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Venezuela: Incrementan los índices de desnutrición y deserción escolar en comunidades indígenas de la Amazonía venezolana

Incrementan los índices de desnutrición y deserción escolar en comunidades indígenas de la Amazonía venezolana

@mlclisanchez

La encuesta de condiciones de vida del Observatorio de Derechos Humanos Indígenas de la asociación civil Kapé Kapé reveló que las comunidades indígenas de los estados Bolívar, Delta Amacuro y Amazonas continúan con un acceso restringido a servicios básicos durante la pandemia por COVID-19. Concluyen que el Estado venezolano no tiene una estrategia para atender las necesidades de los pueblos indígenas durante la alarma sanitaria pese a que ya hay propuestas internacionales para ello.

En el estado Bolívar consultaron a las comunidades de Platanal y Charujaña, del municipio Sucre; en Amazonas a la comunidad de Platanillal en el municipio Atures y en Delta Amacuro consultaron las comunidades de Curiapo y Nabanasuka de municipio Manuel Renauld y en Tucupita, las comunidades del Jobo, San Juan, La Guardia y Los Cedros.

Las etnias encuestadas fueron las jivi, pemón, piapoco, yewkuana y warao.

Alimentación precaria

La ausencia o escasez de expendios de alimentos ocupó el primer lugar de ausencia en las comunidades consultadas en el estado Bolívar: el 40% de los indígenas encuestados aseguraron no tener acceso continuo a la alimentación. El pueblo warao debe viajar en canaletes y caminar largos trayectos para conseguir alimento.

En Delta Amacuro, el 25% de los miembros de las comunidades consultadas aseguró que sufren la misma ausencia de alimentos durante la cuarentena y el 14% de los consultados en Amazonas tampoco tienen tal acceso. La consecuencia es que los indígenas deben salir de sus etnias para conseguir comida, y en su mayoría deben trasladarse a pie, pues la ausencia del transporte público también es un problema que afecta en un 13% a las comunidades de Delta Amacuro y Bolívar, y un 42% de los indígenas encuestados en Amazonas.

El resultado de esto es que un 31% de los indígenas consultados en Amazonas presentan desnutrición, un 23% está en la misma condición en Delta Amacuro y en menos medida en Bolívar (17%).

Muy pocas comunidades indígenas pueden contar con las cajas de los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP), aunque este beneficio se prometió incluso durante la pandemia por COVID-19, esto tomando en cuenta que el contenido no ofrece todos los beneficios nutricionales necesarios.

El servicio de agua potable es precario en un 42% en las comunidades encuestadas en el Amazonas, y lo son en un 13% de acuerdo con los indígenas consultados en Bolívar y Delta Amacuro.

La ausencia de agua es especialmente alarmante durante la pandemia por COVID-19 porque las principales medidas de prevención del contagio implican tener buen acceso a agua y saneamiento.

Desempleo

Organismos multilaterales han reiterado la importancia de que en medio de la pandemia los Estados ofrezcan seguridad social a quienes queden desempleados a causa de la paralización de las empresas en medio de la alarma sanitaria, sobre todo a aquellos que dependen del trabajo informal.

Muy pocas comunidades indígenas pueden contar con las cajas de los comités locales de abastecimiento y producción (CLAP), aunque este beneficio se prometió incluso durante la pandemia por COVID-19, esto tomando en cuenta que el contenido no ofrece todos los beneficios nutricionales necesarios.

El servicio de agua potable es precario en un 42% en las comunidades encuestadas en el Amazonas, y lo son en un 13% de acuerdo con los indígenas consultados en Bolívar y Delta Amacuro.

La ausencia de agua es especialmente alarmante durante la pandemia por COVID-19 porque las principales medidas de prevención del contagio implican tener buen acceso a agua y saneamiento.

Desempleo

Organismos multilaterales han reiterado la importancia de que en medio de la pandemia los Estados ofrezcan seguridad social a quienes queden desempleados a causa de la paralización de las empresas en medio de la alarma sanitaria, sobre todo a aquellos que dependen del trabajo informal.

De los indígenas que sí trabajan en Bolívar, solo el 7% percibe más de 10 salarios y podría estar vinculado a la minería, aun así, esto no es suficiente para costear la canasta básica alimentaria.

“El 7% del estado Bolívar que señaló tener en ingreso promedio más de 10 salarios mínimos, aún está muy lejos de tener acceso como derecho humano a la alimentación”, señaló el documento.

El 77% de los indígenas que trabajan en el estado Bolívar reciben salario mínimo mensual (800 mil bolívares) que es insuficiente para cubrir las necesidades básicas. En Amazonas el 100% de los indígenas que trabajan dependen de un salario mínimo en medio de la hiperinflación.

En Delta Amacuro las comunidades encuestadas perciben mejores ingresos, solo el 60% de los encuestados depende del salario mínimo y el otro 40% dice percibir más de 2 salarios mínimos, cifra que continúa siendo precaria.

“Esta condición en el ingreso de las familias es absolutamente alarmante, teniendo en cuenta como ha sido expuesto en este informe, que el salario mínimo actual en Venezuela vigente a partir del 1 de mayo del presente año es de 800 mil bolívares mensuales, ingreso que como ha sido establecido es insuficiente para cubrir las necesidades básicas alimentarias”, versó.

Más de la mitad de los indígenas que tienen empleo deben salir del pueblo para ir a trabajar (Bolívar 60%), (Amazonas 58%) y (Delta Amacuro 53%), el traslado dura al menos dos horas en promedio.

Educación a distancia inviable

La organización denuncia que durante la pandemia no haya una política pública que funja como estrategia para evitar el atraso escolar de niños, niñas, adolescentes y sus maestros tomando en cuenta que en el contexto indígena la educación a distancia es inviable, lo que provocará mayor deserción escolar.

