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La desigualdad se hace visible en las escuelas de Inglaterra

Por  Conty Pelayo Lobo

Así lo revela un estudio. Las escuelas menos adecuadas son para los pobres en Inglaterra. Dicho de otra manera, la condición socioeconómica influye en la educación que reciben los estudiantes en escuelas inglesas. A dos días de que sean publicados los resultados de los GCSE – reválida de secundaria-, este estudio pone en cuestión una de las grandes señas de identidad del país: la igualdad de oportunidades.

Los estudiantes de familias pobres son nueve veces más propicios a ir a una escuela inadecuada. Esta es la conclusión de un estudio elaborado por OFSTED (Office for Standards in Education) y el Partido Laborista. Un 9% de los alumnos de familias inglesas desfavorecidas acude a escuelas con mala reputación. El mismo informe también refleja que los hijos de familias desaventajadas tenían menos posibilidades de acudir a una escuela destacada.

Esta última cifra contrasta especialmente con la de los alumnos más ricos del país. Un 44% de estos termina acudiendo a una escuela de prestigio. Tan sólo el 19% de alumnos de familias pobres lo consigue. Otro informe elaborado hace meses por Fair Education Alliance revelaba que los alumnos con menos recursos se encontraban un año por detrás en comparación con los más acaudalados. Esto es determinante a la hora de encarar los exámenes de secundariaGCSEs.

Soluciones para la desigualdad en las escuelas inglesas

Angela Rayner, secretaria de Estado de Educación en la oposición se ha mostrado muy crítica con la desigualdad a la que se enfrentan los alumnos ingleses. “Ningún niño se debería ver retrasado por su entorno [socioeconómico]”, sentenció. Para ello, garantizó que “el próximo gobierno laborista invertirá en el Sistema Nacional de Educación”. La propuesta de Rayner consistiría en dar más subvenciones a las escuelas para que mejoren sus niveles educativos. Así, “cada niño recibirá la educación que merece, sin importar su condición”, finalizó la dirigente laborista.

Fuente del artículo: https://www.eliberico.com/desigualdad-escuelas-inglaterra/

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¿Motivación social en matemáticas?

Por Roberto Araya

¿Motivación social en matemáticas? La idea parece violar nuestras preconcepciones, pero ahora tenemos evidencia que las adaptaciones sociales del cerebro humano pueden ser fuente de estrategias educacionales muy efectivas. Sí, matemáticas y habilidades sociales se potencian

Educar con calidad suena simple, pero hay varios desafíos. Primero, existe una abrumadora cantidad de estrategias pedagógicas. Están las pedagogías centradas en el estudiante, las personalizadas, las constructivistas, las de trabajo en equipo, las de indagación y las de resolver problemas donde los estudiantes no conocen procedimientos de resolución.

Hay diferentes tipos de textos, plataformas digitales, juegos y materiales. Por si esto no fuera poco, están los programas de desarrollo profesional docente que vienen en múltiples sabores. Los que promueven más autonomía docente, los más prescriptivos, las mentorías, y las capacitaciones e- y b-learning.

Segundo, medir impacto toma tiempo y recursos. Es esencial recoger muestras de varias decenas de cursos que permitan separar efectos como el del profesor, aleatorización para evitar el sesgo de selección, intervenciones de duración de un año que aseguren que resultados no sean efecto de la novedad, y tests independientes de los implementadores (Cheung & Slavin, 2015).

Tercero, los resultados muchas veces contradicen nuestras expectativas. No todo lo que brilla es oro. Por ejemplo, el Departamento de Educación de EE.UU. reportó recientemente el impacto en 94 escuelas de un programa de 93 horas anuales de capacitación e intensivo acompañamiento en aula (Garet et al, 2016). Los docentes mejoraron en conocimientos de matemáticas y cambiaron sus prácticas instruccionales, pero los estudiantes empeoraron.

Un caso emblemático es el del programa One-Laptop-per-Child. Se implementó en Perú donde regalaron casi un millón de laptops a estudiantes junto con capacitaciones de 40 horas a los docentes. El Banco Inter-Americano (BID) midió el impacto en aprendizajes. El efecto fue nulo (Cristia et al, 2012).

Otro caso sorprendente es un programa centrado en el estudiante con resolución de problemas de matemáticas. El BID midió el impacto en 85 escuelas de Costa Rica. Los docentes recibieron más de 40 horas de capacitación además de visitas de acompañamiento. El impacto en los aprendizajes de los estudiantes fue negativo (Berlinski & Busso, 2015).

