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Agricultores de India endurecen protesta en rechazo a reformas

La primera tanda del ayuno voluntario de los manifestantes tendrá 11 miembros.

Intensificando su protesta contra las nuevas leyes agrícolas, el movimiento de agricultores de India comenzó este lunes una huelga de hambre de 24 horas en varios sitios cercanos a la entrada de Nueva Delhi, la capital del país, colindante con los estados de Haryana y Uttar Pradesh.

Los principales jefes del movimiento sindical de trabajadores del campo realizan una huelga de hambre en relevos.

Decenas de miles de agricultores, en su mayoría de Punjab y Haryana, han estado estacionados en varias carreteras en las fronteras de Nueva Delhi desde fines de noviembre para exigir la revocación de las nuevas leyes destinadas a flexibilizar las normas que rigen sobre precios, almacenamiento y comercialización de cultivos.

El jefe de Swaraj India, Yogendra Yadav, dijo el domingo: «Los agricultores comenzarán una huelga de hambre de relevos por un día este lunes en todos los sitios de protesta contra las nuevas leyes agrícolas. Será iniciada por un equipo de 11 miembros … «.

También instó a «todos en todos los sitios de protesta en todo el país a participar en el mismo».

Durante varias rondas de negociaciones con líderes campesinos, el gobierno se había propuesto cambiar las leyes e incluso dar por escrito que cumpliría su palabra.

Pero los agricultores se han apegado a nada menos que al retiro total de las leyes que, según ellos, perjudican sus intereses.

Los agricultores protestan contra el Acuerdo de Garantía de Precios y Servicios Agrícolas para Agricultores (Empoderamiento y Protección) de 2020, la Ley de Comercio de Productos Agrícolas y Comercio (Promoción y Facilitación) de 2020 y la Ley de Productos Esenciales (Enmienda) de 2020.

Las tres leyes agrícolas, promulgadas en septiembre, han sido proyectadas por el gobierno como reformas importantes en el sector agrícola que eliminarán a los intermediarios y permitirán a los agricultores vender en cualquier parte del país.

Sin embargo, los agricultores han expresado su temor de que las nuevas leyes allanarían el camino para eliminar el colchón de seguridad del Precio Mínimo de Sustento y eliminar los mandis (mercados rurales), dejándolos a merced de las grandes corporaciones.

Los mandis desempeñan un papel clave en la mejora de la seguridad alimentaria y el crecimiento y desarrollo del sistema económico de la nación.

Los agricultores temen que las nuevas disposiciones debiliten el mecanismo mediante el cual el Gobierno compra sus productos, aunque las autoridades afirmaron que estos mecanismos se mantendrán.

De acuerdo con el Gobierno, esta subvención tiene como objetivo cubrir los gastos de comercialización, incluidos los costos de manipulación, mejora y otros costos de procesamiento y los costos de transporte internacional e interno.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/india-trabajadores-agricolas-huelga-hambre-20201221-0013.html

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India: Police in India Make First Arrest Under New Interfaith Marriage Law

Police in India Make First Arrest Under New Interfaith Marriage Law

A Muslim man was held under a state law passed to address accusations by Hindu nationalists that women are being lured into marriage in order to convert them to Islam.

The police in northern India have made their first arrest under a new anti-conversion law intended to curb “love jihad” — a highly contentious term used by Hindu nationalists who accuse Muslim men of luring Hindu women to marry them in order to convert them to Islam.

The arrest in the northern state of Uttar Pradesh came days after state legislators there approved the law aimed at curbing interfaith marriage, which makes forced religious conversion by marriage an offense punishable by up to 10 years in prison.

The law is the latest in a series of measures that have steadily marginalized the country’s Muslim minority, one of the world’s largest, since Prime Minister Narendra Modi and his Hindu nationalist party came to power in 2014.

Muslims have faced a wave of violence at the hands of Hindu nationalists and last year, the Modi government enacted a blatantly anti-Muslim citizenship law that critics said was the most alarming indication yet that it was trying to turn India into a Hindu-centric state.

The man arrested on Wednesday, Owais Ahmad, was accused of pressuring a Hindu woman who was married to another man to leave her husband and convert to Islam so she could marry him. The police said the woman’s father had previously filed and later withdrawn a kidnapping case, after his daughter had eloped with Mr. Ahmad in 2019 but then returned.

The recent complaint was filed by the father a few days before Wednesday’s arrest, which the district police said was the first under the new law.

“I have no link with the woman,” Mr. Ahmad, who is in his early 20s, told reporters. “I am innocent.”

One of the main proponents of the anti-conversion law is a firebrand Hindu monk, Yogi Adityanath, who is the head of Uttar Pradesh state and a member of Mr. Modi’s Hindu nationalist Bharatiya Janata Party.

Similar bills have been considered in other states controlled by the party, including Haryana, KarnatakaAssam and Madhya Pradesh.

In Madhya Pradesh, Netflix recently came under fire after Hindu nationalists demanded that the authorities investigate a scene in the television series “A Suitable Boy” depicting a Hindu girl and a Muslim boy kissing against the backdrop of a Hindu temple.

Mr. Adityanath has long been accused of rousing anti-Muslim sentiments. Electoral officials reprimanded him for hate speech and he once called Muslims “a crop of two-legged animals that has to be stopped.”

Since coming to power in his home state, a post often seen as a springboard for future prime ministers, Mr. Adityanath has made efforts to make the term “love jihad” mainstream and he has openly called for India to be enshrined as a Hindu nation, which has deeply worried many of the country’s 200 million Muslims.

He once created a volunteer vigilante organization, the Hindu Youth Brigade.

In 2007, following the death of a Hindu youth in clashes between Hindus and Muslims in Mr. Adityanath’s home state, he said, “If one Hindu is killed, we won’t go to the police. Instead we will make sure we will kill 10 Muslims.”

He was later arrested and held in custody for 15 days.

Intermarriage between Muslims and Hindus is relatively rare in India because of conservative norms.

While the country remains overwhelmingly Hindu, nearly 80 percent, the focus on interfaith relationships by anti-Muslim forces has been criticized as an attack on the country’s secular Constitution, which guarantees equal rights to all citizens regardless of religion. Issues involving marriage, divorce, alimony and inheritance are handled differently among religious populations.

To bolster secular ideals, India in 1954 overturned a British colonial-era law that required either the bride or groom in an interfaith marriage to renounce his or her faith.

Faizan Mustafa, an academic and a Muslim, said he was horrified at the speed with which many states with Hindu nationalist governments were racing to legislate against allegedly forced religious conversions.

He said this law was against the very idea of India and that the governing party was trying to divert the attention of people from rising unemployment, an ailing economy and its failure to stop the spread of coronavirus.

“They are taking away freedom of people to choose,” said Mr. Mustafa, “which has been given to us by the Constitution of this country.”

Fuente de la Información: https://www.nytimes.com/2020/12/03/world/asia/india-muslims-interfaith-marriage-arrest.html

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India: Enseñó a 85 mil estudiantes, capacitó a 16 mil maestros y ganó el “Nobel de Educación”

El indio Ranjitsinh Disale tiene una historia muy particular.

