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Para aprender

Por: Fernando Savater

La reflexión filosófica puede ofrecer un análisis potente de la realidad en la cual y a veces contra la cual vivimos.

He leído a una defensora de la filosofía —papel poco rentable, pese a la salvación de la Facultad Complutense— proclamarla indispensable como permanente guerrilla intelectual contra las asechanzas del capitalismo. Es restringir su alcance tanto como los que quieren suprimirla de los estudios. Según ese criterio, Aristóteles debería haberse dejado de metafísicas y categorías para centrarse en la denuncia del imperialismo macedonio… Sin embargo, prescindiendo de prejuicios que la reduzcan a vacua tribuna de dogmas (la posverdad es la antítesis contra la que ha luchado no ahora, sino desde el ágora socrática), la reflexión filosófica puede ofrecer un análisis potente de la realidad en la cual y a veces contra la cual vivimos. Van tres ejemplos.

Con Estudios del malestar (editorial Anagrama), José Luis Pardo nos ofrece el mejor análisis en profundidad que conozco sobre la confusa metástasis política, tecnológica y social que nos somete a trumpazos y bandazos en la última década… como poco. Si no quieren limitarse a poner rótulos para sacudirse los problemas (neoliberalismo, populismo, etcétera) sino que les gustaría saber algo más, este es su libro. Aunque solo sea un enigma made in Spain, la cuestión de por qué la izquierda se ha vuelto reaccionaria y apoya al separatismo recibe adecuado tratamiento en La seducción de la frontera (editorial Montesinos) de Félix Ovejero. Y la sustitución sentimental del racionalismo democrático por el clamor de “las tripas”, como antes se decía, es el tema de fondo de La democracia sentimental (editorial Página Indómita) de Manuel Arias Maldonado, que no solo argumenta con tino sino que brinda abundantes pistas bibliográficas para continuar indagando por nuestra cuenta. De modo que el camino del pensamiento sigue abierto: falta saber cuántos leen aún para aprender, no para despotricar.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/12/16/opinion/1481903212_334629.html

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Defender la educación pública no es delito: absolución de ‘los Cinco del Buero’

Por: Agustín Moreno

Cuando aquel policía ceporro calificó de “el enemigo” a unos estudiantes valencianos que se manifestaban por la educación pública, debimos imaginar que se estaba preparando la criminalización de la protesta social. Y así ha sido, represión y recortes han ido de la mano estos años de gobierno del Partido Popular. El ataque a los derechos sociales ha sido tan brutal que el gobierno Rajoy ha tenido que emplearse a fondo desde el minuto uno para imponerlos por la fuerza. Era la única manera de intentar aplastar la resistencia de los movimientos sociales, las mareas, la ciudadanía. Pocos se han salvado de esta forma de injusticia, desde huelguistas a manifestantes, tuiteros o titiriteros. Ahora están apareciendo las consecuencias judiciales del castigo político a la contestación de las políticas antisociales.

Hemos conocido estos días que en Cantabria está habiendo movilizaciones en solidaridad con nueve jóvenes a los que les piden 42 años de cárcel, un auténtico despropósito. La razón: intentar participar para defender la educación pública en un acto en la universidad de Cantabria al que sin motivo se les denegó el acceso. Afortunadamente en Cádiz acaban de absolver a dos jóvenes acusados por una protesta similar reivindicando un edificio para una facultad, y el juez ha considerado que la actuación policial fue “desproporcionada” y que el contexto “parece evocar etapas predemocráticas ya superadas”

Otra barbaridad es la de los cuatro profesores y un activista social de Guadalajara que se enfrentan a cuatro años de cárcel y 3.000 euros de fianza a cada uno por defender la educación pública. Fue hace cinco años. Sin que mediara aviso o negociación alguna, la administración educativa del PP sacó de repente unas instrucciones que dejaban en la calle a 800 profesores interinos, desplazaba a otros, suprimían apoyos, refuerzos y horas de laboratorio al alumnado. Era la orgía de los recortes a los servicios públicos esenciales, al igual que había pasado en Madrid, y que dio lugar al nacimiento de la Marea Verde y a una larga lucha que aún continúa.