Cuarto, la evidencia no está centralizada. El Departamento de Educación de EE.UU. despliega en su página What Works Clearinghouse más de un centenar de estrategias. Otra fuente de estudios es la Enciclopedia de la Mejor Evidencia de la Universidad Johns Hopkins. Para países en desarrollo está SkillsBank del BID. En el reporte 2018 del Banco Mundial Aprendizaje para alcanzar la promesa educacional, Evans & Popova destacan que el número de evaluaciones de impacto en los países en desarrollo aumentó de 19 en 2000 a 299 en 2016.

Sin embargo, en prácticamente todos los programas estudiados las aulas están aisladas unas de otras. No se conectan. No consideran que el cerebro humano evolucionó hacia uno social donde el sentido de pertenencia y cohesión están en nuestro ADN. Razón, interacción y afectos nos unen y empujan para el mismo lado. ¿Por qué no utilizar el sentido de pertenencia al curso?

En el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), de la Universidad de Chile, junto al BID y con apoyo de la Fundación Canadiense IDRC, estudiamos una estrategia diseñada para utilizarlo en la enseñanza de matemáticas. Esto incluye una plataforma donde estudiantes monitores ayudan a compañeros de curso, se realizan torneos sincrónicos entre decenas de cursos, y se promueve la argumentación escrita con revisión entre pares.

Durante todo 2017 realizamos un estudio controlado aleatorizado en 48 cuartos básicos. Sorprendentemente, los cursos en tratamiento obtuvieron una ganancia impresionante en el SIMCE de matemáticas por sobre los cursos de control. La ganancia equivale a más de medio año de clases de matemáticas.

¿Motivación social en matemáticas? La idea parece violar nuestras preconcepciones, pero ahora tenemos evidencia que las adaptaciones sociales del cerebro humano pueden ser fuente de estrategias educacionales muy efectivas. Sí, matemáticas y habilidades sociales se potencian.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-motivacion-social-matematicas/272624/

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Hong Kong educators have forgotten that schooling should be fun

By Luisa Tam

I came across a very inspiring video on Facebook recently in which a teacher in a US public school was seen starting her class in the morning by exchanging elaborate handshakes with her young students, which had been personalised to each and every one of them. It wasn’t difficult to see that they were so excited to shake their teacher’s hand as they queued outside the classroom awaiting their turn.

I was totally overwhelmed and inspired by this, but sadly this is something I have rarely seen in our own education system. In Hong Kong, our educators seem to have forgotten that schools should be fun places to inspire and excite students to learn by providing a warm and hospitable environment to nurture their love for learning.

A good education should not just focus on academic attainment but also embrace genuine learning, creative teaching and encourage the overall development of the child.

This Facebook video, which has gone viral with more than 49 million views, also illustrates how important it is for teachers to build a genuine connection with students. Although the Baptist University debacle has died down for now, a short clip is a critical lens that shows what we seriously lack in Hong Kong’s education; our educators’ inability to connect, collaborate, engage with students or instil creativity in them. They are also guilty of turning schools into boring and lifeless education factories driven merely by a culture of homogeneity.

I dare say that many of our local educators still cling to the conformist concept that learning should not be fun because the process of acquiring anything worthwhile cannot and should not be fun at all, let alone enjoyable.

In Hong Kong, schools have turned into academic torture dens and signs of academic burnout are becoming increasingly common in younger primary students, which could trigger low self-efficacy and low self-esteem. I have witnessed some of these problems in the young children of some of my friends.

If you ask any child who attends a local school in Hong Kong, most of them will tell you it’s hard to differentiate between schools and prisons, as children feel trapped and unfulfilled in their classrooms, day in and day out.

Unlike Western education, local schools in Hong Kong are never meant to be fun and nor do they pretend to be. Most of our schools advocate excruciatingly long hours of homework, constant drills and rote-learning but never meaningful learning. Surviving school in Hong Kong is real hard work and local students recognise that this is what to expect throughout the course of their schooling; they have become blasé to this sad fact of life and so they choose to serve their time without complaint.

Whenever I hear the Hong Kong government churn out the buzzwords “creative economy”, I can’t help but feel that we are actually stuck in an “uncreative economy”. Moreover, if we are to build a creative economy, like what the government has been emphasising, we would need to have more creative industries. And to reach that goal, it would mean having to nurture creative young people to assure our future survival in an increasingly creative and competitive world.

But the irony is the government keeps on discouraging creativity and innovation, which turns our young people into near lifeless robots who only know how to push themselves to earn the best exam results.