El maestro de India Ranjitsinh Disale se impuso entre unos 12 mil profesores nominados de 140 países y obtuvo el Global Teacher Prize 2020, llamado el “Nobel de Educación”.

El docente de la Escuela Primaria Zilla Parishad, en Paritewadi, una pequeña aldea india recibirá el premio de un millón de dólares, monto que, según adelantó el ganador, compartirá con los nueve profesores que llegaron a la instancia final.

“La pandemia de COVID-19 ha expuesto a la educación y a las comunidades a las que sirve de tantas maneras. Pero en estos tiempos difíciles, los maestros están dando lo mejor de sí para garantizar que cada estudiante tenga acceso a su derecho de nacimiento: una buena educación. Somos los verdaderos hacedores del cambio que están transformando las vidas de los estudiantes”, sostuvo Disale durante la premiación.

Además de dar clases, el flamante ha impulsado diferentes proyectos de gran impacto social y educativo. Uno de ellos, es el llamado “Crucemos las fronteras”, que conecta a jóvenes de India y Pakistán, Palestina e Israel, Irak e Irán y Estados Unidos y Corea del Norte. Dura seis semanas y consiste en armar duplas de alumnos de países diferentes. Deben preparar presentaciones exponiendo las similitudes entre sus naciones. Disale involucró a 19.000 estudiantes de ocho países en este programa, según consigna Infobae.

Además, a través de la plataforma Microsoft Educator Community, llevó de manera virtual a excursiones a miles de estudiantes. Según la compañía fundada por Bill Gates, el profesor indio enseñó a unos 85 mil alumnos de 1400 aulas en 83 países. Todo a la distancia.

También capacitó a 16 mil profesores sobre el uso de tecnología para dar clases virtuales.

Su historia en la India

Ranjitsinh Disale llegó a la escuela primaria Zilla Parishad en 2009. Por aquel entonces la estructura edilicia era pobrísima, pues contaba con un viejo establo.

El plan escolar no estaba en el idioma de los miembros de la tribu, el canarés, lo que excluía a una gran cantidad de alumnos.

Siempre apoyado en la tecnología, el profesor se encargó de traducir textos y manuales, además de conferencias y videos.

Su escuela fue la primera en el estado de Maharashtra en sumar libros con código QR y, después de presentar una propuesta, el Ministerio anunció en 2017 que los introducirían en todo el estado.

La tarea de Ranjitsinh Disale tuvo enorme impacto. Uno es la baja a cero de la tasa de matrimonios adolescentes en la aldea.

Además, la escuela fue reconocida como la mejor del distrito con el 85% de sus estudiantes logrando calificaciones A en los exámenes anuales. Incluso una alumna llegó a graduarse en la Universidad.

Otro de los logros que rescatan del profesor es haber conseguido abordar con éxito el problema de la sequía en Maharashtra, donde aumentaron casi un 10 por ciento las tierras verdes en los últimos diez años y la escuela recibió el premio ‘Wipro Nature for Society’ en 2018. “En la persona de Ranjitsinh Disale queremos celebrar la tarea de todos aquellos maestros del mundo que, como él, continúan formándose, se involucran y están innovado en este duro tiempo de pandemia. Transformar la vida de nuestros estudiantes es posible y maestros como Ranjitsinh nos inspiran, nos recuerdan que es posible a pesar de las adversidades”, señaló el Director Regional de Fundación Varkey, Agustín Porres.

Fuente: https://www.lavoz.com.ar/mundo/enseno-a-85-mil-estudiantes-capacito-a-16-mil-maestros-y-gano-nobel-de-educacion

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La huelga más grande del mundo: 200 millones de trabajadores paralizan la India

La huelga más grande del mundo: 200 millones de trabajadores paralizan la India

Este jueves unos 200 millones de trabajadores realizaron una huelga general en la India llamada por 10 centrales sindicales contra las políticas del gobierno de Narendra Modi, Primer Ministro del país. El paquete de reformas incluye nuevas leyes laborales, mayor flexibilización en las regulación de relacionadas con la seguridad y la salud en los lugares de trabajo y el sector agrícola, junto con privatizaciones del sector público.

El gobierno aprobó cuatro códigos laborales que reemplazan las leyes de protección de los trabajadores. Dichas normas permiten a empleadores y gobiernos aumentar la carga de trabajo, dificultar la obtención de salarios justos, despedir fácilmente a los trabajadores, reducir la cobertura del seguro médico y dificultan la formación de sindicatos.

Junto a los sindicatos, una plataforma de más de 300 organizaciones de agricultores convocó una protesta para mañana en coordinación con los sindicatos.

Trabajadores de los principales sectores industriales, como la producción de acero, carbón, telecomunicaciones, ingeniería, transporte, puertos y muelles, bancarios y transporte se sumaron a la huelga, mientras en varios estados se prepara un paro rural.

Las reformas contra los derechos de los trabajadores, que propone el gobierno, se dan en el contexto de los efectos que tiene la pandemia por el coronavirus en el país. El gobierno de Modi ante la pandemia, priorizando las ganancias de las grandes empresas y la protección de las fortunas de los multimillonarios por sobre la protección de las vidas y los medios de subsistencia de los trabajadores.

India tiene más de 9.2 millones de personas contagiadas por el COVID-19, el segundo recuento más alto del mundo y casi 135.000 muertes, según los datos oficiales. La pandemia se extendió en las grandes ciudades como Delhi, Mumbai y otros centros urbanos, y en áreas rurales donde la atención de salud pública es escasa o inexistente.

Millones han perdido ingresos, y esto en un país donde antes de la pandemia el 50 por ciento de todos los niños estaban desnutridos. Con la economía de la India contrayéndose en un 23,9 por ciento en el trimestre de abril a junio, mientras se espera que se reduzca en alrededor de un 10 por ciento durante el año fiscal de 2020-2021, decenas de millones han perdido permanentemente sus trabajos o se les ha reducido el horario. Según un informe del FMI de octubre, 40 millones más de indios quedarán en la «pobreza extrema», definida como sobrevivir con 1,90 dólares o menos al día, para fines de 2020.

Los trabajadores industriales, empleados del sector de servicios y público exigen el aumento de los salarios mínimos, el fin del trabajo precarizado, el control de los precios de los productos básicos esenciales y el fin de la política gubernamental de privatizaciones del sector público.

Las demandas incluyen 10 kilogramos de alimentos para las familias necesitadas, brindar asistencia de emergencia a los sectores más empobrecidos de la población, haciendo un pago único de 7.500 rupias (aproximadamente 100 dólares), el fortalecimiento del sistema de distribución pública, que se retiren los nuevos códigos laborales y tres leyes agrícolas que abren las puertas a los agronegocios corporativos, así como la marcha atrás a la nueva política educativa.

Además, la asignación del 5,0 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación; atención sanitaria para todos y un 6,0 por ciento del PIB para la salud.

