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Un recorrido por el Cine Latinoamericano

 “De vez en cuando y de tiempo en tiempo,

aparece una clase de hombre que por sus cualidades esenciales y

por la época puntual que le corresponde vivir,

se convierte en un sujeto de distinción,

en un personaje”.

Aldo Francia

Hablar del Cine Latinoamericano requiere en primer lugar considerar su
historia, tanto desde el punto de vista de lo conceptual narrativo, hasta lo relativo a los elementos técnicos.

En América Latina y el Caribe a pesar de las limitaciones  en cuanto a la aplicación de maquinarias, instrumentos y procesos cinematográficos, se han producido joyas ya clásicas en este arte.

Cuarterolo en su artículo denominado: Investigar sobre el cine saliente en Latinoamérica (2013) plantea que “En gran parte de Latinoamérica, el estudio del cine” es todavía en muchos sentidos una asignatura pendiente. La mayor parte   de nuestras   historias   del   cine   repiten   los   viejos   modelos de   la historiografía norteamericana o europea tradicional y abordan el tema desde la falsa presunción de que estas experiencias cinematográficas pioneras forman arte de un período primitivo o preparatorio de un arte cinematográfico todavía en camino de alcanzar su madurez”.

En consecuencia, trataremos en este ensayo de abarcar algunos
elementos que fueron transcendentales y marcaron el cine latinoamericano.

No se pretende ser exhaustivo en tan extenso tema, puesto que tocaría a los estudiosos del cine profundizar en lo que para algunos especialistas es una materia pendiente. 

Algunos elementos históricos del cine latinoamericano.

La historia del cine en Latinoamericano comienza muy temprano, desde
finales del siglo XIX se podría decir, con experimentos incipientes realizados por adelantados de este arte, sin embargo, muy pronto se puede  encontrar al cine de la Región dividido entre las vertientes que también se manifestaron en todo el mundo: (1) Las industriales culturales, y (2) la creación de obras artísticas con un alto contenido estético, con frecuencia críticas a situaciones sociales, que llegaron a ser en muchos casos clásicos del cine.

  1. Las industriales culturales

“Las industrias culturales conforman realidades híbridas, con un
componente económico y otro cultural, es decir, con dos lógicas que a
menudo entran en tensión. La cultura penetra a través del mercado, del
encuentro entre cultura y economía, a través de los bienes culturales
como bienes económicos” (Garretón, 2003, pp. 170-171).

Partiendo de esta concepción, desde la industria cultural se logra permear la conciencia del receptor, sus maneras de ver, pensar, hacer y sentir la realidad que lo predisponen en una situación de vulnerabilidad ante la manipulación del aparato de poder, es lo que algunos denominan alineación. Es la creación artística como mercancía y al mismo tiempo comunicadora de valores, con frecuencia alejados de la idiosincrasia de los pueblos receptores de la mercancía-mensaje.

A partir de los años treinta, comienza a organizarse en los países latinoamericanos un sistema más o menos autónomo de producción cultural. En algunos países con mayor población y potencia económica, gracias a una política de protección a la industria nacional, el desarrollo de la industria del cine recibió un empuje determinante. Un ejemplo de ese caso es México y en algunos puntos Argentina y también Brasil. Estas iniciativas tuvieron su origen y al mismo tiempo su abono en las capas medias educadas y socialmente críticas surgidas en México a
partir de la revolución, las que acceden a la expresión política con
el radicalismo argentino, o en procesos sociales semejantes en Brasil
y Chile, que constituyen un mercado cultural con dinámica propia
(Canclini,1990).

De este modo en estos países se va generando una industria de la cultura con redes de comercialización en los centros urbanos, pero que al mismo tiempo también dio cabida al cine de vuelos artísticos de alta calidad conceptual. Particularmente en México gracias a las leyes proteccionistas, se fijaba para las salas la obligación de exhibir una cuota de películas nacionales que se tenía que respetar. Esto favoreció la producción cinematográfica pero también al convertir la cinematografía en industria cultural determinó una cierta masificación no siempre acompañada de calidad. Lo mismo sucedió con la cinematografía brasileña y con la argentina. En todo caso sobre este piso de una producción cinematográfica abundante facturada como industria cultural hubo la oportunidad de que un conjunto de grandes guionistas directores y actores hicieran algunas películas de primera categoría.

 

  1. La creación de obras de obras artísticas con un alto contenido estético.

Un poco del cine de México. Amor, revolución, sabor y cantos.

Esta potenciación de la industria cinematográfica, en efecto, mejoró las condiciones para el cine como arte puro, más alejado de la mercancía de consumo masivo, aunque en ciertos casos, ambas visiones se conjugaron. El ejemplo más evidente de este aspecto fue México, en donde directores y camarógrafos de la talla del Indio Fernández crearon verdaderas joyas de la cinematografía. Incluso directores extranjeros de fuste crearon obras maestras ambientadas en dicho país: Sergio Eisenstein rodó Viva México, obra maestra que quedó inconclusa y que ha sido luego presentada con varios montajes que no están a la altura del material original, y Luis Buñuel (mexicano – español) filmó Los Olvidados, Ensayo de un Crimen, El Ángel Exterminador, Escalera al Cielo y El Tranvía Perdido. También el estadounidense Elia Kazán filmó Viva Zapata, una notable película sobre el héroe homónimo.
Otros directores que han alcanzado renombre internacional son: Guillermo del Toro, González Iñarritu, Alfonso Quarón, Alfonso Arau, Arturo Ripstein, Chano Urueta, Ismael Rodríguez, Julio Bracho, entre otros destacados.

Es así como la industria cultural habilitó y sustentó una cantidad de
grandes actores que actuaban para el público grueso, pero también a
veces se desempeñaban muy bien en las grandes obras cinematográficas. Entre éstas notables están Dolores del Rio, que también fue actriz destacada en Estados Unidos, en Hollywood, María Félix, Miroslava.

Entre los hombres está el propio Indio Fernández, asimismo un gran actor, Pedro Armendáriz, destacado intérprete de carácter, Pedro Infante y Jorge Negrete, brillantes cantantes y versátiles actores, Ignacio López Tarso. Y en el género de la comedia actores como Mario Moreno quien desarrolló el personaje Cantinflas de extraordinaria penetración en el público y carácter icónico del cine de humor crítico; Germán Valdés, quien personifica otro icónico personaje de la picaresca social mexicana: Tin Tan; Adalbero Martínez, Clavillazo, también en la misma línea del anterior pero menos logrado, además de numerosos otros actores del país o de otras regiones de Latinoamérica y España que consiguieron espacio para su actuación en los escenarios mexicanos.

El país azteca creó las condiciones para una producción sumamente variada. La Revolución Mexicana, al plantearse la necesidad de la protección de las artes para fortalecer la conciencia nacional tuvo un rol determinante en esto. La narrativa cinematográfica se centró en sus comienzos en una temática nacional o nacionalista cuyos personajes fueron los charros, los hombres de a caballo, sus amores siempre contrariados por el destino y sus reyertas personales o políticas.

En 1989 se estrena una extraordinaria obra la escritora y cineasta Laura Esquivel, Como agua para Chocolate donde se narran: “Los secretos de la vida y del amor a través de la cocina». Toda la trama inmersa en momentos narrados en la pasión amorosa, las tradiciones familiares, la rebeldía, el desamor y los guisos mágicos.  En esta historia, la comida juega un papel preponderante, cabe mencionar las bellas palabras de la escritora cuando habla de la importancia de la cocina:

“Los primeros años de mi vida los pasé junto al juego de la cocina de
mi madre y abuela, viendo como estas sabias mujeres, al entrar al
recinto sagrado de la cocina, se convertían en sacerdotisas, en grandes alquimistas que jugaban con el agua, el fuego, la tierra, los cuatro elementos que conforman la razón del ser del universo”.

La historia de Agua para Chocolate está ambientada en Piedras Negras,
Coahuila, México. Situada en la época de la Revolución mexicana (Pueblo
oprimido) representación ambiental de los personajes: Tita y Pedro: Oprimidos; Mamá Elena y Rosaura: Opresores; Gertrudis: Revolución (cambio – libertad).

Podemos ver desde la propia historia de la escritora que se entrecruzan experiencias que le sirven de inspiración y proyecta hermosamente en su narrativa.

En cuanto a Brasil.

En Brasil, la cinematografía comienza como una industria cultural, con películas frívolas y estrellas provenientes del mundo de la música. Pero a partir de esas incipientes infraestructuras técnicas aparecen películas verdaderamente extraordinarias. Lima Barreto dirige Cangaceiros, una película sobre cierto bandolerismo o guerrilla insurgente del sertón. El director concluye otra obra maestra: El pagador de promesas.

Entre estos directores volcados sobre la realidad de su país y con firmes sentido estético destaca la figura de Glauber Rocha con películas verdaderamente geniales como Dios y el Diablo en la tierra del sol, una adaptación brasileña muy libre de El Diablo y el Buen Dios, de Jean Paul Sartre, pieza teatral muy extensa sobre la guerra campesina en Alemania, que relata historias de sublevaciones campesinas y reprimendas por ejércitos provocados por terratenientes.

En Brasil se ambienta la película en la célebre insurrección de los Canudos, grupo de campesinos bajos la dirección de “Antonio Conselheiro”. Ellos con su consejo se fueron al interior y formaron una ciudad que no reconocían al gobierno en la que resistieron a tres investidas del gobierno. Es una obra de gran envergadura digna de hacer un exhaustivo estudio hermenéutico-interpretativo. En sí, una verdadera obra maestra la cinematografía. Pero Glauber Rocha en su breve existencia rodó muchas otras películas audaces que califican como excepcionales. Así, La Historia de Brasil, documental ilustrado con escenas representadas de la Conquista, la esclavitud, las rebeliones campesinas. Der Leon have sept cabecas, título en varios idiomas de un film que narra la multiplicidad del colonialismo Antonio Das Mortes, continuación de Dios y el Diablo en la Tierra del Sol.

Cáncer, un arriesgado experimento de improvisación actoral filmado apenas en dos días, para aprovechar un retraso en el rodaje de otro proyecto cinematográfico. Terra em Transe, sobre un poeta que se involucra en las luchas entre progresistas y conservadores en un país latinoamericano imaginario. Con metáforas visuales audaces, Rocha transmite la realidad de nuestro continente.

El cine brasileño, al tener un público muy numeroso, ha arribado a la posibilidad de sufragar los costos de producción de obras enteramente comerciales, como de grandes obras maestras, ya que cuenta con grandes libretistas, competentes equipos de producción y numerosos directores y actores.

Entre los numerosísimos directores se destacan: Anselmo Duarte 1920, Carlos Manga 1928, Luiz Carlos Barreto, 1928, Nelson Pereira dos Santos 1928, Antunes Filho, 1929, Ruy Guerra, Antonio Abujamra, 1932, Herval Rossano, 1933, Eduardo Coutinho, 1933, Walter Avancini, 1935, Bruno Barreto, Walter, 1956, Jayme Monjardim  y muchos otros destacados. Añadamos, como dato curioso, que a principios de los años cuarenta del siglo pasado Orson Welles, aprovechando la política del “Buen Vecino” lanzada por Estados Unidos, filmó en Brasil La Balsa, una extraordinaria película semidocumental sobre la vida cotidiana de una comunidad de pescadores que decide navegar hasta Río de Janeiro para presentar sus peticiones al presidente. La película permaneció olvidada durante casi medio siglo, hasta que fue localizada, restaurada y exhibida para el público latinoamericano en el Festival de Cine de La Habana.

Con un sentir argentino.

El cine argentino también empezó a desarrollarse como industria cultural, buscando complacer al público con melodramas sentimentales, explotando el prestigio de las grandes figuras de la canción sureña.

