Page 1260 of 2667
1 1.258 1.259 1.260 1.261 1.262 2.667

¿Motivación social en matemáticas?

Por Roberto Araya

¿Motivación social en matemáticas? La idea parece violar nuestras preconcepciones, pero ahora tenemos evidencia que las adaptaciones sociales del cerebro humano pueden ser fuente de estrategias educacionales muy efectivas. Sí, matemáticas y habilidades sociales se potencian

Educar con calidad suena simple, pero hay varios desafíos. Primero, existe una abrumadora cantidad de estrategias pedagógicas. Están las pedagogías centradas en el estudiante, las personalizadas, las constructivistas, las de trabajo en equipo, las de indagación y las de resolver problemas donde los estudiantes no conocen procedimientos de resolución.

Hay diferentes tipos de textos, plataformas digitales, juegos y materiales. Por si esto no fuera poco, están los programas de desarrollo profesional docente que vienen en múltiples sabores. Los que promueven más autonomía docente, los más prescriptivos, las mentorías, y las capacitaciones e- y b-learning.

Segundo, medir impacto toma tiempo y recursos. Es esencial recoger muestras de varias decenas de cursos que permitan separar efectos como el del profesor, aleatorización para evitar el sesgo de selección, intervenciones de duración de un año que aseguren que resultados no sean efecto de la novedad, y tests independientes de los implementadores (Cheung & Slavin, 2015).

Tercero, los resultados muchas veces contradicen nuestras expectativas. No todo lo que brilla es oro. Por ejemplo, el Departamento de Educación de EE.UU. reportó recientemente el impacto en 94 escuelas de un programa de 93 horas anuales de capacitación e intensivo acompañamiento en aula (Garet et al, 2016). Los docentes mejoraron en conocimientos de matemáticas y cambiaron sus prácticas instruccionales, pero los estudiantes empeoraron.

Un caso emblemático es el del programa One-Laptop-per-Child. Se implementó en Perú donde regalaron casi un millón de laptops a estudiantes junto con capacitaciones de 40 horas a los docentes. El Banco Inter-Americano (BID) midió el impacto en aprendizajes. El efecto fue nulo (Cristia et al, 2012).

Otro caso sorprendente es un programa centrado en el estudiante con resolución de problemas de matemáticas. El BID midió el impacto en 85 escuelas de Costa Rica. Los docentes recibieron más de 40 horas de capacitación además de visitas de acompañamiento. El impacto en los aprendizajes de los estudiantes fue negativo (Berlinski & Busso, 2015).

Cuarto, la evidencia no está centralizada. El Departamento de Educación de EE.UU. despliega en su página What Works Clearinghouse más de un centenar de estrategias. Otra fuente de estudios es la Enciclopedia de la Mejor Evidencia de la Universidad Johns Hopkins. Para países en desarrollo está SkillsBank del BID. En el reporte 2018 del Banco Mundial Aprendizaje para alcanzar la promesa educacional, Evans & Popova destacan que el número de evaluaciones de impacto en los países en desarrollo aumentó de 19 en 2000 a 299 en 2016.

Sin embargo, en prácticamente todos los programas estudiados las aulas están aisladas unas de otras. No se conectan. No consideran que el cerebro humano evolucionó hacia uno social donde el sentido de pertenencia y cohesión están en nuestro ADN. Razón, interacción y afectos nos unen y empujan para el mismo lado. ¿Por qué no utilizar el sentido de pertenencia al curso?

En el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), de la Universidad de Chile, junto al BID y con apoyo de la Fundación Canadiense IDRC, estudiamos una estrategia diseñada para utilizarlo en la enseñanza de matemáticas. Esto incluye una plataforma donde estudiantes monitores ayudan a compañeros de curso, se realizan torneos sincrónicos entre decenas de cursos, y se promueve la argumentación escrita con revisión entre pares.

Durante todo 2017 realizamos un estudio controlado aleatorizado en 48 cuartos básicos. Sorprendentemente, los cursos en tratamiento obtuvieron una ganancia impresionante en el SIMCE de matemáticas por sobre los cursos de control. La ganancia equivale a más de medio año de clases de matemáticas.

¿Motivación social en matemáticas? La idea parece violar nuestras preconcepciones, pero ahora tenemos evidencia que las adaptaciones sociales del cerebro humano pueden ser fuente de estrategias educacionales muy efectivas. Sí, matemáticas y habilidades sociales se potencian.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/columna-educacion-motivacion-social-matematicas/272624/

Comparte este contenido:

Hong Kong educators have forgotten that schooling should be fun

By Luisa Tam

I came across a very inspiring video on Facebook recently in which a teacher in a US public school was seen starting her class in the morning by exchanging elaborate handshakes with her young students, which had been personalised to each and every one of them. It wasn’t difficult to see that they were so excited to shake their teacher’s hand as they queued outside the classroom awaiting their turn.

I was totally overwhelmed and inspired by this, but sadly this is something I have rarely seen in our own education system. In Hong Kong, our educators seem to have forgotten that schools should be fun places to inspire and excite students to learn by providing a warm and hospitable environment to nurture their love for learning.

A good education should not just focus on academic attainment but also embrace genuine learning, creative teaching and encourage the overall development of the child.

This Facebook video, which has gone viral with more than 49 million views, also illustrates how important it is for teachers to build a genuine connection with students. Although the Baptist University debacle has died down for now, a short clip is a critical lens that shows what we seriously lack in Hong Kong’s education; our educators’ inability to connect, collaborate, engage with students or instil creativity in them. They are also guilty of turning schools into boring and lifeless education factories driven merely by a culture of homogeneity.

