Page 102 of 102
1 100 101 102

Manifestación de educadores frente al Departamento de Hacienda en Puerto Rico

La educación en la mira de los recortes

4 de febrero, 2016 / Rosalinda Chanagá

Noticias como las que comentamos a continuación son, por desgracia, titulares en gran parte del mundo entero (capitalista).

“Al venir a la tierra todo hombre (y mujer por supuesto) tiene derecho a que se le eduque y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás”.

Los que en este mundo así lo entienden y se embarcan en la noble tarea de la enseñanza, en muchas ocasiones y en todas las latitudes, reciben a cambio, maltrato, incomprensión, olvido y salarios que no están a la altura de su consagración, si es que reciben alguno.

La noticia viene esta vez de Borinquén, la amada Puerto Rico, el ala que cayó al mar al decir del cantautor al musicalizar el poema de la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió, “Mi libro de Cuba” (Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas):

“Psicólogos, patólogos, terapistas de habla y lenguaje, terapistas ocupacionales, terapistas físicos y asistentes que atienden a sobre 60,000 niños del Programa de Educación Especial realizarán en la mañana de este lunes una manifestación frente al Departamento de Hacienda para exigir el pago por sus servicios”.

Según denunció el portavoz del Movimiento del Profesionales de la Salud (MPS), Josúe Pérez García, los contratistas del Departamento de Educación sufren de “atrasos millonarios e impago de la deuda” por parte de las mencionadas agencias y de las corporaciones que les contratan.

“La población a la cual servimos es una con necesidades especiales y que requiere de estas terapias para no quedarse en desventaja, evitar un deterioro en sus condiciones y mejorar su calidad de vida. Los especialistas de MPS son contratistas independientes que ofrecen servicios profesionales en las diferentes áreas de la salud. Somos subcontratados por corporaciones que negocian contratos (arbitrarios y unilaterales) directo con el Departamento de Educación y la Secretaría Auxiliar de Educación Especial, sin darnos ningún tipo de participación en ese proceso”, explicó.

En un parte de prensa, se precisó que lo que busca el MPS es que les paguen a tiempo por sus servicios.

“Este dinero corresponde al pago de los servicios prestados y debidamente facturados. No se puede continuar ofreciendo terapias con una deuda millonaria correspondiente a un patrón de meses en atraso sin que nos hayan saldado la deuda por concepto del servicio que brindamos el semestre escolar pasado”, se indicó.

“Que se establezca un procedimiento justo, que garantice nuestro pago de forma consistente”, añadieron.

Por otro lado, la presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR), Mercedes Martínez, respaldó la protesta.

“Este impago tendrá la consecuencia de que los estudiantes que reciben terapias bajo remedio provisional dejen de recibir las mismas, ya que muchos terapistas no continuarán ofreciendo sus servicios ante la enorme deuda acumulada por el Departamento de Educación”, dijo en un comunicado de prensa.

Opinó que “es inaceptable” que a los terapistas no le paguen por sus servicios.

“La FMPR exhorta al Departamento a no solo utilizar la frase ‘nuestros niños son primero’, sino a practicarla”, concluyó Martínez.

En un mundo donde gobiernos inescrupulosos hipotecan el futuro y roban a la educación su merecido soporte para destinarlo a pagar deudas contraídas cuyo dinero sólo satisfizo al lucro y a la represión o a los banqueros, son los niños los que a la postre son víctimas inocentes, las que se convertirán en mano de obra no calificada o medianamente calificada para servir y contribuir a la reproducción del mismo sistema que los ignora y oprime… y ¿adónde van los sueños de esos y esas jóvenes que un día soñaron con ser como su maestra y siguieron sus pasos de educadores y educadoras? Por suerte aun quedan seres humanos para los que la educación no es un medio de vida, sino una actitud ante la vida.

Pero independientemente del lugar, región o país donde un hombre o mujer decidan dedicarse a esta noble tarea, sépanlo o no, constituyen una fuerza invencible, temida por unos, adorados por otros y eternamente recordados por los que una vez fueron niños.