Como cuenta la Plataforma que pide la absolución de los ‘Cinco del Buero’, esta violencia legislativa provocó la lógica indignación de muchos centros educativos y cientos de profesores y profesoras se concentraron espontáneamente frente a los Servicios de Educación en Guadalajara con el ánimo de expresar democráticamente la protesta. Luego, más de 400 personas se dirigieron hacia el teatro Buero Vallejo, donde interrumpieron el pregón que presidía el alcalde del PP Antonio Román.

Cinco personas fueron identificadas días después de manera arbitraria como participantes en la protesta. Ahora, la acusación particular en representación de cuatro de los ocho policías locales presentes en el teatro y auspiciada por el Ayuntamiento de Guadalajara que tiene mayoría del PP, intenta meterles en la cárcel.

Fue un acto pacífico, no hay más que ver el vídeo. Todo lo que hubo fue un alboroto y un forcejeo para desalojar el anfiteatro, pero la denuncia de la acusación particular (algunos policías locales, respaldados por la alcaldía) siguió adelante como un delito penal, aunque cuatro de los policías presentes retiraron la denuncia y el fiscal ha pedido el sobreseimiento. El juzgado de instrucción les imputa graves delitos que no cometieron: desorden público, atentado a los agentes de la autoridad y falta de lesiones; algún agente ha aducido algo tan ridículo como sufrir luxaciones en los dedos de la mano por empujar a un manifestante.

Los acusados son conscientes que no son mártires ni héroes, y que de hecho les tocó a ellos como podía haberle tocado a todo aquel que participó en aquella protesta contra los recortes en educación. Saben que se les pretende utilizar como chivos expiatorios de la represión sobre el colectivo docente, por un alcalde autoritario que ampara una denuncia absolutamente injusta, arbitraria e inmoral. También lo saben más de un millar de personas que se han manifestado el 11 de febrero en solidaridad con ellos y que han gritado en las calles de Guadalajara: “¡Yo también estuve en el Buero!”

Quizá ayude a entender por qué se mantiene este juicio político el contexto en el que se produjo. Sucedió en Castilla La Mancha, región entonces gobernada por la secretaria del Partido Popular, María Dolores de Cospedal; donde se sancionó al maestro Ángel Renieblas con un mes de empleo y sueldo, por explicar a las familias de sus alumnos los motivos por los que iba a secundar una huelga. En la ciudad de Guadalajara que gobierna un alcalde del PP, Antonio Román; el mismo que acumulaba tres cargos y, según algunos medios, tres sueldos (alcalde, diputado y médico), que pretendía cobrar a los familiares de las víctimas del franquismo 3.000 euros por las exhumaciones y que se niega a aplicar la ley de Memoria Histórica. Y en la provincia de Guadalajara, donde hace tan solo algunos días el PP ha comprado el transfuguismo de una diputada de Ciudadanos para asegurarse la mayoría en la Diputación.

Ante estas denuncias y acciones judiciales, cabe preguntarse ¿dónde queda la libertad de expresión?, un derecho fundamental que define o no la existencia de una democracia. Si se les condenase a los ‘Cinco del Buero’ , tendríamos que hablar de presos sociales o políticos. Deben ser absueltos, aunque el daño moral, psicológico y material ya está hecho, y Domingo, David, Maroto, Miguel Ángel y Nacho –y sus familias- están pasando un auténtico calvario.

Hay que repetirlo, es un juicio político. Se pretende crear desde el poder un clima de intimidación, convertir a las víctimas de los recortes sociales en culpables por resistir. Pero como concluye el Manifiesto que pide su absolución: “Con la represión no van a conseguir acallar nuestras voces, que claman por un mundo más justo para nuestros jóvenes. Una y mil veces saldremos a defender nuestros derechos porque no tenemos miedo”. Los acusados son ciudadanos que defienden lo público, profesionales que quieren hacer bien su trabajo y no ser peones al servicio de una administración insensible que les desprecia. El próximo 14 de febrero se celebrará el juicio. Es la hora de la denuncia y la solidaridad.

manifestación en solidaridad con 'los Cinco del Buero' celebrada en Guadalajara.

