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La letra con sangre entra

Por. Dr. Horacio Krell

Esta frase de Sarmiento pone en evidencia fallas del Padre de la educación,  la contradicción  entre  la espada, la pluma y la palabra que  figura en la prosa del himno que lo inmortaliza, porque proponía duros castigos a los alumnos que no respetaban las normas del colegio.

En 1947 la Conferencia Interamericana de Educación estableció como Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en homenaje a su fallecimiento. De origen humilde, sabía leer y escribir a los 5 años y a los 15 ya era maestro. El reglazo en la mano, el tirón de orejas, estar parado en una esquina del salón mirando hacia la pared, etc.,  son algunos de los castigos que ya no tienen espacio. Pero lo que sí parece haber ganado un lugar es el maltrato psicológico que rebaja la autoestima de los jóvenes.

El aporte de las neurociencias. En plena revolución del conocimiento una persona promedio sabe más sobre cómo funciona su auto que sobre su propio cerebro. Inclusive quienes deciden en materia de educación y encaran reformas pedagógicas ignoran los avances de las neurociencias.

Si resucitara un médico del siglo pasado e ingresara a un quirófano se sentiría perdido entre computadoras, luces, ruidos, imágenes y robots que hasta hacen invisible al paciente. La medicina se ha transformado a través de la computación, la bioingeniería y la biología molecular. Por el contrario, si resucitara un maestro, se sentiría muy a gusto con las aulas de hoy, sus pupitres, gradas, pizarras y sus clases magistrales.

Es necesario divulgar los avances de las neurociencias para que políticos, directivos, docentes, padres y alumnos, sepan que es posible hacer del aula el gran laboratorio de la sociedad. Educar es la industria pesada de cualquier país porque fabrica los ciudadanos del futuro.

El valor de la lectura. El cerebro produjo el lenguaje desde los albores de la humanidad, pero la lectura tiene 6000 años y el alfabeto 3800. Son adquisiciones mu recientes y no es posible que el cerebro haya cambiado tanto sino que áreas que siempre existieron se reciclaron para aprender a leer y a procesar textos  gracias a su “plasticidad”. Hay un componente genético que tolera la variabilidad. Ante cambios en el ambiente el cerebro adapta sus partes para nuevos usos, por ejemplo, identifica un mismo objeto en condiciones de luz y sombra diferentes. Esa capacidad le permite reconocer las letras aunque la escritura asuma formas diferentes. El sistema visual permitió desarrollar la lectura, pero también le impuso restricciones. Por ejemplo, la velocidad de lectura tiene como límite el tiempo que tardan los ojos en “saltar” de una palabra a otra y la capacidad del campo visual. Pero con un texto móvil computarizado que presenta frases se evita que el ojo deba saltar. Se puede llegar a leer 1500 palabras por minuto y con mayor comprensión. La velocidad de lectura encuentra su límite en la visión pero no en el procesamiento cerebral.

En febrero de 1676, Newton escribió una frase que se haría célebre: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado en los hombros de gigantes”. Desde entonces se repite para subrayar la importancia de la lectura. Es muy duro avanzar en la vida a los golpes, sólo con la experiencia.

Aprender a leer. Una de las tareas más complejas que debe realizar el hombre, es el tallado del alfabeto en su cerebro.

La lectura es la mejor gimnasia para el cerebro y el motor de la civilización y la cultura. Los genes brindan los instintos, las reacciones y los movimientos, pero el tallado del alfabeto en el cerebro representa la victoria de la mente y del espíritu sobre la materia.  Los genes que definen la conducta dejan para el cerebro la sensibilidad ante la experiencia. ¿Por qué el niño indefenso al nacer se convierte luego en el dominador del universo? Por su capacidad de leer y comunicarse con los demás de una manera que ninguna otra especie puede hacerlo.

La lectura se desarrolló  en sólo 6000 años pese a que el hombre tiene 200.000 de existencia. Por lo tanto no es el producto de la evolución natural sino de una capacidad latente que evolucionó.  Fue la invención de la escritura lo que produjo la lectura. Los niños aprenden hoy en 2 años lo que demandó muchas generaciones conseguir. Para eso se modifican y reorientan áreas que incorporan el hábito de la lectura. El desarrollo lingüístico  y visual es su condición previa. El niño nace con la capacidad de reconocer objetos que más adelante lo ayudarán reconocer letras.

También posee un circuito para el  habla. Primero comienza fotografiando palabras, así puede grabar la imagen escrita de algunas marcas.  Luego aprende a decodificar las letras o grafemas en sus sonidos o fonemas. Y por último logra el reconocimiento global de las palabras en forma veloz y automática. Encandilados por la primera etapa, el método global de enseñanza de la lectura, consideró que aprendía mejor presentándole palabras.

La falsa lectura. El niño empieza reconociendo a las palabras por su forma, sin prestar atención a las letras ni a los sonidos. Recién cuando aprende a conectar los grafemas  con los fonemas puede leer palabras que desconoce. La verdadera lectura comienza cuando puede advertir en forma explícita los diferentes sonidos del habla.  La conciencia fonológica debe ir acompañada del aprendizaje del código alfabético.

Hay ejercicios para lograrlo como decirle que saque la primera letra de una palabra y pedirle que la pronuncie.  Por ejemplo la c de cola (ola). O preguntarle si las palabra torre y corre empiezan con el mismo sonido (no).  Otro ejercicio es que diga cuántos sonidos tiene la sílaba pre (3).  Un juego para hacer con los niños es pedirles que reemplacen una palabra por otra que cambia en el primer sonido (gato por pato).

Aprender el alfabeto cambia el cerebro. Las zonas cerebrales deben adecuarse y eso genera una fluidez verbal extraordinaria.  El conocimiento del código escrito influye en alcanzar la conciencia fonológica. La última etapa es crear un diccionario mental de términos que se reconoce sin necesidad de deletrearlos y que se pueden captar con un solo golpe de vista  y pasarlas a las áreas del significado y la pronunciación.

