se unió la tala de los pocos árboles de la especie manglar que brindaban sombra y frescor a quienes caminaban por la avenida principal de Tucacas.
Ninguno de los consultados en el pueblo supo quién cometió este nuevo delito ambiental y mucho menos explicar porqué talaron los pocos manglares que quedaban en la avenida. Lo único que expresaron es que nada extraño tiene tal desafuero en el uso mercantil del Parque, sometido sin desmedro a la invasión de sus cayos por parte de lancheros cargados de turistas intoxicados por una cultura consumista y aplastante de las arenas donde otrora desovaban la tortuga carey y el casi extinto caimán del Caribe.
El solo hecho de haber talado los manglares de la avenida sin informar a nadie, tal como es práctica común en estos actos de deforestación, indica que es el manejo turbio e irrespetuoso el encargado de guiar machetes y motosierras; vale decir, la misma conducta ética que faculta al Municipio Silva e Inparques para autorizar la edificación de marinas en las aguas protegidas del Parque.
Para muestra, basta pararse en El Palito y observar desde esa distancia marinas de hasta 15 pisos construidas en Tucacas, que dejan al pueblo cual Bahía de Cata cualquiera, con su mole de concreto enclavada en un pueblo que, por fisonomía arquitectónica, no debería poseer edificaciones mayores a tres pisos. Indagar en el registro del Municipio Silva cómo fueron otorgados los permisos sería un primer paso para seguir la ruta del dinero, tal como recomienda el periodismo de investigación para averiguar los casos de corrupción.
Y lo peor, no tanto por el daño ecológico directo sino por quiénes y dónde lo cometieron, fue el atropello ejecutado en contra del patio frontal de arenas arboladas y húmedas del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, espectáculo que era deleite observar desde la avenida principal de Tucacas.
La vanguardia intelectual, los llamados a formar el nuevo hombre bolivariano, a crear sentido de pertenencia y salvar la especie humana, descargaron una capa de concreto sobre un suelo donde habitaban diversas especies de cangrejos, entre ellas el ya extinto Azul.
Ni a la dirección del plantel, ni al cuerpo docente en ciencias generales, ni al Departamento de Biología se les ocurrió aprovechar esa fuente inagotable de conocimientos para incorporarlo a los programas de estudios y así crear un laboratorio productor de alimentos, en el que se puedan formar a los jóvenes de Tucacas en los valores de solidaridad, honestidad y amor por la Patria. Pero no. Era demasiado pedir. Nada de esto podría estar en la mente de quienes desde ya sientan las bases ideológicas de la corrupción y el atropello a la vida, sin las cuales son imposibles la voracidad pesetera y el lucro inmediato.
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/arboles-talados-tucacas-opinion/

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Mosonyi: Identidad patrimonial necesita mayor aporte de indígenas y afrosdecendientes