Los manifestantes escuchan una intervención ante la Iglesia de San Ginés, ayer, durante la manifestación en solidaridad con ‘los Cinco del Buero’ celebrada en Guadalajara. / Agustín Moreno

Fuente: https://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/2017/02/12/defender-la-educacion-publica-no-es-delito-absolucion-de-los-cinco-del-buero/1835

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Contra el bullying homofóbico

Por: Nuevo Diario

De acuerdo con datos de la Unesco, a nivel internacional el bullying homofóbico se expresa a través de insultos, agresiones físicas y discriminación, generado por compañeros e incluso docentes de escuelas públicas y privadas, siendo más frecuente entre alumnos de secundaria; lo cual genera depresión, soledad, miedo, intentos de suicidio y los daños autoinflingidos.

En México, se estima que 75 por ciento de los hombres homosexuales, 50 por ciento de las mujeres homosexuales y 66 por ciento de individuos transexuales, en algún momento de su vida, sufrieron bullying homofóbico en las aulas, que se manifestaron con burlas, insultos, golpes y abuso sexual tanto en instituciones públicas y privadas.

La homofobia social ha inducido a generar homofobia internalizada, que genera riesgo suicida en los adolescentes homosexuales de tres a seis veces más que los heterosexuales y se vincula al rechazo familiar.

La Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia reportó que en el período 1995-2015, se registraron más de mil 310 asesinatos por odio homofóbico en nuestro país; sin embargo, se estima que existen muchos más casos sin registrar bajo esta categoría, lo cual nos coloca en el segundo lugar a nivel mundial en crímenes por homofobia.

PRESIÓN SOCIAL

Vicenta Hernández cuestiona el rechazo que algunos grupos, incluyendo religiosos, mantienen hacia la diversidad sexual: “La mayoría de las personas se manifiestan a favor de la no discriminación y el respeto a los derechos humanos; pero en la práctica se refleja lo contrario en el alto índice de bullying homofóbico, que se presenta en las escuelas y en la sociedad en general.

“Muchas niñas y niños que se perciben diferentes, que eligen juegos distintos a los que la cultura les ha impuesto llamándoles ‘juegos de niñas versus juegos de niños’ y que hoy sabemos, se llaman comportamientos de género variantes, se ven forzados ante la presión de sus pares, la familia y la sociedad, a vivir en función de los comportamientos que los demás dicen que deben actuar. No es gratuita la ambivalencia y dolorosa inseguridad en la que se viven muchas personas aparentando ser lo que no son y diciendo sentir lo que no sienten”.

ES NECESARIO ROMPER LOS TABUÉS

Karla Barrios psicóloga clínica, sexóloga, psicoterapeuta sexual y maestra en tanatología, quien se especializa en procesos de reasignación integral para la concordancia sexo-genérica de personas transgenéricas y transexuales, señala que existen muchos temas en la vida de los que no hablamos, que guardamos, que callamos: sin embargo, el hecho de que estén «ocultos» no impide que tengan manifestaciones o impactos importantes en la vida cotidiana. Estos temas que pensamos “debemos callar o nos han enseñado que debemos callar” son mayoritariamente temas relacionados con la violencia, eventos que se viven en el ámbito familiar o más cercanos afectivamente… Un tema recurrente con estas características es el abuso sexual infantil, del cual difícilmente hablamos, pero con una huella muy importante en la calidad de vida.

Sumado a la creencia de que «‘la ropa sucia se lava en casa’, se genera un silencio aterrador y un caldo de cultivo para la repetición de los patrones de violencia en todas sus esferas y a llevar a la persona que ha vivido abuso sexual infantil a vivir con miedo, culpa, vergüenza, ansiedad, depresión, distorsión de su propia imagen, dificultad para apreciarse, afectando su calidad de vida”.

Es por ello tan relevante abordar las experiencias de abuso sexual infantil, reconocerlas y atenderles como una manera de transformar semillas y experiencias, en buenos tratos y autocuidado.

Por su parte, Juan Carlos Hernández Meijueiro, maestro en Salud Pública y VIH-Sida por la Universidad de Emory de Atlanta, Georgia, Estados Unidos, psicólogo social y educador en sexualidad humanista con especialidad en Catequesis Misionera por el Instituto de Catequesis Misionera de la Universidad Pontificia Urbaniana de Castelgandolfo de Roma, Italia cita la utopía planteada por J. Weeks: “Existe una posibilidad más humana de acoger, en lugar de rechazar, la diversidad, de aprender a vivir con la inmensa variedad de seres humanos que existe, y de desarrollar una política basada más en el pluralismo democrático que en el fundamentalismo moral”, para destacar la importancia de erradicar la doble moral.