The video clip of the cheerful US public school stands in stark contrast to the recent controversy at Baptist University, in which a group of students barged into a school office to push for the scrapping of the school’s apparently unreasonably difficult Mandarin assessment. It was obvious in the video that the American teacher and her students shared a mutual respect, but this was not the case with the Baptist University students, who chose to blame their educators and the establishment for their own shortcomings.

The challenge that Hong Kong’s educators face is that as the world of education has evolved to keep pace with a creative economy, they are still bogged down by the tremendous weight of the stifling rigidity of traditional education that neither meets today’s needs nor tomorrow’s challenges.

Our Hong Kong teachers might not be as agile as the American teacher in creating rhythmic or synchronised handshakes with their students, but a good first step is to treat students like individuals and recognise their differences in learning and motivation. Teachers and students need to build a positive relationship to create a learning experience that is welcoming and a setting that’s inviting. Like running a good business, there has to be trust and respect and a collaborative culture in which students can acquire a truly genuine education for tomorrow. That’s the future of learning and without this, we are doomed.

Fuente del artículo: https://www.scmp.com/comment/insight-opinion/article/2133070/hong-kong-educators-have-forgotten-schooling-should-be-fun

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OEI: Proyecto Transformación del Entorno Escolar (PDF)

OEI / 26 de agosto de 2018 / Autor: Organización de Estados Iberoamericanos

En 2017 la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) lanzó  el proyecto ‘Transformación del Entorno Escolar para el desarrollo integral y la promoción de la paz’ promovido por el Instituto Iberoamericano para la Educación en Derechos Humanos y en Democracia (IDEDH) y coordinado por la Secretaría General junto con las oficinas nacionales de la OEI de Colombia, El Salvador y Uruguay.

El proyecto, de alcance regional, tiene como fin contribuir a que las escuelas sean espacios libres de violencia desde un enfoque integral de derechos.

La acción comenzó en 2016 como un proyecto piloto en El Salvador para fortalecer el desarrollo integral de las personas a través del fomento y respeto de los Derechos Humanos, para lograr comunidades seguras e inclusivas, donde estuvieran presentes la democracia y la paz. Tras el éxito de esta primera experiencia, el proyecto se ha extendido a diez países más: Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.

La iniciativa se implementa en las comunidades más vulnerables y las acciones que se realizan van desde la formación del profesorado en materia de Derechos Humanos, al trabajo en el aula para promover la paz y la no violencia, pasando por la concienciación con las familias para incorporar pautas de crianza positivas. Hasta la fecha, el proyecto cuenta con más de 17.500 personas beneficiadas.

“Transformación del entorno escolar” persigue el objetivo de fortalecer el desarrollo integral de las personas para una convivencia en armonía entre familias y miembros de la comunidad basada en la promoción y el respeto a los Derechos Humanos, para avanzar en ambientes inclusivos y seguros en la consolidación de la democracia y el logro de la paz. En el diseño y puesta en marcha del proyecto subyace un enfoque de desarrollo que se sitúa en un marco más amplio de garantía del derecho a la educación, del derecho al propio desarrollo, y de defensa global de los DDHH.

 

Link para la descarga:

https://www.oei.es/uploads/files/news/Education/1006/transformacionentornoescolar-esp.pdf

Fuente de la Reseña:

https://www.oei.es/Educacion/Noticia/proyecto-transformacion-del-entorno-escolar

ove/mahv

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Las economías emergentes deberían enseñar el currículo del futuro

América Latina / 26 de agosto de 2018 / Autor: Banco Interamericano de Desarrollo

Alrededor del mundo, los líderes del gobierno y la industria debaten sobre el “futuro del trabajo”. Todos hemos visto predicciones de un cambio masivo en las necesidades de la fuerza laboral del futuro. La última predicción de McKinsey Global Institute es que aproximadamente el 50% de las actividades de trabajo existentes pueden ser desplazadas, sustituidas o modificadas de alguna forma por la automatización. Sea esto causado por software tradicional, robótica, inteligencia artificial o nuevos algoritmos de aprendizaje automático.

A pesar de un acuerdo casi unánime sobre esta ola de cambio, el mundo no está reaccionando lo suficientemente rápido como para actualizar nuestro sistema de educación. Un estudiante que comienza la escuela primaria hoy se graduará de la universidad a mediados de la década de 2030, y su carrera durará hasta 2060 o más. Si bien no podemos predecir con exactitud cuáles serán las necesidades de nuestra fuerza de trabajo a mediados de siglo, podemos estar absolutamente seguros de que las necesidades de la fuerza de trabajo están cambiando y continuarán cambiando.