América del Sur/ Venezuela/Julio de 2016/Correo del Orinoco

Autor: Luis Ángel Yáñez
La Biblioteca Nacional, tomó la iniciativa de promover el libro, la lectura y la escritura como patrimonio material e inmaterial que nos identifica como venezolanos y nuestroamericanos; y que posiciona la archivología como ciencia que preserva y conserva el patrimonio y la memoria.
La interculturalidad es un factor determinante en la construcción de nuestra identidad patrimonial -como pueblo criollo mestizo- de allí la necesidad de incorporar en nuestro sistema educativo aspectos provenientes de nuestros pueblos originarios, sin embargo, a excepción del progreso que en este tema se ha experimentado en las escuelas fronterizas, escuelas bolivarianas, en la universidad indígena así como dentro de instancias del Poder Popular, se ha avanzado poco en el resto del país en esta materia.
Así lo sentenció Esteban Emilio Mosonyi, antropólogo y lingüista, Rector de la Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca durante su ponencia en el Segundo Encuentro “El libro, la lectura y la escritura como constructores de identidad patrimonial” que se desarrollo en la sede de la biblioteca Nacional.
“He visto muy poco esfuerzo por introducir elementos de las culturas indígenas y muy poca de los afrosdecendientes dentro de nuestra sociedad mestiza, lo cual perpetua el modelo de imponer una cultura, eurocentrista, sobre las otras con el objetivo de mantener las relaciones de colonialismo, dependencia y estructura de clases (…) faltan recursos, planificación y programas aunque existen esfuerzos como el de la Colección Bicentenaria donde podemos encontrar la adecuación del idioma castellano a lenguas originarias”.
Dentro de los mitos en contra de nuestras lenguas originarias, Mosonyi identificó que “todavía no se domina, ni se evalúa el valor de la lengua indígena, porque se cree que sólo sirven dentro de un estrecho margen cultural y que a medida que se amplía su uso comienzan las fallas de vocabulario o gramaticales que obligarían ha introducir tantos prestamos del español que se terminaría por transformar estos idiomas hasta el punto de dar paso a juajiroñol o wayuñol, los cuales ya no se reconocen como indígenas”.
Para Mosonyi el mito hay que derrumbarlo ya que los idiomas indígenas tienen vocabularios, sintaxis, instrumentos y patrones gramaticales suficiente para reproducir cualquier texto literario, administrativo o científico. Ciertamente, hay formas de resignificación de las palabras originales así como de introducción de elementos arcaicos de las propias lenguas, prefijos y otras muchas maneras de producir palabras nuevas que hacen innecesario ligar los lenguajes con el español.
LIBROS PROTAGONISTAS
El profesor Sady Loaiza, director de la Biblioteca Nacional, durante la inauguración aseveró que en el marco del 183° Aniversario de la creación de la Biblioteca Nacional, institución encargada de preservar el patrimonio histórico de la nación, se tomó la iniciativa de promover el libro, la lectura y la escritura, a objeto de que estos sean reconocidos como patrimonio material e inmaterial que nos identifique como venezolanos y nuestroamericanos; y posicionar la archivología como ciencia que preserva y conserva el patrimonio y la memoria.
“Este patrimonio nos permitirá, conjuntamente con otras ramas de las ciencias sociales y las humanidades, conservar el pensamiento y la palabra para las generaciones venideras; tal y como se desprende de la Declaración de México sobre las Políticas Culturales, 1982 donde se establece que el patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.”
ECOSOCIALES
La Biblioteca Pública del Zulia “María Calcaño” participartá mediante la intervención de Venus Ledezma, jefa del Departamento de Extensión, que presentará la ponencia “El Portal de la Vida: nuevo camino para la promoción de lecturas”, tema que comparte autoría con Yolanda Delgado, mediante la cual se pretende hacer un aporte en aras de la formación de conciencias eco-sociales. “Queremos reivindicar la convivencia respetuosa en comunión con los otros seres vivos y retornar a la memoria sabia de nuestros pueblos originarios, que bien se sabían parte del mundo y no su centro”. Acotó Ledezma.
ENDO-CULTURA
José Ángel Fernández, escritor, sociólogo y coordinador del Departamento Socio-Antropológico de la Biblioteca Pública del Zulia, presentará su ponencia denominada “La Preservación del Shikiirujutu Wayuu (Pensamiento Wayuu) a través de los cuentos escritos y los Jayeechi (relatos cantados), con fragmentos de textos de Miguel Ángel Jusayú y de Ramón Paz Ipuana. Cada presentación de los relatos cortos y jayeechi serán intercalados por la ejecución de un instrumento musical wayuu, como la tootoroyooin (clarinete ideóglota), maasi (flauta de viento) y la sawawa (flauta de viento).
Esta iniciativa que dentro del marco del “II Encuentro El libro, la lectura y la escritura como constructores de identidad patrimonial”, intenta demostrar la circulación del shikiirujutu wayuu.- pensamiento wayuu que se da en forma expedita a través de extractos y vocalización de fragmentos de aküjalaa / relatos) y jayeechi (relatos cantados) cómo procesos endo-culturativos en la sociedad wayuu.
Foto: Esteban Emilio Mosonyi: los idiomas indígenas tienen instrumentos y patrones gramaticales para reproducir cualquier texto
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/comunicacion-cultura/mosonyi-identidad-patrimonial-necesita-mayor-aporte-indigenas-y-afrosdecendientes/

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Consumir políticas. Dilemas latinoamericanos

Por: Alfredo Serrano Mancilla

 

El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso.