Los agricultores reclaman hace años mejores precios para sus productos, que el Ejecutivo declare precios mínimos de apoyo basado en la recomendación hecha hace 16 años por la Comisión Nacional de Agricultores, y la eliminación de la deuda de los trabajadores del campo.

Las direcciones sindicales convocaron a la huelga para descomprimir el descontento de millones contra el gobierno, pero por el momento no le dan continuidad a las protestas.

El Gobierno del perfil nacionalista y derechista, respondió a la pandemia intensificando un discurso contra las minorías religiosas, por ejemplo los musulmanes, y buscando atacar los derechos de millones con leyes que redunden en mayor flexibilización laboral en beneficio de multimillonarios locales y las empresas extranjeras.

También aumentó la retorica nacionalista de Modi, en especial contra China, además de profundizar la cooperación estratégica y militar con Estados Unidos tratando de sacar provecho de la disputa de Washington con Beijing.

Fuente de la Información: http://www.laizquierdadiario.com.ve/La-huelga-mas-grande-del-mundo-200-millones-de-trabajadores-paralizan-la-India

 

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Las hijas perdidas de la India

Reseñas/Asia/India/Noviembre 2020/elpais.com

Durante los últimos 30 años, millones de niñas se han esfumado sin dejar rastro o han muerto bajo la sospecha de haber sido arrancadas del vientre antes de nacer, asesinadas, vendidas, abandonadas, o hechas desaparecer por sus propios padres. El precio de criarlas convirtió su vida en algo inviable

Nadie sabe dónde están las niñas que faltan en la aldea de Mahima, excepto la propia Mahima. La última vez que vio a una de ellas, a la suya, salía de su vientre como el aborto de una hija no querida.

De las demás, nadie sabe.

Faltan niñas en esta remota aldea del Estado de Rajastán, y en el pueblo vecino, y en toda la India, pero nadie las busca. No las conocen. La mayoría están muertas o no han nacido.

Durante las últimas tres décadas, millones de niñas se han esfumado sin dejar rastro o han muerto antes de cumplir los seis años bajo la sospecha de haber sido arrancadas del vientre antes de nacer, asesinadas, vendidas, abandonadas, o hechas desaparecer por sus propios padres.

El precio de criarlas ha convertido su vida en algo inviable.

Asesinato selectivo

Sentada en su despacho, en el exclusivo barrio de Lodhi Estate de Nueva Delhi, una funcionaria de Naciones Unidas dibuja un diagrama con los sectores de la sociedad involucrados en las desapariciones. “Si te fijas, esta línea pasa por las familias de esas chicas, el Gobierno, la policía, los hospitales, la economía. Todos están en esto y a nadie le importa”, dice mientras conecta estos nombres trazando un círculo sin salida.

A finales de los años ochenta, unos informes sobre muertes de recién nacidas, con el cuello partido a las pocas horas de nacer, con leche envenenada o asfixiadas con sábanas empapadas, revelaron que se estaba llevando a cabo un asesinato selectivo de niñas en la India. En 1991, el censo nacional disparó las alarmas. Los datos oficiales mostraron que había 927 mujeres por cada 1.000 hombres, cuando la media mundial es de 952 por cada 1.000.

Con el paso de los años, las brutales muertes parecieron desaparecer gracias a programas de vigilancia sobre las embarazadas hasta el parto, o cunas instaladas en los hospitales para que los padres dejaran a las bebés sin tener que aportar detalles. “Si su bebé es una molestia, déjelo aquí”, se leía en algunos centros. Los casos de bebés asesinadas disminuyeron, pero la población de mujeres siguió cayendo: la llegada de las ecografías a la India había dado inicio a un nuevo sistema de selección de sexo.

Crímenes contra mujeres en India por número de víctimas
Crímenes contra mujeres en India por número de víctimasMIGUEL MULAS (EFE) / EFE

El censo de 1991 mostró que había 4,2 millones menos de niñas que de niños con edades comprendidas entre los 0 y 6 años. La situación empeoró en el censo de 2001, que elevó la diferencia a seis millones. En el último, realizado en 2011, el desequilibrio alcanzó los 7,1 millones, según señala el Centro de Investigación Global para la Salud (CGHR) en un estudio publicado por The Lancet. El Ministerio de Interior indio también publicó en junio el registro de nacimiento 2016-2018, el estudio más preciso de ratio de sexo en el país hasta que se publique el censo de 2021, y los datos calculados con base en muestras de todo el país no son alentadores: nacen 897 niñas por cada 1.000 varones.

La selección de niñas se ha propagado por casi todo el país. En julio de 2019, los registros de nacimiento en 132 aldeas del distrito de Uttarkashi, a unos 300 kilómetros al norte de Nueva Delhi, dejaron a la vista la efectividad de la matanza: de los 216 bebés nacidos en tres meses, todos eran varones.

Sangre de mi sangre

Lo que mató a la hija de Mahima fue una mezcla de mifepristone y misprostol, dos medicamentos disponibles en el mercado. Uno es conocido como “la píldora del día después” y el otro es un tratamiento para las úlceras gástricas.

“Era una hembra, y yo quería un varón”, dice Mahima protegida por la privacidad que le da su choza de barro. Morena y enjuta de carnes, la mujer de 26 años tiene los dedos ensangrentados por los piojos de su hijo que se van quedando pegados entre las manos. No se arrepiente de lo sucedido. En un rincón de la casa de una única habitación, en la que no entra la luz, están sus dos hijas mayores, de ocho y 10 años. La escuchan hablar sin saber que el motivo por el que están vivas es porque nacieron primero.

Proporción de hombres y mujeres al nacer por territorio en India
Proporción de hombres y mujeres al nacer por territorio en IndiaMIGUEL MULAS (EFE) / EFE

Mahima está convencida de que el sexo de los bebés lo determina un patrón con el que fue configurado el aparato reproductivo de cada mujer, y en su caso comprobó que “los niños nacen después de tener dos niñas”. Por eso abortó el que sería su cuarto hijo, convencida de que era una mujer.

Aunque el uso del ultrasonido está permitido para examinar la evolución de los fetos, la Ley de Técnicas de Diagnóstico de Preconcepción y Prenatal de 1994 prohíbe revelar el sexo del feto a las familias o solicitar ese servicio, con penas que van de los tres a los cinco años de cárcel en caso de reincidencia. Pero la ley propició un nuevo nicho clandestino: médicos o profesionales con experiencia para utilizar los ultrasonidos comenzaron a cobrar bajo la mesa sumas de hasta 300 dólares a cambio de hacer una señal, un gesto, o poner una marca diminuta al borde de la receta para revelar el sexo a los padres.