El 37% de las personas encuestadas en el estado Bolívar tienen un grado de instrucción básico incompleto, en el Amazonas, el 54% de los indígenas encuestados informaron tener un grado de instrucción primario incompleto, en Delta Amacuro, este porcentaje es más alto, del 78%.

El 65% de la población indígena encuestada del estado Bolívar manifestó no asistir a la escuela nunca o que no regresará luego de la pandemia. Hasta ahora la entidad tiene el porcentaje de deserción escolar indígena más alto en las comunidades encuestadas, en comparación con Amazonas (52%) y Delta Amacuro (54%).

Sin embargo, la mayoría (85%) de niños, niñas y adolescentes manifestó que sí sabe al menos leer y escribir, el grado de alfabetización de las comunidades consultadas en otros estados de la región es mayor, el 78% de los menores de edad en Delta Amacuro, y el 67% en Amazonas.

El 75% de los indígenas encuestados en Bolívar señalaron no haber ido nunca a la escuela por la necesidad de trabajar para vivir y la imposibilidad de costear los estudios. Así lo aseguraron también el 66% de los encuestados en Delta Amacuro y el 26% en Amazonas, aunque en este estado, al menos el 42% de los indígenas manifestó que no pueden estudiar por falta de documentación.

Los resultados de la encuesta arrojaron que al menos el 78% de los indígenas que dejaron de asistir a la escuela en Bolívar manifestaron que no retomarían sus estudios, en Delta Amacuro (70%) y Amazonas (45%), los porcentajes son menores.

Los niños y adolescentes que continúan yendo a la escuela -fuera del contexto de la pandemia- se desplazan en su mayoría a pie, todos coincidieron en que el tiempo de recorrido es de mínimo media hora.

En Bolívar, el 41% de los estudiantes indígenas se moviliza en transporte público, y el 42% a pie.

“Desde el Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas en su misión de difundir y visibilizar la realidad de las comunidades indígenas del sur del país, esperamos que este informe constituya un aporte importante en el ejercicio de la defensa de los derechos humanos, en un país donde la pandemia se ha convertido en un problema más en la difícil cotidianidad de los venezolanos”, concluyó el documento.

Fuente de la Información: http://www.correodelcaroni.com/ciudad/region/6446-incrementan-los-indices-de-desnutricion-y-desercion-escolar-en-comunidades-indigenas-de-la-amazonia-venezolana

 

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Venezuela: Crisis ambiental impacta en los pueblos originarios

La crisis ambiental global ha causado un impacto negativo en los pueblos indígenas vulnerando así sus modos de vidas, haciendo énfasis en tres aspectos fundamentales como alimentación, salud y los asentamientos comunitarios.

A pesar de la reducción en la circulación de las personas y otras muchas restricciones a raíz de la COVID-19 que han disminuido el impacto ambiental del llamado desarrollo; la avasallante crisis ambiental global, origen último de la pandemia, sigue profundizándose y afectándonos a todos, incluyendo a los pueblos originarios que han visto su realidad cotidiana trastocada.

Ese fue el tema que durante el programa “Pueblo, Ciencia y Patria” que transmite Radio Nacional de Venezuela, abordó Noemí Chacón, investigadora del Laboratorio de Ecosistemas y Cambio Global del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Para la investigadora la crisis ambiental global es producto del modelo de producción y consumo en el que la sociedad occidental está inmersa y que ha considerado muy poco el conocimiento de otras culturas, como las culturas indígenas y su relación con la naturaleza, de la que se consideran parte.

La crisis ambiental global ha causado un impacto negativo en los pueblos indígenas vulnerando así sus modos de vidas, haciendo énfasis en tres aspectos fundamentales como alimentación, salud y los asentamientos comunitarios.

“Los eventos extremos de sequía y lluvia derivados del cambio climático alteran o interrumpen la actividad agrícola de los pueblos indígenas, tomando en cuenta que su agricultura está íntimamente sincronizada con las variaciones estacionales anuales del ciclo hidrológico. Por lo tanto, sequías extremas, como las que se han experimentado en la cuenca del Amazonas en las últimas dos décadas, han incidido negativamente en su calendario agrícola, provocando el desplazamiento de los períodos de tumba, siembra y cosecha”.

Explicó la investigadora que esa acción inside en las actividades de caza y pesca, por lo que se podría decir que el sistema alimentario de los pobladores del bosque amazónico se ha visto impactado por la crisis ambiental global.

Sin embargo, “debemos indicar que los pobladores indígenas son portadores de conocimientos ecológicos milenarios, altamente especializados que les han permitido adaptarse a los cambios ambientales. Es así como han desarrollado técnicas para cultivar especies resistentes a las sequías en sus conucos, como es el caso del cultivo del arroz de secano en los E ñepá que habitan en el extremo oeste del estado Bolívar. Este tipo de alimento no desplaza los cultivos tradicionales ni otros alimentos propios de su dieta, sino que los complementa, permitiendoles hacerle frente a situaciones no óptimas”.

En cuanto a la salud, la crisis ambiental global también ha conducido a un incremento en el brote de enfermedades como la malaria y la leishmaniasis, que si bien existen desde hace muchos años en la región amazónica, actividades como la deforestación, eventos extremos de inundación y sequía y olas de calor han alterado las dinámicas naturales de estas enfermedades.

Asi mismo, los asentamientos comunitarios se han visto afectados por la deforestación con fines de cambios en el uso de la tierra, lo que ha provocado el desplazamiento de comunidades indígenas que se ven imposibilitadas de seguir haciendo uso sustentable de los recursos del bosque para cubrir sus necesidades alimentarias.

Con respecto a cómo el coronavirus puede afectar a los pueblos originarios, la doctora Noemí Chacón destacó que una manera viable que estas poblaciones puedan sobrellevar la pandemia es que se puedan mantener confinadas en sus comunidades, pero eso ha sido casi imposible en algunas poblaciones del país, particularmente las que se encuentran en estados fronterizos que tienen contacto con indígenas y no indígenas que se desplazan regularmente por sitios no resguardados de las fronteras.

