Uruguay / 24 de junio de 2018 / Autor: Gonzálo Zunino / Fuente: El Observador
Los resultados del sistema educativo uruguayo son similares al desempeño promedio a nivel internacional
Desde la crisis del año 2002, el Uruguay ha mostrado importantes avances en materia económica, con un importante proceso de crecimiento económico y reducción de la pobreza e indigencia. En materia educativa, sin embargo, los resultados alcanzados muestran un panorama menos exitoso, lo que sitúa el tema sistemáticamente como foco de debate político y académico.
En esta columna propongo analizar algunos aspectos del desempeño actual del sistema educativo uruguayo. En primer lugar, argumento que la situación es menos crítica de lo que muchas veces se sugiere. En segundo lugar, planteo la existencia de elementos externos al sistema educativo que tornan dificultosa la obtención de éxitos notorios en materia de resultados educativos en períodos temporales cortos.
A la hora de evaluar el desempeño de nuestro sistema educativo, hay dos aspectos que típicamente acaparan el debate. El primero es la cobertura del sistema, esto es, cuantos alumnos asisten a la educación y cuántos logran culminarla. El segundo aspecto está vinculado a la calidad del sistema. En este punto, si bien hay diversas aproximaciones, una forma habitual de comparar a nivel internacional la calidad de los sistemas educativos es a partir de los resultados cognitivos alcanzados por los estudiantes en pruebas estandarizadas, entre las cuales, las pruebas PISA de la OECD son la principal referencia.
En este artículo me focalizaré precisamente en los resultados cognitivos alcanzados en las últimas pruebas PISA correspondientes al año 2015. La lectura más superficial de los resultados PISA suele centrarse en los puntajes alcanzados y la posición del país en el ranking internacional sin introducir más elementos al análisis. Sin embargo, un elemento que claramente debería ser considerado por su importancia, es el contexto familiar de los estudiantes. Es importante tener presente que el contexto familiar de los estudiantes es un determinante del desempeño estudiantil que resulta exógeno al sistema educativo.
Utilizando el índice de status socioeconómico y cultural (ESCS) construido en la propia base PISA como medida del contexto familiar de los estudiantes, la Figura 1 presenta los resultados promedio en lectura y matemática de todos los países participantes de la prueba. Tanto en matemática como en lectura se observa una clara correlación significativa entre el resultado promedio alcanzado y el contexto familiar promedio aproximado a partir del índice ESCS.La Figura nos muestra que el sistema educativo uruguayo, atendiendo a los estudiantes que recibe, obtiene resultados levemente por debajo del promedio de los países participantes en matemática en tanto que muestra un desempeño promedio en lectura. Este resultado contrasta con la visión generalmente más pesimista que se tiene sobre el sistema educativo a nivel nacional. Por otra parte, cabe señalar que muchos de los países que muestran un desempeño mejor al promedio son asiáticos, y que difícilmente se piense en el Uruguay en avanzar hacia ese tipo de sistema educativo.
Un argumento que habitualmente se menciona para matizar este resultado es que la cobertura de Uruguay es menor a la de otros países participantes.En Uruguay la cobertura a los 15 años supera levemente el 80% de la población. En este sentido, si la prueba incluyera a toda la población de 15 años es probable que los resultados fueran algo inferiores. No obstante, hay que tener presente que también es probable que el índice de contexto familiar (ESCS) resulte menor.
Una segunda conclusión que surge de la figura 2, es que considerando las diferencias en términos de contexto familiar, esperar que el Uruguay alcance resultados similares al promedio de la OECD implicaría un sistema educativo con un desempeño notoriamente superior al de estos países.En otro caso, el contexto menos favorable determinaría irremediablemente un peor desempeño. Esto no debe desalentarnos a implementar mejoras, puesto que cualquier avance actual podría impactar generando un mejor contexto educativo familiar en los niños del futuro, lo que retroalimentaría el efecto sobre estos. Pero si es necesario tener presente que una potencial convergencia en resultados educativos puede llevar variasdécadas, atendiendo a estos elementos.
Para cerrar la nota, me gustaría señalar que si bien alcanzar tasas de finalización de los estudios secundarios o terciarios mucho más elevadas que los magros registros que actualmente presenta Uruguayes una meta más que necesaria, esto no garantiza para nada la convergencia en términos de habilidades cognitivas de la población respecto a los países de mejor desempeño.
A modo de ejemplo, utilizando la base de datos PIAAC de la OECD, la cual mide las habilidades cognitivas de la población adulta, podemos observar cómo, en el caso de Chile (el ejemplo más cercano entre los países para los cuales hay datos disponibles) se ha logrado una convergencia importante en las generaciones más jóvenes en términos de la cantidad de años de educación formal cursados respecto a las principales referencias en materia de educación (panel B del gráfico), sin que esto se refleje en un proceso de convergencia en habilidades cognitivas (panel A del gráfico).
En síntesis, los resultados del sistema educativo en Uruguay se acercan al desempeño promedio a nivel internacional. Es necesario continuar adjudicando recursos a la educación, avanzar con algunas de las medidas que se vienen implementando e implementar medidas adicionales de probada eficacia para obtener mejores resultados. Paralelamente, hay que ser consientes de que muy probablemente ninguna de las medidas implementadas nos permitan dar un salto significativo en términos de resultados cognitivos en el corto plazo. En este sentido, evaluar los resultados educativos de acuerdo a expectativas realistas, consientes de que obtener mejoras significativas es un proceso de largo plazo resulta fundamental. Impacientarnos en materia de resultados y cuestionar la adjudicación de recursos
presupuestales a la educación es el peor error que podemos realizar.
Argentina / 24 de junio de 2018 / Autor: Eduardo Ledezma / Fuente: El Litoral
“¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la provincia de Buenos Aires de universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina llega hoy a la universidad?”, se preguntó hace unos días María Eugenia. La cuestión, además de estructurarse sobre datos falsos, pone de relieve una postura política e ideológica que ataca uno de los valores supremos de este país: la educación pública y gratuita. Y contradice el postulado meritocrático que sostiene, con bastantes recursos, el marketing de Cambiemos. Aquí, la carta de un pobre, correntino, que se volvió universitario.