EI-1

“Para los niños trabajamos,

Porque los niños son los que saben querer,

Porque los niños, son la esperanza del mundo”

 

                                             José Martí

Nota: Esta noticia apareció en PrimeraHora.com el 2 de febrero de 2016

Comentarios: Rosalinda Chanagá. Colaboradora. Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora “Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños”. Caracas, Venezuela.

Comparte este contenido:

Puerto Rico: ¿Calidad de la educación o calidad gerencial?

La reforma educativa Bathia

Si bien la educación es responsabilidad de todos los Estados amen de hipotecar el futuro de la nación, los enfoques para su implementación pasan por tamices políticos en especial en su aspecto gerencial. ¿Cómo se organiza? ¿Quién lo rige? ¿A quién rinde cuentas?

Existen tantos sistemas de gerencia educacional como enfoques políticos o religiosos puedan existir. La politización de los sistemas empieza por su modo de organización y control.

En tiempos de crisis económica, los recortes se ponen de moda en gobiernos de corte neoliberal o sujetos a las exigencias del FMI el que usa su poder para erigirse como dictadura mundial. En tales contextos, junto a la Seguridad Social, la educación sufre brutales recortes que comprometen el futuro al provocar la deserción y la baja cobertura escolar, sin hablar de la baja en la calidad del servicio. Tal es el caso de Puerto Rico.

La actual crisis de la colonia estadounidense de ultramar amenaza con arruinar el ya precario sistema educacional. La brutal deuda económica, junto a la negativa del Congreso norteamericano de prestar asistencia a la nación boricua, ha conllevado, entre otros males, a la aparición de iniciativas para lucrar a costa de su educación pública.

Una de esas iniciativas la presentó en agosto del 2015 el presidente del senado puertorriqueño, Eduardo Bathia. Su proyecto consiste en dejar bajo control de entidades privadas o públicas que presten servicios educativos, al menos un 15% de las escuelas públicas. De implementarse esta iniciativa se crearía la “Ley para las Alianzas en la Educación Pública” lo que enmendaría la “Ley Orgánica del Departamento de Educación”. Según la idea del Senador, dentro de ese 15% estarían las escuelas con mayor rezago entre todas las instituciones públicas o aquellas cuyos padres de los escolares o el personal docente lo soliciten. Estos centros se llamarían escuelas públicas LIDER.

Las entidades educativas que administrarían las escuelas LÍDER serían seleccionadas mediante contrato por la Junta para las Alianzas y la Innovación Educativa, un organismo gubernamental que se crearía al amparo de la legislación, y que también gozaría de autonomía fiscal y operacional. El nuevo organismo tendría nueve integrantes, entre los que figura el secretario de Educación, el presidente de la Universidad de Puerto Rico, el decano de la Facultad de Educación de esa institución, el presidente de la Asociación de Colegios y Universidades Privadas, un líder magisterial, un representante de las organizaciones sin fines de lucro, el liderato de la Liga de Cooperativas, de la Cámara de Comercio y la Asociación de Industriales. La junta funcionaría como una “agencia de educación local”, según expone el proyecto de ley, y también tendría a su cargo la operación de las escuelas especializadas del sistema público. La medida dispone que a la junta se le asignaría $1 millón provenientes del presupuesto del DE para sus operaciones.

El senador Bhatia aseguró que la medida “garantiza el trabajo de todos los maestros”, pero durante una conferencia de prensa reconoció que las entidades educativas certificadas pueden disponer de todo el personal docente y no docente si lo entienden necesario.

Esa última frase presupone que también puede “no entenderlo necesario” lo que pondría en peligro la estabilidad laboral de los docentes que queden eventualmente excluidos.

