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Una inscripción florentina

Centroamérica/Cuba/26 de Agosto de 2016/Autor: Pedro de la Hoz/Fuente: Granma

Al recorrer las plazas y calles de Florencia, en uno de los mercadillos que ofrecen piezas artesanales a los visitantes, Juan Marinello fijó su vista en un plato donde estaba grabada la siguiente inscripción: “El arte no tiene patria, los artistas sí poseen una”.

En más de una ocasión Eusebio Leal ha evocado la anécdota y citado la frase al exponer sus consideraciones sobre la relación entre el lugar donde se nace y la obra que se hace. Rastrear el origen de la sentencia resulta difícil tarea, pero el hecho de que se atribuya a más de un autor y varíen los sitios de pronunciamiento inicial, revela una densidad conceptual inobjetable.

Habitamos un mundo en el que cada vez más las distancias se acortan. La expedición de Magallanes en el siglo XVI, primera en circunnavegar el planeta, demoró cuatro años y ni el mismo capitán se contaba entre los 18 sobrevivientes que regresaron a Sevilla.

Apenas un año y cuatro meses transcurrió el vuelo, con escalas, de un avión alimentado con baterías solares que concluyó el pasado 26 de julio su vuelta al orbe, tripulado por dos pilotos suizos.

Las nuevas tecnologías permiten seguir en tiempo real los acontecimientos de uno a otro confín de la Tierra. Los rascacielos de paredes  espejeantes se empinan lo mismo en Seattle que en Bangkok. El rock enlaza a Edimburgo con Yakarta.

Ese es uno de los rostros de la globalización. En el plano económico no faltan los que cantan loas al proceso de interconexión de los mercados y los flujos financieros, sin reparar en las asimetrías y el reforzamiento de los lazos entre dominación y dependencia.

Para unos parecen no existir fronteras; para otros, la mayoría, estas se tornan cerrojos que impiden la movilidad. Uno de los más tremendos dramas de nuestra época son los desplazamientos forzados, que tienen su raíz en las guerras y el hambre.

Pregúntele, sin embargo, a un refugiado kurdo, somalí o afgano, instalado a duras penas en un país europeo, si olvida de dónde viene, aun cuando los recuerdos de la partida sean traumáticos.

Los cubanos venimos de muchos lugares —en un principio, como diría Guillén, “uno mandando y otro mandado”, pero a fin de cuentas, “todo mezclado”— y hemos forjado una cultura propia, sin que ello signifique atrincheramiento ni exclusividad.

Tras el desgarramiento lírico de Virgilio Piñera al enunciar “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, se ha hecho recurrente en algunos asociar esa cualidad a la necesidad de trascender la insularidad. Sin embargo el mismo Virgilio, en ese propio texto, expresó cómo “hay que saltar del lecho con la firme convicción de que tus dientes han crecido, de que tu corazón te saldrá por la boca”, y compartió la idea de que “no queremos potencias celestiales, sino presencias terrestres, que la tierra nos ampare, que nos ampare el deseo”.

Ante el frío cortante de las cataratas del Niágara, Heredia respiró la huella de unas palmas deliciosas; nostalgia de un espacio físico, pero también sustrato anímico. “No hay patria sin virtud”, escribió Félix Varela en una de sus cartas a los jóvenes, y aunque, en efecto, el aforismo tenga asiento en la defensa de la moral social cristiana, también se orienta, en un rango más abarcador hacia la ética que define, de modo raigal, el sentido de pertenencia.

Para Martí, cubano universal como ningún otro, la noción de patria recorrió diversas escalas, desde una visión de ecumenismo auténticamente solidario hasta la interiorización de la pérdida y el dolor: “Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche. ¿O son una las dos?” Entregado al deber propone: “Honrar a la patria es una manera de pelear por ella”.