Hola, María Eugenia. ¿Cómo le va, Gobernadora? Espero que bien. Iba a presentarme, pero creo que no vale la pena, ni que a usted vaya a importarle. Sí creo que resultaría útil y, por lo tanto, me gustaría hacerle llegar una historia que sucedió aquí en Corrientes, provincia lejana a la Buenos Aires que usted gobierna. Una de tantas.
Escuché y leí lo que dijo sobre las universidades públicas. Eso de que no fue justo llenar la provincia de universidades “cuando todos sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina llega hoy a la universidad”. Eso es falso, ¿sabe?, además de canallezco.
Escuché, también, eso que dijo sobre las licencias de los docentes y sobre algo tan importante en este momento: que no será candidata a la Presidencia.
Qué bueno que lo diga, María Eugenia: tener una presidenta que piense lo que usted piensa sería, al menos, un retroceso. Porque no nos gustaría tener una presidenta que todavía no sabe que esto es Argentina y no el jardín de Noruega, Canadá o Suecia, donde se vive ciertamente mejor. O Finlandia, Singapur o Japón donde están los mejores niveles educativos. El punto de partida mayoritario, aquí, queda un tanto más lejos.
Qué bueno, de todos modos, que esté pensando en la plata de los docentes: en lo que deberían cobrar, María Eugenia. Usted fue votada para pensar en cómo gestionar el financiamiento de la educación pública, porque usted está en un gobierno, ¿sabe?, no en una empresa. Porque podemos estar de acuerdo en lo malo de los abusos y del costo de las licencias extendidas, María Eugenia, pero parece un tanto peligroso, además de demagógico -en ese contexto, claro-, ir a decir ante señoras y señores del Rotary Club que usted piensa que están mal algunos derechos que los trabajadores argentinos han conseguido a lo largo de muchos años de lucha. Las licencias, por mencionar una.
No se preguntó, en todo este tiempo, ¿por qué hay muchos maestros enfermos? ¿Por qué no pueden o no quieren dar clases? ¿Por qué necesitamos tantos reemplazos? O, en todo caso, ¿qué hizo usted para cambiar la matriz del problema que no sea la eliminación de derechos o recortes en el financiamiento?
En fin, María Eugenia. Igual, aquí estamos por otra cosa.
Déjeme contarle una historia que conozco: la de un muchacho pobre que se hizo universitario. Le va a encantar, a usted que es una leona, mamá corazón…
Nació en un pueblo que tenía menos de 10 mil habitantes a finales de la década del 70. En un pueblo chico de Corrientes, o sea, en el interior del interior, donde la igualdad de oportunidades, María Eugenia, no encuentra caminos asfaltados para entrar.
Su padre -el del muchacho-, trabajaba en una fábrica que cerró durante el menemismo. Su madre, ama de casa.
Sumada la miseria de ambos, no llegaba para hacer ni siquiera una pequeña gran miseria.
Con los años -dice el muchacho-, el padre le contó que en la época de Alfonsín conservaba al menos unas monedas que le permitían tener la cabeza despabilada. ¿Sabe por qué? Porque tenían que hacer malabares para gambetearle a la inflación. ¿Le suena?
Con Menem ya no hubo ni eso: ni monedas. El padre tuvo que poner todo su empeño en un oficio que tenía y sabía, porque había estudiado en una de esas misiones monotécnicas con las que el Estado, desde el primer peronismo, trataba de ayudar a la gente de las zonas alejadas o rurales como las nuestras.
El padre, pobre, cuenta el muchacho, hombreaba maderas que labraba en un taller al aire libre, resguardado del sol por la fronda de un naranjo, casi como un artesano, porque se imaginará, María Eugenia, lo que era para esa gente tener una máquina. Y si la tenía, lo que era pagar la energía. Bueno, no se aflija: es más o menos como ahora.
No alcanzaba la plata, claro, por eso el muchacho tuvo que salir a trabajar: tenía apenas 12 años. Vendía quiniela y diarios. Era canillita de El Litoral (como muchos lo fueron para pagarse sus estudios). Y estudiaba. Eso sí. Mucho estudiaba, María Eugenia, porque, ¿sabe qué?, el muchacho tuvo un momento de lucidez, y supo desde entonces que no quería para él eso que le estaba pasando a su familia.
Estudió y trabajó de chico, le hicieron bullying (que entonces no sabía que se llamaba así); algunos docentes lo ayudaban y otros le hacían zancadillas (siempre hubo esas cosas, ¿no?). Pero como el muchacho no se resignaba a que las cosas fueran así y no tenía fuerzas para cambiarlas, viajó a otro pueblo, haciendo dedo, cada semana (todos los lunes y viernes) para seguir estudiando. Los fines de semana volvía a su casa y salía a trabajar para poder costear la comida en el internado de una escuela pública, técnica, que hasta recibía especies como forma de pago. Comprenderá que el muchacho no tenía para bancarse una pensión. Pero el Estado estuvo otra vez allí. Y alguna gente, como la mayoría en Corrientes: gente que sabe dar la mano. ¿Entiende María Eugenia?
El muchacho siguió estudiando, se graduó con honores, fue abanderado, y entonces decidió que seguiría en la universidad. Sabía, por supuesto, que primero tenía que conseguir trabajo, porque no había nada que pudiera sacar de su casa, donde su madre ama de casa y su padre changarín, todavía tenían que alimentar otras 6 bocas. ¿Me sigue?
Pues el muchacho llegó a la Capital, como tantos correntinos del interior. Tuvo un trabajo que le permitió vivir: primero en un cuarto que le prestó un cura caritativo y después en una pensión y después en un departamentito que compartía con otros correntinos y chaqueños, estudiantes todos, pobres también.
Vino la crisis del 99 y tras cartón la de 2001. El Lecop nacional, el Patacón de ustedes, María Eugenia, y el Cecacor nuestro, que valía menos que papel higiénico. Comían salteado, María Eugenia, pero seguían estudiando.
“Teníamos pequeñas alegrías que nos permitían seguir” -me contó el muchacho-: el amor, la amistad, y algo que es casi una obligación entre los pobres: la solidaridad.