Lo animó mucho ciertas políticas proteccionistas del Estado, gracias a las cuales se crearon estudios cinematográficos y pudo vivir de su trabajo gran cantidad de actores, que eventualmente contribuyeron a la producción de verdaderas obras importantes dentro de la cinematografía, e incluso de directores que, en algunos casos, han salido después al exilio y desarrollaron su actividad en otros espacios, que han dado piezas sumamente logradas. Son muchos los directores desde muy temprano en la historia argentina: Harry D’Abbadie D’Arrast 1897-1968, Mario Soffici 1900-1977, Luis César Amadori 1903-1977, Luis Saslavsky 1903-1995, Leopoldo Torre Nilsson 1924-1978, hasta el más recientemente galardonado Adolfo Aristarain, uno de los grandes directores modernos, director de Un lugar en el Mundo, sobre la disyuntiva de los desarraigados que intentan regresar
a su país natal.

Cabe igualmente mencionar la destacada guionista y directora argentina Lucrecia Martel, quien participa en el Festival Internacional de Cine de Portland (PIFF). La misma afirma que para crear sus personajes se apoya en «pinceladas de sensaciones y situaciones personales vividas» que enriquecen la historia, y el haber vivido en un país en una clase media que, debido a la dictadura y por valorar más lo material que lo humano, «aprendió a callar lo que sabía». En este sentido, es de destacar su obra denominada La Niña Santa, en donde la propia Lucrecia explica que «La niña santa cuenta la vida de dos chicas adolescentes en una etapa mística, entre el llamado de Dios y las tentaciones del demonio. Hay un punto de tensión entre la voluptuosidad del cuerpo y la moral de la Iglesia que me interesaba capturar. Aunque la película tiene una trama falsa, no habla de lo que se trata». (Tania Cidoncha 2019).

La directora se considera desde hace tiempo una «atea militante», pero el ambiente religioso de su infancia permanece como el aroma de un perfume a su alrededor. Vale ver e interpretar la película para dar cuenta de momentos de suspenso que se manifiestan en escenas silenciosas y sugerentes, donde existe el sexo, la sensualidad, pero de forma insinuante, no manifiesta. Igualmente, se expresan escenas no concluidas que sugieren diversas interpretaciones del espectador.

Se pudiera decir que la temática del cine argentino se centró en un principio en la nostalgia, en el recuerdo de un supuesto esplendor de principios del siglo XX, en historias pasionales frustradas dentro de un tono dominante de tristeza y desencanto.

A partir de mediados del pasado siglo abordó temas de dura crítica social y política, como La Historia Oficial.  Sin embrago, es difícil generalizar sobre las etapas del cine argentino pues su género es y ha sido diverso a lo largo del tiempo.

Por eso se puede hablar de cinematografías sumamente importantes en México, en Brasil, Argentina los tres países más poblados de Latinoamérica.  Sin embargo, en países con menor extensión y menos población se puede desarrollar una gran cinematografía con apoyo del Estado durante un proceso llamado de avanzada, como ocurre en el caso cubano que veremos a continuación

Al son cubano.

En Cuba se han filmado obras maestras como Memorias del Subdesarrollo, La Muerte de un burócrata, El hombre de Maisinicu y La última cena, de Tomás Gutiérrez Alea, o La primera carga al Machete, de Miguel Octavio Gómez.

Hay asimismo películas semidocumentales, como Lucía, de Humberto Solas, sobre los cambios culturales del proceso que surge a partir de 1959 en Cuba.

Se desarrolló también en este país una gran escuela de documentalismo,
entre otras grandes obras está la documental explosión a bordo, la verdadera historia del vuelo 455 de Juan Carlos Rodríguez sobre la explosión del avión con los deportistas cubanos. El director firmó por primera vez, un testimonio muy fresco sobre la primera vez que los niños del campo veían cine. Asimismo, hay extraordinarios documentales sobre la alfabetización.  Cuba no sólo desarrolló una gran cinematografía ante la imposibilidad de disponer de divisas para importar films; fundó el ICAIC, un instituto para la protección y la promoción del cine cubano, y una Academia del Cine en San Juan de los Baños, para formar directores y técnicos de la isla y del resto de América Latina. Así se ha desarrollado una cinematografía de gran calidad que apenas ha podido transcender el bloqueo que se le ha impuesto, vemos sus películas extraordinarias a veces en cinematecas, en festivales, en ciclos especiales, pero difícilmente entran en los circuitos de distribución comercial. Entre otras obras notables de crítica social podemos destacar Plaff, comedia sobre los excesos del burocratismo, Fresa y Chocolate, sobre la homofobia, y Papá Hemingway, sobre una joven con aspiraciones de escritora que primero busca la tutela del propio Ernest Hemingway pero luego decido seguir un camino propio.

En este apartado cabe mencionar una obra denominada: Juan de los muertos dirigida por Alejandro Brugués, galardonada con el  Premio a la Mejor película extranjera de habla hispana en los Premios Goya 2013. La historia toma prestado el lugar común cinematográfico estadounidense de los zombies que deambulan sin pensar, sin sentir y sin otro propósito que comerse unos con otros, imitando asimismo las más baratas truculencias del género.

Otro poco del cine Boliviano.

En este orden de ideas, muchos otros países latinoamericanos han producido obras
extraordinarias venciendo enormes dificultades. Por ejemplo, en Bolivia está el caso de Jorge Sanjinés, director de clásicos como Yawuar Mallku, sobre una comunidad indígena esterilizada por una misión yanqui, o El coraje del Pueblo, sobre las luchas sindicales de los mineros, películas hechas literalmente con las uñas.

Durante su estadía en Venezuela en tiempos del espectáculo Imagen de Caracas, cuenta Sanjinés que ellos para montar las películas ni siquiera tenían moviolas, porque eso era un lujo, montaban las películas viendo las tiras de cintas filmadas contra un bombillo y así empataban o cortaban, y de todos modos hacían películas extraordinarias. Pero el cine boliviano no se limita a narrar gestas obreras o campesinas. El director Juan Carlos Valdivia filmó Zona Sur, una extraordinaria narrativa sobre la decadencia de una familia oligarca desde el punto de vista del más pequeño de sus hijos. Es una cinta extraordinaria, llena de matices y de poesía, con una mirada crítica y risueña seguramente la cinematografía boliviana ha culminado otras obras notables que los débiles circuitos de distribución impiden conocer.

Incluso en países con condiciones todavía más difíciles se filman grandes películas. En Paraguay, por ejemplo, el director Lucas de Mare rodó una versión de la novela Hijo de Hombre, del novelista de Augusto Roa Bastos, sobre el conflicto boliviano paraguayo durante la Guerra del Chaco, que narra la historia de aguateros que van a socorrer a una guarnición sedienta.

Conociendo el cine de Colombia.

Por otra parte, existe una cinematografía colombiana bien interesante. Colombia tiene cincuenta millones de habitantes, entre los cuales hay un público capaz de sustentar una cinematografía de calidad. La vecina república ha desarrollado una gran industria de la radionovela y la telenovela, y ésta ha facilitado la profesionalización de gran cantidad de directores, actores, escenaristas y libretistas, muchos de los cuales han participado en grandes películas, algunas de ellas tratamientos muy crudos de la realidad del país, otros que desarrollan la sicología y los caracteres de los personajes.  Así Víctor Gavidia dirige Rodrigo D, un film sobre la falta de perspectivas de la juventud marginal en Medellín.

También, Joshua Marston Dirige María Llena Eres de Gracia, sobre una muchacha
que hace de mula del narco tráfico. Son películas de denuncia sobre realidades atroces, pero asimismo extraordinarias en todos los aspectos: el trabajo psicológico, la actuación y el guion.

 Yo nací en estas riveras. En cuanto a Venezuela.

En Venezuela se desarrolló con gran esfuerzo y grandes sacrificios desde las primeras décadas del siglo XX una producción que tuvo gran relevancia.

En este sentido, Rómulo Gallegos realizó esfuerzos pioneros al rodar en la década de los años cuarenta partes de su guion sobre Juan de la Calle, una historia de la marginalidad urbana. En los años cincuenta se rodaron algunas películas de tono criollo, o criollista como por ejemplo la Balandra Isabel llego esta tarde, de 1950 que es una adaptación del cuento homónimo de Guillermo Meneses, dirigida por Carlos Hugo Christensen de gran belleza plástica y con acertadas actuaciones.

En la misma década, Cesar Enríquez, Dirigió La Escalinata que es sobre la formación de la marginalidad urbana en Venezuela.  En la misma época se filmaron largometrajes documentales, como Séptimo Paralelo, de José Natalio Estrada sobre el llano venezolano, extraordinaria película documentalista pero que termina escenificando una masacre de indios como si fuera una hazaña muy encomiable. En esa tendencia documentalista se inscribe Araya, de Margot Benacerraf, de extraordinaria calidad testimonial y estética, ganadora de una Palma de Oro en el Festival de Cannes, que ha señalado caminos para nuestro cine.

En Venezuela, por su parte, una de las primeras historias filmadas fue un curioso ensayo estético que representaba una perla surgiendo de las aguas, y en el cual una muchacha hacia el papel de la perla con una concha de utilería: se concebía al cine como un arte decorativo. Entre esos primeros filmes hubo también uno que se llamó “Especialista extrayendo muelas”, de corte documental, y otro referido a una intriga policiaca del cual nos han quedado algunos fotogramas.

En nuestro país la cinematografía tomó un gran impulso a partir de los años sesenta, no porque hubiera una protección al cine nacional, sino porque éste insurgió por iniciativas individuales como un cine de protesta, de rebelión, ideológico, ideologizado que narraba en algunos casos las miserias de la vida marginal, las hazañas de las guerrillas o la destrucción de éstas.

Dentro de esta tendencia destaca Imagen de Caracas, rodada en 1967 bajo la dirección del artista plástico Jacobo Borges para conmemorar los cuatrocientos años de la fundación de dicha ciudad. Se trata de un desmesurado y audaz experimento que intenta narrar en episodios aislados algunos de los momentos culminantes de la Historia metropolitana, y que para su presentación recurrió a técnicas de proyectores múltiples, superficies tridimensionales convertidas en pantallas móviles, proyecciones simultáneas que a veces coinciden en una gran panorámica envolvente y otras innovaciones atrevidas. Destacan por su belleza plástica los episodios de la Conquista, en las cuales las corazas de los invasores son asimiladas plásticamente a los blindajes de tanques de guerra contemporáneos, los de la Guerra a Muerte, inspirados en Los Desastres de la Guerra, de Goya.

Entre las cintas centradas en la violencia política destacan Cuando quiero llorar no lloro, de Mauricio Wallerstein, basada en la novela homónima de Miguel Otero Silva, y Compañero Augusto, de Enver Cordido, que narra la decadencia moral de un ex guerrillero que luego se vende a la industria publicitaria.  Todo otro grupo de películas   se refería a la marginalidad social, tema de las obras de Román Chalbaud, como el Pez que Fuma, Cuchillos de fuego y Carmen la que contaba dieciséis años.

En los últimos años del siglo pasado se desarrolló otra temática, la del cine histórico, dentro de la cual se han logrado cintas notables, como Jericó, de Luis Alberto Lamata Jericó es una verdadera obra maestra de la cinematografía, que conjuga la denuncia de las atrocidades de la Conquista con la evolución interior de un misionero que comienza legitimándola para luego unirse a los indígenas. Lamata ha desarrollado con igual talento obras como Azú, sobre la rebelión de los esclavos; Taita Boves, sobre el gran caudillo realista, y Desnudo con naranjas, sobre las atrocidades de la Guerra de Independencia. Ya en el siglo XXI, Román Chalbaud ha culminado también películas de tema histórico notables, como Zamora,
Tierra y Hombres Libres, o La Planta Insolente.

Recientemente, el cine venezolano ha vuelto al tema de la marginalidad, pero con gran belleza visual y profundo tratamiento sicológico, como ocurre con Eduardo Rasquín en la película Hermano, una cinta prodigiosamente hecha ambientada en un barrio marginal de Venezuela y que narra las luchas de los marginales por intentar salir de esa condición a través del deporte, en ese caso el futbol, película que obtuvo varios galardones internacionales.