Cualquier discusión sobre el futuro del trabajo debe ir de la mano de una discusión sobre el futuro del plan de estudios. Sin embargo, al visitar la mayoría de las escuelas en 2018, se ven maestros enseñando exactamente las mismas materias que se enseñaban en 1918: lectura, escritura, matemáticas, ciencia, historia e idiomas. El debate sobre el futuro de la educación se centra en cambiar la forma en que enseñamos, adoptar la tecnología en el aula, pero casi no hay debate sobre cómo cambiar lo que enseñamos.

Sin duda, algunos de los temas que enseñamos hoy ya no serán relevantes en la década de 2030: la escritura es cada vez más obsoleta, la aritmética compleja ya no se realiza a mano, y el Internet ha reemplazado a nuestra necesidad de memorizar muchos datos básicos. Mientras tanto, las habilidades digitales, la resolución de problemas, la creatividad y la colaboración son cada vez más necesarias, pero aún no se enseñan en las escuelas. Incluso, cuando las escuelas enseñan habilidades digitales, enseñan cómo usar la tecnología, cómo crear un documento o una presentación, en lugar de cómo crear tecnología.

Para preparar a todos los estudiantes para las habilidades creativas, colaborativas y de resolución de problemas digitales del futuro, las escuelas deben enseñar computación como parte del plan de estudios. Esto no se trata sólo de codificar. La informática se trata de codificación, pensamiento computacional, diseño de interfaz, análisis de datos, aprendizaje automático, ciberseguridad, redes y robótica. Y aprender ciencias de la computación ejerce creatividad, resolución de problemas y colaboración. Estas habilidades no sólo son importantes para las carreras técnicas en el mundo desarrollado. Son recursos valiosos para todas las carreras en todas las economías.

La informática no debe ser relegada a las actividades extracurriculares, concursos de robótica o hackatones. Se debe enseñar como parte de la jornada escolar en primaria y secundaria. Los líderes educativos deberían discutir la eliminación de aspectos del currículo de 1918 para dar cabida al currículo de 2018.

Para prepararse para la década de 2030 y más allá, las economías emergentes tienen la oportunidad de dar un salto, preparar a sus jóvenes para las carreras del futuro. Nuestras escuelas deberían enseñar el currículo del futuro, no solo el del pasado. En la actualidad, muchos países han comenzado a adoptar la informática como parte de su plan de estudios nacional. En los Estados Unidos, 44 estados han cambiado las políticas para reconocer la informática como parte del núcleo académico. Más allá de los EE.UU., más de 25 países han anunciado planes para expandir el acceso de la informática en la jornada escolar: no sólo el Reino Unido, Australia, Japón o Corea del Sur, sino también Argentina, Ecuador, Italia, Malasia, Suecia y Tailandia.

Enseñar informática en las escuelas puede sonar intimidante, pero es una idea que genera esperanza. Inspira a los maestros y atrae a los estudiantes. Y a pesar de que la mayoría de los docentes del mundo no tienen experiencia en ciencias de la computación, y muchas de las escuelas del mundo carecen de computadoras conectadas, estos son problemas que podemos y debemos resolver. Países como Brasil, Chile y Nigeria están estableciendo planes para resolver este tipo de problemas, y el resto del mundo debería seguir su ejemplo.

El futuro del trabajo puede ser incierto. Pero una cosa es absolutamente cierta: la informática será más solicitada que nunca, y cada alumno de cada escuela debería tener la oportunidad de aprenderla como parte de su plan de estudios.

Fuente del Artículo:

Las economías emergentes deberían enseñar el currículo del futuro

ove/mahv

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UNESCO: Activando el aprendizaje móvil: temas globales (PDF)

UNESCO / 26 de agosto de 2018 / Autor: UNESCO / Fuente: RUA UNAM

Este artículo de la UNESCO, aborda las principales temáticas sobre el aprendizaje móvil como: el perjuicio que conlleva el aprendizaje móvil, las políticas educativas actuales sin el aprendizaje móvil, su ayuda a poblaciones marginales y sistemas educativos, y finaliza con las diferentes alianzas para mantener y expandir el aprendizaje móvil.

Link para la descarga:

https://drive.google.com/file/d/0BwekS_nkujwkZEp4Z2MyczRmSkE/view

ó

http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002164/216451s.pdf

Fuente de la Reseña:

https://www.rua.unam.mx/portal/recursos/ficha/11353/activando-el-aprendizaje-movil-temas-globales

ove/mahv

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La pedagogía moderna o el sueño de Pestalozzi

España / 26 de agosto de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: PAIDEIA

I.