I dare say that many of our local educators still cling to the conformist concept that learning should not be fun because the process of acquiring anything worthwhile cannot and should not be fun at all, let alone enjoyable.

In Hong Kong, schools have turned into academic torture dens and signs of academic burnout are becoming increasingly common in younger primary students, which could trigger low self-efficacy and low self-esteem. I have witnessed some of these problems in the young children of some of my friends.

If you ask any child who attends a local school in Hong Kong, most of them will tell you it’s hard to differentiate between schools and prisons, as children feel trapped and unfulfilled in their classrooms, day in and day out.

Unlike Western education, local schools in Hong Kong are never meant to be fun and nor do they pretend to be. Most of our schools advocate excruciatingly long hours of homework, constant drills and rote-learning but never meaningful learning. Surviving school in Hong Kong is real hard work and local students recognise that this is what to expect throughout the course of their schooling; they have become blasé to this sad fact of life and so they choose to serve their time without complaint.

Whenever I hear the Hong Kong government churn out the buzzwords “creative economy”, I can’t help but feel that we are actually stuck in an “uncreative economy”. Moreover, if we are to build a creative economy, like what the government has been emphasising, we would need to have more creative industries. And to reach that goal, it would mean having to nurture creative young people to assure our future survival in an increasingly creative and competitive world.

But the irony is the government keeps on discouraging creativity and innovation, which turns our young people into near lifeless robots who only know how to push themselves to earn the best exam results.

The video clip of the cheerful US public school stands in stark contrast to the recent controversy at Baptist University, in which a group of students barged into a school office to push for the scrapping of the school’s apparently unreasonably difficult Mandarin assessment. It was obvious in the video that the American teacher and her students shared a mutual respect, but this was not the case with the Baptist University students, who chose to blame their educators and the establishment for their own shortcomings.

The challenge that Hong Kong’s educators face is that as the world of education has evolved to keep pace with a creative economy, they are still bogged down by the tremendous weight of the stifling rigidity of traditional education that neither meets today’s needs nor tomorrow’s challenges.

Our Hong Kong teachers might not be as agile as the American teacher in creating rhythmic or synchronised handshakes with their students, but a good first step is to treat students like individuals and recognise their differences in learning and motivation. Teachers and students need to build a positive relationship to create a learning experience that is welcoming and a setting that’s inviting. Like running a good business, there has to be trust and respect and a collaborative culture in which students can acquire a truly genuine education for tomorrow. That’s the future of learning and without this, we are doomed.

Fuente del artículo: https://www.scmp.com/comment/insight-opinion/article/2133070/hong-kong-educators-have-forgotten-schooling-should-be-fun

Comparte este contenido:

OEI: Proyecto Transformación del Entorno Escolar (PDF)

OEI / 26 de agosto de 2018 / Autor: Organización de Estados Iberoamericanos

En 2017 la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) lanzó  el proyecto ‘Transformación del Entorno Escolar para el desarrollo integral y la promoción de la paz’ promovido por el Instituto Iberoamericano para la Educación en Derechos Humanos y en Democracia (IDEDH) y coordinado por la Secretaría General junto con las oficinas nacionales de la OEI de Colombia, El Salvador y Uruguay.

El proyecto, de alcance regional, tiene como fin contribuir a que las escuelas sean espacios libres de violencia desde un enfoque integral de derechos.

La acción comenzó en 2016 como un proyecto piloto en El Salvador para fortalecer el desarrollo integral de las personas a través del fomento y respeto de los Derechos Humanos, para lograr comunidades seguras e inclusivas, donde estuvieran presentes la democracia y la paz. Tras el éxito de esta primera experiencia, el proyecto se ha extendido a diez países más: Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.

La iniciativa se implementa en las comunidades más vulnerables y las acciones que se realizan van desde la formación del profesorado en materia de Derechos Humanos, al trabajo en el aula para promover la paz y la no violencia, pasando por la concienciación con las familias para incorporar pautas de crianza positivas. Hasta la fecha, el proyecto cuenta con más de 17.500 personas beneficiadas.

“Transformación del entorno escolar” persigue el objetivo de fortalecer el desarrollo integral de las personas para una convivencia en armonía entre familias y miembros de la comunidad basada en la promoción y el respeto a los Derechos Humanos, para avanzar en ambientes inclusivos y seguros en la consolidación de la democracia y el logro de la paz. En el diseño y puesta en marcha del proyecto subyace un enfoque de desarrollo que se sitúa en un marco más amplio de garantía del derecho a la educación, del derecho al propio desarrollo, y de defensa global de los DDHH.

 

Link para la descarga:

https://www.oei.es/uploads/files/news/Education/1006/transformacionentornoescolar-esp.pdf

Fuente de la Reseña:

https://www.oei.es/Educacion/Noticia/proyecto-transformacion-del-entorno-escolar

ove/mahv

Comparte este contenido:

Las economías emergentes deberían enseñar el currículo del futuro

América Latina / 26 de agosto de 2018 / Autor: Banco Interamericano de Desarrollo

Alrededor del mundo, los líderes del gobierno y la industria debaten sobre el “futuro del trabajo”. Todos hemos visto predicciones de un cambio masivo en las necesidades de la fuerza laboral del futuro. La última predicción de McKinsey Global Institute es que aproximadamente el 50% de las actividades de trabajo existentes pueden ser desplazadas, sustituidas o modificadas de alguna forma por la automatización. Sea esto causado por software tradicional, robótica, inteligencia artificial o nuevos algoritmos de aprendizaje automático.