La mayoría de las cintas citadas se rodaron gracias a esfuerzos de directores muy meritorios que han hecho películas con enormes dificultades, porque durante el siglo pasado no había una verdadera ley proteccionista para el cine venezolano. Hubo años en los cuales no se exhibió una sola cinta nacional: según algunos cineastas, todos los consorcios distribuidores, que eran escasos, hicieron una oposición cerrada y brutal al desarrollo de nuestro cine, al extremo que hubo una época en los años setenta en cual decidieron no exhibir ni una sola película venezolana, porque decían que si las exhibían, se iba a demostrar que si existe un cine nacional y vendrían leyes proteccionistas. Decidieron matar el cine venezolano en embrión, lo cual no resultó, porque se produjeron grandes películas aún durante esa época, que sólo pudieron ser presentadas posteriormente.

En el presente siglo cabe reconocer el trabajo realizado por la Villa del Cine en cuanto a una gran función de promoción y producción del cine nacional, uno de los aspectos más destacados fue hacer posible una serie de películas de tema histórico, patriótico para llenar un poco las deficiencias de la formación cívica de los venezolanos que en muchos casos desconocían casi totalmente la historia de Venezuela.

Pero también ha promovido, apoyado, financiado películas de la más diversa índole, de aventura, sentimentales, de actualidad política. Se ha desarrollado asimismo una destacada producción documental, en la cual descuella Puente Llaguno: claves de una masacre, cinta que detalla y analiza minuto a minuto los controvertidos acontecimientos del 11 de abril de 2002.

Finalmente,

Se puede decir que en casi todos nuestros países hay cinematografía, algunas incipientes, otras maduras y desarrolladas, pero todas castigadas por la falta de mercado y en gran parte limitadas a los públicos locales, porque los monopolios de Estados Unidos han impuesto la producción de Hollywood en todo el mundo, al extremo de que en Europa aproximadamente de cada tres películas que se exhiben dos son de producción estadounidense. Si eso sucede en una región tan avanzada como Europa que tiene verdaderas tradiciones cinematográficas prodigiosas, se puede entender lo que ocurre en América Latina y el Caribe. Poco a poco nuestras salas de exhibición han sido tomadas por la producción estadounidense, literalmente casi no vemos otro cine que el de ese país hace unas tres o cuatro décadas en Caracas se exhibía regularmente cine europeo de gran calidad, producciones francesas, italianas. Pero hace muchísimo tiempo que es sumamente raro ver una película europea, asiática o africana en los circuitos de las salas de cine venezolanas, salvo en las cinematecas.

Hemos consignado apenas algunas anotaciones sobre el tema, porque requeriría un trabajo mucho más extenso profundo elaborar una panorámica general sobre la historia del cine latinoamericano. Somos más de una treintena de países de América Latina, cada uno tiene su propia historia cinematográfica, pero se pueden resumir así: en la mayor parte los casos han sido historias de gran sacrificio para producción de una pequeña cantidad de cintas, algunas con un gran mérito estético, pero que no han llegado a los grandes públicos, porque no hay leyes proteccionistas ni públicos numerosos, salvo en el caso de México. Y en este último país esas leyes proteccionistas también empezaron a declinar al extremo de que su producción cinematográfica, que en una época lanzaba verdaderas obras maestras a cada momento, ha degenerado en lo que se llama coloquialmente “porno chanchadas”, ha sufrido una abrupta baja de calidad, sin grandes logros en el plano estético o artístico.

En resumen, el de la cinematografía de más de la mitad de un continente es un panorama sumamente amplio en el cual ya elegir un solo país da un panorama tan complejo que resulta difícil de abarcar. Destacan grandes países como promotores de una cinematografía muy importante, como México, Brasil, Argentina, Cuba. Esta posición prominente parece tener relación con la existencia de grandes públicos, con las leyes proteccionistas de la producción nacional y con el desarrollo de industrias culturales de gran magnitud. Los acompañan otra serie de países en los cuales ha habido grandes genios cinematográficos trabajando con enormes dificultades como el caso de, Bolivia con Sanjinés, ha habido casos extremos de films rodados en Nicaragua, un país sumamente pequeño en el cual se han rodado películas bastante meritorias. Las condiciones más difíciles se dan en países con pequeños públicos potenciales, sin leyes proteccionistas y sin industrias culturales remarcables o institutos públicos que suplan las funciones de éstas. Sin duda que hemos incurrido en numerosas e inevitables omisiones, sin embargo, apenas hemos intentado ofrecer una panorámica muy general y limitada de un tema que es en sí mismo inagotable.

 

Referencias bibliográficas

Britto García, L. (2011). EL Imperio contracultural, del Rock a la Postmodernidad. Fondo editorial Fundarte. Caracas Venezuela.

Cidoncha, T. (2019). Lucrecia Martel: «Lo que sé de cine lo aprendí del cine de terror» agencia EFE. Edición América, cultura. EE. UU.

Cuarterolo, A.  (2013). Investigar sobre el cine saliente en Latinoamérica. Revista de la Asociación Argentina de cine y audiovisual. Argentina.

Deleuze, G (1987). Estudios sobre cine-la imagen del tiempo. Editorial Paidos

Esquivel L. (2007). Intimas Suculencias. Tratado filosófico de cocina. Debolsillo. Publicado en Argentina.

García Canclini, N. (1989). Culturas Hibridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo. México

Garretón, M.A.(Coord.) (2003). El espacio cultural latinoamericano. Santiago: Fondo de cultura económica-Convenio Andrés Bello.

Schumann Peter B, historiador de cine (2019). “El cine latinoamericano perdió el rumbo”. Revista de cine Marbuse. Chile.

Pereira, V. y Aray E. (1986). Cine venezolano. Departamento de cine. Cinemateca ULA. Mérida. Venezuela

 

Fuente: La autora escribe para el Portal Otras Voces en Educación

Lisbehet Dubravska Torcatty.

     Tesista del doctorado en cultura y Arte latinoamericano y Caribeño.

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El COVID-19 puede haber dejado una generación de niños sin vacunar en África y América Latina

Un artículo publicado en The Lancet calculó que cientos de niños en Africa y América Latina no serían vacunados por la pandemia. Hoy los datos confirman sus sospechas.

En un estudio publicado en octubre de 2020, el investigador Kaja Abbas y sus colegas afirmaban que la inmunización infantil de rutina está “en riesgo de suspensión” y “debe mantenerse en África tanto como sea posible durante la pandemia de COVID-19”.

Han pasado más de 6 meses desde que el documento se publicó por primera vez como documento de trabajo, aproximándose al período de riesgo de COVID-19 de 6 meses modelado por los autores. Ahora sabemos que los programas de inmunización en África (y más allá) se vieron gravemente interrumpidos.

De acuerdo con la revista The Lancet, los dos escenarios de los autores muestran cuán incierto es nuestro entendimiento de los efectos indirectos de la pandemia en la salud de los servicios de inmunización. Se estimó que las muertes debidas a la interrupción de la inmunización rutinaria se encontraban entre 25.584 en el escenario de bajo impacto y 701.828 en el escenario de alto impacto. Esa es una diferencia de 27 veces, impulsada exclusivamente por si se realizan actividades de recuperación.

Los países con registros electrónicos de inmunización pueden proporcionar información sobre cuántos niños que no se vacunaron durante el encierro son finalmente vacunados, como Colombia. Pero países como Liberia o República Democrática del Congo no.

Los vacunadores en algunos países utilizaron las listas de incumplidores del registro electrónico de inmunizaciones para rastrear y vacunar a los niños. Sin embargo, aunque el programa está rastreando y vacunando con éxito a algunos de los niños perdidos, los datos de Pakistán por ejemplo muestran un grupo de niños perdidos en constante expansión desde el período de cierre. La mayoría de los países africanos no cuentan con registros electrónicos de inmunización, por lo que se desconoce el número de niños que no fueron vacunados debido a la pandemia y que mueren prematuramente.

De acuerdo con la OMS, solo el 55% de los 105 países habían asignado fondos gubernamentales adicionales para garantizar servicios de salud esencial. Esta respuesta fue más común en los países de ingresos altos y medianos altos (70% en ambos grupos) que en los países de ingresos bajos y medianos bajos (41% y 42% respectivamente).

Limitar el acceso a servicios seleccionados o en áreas seleccionadas del país era más común que la suspensión total de servicios. Más de la mitad de los países tenían políticas que afectaban parcial o totalmente a los servicios ambulatorios (61%), la atención comunitaria (54%), los servicios hospitalarios (53%) y las clínicas móviles (47%). Los servicios de atención de emergencia prehospitalaria y los servicios de las unidades de emergencia se vieron afectados en una minoría de países (12% y 8% respectivamente).

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/salud/covid-19-puede-haber-dejado-una-generacion-de-ninos-sin-vacunar/

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El COVID-19 golpeó fuertemente a los pueblos indígenas en el 2020

Por: Yvette Sierra Praeli

Hasta el 21 de diciembre de 2020, la cantidad de población afectada por coronavirus en la Amazonía superaba el millón de personas, mientras que la cantidad de fallecidos a consecuencia del COVID-19 estaba por encima de los 37 000.

Desde el inicio de la pandemia en Latinoamérica, en marzo del 2020, las comunidades indígenas optaron por cerrar las fronteras de su territorio, medida que esperaban los protegiera de la llegada del nuevo virus que paralizó al planeta. Pero el SARS-Cov-2, llegó hasta ellos.

indigenas ecuador covid
Indígenas de la nacionalidad siekopai, en Lagartococha, en la frontera entre Perú y Ecuador. Foto: Amazon Frontlines.

Los primeros días de abril se confirmaba el primer caso de COVID-19 en la Amazonía brasileña. Se trataba de una mujer kokama en el estado de Amazonas, frontera con Perú y Colombia. Después vendrían los reportes de casos en Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, y el resto de países de América Latina con población indígena.

El coronavirus llegó como un tsunami para arrasar con la población más vulnerable del continente. Cuando empezó la pandemia, la antropóloga peruana especializada en pueblos indígenas, Beatriz Huertas, advirtió que la vulnerabilidad de las comunidades nativas se agravaría debido a  las deficiencias del servicio de salud en sus territorios. No se equivocó.

En los meses siguientes, desde las comunidades se reclamaba atención para los afectados por el COVID-19. Era una constante la falta de medicinas y de personal de salud en los centros de atención. “Con la pandemia se ha podido ver con más claridad cuáles son las necesidades de salud en el lugar que vivimos. Era triste no tener médicos ni medicinas. Cuando íbamos a las comunidades era terrible, las personas estaban con fiebre y no sabíamos cómo conseguir medicinas para atenderlos”, recuerda ahora la lideresa indígena peruana Betty Rubio, presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo Curaray y Arabela (Feconamncua).

Las políticas de los gobiernos de América Latina para atender las necesidades de los pueblos originarios han sido criticadas por las federaciones indígenas. En unadeclaración del 23 de diciembre de 2020, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) señaló que en la Amazonía se viven procesos constantes de exclusión, discriminación y explotación de los territorios, los mismos que “se vieron encrudecidos con la pandemia del COVID-19”.

Benjamín Rodríguez Grandez (a la derecha), presidente de la Federación de Comunidades Nativas Fronterizas del Putumayo (Feconafropu), falleció a consecuencia del COVID-19. Foto: Instituto del Bien Común.

En el mismo documento se recuerda que “las pandemias son solo un síntoma de un planeta enfermo que necesita sanar», por tanto, «es urgente restablecer el equilibrio, la armonía entre los seres y lograr un nuevo acuerdo para la Madre Selva Amazónica que permita evitar más asesinatos, más deforestación e incendios, y detener la extinción y las pandemias”. Coica exhorta, entonces,  a entender la importancia de la Amazonia y los pueblos indígenas que habitan en ella, para la supervivencia del planeta, y hace un llamado a la acción urgente para que se detengan los efectos del cambio climático.