Lo singular de la conducta humana es que, por muy mecánica que parezca, siempre expresa una relación implícita con algo “exterior” a la cadena de las causas y los efectos, con el espacio donde sucede, con el éter en el que se despliega la opiácea red de los estímulos y respuestas a que nuestra condición animal nos obliga. No nos libramos de ese páramo presentido ni siquiera tomando el café de sobremesa en una tarde de primavera, en la que, como decía Bécquer, los terrores no pueden asaltarnos. En realidad, ese “desasosiego” jamás nos abandona. Ni siquiera con el estómago bien lleno, con el cielo sin amenaza de tormenta, disfrutando de una temperatura amable y mientras vemos algún episodio de una adictiva y absorbente serie televisiva que nos haga creer la victoria de la razón más desnuda y raquítica sobre la maldad del universo. A pesar de tales victorias de esa razón pretenciosa del dato y el cálculo, la de un Sherlock cocainómano y arrogante (aunque en la serie, obedeciendo al pudor puritano de nuestra época, que consiste en ocultar lo que inquieta y molesta como en una cárcel de seda, la cocaína y el tabaco se han sustituido por discretos parches de nicotina), hay algo de lentitud y pesadez en el aire que respiramos y que como un lastre coarta nuestros deseos y alegrías. Para el hombre, a diferencia del niño y el animal, la paz jamás puede ser plena.

Aunque mejor detener este hilo de observaciones o reflexiones. Me paro sobresaltado por albergar estos pensamientos amargos y me increpo a mí mismo, como un oficial arengando a la tropa (lo que quizás sea, en definitiva, la mejor imagen tangible de ese “guía interior” al que Marco Aurelio tanto se refiere), para retomar el nervio de vivir como hombre, como filósofo y como soldado, o sea, como quien también aguarda a morir sin el menor pábilo de agonía en el rostro, sin mover un solo músculo de la cara, del modo en que lo hizo aquel pagano romano, hermano de secta del egregio emperador, que, un siglo antes, fue el mayor pedagogo de todos los tiempos.

Miro a mi alrededor en el prado apacible y veo al animal que vive saltando de estímulo en estímulo y cuya respuesta es una reacción mecánica a la cadena natural donde habita ciegamente engarzado, en la clausura de un presente espléndido. No puede haber existencia más inocente. Retoza y sufre sobre la brillante superficie del lago de la existencia, sin tener la experiencia, como un hormigueo o sudor frío, como un raro presentimiento, de que la realidad guarda un secreto.

Ese secreto solo puede insinuarse en las preguntas. Se cree que la ciencia ofrece respuestas y ocurre justamente lo contrario, que lo que ofrece son nuevas y más perturbadoras e irresolubles preguntas. Desde luego el hombre puede vivir una existencia inocente, en un simulacro, pero la condena del hombre, su caída, lo que perdió al ser expulsado del Paraíso, es esa bendición que sí le fue concedida al resto del reino animal. No hay pues tarde ni sobremesa inocente, porque, del mismo modo que el animal vive inserto en su cadena causal, el hombre se halla fatalmente ligado a lo incomprensible que le remueve por dentro y al lastre del pasado y del futuro. No hay ya para él tranquilidad posible y se ve forzado a incluir, en el caso de las existencias verdaderamente lúcidas, el turbio presentimiento de que la nada, su no saber, su insignificancia, impugnan cualquier felicidad que no sea el tranquilo recostarse en dicha insignificancia, propio del sabio estoico.

Resulta clamorosamente falso que pueda darse una construcción de lo humano que no sea al mismo tiempo advertencia de su precariedad, insinuación de su final y presentimiento de que hay algo desbordante, glorioso y terrible, que cerca nuestras sobremesas. Así sucede con cualquier hecho o institución. Toda esperanza y horizonte lo son porque partimos de un vacío y una nada esencial más próxima a la desesperanza y la angustia que a los exultantes coros angélicos que traza nuestra imaginación. El estoico puede actuar, y es de hecho muy activo, porque su resignación, esa pasividad que se le atribuye, es solo el efecto de la más desoladora lucidez. Es a esa lucidez, la del vivir sin otro fondo que el puro ser, a la que la razón, en última instancia, conduce al hombre. La pedagogía de la razón, porque la razón nos educa, nos sitúa en el mayor trono que puede disfrutar el ser humano, el de su soledad y la pregunta.