Mahima tuvo que recorrer 10 kilómetros a pie y subir luego al remolque de un tractor para llegar hasta el hospital público de la ciudad. “¿Por qué quieres hacer esto?”, preguntó el doctor cuando entró a la consulta pidiendo un aborto. “Porque no queremos tener niñas”, respondió la mujer, que jura que el médico no la examinó para corroborar si su bebé era una niña. A cambio de 600 rupias, o unos 8 dólares, le dio la receta con la que le entregaron las medicinas para abortar. No obstante, el médico le propuso continuar con el embarazo y entregar la niña al hospital cuando naciera, pero el futuro de su hija era algo que no quería dejar en manos de nadie. Las noticias de albergues que prostituyen, venden, o esclavizan a las chicas era una idea que torturaba a Mahima más que la propia muerte. “¿Pero cómo iba a entregar a mi hija? Me negué, les dije que no podía abandonarla. Es sangre de mi sangre”, recuerda.

En el nombre del padre

Si hubiera que marcar las casas en las que al menos una niña desapareció, habría que señalar también la de Amisha, la esposa de un campesino con dos bueyes y media docena de cabras, distinguido por todos en el pueblo por su relativa holgura económica. A ella se la ve tres veces al día fuera de casa, cuando lleva a pastar a las cabras, o cuando sale a recoger agua de la bomba manual instalada en medio del campo. Su cuello estirado se mueve con el impulso con el que ondean los 30 litros que lleva sobre su cabeza.

Después de cargar los dos últimos cántaros para fregar los platos de la cena, se habrá ganado el derecho a hacer cuanto quiera, que con frecuencia no es más que desenredar el cabello de su hijo. La melena larga y casi dorada de su hijo Ajay es una promesa que hizo a los dioses si su familia era bendecida con un varón, un delfín para el legado de esta familia que pueda alumbrar el camino de la muerte a su padre. En el hinduismo, el hijo varón, o el marido en el caso de la muerte de una mujer, son necesarios en el rito de cremación para alcanzar la redención.

Para Amisha, tener al menos un varón era la única manera de asegurar el linaje de su marido y la salvación de su alma

La responsabilidad de Amisha con la descendencia de su familia es mucho mayor que la de Mahima. Al estar casada con el hijo único de una familia de granjeros, tener al menos un varón era la única manera de asegurar el linaje de su marido y la salvación de su alma. La esposa de este campesino tuvo dos varones, con tres niñas intercaladas. Solo las dos primeras nacieron. La última se quedó entre un trapo viejo que contuvo la sangre del aborto provocado por la misma mezcla de mifepristone y misprostol que consiguió Mahima. “Sí, lo hice”, contesta con una media sonrisa cuando le preguntan si se deshizo de ella. Su marido cerró el trato con el doctor para que le diera los medicamentos a cambio de 14 dólares por cada mes de embarazo. Estaba embarazada de tres meses.

Si una esposa no es capaz de proporcionar hijos varones “tiene que abandonar la casa”, regresar con sus padres, y así el esposo podrá casarse de nuevo e intentar continuar la descendencia, explica Amisha para referirse a una norma no escrita a la que llama “la presión del matrimonio”. Mientras que las hijas dejan el hogar para ir a vivir con sus maridos, los varones están destinados a quedarse en casa con su esposa e hijos, cuidar de sus padres y los bienes familiares. Tener solo niñas significaría la extinción de la familia.

El precio de las hijas

Varias mujeres adultas en Uttar Pradesh, India. Los matrimonios concertados y a la fuerza son una práctica habitual en este país. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Varias mujeres adultas en Uttar Pradesh, India. Los matrimonios concertados y a la fuerza son una práctica habitual en este país. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.ASHISH ARORA (EFE)

“Criar a una hija es regar el huerto del vecino”, dicta un popular refrán indio que apunta directo al sistema de la dote, el pago que los padres hacen por el matrimonio de sus hijas. Irónicamente, las mujeres son las depositarias del honor familiar y la dote es una muestra del estatus social que permite a los padres escoger entre los mejores pretendientes y hogares a los que pasarán a pertenecer sus hijas. La dote es una de las principales razones por las que las niñas son vistas como una carga, como una futura deuda.

“Yo reúno la mitad, y el resto lo pedimos prestado a nuestros familiares. Cuando otra mujer de la familia se case, tendré que dar dinero para pagar lo que me dieron”, detalla Mahima para explicar un sistema prohibido y penado por ley desde 1961, pero que supone una práctica corriente.

No hay un monto estipulado, dependerá del estatus familiar. En poblados pobres la puja puede empezar en los 1.500 dólares en forma de ganado, joyas, propiedades o tierra. El pago incompleto de la dote, y las presiones por más dinero por parte de la familia del novio, abren en ocasiones otra puerta a la muerte.

El informe más reciente de la Oficina Nacional de Registros Criminales (NCRB), que recoge datos de 2018, reveló que 7.277 mujeres fueron asesinadas por asuntos relacionados con la dote, lo que representa el 94% de los 7.747 asesinatos de mujeres registrados ese año en la India. “Claro que hay que pagar la dote, si no qué hombre va a aceptar casarse con una hija”, razona una anciana que ha quedado sola después de entregar a su única hija.

La culpa, del agua

Una anciana sonríe. Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Una anciana sonríe. Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.ASHISH ARORA (EFE)

“La culpa es del agua”, dice otra anciana de la aldea, que sabe que las niñas tienen más probabilidades de morir si la tierra no es fértil. Con la falta de lluvia, las familias quedan a merced de bombas hidráulicas que apenas cubren necesidades elementales, mientras esperan la llegada del monzón que una vez al año cubre los campos de verde.

El resto del año, los hombres dejan el pueblo para buscar trabajo en la ciudad o como jornaleros en áreas con sistema de regadío. Aldeas como esta quedan habitadas solo por mujeres a las que se les tiene prohibido ir a trabajar por temor a que sean raptadas o que huyan en busca de un futuro mejor. “Si tuviéramos al menos un pozo de agua, las mujeres podrían trabajar en casa cultivando vegetales, y los padres no tendrían ningún problema en tener más hijas”, argumenta Biju, el suegro de Mahima. A Biju le falta una pierna que le amputaron por una gangrena. No trabaja, pero tiene cinco hijos varones que, como dicta la costumbre, cuidarán de él hasta su muerte.

A diferencia de lo que sucede en esta aldea, las tierras fértiles permiten una vida lo suficientemente próspera como para tener hijas. Muchos distritos han visto llegar esa prosperidad en la última década gracias a los sistemas de riego financiados por el Gobierno. Pero lo que parecía una solución, ha agravado el problema. Los hijos de tierras verdes comenzaron a exigir dotes más altas para aceptar propuestas matrimoniales que vinieran de las zonas áridas, haciéndolo cada vez más difícil para las mujeres, explica la autora de Haciendo desaparecer a las hijas, Gita Aravamudan, que ha seguido durante años las pistas que llevan al feminicidio.

Quién controla el exterminio

Una niña de Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Una niña de Uttar Pradesh, India. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa. ASHISH ARORA (EFE)

En 1984, el investigador Sabu George se dio cuenta de que faltaban niñas. Llevaba varios años estudiando en el sur de la India los problemas de nutrición en la infancia y llegó a la conclusión de que las estaban matando con abortos masivos, o justo al nacer, o más tarde, privándolas de alimento. Desde entonces ha dedicado su vida a destapar este exterminio. Durante los primeros años siguió el embarazo de más de mil mujeres en el Estado de Haryana, la región con la peor ratio de sexo de toda la India, donde descubrió un proceso de selección que se gestaba en cada vivienda.