Uno de los últimos reportes sobre el impacto del COVID-19 en los pueblos indígenas de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y COICA indica que la cifra de personas afectadas por el virus en los nueve países amazónicos llega a 1 610 130 casos confirmados. En tanto, el número de fallecidos alcanzó 37 747 personas, hasta el 21 de diciembre de 2020.

Brasil lidera esta triste lista con más de 25 931 muertos; le siguen Bolivia con 6 284 fallecidos, Perú con 3 126 y Colombia con 1 613. El resto de países amazónicos –Ecuador, Venezuela, Guyana, Guyana Francesa y Surinam– no superan las 500 personas fallecidas, según REPAM y COICA.

La partida de los líderes indígenas

El líder awajún Santiago Manuín (al centro) fue otra de las víctimas del COVID-19. Foto: CAAAP.

“Esta pandemia nos está quitando a nuestros sabios”, dijo el líder indígena peruano Zebelio Kayap, tras la muerte del líder awajún  Santiago Manuín Valera a consecuencia del COVID-19.

Santiago Manuín luchó por su vida durante dos semanas. Había sobrevivido a una ráfaga de metralleta durante el conflicto ocurrido en Bagua, Perú, en el año 2009 , pero falleció el miércoles 1 de julio por el coronavirus.

Benjamín Rodriguez fue otro líder indígena en Perú que falleció a consecuencia del COVID-19. Fue uno de los principales impulsores de la creación del Parque Nacional Yaguas y del Área de Conservación Regional Ampiyacu Apayacu, en la región Loreto

Humberto Chota, líder indígena peruano del pueblo Shawi, en la Triple Frontera en Loreto, la zona de frontera entre Perú, Colombia y Brasil; Silvio Valle, alcalde de Masisea y líder del pueblo Shipibo-Konibo en Ucayali y José Tijé, reconocido por ser la última persona que dominaba el Harakmbut, una lengua en peligro de extinción, son algunos de los 27 líderes y lideresas indígenas que fallecieron en Perú a causa del COVID-19.

Robinsón López, coordinador de Derechos Humanos de la Opiac.
Robinson López, coordinador de Derechos Humanos de la OPIAC, perdió la batalla frente al COVID-19. Foto: OPIAC.

En Colombia, Róbinson López,  coordinador de Cambio Climático y Biodiversidad de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) falleció a consecuencia del COVID-19 luego de varios días internado en una unidad de cuidados intensivos.

José de los Santos Sauna Limaco, gobernador del Pueblo Kogui, comunidad indígena de la Sierra Nevada en Colombia, también perdió la batalla frente al COVID-19. Tenía 44 años y falleció los primeros días de agosto. En Bolivia, la nación Sura perdió a Claudio Centeno Quito, uno de sus más importantes líderes.

Con esta pandemia “se han ido millones de conocimientos ancestrales sobre la selva. Conocimientos que pueden salvar al mundo, saberes sobre el manejo de plantas, el manejo de ecosistemas que no lo sabe ningún científico. Para nosotros el mayor dolor es que se va toda una historia de nuestros pueblos”, dijo José Gregorio Díaz Mirabal, quien está al frente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA). Lea las historias completas en los siguientes enlaces:

Día Internacional de los Pueblos indígenas: perder conocimientos ancestrales por el COVID-19

“Esta pandemia nos está quitando a nuestros sabios”: la tragedia del COVID 19 en los pueblos awajún y wampis

Pueblos indígenas: los más vulnerables frente el avance del coronavirus en América Latina

Latinoamérica: pueblos indígenas cierran sus territorios frente al avance del coronavirus

“El día que desaparezcan los pueblos indígenas también desaparecerá la Amazonía»

Bolivia: el riesgo de las actividades extractivas

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Con la inmovilización decretada por el gobierno, las comunidades indígenas quedaron prácticamente aisladas Foto: Alejandro López.

El 22 de abril, el Gobierno transitorio de Jeanine Añez ordenó la cuarentena total del país y el cierre de fronteras. Esta inmovilización generó desabastecimiento de alimentos y problemas en el acceso a un servicio de salud adecuado para los pueblos indígenas.

Pero la cuarentena no detuvo las actividades extractivas en Bolivia. Los campos deextracción de gas y petróleo continuaron sus actividades. Las comunidades nativas denunciaron que el personal que se desplazaba a los pozos de hidrocarburos no siempre se cumplían con los protocolos de bioseguridad, situación que significaba un riesgo para los pueblos indígenas por cuyos territorios transitaban los trabajadores de estas empresas.

El último reporte de REPAM y COICA del 21 de diciembre indica que la cantidad de indígenas fallecidos por el coronavirus supera las 6 000 personas. Lea las historias completas en los siguientes enlaces:

Bolivia: pueblos indígenas aislados e indefensos ante el coronavirus

Bolivia: indígenas temen avance del COVID-19 por trabajadores de empresas de hidrocarburos

Colombia: Amazonas fue epicentro de la pandemia

Territorios indígenas de conservación. Los indígenas Uitoto, Bora, Muinane y Ocaina construyeron el análisis de los servicios ecosistémicos de sus territorios. Foto: Luisa Fernanda Ortiz - WWF Colombia.
Colombia reportó más de 1500 fallecidos de los pueblos indigenas de la Amazonía por la pandemia del coronavirus Foto: Luisa Fernanda Ortiz – WWF Colombia.

A inicios de abril, los pueblos indígenas de Colombia ya reportaban casos positivos del COVID-19 en dos comunidades: en el pueblo binacional Yukpa, en el departamento de Norte de Santander en frontera con Venezuela y en el pueblo Pastos, en el departamento de Nariño en frontera con Ecuador.

Un mes después se reportaba el avance del coronavirus en el departamento de Amazonas, uno de los más afectados por el nuevo virus en ese país. Desde el inicio de la pandemia, los líderes indígenas de los pueblos amazónicos tikuna, miraña, tariano, yukuna y ocaina, ubicados en la Triple Frontera entre Colombia, Perú y Brasil, reclamaban mayor atención para el departamento y su capital.

La falta de adecuados servicios de salud advertían una crisis sanitaria que, lamentablemente, se concretó. Carencia de equipos de protección para el personal de salud ocasionó una renuncia masiva en el hospital público. Amazonas, con una población mayoritariamente indígena, se convirtió en el departamento colombiano con más contagios por millón de habitantes en ese entonces. Ante este panorama, el gobierno anunció medidas extraordinarias para atender la pandemia en Leticia.

Los indígenas huitotos viven cerca de donde se tienen indicios de pueblos indígenas aislados. Foto: Cortesía Revista Semana - León Darío Peláez.
Los pueblos indígenas del departamento de Amazonas fueron los golpeados por el virus. Foto: Cortesía Revista Semana – León Darío Peláez.

Pero el coronavirus no fue el único peligro con el que lidiaron los pueblos indígenas en el 2020. Grupos armados asesinaron a indígenas en el norte del departamento del Valle del Cauca, mientras las comunidades embera del resguardo Pichicora Chicué Punto Alegre-Rio Chicué en Bojayá, Chocó, quedaron atrapados en medio de los enfrentamientos de dos grupos armados.

Actualmente, la cifra de indígenas fallecidos en Colombia por el COVID-19 supera los 1 500, mientras que los casos positivos están por encima de los 72 000, según estadísticas de REPAM y COICA. Lea las historias completas en los siguientes enlaces:

Grupos armados aprovechan la cuarentena para asesinar a indígenas y defensores en Colombia

Colombia: COVID-19 se dispara en Leticia y atemoriza a los pueblos indígenas de la Amazonía

Chile: el factor turismo para los pueblos indígenas

Indígenas atacameños pidieron al gobierno un cordón sanitario para la comuna de San Pedro de Atacama. Foto: Consejo de Pueblos Atacameños

El fallecimiento de una mujer mapuche de la comunidad indígena Carilafquén, en la región de la Araucanía, a causa del coronavirus, fue la señal de alerta para que líderes indígenas y expertos advirtieran sobre el peligro que significaba el desplazamiento de las personas desde las ciudades hacia las zonas rurales. Esta región con un 33% de población indígena, principalmente de la etnia mapuche, fue una de las que presentó la mayor cantidad de contagios y muertes producto del COVID-19.

Las autoridades de San Pedro de Atacama, una de las zonas turísticas más visitadas del país, solicitaron que se instalara un cordón sanitario para la comuna debido al ingreso sin autorización de turistas. Lea la historia completa aquí.

Ecuador: el reclamo de las nacionalidades indígenas

indigenas ecuador covid
Miembro de una brigada de salud realiza una prueba COVID-19 a la líder waorani Nemonte Nenquimo. Foto: Mitch Anderson / Amazon Frontlines.

Apenas el gobierno ecuatoriano decretó el estado de emergencia –el 3 de marzo– la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) tomó medidas estrictas para evitar el contagio de la enfermedad en sus comunidades: prohibieron la entrada y salida de personas de sus territorios, suspendieron actividades turísticas y cancelaron reuniones.

Sin embargo, para el 17 de abril falleció un anciano de nacionalidad Siekopai en la provincia amazónica de Sucumbíos con diagnóstico probable de COVID-19, además se reportó que alrededor de 20 personas estarían con síntomas del coronavirus. El Pueblo Shuar Arutam (PSHA), en la provincia de Morona Santiago, también informó de muertes que podrían haber estado relacionadas con el virus.

En mayo, la nacionalidad indígena waorani también reportó el fallecimiento de un integrante de la comunidad y otras dos personas en grave estado de salud. Por otro lado, los indígenas Cofán de Sinangoe reclamaron por no tener acceso a alimentos ni medicamentos, debido al rompimiento del puente que comunica su territorio con vías provinciales y nacionales.

Ahora, casi un año después del inicio de la pandemia, la cantidad de indígenas fallecidos en Ecuador suman 378 y las personas que han dado positivo al coronavirus alcanza las 14 264 personas, indica el reporte de REPAM y COICA del 21 de diciembre de 2020. Lea las historias completas en el siguiente enlace:

Ecuador: un anciano muere y los indígenas temen por falta de pruebas diagnósticas para COVID-19

Al menos 14 indígenas siekopai están contagiados con COVID-19 en Ecuador

Ecuador: COVID-19 llega a los indígenas waorani mientras que otros pueblos enfrentan nuevos problemas

Ecuador: las actividades mineras no están de cuarentena en la emergencia sanitaria por el COVID-19

México: las comunidades enfrentaron la pandemia

Cherán, Michoacán
La comunidad indígena de Cherán, en México, tiene entre sus prioridades el cuidado de los mayores y de los niños. Foto: Facebook del Consejo de Jóvenes de Cherán Keri.

Para los purépechas que habitan Cherán, abril es un mes especial, pues representa la época en que expulsaron a quienes talaban sus bosques, empezaron un proceso legal para que reconozcan su gobierno tradicional y celebran su fiesta patronal, motivo por el cual reciben a los migrantes que trabajan en los Estados Unidos.

Pero este año, la presencia del COVID-19 los obligó a suspender las celebraciones y más bien cerraron la entrada a la comunidad. Otras comunidades indígenas purépechas siguieron el ejemplo de Cherán y cerraron sus territorios. La medida de cerrar sus fronteras también la adoptaron comunidades en estados como Oaxaca, Chiapas, Chihuahua y Guerrero.

Abel Barrera, antropólogo del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, lamentó que no se diera una atención adecuada a las comunidades indígenas. Ante la falta de atención gubernamental, han sido las propias comunidades indígenas, las radios comunitarias y algunas organizaciones no gubernamentales las que han difundido información para prevenir la expansión del COVID-19. Lea la historia completa aquí.

Perú: la pandemia llegó pese al cierre de territorios

Pueblo shipibo konibo en Pucallpa. Foto: Ministerio de Cultura.
Pueblo Shipibo Konibo, en Ucayali, fue uno de los más afectados por la pandemia en Perú. Foto: Ministerio de Cultura.