Gracias a la universidad pública, Gobernadora, el muchacho pudo salir del infierno. En este caso fue gracias a la Universidad Nacional del Nordeste, que tiene su sede en la Capital, porque Corrientes no tuvo la suerte de que le siembren universidades, ¿sabe?, cosa que evitaría la migración que nos desangra y nos vacía. Gracias a la Unne pudo seguir estudiando y trabajando. Le costó, pero pudo seguir, formar una familia, tener hijos, y hasta proyectar un futuro un tanto mejor para ellos, para sus hijos. No terminó la carrera en tiempo y forma, no, pero después de 14 años volvió, sacó materias y se lió con la tesis. Sigue intentando. Y allí sigue estando la universidad: pública y gratuita.
Sabe qué, María Eugenia: me dicen que el muchacho le mezquina los juguetes a los hijos, pero que gasta la fortuna que no tiene en libros. ¿Se imagina por qué, no?
El muchacho, gracias a la universidad pública, conoció amigos, amigos que le presentaron otros amigos que a su vez le presentaron a otros y fue haciendo una carrera. Le permite vivir, bien a veces: le permite saber que la comida, al menos, no es un problema. ¿Sabe qué?: hasta de vacaciones va. Y sueña con que algún día llevará a sus padres -que no saben lo que es eso-, tal vez a Asunción, que queda cerca. O al Brasil, más distante, pero a la vez más cerca y más barato que Mar del Plata. ¿Se imagina? Sus padres -los padres del muchacho- ¡de vacaciones! De ir, señora, por fin conocerán el mar.
*** El muchacho, María, es primera generación de universitarios en su familia de 7 hermanos. Y decidió quedarse. Porque señora, como usted sabrá bien, uno de cada tres correntinos se va: de su casa, su tierra, de su familia. Se va a Buenos Aires, por ejemplo, porque aquí escasea el trabajo. Aún hoy las oportunidades escasean, María Eugenia, y los sueños andan de a pie, ¿sabe?, y caminan lento, porque la cosa no mejora y cuesta más cada día. A los pobres por pobres, pero también le cuesta a nuestros mejores talentos, y aún a los más pudientes, para quienes esta provincia no tiene las redes de contención suficientes. Ni las necesarias tiene.
No quiero aburrirla, pero deje que le cuente algo: el muchacho trabajaba y estudiaba, y le costaba mucho el inglés. Pero ¿sabe qué?: gracias a la universidad pública pudo hacerlo una y otra vez. Y aprobó. Y gracias a la universidad pública leyó a Arlt, Walsh, Borges, García Márquez y Cortázar; a Hemingway, Capote, Wolf y Dostoievski; a Kafka y a Macedonio. Leyó a Ulrico Schmidl: ¡con eso le digo todo!
Gracias a la universidad pública, un día leyó a Piglia, y este le contó a través de uno de sus personajes que también a Arlt le costaba el inglés, por lo que, para leer literatura de afuera, “ilustrada”, el “maldito” leía traducciones. ¡Qué le parece!
Gracias a la universidad pública, me dijo el muchacho, puede discrepar con usted, María Eugenia. Tal vez no le importe, pero para este muchacho, que haya universidad pública en Corrientes no es una “prioridad equivocada”. Ojalá siembren más universidades en toda la provincia, porque como las carreras están mayoritariamente concentradas en Capital y en Resistencia, se abusan los inmobiliarios. Cuesta mucho alquilar una casa pequeña, un departamento o una pensión. Y ¿sabe qué?: en Corrientes hay cerca de 50 mil universitarios. Este año se inscribieron 21.865. ¿Sabe cuántos alumnos había hace 50 años?: había sólo 1.409. Ahora egresan anualmente cerca de 3.000 profesionales.
La Unne, además, da trabajo a 4.898 docentes y a 1.869 no-docentes. Casi sin presupuesto, en tanto, se las amañaron para crear gabinetes de investigación, con todo lo que eso significa. Pero hay más: unos 7.100 alumnos y alumnas estudian en las universidades privadas.
¿Se imagina lo que es eso para nosotros, María Eugenia, una provincia que aún hoy tiene el 40 por ciento de su población en la pobreza y el 10 por ciento más en la indigencia? Uno de cada dos…
La universidad pública le dio a ese muchacho una oportunidad. Se las da a miles de argentinos. De hecho, en Corrientes y Chaco estudian personas de muchas provincias. En las caras de esa gente se nota cuándo desayunaron y cuándo no, María Eugenia, pero van. Tenemos el mate, que sirve para la mañana, la siesta, la tarde y la noche. Para engañar al estómago y espantar al sueño. Si pueden comprar yerba, habrá para seguir soñando, pero despiertos. Para creer que es posible un mañana mejor.
Tal vez algunos tarden largos años y otros no se reciban nunca, pero ya no serán los mismos.
El muchacho que le cuento, María Eugenia, no fue el mismo después de leer el primer apunte fotocopiado. No fue el mismo después de leer a Tomás Eloy, Caparrós, Guerriero, Licitra, Cabezón Cámara o a Alarcón. No fue el mismo después de Lope de Vega: mire que lo que digo. De García Lorca. O de Godoy Cruz, que además daba clases en la facultad a la que iba. ¿Se imagina un pobre con esos libros? Conocer de Velázquez, saber de Rubens, Da Vinci, Picasso, Van Gogh, Goya, Monet o Manet…
Me contó una vez que sus cuadros preferidos son los románticos y heroicos. Le gusta mucho “La balsa…” de Géricault; “La libertad conduce…” de Delacroix; o Marat pintado por David. Si no fuera por la universidad pública, ese pobre muchacho, o muchacho pobre, no sabría de la Bauhaus, ni de Kandinski, ni de Pollock.
Me contó que una vez viajó a Cachi, Salta, donde estuvo estos días el Presidente. ¿Y sabe qué? Allí, en esa altura rocosa donde el diablo perdió el poncho, vio un par de niños collas con sus computadoras proveídas por el Estado. Estaban estudiando mientras cuidaban sus cabras.