Los cubanos también estamos en muchos lugares. No de ahora, sino desde siempre, aunque en las últimas cinco décadas y media, por razones harto conocidas, la diáspora ha sido más nutrida. Ha habido que vencer obstáculos enormes, despejar enconos y construir paso a paso puentes de entendimiento —a contrapelo de la hostilidad imperial y de sus cómplices anticubanos— para articular la actual relación entre la nación y la emigración.

El territorio espiritual entre los cubanos que viven en la isla y los que residen en próximos o lejanos países crece por día sobre bases sólidas de respeto, comprensión y amor patrio.

Excepciones hay. Individuos que por voluntad propia se expatrian y reniegan de sus raíces. Cada cual es libre de elegir anclaje y destino. A nadie se obliga a sentir o ser cubano. Pero aquí o en cualquier parte tenemos la libertad de no compartir esa elección y confrontarla.

Vuelvo a Eusebio, a unas palabras suyas que sustentan esa otra grande, irrevocable y mayoritaria elección que muchos hemos hecho: “La patria es la poesía, es un sueño, es la tradición, es la lucha, es la sangre derramada por las añoranzas, es todo lo que forma en el hombre una identidad”.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-08-25/una-inscripcion-florentina-25-08-2016-21-08-58

Fuente de la imagen: http://www.laizquierdadiario.com/Historica-visita-en-Cuba

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Todos los niños escolarizados en zonas rurales de Cuba

Centroamérica/Cuba/26 de Agosto de 2016/Fuente: Sierra Maestra

En Cuba todos los niños y niñas de zonas rurales e intrincadas están escolarizados para empezar el nuevo curso académico en más de cuatro mil 580 centros de primaria y planteles mixtos.

Jesús Rodríguez, metodólogo nacional de Enseñanza Primaria, calificó de priorizada la atención del Ministerio de Educación (MINED) en esos sitios y del Plan Turquino, según las  adecuaciones del sistema educacional planteadas en el  Lineamiento 145 del Partido y la Revolución.

De los seis mil 300 planteles de primaria del país, el 69,4 por ciento son rurales, por lo cual perfeccionan el aprendizaje de estudiantes y la preparación de más de 26 mil maestros frente a las aulas en la modalidad de grupos multigrados, centros mixtos y primarias con matrículas internas.

Las características de esas escuelas benefician a los niños que no se trasladan a grandes distancias y en la propia comunidad se integran pedagogos y familia, quienes asumen temas relacionados con el alcoholismo, tabaquismo, lucha contra la violencia, las drogas y enfoque de género, entre otros.

Rodríguez señaló lo inclusivo de los planteles que atienden, además, a niños y niñas con necesidades educativas especiales junto a  psicopedagogos, fisioterapeutas, defectólogos, psiquiatras y logopedas.

Desde el campo suman proyectos con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) conceptualizado para el maestro de más de un grado, cuya clase frontal responde a objetivos específicos en un entorno potenciado por diferentes edades y niveles.

Estabilidad docente con grados científicos y maestrías definen a quienes dedican su vida a la enseñanza en el campo y montañas llegados de las ciudades, aunque ahora los lugareños se forman como maestros para impartir clases en sus comunidades.

Juan Carlos Vega, director de la zona cinco que agrupa seis escuelas en el municipio de Guamá, provincia de Santiago de Cuba, explicó que tiene total cobertura docente y de jefes de ciclos para una matrícula de más de 70 educandos de lugares difíciles y costa.

Aplicando la Resolución del MINED 186 sobre la organización escolar, incrementaron acciones en el plan de superación y de reservas de cuadros para responder a insuficiencias del curso anterior y resolver carencias en cuanto a didáctica y método del personal docente.

Jacqueline Rondón,  jefa de Educación Primaria en el territorio santiaguero, dijo que tienen 468 planteles ubicados en el Plan Turquino con sus claustros, al igual que los centros multigrados, con lo que cumplen las adecuaciones del sector.

Rodríguez explicó que logran un nivel de organización en la educación rural que distingue a la Isla y hace que especialistas de otros países establezcan intercambios sobre el agrupamiento de los centros, capacitación y otras experiencias no generalizadas en el mundo.