A pesar de un acuerdo casi unánime sobre esta ola de cambio, el mundo no está reaccionando lo suficientemente rápido como para actualizar nuestro sistema de educación. Un estudiante que comienza la escuela primaria hoy se graduará de la universidad a mediados de la década de 2030, y su carrera durará hasta 2060 o más. Si bien no podemos predecir con exactitud cuáles serán las necesidades de nuestra fuerza de trabajo a mediados de siglo, podemos estar absolutamente seguros de que las necesidades de la fuerza de trabajo están cambiando y continuarán cambiando.

Cualquier discusión sobre el futuro del trabajo debe ir de la mano de una discusión sobre el futuro del plan de estudios. Sin embargo, al visitar la mayoría de las escuelas en 2018, se ven maestros enseñando exactamente las mismas materias que se enseñaban en 1918: lectura, escritura, matemáticas, ciencia, historia e idiomas. El debate sobre el futuro de la educación se centra en cambiar la forma en que enseñamos, adoptar la tecnología en el aula, pero casi no hay debate sobre cómo cambiar lo que enseñamos.

Sin duda, algunos de los temas que enseñamos hoy ya no serán relevantes en la década de 2030: la escritura es cada vez más obsoleta, la aritmética compleja ya no se realiza a mano, y el Internet ha reemplazado a nuestra necesidad de memorizar muchos datos básicos. Mientras tanto, las habilidades digitales, la resolución de problemas, la creatividad y la colaboración son cada vez más necesarias, pero aún no se enseñan en las escuelas. Incluso, cuando las escuelas enseñan habilidades digitales, enseñan cómo usar la tecnología, cómo crear un documento o una presentación, en lugar de cómo crear tecnología.

Para preparar a todos los estudiantes para las habilidades creativas, colaborativas y de resolución de problemas digitales del futuro, las escuelas deben enseñar computación como parte del plan de estudios. Esto no se trata sólo de codificar. La informática se trata de codificación, pensamiento computacional, diseño de interfaz, análisis de datos, aprendizaje automático, ciberseguridad, redes y robótica. Y aprender ciencias de la computación ejerce creatividad, resolución de problemas y colaboración. Estas habilidades no sólo son importantes para las carreras técnicas en el mundo desarrollado. Son recursos valiosos para todas las carreras en todas las economías.

La informática no debe ser relegada a las actividades extracurriculares, concursos de robótica o hackatones. Se debe enseñar como parte de la jornada escolar en primaria y secundaria. Los líderes educativos deberían discutir la eliminación de aspectos del currículo de 1918 para dar cabida al currículo de 2018.

Para prepararse para la década de 2030 y más allá, las economías emergentes tienen la oportunidad de dar un salto, preparar a sus jóvenes para las carreras del futuro. Nuestras escuelas deberían enseñar el currículo del futuro, no solo el del pasado. En la actualidad, muchos países han comenzado a adoptar la informática como parte de su plan de estudios nacional. En los Estados Unidos, 44 estados han cambiado las políticas para reconocer la informática como parte del núcleo académico. Más allá de los EE.UU., más de 25 países han anunciado planes para expandir el acceso de la informática en la jornada escolar: no sólo el Reino Unido, Australia, Japón o Corea del Sur, sino también Argentina, Ecuador, Italia, Malasia, Suecia y Tailandia.

Enseñar informática en las escuelas puede sonar intimidante, pero es una idea que genera esperanza. Inspira a los maestros y atrae a los estudiantes. Y a pesar de que la mayoría de los docentes del mundo no tienen experiencia en ciencias de la computación, y muchas de las escuelas del mundo carecen de computadoras conectadas, estos son problemas que podemos y debemos resolver. Países como Brasil, Chile y Nigeria están estableciendo planes para resolver este tipo de problemas, y el resto del mundo debería seguir su ejemplo.

El futuro del trabajo puede ser incierto. Pero una cosa es absolutamente cierta: la informática será más solicitada que nunca, y cada alumno de cada escuela debería tener la oportunidad de aprenderla como parte de su plan de estudios.

Fuente del Artículo:

Las economías emergentes deberían enseñar el currículo del futuro

ove/mahv

Comparte este contenido:

UNESCO: Activando el aprendizaje móvil: temas globales (PDF)

UNESCO / 26 de agosto de 2018 / Autor: UNESCO / Fuente: RUA UNAM

Este artículo de la UNESCO, aborda las principales temáticas sobre el aprendizaje móvil como: el perjuicio que conlleva el aprendizaje móvil, las políticas educativas actuales sin el aprendizaje móvil, su ayuda a poblaciones marginales y sistemas educativos, y finaliza con las diferentes alianzas para mantener y expandir el aprendizaje móvil.

Link para la descarga:

https://drive.google.com/file/d/0BwekS_nkujwkZEp4Z2MyczRmSkE/view

ó

http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002164/216451s.pdf

Fuente de la Reseña:

https://www.rua.unam.mx/portal/recursos/ficha/11353/activando-el-aprendizaje-movil-temas-globales

ove/mahv

Comparte este contenido:

La pedagogía moderna o el sueño de Pestalozzi

España / 26 de agosto de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: PAIDEIA

I.