Rosa Bell Bayrón, copresidenta del Movimiento de Unión Soberanista, criticó que el texto del proyecto de Bhatia tiene el efecto de alejar las llamadas Escuelas Líder -una criatura de la medida- del alcance administrativo del secretario de Educación, lo que tiene el efecto de crear dos sistemas de educación paralelos.

“Crea un nuevo sistema que se convertirá en lo mismo. La responsabilidad de esa Junta sería el nombramiento de personal y, según está redactado el proyecto, habría un choque continuo de a quién pertenece una autoridad u otra”. La solución sería crear dos sistema que “aumentarían la burocracia, la lentitud y la ineficacia”, dijo la líder del Movimiento de Unión Soberanista.

En el caso de la Escuela Líder, Bayrón dijo que podrían llegar al 15% del total del sistema educativo, cobijarían los planteles de bajo rendimiento académico –aunque advirtió que otras tantas escuelas podrían también ser clasificadas de esa manera mediante voto de la matrícula y los maestros-, y serían administradas por una Junta de Alianzas e Innovación Educativa, ente integrado por figuras del sector privado y de organizaciones sin fines de lucro.

Esas características de la Junta privatizarían el sistema, dijo Bayrón, lo que convertiría la medida en inconstitucional al asignar fondos públicos para sostener un sistema de educación privado.

“No hay supervisión, no se fijan tareas y no se evalúa el desempeño. Se toleró el incumplimiento (de la ley), pero ahora viene el doble castigo: como no sirve el Departamento vamos a privatizar. Juramos defender un sistema, no desmantelarlo”, expresó.

Como se deriva de las opiniones de líderes del sector, aquí se trata de un problema presupuestario y no de un problema educativo. La calidad de la educación en Puerto Rico no se evalúa, más aún cuando esos centros se alejan de la debida fiscalización y evaluación del gobierno que es quien a la larga sigue financiando el sistema de escuelas públicas de la nación las que podrían llegar a desaparecer en beneficio de la privatización de la enseñanza.

Nota: El anterior artículo se basa en una noticia aparecida en Primera Hora, redactada por Javier Colón Dávila / javier.colon@gfrmedia.com 26/01/2016

 

Autora: Rosalinda Chanagá. Investigadora. Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora “Centro de saberes Africanos, Americanos y Caribeños” Caracas, Venezuela.

Comparte este contenido:

La Invención del Caribe a partir de 1898

El artículo «La invención del Caribe a partir de 1898 (las definiciones del Caribe revisitadas)» de Antonio Gaztambide, Profesor Titular del Recinto Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico reflexiona sobre las distintas acepciones y/o conceptos que se han asumido desde 1898 para nombrar al territorio comprendido por las islas y el Mar Caribe, donde confluyen diversas historias, culturas e identidades.

Reflexionando bajo distintas perspectivas: histórica, geopolítica, antropológica y cultural, el autor se refiere tanto al pasado, como al Caribe contemporáneo concluyendo que no hay una definición acabada o «correcta del Caribe, o definiciones más o menos explícitas….».

En concordancia con el autor, pensamos que el Caribe es una construcción permanente que se despliega a partir de las re-lecturas, re-invenciones y re-creación que las y los caribeños hacen de este espacio vital donde la vida se presenta como un mosaico de múltiples posibilidades y expresiones
de lo que allí ha ocurrido y de lo que está por ocurrir.

Editora: Belén T. Orsini Pic Centro de Saberes Africanos (Venezuela) MSc. en Investigación Educativa y en Integración Regional Diseñadora de los Programas de formación de los Diplomados en Saberes Africanos y Estudios del Caribe Insular. Coordinadora del Diplomado en Estudios del Caribe Insular

Descargar el Documento

Comparte este contenido:

Puerto Rico como Frontera

Puerto Rico es la menor de las Antillas Mayores y la mayor de las Antillas Menores.” Durante más de un cuarto de siglo que llevo dedicado a la enseñanza e investigación de la historia del Caribe, he descubierto que esta oración es casi lo único que obtienen los puertorriqueños sobre la región durante su formación escolar. Generación tras generación —al menos desde la Segunda Guerra Mundial— e independiente de que provengan del sistema educativo público o el privado, los puertorriqueños recuerdan sobre el Caribe una oración que reitera una preferencia por la identificación antillanista de lo que hoy llamamos el Caribe “insular.”