Mientras el niño trata a las palabras como imágenes ambos hemisferios colaboran, pero luego el hemisferio izquierdo se especializa.  La conciencia fonológica permite incluso manejar mentalmente los sonidos de la lengua. La lectura amplifica la memoria verbal y los cerebros ya no serán los mismos. Mejora el reconocimiento visual, especializa a las neuronas y permite transferir aprendizajes hacia otras tareas,

El costo de la lectura. Como toda especialización, el lector ha cedido espacios que otrora dedicaba a otros menesteres. Por ejemplo ahora somos analfabetos en signos naturales que un primitivo dominaba a la perfección. El cerebro de un especialista en autos se activa mejor cuando ve un Mercedes Benz que ante otras imágenes. Es el costo que debe pagar el especialista.  El cazador arrodillado sobre la tierra para detectar las huellas de su presa pudo haber sido el predecesor de la lectura, es el gesto intelectual más antiguo de la historia.

El reciclaje neuronal. La educación debe jugar a favor de los cambios, el niño primero debe reconocer los sonidos, luego  asignarlos a las letras escritas y después de mucho tiempo establecer una ruta directa a las palabras. Las neurociencias no prescriben el modo de hacerlo pero el cerebro tiene límites que no se pueden superar. No es una tarea fácil aunque muchos crean que alcanza con mirar la palabra, eso lo hacen los adultos porque han transferido al inconsciente la tarea y lo hacen en forma automática. Los promotores de la lectura global niegan los avances de la neurociencia y proponen asociar cada palabra con su imagen o concepto. Para ellos el placer del niño es lo que vale y la excusa es que el silabeo lo atormenta. Es un error de sentido inverso al de la frase “la letra con sangre entra”. No se pueden saltear etapas, hay que pasar por eso. La prueba es que el niño lee más lentamente una palabra corta que una larga, pero el adulto no, pero llega a reconocer más rápido la palabra que las letras porque ya creó una jerarquía. Tampoco es cierto que en minúscula se lea más rápido por el reconocimiento de las formas, ya que la caja de letras del cerebro es invariante al tipo de presentación y la diferencia puede estar en la costumbre de leer con minúsculas.  Tampoco es la forma sino los parecidos de las letras lo que confunde. Enseñar a leer por palabras es un error derivado de ver que el adulto lo hace. Lo hace por experiencia.

Los experimentos muestran que niños aprenden más rápido con el método global pero luego se olvidan o se confunden con nuevas palabras. Los que usan el método fonológico progresan todos los días y hasta pueden leer palabras nuevas. La autoenseñanza, aprender a leer leyendo, es el camino hacia la lectura independiente, donde los vínculos neuronales entre sonidos y significados crecen sin una enseñanza explícita.

El cerebro es un todo. Leer es asociar un concepto abstracto a una realidad tangible. El hemisferio derecho es analógico con lo real, el izquierdo lo interpreta. Una mesa es parte de la realidad, el símbolo “mesa” es un signo que la representa. Los hemisferios se conectan por el cuerpo calloso, un cable de millones de fibras nerviosas. Al  aprender a leer, el niño avanza de lo conocido y concreto a lo desconocido y abstracto.

La educación debe encauzar su desarrollo con modelos. La mejor educación es el ejemplo y no “haz lo que te digo, pero no lo que yo hago”. El niño es un gran imitador. Generar en la edad de los principios la curiosidad lo hará joven para siempre, porque el niño es el padre del hombre

Según un estudio las personas que leen por placer son más propensas a manifestar satisfacción con su vida, a sentirse más creativas, menos tendientes a la depresión y tienen más alta su autoestima. Leer nos hace sentir menos solos. La lectura ofrece modelos más ricos y una perspectiva renovada. Ensancha el repertorio de vías de acción y de actitud. La gente que lee encuentra la toma de decisiones más fácil, como también planificar y priorizar. En 20 minutos menos de recorrer Facebook se pueden leer 50 páginas de un libro. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, lanzó un desafío. Propone leer un libro cada 2 semanas con énfasis en lecturas que permitan comprender nuevas culturas, creencias, historias y tecnologías. Medio millón de personas leen los libros. “Uno llega a ser grande no por lo que escribe, sino por lo que lee”, dijo Borges.

Desde  la década  del cerebro (1990-2000) las neurociencias observa al cerebro mientras piensa y saben cómo funciona. La neuroeducación aplica esos conocimientos para optimizar el rendimiento, entrenando la mente en procesos de aprendizaje, creatividad e innovación. Mediante un pensamiento sistémico integrador de las funciones de Percepción, Memoria, Comunicación e Inteligencia, un desarrollo holístico de la actividad cerebral para potenciar y coordinar los hemisferios cerebrales,  con la fórmula de Nietzche  según la cual “los métodos son la mayor riqueza el hombre”; se puede generar una  sinergia positiva según la cual el todo supere a la sumatoria de las partes.

El sentido común. Las neurociencias han descubierto en los lóbulos frontales una zona de convergencia, un espacio neuronal global que permite realizar las tres actividades fundamentales del cerebro: 1- sintetizar la actividad de los cinco sentidos, 2-memorizar lo que ocurre después de que algo se ha desvanecido, 3- reflexionar e imaginar nuevas formas de alcanzar un objetivo. Todo esto se realiza gracias a una red de conexiones neuronales de larga distancia. Es en esta fábrica de ideas donde todo se mezcla y donde surgen las invenciones. Fue la lectura la que posibilitó que los signos se conectaran con representaciones auditivas y orales de la lengua y que se pudieran conectar en pensamientos con un don clave: la recombinación mental.  Tomar a la lectura como una ciencia es el aporte más valioso que como herencia podemos legar a las nuevas generaciones.

Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem, mail de contacto horaciokrell@ilvem.com

Fuente: http://emprendedoresnews.com/tips/la-letra-con-sangre-entra.html

Imagen: http://es.ipcdigital.com/wp-content/themes/transcript/timthumb.php?src=http://es.ipcdigital.com/wp-content/uploads/2013/04/Castigo-fisico.jpg&q=90&w=629&zc=1

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La Complejidad de la Formación Docente

Por: Miguel de Castilla Urbina

Hablar de educación en cualquier país hoy, es hablar de su calidad. Siendo esta un constructo social, a su proceso concurren articuladamente un conjunto de factores exógenos y endógenos a la vida escolar, entre los que sobresalen: el contenido de lo que se enseña y se aprende (el currículum), los y las docentes que administran y gestionan esos contenidos desde su programación hasta su evaluación, y los propios estudiantes, como sujetos de aprendizaje y de su propio aprendizaje, incluidos su familia y su entorno económico y social.