¿Se figura lo que es eso, María Eugenia, para “los caídos” en la educación pública? Si no se hace la idea, sepa que mucha gente antes que usted, María Eugenia, no sólo lo imaginó, sino que lo llevó a la práctica, e hizo de Argentina un país distinto a los demás, donde la educación a secas, y más aún, la educación superior, es una cosa para pocos, como sugiere su pensamiento elitista, un tanto desclasado, que parece querer arrebatarle a los pobres tal vez la única puerta de salida que le ofrece el Estado cuando no llega tarde.
¿Sabe qué pasa cuando el Estado llega tarde, Gobernadora? Traslada a esos pobres en ambulancias o patrulleros a poblar terapias o calabozos.
La educación pública, la universidad, María Eugenia, en Corrientes provee como pocas cosas un aspiracional histórico: la movilidad social de los que no tienen dinero, pero sí tesón e inteligencia y eso que usted dice, citando a Einstein, que es la fuerza más grande del universo: la voluntad.
La historia de este muchacho que le cuento, María Eugenia, se repite por miles en Corrientes, como en toda la Argentina. Casi le diría que en esas historias se condensa el modelo meritocrático del que habla Cambiemos, ¿o eso es puro verso, eso también, María?
Bueno: no me haga caso. Pero, ¿me creería si le digo que aquí hasta los ricos estudian en la universidad pública? Es más, de allí salieron muchos de los dirigentes que integran Cambiemos, ¿sabe? Más aún: de ahí salieron muchos de los votos con los que Macri ganó el país y usted la provincia, María Eugenia. De la universidad pública salieron nuestros gobernadores, ¿sabe?, socios políticos suyos además, y una gran cantidad de funcionarios que cuando eran chicos, señora, eran pobres. Son los nombres propios de la movilidad social ascendente.
En fin. No quiero molestarla más. Usted ya tiene bastante poniéndose botas de goma y jeans y tapados de leona para ir de safari a las zonas carentes de Buenos Aires. Si viniera de safari a Corrientes, María, vería que de esos caseríos marginales salen pibes que van a la universidad, que trabajan y estudian y casi no comen y casi no duermen. Y pibas que, además de todo eso, en algunos casos tienen que criar también a sus chiquitos. Ideal para las selfies que tanto le gustan, señora.
***
P/D: Gobernadora. Me dijeron que sus lecturas favoritas son las novelas de Hosseini, y que le gusta mucho Jeffrey Archer y también Sidney Sheldon.
La lectura del muchacho que le cuento, María, es una especie de biblioteca mínima para las carreras de Comunicación, porque, me olvidé de decirle: siempre soñó con ser periodista, y viajar, conocer gente y lugares, tratar de señalar sandeces, custodiar valores -como los de la educación, por ejemplo-, y eventualmente alguna vez entrevistar a un presidente. ¿Qué le parece? ¿Nada mal, no? Nada mal para el hijo de un carpintero y una ama de casa. Para un muchacho nacido en el interior del interior, en un pueblo pobre de una provincia pobre insertada en una de las regiones más pobres de la Argentina.
Hay mucha voluntad ahí, María Eugenia, pero no sólo eso: también allí estuvo siempre la educación pública. Y gente que supo tender la mano.
Que le vaya bien, Gobernadora. Reciba nuestros pobres saludos desde Corrientes.
UNESCO / 24 de junio de 2018 / Autor: Informe GEM / Fuente: Blog de la Educación Mundial
En este Día Mundial de los Refugiados, el Informe GEM lanza un llamado a que los estudiantes refugiados y sus maestros compartan sus historias y fotos sobre la educación. Nuestro próximo informe, que se lanzará el 20 de noviembre, se centrará en el tema de la migración, el desplazamiento y la educación. El equipo del Informe GEM quiere presentar sus historias para enfatizar su relevancia, así como su urgencia. También esperamos contactar a algunos de ustedes para invitarlos a hablar en un escenario global en nuestros eventos de lanzamiento y/o compartir su historia en este blog o en la prensa.
Tras haber llevado a cabo investigaciones en todo el mundo sobre la educación de los refugiados durante el último año, sabemos que son innumerables las historias inspiradoras pero también devastadoras que todos ustedes han vivido. Estamos ansiosos por saber de ustedes, ya sean estudiantes o maestros.
A continuación se presentan algunos de los temas sobre los cuales anticipamos que muchos de ustedes tengan experiencias personales, y que pueden ayudar a guiar su escritura.
Estudiantes:
¿Cuáles fueron los desafíos que te obstaculizaron y las iniciativas que te ayudaron a obtener acceso a la educación?
¿Qué experiencias tuviste al llegar a tu nueva escuela, por ejemplo, con respecto al idioma, los libros de texto, los maestros y tus compañeros?
¿Cuál fue un punto de inflexión en tu experiencia educativa y quién fue una persona que te alentó o desanimó a continuar tu educación?
Maestros:
Si has sido maestro de refugiados, ¿cuán preparado y apoyado te sientes para enseñar en entornos diversos, multilingües y multiculturales, con estudiantes traumatizados por el conflicto y la violencia?
¿Cuáles han sido tus experiencias de superar la discriminación y abordar las actitudes negativas hacia los refugiados por parte de las comunidades de acogida?
Por favor comparte tus historias y una foto que las acompañe en este sitio, y comparte este llamado con tus contactos. Cuanto más hablamos, más se nos escucha. Hagamos que la educación para los refugiados ocupe un lugar más importante en la agenda. Si tu foto se selecciona para uso en el Informe GEM, te contactaremos para discutir la compensación financiera correspondiente.
España / 24 de junio de 2018 / Autor: Fundación Telefónica / Fuente: Red AGE
Esta publicación “20 historias de transformación de escuelas en Latinoamérica” es el resultado de la alianza entre Fundación Telefónica y la Federación Internacional Fe y Alegría en torno al proyecto “Sistema de Mejora de la Calidad Educativa (SMCE)”. Este proyecto nace con la vocación de brindar a los centros la posibilidad de aplicar un proceso de mejora de su calidad educativa. Por ello, la publicación recoge las experiencias de escuelas públicas de Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Panamá y Perú, donde implementan la metodología SMCFYA orientada al fomento de una cultura de mejora de la calidad educativa en las escuelas participantes.