Por todo esto, no hay posibilidad de una educación y pedagogía inocentes, es decir, sin un último y fatal apoyo en la pregunta. Si la Pedagogía debe centrarse en el estudio de las metodologías de enseñanza y cuestiones didácticas relacionadas con la educación, es en la medida en que estas son la superficie del abismo de preguntas elementales que fundan lo humano. Así, la pedagogía, la educación, las máscaras, se fundan en la pregunta. ¿Qué es el hombre? ¿Cómo se forma? ¿Cómo ayudar a su formación? No se debe abordar estas cuestiones como simples cuestiones técnicas, sino en lo que las conecta con la antropología y la filosofía, con el sombrío ámbito donde el hombre se sabe incierto. Tras la aparente plenitud y placidez del curso habitual de las cosas, cuando la educación nos ha marcado el camino, está la posibilidad de desmontarlo todo. En saberlo y en incorporarlo al propio ser estriba la mayor madurez a que cabe aspirar.

El nervio íntimo de la pedagogía, pues, es filosófico o, a lo sumo, antropológico. Y por ahí debe andar, y de hecho ha andado, el pensamiento pedagógico. No la técnica pedagógica, el arte de crear la máscara, sino la teoría que se pregunta por lo que hay detrás de ella, si es que hay algo.

II.

Hablando ayer de Rousseau ha sido evidente que es preciso no centrarse tanto en sus desarrollos didácticos, algunos válidos que resuenan aún hoy y otros cuestionables y anticuados que no nos sirven. Hay que aspirar, por el contrario, a captar el manantial exacto desde el que se despliega todo el Emilio, su perspectiva, su nervio. Lo que en el Emilio está más allá de su utilidad. Este punto es un posicionamiento filosófico y antropológico que siempre se halla, del modo que sea, a la base de cualquier teoría o práctica educativas.

De lo que señalamos, resulta obvio el componente ilustrado de Rousseau y su adscripción, contra lo que parece, a un modelo más próximo a la ciencia y las matemáticas que al humanismo. De hecho, Château (2013) concluía su exposición sobre el ginebrino resaltando este íntimo formalismo de la pedagogía rousseauniana que nosotros vinculamos al recurso estoico de tomar la ciencia y la lógica, o las matemáticas, como un asidero firme en el que agarrarse para sobrevivir a la tormenta. En este sentido (quizás en otros no) tenía razón este comentarista en que frente a un Voltaire, por ejemplo, Rousseau no es exactamente un humanista. La ironía respecto a la tradición, que es elaborada y releída sonrientemente por Voltaire, el saberse obligado a tratar con un océano de textos que van agarrándose unos a otros hasta sugerir la divertida eternidad sin fondo a que hemos comenzado aludiendo en este artículo, es lo que Château considera la versión humanista de la Ilustración, la voltaireana, la que se desplegaría en los filólogos del siglo XIX. Rousseau es más grave, como un profeta bíblico, y con esa aspiración estoica a la armonía última del mundo como íntima y única certeza. Ambos, pues, ilustrados y, en este sentido, uno de espíritu estoico y el otro más humanista y proclive a caminar sobre pantanos.

Aunque yo diría que sí podemos considerar humanista al ginebrino en el sentido de que el Emilio es también el intento de realizar la encarnación del ideal humano, ideal que es el de la razón, o logos, que dirige la orquesta de la naturaleza (y que el cuarto evangelista confundió con Dios). Esa última razón o paz que irradia toda la pedagogía rousseauniana es un remedo de la paz y la razón del estoico, reinantes en el cosmos, como vimos.

Es decir, Rousseau constata la serena, amplia e infinita presencia de lo humano (o lo natural) en la cultura, como lo que nos forma (la “forma” en la terminología filosófica es la figura concreta que adquiere la materia), es decir, que educarse es adquirir un modo particular de ser lo humano que habita en la cultura. O animar la idea con la carne, la sangre y el hueso de los individuos vivos que no serán propiamente individuos ni libres, en una paradoja que no entienden los simples, hasta que se impregnen de lo general. Estamos ya con esto anticipando la Bildung en el idealismo alemán. Es lo que la pedagogía denomina “formación” y lo que, en efecto, constituyó la base de la concepción pedagógica humanista que se fue trazando en Europa, sobre todo en Alemania, después de la Ilustración y en coexistencia con otro derivado pedagógico del movimiento ilustrado que cobra especial importancia en la actualidad: el modelo técnico. Este nace como una reducción de la formación a la enseñanza y adquisición de saberes técnicos, los requeridos por los oficios o los nuevos estudios promovidos por las monarquías ilustradas, los enciclopedistas y la Revolución francesa: ingenierías, agricultura, cálculo y matemáticas. Será esta versión técnica de la Ilustración el germen de las escuelas, academias y facultades técnicas en la reestructuración del currículum universitario que se prolongaría todo el siglo XIX.