Respecto al factor docente, recientemente, los días 30 de septiembre y primero de octubre pasado, se realizó en nuestro país un Congreso Internacional de Formación Docente con la participación como expositores en esta área del conocimiento educativo, de expertos de Cuba, Perú, Argentina y de organismos especializados del Banco Mundial y la Unesco y con la participación como talleristas de todos los cuadros dirigenciales del Mined a nivel institucional y territorial, directores y docentes de centros educativos y de las escuelas normales, coordinadores de TEPCEs y dirigentes y docentes de las facultades de educación del país.
Sobre la cuestión docente en Nicaragua, América Latina y el mundo mucho se ha investigado, se ha escrito y se ha hablado. Es un tema de difícil abordaje y tratamiento dada la variedad de sus múltiples caras y facetas, distribuidas en un amplio abanico, que van desde el reclutamiento y selección del personal, hasta su evaluación, pasando por su remuneración salarial y atención, cuidado y desarrollo profesional, formación, capacitación y promoción.
De lo anterior se deriva que la problemática docente, como fundamental para la elevación de la calidad de la educación, no se resuelve solamente con más y mejores programas de formación y capacitación. Es más, mucho más compleja. No obstante, si del conjunto antes mencionado, solamente con propósitos de análisis, aislásemos el componente de la formación y le convertimos en objeto de estudio, éste también presenta su propia complejidad cuyos componentes fundamentales son los de todos procesos formalizados de educación, esto es: un currículo o planes de estudios; los docentes llamados también para este caso formadores de formadores, y los estudiantes futuros maestros o profesores.
Sobre el currículo normalista o de las facultades de educación. Igual, una amplia bibliografía aconseja que hacer de acuerdo a los diferentes contextos. Sobre este tema, para el caso de Nicaragua y de muchos de los países de América Latina y el Caribe, antes que los futuros docentes aprendan las artes de la didáctica y de cómo enseñar, nuestro criterio es que lo primero de lo primero debería de ser que conozcan a profundidad el contenido de lo que van a enseñar. Esto es así para los docentes de todos los niveles, incluso universitarios. En Perú y Guatemala, recientemente se les administró a maestros de sexto grado, los mismos exámenes que ellos le habían practicado a sus estudiantes y los resultados fueron igual o peor que el de estos, especialmente en matemáticas y español.
Respecto a los docentes de las escuelas normales y de las facultades de educación, Nicaragua cuenta con una fortaleza muy grande. En los últimos años, con el apoyo de la Coordinadora Educativa y Cultural de Centroamérica la CECC-SICA, la mayoría de los profesores de las escuelas normales han realizado estudios de Maestría. Igual ha pasado y está pasando con los profesores de las facultades de educación. Lo que queda pendiente en este campo es un problema que es común a todos los que ejercemos el magisterio en nuestro país, y que trasciende a la academia y al régimen de estudios en cualquier universidad, me refiero especialmente a la fragilidad de la actitud y el compromiso de muchos de nosotros con el sentido de nuestro quehacer y de la profesión magisterial en general.
Respecto a los estudiantes de magisterio, pienso que Nicaragua cuenta con una cantera extraordinaria en su juventud, que eventualmente podría ser transformada en un poderoso movimiento magisterial de cara al porvenir. Todos los movimientos juveniles de la Juventud Sandinista y la Federación de Estudiantes de Secundaria. Movimientos culturales, deportivos, ecológicos. De comunicadores, alfabetizadores y de alumnos monitores, etc., son tierra fértil para la construcción del magisterio nicaragüense del futuro. Los programas de formación docente de los años venideros deberán contar con la juventud nicaragüense. Con su actitud proactiva, entusiasta, solidaria y progresista ya tenemos ganada la mitad de la batalla.
*Fuente de la imagen: http://www.lavozdelsandinismo.com/nicaragua/2014-03-10/impartiran-programa-pedagogico-para-maestros-empiricos/
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El Índice de Desempeño Ambiental pinta de verde a los ricos

 Red del Tercer Mundo

«Esta evaluación lleva a los autores a concluir que los gobiernos que tienen un buen funcionamiento son capaces de gestionar el medio ambiente en beneficio de todos”.

Un índice de desempeño ambiental (Environmental Performance Index, EPI), que será lanzado el 9 de mayo en las Naciones Unidas, pretende alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero en realidad esconde el impacto de los patrones de consumo y producción insostenibles en el Norte, así como las contribuciones del Hemisferio Sur para el logro de los objetivos acordados internacionalmente.

El EPI (se encuentra disponible aquí), ahora en su 10ª edición, fue creado por el Centro Yale de Derecho y Política Ambiental en colaboración con el Foro Económico Mundial (Davos).

El informe de este año dice tener un “enfoque paralelo” a los ODS acordados internacionalmente en su “uso de métricas cuantitativas para evaluar el rendimiento de las políticas” y sostiene que “la alineación de los indicadores del EPI con los ODS proporciona una línea de base para evaluar el desempeño nacional y muestra qué tan lejos están los países de alcanzar los objetivos globales”.

Es significativo este lanzamiento en las Naciones Unidos en un momento en el que aún se discuten los indicadores que permitirán monitorear los ODS. Según el EPI, de los 180 países evaluados, los mejores resultados son para Finlandia, Islandia, Suecia y Dinamarca, mientras que Singapur es el único país en desarrollo entre los mejores 30. Alemania es el número 30, superado por Francia (10) y Estados Unidos (26). En el otro extremo, en el “tercio inferior del índice, compuesto en su mayoría por países africanos, hay una lista de países con problemas cuyas dificultades se extienden más allá de su incapacidad para mantener la salud ambiental y humana. Esta evaluación lleva a los autores a concluir que “el rendimiento en medio ambiente es un problema de gobernanza. Sólo los gobiernos que tienen un buen funcionamiento son capaces de gestionar el medio ambiente en beneficio de todos”.