Ganamos las elecciones y tal como lo presumimos, seguimos en combate contra las fuerzas oscuras de un imperio que no han dejado un día sin atacar al gobierno bolivariano, sin intentar derrocar toda esperanza en su pueblo, y peor aún, sin permitir nuestro derecho a la autodeterminación e independencia, que como nación nos corresponde y como pueblo nos forzamos por construir a diario.
En ese sentido ha quedado claro la fuerza que tienen el poder popular organizado que constituye la base revolucionaria, y sin temor a equivocarme, se ha evidenciado también, quienes son los verdaderos chavistas y quienes son los farsantes desempleados de la revolución, que, sin la más mínima vergüenza ante su historia, se venden y cohabita en la órbita que sus eternos amos imperiales le indiquen.
Afortunadamente, es importante destacar que mientras la traición se desgasta en sus fracasos, los revolucionarios seguimos en resistencia, atacados por el imperio más grande de la historia, pero andamos juntos, dignos, valientes y de pie dando la pelea.
En ese sentido, a un mes de la ratificación del Presidente Maduro, los equipos del gobierno se reconforman en función de las batallas que nos tocara enfrentar. Por ello, los revolucionarios apostamos al pueblo, a este pueblo valiente que esta plantado en la conquista de su futuro, en la construcción del socialismo bolivariano. Un Socialismo del Siglo XXI, con sus particularidades, pero esencialmente en favor de la conquista de la mayor suma de felicidad posible para todos. Un socialismo distinto y distantes de los intentos que le precedieron y fracasaron en el siglo pasado, «y allí está el detalle».
Este es un socialismo en construcción que, sin prejuicio anarquista, entiende que es imperativo la producción de bienes y servicios de calidad, con los cuales satisfacer el mercado interno y competir en el mercado internacional. Para ello requiere de la participación de todos los sectores sociales y todos los actores productivos, con especial énfasis en la producción de empresas propiedad colectiva y cogestionaría que coadyuve en el enriquecimiento del aparato productivo social.
Socialismo no significa pobreza, no produce pobreza, todo lo contrario, su lucha es contra la pobreza, pues: el único sistema que requiere de grandes contingentes de pobres para posicionarse es el Capitalismo. Socialismo se traduce como riqueza, buen vivir, mejor vivir, vivir bien, y en esa complejidad inter subjetiva, socialismos es producción de riquezas para todos por igual.
De allí que, el imperio nos combata, bloquee, hostigue, ya que para él somos una amenaza inusual y extraordinaria, que da un «mal ejemplo» por su dignidad, a los pueblos oprimidos del mundo; a la vez que inspira a los oprimidos de siempre ha colocar los caballos del trabajo delante la carreta de la historia y avanzar a contra corriente de los mezquinos de clases que impone el capitalismo a sangre y fuego.
Socialismo es Critica, Auto Critica, pero siempre es propositivo, alternativo y absolutamente democrático. Ser socialista no es emular, por sentido contrario, al capitalismo y sus absolutismos, tal y como lo conciben los desgastados opinologos de la seudo izquierda apologistas del desastre, quienes, a pesar de haber sido derrotados en todas sus elucubraciones contra el gobierno del presidente Maduro, continúan balbuceando viejos manuales de presunta factura socialista, sin arrimar ni una sola propuesta, más allá de sus egos inflados de arrogancia inútil, cargados de odios y prejuicio de clase.
Hoy entendemos y sufrimos, los rigores de los ataques imperiales, estamos en una particular crisis económica, bajo el fuego cruzado de una guerra de cuarta generación sin precedentes, que por un lado golpea el plato en la mesa de todos los venezolanos y por el otra juega al desprestigio de los lideres del proceso revolucionario.
No entender este momento histórico, es perder el horizonte y navegar en círculos. Es tiempo de propuestas, de poner lo mejor de cada uno, en función de salir de este atolladero infernal. Es hora una verdadera autocritica que por lo menos sea capaz de esbozar una senda por la cual vencer al imperio y sus lacayos y transitar en la construcción de nuestro socialismo. Única vía posible para la felicidad.
Las neurociencias podrían moderar estos comportamientos perniciosos
La condición humana está marcada hoy por la avaricia y la codicia, convertidas en valores por el pensamiento liberal dominante. Su implantación ha dado lugar a la corrupción política, consagrada por las mayorías parlamentarias. Este comportamiento tiene una arquitectura cerebral que las neurociencias podrían explicar y atemperar.
Decía en mi anterior artículo que hay signos claros de finitud, de agotamiento en el planeta. Y de ese agotamiento hay un solo responsable: el Homo Sapiens. Quiero recordar aquí nuevamente la reflexión de Kant sobre el ser humano “con un leño tan torcido como aquél del cual ha sido hecho el ser humano no puede forjarse nada que sea del todo recto” ¿Pesimismo antropológico? Quizá, pero sobre todo realismo antropológico. Basta echar un ojeada breve a la acción del hombre durante el siglo XX para comprender hasta qué punto han quedado manifestados y realizados los “vicios capitales” enunciados por Tomás de Aquino. Hablábamos de exceso. Pues bien, quiero tratar en este breve escrito la primera consecuencia de esa terrible propiedad humana. Y esa es la codicia y su hermana gemela, la avaricia.
La avaricia es el afán o deseo desordenado de poseer riquezas, bienes, posesiones u objetos de valor abstracto y concreto con la intención de atesorarlos para uno mismo, mucho más allá de las cantidades requeridas para la supervivencia básica y la comodidad personal. Se le aplica el término a un deseo excesivo por la búsqueda de riquezas, placer, estatus y poder. La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas o de personas, para su utilización ilícita, inmoderada y/o criminalmente lucrativa. También es aplicable en situaciones donde la persona experimenta la necesidad de sentirse por encima de los demás desde un punto de vista relacionado con el poder, la influencia política, el resplandor social, la ostentación, el éxito económico, sexual y de cualquier otra manera imaginable, permitiéndose incluso, en un obsceno alarde de cinismo, dar lecciones de supuesta probidad moral.