I.
Yo consumo. El pueblo es una operación política, una invención, un conjunto de actores y ciudadanos, pero también es un universo de consumidores e individualidades que presionan sobre la política. Que están ahí, exigiendo ampliar sus posibilidades. La subjetividad posmoderna, la individuación y su vinculación con el consumo se han transformado en un problema electoral, y también político. Es un dilema para todos los gobiernos. El mercado -no solo en su dimensión compra-venta- se ha metido en la cama de la política. En los últimos años, el consumo fue incorporado como política pública: ampliar el mercado interno, el empleo, el salario, etc. Pero poco fue pensado como condición de la subjetividad posmoderna y global. Como práctica donde se realiza lo privado y una identidad vinculada a éste. El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso. El momento de lo privado que acecha a lo público. El ciudadano-consumidor es un voto en sí mismo.

II
La mayoría de los proyectos de cambio (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador) partieron de un pacto social y económico basado en la lógica ganar-ganar. La gobernabilidad fue viable –por un tiempo- para los intereses de todos los actores. El Estado asumió un papel protagónico reapropiándose de los sectores estratégicos, redistribuyendo la riqueza a través de políticas públicas activas. Logró incluir a las mayorías sociales en clave de consumo gracias a la mejora en el empleo y salario. Mayorías y consumidores se articularon y se expresaron al mismo tiempo. Una asociación que no siempre va de la mano, sobre todo, cuando los problemas económicos aparecen y el Estado ya no aparece como “garantizador” del consumo. Ante coyunturas críticas, la figura del consumidor demanda lo mismo (a veces más) sin preocupación por el interés colectivo. Lo general es su enemigo. Emerge un consumidor liberal que no desea discutir sobre lo estatal ni sobre políticas gubernamentales. Lo que busca es seguir consumiendo.

III
La demanda interna creció y se democratizó significativamente en estos años. El mercado interno no pudo de ninguna manera ser satisfecho por el sector público. Pero la oferta privada nacional tampoco logró ser la respuesta a este nuevo fenómeno económico inclusivo. Fue imposible producir internamente al mismo ritmo que lo hacía el consumo interno. El mercado, sus intereses y actores, se expandió más allá del Estado. Se multiplicó y tomó su propio rumbo sin posibilidad real de ser gestionado ni controlado por las políticas públicas. He aquí la nueva cuestión de época.

IV
Existe una vida social contemporánea que por momentos no es captada en su complejidad por los gobiernos. Un poder en ciernes y en transformación, cuya velocidad muchas veces no puede captarla. La gran avenida del consumo cobijó a todos aquellos que mejoraron su situación. Les tendió la mano. Con “lo social” satisfecho, el consumo se volvió la gran madre de la movilización ascendente.

V
Tras las bambalinas del consumo, se fragua el dilema de época para estos procesos de cambio. A medida que el Estado recuperaba -por distintas vías- las divisas, se forjaba una mayor dependencia del capital privado en el uso de las mismas para importar bienes y servicios. Cuando la divisa se hizo escasa la política se encontró con el mercado y con ese mundo privado dispuesto a todo. Mientras tanto, los consumidores fueron a elecciones y votaron.

  1. En este cambio de época se avanzó en materia de derechos sociales gracias a todo lo realizado en la esfera pública. Sin embargo, los gobiernos progresistas no pudieron limitar ni desgastar el consumismo y su lógica aspiracional. Paradójicamente, su estrategia de integración fue a través del mismo. Por tanto, se encontraron con el segundo dilema: aceptar la fuerza globalizadora de la cultura del consumo, mientras necesitaban limitar las exigencias venidas de los actores económicos-financieros globales. Este dilema se encuentra en el centro de la escena gubernamental. Es un proceso que no es considerado por los ciudadanos en su vida cotidiana. Solo es un dilema para el Gobierno; la persona consume y se encarga de su vida. Participa en la polis con su “bolsillo” pero no como un homo consumis sino con la resignificación política-social de su nueva condición de consumidor/ciudadano. Mas allá, de su inclusión a través del universo de políticas sociales, privilegia opciones políticas que busquen saciar su propia invidualidad y diferenciación. Esta defensa del “derecho individual de consumo” se enfrenta con los imaginarios de las políticas que le permitieron gozar de su condición actual. En momentos de turbulencias económicas, esta subjetividad puede ser expresada por opciones de derecha, cada vez más preocupada por la rebelión de “lo privado” y representada en una discursividad de lo cotidiano que evade e impugna los grandes relatos hiperideologizados. En el territorio de la subjetividad posmoderna ha encontrado su votante.