“Es necesario romper los silencios que ocultan la muerte, la corrupción, la enfermedad y la opresión. Dentro de estos silencios están lo que la pareja tiene en torno a sus necesidades afectivas y sexuales; el que tienen los padres y madres de familia ante los hijos en torno a la violación de los derechos humanos más elementales contra quienes no se aceptan a la norma”.

ACCIONES CONTRA EL BULLYING

La Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología A. C. (FEMESS) es una organización que ejecuta diversas acciones orientadas a promover los derechos sexuales, apoyada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los principios básicos de la Ley General de Salud, en la Ley General de la IV Conferencia Internacional de Población y Desarrollo y la Plataforma de Acción de la IV Conferencia Mundial, que señala: “En nuestro país coexisten diversos estilos de vida y diferentes formas de organización familiar. Las distintas propuestas de educación formal de la sexualidad deben respetar esa diversidad sin hacer omisiones ni promociones sino estimulando un proceso crítico donde las personas puedan obtener elementos para decidir con responsabilidad sobre su propia vida sexual, sabiendo que tienen el derecho al respeto de quienes les rodean”.

Especialistas como los citados anteriormente participarán en el Curso- Taller Educación Sexual para una Sociedad Incluyente, coordinado por la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología A.C. (FEMESS) y la psicóloga Vicenta Hernández Haddad, que se realizará el próximo mes de febrero (los días 18 y 19) en la Ciudad de México.

Ahí se tratarán temas como la educación sexual en México, la conciencia de la identidad desde la infancia y la orientación sexual, la importancia de contar con recursos didácticos apropiados para fomentar la educación sexual integral, tanto en el hogar como en la escuela; la atención a la diversidad educativa en las escuelas públicas y privadas; la prevención de abusos sexuales infantiles y el análisis de cómo el cristianismo ha fomentado la exclusión de la diversidad sexual.

Fuente: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1305970.contra-el-bullying-homofobico.html

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Sombras en el ágora: ciencia y opinión pública en democracia

Por:  José María Agüera Lorente

Es sabido que la democracia ateniense no era contemplada con mirada amable por el bueno de Platón. No ayudaba a ello el origen aristocrático del filósofo ni la época políticamente turbulenta que le tocó vivir marcada por el drama biográfico que supuso la condena y muerte de su amigo y maestro Sócrates, «el más justo de los hombres de su tiempo», a decir del propio Platón tal como dejó escrito en su famosa Carta VII. Si nos apuntáramos al punto de vista del Miguel de Unamuno de Del sentimiento trágico de la vida, según el cual las verdaderas razones de las ideas filosóficas se encuentran en las raíces vitales de quienes las alumbraron, teniendo más que ver, por tanto, con sus experiencias personales, entonces no habría más que hablar; el gran filósofo que tuviera por verdadero nombre Aristocles levantó su portentoso sistema filosófico como respuesta ideológica a la amenaza que para sus intereses de clase suponía la inmadura primera democracia de la historia. Ahora bien, por mucho que de verdad pueda tener esa versión de la génesis del platonismo no se puede negar lo certero de la crítica del filósofo ateniense al sistema democrático en cierto respecto que trataré de exponer en lo que sigue.

No se trata aquí de repetir cosas ya conocidas, pero en aras a la claridad expositiva no se debe pasar por alto que el nacimiento de la democracia y las tesis del relativismo y el escepticismo radical, que son aportaciones conceptuales de los sofistas –los adversarios filosóficos de Platón no por casualidad–, acontecen en el mismo tramo cronológico del siglo V a. C. Ambas tesis conllevan la destrucción de la posibilidad de la verdad objetiva. Por eso el fundamento de la crítica platónica a la democracia es de naturaleza esencialmente epistemológica, ya que, supuesto el intelectualismo ético socrático que liga virtud y conocimiento, y negada la posibilidad de éste, se elimina el fundamento de la buena política que no es otro que la virtud del gobernante. De aquí que el esfuerzo del autor de República se centre en gran medida en la restauración del conocimiento como valor supremo del buen gobierno. Es lo que implica su afirmación, también contenida en su Carta VII, según la cual «no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra».