La codicia y la avaricia generan deslealtad, traición deliberada -especialmente para el beneficio personal- como es el caso de dejarse sobornar o exigir la recompensa ilícita antes de que los hechos se produzcan. Es también la búsqueda y acumulación de dinero, objetos y posesiones de todo tipo (incluidas personas) mediante el abuso de poder de cualquier tipo, la estafa, el robo, el secuestro y el asalto en todas las variedades imaginables. Todo ello valiéndose del engaño, el poder económico y político, los variados mecanismos de presión, la manipulación, la tergiversación o descalificación de las leyes que estorban, pasando por encima o engañando a las autoridades íntegras y de todo lo que puede quedar de limpio del entramado social y económico de la sociedad. Si algo se interpone en la codicia humana, sencillamente hay que cambiarlo o destruirlo.
En todas las épocas
Ciertamente, siempre ha existido la codicia como elemento consustancial del Homo Sapiens. Si estudiamos esta desgraciada propiedad de nuestra estirpe cainita desde las primeras civilizaciones hasta el siglo XX, detectamos su presencia e influencia en la acción humana a nivel personal o colectivo en todas las épocas.
Ciertamente, los avances tecnológicos han supuesto unas herramientas fundamentales para que la codicia alcanzase metas más amplias. Simultáneamente han refinado y extendido sus métodos de actuación. No soy tecnófobo en absoluto como se verá en los diversos artículos que tengo ya planeados. Antes bien, creo que en una buena y amplia utilización de la tecnociencia reside la configuración moral del hombre nuevo y la salvación de nuestro hogar, la Tierra.
Sin embargo, cuando la tecnociencia se sustrae al ámbito del progreso para el bien y se utiliza con fines desaprensivos, esto es, egocéntricos, codiciosos o de poder, inevitablemente aquella se convierte en un elemento auxiliar pero decisivo para hacer el mal conscientemente.
Schopenhauer, un filósofo fundamental y por cierto, hispanófilo declarado, con quien me identifico en algunos aspectos importantes, introdujo un razonamiento que parte de la división de Epicuro respecto de las necesidades humanas (o los placeres): las posesiones y el lujo han de contarse entre las que no son «ni naturales, ni necesarias». En efecto, el límite de la riqueza que se desea depende del horizonte de necesidades de cada cual y siempre es relativo. Las aspiraciones dependen del horizonte de lo que se considera posible alcanzar, y además Schopenhauer añade la frase que quiero resaltar: “la riqueza se asemeja al agua salada: cuanto más se bebe, más sediento está uno. Lo mismo vale para la fama” (1).
Una reflexión para enmarcar que hace años, alguien muy codicioso, quiso que simpatizase con ella, bien que dicho mucho más toscamente. Me produjo tristeza y asco.
Y Schopenhauer razonaba que la razón por la que los hombres desean siempre más dinero, incluso el poder, se desea, según Schopenhauer, por la riqueza a la que conduce.
Corrupción del espíritu
En un interesante y acertado artículo publicado en el diario El País el 6 de junio de 2010, titulado “Anatomía de la codicia” el filósofo y ensayista Borja Vilaseca (2) se pregunta “¿Qué motiva a un hombre que lo tiene todo a querer más? ¿Por qué tantas personas se vuelven corruptas, mezquinas y perversas al alcanzar el poder?”
Vilaseca establece que, según la opinión de muchos psicólogos, los casos más conocidos de corrupción por codicia representan la punta del iceberg de uno de los dramas contemporáneos más extendidos en la sociedad: la corrupción del espíritu […] “Y es que, para cometer actos corruptos, primero tenemos que habernos corrompido por dentro. Esto implica marginar nuestros valores éticos esenciales -como la integridad, la honestidad, la generosidad y el altruismo en beneficio de nuestro propio interés”
Esta posición de Vilaseca coincide, a mi modo de ver, con la moral tradicional occidental de raíz judeocristiana, que seguía guiándose en esta cuestión, al menos formalmente, por el décimo mandamiento de las llamadas Tablas de la Ley, “No codiciarás los bienes ajenos”.
Sin embargo, el paso de los siglos y las adaptaciones culturales han desactualizado su vigencia formal y efectiva. Hoy, paradójicamente, la codicia no es algo que, en el fondo, esté mal visto. Con frecuencia, es todo lo contrario: muchos apelan a ella como remedio de la pobreza. Pues según dicen: ¿quién no busca su propio beneficio?
Y es que la codicia, al igual que la avaricia -que como ya hemos dicho vienen a ser lo mismo, pero con el deseo de atesorar-, son términos que no se oyen, no están de moda. Y sé que cuando una palabra sale del circuito natural de la comunicación humana, se desvirtúa también el concepto que la acompaña. Y en caso de mantenerse su original acepción, se buscan caminos para desvirtuar los significados. De ahí que se hagan esfuerzos por cambiar los términos con el objetivo de modificar lo que significan. Con las palabras se van los conceptos. Con ello, unos tranquilizan sus conciencias y otros tratan de adaptar la realidad a sus intereses.
La corrupción política se refiere al mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia. Según Hernández Gómez (3), la corrupción se define como «toda violación y/o acto desviado, de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar la realización de los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta«. Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado legítimo.
Cuestión de mayorías
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada, los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadreo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, la prostitución, el tráfico de personas, las agresiones al medio ambiente… Ahora bien, la corrupción no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.
Por ello, en la práctica, en las llamadas democracias avanzadas, con los comportamientos-corruptos próximos al poder, casi nunca pasa nada. Quedan exonerados con lo que se entiende como castigo político. Un castigo que se reduce, normalmente, a «perder el poder», para volver a alcanzarlo cuando las aguas se hayan calmado. Y si se mantienen los cargos después de unas elecciones, la consecuencia es que lo que se hizo, aunque fuera una fechoría, se considerará positivo, ya que el pueblo así lo dictamina. De manera que la moral pública se asimila a la opinión de la mayoría. Así, lo que está bien o mal acaba reducido a la relatividad democrática. Hecho que explica, de alguna manera, los por qué de la sociedad relativista actual. Son las mayorías -por lo general mayorías minoritarias- las que dictaminan lo que es bueno y lo que no lo es.