VII.
La izquierda debe lidiar con una subjetividad que también le pertenece y necesita. Deberá “descender” al mundo del individuo y de los actores para repensar sus prácticas en contextos de intensa globalización. Tendrá que pensar en el votante  y en sus capacidades -siempre mínimas- de erosionar o reconducir esta subjetividad que puede poner en riesgos proyectos democratizadores, inclusivos y bienestaristas. La opción de votar por órdenes decididamente desiguales es una posibilidad que brinda el mundo contemporáneo y la lógica cultural del consumo. La izquierda no puede darle la espalda. Le tocará afrontar esta contradicciónpropia del proceso de cambio. La clave está en hacerlo creativamente.

Tomado de: http://laventana.casa.cult.cu/noticias/columnas/orbita/2016/06/23/consumir-politicas-dilemas-latinoamericanos/

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Bondades de la Diversidad Cultural para la Construcción Colectiva de un País

 Venezuela/ 08 de Julio de 2016

Por: Aguntín Villalobos Rojas

Villalobosaguntin2014@hotmail.com

 “Si Contamos con una Plantilla Culturalmente Diversa, Podremos Posicionarnos como una Empresa Global”

 “Los Equipos de Trabajos Multiculturales Trabajan Mejor en Proyectos Internacionales”

La diversidad cultural entendida como manifestación colectiva del hombre que invita al compromiso en sociedad para el entendimiento hacia el logro de propósitos comunes sin diferencias de raza, credo, religión, ideología, criterios científicos y teóricos, es un concepto polisémico que lleva implícito la posibilidad que tienen las organizaciones para incrementar la motivación, el compromiso, la innovación, creatividad, su eficiencia y eficacia como fin último de la construcción natural y óptima de un país, en este sentido como nos dice el texto  la diversidad cultural se  “tiene que emanar un interés auténtico para conseguir crear un entorno organizativo diverso donde se valoren las diferencias personales, como fin en sí mismo”. Esta afirmación proporciona relevancia teórica en cuanto al progreso colectivo que puede surgir al entender las diferencias potenciales que se tiene por naturaleza en un país y que sirven como vías de entendimiento para el desarrollo y progreso de un país.

En el histórico de todos los países desarrollados se diferencian épocas bien diferenciadas que van: desde lo primitivo-feudal-rural pasando por lo industrial hasta llegar a lo que Peter Drucker denomina sociedad del conocimiento, organizaciones y países de conocimiento donde la fuente de crecimiento y desarrollo no pondera sólo en las materias primas y capitales para generar bienes y servicios necesarios para el progreso, sino que lo fundamental es el conocimiento e innovación para producirlo y generarlo, yo propondría una nueva forma de organización basada en la diversidad cultural llamada sociedad del entendimiento ya que como decía Einstein ahora en este mundo somos más pero entendemos menos, este es un reto radical que los países, sociedades y organizaciones deben encarar con la suficiente inteligencia como vía óptima de crecimiento y desarrollo.

En este orden de ideas, en Venezuela además de un gran pacto social, sincero, económico y sostenido debe existir la resignificación y unión de criterios del proyecto de país que se desea y se anhela en todos y cada uno de los sectores de la sociedad, sin distinción de ideologías políticas y prescripciones económicas, para tal efecto; que los socialista promuevan la distribución de las riquezas y den garantía de la seguridad social de la nación, pero que también los capitalista participen en el manejo y administración de los recursos para generar este bienestar social. Esta sería un gran idea para concretar lo que establece la UNESCO sobre la importancia de la diversidad cultural como factor de desarrollo de los países y la cual cito en el artículo 3 de su declaración universal “la diversidad amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos; es una fuente de desarrollo, entendido no sólo en términos de crecimiento económico, sino también, como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria”.

Siendo las cosas así, indudablemente la diversidad cultural debe ser objeto latente de toda reflexión profunda que se haga para plantear objetivos estratégicos de crecimiento individual y colectivos cuando se trata de lograr bienestar social por esta permite la cohesión y complemento de la fuerzas sociales como un todo para generar la motivación y creatividad necesaria para llevar adelante el progreso de una nación.

Para finalizar, estas ideas de materializarían, si además de priorizar en concepto de diversidad cultural, se acompañe de una mejor compresión de los procesos mentales que nos brinda las neurociencias y el uso sostenido  de la ciencia y la tecnología desde lo biológico cultural de la existencia humana; donde los deseos y motivos propios de cada ser humano sean los que determinen sus acciones y racionalidad necesaria y compartida sea inspiración para negar o rechazar este accionar.