Lo singular de la conducta humana es que, por muy mecánica que parezca, siempre expresa una relación implícita con algo “exterior” a la cadena de las causas y los efectos, con el espacio donde sucede, con el éter en el que se despliega la opiácea red de los estímulos y respuestas a que nuestra condición animal nos obliga. No nos libramos de ese páramo presentido ni siquiera tomando el café de sobremesa en una tarde de primavera, en la que, como decía Bécquer, los terrores no pueden asaltarnos. En realidad, ese “desasosiego” jamás nos abandona. Ni siquiera con el estómago bien lleno, con el cielo sin amenaza de tormenta, disfrutando de una temperatura amable y mientras vemos algún episodio de una adictiva y absorbente serie televisiva que nos haga creer la victoria de la razón más desnuda y raquítica sobre la maldad del universo. A pesar de tales victorias de esa razón pretenciosa del dato y el cálculo, la de un Sherlock cocainómano y arrogante (aunque en la serie, obedeciendo al pudor puritano de nuestra época, que consiste en ocultar lo que inquieta y molesta como en una cárcel de seda, la cocaína y el tabaco se han sustituido por discretos parches de nicotina), hay algo de lentitud y pesadez en el aire que respiramos y que como un lastre coarta nuestros deseos y alegrías. Para el hombre, a diferencia del niño y el animal, la paz jamás puede ser plena.

Aunque mejor detener este hilo de observaciones o reflexiones. Me paro sobresaltado por albergar estos pensamientos amargos y me increpo a mí mismo, como un oficial arengando a la tropa (lo que quizás sea, en definitiva, la mejor imagen tangible de ese “guía interior” al que Marco Aurelio tanto se refiere), para retomar el nervio de vivir como hombre, como filósofo y como soldado, o sea, como quien también aguarda a morir sin el menor pábilo de agonía en el rostro, sin mover un solo músculo de la cara, del modo en que lo hizo aquel pagano romano, hermano de secta del egregio emperador, que, un siglo antes, fue el mayor pedagogo de todos los tiempos.

Miro a mi alrededor en el prado apacible y veo al animal que vive saltando de estímulo en estímulo y cuya respuesta es una reacción mecánica a la cadena natural donde habita ciegamente engarzado, en la clausura de un presente espléndido. No puede haber existencia más inocente. Retoza y sufre sobre la brillante superficie del lago de la existencia, sin tener la experiencia, como un hormigueo o sudor frío, como un raro presentimiento, de que la realidad guarda un secreto.

Ese secreto solo puede insinuarse en las preguntas. Se cree que la ciencia ofrece respuestas y ocurre justamente lo contrario, que lo que ofrece son nuevas y más perturbadoras e irresolubles preguntas. Desde luego el hombre puede vivir una existencia inocente, en un simulacro, pero la condena del hombre, su caída, lo que perdió al ser expulsado del Paraíso, es esa bendición que sí le fue concedida al resto del reino animal. No hay pues tarde ni sobremesa inocente, porque, del mismo modo que el animal vive inserto en su cadena causal, el hombre se halla fatalmente ligado a lo incomprensible que le remueve por dentro y al lastre del pasado y del futuro. No hay ya para él tranquilidad posible y se ve forzado a incluir, en el caso de las existencias verdaderamente lúcidas, el turbio presentimiento de que la nada, su no saber, su insignificancia, impugnan cualquier felicidad que no sea el tranquilo recostarse en dicha insignificancia, propio del sabio estoico.

Resulta clamorosamente falso que pueda darse una construcción de lo humano que no sea al mismo tiempo advertencia de su precariedad, insinuación de su final y presentimiento de que hay algo desbordante, glorioso y terrible, que cerca nuestras sobremesas. Así sucede con cualquier hecho o institución. Toda esperanza y horizonte lo son porque partimos de un vacío y una nada esencial más próxima a la desesperanza y la angustia que a los exultantes coros angélicos que traza nuestra imaginación. El estoico puede actuar, y es de hecho muy activo, porque su resignación, esa pasividad que se le atribuye, es solo el efecto de la más desoladora lucidez. Es a esa lucidez, la del vivir sin otro fondo que el puro ser, a la que la razón, en última instancia, conduce al hombre. La pedagogía de la razón, porque la razón nos educa, nos sitúa en el mayor trono que puede disfrutar el ser humano, el de su soledad y la pregunta.

Por todo esto, no hay posibilidad de una educación y pedagogía inocentes, es decir, sin un último y fatal apoyo en la pregunta. Si la Pedagogía debe centrarse en el estudio de las metodologías de enseñanza y cuestiones didácticas relacionadas con la educación, es en la medida en que estas son la superficie del abismo de preguntas elementales que fundan lo humano. Así, la pedagogía, la educación, las máscaras, se fundan en la pregunta. ¿Qué es el hombre? ¿Cómo se forma? ¿Cómo ayudar a su formación? No se debe abordar estas cuestiones como simples cuestiones técnicas, sino en lo que las conecta con la antropología y la filosofía, con el sombrío ámbito donde el hombre se sabe incierto. Tras la aparente plenitud y placidez del curso habitual de las cosas, cuando la educación nos ha marcado el camino, está la posibilidad de desmontarlo todo. En saberlo y en incorporarlo al propio ser estriba la mayor madurez a que cabe aspirar.

El nervio íntimo de la pedagogía, pues, es filosófico o, a lo sumo, antropológico. Y por ahí debe andar, y de hecho ha andado, el pensamiento pedagógico. No la técnica pedagógica, el arte de crear la máscara, sino la teoría que se pregunta por lo que hay detrás de ella, si es que hay algo.

II.