Esta preocupación de Platón por la salvaguarda del conocimiento como principal recurso de la acción de gobierno sigue teniendo sentido en el contexto de las actuales democracias modernas. Primero se desenvuelve en el frente de la opinión pública, en el que a menudo se plantea la confrontación de ideas de un modo que no se promueve el encuentro racional de la pluralidad de posturas en el ágora democrática. Lo advertía Fernando Savater a finales del siglo pasado en un artículo titulado Lo indiscutible, en el que daba cuenta de la postura de los que sostienen que es imposible dar con un conocimiento más cierto que otros, por lo que hay que asumir que sólo se puede aspirar a opiniones, todas relativas y personales, expresión del partido político o del grupo mediático de quien la sostiene. Lo llamativo es que se detecta en este escepticismo universal un cierto «gozo democrático», observa el filósofo español. Lo experimentan quienes dan todas las opiniones por igualmente respetables o válidas, pues consideran que lo característico de la democracia es que cada ciudadano tenga su opinión, entendiendo ésta como la forma de expresar cómo es cada cual, no cómo cree cada cual que es la realidad. De modo que quien se atreva a defender que hay puntos de vista insostenibles según el conocimiento objetivo se arriesga a ser tildado de dogmático impenitente incapaz de respetar la pluralidad de pareceres, que es uno de los rasgos definitorios de la democracia. Precisamente lo que a Platón sacaba de quicio y por lo que tanta inquina le tenía al dichoso sistema político parido por su Atenas del alma.

En efecto, esta es una sombra que se proyecta en el ágora democrática consecuencia de las limitaciones gnoseológicas propias de la naturaleza humana: la tentación de la renuncia a la verdad y la suplantación de ésta por la opinión pública. Cuando esto ocurre el debate político, que mantiene vivo el pálpito del corazón cívico, se enturbia con la retórica espesa de la ideología, que enmascara la carencia de valor epistémico que acaba afectando al lenguaje (me fascina, por cierto, a este respecto el último grito en retórica política venido del entorno del flamante presidente de los EEUU; me refiero a los «alternative facts»). Dejándonos deslizar por esta pendiente de obnubilación podemos llegar a creer que «la democracia es una suerte de encarnación institucional de la opinión pública», tal como advierte Rafael Argullol en su artículo de 2007 titulado, precisamente, Contra la opinión pública. En él viene a plantearse si puede llegarse al extremo de votar la verdad científica. No es ésta, desde luego, un grato elemento para los «encallecidos opinadores» en expresión de Savater. Téngase en cuenta que la objetividad que la define choca necesariamente con la subjetividad de los prejuicios ideológicos a los que suele sentirse tan apegado el común de los mortales.

Por otro lado, el pensamiento científico –que no lo es si no es escéptico, racional y crítico– no parece ser la actitud natural en el común de los individuos en su proceder diario. De ello da pruebas hasta decir basta el profesor de ciencia cognitiva Massimo Piatelli-Palmarini en su libro de hace dos décadas titulado Los túneles de la mente. En él apela al realismo que se debe imponer a partir de un conocimiento objetivo de nuestra «psicología espontánea», que no es una «pequeña razón» ni una «racionalidad espontánea». Trasladado esto al plano político implica que la libertad de pensamiento y de expresión, que idealmente son elementos intrínsecos a la democracia, no aseguran por sí mismos la práctica general de la racionalidad, de la que la ciencia seguramente sea su versión más sofisticada. Porque –como demuestra profusamente el profesor Piatelli-Palamarini–: «La racionalidad no es, pues, un dato psicológico inmediato, sino más bien un complejo ejercicio que tiene que ser conquistado primero y mantenido después con un cierto coste psicológico. (…) la racionalidad ideal es ideal».

La ciencia no es un producto psíquico sin más, sino un logro histórico y cultural al través del cual se manifiesta esa racionalidad (ideal). Tampoco la democracia es algo espontáneo, sino plasmación política de nuevo de la racionalidad en el ámbito de la convivencia entre los diversos (o sea, política), pergeñada de forma imperfecta a través de los avatares de la historia. No sé si en este principio de milenio en el que más a menudo de lo que me gustaría oigo apelar como altar de legitimación a sentimientos nacionales y religiosos (todos exacerbados en la preocupación general por la identidad), impulsores todos ellos de poderosas corrientes de opinión pública, no hemos perdido de vista, quizás, esa condición ideal (o normativa) de la democracia, que, como aspiración de racionalidad, comparte con la ciencia.