Fuente: El Autor.

 

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Entender o no entender… ese es el dilema La guerra mediática

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

“Estamos a tiempo”.

Pronunció Walter Martínez  [1] el “Discurso de Orden” [2] en la entrega de los premios de periodismo 2016 en la República Bolivariana de Venezuela. Walter fue receptor de tal premio, una vez más, por sus aportes al periodismo latinoamericano y a la “batalla de las ideas”, también con herramientas de comunicación e incluso dentro de los llamados mass media. Es imposible reseñar el total de los temas tratados en tal discurso, pero es indispensable subrayar uno de ellos que es preocupación permanente de Martínez y tema obligado para un continente acosado por las bases militares y las “bases mediáticas” que operan con toda impunidad e impudicia: La guerra mediática o de «cuarta generación”. En “pleno desarrollo” (Walter Martínez Ipse dixit).

Lo que en la ceremonia de premiación tuvo formato de “conferencia magistral”, cumplió con volver a martillar sobre un yunque de principios y de acciones donde es necesario labrar el plan conjunto de los pueblos revolucionarios hacia un frente de unidad para la defensa y para la vanguardia de la comunicación emancipada y emancipadora. La guerra mediática no es una ficción de mentes conspirativas, no es una pesadilla hija de la indigestión, no es un ataque paranoico ni es un destilado de morbos pensados para vender miedos rentables. Aunque a no pocos les parezca exagerado, inverosímil o inaceptable.

Todas las formas del énfasis y todas las tácticas y estrategias discursivas (pertinentes al formato expositivo desplegado por Walter Martínez) fueron usadas para abrir cabezas y despejar nubarrones… la guerra mediática está en marcha y sólo faltó tomar por las solapas a los asistentes y sacudirlos para reiterar lo urgente y alarmante de la situación enredada con nuestras debilidades y nuestras confusiones que, a granel, generan frenos, desvíos y extravíos costosos, peligrosos y suicidas. Una y otra vez el acento en el discurso de Walter Martínez tuvo referencias en las fuentes de información militar pero fue escrupuloso en esclarecer la importancia excluyente la amalgama cívico-militar, de la movilización popular y su carácter revolucionario inspirado por las ideas y la práctica de Hugo Chávez y su apuesta por el socialismo.

En ese discurso no hubo tiempo suficiente para profundizar, eso lo advirtió el propio Walter desde el principio y su advertencia no fue un simple gesto de cortesía, por el contrario, fue una ventana al realmente enorme problema y un alerta pertinaz para entender la dimensión exacta de una guerra super-dinámica que se nos va de las manos, se nos va de la vista se nos va y nos inunda incluso cuando nos “entretenemos” con la “tele”. Y más allá de las limitaciones del tiempo y de propio formato de la exposición, quedó bien claro que es urgente asumir esa guerra mediática como una prioridad de investigación y como urgencia de acción en momentos en que se llenan los imaginarios con el terrorismo mediático basado, por ejemplo, en convencernos de que la década ganada llegó a su “fin de ciclo”. Que la revolución no es permanente.

Aunque parezca increíble, a pesar de las miles de evidencias y consecuencias que la guerra mediática ha tatuado en nuestra historia reciente, todavía no es materia obligatoria ni agenda prioritaria en los centros de enseñanza ni en los frentes de lucha. Exculpemos a las excepciones. Todavía es necesario tocar miles de puertas y no pocas veces soportar algunos gestos de fastidio por insistir en la obligación de tomar en serio todo plan de ataque mediático para saquearnos y explotarnos mientras nos convencen de que lo “hacen por nuestro bien” y de que debemos estar agradecidos cuando nos humillan y cuando nos ahogan con mentiras, ignorancia e ideología chatarra. Historia, por cierto, nada nueva.

No entender la importancia de la guerra mediática, no comprender su extensión y duración, sus escenarios visibles e invisibles, sus bases materiales y sus bases subjetivas, sus escuelas, sus tradiciones teóricas, sus bibliotecas y sus centros de investigación… es tan irresponsable y tan suicida que no nos quedará margen de lamento ni tiempo para lloriquear las consecuencias que imaginamos y las que no. Eso lo sabe Walter Martínez y por eso insiste, como se debe, en hacer de su insistencia militancia y persistencia que, con su estilo y con su historia, abre oídos donde otros no pueden.