“En Brasil, hay una importante población de indígenas Warao que migraron de Venezuela como consecuencia de una compleja red de factores aún no bien dilucidados, que se encuentran en centros llamados abrigos. Allí están altamente expuestos a la pandemia, de hecho se conoce ya de decesos de Warao en esa situación de abrigo a consecuencia de la COVID-19”.

Sí las comunidades indígenas se pueden mantener resguardadas sin contacto foráneo, podrían afrontar mejor la pandemia, tomando en cuenta que estas poblaciones son soberanas en su alimentación, ellos cultivan, preservan y comparten su semilla y no requieren de agroquímicos para mantener su producción. Adicionalmente, tienen su propia medicina y sus sabios, por lo que no tienen que exponerse en centros de atención médica para atender las enfermedades propias de su cultura. El reto está en cómo evitar contactos no deseados ni controlados por ellos mismos.

Fuente: http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:231989/Crisis-ambiental-impacta-en-los-pueblos-originarios

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Venezuela: Ah! Covid, pícaro vagaMundo…

Ah! Covid, pícaro vagaMundo…

Dr Límber Salazar

¿Qué número en verdad tú eres? ¿Por qué te cifraron 19? ¿Acaso por el año, por el siglo, por las veces en que has reaparecido con esa intermitencia de tiburón hambriento que da pánico respiratorio? ¿O tal vez por algún guarismo clavado, código genético de alguna venganza milenaria cobrando tal vez en vano la ingénita desobediencia humana?

Seas lo que seas, o lo que fuiste o lo que serás, por aquello de que lo que fue será, o por lo otro, que no hay nada nuevo bajo el Sol, te voy a conjurar. Ya te vi de cerca con la meticulosidad de un microbiólogo, o la tenacidad de un empedernido enamorado de la vida. Entraste en mi humanidad como lancha cochera porque me viste sustancioso, pero que va, sin esperarte específicamente, estaba prevenido. Contra tu deletéreo oficio o el de tus congéneres, me he fajado y no en vano, muchas veces. Estoy donde siempre he querido estar: en la delicada y sensitiva puerta de entrada al paraíso, o al valle de lágrimas, según la opinión de quien lo mira, o lo que es lo mismo: en la entrada al mundo, o en la salida del otro, por la misma razón.

Pero volviendo a ti, letal polizonte que viajas en la palabra desprevenida de inocentes seres, digo que ya vi el velo con que cubres las dos antenas que brotan de tus celestes ojitos, ineludibles, certeros y enloquecedores como la coronoflecha de Cupido. No le niego a la vida su necesario desenlace, pero todo a su debido tiempo. ¿Cuál es? Debemos descubrirlo y para eso, es necesaria la tranquilidad del espíritu, o al menos el silencio del alma.

Por cierto bichito, también vi lo que ocurre cuando te guareces en el corazón de una abatida criatura. ¿Por qué te aprovechas de esos deprimidos seres indefensos que requieren mucho cariño? ¿Acaso te da lástima su desamparo y las ayudas a traspasar la barrera de sus tormentos, a vencer la inercia, la parálisis, el miedo a lo desconocido?

¿Pero aún no me has dicho de dónde vienes? ¿Quiénes fueron tus progenitores, tus dioses creadores, la fatídica y maligna condición demiúrgica de tu existencia? ¿Al servicio de quiénes usas tu guadaña? ¿Qué no te gustó de nuestro quehacer humano, cultural? ¿Qué te propones, qué quieres, a ver si negociamos?

En lo que a mí respecta, si es que pudieras trascender tu ácida esencia de núcleo embravecido, aceptarme una enmienda. Yo que tengo conciencia de mi ayer remoto, te prometo completar mi plana de la siguiente manera: aprenderé a cultivar mis alimentos sanos, plantas aromáticas y medicinales, comer frutas frescas del huerto y a transformarlas en exquisitos postres e inocuos y fragantes vinos para toda la familia y visitas casuales; pero además, muy importante, purificar las aguas para nuestro consumo y el entorno para el disfrute de todo ser viviente. Cuidaré también todo lo que de mi boca salga, que aún libre de ti, bichito feo, pudiera a veces herir a mis seres queridos, incluidos mis vecinos. Sé lo difícil que es cumplir con mi promesa, pero si este fuera el precio para una vida sana, vale la pena ponerle un parado a mis desastres.

Te lo prometo Señor. Con todo mi agradecimiento a los ochenta y tantos de mi plácida existencia aquí en La Tierra.

TA y SS: Limber.

Fuente de la Información: Otras Voces en Educación

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Ecología de los Saberes para la Democracia Cognitiva, Participativa y Protagónica

La Interacción Socioeducativa como práctica para Civilizar la Ciencia y Cientifizar la Ciudadanía.

Oswaldo Espinoza

La Democracia del Siglo XXI, exige una educación del siglo XXI con escuelas y universidades del nuevo milenio, por esta razón en el marco del proceso Bolivariano en Venezuela se ha impulsado la transformación de las relaciones entre las instituciones educativas y la sociedad de la que forman parte, es así como surgen las políticas vinculadas con la triada Escuela – familia – comunidad en el proyecto educativo nacional de educación básica y media y el Proyecto Socio-comunitario, socio-integrador o socieducativo en las universidades nacionales nacidas en el marco del proceso político Revolucionario.