Fuente: http://www.sierramaestra.cu/index.php/titulares/9508-todos-los-ninos-escolarizados-en-zonas-rurales-de-cuba

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La Universidad y la innovación.

Las universidades cubanas producen más de la mitad de los premios nacionales anuales de la Academia de Ciencias de Cuba en conjunto y en casi todas las ramas del saber.

Centro América/Cuba/Fuente:http://www.granma.cu/

Por: Luis A Montero Cabrera.

Se suele entender por innovación a una nue­va idea, o dispositivo, o método, que se diferencie de lo normal, de lo que se está empleando o haya prevalecido anteriormente. La fraseología al uso en las políticas acerca de la ciencia y la tecnología adiciona muy frecuentemente este término.

De hecho, los países de mayor éxito económico promueven la tríada ciencia, tecnología e innovación de forma sistémica en las políticas nacionales. Son tres actividades que aparecen jun­tas aunque son diferentes y con importantes interdependencias. Cada una merece su propio tratamiento y promoción. La innovación es in­trínseca al desarrollo de la humanidad y a su bienestar.

Por ejemplo, la Revolución Cubana fue una innovación monumental en nuestra sociedad. Los focos de diodos emisores de luz, conocidos como “LED”, también lo son, pero en la tecnología. La informatización es una revolución in­novadora en el tratamiento de la información y el conocimiento humano.

Aunque se puede innovar para bien, en y con cualquier actividad, la que es producto del saber o de la ingeniosidad suele ser la que más valor produce en la economía moderna. Esto es porque ocupa posiciones exclusivas en las ne­cesidades sociales o en el mercado.

Si el valor producido va a parar a minorías que poseen los medios fundamentales de producción, la innovación se convierte en un instrumento de desigualdad e injusticia. Pero si la in­novación es propiedad de toda la sociedad se re­vierte inevitablemente en una mayor felicidad para la vida de todos, sin exclusiones. Así debe ocurrir en un verdadero socialismo.

La universidad de hoy, como sistema, es ne­cesariamente la más importante institución del saber y de innovación en las sociedades funcionales. Esto ocurre porque una universidad concebida convenientemente debe agrupar de for­ma interactiva a una parte importante de la ju­ven­tud más hábil en el conocimiento y a mu­chos de los más sabios especialistas de un país. Dicha combinación genera un potencial perfecto para las ideas innovadoras y el desarrollo so­cioeco­nómico, si es adecuadamente gestionada.

Afortunadamente los principios fundacionales de la universidad cubana después de 1959 se concibieron desde una visión progresista avanzada. Estuvo inspirada en los sueños y postulados del manifiesto de Córdoba, Argen­tina, en 1918, y en las ideas de la ciencia en la política que Fidel esgrimió desde los tiempos iniciales del gobierno revolucionario. La ciencia y la tecno­logía ocuparon por vez primera en­tonces entre nosotros el papel principista que les corresponde.

Podría considerarse que el resultado principal ha sido su decisiva contribución a la sociedad más alfabetizada y culta que disfrutamos hoy con más de un millón de graduados, aun con las insatisfacciones que también experi­men­­tamos.

Las universidades cubanas producen más de la mitad de los premios nacionales anuales de la Academia de Ciencias de Cuba en conjunto y en casi todas las ramas del saber. Pero la in­mensa mayoría de los resultados aplicables premiados no se está utilizando y no fueron so­licitados por o acordados con empresas nacionales.

Muchos factores internos favorecen que bue­na parte de nuestras inversiones tecnológicas innovadoras siguen siendo esencialmente im­portadas, incluyendo sus proyectos y asistencia técnica. La tecnología desarrollada por los calificados ingenieros cubanos en Cuba po­dría tener un espacio mucho mayor.

No es un secreto para nadie que un grupo de las inteligencias que hemos cultivado hoy producen sus riquezas de saber fuera de nuestra Patria o en otras actividades ajenas a sus potencialidades de conocimientos. Precisamente por ello se requiere buscar fórmulas efectivas que fa­vo­­re­zcan la permanencia al servicio de todo el pueblo en nuestras instituciones.