“Históricamente la discriminación de las niñas en la India se debió a la negligencia intencional en el parto, o a que las niñas recibían menos leche, menos alimentos de buena calidad, menos cuidados, menos atención médica. Pero lo que hemos visto en los últimos 20 años es la eliminación en la etapa del feto”, explica.

Regresamos con George a Haryana. Allí intenta conversar con las familias de uno de los distritos con mayor escasez de mujeres, donde niegan de manera rotunda la práctica. George, pragmático, apunta a los médicos y a las ecografías como la causa del problema, lo que es aún más grave, a su juicio, que el hecho de que una niña no sea deseada. Si una madre da a luz sin saber el sexo, “la niña recibe al menos la oportunidad de nacer, y por su capacidad de supervivencia tendrá otra oportunidad”. Si la eliminas en la etapa fetal no hay oportunidad ni resistencia, subraya. Esto descubrió a algunos médicos que “determinar el sexo de una niña y eliminarla era una mina de oro”.

El secretario general de la Asociación de Radiología de la India, Rajeev Singh, aborda el tema sin tapujos y asegura que el país ha diseñado un sistema para culpar a la persona equivocada. El problema, asegura, es que “todos, incluido el Gobierno, dicen que se están ocupando del problema, pero en realidad no quieren y no llegan a la base del problema”. “La pregunta es: ¿quiénes son estos médicos detrás de la selección de niñas?”, al tiempo que recuerda que al mismo tiempo que se prohibió revelar el sexo en los ultrasonidos, el Gobierno permitió a los ginecólogos practicar ecografías. Así que “a un ginecólogo se le da el poder de hacer ultrasonido, y también tiene la capacidad legal de practicar abortos. Todo se vuelve muy fácil”, lamenta. El Gobierno indio ha declinado la invitación de Efe para hablar de esta situación.

Un país sin mujeres

En sociedades como la india, la desproporción en el número de mujeres plantea un futuro incierto. Tiene consecuencias a largo plazo, “conduce a más violencia sistemática contra ellas” y, entre otros aspectos, a una mayor competencia para encontrar pareja, explica la socióloga e investigadora Katharina Poggendorf-Kakar.

La autora de Mujeres en la India, que dedica un capítulo a “las niñas perdidas”, cita como ejemplo su tráfico hacia otras regiones para ser vendidas. Según esta investigadora de origen alemán, radicada en la India, “las esposas compradas a veces se comparten con otros miembros masculinos de la familia del esposo”, lo que agrava la violencia hacia unas mujeres que están lejos de su hogar y dependen exclusivamente de su “familia política”.

A ello se suma su explotación como esclavas sexuales. “Se les llama novias esclavas. Los zaminders (propietarios de tierras) generalmente las casan con uno de sus trabajadores, pero también son explotadas sexualmente por el propietario de la tierra”. Así, insiste la socióloga, aunque la muerte de muchas mujeres comienza en el vientre materno, el riesgo de que las hagan “desaparecer” les persigue hasta su vejez. Es una “negligencia sistemática” contra ellas.

Tráfico de novias

Secuestros en India con el objetivo de forzar un matrimonio.
Secuestros en India con el objetivo de forzar un matrimonio.MIGUEL MULAS (EFE) / EFE

Cuando se publicaron los datos del censo nacional de 2001, Hasina iba de camino a Haryana, un Estado agrícola al norte de Nueva Delhi con la peor ratio de sexo de todo el país: 861 mujeres por cada 1.000 hombres. Su llegada y la de otras muchas niñas fue una consecuencia directa de estos números. Todas viajaron para suplir la falta de mujeres, para convertirse en esposas. Todas eran de Estados pobres como Bihar, Assam o Bengala. Hasina se refiere a ellas como “las hermanas traficadas”. Ante la falta de mujeres, las familias comenzaron a pagar a quien pudiera traer alguna. La necesidad abrió un nuevo mercado: el tráfico de novias.

Según el último informe de la Oficina Nacional de Registros Criminales, al menos 34.923 mujeres fueron secuestradas en 2018 para ser casadas a la fuerza, más de 95 al día. Hasina le costó a su marido 12.000 rupias, unos 170 dólares.

“Te compré. Te compré de la misma manera que habría comprado un búfalo”, le grita su marido en cada pelea para recordarle que no es más que una paro, una molki, lo que se puede traducir libremente del dialecto regional haryanvi como “una mujer comprada”. Paro fue la primera palabra que aprendió del haryanvi.

Es bueno comprar una novia si un hombre la necesita. Si no fuera así ¿qué habría sido de mí?

BASANTI, MUJER BANGLADESÍ

Su marido no había sido el primer comprador. Llegó a Nueva Delhi con 12 años de la mano de un “intermediario”, un hombre que la convenció de que la llevaría a la capital de paseo y que sus padres le habían dado permiso. “Cuando me di cuenta ya estábamos en Delhi”, recuerda la mujer de 32 años. La puerta está abierta y nadie la detiene, pero para ella ya no hay vuelta atrás. No se puede rescatar a una paro, dice. De hecho, su padre la encontró hace 15 años, pero como ya estaba casada, regresar a su hogar supondría un deshonor para la familia.

“Es bueno comprar una novia si un hombre la necesita. Si no fuera así ¿qué habría sido de mí?”, explica otra mujer, la bangladesí Basanti, a la que compraron hace más de 20 años para cuidar a un anciano enfermo en Haryana. A ella la secuestró una amiga de la familia que acostumbraba a visitarles para ver la televisión. La vendió por 6.000 rupias, unos 84 dólares. Esto le salvó la vida, dice. En aquel momento había enviudado y tenía cinco meses de embarazo, un estado que podía haberla condenado a vivir en la miseria.

La superviviente

Sita se recupera en un hospital de Uttar Pradesh (India). Ella es un bebé que sobrevivió tres días enterrada viva en una tinaja a un metro de profundidad. Cuando la encontraron pesaba poco más de un kilo.  Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa.
Sita se recupera en un hospital de Uttar Pradesh (India). Ella es un bebé que sobrevivió tres días enterrada viva en una tinaja a un metro de profundidad. Cuando la encontraron pesaba poco más de un kilo. Pincha en la imagen para ver la fotogalería completa. INDIRA GUERRERO (EFE) / EFE

En el principal crematorio de Bareilly, en el Estado norteño de Uttar Pradesh, eran las seis de la tarde cuando se escuchó un llanto que salía de la tierra. A esa hora ya se habían ido los trabajadores y Babu Ram, el vigilante, pidió a un vecino de la zona, Aakash Kumar, que cavara una tumba para que un matrimonio pudiera enterrar a su bebé, nacida muerta. “Estaba cavando cuando la pala tocó una vasija de barro y entonces comenzamos a oír el llanto”, dice el improvisado enterrador, de 17 años, junto a la pequeña fosa todavía abierta.