Al principio la despachaba como una fórmula sencilla que meramente reflejaba una obsesión con el tamaño, por nuestra relativa pequeñez. Al irme adentrando en la experiencia con nuestro entorno caribeño, fui descubriendo que no era casual que dicha oración se hubiese integrado en el imaginario colectivo hasta devenir en una especie de referente obligado, más o menos inconscientemente heredado y reiterado. Esto ocurrió por varias razones. Primero, porque dicha fórmula sintetiza una dimensión crucial de nuestra experiencia histórica. Segundo, porque está preñada de significados sobre las maneras en que nos identificamos con el resto de la región. Y tercero, porque refleja también la actitud con la que tendemos a interactuar con ella.

Esa oración contiene, entonces, aspectos de las tres perspectivas desde las cuales podemos examinar la vinculación de Puerto Rico con el resto del Caribe, tanto insular como continental. En primer lugar, cabe explorar el rol y la autoimagen de Puerto Rico como frontera, desde los tiempos antiguos. Segundo, debemos comparar la experiencia puertorriqueña con la del resto de las sociedades del Caribe. Tercero, podemos examinar las interacciones de la sociedad boricua con el resto de la región. En este texto, voy a concentrar sólo en la primera perspectiva.

I – La frontera aborigen y de la conquista

Puerto Rico es la menor de las Antillas Mayores y la mayor de las Antillas Menores,” sugiere de inmediato un rol de frontera entre las Mayores las Menores. De cierto modo, ese rol lo venimos cumpliendo desde nuestra antigüedad. La evidencia arqueológica sugiere que nuestra isla fue punto de encuentro y mezcla entre los grupos migratorios que sucesivamente poblaron las islas. Incluso, investigaciones recientes sugieren que la interacción no solamente ocurrió en dirección al norte / noroeste sino que se movió en un ir y venir hacia el sur al menos hasta todas las islas de Sotavento, incluyendo Guadalupe, Dominica y Martinica.

La primera traducción de la palabra caribe a un idioma europeo se remonta a 1492. En el diario de su primer viaje a América, el genovés Cristóbal Colón tomó nota de unos “caribes” o “caníbales,” invariablemente localizados al este de los arahuacos antillanos que le daban las noticias. Es decir, se trataba de una mítica frontera que parecía tener su límite en una isla llamada “Baneque” —según algunas fuentes —, lo más seguro “Burenquen” — al decir del gran sabio cubano don José Juan Arrom. En el transcurso de ese y del segundo viaje al año siguiente, Colón identificó a esos caribes como habitantes antropófagos de lo que hoy llamamos las Antillas Menores y otras partes de ese Nuevo Mundo.

Había entonces, por lo menos en algunas de las Antillas Menores, grupos indígenas social y linguísticamente distintos de las tribus y cacicazgos que hoy llamamos taínos. Las diferencias eran las mismas existentes entre los arahuacos y caribes continentales en toda el área al norte del Amazonas, hoy Venezuela, las Guyanas y el extremo norte de Brasil. En las Islas Vírgenes y al este de Borinquén, estos caribes alternaban —al igual que los diversos cacicazgos taínos— entre la cooperación y la hostilidad con sus vecinos. El primer contacto con los presuntos caribes, a la vez primer encuentro armado entre españoles y americanos del cual tenemos testimonio, ocurrió en 1493 en nuestra vecina isla de Ay-Ay, conocida ahora como Santa Cruz.