Esta es una conclusión bastante sorprendente, ya que el EPI no incluye explícitamente ningún indicador de gobernanza, a diferencia de los ODS, que incluyen varios de estos indicadores en la Meta 16. Lo que el EPI evalúa está organizado en torno a nueve temas principales (salud, calidad del aire, agua y saneamiento, recursos hídricos, agricultura, silvicultura, pesca, biodiversidad y hábitat, y clima y energía). En cada una de estas áreas las “puntuaciones de los países (de 0 a 100) están determinadas por que tan cerca o lejos están de los objetivos, los cuales son seleccionados por los autores de acuerdos internacionales, umbrales científicos y por su propio análisis de los “que obtienen mejores resultados”.

Así, en el caso del clima, por ejemplo, ya que “no hay objetivos de reducción de CO2 acordados globalmente”, el EPI mide las mejoras en la intensidad de carbono. Como resultado, los contaminantes en exceso (Gran Bretaña, Dinamarca y Estados Unidos) aparecen como “sobre-cumplidores”, mientras que los que emiten muy poco año tras año han sido bajados de categoría. Las tendencias históricas sólo cuentan para medir el progreso, pero no se dice nada acerca de las responsabilidades acumuladas. Del mismo modo, la sección sobre la biodiversidad y el hábitat no mide la pérdida real de la biodiversidad, pero en su lugar la expansión de las áreas protegidas.

En el caso del agua, el objetivo del EPI es lograr el 100% de tratamiento de aguas residuales, lo que obviamente ubica a los países desarrollados en la parte superior. Tal vez este tipo de enfoque, que mide la capacidad de abordar un problema y no la contribución a la creación, explica la correlación de índices como el EPI con el ingreso per cápita. ¿No sería justo, para empezar, hacer algún reconocimiento a aquellos que producen menos residuos?

El índice parece razonable al excluir a los países sin litoral de la evaluación de las reservas marítimas, ya que de lo contrario se los estaría penalizando por no haber creado ninguna. Pero ¿por qué excluir a los países menos desarrollados de la evaluación del clima en lugar de acreditarles por la no emisión? ¿Estaría Bangladesh al final de la tabla (173 en el ranking de 180) si el daño climático creado por los demás fuese reconocido?

Podría ser de interés para comparar los enfoques entre los países con capacidades similares y averiguar por qué España rankea mejor que Francia. Sin embargo, la clasificación de todos los países, independientemente de sus capacidades y la medición de los esfuerzos para arreglar el desorden si no se reconoce a aquellos que ni siquiera puede permitirse el lujo de perder el recurso no es útil para resumir la sostenibilidad global. El mensaje básico del EPI a las Naciones Unidas parece ser que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tienen buenos desempeños ambientales, mientras que los países africanos están dañando la naturaleza.

¿Están Yale y el Foro Económico Mundial diciendo en realidad que los ricos contribuyen más a los ODS? ¿O el EPI encuentra culpables a los pobres solo porque no pueden permitirse costosas alfombras para barrer su pequeña suciedad debajo?

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/El_Indice_de_Desempeno_Ambiental_pinta_de_verde_a_los_ricos

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15 de mayo

Hugo Aboites

El clima oficial anteriormente existente en la celebración del 15 de mayo proclamaba a los maestros como apóstoles de la enseñanza; pero hoy se les ha convertido en sujetos de desconfianza y hasta de persecución institucional, mediante una evaluación cuyo desenlace puede ser la separación de la docencia o el despido. Eran antes considerados como una presencia tangible en miles de comunidades del compromiso de Estado con la educación para mejorar la suerte de las hijas e hijos de asalariados, jornaleros, empleados, obreros, desempleados, trabajadoras domésticas, pero ahora se les demanda que conviertan a los niños –en palabras de la conducción empresarial que hoy priva en la educación– en capital humano. De ser orgullosos estudiantes de una profesión de Estado, reconocida socialmente, los normalistas pueden ahora ser muertos por policías en una autopista a pleno sol de mediodía y 43 de ellos pueden ser desaparecidos violentamente sin que la SEP emita aún lo que debería ser una enérgica protesta y una reiterada exigencia de verdad y justicia. Hoy el Estado se encarga de convertir a maestros en criminales por la vía de acusar y encarcelar por razones claramente políticas, convertidos en rehenes para amedrentar y contener las protestas de los restantes.

También los maestros universitarios llegan a este 15 de mayo en circunstancias mucho más agresivas y difíciles que las de hace apenas unos años. Se enfrentan a una fuerte tendencia al recorte de los presupuestos universitarios, incluso a retener lo que les pertenece, y las consecuencias las pagan los estudiantes y los trabajadores universitarios, especialmente los académicos. Desaparecen los sistemas institucionales de pensiones, se generalizan las formas de trabajo precario (profesores de asignatura, interinos, temporales), se popularizan los enajenantes sistemas de estímulos, se mediatiza o se vuelve inocua cualquier forma de democracia, se fortalecen las burocracias y apenas hay ya recursos para la investigación y difusión, y para nuevas plazas académicas. Al mismo tiempo, se establecen cada vez más estrictos sistemas de control y supervisión de las instituciones y de los maestros e investigadores. De ser entusiastas constructores de instituciones, de innovadores programas de docencia e investigación (en la UPN, la UAM, UAP, UAS, Veracruzana, Unison y muchas otras) las y los profesores universitarios, como gremio nacional, está ahora desleído, disperso, callado. Sus antiguas iniciativas creativas son sustituidas hoy por programas verticales, burocráticos y enajenantes. Triunfó en medida importante la modernización tecnoburocrática, pero las consecuencias ahora están a la vista.