El joven se asustó, pensó que eran los espíritus del crematorio que no lograban conseguir el descanso. El matrimonio miró el cadáver de su hija en brazos, pero no, el llanto venía de la tierra, de una vasija de barro tan pequeña que cabía en una bolsa de la compra. “Cuando sacó la pala y arrastró hacia afuera la bolsa con la vasija, el llanto volvió a empezar y el chico escapó corriendo”, recuerda el guarda. “Era una bebé”, explica el vigilante, que abrió la vasija y encontró a una niña que apenas superaba los 1.200 gramos.

Los crímenes contra niños pasan con cierta frecuencia, admite un jefe policial que no quiso revelar su nombre. “Apenas hace una semana encontramos un bebé muerto dentro de un inodoro”. La policía ha acudido varias veces al terraplén detrás de las pilas de cremación donde la bebé fue encontrada. El lugar es fácil de reconocer porque los trozos de la vasija continúan allí.

“Mientras no sepamos quién es la madre, será difícil saber por qué alguien hizo esto”, dice uno de los agentes. “Yo creo que fue enterrada viva porque es niña”, dice Aakash, que no precisa de una investigación policial. Tras dos semanas en el hospital, las enfermeras han comenzado a llamarla “bebé Sita”, como la abnegada esposa del dios Rama, una de las principales figuras femeninas dentro del hinduismo.

Un, dos, tres, cuatro, cinco, repite hasta en cuatro ocasiones el doctor Ravi Khanna para contar las veces que unta y frota el antibacterial con el que esteriliza sus manos antes de levantar el plástico que cubre la incubadora de Sita. “Es una luchadora. Estuvo bajo tierra entre dos días y medio y tres días”, dice el pediatra. La bebé pudo sobrevivir a casi un metro de profundidad porque en la vasija quedó acumulado oxígeno y permaneció en un estado de semihibernación, “como un oso”. El “milagro” fue que viviera sin agua.

El doctor descarta la selección de varones y asegura, mientras repasa una veintena de incubadoras, que allí “hay niños de ambos sexos”. “Aunque, espera”, dice. “Bueno en este momento, sí, Sita es la única niña”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/planeta-futuro/2020-11-12/las-hijas-perdidas-de-india.html

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Violaciones a mujeres dalits, herramienta de poder y sometimiento en India

Asia/India/Noviembre 2020/http://www.ipsnoticias.net/

A Shabnam, una joven del estado de Haryana, en el norte de India, le faltan dos años para terminar derecho, después de ser víctima de una violación grupal, en la que ve paralelos con la joven dalit de 19 años violada brutalmente y torturada hasta la muerte por varios hombres de una casta “superior”, en el vecino estado de Uttar Pradesh, en un caso que por una vez desencadenó protestas en todo el país.

«Ella era de tradición ‘valmiki’ como nosotros, de una familia pobre y sin tierra como la nuestra. La violaron, la torturaron y cuando murió, quemaron su cuerpo sin el consentimiento de su familia. E incluso después de todo eso, amenazaron a su familia para que se callase y no hablase de ello”, dijo Shabnam, un nombre falso a su pedido para protegerla.

En una conversación con IPS en hindi, contó que “eso es exactamente lo que yo y mi familia hemos sufrido y lo que seguimos pasando. La única diferencia es que yo todavía estoy viva».

La joven de 19 años muerta por las brutales heridas pertenecía, al igual que Shabnam, a la casta de los dalits, la comunidad más marginada y oprimida de India, conocida anteriormente como «intocables».

La muerte de la joven centró la atención en la violencia sexual que enfrentan las mujeres dalits en India, donde suman unos 100 millones según un documento de la Red Internacional de Solidaridad Dalit y otras dos organizaciones.

El informe destaca que las mujeres dalits son sometidas a «violencia y tratos inhumanos, como agresiones sexuales, violaciones y el forzado desfile desnudas», como mecanismo para mantener su posición de subordinación en la sociedad.

Shabnam tenía 17 años cuando en 2013 fue violada por 12 hombres que se turnaron para agredirla sexualmente. Durante los últimos siete años, incluso cuando su caso llegó a juicio, recibió ataques y amenazas contra su vida de tal calibre que tuvieron que ponerle protección judicial.

«La gente piensa que la violación es un solo crimen. Pero para las víctimas dalit de agresión sexual es solo el comienzo de una cadena de delitos y luchas de que duran toda la vida”, dijo a IPS la abogada Manisha Mishaal, defensora de los derechos de las mujeres dalits.

Esta abogada, que ha ayudado a Shabnam y muchas otras jóvenes en situación similar en su batalla por obtener justicia, dijo que las que sobreviven a la violación, muchas veces en grupo, enfrentan después “abuso mental, miedo, intimidación, amenazas, negación de los derechos básicos, negación de la educación y un medio de vida digno”.

“La lista es muy larga”, afirmó Mishaal antes de asegurar que “de hecho, una vez que eres violada, sigues siendo una víctima durante toda tu vida».

Las cifras detrás de la violencia contra las dalits

Según el la Oficina Nacional de Registros de Delitos (NCRB, en inglés) de India los casos de agresiones físicas a mujeres han ido en aumento en este país de 1300 millones de personas.

Solo en 2019, dice el último informe de la NCRB, hubo más de 405 861 casos de agresiones a mujeres, un siete por ciento más que en 2018. Los delitos incluyen golpizas, desnudos forzados públicos, secuestro y violaciones individuales o grupales.

De estos, 13 273 agresiones sexuales, incluidos 3486 casos de violación, fueron contra mujeres de comunidades dalits.

Jacqui Hunt, directora para Europa y Eurasia de la organización mundial Equality Now y quien ha estudiado la violencia sexual contra las mujeres dalits en el estado de Haryana, achaca a la generalizada e intencionada falta de información y a los problemas para denunciar las agresiones sexuales a la policía que las cifras oficiales escondan un gran subregistro.

Mujeres dalits venden hierba al borde de la carretera cerca de Yamuna Nagar, en Haryana, en el norte de India. Según el último censo agrícola, 85 por ciento de los dalits de este estado no posee tierras. Foto: Stella Paul / IPS

Mujeres dalits venden hierba al borde de la carretera cerca de Yamuna Nagar, en Haryana, en el norte de India. Según el último censo agrícola, 85 por ciento de los dalits de este estado no posee tierras. Foto: Stella Paul / IPS

«Como consecuencia de las desigualdades de género, casta y clase, las mujeres y niñas dalits están sujetas a múltiples formas de subyugación, explotación y opresión. La violencia sexual, incluidas las violaciones individuales y grupales ha sido perpetrada contra ellas por hombres de castas dominantes, como mecanismo que refuerza las jerarquías estructurales profundamente arraigadas de India”, aseguró Hunt a IPS.

A su juicio, “los cuerpos de las mujeres se utilizan como campo de batalla para afirmar la supremacía de casta y mantener ‘en su lugar’ a las mujeres”.

