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Guatemala: emigrar o morir, el dilema tras un deslave fatal

Por: Alberto Arce y Rodrigo Abd

El día antes de irse a Estados Unidos Víctor Cal estuvo muy ocupado recolectando dinero, de pariente en pariente, para comprar comida durante el viaje.

Su madre, desconsolada, no acababa de aceptarlo. “Le pedí que no se fuera porque podemos vivir aquí”, repetía una y otra vez, “pero él ya había tomado la decisión”.

Compartieron en silencio la poca comida que tenían, apenas un par de chiles con ajonjolí. La tristeza de su madre caía sobre Víctor como una losa. Lo mejor era moverse. Necesitaba encontrar un lugar en el que cargar su teléfono “para poder recibir llamadas del coyote. Tiene que decirme dónde y cuándo nos vamos a ver”.

Salió al camino de tierra repleto de baches que comunica su comunidad con el resto del país para que alguien le diera jalón hasta algún lugar con electricidad, a kilómetros de distancia. Se montó en una motocicleta y desapareció.

Esta historia es parte de una serie, Después del Diluvio, producida con apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting.

A los 26 años, Cal no veía otra opción que irse. La aldea en la que vivía ofrecía un futuro de hambre y muerte. Para él, Estados Unidos se convertía en la única opción de futuro.

Otros 11 hombres de la aldea ya habían emprendido el camino en lo que va de año. Las autoridades estadounidenses han detenido a más 150.000 guatemaltecos en su frontera sur en 2021, cuatro veces más que en 2020.

Muchos de ellos se encontraban en la misma situación que Víctor Cal, empobrecidos y pasando hambre. Miembro del pueblo Pocomchí, no logró encontrar trabajo en Ciudad de Guatemala y cuando llegó la pandemia se sumó a miles de personas que abandonaron la capital para regresar a las montañas. Las tierras en las que su padre cultivaba café, cardamomo, maíz y frijoles sonaban entonces a lugar seguro. Al menos, pensó, allí, en Quejá, Alta Verapaz, habrá comida.

Se equivocaba.

Lo que se encontró fue su peor pesadilla. Nunca podría haber imaginado que la lluvia torrencial de un huracán lo destruiría todo. Su casa, sus tierras, la aldea entera. Toda la familia se encontró sin nada, desplazada y dependiente de la ayuda humanitaria de organizaciones internacionales en un asentamiento precario bautizado como Nuevo Quejá.

Así que ahora estaba a punto de abandonarlo. Una vez que logró cargar su teléfono, tras la puesta de sol, regresó. Un grupo de amigos le esperaba para la despedida. Evasivo, no quiso despedirse.

No tardó mucho en llenar su mochila amarilla: una camisa, un jersey, jeans y unas zapatillas de deporte. Ya lo había perdido casi todo en el deslave que sepultó su casa.

Llovió sin parar durante 25 días. La carretera de acceso estaba cortada e inundada. Los habitantes de Quejá llevaban 10 días atrapados en sus casas cuando sucedió el deslave.

Una mujer y su hijo caminan entre la devastación causada por un deslave provocado por el huracán Eta, en Quejá, Guatemala, el 7 de julio de 2021. Cincuenta y ocho personas desaparecieron en cuestión de segundos en esta aldea guatemalteca en noviembre de 2020. Cuarenta viviendas quedaron sepultadas bajo toneladas de lodo y docenas más quedaron sin acceso. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Sin electricidad, los teléfonos se habían descargado. Nadie pudo avisarles de que corrían peligro porque aquel día había llovido cinco veces más de lo habitual en un mes entero y debían evacuar la aldea.

A la hora del almuerzo del 5 de noviembre, los árboles comenzaron a caer y la ladera de la montaña se derrumbó. Los habitantes de Quejá huyeron dejando la comida en el fuego.

“Los que tuvimos tiempo para huir sólo pudimos echarnos los niños a la espalda”, recuerda Esma Cal, una de las supervivientes. Articulada, enérgica y de discurso fluido, esta mujer de 28 años asumiría gran parte del liderazgo comunitario desde el momento de la tragedia. (Gran parte de los habitantes de Quejá comparten el apellido Cal aunque no siempre son familia directa)

En cuestión de segundos, 58 personas desaparecieron bajo la tierra. La mayor parte de los cuerpos no aparecerá jamás. 40 viviendas quedaron sepultadas bajo toneladas de escombros, decenas más son inhabitables.