A mediados de marzo, los pueblos indígenas en Perú decidieron cerrar las fronteras de sus territorios apenas se decretó la emergencia sanitaria en el país, como una forma de protegerse del coronavirus. Al mismo tiempo, solicitaron al gobierno que estableciera protocolos específicos de atención a los pueblos originarios ante una posible escasez de alimentos en las comunidades nativas, así como para revertir las deficiencias en los servicios de salud de una población vulnerable.

El 9 de abril, el presidente de entonces, Martín Vizcarra, anunció que su gobierno estaba preparando un plan específico para atender a las comunidades indígenas y amazónicas. Pero esta propuesta no se concretó hasta varios meses después.

Entre fines de abril y los primeros días de mayo, los reportes de casos de COVID-19 empezaron a llegar desde las comunidades nativas de Loreto y Ucayali. Los casos comenzaron a multiplicarse. La Triple Frontera entre Perú, Colombia y Brasil se convirtió en una zona crítica para el COVID-19 y el pueblo tikuna de Bellavista de Callarú en uno de los mas golpeados. Seis decesos por COVID-19 se reportaron en solo una semana.

Personal de salud en Santa Rosa de Serjali, en Sepahua, Ucayali. Foto: Microred de salud Sepahua.

El pueblo Shipibo-Konibo, en Ucayali y las comunidades awajún y wampis en Amazonas también fueron duramente golpeados por la pandemia. Sin medicinas, sin oxígeno y sin personal de salud suficiente, los pueblos indígenas vivieron una pesadilla.

Los planes de atención diferenciados del gobierno se empezaron a implementar dos a tres meses después de iniciada la pandemia. Perú se convirtió en uno de los países amazónicos con mayor cantidad de indígenas fallecidos por COVID-19. Según las estadísticas de REPAM y COICA, hasta el 21 de diciembre se han reportado 215 313 casos positivos del virus y 3126 fallecidos de COVID-19-

Lea las historias completas en los siguientes enlaces:

COVID-19: pueblos indígenas de Perú enfrentan escasez de alimentos y deficiencias en atención de salud

Perú: asesinan a líder indígena y mafias siguen operando durante emergencia por COVID-19

Perú: veinte comunidades indígenas expuestas al COVID-19 tras llegada de once casos positivos a su territorio

COVID-19: muerte y contagios en comunidades tikuna de la triple frontera

COVID-19: organizaciones indígenas demandan acciones concretas en la estrategia aprobada para estos pueblos en Perú

Perú: líderes indígenas reportan 58 fallecidos por COVID 19 en comunidades shipibo konibo de Ucayali

Perú: 221 indígenas han dado positivo al COVID-19 en Loreto

Perú: indígenas en aislamiento y contacto inicial cercados por el COVID-19

Perú: Pleno del Congreso no debate intangibilidad de territorios de PIACI pese a urgencia por COVID-19

Perú: mujeres awajún del bosque de las nuwas luchan contra el coronavirus

Imagen principal: Miembros de la nacionalidad Siekopai en territorio ancestral Siekopai, Amazonia ecuatoriana. Foto Amazon Frontlines y Alianza Ceibo.

Fuente e imagen: Mongabay Latam

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¿Educación Inclusiva? Crisis, pandemia y exclusión

Por: Luis Miguel Alvarado Dorry

“[…] La más grande crisis de la humanidad no es ni política, ni económica, ni ideológica, religiosa; es una crisis de humanidad. No tratamos humanamente a los seres humanos, los maltratamos […]” (Boff, 2020) (minuto 58 con 25 segundos).

Para comenzar, quisiera que reflexionemos acerca de ¿Cómo consideramos a la normalidad en estos tiempos tan anormales? En las expresiones como “cuando regresemos a la normalidad” ¿quiere decir que nos hace anormales? Por otro lado, “la nueva normalidad” tuvo que llevarse a cabo un proceso de transición de anormalidad a esa otra nueva normalidad, por tanto, ¿fuimos anormales y ahora somos nuevos normales?

En este sentido, los lenguajes sobre normalidad-anormalidad no solo son una construcción social sino que, también, “política y económica” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 22). Y son una construcción social, política y económica porque son establecidas desde el mismo sistema hegemónico que impone sus propias “reglas”, “normas” y “lenguajes”, las cuales, todas las sociedades bajo su dominio tienen que alinearse y alienarse.

Las tensiones y contradicciones sobre normalidad-anormalidad se observan en la historia, para ello, me remitiré a uno de los eventos trascendentales que marcaron la historia en Nuestra América, la conquista de nuestros territorios y nuestros cuerpos; de nuestros territorios porque desde 1492 han venido extrayendo recursos de nuestra madre tierra con el fin de mercantilizarla y acumular capital, asimismo, de nuestros cuerpos, nuestros cuerpo sin fragmentación cartesiana (mente-cuerpo) basadas en una explotación con el mismo fin, la acumulación de recursos, precarizando las condiciones de les oprimides-explotades.

Por lo anterior, Eduardo Galeano señala lo siguiente:

“[…] el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos” (Galeano, 2004, pág. 16).

En esa época de conquistas y, desde la mirada eurocéntrica, empezamos a ser vistas como anormales, anormales porque, en nuestras diferencias, no encontraban parecidos a la imagen y semejanza europea, por tanto, esa “anormalidad” debiera ser exterminada, por ello y por otras razones, los españoles mataron a diestra y siniestra a les originaries natives de Nuestra América. Este genocidio fue legitimado y justificado por el discurso de Ginés de Sepúlveda en (Fernández, 1992) sobre “la justicia de la guerra contra las poblaciones indígenas  es causada por […] 2) la inferioridad natural de los indígenas […]” (pág. 323), esa inferioridad era establecida a partir de las diferencias físicas, culturales, sociales, políticas, económicas y religiosas que tenían los pueblos originarios del Abya Yala de las europeas.

Bajo este marco y estereotipos eurocéntricos, se viene estableciendo clasificaciones al respecto, negras y negros, amarillas y amarillos, originaries o indígenas y, lo que dista de estos estereotipos que, más adelante se instauran en los imaginarios colectivos por medio del complejo industrial cultural, se considera anormal e inferior.

Los “casi humanos”, forma despectiva que los españoles estigmatizaban a les originaries, eran asesinades, en tanto animal salvaje, debido a sus condiciones antes mencionadas que, distaban, del estereotipo europeo (hombre blanco ojos claros), estos estereotipos normalizados a posteriory y, como una meta a la que hay que llegar, fueron instaurados en los imaginarios de las sociedades dominadas, en este sentido ¿cómo llegar a ser normales? O bien, ¿Cómo llegar a ser humano?

Acá me quiero detener un poco para reflexionar que, la discapacidad, no dista mucho de las condiciones que tenían (y siguen teniendo) les originaries desde las miradas eurocéntricas y, ahora, norteamericana, es decir, llegar a la meta de la “normalidad”, o bien, ser lo más humano posible, humano en el sentido biológico-físico como mencionan (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) “[…] instaurar la normalidad como modo de reconquista de la humanidad perdida” (pág. 35), no en el sentido de la complejidad de ser humano biológico-social-político-económico-ético-crítico-tecnológico-espiritual-afectual.

De manera que, la discapacidad, se encuentra inmersa en esas tensiones y contradicciones de la normalidad-anormalidad fincada en estereotipos de la lógica de mercado, es decir, de producción y reproducción social, política y económica. En este marco y en esta perspectiva mercantilista estereotipada, la discapacidad es situada en la anormalidad, por tanto, esa anormalidad, debe ser normalizada lo más o totalmente posible.

En el aspecto económico, las personas con discapacidades eran vistas, en principio, como improductivas que, únicamente, generaban gastos a las sociedades y a los estados (aunque todavía estos imaginarios persisten en la actualidad), improductivas, en el sentido de no poder realizar los trabajos de una persona “normal”, por tanto, fueron aisladas de estos menesteres, ante esto Paula Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) se interroga sobre “¿podríamos inferir que la idea de discapacidad esté asociada a la invalidez laboral?” (pág. 83), al parecer así viene sucediendo. Posteriormente, como entes mercantilizades con el ideal de “normalizarles” con base en “[…] la atención socio-sanitaria-educativa y de rehabilitación […]” (pág. 91) en palabras de la misma autora. En este sentido, señalo a los programas televisivos como por ejemplo, TELETÓN, originadas desde empresas privadas que, cerca de apoyar a todas comunidades con discapacidades, anteponen sus intereses financieros para evadir impuestos y así “donar” caritativamente dineros para la construcción de centros de rehabilitaciones, estos programas terminan siendo similares, en palabras de Sonia Marcela Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), a  “los circos […] escenarios de exhibición de las rarezas humanas” (pág. 123) muy populares en el siglo antepasado.

En lo político, al enmarcar la discapacidad desde su génesis y más allá de ella en un contexto de opresión, dominación, control, exclusión, discriminación y explotación, estas subjetividades se han venido resistiendo, formando alianzas y organizándose para luchar contra toda injusticia; estas luchas y resistencias, se han legitimado en los derechos humanos con altos costos de muertes, persecuciones, torturas y demás, sin embargo, falta mucho para que esos derechos se vivencien, para ello, es necesario fracturar nuestros paradigmas desde nuestros propios lenguajes. A lo largo de la historia, estos lenguajes, han sido modificados con respecto a la filosofía de la época y por las subjetividades que se resisten, en este marco, en la evolución o involución, en lo despectivo o loable, de las concepciones de les “impedidos, discapacitados, minusválidos, deficientes, inadaptados, hasta otros de corte más coloquial como tullidos, idiotas, lentos, torpes retrasados” Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 108). Todo palabrerío quedan en lo abstracto pues carecen de praxis, es decir, no se vivencian en la cotidianidad, por un lado, en las empresas transnacionales que ven a las personas con discapacidades como mercancías consumidoras y, por otro, el estado que las ven como cargas, toda esta verborrea (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019) argumentan que “[…] más formas políticamente correctas de nombrar que contenidos reales y sustantivos en pro de la población directamente implicada” (pág. 30), y no se vivencian, porque los lenguajes y legitimaciones políticas y jurídicas son realizadas, en su mayoría, desde lo externo y no desde las propias comunidades de personas con discapacidades que son y están con sus especificidades.

En lo sociocultural, por la instauración de estos lenguajes en los imaginarios sociales, sus concepciones y sus prácticas han provocado, en la mayoría de les “normales” emociones y sentimientos hacia las personas con discapacidades, de lástima, compasión, tristeza, miedo, entre otras, transformando las subjetividades de las segundas en “objetos de caridad” Mara Danel en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 93), y, ser un objeto de caridad, según Rojas Campos en (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019), “hasta del nombre desaparece y con él todos sus rasgos de humanidad” (pág. 113), entonces, aparece la estigma, es decir, expresiones como “no te juntes con ese rarito”, “el hiperactivo del salón”, “la distraída esa”, “la de sillas de rueda”, entre otras no menos peyorativas.

En lo tecnológico, solo aquellas personas con discapacidades que tienen una estabilidad económica suficiente, pueden adquirir dispositivos electrónicos, prótesis, sillas de rueda, o cualquier innovación científico-tecnológica que se requiera, mientras que muchas quedan excluidas de estas. Estas innovaciones son muy frecuentes y bajo la lógica de obsolescencia programada para captar la mayor cantidad de capital.

Por lo anterior, el modelo neoliberal lleva una cosificación de la cosificación, es decir, dentro de las cosas “normales” hay unas otras “anormales” en tanto mercancías consumidoras, las cuales, hay que dominarlas y controlarlas, estigmatizarlas, señalarlas, clasificarlas e inferiorizarlas para obtener las más jugosas ganancias posibles.