No entender la importancia de la guerra mediática, no combatirla y no derrotarla, pone en evidencia un flanco débil, un descuido, una banalización o una falta de conciencia que no podemos permitirnos más tiempo. No nos ha servido la improvisación, no nos ha servido el voluntarismo, no nos ha servido el auto-halago, no nos ha servido el empirismo… ya nos han derrotado incesantemente. Los pueblos cuentan con fuerzas inmensas para ganar la guerra mediática, hay muchas experiencias y muchas ansias sólo nos falta derrotar la des-organización y la crisis de dirección. Es verdad “estamos a tiempo” y por eso no hay tiempo que perder.

Notas

[1] 27 de junio 2016 Salón Ayacucho Palacio de Miraflores, Venezuela.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=T3l1tmHfWIA

 Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214201&titular=la-guerra-medi%E1tica-

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El reto de enseñar desde lo que debiera ser cotidiano.

En mis estudios universitarios, desde el primer año, entré en contacto con aspectos básicos de la economía política, algo que no tuvo continuidad posterior de manera formal. El llamado de nuestros docentes era, a principios de los convulsionados años noventa del siglo XX, a que entendiéramos el papel que la política como hecho cotidiano y social, tenía sobre el resto de acciones humanas en sociedad. Estudiaba entonces Ciencias Políticas, y parece obvio que la perspectiva de nuestros profesores era hacia la primacía de la política sobre el hecho social. Sin embargo, en esa experiencia universitaria se destacaron tres elementos que sólo puede ver después, cuando yo misma por el devenir del tiempo, me convertí en acompañante de procesos de aprendizaje de otros y otras.

Comenzaré por lo básico. Prácticamente todos los docentes con los que interactué a lo largo de la carrera y que pertenecían a la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes, eran hombres. Prácticamente todos porque me acompañaron en total cuatro docentes mujeres a lo largo de toda la carrera. A la profesora Raquel Morador la recuerdo con especial cariño y, mientras escribo estas líneas se revela ante mi que parte del modo en que hablo con los participantes de talleres y cursos viene de allí. Las otras tres docentes no eran investigadoras del área de ciencias políticas, sino venidas de las humanidades y la economía. De modo que una de las primeras cosas que, en retrospectiva, me llamó la atención es el bajísimo porcentaje de docentes mujeres en la carrera.

Un segundo elemento que me llamó la atención fue la disputa casi de antología entre quién explicaba mejor el hecho político, si el pensamiento político o la sociología política. Cursé cuatro sociologías políticas y una introducción, y cuatro pensamientos políticos y una introducción y, créanme, quedé con la sensación de que el enfoque asumido por los docentes del área no era el más pertinente. Ni en los contenidos de sociología ni en los de pensamiento político pude encontrar respuestas a preguntas muy básicas que me asaltaban en ese momento de mi formación universitaria donde las relaciones entre Estado y sociedad en mi país estaban siendo mediadas de un modo no recordado, por el conflicto, la reacción y la violencia. El área de la administración pública y las relaciones entre actores políticos era, a su vez, atendida desde su perspectiva legal(ista) y, entonces, nuestra visión de la sociedad, como politólogos y politólogas en formación, terminaba totalmente fragmentada por una sociología que no atinaba a explicar juegos de actores, un pensamiento político secuestrado por el recuento histórico cronológico de hechos y aportes filosóficos no hilvanados, y una administración pública que se acuartelaba detrás de leyes y decretos sin poder dar cuenta de la emergencia de movimientos sociales en las estructuras burocráticas. Había una arista adicional: la de los partidos políticos funcionando en términos curriculares como un corpus doctrinario capaz de, parecía ser, dar cuenta de ese tejido de conocimientos a medio acabar y apenas construido.

Pero, quizás, lo que con el correr de los años finalmente me resultó más extraordinario, es ver que prácticamente ningún contenido de los impartidos en Ciencias Políticas, tributaron a comprendernos como un petro-Estado y entender nuestro papel simbólico y efectivo en la construcción de una política regional. Una ciencia política que, como disciplina, no se cuestionaba desde sus insuficiencias, y venía eregida desde la arrogancia de asumir que ya estaba dicho todo y apenas había que repasarlo como si leyéramos un libro del Almanaque Mundial, estaba formando a profesionales con minusvalías notables para dar cuenta de la realidad más básica de nuestra sociedad: la cultura del petróleo.