Los supervivientes lograron tender cuerdas para cruzar los ríos nacidos del derrumbe y llegar caminando hasta la aldea más cercana. Sus habitantes compartieron con ellos la comida que les quedaba y ofrecieron las escuelas y el mercado para alojarlos. Debido al aislamiento provocado por el huracán, los camiones con suministros no podían llegar hasta allí. Esma Cal explica que cuando los helicópteros lo lograron, “algunas personas llevábamos casi dos días sin comer”.

Quejá no era un pueblo rico. Pero sí un lugar que, tras décadas de esfuerzo, había alcanzado algún progreso. Todo se perdió en un abrir y cerrar de ojos.

Erwin Cal, de 39 años, ubica su origen hace un siglo. Un grupo de familias logró acceso a la tierra de una gran plantación de café. “Mi abuelo era esclavo. Recogían la cosecha sin cobrar a cambio de permiso para construir sus chozas y usar algunos lotes para sus cultivos”.

Comenzaron con alimento para autoconsumo, maíz y frijol. Después llegaron el café y el cardamomo para la venta. Con el tiempo lograron ahorrar lo suficiente para comprar tierra.

Cacerolas con chile rojo y ajonjolí, o semillas de sésamo, sobre el fuego, parte de una comida compartida en silencio por Victor Cal y sus padres un día antes de partir hacia Estados Unidos, su casa en un asentamiento improvisado en Nuevo Quejá, Guatemala, el 8 de julio de 2021. La víspera de iniciar su camino hacia Estados Unidos fue un día ocupado para Cal, fue de familiar en familiar recolectando dinero para comprar comida en su viaje al norte. (AP Foto/Rodrigo Abd)

En la década de los 80 algunos de los hombres comenzaron a alistarse en el ejército de Guatemala. Al comenzar este siglo, la ola de violencia que invadió las ciudades generó empleo en el sector de la seguridad privada y muchos acabaron convertidos en vigilantes.

Con ese dinero comenzaron a levantar casas de cemento, suelos de azulejo, ventanas y electrodomésticos. Erwin Cal dice que tenía un ordenador personal, un equipo de sonido y televisión por cable. Todo lo perdió.

En enero, Esma Cal, Erwin Cal y Gregorio Ti, amigos desde la infancia, decidieron organizar un Consejo Comunitario de Desarrollo. En febrero ya habían fundado un nuevo asentamiento en lo que quedaba de sus tierras de cultivo, una tercera parte de la extensión previa, muy cerca de la aldea sepultada. El lugar no está a salvo de un nuevo deslave, pero es el único al que tenían acceso. Así nació Nuevo Quejá, donde viven hoy alrededor de 1.000 supervivientes.

Ti, de 36 años, dice: “sabemos trabajar”. Perdió a su mujer embarazada, a sus dos hijos de 2 y 6 años y a su madre. Hoy, las dos hijas que lograron salvarse no se separan de su lado.

Ofelia Cal Jom, de 14 años, con su hermana Dora, de 9, en brazos, mientras posan para una foto en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 6 de julio de 2021. Ofelia y Dora son las únicas sobrevivientes de su familia, que falleció en el deslave provocado por el huracán Eta en noviembre de 2020. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Se rompen la espalda de sol a sol. No tienen animales de carga. Desde el amanecer, hombres, mujeres y niños cortan y cargan madera para cocinar y limpian tierra a machete.

Las viviendas que habitan están hechas a base de madera de los pinos que ellos mismos han cortado y láminas de zinc donadas por un cura. El suelo de muchas aún está repleto de piedras que no han logrado levantar. Llenas de agujeros, el agua de lluvia las inunda. Usan cualquier cosa para tratar de sellarlas, incluso banderas de Estados Unidos que aparecen dentro de los sacos de ropa de segunda mano donada que reciben.

Germán Cal, tío de Esma Cal, que regresó a los 37 años a Quejá tras dos décadas en la capital del país para montar una granja de pollos que desapareció sepultada por el deslave, es quien ahora trata de conseguir que llegue el tendido eléctrico al asentamiento.

Su tarea es casi imposible. Nuevo Quejá no existe, al menos para el estado. El gobierno, que nunca ha sido de gran ayuda, declaró el lugar inhabitable. Por eso, no va a ser fácil que se instalen postes de electricidad, se repare la carretera de acceso o se mejore el suministro de agua.

Esma Cal no tiene duda alguna. “Más allá de declarar este lugar como inhabitable, el estado de Guatemala no llega hasta aquí. Sin matices”.

Carmelinda Gualim observa mientras un enfermero pesa a su hija de 16 meses, Becky, durante un control en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021.Antes del huracán los niños estaban más sanos. “Hoy es raro el niño que presenta peso y altura correctos. Casi todos están en riesgo. Sus familias no viven en un sitio apto para la cosecha. Han perdido la sostenibilidad”. dijo el enfermero, César Chiquín. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Los habitantes de Nuevo Quejá han recibido ayuda de algunas organizaciones gubernamentales financiadas por la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID). Su utilidad varía.