La abogada Mishaal cree que casi 80 por ciento de las mujeres dalits que son violadas no denuncian debido a la presión política y social, ya que las mujeres y sus familias suelen ser amenazadas por los agresores.

Además, aseguró,  la mayoría de las sobrevivientes de violencia sexual y basada en el género (SGBV, en inglés) son niñas dalits, pero los registros de NCRB sobre la violación infantil no diferencian según la casta.

Un espacio seguro para las dalits

Para ayudar a romper el ciclo de silencio sobre los delitos contra mujeres y niñas dalits, en 2013 Mashaal fundó la Sociedad Swabhiman, una organización benéfica que brinda diversos servicios, incluido el apoyo legal y psicológico a las dalits sobrevivientes a la SGBV.

«Actualmente tenemos 25 mujeres que trabajan con nosotras de manera no fija y este es un lugar seguro para cientos de mujeres que han sido estigmatizadas, maltratadas y, pese a eso,  no tienen a nadie más a quien acudir», dijo la abogada.

Mashaal inició la sociedad porque notó que pocas organizaciones estaban ayudando a los sobrevivientes dalits víctimas de violencia sexual basada en el género y que había una falta de conocimiento y conciencia entre ellas y sus comunidades sobre sus derechos legales o los procedimientos a seguir para obtener justicia.

En varios casos, el Khap Panchayat, una poderosa y tradicional asamblea comunitaria dirigida por grupos de terratenientes, les obligaba a quedarse fuera de la reunión cuando decidía sobre las denuncias en las aldeas de las víctimas y sus familias.

Sus disposiciones son muy controvertidas y se consideran contrarias a los dalits, pero pocos se atreven a contradecirlas por temor a represalias.

Mamta, otra mujer a la que representa también Mishaal, era menor de edad cuando en 2012 fue violada en grupo por hombres de la casta «dominante». Entonces, la Khap Panchayat ordenó que se casase con uno de sus violadores y su padre, un jornalero, estaba demasiado asustado para oponerse.

Durante meses, Mamta, otro nombre ficticio para su protección, estuvo encerrada en una pequeña habitación y violada repetidamente tanto por su forzado marido como por sus amigos y familiares.

«Era como una jaula. Vivía en una habitación pequeña. Mi esposo cerraba la puerta con llave desde afuera. Como era dalit no me tocaba, salvo para tener relaciones sexuales forzadas cuando quería. Todos los días traía otros hombres y también me violaban, contó a IPS en hindi.

«Yo era como una mosca atrapada en el lodo, no podía vivir y tampoco podía volar», dijo Mamta, que ahora tiene 26 años.

Finalmente, logró escapar y descubrió la Sociedad Swabhiman. Allí conoció a muchas otras mujeres que también habían experimentado abusos y brutalidades similares. Juntas han recibido asesoramiento y formación y concienciación sobre las leyes sobre violación y agresión sexual contra mujeres.

Pero lo más importante de todo, han reunido el coraje para exigir justicia ante los tribunales.

La propiedad de la tierra o la falta de ella son factores que perpetúan las vulnerabilidades y la violencia, Según Hunt, de Equality Now, una organización internacional que defiende el acceso a los derechos de las mujeres en el mundo.

Las mujeres dalits carecen de poder económico y, a menudo, dependen de las castas dominantes para su sustento.

Cuando las sobrevivientes de agresión sexual o sus familias dependen para trabajar y obtener ingresos de alguien que pertenece a la misma casta que el agresor, o el agresor mismo es también su empleador, acceder a justicia por la violencia sexual sufrida se vuelve aún más problemático.

«Los culpables y sus cómplices y amigos a menudo ejercen su poder económico para silenciar a las sobrevivientes y testigos, lo que incluye coaccionar a las sobrevivientes o a los familiares de las víctimas para que resuelvan los casos fuera de los tribunales, llegando a acosarles en su aldea o su propio hogar”, explicó.

«Nuestro próximo informe da una indicación de cuán común es este problema. En casi 60 por ciento de los casos que estudiamos, los sobrevivientes se vieron obligados a comprometerse con algún agresor u otro hombre establecido, muchas veces debido a amenazas de represalias económicas», dijo Hunt.

Según datos del último Censo de India, 71 por ciento de los dalits carecen de tierra y laboran como jornaleros o fijos en tierras de otros.

Según el censo agrícola, en las zonas rurales, 58,4 por ciento de los hogares dalits no poseen tierras en absoluto. Esto se vuelve más sombrío en los estados dominados con mayor población de esta casta de parias, como Haryana, Punjab y Bihar, donde 85 por ciento no posee tierras.

«Esta es la razón por la que hay continuas y horribles agresiones sexuales contra las mujeres dalits porque son tres veces vulnerables. Primero, por su casta, segundo, por su género y tercero, por su condición de sin tierra», dijo Mashaal.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/11/violaciones-a-mujeres-dalits-herramienta-de-poder-y-sometimiento-en-india/

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India: Hijras o el tercer género, de la mitología a la marginación

Asia/India/Octubre 2020/elpais.com 

Aún reconocida, la comunidad transgénero en India sigue siendo uno de las más marginadas. Kerala es uno de los estados que ha empezado a tomar medidas para mejorar su situación y cuenta con centros de apoyo. Visitamos uno ellos

En medio de una ciudad que aparenta estar en continua construcción, donde los símbolos cristianos y comunistas parecen luchar por adueñarse del espacio público, un edificio de cuatro plantas de aspecto gris y casi olvidado sirve de refugio para una pequeña parte de la comunidad transgénero de Kochi, en el sur de la India. Un lugar de acogida y punto de partida para las personas que buscan una oportunidad de vida en una sociedad que poco a poco empieza a aceptarlas de nuevo.

India posee una de las culturas más antiguas y fascinantes de la humanidad, con figuras ancestrales como las hijras, que han trascendido hasta la actualidad. Oficialmente reconocidas como tercer género, las hijras son personas de género disidente que no se identifican con el binomio hombre-mujer, se maquillan, visten con ropa de mujer y durante siglos gozaron de gran respeto y un cierto estatus social.

Antes de la colonización británica, el tercer género no estaba estigmatizado. La ambivalencia sexual y la fluidez de los géneros está muy presente en la mitología hindú, con divinidades que cambian de género o la incorporación de los dos sexos en una sola persona. Pero hace 150 años su suerte cambió y pasaron a conformar uno de los sectores más marginados de la sociedad; sucedió cuando en 1871 la Ley de Tribus Criminales clasificó a toda la comunidad transgénero como delincuentes. Los británicos las vieron como una amenaza a la moral y lanzaron una campaña para borrarlas de la vida pública, obligándolas a la clandestinidad.

Y aunque en 1949 se derogó la ley que las denigró y las excluyó de la sociedad, las hijras no recuperaron su antiguo estatus y han seguido viviendo marginadas y apartadas, dedicadas en su gran mayoría a la mendicidad y a la prostitución. Muchas aprovechan la creencia popular sobre sus poderes para bendecir o maldecir como modo de subsistencia. Son requeridas para cantar y bailar en bodas y nacimientos para atraer la buena suerte. Sus supuestos dones sobrenaturales están consagrados en la mitología hindú, y despiertan tanta admiración como temor en una cultura muy supersticiosa.