De esto último me di cuenta cuando, varios lustros después de egresar, comencé a trabajar con estudiantes de Hotelería y Servicios de la Hospitalidad, una asignatura que en su malla curricular se llama Desarrollo Socioeconómico y adopté como estrategia, comenzar a mirar fuera de la caja (el turismo) para ayudarnos a comprender estructuras y prácticas sociales y económicas de vieja data que condicionan de modo rotundo la manera en que nos aproximamos como sociedad al hecho económico … y el turístico.

Nuestro pueblo agricultor no se permite, de ninguna manera, desconocer lo básico del funcionamiento y evolución de las semillas que utiliza, cuál es el ciclo de cada cultivo, la tierra más apropiada para cultivarla y el rendimiento por planta. Sin embargo, el pueblo petrolero que somos todas y todos, desconocemos de modo evidente, el básico funcionamiento del proceso de extracción petrolera, o las raíces más profundas de algunos comportamientos (distorsionados) que evidenciamos en nuestro país en los últimos años de modo exacerbado. La comprensión de lo que somos como país petro-Estado, estoy segura de que debiera ser columna vertebral de nuestros contenidos curriculares aún los más básicos.

El hecho de nosotros como país petrolero y sus implicaciones para nuestras relaciones económicas, humanas y sociales es, desde mi perspectiva, el hecho cotidiano más sistemáticamente ocultado para nosotros y nosotras. Conocer nuestra realidad como país es comprender ese contexto. Comprenderlo es, además, un camino hacia la verdadera apropiación y significación del conocimiento y reconstrucción de lo que somos como sociedad.

Ese camino hay que andarlo antes que después y una forma de hacerlo es reivindicar que, quizás, como sociedad venezolana, es ese contexto cotidinao es el que resulta más determinante en nuestro futuro inmediato.

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Jesuitas celebran sus aportes a la educación venezolana en la Sala Alternativa de El Impulso

Venezuela/ 07 julio 2016/ Fuente: EL Nacional

Este año la Compañía de Jesús celebra los 100 años de su regreso a Venezuela con la realización de diferentes actividades en varios estados del país.

En tal sentido, el padre Luis Ugalde, exrector de la UCAB y director de CERPE (Centro de Reflexión y Planificación Educativa), realizará el Foro “Los jesuitas y sus aportes a la educación en Venezuela en Cien años… herramientas para la crisis”, en la Sala Alternativa de El Impulso, el próximo 14 de julio, a las 9:00 de la mañana.

La actividad, de entrada gratuita, es organizada de forma conjunta por la Fundación Juan Carmona, El Impulso, la Asociación Civil Compromiso Ciudadano, el Centro Gumilla, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Red Ignacia del Estado Lara.

El doctor e investigador Andrés Cañizález, uno de los responsables del Foro, explicó que el padre Ugalde expondrá los detalles del proyecto educativo de los jesuitas en Venezuela y cómo se podría, a partir de esa experiencia, obtener herramientas o elementos para hacer frente a la crisis que se vive en el país.

A juicio de Cañizález los aportes de los jesuitas a la educación son invaluables y destaca dos: en primer lugar la formación en el área de liderazgo, porque en todos los colegios que ellos administran se preocupan por formar ciudadanos que asuman roles de liderazgo; y el otro aporte importante en su obra educativa se observa con el tema de la inclusión que defiende desde su experiencia con Fe y Alegría.

El padre Luis María Ugalde Olalde nació en Bergara, País Vasco-España, el 2 de diciembre de 1938, es Licenciado en Filosofía y Letras, Teología y Sociología. También es Especialista en Historia Económica y Social de Venezuela, Magister Scientiarum en Historia y Doctor en Historia. Dichos estudios los realizó en universidades en Colombia,Alemania y Venezuela.

En un artículo de opinión llamado “Familia, sociedad y Estado en la educación” y publicado en febrero de este año, Ugalde expresó parte de su pensamiento sobre el tema educativo actual y afirmó que “en la educación están actuando tres grandes y distintos factores sociales: la familia, la sociedad y el Estado”.

Fuente: http://www.elimpulso.com/correos-diarios/a-esta-hora/jesuitas-celebran-aportes-la-educacion-venezolana

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