Pero en el mundo actual la pérdida de valores resulta demasiado general. Lo que se trata es de concretar.
Para conocer las causas y proponer soluciones, no bastan las ideas generalistas. Apelar a la pérdida de valores sin más, me parece demasiado general. Cualquiera se perdería tratando de definir cuáles son los valores perdidos.
Como señala Eduardo Olier (4) en su acertada obra “Codicia financiera”(5), he procurado investigar las causas próximas de los gravísimos problemas socioeconómicos y por ende políticos de hoy.
Mamífero dominante
Para comenzar, identifico la primera y principal causa en la propagación, promoción e imposición sistemática de un neoliberalismo sin control basado en un peligrosísimo “laissez faire”como fundamento de la creación de riqueza. ¡Como si al mamífero dominante se le pudiese dejar campar por sus respetos sin control alguno! (6)
Estas ideas tienen su origen el siglo XVIII, cuando Adam Smith aseguraba que la búsqueda del interés propio acabaría trayendo el bienestar a todos. Según él, una mano invisible acabaría ajustando los desajustes. Un pensamiento que se ha convertido en la regla de oro de los últimos cuarenta años. Este pensamiento ha tenido el aplauso y el apoyo de reconocidos economistas que han defendido la codicia, sin mencionarla en absoluto, en total connivencia con la clase política.
Identificada la causa, surge el problema principal actual: una jauría de renombrados financieros pusieron en práctica toda su creatividad con las bendiciones de los economistas, la protección de los responsables políticos y de los grandes organismos económicos internacionales, que han permitido prácticas absolutamente inmorales cuando no criminales.
Efectivamente, la economía financiera sin control y las inestabilidad que ha producido en la economía real, han sido la primera consecuencia de la crisis que hemos padecido y que hoy continúa. Asimismo, la economía financiera es la principal responsable de las desigualdades gigantescas que se ven entre pobres y ricos y del mayor ataque global a las clases medias que estas han sufrido.
En España, sin ir más lejos, uno de cada cinco ciudadanos, el 21 % de la población, se encontrara en 2012 por debajo del umbral de la pobreza.
Creo que ha quedado claro que las viles prácticas de la economía financiera no serían posibles sin el concurso y apoyo de los reguladores, es decir, de los responsables políticos. Hoy es la política la que condiciona los mercados. Y son las clases políticas dominantes las que facilitan que los mercados financieros ahoguen a la economía real.
Complicidad política
En efecto, el destrozo económico del que hemos sido testigos, y que aún sufrimos, no habría sido posible si los reguladores no hubieran permitido la expansión de productos financieros tóxicos, ni hubieran facilitado unas condiciones en los mercados que fueron el inicio de otros abusos. Tampoco habrían sido posible los problemas habidos en numerosas entidades financieras sin la cohabitación de políticos y gestores empresariales. Entidades que han tenido que ser rescatadas a base de impuestos a los ciudadanos, mientras los responsables se otorgaron, en muchos casos, enormes sumas por su gestión al frente de empresas quebradas. Mayor inmoralidad no cabe.
Los que aún tienen fe en el hombre actual, proponen un cambio de rumbo manifestando que este no debiera contemplar como única solución el llevar a cabo políticas económicas restrictivas y ajustes excesivos que, al final, sufren los que menos tienen. Esto solo llevará a un retroceso de muchos de los derechos hasta ahora adquiridos. Con ello, el Estado de bienestar irá poco a poco desapareciendo. ¿Y cuál es ese nuevo rumbo? Pues los teóricos bien pensantes creen que, simplemente, sería suficiente la creación de estructuras políticas más democráticas, clases políticas más honradas, más separación de poderes y una justicia efectiva e independiente. Y todo ello encaminado a trasladar a los mercados globalizados los mismos mecanismos.
Mayor ingenuidad no cabe. ¿No recuerdan la historia? La democracia y la separación de poderes se trajeron con sangre; el Estado de bienestar también. De manera que de pronto emerja una clase política honrada y justa es algo inconcebible.
Creo que ha quedado perfectamente demostrado que la codicia es un problema profundo vinculado a la naturaleza biológica del hombre. En un contexto social líquido (7), sostenido por un pensamiento postmoderno ya crepuscular, no veo la posibilidad de subsistencia de este Homo tardío, tal como está, a medio plazo.
Habrá que buscar la senda de la biología porque la ética, en el fondo, siempre ha capitulado frente a la codicia.
Lo que dice el cerebro: neuropéptidos clave
La labor del epistemólogo, a mi juicio, es encontrar respuestas en la ciencia allí donde otras disciplinas tradicionales no las encuentran. Y eso es lo que trato de hacer tras describir la codicia quizá demasiado extensamente. Y, efectivamente, en la ciencia parece estar la clave: en los mecanismos evolutivos de la cognición humana.
Algunos experimentos de la neurociencia han mostrado que cuanto más codiciosa es una persona, la corteza prefrontal de su cerebro tiene menos capacidad para disminuir el placer de ganar más dinero, inhibiendo la actividad de las neuronas del estriado ventral, implicado en ese placer. El cerebro del codicioso podría funcionar entonces de manera diferente al de las personas que no lo son. Otros estudios han sugerido que, como los codiciosos tienden además a apostar fuerte para maximizar sus ganancias, podrían padecer una perturbación mental que anula su capacidad para percibir el riesgo o para ver las necesidades de los demás.
Las personas con una corteza prefrontal ventromedial diferente o dañada, carecen de la capacidad empática para llegar a respuestas morales, y cuando se enfrentan con dilemas morales, estos sujetos entienden y defienden con toda frialdad que «justifica el fin de los medios» Además, estos sujetos parecen tomar decisiones sin la angustia que aqueja a quienes tienen un cerebro que funciona normalmente.
Estos son algunos datos empíricos que ayudan a entender el mecanismo cerebral implicado en la codicia.
-Los neuropéptidos oxitocina (OXT) (8) y arginina vasopresina (AVP) han desempeñado papeles clave en la evolución de los mamíferos en cuanto a la regulación de la cognición y comportamientos sociales complejos como el apego, la socialización, el altruismo, la codicia, el reconocimiento y la agresión, así como la ansiedad, el miedo y la extinción del miedo. .