Pero ¿qué es la discapacidad? En principio, las religiones las vinculaban como un “castigo divino” o “pecado” cometido por generaciones familiares anteriores, o bien, actuales, las familias de estas procuraban no mostrarles o sacarles de casa por vergüenza a que le vieran y les señalaran como pecadoras. Posterior a ello, en los avances de las ciencias y las tecnologías en medicina, las relacionaban como fenómenos de la naturaleza humana, los cuales, tenían que examinarlas para poder curarlas o “normalizarlas”. Desde el sistema capitalista les conceptualizaban (y siguen) como les “improductivos” o poco productivos en comparación con les “normales”.

En la actualidad, según el diccionario de Google lo define como “Falta o limitación de alguna facultad física o mental que imposibilita o dificulta el desarrollo normal de la actividad de una persona” (google.com, 2020). Mientras que la Organización Mundial de la Salud dicta como “Discapacidad en un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación” (OMS, 2020). Por otro lado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en México en su texto titulado “La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo” en el inciso e) del Preámbulo, emanados de la misma ONU dicta lo siguiente:

“la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás […]” (2018, pág. 10).

Contraria a estas concepciones Yarza, Sosa, & Pérez (2019) refieren a una deconstrucción de la conceptualización emanada por los grupos de poder que clasifican y estigmatizan a cada une, en este sentido, mencionan que “entendemos a la discapacidad como una producción social e histórica moderna y colonial, inscrita en los modos de producción y reproducción de una sociedad” añadiendo que, está “enmarcada en un sistema de clasificación de sujetos inventado y reproductor de un orden hegemónico basado en relaciones de asimetría y desigualdad” (pág. 22).

De las significaciones anteriores, observamos que las tres primeras manejan lenguajes desde los modos de producción y reproducción económico-político-social, lenguajes despectivos como “deficiencias”, “normal”, “limitaciones”, “restricciones”, entre otras, los cuales, las pondremos en tensiones con sus contradicciones con el fin de comprender mejor el contexto: deficiencias-perfección, normal-anormal, limitaciones-libertad. Podemos decir entonces que, la discapacidad, es una esclavitud de la imperfección anormal.

La última significación nos da cuenta que, la discapacidad, es gestada y reproducida desde el propio sistema hegemónico clasificatorio, el cual, es inherente su resignificación como acto ético-político para la emancipación de las diversas subjetividades.

De lo anterior, quisiera irme desde su génesis etimológica de la palabra en un tanto superficial, pero desde otros frentes, para ello, me es necesario fragmentar la palabra discapacidad en el prefijo “dis” y “capacidad”, esta fragmentación me permite ver desde otra perspectiva con el fin de desaprenderla para comprenderla y, por tanto, reaprenderla al momento de unirlas y, más aún, vivenciarla en mi cotidianeidad.

En este contexto, el prefijo “dis” significa según un diccionario etimológico en internet encontré en una de sus definiciones lo siguiente: «el prefijo latino dis- significa “divergencia o separación múltiple”» (dechile.net, 2020), por otro lado, “capacidad” significa “[…] es la cualidad de lo que es […]” (Diccionario Actual, 2017). Entonces, al unir los dos significados el prefijo “dis” y la palabra “capacidad”, tenemos “divergente cualidad”.

De la misma manera, me es necesario fragmentar y, por tanto, me acercaré a una aproximada re-significación de cada una de las palabras anteriores, en primer lugar, tenemos la palabra “divergente”, la cual, en uno de sus significados la mencionan como “diferencia” (significados.com, 2017), este se le asocia con el pensamiento divergente que, en el mismo diccionario, nos remite a la creación de “ideas creativas y diferentes”, mientras que “cualidad” la significan como “[…] la esencia de una persona […]” (Google, 2020), por tanto, la dis-capacidad podríamos re-conceptualizarla como una “diferente y creativa esencia”, entonces, en este marco, todes somos seres diferentes y creativas, en tanto con dis-capacidades, bajo esta reconstrucción paradigmática me referiré a las personas con discapacidades.

Esta re-significación debe ser un acto ético-político evitando caer en el romanticismo y en la caridad, por el contrario, posicionarnos, todes, en la rabia y rebeldía misma que provoca la discriminación, exclusión y estigmatización originada desde el sistema asimétrico neoliberal, el cual, establece la “normalidad-anormalidad” en los imaginarios sociales impregnados de una violencia simbólica (Bourdieu & Passeron, 1995, pág. 44). Esta re-significación debe fincarse en el diálogo con les otres, con los que viven esas discriminaciones, exclusiones y estigmatizaciones, es decir, con las personas con discapacidades, convirtiéndose en “observador(a), auto-observador(a) y observado(a)” (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 64) en el proceso investigativo.

Dentro de las clases sociales se clasifican antagónicamente bajo las perspectivas Darwinianas imponiendo verdades absolutas y universales entre ricos-pobres, inteligentes-ignorantes, burgueses-proletarias,  blancos-negras, normales-anormales, entre otras, unas superpuestas a las otras, ante esto Yarza, Sosa, & Pérez (2019) aseveran que “no nos cabe duda alguna de las clasificaciones y calificaciones del Norte Global son tales en virtud de una “verdad” hegemónica autoimpuesta y desplegada hacia el Sur Global” (pág. 41). En esta perspectiva clasista y clasificatoria del modelo neoliberal dueño de las élites de las sociedades del conocimiento, encasillan todo lo que esté a su alcance como meras materias primas en un almacén, es decir, lo bueno, lo regular y lo malo, asimismo se clasifican las discapacidades, esta clasificación legitima social, política y económicamente las inferioridades de las personas.

Estas clasificaciones han originado nuevos lenguajes del cómo llamar a los espacios escolares en donde se ha pretendido más que educar, a rehabilitar o “normalizar” a las personas con discapacidades que han, en el supuesto, evolucionado para hacerlas menos despectivas, tenemos a los centros para enfermos mentales, educación especial, escuelas con necesidades educativas especiales, ahora educación inclusiva.

Yo te integro o te incluyo porque tienes alguna discapacidad o porque eres mujer, o porque eres originaria, o porque eres negra y eso satisface mi conciencia (más bien mi ego), es decir, se ve a la inclusión como medio para un fin, el fin sería satisfacer mi conciencia o mi ego, por el contrario, la inclusión debe ser un fin en sí misma y no un medio con características excluyentes y clasificatoria, en otros términos, la inclusión como forma de vida en el conocimiento y reconocimiento de les otres, ante esto Freire (1997) menciona que «La asunción de nosotros mismo no significa la exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del tú, la que me hace asumir el radicalismo de mi yo» (pág. 42), de manera que, te incluyo porque tú eres yo y, yo eres tú, y juntes construimos un nosotres.

De modo similar, la educación no debe adjetivarse como inclusiva, o sea, educación inclusiva, las dos debieran ser verbos (educar e incluir) y, debieran ser verbos, en tanto acción y existencia, y, a la vez, dialécticas, porque al momento de incluir educo y, al momento de educar, incluyo.

En este marco, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) reflexionan acerca de la construcción de nuevos paradigmas para pensar la educación y las discapacidades desde otras aristas y, con base en el diálogo directo con las comunidades de les seres diferentes y creativas, principalmente, más desde el sur en contrapuesta a la mirada euronorteamericanocentrista, ante esto, aseveran que  se “pongan en supuesto las narrativas anglocéntricas y visibilicen otras génesis, tensiones, trayectorias intelectuales, categorías, entramados, constelaciones conceptuales y luchas ético-políticas” (pág. 36), esto nos dirige a una praxis verdadera y no a una reproducción social excluyente y a una repetición teórica construida desde lo exógeno.

En efecto, para la construcción de esos otros paradigmas es inherente tomar en cuenta, a mi perspectiva, los siguientes aspectos –cabe aclarar que no son un imperativo categórico, ya que pueden ser más u otros- 1. Dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas; 2. Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades; 3. Romper paradigmas establecidos desde y a partir de nuestros propios lenguajes; 4. El diálogo como principal aspecto en las investigaciones y 5.  Sistematización de experiencias para la construcción de saberes emergidos desde el contexto y desde les sujetos.

Por lo anterior, Yarza, Sosa, & Pérez (2019) mencionan que “Ser sujeto en la investigación, estar en el proceso investigativo y actuar desde su lugar de enunciación implica sentir una constante relación con lo investigado” (pág. 52), por tanto, desde las universidades, organizaciones sociales y, desde les estudiantes en materia, insisto, es un compromiso ético-político la deconstrucción, reconstrucción y resignificación de las investigaciones.

Ahora bien, ¿cómo se ve la discapacidad en la actual coyuntura? Ese es el problema, no se ve, no les vemos, para Fanón (1963) los condenados de la tierra eran les pobres campesinos africanos, las personas con discapacidades son ubicadas por las sociedades y, por el mismo sistema hegemónico, como las condenadas de las condenades de las condenadas de la tierra, o bien, les invisibilizades de les invisibilizades de les invisibilizades.

Estas crisis y exclusiones ya existían antes de la pandemia, ésta, vino a desnudarlas y a exponenciarlas; en este contexto de sobrevivencia, ser pobre es riesgoso para sobrevivir, más  aún, ser pobre y ser desempleada, peor si se es pobre, desempleada y migrante, se agrava más si se es pobre, desempleada, migrante y mujer, y se sobrevive en una constante inseguridad social, política, económica y de salud, si se es es pobre, desempleada, migrante, mujer y etiquetada con alguna discapacidad, en este sentido, existen constantes “violaciones a mujeres con discapacidad que se quedan en el silencio…” Rojas Campos en  (Yarza, Sosa, & Pérez, 2019, pág. 106), debido a la lógica de violencia originada por el sistema hegemónico que cosifica a las personas y las deshumaniza, las deshumaniza en tanto “animal: sin alma, sin pensamientos y sin razón” (pág. 117).

Esta deshumanización, o bien, “crisis de humanidad” en palabras de Leonardo Boff, es originada, a mi perspectiva, por diversos aspectos, en primer lugar por la “lobotomía” en donde, el mismo Boff, la conceptualiza como “una persona que perdió la capacidad de sentir, no siente el dolor del otro” (Boff, 2020). En segundo, por la racionalidad instrumental formada, es decir, vivir con base a “medios y fines” (Horkheimer, 1973, pág. 09), uso a las personas (medios) con base a mis intereses personales (fines) y, cuando estas ya no me sirven, las desecho como meros objetos. En este marco, la mayoría de las empresas han usado a las comunidades con discapacidades para crear ONG’s y así, captar el mayor capital posible en las donaciones para luego, evadir impuestos; los gobiernos, para captar y destinar recursos para estas comunidades que, cerca de apoyarles, distan por la corrupción establecida en el desvío de estos recursos, o bien, en las reducciones presupuestales. En tercer lugar, ver como enemigos a les otres, en donde cada persona “vive obcecado con la búsqueda del interés propio y en constante competencia y comparación con otros” (Torres, 2017, pág. 71), entre otros aspectos no menos importantes. De manera que, la deshumanización, se va gestando a través de la formación y desarrollo de subjetividades neoliberales educadas de manera formal, no formal e informal, bajo los intereses del mismo modelo neoliberal asimétrico.

Hemos venido develando e insistiendo a lo largo del confinamiento pandémico que, gran parte de les estudiantes, de todos los niveles, han quedado fuera de las estrategias y modalidades que han tomado los gobiernos en américa latina y en el mundo para llevar a cabo el proceso educativo. En este contexto, de los 137 millones de estudiantes en América Latina, según el informe de la UNICEF (2020) denominada “educación en pausa” publicada el pasado 09 de noviembre, que fueron desterritorializados de sus escuelas y territorializados en sus hogares, creemos que solo la mitad, es decir, 68.5 millones de elles cuentan con las posibilidades de una educación a distancia (llámese virtualizada, televisada, radiodifundida), aunque esta, se haya convertido en una neoeducación bancaria.