Hablando ayer de Rousseau ha sido evidente que es preciso no centrarse tanto en sus desarrollos didácticos, algunos válidos que resuenan aún hoy y otros cuestionables y anticuados que no nos sirven. Hay que aspirar, por el contrario, a captar el manantial exacto desde el que se despliega todo el Emilio, su perspectiva, su nervio. Lo que en el Emilio está más allá de su utilidad. Este punto es un posicionamiento filosófico y antropológico que siempre se halla, del modo que sea, a la base de cualquier teoría o práctica educativas.

De lo que señalamos, resulta obvio el componente ilustrado de Rousseau y su adscripción, contra lo que parece, a un modelo más próximo a la ciencia y las matemáticas que al humanismo. De hecho, Château (2013) concluía su exposición sobre el ginebrino resaltando este íntimo formalismo de la pedagogía rousseauniana que nosotros vinculamos al recurso estoico de tomar la ciencia y la lógica, o las matemáticas, como un asidero firme en el que agarrarse para sobrevivir a la tormenta. En este sentido (quizás en otros no) tenía razón este comentarista en que frente a un Voltaire, por ejemplo, Rousseau no es exactamente un humanista. La ironía respecto a la tradición, que es elaborada y releída sonrientemente por Voltaire, el saberse obligado a tratar con un océano de textos que van agarrándose unos a otros hasta sugerir la divertida eternidad sin fondo a que hemos comenzado aludiendo en este artículo, es lo que Château considera la versión humanista de la Ilustración, la voltaireana, la que se desplegaría en los filólogos del siglo XIX. Rousseau es más grave, como un profeta bíblico, y con esa aspiración estoica a la armonía última del mundo como íntima y única certeza. Ambos, pues, ilustrados y, en este sentido, uno de espíritu estoico y el otro más humanista y proclive a caminar sobre pantanos.

Aunque yo diría que sí podemos considerar humanista al ginebrino en el sentido de que el Emilio es también el intento de realizar la encarnación del ideal humano, ideal que es el de la razón, o logos, que dirige la orquesta de la naturaleza (y que el cuarto evangelista confundió con Dios). Esa última razón o paz que irradia toda la pedagogía rousseauniana es un remedo de la paz y la razón del estoico, reinantes en el cosmos, como vimos.

Es decir, Rousseau constata la serena, amplia e infinita presencia de lo humano (o lo natural) en la cultura, como lo que nos forma (la “forma” en la terminología filosófica es la figura concreta que adquiere la materia), es decir, que educarse es adquirir un modo particular de ser lo humano que habita en la cultura. O animar la idea con la carne, la sangre y el hueso de los individuos vivos que no serán propiamente individuos ni libres, en una paradoja que no entienden los simples, hasta que se impregnen de lo general. Estamos ya con esto anticipando la Bildung en el idealismo alemán. Es lo que la pedagogía denomina “formación” y lo que, en efecto, constituyó la base de la concepción pedagógica humanista que se fue trazando en Europa, sobre todo en Alemania, después de la Ilustración y en coexistencia con otro derivado pedagógico del movimiento ilustrado que cobra especial importancia en la actualidad: el modelo técnico. Este nace como una reducción de la formación a la enseñanza y adquisición de saberes técnicos, los requeridos por los oficios o los nuevos estudios promovidos por las monarquías ilustradas, los enciclopedistas y la Revolución francesa: ingenierías, agricultura, cálculo y matemáticas. Será esta versión técnica de la Ilustración el germen de las escuelas, academias y facultades técnicas en la reestructuración del currículum universitario que se prolongaría todo el siglo XIX.

Hemos de admitir, a esta altura, que ambas versiones son Ilustración, aunque nos tienta extender la metáfora de la luz y la sombra para referirnos al luminoso mediodía de la cultura humanista (burguesa), cuya sombra serían los muy “proletarios” saberes técnicos. Sin ambas facetas la Ilustración está incompleta y nos desplazaríamos por otro paradigma civilizatorio y epocal.

Adscrito a la concepción de la cultura como el lugar donde habitan los ideales en espera de tornarse carne y hueso, que vamos a ver inigualablemente expresada por el gran reformador de la universidad del que escribiremos próximamente, Humboldt, emerge la figura de Pestalozzi. Este es el primer diseñador de la pedagogía contemporánea. Es prácticamente su creador. La idea básica de las actuales teorías pedagógicas más “nuevas”, tienen su epicentro en este autor que, a diferencia de su compatriota suizo Rousseau, es ya propiamente un educador y no tanto un filósofo. El primer educador y pedagogo contemporáneo. En varios sentidos, pero sobre todo en que es quien primero, más allá de escribir un tratado como Rousseau, pone en práctica la idea de que es preciso educar antes que instruir, lo que se puede valorar como un avance en la comprensión y emancipación del hombre o, como hace Fernández Liria en el libro que hemos comentado días atrás, como un movimiento típicamente totalitario. Y aunque tememos reconocerlo, nos parece que Liria tiene algo de razón en esto tan perturbador. Hay que educar, o sea, formar a la persona y el carácter antes que transmitir saberes y conocimiento, o información. Este es el principio de Pestalozzi, pero también el principio de la Revolución francesa en sus momentos más, digamos, totalitarios, cuando se pretendía crear un mundo nuevo mediante la destrucción del anterior en la historia y en el alma de cada uno de los “ciudadanos”. En otra obra que comenté hace algo más de un año, se afirmaba algo parecido, cuando se insistía en que Pestalozzi significa el giro “educacionalista” de la civilización, o sea, la pretensión de transformar o incluso re-crear el mundo desde las “interioridades” del sujeto. Una suerte de querer colarse en el alma de los hombres para reconstruirlos a ellos y a la historia.