Nuestros claustros están envejecidos y no existe reemplazo su­ficiente, ni siquiera con las asignaciones de re­cién graduados al servicio social en las tareas de docencia e investigación de las universidades.

El papel de promoción de iniciativas innovadoras y de emprendimiento desde nuestras universidades hacia la sociedad requiere una profunda valoración. La Universidad de La Haba­na realizó en el curso que acaba de terminar un experimento de “incubadora de iniciativas” que resultó muy exitoso en la captación de nuevas ideas, pero que solo avanza milimétricamente en su utilización. Muchas regulaciones existentes y la planificación que está diseñada para actividades macroeconómicas suelen ser obstáculos para emprendimientos e iniciativas innovadoras que por naturaleza son de pequeña escala y de gran diversidad.

Podemos idear la innovación más audaz y potencialmente productiva pero las barreras para su aplicación en la economía y la sociedad son muy altas. Aún sucede lo que magistral y didácticamente nos mostró el filme Plaff hace varias décadas con un “polímero” generado por una joven científica cubana contra el comprado expresamente en el exterior.

Vale resaltar que para resolver estos y mu­chos otros problemas asociados con la universidad y la innovación existe una voluntad política expresa. Urge entonces buscar fórmulas para que la empresa socialista encuentre más conveniente que esa innovación provenga del propio país y de sus universidades y centros científicos.

La creación de microempresas y cooperativas para la innovación asociadas con las universidades pueden ser importantes motores de de­sarrollo. Esas serían las versiones actuales de instituciones como el Centro de Investigaciones Di­gitales de la Universidad de La Habana, creado a iniciativa de Fidel en los años 60 del pasado si­glo, que concibió un modelo de computadora muy avanzado para aquellos tiempos y que se produjo en serie durante varios años. O del La­boratorio de Antígenos Sintéticos de la misma universidad que produjo a la primera vacuna sintética comercial del mundo, ya en este siglo.

Muchas acciones esencialmente organizativas podrían también emprenderse. La constitución de consejos económico sociales en las universidades donde se sienten en la misma mesa a conversar y negociar periódicamente con los de­cisores de las principales instituciones económicas y financieras en su entorno y en cualquier pa­r­te de Cuba es una medida de muy posible realización.

El establecimiento de sistemas de interacción de las universidades con sus graduados (alumni) donde quiera que estén es un potencial de pro­greso para los especialistas, sus instituciones y la sociedad global. Todas las universidades pres­tigiosas y sus antiguos alumnos lo aprovechan hoy en el mundo, y hasta viabilizan importantes donaciones y cooperaciones voluntarias e incondicionales que les permiten avanzar más.

La movilidad de los estudiantes, docentes y científicos universitarios, interna y externa, se constituye hoy en día como una de las mayores fuentes de actualización e innovación para los países que la practican y puede serlo también para la generalidad de las universidades cubanas. La Universidad de La Habana es hoy de las más avanzadas en este aspecto.

Crear un programa bien dotado para la formación doctoral de nuestra juventud es probablemente el mayor impulso que pueda recibir la supervivencia y el progreso de nuestro sistema científico, tecnológico y de innovación.

Son muchos los retos y también pueden ser muchas las ideas de innovación, de éxito probable, que pueden emprenderse para bien de las universidades y sobre todo de la sociedad socialista próspera y sostenible, que queremos con todos y para el bien de todos.

Fuente: http://www.granma.cu/ciencia/2016-08-20/la-universidad-y-la-innovacion-20-08-2016-00-08-50

Imagen: http://www.granma.cu/file/img/2016/08/medium/f0066697.jpg

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Preparan condiciones en Cuba para inicio de curso escolar.