De lo anterior, el otro 68.5 millones de estudiantes quedaron excluides, y quedaron excluides por ser y estar precarizadas por un sistema desigual e injusto y, en donde las sociedades, hemos sido cómplices, y hemos sido cómplices por la formación de la “lobotomía” antes mencionada construida desde las cosmovisiones y bajo los intereses del modelo neoliberal. Dentro de estas sociedades vulneradas y precarizadas, “incluidos las niñas, los indígenas, niños y niñas con discapacidad, refugiados y migrantes que viven en zonas rurales” (UNICEF, 2020, pág. 9), encontramos hogares (en la mayoría de los casos, porque muches no cuentan ni con un hogar) sin electricidad, sin acceso a internet o señal telefónica, sin dineros para pagar los servicios de datos, desempleadas y, con hambre. Hogares que prefieren salir ante la peligrosidad del contagio, y prefieren salir porque aseveran que es mejor morir por causas del COVID-19, que morir o ver morir a les suyos lentamente de hambre.

Las del primer grupo, tienen la fortuna de poder solventar los gastos que requiere la educación a distancia, sea la modalidad que sea, ya que tienen dineros para pagar esos servicios, los cuales, se toma como indicios de una nueva modalidad de privatización de los sistemas educativos, privatización porque tanto familias y docentes tienen que pagarlos de su propio salario (mientras que este se mantiene inmóvil), es decir, los gobiernos se desentiende de estos gastos, pero si exigen autoritariamente que se rindan cuentas de lo que se hace y que vean, tanto familias como docentes, como le hacen para ello, esta rendición de cuentas, las acomodan en los discursos en donde dictan que “todo marcha bien”, que “el aprendizaje a distancia va marchando bien”, aunque esta solo sea una captación de grandes cantidades de información que distan de ser aprendizajes.

El segundo grupo, ha quedado completamente excluide de estas modalidades y, cerca de que los gobiernos garanticen una educación gratuita y para todes, solo se preocupan en convertirles en estadísticas (aunque muches hasta ni a eso llegan) para sus intereses deshumanizados. Estos grupos vulnerados y precarizados quedan expuestos con mayor facilidad a la violencia intrafamiliar (física y psicológica), de género, abusos sexuales, entre otros no menos importantes, y se han acrecentado durante el confinamiento. Lo anterior, según el informe de la UNICEF (2020) es debido a ”mayores niveles de estrés entre los padres y cuidadores” (pág. 11).

En el mismo informe, la UNICEF, tiene mayor preocupación en que les estudianttes de secundaria “caerán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura” (UNICEF, 2020, pág. 9) . En este sentido, se le pide leer a les niñes, en tanto repetir palabras, oraciones y frases en el menor tiempo posible, no se preocupa para que estes lean su realidad y las condiciones de injusticias en las que viven muchas sociedades, más las personas con discapacidad.

Por otro lado y, estas circunstancias, las personas con discapacidades siguen presentado mayores dificultades, las cuales, han venido en aumento; y han venido en aumento porque la mayoría no hemos hablado de ellas, por decirlo de otro modo, las hemos invisibilizados. Hemos hablado de los grupos de personas excluidas en condiciones de pobrezas, sin conectividad, sin paquetes de datos, sin dispositivos, de una neoprivatización de los sistemas educativos, de una explotación de les cuerpos por el teletrabajo o por la teleeducación con respecto al exceso de tareas que les dejan a les estudiantes, del extractivismo de la madre tierra, entre otras, las cuales, sabemos que son muy importantes develarlas, sin embargo, en lo personal, no les había pensado, por ello, creo inherente que, las pedagogías críticas y educaciones populares, no solo las visibilicen sino que también tengan el compromiso ético-político-revolucionario para la construcción de propuestas educativas no segregadas o paralelas a estas, sino que pensadas desde las propias diversidades.

La educación a distancia sea esta virtualizada, televisada, radiodifundida, no fueron creadas para las personas con discapacidad, por ejemplo, en México, en la estrategia “Aprende en Casa I”, bajo el manejo virtual de la plataforma de Google Meet, solo eran dirigidas a personas con conectividad a internet, con dispositivos inteligentes y sin discapacidades, excluyendo totalmente a las personas con discapacidad.

En la estrategia “Aprende en casa II” en este ciclo escolar que transcurre, esta se basa en la transmisión de contenidos educativos a  través de la televisión, por decirlo de otro modo, televisada, las autoridades educativas (Secretaría de Educación Pública) volvieron a excluir a las personas con discapacidades, sin embargo, por presiones sindicales, al menos pudieron integrar a una persona que interpreta en lenguaje de señas pero ¿qué sucede con las demás? Vuelven a quedar excluidas, pero dichas autoridades se jactan de ser inclusivos.

En otras latitudes que, aproximadamente queda entre en medio de Costa Rica y México, en Honduras, Cristian Murillo del Centro de Atención Progreseño a la Discapacidad aseveró fuertemente contra el gobierno de Juan Orlando Hernández diciendo que “las personas con discapacidad no son prioridad en esta crisis humanitaria, y nunca han sido para el gobierno de Juan Orlando Hernández” añadiendo “porque miserablemente solo se destinan menos de 0.25 centavos de dólar al año para cada persona con discapacidad” (kaosenlared.net, 2020).

La pandemia vino entonces a ser visible lo invisibilizado y a acrecentar lo que ya existía, lo que ya estaba, y lo que estaba eran esos olvidos, esas invisibilizaciones, exclusiones, discriminaciones, injusticias, violencias y demás. En este sentido, muchas familias sacrificaron las atenciones y educaciones de sus hijes por quedarse sin trabajo y, por tanto, sin ingresos, lo poco que ganan o se tiene les ha servido para malalimentarse no por culpa del COVID-19, sino por culpa de un sistema de explotación que genera grandes asimetrías.

Ahora bien, antes de finalizar quisiera regresarles la palabra a dos voces que, por cuestiones personales, no quisieron estar presentes, pero que nos mandaron algunas vivencias desde sus especificidades. En una entrevista informal a modo de charla:

Julio Cesar (20 años), diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) nos comenta lo siguiente: “a menudo me sentía discriminado y excluido en la escuela por ser diferente a los demás, los que más me discriminaban y excluían eran mis compañeros dentro y fuera del salón de clases, algunos profesores entendían lo que tenia, pero si llegó a ver en una ocasión que fuese un maestro que lo hiciera, ante esto me sentía triste porque no querían platicar conmigo o no me integraban en sus pláticas, para estar concentrado y menos hiperactivo en clases, me recetaron los médicos tomar una pastilla llamada Ritalin, si no la tomaba, era seguro que me ponía a hacer un alboroto en el salón de clases y me distraía de la tarea; cuando dejé de tomar esa pastilla, al mismo tiempo, dejé de sentirme dependiente, ya que era una rutina que tenía que llevar obligadamente. Mi vida ha sido un poco complicada, pues aún me distraigo mucho y me cuesta recatar información en el salón de clases”.

Jonathan de Jesús Gamboa Flores (27 años). El neurólogo lo diagnosticó con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) nos comenta que “me sentí muchas veces excluido y discriminado en la escuela porque, en los distintos niveles, siempre había algún compañero estudiante o un docente que no me aceptaba. Me sentía muy mal porque, a la hora de formar equipos, no me tomaban en cuenta; ahora ya hemos sido tomados en cuenta en diferentes actividades escolares, deportivas y laborales. En este tiempo de confinamiento nos cuidamos quedándonos en casa, pero me he sentido un poco desesperado por no poder salir a dar una vuelta a la casa de mi abuelita. Y sobre las clases virtuales que recibo, no pongo mucha atención por eso me gusta más la presencial. Mi vida ha sido muy complicada porque dependo de mis papás y familiares, mi parálisis me atrofia tres extremidades de mi cuerpo (mis dos piernas y mi brazo izquierdo).

Bajo estas perspectivas y vivencias podemos observar por un lado que, la medicación de los trastornos creados y clasificados por la ciencia hegemónica, sirven a determinadas empresas farmacéuticas transnacionales que se enriquecen con base a las ventas de fármacos que son clasificados por su toxicidad y adicción similares a la cocaína, anfetaminas y morfinas como el Ritalin, el cual, ha servido para adormecer las subjetividades rebeldes de nuestra niñez y juventud, dejando grandes secuelas en su salud.

Por otro, se crea y “normaliza” en los imaginarios sociales una violencia por parte de familiares tras el telón de la “sobreprotección” que inutiliza a muches niñes y jóvenes, los cuales, estas toman decisiones por elles sin consulta alguna con el fin de protegerles de cualquier discriminación, exclusión y violencia, sin embargo, a esta “sobreprotección” podríamos afirmar que también es considerada como tal por no permitirles ser con sus especificidades.

Reflexiones finales

  • Es inherente que, desde nuestra propia praxis, resignifiquemos los lenguajes no para romantizarlos, o bien, por compasión o misericordia, sino con base a un autentico compromiso ético-político con el fin de darles existencia a les inexistentes.
  • Las discapacidades al ser ubicadas dentro del grupo oprimido, es necesaria una formación permanente que devele toda clase de dominación y que den cuenta de su propia emancipación.
  • Es necesario el conocimiento y reconocimiento de mi subjetividad diversa y creativa en tanto ciudadanía, con el hito de legitimar nuestros derechos como seres humanos.
  • Es importante romper nuestros propios paradigmas para la reconstrucción de otros y, así, dejar de repetir teorías establecidas y empezar a cuestionarlas.
  • Ver, sentir y pensar a les seres diferentes y creativas, no como objetos para las investigaciones, sino como lo que son, sujetas y sujetos, ciudadanas y ciudadanos, seres humanes que sienten, piensan y son, desde las diversidades.
  • Empoderar a las personas con discapacidades a partir del compromiso ético-político para investigar sus condiciones y, así, construir saberes a partir de la dialéctica endógena-exógena, sujeto-objeto.
  • Denunciar y proponer alternativas que atiendan a las diversidades.
  • Las personas con discapacidades deben tomar sus vidas bajo sus propias manos y luchar en favor de la construcción de políticas públicas y de sus propios procesos educativos (dejar por un lado el adultocentrísmo y, por el otro, el infantilismo).
  • Regresémosles sus voces y que elles luchen por ello, que elles nos digan cuan excluídes, discriminades, estigmatizades han sido a lo largo de su vida, y más en la actual coyuntura pandémica, como acto ético-político debemos escucharles.
  • Avivar ese espíritu rebelde en vez de adormecerles con fármacos que benefician las finanzas de las empresas transnacionales con base en alternativas educativas que formen subjetividades críticas, luchen por mejores condiciones y construyan un mundo más justo, humano y humanizante.
  • Desde las pedagogías críticas y educaciones populares, en palabras de Freire “con una legítima rabia” comprometernos con las personas con discapacidades para visibilizar lo invisibilizado, construir espacios donde den cuenta de lo que, por mucho tiempo, se han callado. Asimismo construir propuestas surgidas desde los contextos y desde les sujetos.

Referencias

Boff, L. (18 de 08 de 2020). www.youtube.com. Obtenido de Otras Voces en Educación: «Pensando en nuestra Abya Yala en tiempos de pandemia»: https://www.youtube.com/watch?v=kQ5g9kNCnAc

Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (1995). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. México D. F.: Distribuciones Fontamara, S.A.

CNDH México. (2018). La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo. México: CNDH México.

dechile.net. (13 de 11 de 2020). etimologias.dechile.net. Obtenido de Etimología de DIS: http://etimologias.dechile.net/?dis#:~:text=El%20prefijo%20latino%20dis%2D%20significa%20%22divergencia%20o%20separaci%C3%B3n%20m%C3%BAltiple%22.&text=La%20voz%20%22dis%2D%22%20tambi%C3%A9n,griegos%2C%20disfemismo%20y%20tambi%C3%A9n%20disenter%C3%ADa.

Diccionario Actual. (27 de Noviembre de 2017). diccionarioactual.com. Obtenido de Capacidad: https://diccionarioactual.com/capacidad/

Fanón, F. (1963). Los condenados de la tierra. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Fernández, F. (1992). La controversia entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas. Dialnet, 301-347.

Freire, P. (1997). Pedagogía de la Autonomía. México D.F.: Siglo XXI.