Para la Universidad Bolivariana de Venezuela esta práctica se designa originalmente como Interacción Socioeducativa, el cual en opinión del autor resulta el término adecuado en comparación con el que se asume ahora dentro de la institución: Integración Socioeducativa; la razón es muy sencilla y es que si bien la interacción con las comunidades debería procurarse armoniosa y buscar la integración, la comunidad no es el único actor de la sociedad con las que la institución educativa deberá interactuar en su transformación de torres de marfil e islas académicas en sujetos plenos del proceso de desarrollo y construcción del proyecto de país consagrado en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela; de hecho con algunos de estos actores la interacción puede ser de necesaria confrontación y denuncia, como por ejemplo con grandes corporaciones que atenten contra la salud de la humanidad o la naturaleza producto de sus prácticas industriales.

Más allá del asunto de la designación de esta práctica socioeducativa, la misma se ha convertido en una forma ciertamente revolucionaria de estrechar los vínculos entre las instituciones educativas, sus estudiantes y docentes con la realidad de sus comunidades de origen para la solución participativa de las problemáticas locales, el aprovechamiento sustentable de sus potencialidades y la producción de conocimiento pertinente y creíble, en tanto contextualizado en la realidad y legitimado por la participación ciudadana. No obstante, las aseveraciones expresadas en estas últimas líneas sufren los embates de dos formas de producción de no existencia de la razón metonímica, de acuerdo a la definición de las Sociologías de las Ausencias realizada por el Boaventura de Souza en el Milenio Huérfano, estas formas son la monocultura del saber y de las clasificaciones sociales, de las cuales la sociedad venezolana, y especialmente los actores académicos no pueden o no quieren desprenderse, reproduciendo dichas lógicas consciente o inconscientemente.

De esta forma, por una parte las escuelas y universidades siguen asumiendose como centros de saber y guardianes del conocimiento único y verdadero produciendo en consecuencia la no existencia de las comunidades como ignorantes e inferiores; esto se evidencia cuando o bien se asume a la comunidad como simple objeto de estudio y fuente de información (riesgo academicista) y por lo tanto necesitada de la iluminación científica, o bien como víctimas incapaces (riesgo asistencialista) necesitada de las soluciones que solo el estado y las instituciones educativas pueden brindar. Ante estos riesgos la comunidad termina no teniendo una participación real, por cuanto no es reconocida como un actor cognoscente, completamente capaz de poseer y producir conocimiento  válido y legítimo a partir de su vivencia, de su experiencia y contacto permanente con su propia realidad; la consecuencia es que se imposibilita un diálogo real de saberes perdiéndose la oportunidad de enriquecimiento mutuo.

Si bien los riesgos citados han provocado sus efectos negativos en la interacción socioeducativa la experiencia en líneas generales ha permitido abrir los canales de diálogo y comunicación, sobre todo para la atención de la realidad comunitaria relacionada con sus problemas locales, sin embargo  se hace necesario profundizar la interacción para la producción de conocimientos en el espíritu de lo expresado por Vaz Moniz (2005) de civilizar la ciencia y cientifizar la ciudadanía; para ello resulta imprescindible en primer lugar el reconocimiento de las comunidades como entidades cognoscentes, al tiempo que las instituciones educativas reconozcan sus propias ignorancias e incluso pongan en duda algunas de sus certezas heredadas del positivismo dominante; también es fundamental para las instituciones educativas dejar de asumirse como actores separados e independientes de la realidad y menos aún como centros de la sociedad, siendo esto último un  error del propio estado nacional que afirma que la escuela es el centro del quehacer comunitario.

Otro aspecto al que se le ha prestado relativamente poca atención tiene que ver con la sustentación y construcción teórica del enfoque de la Interacción Socieducativa, razón por la cual quien escribe ha dedicado hasta ahora dos trabajos de investigación sobre el tema: La Interacción Socioeducativa, una relectura de las relaciones Universidad – Comunidad (2008), y Aportes Teóricos para los procesos de Interacción Socioeducativa Universidad – Comunidad (2013); en este sentido los aportes del trabajo: Ciudadanía, Conocimiento, Ciencia y Educación CTS, Rumbo a Nuevas Dimensiones Epistemológicas (Moniz, 2005), resultará de utilidad para el nuevo proyecto de trabajo de investigación: La Interacción Socioeducativa como Ecología de los Saberes para la Universidad del Siglo XXI.

Volviendo sobre la Interacción Socioeducativa como práctica histórica del proceso bolivariano, es pertinente preguntarnos ¿qué se hace y que es necesario implementar a partir de las lecturas del trabajo de Moniz?; en primer lugar esta experiencia ya vincula a todos los estudiantes de las universidades experimentales y las nacidas en revolución con sus realidades locales a través de Proyecto Socioeducativo a lo largo de todo su proceso formativo, un trabajo que se realiza en, para y sobre todo con la comunidad (aunque este aspecto se ve afectado por los riesgos citados en párrafos anteriores); en este misma dirección los trabajos de investigación de grado surgen de la experiencia de proyecto, evitando de esta forma la fobia TMT (Todo menos tesis) y la perversa práctica de las tesis por encargo; de esta forma se contribuye a la solución de problemas reales comunitarios al tiempo que se promueve la investigación directamente en el entorno social.

Lo expuesto en el párrafo anterior sin lugar a dudas que constituye un logro en el camino correcto, no obstante atendiendo los desafíos de civilizar la ciencia y cientifizar la ciudadanía es necesario profundizar la participación ciudadana y comunitaria, en la toma de decisiones sobre el proceso investigativo y evitar caer en imposiciones incoherentes con el proyecto nacional, como por ejemplo cuando se trató de establecer como orden vertical que todos los proyectos, del Programa de Formación de Grado en Comunicación Social de la UBV, fueran sobre medios de comunicación alternativos sin tomar en cuenta las diversas realidades con las se pudieran encontrar los investigadores en nuestro amplio territorio y nuestra multicultural sociedad. Participar en las decisiones de política académica y de investigación va desde la definición participativa del diseño de líneas de investigación hasta la decisión de cambiar el título o un objetivo en el informe del trabajo final de grado; es decir,  se trata de asumir a la comunidad como Co-investigadora con todas sus implicaciones.