La realidad hoy por hoy es que en la acción de los gobiernos democráticos parece incidir más los intereses que amparan ideologías que desprecian la racional aspiración a la verdad que el conocimiento científico que para Bertrand Russell era el único capaz de proporcionar los medios eficaces de alcanzar la vida buena, idea con la que coincide en la actualidad Mario Bunge (léase su Filosofía política).

Es verdad que, como reconoce el profesor de investigación del CSIC Pere Puigdomenech en un artículo titulado Certezas y dudas, cada vez más se acude a los datos aportados por la investigación científica para tomar decisiones sociales y políticas. Ahora bien, ¿significa esto que la política democrática orienta sus pasos hacia el sendero de la racionalidad (ideal)? Para responder a esta pregunta debemos fijar nuestra atención en un elemento esencial del método científico: la duda. Está claro que se investiga para buscar certezas, pero no es infrecuente que en el camino tropecemos con dudas. Ahora bien, como advierte el profesor Puigdomenech: «Ante la opinión pública, esta situación puede aparecer como si hubiera alternativas igualmente válidas, lo que se amplifica sobre todo cuando, además, hay intereses en juego. (…) Al abrir este espacio de dudas se deja espacio para aparentes contradicciones, de las que pueden aprovecharse quienes tienen sus propias, y a menudo interesadas, certezas».

Y así –y valga como ejemplos tomados a vuelapluma– se puede aprovechar de ese espacio en sombras en el ágora democrática, donde campa a sus anchas la opinión pública, tanto la postura contraria a los transgénicos como los intereses de las grandes corporaciones que niegan el cambio climático. Dejarlo, pues, como un lugar en el que pugnan, con total desasimiento de la racionalidad, ideologías e intereses tiene un coste real muy superior al psíquico de vencer nuestras ilusiones cognitivas. ¿Nos podemos permitir, entonces, la ausencia de la ciencia del ámbito político?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222814&titular=sombras-en-el-%E1gora:-ciencia-y-opini%F3n-p%FAblica-en-democracia-

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La investigación educativa en México con sesgo cognitivo…

Por: José de Jesús Reveles

A título personal la investigación educativa nos permite no solo generar un camino con el cual podamos analizar las necesidades que como docentes se tiene, tanto en el quehacer dentro del lugar de trabajo como en el progreso profesional, con el fin de mejorar la calidad educativa; si no también es una herramienta para buscar y evaluar las nuevas pedagogías, metodologías y didácticas que se forman a través de la interacción de todos los sujetos (internos y externos) que participan en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Desafortunadamente entre la comunidad docente en México no ha existido una verdadera cultura de investigación. Dos de las razones fundamentales han sido la falta de recursos tecnológicos y el desconocimiento en cuanto a metodologías de investigación que sean pertinentes dentro del campo de la educación.

La investigación en el campo de la educación, y especialmente en un país tan rico en diversidad como el nuestro, no puede quedarse nada más en un cientificismo teórico que satisfaga las necesidades intelectuales de investigadores individuales o de instituciones específicas.

Es por lógica que la investigación educativa en México tiene un compromiso social. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de que investigadores educativos y sus proyectos respondan no nada más a necesidades en el nivel local y en el de la comunidad hacia donde van a tener un impacto los resultados de dichas investigaciones.

El diseño de la investigación educativa en México como línea de acción tiene que tomar en cuenta criterios en cuanto a pertinencia, integridad, flexibilidad y pluralidad.

Es así que a juicio personal, hoy en día los programas educativos y sus contenidos necesitan adaptarse a la realidad del maestro, del alumno y de las condiciones regionales y locales de los centros educativos. Deben incluir el saber científico general y también popular, relacionándolos con el fin de ayudar al estudiante a interpretar su entorno desde lo local, a lo nacional, hasta una concepción de su lugar como individuo en el mundo.

Hoy en día la investigación educativa se encuentra principalmente fundamentada en la necesidad de plantear, crear y desarrollar proyectos referentes a la investigación, con el fin de analizar y evaluar la calidad de la educación que se desarrolla dentro de las instituciones formativas en el proceso de aprendizaje.