Centro América/Cuba/23.08.2016/Fuente y Autor:http://www.prensa-latina.cu/
Las autoridades cubanas del sector de la enseñanza se encuentran hoy inmersas en los preparativos para el comienzo exitoso de un nuevo curso escolar el próximo 5 de septiembre.

Según la minimista de Educación, Ena Elsa Velázquez, alrededor de un millón 767 mil 300 alumnos iniciarán el período lectivo, para el cual están listas todas las condiciones necesarias, aseveró.

Velázquez, quien cumple desde hace varios días un recorrido nacional para comprobar la situación en cada territorio, aseguró que el 5 de septiembre abrirán sus puertas los más de 10 mil 590 centros educativos del Ministerio de Educación (Mined).

En el país se ejecutó un amplio programa de reparaciones de escuelas, preparación de los profesores y aseguramiento de la base material de estudio, el mobiliario y otros recursos, dijo.

De acuerdo con la titular del Mined, los días restantes antes del inicio de las clases se deben aprovechar para que todos los planteles dispongan de los medios docentes necesarios, como los laboratorios de computación y los equipos de apoyo audiovisual.

También apuntó que una de las prioridades del trabajo para el venidero curso es el fortalecimiento de la relación entre la escuela y la familia.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=21146&SEO=preparan-condiciones-en-cuba-para-inicio-de-curso-escolar
Imagen: http://www.cubasi.cu/media/k2/items/cache/740cfa9a7aed0cc8738b3a60b12b551b_L.jpg
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Convenio Cuba-Venezuela y seguimos creciendo desde nuestras raíces

Centro América/America Del Sur/Cuba-Venezuela/ Agosto del 2016/ Centro Internacional Miranda.

Resumen:

Se plantea  que: Desde marzo 2011, y liderado por el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, surgen los estudios postdoctorales con la intención explícita de contribuir en las transformaciones revolucionarias  de ese nivel  educacional  con el objeto de contribuir  al perfeccionamiento permanente de la preparación de los doctores participantes, en temas que constituyen prioridades como lo es la política de transformación universitaria.  En este sentido como también diseñaron  un programa en cinco etapas , el que tuvo como enfoque  metodológico  la sistematización. Fue validado su uso  como método y como resultado en cada una de las etapas, lo que permite   expresar los vínculos entre la teoría y la práctica . Así mismo en el texto se relacionan 9 anexos  que complementan  el documento  principal: recogen el proceso  seguido de cada etapa con los involucrados en el proceso y  las proyecciones de las investigaciones  referidas a la transformación  Universitaria  desde la praxis .

Fuente: Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria  y El Centro Internacional Miranda (CIM)

Fuente imagen : https://lh3.googleusercontent.com/ZEIbIm70q4PF77uCNgUYSpFOAdYSsUIq9_nezt-v5Ibuh-YC-5O2A1hhpRkOdk2P6GA85lM=s113

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La Universidad y la innovación

Se suele entender por innovación a una nue­va idea, o dispositivo, o método, que se diferencie de lo normal, de lo que se está empleando o haya prevalecido anteriormente. La fraseología al uso en las políticas acerca de la ciencia y la tecnología adiciona muy frecuentemente este término.

De hecho, los países de mayor éxito económico promueven la tríada ciencia, tecnología e innovación de forma sistémica en las políticas nacionales. Son tres actividades que aparecen jun­tas aunque son diferentes y con importantes interdependencias. Cada una merece su propio tratamiento y promoción. La innovación es in­trínseca al desarrollo de la humanidad y a su bienestar.

Por ejemplo, la Revolución Cubana fue una innovación monumental en nuestra sociedad. Los focos de diodos emisores de luz, conocidos como “LED”, también lo son, pero en la tecnología. La informatización es una revolución in­novadora en el tratamiento de la información y el conocimiento humano.

Aunque se puede innovar para bien, en y con cualquier actividad, la que es producto del saber o de la ingeniosidad suele ser la que más valor produce en la economía moderna. Esto es porque ocupa posiciones exclusivas en las ne­cesidades sociales o en el mercado.