El conquistador Juan Ponce de León nos muestra la imprecisión al informar, en 1509, que habló “a los caciques de la costa y a los caribes que allí hallé …” Y no se trataba de un novato: Ponce de León había llegado con Fray Nicolás de Ovando en 1502 —si no antes con Colón en el mero siglo XV— y conocía perfectamente a sus interlocutores, pues se ganó la encomienda de conquista después de la “pacificación” de Salvaleón del Higüey, el sureste de La Española.

Efectivamente, taínos y caribes —a ratos hostiles entre sí— se aliaron en los intentos de recuperar las tierras que les habían sido arrebatadas. El propio Ponce de León, despojado en 1511 de la gobernación por los reclamos del hijo de Cristóbal Colón, regresó en 1515 al frente de una “Armada contra caribes,” ya aplicado convenientemente a todo nativo rebelde o esclavizado. Su nieto, Juan Troche, transformado de viejo en homónimo del conquistador, documentó el fracaso del abuelo al consignar en 1582 la desolación de la tercera parte de la Isla al este de los ríos Loíza y Salinas.

Juan Ponce de León III” alegó que esa desocupación se debía a “ataques de caribes” pero aparentemente la resistencia de los “taínos” —algunos cimarroneando en las sierras de Luquillo y de Cayey— evitó el asentamiento estable en esa parte de Burenquen. Mi hipótesis es, entonces, que Puerto Rico continuó durante casi todo el Siglo XVI en un segundo rol, como la frontera de la ocupación española de las Antillas. Mientras los europeos no conquistaron las islas de Sotavento en el Siglo XVII, éstas sirvieron de retaguardia de los antiguos ocupantes de Burenquen.

II – La frontera imperial y contrabandista

Exterminados como grupos los aborígenes de casi todas las islas, la segunda dimensión de frontera aborigen se fue transfigurando durante los siglos XVII y XVIII en el de aquella entre imperios. Con la ocupación de las Menores por las potencias europeas no hispánicas, esta tercera función de frontera quedó simbolizada por las imponentes fortificaciones del Viejo San Juan.  Aunque la función estratégica militar predominó para la isleta y la Isla desde el traslado de la capital en 1521, no fue hasta la toma de la ciudad por los holandeses en 1625 —y su derrota en el campo de marte de El Morro— que se consolidó ese rol.

La “línea defensiva” de El Morro, la “casa” de los Ponce de León y la Fortaleza bastaron para proteger a la ciudad mientras España dominaba Europa y los europeos que la atacaban no tenían asentamientos estables en América, pero ya no eran suficientes. El segundo tercio del Siglo XVII vio dos monumentales obras. La primera fue completar el amurallamiento de la ciudad y la segunda expandir el bastión de San Cristóbal en una de las obras maestras de la arquitectura militar española.

Este tercer rol de frontera, “imperial” en la frase de Juan Bosch, tiene también una segunda dimensión. Más perdurable en la autoimagen y en la actitud puertorriqueña hacia los visitantes, me refiero al contrabando con los territorios de las mismas potencias que le disputaban a España el dominio de América. Los europeos no hispánicos estaban concentrados en las Antillas Menores pero también sostuvimos comercio ilícito con el “Guárico,” el Saint Domingue, o la parte francesa de La Española.

Arturo Morales Carrión, en su obra pionera, y Angel López Cantos después, han dado cuenta de la figura emblemática de Miguel Enriquez. Mulato libre, zapatero remendón hacia 1700, devino en armador de buques corsarios y terminó veinte años más tarde como “Capitán de Mar y Tierra,” condecorado por España, y el hombre más poderoso de la Isla. Enríquez, como muchas autoridades españolas antes y después que él, y como la mayor parte de la población criolla, reconciliaba la defensa del Imperio con el comercio ilegal, o contrabando, con los mismos enemigos de cuyos ataques protegían el territorio.