Es decir se concibe a la docencia y a la investigación como prácticas del conocimiento humano, cuyos términos se refuerzan mutuamente. La vinculación docencia-investigación adopta diversos y variados grados en cada una de las dependencias académicas.

Así una parte indispensable de la labor de docencia que se desarrolla en las facultades y escuelas normales, requiere de la realización de investigación y se considera que ello constituye una faceta de su propio trabajo.

Sin embargo, la investigación desarrollada en estas instituciones no debe significar únicamente un atractivo para el logro de personal académico altamente calificado, sino además, debe concebirse como un estímulo a la capacidad creativa de los profesores y como un medio para introducir a los alumnos en el conocimiento y manejo de la metodología científica, la cual atribuye de manera importante al enriquecimiento de su formación y al desarrollo de habilidades como son la capacidad de análisis, síntesis, deducción, inducción, evaluación, etcétera.

Esto permite conceptualizar a la investigación en términos generales a partir de dos variables: como un medio para adquirir conocimientos y como una forma de construir conocimientos; o sea, las aportaciones que dan lugar al desarrollo o evolución de un área o disciplina. Nos debe quedar claro que el establecer juicios de valor inexactos sobre la investigación, lo único que provoca es un sesgo cognitivo y con ello, un engaño racional y poco funcional para el crecimiento de la investigación en México.

Estimado lector, agradezco de antemano la atención prestada al presente. Nos leemos la próxima y espero que haya sido de su agrado. ¡Viva la Vida!

Fuente: https://www.elsoldezacatecas.com.mx/columna/la-investigacion-educativa-en-mexico-con-sesgo-cognitivo

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Soberbia

Por: Gloria Hurtado

Al igual que sucede con las enfermedades físicas que nacen y desaparecen de acuerdo al momento en que vive la humanidad, las mentales también aparecen o desaparecen de acuerdo a lo que la cultura vive. El cáncer, por ejemplo, es hijo de la modernidad a diferencia de la parálisis infantil a punto de eliminarse. Las vacunas contribuyeron a su erradicación. En el campo mental la histeria tiende a desaparecer frente al desarrollo de la liberación sexual, mientras hoy por hoy el narcisismo y la soberbia, se ganan el premio mayor de la condición humana.

La soberbia es la hija mayor del machismo, su consentida, la “luz de sus ojos” o en otras palabras, la mejor heredera del perfil de “su padre” autoritario, dominador, prepotente, dueño de la razón. El diccionario la define como “un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás”. No tiene sexo ni empaque físico. Tampoco escoge profesión, nacionalidad, o religión. Y quien lo creyera, tiene un gen dificilísimo de detectar ¡la inseguridad! Por ello, bien escondido y casi camuflado el miedo alimenta el nacimiento y desarrollo de la personalidad soberbia. El soberbio está invadido de una inseguridad visceral por lo que necesita “devorar” todo lo que encuentre a su paso y que haya percibido amenazante, igual o superior. Vive en continua guerra. Necesita demostrar que es “el mas”, el primero y por qué no, el único.

Hoy, día del periodista, escribo sobre la soberbia porque casi nunca los periodistas nos reunimos para hacer un “acto de conciencia” y auscultar cómo estamos desempeñando nuestro oficio. Las profesiones tienen ciertas características que atraen a las personas de acuerdo a sus condiciones individuales. Así como la arquitectura puede atraer a un artista en potencia y la literatura a un prospecto de escritor, ¿qué tanto el periodismo, como profesión moderna, “engarza” a personalidades egocéntricas y protagónicas? ¿qué tanto en el periodismo, el interés personal se confunde con el interés de servicio puesto que  la idea de juzgar y controlar supera cualquier condición de colaboración comunitaria? ¿Qué tan soberbio puede volverse un comunicador que se sabe poderosos, influyente, asertivo? Moisés Naím decía que las dos únicas fuerzas temidas por el populismo son la Ciencia y el Periodismo, como quien dice las únicas capaces de controlar un desborde universal. Pero y ¿quién controla a los científicos y a los periodistas? ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién le dice a un periodista o a un Medio que se ha equivocado? Aun mas, un Medio o un periodista pueden reconocer que en el tema de la información (no de opinión) pueden haber fallado? ¿Un científico acepta que se equivocó?