La posible salida de este marasmo ya no está en las nuevas formulaciones de las viejas tesis de los 90 sobre la universidad del siglo XXI, sino en los nuevos modelos que se construyen a partir de las exigencias y demandas de quienes se rebelan contra décadas de desmantelamiento de la educación pública mexicana. En estos años de anquilosamiento para muchas instituciones y maestros, las grandes propuestas están surgiendo de los movimientos de protesta y exigencia de una nueva educación y una nueva sociedad. Cada movimiento social encierra profundas lecciones para la educación, porque surgen del más elemental motivo, la falta de alternativas y de la necesidad, por tanto, de repensar al mundo de tal manera que se abran nuevas alternativas. La CNTE ha demostrado –a un muy alto costo– por qué en 2013 era indispensable para una buena educación el sostener un diálogo con los educadores. Para impedir que la reforma se hundiera en un conflicto que cada vez más no tiene salida. Las juntas del buen gobierno de las comunidades zapatistas demostraron que con la autonomía, a pesar de los recursos escasos, mucho puede lograrse en la educación. Las escuelas altamiranistas de Guerrero, las integrales de Michoacán, el Proyecto de Transformación de la Educación de Oaxaca, las de Chiapas están mostrando que aún en las peores condiciones de hostigamiento oficial, político y presupuestal los maestros pueden generar visiones, propuestas y ejercicios concretos de una nueva educación. Los movimientos universitarios (hoy emblemáticamente encabezados por el Politécnico) refrendan a su vez la importancia de la autonomía, de la lejanía de la injerencia gubernamental, y la necesidad de cambio de estructuras y relaciones.

Toda esta creatividad que se cuela entre las grietas de una estructura de modernización prematuramente envejecida, es una energía enorme de transformación que se desperdicia. Una SEP e instituciones universitarias abiertas, con estructuras capaces de reconocer y recoger esas nuevas tendencias de cambio, traducirlas a propuestas concretas de carreras, investigaciones, difusión de la cultura pero sobre todo a estructuras de una modernidad distinta. Es decir, nuevas formas de participación y comunicación; nuevas maneras de aprender y enseñar, horizontales, pertinentes, liberadoras; estructuras distintas y horizontales de gobierno; el surgimiento de nuevos roles hombre-mujer, estudiante-maestro, gobernante-gobernado, estudiante-estudiante, y también una relación distinta entre sistema educativo o institución y el trabajador de la educación. Esto, que es lo moderno desde abajo, si se le deja entrar a un sistema o una institución es capaz de provocar una revolución pacífica y profunda. Generar una educación creativa, mucho más noble y rica. Aún en medio de la protesta que hoy arranca, y que anuncia la convergencia de estudiantes y maestros y, precisamente por ella, este 15 de mayo puede ser radicalmente diferente para quienes ven todo lo que está mal y debe cambiarse.

*Rector de la UACM

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/05/14/opinion/016a2pol

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La sexta extinción ya está aquí

Por: Joana Branco

En su historia, la Tierra ha sido azotada por cinco extinciones masivas desatadas por causas naturales o cósmicas; esta vez el responsable es el ser humano.

Extinción es una palabra que suele evocar imágenes de tiranosaurios, velocirraptores o pterosaurios picudos y de anchas alas. Todos tenemos algunas nociones sobre la época en que estos gigantescos reptiles vagaron por el planeta y, en general, sentimos una fascinación casi morbosa por sus dientes y garras. Obviamente, todos sabemos también que ya no existen. Se extinguieron hace 65 millones de años, en el Cretácico, cuando una bola de fuego cruzó los cielos e impactó violentamente contra la superficie del planeta.

Esta fue la última pero no la peor de las grandes extinciones. Ese dudoso honor le corresponde a la que ocurrió hace 250 millones de años, en el Pérmico, tan masiva que se la conoce como la Gran Mortandad. Otras tres ocurrieron en distintos momentos, desde que hace 3.800 millones de años surgiera por primera vez la vida. Ahora, todo apunta a que asistimos en primera fila a la sexta gran extinción.

Corría el año 1998 cuando una encuesta realizada por el Museo Estadounidense de Historia Natural de Nueva York hizo sonar por primera vez las alarmas. “La mayoría de los biólogos del país están convencidos de que está en marcha una extinción en masa de animales y plantas”, se podía leer a principios de abril de ese año en las páginas de The Washington Post. Según el museo, siete de cada diez biólogos afirmaban que una quinta parte de todas las especies vivas podría desaparecer en menos de tres décadas y que el ritmo de desaparición era mayor que en cualquier otro momento de la historia.

Cualquiera imaginaría que, ante unas predicciones tan dramáticas, se tomarían decisiones políticas y sociales, pero no fue así. La encuesta solo contaba con la opinión de cuatrocientos expertos y no fueron pocos los que pusieron en tela de juicio las conclusiones. Sin datos sólidos que respaldaran el argumento de la extinción, el asunto cayó en el olvido, hasta que las cosas adquirieron un tinte bastante más grave.

¿Se han realizado estimaciones alarmistas?

Hoy por hoy, el programa científico de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, auspiciado por Naciones Unidas, estima que se extinguen a diario entre 150 y 200 especies. Y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) afirma que están en peligro el 41?% de los anfibios, el 33?% de los corales, el 34?% de las coníferas, el 25?% de los mamíferos y el 13?% de las aves. Pese a ello, aún se escriben artículos, como uno publicado en la revista Science en 2013, en los que se afirma que estos datos no son más que “estimaciones alarmistas”. Evaluar con rigor esta cuestión no es cosa fácil.

Para empezar, ni siquiera estamos seguros de cuántas especies existen. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) considera que los datos más fiables son los de un estudio publicado en la revista PLOS Biology, en 2011, que afirma que existen 8.700.000 especies. Una cantidad inmensa si tenemos en cuenta que solo un millón y medio han sido catalogadas. Además, para conocer su ritmo de desaparición, es necesario saber la tasa de extinción actual y la velocidad a la que se extinguían en el pasado. Una información muy difícil de obtener.

Declarar sin sombra de duda una extinción es un desafío. Existen ejemplos de especies que, a pesar de que se las consideraba extintas, regresaron de entre los muertos. También hay casos como el del tigre de Tasmania, cuya pérdida está bien documentada, pero que, aun así, supuestamente se avista de vez en cuando. Además, para concretar el ritmo promedio de desaparición de especies en el pasado, conocido como tasa de extinción de fondo, hay que recurrir a los fósiles, con todas las dificultades que eso conlleva.

Con el objetivo de zanjar esta cuestión, a principios de 2015 un grupo de expertos de las universidades de Stanford, Princeton y Berkeley, liderado por Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la Universidad Autónoma de México, decidió poner manos a la obra para llegar a una conclusión más o menos definitiva. ¿Es verdad que el ritmo de extinción se ha incrementado en las últimas décadas? Según sus resultados, sí.