Así, este giro será el que mejor protagoniza el bueno y sentimentaloide de Pestalozzi. Entre otras consecuencias tiene la de sustituir lo verbal y reflexivo por lo afectivo que, en la figura de la madre, logra la formativa encarnación en el niño de los grandes ideales y valores de la cultura. Por eso Pestalozzi insiste tanto, y con páginas tan inflamadas, en la importancia de la educación maternal. A él le interesa el proceso de creación de la persona, que es, primero, como señala claramente el Emilio, afectivo y emocional. La madre encarna esta imprimación del ideal en el inconsciente del niño. Un proceso que, además, Pestalozzi califica y considera como “integral”, por esto mismo, porque alcanza todas las facetas de la personalidad del niño. Se dirige a toda su persona. Así que este inventor de la educación moderna y contemporánea, es también el creador de la educación integral.

El niño va ejercitando su razón emergente, pero al mismo tiempo, funciona su corazón y su mano, dice el suizo. Y todo ello, como ocurría con Rousseau, se comprende como la plasmación en el individuo de la cultura humana que debe ligarse con el último y mayor bien de la naturaleza y, en definitiva, con Dios. Dios es, para él, la fuente del bien y de lo humano, por lo que coinciden, al estilo de Rousseau, lo humano con la virtud y el bien que, en última instancia, reposan en la bondad de la Creación, garantizada y personificada por Dios (de nuevo, quizás, el Prólogo de Juan).

Dios sería una especie de emanante alteridad fontanal que funda lo que en el mundo humano se ha de producir con procesos donde se hallan presentes el amor y la vocación. Estas ideas aproximan a Pestalozzi, como ya está adivinando el lector, a los filósofos personalistas del siglo XX. Pestalozzi esgrime una concepción de la persona como el continente en el que la educación convierte el “deber” en el “querer”, lo que “debo” en lo que “quiero”. El suizo realiza una especie de traspaso de la ética a la psicología evolutiva, a la cual él también anticipa e inventa. O sea, que no andamos lejos de aquellas preguntas básicas a las que me refería al comenzar estas letras y que nos retrotraen a lo antropológico, es decir, ¿quiénes somos?, o ¿qué es el hombre? Pestalozzi trata de ubicarse en ello para responder con un cierto idealismo por el que la materia humana ha de vertebrarse y nutrirse con la forma que le infunde la cultura. Es el estudio de este proceso de formación el que obliga a Pestalozzi a esforzarse por comprender de qué materia estamos hechos los seres humanos y cómo esta, que es ciega vida animal, emerge y cobra una vida superior cuando absorbe los bienes e ideales que pueblan la cultura. Es lo que, en una próxima entrada, veremos que va a constituir el núcleo del pensamiento pedagógico y de las reformas universitarias de Humboldt.

Al considerar las cualidades de esa materia humana, con cuyas características se va encauzando esa impregnación cultural en el individuo, ha tocado Pestalozzi el campo de la psicología, en un salto definitivo a lo óntico que anticipa a esa ciencia del alma o del espíritu que será la psicología evolutiva. Pero también algo que anticipa la crítica a la concepción racionalista e ilustrada del hombre por esa otra forma de disolvente ilustración con pretensiones frustradas de ser positiva y empírica que constituirían Freud y el psicoanálisis. El bien y la buena conducta, el altruismo, la bondad, son derivados del amor a la madre. La moral se fraguaría, entonces, en la relación del niño con la madre. Es esta vinculación afectiva la que obra la realización y encarnación de los ideales de la cultura, en torno a los valores, por ejemplo, en la persona del niño y por supuesto antes de la escuela. Es su medio, su camino, el amor que liga a la cultura y a lo normativo (la figura freudiana del padre), que la dulcifica y llena de afectos. Todo esto tuvo, también y por la relación que señalábamos entre las concepciones filosóficas y las metodologías didácticas, una consecuencia a nivel metodológico: la pedagogía se empezó a entender como un tanteo experimental con la realidad educativa, que implicaría la constante necesidad de ir perfeccionando las metodologías educativas en una suerte de irrupción de lo afectivo y (en la ideología y terminología de Pestalozzi) lo “maternal”, en la escuela que fuera otrora lugar de la pura instrucción en historia, gramática y latines. Esto ocurre, decíamos, en el contexto por el que lo instructivo comienza a entenderse y practicarse como lo educativo. “Instruir” va dejando paso a “educar”. La disciplina deja paso al cariño y la ciencia y el saber, o la erudición, llegarán cuando tengan que llegar, al estilo de Rousseau, sin forzar su irrupción en la vida infantil. Sólo se aspirará a tratar con lo que requiere ser pensado, cuando la facultad de pensar esté plenamente preparada.

Así pues, en Pestalozzi tenemos las mismas ideas que se dieron en distintos momentos de la Revolución francesa (que lo halagó y llenó de honores); en especial, como imaginará el lector, en las memorias escritas por Condorcet, filósofo y diputado girondino de la Convención (publicadas hoy en español por la editorial Morata), para establecer los principios de un futuro sistema público educativo (aunque en la época aún lo denominaban, como todavía ocurre en algunos países, “de instrucción pública”).