Galeano, E. (2004). Las venas abiertas de América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI.

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Horkheimer, M. (1973). Crítica de la razón instrumental. Buenos Aires: Sur.

kaosenlared.net. (10 de 08 de 2020). kaosenlared. Obtenido de Honduras. Desprotegidas personas con discapacidad ante el Covid-19: https://kaosenlared.net/honduras-desprotegidas-personas-con-discapacidad-ante-el-covid-19/#

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Torres, J. S. (2017). Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocolonialistas. Madrid: Morata.

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Yarza, A. d., Sosa, L. M., & Pérez, B. R. (2019). Estudios críticos en discapacidad. Una polifonía desde América Latina. Buenos Aires: CLACSO.

Fuente: El autor escribe para OVE

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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Las nuevas tendencias tecnológicas que marcarán la década en Latinoamérica

Mundo/América Latina/05-01-2021/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

La paulatina implementación de la tecnología 5G, los vehículos autónomos en una infraestructura de inteligencia vial y la convivencia humana con robots marcarán en gran parte la próxima década tecnológica en Latinoamérica en una serie de avances sin precedentes.

El nuevo mundo inteligente de la nueva década estará impulsado por la rápida implementación de la tecnología 5G que facilitará la digitalización de la economía y de la vida de las personas con Brasil y México a la cabeza del nuevo desarrollo tecnológico en Latinoamérica, según predice el reporte «Visión Industrial Global» elaborado por la empresa Huawei.

Parte de la clave del nuevo mundo inteligente de la próxima década reside en la rapidez de la implementación de 5G con conexiones masivas y gran ancho de banda que permitirán vehículos autónomos y la infraestructura de red conectada a la inteligencia artificial.

«Se proyecta que en 2023 la red 5G alcanzará aproximadamente el 39% de la población mundial con 3.050 millones de personas. Para 2024, se estima que 3.600 millones utilizarán la red», explica Guillermo Solomon, director de Transformación para Latinoamérica de Huawei .

La implementación de la tecnología de 5G con conexiones masivas y gran ancho de banda en sectores como el entretenimiento, los servicios médicos, la minería, los puertos y la industria permitirá grandes avance tecnológicos en los siguientes rubros:

Economía digital global

Con la economía simbiótica con la nube como núcleo se llegará a una economía digital global donde todo se comparte. Para 2025 todas las empresas del mundo utilizarán tecnologías de la nube y un 85 % de las aplicaciones comerciales estarán basadas en la nube.

En 2025, según el reporte «Visión Industrial Global», el 90 % de las personas utilizarán asistentes personales en sus dispositivos inteligentes. La búsqueda del futuro cercano será inteligente, fluida y la información sin botones facilitará que los electrodomésticos, automóviles y dispositivos comiencen a hablar y a anticipar las búsquedas.

Calles a la medida

Los vehículos autónomos y la infraestructura de red conectada crearán un sistema de inteligencia vial con carriles virtuales de emergencia para el transporte privado y público. Las congestiones de tráfico en las grandes ciudades irán paulatinamente bajando hasta generarse una experiencia de viajes más rápida, segura y fluida gracias a las redes digitales dinámicas.

De esta manera hacia 2025 el 15 por ciento de los vehículos estarán integrados en una tecnología de redes celulares, mientras que el 20 por ciento de las grandes empresas se beneficiarán de la computación cuántica.

Trabajar y vivir con robots

En 2025 habrá una media de 103 robots trabajando por cada 10.000 empleados de manufactura. Precisos, incansables y siempre disponibles, los robots realizarán las tareas más mundanas, repetitivas, peligrosas y de alta precisión.

Se trabajará y vivirá, por tanto, con los robots en todos los ámbitos no solo en los sectores industriales. En 2025, por ejemplo, las residencias de ancianos de las naciones del G8 tendrán un promedio de 10 robots enfermeros y más de un 14 % de las familias tendrán un robot doméstico e inteligente en el hogar. Habrá, además de robots enfermeros, robots biónicos, de compañía y mayordomos.

Supervista

Otra de las tendencias es la llamada «supervista» que permitirá ver las cosas como nunca antes se había hecho en el trabajo o en el juego o el aprendizaje gracias a la fusión de las tecnologías de inteligencia artificial, 5G y otras.

Las empresas personalizarán los productos para cada consumidor y podrán fin a las barreras del idioma por la revolución de conectividad extrema ya que las empresas utilizarán el 86 % de los datos que generan de los 100.000 millones de dispositivos conectados que estarán en uso en 2025.

Gobierno digital global

La última tendencia es la de un gobierno digital global estandarizado para proteger los activos digitales del mundo sin el cual se pueden dar situaciones caóticas. Los avances en tecnología digital deben equilibrarse con los estándares y principios de datos compartidos para el uso de esos datos.

«En los últimos meses se ha demostrado que la colaboración global es fundamental para vencer con éxito al virus, sin importar si se trata de un sector médico o de comunicaciones», aseguró el presidente rotatorio de Huawei, Guo Ping, en un fórum de la GSMA, la asociación de empresas que representa los interés de los operadores de redes de celulares..

«La participación proactiva, las consultas extensas y el compromiso inclusivo de proveedores globales, institutos de investigación y asociaciones industriales facilitarán mejor el desarrollo de estándares tecnológicos al tiempo que promueven el desarrollo sostenible de las industrias y la economía global en general», aseguró Guo.

Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102337111/las-nuevas-tendencias-tecnologicas-que-marcaran-la-decada-en-latinoamerica

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América Latina: La lucha de las mujeres defensoras de la tierra y la vida en Mesoamérica

La violencia contra las mujeres en América Latina continúa siendo alarmante, en gran medida, debido a las diversas manifestaciones de la violencia machista. Esta situación se refleja también dentro de los espacios en los que se desenvuelven las mujeres defensoras de derechos humanos, quienes enfrentan un doble riesgo, uno por realizar su trabajo y otro por ser mujeres.

Defensoras del territorio y del medio ambiente han denunciado ser víctimas de estigmatización, tener mayores obstáculos para su participación en procesos de toma de decisiones y marginación dentro de sus propios movimientos y/o comunidades. Por eso, consideramos que es importante visibilizar la palabra, la voz, las reflexiones y el trabajo que las mujeres defensoras realizan en la lucha por la Tierra y por la vida.

En esta emisión escucharemos una cápsula de “Voces de mujeres desde la resistencia y esperanza”, trabajo realizado para visibilizar la labor que las mujeres defensoras. Asimismo conversamos con Verónica del Cid, Enlace regional de la Red Mesoamericana de Educación Popular – Red Alforja, quien nos platicó acerca del Segundo Encuentro Mesoamericano de Educación Popular Feminista, además de un panorama general en el que se encuentran las defensoras de Derechos Humanos.

Espacio Social: La lucha de las mujeres defensoras de la tierra y la vida en Mesoamérica (30 min.)

Fuente e imagen:  Educa Oaxaca

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América latina y el Caribe: Epidemia de crímenes contra los pueblos

Epidemia de crímenes contra los pueblos

Raúl Zibechi

Fuentes: La Jornada

Los malos gobiernos que administran estados policiales están lanzando una fenomenal ofensiva militar contra los pueblos en toda América Latina. En las favelas de Brasil, en las periferias urbanas de Argentina, en las áreas rurales de Colombia, en territorios en resistencia mapuche y en la Chiapas zapatista.

Allí donde la dignidad de los abajos sigue intacta, donde la fuerza colectiva de los pueblos resiste y construye otros mundos, es donde los de arriba están aprovechando las cuarentenas que se autoimponen aquellos para contener la pandemia, para intentar destruir las resistencias a los megaproyectos extractivos.

El 22 de agosto, paramilitares de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao) saquearon e incendiaron casas y almacenes del Centro de Comercio Nuevo Amanecer del Arcoiris, en el sitio crucero de Cuxuljá, en la comunidad rebelde de Moisés Ghandi, municipio de Ocosingo, Chiapas (https://bit.ly/3lj4qB5).

Como señala el comunicado del Congreso Nacional Indígena-Consejo Indígena de Gobierno, los paramilitares operan junto al partido Morena y al gobierno regional, como parte de la guerra que, desde arriba, se está desplegando en contra de la organización de las comunidades zapatistas.

En Colombia, la ofensiva paramilitar asesinó a 33 personas en apenas 11 días, en cuatro masacres a manos de grupos financiados por el narcotráfico (https://bit.ly/3aWQaJw). Este año se produjeron 33 matanzas. Uno de los departamentos más afectados es el Cauca, donde los pueblos agrupados en el Consejo Regional Indígena del Cauca ofrecen tenaz resistencia al modelo de muerte.

En el Cauca, el Proceso de Liberación de la Madre Tierra recuperó 16 fincas en casi cinco años, donde siembran vida y cuidan 26 mil 200 ojos de agua y 123 lagunas naturales (https://bit.ly/3jfhAgB). En la cuarta parte del Cauca se busca petróleo y en 40 por ciento de la superficie se explora en busca de metales. Además se pretenden construir dos grandes carreteras y un puerto de aguas profundas en el Pacífico.

En Argentina, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional registró, del 20 de marzo al 6 de agosto, 92 muertes a manos de integrantes de la fuerzas estatales, cuando “no existía situación real de peligro para el ‘matador’ o terceros”. De ese total, 34 fueron fusilamientos de gatillo fácil, 45 muertes bajo custodia en cárceles o comisarías, cuatro fueron feminicidios y tres desapariciones forzadas (https://bit.ly/2QmFmLi).

Además denuncian, en el mismo periodo, alrededor de 100 casos de uso abusivo de la fuerza policial, con golpizas, torturas, asesinatos, violaciones y desapariciones forzadas. Todo esto sucede bajo un gobierno que se autodenomina progresista.

En Brasil, las muertes policiales durante la pandemia crecieron 26 por ciento, a pesar de la reducción de gente en las calles, según una encuesta realizada por el diario O Globo (https://glo.bo/3gvBZvP). Menos personas en las calles, significa menor control social de la actividad policial, lo cual redunda en mayor impunidad, ya que se constata una policía sin control.

Un informe de la Universidad Federal Fluminense señala que “el número de muertes en las favelas de Río de Janeiro cayó 72.5 por ciento en el mes en que fueron suspendidas las operaciones policiales en esas comunidades” (https://bit.ly/31onaH8). El patrullaje militar en favelas fue suspendido en mayo por el Tribunal Supremo Federal, luego de una masacre de 12 personas en el Complexo do Alemão (https://bit.ly/3hnTYpo).

En los territorios mapuche, de Chile, se ha incrementado la represión, con la activación por parte del Estado de grupos paramilitares integrados por agricultores, quienes ocupan tierras usurpadas a las comunidades (https://bit.ly/31njy8w).

Tres consideraciones finales:

La primera es que violencia contra los abajos se incrementó en toda la región, con gobiernos de derecha, como en Colombia, Chile y Brasil, y con gobiernos progresistas, como en Argentina y México. Es, por tanto, una violencia estructural y sistémica.

Las segunda es que las clases dominantes están aprovechando la pandemia para quebrar las resistencias al despojo que representan los pueblos en movimiento. Para conseguir ese objetivo, aceleran la militarización y la guerra contra las comunidades.

La tercera es que sólo la autodefensa colectiva de los pueblos puede frenar esta ofensiva. Debemos tener claro que estamos en las primeras fases de una extensa guerra contra los pueblos originarios destinada a rediseñar el mapa del mundo, expulsando a las comunidades de sus tierras para profundizar el extractivismo.

En esta guerra los de arriba utilizan ejércitos estatales, paramilitares, narcos y una brutal desinformación. Nosotros no resistimos la muerte con la muerte. No actuamos de forma simétrica. La reacción del EZLN ante el asesinato del maestro Galeano, en mayo de 2014, nos inspira: seguir construyendo nuestros mundos, mientras resistimos.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/08/28/opinion/020a1pol

Autor: Raúl Zibechi

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