Hemos de admitir, a esta altura, que ambas versiones son Ilustración, aunque nos tienta extender la metáfora de la luz y la sombra para referirnos al luminoso mediodía de la cultura humanista (burguesa), cuya sombra serían los muy “proletarios” saberes técnicos. Sin ambas facetas la Ilustración está incompleta y nos desplazaríamos por otro paradigma civilizatorio y epocal.

Adscrito a la concepción de la cultura como el lugar donde habitan los ideales en espera de tornarse carne y hueso, que vamos a ver inigualablemente expresada por el gran reformador de la universidad del que escribiremos próximamente, Humboldt, emerge la figura de Pestalozzi. Este es el primer diseñador de la pedagogía contemporánea. Es prácticamente su creador. La idea básica de las actuales teorías pedagógicas más “nuevas”, tienen su epicentro en este autor que, a diferencia de su compatriota suizo Rousseau, es ya propiamente un educador y no tanto un filósofo. El primer educador y pedagogo contemporáneo. En varios sentidos, pero sobre todo en que es quien primero, más allá de escribir un tratado como Rousseau, pone en práctica la idea de que es preciso educar antes que instruir, lo que se puede valorar como un avance en la comprensión y emancipación del hombre o, como hace Fernández Liria en el libro que hemos comentado días atrás, como un movimiento típicamente totalitario. Y aunque tememos reconocerlo, nos parece que Liria tiene algo de razón en esto tan perturbador. Hay que educar, o sea, formar a la persona y el carácter antes que transmitir saberes y conocimiento, o información. Este es el principio de Pestalozzi, pero también el principio de la Revolución francesa en sus momentos más, digamos, totalitarios, cuando se pretendía crear un mundo nuevo mediante la destrucción del anterior en la historia y en el alma de cada uno de los “ciudadanos”. En otra obra que comenté hace algo más de un año, se afirmaba algo parecido, cuando se insistía en que Pestalozzi significa el giro “educacionalista” de la civilización, o sea, la pretensión de transformar o incluso re-crear el mundo desde las “interioridades” del sujeto. Una suerte de querer colarse en el alma de los hombres para reconstruirlos a ellos y a la historia.

Así, este giro será el que mejor protagoniza el bueno y sentimentaloide de Pestalozzi. Entre otras consecuencias tiene la de sustituir lo verbal y reflexivo por lo afectivo que, en la figura de la madre, logra la formativa encarnación en el niño de los grandes ideales y valores de la cultura. Por eso Pestalozzi insiste tanto, y con páginas tan inflamadas, en la importancia de la educación maternal. A él le interesa el proceso de creación de la persona, que es, primero, como señala claramente el Emilio, afectivo y emocional. La madre encarna esta imprimación del ideal en el inconsciente del niño. Un proceso que, además, Pestalozzi califica y considera como “integral”, por esto mismo, porque alcanza todas las facetas de la personalidad del niño. Se dirige a toda su persona. Así que este inventor de la educación moderna y contemporánea, es también el creador de la educación integral.

El niño va ejercitando su razón emergente, pero al mismo tiempo, funciona su corazón y su mano, dice el suizo. Y todo ello, como ocurría con Rousseau, se comprende como la plasmación en el individuo de la cultura humana que debe ligarse con el último y mayor bien de la naturaleza y, en definitiva, con Dios. Dios es, para él, la fuente del bien y de lo humano, por lo que coinciden, al estilo de Rousseau, lo humano con la virtud y el bien que, en última instancia, reposan en la bondad de la Creación, garantizada y personificada por Dios (de nuevo, quizás, el Prólogo de Juan).