Por otro lado resulta imprescindible reforzar el papel de la comunidad como contralora de la acción política del estado y sus instituciones incluyendo a las universidades con sus “expertos y especialistas”, no solo como una función de vigilancia sino también como acompañamiento calificado, tanto desde el conocer del entorno y su realidad, como desde sus conocimientos y saberes científicos o ancestrales de los que los académicos podemos (y debemos) aprender mucho.

Finalmente es cierto que la participación ciudadana y comunitaria en los proyectos técnicos e investigaciones científicas puede tener sus límites producto de toda una tradición pública centrada históricamente en el asistencialismo y paternalismo de estado que desestimula la participación en los procesos, e incluso en una cultura consumista e individualista heredada del capitalismo y la transculturación que no permiten a la ciudadanía identificar problemas reales y graves, ocultos tras necesidades creadas convertidas en prioridad producto de la colonialidad; en todo caso es allí donde debe intervenir el proceso de cientifizar la ciudadanía, reconociendo y certificando sus conocimientos y saberes, acompañándolos en los procesos de sistematización y tecnificación sustentables de sus experiencias y conocimientos, a la par de brindar las oportunidades para adquirir o crear juntos nuevos conocimientos en el marco de una Ecología de los Saberes.

Referencias:

Castillo-Cubillos, Mónica. El papel de la participación ciudadana en las políticas públicas, bajo el actual escenario de la gobernanza: reflexiones teóricas. CS [online]. 2017, n.23, pp.157-180. ISSN 2011-0324. Disponível em: http://dx.doi.org/10.18046/recs.i23.2281

Vaz Moniz dos Santos, Maria Eduarda. Cidadania, conhecimento, ciência e educação CTS: Rumo a «novas» dimensões epistemológicas. Revista Iberoamericana de Ciencia, tecnología y sociedad, Ciudad Autónoma de Buenos Aires , v. 2, n. 6, p. 137-157, dic. 2005.

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Venezuela: Sindicato de Maestros: 5 de cada 10 educadores no podrá iniciar clases a distancia

La dirigente sindical de los maestros en Caracas asegura que no hay un plan para el inicio del nuevo Año Escolar 2020-2021 y refirió que, según los datos manejados por su organización, en el periodo escolar anterior solo 30% de los estudiantes de escuelas del país pudieron cumplir con la carga académica y los parámetros de la educación a distancia

La secretaria de reclamos del Sindicato de Maestros, Griselda Sánchez, reportó que 5 de cada 10 maestros de escuelas nacionales en el país no cuentan con computadores o equipos telefónicos para entablar el encuentro a distancia con sus alumnos en este nuevo Año Escolar 2020-2021, que empezará el 16 de septiembre “con o sin pandemia”, tal como declaró recientemente el dirigente de la cartera de Educación, Aristóbulo Istúriz.

La dirigente sindical en Caracas y vocera del sector educativo para la Unidad refirió que, según los datos manejados por su organización y el gremio docente, en el periodo escolar anterior, cuyos últimos 4 meses se ejecutaron en medio de la cuarentena por la llegada del nuevo COVID-19 a Venezuela, solo 30% de los estudiantes de escuelas del país pudieron cumplir con la carga académica y los parámetros de la educación a distancia.

“De manera irresponsable hemos visto cómo se han promovido a tantos jóvenes de un grado a otro sin haber alcanzado las competencias mínimas… Tenemos casos puntuales de escuelas consultadas donde hemos podido ver que había profesores que no estaban enviando las actividades y, sin embargo, se les colocó la nota a los estudiantes con mucha irresponsabilidad”, destacó Sánchez.

La vocera del gremio docente refirió que las limitaciones no solo son de los educadores, que con sueldos que no superan los cuatro dólares calculados al monto paralelo no pueden acceder a tecnologías, sino que abarcan también a los estudiantes en toda Venezuela que luchan contra las carencias económicas, la falta de equipos y la ausencia de servicios públicos para entregar asignaciones y mantener un proceso educativo autodidáctico en gran medida.

Los datos expuestosa por Sánchez en entrevista telefónica con El Pitazo concuerda lo dicho por la Federación Venezolana de Maestros y sus 27 sindicatos afiliados, quienes en un comunicado conjunto tras terminar el Año Escolar 2019-20202, indicaron que programas como el de clases por TV no funcionaron, por la improvisación con que fueron elaborados.

“La modalidad de educación a distancia online, decretada por el actual Gobierno, fracasó, porque en el país no existen las condiciones idóneas para el desarrollo de este programa. Venezuela cuenta con el peor internet de América Latina; la gran mayoría de docentes y estudiantes no cuentan con recursos tecnológicos, como laptop, computadoras, teléfonos inteligentes para el desarrollo y evaluación de los contenidos programáticos y, además, es un hecho público y notorio que hay estados del país que pasan entre ocho y doce horas sin servicio eléctrico”, se desprende del documento.

Desde el Sindicato de Maestros aseguran que hasta el momento no hay ningún plan que se haya dado a los docentes para el inicio del nuevo Año Escolar. Sánchez insiste en que el Magisterio venezolano mantiene su exigencia de ajustes presupuestarios para capacitar tecnológicamente a las instituciones y sueldos equivalentes a los 600 dólares para mejorar las condiciones de los docentes y en concreto de todo el sector educativo.

Fuente: https://elpitazo.net/gran-caracas/griselda-sanchez-cinco-de-cada-diez-maestros-no-pueden-iniciar-ano-escolar-a-distancia/

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Asociación Venezolana de Educación Católica inicia plan vacacional virtual

América del Sur/Venezuela/efectococuyo

Acompañamiento en vacaciones. Este martes 4 de agosto y hasta el jueves 27, la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec) realizará un plan vacacional virtual para sus estudiantes.