-Mi propósito no es entrar a describir como los sistemas OXT y AVP actúan bioquímicamente en cerebro humano. Solamente trataré de mostrar que son determinantes con respecto al comportamiento social. Y todo ello a través de estudios genéticos, de neuroimagen, neuroendocrinología y de estudios clínicos.
-Para evaluar lo que estos neuropéptidos representan, experimentalmente pueden administrarse de forma no invasiva en el cerebro humano mediante administración intranasal, con claras consecuencias a nivel conductual y neural.
-Después de la administración intranasal, OXT mejora el reconocimiento de emociones, mejora la mirada hacia la región ocular, promueve la confianza y el comportamiento pro-social, y reduce las respuestas de comportamiento y endocrinas al estrés social.
-En estudios iniciales, la administración intranasal de AVP parece influir en la comunicación social y frenar el estrés- Las variantes de riesgo en los genes que codifican para estos receptores cerebrales específicos para OXT y AVP se han asociado a determinadas patologías y también comportamientos humanos como parece ser la tendencia a la codicia.
-Los estudios de imágenes genéticas muestran que las variantes de riesgo genético en los receptores cerebrales para OXT y AVP afectan la estructura y función de las regiones clave para el comportamiento social, incluida la amígdala, la corteza cingulada anterior y el hipotálamo.
-Los estudios de neuroimagen funcional que utilizan la aplicación intranasal de neuropéptidos, respaldan la opinión de que los efectos de OXT y AVP en la conducta social están mediados por circuitos límbicos con la amígdala como estructura central.
-Estudios recientes han comenzado a proporcionar evidencias del deterioro del funcionamiento de OXT y AVP en trastornos mentales caracterizados por una alteración precoz del vínculo o una patología de interacción social.
-Resulta fundamental establecer que las variantes comunes de riesgo genético en los genes que codifican los receptores cerebrales para OXT y AVP se han asociado con el autismo y los fenotipos de comportamiento social en humanos. Los receptores parecen ser el factor clave, en especial el avpr1a que es el acrónimo de arginine vasporesin receptor 1a. (9)
Pienso que bien podría estar este fenómeno relacionado con el proceso evolutivo del Homo Sapiens. En efecto, la inercia a acumular recursos contrarresta el sentimiento de incertidumbre sobre lo que le puede pasar a uno en el futuro, por lo que la codicia pudo haber evolucionado en nuestros antepasados ancestrales como una forma de adaptación cuando el entorno es pobre en recursos.
Finalizamos este artículo expresando nuestra confianza en la ciencia para generar un hombre nuevo y sin las taras del viejo Homo Sapiens.
Notas
(1) Schopenhauer A., Parerga y paralipómena”. Madrid, Trotta, 2 vols., 2006 y 2009. Tomo I, 2006 (2ª edición 2009).
(2) Borja Vilaseca es escritor, filósofo, conferenciante, profesor y emprendedor de proyectos orientados a la transformación y el despertar de la consciencia de la sociedad. Su gran pasión es democratizar la sabiduría para inspirar un cambio de actitud y de mentalidad, de manera que las personas aprendan a ser verdaderamente felices y sepan cómo desplegar todo su talento y potencial al servicio de una función profesional útil, creativa y con sentido.
(3) Hernández Gómez, José Ricardo. “La anticorrupción en Colombia el agente encubierto y la función de inteligencia” Prolegómenos21 (41): 99-114.
(4) Eduardo Olier, nacido en Madrid en 1949, es doctor ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid. Fue profesor titular en la Cátedra de Matemática Fundamental y Programación de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de Madrid y realizó programas de postgrado en Crandfield School of Management y Harvard Business School. En la actualidad, dirige la Cátedra de Geoeconomía y Estrategia Internacional del Instituto de Postgrado CEU.
Ha sido director de programas tecnológicos en la Agencia Espacial Europea (Holanda) y ha ocupado puestos directivos en Repsol y el Grupo Industrial BBV-Iberdrola. Fue socio director de la firma de consultoría estadounidense Deloitte Consulting y presidente para Iberia, así como vicepresidente ejecutivo de la empresa japonesa NEC, donde fue responsable del sur de Europa y Latinoamérica.
Asimismo, ha ocupado la presidencia del Consejo Asesor de la consultora Bearing Point en el sur de Europa; y de la firma de recursos humanos Korn Ferry en la misma región. En el ámbito de los medios, fue presidente del Grupo Negocios, así como editor de la Gaceta de los Negocios y vicepresidente de Intereconomia Corporación. Casado y con 5 hijos, actualmente preside en España el Institut Choiseul, think tank de origen francés, y dirige la edición de las dos revistas Choiseul que se publican en español: Geoeconomía y Seguridad Global. Es, igualmente, miembro del Consejo de l’Union Culturel pour la Méditerranée (París) y presidente para España y Portugal, de la sociedad de gestión de inversiones BN Capital Assets con sede en Milán.
Recientemente, ha sido nombrado nuevo presidente del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. Sustituye en el cargo a Enrique Sendagorta, recientemente homenajeado en el acto del 25 aniversario de este centro.
(5) Olier, E., “Codicia Financiera”. Pearson, Madrid.
(6) Macfarlane Burnet. “El mamífero dominante. La biología del destino humano”. Alianza Editorial. Madrid, 1973
(8) Carsten K.W. De Dreu, H. Steven Scholte, Frans A.A.M. van Winden y K. Richard Ridderinkhof. “Oxytocin tempers calculated greed but not impulsive defense in predator-prey contests”.Social Cognitive and Affective Neuroscience, Volume 10, Issue 5, 1 May 2015, Pages 721–728,
(9) Uzefovsky, F., Shaley, I., Israel. S., Edelman, S., Raz, Y., Makuta, D., Kanofo Noara, A., Ebstein, R.B.”Oxytocin receptor and vasopressin receptor 1a genes are respectively associated with emotional and cognitive empathy” Hormones and Behavior, Vol. 67. Enero 2015. Pag. 60-65
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!