Por último, si queremos interpretar lo que quiso expresar con el título de una de sus obras, El canto del cisne, el apremio de este educador, su pasión, su prisa, que lo llevaron a pérdidas millonarias (en alguna época de su vida, cuando paseaba, es fama que era confundido con un mendigo) y a la construcción compulsiva de centros educativos admiradísimos en Europa (entre otras personas, por Madame de Stäel, la cronista y crítica de la Revolución francesa), se dio porque entendió que todo lo humano con lo que trataba era algo que no podía librarse de la sombra de la muerte. Pero dejemos esta especulación sentimental cuyo único fundamento es su belleza o, tal vez, mi deseo de que este artículo adquiera una forma circular, en un eterno retorno que lo llene de paz e impugne, a su discreta manera, el fantasma de la innovación en el mercado de las novedades. Quizás lo retomemos, ampliando el círculo, y emprendamos un análisis menos impulsivo de todo esto para cuando el frío que me cerca ahora, pasada la medianoche, arrecie menos, si es que alguna vez puede dejar de arreciar. 

Algunas ideas y datos han sido extraídos del siguiente libro:

Château, J. (2013). Los grandes pedagogos. México: FCE. Primera edición en francés 1956.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2018/04/la-pedagogia-moderna-o-el-sueno-de.html

Fuente de la Imagen:

10 estrategias innovadoras de aprendizaje para la pedagogía moderna

ove/mahv

Comparte este contenido:

Un sistema educativo paralizado que clama por un cambio

España / 26 de agosto de 2018 / Autor: Olga R. Sanmartin / Fuente: El Mundo

ESPAÑA TRAS UNA DÉCADA DE CRISIS

Cuando los alumnos taiwaneses bajaron su rendimiento en lectura, las autoridades pusieron a docentes en paro a darles clases particulares fuera del horario escolar. Los críos aparcaron las consolas y los móviles para dedicarse a leer toda la tarde y mejoraron sus resultados. En Castilla y León también los colegios públicos llevan tiempo abriendo sus puertas todo el mes de julio para que los estudiantes con asignaturas pendientes puedan aprobar en septiembre. Los que han ido bien durante el año pueden relajarse y pasarse el verano en la piscina. Para el resto no hay otra alternativa que echarle codos, con la supervisión de un profesor.

La medida, impensable en otros lugares de España, es una de las claves que ha permitido a esta autonomía situarse en el informe PISA por encima de Finlandia y Corea del Sur. Pero no es la única. También influye que la sociedad castellano-leonesa siga considerando la escuela como el principal motor de ascenso social. Al profesor se le respeta y también se le exige, algo que ya no es lo habitual.

Diez años después del comienzo de la crisis, los indicadores internacionales muestran que España -salvo excepciones- se ha instalado en la parálisis educativa. Los alumnos de 10 años son mejores en Lectura, Matemáticas y Ciencias que hace una década, pero siguen por debajo de la media de la OCDE en los informes PIRLSTIMSS. En PISA los resultados de los estudiantes de 15 años son similares a los que se registraban en 2000 y nuestros chicos llevan, de media, dos cursos académicos de retraso respecto a los de Singapur. Uno de cada tres son repetidores. Un universitario español tiene el mismo nivel que un bachiller holandés. Y existen diferencias abismales entre comunidades autónomas.

«De conformidad con las evidencias internacionales, estamos estancados en la mediocridad, lo cual es una forma de retroceso en un contexto dinámico como el actual, donde las exigencias son cada vez mayores. Quien no avanza retrocede», advierte Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela.

El diagnóstico de los expertos respecto a la educación superior es parecido. Se han producido avances, pero existe un amplio margen de mejora. La crisis impuso unas restricciones que obligaron a subir el precio de las matrículas y provocaron que los alumnos se pusieran las pilas y obtuvieran mejores resultados. Los campus también tuvieron que ingeniárselas para ser más eficientes y sacar dinero de debajo de las piedras y han progresado en rendimiento docente e investigador. El boom mediático de los ránkings ha obligado a los rectores a espabilar. Pero seguimos teniendo muy pocas universidades en el top 100 (aunque nuestras escuelas de negocios sean las mejores del mundo) y toda la comunidad educativa coincide en que el sistema es tan «rígido» que «no nos permite competir» en igualdad de condiciones con otros países.

«Las normas nos han puesto un corsé que nos hace imposible atraer y retener el talento. A nuestros profesores les ofrecen mejores posibilidades en países como Reino Unido que no podemos compensar económicamente. Los recortes no han sido sólo una cuestión de dinero, sino de la posibilidad que crear una estructura, y eso ha hecho mucho daño a la universidad», lamenta Margarita Arboix, rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona, que admite que «quizá no estamos sabiendo dar a los jóvenes lo que les puede interesar». El 18% de quienes tienen entre 18 y 24 años no continúa los estudios más allá de la ESO, un porcentaje que duplica la media europea. España es uno de los países con mayor abandono escolar temprano.

«Estamos en un momento histórico desde el punto de vista del conocimiento, porque la revolución digital va a cambiar los modelos de enseñanza, las competencias y las profesiones. Es imposible que la educación siga siendo como hasta ahora. Las universidades se dan cuenta de que no pueden hacer lo que tienen que hacer, con plantillas envejecidas y laboratorios con instalaciones que no se renuevan desde hace años. O gestionamos esto o nos quedamos atrás», manifiesta Francesc Solé, vicepresidente de la Fundación Conocimiento y Desarrollo.

En octubre del año pasado se cumplieron 10 años desde la implantación en España del llamado proceso de Bolonia, un acuerdo entre varios países para facilitar el intercambio de titulados en la UE y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales, mejorando su calidad y competitividad con una mayor transparencia. Los grados sustituyeron a las antiguas licenciaturas y se impulsaron los másteres y doctorados. Una década después, la universidad española sólo atrae a un 3% de alumnos extranjeros, sigue sin haber una buena conexión entre lo que estudian los alumnos y lo que reclama el mercado de trabajo y hay más de 80 campus repartidos por España en los que prácticamente se enseña lo mismo. Y de la misma forma.