Su presidenta, Sor Alicia Bocán, contó que este será un programa para que niños y niñas tengan “un toque especial de diversión”, de compartir en familia, seguir aprendiendo y de encuentro con Dios en su palabra.

Como en 2019, la organización contarán con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Solo que esta vez la actividad no será presencial en las escuelas, debido a la pandemia del coronavirus y la cuarentena.

El “Plan Pedagógico Pastoral” consta de folletos que serán repartidos a aproximadamente 8.000 estudiantes en los estados Bolívar, Delta Amacuro, Distrito Capital, Miranda, Táchira y Zulia.

Actividades por semana

“Ellos van a recibir un folleto muy hermoso con las actividades explicadas por cada semana. Incluye las pinceladas del día y una guía para que cada martes, miércoles y jueves puedan tener un espacio”, explicó Bocán a Efecto Cocuyo.

La Avec y la Unicef también entregarán a un grupo de familias un combo para la preparación de meriendas.

“Deseamos que cada niño junto con su familia, pueda disfrutar de unos días donde comparten la creatividad, la cocina, el baile y las tradiciones venezolanas y sientan el gozo de ser los preferidos de Dios”, refirió la organización.

Para llevar acabo la actividad durante el mes de julio se realizó la formación para el equipo al frente de las jornadas. La capacitación se logró a través de WhatsApp para los acompañantes, coordinadores editoriales, promotores pedagógicos comunitarios, los docentes enlaces y el equipo de directivos.

Por la pandemia del COVID-19, en Venezuela las escuelas suspendieron las clases presenciales desde el 16 de marzo, cuando finalizaba el segundo lapso. El resto del año escolar 2019-2020 transcurrió bajo la modalidad virtual.

Defensores de los derechos de los niños, niñas y adolescentes afirman que las circunstancias vulneraron el derecho a la educación. Además, se acentuaron las desigualdades entre los distintos sectores socioeconómicos respecto al acceso a la tecnología.

El período académico 2020-2021 también iniciará a distancia el próximo 16 de septiembre.

Fuente: https://efectococuyo.com/la-humanidad/asociacion-venezolana-de-educacion-catolica-inicia-plan-vacacional-virtual/

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El problema de los salarios en Venezuela

Por: Jorge Forero

Venezuela experimenta una crisis económica con profundas y muy complejas repercusiones sociales, cuyas expresiones más notables son: depresión de la producción nacional, la cual registró una reducción del 52,3% entre 2013 y 2018 según cifras del Banco Central de Venezuela (BCV)[1]; caída de las tasas de inversión productiva; la contracción del comercio exterior (con un descenso vertiginoso de los ingresos por exportaciones) y las distorsiones del mercado nacional; inestabilidad sistémica dada por severos y muy lesivos fenómenos de megadevaluación e hiperinflación; tendencia hacia la destrucción de fuerzas productivas, que implica una descapitalización neta de su capacidad agroindustrial instalada, así como la pauperización de la fuerza de trabajo como factor de reproducción de valor.

Por supuesto, los elementos esbozados, afectan y socavan de manera estructural a la formación económico-social venezolana como totalidad orgánica: tanto en los referidos indicadores macroeconómicos, y en su situación financiera de ahorro, liquidez y crédito; como en  sus potencialidades de crear valor a través de sus fuerzas productivas y sus capacidades de infraestructura-transporte para la producción y distribución de bienes y servicios.

Sin embargo, la crisis presenta expresiones especialmente dramáticas para la clase trabajadora (la proporción mayoritaria de la población), la cual enfrenta un proceso de precarización sistemática de sus medios y condiciones de vida, ante la caída estrepitosa del valor real de sus salarios[2] y la pérdida de derechos laborales (de beneficios previstos en contratos colectivos, prestaciones y seguridad social, entre otros), con lo cual, se ha condenado a la pobreza a la mayoría de la población venezolana, expuesta en los últimos años a un retroceso significativo en sus posibilidades de satisfacción de necesidades fundamentales.

Para dar cuenta de la abrupta caída de los salarios en Venezuela, basta con señalar que de acuerdo con la cotización oficial de monedas extranjeras publicadas diariamente por el BCV, para el 5 de agosto de 2020 el salario mínimo legal en Venezuela apenas supera los 1,5 dólares americanos, una cifra impresentable para un gobierno que se autodenomina socialista y obrero.

En primer término, porque esto significa una involución significativa respecto a las conquistas sociales alcanzadas durante los gobiernos de Hugo Chávez (1999-2012), cuyo valor salarial aumentó desde los 149 hasta los 251 dólares americanos; en segundo término porque incluso resultan vergonzosos al compararlos con los salarios mínimos legales decretados en el marco de  gobiernos neoliberales de finales del siglo XX. por ejemplo el segundo gobierno de Rafael Caldera (1993-1998), transitó desde los 104 hasta los 149 dólares entre 1993 y 1998; y en tercer término, porque la oferta electoral fundamental de Nicolás Maduro para la campaña electoral de 2018 (momento en que se registraba un salario de 6,78 dólares americanos), fue precisamente la recuperación económica, y con ello, el aumento de los salarios (cifras del Banco Mundial).

Más aún, si se estiman dos variables que permiten apreciar la lógica distributiva de la política económica: por una parte, el porcentaje del salario mínimo legal en relación con el PIB per cápita nacional, el cual según datos del precitado Banco Mundial, presentó un descenso desde el 30,6% en 2012, hasta el 2,8% en 2018; y por otra parte, la relación dada entre los salarios y el pago de deuda, que en el caso venezolano ha adquirido proporciones escandalosas, con pagos por concepto de servicio de deuda y amortización de intereses superiores a los 70.000 millones de dólares americanos entre 2013 y 2017[3], justamente en el periodo de pauperización de los salarios reales de la clase trabajadora venezolana.