Una organización les dio carretillas, picos y palas mientras dos psicólogas jugaban con los niños y les recordaban cómo lavarse los dientes. Otra recorrió las viviendas para comprobar que una donación previa de equipos de potabilización de agua funcionaba correctamente. Una tercera invirtió dos días a mediados de julio en realizar un censo de necesidades.

Pese a la precariedad y carencias del lugar, de todas las cabañas cuelga un espejo donado por USAID. Lo entregan, dicen, para elevar la autoestima.

Miembros de la Iglesia Baptista CrossPoint, la familia Leonardi, de Argo, Alabama, rezan sobre Ofelia Cal Jom y su hermana pequeña, Dora, tras instalar una cocina en su choza en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 12 de julio de 2021. (AP Foto/Rodrigo Abd)

UNICEF donó una escuela a la comunidad. Pero lleva cerrada cinco meses. Nadie encuentra la llave. Resulta que UNICEF se la dio a una de las maestras que, al dimitir, no la devolvió. Otra copia fue para uno de los vecinos que dice que nunca la tuvo.

Así que tuvieron que levantar otra escuela a base de tablones y láminas. Pero como todas las construcciones de la aldea, se inunda cuando llueve y se llena de barro. El mobiliario se pudre.

Una alumna escribe en su cuaderno sentada contra la pared, sobre el piso embarrado de la choza que sirve de escuela, que se inundó por las fuertes lluvias de la noche anterior, en el asentamiento improvisado en Nuevo Quejá, Guatemala, el 6 de julio de 2021. UNICEF donó una nueva escuela para la comunidad, pero lleva cinco meses cerrada porque nadie puede encontrar la llave para abrirla. (AP Foto/Rodrigo Abd)

A esa escuela asisten 250 niños. De los 12 maestros que había antes del huracán, cuatro continúan impartiendo clases pese a que el Ministerio de educación no lo permite debido a la pandemia. Uno de los maestros explica, sin dar su nombre por miedo a represalias, que los materiales educativos son en español y los niños hablan Pocomchí.

“Ninguno llegará a la secundaria. Ya han perdido años. El fracaso escolar es total”, agregó el profesor.

César Chiquín es, a sus 39 años, el enfermero responsable de la zona. Visita Nuevo Quejá al menos una vez al mes. Las madres se dan cita en el patio de la única casa de bloques de la aldea y allí esperan a que mida y pese a los niños.

A los pequeños no les gusta que los pongan sobre los instrumentos. Lloran. Las madres miran en silencio a Chiquín, como si hiciera magia.

Residentes rezan en el interior de una iglesia en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 11 de julio de2021. Los sobrevivientes de un deslave causado por el huracán Eta, que enterró su aldea, viven ahora en un asentamiento temporal levantado en un tercio de sus terrenos agrícolas, cerca de sus antiguas viviendas. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Los resultados son malos. “La malnutrición se ha multiplicado por dos. Uno de cada tres presenta retrasos”. No tiene muchas opciones. “Lo único que puedo hacer es darles vitaminas y consejos que no pueden seguir. Incluso si quisieran, no disponen de los recursos”.

Antes del huracán los niños estaban más sanos. “Hoy es raro el niño que presenta peso y altura correctos. Casi todos están en riesgo. Sus familias no viven en un sitio apto para la cosecha. Han perdido la sostenibilidad”.

Sergio David Jom, de 2 años, tendido sobre una báscula para medirse durante un control en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021. Al menos una vez a mes, un enfermero visita Nuevo Quejá. Los resultados son malos. “La malnutrición se ha multiplicado por dos. Uno de cada tres presenta retrasos”, dijo César Chiquín. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Esa es la petición recurrente de los habitantes de Nuevo Quejá. Hagan lo que hagan, no pueden cultivar la comida que necesitan para sobrevivir. Parte de ese problema nace de que la tierra no espera. Perdieron la cosecha del año pasado y “llegamos a Nuevo Quejá demasiado tarde para plantar como es debido”, explica Esma Cal.

Además sólo cuentan con un tercio de la tierra que cultivaban antes del huracán. Gran parte del suelo está degradado: las lluvias torrenciales “lavan” la capa de tierra negra más superficial y fértil y dejan al descubierto otra más arcillosa en la que es imposible plantar nada.