«La universidad ha vivido con gran tensión el cambio originado a partir de la mala interpretación de Bolonia», explica José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna. «Se modificó la didáctica universitaria desde arriba y a coste cero, con un sistema diseñado para pocos estudiantes a los que se les puede hacer un seguimiento individualizado, pero con muchas titulaciones con aulas de 100 estudiantes. Ha mejorado la permanencia del alumnado, lo que puede ser debido a que se acorta la evaluación o se simplifica en tests y en pequeños trabajos, facilitando así el aprobado. La autonomía de la universidad y del profesorado para diseñar planes de estudios y docencia se ha visto comprometida por un exceso de control externo y de burocracia absurda», añade el autor de La equidad y la educación.

De aquellos primeros años del plan Bolonia han venido males que han quedado en evidencia con los escándalos de los títulos de Cristina Cifuentes y Pablo Casado o los plagios del rector Fernando Suárez. Servidumbres, enchufes, clientelismo, endogamia, dependencia del poder autonómico y un sistema burocrático complejo que, paradójicamente, deja escapar los fallos. La Universidad Rey Juan Carlos se ha convertido en el paradigma de todos estos vicios. La corrupción no es generalizada, pero ha disparado la desafección hacia una institución que, hasta ahora, era tan sagrada como la Judicatura.

Durante la crisis se ha roto, además, ese contrato social por el que los jóvenes creían que, si estudiaban y se esforzaban, podrían llegar a vivir igual o mejor que sus mayores. La tasa de paro juvenil roza el 35%, según la última EPA, y hay todavía más de un millón de ninis. La mitad de los que tienen un máster admite que el título no le sirvió para lograr un empleo, ni para mantenerlo, ni para mejorar en su puesto. De entre los que trabajan, el 27% gana menos de 1.000 euros (los ingresos de algunos profesores no son mucho mayores) y el 30% está empleado en puestos por debajo de su cualificación.

«La generación mejor preparada de la Historia, que más idiomas habla y que mejor se mueve por el mundo es la que tiene más problemas para acceder al mercado laboral», dice Segundo Píriz, rector de la Universidad de Extremadura, que añade: «No podemos seguir haciendo las cosas como hace un siglo».

Todos los expertos coinciden en que el sistema debe acometer un cambio profundo, un proceso de «regeneración educativa» en el que no necesariamente se invierta más, sino mejor, en el que las instituciones educativas tengan una mayor «flexibilidad» y «autonomía» para diseñar sus políticas junto a una mayor rendición de cuentas, sin estar al albur de los vaivenes de la política. Justo lo que no hacemos.

Mientras en TaiwánSingapur, Finlandia o Portugal las autoridades educativas diseñan planes en sintonía con los nuevos tiempos, aquí seguimos jugando a la yenka de las leyes educativas. El fiasco de la Lomce va a dar paso a una vuelta a la LOE, con un debate nuevamente centrado en la Religión y en la concertada, dos cuestiones que nada tienen que ver con lo estrictamente educativo. La calidad del sistema depende del valor de sus profesores, pero este asunto se elude de forma sistemática porque ningún gobernante quiere meterse en líos. De igual forma se evita la reforma universitaria. Hay muy poca fe en que el nuevo ministro, el astronauta Pedro Duque, vaya a ser capaz de enfrentarse a esas fuerzas paralizadoras que piensan más en conservar su statu quo que en apostar por un modelo productivo en el que la educación sea lo prioritario. Es muy significativo que la educación no aparezca entre las cinco cuestiones de Estado que Sánchezquiere negociar con Casado.

Antonio Cabrales, catedrático en el Departamento de Economía de la University College London, propone, para empezar, poner en marcha «medidas para seleccionar y retener a los mejores en el profesorado, a todos los niveles». Se trataría de «poder contratar a personas de reconocido prestigio españolas y no españolas y también facilitar la movilidad de los docentes entre las distintas universidades», según Píriz.

López Rupérez insiste en alcanzar un pacto que «consiga estabilizar la arquitectura del sistema educativo», junto a una «modernización» en la carrera docente y en el currículo, aunque reconoce que «existe un gran despiste por la ausencia de liderazgo de las instituciones respecto de la innovación, que se hace de forma intuitiva, sin evaluar el impacto». «Hay que reforzar habilidades cognitivas como el sentido crítico, la capacidad de análisis o los hábitos de reflexión. Y desarrollar las habilidades no cognitivas y la educación del carácter a través de saberes clásicos de corte humanístico».

Solé reclama, por su parte, la ayuda de los empresarios para facilitar la empleabilidad de los jóvenes. Un ejemplo son los nuevos «pregrados» que comienzan el curso que viene en la Universidad Autónoma de Barcelona, programas muy específicos de sólo 18 meses de duración que se abren y se cierran en función de las necesidades del mercado laboral y que son diseñados de forma conjunta con los empleadores. La idea es tan revolucionaria como poner a los profesores de la escuela pública a dar clases en julio. «Hay que abrirse a lo que está ocurriendo fuera sin complejos y sin ataduras. Si no somos flexibles otros nos pasarán por delante», avisa Arboix.

Comparte este contenido:
Page 1260 of 2667
1 1.258 1.259 1.260 1.261 1.262 2.667