Ante esta realidad de devastación económica nacional y de precarización sistemática de los medios y las condiciones de vida de la clase trabajadora venezolana, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha responsabilizado de tan dramáticos estragos, en un primer momento, a una guerra económica en contra de la economía nacional, y en un segundo momento, a las medidas coercitivas unilaterales (entre las que sobresalen sanciones económicas y financieras) impuestas por el gobierno estadounidense, las cuales se han acentuado en los últimos años, hasta el punto de golpear a la industria petrolera nacional, la fuente fundamental de ingresos del país.

Ciertamente, es innegable que dichas sanciones lesionan de manera grave a las potencialidades de producción de bienes y servicios, y especialmente a las posibilidades de recuperación económica de la nación. En gran medida, porque además de proscribir agencias económicas fundamentales del poder estatal venezolano (como PDVSA y el BCV), y de restringir severamente la inversión internacional e incluso las transacciones de comercio exterior, ha escalado hasta la confiscación, usufructo y saqueo de recursos y activos (propiedad de todos los venezolanos) localizados en el exterior[4].

No obstante, es desleal la posición del gobierno venezolano, reducida a victimizarse y evadir responsabilidades ante la depresión económica más extensa de la historia republicana, sobre todo porque en los hechos, y en muchas ocasiones incluso en el discurso, el gobierno luce impotente e indolente ante la crisis (con un apagón de publicación de estadísticas oficiales de por medio), y primordialmente ante la superexplotación que supone tener el salario más bajo del mundo, con  terribles consecuencias para la población, tales como la caída de la demanda de bienes y servicios, el aumento de la informalidad y la pobreza (por ingresos, por necesidades básicas insatisfechas y la pobreza extrema), el retorno de enfermedades “superadas” y la tortura que significa padecer enfermedades crónicas o terminales;  el avance de la malnutrición infantil y la deserción escolar; y la tragedia sicológica-social-emocional que ha representado el éxodo migratorio por motivos económicos para las familias venezolanas, el cual según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), superó los 4 millones de migrantes venezolanos entre 2015 y 2019.

De acuerdo con la tesis del gobierno, para que se produzca un cambio de la situación económica nacional, es preciso esperar que cese la denominada guerra económica, que el gobierno estadounidense desista de sus sanciones económicas contra el país, que la burguesía nacional-transnacional se sensibilice, y por arte de magia, permita la construcción del socialismo bolivariano y la felicidad social bajo el liderazgo y amparo protector del gobierno (sic.).

En esa misma corriente, se inscriben pronunciamientos de altos voceros del gobierno como el ministro de Trabajo, y de algunos defensores de la política económica, tales como el diputado constituyente Jesús Faría y dirigentes de sindicatos alineados con el gobierno, los cuales postulan que es idealista pedir salarios dignos para los trabajadores venezolanos (a propósito de un debate de este último con Pasqualina Curcio divulgado ampliamente), porque las sanciones y la guerra económica hacen que esa demanda sea imposible e insostenible.

Al respecto, debemos decir que esas medidas de dignificación de los salarios resultan inviables únicamente en las condiciones actuales de la economía política venezolana[5], es decir en las condiciones actuales de sus procesos metabólicos de acumulación-distribución y de sus lógicas de reproducción ampliada de capital, en las cuales se privilegia el mundo del capital por sobre el mundo del trabajo, en favor de intereses corporativos de la heterogénea burguesía nacional, y de facciones del capital transnacional integradas a los referidos procesos de acumulación de capital en Venezuela.

Precisamente esa economía política asumida religiosamente por el gobierno de Nicolás Maduro, es la que determina que la riqueza producida socialmente por los trabajadores del país (por más mermada que esté), sea consignada para cancelar una deuda ilegítima mientras se sacrifica la salud, la educación y la alimentación del pueblo; para que se haya producido una fuga de capitales astronómica al amparo de un régimen de complicidad e impunidad, o en el mejor de los casos, de silencio oficial; para que se hayan realizado reformas tributarias que profundizan el carácter antiobrero y antipopular del sistema de recaudación de impuestos nacional (con exenciones obscenas para los grandes capitales que ya no necesitan recurrir a la elusión o evasión porque prácticamente les han liberado de responsabilidad fiscales[6], mientras se imponen tributos regresivos como el I.V.A., y el pago de impuestos sobre la renta a la pauperizada clase asalariada[7]); y no menos grave, para que se proscriba y se criminalice la lucha sindical en Venezuela, con situaciones de persecución política, represión y judicialización penal de líderes de las causas de los trabajadores y trabajadoras.

Por tanto, aunque resulte cierto que la realidad económica del país es compleja y no hay condiciones para instaurar un régimen de salarios equiparable a los que se asignaron durante los gobiernos de Hugo Chávez, no es un disparate  exigir que esa situación cambie. La plataforma LUCHAS defiende un programa auténticamente socialista, pero es un hecho matemáticamente comprobable, que con un conjunto de reformas no maximalistas (sino más bien de signo liberal- socialdemócrata), es totalmente factible cambiar la economía política descrita. Para empezar sería necesaria una reforma fiscal, que permita la creación de un sistema tributario equiparable a los existentes en cualquier país latinoamericano (Britto García y Curcio dejan explícita esa realidad), con el cual se contaría con la base material para la recuperación económica a través de planes de inversión y de crédito con fines productivos, y sería sostenible mejorar significativamente los salarios de la clase trabajadora venezolana.