Si el valor producido va a parar a minorías que poseen los medios fundamentales de producción, la innovación se convierte en un instrumento de desigualdad e injusticia. Pero si la in­novación es propiedad de toda la sociedad se re­vierte inevitablemente en una mayor felicidad para la vida de todos, sin exclusiones. Así debe ocurrir en un verdadero socialismo.

La universidad de hoy, como sistema, es ne­cesariamente la más importante institución del saber y de innovación en las sociedades funcionales. Esto ocurre porque una universidad concebida convenientemente debe agrupar de for­ma interactiva a una parte importante de la ju­ven­tud más hábil en el conocimiento y a mu­chos de los más sabios especialistas de un país. Dicha combinación genera un potencial perfecto para las ideas innovadoras y el desarrollo so­cioeco­nómico, si es adecuadamente gestionada.

Afortunadamente los principios fundacionales de la universidad cubana después de 1959 se concibieron desde una visión progresista avanzada. Estuvo inspirada en los sueños y postulados del manifiesto de Córdoba, Argen­tina, en 1918, y en las ideas de la ciencia en la política que Fidel esgrimió desde los tiempos iniciales del gobierno revolucionario. La ciencia y la tecno­logía ocuparon por vez primera en­tonces entre nosotros el papel principista que les corresponde.

Podría considerarse que el resultado principal ha sido su decisiva contribución a la sociedad más alfabetizada y culta que disfrutamos hoy con más de un millón de graduados, aun con las insatisfacciones que también experi­men­­tamos.

Las universidades cubanas producen más de la mitad de los premios nacionales anuales de la Academia de Ciencias de Cuba en conjunto y en casi todas las ramas del saber. Pero la in­mensa mayoría de los resultados aplicables premiados no se está utilizando y no fueron so­licitados por o acordados con empresas nacionales.

Muchos factores internos favorecen que bue­na parte de nuestras inversiones tecnológicas innovadoras siguen siendo esencialmente im­portadas, incluyendo sus proyectos y asistencia técnica. La tecnología desarrollada por los calificados ingenieros cubanos en Cuba po­dría tener un espacio mucho mayor.

No es un secreto para nadie que un grupo de las inteligencias que hemos cultivado hoy producen sus riquezas de saber fuera de nuestra Patria o en otras actividades ajenas a sus potencialidades de conocimientos. Precisamente por ello se requiere buscar fórmulas efectivas que fa­vo­­re­zcan la permanencia al servicio de todo el pueblo en nuestras instituciones.

Nuestros claustros están envejecidos y no existe reemplazo su­ficiente, ni siquiera con las asignaciones de re­cién graduados al servicio social en las tareas de docencia e investigación de las universidades.

El papel de promoción de iniciativas innovadoras y de emprendimiento desde nuestras universidades hacia la sociedad requiere una profunda valoración. La Universidad de La Haba­na realizó en el curso que acaba de terminar un experimento de “incubadora de iniciativas” que resultó muy exitoso en la captación de nuevas ideas, pero que solo avanza milimétricamente en su utilización. Muchas regulaciones existentes y la planificación que está diseñada para actividades macroeconómicas suelen ser obstáculos para emprendimientos e iniciativas innovadoras que por naturaleza son de pequeña escala y de gran diversidad.

Podemos idear la innovación más audaz y potencialmente productiva pero las barreras para su aplicación en la economía y la sociedad son muy altas. Aún sucede lo que magistral y didácticamente nos mostró el filme Plaff hace varias décadas con un “polímero” generado por una joven científica cubana contra el comprado expresamente en el exterior.

Vale resaltar que para resolver estos y mu­chos otros problemas asociados con la universidad y la innovación existe una voluntad política expresa. Urge entonces buscar fórmulas para que la empresa socialista encuentre más conveniente que esa innovación provenga del propio país y de sus universidades y centros científicos.