“Antes cosechábamos dos veces al año, ahora recogemos sólo una cosecha y mucho más pequeña que cubre una parte mínima de lo que necesitamos. Estamos comenzando de nuevo por debajo de cero”, dice Esma Cal. Los obstáculos se multiplican. Las semillas y los fertilizantes cuestan el doble. Las carreteras están muy dañadas y en cuanto llueve quedan cortadas. Pero sobre todo, la tierra. Ya no es buena. Eso es lo peor.

El Consejo Comunitario ha hecho los cálculos. Necesitan 75 acres más. Pero no tienen dinero para comprarla.

El gobierno cuenta con un fondo de tierras. Algún día podrían recibir la tierra que necesitan. Pero la ley no dice que eso tenga que suceder en la misma zona de la que son originarios. Y no se les pasa por la cabeza abandonarla. La mayoría no habla español. Irse lejos supondría el fin de su cultura.

“Nuestra comunidad ha colapsado y necesitamos una solución permanente. Este lugar no es apto para la vida, pero por ahora no tenemos una salida”, dice, frustrada, Esma Cal. “Nuestro problema está en que no tenemos tierra y somos dependientes. Vivimos de la tierra. Necesitamos tierra”.

Los habitantes de Nueva Quejá conviven con la muerte. Sobrevivieron a un deslave en el que fallecieron 58 de sus vecinos de modo instantáneo y saben que podría volver a suceder.

Pero necesitan madera para cocinar. Así que continúan deforestando el bosque, generando condiciones para más deslaves una vez que comience la temporada de lluvias.

Miembros de la familia Hualim Lem desayunan después de trabajar durante la noche matando a un toro para vender la carne a sus vecinos, en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 13 de julio de 2021. La familia está entre los sobrevivientes del deslave causado por el huracán Eta que sepultó su aldea, y ahora vive en el asentamiento temporal levantado cerca de aquel lugar. (AP Foto/Rodrigo Abd)

“Por el momento, no podemos elegir”, se lamenta Gregorio Ti.

Julio Cal, de 46 años, es el responsable de vigilar el impacto de la lluvia sobre la montaña. Tienen un plan de evacuación. Sobre una colina, en un pinar, han levantado una construcción de madera con espacio para acoger a varios cientos de personas. Pocos creen que esa sea la solución definitiva a sus problemas.

“Sabemos que no podemos vivir aquí”, dijo Cal. “En cualquier momento esa montaña puede romperse y aquí nos morimos todos, somos conscientes. El gobierno tiene que reubicarnos permanentemente”.

Mientras tanto, la escasez y necesidad de este asentamiento continúa matando a sus habitantes. En julio, una joven de 17 años agonizaba en la cama. En su pierna derecha, un tumor del tamaño de una pelota de fútbol. Vomitaba continuamente entre lamentos de dolor, en un estado de desnutrición avanzada. Cuando meses antes la comunidad logró enviarla a visitar a un especialista, ya no quedaba más opción que amputar la pierna para salvarle la vida.

Flor Maribel Cal, de 17 años, tendida sobre su cama con un tumor del tamaño de una pelota de fútbol en su pierna derecha, en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 8 de julio de 2021. Los médicos dijeron que la amputación en su única esperanza, pero su madre se negó porque no tenía fuerzas para cuidar de una hija que no podría valerse por sí misma. Flor murió el 22 de julio. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Su madre se negó. Había perdido a su marido y otros dos hijos en el deslave. Encerrada en el silencio de quien no tiene opciones, perdió la fuerza. No se sentía capaz de cuidar de una persona dependiente de por vida. Tuvo que dejarla morir. El 22 de julio, la menor falleció.

Se puede salir de Nuevo Quejá de dos modos. Uno es la muerte. El otro, la emigración a Estados Unidos.

Pregúntenle a cualquier hombre si quiere irse.

De quedarse, ganan 4 dólares diarios por una jornada completa limpiando tierra, recogiendo café o cortando madera. Según Víctor Cal con ese dinero, a duras penas se mantiene una familia. Ha escuchado que en Estados Unidos pueden ganarse hasta 80 dólares diarios.

Y mudarse a Ciudad de Guatemala ya no es opción porque allí ya no hay trabajo para ellos, Pocomchís con dificultades para manejarse en español.

Así que muchos explican que lo único que impide que emigren a Estados Unidos es que no tienen el dinero para hacerlo.

Víctor Cal contactó con un primo lejano que lleva años en Miami y aceptó prestarle los 13.000 dólares que necesitaba para invertir en un coyote. Por esa cantidad puede intentar el viaje al norte dos veces.

Es optimista. Cree que una vez allí podrá devolver el dinero.