Dios sería una especie de emanante alteridad fontanal que funda lo que en el mundo humano se ha de producir con procesos donde se hallan presentes el amor y la vocación. Estas ideas aproximan a Pestalozzi, como ya está adivinando el lector, a los filósofos personalistas del siglo XX. Pestalozzi esgrime una concepción de la persona como el continente en el que la educación convierte el “deber” en el “querer”, lo que “debo” en lo que “quiero”. El suizo realiza una especie de traspaso de la ética a la psicología evolutiva, a la cual él también anticipa e inventa. O sea, que no andamos lejos de aquellas preguntas básicas a las que me refería al comenzar estas letras y que nos retrotraen a lo antropológico, es decir, ¿quiénes somos?, o ¿qué es el hombre? Pestalozzi trata de ubicarse en ello para responder con un cierto idealismo por el que la materia humana ha de vertebrarse y nutrirse con la forma que le infunde la cultura. Es el estudio de este proceso de formación el que obliga a Pestalozzi a esforzarse por comprender de qué materia estamos hechos los seres humanos y cómo esta, que es ciega vida animal, emerge y cobra una vida superior cuando absorbe los bienes e ideales que pueblan la cultura. Es lo que, en una próxima entrada, veremos que va a constituir el núcleo del pensamiento pedagógico y de las reformas universitarias de Humboldt.

Al considerar las cualidades de esa materia humana, con cuyas características se va encauzando esa impregnación cultural en el individuo, ha tocado Pestalozzi el campo de la psicología, en un salto definitivo a lo óntico que anticipa a esa ciencia del alma o del espíritu que será la psicología evolutiva. Pero también algo que anticipa la crítica a la concepción racionalista e ilustrada del hombre por esa otra forma de disolvente ilustración con pretensiones frustradas de ser positiva y empírica que constituirían Freud y el psicoanálisis. El bien y la buena conducta, el altruismo, la bondad, son derivados del amor a la madre. La moral se fraguaría, entonces, en la relación del niño con la madre. Es esta vinculación afectiva la que obra la realización y encarnación de los ideales de la cultura, en torno a los valores, por ejemplo, en la persona del niño y por supuesto antes de la escuela. Es su medio, su camino, el amor que liga a la cultura y a lo normativo (la figura freudiana del padre), que la dulcifica y llena de afectos. Todo esto tuvo, también y por la relación que señalábamos entre las concepciones filosóficas y las metodologías didácticas, una consecuencia a nivel metodológico: la pedagogía se empezó a entender como un tanteo experimental con la realidad educativa, que implicaría la constante necesidad de ir perfeccionando las metodologías educativas en una suerte de irrupción de lo afectivo y (en la ideología y terminología de Pestalozzi) lo “maternal”, en la escuela que fuera otrora lugar de la pura instrucción en historia, gramática y latines. Esto ocurre, decíamos, en el contexto por el que lo instructivo comienza a entenderse y practicarse como lo educativo. “Instruir” va dejando paso a “educar”. La disciplina deja paso al cariño y la ciencia y el saber, o la erudición, llegarán cuando tengan que llegar, al estilo de Rousseau, sin forzar su irrupción en la vida infantil. Sólo se aspirará a tratar con lo que requiere ser pensado, cuando la facultad de pensar esté plenamente preparada.

Así pues, en Pestalozzi tenemos las mismas ideas que se dieron en distintos momentos de la Revolución francesa (que lo halagó y llenó de honores); en especial, como imaginará el lector, en las memorias escritas por Condorcet, filósofo y diputado girondino de la Convención (publicadas hoy en español por la editorial Morata), para establecer los principios de un futuro sistema público educativo (aunque en la época aún lo denominaban, como todavía ocurre en algunos países, “de instrucción pública”).

Por último, si queremos interpretar lo que quiso expresar con el título de una de sus obras, El canto del cisne, el apremio de este educador, su pasión, su prisa, que lo llevaron a pérdidas millonarias (en alguna época de su vida, cuando paseaba, es fama que era confundido con un mendigo) y a la construcción compulsiva de centros educativos admiradísimos en Europa (entre otras personas, por Madame de Stäel, la cronista y crítica de la Revolución francesa), se dio porque entendió que todo lo humano con lo que trataba era algo que no podía librarse de la sombra de la muerte. Pero dejemos esta especulación sentimental cuyo único fundamento es su belleza o, tal vez, mi deseo de que este artículo adquiera una forma circular, en un eterno retorno que lo llene de paz e impugne, a su discreta manera, el fantasma de la innovación en el mercado de las novedades. Quizás lo retomemos, ampliando el círculo, y emprendamos un análisis menos impulsivo de todo esto para cuando el frío que me cerca ahora, pasada la medianoche, arrecie menos, si es que alguna vez puede dejar de arreciar. 

Algunas ideas y datos han sido extraídos del siguiente libro:

Château, J. (2013). Los grandes pedagogos. México: FCE. Primera edición en francés 1956.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2018/04/la-pedagogia-moderna-o-el-sueno-de.html

Fuente de la Imagen:

10 estrategias innovadoras de aprendizaje para la pedagogía moderna

ove/mahv

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