La creación de microempresas y cooperativas para la innovación asociadas con las universidades pueden ser importantes motores de de­sarrollo. Esas serían las versiones actuales de instituciones como el Centro de Investigaciones Di­gitales de la Universidad de La Habana, creado a iniciativa de Fidel en los años 60 del pasado si­glo, que concibió un modelo de computadora muy avanzado para aquellos tiempos y que se produjo en serie durante varios años. O del La­boratorio de Antígenos Sintéticos de la misma universidad que produjo a la primera vacuna sintética comercial del mundo, ya en este siglo.

Muchas acciones esencialmente organizativas podrían también emprenderse. La constitución de consejos económico–sociales en las universidades donde se sienten en la misma mesa a conversar y negociar periódicamente con los de­cisores de las principales instituciones económicas y financieras en su entorno y en cualquier pa­r­te de Cuba es una medida de muy posible realización.

El establecimiento de sistemas de interacción de las universidades con sus graduados (alumni) donde quiera que estén es un potencial de pro­greso para los especialistas, sus instituciones y la sociedad global. Todas las universidades pres­tigiosas y sus antiguos alumnos lo aprovechan hoy en el mundo, y hasta viabilizan importantes donaciones y cooperaciones voluntarias e incondicionales que les permiten avanzar más.

La movilidad de los estudiantes, docentes y científicos universitarios, interna y externa, se constituye hoy en día como una de las mayores fuentes de actualización e innovación para los países que la practican y puede serlo también para la generalidad de las universidades cubanas. La Universidad de La Habana es hoy de las más avanzadas en este aspecto.

Crear un programa bien dotado para la formación doctoral de nuestra juventud es probablemente el mayor impulso que pueda recibir la supervivencia y el progreso de nuestro sistema científico, tecnológico y de innovación.

Son muchos los retos y también pueden ser muchas las ideas de innovación, de éxito probable, que pueden emprenderse para bien de las universidades y sobre todo de la sociedad socialista próspera y sostenible, que queremos con todos y para el bien de todos.

Fuente: http://www.granma.cu/ciencia/2016-08-20/la-universidad-y-la-innovacion-20-08-2016-00-08-50

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Ardillas, castores y patos silvestres

Centroamérica/Cuba/21 de Agosto de 2016/Autora: Graziella Pogolotti/Fuente: Juventud Rebelde

Un amigo me contó esta fábula que paso a relatar. Recién graduada, la joven ingeniera decidió asumir la dirección de una fábrica en quiebra. El caos reinaba en el lugar. Milagrosamente, un taller seguía funcionando a la perfección. Deseosa de descifrar el misterio, sentada en un parque, frente a la mole silenciosa, conversó con el jefe. El personaje tenía algo de filósofo. La invitó a visitar el bosque cercano en varias ocasiones.

Se aproximaba el invierno. Observaron el comportamiento de las ardillas. Acopiaban alimento para tiempos difíciles. Trabajaban sin descanso. Su guía compartía la tarea para conducirlas luego al refugio. En otra oportunidad, el hombre acompañó a la joven  hasta el río. Los castores preparaban sus viviendas. No tenían jefe. Organizados en equipos, actuaban con precisión de reloj. Los movimientos eran rápidos y bien coordinados. En el último recorrido, contemplaron el cielo. Las bandas de patos silvestres volaban hacia el sur. Se escuchaba un rumor singular, como el aleteo sincronizado a modo coral. Innecesario para el vuelo, constituía una forma de estímulo para sostener el ánimo y soportar largas marchas.

El instinto de los animales provee          fórmulas de organización destinadas a garantizar la supervivencia de la especie. Son métodos milenarios de probada eficacia, marcados por el devenir de la historia y por la creciente complejidad de las sociedades. Los seres humanos hemos tenido que valernos de las ciencias de la dirección. Diseñamos organigramas, flujos de producción y distribución, manejamos estadísticas y teorías económicas. Todo está muy bien en el plano conceptual. Pero, la evolución de nuestra especie ha conformado algo intangible y decisivo, hecho de ideas y sensibilidad que hemos dado en llamar conciencia. No somos fichas intercambiables. Si nos robotizamos, perderíamos las cualidades que nos diferencian de las restantes especies animales. Cesaría la capacidad de crear, de innovar, de transformar la realidad y, sobre todo, la posibilidad de soñar. Caeríamos en una atrofia repetitiva.