A las cuatro de la madrugada, en plena noche, escribió dos números sobre un trozo de papel. El suyo y del coyote que lo llevaría hasta el desierto de Arizona.

Lo dejó sobre una mesa, uno de los pocos muebles en su cabaña de suelo de tierra. “Mi objetivo”, repitió, como convenciéndose a sí mismo, “es enviar dinero para que mis padres puedan volver a vivir en una casa de verdad y consigan algo de tierra”.

Tras despedirse brevemente de su familia, Victor Cal inicia su viaje hacia Estados Unidos desde su casa en el asentamiento improvisado de Nuevo Quejá, Guatemala, el 9 de julio de 2021. A sus 26 años, Cal sentía que no tenía más opción que marcharse. El asentamiento donde vivía, surgido del desastre, solo ofrece hambre y muerte. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Y antes de decir adiós sin mirar atrás, dijo: “Su tuviera opción, no me iría. Regresaré lo antes posible”.

Fuente: https://apnews.com/article/noticias-bae242c91583972e4ba841e4c10cab6e
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El Salvador: Colegios pedirán copia de cartilla de vacunación del COVID-19 para matricular en 2022

América Central/El Salvador/13-08-2021/Autora: Susana Joma/Fuente: www.elsalvador.com

La iniciativa tiene como objetivo incentivar la vacunación en los grupos de niños para los que Salud ya abrió el proceso de aplicación de dosis. Hasta el momento los colegios no contemplan volver a las clases virtuales pese a la circulación de una cepa del virus que es más contagiosa.

El presidente de la Asociación de Colegios Privados (ACPES), Javier Hernández Amaya, afirmó que para la matrícula escolar 2022 los colegios pedirán a los padres de familia que, como parte de la documentación, presenten la copia de la cartilla de vacunación contra el covid -19 que le han extendido a sus hijos, mayores de 12 años, tras recibir sus dosis.

Hernández Amaya, quien al igual que otros docentes aspira a que el 2022 se logre hacer totalmente presencial ante las limitantes que persisten con la educación virtual, detalló que esta nueva medida abarcará a los alumnos de antiguo y nuevo ingreso que están en los grupos de edad para los cuales el Gobierno ya puso a disposición la vacuna.

En la actualidad el Ministerio de Salud ha ampliado la aplicación de dosis de vacuna contra la covid a partir de los 12 años de edad.

Según el presidente de la ACPES hasta la fecha los colegios han venido solicitando a las familias el acta de nacimiento que permite conocer los datos de identidad del estudiante, la hoja de calificaciones que han obtenido, en muchos casos también una constancia de conducta y solvencia de pagos extendidas por la institución de donde vienen.

“Va a ser requisito presentar la cartita, pero si no la tienen la matrícula siempre va a ser efectiva. Es como una manera de saber nosotros con quiénes estamos contando que son vacunados y quiénes no» Javier Hernández, presidente de la ACPES

“Se le solicita en algunos casos llenar una entrevista, que es un formulario con preguntas que el centro educativo hace, para poder garantizar que el estudiante que va a ingresar al centro educativo reúne el perfil de ingresos mínimos que la institución educativa pide”, externó.

Aunque Hernández Amaya aclaró que siempre matricularán a los alumnos que no estén vacunado, insistió en que ellos a nivel institucional han tomado la iniciativa de solicitar la cartilla de vacunación con el objetivo de contribuir a incentivar a la población para que se inmunice, pues en la medida que todos hayan recibido las dosis será más viable que las autoridades dicten el retorno a clases presenciales, aun guardando las medidas de bioseguridad establecidas.

“Recuerde también que en los colegios privados hay niños especiales, que tienen enfermedades crónicas y el padre de familia con su médico de cabecera o especialista deben de tomar decisión”, comentó.

Aseveró que, además, con esta disposición los centros de enseñanza privados también podrán establecer cuántos alumnos del total que se matriculen están vacunados y cuántos no.

“Yo quisiera pedirle a toda la comunidad educativa que hoy más que nunca nos ganemos el derecho de tener una presencialidad a 100 por ciento el año 2022; y eso se logra primer lugar vacunándose y después aunque nos hayamos vacunados continuemos con las medidas y los protocolos de bioseguridad, (como) el uso de la mascarilla, el uso del alcohol gel, toma de temperatura, distanciamiento físico y por supuesto solo salga de casa cuando sea necesario y trate de hacerlo con todas las medidas de bioseguridad posible”, manifestó.