Otras medidas medulares un poco más avanzadas para recuperar la economía de Venezuela, están relacionadas con la suspensión indefinida de pagos, auditoria y renogociación de la deuda nacional (en los casos de que se compruebe la legitimidad de la misma); un estudio riguroso de las elusiones y evasiones de impuestos de los grandes capitales durante la última década para exigir la compensación correspondiente y si fuera el caso realizar las extinciones de dominio que ameriten  las personas jurídicas que se nieguen a sufragar sus compromisos con el fisco nacional; la identificación de capitales fugados hacia la banca internacional para presionar su repatriación, y en caso de no producirse la misma, para llevar a cabo las confiscaciones de activos en la jurisdicción nacional que resulten pertinentes; y por último una campaña internacional para exigir el retorno y las indemnizaciones que sean necesarias para la hacienda nacional, de los recursos y activos expropiados en el marco de la crisis política nacional dada por la autoproclamación de un gobierno títere de los intereses estadounidenses, que ha actuado como un medio para el saqueo de la riqueza nacional.

Por supuesto, para que estas medidas sean viables, se requiere de un golpe de timón en la economía política del gobierno, algo absolutamente improbable en la gestión de Nicolás Maduro, a la luz de las evidencias.

Vale señalar, tampoco son suficientes las medidas monetaristas que propone Pasqualina Curcio, pues está demostrado en el caso venezolano, que la mera emisión de dinero es impotente para la elevación de la relación oferta y demanda, porque en la sociedad capitalista (que es en la que vivimos) la producción agroindustrial -la producción de valor- no responde a estímulos inorgánicos como la mano invisible del mercado, sino a las tasas de inversión y de ganancia respectivamente.

Tampoco son ciertas las tesis neoliberales, como las formuladas por sectores de derecha política, e incluso por el informe Encovi de la UCAB (publicada el 7 de julio de 2020), el cual plantea que la salida a la crisis económica venezolana está determinada por un cambio de gobierno, porque tal hecho significaría nuevas condiciones de confianza para la inversión nacional e internacional en el país. Afirmación divorciada de la realidad económica global, signada por una caída tendencial de las tasas de inversión y de ganancia (fenómeno previsto por Marx hace más de 150 años). No es un dato menor, que la inversión productiva y las tasas de beneficio han experimentado descensos notables, incluso en las economías centrales del sistema, entre las que por supuesto se destaca la estadounidense (muy a pesar de las presiones de la administración Trump para sus propias burguesías, a través del fallido American First).

En definitiva, la recuperación económica de Venezuela y la dignificación progresiva de los salarios de la clase trabajadora venezolana, tienden a resultar factibles incluso en las condiciones actuales de devastación económica. No es con magia, con alquimia o con manos invisibles, sino con ciencia y trabajo vivo del pueblo venezolano como se pueden dar los primeros pasos para superar los estragos de esta devastadora depresión económica.

Por supuesto, un acuerdo político nacional facilitaría las cosas. Porque la crisis institucional, dada por la yuxtaposición de una forma de gobernar a través de un Estado de excepción permanente por parte de Nicolás Maduro, con amenazas y agresiones internacionales al pueblo venezolano amparadas en un gobierno autoproclamado y sin poder real en territorio venezolano, es un obstáculo inmenso para la economía del país. Pero también es importante señalar, que si ese acuerdo se reduce a las cúpulas que se han disputado el país durante las últimas décadas, puede ser probable retomar la senda del crecimiento, pero es una quimera aspirar un régimen de democracia auténtica y justicia social.

Ante ese escenario, la plataforma LUCHAS se suma a los llamados y exhortaciones de otras organizaciones de izquierda revolucionaria, y de otros factores de la política nacional que están promoviendo un diálogo amplio y democrático para la búsqueda de un Acuerdo Nacional para la recuperación económica del país, donde los trabajadores y las trabajadoras de Venezuela (como factor esencial de los procesos de producción de valor y como proporción mayoritaria de la población) debemos participar y ser protagonistas, tal y como lo prevé la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

En nuestro caso, entendemos que el problema de los salarios en Venezuela, es esencial para la definición del tipo de sociedad por la cual luchamos, por tal motivo, fieles a nuestros principios y convicciones, seguiremos  en la defensa irreductible del mundo del trabajo, frente a los intereses del mundo del capital.

Notas

[1]     Las cifras más actualizadas en torno a este indicador, fueron divulgadas por un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el cual este organismo multilateral estima una caída del 70% el PIB en Venezuela entre los años 2013-2019.

[2]     Para el 5 de agosto de 2020, de acuerdo con cifras oficiales cotización de monedas extranjeras publicadas diariamente por el BCV, el salario mínimo legal en Venezuela apenas supera los 1,5 dólares americanos.

[3]     Pago acompañado de una declaración de  cumplimiento de “todas las obligaciones”, y el compromiso de sufragar hasta el último centavo de la deuda” https://telesurtb.net/news/Presidente-de-Venezuela-Hemos-pagado-nuestra-deuda-externa-hasta-el-ultimo-centavo-20171102-0067.html

[4]     Casos paradigmáticos: CITGO, Monómeros de Venezuela y las reservas de oro literalmente robadas a la nación por parte del Reino Unido, los cuales pretenden legitimarse con un gobierno autoproclamado que actúa como un títere de Washington.

[5]     Cabe subrayar que muchos de los problemas esenciales de la economía política venezolana fueron heredados de la denominada Cuarta República y de la propia gestión de gobierno del Presidente Hugo Chávez, tales como la ausencia de un proceso de acumulación originaria; la carencia de una industrialización con un estilo tecnológico nacional, la exacerbada dependencia de la industria petrolera; el endeudamiento y la fuga de capitales; la evasión y la elusión tributaria; y una economía que no produce valor; por mencionar los más sobresalientes.  Sin embargo, estos se han exacerbado hasta niveles insostenibles durante los últimos ochos años.

[6]     Y además los intereses nacionales están supeditados a los designios de jurisdicciones extranjeras.

[7]     Ver: “Quiénes pagan y quiénes no pagan impuestos en Venezuela” de Luis Britto García. En: https://m.aporrea.org/ddhh/a13450.html

Artículo enviado por el Autor a OVE

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