Para eliminar cualquier posibilidad de que sus estimaciones se consideraran exageradas, los expertos limitaron el análisis al grupo mejor estudiado de organismos, los vertebrados. Además, “usamos tasas de extinción de fondo muy elevadas, que minimizan la diferencia con las actuales”, explica Ceballos. “Y solo tuvimos en cuenta –continúa– especies cuya extinción estuviera asegurada, sin incluir otras que es probable que también se hayan perdido, aunque aún no estemos seguros”.

Hasta hoy, ningún estudio había seguido unos patrones tan conservadores, ni arrojado unos resultados tan descorazonadores. “No nos esperábamos que fueran tan malos”, confiesa Ceballos. Según el artículo publicado en Science Advances, lo normal sería que desde 1900 hubieran desaparecido nueve especies de vertebrados. Sin embargo perdimos 468 entre mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.

“Es un número que en otras circunstancias habría tardado entre 800 y 10.000 años en desaparecer”, señala. Estamos ante una tasa de extinción cien veces superior a la normaly “si obtenemos un valor tan elevado usando un enfoque conservador, que sin duda minimiza el problema, entonces es que la situación es realmente grave”, aclara Ceballos. En este sentido, Anthony Barnosky, profesor en la Universidad de California en Berkeley y otro de los autores del estudio, propone un sencillo ejercicio: “Mira a tu alrededor y de todo lo que ves mata la mitad”.

El hombre invade todos los rincones del planeta

Esta es la verdadera dimensión del problema y, por primera vez en la historia de la Tierra, la fuerza detrás de este desastre no son el clima, los volcanes o un meteorito. El responsable es el  Homo sapiens. Un artículo publicado a mediados de junio de 2015, en el que también participó Barnosky, detalla por qué y cómo hemos logrado desestabilizar la biosfera de una manera tan increíble. Es fácil de resumir: “No hay lugar en la Tierra que no haya sido alterado por los seres humanos”.

La Sociedad Geológica Estadounidense apunta que hemos transformado la mitad del suelo disponible y sobra poco más que los de los desiertos, la tundra, las grandes montañas y algún que otro trozo de bosque. Además, nunca se liberó tanto dióxido de carbono a la atmósfera. Es algo sin precedentes y tan geológicamente inusual que, según explicaban hace poco varios expertos en la revista Oceanography, es probable que convierta a este periodo en “uno de los más notables, por no decir cataclísmicos, de la historia del planeta”.

Quizá nos hemos vuelto insensibles hacia un problema que solo vemos a largo plazo. Pero debemos empezar a preocuparnos, porque ya convivimos con unas “tasas de extinción comparables a las que existían cuando desaparecieron los dinosaurios”, señala Barnosky. Y una pérdida de biodiversidad tan dramática pondrá en peligro nuestra propia supervivencia.

La inmensa mayoría de las especies actuales, nosotros incluidos, evolucionaron para hacer frente a las condiciones climáticas que han existido durante los últimos dos millones de años. Sin embargo, a partir de ahora, tendrán que afrontar escenarios muy distintos. “La temperatura media será quizá mayor en 2070 que en cualquier otro momento de la evolución humana”, añade el experto. Si el calentamiento sigue su ritmo, en el año 2100 se llegarán a las temperaturas más elevadas de los últimos catorce millones de años. Es poco probable que las adaptaciones y estrategias de supervivencia que favorecieron a las especies actuales les sean de gran ayuda.

El hombre invade todos los rincones del planeta

Esta es la verdadera dimensión del problema y, por primera vez en la historia de la Tierra, la fuerza detrás de este desastre no son el clima, los volcanes o un meteorito. El responsable es el  Homo sapiens. Un artículo publicado a mediados de junio de 2015, en el que también participó Barnosky, detalla por qué y cómo hemos logrado desestabilizar la biosfera de una manera tan increíble. Es fácil de resumir: “No hay lugar en la Tierra que no haya sido alterado por los seres humanos”.

La Sociedad Geológica Estadounidense apunta que hemos transformado la mitad del suelo disponible y sobra poco más que los de los desiertos, la tundra, las grandes montañas y algún que otro trozo de bosque. Además, nunca se liberó tanto dióxido de carbono a la atmósfera. Es algo sin precedentes y tan geológicamente inusual que, según explicaban hace poco varios expertos en la revista Oceanography, es probable que convierta a este periodo en “uno de los más notables, por no decir cataclísmicos, de la historia del planeta”.

Quizá nos hemos vuelto insensibles hacia un problema que solo vemos a largo plazo. Pero debemos empezar a preocuparnos, porque ya convivimos con unas “tasas de extinción comparables a las que existían cuando desaparecieron los dinosaurios”, señala Barnosky. Y una pérdida de biodiversidad tan dramática pondrá en peligro nuestra propia supervivencia.

La inmensa mayoría de las especies actuales, nosotros incluidos, evolucionaron para hacer frente a las condiciones climáticas que han existido durante los últimos dos millones de años. Sin embargo, a partir de ahora, tendrán que afrontar escenarios muy distintos. “La temperatura media será quizá mayor en 2070 que en cualquier otro momento de la evolución humana”, añade el experto. Si el calentamiento sigue su ritmo, en el año 2100 se llegarán a las temperaturas más elevadas de los últimos catorce millones de años. Es poco probable que las adaptaciones y estrategias de supervivencia que favorecieron a las especies actuales les sean de gran ayuda.

El ciclo de la vida, en juego

Incluso quienes son conscientes de ello no se asustan demasiado. ¿Qué importa si hay leones en África o ranas en Panamá? Pero la verdad, señala el experto, es que “para que un ecosistema sea capaz de mantener el equilibrio, necesita especies, porque la diversidad asegura la resiliencia (capacidad del ecosistema de sobreponerse a las dificultades)”. Cuando una especie se extingue, este delicado equilibrio de­saparece, lo que provoca un efecto en cascada que amenaza a muchas otras.

“Aunque solemos olvidarlo, nuestra supervivencia depende en gran medida de los sistemas biológicos y geoquímicos que regulan el planeta”, señala Barnosky. Todas las especies juegan un papel importante. La biodiversidad es uno de los factores que sostienen una infinidad de recursos que el hombre necesita para sobrevivir. Alimentos, agua potable, madera, fibras, combustibles y medicamentos son solo algunos ejemplos de los llamados servicios ecosistémicos. Y cualquier cambio que afecte a la biodiversidad puede poner en riesgo el acceso a estos recursos.