“Desde el momento que vieron que ya está circulando la cepa delta tendríamos que esperar la notificación oficial de cuáles son las recomendaciones que van a dar al respecto” Doctor Ricardo Lara, salubrista y epidemiólogo

Sin cambio de planes pese a variantes del virus

Aunque en la actualidad la circulación de la variante Delta del virus SARS-CoV-2 supone mayor riesgo de contagios, Hernández Amaya descartó la posibilidad de que los colegios vuelvan al esquema de clases eminentemente virtual antes de que termine el año, mientras las autoridades educativas no dicten lo contrario

La variante delta, según han explicado los médicos infectólogos, es altamente contagiosa y virulenta.
Ayer el Ministro de Salud, Francisco Alabí, informó que además de la variante delta, también identificaron las variantes gamma, alfa y lambda.

Sigue vigente el uso obligatorio de la mascarilla, del alcohol gel y distanciamiento físico en escuelas y colegios. No obstante, eso contrasta con el hecho de que a nivel general la población ha relajado la aplicación de estas medidas, de ahí que las cifras de casos positivos y de fallecimientos por la covid – 19 hayan experimentado incremento, como lo muestran las mismas cifras oficiales.

El también docente dijo que si bien hay diversas opiniones sobre el tema, la Asociación no está recomendando dar un paso atrás, es decir volver a clases totalmente virtuales porque eso permitiría deprimir más a los miembros de la comunidad educativa.

“El estrés que genera la virtualidad es súper desagradable, tanto en el estudiante que está en la casa, como al docente que está en el colegio impartiendo la clase de forma simultánea en dos modalidades de trabajo”, citó.

Además insistió que en el país persisten las debilidades para que se de una verdadera educación virtual, comenzando porque las condiciones de los hogares salvadoreños no son favorables para el aprendizaje de los estudiantes, pasando por el hecho de que muchos siguen sin contar con tecnología y conectividad. “No escucho ningún caso de estudiante que quiera quedarse en la virtualidad cien por ciento”, aseveró.

El médico salubrista Ricardo Lara, quien brindo estas declaraciones antes de que Salud anunciara la circulación de tres variantes más de covid, expuso que si bien no hay información detallada de parte del gobierno, con respecto a la circulación de la cepa delta, dada la actual situación de casos y decesos el Ministerio de Salud junto con el Ministerio de Educación tendrían que dar lineamientos y recomendaciones sobre nuevas medidas a tomar, definir si se continúa semipresencial, dado que en este momento la población más vulnerable son los escolares independientemente de si son de colegios o escuelas.

“Hay un grupo especial que se le debería estar dando prioridad, por ejemplo niños diabéticos, niños con insuficiencia renal, niños con algunas enfermedades congénitas, niños con algunas enfermedades específicas que tendrían que estar vacunados y que son menores de 12 años; pero que pues ni modo tenemos que esperar porque todavía no hay estudios que revelen que a estos niños ya se les puede vacunar. Estamos hablando de niños entre los 7 y 11 años de edad”, precisó.

Por ejemplo, el consideró necesario que, ante la circulación de la cepa Delta, se den nuevas instrucciones en relación al transporte de los estudiantes, especialmente en el caso de los colegios porque un buen porcentaje de sus alumnos hacen uso de ese servicio.

Lara, quien también es epidemiólogo, subrayó su preocupación ante la falta de información oficial en relación a qué tanto está circulando dicha variante, cuál ha sido el comportamiento de contagio que está mostrando, así como la velocidad de contagio que tiene, en este último caso por ejemplo en función de si un niño es vector transmisor a cuántos adultos puede contagiar.

“Después de vacaciones de agosto todo vuelve a la normalidad y no se les ha dicho nada a los maestros de las escuelas tanto públicas como privadas sobre cuál va a ser la nueva dinámica para hoy que tenemos la cepa delta”, agregó.

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/colegios-pediran-cartilla-vacunacion-matricula-2022/866588/2021/

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Violencia, feminicidio y salud mental

Por: Elisabeth De Puig

 

La poca atención en salud mental que padece una gran parte del pueblo dominicano en todas las etapas de su vida son bombas de tiempo que explotan cada vez más a menudo.

El auge de los feminicidios y sus últimas manifestaciones siguen sacudiendo el país.   Son parte de la  imperfecta socialización que nos caracteriza. Resolver los conflictos emocionales vía armas, matar y quitarse la vida como ocurre en varios de los casos son producto de comportamientos violentos permitidos en la sociedad donde suceden.

No solo es responsable la persona que comete el delito, también lo es la sociedad que por su misma organización social lo propicia y permite una cultura de desigualdades, inequidades, poder y violencia.

En todos los estratos sociales cualquier discusión casual y poco importante puede acabar en un asesinato, lo que es muy representativo de la violencia estructural , de un laxismo indiscriminado en el porte de armas de fuego  y de una carencia fuerte de herramientas de solución pacifica de conflictos.