Se tiende a usar el término hijra para referirse a todas aquellas personas que se identifican como transgénero, transexual, travesti o eunuco, aunque eso no es del todo correcto. “Nosotras somos transgénero, pero no todas somos hijras”, aclara Adithi Achuth, de 35 años. “Estamos juntas en una misma lucha y coincidimos en muchos aspectos, pero no somos lo mismo”. Achuth es la coordinadora de la comunidad transgénero del distrito de Ernakulam, en el estado de Kerala. Gestiona el hogar de acogida para personas transgénero en Kochi, el único que hay en la ciudad. “Tenemos capacidad para albergar a 25 personas y solo en Kochi hay una comunidad de más de 300”.

En un fallo histórico de 2014, la Corte Suprema de la India reconoció a las personas transgénero como un tercer género. Los jueces pidieron al Gobierno que las tratase como a otras minorías para permitirles obtener cuotas en empleos y educación, y asegurar su acceso a atención médica. El fallo judicial recomendó al Gobierno central y a los estados el desarrollo de sistemas efectivos de asistencia social y la realización de campañas públicas de sensibilización para borrar el estigma social. Aunque a día de hoy queda mucho camino por recorrer, Kerala es uno de los estados que ha empezado a tomar medidas al respecto.

“Tenemos que completar la tarea de hacer de la comunidad transgénero los socios naturales del público en general”, expresó el ministro de finanzas, doctor T.M. Thomas Isaac en su discurso presupuestario del ejercicio 2019-2020. “La confianza y visibilidad ganadas por esta comunidad en los últimos años es un avance esperanzador”. Según el presupuesto de ese año, se destinaron 50 millones de rupias (unos 585.000 euros) en el proyecto Mazhavillu, que incluye varios programas destinados a la capacitación vocacional, la asistencia para el autoempleo, viviendas y asistencia para cirugía basada en asesoramiento médico.

En el discurso presupuestario del ejercicio 2020-2021, el ministro de Finanzas también comprometía 50 millones de rupias para los programas de Mazhavillu, pero ese discurso se formuló el 7 de febrero de 2020, antes de que estallara la crisis sanitaria generada por la covid-19. “El coronavirus lo ha paralizado todo”, dice sin poder ocultar su preocupación Achuth. “Ahora hay otras prioridades y no estamos recibiendo los fondos para poder llevar a cabo nuestros programas”.

Con el cierre nacional, el Gobierno central anunció un paquete de estímulo de unos 18,6 millones de euros que incluía medidas específicas para los grupos vulnerables (discapacitados, viudas, personas mayores, agricultores y aquellos por debajo del umbral de pobreza), pero omitió una respuesta específica para la comunidad transgénero, compuesta de unos 490.000 miembros según el último censo de 2011. Kerala anunció la entrega de kits de ayuda para las 1.000 personas transgénero registradas en el estado, de los cuales 127 fueron entregados a través del hogar de acogida en Ernakulam. “Esto no soluciona el problema, ya que solo es una pequeña tirita, pero de momento es lo único que podemos hacer”, afirma Achuth mientras entrega kits a aquellas que se acercan al refugio.

Uno de los proyectos que ha quedado interrumpido en el hogar de acogida de Ernakulam es el restaurante que estaban a punto de abrir en el mismo edificio y que iba a emplear a trabajadoras transgénero para capacitarlas en el sector de la hostelería. “Serviremos cocina tradicional utilizando solo vegetales orgánicos, pescado, carne y especias caseras”, cuenta muy ilusionada Archana, de 19 años. Antes de entrar en el hogar de acogida en mayo de 2019 vivía en la calle, y ahora es una de las cinco internas que trabajan en el refugio. “Mi familia me rechazó y terminé en la calle” dice sin perder la sonrisa, “pero yo tuve suerte de entrar aquí y conseguir una plaza fija como personal del centro, el resto de mis compañeras solo pueden quedarse durante tres meses”.

Este es el caso de Ameya, de 22 años, que llegó al refugio en diciembre de 2019 a través de una amiga que le habló del lugar. “Me tendría que haber ido en marzo, pero justo coincidió con el confinamiento establecido en todo el país por la covid-19 y me he podido quedar unos meses más” explica en su pequeña habitación compartida, donde apenas caben tres camas y un par de sillas donde dejar sus cosas. En junio de 2019 empezó el tratamiento para hormonarse y la situación en su casa se hizo insostenible. Ella es la única del refugio que estudia. “Estoy a punto de terminar mis estudios de comercio y espero encontrar trabajo en una oficina cuando termine, aunque soy consciente que no será fácil, ya que lamentablemente la sociedad todavía nos tiene muy estigmatizadas y no nos tienen confianza”.

Como Ameya, la mayoría de sus compañeras tendrán que buscar otro lugar cuando se levanten las restricciones impuestas por el Gobierno para combatir la propagación del virus en la India. Estos últimos meses ha compartido habitación con Sanui Merin, de 21 años, y con Mumds, de 20 años, y se han vuelto inseparables. “Buscaremos una habitación en un hostal para compartir, ojalá pudiéramos seguir siempre aquí, pero ahora somos más fuertes que cuando llegamos y entre las tres conseguiremos mantenernos” dice Ameya entre risas, rodeada de sus amigas.

El hogar de acogida, lanzado bajo el proyecto Mazhavillu del Gobierno estatal, puede albergar a 25 personas durante tres meses, aunque, si es necesario, la estancia puede extenderse dependiendo de la situación, como ha pasado ahora, ya que la idea es ofrecerles apoyo hasta que puedan encontrar un trabajo decente y un refugio propio. Se les proporciona comida, alojamiento, asistencia jurídica y asesoramiento psicológico de forma gratuita, y se les incentiva a participar en los programas de formación y capacitación que ofrece el estado.

Brinda refugio temporal a personas de la comunidad transgénero que se acaban de someter a una cirugía de reasignación de género, así como a personas que están en crisis o en situaciones de emergencia. “Gracias al centro pude dejar la prostitución y la calle” cuenta Mikhashe, de 22 años, mientras acaba de prepararse para ir al mercado. Ella es la más veterana del lugar, llegó al hogar de acogida cuando lo abrieron en mayo de 2018 y sigue ahí, ya que, como Archana, forma parte del personal del centro.

El proyecto de implementar hogares de acogida para miembros de la comunidad transgénero fue creado por el departamento de Justicia Social de Kerala en 2018 después de que el estado diera a conocer su Política Transgénero. Según el plan, el departamento planea establecer cinco hogares de acogida en cuatro distritos: dos en Thiruvananthapuram, la capital del estado, y el resto en los distritos de Kozhikode, Ernakulam y Kottayam. Hasta la fecha solo se han abierto tres, y con la actual coyuntura es probable que los otros se retrasen todavía más.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/09/07/planeta_futuro/1599488663_460336.html

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