Un ejemplo: ¿qué ocurriría en África si no existieran leones? Sin un gran depredador al acecho, lo más probable es que el número de herbívoros aumentara sin control. Más bocas comiendo plantas darían origen a importantes cambios en el paisaje, una degradación gradual de la cubierta vegetal, erosión del suelo y un aumento de las enfermedades relacionadas con parásitos como las garrapatas, muy comunes en estos animales.

No sería la primera vez que algo así ocurre. Hacia el final de la última Edad del Hielo, casi todas las regiones del mundo estaban habitadas por animales que, a día de hoy, consideraríamos gigantescos. Mamuts, dientes de sable o enormes perezosos desaparecieron, paulatinamente, en una serie de pulsos de extinción que algunos científicos relacionan con la llegada de los seres humanos a sus territorios.

En Australia, los grandes herbívoros se extinguieron hace 41.000 años. Sin animales de gran porte que consumieran la vegetación, los bosques crecieron y acumularon materia orgánica. Los fuegos eran más frecuentes y, según los sedimentos de esa época, provocaron alteraciones drásticas en el paisaje. Donde antes prosperaban especies frondosas, propias de bosques tropicales, empezaron a predominar las plantas adaptadas a climas más secos y con una mayor tolerancia a los incendios, como las acacias.

“Dentro de doscientos años”, argumenta la primatóloga Jane Goodall en el recién estrenado documental Racing Extinction, “las personas van a mirar hacia atrás, hacia este periodo particular de la historia, y se preguntarán a sí mismos: ‘¿Cómo es posible que la gente de aquel tiempo permitiera que desaparecieran todas estas criaturas maravillosas?”. Para la mayoría de los científicos, “el enorme problema ambiental al que nos enfrentamos deriva del crecimiento desmedido de la población humana”, explica Ceballos. Y añade: “Es imperativo frenarlo. Si no, tal vez estemos perdidos”.

Ceballos estima que, en menos de tres generaciones, no tendremos acceso a muchos servicios del ecosistema. Pero evitar una pérdida masiva de biodiversidad es “aún posible si se intensifican los esfuerzos de conservación… Somos la última generación con el poder de tomar decisiones”, defiende. Pero lo que sea que hagamos establecerá el mundo en el que viviremos en las próximas décadas y siglos. No habrá vuelta atrás.

Ecoportal.net

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Nuevos roles en la educación…Todo un reto

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La educación transformadora e innovadora tiene como misión el ser humano. Así como, la construcción del conocimiento como forma para reconocer nuestra realidad sociocultural y así  resolver problemas desde el quehacer educativo.

Esta misión permite relacionar el ser– competencias antropológicas- con el saber- competencias académicas- y con el saber hacer- competencias ocupacionales, y desarrollar la capacidad de sentir – competencias afectivas, pensar- competencias cognitivas-, y actuar- competencias éticas y morales – de quien aprende.

De allí que, para crear espacios transformativos deben generarse nuevas alternativas educativas y pedagógicas, que replanteen el cambio de roles en losagentes educativos:

?El educando-líder emprendedor como sujeto y agente activo de su propio desarrollo, constructor de su propio proyecto de vida y de sus propios aprendizajes; autónomo, significativo y colaborador; artífice de la construcción de su propia cultura y de su propio futuro y devenir.

El educador-mediador como promotor del bienestar y el desarrollo humano; como facilitador de los aprendizajes y del desarrollo bio-psico-social, afectivo y cognitivo de los educandos; como orientador en la construcción de los conocimientos disciplinares, los contenidos del aprendizaje y el desarrollo del pensamiento científico desde uno estándares de calidad; como formador de líderes transformadores y de mentes emprendedoras, eficientes, eficaces, efectivas y con excelente desempeño en los campos del saber y en la práctica cotidiana; como ingenioso, creador, innovador e inventor, con pensamiento divergente, de estrategias pedagógicas, didácticas, curriculares y evaluativas coherentes y pertinentes.

?Los nuevos saberes relacionados con los nuevos aprendizajes antropológicos, afectivos, éticos, morales, axiológicos, espirituales y ciudadanos –aprender a ser, sentir, pensar, actuar, vivir y convivir– y, los nuevos aprendizajes académicos, científicos, laborales, ocupacionales, cognitivos, investigativos, tecnológicos, de liderazgo y emprendimiento –aprender a saber, saber hacer, pensar, aprender, liderar y emprender.

?Las condiciones del entorno expresadas en los contextos histórico, familiar, social, económico, político, cultural, ambiental, ético, científico y tecnológico en los que se da la acción educativa y las concepciones y prácticas pedagógicas que permiten poner a operar los nuevos roles.

Este cambio de roles exige actualizar los fundamentos educativos filosóficos, psicológicos, epistemológicos, sociológicos y pedagógicos tradicionales y, con ello, responder a las tareas del desarrollo humano, la educación por procesos, la construcción del conocimiento, la transformación sociocultural y la innovación educativa y pedagógica.

Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2007

Imagen: http://www.brightedge.com/sites/default/files/Webinar.jpg

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Machismo, continuidad y repetición

MIGUEL LORENTE ACOSTA *

La afirmación del machismo pasa por la negación de la realidad que él mismo crea, ésa es la forma de hacerse invisible en una sociedad que lo señala en cada uno de sus actos. Desde el piropo como halago y el maltrato como un tema de pareja, hasta el homicidio por celos o alcohol, todo forma parte de lo que el machismo presenta como verdad para así mantener su mentira. Da igual que sean 70 las mujeres asesinadas cada año y 700.000 las maltratadas, al final, para el machismo cada uno de esos casos es un accidente o una excusa, y todos juntos ninguno.El problema de la violencia de género no son esos 700.000 hombres que maltratan ni los 70 que matan, el problema de la violencia de género es el machismo que los alimenta a todos ellos y al resto de la sociedad. Un machismo que lleva a que el 3% de la población de la UE manifieste que la violencia de género está justificada en algunas ocasiones, y que un 1% afirme que lo está en todas las ocasiones (Eurobarómetro, 2010).