La soberbia es humana pero es primaria, elemental. No atraviesa, ni de cerca, un sendero de conciencia. “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”. Todas las tentaciones del rating, seguidores, “likes” ¿qué tanto marean al trabajar? ¿Se trabaja por reconocimiento o por servicio? Pueden venir juntos, sí, pero no son fáciles de separar. Hay que estar alerta para no dejar que la fama haga estragos en la intención de la profesión . O si no la soberbia será la que acabe con la confianza en una profesión cuyo objetivo básico es servir.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

 

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Nicaragua, cooperación genuina, día de la maestra / del maestro

La relevancia del actuar ético en el desarrollo de los educadores

Por: María Victoria Peralta

Como parte del debate sobre el mejoramiento de la calidad de la educación en Chile, el tema de la formación y desarrollo docente de los educadores se plantea como uno de los medulares a abordar. Respecto a ello, la mayoría de los estudios y consultas a los expertos nacionales, señalan como eje la necesidad de favorecer la formación disciplinaria (de las asignaturas escolares) y didáctica en los educadores.

Si bien es cierto que estos contenidos  deben ser parte de su formación y su desarrollo profesional, hay una dimensión que está por encima, que le da sentido y orientación al actuar de los docentes y a quienes tienen la responsabilidad de generar las condiciones para que estos profesionales puedan hacer adecuadamente lo suyo. Ello es un valor central: la ética.

La formación ética es la que nos permite en primera instancia darnos cuenta y valorar si el trabajo docente que hemos realizado responde a las necesidades de aprendizaje de los niños y niñas y a su desarrollo integral, con toda la entrega que esto implica. Pero además comprende aspectos que van más allá de lo disciplinario y lo didáctico, que dice relación con la empatía, el amor, la sensibilidad y el acoger a cada niño con sus características, intereses, urgencias y fortalezas. De esta manera se construye el contexto que permite a los pequeños ser atendidos como verdaderas personas y aprender. Ese es el gran secreto de la educación.

¿Cómo se forma la ética? En una constante relación con la realidad y sus múltiples situaciones; con el diálogo con los actores educativos; con el análisis permanente de la sociedad en sus demandas y oportunidades; con un espíritu crítico-propositivo que permita cuestionar nuestro quehacer docente.

Pero, ¿es la ética un tema sólo de los educadores? Para responder tomo las palabras de una gran educadora chilena recientemente fallecida, Ofelia Reveco Vergara (Q.E.P.D), quien decía, “tenemos que volver al tema de nuestra ética profesional quienes trabajamos en este nivel, llámense educadores, tomadores de decisiones o políticos”.

Esta cita nos hace referencia a que los problemas de la educación (sobre- escolarización, bajos aprendizajes, desmotivación, etc.) no son sólo responsabilidad de los educadores, sino de todos los que tienen que ver con ella, en especial, los tomadores de decisión.

Hemos visto en estos días en los medios de comunicación, niños que llevan más de cinco años en una escuela montada en contenedores insalubres en una comuna de Santiago.Otros, en jardines infantiles y colegios ubicados en zonas contaminadas de Antofagasta.

A ello se les suma, la existencia de escuelas donde se trabaja en espacios reducidos para la gran cantidad de niños y  las pocas educadoras que lo conforman, donde el arte, el movimiento, las salidas de exploración, la educación en la vida, no tienen lugar.

En fin, ejemplos de mala educación hay muchos y pareciera que a pesar de las reiteradas denuncias, a nadie lo ocupan en serio.

Por ello, la cita certera de nuestra querida colega toma relevancia: los educadores tenemos que hacer casi este acto de contrición cuando no desplegamos lo mejor de nosotros en lo personal y profesional, para que nuestros alumnos se desarrollen y aprendan, pero los responsables de “arriba” tienen que hacerlo más aún, por la posición que tienen y por su supuesta responsabilidad.

Esperamos que el actuar ético tome su lugar en este proceso de Reforma Educacional y nos ayude a analizar y avanzar en los complejos y persistentes problemas que arrastra nuestra educación. Nuestros niños y niñas lo merecen y sus profesores también.

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20151023063759/la-relevancia-del-actuar-etico-en-el-desarrollo-de-los-educadores/

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