Ese contrabando no fomentó vivir de espaldas al mar —y menos por el temor de que “nos coge el holandés”— propuesto en el Insularismo imaginado por Antonio S. Pedreira. Esta cuarta frontera, porosa como buena parte de las fronteras, nos permitía temer y a la vez anhelar la llegada del holandés… y el francés y el inglés, y cualquiera que se acercara a ofrecer los productos manufacturados que España era incapaz de hacernos llegar. Sospecho que esta reiteración de la frontera alimentó por siglos nuestra hospitalidad, uno de los rasgos de la sociedad puertorriqueña que más impacta a los visitantes y que más nos enorgullece.

III – La frontera de Estados Unidos: nuevo imperio, resistencia y migraciones

Finalmente, hay un tercer “momento” y una quinta función de frontera, aunque ya no con las Menores, sino casi todo el resto de la región. A partir de la invasión de 1898, nos convertimos en una de las fronteras de Estados Unidos en el Caribe. Como antes con España, se reiteró el rol estratégico-militar de proteger los accesos, antes a los centros de la riqueza del imperio, ahora al Canal de Panamá y las rutas comerciales vitales para la nueva metrópolis.

Esa frontera estratégico-militar amplió sus funciones, pues desde entonces sirvió también de cabeza de playa para la expansión del poder de Estados Unidos sobre la región. Base carbonera al principio, para que los buques estuvieran más cerca de sus objetivos, nos convertimos en centro de aclimatación y entrenamiento de tropas, luego de conscripción y reclutamiento, y punto de lanzamiento para más de una invasión o intervención militar.  Devenimos eventualmente en lo que denominaron el Caribbean Sea Frontier, con sede en Roosevelt Roads, de alcance a todo el Atlántico Sur. Con todo y la desocupación de esta última, los viejos roles se han actualizado con el traslado de Ejército Sur, desde Panamá, y la presunta guerra contra el narcotráfico.

De este quinto rol de frontera, inseparable de y a la vez suplementada por el llamado problema del status, sacamos lo que me luce a ratos como una especie de esquizofrenia colectiva, fluctuando entre ser, como Sor Juana Inés de la Cruz, “la peor de todas,” y los ataques periódicos de ser “lo mejor del mundo.” Pero esta tercera etapa plantea también una sexta dimensiónparecida a la del contrabando: el nacionalismo cultural y el rol de Puerto Rico como frontera de la resistencia a la absorción y el dominio cultural y económico estadounidense. De ella obtenemos también las variadas actitudes de los “vecinos” más o menos distantes que nos miran con una mezcla de pena, envidia y recelo que a menudo se nos pasa desapercibida.

En años más recientes, el último medio siglo, se añadió una séptima dimensión: la frontera de entrada a esa metrópolis. Comenzó con una porción significativa de los primeros exilados de la Revolución Cubana, entre 1959 y 1962. La influencia de éstos en la sociedad puertorriqueña fue sólo uno de los múltiples efectos de un acontecimiento cuyo impacto apenas comenzamos a reconocer. No han dejado de llegar, aunque en menor cantidad, los más recientes aquellos que alcanzan “tierra estadounidense” en la Isla de La Mona.

En esta séptima dimensión le siguieron cientos de miles de inmigrantes indocumentados que tanto nos han reacercado a la República Dominicana. Ha incluido, sin embargo, haitianos y cantidades relativamente imperceptibles de otras etnias, particularmente asiáticas. Paradójicamente, esta dimensión —además de continuar enriqueciendo nuestra ya variada sociedad— refuerza las herencias de todas las anteriores.

Puerto Rico/Autor: Antonio Gaztambide/En 80 Grados Prensa sin Prisa

Nota del autor: Este artículo es una versión revisada de la publicada en Claridad, 1 al 7 de abril de 2010, pp. 18-19.

Fuente: www.80grados.net

Editora: Belén T. Orsini Pic Centro de Saberes Africanos (Venezuela) MSc. en Investigación Educativa y en Integración Regional Diseñadora de los Programas de formación de los Diplomados en Saberes Africanos y Estudios del Caribe Insular. Coordinadora del Diplomado en Estudios del Caribe Insular

Comparte este contenido:
Page 102 of 102
1 100 101 102