A partir de esas referencias creadas por la cultura, cada agresor desarrolla su estrategia de violencia de manera diferente, aunque todos persiguen lo mismo: controlar a las mujeres para que no se salgan del guión establecido, corregirlas cuando consideran que se han desviado de sus dictados, y castigarlas cuando la desviación alcanza cierta gravedad. La propia dinámica de la violencia muestra claramente que cada agresor reacciona ante el comportamiento y actitud de las mujeres, y frente a las circunstancias que envuelven los hechos.Y cuando el machismo y los machistas ven que la sociedad está cambiando al incorporar y defender la Igualdad como derecho, al observar que las mujeres y el feminismo rompen con la injusticia de la desigualdad de la que nacen sus privilegios, y al comprobar que se incorporan con normalidad a los espacios y funciones que le habían sido negados, interpretan que esa nueva realidad es un ataque a sus posiciones y responden con su argumento habitual, que es la violencia.

«Ante esta realidad hay que informar y mucho, mandando un mensaje crítico a los agresores y a su entorno»

Por eso no es casualidad que ante una norma como la Ley Integral, dirigida a abordar globalmente el problema de la violencia de género, el machismo responda e intente confundir con argumentos tramposos y falaces como el de las denuncias falsas (en verdad suponen el 0,01% según la Fiscalía General del Estado y el Consejo General del Poder Judicial), que todas las violencias son importantes, que las mujeres también maltratan, que es una ley dirigida contra los hombres, o que que en verdad lo que se busca es enriquecerse a través de esa violencia, como incluso llegan a escribir algunos columnistas con total impunidad. Nunca se han preocupado de las otras violencias, ni del maltrato que ejercen las mujeres, ni de las agresiones de los hombres por parte de otros hombres… nunca lo han hecho hasta que no se ha hablado de violencia de género, porque en realidad lo que les preocupa es perder un instrumento tan necesario para ellos a la hora de mantener el orden establecido, como es la violencia contra las mujeres.

Tan necesario que, tal y como recoge la Macroencuesta de 2015, el 44% de las mujeres no denuncian por considerar que la violencia que sufren no es lo suficientemente grave, es decir, porque piensan que esa violencia es «normal» dentro de las relaciones de pareja. Y quien les dice que es normal no es el doble cromosoma X ni los estrógenos circulantes en sangre, sino la cultura machista que las paraliza.Esa reacción del machismo no es abstracta e impersonal, sino que es la reacción coordinada de cada uno de los machistas. Y si es fácil entender que hay una respuesta individual ante los cambios sociales que hablan de Igualdad, también debe serlo entender que cada uno de los agresores que ya está ejerciendo la violencia, reaccione de forma particular ante las circunstancias que envuelven su relación y el contexto social del momento.

De ahí las diferentes influencias que actúan en la construcción de sus conductas criminales.Los homicidios por violencia de género son la consecuencia de una historia de violencia que los maltratadores van desarrollando en el tiempo, unas veces de forma acelerada, otras más lenta. Se trata de un proceso en el que van integrando elementos que refuerzan su decisión y aquellos otros que de alguna manera la cuestionan, y la evolución final dependerá de la mayor presencia de elementos a favor del homicidio o de factores críticos con la idea de matar. Se trata, pues, de un proceso dinámico que va consolidándose conforme avanza, dificultando y limitando las posibilidades de incidir sobre él.

«Los machistas no son hombres extraños a la realidad social que ellos mismos crean a través del machismo. Son hombres muy integrados en ella, en su valores y en sus ideas»

Cuando se produce un homicidio por violencia de género el impacto social de la noticia es muy diferente. Y la valoración que hace el agresor que está pensando en matar a su mujer no es en términos de solidaridad o compasión con la víctima y su familia, sino que lo hace identificándose con el hombre que acaba de hacer aquello que él ya está pensando realizar. Ésa es una de las razones que hacen que un homicidio previo en violencia de género pueda actuar como refuerzo en la idea que manejan estos agresores, algo que se refleja en la acumulación de casos alrededor del homicidio cometido con anterioridad. El estudio realizado en 2011 por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género y la Universidad de Granada, demostró esa realidad al comprobar que al día siguiente de un homicidio se producía un aumento «no justificable por azar», lo cual sitúa la asociación en el conocimiento del caso anterior, puesto que se trata de sucesos aislados e inconexos.Esta situación demuestra que son homicidios que nacen de la voluntad y de la decisión de matar del agresor, quien actúa por motivaciones internas y posicionándose ante los elementos del contexto.

En ningún caso se puede interpretar esta influencia como un acto impulsivo e incontrolado surgido del simple conocimiento del homicidio previo, ni tampoco debe entenderse como un factor que incide en todos los homicidas. Se trata de un factor que influye «un poco en algunos casos», no en todos, pero como tal debe ser tenido en cuenta a la hora de valorar el riesgo y de adoptar medidas de protección. Y tampoco debe llevar a la errónea conclusión de que ante esta realidad no se debe informar, todo lo contrario. Lo que hay que hacer es informar, e informar mucho, pero mandando un mensaje crítico hacia los agresores (por ejemplo, en lugar de titular «una mujer muere a manos de…» hacerlo con «un hombre mata a…»), y a esos entornos posmachistas que buscan generar confusión y desviar la atención sobre el significado y la gravedad de la violencia de género.Los machistas no son hombres extraños a la realidad social que ellos mismos crean a través del machismo.

Son hombres muy integrados en ella, en su valores y en sus ideas, tanto que responden con la violencia que habitualmente utilizan ante lo que interpretan como ataques, partan estos de la sociedad a través de las iniciativas políticas o de las manifestaciones que los cuestionan y critican, o surjan de la conducta de las mujeres a quienes están pensando asesinar. Creer que los machistas contemplan la realidad como si miraran un paisaje o al mar es un error que se traduce en más riesgo para las mujeres que sufren la violencia. Los machistas se refuerzan entre ellos a través de las palabras y las conductas, lo vemos a diario en la calle y en las redes sociales; y los machistas que están usando la violencia se refuerzan identificándose con la violencia que utilizan otros hombres violentos, de ahí que la violencia de género continúe y se repita.

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2015/11/14/56462c31e2704e8b538b4571.html

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