Quién no se ha topado con un “tú no sabes quién soy yo”, haciendo referencia a lo que te pueda hacer o pasar, siendo otra demostración del ejercicio generalizado de la violencia incluidas las amenazas e intimidaciones.

No se puede negar que existe una violencia cotidiana difusa e impulsiva en muchos lugares de nuestro país. Su crisol,  pero no exclusivamente, son los barrios urbanos marginales donde la calle, la escuela, la familia son los principales espacios de sociabilidad.

La falta de confianza por parte de una parte de la población en el plan Mi País Seguro, ejecutado en Cristo Rey, como el voto de confianza de otros moradores, confirma la dificultad de luchar contra la inseguridad y la violencia con medidas más bien de tipo cosmético.

Para que los resultados sean sostenibles en el tiempo son necesarias medidas psico sociales multisectoriales, en las que participen diversos sectores del gobierno y organizaciones no gubernamentales o comunitarias, pero fundamentalmente la comunidad debe ser la protagonista de dichas intervenciones.

Tahira Vargas, en su artículo Niñez y armas de fuego,publicado en el periódico Hoy del pasado sábado, recalca que “la formación de la masculinidad en la niñez está permeada por la violencia”.

Muchos niños y niñas no necesitan de armas de juguetes o de juegos electrónicos para iniciarse en la violencia.

P…. , de 11 años, anda como chivo sin ley en un barrio de la capital. No piensa reintegrarse a la escuela en septiembre. Cuando tenía 3 años asistió a la ejecución de su padre, que mataron por querer salirse de una pandilla con todo que llevaba un yeso. P….  se quedó con la madrasta de su madre, que pasó a convivir con un joven que fue asesinado hace 2 años. Hace menos de 3 meses el tercer compañero de la dama fue ultimado en la misma acera frente a todos los transeúntes.  ¿Cómo evaluar los efectos psico sociales a los cuales ha sido sometido este adolescente que no recibió ningún tipo de apoyo psicológico? ¿Cómo canalizará sus miedos, odios, rabias, culpas y carencias afectivas?

No es casual que grupos de adolescentes de Villas Agrícolas pongan de relieve la discriminación, la falta de seguridad, la falta de acceso a la salud y a una educación de calidad como elementos que afectan su calidad de vida.

Un estudio de Berenice Pacheco Salazar, publicado en el 2019, Estar, ser y convivir en la escuela. Una mirada profunda a la violencia escolar en la RepublicaDominicana, señala la prevención y la erradicación de la violencia en los centros educativos como unos de los principales retos del sistema educativo para transformar las escuelas en entornos seguros y formadores y los alumnos y alumnas en personas con espíritu crítico y agentes de cambios.

Como hemos recalcado, la violencia está por donde quiera  desde la más tierna infancia  agravada por el consumo de alcohol y drogas ilegales, con muy escasas posibilidades de reales intervenciones psicosociales. Las mujeres asesinadas y los victimarios suicidas se encuentran en una dinámica social donde cotidianamente se propaga  la violencia de manera transgeneracional.

La poca atención en salud mental que padece una gran parte del pueblo dominicano en todas las etapas de su vida son bombas de tiempo que explotan cada vez más a menudo y a las cuales hay que prestar más atención que nunca por las nuevas situaciones que ha generado la pandemia de Covid 19.

 

Fuente de la información:  Acento

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Educación ética y ciudadanía crítica

Por: Leonardo Díaz

La educación ética no puede ser suplantada por una instrucción confesional, cuya naturaleza es dogmática, jerárquica y excluyente.

 

Algunos problemas acuciantes de la sociedad dominicana, como el de las tres causales, la hipercorrupción o las distintas expresiones de la violencia subrayan la necesidad del debate ético en nuestro espacio público.

Este debate se hace difícil si no existe una cultura de la discusión democrática. Ella permite el cuestionamiento de los principios filosóficos, religiosos y morales que han orientado la sociedad y reorientarla en función de las nuevas sensibilidades.

¿Cómo puede prosperar el debate ético sabiendo que las concepciones sobre el bien y el mal son diversas y, en muchos casos, incompatibles?

Se requiere una actitud de apertura y disposición para encontrar unos principios éticos que sirvan de base a la convivencia común. Como señala la filósofa Amelia Valcácer (entrevista en Ethic, 29-7-2021), la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 es un claro ejemplo de como un debate racional puede generar principios rectores para la construcción de una sociedad democrática moderna.

En la sociedad dominicana todavía no hemos asumido la disposición a realizar este debate sobre temas éticos cruciales, porque la discusión parte de verdades establecidas incuestionables.

