Thawra, thawra, thawra (revolución, revolución, revolución) corean en plazas y carreteras en El Líbano, las protestas iniciadas el pasado 17 de octubre último, génesis de una polémica por el significado y proyección de esa palabra.
También aparece en graffitis en numerosas paredes de Beirut y otras ciudades; figura en temas diarios de conversación, aunque en la prensa los términos más usuales son manifestaciones masivas, protestas o intifada (sublevación, en árabe).
Los profesores de ciencias políticas en la Universidad Americana de Beirut, Jamil Mouawad y Carmen Geha, tienen puntos diferentes de vista sobre el tema.
‘Es una revolución porque está redefiniendo las normas de participación fuera de los partidos políticos y las sectas, porque responsabilizan a todos al mismo tiempo, un desglose de todo a lo que estamos acostumbrados’, dijo Geha.
Con anterioridad, en El Líbano se registraron similares expresiones de desobediencia civil, en especial la ocurrida en 2005 y llamada Revolución del Cedro, pero a la larga se decantaron hacia la línea confesional.
El carácter diverso y popular de las protestas actuales carece de precedentes con miles de personas de todos los sectores en las calles para expresar su frustración y enojo ante lo que estiman ineptitud y corrupción de la élite gobernante.
Y para exigir el fin de décadas de un sistema sectario confesional al que achacan todas las penurias de hoy.
Mientras, Mouawad expresó que el movimiento era, al menos por ahora, un levantamiento de protestas sociales con ideas revolucionarias y el potencial de convertirse en una revolución política plena.
Aun así, ambos especialistas acordaron que referirse al movimiento como ‘thawra’ de alguna manera ayuda a definir su carácter.
‘Las implicaciones políticas de llamarlo una revolución son las que mantienen vivas las protestas en las calles, apuntó Geha.
Mouawad coincidió; ‘es opresivo para académicos, periodistas u funcionarios decir que esto no es una revolución. Si alguien está en la calle exigiendo un cambio, no le digas lo que está haciendo, no importa’, acotó.
Sin embargo, enfatizó que ‘la revolución es un proceso que requiere debate, elaboración y acción continuas para que tenga éxito’.
Para tener una idea de cómo podría ser ese desarrollo, citó la obra An Anatomy of Revolution (Anatomía de la Revolución), del intelectual estadounidense Crane Brinton (1898-1968), un estudio publicado en 1938 que examina las principales revoluciones de la historia.
Según Brinton, para que una revolución sea exitosa debe ocurrir primero un colapso financiero y en respuesta, la organización de los descontentos, seguida de la emisión de demandas revolucionarias, el uso de la fuerza por el gobierno en un intento fallido de represión y por último la obtención del poder por los revolucionarios.
En el contexto libanés, Mouawad explicó que el siguiente paso consistirá en que el movimiento tradujera su apoyo en instituciones concretas.
‘Necesitamos nuevas estructuras claras, con nuevos partidos políticos y una nueva visión política’, apuntó.
De momento, continuó, hay una visión esporádica; queremos transparencia y no corrupción, pero no tenemos una visión o ideología clara.
Geha reiteró la importancia de transformar el impulso de las protestas en estructuras formales, y en particular, el que necesitan grupos profesionales y activistas para unir a las personas en alianzas no sectarias.
‘Las estructuras son importantes, señaló, pero la revolución no se trata solo de la movilización, sino también de solidaridad’, aseveró.