Los edificios se construyen desde los cimientos. Se sostienen sobre ellos y sobre las columnas que arrancan ahí. La vida real de las sociedades palpita en su base.

La conducta organizada de ardillas, castores y patos silvestres se define por el instinto de preservación. De él emana un solo objetivo claro. Los humanos aprendimos a preguntarnos  el porqué y para qué de las cosas. Nuestras actividades son múltiples. Se ajustan a circunstancias variables. A la necesidad de subsistir, añadimos muchas otras. En algunas de ellas, lo material y lo espiritual se entremezclan. El buen vestir responde al acicate de la rivalidad, de la pertenencia grupal y al valor simbólico  asociado a una clase social. Por espíritu grupal, nos sometemos al doloroso proceso de tatuaje. Todavía sudoroso al término de una carrera triunfante, el caballo recibe un terrón de azúcar y unas cariñosas palmadas en el lomo. Pero, el equino es animal domesticado por su amo. Las ardillas, los castores y los patos silvestres actúan movidos por un instinto ancestral. Año tras año, ante el cambio de temperatura, repiten los mismos gestos.

El jefe de taller filósofo de mi fábula sabe que está construyendo una metáfora. Desliza tres nociones fundamentales para la coordinación de un colectivo en función del cumplimiento de un propósito determinado. El dirigente se sostiene en una autoridad inmanente, derivada de su actitud ante el trabajo. Poco podrá existir si desaparece, supuestamente involucrado en múltiples e interminables reuniones, si las ausencias enmascaran la incapacidad de afrontar con transparencia y decisión los problemas que se presentan en la práctica cotidiana. La formación de equipos asegura el ritmo y la eficacia y garantiza el intercambio de experiencias, enriquecido por el ejercicio de la crítica. El estímulo moral para vencer el cansancio o la pereza producida por un laboreo monótono nace de la cohesión del grupo animado por la obtención del objetivo final.

Las ardillas, los castores y los patos silvestres de este cuento integran manadas. Están guiados por el instinto. Los seres humanos hemos construido sociedades. De esa manera, hemos forjado culturas. Ocupamos funciones diferentes. Dependemos de formas de comunicación complejas nutridas de componentes afectivos, de memorias, de aspiraciones, de proyectos de futuro que tienen carácter individual y tienen  continuidad en la huella que queremos dejar de nuestro paso por la Tierra, porque sabemos algo que los animales ignoran. Somos mortales. Por eso, desde tiempos inmemorables, nuestra tozuda voluntad de perdurar ha construido túmulos y monumentos conmemorativos.

Por todos esos motivos, somos personas. Un extraño malentendido ha llevado a algunos a cancelar la individualidad en favor del empeño colectivo. En verdad, el proyecto socialista se orienta en sentido diferente. Propone liberar al hombre de las cadenas  que arrojan y someten a la explotación en lo objetivo y en lo subjetivo. La Revolución Cubana rescató talentos que, sin ella, se hubieran perdido en el anonimato.

El individualismo es la expresión patológica de la individualidad. Se exacerba cuando el dinero se convierte en valor supremo, origen de la lucha de todos contra todos. Para contrarrestar esas tentaciones, no podemos convertirnos en simples conductores de ardillas. Desde la comunidad y el taller más modesto, hasta las instancias administrativas, el reto consiste en cohesionar.

Potenciar las capacidades individuales no entorpece el empeño colectivo. Las deformaciones individualistas se manifiestan cuando el dinero se convierte en motor único y decisivo.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2016-08-13/ardillas-castores-y-patos-silvestres/

Fuente de la imagen: http://themarketjobs.com/detalleblog.php?ids=13&id=55

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