Un auténtico debate ético presupone la existencia de una ciudadanía crítica para poder participar con discernimiento y claridad en el análisis de los problemas. Al mismo tiempo, implica responsabilidad, porque el ciudadano de una sociedad democrática moderna es un sujeto que no solo disfruta de derechos, sino que también tiene unos deberes con respecto al resto de sus conciudadanos.

Una de las funciones más importantes de un sistema educativo es fomentar ese debate y la construcción de una ciudadanía crítica desde la educación ética. Por su naturaleza, esta formación es escéptica, secular y dialógica. Por ello, la educación ética no puede ser suplantada por una instrucción confesional, cuya naturaleza es dogmática, jerárquica y excluyente.

Si seguimos postergando este problema, las futuras discusiones morales adquirirán un marcado matiz de confrontaciones sociales radicalizadas en vez de debates democráticos con vistas al bien común.

Fuente de la información: Acento

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República Dominicana: Certificados de pruebas nacionales están disponibles en línea, informa Minerd

América Central/República Dominicana/06-08-2021/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

Para los estudiantes del año escolar 2020-2021 que no pudieron completar la aprobación de todas las asignaturas en este mes de julio, se habilitará otra fecha a los centros educativos, a inicios de septiembre, para recibir las notas de presentación de dichos estudiantes, una vez hayan concluido.

ANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Ministerio de Educación informó que están disponibles, a través de su página web, los certificados de pruebas nacionales correspondientes al año escolar 2020-2021.

“Este año lectivo mediante la Resolución 04-2021 se cancelaron las pruebas nacionales del nivel Básico de Adultos, y de Media y Secundaria en todas sus modalidades, debido a la pandemia de covid-19. Esta Resolución ordena otorgar certificado a todo estudiante que haya concluido y aprobado todas las asignaturas”, dijo Ancell Scheker Mendoza, directora general de Evaluación de la Calidad de la Educación.

De acuerdo a un comunicado, hasta el momento se han expedido 15 mil 989 certificados de Educación Básica y 38 mil 144 certificados del Nivel Medio del Subsistema de Educación de Personas Jóvenes y Adultas.

También se expidieron los certificados del nivel Secundario, con un total de 63 mil 638 de la modalidad académica; dos mil 195 de la modalidad de artes y 24 mil 663 de la modalidad técnico-profesional.

El Minerd informó que todos los estudiantes pueden imprimir su certificado entrando a la web https://www.ministeriodeeducacion.gob.do/servicios/padres-y-alumnos/certificacion-de-nivel-basico-pruebas-nacionales

Destacó que para los estudiantes del año escolar 2020-2021 que no pudieron completar la aprobación de todas las asignaturas en este mes de julio, se habilitará otra fecha a los centros educativos, a inicios de septiembre, para recibir las notas de presentación de dichos estudiantes, una vez hayan concluido

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/estan-disponibles-en-linea-certificados-de-pruebas-nacionales-8971387.html

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Report OVE: World Bank Group (WBG) , UNESCO Institute of Higher Education for Latin America and the Caribbean (IESALC), Gates Foundation and Facebook Corporation

Critical thinking is based on the praxis anchored in the territories , the systematic study of reality, the analysis of data, narratives and imaginaries. According to the world-system framework , doing critical pedagogies adds the need to study the link between large corporations, development banks, multilateral organizations and philanthropy with education.

This is particularly relevant in the context of recent decades tensions, resulting from the national educational disinvestment in key areas such as teacher working conditions, infrastructure, endowments and social programs for students, to which is added standardization systems of educational goals marked by suparanational definitions .

At no other time in history was so decisive explicit international pressure on the national in educational matters. The normalization and standardization of educational policies is produced through consensus induced by post-cold war multilateralism, formulation of minimum and maximum coordinates established by the G-7, international monetary fund and development banks, strengthened through the corporatization of the educational agenda and philanthropic financing of multinationals conditioned by market priorities.

Despite the multiple evidences in this regard , unfortunately many of the discourses of educational resistance do not immerse themselves in this spider web, which leads to the emptying of the narratives of resistance , to the fragility of the arguments and serious limitations to foresee.

The great obstacle to the work of this observatory is the precarious transparency in the budgetary and financial information of some instances of multilateralism. In the 21st century, transparency is an imperative to rebuild the democratic culture and the active role of citizens. However, the work will be done with the information that is available, without leaving at every opportunity to underline the need to improve transparency.

For the work that we begin with this report, we are eager to call on more voices to join the work we do, with the understanding that the work that we begin strategically is sustainable with an alternative social structure.

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